16. Cómo resolver el problema de mentir y engañar

Palabras de Dios en la Biblia

“Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44).

“Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37).

“En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).

“Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. En su boca no fue hallado engaño; están sin mancha” (Apocalipsis 14:4-5).

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Que Dios les pida a las personas que sean honestas demuestra que verdaderamente aborrece y detesta a los taimados. La aversión de Dios a las personas taimadas es una aversión a su manera de hacer las cosas, a su carácter, a sus intenciones y a sus métodos de engaño; a Dios le disgustan todas estas cosas. Si las personas taimadas son capaces de aceptar la verdad, admiten sus actitudes taimadas y están dispuestas a aceptar la salvación de Dios, entonces también tienen la esperanza de ser salvadas, porque Dios trata a todas las personas por igual, tal como lo hace la verdad. Por eso, si queremos llegar a ser personas que agrademos a Dios, lo primero que debemos hacer es cambiar de principios de conducta: no podemos seguir viviendo de acuerdo con las filosofías satánicas, no podemos seguir valiéndonos de la mentira y el engaño. Debemos desechar todas las mentiras y volvernos honestos. De este modo cambiará la visión que Dios tiene de nosotros. Antes, la gente siempre se basaba en mentiras, engaños y tretas mientras vivía con los demás, y utilizaba las filosofías satánicas como base de su existencia y como su vida para su conducta, y como fundamento para esta. Esto era algo que Dios repudiaba. Entre los no creyentes, si hablas con franqueza, dices la verdad y eres una persona honesta, entonces serás calumniado, juzgado y rechazado. Por tanto, sigues las tendencias mundanas, y vives conforme a las filosofías satánicas, te vuelves cada vez más hábil para mentir y más falso. También aprendes a utilizar medios infames para lograr tus objetivos y protegerte. Te vuelves cada vez más próspero en el mundo de Satanás, y como resultado, te hundes cada vez más en el pecado hasta que no puedes salir de él. En la casa de Dios, las cosas son precisamente lo contrario. Cuanto más mientas y juegues a ser falso, más se cansará de ti el pueblo escogido de Dios y te rechazará. Si te niegas a arrepentirte y sigues aferrándote a las filosofías y a la lógica satánicas, y te vales de ardides y tramas elaboradas para disimular y presentarte a ti mismo, entonces es muy probable que seas revelado y descartado. Esto es porque Dios repudia a la gente falsa. Solo la gente honesta puede prosperar en la casa de Dios, y la gente falsa acabará siendo rechazada y descartada. Todo esto está predestinado por Dios. Solo la gente honesta puede formar parte del reino de los cielos. Si no tratas de ser una persona honesta, y si no experimentas y practicas en la dirección de perseguir la verdad, si no expones tu propia fealdad, y si no te expones, entonces nunca podrás recibir la obra del Espíritu Santo y el visto bueno de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta

Si la gente desea salvarse, debe empezar por ser honesta. Al final, aquellos que han sido ganados por Dios están marcados con una señal. ¿Sabéis cuál es? Está escrito en el Apocalipsis, en la Biblia: “En su boca no fue hallado engaño; están sin mancha” (Apocalipsis 14:5). ¿De quiénes se trata? Son los salvados, perfeccionados y ganados por Dios. ¿Cómo los describe Dios? ¿Cuáles son las características y manifestaciones de su conducta? Están sin mancha. No mienten. Probablemente todos podáis comprender y captar qué significa no mentir: significa ser honesto. ¿Qué quiere decir con eso de “sin mancha”? Significa no hacer el mal. ¿Y en qué fundamento se basa no hacer el mal? Sin duda, se basa en el fundamento del temor a Dios. No estar manchado, por lo tanto, significa temer a Dios y apartarse del mal. ¿Cómo define Dios a alguien sin mancha? A los ojos de Dios, solo aquellos que le temen y se apartan del mal son perfectos; así, las personas que no están manchadas son aquellas que temen a Dios y se apartan del mal, y solo las que son perfectas no están manchadas. Esto es totalmente correcto. Si alguien miente a diario, ¿no es eso una mancha? Si habla y actúa según su propia voluntad, ¿no es eso una mancha? Si siempre pide reconocimiento cuando actúa, siempre pidiendo a Dios una recompensa, ¿no es eso una mancha? Si nunca ha exaltado a Dios, sino que siempre da testimonio de sí mismo, ¿no es eso una mancha? Si cumple con su deber a la ligera, si actúa de manera oportunista, si alberga malvadas intenciones y holgazanea, ¿no es eso una mancha? Todas estas manifestaciones de carácter corrupto son manchas. Lo que ocurre es que antes de que la gente comprenda la verdad, no la conoce. En este momento, todos sabéis que estas efusiones corruptas son manchas y suciedad; solo cuando entendáis un poco de la verdad podréis tener este tipo de discernimiento. Todo lo que se refiere a efusiones corruptas está relacionado con mentiras; las palabras de la Biblia, “no hallaste mentira”, son el elemento clave para reflexionar sobre si tenéis o no manchas. Entonces, al juzgar si una persona ha experimentado o no crecimiento en su vida, hay un indicador más, que es: si has entrado o no en ser una persona honesta, cuantas mentiras se pueden hallar en las cosas que dices, y si tus mentiras están disminuyendo poco a poco o si son las mismas de antes. Si tus mentiras, incluidas tus palabras disfrazadas y engañosas, disminuyen progresivamente, eso demuestra que has empezado a entrar en la realidad y que tu vida está creciendo. ¿No es esta una forma práctica de ver las cosas? (Sí). Si sientes que ya has experimentado un crecimiento, pero tus mentiras no han disminuido en absoluto, y eres básicamente igual que un incrédulo, ¿es esta una manifestación normal de haber entrado en la realidad verdad? (No). Cuando alguien ha entrado en la realidad verdad, al menos dirá muchas menos mentiras; básicamente será una persona honesta. Si mientes demasiado y tus palabras están demasiado adulteradas, eso demuestra que no has cambiado en absoluto y que todavía no eres una persona honesta. Si no eres una persona honesta, entonces no tienes entrada en la vida y, por tanto, ¿qué crecimiento puedes experimentar? Tu carácter corrupto sigue intacto y eres un incrédulo y un demonio. Ser una persona honesta es un indicador para juzgar si una persona ha experimentado o no crecimiento en su vida; las personas deben saber cotejar estas cosas consigo mismas y saber medirse a sí mismas.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital

La gente suelta a menudo tonterías en su vida cotidiana, cuenta mentiras, dice cosas ignorantes y necias, y se pone a la defensiva. La mayoría de estas cosas se dicen en aras de la vanidad y el orgullo, para satisfacer sus propios egos. Decir tales falsedades revela sus actitudes corruptas. Si resolvieras estos elementos corruptos, se purificaría tu corazón y poco a poco te convertirías en alguien más puro y honesto. En realidad, todo el mundo sabe por qué miente. En aras de la ganancia y el orgullo personal, o por vanidad y estatus, tratan de competir con otros y se hacen pasar por algo que no son. Sin embargo, sus mentiras se acaban revelando y los demás las sacan a relucir, y acaban por perder su prestigio, además de su dignidad y su talante. Todo esto viene causado por una excesiva cantidad de mentiras. Estas se han vuelto demasiado numerosas. Cada palabra que dices está adulterada y no es sincera, ni una sola se puede considerar veraz u honesta. Aunque cuando dices mentiras no te parezca que has perdido prestigio, en el fondo, te sientes desgraciado. Tienes cargo de conciencia y una mala opinión de ti mismo, piensas: “¿Por qué llevo una vida tan penosa? ¿Tan difícil es decir la verdad? ¿He de recurrir a las mentiras en aras de mi orgullo? ¿Por qué es tan agotadora mi vida?”. No tienes que vivir una vida tan agotadora. Si puedes practicar ser una persona honesta, podrás llevar una vida relajada, libre y liberada. Sin embargo, has escogido defender tu orgullo y vanidad contando mentiras. En consecuencia, vives una existencia agotadora y desdichada, es algo que te causas a ti mismo. Uno puede obtener un sentimiento de orgullo al contar mentiras, pero ¿en qué consiste eso? Solo es algo vacío y completamente inútil. Contar mentiras significa vender el propio talante y la propia dignidad. Te despoja de tu propia dignidad y de tu talante, y desagrada y disgusta a Dios. ¿Merece la pena? No. ¿Es esta la senda correcta? No, no lo es. […] Si eres alguien que ama la verdad, sufrirás distintas adversidades para poder practicarla. Aunque signifique sacrificar tu reputación, tu estatus y aguantar que te ridiculicen y humillen, nada de eso te va a importar; mientras seas capaz de practicar la verdad y satisfacer a Dios, con eso basta. Aquellos que aman la verdad eligen practicarla y ser honestos. Esa es la senda correcta y Dios la bendice. Si una persona no ama la verdad, ¿qué elige? Elige servirse de mentiras para mantener su reputación, su estatus, su dignidad y su talante. Prefieren ser taimados y que Dios los desprecie y rechace. Tales personas rechazan la verdad y a Dios. Eligen su propia reputación y estatus; quieren ser taimados. No les importa si Dios está complacido o si los va a salvar. ¿Acaso pueden salvarse aún? Desde luego que no, porque han escogido la senda equivocada. Solo pueden vivir por la mentira y el engaño; solo pueden llevar vidas penosas basadas en decir mentiras, taparlas y devanarse los sesos para protegerse día tras día. Si crees que las mentiras sirven para mantener la reputación, el estatus, la vanidad y el orgullo que anhelas, estás completamente equivocado. En realidad, al contar mentiras no solo no mantienes tu vanidad y orgullo, ni tu dignidad y tu talante sino, lo que es más grave, pierdes la oportunidad de practicar la verdad y ser una persona honesta. Aunque te las arregles para proteger tu reputación, tu estatus, tu vanidad y tu orgullo en ese momento, has sacrificado la verdad y has traicionado a Dios. Esto significa que has perdido por completo la oportunidad de que Él te salve y te perfeccione, lo cual supone una enorme pérdida y un remordimiento de por vida. Aquellos que son taimados nunca entenderán esto.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana

Algunas personas nunca le dicen la verdad a nadie. Todo lo deliberan y lo pulen en sus mentes antes de hablarles a los demás. No puedes saber qué cosas de las que dicen son verdaderas y cuáles falsas. Dicen una cosa hoy y otra mañana, dicen cierta cosa a una persona y la contraria a otra. Todo lo que dicen se contradice. ¿Cómo se puede creer a esa gente? Es muy difícil captar los hechos con precisión, y no puedes sacarles ni una palabra sincera. ¿Qué carácter es este? Es el engaño. ¿Es fácil transformar un carácter taimado? Es el más difícil de transformar. Todo lo que tiene que ver con las actitudes está relacionado con la naturaleza de una persona, y no hay nada más difícil de transformar que las cosas relacionadas con la naturaleza de alguien. Eso que se dice de que “la cabra siempre tira al monte” es absolutamente cierto. Independientemente de lo que hablen o de lo que hagan, los taimados siempre albergan unos objetivos e intenciones propias. Si no tienen ninguna, no dirán nada. Si tratas de entender sus objetivos e intenciones, callan. Si se les escapa sin querer algo que es cierto, harán todo lo posible por pensar en la forma de tergiversarlo, de confundirte y evitar que sepas la verdad. Da igual lo que estén haciendo los taimados, no dejarán que nadie conozca toda la verdad sobre ello. Da igual cuánto tiempo pase la gente con ellos, nadie sabe lo que realmente se les está pasando por la cabeza. Esa es la naturaleza de los taimados. Por mucho que hable una persona taimada, los demás nunca sabrán cuáles son sus intenciones, lo que realmente piensan ni qué intentan conseguir en concreto. Hasta a sus padres les cuesta saberlo. Es sumamente difícil tratar de entender a alguien taimado, nadie puede descubrir lo que hay en sus mentes. Así es como habla y actúa la gente taimada. Nunca dicen lo que piensan ni transmiten lo que realmente sucede. Este es un tipo de carácter, ¿verdad? Cuando tienes un carácter taimado, da igual lo que digas o hagas: este carácter está siempre dentro de ti, controlándote, haciéndote participar en juegos y en artimañas, jugar con la gente, encubrir la verdad y levantar una fachada. Esto es engaño. ¿En qué otros comportamientos específicos participan las personas taimadas? Daré un ejemplo. Dos personas están hablando, y uno de ellos se está refiriendo a su autoconocimiento; esta persona no para de hablar sobre cómo ha mejorado, y trata de convencer de ello a la otra, pero no le cuenta los hechos reales sobre ese asunto. En esto existe algo de ocultación, lo cual es una indicación de cierto carácter, el del engaño. Veamos si podemos discernirlo. Esta persona dice: “He experimentado algunas cosas recientemente, y me parece que mi fe en Dios a lo largo de estos años ha sido en vano. No he ganado nada. ¡Soy tan pobre y patético! Mi comportamiento no ha sido demasiado bueno en los últimos tiempos, pero estoy preparado para arrepentirme”. Sin embargo, cuando pasa algo de tiempo después de haber dicho eso, no se percibe señal alguna de arrepentimiento en ellos. ¿Cuál es el problema? Mienten y engañan a los demás. Cuando otras personas los oyen decir estas cosas, piensan: “Esta persona no buscaba antes la verdad, pero el hecho de que pueda decir tales cosas demuestra que se ha arrepentido realmente. No cabe duda de ello. No debemos mirarlo como solíamos hacerlo, sino desde una nueva y mejor luz”. Así es como las personas reflexionan y piensan después de oír estas palabras. Sin embargo, ¿es el estado actual de estas personas el mismo que ellos aseguran? La verdad es que no lo es. En realidad, no se han arrepentido, pero sus palabras crean la ilusión de que lo han hecho, de que han cambiado a mejor y ya no son como antes. Esto es lo que quieren lograr con sus palabras. Si hablan de esa manera para engañar a la gente, ¿qué carácter están revelando? Se trata del engaño, ¡y es muy pérfido! El hecho es que no son conscientes en absoluto de que han fracasado en su fe en Dios, que son pobres y miserables. Toman prestados cierto lenguaje y palabras espirituales para engañar a la gente, alcanzar su objetivo de hacer a los otros pensar bien y tener una buena opinión de ellos. ¿Acaso no es esto engaño? Lo es, y cuando alguien es demasiado taimado, cambiar no le resulta fácil.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El auténtico autoconocimiento es conocer los seis tipos de actitudes corruptas

Sé una persona honesta, o para ir un poco más al detalle: sé una persona sencilla y abierta, que no encubre nada, que no miente, que no tiene pelos en la lengua, y sé una persona directa que tiene sentido de la justicia, que puede hablar con la verdad. Las personas deben lograr esto primero. Digamos que hay una persona malvada que hace algo que perturba la obra de la iglesia, y un líder acude a ti para comprender mejor la situación. Tú sabes quién es el responsable, pero como tienes una buena relación con esa persona y no quieres ofenderla, mientes y dices que no lo sabes. El líder pide más detalles, y tú te vas por las ramas, inventando una excusa para encubrir a la persona malvada. ¿No es eso engañar? No le dijiste al líder la verdad sobre la situación, sino que la ocultaste. ¿Por qué harías eso? Porque no querías ofender a nadie. Para ti, lo primero es proteger las relaciones interpersonales y no ofender a nadie, y lo último es decir la verdad y practicar la verdad. ¿Qué es lo que te controla? Te controla tu carácter satánico, que te ha sellado la boca y te ha impedido hablar con la verdad; solo eres capaz de vivir según tu carácter satánico. ¿Qué es un carácter corrupto? Un carácter corrupto es un carácter satánico, y una persona que vive según su carácter corrupto es un Satanás viviente. Su discurso siempre conlleva tentación, siempre se anda con rodeos y nunca es directo; incluso si lo mataran a golpes, no hablaría con la verdad. Esto es lo que sucede cuando el carácter corrupto de una persona se vuelve demasiado grave; pierde completamente su humanidad y se convierte en un diablo. Muchos de vosotros preferiríais ofender y engañar a Dios para proteger vuestras relaciones con los demás, y el estatus y la reputación que tenéis con otras personas. ¿Una persona que actúa así ama la verdad? ¿Es alguien que persigue la verdad? Es alguien que engaña a Dios con los ojos bien abiertos, que no tiene ni un ápice de un corazón temeroso de Dios. Se atreve a engañar a Dios; ¡su ambición y rebeldía deben ser verdaderamente grandes! Tales personas por lo general todavía piensan que aman y temen a Dios, y a menudo dicen: “Cada vez que pienso en Dios, pienso en cuán inmenso, cuán grande y cuán insondable es. Dios ama a la humanidad, ¡Su amor es tan real!”. Puede que digas palabras bonitas, pero no desenmascararías a una persona malvada si la vieras perturbar la obra de la iglesia. Eres complaciente con la gente, solo proteges tu propio prestigio, beneficio y estatus, en lugar de proteger los intereses de la casa de Dios. Cuando conoces el verdadero estado de las cosas, no hablas con la verdad, te andas con rodeos, y proteges a la gente malvada. Si te pidieran que hablaras con la verdad, te resultaría muy difícil. Dices tantas tonterías, solo para evitar decir la verdad. Cuando hablas, das tantas vueltas, piensas tanto y vives de una manera tan agotadora, todo para proteger tu propia reputación y orgullo. ¿Le agrada a Dios la gente que actúa así? Dios detesta sobre todo a las personas taimadas. Si quieres liberarte de la influencia de Satanás y alcanzar la salvación, entonces debes aceptar la verdad. Primero debes empezar por convertirte en una persona honesta. Sé franco, di la verdad, no te dejes dominar por tus sentimientos, deja a un lado tus simulaciones y artimañas, y habla y trata los asuntos con principios: esta es una manera fácil y feliz de vivir, y podrás vivir ante Dios. Si siempre vives de acuerdo con filosofías satánicas, y siempre confías en mentiras y engaños para pasar tus días, entonces estarás viviendo bajo el poder de Satanás, y estarás viviendo en tinieblas. Si vives en el mundo de Satanás, solo te volverás cada vez más taimado. Has creído en Dios durante tantos años, has escuchado tantos sermones, pero tu carácter corrupto aún no ha sido purificado, y ahora sigues viviendo según tu carácter satánico, ¿no te sientes asqueado por eso? ¿No sientes vergüenza? No importa cuánto tiempo hayas creído en Dios, si sigues siendo como un incrédulo, entonces ¿de qué sirve que creas en Dios? ¿Puedes realmente alcanzar la salvación creyendo en Dios de esta manera? Tus objetivos en la vida no han cambiado, ni tampoco tus principios y métodos; lo único que tienes que un incrédulo no tiene es el título de “creyente”. Aunque sigas a Dios exteriormente, tu carácter de vida no ha cambiado en absoluto, y al final no alcanzarás la salvación. ¿No te estarás haciendo ilusiones en vano? ¿Creer así en Dios puede ayudarte a conseguir la verdad vida? En absoluto.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto

Aquellos que siempre cuentan mentiras y prevarican son los más inferiores, no valen nada. Nadie quiere prestarles ninguna atención, nadie quiere asociarse con ellos, y mucho menos abrirles su corazón o ser sus amigos. ¿Poseen tales personas talante o dignidad de cualquier tipo? (No). Todo aquel que se cruza con ellos acaba harto; no se puede confiar en absoluto en sus palabras, sus acciones, su talante y su integridad. Tales individuos no tienen sustancia alguna. ¿Les agradarían a los demás y los respetarían si tuvieran dones y talento? (No). Y entonces, ¿qué necesitan las personas para llevarse bien las unas con las otras? Talante, integridad, dignidad y que se trate de alguien a quien los demás puedan abrir su corazón. Todos aquellos que tienen dignidad poseen un poco de personalidad, a veces no se llevan bien con los demás, pero son honestos, y no hay falsedad ni engaño en ellos. Al final, los otros los acaban teniendo en alta estima porque son capaces de practicar la verdad, son honestos, tienen dignidad, integridad y talante, nunca se aprovechan de nadie, ayudan a otros que tengan problemas, tratan a la gente con conciencia y razón y nunca emiten juicios a la ligera sobre nadie. Cuando evalúan o debaten sobre otras personas, todo cuanto dicen estos individuos es veraz, hablan de lo que saben y no parlotean sobre lo que desconocen, no se pierden en adornos y sus palabras pueden servir como prueba o referencia. Cuando hablan y actúan, aquellos que poseen integridad son relativamente prácticos y dignos de confianza. Nadie considera valiosos a los que carecen de integridad, nadie presta ninguna atención a lo que dicen y hacen, ni considera importantes sus palabras y acciones ni confía en ellos. Esto se debe a que cuentan demasiadas mentiras y dicen muy pocas palabras honestas, a que les falta sinceridad cuando se relacionan con las personas o hacen algo por ellas, a que tratan de embaucar y engañar a todo el mundo, y no gustan a nadie. ¿Os habéis topado con alguien que a vuestros ojos sea digno de confianza? ¿Creéis ser dignos de la confianza de los demás? ¿Pueden otras personas confiar en vosotros? Si alguien te pregunta sobre la situación de otro, eso es algo que no debes evaluar ni juzgar según tu propia voluntad, tus palabras deben ser objetivas, precisas y conformarse a los hechos. Debes hablar sobre lo que entiendas y no sobre cosas de las que te falta perspectiva. Has de ser justo con esa persona. Esa es la manera responsable de actuar. Si solo has observado un fenómeno superficial, y lo que quieres expresar es solo tu juicio particular sobre esta persona, entonces no debes emitir a ciegas un veredicto sobre ella, y desde luego no debes juzgarla. A lo que digas, debes anteponer esto: “Este es mi propio juicio” o “Eso es lo que a mí me parece”. De ese modo, tus palabras serán relativamente objetivas y, tras oír lo que has dicho, la otra persona será capaz de sentir la honestidad en tus palabras y lo justo de tu postura, y podrá confiar en ti. ¿Estáis seguros de que podéis conseguir tal cosa? (No). Eso demuestra que no sois lo bastante honestos con los demás, y que os falta sinceridad y una postura honesta a la hora de comportaros y manejar los asuntos. Digamos que alguien os dice: “Confío en ti, ¿qué piensas sobre esta persona?”. Y respondes: “Es válida”. Te pregunta: “¿Puedes ser más concreto?”, y tú dices: “Se comporta bien, está dispuesta a pagar el precio cuando cumple con su deber y se lleva bien con la gente”. ¿Existe alguna prueba práctica respecto a cualquiera de estos tres enunciados? ¿Son suficientes para servir como prueba del talante de esa persona? No. ¿Eres digno de confianza? (No). Ninguno de estos tres enunciados incluye ningún detalle, solo son palabras genéricas, vacías y superficiales. Si acabaras de conocer a esa persona y dijeras que es válida según las apariencias, entonces eso sería normal. Pero ya llevas algún tiempo en contacto con ella, y deberías haber sido capaz de descubrir algunos problemas sustanciales que pueda presentar. La gente quiere oír cuál es tu estimación y tu punto de vista sobre esa persona en el fondo de tu corazón, pero no dices nada real, que sea clave o fundamental, así que la gente no confiará en ti ni querrá seguir relacionándose contigo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana

La humanidad de los anticristos es deshonesta, lo que significa que no son en absoluto sinceros. Todo lo que dicen y hacen está adulterado y contiene sus propias intenciones y objetivos, y en todo ello se esconden inconfesables e indecibles trucos y conspiraciones. Así que las palabras y acciones de los anticristos están demasiado contaminadas y demasiado llenas de falsedad. Por mucho que hablen, es imposible saber cuáles de sus palabras son verdaderas, cuáles son falsas, cuáles son acertadas y cuáles son equivocadas. Como son deshonestos, sus mentes son extremadamente complejas, están llenas de intrigas perversas y cargadas de trucos. No dicen nada directamente. No dicen que uno es uno, dos es dos, sí es sí y no es no. En lugar de eso, se van por las ramas en todos los asuntos y dan varias vueltas a las cosas en su cabeza, calculando las consecuencias, sopesando los méritos y los inconvenientes desde todos los ángulos. Luego, manipulan las cosas con el lenguaje, de tal modo que todo lo que dicen suena muy engorroso. La gente honesta nunca entiende lo que dicen y es fácilmente engañada y embaucada por ellos, y cualquiera que habla y comunica con personas así considera la experiencia extenuante y laboriosa. Nunca dicen que uno es uno y dos es dos, nunca dicen lo que piensan ni describen las cosas tal y como son. Todo lo que dicen es indescifrable, y los objetivos e intenciones de sus acciones son muy complejos. Si su tapadera queda en evidencia —si otras personas logran calarlos y desentrañar cómo son—, rápidamente inventan otra mentira para solucionarlo. Esta clase de personas miente a menudo y, tras mentir, tienen que contar más mentiras para alimentar la anterior. Engañan a los demás para ocultar sus intenciones, y se inventan toda clase de pretextos y excusas para adornar sus mentiras, de modo que es muy difícil diferenciar la mentira de la verdad, y la gente no sabe si son sinceros, y mucho menos cuando están contando una mentira. Cuando mienten, no se ruborizan ni se inmutan, es como si dijeran la verdad. ¿No significa esto que la mentira se ha convertido en su naturaleza? Por ejemplo, desde fuera, algunos anticristos parecen ser buenos con los demás, ser considerados con ellos y cálidos en su discurso, lo cual es agradable y conmovedor de oír. Sin embargo, cuando hablan así, nadie puede decir si están siendo sinceros, y siempre hace falta esperar que las cosas sucedan unos días después para que se descubra si lo fueron. Los anticristos siempre hablan con determinadas intenciones, y nadie puede descifrar qué es lo que buscan exactamente. Tales personas son mentirosos habituales que no piensan en absoluto en las consecuencias de ninguna de sus mentiras. Mientras su mentira les beneficie y sirva para engañar a otros, mientras pueda lograr sus objetivos, no les importa cuáles sean las consecuencias. En cuanto se ven expuestos, siguen ocultando, mintiendo y engañando. El principio y el método por el que estas personas se relacionan con los demás se basa en engañarlos con mentiras. Tienen dos caras y hablan para adaptarse a su público; interpretan cualquier papel que exija la situación. Son hábiles y astutas, se les llena la boca de mentiras y no son de fiar. Cualquiera que está en contacto con ellos durante un tiempo acaba engañado o alterado y no puede recibir provisión, ayuda o edificación. Da igual que las palabras que salgan de la boca de estas personas sean agradables o desagradables, razonables o absurdas, acordes o discordantes con la humanidad, bruscas o civilizadas, en esencia todas son falsedades, falacias, mentiras.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la naturaleza humana de los anticristos y de la esencia de su carácter (I)

Dejadme que os dé dos ejemplos de mentira. Hay dos tipos de personas capaces de mentir. Es necesario que distingáis qué personas son intransigentes e irredimibles y cuáles pueden salvarse. Aunque las que pueden salvarse revelan a menudo corrupción, mientras puedan aceptar la verdad y reflexionar sobre ellas mismas y conocerse, queda esperanza. En el primer ejemplo, me refiero a una persona que miente a menudo. Sin embargo, tras entender la verdad, cuando volvió a mentir, su reacción fue diferente. Sintió un profundo dolor y tormento y meditó lo siguiente: “He vuelto a mentir. ¿Por qué no puedo cambiar? Esta vez, he de poner en evidencia este asunto, sea como sea, he de abrirme en canal para revelarme y diseccionar mi verdadero ser. He de ser claro respecto al hecho de que mentía a fin de salvar mi propia imagen”. Tras abrirse y charlar, se siente aliviado y se da cuenta de que: “Resulta que mentir es muy doloroso, mientras que ser una persona honesta es muy fácil y ¡es maravilloso! Dios les exige a las personas que sean honestas, esta es la semejanza que deben tener”. Después de experimentar este poco de bienestar, de ahí en adelante, se preocupa de mentir menos, de decir la menor cantidad de mentiras posibles, de hablar cuando tiene algo que decir y a hacerlo de manera honesta, de realizar actos honestos y de ser una persona honesta. Sin embargo, al enfrentarse a una situación en la que está involucrado su propio orgullo, miente con naturalidad y luego se arrepiente. Entonces, al verse en una situación en la que puede dar una buena impresión de sí mismo, vuelve a mentir. Se odia a sí mismo en sus adentros, y piensa: “¿Por qué no puedo controlar mi boca? ¿Acaso es un problema de mi naturaleza? ¿Soy demasiado falso?”. Se da cuenta de que este problema ha de resolverse, de lo contrario, Dios lo desdeñará y lo descartará. Le oró a Dios pidiendo ser disciplinado si volvía a mentir y estaba dispuesto a aceptar el castigo. Reunió el valor de diseccionarse a sí mismo en las reuniones, y dijo: “Cuando mentí en esas situaciones, fue porque tenía motivaciones egoístas y mis intenciones me controlaban. Al reflexionar sobre mí mismo, me di cuenta de que, cada vez que miento, es en aras de mi vanidad o de mi propio provecho personal. Ahora lo veo claro, vivo por mi orgullo y mis intereses personales, lo cual me ha llevado a mentir a todas horas respecto a todo”. Al diseccionar sus propias mentiras, puso también en evidencia sus intenciones y descubrió el problema de su carácter corrupto. Sale ganando, en cualquier caso; puede practicar ser una persona honesta y al mismo tiempo obtener esclarecimiento y reconocer su carácter corrupto. Después, se planteó: “¡Necesito cambiar! Acabo de descubrir que tengo este problema. Es el verdadero esclarecimiento de Dios. Dios bendice a las personas que practican la verdad”. También experimentó un poco del dulce sabor de practicar la verdad. Sin embargo, cierto día volvió a decir una mentira sin darse cuenta. Le oró a Dios de nuevo, buscando Su disciplina. Además, reflexionó sobre por qué siempre tenía intenciones ocultas cuando hablaba, y por qué siempre tenía en cuenta su propia vanidad y orgullo en lugar de las intenciones de Dios. Tras reflexionar, logró comprender, en cierta medida, su carácter corrupto y empezó a detestarse a sí mismo. De esta manera, continuó buscando y esforzándose por alcanzar la verdad. Pasados entre tres y cinco años, de hecho, sus mentiras fueron cada vez menos y se incrementó el número de veces en las que dijo lo que pensaba y se comportó con honestidad. Su corazón se volvió paulatinamente más puro y se llenaba cada vez más de paz y alegría. Pasó más tiempo viviendo en presencia de Dios y su estado se volvió cada vez más normal. Este es el estado real de una persona que mentía a menudo tras experimentar ser una persona honesta. Por tanto, ¿sigue mintiendo dicha persona? ¿Sigue siendo capaz de mentir? ¿Es realmente una persona honesta? No se puede decir que lo sea. Solo se puede decir que es capaz de practicar la verdad de ser una persona honesta y se encuentra en el proceso de practicar ser una persona honesta, pero no se ha transformado todavía por completo en una. En otras palabras, se trata de una persona que está dispuesta a practicar la verdad. ¿Puede decirse de una persona que está dispuesta a practicar la verdad que es alguien que ama la verdad? Ha practicado la verdad y se han revelado los hechos, así que ¿acaso no es natural definirla como una persona que ama la verdad? Por supuesto, cuando practicaba ser una persona honesta, no fue capaz de practicar una charla pura y abierta enseguida, o de poner en evidencia sin reservas todo lo que hay oculto en él. Aun así, se guardó cosas e intentó seguir adelante con cautela. Sin embargo, a lo largo de sus intentos y experiencias, se dio cuenta de que mientras más honestidad hubiera en su vida, mejor se sentía, más paz mental tenía, más fácil se le hacía practicar la verdad sin ninguna gran dificultad. Solo entonces probó el dulce sabor de ser una persona honesta y su fe en Dios se incrementó. Al experimentar lo que es ser una persona honesta, no solo se vuelve capaz de practicar la verdad, sino que también experimenta paz y alegría en su corazón. Al mismo tiempo, logra comprender la senda de practicar la honestidad con mayor claridad. Le parece que ser una persona honesta no es tan difícil. Percibe que las exigencias que Dios le hace a la gente son razonables y factibles, y adquiere cierta comprensión sobre la obra de Dios. Todo esto no es un beneficio adicional, en cambio, es lo que debe y es capaz de obtener una persona en su viaje de entrada en la vida.

El segundo ejemplo se refiere a una persona a la que le encanta mentir, está en su naturaleza. Cuando no habla, está todo bien, sin embargo, en cuanto abre la boca, su discurso está lleno de múltiples adulteraciones. Ya lo haga de un modo intencionado o no, en resumen, no se puede confiar en la mayoría de lo que dice. Un día, tras contar una mentira, meditó lo siguiente: “Decir mentiras está mal y desagrada a Dios. ¡Qué desgracia sería que la gente se enterara de que miento! Sin embargo, parece que alguien ha notado que he mentido. Bueno, puedo manejarlo fácilmente. Cambiaré de tema y usaré otras palabras para que baje la guardia, desorientarlo y que sea incapaz de descubrir mis mentiras. ¿Acaso no es eso incluso más inteligente?”. Entonces cuenta una mentira incluso mayor para cubrir la anterior y tapar los agujeros y desorientar a la gente con éxito. Se muestra petulante y satisfecho de sí mismo y piensa: “Mira lo inteligente que soy. He contado una mentira muy bien elaborada e, incluso si no lo fuera, solo tengo que volver a mentir para taparla. La mayoría de la gente no ha sido capaz de descubrirme. Contar mentiras requiere de habilidad”. Algunos dicen: “Contar mentiras es un trabajo duro. Tras contar una, tienes que decir muchas más para cubrir la primera. Conlleva mucha elaboración mental y esfuerzo”. No obstante, este maestro mentiroso no se sentía así. En este caso, sus mentiras no quedaron al descubierto. Contó una mentira con éxito y engañó a los demás y, luego, al temer que lo pusieran en evidencia, volvió a mentir para tapar la mentira anterior. Se sentía orgulloso y en su corazón no había ni culpa ni remordimiento. Su conciencia no se vio afectada. ¿Cómo es esto posible? No es consciente del daño que le produce. Cree que usar mentiras para tapar las anteriores le permite mejorar su imagen y obtener beneficios. A pesar de la dificultad y la fatiga, piensa que merece la pena. Le parece que tiene más valor que entender la verdad y practicarla. ¿Por qué miente a menudo sin sentirse culpable? Porque no siente amor por la verdad en su corazón. Valora su vanidad, reputación y estatus. Nunca abre su corazón en enseñanza a los demás; en cambio, usa las falsas apariencias y se disfraza para ocultar sus mentiras. Así es como interactúa y se relaciona con las personas. No importa cuántas mentiras cuente, cuántas encubra o cuántas intenciones egoístas y ocultas esconda, no siente culpa ni incomodidad en el corazón. En términos generales, la gente con algo de conciencia y un poco de humanidad se sentiría intranquila tras contar una mentira y le costaría mucho avenirse a ella; se sentiría avergonzada. Sin embargo, esta persona no piensa así. Tras mentir, se siente satisfecha consigo misma y dice: “Hoy he dicho otra mentira y he engañado a ese idiota. Estaba sudando tinta, pero de algún modo nadie se ha dado cuenta”. ¿No se cansa de pasarse la vida mintiendo constantemente y encubriéndolas luego? ¿De qué clase de naturaleza se trata? Es la naturaleza de un diablo. Los diablos mienten a diario. Vive una vida de mentiras sin ninguna sensación de incomodidad o dolor. Si la sintiera, cambiaría, pero no puede sentir dolor porque la mentira es su vida, está en su naturaleza. Cuando se expresa de un modo natural, no se refrena ni reflexiona sobre sí mismo. Da igual cuántas mentiras diga o cuantos engaños cometa, en su corazón no hay culpa ni remordimientos de conciencia. No es consciente de que Dios escruta las profundidades del corazón de las personas. No se da cuenta de la responsabilidad con la que carga ni del castigo que recibirá después de contar mentiras y actuar con engaños. Su mayor miedo es que alguien ponga en evidencia sus falsos planes, así que recurre a contar incluso más mentiras para encubrir dichos planes y, al mismo tiempo, se agota a sí mismo tratando de buscar una manera, cualquier medio para ocultar sus mentiras y quién es en realidad. ¿Se ha arrepentido esta persona en absoluto a lo largo del proceso? ¿Siente algo de culpa o tristeza? ¿Tiene algún deseo de dar un giro a su comportamiento? No. Piensa que no es un pecado contar mentiras o encubrirlas, que la mayoría de la gente vive así y no tiene intención de cambiar. En cuanto a ser una persona honesta, en su corazón piensa: “¿Por qué iba a ser una persona honesta, hablar desde el corazón y decir la verdad? Yo no hago eso. Eso es para los necios y yo no soy un necio. Si miento y tengo miedo de quedar en evidencia, solo buscaré otras razones o excusas para encubrirlo. No soy del tipo de persona que pueda hablar con honestidad. Si lo hiciera, sería un completo idiota”. No acepta ni reconoce la verdad. Las personas que no reconocen la verdad no pueden amarla. ¿En qué estado se encuentra esa persona de principio a fin? (No está dispuesta a cambiar). Su falta de disposición a dar un giro a su comportamiento resulta evidente desde un punto de vista objetivo, pero ¿cuál es su verdadero estado? Básicamente, niega que ser una persona honesta es la senda correcta en la vida. También niega la existencia de la verdad, el juicio de Dios a la humanidad en los últimos días y que Dios decide el desenlace del hombre y el castigo individual por los actos propios. Esto supone falta de discernimiento, necedad y terquedad. Tal pensamiento da lugar a su estado, acciones y comportamientos intransigentes. Estas cosas surgen de la propia esencia-naturaleza. Esa es la clase de persona que es, alguien realmente falso, y no lo puede cambiar. A algunas personas les puede resultar inconcebible cuando ven que se niega a aceptar la verdad y no puede comprenderla. En realidad, las personas así carecen de humanidad normal y su conciencia no funciona. Además, carecen de la razón de la humanidad normal. Al oír la verdad y las palabras de juicio, una persona con humanidad y razón normales al menos reflexionaría sobre sí misma y se arrepentiría sinceramente, pero esta persona hace oídos sordos al camino verdadero. Sigue insistiendo en vivir según la filosofía de Satanás, y su fe en Dios no cambia en absoluto a lo largo de los años. Tal persona carece de la razón de la humanidad normal y es difícil que se salve.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. En la fe en Dios, lo principal es practicar y experimentar Sus palabras

A medida que las personas experimentan la honestidad, surgen muchos problemas prácticos. A veces hablan sin pensar, cometen deslices momentáneos y dicen una mentira porque los gobierna una motivación o un objetivo equivocados, o la vanidad y el orgullo. En consecuencia, tienen que decir cada vez más mentiras para tapar la anterior. Al final, no tienen el corazón tranquilo, pero no pueden retractarse de esas mentiras, les falta valor para corregir sus errores, para admitir que han mentido, y de este modo tales errores nunca tienen fin. Después, es como si esa persona tuviera siempre una roca oprimiéndole el corazón; siempre quiere buscar una oportunidad de sincerarse, admitir su error y arrepentirse, pero nunca pone esto en práctica. En definitiva, lo piensa y se dice: “Lo enmendaré cuando cumpla con mi deber en el futuro”. Siempre dice que lo va a enmendar, pero nunca lo hace. No es tan sencillo como simplemente pedir disculpas tras mentir. ¿Puedes enmendar el perjuicio y las consecuencias de contar mentiras y engañar? Si en mitad de un fuerte odio hacia ti mismo eres capaz de practicar el arrepentimiento y nunca más vuelves a hacer ese tipo de cosas, entonces puede que recibas la tolerancia y misericordia de Dios. Si hablas con palabras edulcoradas y dices que enmendarás tus mentiras en un futuro, pero en realidad no te arrepientes y luego continúas mintiendo y engañando, entonces te niegas a arrepentirte con una terquedad extrema, y no cabe duda de que serás descartado. Esto lo debería reconocer la gente que posee conciencia y razón. Después de mentir y engañar, no basta con pensar en enmendarse; lo más importante es arrepentirte de verdad. Si deseas ser honesto, entonces debes resolver el problema de tu mentira y tu engaño. Debes decir la verdad y hacer cosas prácticas. A veces decir la verdad puede afectar a tu imagen y causar que se te acabe tratando, sin embargo, merecerá la pena haber practicado la verdad y haber obedecido y satisfecho a Dios esa única vez, y será algo que te reconforte. En cualquier caso, al final habrás podido practicar la honestidad, finalmente habrás podido decir lo que hay en tu corazón, sin intentar defenderte ni reivindicarte, y eso es verdadero crecimiento. Con independencia de que te traten o te sustituyan, te mantendrás firme de corazón, dado que no mentiste. Te parece que, puesto que no has cumplido con el deber correctamente, fue justo que se te tratara y que te responsabilizaras de ello. Ese es un estado mental positivo. Y sin embargo, ¿cuál será la consecuencia de que engañes? Tras haber engañado, ¿cómo te sentirás por dentro? Incómodo. Siempre te parece que existe culpa y corrupción en tu corazón, siempre te sientes acusado: “¿Cómo he podido mentir? ¿Cómo he podido engañar otra vez? ¿Por qué soy así?”. Te parecerá que no puedes levantar la cabeza, que estás demasiado avergonzado para enfrentarte a Dios. En concreto, cuando Dios bendice a la gente, cuando recibe la gracia, la compasión y la tolerancia de Dios, más le parece que es vergonzoso engañarle y, en su interior, alberga una mayor sensación de reproche y menos paz y gozo. ¿Qué problema evidencia esto? Que engañar a las personas es la manifestación de un carácter corrupto, es rebelarse y oponerse a Dios, y por eso te acarreará dolor. Cuando mientes y engañas, puede que te parezca haber hablado con mucha inteligencia y tacto, y que no has dado ninguna pequeña pista de tu engaño. Sin embargo, después tendrás una sensación de reproche y acusación que es posible que te persiga toda la vida. Si mientes y engañas intencionada y deliberadamente, y cierto día llegas a darte cuenta de la gravedad de esto, te atravesará el corazón como un cuchillo y no pararás de buscar la ocasión de enmendarte. Y eso es lo que debes hacer, a menos que carezcas de conciencia y nunca hayas vivido acorde a ella, y tampoco poseas humanidad, ni talante ni dignidad. Si tienes un poco de talante y dignidad, y algo de conciencia, cuando te des cuenta de que estás mintiendo y engañando, te parecerá que tu conducta es vergonzosa, que es desgraciada e inferior. Te despreciarás y te detestarás a ti mismo, y abandonarás la senda de las mentiras y el engaño.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana

La clave para ser una persona honesta es resolver tus motivaciones, tus intenciones y tus actitudes corruptas. Esta es la única manera de resolver de raíz el problema de contar mentiras. Lograr los propios objetivos personales, es decir, beneficiarse personalmente, sacar provecho de una situación, quedar bien o ganarse la aprobación de los demás: esas son las intenciones y los objetivos de las personas cuando mienten. Esta manera de mentir revela un carácter corrupto, y este es el discernimiento que necesitas con respecto a decir mentiras. Entonces, ¿cómo se debe resolver este carácter corrupto? Todo depende de si amas o no la verdad. Si puedes aceptar la verdad y hablar sin defenderte a ti mismo; si puedes dejar de considerar tus propios intereses y en su lugar considerar la obra de la iglesia, las intenciones de Dios y los intereses del pueblo escogido de Dios, entonces dejarás de decir mentiras. Serás capaz de hablar con sinceridad y sin rodeos. Sin esta estatura, no serás capaz de hablar con sinceridad, y demostrarás que te falta estatura y que eres incapaz de practicar la verdad. Por tanto, ser una persona honesta requiere un proceso de comprensión de la verdad, un proceso de crecimiento en estatura. Si lo vemos de este modo, es imposible ser una persona honesta sin ocho o diez años de experiencia. Este es el tiempo que hay que dedicar al proceso de crecer en la propia vida, al proceso de comprender y obtener la verdad. Algunas personas se preguntarán: “¿De verdad puede ser tan difícil resolver el problema de la mentira y convertirse en una persona honesta?”. Eso depende de quién se trate. Si es alguien que ama la verdad, entonces podrá renunciar a mentir cuando se trate de ciertos asuntos. Pero si es alguien que no ama la verdad, entonces dejar de mentir será mucho más difícil.

Formarse a uno mismo para ser una persona honesta es fundamentalmente una cuestión de resolver el problema de contar mentiras, además de resolver el propio carácter corrupto. Hacer esto implica una práctica clave: cuando te das cuenta de que le has mentido a alguien y lo has engañado, debes abrirte, exponerte y disculparte. Esta práctica es muy beneficiosa para la resolución de la mentira. Por ejemplo, si has engañado a alguien o si había alguna adulteración o intención personal en las palabras que le dijiste, debes acercarte a él y diseccionarte. Debes decirle: “Lo que te conté era una mentira diseñada para proteger mi orgullo. Me sentí incómodo después de decirlo, así que ahora te pido disculpas. Por favor, perdóname”. A esa persona le parecerá bastante novedoso. Se preguntará cómo puede haber una persona que, habiendo dicho una mentira, se disculpe por ello. Admiran de verdad este tipo de valentía. ¿Qué beneficio se obtiene de realizar una práctica así? Su propósito no es ganarse la admiración de los demás, sino contenerse e inhibirse más eficazmente de mentir. Por eso, después de mentir, hay que practicar la disculpa por haberlo hecho. Cuanto más te formes para diseccionar, exponerte y pedir disculpas a la gente de esta manera, mejores serán los resultados, y el número de mentiras que digas será cada vez menor. Diseccionar y exponerte para ser una persona honesta y evitar mentir requiere valor, y pedir disculpas a alguien después de haberle mentido requiere aún más valor. Si practicáis esto durante uno o dos años —o quizás de tres a cinco—, tendréis garantizados resultados evidentes, y no os será difícil libraros de las mentiras.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta

¿Disponéis en este momento de una senda para ser honestos? Debéis examinar todas vuestras declaraciones y acciones en la vida para poder detectar más mentiras y engaños, y así reconocer vuestro propio carácter taimado. Luego debéis fijaros en cómo practican y experimentan las personas honestas, y aprender algunas lecciones. Además, debéis practicar la aceptación del escrutinio de Dios en todas las cosas, y presentaros a menudo ante Dios para orar y hablar con Él. Digamos que acabas de decir una mentira; de inmediato te das cuenta de que: “Acabo de decir un par de cosas que no son exactas, he de admitirlo enseguida y arreglarlo, hacer saber a todo el mundo que acabo de decir una mentira”. Rectificas en ese momento y lugar. Si siempre rectificas así, y si practicar de este modo se convierte en una costumbre, entonces cada vez que digas una mentira y no la corrijas, te sentirás incómodo, y Dios te ayudará a velar por ello. Practicando y experimentando así durante un tiempo, empezarás a mentir menos, habrá cada vez menos impurezas en tus palabras y tus acciones estarán cada vez menos contaminadas y se volverán más puras; de este modo, te habrás purificado. Esa es la senda para ser honesto. Debes cambiar poco a poco, paulatinamente. Cuanto más cambies, mejor te volverás; cuanto más cambies, más honestas se tornarán tus palabras y cesarás de mentir; ese es el estado correcto. Toda la gente corrupta comparte el mismo problema. Nacen con la capacidad de mentir, y les resulta extremadamente difícil compartir sus pensamientos profundos o hablar con sinceridad. Aunque quieran contar la verdad, no se deciden a hacerlo. Todo el mundo cree que ser honesto es estúpido y necio, creen que solo los idiotas hablan con franqueza, y que es muy probable que una persona salga perdiendo si es completamente transparente con los demás y siempre dice lo que piensa, creen que nadie querrá relacionarse con ella y, en cambio, la desdeñarán. ¿Desdeñaríais a esta clase de persona? ¿Albergáis este punto de vista? (La hubiera desdeñado antes de empezar a creer en Dios, pero ahora admiro a tales personas y pienso que es mejor vivir una vida honesta y simple. Al vivir así, se deposita menos carga en el corazón. De otro modo, después de mentirle a alguien, tengo que tapar esa mentira, y acabo cavando un hoyo cada vez más grande, hasta que al final la mentira queda expuesta). Tanto mentir como ser taimado son conductas necias y es mucho más sabio limitarse a decir la verdad y hablar desde el corazón. Todo el mundo entiende ahora este problema; si alguien todavía piensa que mentir y engañar es una señal de tener calibre y ser astuto, entonces es increíblemente necio, tiene una ignorancia obcecada y carece de la más mínima verdad. Cualquier persona entrada en años que siga creyendo que los taimados son los más inteligentes y que los honestos son todos necios es un tipo absurdo que no puede desentrañar nada. Todo el mundo vive sus propias vidas, algunos de los que practican a diario la honestidad son felices y no están estresados, y se sienten libres y liberados en su corazón. No les falta nada y llevan vidas cómodas. Todo el mundo disfruta de relacionarse con gente así, y sin duda deberían ser dignos de envidia, ya que tales personas han llegado a entender el significado de la vida. Algunos necios piensan: “Esa persona siempre dice la verdad y la acabaron tratando, ¿verdad? Bueno, se lo merecía. Mírame a mí, guardo mis intenciones a buen recaudo y no hablo sobre ellas ni las revelo, así que no me han tratado ni he sufrido ninguna pérdida, y tampoco me he avergonzado delante de todo el mundo. ¡Es maravilloso! Aquellos que ocultan sus intenciones, no hablan honestamente con nadie e impiden que los demás sepan lo que están pensando son superiores y poseen una gran inteligencia”. Y sin embargo, cualquiera percibe que son los más taimados y astutos; todo el mundo está siempre en guardia a su alrededor y mantiene las distancias con ellos. Nadie quiere ser amigo de los taimados. ¿Acaso no son estos los hechos? Si una persona es cándida y siempre dice la verdad, si es capaz de abrirle su corazón a los demás y no alberga intenciones dañinas hacia nadie, aunque pueda ocasionalmente parecer ignorante y obrar con necedad, en general se la reconocerá como una buena persona y todo el mundo estará dispuesto a relacionarse con ella. Es un hecho generalmente reconocido que la gente disfruta de beneficios y de una sensación de seguridad cuando se relaciona con personas buenas y honestas. A los creyentes en Dios que son honestos y buscan la verdad no solo los aman los demás en la iglesia, sino también Dios mismo. En cuanto ganan la verdad, poseen testimonio real y pueden recibir el elogio de Dios, ¿acaso no les convierte esto en los más bendecidos de todos? Aquellos que entienden un poco de verdad verán este asunto con claridad. En tu comportamiento, debes tratar de ser una persona buena y honesta en posesión de la verdad; de este modo, no solo te amarán los demás, sino que además obtendrás bendiciones de Dios.

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Para practicar ser una persona honesta, primero debes aprender a abrir tu corazón a Dios y a decirle palabras sinceras cada día en oración. Por ejemplo, si hoy has dicho una mentira que ha pasado desapercibida para otras personas, pero te ha faltado valor para abrirte delante de todo el mundo, como mínimo, deberías plantearte los errores que has examinado y descubierto y las mentiras que has contado ante Dios para reflexionar sobre todo ello, y decir: “Oh, Dios, he vuelto a mentir para proteger mis propios intereses, y estaba equivocado. Te ruego que me disciplines si vuelvo a mentir”. Dios se muestra encantado con esa postura y quedará en Su recuerdo. Puede que te suponga un denodado esfuerzo resolver este carácter corrupto de decir mentiras, pero no te preocupes, Dios está a tu lado. Te guiará y te ayudará a superar esta dificultad recurrente, proporcionándote el coraje para que pases de no reconocer nunca tus mentiras a hacerlo y ser capaz de revelarte abiertamente. No solo reconocerás tus mentiras, sino que también podrás revelar abiertamente por qué mientes, y la intención y los motivos detrás de tus mentiras. Cuando tengas el coraje para romper esta barrera, para romper la jaula y el control de Satanás, y alcanzar de manera paulatina un punto en el que ya no vuelvas a mentir, poco a poco llegarás a vivir en la luz, bajo la guía y bendición de Dios. Cuando rompas esa barrera de control carnal y seas capaz de someterte a la verdad, revelarte abiertamente, declarar en público tu posición y no tener reservas, estarás liberado y libre. Cuando vivas de este modo, no solo le vas a gustar a la gente, sino que Dios también estará complacido. Aunque puede que a veces cometas errores y cuentes mentiras, y a veces puede que sigas teniendo intenciones personales, motivos ocultos, o conductas y pensamientos egoístas y despreciables, serás capaz de aceptar el escrutinio de Dios, de revelar tus intenciones, tu estado actual y tus actitudes corruptas ante Él y de buscar la verdad que viene de Dios. Cuando hayas entendido la verdad, entonces tendrás una senda de práctica. Cuando tu senda de práctica sea la correcta y te muevas en la dirección adecuada, tu futuro será maravilloso y resplandeciente. De este modo, vivirás con paz en el corazón, tendrás nutrido el espíritu y te sentirás realizado y gratificado. Si no puedes liberarte del control de la carne, si sucumbes de un modo constante a las emociones, los intereses personales y las filosofías satánicas, si hablas y actúas de manera reservada y siempre te escondes en las sombras, entonces estás viviendo bajo el poder de Satanás. Sin embargo, si entiendes la verdad, te liberas del control de la carne y practicas la verdad, poco a poco llegarás a poseer semejanza humana. Serás franco y directo en tus palabras y acciones, y podrás revelar tus opiniones, ideas y los errores que has cometido, permitiendo que todo el mundo los vea con claridad. Al final, reconocerán que eres una persona transparente. ¿Y qué es una persona transparente? Es alguien que habla con excepcional honestidad, a quien todo el mundo cree sincero en sus palabras. Aunque mienta o diga algo equivocado sin tener intención, se le perdona, sabiendo que fue sin pretenderlo. Si se da cuenta de que ha mentido o ha dicho algo equivocado, se disculpa y rectifica. Eso es una persona transparente. Se trata de alguien que gusta a todo el mundo, todos confían en ella. Debes alcanzar este nivel para ganarte la confianza de Dios y la de los demás. No es una tarea simple, se trata del nivel más alto de dignidad que puede poseer una persona. Alguien así se respeta a sí mismo. Si no eres capaz de ganarte la confianza de otras personas, ¿cómo esperas ganarte la de Dios? Hay individuos que llevan vidas deshonrosas, inventan mentiras constantemente y abordan las tareas de manera descuidada y superficial. No tienen el menor sentido de la responsabilidad, se niegan a ser podados y tratados, siempre recurren a argumentos engañosos y no son del agrado de nadie con quien se encuentran. Viven sin ningún sentido de la vergüenza. ¿Acaso se les puede considerar seres humanos? Aquellos a los que los demás perciben como detestables y carentes de fiabilidad han perdido por completo su humanidad. Si nadie puede depositar en ellos su confianza, ¿puede Dios confiar en ellos? Si despiertan antipatía en los demás, ¿pueden agradarle a Dios? Dios detesta y está harto de esas personas, y es inevitable que sean descartados. Como ser humano, uno debe ser honesto y honrar los propios compromisos. Ya estén las acciones que uno desempeñe destinadas a los demás o a Dios, debe mantener su palabra. Cuando alguien se ha ganado la confianza de la gente y puede satisfacer y reafirmar a Dios, entonces es una persona relativamente honesta. Si eres de fiar en tus acciones, no solo les gustarás a los demás, sino que no cabe duda de que le vas a gustar también a Dios. Al ser un individuo honesto, puedes complacer a Dios y vivir con dignidad. Por tanto, la honestidad debe ser la base de la propia conducta.

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A menudo existen intenciones detrás de las mentiras de las personas, pero algunas mentiras no esconden ninguna intención ni se planean a propósito. En cambio, salen con naturalidad. Tales mentiras son fáciles de resolver, las complicadas son las que tienen intenciones detrás. Esto se debe a que esas intenciones provienen de la propia naturaleza y representan las artimañas de Satanás, además de ser intenciones que la gente elige por propia voluntad. Si alguien no ama la verdad, será incapaz de rebelarse contra la carne, así que debe orar a Dios y confiar en Él, y buscar la verdad para resolver el problema. Sin embargo, la mentira no se puede resolver por completo y de una vez. Habrá recaídas ocasionales, incluso varias. Es una situación normal, y mientras resuelvas todas y cada una de las mentiras que cuentes y estés al día, entonces llegará el momento en el que las hayas resuelto todas. La resolución de mentir es una guerra prolongada. Cuando te surja una mentira, reflexiona sobre ti mismo y luego ora a Dios. Cuando te salga otra, reflexiona sobre ti mismo y vuelve a orarle a Dios. Mientras más le ores a Dios, más odiarás tu carácter corrupto y más anhelarás practicar la verdad y vivir según ella. Así, tendrás la fuerza para abandonar las mentiras. Al cabo de un tiempo de tanta experiencia y práctica, serás consciente de que tus mentiras han disminuido mucho, de que vives con mucha más tranquilidad y de que ya no necesitas mentir ni encubrir tus mentiras. Aunque no hables mucho en el día a día, cada frase te saldrá del corazón y será verdadera, con muy pocas mentiras. ¿Qué se sentirá vivir así? ¿No resultará libertador y emancipador? Tu carácter corrupto no te limitará y ya no estarás atado a él, y al menos empezarás a ver los resultados de ser una persona honesta. Por supuesto, cuando te encuentres en circunstancias especiales, puede que a veces se te escape una pequeña mentira. Puede haber ocasiones en las que te topes con peligros o problemas de algún tipo, o quieras mantener tu seguridad, y en esos momentos es inevitable mentir. Aun así, debes reflexionar sobre ello, comprenderlo y resolver el problema. Debes orar a Dios y decirle: “Todavía sigue habiendo mentiras y artimañas en mí. Que Dios me salve de mi carácter corrupto de una vez por todas”. Cuando uno está ejerciendo intencionadamente la sabiduría, no cuenta como una revelación de corrupción. Esto es lo que uno debe experimentar para ser una persona honesta. De esta forma, tus mentiras serán cada vez más escasas. Hoy dices diez mentiras, mañana tal vez sean nueve, pasado mañana ocho. Después solo serán dos o tres. Cada vez dirás más la verdad, y tu práctica de ser una persona honesta se acercará cada vez más a las intenciones de Dios, a Sus requisitos y Sus estándares; ¡y qué bueno será eso! Para practicar la honestidad, debes tener una senda y un objetivo. Resuelve primero el problema de decir mentiras. Debes conocer la esencia que hay detrás de que digas esas mentiras. Debes además diseccionar qué intenciones y motivos te impulsan a decirlas, por qué tienes tales intenciones y cuál es su esencia. Cuando hayas aclarado todos estos temas, habrás comprendido a fondo los problemas de mentir, y cuando te suceda algo, tendrás principios de práctica. Si continúas con tal práctica y experiencia, entonces seguramente verás resultados. Un día dirás: “Resulta fácil ser honesto. ¡Ser falso es agotador! Ya no quiero ser una persona falsa, teniendo siempre que pensar qué mentiras decir y cómo encubrirlas. Es como ser una persona con una enfermedad mental, que se contradice cuando habla, alguien que no merece ser llamado ‘humano’. Esta clase de vida es muy agotadora y no quiero vivir más así”. En ese momento, tendrás la esperanza de ser realmente honesto, lo cual demostrará que has empezado a realizar progresos para ser una persona honesta. Es un avance. Por supuesto, algunos de vosotros, tras empezar a practicar, os avergonzaréis después de decir palabras honestas y exponeros. Se te pondrá la cara roja, te sentirás avergonzado y temerás que los demás se rían de ti. ¿Qué debes hacer entonces? Aun así, debes orar a Dios y pedirle que te dé fuerza. Dices: “Oh, Dios, quiero ser una persona honesta, pero temo que la gente se ría de mí al decir la verdad. Te pido que me salves de las ataduras de mi carácter satánico; permíteme vivir según Tus palabras, y ser libre y liberado”. Cuando ores de esta forma, habrá mucha más luminosidad en tu corazón y te dirás: “Es bueno poner esto en práctica. Hoy he practicado la verdad. Al fin, por una vez, he sido una persona honesta”. Conforme ores así, Dios te esclarecerá. Obrará en tu corazón y te conmoverá, permitiéndote comprender cómo es sentirse una persona honesta. Así es como debe ponerse en práctica la verdad. Al principio no tendrás ninguna senda, pero a través de la búsqueda de la verdad encontrarás una. Cuando la gente empieza a buscar la verdad, no necesariamente tiene fe. No tener una senda es duro para la gente, pero una vez que entienden la verdad y tienen una senda de práctica, sus corazones encuentran gozo en ella. Si son capaces de practicar la verdad y actuar de acuerdo con los principios, sus corazones encontrarán consuelo, y obtendrán libertad y emancipación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta

En última instancia, la manera más sencilla de hacerlo es decir simplemente las cosas como son, hablar con franqueza y atenerse a los hechos. Como dijo el Señor Jesús: “Sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’” (Mateo 5:37). Para ser una persona honesta se debe practicar de acuerdo con este principio; cuando lleves unos años haciéndolo, sin duda verás los resultados. ¿Cómo practicáis la honestidad ahora? (No tergiversando las palabras ni engañando a los demás). ¿Qué quiere decir “no tergiversar”? Significa que no hay mentira en tus palabras, ni motivaciones ni intereses personales. Si albergas en tu corazón engaño o intereses y motivaciones personales, las mentiras saldrán de ti con naturalidad. Si en tu corazón no hay engaño ni intereses y motivaciones personales, la tergiversación y la mentira estarán ausentes de tus palabras y lograrás que tu hablar sea “‘Sí, sí’ o ‘No, no’”. El paso crucial es purificar el corazón. Una vez que el corazón esté purificado, la arrogancia y la falsedad se corregirán. Para ser una persona honesta se tiene que poner fin a las tergiversaciones; cuando se ha conseguido, será fácil serlo. ¿Cuesta ser una persona honesta? No. No importa cuál sea tu estado interno o cuáles tus actitudes corruptas, debes practicar la verdad de la honestidad. Primero debes subsanar el problema de mentir; eso es esencial. Para empezar, cuando hables, debes tratar de decir lo que piensas, la verdad, explicar las cosas tal como son y abstenerte por completo de mentir. No debe salir de ti ninguna palabra tergiversada y tienes que asegurarte de que todo lo que digas, durante todo el día, sea veraz y honesto. Si lo haces, practicarás la verdad y la honestidad. Si descubres que brotan de ti mentiras o tergiversaciones, detente enseguida a reflexionar y disecciona y comprende las razones que te llevan a mentir, qué te impulsa a hacerlo. Después, basándote en las palabras de Dios, disecciona el problema principal y fundamental. Una vez que sepas con claridad qué provoca que mientas, podrás rebelarte contra ese carácter satánico en tus palabras y acciones. Ya no recurrirás a la mentira ante situaciones parecidas y podrás hablar conforme a la realidad y dejar de decir palabras falaces. Así, tu espíritu se liberará y será libre, y podrás vivir ante Dios. Si eres capaz de vivir de conformidad con las palabras de Dios, vives en la luz. Pero si constantemente caes en la falsedad, maquinas y conspiras, te escondes como un ladrón entre las sombras y actúas con secretismo, no te atreverás a vivir ante Dios. Como tienes motivos ocultos, siempre quieres engañar a los demás para conseguir tus propios objetivos y tu corazón alberga demasiadas cosas vergonzosas e inconfesables, constantemente intentas ocultarlas y esconderlas, disimularlas y enmascararlas. Pero esas cosas no pueden esconderse eternamente. Tarde o temprano saldrán a la luz. Una persona que tiene motivaciones ocultas es incapaz de vivir en la luz. Si no reflexiona, se disecciona en profundidad y se desnuda, no podrá liberarse del yugo y de las ataduras de su carácter corrupto. Seguirá atrapada en una vida de pecado, incapaz de desligarse de ella. En definitiva, sea cual sea la situación, no debes mentir. Si sabes que mentir no está bien, que contradice la verdad, y aun así insistes en mentir y engañar e incluso te inventas cosas para tapar los hechos, la situación real, para así despistar a los demás, entonces actúas indebidamente a sabiendas. Una persona así no puede alcanzar la salvación de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La senda para corregir un carácter corrupto

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