12. Cómo resolver el problema de delimitar y juzgar a Dios

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

No se puede hablar de Dios y del hombre en los mismos términos. Su esencia y Su obra son de lo más insondable e incomprensible para el hombre. Si Dios no realiza personalmente Su obra ni pronuncia Sus palabras en el mundo de los hombres, estos nunca serían capaces de entender Su voluntad. Y, así, incluso aquellos que le han dedicado toda su vida, serían incapaces de recibir Su aprobación. Si Dios no se pone a obrar, no importa qué tan bien lo haga el hombre, no servirá para nada, porque los pensamientos de Dios siempre serán más elevados que los del hombre, y Su sabiduría está más allá de la comprensión de este. Por tanto, afirmo que quienes aseguran “entender completamente” a Dios y Su obra son unos ineptos; todos son arrogantes e ignorantes. El hombre no debería definir la obra de Dios; además, no puede hacerlo. A los ojos de Dios, el hombre es tan insignificante como una hormiga, así que, ¿cómo puede este desentrañar Su obra? A los que les gusta parlotear y decir que “Dios no obra de esta o aquella manera” o “Dios es esto o aquello”, ¿acaso no están hablando con arrogancia? Todos deberíamos saber que Satanás ha corrompido al hombre, que es de carne. La naturaleza misma de la humanidad es oponerse a Dios. La humanidad no puede estar a la par de Dios, y, mucho menos, puede esperar ofrecer consejo para la obra de Dios. Respecto a cómo guía Él al hombre, esta es la obra de Dios mismo. Es adecuado que el hombre se someta, sin expresar esta o aquella opinión, pues no es más que polvo. Puesto que es nuestra intención buscar a Dios, no deberíamos sobreponer nuestras nociones a Su obra para consideración de Dios; todavía menos debemos emplear al máximo nuestro carácter corrupto para oponernos deliberadamente a la obra de Dios. ¿No nos convertiría esto en anticristos? ¿Cómo podrían esas personas creer en Dios? Puesto que creemos que existe un Dios, y puesto que deseamos satisfacerlo y verlo, deberíamos buscar el camino de la verdad, y un camino para ser compatibles con Él. No deberíamos permanecer en una oposición terca hacia Dios. ¿De qué servirían tales acciones?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio

¿Acaso no se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, ellas son arrogantes y permisivas en su naturaleza y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran Sus disciplinas y, además, usan sus viejos argumentos triviales para “confirmar” la obra del Espíritu Santo. También hacen una escena y están plenamente convencidas de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de recorrer todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desdeña, y no serán descartadas antes de la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él, villanos ignorantes y mal informadas, que simplemente intentan demostrar lo brillantes que son? Con tan solo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de descontrolar la “academia” del mundo; con tan solo una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento. Aun siendo tan cortos de miras, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¡Estas personas no tienen ningún razonamiento que valga la pena mencionar! De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, solo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y con mayor desenfreno proclaman el ser de Dios, pero solo hablan de teorías y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto. ¡Quienes ven la obra del Espíritu Santo como un juego son frívolos! Los que no son cautos cuando se encuentran con la nueva obra del Espíritu Santo, que hablan hasta por los codos, que son rápidos para juzgar, que dan rienda suelta a su temperamento para negar la corrección de la obra del Espíritu Santo y que también la insultan y blasfeman contra ella, ¿no ignoran estas personas irrespetuosas dicha obra? ¿No son, además, personas de gran arrogancia, inherentemente soberbias e ingobernables? Aunque llegue el día en el que tales personas acepten la nueva obra del Espíritu Santo, Dios seguirá sin tolerarlas. No solo miran por encima del hombro a aquellos que trabajan para Dios, sino que blasfeman contra Él mismo. Tales personas temerarias no serán perdonadas ni en esta era ni en la venidera, ¡y perecerán para siempre en el infierno! Estas personas irrespetuosas y permisivas están fingiendo creer en Dios y, cuanto más sean así, más probable es que ofendan Sus decretos administrativos. ¿No caminan por esta senda todos esos arrogantes, desenfrenados innatos, que nunca han obedecido a nadie? ¿Acaso no se oponen a Dios día tras día, a Él, que siempre es nuevo y nunca viejo?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Sabed que os oponéis a la obra de Dios o usáis vuestras propias nociones para medir la obra de hoy, porque no conocéis los principios de Su obra, y porque tratáis de manera imprudente la obra del Espíritu Santo. Vuestra oposición a Dios y la obstrucción de la obra del Espíritu Santo están causadas por vuestras nociones y por vuestra arrogancia inherente. No se debe a que la obra de Dios sea errónea, sino a que sois demasiado rebeldes por naturaleza. Después de encontrar su creencia en Dios, algunas personas ni siquiera pueden afirmar con certeza de dónde vino el hombre, pero se atreven a hacer discursos públicos evaluando lo bueno y lo malo de la obra del Espíritu Santo. Incluso sermonean a los apóstoles que tienen la nueva obra del Espíritu Santo y hacen comentarios fuera de lugar; su humanidad es demasiado baja y no hay el más mínimo razonamiento en ellos. ¿Acaso no llegará el día en que tales personas sean desdeñadas por la obra del Espíritu Santo y quemadas por los fuegos del infierno? No conocen la obra de Dios, pero la critican, y también intentan ordenarle a Dios cómo obrar. ¿Cómo pueden conocer a Dios personas tan irrazonables? El hombre llega a conocer a Dios durante el proceso de buscarlo y experimentarlo; no es a través de criticarlo a su antojo que llegará a conocerlo por medio del esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuanto más preciso es el conocimiento que las personas tienen de Dios, menos se oponen a Él. Por el contrario, cuanto menos saben de Él, más probable es que se opongan a Él. Tus nociones, tu vieja naturaleza y tu humanidad, tu personalidad y tu perspectiva moral son el capital con el que te resistes a Dios, y cuanto más corrupta tu moral, más odiosas tus cualidades y baja tu humanidad, más enemigo eres de Dios. Quienes poseen unas nociones firmes y tienen un carácter santurrón son aún más enemigos del Dios encarnado; estas personas son los anticristos. Si no rectificas tus nociones, siempre serán contrarias a Dios; nunca serás compatible con Él y siempre estarás separado de Él.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Si usáis vuestras propias nociones para medir y delimitar a Dios, como si Dios fuera una estatua de barro inmutable, y si delimitáis completamente a Dios dentro de los parámetros de la Biblia y lo encerráis dentro de un limitado ámbito dónde obrar, entonces esto prueba que habéis condenado a Dios. Porque los judíos de la era del Antiguo Testamento tomaron a Dios como un ídolo de forma fija que tenían en sus corazones, como si a Dios solo se le pudiera llamar Mesías y solo Aquel que fuera llamado el Mesías pudiera ser Dios, y porque la humanidad sirvió y adoró a Dios como si Él fuera una estatua de barro sin vida, clavaron al Jesús de ese tiempo en la cruz, sentenciándolo a muerte; el Jesús inocente fue así condenado a muerte. Dios era inocente de cualquier ofensa; sin embargo, el hombre rehusó perdonar a Dios e insistió en sentenciarlo a muerte, y así Jesús fue crucificado. El hombre siempre cree que Dios es inmutable y lo define de acuerdo con un único libro, la Biblia, como si el hombre tuviera un perfecto entendimiento de la gestión de Dios, como si todo lo que Dios hace estuviera en la palma de la mano del hombre. Las personas son absurdas hasta el extremo, de una arrogancia extrema y todas tienen un don para la hipérbole. No importa lo grande que sea el conocimiento que tienes de Dios, todavía digo que no conoces a Dios, que te opones a Dios al máximo y que lo has condenado porque eres totalmente incapaz de someterte a la obra de Dios y caminar la senda de ser perfeccionado por Dios. ¿Por qué Dios nunca está satisfecho con las acciones del hombre? Porque el hombre no conoce a Dios, porque tiene demasiadas nociones y porque su conocimiento de Dios no concuerda en absoluto con la realidad, sino que repite monótonamente el mismo tema sin variación y usa el mismo enfoque para toda situación. Y entonces, habiendo venido a la tierra en la actualidad, una vez más el hombre ha clavado a Dios en la cruz.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados

En la actualidad, la mayoría de las personas piensan: “Todo lo que Dios ha dicho durante los últimos días está en ‘La Palabra manifestada en carne’, no existen más palabras Suyas; es todo lo que Dios ha dicho”, ¿verdad? ¡Es un gran error pensar así! Las palabras que aparecen en “La Palabra manifestada en carne” son solo las iniciales de la obra de Dios en los últimos días, una parte de las palabras de esta obra, y principalmente tienen que ver con las verdades de las visiones. Más adelante también se pronunciarán palabras con relación a los muchos pormenores de la práctica. Por tanto, la publicación de “La Palabra manifestada en carne” no significa que la obra de Dios haya llegado al final de una fase, y mucho menos que Su obra de juicio en los últimos días haya alcanzado un final definitivo. Dios todavía tiene muchas palabras por expresar, e incluso una vez que estas se hayan pronunciado no es posible afirmar que toda la obra de gestión de Dios haya concluido. Cuando acabe la obra del universo entero, solo se podrá decir que el plan de gestión de seis mil años ha finalizado. No obstante, en ese momento, ¿seguirá habiendo gente en este universo? Mientras exista la vida, mientras exista la humanidad, la gestión de Dios debe continuar. Cuando se complete el plan de gestión de seis mil años, y mientras existan la humanidad, la vida y este universo, Dios seguirá gestionándolo todo, pero dejará de llamarse plan de gestión de seis mil años. Ahora se denomina la gestión de Dios. Quizá lleve un nombre diferente en el futuro; esa será otra vida para la humanidad y para Dios. No puede afirmarse que Él seguirá usando las palabras actuales para guiar a las personas, ya que tales palabras solo son adecuadas para este tiempo. Por tanto, no definas la obra de Dios en ningún momento. Algunos dicen: “Dios solo provee estas palabras a las personas y nada más; solo puede decir estas palabras”. Esto también es acotar a Dios a cierto alcance. Es como aplicar hoy en día, en la Era del Reino, las palabras pronunciadas en la era de Jesús; ¿sería adecuado? Algunas de ellas se aplicarían y otras tendrían que abolirse; por tanto, no puedes decir que las palabras de Dios nunca pueden abolirse. ¿Las personas definen las cosas de inmediato? En algunos ámbitos sí definen a Dios. Quizás un día leas “La Palabra manifestada en carne” igual que las personas leen la Biblia hoy, sin seguir las huellas de Dios. Este es el momento oportuno de leer “La Palabra manifestada en carne”; quién sabe dentro de cuántos años leerlo sea como mirar un calendario desactualizado, porque en ese momento habrá algo nuevo que sustituya lo viejo. Las necesidades de las personas surgen y se desarrollan según la obra de Dios. En ese momento, la naturaleza humana, así como los instintos y atributos que las personas deberían tener, habrán cambiado de alguna forma. Una vez que este mundo cambie, las necesidades de la humanidad serán diferentes. Algunos preguntan: “¿Hablará Dios más adelante?”. Otros llegarán a la conclusión de que “Dios no podrá hablar, porque cuando la obra de la Era de la Palabra concluya, no se podrá añadir nada más, y cualquier otra palabra será falsa”. ¿No es esto erróneo también? A la humanidad le resulta fácil cometer el error de definir a Dios; las personas tienden a aferrarse al pasado y a definirlo. Claramente, no lo conocen, pero siguen definiendo Su obra con displicencia. ¡Las personas tienen una naturaleza tan arrogante! Siempre desean aferrarse a las viejas nociones del pasado y mantienen las cosas del ayer almacenadas en su corazón. Las usan como su capital, son arrogantes y vanidosas, piensan que lo entienden todo y tienen el descaro de definir la obra de Dios. ¿Acaso al hacer esto no someten a Dios a juicio? Además, las personas no muestran consideración hacia la nueva obra de Dios. Esto muestra que les resulta difícil aceptar cosas nuevas y, sin embargo, siguen definiendo ciegamente a Dios. Son tan arrogantes que carecen de razón, no escuchan a nadie y ni siquiera aceptan Sus palabras. Esa es la naturaleza del hombre: totalmente arrogante y santurrona, y sin la más mínima sumisión. Así eran los fariseos cuando condenaron a Jesús. Pensaban: “Aunque estés en lo cierto, no te seguiré; Jehová es el único Dios verdadero”. En la actualidad también hay algunos que dicen: “¿Él es Cristo? ¡No lo seguiría, aunque realmente lo fuera!”. ¿Existen personas así? Hay muchas personas religiosas que son así. Esto demuestra que el carácter del hombre es demasiado corrupto, que las personas están lejos de la salvación.

A lo largo de los siglos, Moisés y Pedro fueron los únicos santos que realmente conocieron a Dios y a los que Él aprobó; sin embargo, ¿podían entender a Dios? Lo que ellos comprendían también era limitado. Ellos mismos no se atrevían a decir que conocían a Dios. Quienes lo conocen de verdad no lo definen, porque son conscientes de que Él es incalculable e inconmensurable. Los que no lo conocen son aquellos que tienden a definir a Dios y lo que Él tiene y es. Imaginan muchas cosas sobre Él, con facilidad desarrollan nociones sobre todo lo que Dios ha hecho. Así pues, los que creen conocer a Dios son los que más se resisten a Él, y son las personas que están en mayor peligro.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Cuando se enteran de que Él ama a la humanidad, las personas lo definen como un símbolo de amor. Creen que no importa lo que hagan, cómo se comporten, cómo traten a Dios o lo rebeldes que puedan ser, nada de esto importa realmente porque Dios tiene amor y Su amor es ilimitado e inconmensurable. Dios tiene amor, así que puede ser tolerante con las personas, y Dios tiene amor, así que puede ser misericordioso con ellas, con su inmadurez, con su ignorancia, y con su rebeldía. ¿Son realmente así las cosas? En el caso de algunas personas, cuando han experimentado la paciencia de Dios una o incluso más veces, tratarán estas experiencias como un capital en su propio entendimiento de Dios, y creen que Él será por siempre paciente y misericordioso con ellas, y que, entonces, a lo largo de su vida tomarán esta paciencia de Dios y la considerarán el estándar de cómo Él las trata. También están los que, tras haber experimentado una vez la tolerancia de Dios, lo definirán por siempre como tolerante, y, en su mente, esta tolerancia es indefinida, incondicional, e, incluso, totalmente carente de principios. ¿Son correctas estas creencias? Cada vez que se exponen asuntos de la esencia o el carácter de Dios, parecéis desconcertados. Veros así me pone muy inquieto. Habéis oído mucha verdad respecto a Su esencia; habéis escuchado, asimismo, muchas discusiones relativas a Su carácter. Sin embargo, en vuestra mente, estos asuntos y la verdad de estos aspectos no son más que recuerdos basados en teorías y en palabras escritas; en vuestra vida cotidiana, ninguno de vosotros es capaz de experimentar o ver el carácter de Dios por lo que realmente es. Así pues, todos estáis confundidos en vuestras creencias; todos creéis ciegamente, al punto de que vuestra actitud es irreverente hacia Dios e incluso le ignoráis. ¿A qué os lleva tener este tipo de actitud hacia Dios? A sacar siempre conclusiones sobre Él. Una vez habéis adquirido un poco de conocimiento, os sentís muy satisfechos, como si hubierais conseguido a Dios en Su totalidad. A continuación, llegáis a la conclusión de que Dios es así, y no dejáis que se mueva con libertad. Además, siempre que Él hace algo nuevo, simplemente os rehusáis a admitir que Él es Dios. Un día, cuando Él diga: “Ya no amo a la humanidad; no haré extensiva más misericordia a los seres humanos; no tengo más tolerancia o paciencia hacia ellos; estoy completamente lleno de un odio y una antipatía extremos hacia ellos”, tales afirmaciones causarán un conflicto profundo en el corazón de las personas. Algunos incluso dirán: “Tú ya no eres mi Dios; has dejado de ser el Dios al que quiero seguir. Si esta es Tu afirmación, ya no eres apto para ser mi Dios, y no necesito seguirte más. Si ya no me concedes misericordia, si no me das amor ni tolerancia, dejaré de seguirte. Solo si eres indefinidamente tolerante conmigo, si siempre eres paciente conmigo y si me permites ver que eres amor, paciencia y tolerancia, solo entonces podré seguirte y tendré la confianza de seguirte hasta el final. Ya que cuento con Tu paciencia y Tu misericordia, mi rebelión y mis transgresiones pueden ser perdonadas e indultadas indefinidamente, y puedo pecar, en cualquier momento y en cualquier lugar, confesarme y ser perdonado en cualquier momento y en cualquier lugar, y hacerte enojar en cualquier momento y en cualquier lugar. No deberías tener opiniones o sacar conclusiones sobre mí”. Aunque es posible que ni uno de vosotros piense sobre este tipo de asuntos de manera tan subjetiva o consciente, siempre que consideres a Dios una herramienta a utilizar para que tus pecados sean perdonados o como un objeto que usas para obtener un hermoso destino, ya has colocado sutilmente al Dios vivo en oposición a ti, como enemigo tuyo. Esto es lo que veo. Puedes seguir diciendo cosas como “Creo en Dios”, “Busco la verdad”, “Quiero cambiar mi carácter”, “Quiero librarme de la influencia de las tinieblas”, “Quiero satisfacer a Dios”, “Quiero someterme a Dios”, “Quiero ser fiel a Dios, y cumplir bien con mi deber”, etcétera. Sin embargo, por hermosas que sean tus palabras, por mucha teoría que sepas y por imponente y solemne que esta sea, la realidad es que ahora muchos de vosotros ya habéis aprendido a usar las reglas, las doctrinas, las teorías que habéis dominado para sacar conclusiones sobre Dios, colocándolo en oposición a vosotros con naturalidad. Aunque hayas dominado palabras y doctrinas, no has entrado auténticamente en la realidad de la verdad; por tanto, es muy difícil que te acerques a Dios, que lo conozcas y lo entiendas. ¡Esto es verdaderamente lamentable!

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

A las personas les gusta aplicar rígidamente las reglas y utilizarlas para delimitar y definir a Dios, del mismo modo que les gusta usar fórmulas para tratar de entender el carácter de Dios. Así pues, en lo que respecta al ámbito del pensamiento humano, Dios no piensa ni tiene ideas sustanciales. Pero en realidad, los pensamientos de Dios están en un estado de transformación constante, de acuerdo con los cambios en las cosas y los entornos. Mientras estos pensamientos se están transformando, se revelan diferentes aspectos de la esencia de Dios. Durante este proceso de transformación, en el preciso momento en que Dios cambia Su opinión, lo que le muestra a la humanidad es la existencia real de Su vida, y que Su carácter justo está lleno de dinámica vitalidad. Al mismo tiempo, Dios usa Sus propias revelaciones verdaderas para demostrar a la humanidad la certeza de la existencia de Su ira, Su misericordia, Su benignidad y Su tolerancia. Su esencia se revelará en cualquier momento y lugar según se desarrollen las cosas. Él posee la ira de un león y la misericordia y la tolerancia de una madre. Su carácter justo no permite que nadie lo cuestione, viole, cambie o distorsione. Entre todos los asuntos y las cosas, el carácter justo de Dios, es decir, la ira y la misericordia de Dios, pueden revelarse en cualquier momento y lugar. Él le otorga una expresión vital a estos aspectos en cada rincón de la creación, y los implementa con vitalidad a cada momento. El carácter justo de Dios no está limitado por el tiempo o el espacio; en otras palabras, el carácter justo de Dios no se expresa o revela mecánicamente según las limitaciones del espacio, sino más bien con perfecta tranquilidad y en todo momento y lugar. Cuando ves a Dios cambiar de opinión y dejar de expresar Su ira y refrenarse de destruir la ciudad de Nínive, ¿puedes decir que Dios sólo es misericordioso y amoroso? ¿Puedes decir que la ira de Dios consiste en palabras vacías? Cuando Dios se enfurece con una intensa ira y se retracta de Su misericordia, ¿puedes decir que no siente un amor verdadero hacia la humanidad? Esta ira intensa que expresa Dios es en respuesta a los actos malvados de las personas; Su ira es sin defecto. El corazón de Dios se conmueve en respuesta al arrepentimiento de las personas, y es este arrepentimiento el que causa que cambie de opinión. Cuando se siente conmovido, cuando cambia de opinión, y cuando muestra Su misericordia y tolerancia hacia el hombre, todo ello carece totalmente de defectos; todo ello es limpio, puro, inmaculado y no está adulterado. La tolerancia de Dios es exactamente eso, tolerancia; igual que Su misericordia no es otra cosa que misericordia. Su carácter revela ira o misericordia y tolerancia de acuerdo con el arrepentimiento del hombre y las variaciones en la conducta del hombre. No importa lo que Él revele o exprese, todo es puro y directo; Su esencia es distinta de la de cualquier ser creado. Cuando Dios expresa los principios subyacentes a Sus acciones, y están libres de cualquier defecto o mancha, y también lo son Sus pensamientos, Sus ideas, y cada decisión que toma y cada acción que realiza. Puesto que así ha decidido y actuado Dios, así completa Sus compromisos. Los resultados de Sus compromisos son correctos y perfectos porque su fuente es perfecta e intachable. La ira de Dios es perfecta. Del mismo modo, la misericordia y la tolerancia de Dios, que no posee ninguno de los seres creados, son santas y perfectas, y pueden soportar la deliberación reflexiva y la experiencia.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

Algunas personas llegan a creer en Dios cuando ven que las palabras expresadas por Dios son realmente la verdad. No obstante, cuando llegan a la casa de Dios y ven que Dios es una persona corriente, forman ciertas nociones en su corazón. Sus palabras y sus actos se vuelven desenfrenados, se vuelven disolutos y hablan de forma irresponsable, juzgando y calumniando como les place. De este modo se ponen en evidencia los malvados. Estas criaturas sin humanidad suelen hacer el mal y perturbar la labor de la iglesia, ¡y nada bueno les espera! Se resisten abiertamente a Dios, y lo calumnian, juzgan e insultan, blasfemando abiertamente contra Él y oponiéndose a Él. Tales personas son merecedoras de un severo castigo. Algunas personas integran a las filas de los falsos líderes, y después de haber sido destituidos, sienten un resentimiento constante hacia Dios. Aprovechan la oportunidad de las reuniones para seguir difundiendo sus nociones y exponiendo sus quejas; incluso pueden proferir improperios o palabras que manifiesten su odio. ¿No son acaso demonios tales personas? Después de que la casa de Dios se haya deshecho de ellos, sienten remordimientos, y alegan haber dicho algo indebido en un momento de insensatez. Algunas personas no logran discernirlos, y dicen: “Dan mucha lástima y están compungidos de corazón. Dicen que están en deuda con Dios y no lo conocen, así que perdonémosles”. ¿Puede darse el perdón tan a la ligera? La gente tiene dignidad, ¡y no digamos Dios! Cuando estas personas terminan con sus blasfemias y calumnias, parecen compungidas ante algunos, que las perdonan y dicen que actuaron en un momento de insensatez; pero ¿fue realmente un momento de insensatez? Siempre tienen alguna intención en su discurso, e incluso se atreven a juzgar a Dios. La casa de Dios les sustituyó, y perdieron los beneficios del estatus, y por miedo a ser descartados, emiten muchas quejas y lloran después con amargura y remordimientos. ¿Sirve esto de algo? Una vez pronunciadas las palabras, son como el agua vertida en el suelo, que no se puede recuperar. ¿Toleraría Dios que la gente se le resistiera, lo juzgara y blasfemara a su antojo? ¿Lo ignoraría sin más? De ser así, Dios no tendría dignidad. Algunas personas, tras su resistencia, dicen: “Dios, Tu preciosa sangre me redimió. Tú nos haces perdonar a la gente setenta veces siete; ¡Tú también deberías perdonarme a mí!”. ¡Qué desvergüenza! Algunas personas difunden rumores sobre Dios, y se vuelven temerosas después de calumniarle. Temerosos de ser castigados, se arrodillan rápidamente y rezan: “¡Dios! No me abandones, no me castigues. Confieso, me arrepiento, estoy en deuda contigo, hice mal”. Dime, ¿esa gente puede ser perdonada? ¡No! ¿Por qué no? Lo que han hecho ofende al Espíritu Santo, y el pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo nunca será perdonado, ¡ni en esta vida ni en la otra! Dios se mantiene fiel a Sus palabras. Tiene dignidad, ira y un carácter justo. ¿Crees que Dios es igual que el hombre, que si alguien es un poco más amable con Él, pasará por alto sus transgresiones anteriores? ¡De ninguna manera! ¿Te irán bien las cosas si te resistes a Dios? Es comprensible que hagas algo mal a causa de una insensatez pasajera o que muestres de vez en cuando un poco de carácter corrupto. Pero si te resistes directamente, te rebelas y te opones a Dios, y si lo calumnias, blasfemas contra Él y difundes rumores sobre Él, entonces estás totalmente condenado. No hay necesidad de que tales personas sigan rezando; solo deben esperar a ser castigadas. ¡Son imperdonables! Cuando llegue ese momento, no digas con descaro: “¡Dios, por favor, perdóname!”. Por mucho que supliques, será inútil, siento decirlo. Una vez comprendida parte de la verdad, si la gente luego transgrede a sabiendas, no se la podrá perdonar. Anteriormente se ha dicho que Dios no recuerda las transgresiones. Eso se refería a las transgresiones menores que no implican decretos administrativos de Dios y no ofenden Su carácter. Entre ellas no se incluyen la blasfemia y la calumnia contra Dios. Pero si blasfemas contra Él, lo juzgas o lo calumnias una sola vez, esto será una mancha permanente que no se podrá borrar. La gente desea blasfemar contra Dios e insultarlo a su antojo, y luego aprovecharse de Él para obtener bendiciones. ¡No existe peor bajeza en el mundo! La gente siempre piensa que Dios es misericordioso y bondadoso, que es benevolente, que tiene un corazón vasto e inconmensurable, que no recuerda las transgresiones de la gente y permite que tanto estas como sus actos previos queden en el olvido. Lo pasado, pasado está en los asuntos triviales. Pero Dios nunca perdonará a los que se resisten abiertamente a Él y blasfeman en Su contra.

Aunque la mayoría de la gente de la iglesia cree de verdad en Dios, no tienen corazones temerosos de Dios. Esto demuestra que la mayoría de la gente no tiene verdadero conocimiento del carácter de Dios, por lo que les resulta difícil temer a Dios y apartarse del mal. Si las personas no temen a Dios ni les aterroriza en su fe, y dicen lo que les da la gana cuando la obra de Dios afecta a sus propios intereses, cuando terminen de hablar, ¿se habrá acabado todo? Por tanto, deben pagar un precio por lo que dicen, y esto no es un asunto simple. Cuando algunas personas blasfeman contra Dios y lo juzgan, ¿saben de corazón lo que están diciendo? Todos los que dicen estas cosas saben de corazón lo que dicen. Aparte de algunos que han sido poseídos por espíritus malignos y cuya razón es anormal, las personas comunes saben de corazón lo que están diciendo. Si dicen que no lo saben, están mintiendo. Cuando hablan, piensan: “Yo sé que Tú eres Dios. Digo que no estás haciendo lo correcto, ¿qué puedes hacerme? ¿Qué harás cuando acabe de hablar?”. Hacen esto intencionadamente, para molestar a otros, para atraer a otros a su lado, para hacer que otros digan y hagan cosas parecidas. Saben que lo que dicen desafía abiertamente a Dios, que va contra Él, y que es una blasfemia en Su contra. Después de haber reflexionado, piensan que lo que hicieron estuvo mal: “¿Qué dije? ¡Fue un momento irreflexivo y realmente me arrepiento!”. Su arrepentimiento demuestra que sabían exactamente lo que estaban haciendo en ese momento; no es que no lo supieran. Si piensas que fueron momentáneamente ignorantes y que estaban confundidos, que no habían entendido del todo, esto no es completamente correcto. Las personas pueden no haber entendido por completo, pero si crees en Dios debes tener un mínimo de sentido común. Para creer en Él debes tenerle miedo y temerle. No puedes blasfemar contra Dios, juzgarlo o difamarlo a tu antojo. ¿Sabes lo que significa “juzgar”, “blasfemar” y “difamar”? Cuando dices algo, ¿no sabes si estás juzgando a Dios o no? Algunas personas siempre hablan de que han sido anfitriones de Dios, y a menudo lo ven, y han escuchado Su enseñanza cara a cara. Hablan largo y tendido de estas cosas con quienquiera que pase por allí, todo sobre cuestiones externas; no tienen ningún conocimiento verdadero. Puede que no tengan malas intenciones cuando dicen estas cosas. Puede que tengan buenas intenciones de cara a sus hermanos y hermanas y deseen animar a todos. Pero, ¿por qué eligen hablar de estas cosas? Si sacan a relucir este asunto de forma proactiva, entonces sí que tienen alguna intención: principalmente, presumir y que la gente les admire. Si dieran confianza a la gente y la alentaran en su fe en Dios, podrían leerles más Sus palabras, que son la verdad. ¿Por qué insisten entonces en hablar de tales cosas externas? La causa de que digan esas cosas es que simplemente carecen de un corazón temeroso de Dios. No tienen miedo de Dios. ¿Cómo pueden comportarse así de mal y hablar sin compostura delante de Él? ¡Dios tiene dignidad! Si la gente se diera cuenta de esto, ¿seguirían haciendo tales cosas? La gente no tiene un corazón temeroso de Dios. Dicen arbitrariamente cómo es Dios y de qué forma es por sus propios motivos, para lograr sus objetivos personales y para conseguir que los demás piensen bien de ellos. Esto es sencillamente juzgar a Dios y blasfemar en Su contra. Esas personas no sienten ningún temor a Dios en el corazón. Todas ellas son personas que se resisten a Él y blasfeman en Su contra. Todas ellas son espíritus malignos y demonios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Si intentas juzgar la obra de Dios y todo aquello que acaece a las personas desde la perspectiva del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, acabarás rechazando dicha obra. Pensarás que dicha obra no parece provenir de Dios, que no se ajusta a tus propias nociones y figuraciones y, por lo tanto, la rechazarás. Si la rechazas, ¿cómo podrías someterte a ella como la verdad que es? Resultará imposible. ¿Por qué rechaza la gente la obra de Dios? Este rechazo proviene de nociones humanas, lo cual implica que existen límites en aquello que puede llegar a reconocer el cerebro humano y límites en lo que las personas pueden ver de las obras de Dios. Asimismo, existe un límite en el entendimiento que pueden tener las personas sobre las verdades. ¿Cómo pueden superarse dichos límites para conocer realmente a Dios? Has de aceptar todas las cosas que provienen de Dios y no definir a la ligera aquellas cosas que se encuentran, pero no pueden comprenderse. No debes emitir juicios ciegamente cada vez que no puedes resolver algún problema. Es esta la razón principal que las personas deberían tener. Si dices “Esto no es el tipo de cosa que hace Dios; ¡Dios jamás haría algo así!”, careces de razón. ¿Qué eres capaz de comprender de manera genuina? Si te atreves a emitir un juicio en nombre de Dios verdaderamente no posees razón. Dios no tiene por qué comportarse exactamente como piensas ni adaptarse al alcance de tus figuraciones. ¡Dios es demasiado grande, insondable, profundo, maravilloso y sabio! ¿Por qué añado aquí la palabra “demasiado”? Porque los seres humanos no pueden comprender a Dios en toda su profundidad. Eres un ser creado, así que no intentes comprender la profundidad de Dios. Una vez que te hayas desprendido de esa idea, tendrás algo de razón. No intentes establecer reglas para Dios; si consigues abstenerte de ello, lograrás poseer razón. Son muchos los que establecen reglas para Dios en todo momento y afirman que Dios debería actuar de cierta manera, que Dios sin duda procedería así o sin duda no se conduciría de tal forma, que algunas cosas son sin duda un acto de Dios, mientras que otras sin duda no lo son. ¿Qué significa que a todo eso le agreguemos “sin duda”? (Carece de razón). Afirmas que Dios es extraordinario y muy sabio, pero luego dices que Él jamás actuaría de cierta manera. ¿Acaso no es una contradicción? Eso manifiesta que no conoces a Dios de manera genuina. Insistir en tus puntos de vista y establecer reglas para Dios en todo momento constituye una absoluta falta de razón.

Dios está llevando a cabo esta última etapa de Su obra y nadie pensó que Él pudiese aparecer y obrar en China. ¿Acaso el hecho de que no puedas imaginarlo no se debe a las nociones y figuraciones de tu corazón, a las limitaciones de tu entendimiento? Puede que pienses que es posible que suceda en Estados Unidos, el Reino Unido o Israel, pero no puedes imaginar en absoluto que Dios obre en China. Te resulta inconcebible. Aunque supere las nociones y figuraciones de las personas, Dios comenzó Su obra precisamente en China; es allí donde está llevando a cabo Su obra más importante y definitiva. Esto va totalmente en contra de las nociones de los seres humanos. Así pues, ¿qué has aprendido de todo esto? (Que la obra de Dios no concuerda con las nociones de los seres humanos y que es maravillosa e insondable). La obra de Dios va más allá de la figuración humana, es maravillosa e insondable, sabia y profunda. Estas son las palabras que los humanos emplean para describir todo lo que Dios tiene y es, Su carácter y Su esencia, y esto se considera razonable. Cuando Dios lleva a cabo cosas que van en contra de las nociones humanas, las personas lo resumen con estas palabras: la obra de Dios es maravillosa e insondable, contradice las nociones humanas. A partir de esto, ¿qué más pueden aprender las personas? Que las antiguas nociones y figuraciones de la humanidad han experimentado cambios significativos. Así pues, ¿de dónde provienen dichas nociones? Aparentemente, China es un país pobre y subdesarrollado, el Partido Comunista ejerce su poder, los cristianos son perseguidos, no hay libertad ni derechos humanos, el pueblo chino carece de una educación adecuada, no desempeña un papel relevante en el escenario global y parecen ser el pueblo triste y enfermo de Asia Oriental. ¿Cómo pudo Dios encarnarse en China para llevar a cabo Su obra? ¿No es esta una noción? Bien, veamos si esta noción es correcta o incorrecta. (Es completamente incorrecta). En primer lugar, no hablemos de las razones que motivan Su forma de actuar, si es porque quiere ser humilde y permanecer oculto, o si obrar de este modo transmite un significado y un valor profundos. En lugar de discutirlo a este nivel, hablemos acerca de si el hecho de que Dios obre de esta manera entra en conflicto en gran medida con las nociones de los seres humanos. ¡Vaya que sí, y mucho! Algo así no le cabe en la cabeza a la gente. Es un misterio del Cielo y nadie lo sabe. Aunque se llamase a astrónomos, geógrafos, historiadores y profetas, ¿sería alguien capaz de entenderlo? Nadie podría, por más que todos los especialistas, vivos o muertos, se reuniesen para analizar e investigar, o bien para observar y estudiar con telescopios astronómicos. Sería inútil. ¿Qué significa esto? Que la humanidad es demasiado insignificante, demasiado ignorante y que carece de entendimiento para comprender los asuntos de Dios en toda su profundidad. Si no eres capaz de entenderlos de tal manera, no te molestes en hacerlo. ¿Qué resultado obtendrías si lo intentases? Tus nociones no son equivalentes a la verdad y, de hecho, están muy alejadas de lo que Dios pretende llevar a cabo. No son lo mismo en absoluto. El poco conocimiento que tienen los seres humanos es inútil, incapaz de comprender nada o de resolver problema alguno. Ahora que leéis Sus palabras y oís sermones y enseñanzas, ¿comprendéis un poco más en vuestros corazones? ¿Tenéis algo de entendimiento sobre Dios? Hay quien podría decir: “Dios no habla acerca de lo que hace con nosotros. Ojalá nos diese una señal celestial para que pudiésemos comprender lo que pretende hacer o bien inspirase a un profeta para que ofreciese una predicción”. Aunque recibieras una señal celestial, ni tú ni el profeta serían capaces de verlo. Lo que Dios hace en el reino espiritual ha permanecido en secreto desde tiempos pretéritos hasta el presente; es tan secreto que ningún humano puede saberlo. No importa cuán talentoso un profeta, astrónomo, sabio, experto o científico sea en cualquier disciplina, por más que estudien, jamás comprenderán los asuntos de Dios. Las personas pueden estudiar la obra pasada de Dios, y podrían deducir a partir de ella unos pocos secretos o significados que podrían tener algo que ver con lo que Dios hizo, pero nadie sabe lo que Dios hará en el futuro, ni cuáles son Sus planes. Por lo tanto, las personas no deberían intentar comprender a Dios en toda Su profundidad ni, en última instancia, tratar de entenderlo mediante la observación y el estudio, la investigación a largo plazo y la experiencia, los análisis polifacéticos, la entrega y el trabajo duro. Resulta imposible y nunca funcionará. Así pues, si las personas no pueden entender a Dios en toda Su profundidad, ¿qué deberían hacer? (Deberían someterse). Someterse es lo más razonable y lo que más se ajusta a las intenciones de Dios. La premisa es la sumisión. ¿Cuál es su propósito? A partir de que la persona experimenta la obra de Dios, el objetivo es ser capaz de conocerlo mejor, conseguir la verdad y obtener la vida. Eso es lo que deberías obtener, el tesoro que deberías desear. En cuanto a los acontecimientos externos importantes, tales como los asuntos internacionales, el modo en que Dios obra, y la manera en la que Él guía a esta raza humana, si eres capaz de comprenderlo, mucho mejor. Pero también está bien si dices: “No me interesan esas cosas. No poseo el calibre ni la capacidad mental para ocuparme de eso, solo me importa el modo en que Dios me proporciona la verdad y cambia mi carácter”. Mientras tengas un corazón sumiso y temeroso de Dios, en última instancia, serás capaz de obtener la verdad por parte de Dios, así como la sabiduría. La verdad cambia el carácter de las personas; lo que las personas deberían intentar obtener es la vida y la senda a recorrer. Así pues, ¿cuál es la sabiduría que obtiene la gente? Sin siquiera saberlo, serás capaz de ver el modo en que Dios lleva a cabo muchas de Sus obras, por qué las lleva a cabo, cuáles son Sus intenciones y objetivos y en qué principios se basa para realizar ciertas obras. Inconscientemente, serás capaz de entenderlo mediante el proceso que te permite experimentar la verdad de las palabras de Dios. Puede que dichas palabras y asuntos sean demasiado profundos y que no seas capaz de expresarlos en palabras, pero los sentirás en tu corazón y tendrás un entendimiento real sin siquiera darte cuenta.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la soberanía de Dios

Con independencia de lo que Dios haga, el hombre está obligado a obedecer; el hombre es un ser creado, hecho de barro, y debe obedecer a Dios. Ese es el deber, la obligación y la responsabilidad del hombre. Esta es la actitud que deben tener las personas. Una vez que la demuestran, ¿cómo deben tratar a Dios y las cosas que Él hace? Jamás condenes, no sea que agravies el carácter de Dios. Si tienes alguna noción, enmiéndala, pero no condenes a Dios ni las cosas que hace. Si los condenas, estarás acabado: es el equivalente a colocarte en la posición contraria a Dios, sin posibilidad alguna de recibir la salvación. Quizá digas: “No estoy en la posición contraria a Dios, pero sí que le estoy malentendiendo”, o: “Mi corazón alberga pequeñas dudas acerca de Dios; tengo poca fe y demuestro debilidades y sentimientos negativos”. Todas esas cosas son asumibles; se pueden arreglar buscando la verdad; pero no condenes a Dios. Si dices: “Lo que Dios ha hecho no está bien. No se corresponde con la verdad, por lo que tengo motivos para dudar, cuestionar y acusar. Me encargaré de difundir eso por todas partes y llevar a los demás a cuestionarle también”, eso causará problemas. La actitud de Dios hacia ti cambiará y, si lo condenas, estarás completamente acabado; hay demasiadas formas en las que Dios puede represaliarte. Las personas, por tanto, no deben oponerse a Dios de forma deliberada. No será demasiado grave que, de forma involuntaria, hagas algo que se resista a Él, puesto que no lo hiciste de forma deliberada ni a propósito, y Dios te ofrece la oportunidad de arrepentirte. Si lo condenas intencionadamente, aun cuando sepas que algo es obra de Dios, e incitas a todo el mundo a rebelarse al unísono, esto también causará problemas. ¿Y cuál será el resultado? Acabarás como los doscientos cincuenta dirigentes que se opusieron a Moisés. Aun sabiendo que se trata de Dios, te atreves a clamar contra Él. Dios no debate contigo: Él es la autoridad; Él abre la tierra para que te trague, y eso es todo. Jamás te verá ni escuchará tus razonamientos. Tal es el carácter de Dios. ¿Qué está manifestando el carácter de Dios en este momento? ¡Manifiesta ira! Las personas no deben clamar, pues, contra Dios ni desatar Su ira bajo ningún concepto; todo el que agravie a Dios se ganará la perdición.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Todas las personas, en el curso de su vida de fe en Dios, han hecho cosas que se resisten y engañan a Dios. Algunas acciones indebidas no necesitan ser registradas como una ofensa, pero otras son imperdonables, pues hay muchas acciones que infringen los decretos administrativos, que ofenden el carácter de Dios. Muchos que están preocupados por su propio destino pueden preguntar cuáles son estas acciones. Debéis saber que sois arrogantes y altivos por naturaleza, y que no estáis dispuestos a someteros a los hechos. Por esta razón, voy a explicároslo poco a poco después de que hayáis reflexionado sobre vosotros mismos. Os exhorto a que obtengáis un mejor entendimiento del contenido de los decretos administrativos y hagáis un esfuerzo por conocer el carácter de Dios. Si no, vais a tener dificultades en mantener vuestros labios sellados, vuestra lengua se moverá con demasiada libertad con palabras altisonantes y, sin daros cuenta, ofenderéis el carácter de Dios y caeréis en las tinieblas, perdiendo la presencia del Espíritu Santo y la luz. Ya que no tenéis principios cuando actuáis, ya que haces y dices lo que no debes, entonces recibirás una retribución apropiada. Debes saber que, aun cuando careces de principios en las palabras y las acciones, Dios posee altos principios en ambas. La razón por la que recibes retribución es porque has ofendido a Dios, no a una persona. Si en tu vida cometes muchas ofensas contra el carácter de Dios, entonces estás destinado a ser un hijo del infierno. Al hombre le puede parecer que sólo has cometido unos pocos actos que están en conflicto con la verdad, y nada más. Pero ¿eres consciente de que, a los ojos de Dios, ya eres alguien para quien no hay más ofrenda por el pecado? Debido a que has infringido los decretos administrativos de Dios más de una vez y, además, no muestras ninguna señal de arrepentimiento, no te queda más remedio que precipitarte en el infierno donde Dios castiga al hombre. Mientras siguen a Dios, un pequeño número de personas ha cometido algunos hechos que infringen los principios, pero, después de ser podados y guiados, gradualmente descubrieron su propia corrupción y, acto seguido, entraron en el camino correcto de la realidad, y hoy siguen con los pies en la tierra. Tales son las personas que han de permanecer al final. Sin embargo, es al honesto a quien busco; si eres una persona honesta y actúas de acuerdo con principios, entonces puedes ser un confidente de Dios. Si en tus acciones no ofendes el carácter de Dios y buscas Su voluntad y tienes un corazón temeroso de Dios, entonces tu fe está a la altura. Quien no teme a Dios y no posee un corazón que tiembla aterrado, es muy probable que infrinja los decretos administrativos de Dios. Muchos sirven a Dios con base en la fuerza de su pasión, pero no entienden los decretos administrativos de Dios y, mucho menos, tienen idea de las implicaciones de Sus palabras. Así que, con sus buenas intenciones, a menudo terminan haciendo cosas que perturban la gestión de Dios. En casos graves, son expulsados, privados de cualquier otra oportunidad de seguirlo, y son arrojados al infierno y finaliza toda relación con la casa de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias

Cada frase que he pronunciado contiene dentro de sí el carácter de Dios. Haríais bien en reflexionar cuidadosamente sobre Mis palabras, y seguramente obtendréis gran provecho de ellas. La esencia de Dios es muy difícil de captar, pero confío en que todos vosotros tengáis por lo menos cierta idea del carácter de Dios. Espero, entonces, que tengáis más que mostrarme de las cosas que habéis hecho que no ofenden el carácter de Dios. Entonces estaré tranquilo. Por ejemplo, mantén a Dios en tu corazón en todo momento. Cuando actúes, hazlo de acuerdo con Sus Palabras. Busca las intenciones de Dios en todas las cosas, y abstente de hacer aquello que le falte al respeto y lo deshonre. Menos aún deberías colocar a Dios al fondo de tu mente para llenar el vacío futuro de tu corazón. Si haces esto, habrás ofendido el carácter de Dios. Una vez más, suponiendo que nunca haces observaciones blasfemas contra Dios ni te quejas de Él durante toda tu vida, y de nuevo, suponiendo que eres capaz de cumplir apropiadamente con todo lo que Él te ha encomendado, y que también eres capaz de someterte a todas Sus palabras durante toda tu vida, entonces habrás evitado transgredir los decretos administrativos. Por ejemplo, si alguna vez has dicho: “¿Por qué no creo que Él es Dios?”, “Creo que estas palabras no son sino cierta iluminación del Espíritu Santo”, “En mi opinión, no todo lo que Dios hace es necesariamente correcto”, “La humanidad de Dios no es superior a la mía”, “Sencillamente, las palabras de Dios no son creíbles”, u otras observaciones sentenciosas de este tipo, entonces te exhorto a confesar tus pecados y a arrepentirte de ellos más a menudo. De lo contrario, nunca tendrás la oportunidad de recibir perdón, ya que no ofendes a un hombre sino a Dios mismo. Podrías creer que estás juzgando a un hombre, pero el Espíritu de Dios no lo considera así. Tu falta de respeto hacia Su carne es lo mismo que faltarle al respeto a Él. Siendo esto así, ¿acaso no has ofendido el carácter de Dios? Debes recordar que todo lo hecho por el Espíritu de Dios se hace para salvaguardar Su obra en la carne y tiene el fin de que esta obra se haga bien. Si descuidas esto, entonces Yo digo que eres alguien que nunca será capaz de lograr creer en Dios. Debido a que has provocado la ira de Dios, entonces Él recurrirá a un castigo adecuado para que aprendas una lección.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante comprender el carácter de Dios

Aunque la esencia de Dios contiene un elemento de amor y Él es misericordioso con todas y cada una de las personas, estas han pasado por alto y han olvidado el hecho de que Su esencia también es de dignidad. Que Él tenga amor no quiere decir que las personas puedan ofenderle libremente, sin incitar en Él sentimientos o reacciones, ni el hecho de que tenga misericordia significa que no tenga principios en Su forma de tratar a las personas. Dios está vivo; existe de verdad. No es un títere imaginario ni ningún otro objeto. Dado que Él existe, deberíamos escuchar atentamente la voz de Su corazón en todo momento, prestar mucha atención a Su actitud y llegar a entender Sus sentimientos. No deberíamos usar las imaginaciones humanas para definir a Dios ni imponer en Él pensamientos o deseos humanos, obligando a Dios a tratar a las personas de una manera humana basada en imaginaciones humanas. Si lo haces, ¡estás haciendo enojar a Dios, tentando Su ira y desafiando Su dignidad! Por tanto, una vez hayáis llegado a comprender la gravedad de este asunto, insto a todos y cada uno de vosotros a que seáis cautos y prudentes en vuestras acciones. Sed cautos y prudentes en vuestro discurso también. En lo que se refiere a cómo tratáis a Dios, ¡cuanto más cautos y prudentes seáis, mejor! Cuando no entiendas cuál es la actitud de Dios, evita hablar con descuido, no seas negligente en tus acciones ni apliques etiquetas a la ligera. Todavía más importante, no llegues a ninguna conclusión arbitraria. En lugar de ello, debes esperar y buscar; estas acciones son también una expresión del temor de Dios y de apartarse del mal. Por encima de todo, si puedes lograr esto y, además, posees esta actitud, entonces Dios no te culpará por tu estupidez, por tu ignorancia y por tu falta de entendimiento de las razones que están detrás de las cosas. En vez de ello, debido a tu actitud de temor de ofender a Dios, tu respeto hacia Sus intenciones y tu disposición a someterte, Él se acordará de ti, te guiará y te esclarecerá o tolerará tu inmadurez e ignorancia. Por el contrario, si tu actitud hacia Él fuese irreverente —y lo juzgas a tu antojo o supones y defines arbitrariamente Sus ideas— Dios te condenará, te disciplinará e, incluso, te castigará, o puede que ofrezca un comentario sobre ti. Este quizás implique tu desenlace. Por tanto, deseo enfatizar esto una vez más: todos debéis ser cautos y prudentes con todo lo que viene de Dios. No hables con descuido ni seas irresponsable en tus actos. Antes de decir nada, deberías detenerte a pensar: ¿se enojará Dios si hago esto? Si hago esto, ¿estoy temiendo a Dios? Hasta en los asuntos sencillos deberías intentar contestar estas preguntas y dedicar más tiempo a pensar en ellas. Si de verdad puedes practicar según estos principios en todos los aspectos, en todas las cosas y en todo momento, y adoptar esa actitud especialmente cuando no entiendes algo, Dios te guiará siempre, y te proporcionará la senda que debes seguir. No importa qué clase de espectáculo monte la gente, Dios los ve con total nitidez y claridad, y Su evaluación de estas demostraciones será precisa y adecuada. Después de que te hayas sometido a la prueba final, Dios tomará todo tu comportamiento y lo recapitulará para determinar tu desenlace. Este resultado convencerá a todos, sin la menor sombra de duda. Lo que me gustaría deciros es que todos vuestros hechos, todos vuestros actos y todos vuestros pensamientos deciden vuestro destino.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Dios es un Dios vivo, y así como las personas se comportan de forma diferente en distintas situaciones, Su actitud hacia estos comportamientos difiere, porque Él no es un muñeco ni un soplo de aire vacío. Llegar a conocer la actitud de Dios es una búsqueda valiosa para la humanidad. Las personas deberían aprender que, al conocer Su actitud, pueden poco a poco alcanzar el conocimiento de Su carácter y llegar a entender Su corazón. Cuando llegues gradualmente a entender el corazón de Dios, no sentirás que temerle y apartarte del mal sea algo tan difícil de lograr. Además, cuando comprendes a Dios, no es tan probable que saques conclusiones sobre Él. Una vez que has dejado de sacar conclusiones sobre Dios, es menos probable que le ofendas, y Él te llevará sin que te des cuenta a obtener un conocimiento de Dios. Esto llenará tu corazón de temor a Él. Entonces, dejarás de definirlo mediante las doctrinas, palabras y teorías que has dominado. En lugar de ello, al buscar constantemente las intenciones de Dios en todas las cosas, te convertirás de forma inconsciente en una persona conforme a las intenciones de Dios.

La obra de Dios es invisible e intocable para los seres humanos, pero en lo que a Él respecta, las acciones de todas y cada una de las personas —además de la actitud que tengan hacia Él— no solo son perceptibles para Dios, sino también visibles para Él. Esto es algo que todos deberían reconocer y tener muy claro. Podrías preguntarte siempre: “¿Sabe Dios lo que estoy haciendo aquí? ¿Sabe lo que estoy pensando justo ahora? Quizás sí, quizás no”. Si adoptas esta clase de punto de vista, y sigues a Dios y crees en Él, pero dudas de Su obra y de Su existencia, tarde o temprano llegará un día en el que despertarás Su ira, porque ya estás balanceándote al borde de un peligroso precipicio. He visto a personas que han creído en Dios durante muchos años; sin embargo, siguen sin haber obtenido la realidad-verdad, y, mucho menos, han entendido las intenciones de Dios. Estas personas no progresan de modo alguno en su vida y en su estatura, y solo se ciñen a la más superficial de las doctrinas. Esto se debe a que estas personas nunca han tomado la palabra de Dios como la vida misma ni han enfrentado y aceptado Su existencia. ¿Piensas que al contemplar a estas personas Dios se llena de gozo? ¿Son un consuelo para Él? Así pues, el destino de la persona lo decide la manera como cree en Dios. Con respecto a la manera en que las personas buscan y tratan a Dios, sus actitudes son de primordial importancia. No descuides a Dios como si fuese un soplo de aire vacío flotando detrás de tu cabeza; piensa siempre en el Dios en el que crees como en un Dios vivo y real. Él no está ahí arriba en el tercer cielo, sin nada que hacer. Más bien, Él mira constantemente el interior del corazón de cada persona y observa lo que haces, cada pequeña palabra y acción, cómo te comportas y cuál es tu actitud hacia Él. Ya sea que estés dispuesto a entregarte a Él o no, todo tu comportamiento y tus pensamientos e ideas más profundos están al descubierto delante de Dios, y Él los observa. Su opinión y Su actitud hacia ti cambian constantemente según tu comportamiento, tus acciones y tu actitud. Me gustaría dar un consejo a algunas personas: no os pongáis como niños en las manos de Dios, como si Él tuviera que mimaros, como si nunca pudiera dejaros, como si Su actitud hacia vosotros fuera fija y no pudiera cambiar nunca, ¡y Yo os aconsejo que dejéis de soñar! Dios es justo en Su trato hacia todas y cada una de las personas, y Él es serio al abordar la obra de la conquista y la salvación de las personas. Esta es Su gestión. Él trata a cada persona con seriedad, no como a una mascota con la que se juega. El amor de Dios hacia los seres humanos no es de la clase que mima o consiente; tampoco Su misericordia y tolerancia hacia la humanidad son indulgentes ni desconsideradas. Por el contrario, el amor de Dios hacia la humanidad consiste en apreciar, compadecer y respetar la vida; Su misericordia y tolerancia transmiten las expectativas que Él tiene de ella, y son lo que la humanidad necesita para sobrevivir. Dios está vivo, y en verdad existe; Su actitud hacia la humanidad se basa en principios; no es, en absoluto, un montón de reglas dogmáticas, y puede cambiar. Sus intenciones hacia la humanidad cambian y se transforman gradualmente con el tiempo, dependiendo de las circunstancias que surjan, y acorde a la actitud de todas y cada una de las personas. Así pues, debes saber en tu corazón con toda claridad que la esencia de Dios es inmutable y que Su carácter surgirá en diferentes momentos y en distintos contextos. Podrías pensar que este asunto no es serio, y usar tus propias nociones personales para imaginar cómo debería hacer Dios las cosas. Sin embargo, hay ocasiones en las que lo cierto es exactamente lo opuesto a lo que opinas, y, al usar tus propias nociones para tratar de medir a Dios, lo has hecho enojar. Esto se debe a que Él no opera como tú crees que lo hace y Dios no tratará este asunto como tú dices que lo hará. Por tanto, te recuerdo que seas cuidadoso y prudente en tu enfoque hacia todo lo que te rodea, y que aprendas a practicar conforme al principio de “seguir el camino de Dios, temer a Dios y evitar el mal” en todas las cosas. Debes desarrollar un entendimiento firme respecto a los asuntos de las intenciones de Dios y Su actitud; debes buscar personas ilustradas que te las comuniquen, y buscar con seriedad. No veas al Dios de tu creencia como una marioneta, ni lo juzguéis a voluntad ni lleguéis a conclusiones arbitrarias sobre Él y tratadlo con el respeto que se merece. Mientras Dios te trae la salvación y determina tu desenlace, puede concederte misericordia o tolerancia, juicio y castigo, pero, en cualquier caso, Su actitud hacia ti no es fija. Depende de tu propia actitud hacia Él, así como del entendimiento que tengas de Él. No permitas que un aspecto pasajero de tu conocimiento o de tu entendimiento de Dios lo defina para siempre. No creas en un Dios muerto, sino en el Único vivo. ¡Recuerda esto! Aunque he expuesto algunas verdades aquí —verdades que debíais oír— a la luz de vuestro estado y estatura presentes, de momento no os haré exigencias mayores para no debilitar vuestro entusiasmo. Hacerlo podría llenar vuestro corazón de demasiada desolación y haceros sentir excesivamente decepcionados de Dios. En lugar de ello, espero que podáis usar un corazón temeroso de Dios y emplear una actitud respetuosa hacia Él cuando caminéis por la senda que tenéis por delante. No improviséis respecto a cómo creer en Dios. Tratadlo como uno de los asuntos más importantes que existen. Ponedlo en vuestro corazón, vincúlalo con la realidad y relacionadlo con la vida real; no lo hagáis solo de labios para afuera, porque es una cuestión de vida o muerte y determinará tu destino. ¡No lo tratéis como una broma o como un juego de niños!

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

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