24. Cómo resolver el problema de buscar fama, ganancia y estatus
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para podar vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: “Creemos en Dios, así que Él debe concedernos bendiciones y disponerlo todo para nosotros de forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y caprichosos. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aun, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca descenderá y que se va a mantener por encima del de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior solo uno o dos años, sino durante muchos más. Vuestro modo transaccional de pensar está exageradamente desarrollado. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando constantemente por investigarlo y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y se arruine vuestro nombre. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. […] Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea podada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser podada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?
Cada uno de vosotros ha subido a la cumbre de las multitudes; habéis ascendido a ser los antepasados de las masas. Sois extremadamente arbitrarios, y corréis frenéticamente entre todos los gusanos en busca de un lugar tranquilo y tratáis de devorar a los gusanos más pequeños que vosotros. Sois maliciosos y siniestros en vuestro corazón, e incluso superáis a los fantasmas que se han hundido en el fondo del mar. Vivís en lo hondo del estiércol, perturbáis a los gusanos de arriba abajo hasta que no tienen paz, y estos luchan entre sí durante un tiempo y después se calman. No conocéis vuestro propio estatus, y aun así peleáis entre vosotros en el estiércol. ¿Qué podéis conseguir de esa lucha? Si de verdad tuvierais un corazón temeroso de Mí, ¿cómo podríais pelear unos con otros a Mis espaldas? Independientemente de lo elevado que sea tu estatus, ¿acaso no sigues siendo un apestoso gusanito en el estiércol? ¿Serás capaz de hacer que te crezcan alas y convertirte en una paloma en el cielo?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cuando las hojas caídas regresen a sus raíces, lamentarás todo el mal que has hecho
El hombre nunca me ha amado sinceramente. Cuando lo exalto, se siente indigno, pero esto no hace que intente satisfacerme. Simplemente mantiene en sus manos la “posición” que le he dado y la analiza; insensible a Mi belleza, persiste en llenarse con los beneficios de su posición. ¿No es esta la deficiencia del hombre? Cuando las montañas se mueven, ¿podrían desviarse por causa de tu posición? Cuando las aguas fluyen, ¿podrían detenerse ante la posición del hombre? ¿Podría esta posición revertir los cielos y la tierra? Una vez fui misericordioso hacia el hombre, una y otra vez, pero nadie aprecia o valora esto. Simplemente lo escucharon como una historia o lo leyeron como una novela. ¿En verdad Mis palabras no tocan el corazón del hombre? ¿En verdad no tienen ninguna repercusión Mis declaraciones? ¿Podría ser que nadie cree en Mi existencia? El hombre no se ama a sí mismo; en cambio, se une a Satanás para atacarme y lo usa como un “activo” con el cual servirme. Yo penetraré todos los ardides engañosos de Satanás y evitaré que él desoriente a las personas de la tierra, de forma que no se opongan a Mí debido a su existencia.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 22
Independientemente de lo nobles que sean los ideales del hombre, de lo realistas que sean sus deseos o de lo adecuados que puedan ser, todo lo que el hombre quiere lograr, todo lo que busca está inextricablemente vinculado a dos palabras. Ambas son de vital importancia para la vida de cada persona y son cosas que Satanás pretende infundir en el hombre. ¿Qué dos palabras son? Son “fama” y “ganancia”. Satanás usa un tipo de método muy sutil, un método muy de acuerdo con las nociones de las personas, que no es radical en absoluto, a través del cual hace que las personas acepten sin querer su forma de vivir, sus normas de vida, y para establecer metas y una dirección en la vida y, sin saberlo, también llegan a tener ambiciones en la vida. Independientemente de lo grandes que estas ambiciones parezcan, están inextricablemente vinculadas a la “fama” y la “ganancia”. Todo lo que cualquier persona importante o famosa y, en realidad, todas las personas, siguen en la vida solo se relaciona con estas dos palabras: “fama” y “ganancia”. Las personas piensan que una vez que han obtenido la fama y la ganancia, pueden sacar provecho de ellas para disfrutar de un estatus alto y de una gran riqueza, y disfrutar de la vida. Piensan que la fama y ganancia son un tipo de capital que pueden usar para obtener una vida de búsqueda del placer y disfrute excesivo de la carne. En nombre de esta fama y ganancia que tanto codicia la humanidad, de buena gana, aunque sin saberlo, las personas entregan su cuerpo, su mente, todo lo que tienen, su futuro y su sino a Satanás. Lo hacen de manera sincera y sin dudarlo ni un momento, ignorando siempre la necesidad de recuperar todo lo que han entregado. ¿Pueden las personas conservar algún control sobre sí mismas una vez que se han refugiado en Satanás de esta manera y se vuelven leales a él? Desde luego que no. Están total y completamente controladas por Satanás. Se han hundido de un modo completo y total en un cenagal y son incapaces de liberarse a sí mismas. Una vez que alguien está atascado en la fama y la ganancia, deja de buscar lo que es brillante, lo recto o esas cosas que son hermosas y buenas. Esto se debe a que el poder seductor que la fama y la ganancia tienen sobre las personas es demasiado grande; se convierten en cosas que las personas persiguen durante toda su vida, y hasta por toda la eternidad sin fin. ¿No es esto verdad? […]
[…] Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que todas las personas solo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y harán cualquier juicio o decisión en nombre de la fama y la ganancia. De esta forma, Satanás ata a las personas con cadenas invisibles y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Sin saberlo, llevan estas cadenas y siempre avanzan con gran dificultad. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad evita a Dios y le traiciona, y se vuelve más y más perversa. De esta forma, entonces, se destruye una generación tras otra en medio de la fama y la ganancia de Satanás. Consideremos ahora las acciones de Satanás, ¿no son sus siniestros motivos completamente detestables? Tal vez hoy no podáis calar todavía sus motivos siniestros, porque pensáis que uno no puede vivir sin fama y ganancia. Creéis que, si las personas dejan atrás la fama y la ganancia, ya no serán capaces de ver el camino que tienen por delante ni sus metas, que su futuro se volverá oscuro, tenue y sombrío. Sin embargo, poco a poco, todos reconoceréis un día que la fama y la ganancia son grilletes monstruosos que Satanás usa para atar al hombre. Cuando llegue ese día, te resistirás por completo al control de Satanás y a los grilletes que Satanás usa para atarte. Cuando llegue el momento en que desees deshacerte de todas las cosas que Satanás ha inculcado en ti, romperás definitivamente con Satanás y detestarás verdaderamente todo lo que él te ha traído. Sólo entonces la humanidad sentirá verdadero amor y anhelo por Dios.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI
En todo lo que involucre la reputación, el estatus o una oportunidad de destacar —por ejemplo, cuando os enteráis de que la casa de Dios planea promover diversos tipos de individuos con talento—, el corazón de cada uno de vosotros salta de emoción y queréis haceros un nombre y poneros en el centro. Todos queréis pelear por el estatus y la reputación. Esto os avergüenza, pero os sentiríais mal si no lo hacéis. Sentís envidia, odio y se queja cuando veis que alguien sobresale, os parece injusto: “¿Por qué yo no puedo sobresalir? ¿Por qué siempre se llevan otros el foco? ¿Por qué no me toca nunca a mí?”. Y cuando sentís resentimiento, tratáis de reprimirlo, pero no podéis. Oráis a Dios y os sentís mejor un rato, pero cuando os encontráis nuevamente con este tipo de situación, seguís sin poder superarla. ¿No es esta una manifestación de una estatura inmadura? Cuando se sume la gente en semejantes estados, ¿no ha caído en la trampa de Satanás? Estos son los grilletes de la naturaleza corrupta de Satanás que atan a los humanos. Si la gente se ha deshecho de estas actitudes corruptas, ¿no se sentirá, entonces, libre y liberada? Piénsalo: para no verte atrapado en estos estados de competir por la fama y la ganancia, para liberarte de estos estados corruptos y librarte de la aflicción y de la esclavitud de la fama, la ganancia y el estatus, ¿qué verdades debes entender? ¿Qué realidades-verdad debes poseer para obtener libertad y liberación? Primero, debes ver que Satanás usa la fama, la ganancia y el estatus para corromper a la gente, atraparla, maltratarla, degradarla y sumirla en el pecado. Asimismo, la única manera de que la gente pueda renunciar y dejar de lado la fama, la ganancia y el estatus es aceptando la verdad. Dejar a un lado estas cosas es muy difícil para cualquiera, da igual que sean jóvenes o ancianos o creyentes nuevos o de hace mucho tiempo. Aunque alguna gente es introvertida y parece que no dicen mucho, en realidad albergan más dificultades en sus corazones que otros. Renunciar a la fama, la ganancia y el estatus es difícil para cualquiera, nadie puede sobreponerse a la tentación de estas cosas, los estados internos de las personas son todos iguales. Satanás ha corrompido al hombre sin usar más que la fama y la ganancia; varios miles de años de cultura tradicional han inculcado estas cosas en la gente. Por tanto, la naturaleza corrupta del hombre ama y busca la fama, la ganancia y el estatus, lo único que varía es la manera en la que las personas los buscan y lo expresan. Algunos nunca hablan y lo ocultan en su corazón, mientras que otros lo revelan en sus palabras. Algunos luchan por estas cosas, sin ningún tipo de escrúpulo, mientras que otros no luchan por ello, pero se quejan en privado, gruñen y rompen cosas. Aunque se manifiesten de manera diferente en cada persona, su naturaleza es exactamente la misma. Todos son seres humanos corruptos que se resisten a Dios. Si siempre te centras en la fama, la ganancia y el estatus, si valoras demasiado esas cosas, si ocupan tu corazón y si no estás dispuesto a renunciar a ellas, entonces te controlarán y estarás atado a ellas. Te convertirás en su esclavo y, al final, te arruinarán por completo. Debes aprender a dejar ir estas cosas y hacerlas a un lado, a recomendar a otros y permitirles sobresalir. No luches ni te apresures a sacar ventaja de oportunidades para sobresalir y destacar. Debes ser capaz de dejar de lado tales cosas, pero además no debes demorar el desempeño de tu deber. Sé una persona que trabaja en silencio y anonimato y que no alardea delante de los demás mientras lleva a cabo su deber con lealtad. Cuanto más dejes ir tu orgullo y estatus y más hagas a un lado tus intereses, más en paz te vas a sentir, más luz habrá en tu corazón y más mejorará tu estado. Cuanto más luches y compitas, más oscura se volverá tu condición. Si no me crees, ¡prueba a ver! Si quieres darle la vuelta a esta clase de estado corrupto y que estas cosas no te controlen, debes buscar la verdad y comprender claramente la esencia de tales cosas, y dejarlas de lado y abandonarlas. Si no, cuanto más luches, más oscuro se volverá tu corazón, más envidia y odio sentirás, y tu deseo de obtener estas cosas se hará más fuerte. Cuanto más fuerte sea tu deseo de obtenerlas, menos capaz serás de lograrlo, y tu odio aumentará cuando esto ocurra. A medida que tu odio aumente, te volverás más oscuro por dentro. Cuanto más oscuro seas por dentro, peor se volverá el cumplimiento de tu deber, y cuanto peor lleves a cabo tu deber, menos útil serás para la casa de Dios. Este es un círculo vicioso interconectado. Si nunca cumples bien con tu deber, serás descartado poco a poco.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción
En vez de buscar la verdad, la mayoría de la gente tiene sus propios planes mezquinos. Sus propios intereses, su imagen y el lugar o posición que ocupan en la mente de los demás tienen gran importancia para ellos. Estas son las únicas cosas que aprecian. Se aferran a ellas con mucha fuerza y las consideran como su propia vida. Y cómo los vea o los trate Dios tiene para ellos una importancia secundaria. Es algo que, de momento, ignoran. Lo único que les importa es si son el jefe del grupo, si otros los admiran y si sus palabras tienen peso. Su primera preocupación es la de ocupar esa posición. Cuando se encuentran en un grupo, casi todas las personas buscan este tipo de posición, este tipo de oportunidades. Si tienen un gran talento, por supuesto que quieren estar en lo más alto; si tienen una capacidad normal, querrán tener una posición superior en el grupo; y si están en una posición baja, siendo de calibre y habilidades normales, también desearán que los demás los admiren, no querrán que los miren por encima del hombro. La imagen y la dignidad de estas personas es donde marcan el límite: tienen que aferrarse a tales cosas. Puede que no tengan integridad, y no posean ni la aprobación ni la aceptación de Dios, pero en absoluto pueden perder entre los demás el respeto, el estatus o la estima por los que se han esforzado. Ese es el carácter de Satanás. Sin embargo, las personas no son conscientes de ello. Creen que tienen que aferrarse a ese poquito de imagen hasta el final. No son conscientes de que solo cuando renuncien por completo a estas cosas vanas y superficiales y las den de lado, se convertirán en una persona real. Si una persona protege como a su vida estas cosas que deberían desecharse, su vida está perdida. Desconocen lo que está en juego. Y así, cuando actúan, siempre se guardan algo, siempre tratan de proteger su propia imagen y estatus, los colocan en primer lugar, hablan solo para sus propios fines, para su propia defensa espuria. Lo hacen todo para ellos mismos. Se lanzan hacia cualquier cosa que destaque, para hacer saber a todo el mundo que formaron parte de ella. En realidad no tuvieron nada que ver, pero jamás quieren quedar en segundo plano, siempre tienen miedo de que los demás los desprecien, temen siempre que los demás digan que no son nada, que no son capaces, que no tienen aptitudes. ¿Acaso no está todo esto dirigido por sus actitudes satánicas? Cuando seas capaz de desprenderte de cosas como la imagen y el estatus, estarás mucho más relajado y libre; habrás puesto el pie en la senda de ser honesto. Pero para muchos, no es algo fácil de conseguir. Cuando aparece la cámara, por ejemplo, las personas se lanzan a ponerse delante; les gusta que les enfoque, cuanto más lo haga, mejor. Temen que no sea suficiente, y pagarán el precio que sea necesario para tener la oportunidad de que así sea. ¿Y acaso no está todo ello dirigido por sus actitudes satánicas? Estas son sus actitudes satánicas. Entonces logras estar en el foco, ¿y ahora qué? La gente piensa bien de ti, ¿y qué? Te idolatran, ¿y qué? ¿Demuestra algo de esto que poseas la realidad-verdad? No tiene ningún valor. Cuando puedas superar estas cosas, cuando te vuelvas indiferente hacia ellas y ya no las consideres importantes, cuando la imagen, la vanidad, el estatus y la admiración de las personas ya no controlen tus pensamientos y tu comportamiento, y mucho menos la forma en que cumples con tu deber, entonces serás cada vez más eficaz y más puro en el cumplimiento de esos deberes.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
A los seres humanos corruptos les encanta la reputación y el estatus. Todos persiguen el poder. Vosotros, que actualmente sois líderes y obreros, ¿no sentís que hacéis valer vuestro título o jerarquía en vuestras acciones? También lo hacen los anticristos y falsos líderes, que se creen funcionarios de la casa de Dios, que están por encima de los demás y son superiores al resto. Si no tuvieran cargos de autoridad y jerarquía, no llevarían la carga del cumplimiento de su deber y no lo abordarían con seriedad. Todo el mundo considera que ser líder u obrero es lo mismo que ser funcionario, y todos están dispuestos a actuar como tal. Si lo vemos desde el lado positivo, se lo llama “perseguir una carrera”, pero si no lo vemos así, se lo denomina “dedicarse a los propios asuntos”. Supone establecer un reino independiente a fin de satisfacer las ambiciones y los deseos propios. Al final, ¿es bueno o malo tener estatus? A ojos de los hombres, es bueno. Cuando tienes un cargo de autoridad, hablas y actúas de manera diferente. Tus palabras tienen peso y la gente les presta atención. Te adulan, marchan frente a ti vociferando y apoyándote desde detrás. Pero sin tu estatus y tus cargos, harían oídos sordos a tus palabras. Aunque estas sean ciertas y beneficiosas para las personas y estén repletas de buen juicio, nadie te hará caso. ¿Qué demuestra esto? Que todos los hombres veneran el estatus. Todos tienen ambiciones y deseos. Todos buscan que los demás los idolatren y les encanta manejar los asuntos desde un lugar de estatus. ¿Se puede lograr el bien desde un lugar de estatus? ¿Pueden hacer cosas que sean beneficiosas para la gente? No es seguro. Depende de la senda que tomes y de cómo lo manejes. Si no persigues la verdad, sino que siempre quieres ganarte el favor ajeno, y deseas satisfacer tus propias ambiciones y deseos y tu anhelo de estatus, entonces caminas por la senda de los anticristos. ¿Puede alguien que camina por la senda de los anticristos ajustarse a la verdad en su búsqueda y en el cumplimiento del deber? De ninguna manera. Esto se debe a que la senda que uno escoge lo determina todo. Si uno elige la senda equivocada, todos sus esfuerzos, su cumplimiento del deber y su búsqueda de ninguna manera se ajustan a la verdad. ¿Qué es lo que está en desacuerdo con la verdad en ellos? ¿En pos de qué actúan? (Del estatus). ¿Qué exhiben todas las personas que hacen cosas en aras del estatus? Algunos dicen: “Siempre expresan palabras y doctrinas, nunca comparten la realidad-verdad, siempre alardean, siempre hablan en beneficio propio, nunca exaltan ni dan testimonio de Dios. Las personas que muestran tales cosas actúan en aras del estatus”. ¿Es esto correcto? (Sí). ¿Por qué dicen palabras y doctrinas y alardean? ¿Por qué no exaltan a Dios y dan testimonio de Él? Porque en sus corazones solo están el estatus y la fama y el provecho; Dios está totalmente ausente. Tales personas idolatran especialmente el estatus y la autoridad. Su fama y el provecho son de enorme importancia para ellos; su fama, provecho y estatus se han convertido en su vida. Dios está ausente de sus corazones, no temen a Dios, y mucho menos se someten a Él. Lo único que hacen es exaltarse y dar testimonio sobre sí mismos, alardear para ganarse la admiración de los demás. Así, suelen presumir de lo que han hecho, de lo mucho que han sufrido, de cómo han satisfecho a Dios, de lo pacientes que han sido cuando se los ha podado, todo para ganarse la simpatía y la admiración de la gente. Estas personas son del mismo tipo que los anticristos, caminan por la senda de Pablo.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus
Ya seáis líderes u obreros, ¿tenéis miedo de que la casa de Dios haga indagaciones y supervise vuestro trabajo? ¿Teméis que la casa de Dios descubra lagunas y errores en vuestro trabajo y os pode? ¿Teméis que después de que lo Alto conozca vuestro verdadero calibre y estatura, os vean de manera diferente y no os consideren para un ascenso? Si tienes estos temores, eso demuestra que tus motivaciones no son en aras de la obra de la iglesia, sino que estás trabajando en aras de la reputación y el estatus, lo que evidencia que tienes el carácter de un anticristo. Si tienes el carácter de un anticristo, eres susceptible de recorrer la senda de los anticristos y cometer todo el mal que estos causan. Si, en tu corazón, no temes que la casa de Dios supervise tu trabajo, y eres capaz de brindar respuestas reales a las preguntas e indagaciones de lo Alto, sin esconder nada, y decir todo lo que sabes, entonces, independientemente de si lo que dices es correcto o incorrecto, sin importar la corrupción que reveles, aunque reveles el carácter de un anticristo, de ninguna manera se te definirá como tal. La clave es si eres capaz de conocer tu propio carácter de anticristo y de buscar la verdad a fin de resolver este problema. Si eres una persona que acepta la verdad, tu carácter de anticristo puede corregirse. Si sabes perfectamente bien que tienes el carácter de un anticristo y, sin embargo, no buscas la verdad para resolverlo, si incluso intentas ocultar o mentir acerca de los problemas que ocurren y eludes la responsabilidad y si no aceptas la verdad cuando se te somete a la poda, entonces este es un problema grave, y no eres distinto a un anticristo. Sabiendo que tienes el carácter de un anticristo, ¿por qué no te atreves a enfrentarlo? ¿Por qué no puedes abordarlo con franqueza y decir: “Si lo Alto pregunta sobre mi trabajo, diré todo lo que sé, e incluso si las cosas malas que he hecho salen a la luz y lo Alto deja de utilizarme tras enterarse y yo pierdo mi estatus, de todos modos diré claramente lo que tengo que decir”? Tu temor a la supervisión y las indagaciones sobre tu trabajo por parte de la casa de Dios demuestra que valoras tu estatus más que la verdad. ¿Acaso no es este el carácter de un anticristo? Apreciar el estatus por encima de todo es el carácter de un anticristo. ¿Por qué valoras tanto el estatus? ¿Qué beneficios puedes obtener del estatus? Si el estatus te condujera a desastres, dificultades, vergüenza y dolor, ¿lo seguirías atesorando? (No). Hay tantos beneficios que se obtienen al tener estatus, como la envidia, el respeto, el aprecio y los halagos de los demás, así como su admiración y veneración. El estatus también te brinda una sensación de superioridad y privilegio que te confiere orgullo y una sensación de autoestima. Además, al contrario que los demás, puedes disfrutar de ciertas cosas, como los beneficios del estatus y el trato especial. Estas son cosas en las que ni siquiera te atreves a pensar, y son aquello que has anhelado en sueños. ¿Valoras estas cosas? Si el estatus es meramente vano, sin significado real, y defenderlo no sirve para nada, ¿acaso no es una tontería valorarlo? Si puedes dejar de lado cosas como los intereses y los placeres de la carne, entonces la fama, la ganancia y el estatus ya no te atarán. Por tanto, ¿qué es necesario resolver en primer lugar a fin de resolver los problemas relacionados con valorar y perseguir el estatus? En primer lugar, detecta la naturaleza del problema de cometer el mal y hacer trampa, ocultar y encubrir, así como de rechazar la supervisión, las indagaciones y la investigación por parte de la casa de Dios, a fin de gozar de los beneficios del estatus. ¿No se trata eso de resistencia y oposición descaradas contra Dios? Si puedes detectar la naturaleza y las consecuencias de codiciar los beneficios del estatus, el problema de perseguirlo se resolverá. Si eres incapaz de detectar la esencia de codiciar los beneficios del estatus, este problema jamás se resolverá.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)
Este tipo de persona, que hace las cosas en aras de la fama, la ganancia y el estatus es la más capaz de desorientar a los demás. Cuando la conoces, no puedes calarla. Ves que la doctrina de la que habla suena bien, lo que dice parece práctico, el trabajo que organiza es muy adecuado, parece que tiene algo de calibre y lo admiras bastante. Este tipo de persona también está dispuesta a pagar un precio cuando cumple su deber. Trabaja duro todos los días, pero nunca se queja de cansancio. No tiene ni un ápice de fragilidad. Cuando los demás se muestran débiles, él no. Además, no ansía las comodidades de la carne ni es quisquilloso con la comida. Cuando la familia anfitriona le prepara algo especial, lo rechaza y no se lo toma. Solo come platos corrientes. Quien ve a personas así las admira. Entonces, ¿cómo se puede discernir si hacen cosas en aras del estatus? Primero, hay que fijarse en si es una persona que persigue la verdad. ¿Dónde quedará esto patente? (En su intención y punto de partida al hacer las cosas). Eso es una parte de ello. Quedará patente sobre todo en la meta que persigue. Si es en aras de obtener la verdad, le dará importancia a leer las palabras de Dios a menudo, a entender la verdad y a conocerse a sí mismo por medio de las palabras de Dios. Si habla con frecuencia sobre conocerse a sí mismo, le será posible darse cuenta de que carece de demasiadas cosas, de que no posee la verdad, y se esforzará con naturalidad para perseguirla. Mientras más se conozca la gente a sí misma, más podrá perseguir la verdad. Es obvio que aquellos que siempre dicen y hacen cosas en aras del estatus no son personas que persiguen la verdad. Cuando los podan, no lo aceptan; tienen mucho miedo de dañar su reputación. Por tanto, ¿son capaces de aceptar las palabras de juicio y castigo de Dios y hacer introspección? ¿Pueden entender realmente las desviaciones en su propia experiencia? Si no cuentan con ninguna de estas manifestaciones, se puede tener la certeza de que no son personas que persiguen la verdad. Decidme, ¿qué otras manifestaciones tienen aquellos que no aman la verdad y que persiguen estatus? (Cuando otros los critican, no lo aceptan y en su lugar se ponen a la defensiva, se justifican y alegan razones. Hablan con el fin de mantener su orgullo y preservar su estatus. Si alguien no los apoya, lo atacan y lo juzgan). Cuando la gente ataca y juzga a los demás, y habla y se defiende en aras de su propio orgullo y estatus, la intención y el objetivo detrás de sus acciones están claramente equivocados, y viven por entero para el estatus. ¿Puede el tipo de persona que dice y hace todo en aras del estatus ser considerado con las intenciones de Dios? ¿Puede aceptar la verdad? En absoluto. Creen que, si tienen consideración con las intenciones de Dios, deben practicar la verdad y si practican la verdad han de sufrir y pagar un precio. Entonces, perderán el goce que proviene del estatus y serán incapaces de disfrutar de los beneficios de este. Por tanto, eligen limitarse a perseguir la fama, la ganancia y el estatus, y persiguen obtener recompensas. ¿De qué otras maneras se manifiesta la gente que persigue el estatus? ¿Qué otras cosas hacen? (Si ven a algunos individuos con talento a su alrededor que son más propensos a perseguir la verdad y a los que merece la pena formar, y a los que los hermanos y hermanas se sienten más inclinados a apoyar, entonces, movidos por miedo a que tales sujetos se alcen y los sustituyan y amenacen su estatus, piensan maneras de reprimir a estos individuos con talento y buscan toda clase de razones y excusas para derribarlos. La manera más común es etiquetarlos de demasiado arrogantes y sentenciosos, de que siempre constriñen a los demás, y obligan a la gente a creer que tales cosas son ciertas, y no permiten que la casa de Dios ascienda o cuide a tales individuos). Esta es la manifestación más común. ¿Quieres añadir algo más? (Siempre les gusta dar testimonio de sí mismos y alardear. Siempre hablan sobre cierta cosa maravillosa sobre sí mismos; nunca mencionan su lado más feo y, si hacen algo mal, no reflexionan sobre sus acciones ni las diseccionan). Siempre se refieren a cómo sufren y pagan un precio, a cómo las guía Dios, y muestran la obra que han realizado. Esto forma parte también de la forma en que se manifiesta la protección y la consolidación del estatus. Los que persiguen el estatus y hacen las cosas en aras de este poseen otro rasgo muy llamativo, y es que, pase lo que pase, deben tener la última palabra. Persiguen el estatus porque quieren tener la última palabra. Quieren ser los que lleven la voz cantante y la única persona con autoridad. Sea cual sea la situación, todo el mundo debe escucharlos, y cualquiera que tenga un problema debe acudir a ellos para buscar y pedir orientación. Lo que quieren es disfrutar de los beneficios del estatus. Sea cual sea la situación, deben tener la última palabra. No importa si lo que dicen está bien o mal, aunque esté mal, han de tener la última palabra igualmente y hacer que los demás los escuchen y obedezcan. Este es un problema grave. Sea cual sea la situación, han de tener la última palabra; no importa si se trata de una situación que entiendan o no, han de meter las zarpas y tener la última palabra. Con independencia del asunto que estén compartiendo los líderes y obreros, deben tomar la decisión y no queda margen para que nadie más hable. Sea cual sea la situación que sugieran, han de obligar a todo el mundo a aceptarla y, si otros no la aceptan, se enfadan y los podan. Si alguien tiene alguna crítica u opinión, aunque sea correcta y conforme a la verdad, piensan en toda clase de maneras de ponerle objeciones. Se les da especialmente bien la sofistería, persuaden a los demás con labia hasta que al final los obligan a hacer las cosas a su manera. Han de tener la última palabra en todo. Nunca pactan con sus colaboradores ni con sus compañeros de trabajo, no son democráticos. Basta con esto para demostrar que son demasiado arrogantes y sentenciosos, no pueden aceptar la verdad en absoluto y no se someten a ella para nada. Si pasa algo importante o fundamental y son capaces de dejar que todo el mundo haga una evaluación y exprese su opinión, y al final se decide un método de práctica acorde a la opinión de la mayoría y se asegura que no va a dañar a la obra de la casa de Dios, que será beneficioso para la obra al completo; si esta es su actitud, se trata entonces de alguien que protege la obra de la casa de Dios y que puede aceptar la verdad, puesto que hay principios detrás de hacer las cosas de esta manera. Sin embargo, ¿harían las cosas de esta manera aquellos que persiguen estatus? (No). ¿Cómo las harían? Si algo ocurriera, no les importaría el consejo que les dieran los demás. Ya habrían tenido una solución o una decisión en mente mucho antes de que nadie diera ningún consejo. En el fondo, ya habrían decidido que iban a hacer eso. Llegado este punto, diga lo que diga la gente, les importa un comino. Aunque alguien los reprenda, les trae sin cuidado. No tienen consideración alguna por los principios-verdad, ya beneficie a la obra de la iglesia o los hermanos o las hermanas sean capaces de aceptarlo. Ni se les pasa por la cabeza considerar tales cosas. ¿Qué es lo que consideran? Han de tener la última palabra, quieren ser los que tomen las decisiones en este asunto; debe hacerse a su manera; han de tener en cuenta si este asunto beneficia o no a su estatus. Esta es la perspectiva desde la que contemplan los asuntos. ¿Se trata de alguien que persigue la verdad? (No). Cuando alguien que no persigue la verdad hace las cosas, siempre se preocupa por su propio estatus, fama y ganancia; siempre tiene en cuenta en qué le benefician. Este es su punto de partida a la hora de hacer las cosas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad
El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: “¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?”. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; por eso consideran las cosas de esta manera. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos, algo superfluo de lo que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia. Podrías dejarlos en un bosque primitivo en las profundidades de las montañas y seguirían sin dejar de lado su búsqueda de reputación y estatus. Puedes colocarlos en medio de cualquier grupo de gente e, igualmente, no pueden pensar más que en reputación y estatus. Si bien los anticristos también creen en Dios, consideran que la búsqueda de reputación y estatus es equivalente a la fe en Dios y le asignan la misma importancia. Es decir, a medida que recorren la senda de la fe en Dios, también persiguen la reputación y el estatus. Se puede decir que los anticristos creen de corazón que la búsqueda de la verdad en su fe en Dios es la búsqueda de reputación y estatus; que la búsqueda de reputación y estatus es también la búsqueda de la verdad, y que adquirir reputación y estatus supone adquirir la verdad y la vida. Si les parece que no tienen reputación, ganancias ni estatus, que nadie los admira ni los estima ni los sigue, se sienten muy decepcionados, creen que no tiene sentido creer en Dios, que no sirve de nada, y se dicen a sí mismos: “¿Es la fe en dios un fracaso? ¿Es inútil?”. A menudo reflexionan sobre estas cuestiones en su corazón, sobre cómo pueden hacerse un lugar en la casa de Dios, cómo pueden obtener una gran reputación en la iglesia, con el fin de que la gente los escuche cuando hablan, los apoye cuando actúen y los siga adondequiera que vayan, de forma que tengan la última palabra en la iglesia y fama, ganancias y estatus; tales son las cosas en las que de verdad se concentran en su fuero interno, son las cosas que buscan. ¿Por qué están pensando siempre en esas cosas? Tras leer las palabras de Dios, tras escuchar sermones, ¿realmente no entienden todo esto? ¿De verdad no son capaces de discernirlo todo? ¿Realmente las palabras de Dios y la verdad no pueden cambiar sus nociones, ideas y opiniones? No es así en absoluto. El problema radica en ellos, se debe enteramente a que no aman la verdad, porque, en su corazón, sienten aversión por la verdad y, como resultado, no la aceptan en absoluto, lo cual viene determinado por su esencia-naturaleza.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)
¿Cuál es el lema de los anticristos en cualquier grupo en que estén? “¡Debo competir! ¡Competir! ¡Competir! ¡Debo competir por ser el más grande y el mejor!”. Este es el carácter de los anticristos; allá donde van, rivalizan y tratan de lograr sus objetivos. Son lacayos de Satanás y perturban la labor de la iglesia. Así es el carácter de los anticristos: lo primero que hacen es permanecer atentos en la iglesia para averiguar quién lleva creyendo muchos años en Dios y tiene capital, quién tiene algunos dones o talentos, quién ha sido de utilidad para los hermanos y hermanas en su entrada en la vida, quién tiene mayor prestigio, antigüedad, de quien hablan bien los hermanos y hermanas, quién tiene más cosas positivas. Esas personas serán sus rivales. En resumen, cada vez que los anticristos se encuentran en un grupo de personas esto es lo que hacen siempre: compiten por el estatus, compiten por tener buena reputación, compiten por tener la última palabra sobre los asuntos y el derecho a tomar decisiones en el grupo, lo cual, una vez alcanzado, los hace felices. ¿Son capaces de hacer trabajo real después de obtener estas cosas? En absoluto, no compiten ni pelean con el fin de hacer trabajo real; su objetivo es imponerse a todos los demás. “No me importa si estás dispuesto a ceder ante mí o no: en cuanto a capital, yo soy el más grande; en cuanto a habilidades discursivas, soy el mejor, y en cuanto a dones y talentos, soy el que tiene más”. En cualquier campo, siempre quieren rivalizar por el primer lugar. Si los hermanos y hermanas los eligen para ser supervisores, competirán con sus compañeros para tener la última palabra y el derecho a tomar decisiones. Si la iglesia los pone a cargo de un trabajo, insistirán en llevar la voz cantante sobre cómo se lleva a cabo. Querrán esforzarse para que todo lo que digan y todo lo que decidan tenga éxito y se convierta en realidad. Si los hermanos y hermanas adoptan la idea de otra persona, ¿acaso a ellos les pasará desapercibido? (No). Eso implica problemas. Si no los escuchas, te darán una lección, te harán sentir que no puedes prescindir de ellos y te mostrarán las consecuencias de que no los obedezcas. Así de vanidoso, odioso e irracional es el carácter de los anticristos. No tienen ni conciencia ni razón, ni siquiera una pizca de la verdad. Uno puede ver en las acciones y los actos de los anticristos que lo que hacen no tiene nada de la razón de una persona normal, y, aunque se les puede comunicar la verdad, no la aceptan. Por muy correcto que sea lo que digas, para ellos no tiene sentido. Lo único que les gusta buscar es la reputación y el estatus, que es lo que veneran. Mientras puedan disfrutar de los beneficios del estatus, están contentos. Ellos creen que ese es el valor de su existencia. En cualquier grupo de gente en que se encuentren, tienen que mostrar la “luz” y “calidez” que aportan, sus talentos, su singularidad. Y como se creen especiales, piensan, naturalmente, que hay que tratarlos mejor que a la gente corriente, que deben recibir el respaldo y la admiración de la gente, que esta ha de respetarlos y adorarlos; se creen que todo esto es lo que les corresponde. ¿Acaso no es gente descarada y sinvergüenza? ¿No es un problema tener a esa gente presente en la iglesia? Cuando ocurre algo, es de sentido común que la gente escuche a quien hable correctamente, se someta a quien haga una sugerencia que sea beneficiosa para la obra de la casa de Dios, y adopte la sugerencia de quienquiera que se ajuste a los principios-verdad. Si los anticristos dicen algo que no concuerda con los principios, puede que los demás no lo escuchen ni adopten su sugerencia. En ese caso, ¿qué harán los anticristos? Seguirán intentando defenderse y justificarse a sí mismos y pensarán maneras de convencer a los demás y de hacer que los hermanos y hermanas escuchen y adopten su sugerencia. No considerarán qué efecto podría tener en la obra de la iglesia que se adopte su sugerencia. Esto no entra en su ámbito de consideración. ¿Qué es lo único que van a tener en cuenta? “Si no se acepta mi sugerencia, ¿dónde podré figurar? He de competir y esforzarme para que se adopte mi sugerencia”. Piensan y actúan así cada vez que ocurre algo. Nunca reflexionan sobre si eso se ajusta a los principios o no y nunca aceptan la verdad. Este es el carácter de los anticristos.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)
Si alguien dice que ama y persigue la verdad, pero, en esencia, el objetivo que persigue es distinguirse, alardear, hacer que la gente piense bien de él y lograr sus propios intereses; y el cumplimiento de su deber no consiste en someterse ni en satisfacer a Dios, sino que en cambio tiene como fin lograr fama, ganancia y estatus, entonces su búsqueda no es legítima. En ese caso, cuando se trata del trabajo de la iglesia, ¿son sus acciones un obstáculo o ayudan a que avance? Claramente son un obstáculo, no hacen que avance. Algunas personas enarbolan la bandera de realizar el trabajo de la iglesia mientras buscan su propia fama, ganancia y estatus, se ocupan de sus propios asuntos, crean su propio grupito y su propio pequeño reino: ¿acaso esta clase de persona lleva a cabo su deber? En esencia, todo el trabajo que hacen trastorna, perturba y perjudica el trabajo de la iglesia. ¿Cuál es la consecuencia de su búsqueda de fama, ganancia y estatus? En primer lugar, esto afecta la manera en la cual el pueblo escogido de Dios come y bebe Su palabra con normalidad y entiende la verdad; obstaculiza su entrada en la vida, les impide ingresar en la vía correcta de la fe en Dios, y los conduce hacia la senda equivocada, lo que perjudica a los escogidos y los lleva a la ruina. Y, en definitiva, ¿qué ocasiona eso al trabajo de la iglesia? Lo perturba, lo perjudica y lo desorganiza. Esta es la consecuencia derivada de que la gente busque la fama, la ganancia y el estatus. Cuando llevan a cabo su deber de esta manera, ¿acaso no puede definirse esto como caminar por la senda de un anticristo? Cuando Dios pide que las personas dejen de lado la fama, la ganancia y el estatus, no es que les esté privando del derecho de elegir; más bien es porque, durante la búsqueda de fama, ganancia y estatus, las personas trastornan y perturban el trabajo de la iglesia y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, e incluso puede que afecten al hecho de que más personas coman y beban las palabras de Dios, comprendan la verdad y, así, logren la salvación de Dios. Es un hecho indiscutible. Cuando la gente se afana por la fama, la ganancia y el estatus, es indudable que no busca la verdad y no cumple fielmente y bien con el deber. Solo habla y actúa en aras de la fama, la ganancia y el estatus, y todo trabajo que hace, sin la más mínima excepción, es en beneficio de esas cosas. Esa forma de comportarse y actuar implica, sin duda, ir por la senda de los anticristos; es un trastorno y una perturbación de la obra de Dios, y sus diversas consecuencias obstaculizan la difusión del evangelio del reino y el desempeño de la voluntad de Dios en la iglesia. Así pues, se puede afirmar con certeza que la senda que recorren los que van en pos de la fama, la ganancia y el estatus es la senda de resistencia a Dios. Es una resistencia intencionada a Él contrariándolo; es decir, cooperar con Satanás para resistirse a Dios y oponerse a Él. Esta es la naturaleza de la búsqueda de fama, ganancia y estatus por parte de la gente. El problema de las personas que buscan sus propios intereses es que los objetivos que persiguen son los mismos que los de Satanás, unos objetivos malvados e injustos. Cuando las personas buscan sus intereses personales, como la fama, la ganancia y el estatus, se convierten involuntariamente en una herramienta de Satanás, en un altavoz de este y, además, se convierten en una personificación de Satanás. Desempeñan un papel negativo en la iglesia; el efecto que causan en el trabajo de la iglesia y en la vida de iglesia normal y la búsqueda normal del pueblo escogido de Dios es el de perturbar y perjudicar. Causan un efecto negativo y adverso. Cuando alguien busca la verdad, es capaz de ser considerado con las intenciones de Dios y con Su carga. Cuando hace su deber, defiende el trabajo de la iglesia en todos los aspectos. Es capaz de exaltarlo y de dar testimonio de Él, genera beneficio en los hermanos y hermanas, les brinda apoyo y les provee, y Dios obtiene gloria y testimonio, lo que humilla a Satanás. Como resultado de su búsqueda, Dios gana a un ser creado que es realmente capaz de temer a Dios y de apartarse del mal, que es capaz de adorarlo. A consecuencia de su búsqueda, además, se concreta la voluntad de Dios, y Su obra logra progresar. A ojos de Dios, tal búsqueda es positiva, es impecable. Dicha búsqueda es de enorme beneficio para los escogidos de Dios y absolutamente beneficiosa para el trabajo de la iglesia, ayuda a mover las cosas hacia adelante y Dios lo aprueba.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)
La búsqueda de reputación y estatus no es la senda correcta: va justo en sentido contrario a la búsqueda de la verdad. En resumen, sea cual sea el rumbo o el objetivo de tu búsqueda, si no reflexionas sobre la búsqueda de estatus y reputación y te resulta muy difícil dejarlas de lado, afectarán a tu entrada en la vida. Mientras haya un lugar para el estatus en tu corazón, controlará e influirá totalmente en la dirección de tu vida y en los objetivos por los que luchas, en cuyo caso te resultará muy difícil entrar en la realidad-verdad, por no hablar de conseguir cambiar tu carácter; si en última instancia puedes obtener la aprobación de Dios, claro está, no hace falta decirlo. Es más, si nunca eres capaz de renunciar a tus aspiraciones de estatus, esto afectará a tu capacidad para desempeñar tu deber de una manera que sea acorde al estándar, lo que dificultará mucho que te conviertas en un ser creado que cumpla con el estándar. ¿Por qué lo digo? No hay nada que Dios deteste más que el que la gente persiga el estatus, pues la búsqueda de estatus representa un carácter satánico; es una senda equivocada, nace de la corrupción de Satanás, es algo que Dios condena y es, precisamente, lo que Él juzga y purifica. No hay nada que Dios deteste más que la gente persiga el estatus, pero tú sigues compitiendo obstinadamente por él, lo valoras y proteges indefectiblemente y siempre tratas de conseguirlo. Y, en su naturaleza, ¿no es todo esto antagónico a Dios? Dios no dispone que la gente tenga estatus; Él provee a la gente de la verdad, el camino y la vida, para que, al final, se conviertan en seres creados acordes al estándar, pequeños e insignificantes, no en personas con estatus y prestigio veneradas por miles de personas. Por ello, se mire por donde se mire, la búsqueda del estatus es un callejón sin salida. Por muy razonable que sea tu excusa para buscar el estatus, esta senda sigue siendo equivocada y Dios no la aprueba. No importa cuánto te esfuerces o el precio que pagues, si deseas estatus, Dios no te lo dará; si Dios no te lo da, fracasarás en tu lucha por conseguirlo y, si sigues luchando, solo se producirá un resultado: que serás revelado y descartado y te encontrarás en un callejón sin salida. Entendéis esto, ¿verdad?
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)
Que el hombre se esfuerce por lograr estatus es solo una manifestación de ello que, al igual que el carácter arrogante del hombre y su rebeldía y oposición a Dios, surge de su naturaleza satánica. ¿Qué método puede utilizarse para resolverlo? Debes seguir usando el método más básico. Siempre y cuando sigas el camino de Dios y recorras la senda de la búsqueda de la verdad, todos estos problemas podrán resolverse. Cuando no tienes estatus, puedes diseccionarte a menudo y llegar a conocerte, y los demás pueden beneficiarse de ello. Cuando tienes estatus y, de todos modos, puedes diseccionarte y comprenderte a ti mismo frecuentemente, permitiendo que la gente vea tus fortalezas, que entiendes la verdad, que tienes experiencia práctica y que realmente cambias, ¿no será igual de beneficioso para los demás? Sin importar si tienes estatus o no, mientras puedas practicar la verdad y tener un testimonio vivencial genuino que le permita a la gente comprender las intenciones de Dios y la verdad a partir de tu experiencia, ¿no representará esto un beneficio para ellos? Así pues, ¿qué es el estatus para ti? En realidad, el estatus es simplemente algo extra y adicional, como una prenda o un sombrero. No es más que un ornamento. No tiene utilidad real, y su presencia no afecta nada. Ya sea que tengas estatus o no, sigues siendo la misma persona. Que la gente entienda la verdad y alcance la verdad y vida no tiene nada que ver con el estatus. Siempre y cuando no veas al estatus como algo absolutamente significativo, no puede limitarte. Si amas el estatus y pones especial énfasis en él, y siempre lo consideras importante, entonces, te tendrá bajo su control; no estarás dispuesto a sincerarte, mostrarte tal como eres, conocerte o dejar de lado tu rol de líder para actuar, hablar y relacionarte con los demás y cumplir con el deber. ¿Cuál es el problema? ¿No está relacionado con el hecho de que el estatus te limita? Esto sucede porque hablas y actúas desde un lugar de estatus y no puedes bajarte del pedestal. ¿Acaso no te atormentas haciéndolo? Si realmente entiendes la verdad y puedes tener estatus sin mostrarte tal como lo haces, sino que, en cambio, puedes concentrarte en cumplir bien con tus deberes, hacer todo lo que te corresponde y llevar a cabo todos los deberes a tu cargo, y te consideras un hermano o hermana corriente, ¿te limitará el estatus? Si no te limitara el estatus y tuvieras una entrada en la vida normal, ¿te seguirías comparando con los demás? En caso de que otros tuvieran mayor estatus, ¿te seguirías sintiendo inquieto? Debes buscar la verdad y liberarte de las limitaciones del estatus y de las del resto de las personas, acontecimientos y cosas. No hay nada mejor que cumplir bien con el deber. Solo así serás una persona que posea la realidad-verdad.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus
¿Cómo se podría resolver el problema de que recorran la senda de los anticristos? (Por un lado, han de entender este asunto y acudir ante Dios para orar cuando revelen pensamientos de luchar por el estatus. Asimismo, deben abrirse por completo a los hermanos y hermanas, y luego rebelarse de manera consciente contra estos pensamientos incorrectos. Además, han de pedirle a Dios que los juzgue, castigue, pode y discipline. Entonces serán capaces de embarcarse en la senda correcta). Esta es una buena respuesta. Sin embargo, no es algo fácil de lograr y es incluso más difícil para aquellos que aman demasiado la reputación y el estatus. Desprenderse de la reputación y el estatus no es fácil, depende de que la gente persiga la verdad. Solo si se entiende la verdad puede uno llegar a conocerse a sí mismo, ver con claridad el vacío de buscar fama, ganancias y estatus, así como la verdad de la corrupción de la especie humana. Solo cuando una persona llega a entenderse bien a sí misma puede abandonar el estatus y la reputación. No es fácil despojarse del carácter corrupto. Si has reconocido que careces de verdad, estás plagado de deficiencias y revelas demasiada corrupción, pero no dedicas esfuerzo a perseguir la verdad y te disfrazas y eres hipócrita, haciendo creer a la gente que puedes hacer cualquier cosa, eso te pondrá en peligro. Tarde o temprano llegará un momento en el que te encontrarás con un obstáculo y te caerás. Debes admitir que no tienes la verdad y ser lo bastante valiente para afrontar la realidad. Cuentas con debilidades, revelas corrupción y estás plagado de toda clase de deficiencias. Es normal, porque eres una persona corriente, no eres sobrehumano ni omnipotente y debes reconocerlo. Cuando otras personas se burlen de ti o te ridiculicen, no reacciones de inmediato con antipatía porque lo que digan sea desagradable, ni te resistas porque te creas competente y perfecto; esta no debería ser tu actitud hacia tales palabras. ¿Cuál debería ser? Deberías decirte a ti mismo: “Tengo mis defectos, todo en mí es corrupto y deficiente y yo solo soy una persona corriente. A pesar de que se burlan de mí y me ridiculizan, ¿hay algo de verdad en ello? Si algo de lo que dicen es cierto, debo aceptarlo de parte de Dios”. Si tienes esta actitud, eso prueba que eres capaz de manejar correctamente el estatus, la reputación y lo que los demás dicen de ti. El estatus y la reputación no se dejan de lado con facilidad. A los que están dotados de algún talento, tienen cierto calibre o poseen alguna experiencia de trabajo les resulta aún más difícil renunciar a estas cosas. Aunque a veces afirmen haberlas dejado de lado, en su fuero interno no pueden hacerlo. En cuanto la situación lo permita y se les presente la oportunidad, seguirán luchando por la fama, las ganancias y el estatus como antes, porque a todos los humanos corruptos les encantan estas cosas, lo que ocurre es que los que no poseen dones ni talentos tienen un deseo algo más débil de buscar estatus. Los que poseen conocimiento, talento, atractivo y un capital especial tienen un deseo particularmente fuerte de reputación y estatus, hasta el punto de que están llenos de esta ambición y deseo. Esto es lo que más les cuesta dejar de lado. Cuando no tienen estatus, su deseo está en fase incipiente. Una vez que adquieren estatus, cuando la casa de Dios les confía alguna tarea importante, y, sobre todo, si han trabajado muchos años y tienen mucha experiencia y capital, su deseo ya no es tan incipiente, sino que ya ha echado raíces, ha florecido y está a punto de dar fruto. Si una persona tiene el deseo y la ambición constantes de hacer grandes cosas, de llegar a ser famosa, de convertirse en una figura importante, entonces, en cuanto cometa una gran maldad y sus consecuencias surtan efecto, estará totalmente acabada y descartada. Así, antes de que esto desemboque en una gran catástrofe, debe rápidamente darle la vuelta a la situación mientras aún queda tiempo. Cuando hagas algo, y en cualquier contexto, debes buscar la verdad, practicar ser alguien que es honesto y obediente a Dios, y dejar de lado la búsqueda de estatus y reputación. Cuando tienes el pensamiento y el deseo constantes de competir por el estatus, debes darte cuenta de los males a los que te llevará este tipo de estado si no lo resuelves. Así que debes buscar la verdad lo antes posible, supera tu deseo de competir por el estatus mientras está en una etapa incipiente, y reemplázalo con la práctica de la verdad. Cuando practiques la verdad, tu deseo y ambición de competir por el estatus disminuirán y no perturbarás el trabajo de la iglesia. De esta manera, Dios recordará tus acciones y las aprobará. ¿Qué es lo que estoy tratando de enfatizar? Es lo siguiente: debes deshacerte de tus deseos y ambiciones antes de que florezcan, fructifiquen y te conduzcan a una gran calamidad. Si no te ocupas de ellos cuando todavía están en su fase inicial, perderás una gran oportunidad; y una vez que te hayan llevado a una gran calamidad, será demasiado tarde para solucionarlos. Si no tienes ni siquiera la voluntad de rebelarte contra la carne, te será muy difícil encaminar tus pasos por la senda de la búsqueda de la verdad; si te topas con contratiempos y fracasos en tu búsqueda de fama, ganancias y estatus y no entras en razón, resultará peligroso. Existe la posibilidad de que seas descartado. Cuando los que aman la verdad experimentan uno o dos fracasos y contratiempos en cuanto a su reputación y estatus, pueden ver claramente que la reputación y el estatus no tienen ningún valor. Son capaces de renunciar por completo al estatus y a la reputación y deciden que, aunque nunca posean estatus, seguirán persiguiendo la verdad y realizando su deber correctamente, y compartirán su testimonio vivencial y lograrán así el resultado de dar testimonio de Dios. Incluso cuando son seguidores corrientes, son capaces de seguir hasta el final, y lo único que quieren es recibir la aprobación de Dios. Solo estas son personas que aman realmente la verdad y tienen determinación. La casa de Dios ha descartado a muchos anticristos y personas malvadas y algunos de los que persiguen la verdad, tras contemplar el fracaso de los anticristos, piensan sobre la senda que esa gente tomó, además de reflexionar y conocerse a sí mismos. A partir de ahí, adquieren una comprensión de la intención de Dios, deciden ser seguidores corrientes y se concentran en perseguir la verdad y hacer bien su deber. Incluso si Dios dice que son servidores o humildes donnadies, a ellos no les importa. Solo intentarán ser gente humilde y unos seguidores pequeños e insignificantes a ojos de Dios, que al final Él acabará calificando de seres creados aceptables. Las personas así son las buenas y las que Dios aprueba.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)
Cuando Dios requiere que las personas cumplan bien con su deber, no les está pidiendo completar cierto número de tareas o realizar alguna gran empresa, ni desempeñar ningún gran proyecto. Lo que Dios quiere es que la gente sea capaz de hacer todo lo que esté a su alcance de manera práctica y que viva según Sus palabras. Dios no necesita que seas grande o noble ni que hagas ningún milagro, ni tampoco quiere ver ninguna sorpresa agradable en ti. Dios no necesita estas cosas. Lo único que Dios necesita es que practiques con constancia según Sus palabras. Cuando escuches las palabras de Dios, haz lo que has entendido, lleva a cabo lo que has comprendido, recuerda bien lo que has oído y entonces, cuando llegue el momento de practicar, hazlo según las palabras de Dios. Deja que se conviertan en tu vida, tus realidades y en lo que vives. Así Dios estará satisfecho. Tú siempre buscas la grandeza, la nobleza y el estatus; siempre buscas la exaltación. ¿Cómo se siente Dios cuando ve esto? Lo detesta y se distanciará de ti. Cuanto más busques cosas como la grandeza, la nobleza y la superioridad sobre los demás; ser distinguido, destacado y notable, más repugnante serás para Dios. Si no reflexionas sobre ti mismo y te arrepientes, entonces Dios te detestará y te abandonará. Evita convertirte en alguien a quien Dios encuentra repugnante, de ser una persona a la que Dios ama. Entonces, ¿cómo se puede alcanzar el amor de Dios? Aceptando la verdad en obediencia, colocándote en la posición de un ser creado, actuando con los pies en el suelo por las palabras de Dios, cumpliendo correctamente con el deber, siendo una persona honesta y viviendo con una semejanza humana. Con eso es suficiente; Dios estará satisfecho. La gente debe asegurarse de no tener ambiciones ni sueños vanos, no buscar la fama, el beneficio y el estatus ni destacar entre la multitud. Es más, no deben intentar ser una persona con grandeza o sobrehumana, superior entre los hombres y haciendo que los demás la adoren. Ese es el deseo de la humanidad corrupta, y es la senda de Satanás; Dios no salva a tales personas. Si las personas buscan sin cesar la fama, el beneficio y el estatus sin arrepentirse, entonces no existe cura para ellas, y solo hay un desenlace posible: ser descartadas. Hoy, si sois raudos para arrepentiros, aún os queda tiempo; pero cuando llegue el día en que Dios complete Su obra y las catástrofes empeoren, entonces ya no tendréis la oportunidad. Cuando llegue ese momento, los que buscan la fama, el beneficio y el estatus y, sin embargo, se niegan a arrepentirse serán descartados. Debéis tener todos claro a qué clase de personas salva la obra de Dios, y cuál es el significado de Su salvación. Dios le pide a la gente que se presente ante Él, que escuche Sus palabras, acepte la verdad, descarte su carácter corrupto y practique lo que Dios dice y ordena. Esto significa vivir según Sus palabras, en vez de según sus propias nociones, imaginaciones y filosofías satánicas o buscar la “felicidad” humana. Quienquiera que no escucha las palabras de Dios ni acepta la verdad, pero sigue viviendo, sin arrepentirse, según las filosofías de Satanás y con un carácter satánico, entonces es de la clase de persona que no puede ser salvada por Dios. Sigues a Dios, pero por supuesto, esto se debe también a que Dios te ha escogido. Sin embargo, ¿cuál es el significado de que Dios te haya escogido? Implica que te conviertes en alguien que confía en Él, que sigue verdaderamente a Dios, que puede dejarlo todo por Dios, y que es capaz de seguir Su camino; alguien que se ha despojado de su carácter satánico y ya no sigue a Satanás ni vive bajo su poder. Si sigues a Dios y cumples con un deber en la casa de Dios, y sin embargo infringes la verdad en todos los aspectos y no practicas ni experimentas de acuerdo con Sus palabras, e incluso tal vez te opones a Él, ¿podría aceptarte Dios? Desde luego que no. ¿Qué quiero decir con esto? Cumplir con tu deber no es realmente difícil, ni tampoco lo es hacerlo tan lealmente y con un estándar aceptable. No tienes que sacrificar tu vida ni hacer nada especial ni difícil, simplemente tienes que seguir las palabras e instrucciones de Dios con honestidad y firmeza, sin añadir tus propias ideas u ocuparte de tus propios asuntos: solo has de caminar por la senda de perseguir la verdad. Si la gente puede hacer esto, básicamente tendrán una semejanza humana. Cuando tiene verdadera sumisión a Dios, y se ha convertido en una persona honesta, poseerá la semejanza de un auténtico ser humano.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa
Al juzgaros hoy así, ¿qué grado de comprensión tendréis al final? Diréis que aunque vuestro estatus no es alto, sin embargo habéis disfrutado la elevación de Dios. No tenéis estatus porque sois de baja cuna, pero ganáis estatus por la elevación de Dios; esto es algo que Él os concedió. Hoy sois capaces de recibir personalmente el adiestramiento de Dios, Su castigo y Su juicio. Esta es, más aún, Su elevación. Sois capaces de recibir personalmente Su purificación y Su ardor. Esto es el gran amor de Dios. A lo largo de las eras no ha habido una sola persona que haya recibido Su purificación y Su ardor ni que haya sido capaz de ser perfeccionada por Sus palabras. Dios os está hablando ahora cara a cara, purificándoos, revelando vuestra rebeldía interna; esa es ciertamente Su elevación. ¿Qué habilidades tienen las personas? Sean hijos de David o descendientes de Moab, en resumen, las personas son seres creados que no tienen nada de lo que puedan jactarse. Como sois seres creados, debéis llevar a cabo el deber de tales. No hay más requisitos para vosotros. Así es cómo oraréis: “¡Oh, Dios! Tenga estatus o no, ahora me entiendo a mí mismo. Si mi estatus es alto, se debe a Tu elevación; y si es bajo, se debe a Tu ordenación. Todo está en Tus manos. No tengo ninguna elección ni ninguna queja. Tú ordenaste que yo naciera en este país y entre este pueblo, y lo único que debería hacer es ser absolutamente sumiso bajo Tu dominio, porque todo está incluido en lo que Tú has ordenado. No pienso en el estatus; después de todo, solo soy un ser creado. Si Tú me colocas en el abismo sin fondo, en el lago de fuego y azufre, no soy más que un ser creado. Si Tú me usas, soy un ser creado. Si Tú me perfeccionas, sigo siendo un ser creado. Si Tú no me perfeccionas, te seguiré amando, pues no soy más que un ser creado. No soy más que un ser creado minúsculo, del Creador, tan solo uno de entre todos los seres humanos creados. Fuiste Tú quien me creó, y ahora me has vuelto a colocar en Tus manos, para hacer conmigo Tu voluntad. Estoy dispuesto a ser Tu herramienta y Tu contraste, porque todo es lo que Tú has ordenado. Nadie puede cambiarlo. Todas las cosas y todos los acontecimientos están en Tus manos”. Cuando llegue el momento en que ya no pienses en el estatus, entonces te liberarás de él. Solo en ese momento serás capaz de buscar con confianza y valor, y sólo entonces, tu corazón podrá llegar a liberarse de cualquier restricción. Una vez que las personas hayan sido liberadas de estas cosas, entonces no tendrán más preocupaciones.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?
Como miembro de la humanidad creada, una persona debe mantener su propia posición y comportarse concienzudamente. Debes guardar con sumisión aquello que el Creador te ha confiado. No hagas nada fuera de lugar ni cosas más allá de tu capacidad o que le resulten aborrecibles a Dios. No trates de ser una gran persona, un superhombre o un individuo grandioso, ni busques convertirte en Dios. No es así como las personas deberían desear ser. Buscar ser grandioso o un superhombre es absurdo. Procurar convertirse en Dios es incluso más vergonzoso; es repugnante y despreciable. Lo que es elogiable, y a lo que los seres creados deberían aferrarse más que a cualquier otra cosa, es a convertirse en un verdadero ser creado; este es el único objetivo que todas las personas deberían perseguir.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I
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