15. Cómo resolver el problema del egoísmo y de la vileza

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes emociones tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas “¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?”, te responderán: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días. Todo lo que hace Satanás es en aras de su propio apetito, ambiciones y objetivos. Desea superar a Dios, liberarse de Él y apoderarse de todas las cosas que Dios ha creado. En la actualidad, las personas han sido corrompidas hasta tal punto por Satanás que todas tienen una naturaleza satánica, todas tratan de negar a Dios y oponerse a Él, y desean controlar sus propios destinos y tratan de oponerse a las orquestaciones y arreglos de Dios. Sus ambiciones y apetitos son exactamente los mismos que los de Satanás. Por lo tanto, la naturaleza del hombre es la de Satanás.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro

Se puede decir que el egoísmo es un elemento de la naturaleza de una persona. Todo el mundo tiene este elemento en su interior. Algunas personas son terriblemente egoístas, hasta el extremo y en todas las cosas, solo se consideran a sí mismas, solo buscan la ganancia personal y no tienen siquiera la menor consideración hacia los demás. Ese egoísmo representa su naturaleza. Todo el mundo es en cierto modo egoísta, pero existe una diferencia. Al relacionarse con la gente, algunas personas pueden estar atentos a los demás y cuidarlos, les preocupan otros y los tienen en consideración en todo lo que hacen. Sin embargo, otra gente no es así. Esa gente es especialmente egoísta y siempre es mezquina cuando es anfitriona de los hermanos y hermanas. Le dan a su familia la mejor comida con las raciones más grandes, mientras que a los hermanos y hermanas les ofrecen raciones más pequeñas de la comida menos apetitosa. Cuando vienen sus propios parientes, se encargan de que estén muy cómodos. Sin embargo, cuando vienen los hermanos y hermanas, les hacen dormir en el suelo. Les parece que ya está bien con permitir que los hermanos y hermanas se queden a dormir cuando vienen de visita. Si estos hermanos y hermanas caen enfermos o tienen cualquier otra dificultad, una persona así no los considera para nada, se comportan como si no se dieran cuenta. A tales personas no les importan los demás ni sienten la menor preocupación hacia ellos. Solo les importan ellos mismos y sus parientes. Su naturaleza egoísta es lo que determina su falta de voluntad para preocuparse por los demás. Les parece que hacerlo implica sufrir pérdidas y les supone mucho problema. Algunos podrían decir: “Una persona egoísta no sabe cómo ser considerado con los demás”. Eso es incorrecto. Si no saben ser considerados, ¿por qué, entonces, estas personas egoístas son tan buenos con sus parientes y muestran una plena consideración a sus necesidades? ¿Por qué conocen aquello de lo que ellos mismos carecen y lo que es apropiado vestir o comer en una determinada ocasión? ¿Por qué son incapaces de ser así con otros? En realidad, lo entienden todo, pero son egoístas y despreciables. Esto viene determinado por su naturaleza.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

Independientemente de lo que les ocurra, o de aquello que estén afrontando, las personas siempre protegen sus propios intereses, prestan atención a su propia carne, y siempre buscan razones o excusas que les sirvan. No buscan ni aceptan la más mínima verdad, y todo lo que hacen tiene como fin defender su propia carne y conspirar en aras de sus propias perspectivas. Todas solicitan la gracia de Dios, y tratan de sacar todo el provecho posible. ¿Por qué le hacen tantas exigencias a Dios? Esto demuestra que las personas son codiciosas por naturaleza y que, ante Dios, no poseen sentido alguno. En todo lo que hacen —ya sea que oren, compartan enseñanzas o prediquen—, sus búsquedas, pensamientos y aspiraciones son todas exigencias a Dios e intentos de ganar algo de Él; la gente hace todas estas cosas con la esperanza de obtener algo de Dios. Algunos dicen que “la naturaleza humana es así”, lo que es correcto. Además, que las personas le pongan demasiadas exigencias a Dios y tengan demasiados deseos extravagantes demuestra que son muy carentes de conciencia y razón. Todos exigen y solicitan cosas por su propio bien, o tratan de discutir y buscar excusas por su propio beneficio; hacen todo esto para sí mismos. En muchas cosas se puede ver que lo que hacen carece totalmente de sentido, y esto es una prueba plena de que la lógica satánica de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” ya se ha convertido en la naturaleza humana.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

A algunas personas les encanta de verdad aprovecharse de las cosas injustamente a expensas de otros, y estas personas buscan satisfacer sus propios intereses en todos los asuntos. Todo lo que hacen tiene que reportarles beneficio o, de lo contrario, no lo harán. No se preocupan por nada a menos que les proporcione alguna ventaja, y siempre hay motivos ulteriores detrás de sus acciones. Hablan bien de cualquiera que les beneficie y promocionan a quien las adula. Incluso cuando sus personas favoritas tengan problemas, dirán que tienen razón e intentarán con esmero defenderlas y encubrirlas. ¿Qué naturaleza tiene esta gente? Puedes ver completamente su naturaleza a partir de estas conductas. Se esfuerzan por aprovecharse injustamente a través de sus acciones y se involucran constantemente en un comportamiento transaccional en toda situación, por lo que puedes estar seguro de que su naturaleza codicia con todo su corazón recibir beneficios. Lo hacen todo para sí mismos. No se levantarán temprano a no ser que les convenga. Son las personas más egoístas, y son completamente insaciables. Su naturaleza se demuestra mediante su amor por el beneficio y la completa falta de amor por la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

Algunas personas no están dispuestas a coordinarse con otras en el servicio a Dios, aunque hayan sido llamadas a hacerlo; estas son personas perezosas que solo desean deleitarse en las comodidades. Cuanto más se te pida que sirvas en coordinación con otras personas, más experiencia adquirirás. Debido a que tienes más cargas y experiencias, tendrás más oportunidades de ser perfeccionado. Por tanto, si puedes servir a Dios con sinceridad, serás considerado con Su carga; así pues, tendrás más oportunidades de que Él te perfeccione. Es justo ese grupo de personas el que actualmente está siendo perfeccionado. Cuanto más te conmueva el Espíritu Santo, más tiempo dedicarás a ser considerado con la carga de Dios, más serás perfeccionado por Él y más te ganará Él, hasta que, al final, te convertirás en alguien a quien Dios utiliza. En la actualidad, hay algunas personas que no llevan cargas por la iglesia. Estas personas son flojas y descuidadas, y solo les preocupa su propia carne. Son extremadamente egoístas y, también, ciegas. Si no puedes ver este asunto con claridad, no llevarás ninguna carga. Cuanto más consciente seas de la voluntad de Dios, mayor será la carga que Él te confiará. Las personas egoístas no están dispuestas a sufrir tales cosas ni a pagar el precio y, como resultado, perderán oportunidades para que Dios las perfeccione. ¿Acaso no se están haciendo daño a sí mismas? Si eres alguien consciente de la voluntad de Dios, desarrollarás una carga verdadera para la iglesia. De hecho, en lugar de considerar que esto es una carga que llevas para la iglesia, sería mejor que la consideraras como una carga que llevas para tu propia vida, porque el propósito de esta carga que desarrollas para la iglesia es que utilices estas experiencias para que Dios te perfeccione. Por tanto, quien lleve la mayor carga para la iglesia, quien lleve una carga para entrar en la vida, será a quien Dios perfeccionará. ¿Has visto esto claramente? Si la iglesia con la que estás se encuentra esparcida como la arena, pero tú no te sientes ni preocupado ni inquieto e incluso haces la vista gorda cuando tus hermanos y hermanas no comen ni beben normalmente las palabras de Dios, entonces no estás llevando carga alguna. A Dios no le gustan tales personas. La clase de personas que a Él le agradan tienen hambre y sed de justicia y son conscientes de Su voluntad. Por tanto, debes ser considerado con la carga de Dios, aquí y ahora; no debes esperar que Dios revele Su carácter justo a toda la humanidad para ser considerado con Su carga. ¿No sería demasiado tarde entonces? Esta es una buena oportunidad para que Dios te perfeccione. Si dejas que esta oportunidad se te escape de las manos, lo lamentarás por el resto de tu vida, del mismo modo que Moisés no pudo entrar en la buena tierra de Canaán y lo lamentó por el resto de su vida y murió con remordimientos. Una vez que Dios haya revelado Su carácter justo a todas las personas, te llenarás de remordimiento. Aunque Dios no te castigue, te castigarás tú mismo por tu propio remordimiento. Algunas personas no están convencidas de esto, pero si tú no lo crees, simplemente espera y observa. Hay algunas personas cuyo único propósito es que se cumplan estas palabras. ¿Estás dispuesto a sacrificarte por estas palabras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sé consciente de la voluntad de Dios para alcanzar la perfección

Las personas egoístas y vulgares son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por las intenciones de Dios. No asumen ninguna carga de desempeñar sus deberes o de dar testimonio de Dios y no poseen ningún sentido de responsabilidad. ¿Qué es lo que piensan cuando hacen algo? Su primera consideración es, “¿Sabrá Dios si hago esto? ¿Es visible a las otras personas? Si las otras personas no ven que dedico todo este esfuerzo y que trabajo arduamente y si Dios tampoco lo ve, entonces es inútil que dedique semejante esfuerzo o sufra por esto”. ¿No es esto extremadamente egoísta? También es un bajo tipo de intención. Cuando piensan y actúan de esta manera, ¿está su conciencia desempeñando algún papel? ¿Está su conciencia acusada en esto? No, su conciencia no interviene ni está acusada. Hay algunas personas que no asumen ninguna responsabilidad, independientemente del deber que estén cumpliendo. Tampoco informan con celeridad a sus superiores de los problemas que descubren. Cuando ven a gente que causa trastornos y perturbaciones, hacen la vista gorda. Cuando ven a personas malvadas cometiendo el mal, no intentan detenerlas. No protegen los intereses de la casa de Dios ni consideran lo que es su deber y responsabilidad. Cuando cumplen con su deber, las personas así no hacen ningún trabajo real; son unos complacientes y están sedientos de comodidades; hablan y actúan solo por su propia vanidad, su imagen, su estatus y sus intereses, y están solo dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a cosas que les beneficien. Las acciones e intenciones de alguien así son claras para todos. Salen de repente siempre que hay una oportunidad para mostrar su rostro o para disfrutar alguna bendición. Pero, cuando no hay una oportunidad para mostrar su rostro, o en cuanto llega un tiempo de sufrimiento, desaparecen de la vista como una tortuga que esconde la cabeza. ¿Tiene esta clase de persona conciencia y razón? (No). ¿Siente remordimiento una persona sin conciencia ni razón que se comporta de esta manera? Esa gente no tiene sensación alguna de remordimiento; la conciencia de esta clase de persona no le sirve para nada. Nunca ha sentido remordimiento de conciencia. Así pues, ¿puede percibir el reproche o la disciplina del Espíritu Santo? No.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad

La mayoría de las personas desean perseguir y practicar la verdad, pero gran parte del tiempo simplemente tienen la determinación y el deseo de hacerlo; la verdad no se ha convertido en su vida. Como resultado, cuando se topan con las fuerzas de la perversidad o se encuentran con personas malvadas y malas que cometen actos malvados o con falsos líderes y anticristos que hacen las cosas de una forma que viola los principios —con lo que perturban el trabajo de la iglesia y perjudica a los escogidos de Dios— pierden el coraje de plantarse y decir lo que piensan. ¿Qué significa cuando no tienes coraje? ¿Significa que eres tímido o poco elocuente? ¿O que no tienes un entendimiento profundo y, por tanto, no tienes la confianza necesaria para decir lo que piensas? Ninguna de las dos cosas; esto es principalmente la consecuencia de estar limitado por actitudes corruptas. Una de las actitudes corruptas que revelas es un carácter falso; cuando te sucede algo, lo primero que piensas es en tus propios intereses, lo primero que consideras son las consecuencias, si te beneficiará. Este es un carácter falso, ¿verdad? Otro es un carácter egoísta y vil. Piensas: “¿Qué tiene que ver conmigo una pérdida para los intereses de la casa de Dios? Si no soy líder, ¿por qué debería importarme? No tiene nada que ver conmigo. No es responsabilidad mía”. No piensas de manera consciente estos pensamientos y palabras, estos representan el carácter corrupto que se revela cuando la gente se topa con un problema, son una creación de tu subconsciente. Tales actitudes corruptas gobiernan tu forma de pensar, te atan de manos y pies, y controlan lo que dices. En tu interior, quieres levantarte y hablar, pero tienes reticencias, e incluso cuando llegas a hablar, te vas por las ramas y dejas un margen de maniobra, o bien vacilas y no cuentas la verdad. La gente perspicaz lo ve; de hecho, en el fondo sabes que no has dicho todo lo que debías, que lo que has dicho no ha tenido efecto alguno, que simplemente actuabas sin convicción y que no se ha resuelto el problema. No has cumplido con tu responsabilidad, pero dices abiertamente que has cumplido con ella o que no tenías claro lo que estaba sucediendo. ¿Es eso cierto? ¿Y de verdad es lo que piensas? ¿No estás entonces completamente bajo el control de tu carácter satánico? Aunque parte de lo que dices se ajusta a los hechos, en puntos clave y en temas cruciales, mientes y engañas a la gente, lo que demuestra que eres alguien que miente y vive de acuerdo con su carácter satánico. Todo lo que dices y piensas ha sido procesado por tu cerebro, lo que conlleva que cada una de tus declaraciones sea falsa, vacía, una mentira; en realidad, todo lo que dices es contrario a los hechos, para justificarte, para tu propio beneficio, y sientes que has logrado tus objetivos cuando has desorientado a la gente y les has hecho creer. Esa es la forma en que hablas; eso también representa tu carácter. Estás totalmente controlado por tu propio carácter satánico.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Los no creyentes tienen un cierto tipo de carácter corrupto. Cuando enseñan a otras personas algún conocimiento o habilidad profesional creen que “una vez que el alumno sabe todo lo que sabe su maestro, este perderá su sustento. Si les enseño a los demás todo lo que sé, entonces ya nadie me tendrá en consideración o me admirará y habré perdido todo mi estatus como maestro. No me sirve. No puedo enseñarles todo lo que sé, debo guardarme cosas. Solo les enseñaré el ochenta por ciento de lo que sé y me guardaré el resto bajo la manga. Es la única manera de demostrar que mis habilidades son superiores a las de los demás”. ¿Qué clase de carácter es este? Es un engaño. Cuando enseñas a otros, los asistes o compartes con ellos algo que has estudiado, ¿qué actitud debes adoptar? (No debo ahorrarme ningún esfuerzo ni guardarme nada). ¿Cómo se puede no guardar nada? Si dices: “No me guardo nada cuando se trata de las cosas que he aprendido, y no tengo ningún problema en contároslas a todos vosotros. De todas formas, soy de un calibre superior al vuestro y aún puedo comprender cosas más elevadas”, eso sigue siendo reprimirse y es bastante calculador. O si dices: “Os enseñaré todas las cosas básicas que he aprendido, no pasa nada. Sigo teniendo conocimientos superiores, e incluso si vosotros aprendéis todo esto, seguiréis sin estar tan avanzados como yo”, eso sigue siendo guardarse algo. Si una persona es demasiado egoísta, se quedará sin la bendición de Dios. La gente debe aprender a ser considerada con las intenciones de Dios. Debes aportar las cosas más importantes y esenciales que hayas aprendido a la casa de Dios, para que los escogidos de Dios puedan aprenderlas y dominarlas; solo así obtendrás la bendición de Dios, y Él te concederá aún más cosas. Como se suele decir: “Más bienaventurado es dar que recibir”. Dedica todos tus talentos y dones a Dios, mostrándolos al ejecutar tu deber para que todos puedan beneficiarse y obtener buenos resultados en sus tareas. Si aportas tus dones y talentos en su totalidad, resultarán beneficiosos para todos los que cumplen con el deber y para la labor de la iglesia. No te limites a contarle a todo el mundo algunas cosas simples y luego pienses que lo has hecho bien o que no te has guardado nada, porque no servirá. Solo enseñas algunas teorías o cosas que la gente puede entender literalmente, pero la esencia y los puntos importantes escapan a la comprensión de un novato. No das sino una visión general, sin profundizar ni entrar en detalles, al tiempo que piensas: “Bueno, de todas formas, ya te lo he explicado y no me he guardado nada a propósito. Si no lo entiendes, es porque tienes muy poco calibre, así que no me culpes. Tendremos que ver cómo te guía Dios ahora”. Dicha deliberación entraña engaño, ¿no es así? ¿No es egoísta y despreciable? ¿Por qué no podéis enseñar a la gente todo lo que tenéis en vuestro corazón y todo lo que entendéis? ¿Por qué, en cambio, os reserváis conocimientos? Hay un problema con vuestras intenciones y vuestro carácter. La mayor parte de la gente, cuando se le introduce por primera vez a algún aspecto específico del conocimiento profesional, solo comprende su significado literal; requiere un periodo de práctica antes de que se puedan captar los puntos principales y la esencia. Si ya has dominado estos puntos más sutiles, debes explicárselos directamente a otros; no les hagas dar tantas vueltas y pasar tanto tiempo tanteando. Esta es tu responsabilidad; es lo que debes hacer. Solo no te guardarás nada y no serás egoísta si les explicas los que consideras los puntos principales y la esencia. Cuando enseñáis habilidades a los demás, os comunicáis con ellos sobre vuestra profesión, o habláis sobre la entrada en la vida, si no podéis resolver los aspectos egoístas y despreciables de vuestro carácter corrupto, no podréis desempeñar bien vuestras deberes y, en tal caso, no seréis alguien que posea humanidad, ni conciencia o razón, ni alguien que practique la verdad. Debes buscarla para resolver tu carácter corrupto y llegar a un punto en el que carezcas de motivaciones egoístas y solo te atengas a las intenciones de Dios. De este modo, tendrás la realidad-verdad. Resulta muy agotador si uno no persigue la verdad, sino que vive según las actitudes satánicas, como los no creyentes. Entre los no creyentes la competencia es feroz. Dominar la esencia de una habilidad o de una profesión no es nada fácil, y una vez que otra persona lo descubre y lo domina, tu sustento correrá peligro. Para proteger ese sustento, la gente se ve obligada a actuar así. Han de ser precavidos en todo momento: lo que dominan es su activo más valioso. Es su medio de vida, su capital, su savia, y no deben permitir que nadie más lo sepa. Pero tú crees en Dios; si piensas así y actúas de esta manera en la casa de Dios, no hay nada que te diferencie de un no creyente. Si no aceptas la verdad de ningún modo y sigues viviendo según filosofías satánicas, no serás alguien que crea verdaderamente en Dios. Si siempre tienes motivaciones egoístas y eres mezquino mientras cumples con tu deber, no recibirás la bendición de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Algunas personas siempre temen que otros sean mejores que ellas o estén por encima de ellas, que otros obtengan reconocimiento mientras a ellas se les pasa por alto, y esto lleva a que ataquen y excluyan a los demás. ¿Acaso no es eso envidiar a las personas con talento? ¿No es egoísta y despreciable? ¿Qué tipo de carácter es este? ¡Es malicia! Aquellos que solo piensan en los intereses propios, que solo satisfacen sus propios deseos egoístas, sin pensar en nadie más ni considerar los intereses de la casa de Dios tienen un carácter malo y Dios no los ama. Si realmente puedes mostrar consideración con la voluntad de Dios, podrás tratar a otras personas de manera justa. Si recomiendas a una buena persona y permites que reciba formación y desempeñe un deber, con lo que la casa de Dios gana así a una persona talentosa, ¿no facilitará eso tu trabajo? ¿No estarás mostrando devoción en tu deber? Se trata de una buena obra ante Dios, es el mínimo de conciencia y sentido que debe poseer alguien que sirve como líder. Aquellos capaces de poner en práctica la verdad pueden aceptar el escrutinio de Dios en las cosas que hacen. Cuando aceptes el escrutinio de Dios, tu corazón se enderezará. Si solo haces las cosas para que otros las vean, y siempre quieres ganarte los elogios y la admiración de los demás, y no aceptas el escrutinio de Dios, ¿sigue estando Dios en tu corazón? Estas personas no tienen un corazón temeroso de Dios. No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con la voluntad de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido devoto, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber. Si tu calibre es bajo, si tu experiencia es superficial, o si no eres experto en tu ocupación profesional, puede haber algunos errores o deficiencias en tu obra y puede que no consigas buenos resultados, pero habrás hecho todo lo posible. No satisfaces tus propios deseos egoístas ni preferencias. Por el contrario, consideras de forma constante la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios. Aunque puede que no logres buenos resultados con tu deber, se habrá enderezado tu corazón; si además puedes buscar la verdad para resolver los problemas en tu deber, entonces estarás a la altura en el cumplimiento de este y, al mismo tiempo, podrás entrar en la realidad verdad. Eso es lo que significa poseer testimonio.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción

Los anticristos no tienen conciencia, razón o humanidad. No solo no tienen ninguna vergüenza, sino que también alcanzan otra marca distintiva: su egoísmo y vileza son poco comunes. El sentido literal de su “egoísmo y vileza” no es difícil de captar. Están ciegos a todo lo que no sean sus propios intereses. Cualquier cosa que tenga que ver con sus propios intereses recibe su máxima atención y sufren por ello, pagan un precio, están absorbidos por sus asuntos y solo se dedican a ellos. Todo aquello que no tenga relación con sus propios intereses lo ignoran y no lo tienen en cuenta. Los demás pueden hacer lo que quieran, a los anticristos les da igual que alguien sea interrumpa o perturbe, consideran que esto no tiene nada que ver con ellos. Dicho con tacto, se ocupan de sus propios asuntos. Pero es más acertado decir que este tipo de personas son viles, sórdidas, miserables. Las definimos como “egoístas y viles”. ¿Cómo se manifiesta el egoísmo y la vileza de los anticristos? En todo lo que beneficia a su estatus o reputación, se esfuerzan por hacer o decir lo que sea necesario, y están dispuestos a soportar cualquier sufrimiento. Pero en lo que respecta a las disposiciones de trabajo de la casa de Dios o al trabajo que beneficia el crecimiento en la vida de los escogidos de Dios, lo ignoran por completo. Incluso los hacedores de maldad interrumpen, interfieren y cometen todo tipo de maldades, de este modo afectando a la obra de la iglesia, permanecen impasibles y despreocupados, como si no tuviera nada que ver con ellos. Y si alguien descubre e informa de los actos de un hacedor de maldad, aseguran que no vieron nada y fingen ignorancia. Pero si alguien les denuncia y expone que no hacen trabajo práctico y solo buscan reputación y estatus, se enfurecen. Convocan reuniones apresuradas para discutir cómo responder, se investiga quién actuó por la espalda, quién fue el cabecilla, quién estuvo involucrado. No comen ni duermen hasta que han llegado al fondo del asunto y este se ha resuelto por completo. A veces, solo se quedan contentos cuando se han deshecho de todos los implicados en su denuncia. Esta es la manifestación del egoísmo y la vileza, ¿verdad? ¿Acaso están haciendo trabajo de iglesia? Están actuando pura y simplemente en aras de su propio poder y estatus. Se ocupan de sus propios asuntos. Independientemente del trabajo que lleven a cabo, las personas que son del tipo de un anticristo no consideran para nada los intereses de la casa de Dios. Solo consideran si los suyos propios van a verse afectados, solo piensan en ese poquito de trabajo frente a ellos que los beneficia. Para ellos, la obra principal de la iglesia solo es algo que hacen en su tiempo libre. No se la toman en serio para nada. Simplemente hacen un esfuerzo superficial, solo hacen lo que les gusta y solo trabajan para mantener su posición y su poder. A sus ojos, toda labor dispuesta por la casa de Dios, la labor de difundir el evangelio y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios no son importantes. No importa qué dificultades tengan otras personas en su trabajo, qué cuestiones hayan identificado o les hayan informado, o lo sinceras que sean sus palabras, los anticristos no prestan atención, no se involucran, es como si no tuviera nada que ver con ellos. Los asuntos de la iglesia les resultan totalmente indiferentes, por importantes que sean. Incluso cuando tienen el problema delante, solo lo abordan de manera superficial. Solo cuando lo alto trata con ellos directamente y se les ordena que resuelvan un problema, hacen a regañadientes un poco de trabajo real y le muestran algo a lo alto. Poco después, siguen con sus propios asuntos. Con respecto a la obra de la iglesia, a las cosas importantes en el contexto más amplio, no están interesados, se muestran ajenos. Incluso ignoran los problemas que descubren, y dan respuestas superficiales o utilizan palabrería para quitarte de encima cuando se les pregunta por los problemas, y solo los abordan con gran reticencia. ¿Acaso no es esto la manifestación del egoísmo y la vileza? Es más, no importa el deber que estén cumpliendo los anticristos, en lo único que piensan es en si van a elevar su perfil. Con tal de que aumente su reputación, se devanan los sesos para idear una manera de aprender a hacerlo, de llevarlo a cabo. Lo único que les importa es si los va a distinguir del resto. Da igual lo que hagan o piensen, solo se preocupan por su fama y su estatus. Sea cual sea la tarea que estén realizando, solo compiten por quién está más arriba o más abajo, quién gana y quién pierde, quién tiene mejor reputación. Solo se preocupan por cuántas personas les admiran, cuántas les obedecen y cuántos seguidores tienen. Nunca hablan con la verdad ni resuelven problemas reales. Nunca consideran cómo hacer las cosas según los principios al cumplir con el deber, si han sido fieles, si han cumplido con sus responsabilidades, si se han desviado, o si existe algún problema, ni tampoco le dedican pensamiento alguno a lo que pide Dios ni a Su voluntad. No prestan la menor atención a todas esas cosas. Solo se concentran y hacen cosas en aras del estatus y el prestigio, para satisfacer sus propias ambiciones y sus propios deseos. Esta es la manifestación del egoísmo y la vileza, ¿verdad? Esto expone plenamente que su corazón rebosa con sus propios deseos, ambiciones y exigencias sin sentido. Todo lo que hacen está regido por sus ambiciones y deseos. Hagan lo que hagan, la motivación y el punto de partida son sus propias ambiciones, deseos y exigencias sin sentido. Esta es la manifestación arquetípica del egoísmo y la vileza.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la naturaleza humana de los anticristos y de la esencia de su carácter (I)

La esencia del egoísmo y la vileza de los anticristos resulta obvia; sus manifestaciones de esta índole son particularmente destacadas. La iglesia les confía una tarea, y si esta no les proporciona la oportunidad de mostrarse, no les interesa. Si les conlleva renombre y beneficios, y les permite mostrarse, estarán muy interesados y dispuestos a aceptarla. Si se trata de un trabajo desagradecido o que implica ofender a la gente, o no les aporta beneficio a su estatus o reputación, no les interesa y no lo aceptan, como si no tuviera nada que ver con ellos, y no fuera el trabajo que deberían estar haciendo. Cuando se encuentran con dificultades, es imposible que busquen la verdad para resolverlas, y mucho menos que tengan en cuenta la obra de la iglesia y traten de ver el marco general. Por ejemplo, dentro del ámbito de la obra de la casa de Dios, en función de las necesidades generales de trabajo, puede haber algunos traslados de personal. Si se traslada a algunas personas de una iglesia, ¿cuál sería la forma sensata de tratar el asunto por parte de los líderes de esa iglesia? ¿Qué problema hay si solo les preocupa el trabajo de su propia iglesia, en lugar de los intereses generales? ¿Por qué, como líderes de la iglesia, son incapaces de someterse a los arreglos generales de la casa de Dios? ¿Es esa persona considerada con la voluntad de Dios y atenta al panorama general de la obra? Si no piensa en la obra de la casa de Dios como un todo, sino solo en los intereses de su propia iglesia, ¿acaso no es muy egoísta y despreciable? Los líderes de la iglesia deben someterse incondicionalmente a la soberanía y a los arreglos de Dios, y a los arreglos y coordinación centralizados de la casa de Dios. Eso es lo que se ajusta a los principios de la verdad. Cuando la obra de la casa de Dios lo requiera, sin importar quiénes sean, todos deben someterse a la coordinación y los arreglos de la casa de Dios, y en absoluto deben ser controlados por ningún líder u obrero individual como si fueran de su propiedad. La obediencia de los escogidos de Dios a los arreglos centralizados de la casa de Dios es ordenada por el Cielo y reconocida por la tierra, y nadie puede desafiarla. A menos que un líder u obrero individual realice un traslado irracional que no esté de acuerdo con los principios —en cuyo caso podrá desobedecerse— todos los escogidos de Dios deben obedecer, y ningún líder u obrero tiene derecho o razón alguna para tratar de controlar a nadie. ¿Diríais que hay algún trabajo que no sea obra de la casa de Dios? ¿Hay alguna obra que no implique la expansión del evangelio del reino de Dios? Todo es obra de la casa de Dios, toda obra es igual, y no hay “tuya” y “mía”. Si el traslado se ajusta a los principios y se basa en los requisitos del trabajo de la iglesia, entonces estas personas deben ir a donde más se las necesita. Sin embargo, ¿cuál es la respuesta de los anticristos cuando se enfrentan a este tipo de situación? Encuentran diversos pretextos y excusas para mantener a estas personas adecuadas en sus manos, sirviéndoles. Solo aportan a dos personas comunes y corrientes, y luego buscan algún pretexto para presionarte, ya sea diciendo que hay mucho trabajo, o que están cortos de personal, es difícil conseguir gente y, si estos dos son transferidos, el trabajo sufrirá un golpe. Y te preguntan qué se supone que deben hacer, y te hacen sentir culpable. ¿No es así como funciona el diablo? Así es como hacen las cosas los incrédulos. ¿Son buenas personas las que siempre tratan de proteger sus propios intereses en la iglesia? ¿Se trata de personas que actúan según los principios? En absoluto. Son incrédulos y no son creyentes. ¿Y no es esto egoísta y vil? Si alguien de buen calibre dependiente del anticristo es trasladado a otro cargo, en su corazón el anticristo se resiste y lo rechaza con obstinación: quiere abandonar, ya no tiene entusiasmo por ser líder o jefe de grupo. ¿Qué problema es este? ¿Por qué carecen de obediencia hacia los arreglos de la iglesia? Piensan que el traslado de su “mano derecha” tendrá un impacto en la productividad y el progreso de su trabajo, y que en consecuencia su estatus y reputación se verán afectados, lo que les obligará a trabajar más duramente y a sufrir más para garantizar la productividad, cosa que es lo último que quieren hacer. Se han acostumbrado a la comodidad, y no quieren trabajar ni sufrir más, por lo que no quieren dejar escapar a esa persona. Si la casa de Dios insiste en el traslado, arman un gran alboroto e incluso se niegan a hacer su propio trabajo. ¿Acaso no es esto egoísta y vil? Los escogidos de Dios deben ser asignados de forma centralizada por la casa de Dios. Esto no tiene nada que ver con ningún líder, jefe de equipo o individuo. Todos deben actuar de acuerdo a los principios; esta es la regla de la casa de Dios. Cuando los anticristos no actúan de acuerdo con los principios de la casa de Dios, cuando constantemente maquinan en aras de su propio estatus e intereses, y hacen que hermanos y hermanas de buen calibre les sirvan para consolidar su poder y estatus, ¿no es eso egoísta y vil? En apariencia, al mantener a las personas de buen calibre a su lado y no permitir que la casa de Dios las traslade, parece que están pensando en la obra de la iglesia, pero en realidad sólo están pensando en su propio poder y estatus, y en absoluto en la obra de la iglesia. Tienen miedo de estropear su trabajo, ser reemplazados y perder su estatus. Cuando los anticristos no piensan en la obra más amplia de la casa de Dios, solo piensan en su propio estatus, lo protegen sin preocuparse por el costo de los intereses de la casa de Dios, y defienden su propio estatus e intereses en detrimento de la obra de la iglesia, eso es egoísta y vil. Al enfrentarte a una situación así, como mínimo uno debe pensar con su conciencia: “Estas personas son de la casa de Dios, no son mi propiedad personal. Yo también soy miembro de la casa de Dios. ¿Qué derecho tengo a impedir que la casa de Dios transfiera personas? Debería considerar los intereses generales de la casa de Dios, en lugar de concentrarme solo en el trabajo dentro del ámbito de mis propias responsabilidades”. Tales son los pensamientos que deberían tener las personas que poseen conciencia y razón, y el sentido que deberían poseer los que creen en Dios. Cuando la casa de Dios tiene una necesidad especial, lo más importante es obedecer los arreglos de la casa de Dios. Los falsos líderes y anticristos no poseen esa conciencia y razón. Son todos unos egoístas que solo piensan en ellos mismos, no tienen consideración hacia la obra de la iglesia. Solo consideran los beneficios que tienen ante sus propios ojos, no el marco completo de la obra de la casa de Dios, así que son absolutamente incapaces de obedecer los arreglos de la casa de Dios. Son extremadamente egoístas y viles. En la casa de Dios son incluso tan audaces como para ser obstructivos, e incluso se atreven a atrincherarse con sus ideas. Así son las personas más carentes de humanidad, son personas malvadas. De esta clase de personas son los anticristos. Siempre tratan la obra de la iglesia y a los hermanos y hermanas, e incluso los bienes de la casa de Dios, todo aquello que está bajo su autoridad, como propiedad privada que les pertenece. De ellos depende cómo se distribuyen, transfieren y utilizan estas cosas, y a la casa de Dios no se le permite interferir. Una vez que están en sus manos, es como si estuvieran en posesión de Satanás, a nadie se le permite tocarlos. Son el pez gordo, el mandamás, y cualquiera que vaya a su territorio tiene que obedecer sus órdenes y disposiciones, además de seguir su ejemplo. Esta es la manifestación del egoísmo y la vileza dentro del carácter del anticristo. No siguen los principios en lo más mínimo, no tienen ninguna consideración hacia los intereses de la casa de Dios y solo piensan en los suyos propios y en su estatus, que son todos rasgos distintivos del egoísmo y la vileza de los anticristos.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la naturaleza humana de los anticristos y de la esencia de su carácter (I)

Ya sea que lo que manifiestes sea arrogancia y santurronería o tortuosidad y engaño, ya sea egoísmo y maldad o superficialidad y mentira a Dios, debes reflexionar sobre estas actitudes corruptas hasta percibirlas con claridad. Así, sabrás qué problemas existen mientras cumples con el deber y qué tan lejos estás de alcanzar la salvación. Solo cuando puedas ver claramente tu carácter corrupto serás capaz de conocer en qué radican las dificultades y los obstáculos en el cumplimiento de tu deber. Solo entonces serás capaz de resolver los problemas de raíz. Por ejemplo, supongamos que no asumes responsabilidad en el cumplimiento de tu deber y, en cambio, siempre actúas de manera superficial, lo que perjudica tu trabajo, pero a ti te preocupa tu imagen, así que no estás dispuesto a hablar sinceramente de tu estado y tus dificultades ni a practicar el autoexamen y autoconocimiento, y por el contrario siempre buscas excusas para lidiar con las cosas superficialmente. ¿Cómo deberías resolver este problema? Debes orar a Dios y hacer introspección, diciendo: “Oh Dios, si hablo de ese modo, es solo para proteger mi imagen. Es mi carácter corrupto el que habla. No debería hablar así. Debo sincerarme, mostrarme tal como soy, y contar en voz alta qué pienso verdaderamente en mi interior. Prefiero sufrir la humillación y que se resienta mi imagen antes que satisfacer mi propia vanidad. Solo quiero satisfacer a Dios”. De esta manera, renunciando a ti mismo y contando en voz alta qué piensas verdaderamente en tu interior, practicas ser una persona honesta y, además, no actúas en función de tu voluntad ni proteges tu imagen. Eres capaz de poner en práctica las palabras de Dios, practicar la verdad de acuerdo con Su voluntad, realizar tu deber con seriedad y cumplir plenamente con tus responsabilidades. Así, no solo practicas la verdad y cumples bien con tu deber, también defiendes los intereses de la casa de Dios y se satisface Su corazón. Esta es una forma justa y honrosa de vivir, digna de ser llevada ante Dios y los hombres. ¡Qué maravilla! Practicar de esta manera es un tanto difícil, pero si tus esfuerzos y tu práctica se orientan en esta dirección, aunque fracases un par de veces, sin duda tendrás éxito. ¿Y qué significa para ti el éxito? Significa que cuando practicas la verdad, eres capaz de dar este paso que te libera de las ataduras de Satanás, un paso que te permite renunciar a ti mismo. Significa que eres capaz de dejar de lado la vanidad y el prestigio, de dejar de buscar tu propio beneficio y dejar de hacer cosas egoístas y mezquinas. Cuando pones esto en práctica, le muestras a la gente que eres alguien que ama la verdad, que anhela la verdad, la justicia y la luz. Este es el resultado que logras al practicar la verdad. Al mismo tiempo, también le causas vergüenza a Satanás. Satanás te corrompió, te hizo mirar por ti mismo, te hizo egoísta, te hizo pensar en tu propio prestigio. Pero ahora, estas cosas satánicas ya no pueden atarte, te has liberado de ellas, ya no estás controlado por la vanidad, el prestigio o tus propios intereses personales, y practicas la verdad, por lo que Satanás acaba totalmente humillado y no hay nada que pueda hacer. Entonces ¿acaso no sales victorioso? Cuando sales victorioso, ¿no te mantienes firme en tu testimonio de Dios? ¿Acaso no peleas la buena batalla? Cuando has peleado la buena batalla, tienes paz y alegría y una sensación de tranquilidad en tu corazón. Si a menudo tienes un sentimiento de culpabilidad en tu vida, si tu corazón no halla descanso, si no tienes paz ni alegría, y a menudo te sientes abrumado por la preocupación y la ansiedad por todo tipo de cosas, ¿qué demuestra esto? Simplemente que no practicas la verdad, que no te mantienes firme en tu testimonio de Dios. Cuando vives en medio del carácter de Satanás, es posible que falles en practicar la verdad con frecuencia, que la traiciones, que seas egoísta y vil; solo defiendes tu imagen, tu reputación, tu estatus y tus intereses. Vivir siempre para ti mismo te acarrea un gran dolor. Tienes tantos deseos egoístas, enredos, grilletes, recelos y preocupaciones que no albergas la menor paz ni alegría. Vivir en aras de la carne corrupta es sufrir de manera excesiva. Quienes buscan la verdad son diferentes. Cuanto más entienden la verdad, más libres son y más se liberan; cuanto más practican la verdad, más paz y alegría tienen. Cuando obtengan la verdad, vivirán por completo en la luz, gozarán de las bendiciones de Dios y no sufrirán en modo alguno.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber

Cuando te suceden cosas, debes buscar la verdad y practicarla. Si, en esos momentos en los que necesitas practicar la verdad, tu corazón es siempre egoísta y no puedes dejar de lado tu propio interés, serás incapaz de poner en práctica la verdad. Si nunca buscas o practicas la verdad en ninguna circunstancia, no eres una persona que ama la verdad. No importa cuántos años hayas creído en Dios, no obtendrás la verdad. Algunas personas siempre buscan la fama, la ganancia y el interés propio. Sea cual sea el trabajo que la iglesia les asigne, siempre dudan, pensando: “¿Me beneficiará esto? Si es así, lo haré; si no, no lo haré”. Una persona así no practica la verdad; por lo tanto, ¿puede cumplir bien con su deber? Seguramente no. Aunque no hayas hecho el mal, no eres una persona que practica la verdad. Si no persigues la verdad, no amas las cosas positivas y, pase lo que pase, solo te preocupa tu propia reputación y estatus, tu propio interés y lo que es bueno para ti, entonces, eres una persona que solo se mueve por el propio interés, que es egoísta y vil. Una persona así cree en Dios para ganar algo bueno o de beneficio para sí misma, no para obtener la verdad o la salvación de Dios. Por lo tanto, las personas de este tipo son incrédulas. Las personas que verdaderamente creen en Dios son aquellas que pueden buscar y practicar la verdad, dado que reconocen en sus corazones que Cristo es la verdad, y que deben escuchar las palabras de Dios y creer en Dios como Él lo exige. Si quieres practicar la verdad cuando te ocurre algo, pero consideras tu propia reputación y estatus y tu propia imagen, hacerlo será difícil. En una situación como esta, a través de la oración, la búsqueda, la introspección y de llegar a tomar conciencia de uno mismo, los que aman la verdad serán capaces de dejar de lado su propio interés o lo que es bueno para ellos, practicarán la verdad y se someterán a Dios. Esas son las personas que realmente creen en Dios y aman la verdad. ¿Y cuál es la consecuencia cuando la gente siempre piensa en sus propios intereses, cuando siempre trata de proteger su orgullo y su vanidad, cuando revela un carácter corrupto, pero no busca la verdad para corregirlo? Que no tiene entrada en la vida, que carece de testimonio vivencial verdadero. Y esto es peligroso, ¿no? Si nunca practicas la verdad, si no tienes testimonio vivencial, serás revelado y descartado a su debido tiempo. ¿Qué utilidad tiene la gente sin testimonio vivencial en la casa de Dios? Está destinada a cumplir mal con cualquier deber y a ser incapaz de hacer nada correctamente. ¿No es simple basura? Si las personas nunca practican la verdad tras años de fe en Dios, son incrédulos, son personas malvadas. Si nunca practicas la verdad, y si tus transgresiones son cada vez más numerosas, tu fin está fijado. Es evidente que todas tus transgresiones, la senda equivocada por la que vas y tu negativa a arrepentirte conforman una multitud de malas acciones, por lo que tu final es que irás al infierno: serás castigado.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Para todos los que cumplen con un deber, da igual lo profundo o superficial que sea su entendimiento de la verdad, la manera más sencilla de practicar la entrada en la realidad verdad es pensar en los intereses de la casa de Dios en todo, y renunciar a los propios deseos egoístas, a las intenciones, motivos, orgullo y estatus personales. Poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar; esto es lo menos que debéis hacer. Si una persona que lleva a cabo un deber ni siquiera puede hacer esto, entonces ¿cómo puede decir que está llevando a cabo su deber? Esto no es llevar a cabo el propio deber. Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta la voluntad de Dios y considerar la obra de la iglesia. Coloca estas cosas antes que nada; solo después de eso puedes pensar en la estabilidad de tu estatus o en cómo te consideran los demás. ¿No os parece que esto se vuelve un poco más fácil cuando lo dividís en dos pasos y hacéis algunas concesiones? Si practicáis de esta manera durante un tiempo, llegaréis a sentir que satisfacer a Dios no es algo tan difícil. Además, deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, intenciones y motivos. Debes tener consideración hacia la voluntad de Dios y poner primero los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vil y miserable; es vivir justa y honorablemente en vez de ser despreciable, vil y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen por la que debe vivir. Poco a poco, disminuirá tu deseo de satisfacer tus propios intereses.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción

Que las actitudes corruptas de egoísmo, vileza, falsedad y engaño de las personas puedan o no resolverse depende de si estas son capaces o no de aceptar la verdad. Todos los que son capaces de aceptar la verdad odian sus actitudes corruptas, odian el egoísmo y la vileza, así como su falsedad y sus mentiras. No están dispuestos a dejar que esas cosas los contaminen o limiten. Si quienes aman la verdad son capaces de comprender sus propias actitudes corruptas, no les costará deshacerse de esos despojos e inmundicia negativos. Quienes no aman la verdad tratan esas cosas negativas como tesoros. Aman demasiado su propio beneficio, no están dispuestos a rebelarse contra la carne y son demasiado intransigentes. En consecuencia, nunca son capaces de entender cuáles son las intenciones de Dios, ni de someterse a Él. El motivo por el que las personas creen en Dios durante tantos años de manera confusa es porque no aman ni aceptan la verdad. Cuando llega el momento de dar testimonio, se les traba la lengua y no son capaces de decir nada. La gente lleva muchos años escuchando sermones sobre la verdad, y siempre se les ha dado a conocer el carácter de Dios, por lo que aquellos que persiguen la verdad ya deberían entenderla, pero quienes no la aman no están dispuestos a abrirse ante Dios. No están dispuestos a renunciar de corazón a las preferencias de la carne, así que no se atreven a practicar simplemente abriéndose a Dios. Solo quieren disfrutar libremente de la gracia que Dios concede a los hombres, pero no desean practicar la verdad para satisfacerle. Dios dice: “Si quieres obtener Mi gracia, si deseas obtener estas verdades, hay una sola condición: debes renunciar a tu propio beneficio y entregarme tu verdadero corazón”. La gente es incapaz de cumplir ni siquiera con esa condición, y aun así pretenden exigir la gracia de Dios, paz y gozo, y desean obtener la verdad; sin embargo, no quieren entregar su verdadero corazón a Dios. ¿Qué clase de personas son? ¿Acaso no son de la calaña de Satanás? ¿Pueden hacer ambas cosas al mismo tiempo? En realidad, no pueden. Tanto si entiendes las intenciones de Dios como si no, Su carácter siempre se da a conocer abiertamente a la gente. Si una persona nunca acepta la verdad, o si la entiende pero no la pone en práctica, es porque es demasiado intransigente y no ha entregado su corazón a Dios. Así pues, nunca será capaz de obtener la verdad ni de llegar a conocer el carácter de Dios. Esto no se debe a que Dios trate a las personas injustamente. La gente suele citar a Dios al decir: “Dios trata con gracia a quien Él desea”, pero no entienden el significado de esa frase, sino que malinterpretan a Dios. Piensan que esa gracia proviene de Dios, que Él se la concede a quien quiere y que es bueno con quien considera. ¿Es así? ¿No se trata de nociones y figuraciones humanas? Dios trata a la gente según su esencia. Cuando las personas logran ser consideradas con las intenciones de Dios y aceptar la verdad, son bendecidas por Dios. Si no aceptan la verdad y se resisten a Dios, el resultado es diferente.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad

¿Qué ve Dios cuando mira a la gente? Ve sus corazones. El corazón controla todo lo que las personas dicen y hacen. Si tu corazón es honesto, tendrás buena humanidad. Serás capaz de comprender poco a poco la verdad, de satisfacer los requisitos de Dios hasta cierto punto y de tener en cuenta Sus intenciones. Si tu corazón es demasiado falso, cerrado e intransigente, si eres egoísta, no tienes buena humanidad y siempre te quedas estancado en tus nociones, imaginando cómo debería actuar Dios, si cuando te encuentras con algo que no encaja con tus nociones, malinterpretas a Dios y nunca comprendes Sus intenciones, ¿podrás obtener la verdad? No podrás. Al final, cuando no puedas obtener la verdad, ¿te culparás a ti mismo o a los demás o te quejarás de Dios, diciendo que Él no es justo? (Nos culparemos a nosotros mismos). Así es, os culparéis a vosotros mismos. Entonces, ¿qué debe hacer alguien así para obtener la verdad? Debe buscarla y ponerla en práctica, y debe comportarse y practicar de maneras concretas. Si comprende la verdad pero no la practica, seguirá sin poder obtenerla. Cuando el egoísmo y las maquinaciones para tu propio beneficio aparecen en ti y te das cuenta de ello, debes orar a Dios y buscar la verdad para poder afrontarlos. Lo primero que debes tener en cuenta es que, en esencia, actuar de esta manera es una violación de los principios-verdad, es perjudicial para la obra de la iglesia, se trata de un comportamiento egoísta y despreciable, no es lo que la gente de conciencia y razón debería hacer. Deberías dejar de lado tus propios intereses y tu egoísmo, y pensar en la obra de la iglesia, eso concuerda con las intenciones de Dios. Después de orar y reflexionar sobre ti mismo, si te das cuenta realmente de que actuar así es egoísta y despreciable, dejar de lado tu propio egoísmo será fácil. Una vez que dejes de lado tu egoísmo y maquinaciones para el beneficio, te sentirás con los pies en la tierra, estarás en paz, alegre, y te parecerá que una persona de conciencia y razón debe pensar en el trabajo de la iglesia, que no debe obsesionarse con sus propios intereses, lo cual sería muy egoísta, despreciable y carente de conciencia o razón. Actuar desinteresadamente, pensar en la obra de la iglesia y hacer cosas exclusivamente para satisfacer a Dios es lo recto y honorable, y aportará valor a tu existencia. Al vivir así en la tierra, estás siendo abierto y honesto, viviendo la humanidad normal y la verdadera imagen del hombre, y no solo tienes la conciencia tranquila, sino que también eres digno de todas las cosas que Dios te ha concedido. Cuanto más vivas así, más sentirás que tienes los pies en la tierra, te sentirás más en paz y alegre, y estarás más radiante. De este modo, ¿acaso no habrás puesto ya el pie en el camino correcto de la fe en Dios?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad

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