21. Cómo resolver el problema de trabajar según la voluntad propia
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece inalterado no pueden servir nunca a Dios. Si tu carácter no ha sido juzgado ni castigado por las palabras de Dios, entonces tu carácter aún representa a Satanás, lo que prueba que sirves a Dios por tus propias buenas intenciones, que tu servicio está basado en tu naturaleza satánica. Tú sirves a Dios con tu temperamento natural y de acuerdo con tus preferencias personales. Es más, siempre piensas que las cosas que estás dispuesto a hacer son las que deleitan a Dios, y que las cosas que no deseas hacer son las que son odiosas para Dios; obras totalmente según tus propias preferencias. ¿Puede esto llamarse servir a Dios? En última instancia, tu carácter de vida no cambiará ni un ápice; más bien, tu servicio te volverá incluso más obstinado, haciendo así que se arraigue profundamente tu carácter corrupto, y de esta manera, desarrollarás reglas en tu interior sobre el servicio a Dios que se basan principalmente en tu propio temperamento, y experiencias derivadas de tu servicio según tu propio carácter. Estas son las experiencias y lecciones del hombre. Es la filosofía del hombre para los asuntos mundanos. Las personas como estas se pueden clasificar como fariseos y funcionarios religiosos. Si nunca despiertan y se arrepienten, seguramente se convertirán en los falsos Cristos y los anticristos que desorientan a las personas en los últimos días. Los falsos Cristos y los anticristos de los que se habló surgirán de entre esta clase de personas. Si aquellos que sirven a Dios siguen su propio temperamento y actúan en base a su propia voluntad, corren el riesgo de ser expulsados en cualquier momento. Aquellos que aplican sus muchos años de experiencia adquirida al servicio a Dios con el fin de ganarse el corazón de los demás para sermonearlos, constreñirlos y enaltecerse a sí mismos, y que nunca se arrepienten, nunca confiesan sus pecados, nunca renuncian a los beneficios de su posición; estas personas caerán delante de Dios. Son de la misma especie que Pablo, presumen de su primacía y hacen alarde de sus calificaciones. Dios no traerá a este tipo de personas a la perfección. Este servicio interrumpe la obra de Dios. Las personas siempre se aferran a lo viejo. Se aferran a las nociones del pasado, a todo lo de tiempos pretéritos. Este es un gran obstáculo para su servicio. Si no puedes desecharlas, estas cosas acabarán con tu vida entera. Dios no te elogiará en lo más mínimo; ni siquiera si te rompes las piernas mientras corres o si te quiebras la espalda a causa de tu labor, ni siquiera si eres martirizado en tu servicio a Dios. Muy por el contrario: Él dirá que eres un hacedor del mal.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La necesidad de depurar el servicio religioso
Algunas personas no se centran en buscar los principios-verdad mientras cumplen su deber; en vez de eso, confían en su propia voluntad para actuar. ¿Cuál es la manifestación más común que se ve en alguien que tiene ideas personales particularmente fuertes? Sin importar qué les suceda, primero calculan las cosas en su mente, sopesando todo lo que se les ocurre, y crean un plan detallado. Cuando sienten que no tiene fallas, practican enteramente conforme a su propia voluntad. El resultado es que su plan no puede adaptarse a los cambios, por lo que las cosas a veces salen mal. ¿Cuál es el problema? Las cosas suelen fallar cuando actuáis conforme a vuestra propia voluntad. Por eso, independientemente de lo que pase, todos deberíais sentaros y buscar la verdad juntos, orar a Dios y pedir Su guía. Con el esclarecimiento de Dios, las cosas que surgen de esa charla están llenas de luz y brindan un camino a seguir. Además, al encomendar los asuntos a Dios, elevar la mirada hacia Él, confiar en Él, dejar que os guíe, os cuide y os proteja, al practicar de esa manera, ganaréis más seguridad y no encontraréis problemas grandes. ¿Puede ser que las cosas que se les ocurren a las personas sean totalmente conformes a la realidad? ¿Pueden estar alineadas con los principios-verdad? Eso es imposible. Si no dependes de Dios ni miras a Él cuando cumples tu deber, y te limitas a hacer lo que te da la gana, entonces no importa lo inteligente que seas, siempre habrá momentos en los que falles. Las personas que son sentenciosas y arrogantes son propensas a seguir sus propias ideas, entonces ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? Las personas que tienen fuertes ideas personales se olvidan de Dios cuando llega el momento de actuar, se olvidan de la sumisión a Dios; solo cuando se bloquean y no han logrado nada, se les ocurre que no se han sometido a Dios y no Le han orado. ¿Qué problema es este? Esto es que no tienen a Dios en su corazón. Sus acciones indican que Dios está ausente en sus corazones, y que solo confían en sí mismos. Por lo tanto, ya sea que estés haciendo una obra en la iglesia, cumpliendo un deber, gestionando algunos asuntos externos u ocupándote de situaciones en tu vida personal, debe haber principios en tu corazón, debe haber un estado. ¿Qué estado? “Sea lo que sea, debo orar antes de que algo me suceda, debo someterme a Dios y debo someterme a Su soberanía. Todo está dispuesto por Dios y, cuando eso sucede, debo buscar Sus intenciones, debo tener esta mentalidad, no debo seguir mis propios planes”. Después de experimentar así durante algún tiempo, las personas se darán cuenta de que ven la soberanía de Dios en muchas cosas. Si siempre tienes tus propios planes, consideraciones, deseos, motivos egoístas y anhelos, entonces tu corazón se alejará involuntariamente de Dios, no verás la forma en que Dios actúa y, la mayoría de las veces, Dios estará oculto para ti. ¿Acaso no te gusta hacer las cosas según tus propias ideas? ¿No sigues tus propios planes? Crees que tienes cerebro, tienes estudios, tienes conocimientos, tienes los medios y la metodología para hacer las cosas, puedes hacerlas por ti mismo, eres bueno, no necesitas a Dios, así que Él dice: “Entonces, adelante, hazlo por tu cuenta y asume la responsabilidad de si va a salirte bien o no, a Mí no me importa”. Dios no te prestará ninguna atención. Cuando las personas siguen su propia voluntad de esta manera en su fe en Dios y creen como les viene en gana, ¿qué consecuencias hay? Nunca son capaces de experimentar la soberanía de Dios, nunca pueden ver Su mano, nunca pueden sentir la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden sentir la guía de Dios. ¿Y qué ocurrirá con el paso del tiempo? Su corazón se alejará cada vez más de Dios, y habrá efectos secundarios. ¿Qué efectos son estos? (El dudar y negar a Dios). No se trata solo de dudar y negar a Dios. Cuando Él no tiene cabida en el corazón de las personas y estas hacen lo que quieren a largo plazo, se creará un hábito: cuando les suceda algo, lo primero que harán será pensar en su propia solución, y actuar de acuerdo con sus propias intenciones, objetivos y planes; primero considerarán si esto es beneficioso para ellos; si lo es, lo harán, y si no, no lo harán. Para ellos lo habitual será tomar directamente esa senda. ¿Y cómo tratará Dios a estas personas si siguen actuando así, sin arrepentirse? Dios no les prestará ninguna atención y los hará a un lado. ¿Qué implica que sean hechos a un lado? Que Dios no los disciplinará ni les reprochará nada; se volverán cada vez más autocomplacientes, no tendrán juicio, castigo, disciplina o reprimenda, y mucho menos esclarecimiento, iluminación o guía. Eso es lo que significa ser hechos a un lado. ¿Cómo se siente una persona cuando Dios la hace a un lado? Su espíritu se vuelve sombrío, Dios no está a su lado, no tiene claridad en sus visiones ni una senda de acción, y se ocupa solo de asuntos ridículos. Así, a medida que el tiempo pasa, cree que la vida no tiene sentido y su espíritu está vacío; entonces es igual a los no creyentes y se va deteriorando cada vez más. Es una persona desdeñada por Dios.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Principios de práctica de la sumisión a Dios
Algunas personas, sin importar el problema al que se puedan enfrentar cuando llevan a cabo sus deberes, no buscan la verdad y siempre actúan de acuerdo con sus propios pensamientos, nociones, imaginaciones y deseos. Constantemente satisfacen sus propios deseos egoístas y su carácter corrupto siempre controla sus acciones. Puede parecer que siempre han cumplido con sus deberes, pero como nunca han aceptado la verdad, y son incapaces de hacer las cosas según los principios-verdad, al final no consiguen la verdad y vida, y se convierten en trabajadores dignos de ser llamados así. Así pues, ¿en qué confían estas personas en el cumplimiento de sus deberes? No confían ni en la verdad ni en Dios. Esa poca verdad que sí entienden no ha asumido la soberanía de su corazón: confían en sus propios dones y talentos, en el conocimiento que han adquirido, así como en su propia fuerza de voluntad o en sus buenas intenciones, para cumplir estos deberes. Y siendo este el caso, ¿serán capaces de cumplir con su deber según un estándar aceptable? Cuando las personas se basan en su naturalidad, sus nociones, sus imaginaciones, su experiencia y su educación para cumplir con el deber, aunque pueda parecer que están cumpliendo con él y que no cometen maldades, no están practicando la verdad, y no han hecho nada que sea satisfactorio para Dios. También hay otro problema que no se puede ignorar. Durante el desarrollo de tu deber, si tus nociones, imaginaciones y deseos personales nunca cambian y nunca son reemplazados con la verdad; y si tus acciones y tus actos nunca se realizan de acuerdo con los principios-verdad, entonces ¿cuál será el resultado final? No tendrás entrada en la vida, te convertirás en un trabajador, con lo que cumplirás así las palabras del Señor Jesús: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:22-23). ¿Por qué llama Dios malhechores a estas personas que realizan esfuerzo y trabajan? Hay un aspecto del que podemos estar seguros, y es que, independientemente de los deberes o la obra que hagan estas personas, sus motivaciones, ímpetus, intenciones y pensamientos surgen enteramente de sus deseos egoístas, y están completamente orientados a proteger sus propios intereses y perspectivas, y a satisfacer su propio orgullo, vanidad y estatus. Todo está centrado en estas consideraciones y cálculos, no existe la verdad en su interior, no tienen un corazón que tema y se someta a Dios: esta es la raíz del problema. En la actualidad, ¿qué es fundamental que busquéis? En todas las cosas, debes buscar la verdad, y debes cumplir con tu deber correctamente según las intenciones de Dios y lo que Él pide. Si lo haces, recibirás la aprobación de Dios. Entonces, ¿qué es lo que se necesita específicamente para cumplir con el deber de acuerdo con lo que Dios pide? En todo lo que hagas, debes aprender a orar a Dios, debes reflexionar sobre qué intenciones tienes, qué pensamientos, y si estas intenciones y pensamientos concuerdan con la verdad; si no lo hacen, deben dejarse de lado, tras lo cual debes actuar según los principios-verdad y aceptar el escrutinio de Dios. Así te asegurarás de poner en práctica la verdad. Si tienes tus propias intenciones y objetivos, y eres muy consciente de que estos vulneran la verdad y están de acuerdo con las intenciones de Dios, y aun así no le oras a Dios ni buscas la verdad para encontrar una solución, esto es peligroso, es fácil que cometas maldades y hagas cosas que se opongan a Dios. Si cometes maldades una o dos veces y te arrepientes, sigues teniendo esperanza de salvación. Si sigues cometiendo maldades, eres un hacedor de toda clase de maldades. Si a esta altura continúas sin arrepentirte, estás en problemas: Dios te dejará de lado o te abandonará, lo que significa que corres el riesgo de ser descartado; la gente que comete toda clase de actos malvados sin duda será castigada y descartada.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
¿Sabéis cuál es el mayor tabú en el servicio del hombre a Dios? Algunos líderes y obreros siempre quieren ser diferentes, estar por encima del resto, alardear y encontrar algunos nuevos trucos para que Dios vea cuán capaces son en verdad. Sin embargo, no se centran en entender la verdad ni en entrar en la realidad de las palabras de Dios. Esta es la manera más necia de actuar. ¿No es esta, acaso, la revelación de carácter arrogante? Algunos incluso dicen: “Si hago esto, seguro que Dios se sentirá feliz; le gustará. Esta vez voy a demostrárselo a Dios; le daré una buena sorpresa”. La “buena sorpresa” no importa. ¿Cuál es el resultado? La gente ve que las cosas que hacen estas personas son demasiado absurdas. No solo no aportan ningún beneficio a la obra de la casa de Dios, sino que son una pérdida de dinero, ya que causan pérdidas en las ofrendas a Dios, que no se deben usar como uno quiera; es un pecado desperdiciar las ofrendas a Dios. Estas personas acaban ofendiendo al carácter de Dios, el Espíritu Santo deja de obrar en ellas y son descartadas. Así pues, nunca jamás hagas impulsivamente lo que quieras. ¿Cómo puede ser que no tengas en cuenta el resultado? Cuando ofendes al carácter de Dios e infringes Sus decretos administrativos, y posteriormente eres descartado, no tendrás más que decir. Independientemente de tu intención, y de si lo haces o no de manera deliberada, si no entiendes el carácter de Dios ni Su voluntad, lo ofenderás fácilmente y correrás el riesgo de infringir Sus decretos administrativos; esto es algo de lo que todo el mundo debería protegerse. Una vez que has infringido los decretos administrativos de Dios o has ofendido a Su carácter, si se trata de algo sumamente grave, entonces Él no tendrá en cuenta si lo hiciste a propósito o sin querer. Debes ver claramente este asunto. Si no puedes entenderlo, entonces estás destinado a tener problemas. A la hora de servir a Dios, la gente quiere dar grandes pasos, hacer cosas fabulosas, expresar palabras magníficas, realizar un trabajo excepcional, mantener reuniones extraordinarias y ser unos líderes maravillosos. Si siempre tienes estas ambiciones elevadas, entonces infringirás los decretos administrativos de Dios; la gente que hace esto morirá rápidamente. Si no eres educado, devoto y prudente en tu servicio a Dios, entonces, antes o después, ofenderás a Su carácter.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Sin importar lo que hagas, primero debes entender por qué lo estás haciendo, qué intención es la que te dirige a hacer esto, cuál es el significado de que lo hagas, cuál es la naturaleza del asunto, y si lo que estás haciendo es algo positivo o negativo. Debes tener un entendimiento claro de todos estos asuntos; esto es muy necesario para que puedas actuar con principios. Si estás haciendo algo que se pueda calificar como cumplir con tu deber, entonces debes ponderar: ¿cómo debo cumplir bien con mi deber para no hacerlo solo de manera superficial? Debes orar y acercarte a Dios en esta cuestión. Orar a Dios tiene por fin buscar la verdad, el camino para practicar, Su intención y cómo satisfacerle. La oración está orientada a lograr estos efectos. Orarle a Dios, acercarte a Él y leer Sus palabras no son ceremonias religiosas o acciones externas. Se hace con el propósito de practicar de acuerdo con la verdad después de buscar la voluntad de Dios. Si siempre dices “gracias a Dios” cuando no has hecho nada, y quizás parezcas muy espiritual y perspicaz, pero si, cuando llega el momento de actuar haces lo que quieres, sin buscar la verdad en absoluto, entonces este “gracias a Dios” no es más que un mantra, una falsa espiritualidad. Al cumplir con tu deber, siempre debes pensar: “¿cómo debo cumplir con este deber? ¿Cuál es la voluntad de Dios?”. Orarle a Dios y acercarte a Él a fin de buscar los principios y las verdades para tus acciones, buscando la voluntad de Dios en tu interior, y no alejándote de Sus palabras ni de los principios verdad en nada de lo que hagas; solo alguien así cree realmente en Dios, todo esto es inalcanzable para las personas que no aman la verdad. Hay muchas personas que siguen sus propias ideas, hagan lo que hagan, y que consideran las cosas en términos altamente simplistas, y no buscan la verdad. Hay una ausencia total de principios y en su interior no piensan en cómo actuar conforme a lo que Dios les pide, o de un modo que lo satisfaga, y lo único que saben hacer es seguir su propia voluntad con terquedad. Dios no tiene lugar en el corazón de esta gente. Algunos dicen: “Solo oro a Dios cuando enfrento dificultades, pero no parece que esto tenga ningún efecto; así que, en general, cuando ahora me pasan cosas, ya no oro a Dios, porque no sirve de nada”. Dios está totalmente ausente del corazón de tales personas. No buscan la verdad hagan lo que hagan en los momentos corrientes; solo siguen sus propias ideas. Pues bien, ¿existen principios en sus acciones? Sin duda que no. Lo ven todo en términos simples. Incluso cuando la gente comparte con ellos los principios verdad, no son capaces de aceptarlos, porque jamás ha habido principios en sus acciones, Dios no tiene lugar en su corazón y solo están ellos mismos en él. Creen que sus intenciones son buenas, que no están haciendo el mal, que no puede considerarse que aquellas vulneren la verdad; creen que actuar conforme a sus propias intenciones debería ser practicar la verdad, que actuar así es obedecer a Dios. De hecho, no buscan a Dios ni le oran sinceramente en este asunto, sino que, actuando por impulso, según sus propias intenciones fervientes, no están cumpliendo con su deber como Dios se lo pide, carecen de un corazón obediente a Dios y este deseo está ausente. Este es el mayor error en la práctica de la gente. Si crees en Dios pero Él no está en tu corazón, ¿no intentas engañarlo? ¿Y qué efecto puede tener semejante fe en Dios? ¿Qué es lo que puedes ganar? ¿Y qué sentido tiene tal fe en Dios?
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Al desempeñar tu deber, definitivamente no puedes guiarte por tus preferencias personales y hacer lo que te gustaría hacer, aquello que te cause felicidad o cualquier cosa que te haga quedar bien. Eso es actuar según tu propia voluntad. Si dependes de tus preferencias personales en el cumplimiento del deber, pensando que eso es lo que exige Dios, y que es lo que hará feliz a Dios, y si le impones a Él tus preferencias personales por la fuerza o si las practicas como si fueran la verdad, acatándolas como si fueran los principios-verdad, entonces ¿acaso no es eso un error? Eso no es cumplir con tu deber, y de esta forma no serás recordado por Dios. Algunas personas no entienden la verdad y no saben lo que significa cumplir bien con su deber. Les parece que se han esforzado y le han dedicado a ello el corazón, que se han rebelado contra su carne y han sufrido, entonces, ¿por qué nunca pueden cumplir con su deber de manera satisfactoria? ¿Por qué está Dios siempre insatisfecho? ¿Qué han hecho mal? Su error fue no buscar los requerimientos de Dios, y en su lugar actuar según sus propias ideas; esta es la razón. Tomaron sus propios deseos, preferencias y motivaciones egoístas como la verdad, y los trataron como si fueran lo que Dios amaba, como si fueran Sus estándares y requerimientos. Percibieron como verdad lo que creían correcto, bueno y maravilloso; eso es un error. De hecho, aunque la gente pueda pensar algunas veces que algo es correcto y que concuerda con la verdad, eso no significa necesariamente que concuerde con las intenciones de Dios. Mientras más correcto lo consideren, más cautos deben ser y más han de buscar la verdad para comprobar si lo que piensan cumple con los requerimientos de Dios. Si precisamente contradice Sus requerimientos y Sus palabras, entonces es inaceptable incluso si piensas que es lo correcto, no es más que un pensamiento humano y no concuerda con la verdad, por muy correcto que creas que es. Lo correcto o incorrecto que sea algo debe venir determinado en base a las palabras de Dios. Da igual lo correcto que creas que es algo, es incorrecto a menos que tenga como base las palabras de Dios, así que debes descartarlo. Solo es aceptable cuando concuerda con la verdad, y tu cumplimiento del deber solo puede estar a la altura del estándar si defiendes de esta manera los principios-verdad. ¿Qué es pues el deber? Es una comisión que Dios les ha confiado a las personas, es parte de la obra de la casa de Dios, y es una responsabilidad y obligación que debería estar a cargo de cada uno de los escogidos de Dios. ¿Es el deber tu carrera? ¿Es un asunto familiar personal? ¿Es acertado decir que una vez que te han encargado un deber, este se convierte en tu asunto personal? No es así en absoluto. Entonces, ¿cómo debes cumplir con tu deber? Actuando en concordancia con las exigencias, las palabras y los estándares de Dios, y basando tu comportamiento en los principios-verdad en lugar de en unos deseos humanos subjetivos. Algunas personas dicen: “Una vez que se me ha encargado un deber, ¿acaso no es asunto mío? Mi deber es mi responsabilidad, ¿no es entonces asunto mío ese encargo? Si gestiono mi deber como un asunto propio, ¿no significa eso que lo haré bien? ¿Lo haría bien si no lo tratara como un asunto propio?”. ¿Son estas palabras acertadas o equivocadas? Son equivocadas, no están en consonancia con la verdad. El deber no es un asunto tuyo particular, es asunto de Dios, pertenece a Su obra, y debes hacerlo como Dios te pide; solo cumpliendo con tu deber con un corazón sumiso a Dios puedes estar a la altura del estándar. Si siempre cumples con tu deber según tus propias nociones y figuraciones, y según tus propias inclinaciones, así nunca vas a estar a la altura del estándar. Cumplir siempre con tu deber como te da la gana no es cumplir con tu deber, porque eso que haces no está en el ámbito de gestión de Dios, no es la obra de la casa de Dios. En vez de eso, vas por tu cuenta, haces tus propias tareas, y por tanto no es algo que Dios recuerde.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios verdad es posible cumplir bien con el deber
Algunos nunca buscan la verdad mientras cumplen con los deberes. Simplemente hacen lo que les place, actuando de acuerdo con sus fantasías y siempre arbitrarios e imprudentes. Es tan sencillo como que no caminan por la senda de práctica de la verdad. ¿Qué supone ser “arbitrario e imprudente”? Supone actuar ante un problema como creas conveniente, sin un proceso de reflexión o búsqueda. Nada de lo que diga cualquiera te toca el corazón o te hace cambiar de idea. Ni siquiera aceptas la verdad cuando te la comparten, te mantienes en tus propias opiniones, no escuchas cuando otras personas dicen algo correcto, crees que eres tú el que tiene razón y te aferras a tus propias ideas. Aunque tu pensamiento sea correcto, deberías tener también en consideración las opiniones de otras personas. Y si no haces esto en absoluto, ¿acaso no es eso ser extremadamente santurrón? A las personas que son extremadamente santurronas y obstinadas no les resulta fácil aceptar la verdad. Si haces algo mal y te critican, diciéndote: “¡No lo haces conforme a la verdad!”, tú respondes: “Aunque sea así, lo voy a hacer igualmente”, y entonces encuentras alguna razón para hacerles pensar que es lo correcto. Si te lo reprochan y dicen: “Que actúes así provoca trastornos, y dañará la obra de la iglesia”, tú no solo no escuchas, sino que además no dejas de poner excusas como: “Yo creo que es la manera adecuada, así que voy a hacerlo así”. ¿Qué carácter es este? (Arrogancia). Es arrogancia. Una naturaleza arrogante te convierte en obstinado. Si tienes una naturaleza arrogante, te comportarás de manera arbitraria e imprudente e ignorarás lo que dicen los demás. Entonces, ¿cómo corriges tu arbitrariedad e imprudencia? Supongamos que te ocurre algo y tienes tus propias ideas y planes. Antes de decidir qué hacer, debes buscar la verdad y debes al menos hablar con todos de lo que opinas y crees respecto a ese asunto, preguntarles si tus ideas son correctas y conformes a la verdad, y que lleven a cabo las comprobaciones por ti. Este es el mejor método para corregir la arbitrariedad y la imprudencia. En primer lugar, puedes aclarar tus puntos de vista y buscar la verdad, este es el primer paso a poner en práctica para resolver la arbitrariedad y la imprudencia. El segundo paso se produce cuando otros expresan opiniones contrarias: ¿cómo puedes practicar para evitar ser arbitrario e imprudente? Primero debes tener una actitud de humildad, dejar de lado lo que crees correcto y permitir que todos hablen. Aunque creas que lo que dices es correcto, no debes seguir insistiendo en ello. Esa es una suerte de paso adelante; demuestra una actitud de búsqueda de la verdad, de negarte a ti mismo y satisfacer las intenciones de Dios. Una vez que tienes esta actitud, a la vez que no te apegas a tus propias opiniones, debes orar, buscar la verdad proveniente de Dios y buscar un fundamento en Sus palabras; decidir cómo actuar según las palabras de Dios. Esta es la práctica más adecuada y precisa. Cuando buscas la verdad y planteas un problema para que todos compartan y busquen juntos, ahí es cuando el Espíritu Santo proporciona esclarecimiento. Dios da esclarecimiento a las personas de acuerdo con los principios, Él hace balance de su actitud. Si tú sigues en tus trece sin importar si tu punto de vista es adecuado o erróneo, Dios esconderá Su rostro de ti y te ignorará. Él te hará toparte contra un muro, te pondrá en evidencia y revelará tu feo estado. Si, por el contrario, tu actitud es correcta —ni empeñada en tener razón, ni santurrona, arbitraria e imprudente, sino una actitud de búsqueda y aceptación de la verdad, si hablas sobre esto con todos—, entonces el Espíritu Santo empezará a obrar entre vosotros, y quizá te guíe hacia la comprensión a través de las palabras de otra persona. A veces, cuando el Espíritu Santo te da esclarecimiento, te lleva a entender el quid de la cuestión con tan solo unas pocas palabras o frases, o proporcionándote una idea. En ese instante te das cuenta de que todo aquello a lo que te aferras está equivocado y justo entonces comprendes la forma más correcta de actuar. A esas alturas, ¿no has tenido éxito a la hora de evitar hacer el mal y al mismo tiempo cargar con las consecuencias de un error? ¿Acaso no es esto la protección de Dios? (Sí). ¿Cómo se logra eso? Esto solo se consigue cuando tienes un corazón temeroso de Dios, y cuando buscas la verdad con un corazón sumiso. Una vez que has recibido el esclarecimiento del Espíritu Santo y has determinado los principios de práctica, esta concordará con la verdad, y serás capaz de satisfacer las intenciones de Dios. […] Si tu actitud es la de insistir obstinadamente, negar la verdad, rechazar las sugerencias ajenas, no buscar la verdad, tener fe solo en ti mismo, y hacer solo lo que tú quieres, si esta es tu actitud independientemente de lo que Dios haga o pida, ¿cuál es Su reacción? Dios no te presta atención, te deja de lado. ¿Acaso no eres obstinado? ¿No eres arrogante? ¿No crees que siempre tienes la razón? Si careces de sumisión, si jamás buscas, si tu corazón está totalmente cerrado y se resiste a Dios, entonces Él no te presta atención. ¿Por qué Dios no te presta atención? Porque si tu corazón está cerrado a Él, ¿puedes aceptar Su esclarecimiento? ¿Puedes sentir cuando Dios te reprocha? Cuando las personas son intransigentes, cuando aflora su naturaleza satánica y brota su brutalidad, no sienten nada de lo que hace Dios, no sirve de nada; así que Él no hace obra inútil. Si tienes tal actitud obstinadamente antagonista, lo único que hace Dios es mantenerse oculto de ti; Él no hace cosas superfluas. Cuando eres así de obstinadamente antagonista y así de cerrado, Dios jamás haría nada a la fuerza en ti, ni te forzaría a hacer nada, nunca seguiría intentando conmoverte y esclarecerte, una y otra vez; Dios no actúa así. ¿Por qué no actúa Dios de esta forma? Principalmente porque Él ha observado cierto tipo de carácter en ti, cierta brutalidad que siente aversión por la verdad y es inmune a la razón. ¿Y crees que la gente puede controlar a un animal salvaje cuando brota su brutalidad? ¿Sirve de algo gritarle y chillar? ¿Tiene alguna utilidad razonar con él o intentar tranquilizarlo? ¿Se atreve la gente a acercarse a él? Existe una forma adecuada de describirlo: es inmune a la razón. Cuando aflora tu brutalidad y eres inmune a la razón, ¿qué hace Dios? Dios no te presta atención. ¿Qué más ha de decirte Dios cuando eres inmune a la razón? Decir algo más es inútil. Y cuando Dios no te presta atención, ¿eres bendecido o sufres? ¿Recibes beneficios o pierdes algo? Sin duda que pierdes. ¿Y quién lo causó? (Nosotros). Tú lo causaste. Nadie te obligó a actuar así, pero de todos modos te sientes mal. ¿No te causaste esto a ti mismo? Dios no te presta atención, no puedes sentir a Dios, hay oscuridad en tu corazón y tu vida está en riesgo; y te causaste esto a ti mismo, te lo mereces.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
El mayor obstáculo para practicar la verdad es cuando la propia voluntad es demasiado grande y se antepone a todo lo demás, es decir, cuando antepones el propio interés, la propia reputación y el estatus al resto de cosas. Por eso tales personas siempre se muestran obstinadas cuando surgen asuntos, y hacen cualquier cosa que les beneficie personalmente, sin ninguna consideración de los principios de la verdad. Siempre se aferran a sus propias ideas. ¿Qué significa aferrarse a las propias ideas? Significa determinar: “Si quieres esto, yo quiero aquello. Si quieres lo tuyo, insistiré en lo mío”. ¿Es esto una muestra de sumisión? (No). Esto no es buscar la verdad en absoluto, sino insistir en tu propia manera de proceder. Es un carácter arrogante y una muestra de irracionalidad. Si, un día, eres capaz de darte cuenta de que tus preferencias y determinaciones son contrarias a la verdad; si eres capaz de renegar y de calarte a ti mismo, de dejar de creer en ti, y después de eso dejas poco a poco de hacer las cosas a tu manera o de definirlas ciegamente, sino que eres capaz de buscar la verdad, de orar a Dios y de apoyarte en Él, entonces esa es la práctica correcta. Antes de confirmar qué tipo de práctica se ajusta a la verdad, debes buscar. Eso es lo absolutamente correcto, es lo que debe hacerse. Si esperas a ser tratado y podado para buscar, es un proceso un poco pasivo, y es probable que retrase las cosas. Aprender a buscar la verdad es fundamental. ¿Cuáles son los beneficios de buscar la verdad? En primer lugar, se puede evitar seguir la propia voluntad y actuar con precipitación; en segundo lugar, se pueden evitar los brotes de corrupción y las malvadas consecuencias; en tercer lugar, se puede aprender a esperar y ser paciente, y evitar que se produzcan errores percibiendo las cosas con claridad y precisión. Todo esto se consigue buscando la verdad. Cuando aprendas a buscar la verdad en todas las cosas, descubrirás que nada es sencillo, que si no estás atento y no te esfuerzas, harás las cosas mal. Después de formarte así durante un tiempo, estarás más maduro y curtido cuando te ocurran cosas. Tu actitud será más flexible y moderada, y en lugar de ser impulsivo, atrevido y competitivo, serás capaz de buscar la verdad, practicarla y someterte a Dios. Entonces, se resolverá el problema de tus brotes de carácter corrupto. Te resultará fácil someterte, pues en realidad no es tan difícil. Al principio puede serlo, pero eres capaz de ser paciente, esperar y seguir buscando la verdad hasta que resuelvas ese problema. Si siempre quieres tomar tus propias decisiones cuando te suceden cosas, y siempre ofreces justificaciones e insistes en tus propias ideas, esto se volverá bastante problemático. Se debe a que las cosas sobre las que insistes no son positivas y se encuadran en tu carácter corrupto. Todas estas cosas son brotes de un carácter corrupto, así que, en tales circunstancias, aunque desees buscar la verdad, serás incapaz de practicarla, y aunque desees orarle a Dios, solo actuarás por inercia. Si alguien comunicara contigo sobre la verdad y pusiera al descubierto lo adulterado de tus intenciones, ¿cómo harías una elección? ¿Podrías someterte fácilmente a la verdad? Para ti sería muy agotador someterte en ese momento, y serías incapaz de hacerlo. Desobedecerías e intentarías ofrecer justificaciones. Dirías: “Mis decisiones son por el bien de la casa de Dios. No son erróneas. ¿Por qué me sigues pidiendo que me someta?”. ¿Ves cómo serías incapaz de someterte? Y aparte de eso, también te resistirías; ¡es una transgresión deliberada! ¿No es esto extremadamente problemático? Cuando alguien comunica contigo acerca de la verdad, si eres incapaz de aceptarla e incluso transgredes a sabiendas, desobedeciendo y resistiéndote a Dios, entonces tienes un problema serio. Corres el riesgo de que Dios te exponga y te expulse.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La sumisión a Dios es una lección fundamental para alcanzar la verdad
En su trabajo, los líderes y obreros de la iglesia deben prestar atención a dos principios: uno es realizar su trabajo exactamente según los principios estipulados en los arreglos de la obra, nunca violar esos principios ni basar su trabajo en nada que pudieran imaginar o en sus propias ideas. En todo lo que hagan deben mostrar interés por la obra de la iglesia y siempre poner los intereses de la casa de Dios primero. Otra cosa, que es la más crucial, es que en todas las cosas se deben enfocar en seguir la guía del Espíritu Santo y hacer todo estrictamente siguiendo las palabras de Dios. Si siguen pudiendo ir en contra de la guía del Espíritu Santo, o si siguen tercamente sus propias ideas y hacen las cosas de acuerdo con su propia imaginación, entonces sus acciones constituirán una resistencia muy seria contra Dios. Con frecuencia, darle la espalda al esclarecimiento y a la guía del Espíritu Santo sólo conducirá a un callejón sin salida. Si pierden la obra del Espíritu Santo, entonces no podrán trabajar, y si se las arreglan para trabajar de alguna manera, no lograrán nada. Estos son los dos principios fundamentales que deben acatar los líderes y obreros mientras trabajan: uno es llevar a cabo su trabajo exactamente de acuerdo con los arreglos de obra de lo Alto, así como actuar de acuerdo con los principios que han sido presentados por lo Alto; el otro es seguir la guía del Espíritu Santo que está dentro de ellos. Una vez captados estos dos principios, no tenderán tanto a cometer errores en su trabajo. Vuestra experiencia en la realización del trabajo de la iglesia sigue siendo limitada, y vuestro trabajo está muy adulterado por vuestras propias ideas. En ocasiones, tal vez no entendáis el esclarecimiento o la dirección del Espíritu Santo de vuestro interior; en otras ocasiones, parecéis entenderlo, pero es probable que lo ignoréis. Siempre imagináis o deducís de un modo humano, haciendo lo que os parece adecuado sin preocuparos en absoluto por las intenciones del Espíritu Santo. Abordáis vuestro trabajo únicamente según vuestras propias ideas, dejáis de lado el esclarecimiento del Espíritu Santo. Este tipo de situaciones ocurren con frecuencia. La dirección interna del Espíritu Santo no es trascendental. En realidad, es muy normal. Es decir, en lo profundo de tu corazón te parece que esta es una forma correcta de actuar, y que es la mejor. Esta idea está bastante clara; no surge de la reflexión, y a veces no entiendes por completo por qué deberías actuar de esta manera. A menudo, esto no es más que el esclarecimiento del Espíritu Santo. Esto les ocurre con mayor frecuencia a las personas con experiencia. El Espíritu Santo te guía a hacer lo que es más apropiado. No es algo en lo que pienses, más bien es una sensación en tu corazón que te hace darte cuenta de que esa es la mejor manera de hacerlo, y te gusta hacerlo así sin saber por qué. Puede que esto provenga del Espíritu Santo. Las propias ideas suelen surgir del pensamiento y la consideración y están todas adulteradas por la propia voluntad. Siempre piensan en qué beneficio y ventaja les supone, cada uno de los actos que deciden hacer los humanos contiene estos aspectos. Sin embargo, la dirección del Espíritu Santo no contiene, en modo alguno, tales adulteraciones. Es necesario prestar cuidadosa atención a la dirección o al esclarecimiento del Espíritu Santo; en las cuestiones claves, en particular, debes tener cuidado con el fin de captarlas. Lo más probable es que las personas a las que les gusta usar el cerebro, a las que les gusta actuar siguiendo sus propias ideas, se pierdan esta guía o esclarecimiento. Los líderes y obreros adecuados son personas que poseen la obra del Espíritu Santo, que están atentos a ella en todo momento, que obedecen al Espíritu Santo, tienen un corazón temeroso de Dios, son considerados con Su voluntad y persiguen incansablemente la verdad. Para satisfacer a Dios y dar testimonio de Él correctamente, debes reflexionar a menudo sobre tus propias motivaciones y adulteraciones en el cumplimiento de tu deber, y después intentar ver cuánto de la obra está motivado por las ideas humanas, cuánto ha nacido del esclarecimiento del Espíritu Santo y cuánto está en armonía con las palabras de Dios. Debes reflexionar de forma constante, y en todas las circunstancias, sobre si tus palabras y tus actos se ajustan a la verdad. Practicar con frecuencia de esta manera te pondrá en la senda correcta de servir a Dios.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
En el proceso de la experiencia de la vida, no importa lo que suceda, debes aprender a buscar la verdad, y reflexionar a fondo sobre el asunto de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Cuando sepas cómo hacer las cosas que están completamente acordes con la voluntad de Dios, serás capaz de dejar de lado las que provienen de tu propia voluntad. Una vez que sepas cómo actuar de acuerdo con la voluntad de Dios, simplemente debes actuar de esa manera, como si fueras con la corriente. Hacer las cosas de esta manera parece muy relajado y fácil, y así es como la gente que entiende la verdad hace las cosas. Si puedes mostrar a la gente que eres realmente eficaz cuando cumples con tu deber, y que hay principios en tu forma de hacer las cosas, que tu carácter de vida ha cambiado realmente, que has hecho muchas cosas buenas por los escogidos de Dios, entonces eres alguien que entiende la verdad, y ciertamente tienes la imagen del hombre; y por supuesto, se produce un efecto en cómo comes y bebes las palabras de Dios. Una vez que alguien entiende realmente la verdad, será capaz de discernir sus diversos estados, será capaz de ver claramente los asuntos complejos, y así sabrá cómo practicar de manera apropiada. Si una persona no entiende la verdad y no puede discernir su propio estado, entonces, si desea abandonarse a sí misma, no sabrá qué o cómo abandonar. Si quiere abandonar su propia voluntad, no sabrá qué hay de malo en su propia voluntad, pensará que esta se ajusta a la verdad, e incluso puede considerar su propia voluntad como el esclarecimiento del Espíritu Santo. ¿Cómo abandonará tal persona su propia voluntad? No podrá, y mucho menos abandonará la carne. Por tanto, cuando no entiendes la verdad, puedes confundir fácilmente las cosas que provienen de tu propia voluntad, las cosas que están alineadas con las nociones humanas y la propia bondad, con el propio amor, con el propio sufrimiento y con el propio pago de un precio como algo correcto y acorde con la verdad. ¿Cómo, entonces, podrías renunciar a estas cosas humanas? No entiendes la verdad y no sabes lo que significa practicarla. Estás completamente en la oscuridad y no puedes saber qué hacer, así que solo puedes hacer lo que crees que es bueno, y en consecuencia, te desvías en algunas cosas. Algunas de ellas son por seguir las reglas, otras por el entusiasmo y otras por la perturbación de Satanás. Así son las personas que no entienden la verdad. Son muy erráticas cuando hacen las cosas, y se desvían inevitablemente, sin ninguna precisión. Las personas que no entienden la verdad ven las cosas de una manera absurda, al igual que los incrédulos. ¿Cómo podrían practicar la verdad? ¿Cómo podrían resolver los problemas? Comprender la verdad no es una cuestión sencilla. Por muy alto o bajo que sea el calibre de uno, incluso después de una vida de experiencia, la cantidad de verdad que puede entender es limitada, y la cantidad de la palabra de Dios que puede entender también lo es. Las personas que son relativamente más experimentadas son personas que entienden algunas verdades, y como mucho pueden dejar de hacer cosas que se oponen a Dios, y dejar de hacer cosas obviamente malvadas. Es imposible que actúen sin ninguna adulteración de sus propias intenciones. Como los seres humanos tienen un pensamiento normal y sus pensamientos no siempre se ajustan a la palabra de Dios, la adulteración de su propia voluntad es inevitable. Lo importante es tener discernimiento de todas las cosas que provienen de la propia voluntad y van en contra de la palabra de Dios, de la verdad y del esclarecimiento del Espíritu Santo. Esto requiere que te esfuerces en entender la palabra de Dios; solo cuando entiendas la verdad tendrás discernimiento, y solo entonces podrás asegurarte de no hacer el mal.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter
En términos sencillos, honrar a Dios por ser grande consiste en albergar a Dios en tu corazón, cavilar en Él con el corazón, no dejarse llevar en las cosas que uno hace y no intentar actuar por cuenta propia, sino permitir que Dios tome el mando. Se trata de pensar en todo momento: “Creo en Dios y sigo a Dios. No soy sino un pequeño ser creado que ha sido elegido por Él. Debo renunciar a las opiniones, las sugerencias y las decisiones que provienen de mi propia voluntad y dejar que Dios sea mi Amo. Dios es mi Señor, mi roca y la luz brillante que guía mis pasos en todo lo que hago. He de obrar según Sus palabras y Su voluntad, no ponerme a mí por delante”. Eso es lo que significa albergar a Dios en tu corazón. Cuando quieras hacer algo, no actúes llevado por un impulso o precipitadamente. Piensa primero qué dictan las palabras de Dios, si Él detestaría tus actos o si responden a Su voluntad. Formúlate preguntas en tu fuero interno, piensa y reflexiona; no seas imprudente. Ser imprudente significa ser impulsivo y actuar motivado por la impetuosidad y la voluntad humana. Si siempre te comportas de manera imprudente e impulsiva, eso demuestra que no llevas a Dios en el corazón. Así pues, cuando digas que honras a Dios por ser grande, ¿acaso no estarás pronunciando palabras vacías? ¿Dónde radica tu realidad? Careces de ella, y no puedes honrar a Dios por ser grande. Actúas como el señor de la casa en todos los asuntos, haciendo lo que te place en todo momento. En tal caso, ¿no es absurdo afirmar que tienes un corazón temeroso de Dios? Al pronunciar esas palabras estás engañando a la gente. Si una persona tiene un corazón temeroso de Dios, ¿cómo se manifiesta este realmente? Honrando a Dios por ser grande. La manifestación concreta de honrar a Dios por ser grande es que ocupa un lugar en su corazón: el más prominente. Estas personas permiten de corazón que Dios sea su Amo y ostente la autoridad, y cuando les ocurre algo, tienen un corazón sometido a Dios. No son imprudentes ni impulsivas, ni actúan impetuosamente, sino que son capaces de afrontar la situación con calma y callar ante Dios para buscar los principios-verdad. Que hagas las cosas según la palabra de Dios o tu propio albedrío, que se imponga tu voluntad o Su palabra, dependerá de si albergas a Dios en el corazón. Dices que llevas a Dios en el corazón, pero cuando te ocurre algo, actúas a ciegas, te permites tener la última palabra y dejas a Dios de lado. ¿Es así como se manifiesta un corazón que alberga a Dios? Hay personas que pueden orar a Dios cuando les ocurre algo, pero después siguen dándoles vueltas a las cosas, pensando: “Creo que debería hacer esto. O no, mejor hacer eso otro”. Sigues siempre tu propia voluntad y nunca escuchas a nadie, por mucho que comparta contigo. ¿No es así como se manifiesta la ausencia de un corazón temeroso de Dios? Como no buscas los principios-verdad y no practicas la verdad, cuando dices que honras a Dios por ser grande y que tienes un corazón temeroso de Dios, no son más que palabras vacías. Las personas que no llevan a Dios en el corazón y que son incapaces de honrarlo de tal modo no tienen un corazón temeroso de Dios. Las personas que no saben buscar la verdad cuando les ocurre algo y que no tienen un corazón sometido a Dios carecen de conciencia y razón. Quien en verdad posea estas dos características, cuando le ocurra algo, será capaz por naturaleza de buscar la verdad. Lo primero que debe pensar es: “Creo en Dios. He venido a buscar Su salvación. Como tengo un carácter corrupto, me considero siempre la única autoridad en todo lo que hago; voy siempre en contra de la voluntad de Dios. Debo arrepentirme. No puedo continuar rebelándome contra Él de esta manera. Debo aprender a ser sumiso con Dios. Debo buscar qué dictan Sus palabras y cuáles son los principios-verdad”. Esos son los pensamientos y las aspiraciones que surgen de la razón de la humanidad normal. Esos son los principios y la actitud que deberías observar a la hora de encarar cualquier acción. Cuando posees la razón de la humanidad normal, adquieres dicha actitud; cuando careces de la primera, también careces de la segunda. De ahí que sea tan crucial e importante el hecho de poseer la razón de la humanidad normal. Se relaciona directamente con que las personas comprendan la verdad y alcancen la salvación.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
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