26. Cómo resolver el problema de un carácter intransigente
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
¿Qué tipo de estado se halla dentro de las personas cuando tienen un carácter intransigente? Lo principal es que son obstinados y santurrones. Siempre se apegan a sus propias ideas, siempre creen que lo que ellos dicen es lo cierto, son totalmente inflexibles y opinan por opinar. Esta es la actitud de la intransigencia. Son como un disco rayado, no escuchan a nadie, se mantienen firmemente fijos en un único rumbo de acción, insisten en seguir adelante, sea o no lo correcto; hay algo de falta de arrepentimiento en ello. Como dice el dicho, “no se bajan del burro”. La gente sabe perfectamente qué es lo correcto, y sin embargo no lo hacen, se niegan con firmeza a aceptar la verdad. Este es un tipo de carácter: la intransigencia. ¿En qué tipo de situaciones mostráis un carácter intransigente? ¿Sois intransigentes a menudo? (Sí). ¡Muy a menudo! Y como la intransigencia es tu carácter, te acompaña en cada segundo de cada día de tu existencia. La intransigencia impide a las personas presentarse ante Dios, les impide aceptar la verdad, les impide entrar en la realidad de la verdad. Y si no eres capaz de entrar en la realidad de la verdad, ¿puede ocurrir un cambio en este aspecto de tu carácter? Solo con gran dificultad. ¿Ha habido algún cambio en este aspecto de vuestro carácter intransigente? ¿Y cuánto cambio ha habido? Digamos, por ejemplo, que antes erais extremadamente testarudos, pero ahora se ha producido un pequeño cambio en vosotros. Cuando os encontráis con algún problema, tenéis un poco de conciencia en vuestro corazón, y os decís: “Tengo que practicar algo de verdad en este asunto. Dado que Dios ha expuesto este carácter intransigente, dado que lo he oído y ahora lo sé, debo cambiar. Cuando me encontré con este tipo de cosas varias veces en el pasado, seguí a mi carne y fracasé, y no estoy contento con ello. Esta vez debo practicar la verdad”. Teniendo tal aspiración, es posible practicar la verdad, y esto es el cambio. Cuando tenéis experiencia de este modo durante un tiempo y sois capaces de poner en práctica más verdades, y esto produce mayores cambios, y vuestras actitudes rebeldes e intransigentes disminuyen cada vez más, ¿ha habido un cambio en vuestro carácter de vida? Si vuestro carácter rebelde ha disminuido visiblemente y vuestra obediencia a Dios es cada vez mayor, entonces se ha producido un cambio real. Entonces, ¿hasta qué punto debéis cambiar para lograr la verdadera obediencia? Habréis tenido éxito cuando no haya la más mínima intransigencia, sino solo obediencia. Se trata de un proceso lento. Los cambios de carácter no se producen de la noche a la mañana, sino que requieren largos períodos de experiencia, tal vez incluso toda una vida. A veces es necesario sufrir muchas y grandes adversidades, semejantes a morir y volver a la vida, adversidades más dolorosas y difíciles que el hecho de que os arranquen el veneno de los huesos.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El auténtico autoconocimiento es conocer los seis tipos de actitudes corruptas
Cuando alguien revela arrogancia, astucia e hipocresía ante Dios, ¿es consciente de ello en el fondo de su corazón? (Sí). Cuando es consciente de ello, ¿qué hace? ¿Se contiene? ¿Se inhibe? ¿Hace introspección? (No). ¿Qué carácter tiene una persona que sabe que ha revelado un carácter arrogante, pero que, pese a ello, no hace introspección ni procura conocerse y, si alguien se lo señala, sigue sin admitirlo y, por el contrario, intenta defenderse? (Un carácter intransigente). Exacto, esto es intransigencia. Se manifieste como se manifieste este tipo de carácter intransigente ante otras personas, e independientemente de los contextos en que se revele esa actitud, se trata de una persona de carácter intransigente. Por muy taimada y disimulada que sea la gente, este carácter intransigente queda fácilmente al descubierto, pues la gente no vive en una burbuja y, esté delante de otras personas o no, todo el mundo vive ante Dios y toda persona es escrutada por Dios. Si alguien es habitualmente caprichoso, disoluto e irrefrenable, tiene estas inclinaciones y estas manifestaciones de corrupción; si, aun cuando percibe esto, no da marcha atrás, y cuando lo reconoce no se arrepiente, no se sincera en charla ni busca la verdad para resolver este problema, esto es intransigencia. En cuanto a las manifestaciones de intransigencia, las hay de dos tipos diferentes: “obstinación” y “dureza”[a]. La “obstinación” implica ser muy terco, no dar marcha atrás y no ser blando. En la “dureza”, los demás no se atreven a rozarla y sienten dolor cuando lo hacen. Por lo general, la gente no está dispuesta al contacto con quienes tienen un carácter intransigente, del mismo modo que no está dispuesta al contacto con cosas duras y se siente incómoda cuando lo hace; a la gente le gustan las cosas blandas, la textura de las cosas blandas hace que la gente se sienta cómoda y le produce placer, mientras que la intransigencia es justo lo contrario. La intransigencia hace que la gente exhiba una actitud: una actitud de cabezonería y terquedad. ¿Qué carácter interviene aquí? El carácter intransigente. Esto significa que, cuando una persona afronta algo, aunque sea consciente o tenga la ligera sensación de que esa actitud suya no es buena ni correcta, su carácter intransigente le hace pensar: “¿Y qué si alguien lo descubre? ¡Yo soy así!”. ¿Qué clase de actitud es esta? Niega el problema, no le parece que esta actitud sea mala ni rebelde en contra de Dios, que provenga de Satanás ni que sea manifestación del carácter de Satanás; no percibe ni se da cuenta de cómo Dios la contempla y aborrece: esa es la gravedad de este problema. ¿Es bueno o malo el carácter intransigente? (Malo). Es un carácter satánico. Hace que le resulte difícil a la gente aceptar la verdad, y aún más difícil que se arrepienta. Todo carácter satánico es negativo, Dios lo aborrece, y ninguno es positivo.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación
Nota al pie:
a. El texto original no contiene la frase “las hay de dos tipos diferentes: ‘obstinación’ y ‘dureza’”.
Otra de las principales es algo existente en la esencia del carácter de cada persona: la intransigencia. Esto también se manifiesta de manera bastante concreta y obvia, ¿no? (Sí). Estas son dos de las principales formas en que el carácter corrupto del hombre se manifiesta y brota. Estas conductas, ideas y actitudes específicas y demás ilustran, de manera verdadera y precisa, que hay un elemento de hartazgo de la verdad en el carácter corrupto del hombre. Por supuesto, lo más destacado del carácter del hombre son las manifestaciones de intransigencia: cualquier cosa que diga Dios y cualesquiera actitudes corruptas del hombre que se revelen en el transcurso de la obra de Dios, la gente se niega obstinadamente a reconocerlas y se resiste a ellas. Más allá de la resistencia evidente o del rechazo despectivo, hay, naturalmente, otro tipo de conducta, que se da cuando la gente no se preocupa por la obra de Dios, como si la obra de Dios no tuviera nada que ver con ellos. ¿Qué significa no preocuparse por Dios? Es lo que pasa cuando una persona dice: “Di lo que quieras, eso no tiene nada que ver conmigo. Ninguno de Tus juicios o revelaciones tiene nada que ver conmigo. No lo acepto ni lo reconozco”. ¿Podríamos calificar dicha actitud de “intransigente”? (Sí). Es una manifestación de intransigencia. Estas personas dicen: “Yo vivo como quiero, de cualquier manera que me haga sentir cómodo y de cualquier manera que me haga feliz. Las conductas de las que hablas Tú, como la arrogancia, el engaño, el hartazgo de la verdad, la maldad, la ruindad y todo eso…, aunque sí las tenga, ¿qué? No las voy a analizar, conocer ni aceptar. Así creo yo en Dios. ¿Qué vas a hacer Tú al respecto?”. Esta es una actitud de intransigencia. La actitud de la gente es de intransigencia cuando no se preocupa por las palabras de Dios ni les presta atención, lo que implica que, invariablemente, ignora a Dios diga lo que diga, hable en forma de recordatorio, de advertencia o de exhortación, sean cuales sean Su manera de hablar o la causa y los objetivos de Su discurso. Implica que la gente no presta atención a la apremiante voluntad de Dios, y ni mucho menos a Su deseo sincero y bienintencionado de salvar al hombre. Haga lo que haga Dios, la gente no tiene un corazón de cooperación y no está dispuesta a esforzarse por la verdad. Aunque reconozca que el juicio y la revelación de Dios son completamente reales, no siente remordimiento de corazón y sigue creyendo como antes. Al final, una vez que ha oído muchos sermones, dice lo mismo: “Soy un creyente sincero; por lo menos no me falta humanidad, no haría el mal adrede, puedo renunciar a cosas, puedo asumir penurias y estoy dispuesto a pagar un precio por mi fe. Dios no me abandonará”. ¿Esto no es como la manifestación de Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia”? Esa es la clase de actitud que tiene la gente. ¿Qué carácter se oculta tras esa actitud? Un carácter intransigente.
La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (1)
Si la gente tiene conciencia y razón, y anhela la verdad, pero nunca sabe hacer introspección y dar un giro después de cometer errores, y en cambio cree que el pasado es pasado y tiene la certeza de que no se equivoca, entonces ¿qué tipo de carácter muestra esto? ¿Qué clase de comportamiento? ¿Cuál es la esencia de este? (Ser intransigente). Tales personas son intransigentes y, pase lo que pase, esa es la senda que seguirán. A Dios no le gustan esas personas. ¿Qué dijo Jonás cuando expresó por primera vez las palabras de Dios a los ninivitas? (“Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” [Jonás 3:4]). ¿Cómo reaccionaron los ninivitas a estas palabras? Cuando vieron que Dios iba a destruirlos, se apresuraron a vestir de cilicio y cenizas y a confesarle sus pecados y abandonar la senda de la maldad. Esto es lo que significa arrepentirse. Si el hombre es capaz de arrepentirse, se le presenta una enorme oportunidad. ¿Qué oportunidad es esa? La de seguir viviendo. Sin arrepentimiento real, sería difícil continuar adelante, ya sea en tu cumplimiento del deber o en tu búsqueda de la salvación. En cada etapa, ya sea cuando Dios te disciplina o te corrige, o cuando te recuerda y te exhorta, mientras haya un conflicto entre tú y Dios, si no cambias de rumbo y sigues aferrado a tus propias ideas, puntos de vista y actitudes, aunque tus pasos se encaminen hacia adelante, el conflicto entre tú y Dios, tus malentendidos con Él, tus quejas y tu rebeldía hacia Él no se rectifican, y tu corazón no da un giro. Entonces Dios, por Su parte, te descartará. Aunque no has dejado de cumplir con el deber pertinente, y todavía te atienes a tu deber y conservas un poco de lealtad por lo que Dios te ha encargado, y la gente considera esto aceptable, la disputa que hay entre Dios y tú ha formado un enredo permanente. No has utilizado la verdad para resolverla y obtener una verdadera comprensión de las intenciones de Dios. En consecuencia, tu malentendido de Dios se vuelve más profundo y siempre piensas que Dios está equivocado y que te están tratando injustamente. Esto significa que no has cambiado de rumbo. Tu rebeldía, tus nociones y tu malentendido de Dios aún persisten, lo que te lleva a tener una mentalidad de no sumisión, a ser siempre rebelde y a oponerte a Dios. ¿No es este tipo de persona alguien que se rebela contra Dios, se opone a Él y se niega tercamente a arrepentirse? ¿Por qué Dios le da tanta importancia a que la gente cambie de rumbo? ¿Con qué actitud debería un ser creado considerar al Creador? Con la de reconocer que el Creador tiene razón, haga lo que haga. Si no reconoces esto —que el Creador es la verdad, el camino y la vida—, estas no serán más que palabras huecas para ti. Si tal es el caso, ¿puedes todavía alcanzar la salvación? No puedes. No estarías cualificado; Dios no salva a gente como tú.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se corrigen las propias nociones es posible emprender el camino correcto de la fe en Dios (3)
Hay personas que se sienten constreñidas por las transgresiones y piensan: “Es imposible que Dios perdone las cosas que ofenden Su carácter. Hace tiempo que me desdeñó en Su corazón y no me valdrá de nada perseguir la verdad”. ¿Qué clase de actitud es esa? Se llama desconfiar de Dios, significa malinterpretarlo. De hecho, antes siquiera de hacer algo que ofendiera el carácter de Dios, albergabas hacia Él una actitud irrespetuosa, irreverente y superficial; no tratabas a Dios como tal. La gente revela su carácter satánico debido a un momento de ignorancia o impulsividad y, si no hay nadie que les imponga disciplina o los detenga, cometen transgresiones, las cuales acarrean consecuencias. Después no saben que deben arrepentirse y, sin embargo, se sienten incómodos. Se preocupan por su desenlace y destino futuros y llevan esa carga en el corazón, siempre pensando: “Estoy acabado, soy una ruina de ser humano, así que abandonaré la esperanza. Si algún día Dios deja de quererme y me desdeña completamente, lo peor que puede pasarme es que me muera. Me pongo a merced de la instrumentación de Dios”. A primera vista, asegura estar a disposición de Dios y someterse a Sus designios y Su soberanía, pero ¿cómo es su estado real? Se trata de un estado reticente, intransigente e impenitente. ¿Qué significa ser impenitente? Significa que se ciñen a sus propias ideas, sin creer ni aceptar nada de lo que dice Dios, pensando en todo momento: “Las palabras de exhortación y consuelo de Dios no van dirigidas a mí, sino a los demás. Por mi parte, estoy acabado, soy un caso perdido, no valgo nada; hace tiempo que Dios me abandonó y da igual que confiese mis pecados, ore o llore de arrepentimiento, jamás me concederá otra oportunidad”. ¿Qué actitud es esa de medir y cuestionar a Dios en su fuero interno? ¿Se trata de una actitud de confesión y arrepentimiento? Es evidente que no. Esta clase de actitud representa un cierto tipo de carácter: intransigencia, una enorme intransigencia. Por fuera parecen unos santurrones, no escuchan a nadie, comprenden todas las doctrinas, pero no practican nada. De hecho, poseen un carácter intransigente. Desde la perspectiva de Dios, ¿la intransigencia es sumisión o rebeldía? Es claramente rebeldía. Sin embargo, tienen la sensación de que han obrado sumamente mal. “Antes quería muchísimo a Dios, pero Él no puede olvidar un error de nada que cometí y ya he perdido mi destino. Dios ha emitido un veredicto sobre gente como yo. Soy Pablo”. ¿Ha dicho Dios que seas Pablo? Él no ha dicho tal cosa. Has sido tú. ¿De dónde has sacado eso? Dices que Dios te fulminará, que te castigará, que te enviará al infierno. ¿Quién ha determinado este desenlace? Claramente fuiste tú, pues Dios jamás ha dicho que irás al infierno cuando Su obra esté completada ni que no podrás entrar en el reino de los cielos. Mientras Él no diga que te desdeña, tienes la oportunidad y el derecho de perseguir la verdad y deberías simplemente aceptar el juicio y el castigo de las palabras de Dios. Debes mostrar este tipo de actitud, pues representa aceptar la verdad y la salvación de Dios, es la actitud del arrepentimiento sincero. Te aferras en todo momento a tus nociones, figuraciones y malentendidos; estás repleto de estas ideas, invadido por ellas, y hasta has llegado a determinar que Dios no te salvará y, aunque cumplías con tu deber, en el proceso has abrazado una mentalidad superficial, una mentalidad de desesperanza, una mentalidad pasiva y negativa, una mentalidad de vivir día a día, una mentalidad perezosa. ¿Podrás alcanzar la verdad? Con esta mentalidad, no lograrás alcanzar la verdad y no te salvarás. ¿Acaso no despiertan lástima estas personas? (Sí). ¿Qué lo provoca? La ignorancia. Cuando les ocurre algo, no buscan la verdad, sino que se dedican siempre a investigar y especular, hasta indagan en las palabras de Dios para ver cuáles hablaban de su situación, cuál es la actitud de Dios, cómo emite Él veredictos y qué final les aguarda, todo ello para determinar el resultado de su situación. ¿Implica esto buscar la verdad? Desde luego que no. Se atormentan con las palabras de condenación y maldición de Dios, viven en la negatividad, lo que parece ser fragilidad, debilidad y negatividad, pero en realidad se trata de una especie de resistencia. ¿Qué carácter subyace bajo la resistencia? La intransigencia. A ojos de Dios, este tipo de intransigencia constituye una forma de rebeldía, que es lo que Él más detesta.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con la búsqueda de la verdad se pueden corregir las nociones y los malentendidos propios acerca de Dios
¿Sabéis a qué clase de personas renuncia Dios en última instancia? (A aquellas que son continuamente intransigentes y no se arrepienten ante Dios). ¿Cuál es el estado específico de este tipo de personas? (Cuando cumplen con sus deberes, siempre lo hacen de manera superficial y al enfrentarse a los problemas no buscan la verdad para encontrar una solución. No son sinceras respecto a cómo deben practicarla y lo gestionan todo de manera descuidada. Simplemente, se conforman con no hacer el mal ni cosas malas y no se esfuerzan por la verdad). El comportamiento superficial varía según la situación. Algunas personas lo hacen porque no entienden la verdad, e incluso creen que es normal ser superficial. Algunos lo hacen intencionalmente, eligen actuar de ese modo de manera deliberada. Actúan así cuando no entienden la verdad e, incluso después de entenderla, su comportamiento no mejora. No practican la verdad, actúan de este modo sistemáticamente y sin el menor ápice de cambio. No escuchan cuando alguien los critica, ni aceptan la poda. En su lugar, se mantienen firmes y obstinados hasta el final. ¿Cómo se le llama a esto? Se le llama intransigencia. Todo el mundo sabe que el término “intransigencia” tiene una connotación negativa, despectiva. No es una palabra agradable. ¿Cuál diríais entonces que sería el desenlace de alguien a quien se le aplica el término “intransigente” y se corresponde con la descripción? (Dios los desdeña y los aparta). Dejad que os diga, este tipo de personas intransigentes son las que Dios más desprecia y quiere abandonar. Son totalmente conscientes de sus malos actos, pero no se arrepienten, nunca admiten sus faltas y siempre inventan excusas y argumentos para justificarse y eludir la culpa, e intentan encontrar maneras astutas y esquivas de eludir la cuestión, ocultando sus acciones a ojos de los demás, y cometiendo continuos errores sin el más mínimo asomo de arrepentimiento o confesión en sus corazones. Es muy problemática y no le resulta fácil alcanzar la salvación. Son exactamente las personas que Dios quiere abandonar. ¿Por qué Dios abandonaría a tales personas? (Porque no aceptan la verdad en absoluto y su conciencia se ha adormecido). No pueden salvarse. Dios no las salva; Él no realiza una obra tan inútil. En apariencia parece que Dios no las salva ni las quiere, pero en realidad hay una razón práctica, estas personas no aceptan Su salvación; rechazan y se resisten a la salvación de Dios. Piensan: “¿Qué gano sometiéndome a Ti, aceptando la verdad y practicándola? ¿Qué ventaja hay en ello? Solo lo haré si existe algún beneficio para mí. Si no lo hay, no lo haré”. ¿Qué clase de personas son? Son personas movidas por el propio interés y a todos aquellos que no aman la verdad les mueve el propio interés. Este tipo de personas no pueden aceptar la verdad. Si intentas hablar de la verdad con alguien que se siente motivado por intereses personales y le pides que se conozca a sí mismo y admita sus errores, ¿qué responderá? “¿Qué beneficio obtengo al admitir mis errores? Si me haces admitir que he hecho algo mal y me haces confesar mis pecados y arrepentirme, ¿qué bendiciones recibiré? Mi reputación y mis intereses se verán dañados y sufriré pérdidas. ¿Quién me compensará?”. Esta es su mentalidad. Solo buscan el beneficio personal y creen que actuar de una determinada manera para recibir las bendiciones de Dios es muy vago. Simplemente, no creen que sea posible; solo creen lo que ven con sus propios ojos. Tales personas se guían por el propio interés, y viven según la filosofía satánica de que “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. Esta es su esencia-naturaleza. En sus corazones, reconocer a Dios y a la verdad significa creer en Dios. Les resulta aceptable no hacer el mal, pero deben recibir beneficios y no sufrir pérdidas de ningún tipo. Solo hablan sobre practicar la verdad y someterse a Dios cuando no se ven afectados sus intereses. Si estos resultan dañados, no pueden practicar la verdad ni someterse a Dios. Pedirles que se gasten, que sufran o paguen un precio por Dios es incluso menos posible. Las personas así no son auténticos creyentes. Viven para sus propios intereses, solo buscan bendiciones y beneficios y no están dispuestos a soportar el sufrimiento ni a pagar un precio. Sin embargo, aun así, quieren un lugar en la casa de Dios para escapar del mortal desenlace. Tales personas no aceptan ni el menor ápice de verdad y Dios no puede salvarlas. ¿Puede salvarlas todavía? No cabe duda de que Él las desdeñará y las descartará. ¿Significa esto que Dios no las salva? Se han abandonado a sí mismas. No se esfuerzan por alcanzar la verdad ni oran ni confían en Él, ¿cómo va Dios a salvarlas entonces? La única opción es abandonarlas, darlas de lado y permitirles que reflexionen sobre sí mismas. Si las personas desean salvarse, la única senda es que acepten la verdad, se conozcan a sí mismas, practiquen el arrepentimiento y vivan la realidad-verdad. De esta manera, pueden obtener la aprobación de Dios. Deben practicar la verdad de modo que sean capaces de someterse y temer a Dios, que es la meta final de la salvación. La sumisión y el temor a Dios deben plasmarse en las personas y en cómo viven su vida. Si no caminas por la senda de la búsqueda de la verdad, no existe una segunda senda que puedas escoger. Si una persona no camina por esta senda, solo puede decirse que no cree que la verdad pueda salvarla. No cree que todas las palabras que dijo Dios puedan transformarla y hacer que se convierta en una persona auténtica. Además, básicamente no cree que Dios sea la verdad ni en el hecho de que la verdad puede transformar y salvar a las personas. Por tanto, cualquiera que sea la forma de diseccionarlo, el corazón de una persona así es demasiado intransigente. Son personas que se niegan a aceptar la verdad a toda costa y no pueden salvarse.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. En la fe en Dios, lo principal es practicar y experimentar Sus palabras
¿Es difícil transformar un carácter intransigente? ¿Hay alguna senda para ello? El método más sencillo y directo es transformar tu actitud hacia las palabras de Dios y hacia el propio Dios. ¿Cómo puedes transformar estas cosas? Analizando y llegando a conocer los estados y las mentalidades que surgen de tu actitud intransigente; y observando cuáles de tus actos y palabras, qué puntos de vista e intenciones a los que te aferras y hasta qué pensamientos e ideas concretos que brotan de ti están influidos por tu carácter intransigente. Examina y corrige dichas conductas, dichas manifestaciones y dichos estados uno por uno y cámbialos: tan pronto como hayas examinado y detectado algo, apresúrate a cambiarlo. Por ejemplo, acabamos de hablar de las conductas en función de nuestras preferencias y nuestros estados de ánimo, lo cual es caprichoso. El carácter caprichoso conlleva el atributo del hartazgo de la verdad. Si tú te percatas de que eres esa clase de persona, con ese carácter corrupto, y no haces introspección ni buscas la verdad para corregirlo y piensas obstinadamente que estás bien, eso es intransigencia. Tras este sermón, puede que de repente te des cuenta: “Yo he dicho cosas así y tengo opiniones similares. Mi carácter es de hartazgo de la verdad. Como es así, me dedicaré a corregir ese carácter”. ¿Y cómo vas a dedicarte a corregirlo? Empieza por renunciar a tu sentido de superioridad, a tu volubilidad y arbitrariedad; estés de buen o mal humor, observa cuáles son las exigencias de Dios. Si eres capaz de abandonar la carne y practicar según las exigencias de Dios, ¿cómo te contemplará Él? Si realmente puedes comenzar a corregir estas conductas corruptas, eso es señal de que estás cooperando positiva y activamente con la obra de Dios. Estarás desechando y corrigiendo conscientemente ese carácter harto de la verdad y, al mismo tiempo, corrigiendo tu carácter intransigente. Cuando hayas corregido ambas actitudes corruptas, podrás obedecer y satisfacer a Dios, cosa que le agradará.
La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (1)
La intransigencia constituye un problema de un carácter corrupto; es algo que está en la propia naturaleza y no es fácil de corregir. Cuando alguien tiene un carácter intransigente, este se manifiesta principalmente en forma de propensión a dar justificaciones y argumentos engañosos, a aferrarse a las propias ideas y a no aceptar fácilmente cosas nuevas. En ocasiones, la gente sabe que sus ideas están equivocadas, pero se aferra a ellas por vanidad y orgullo, obstinada hasta el final. Ese carácter intransigente es difícil de transformar aunque se sea consciente de él. Para resolver el problema de la intransigencia hay que conocer la arrogancia, el engaño, la ruindad, el hartazgo de la verdad y otras actitudes semejantes del hombre. Cuando uno conoce su arrogancia, su engaño, su ruindad y su hartazgo de la verdad y sabe que no está dispuesto a abandonar la carne aunque desea practicar la verdad, que siempre está poniendo excusas y explicando sus dificultades aunque desea obedecer a Dios, le será fácil reconocer que tiene un problema de intransigencia. Para resolver este problema, primero hay que tener un sentido humano normal y empezar por aprender a escuchar las palabras de Dios. Si deseas ser oveja de Dios, debes aprender a escuchar Sus palabras. ¿Y cómo debes escucharlas? Estando atento a los problemas que Dios expone en ellas y son relevantes para ti. Si descubres alguno, debes admitirlo; no debes creer que es un problema que tienen los demás, un problema de todo el mundo o de la humanidad, y que no tiene nada que ver contigo. Te equivocarías si creyeras eso. Debes reflexionar, por medio de la revelación de las palabras de Dios, sobre si tienes los estados corruptos o los puntos de vista equivocados que expone Dios. Por ejemplo, cuando oyes que las palabras de Dios revelan manifestaciones de un carácter arrogante que brotan de alguien, debes pensar para tus adentros: “¿Presento yo manifestaciones de arrogancia? Como ser humano corrupto, debo de presentar algunas de esas manifestaciones; debería recapacitar acerca de cuándo lo hago. Según la gente, soy arrogante, siempre actúo con soberbia, reprimo a los demás cuando hablo. ¿Ese es mi auténtico carácter?”. Con la reflexión, finalmente te darás cuenta de que la revelación de las palabras de Dios es del todo cierta: eres una persona arrogante. Y como la revelación de las palabras de Dios es del todo cierta, pues coincide perfectamente con tu situación sin la menor discrepancia y parece aún más precisa tras una reflexión más profunda, debes aceptar el juicio y castigo de Sus palabras y discernir y llegar a conocer la esencia de tu carácter corrupto de acuerdo con ellas. Entonces podrás sentir verdadero remordimiento. Al creer en Dios, solo si comes y bebes de Sus palabras de esta manera puedes llegar a conocerte a ti mismo. Para corregir tus actitudes corruptas, debes aceptar el juicio y la revelación de las palabras de Dios. Si no puedes, te resultará imposible despojarte de tus actitudes corruptas. Si eres una persona inteligente que ve que la revelación de las palabras de Dios es, en general, precisa, o si eres capaz de admitir que la mitad es correcta, debes aceptarla de inmediato y someterte a Dios. También debes orarle y hacer introspección. Será entonces cuando comprenderás que todas las palabras de revelación de Dios son precisas, reales, nada menos. La gente puede hacer introspección sincera únicamente si se somete a Dios con un corazón temeroso de Él. Es entonces cuando descubre la variedad de actitudes corruptas que hay en su interior, y que, en efecto, es arrogante y mojigata, carente del más mínimo sentido. Si alguien ama la verdad, es capaz de postrarse ante Dios, admitir ante Él que ha sido hondamente corrompido y tener la voluntad de aceptar Su juicio y castigo. Así puede cultivar un corazón de remordimiento, comenzar a renegar de sí mismo y a odiarse y lamentar no haber perseguido la verdad antes, pensando: “¿Por qué fui incapaz de aceptar el juicio y castigo de las palabras de Dios cuando empecé a leerlas? La actitud que tenía hacia Sus palabras era de arrogancia, ¿no? ¿Cómo pude ser tan arrogante?”. Tras hacer introspección frecuente de este modo durante algún tiempo, reconocerá que, ciertamente, es arrogante, que no es del todo capaz de admitir que las palabras de Dios son la verdad y la realidad, y que realmente no tiene ni pizca de sentido. No obstante, es difícil conocerse a uno mismo. Cada vez que una persona reflexiona, solamente puede adquirir un poco más de conocimiento, más profundo, de sí misma. Conocer con claridad un carácter corrupto no es algo que pueda lograrse en un breve espacio de tiempo; uno debe leer más las palabras de Dios, orar más y hacer más introspección. Es la única vía para llegar a conocerse a uno mismo poco a poco. Todos aquellos que se conocen verdaderamente a sí mismos han fracasado y tropezado anteriormente algunas veces, tras lo cual leyeron las palabras de Dios, le oraron e hicieron introspección y, así, llegaron a ver con claridad la verdad de su propia corrupción y a percibir que, en efecto, estaban profundamente corrompidos y absolutamente desprovistos de la realidad verdad. Si experimentas de este modo la obra de Dios, y le oras y buscas la verdad cuando te suceden las cosas, llegarás a conocerte poco a poco. De repente, un día por fin lo tendrás claro en tu interior: “Puede que tenga una aptitud ligeramente mejor que otros, pero me la concedió Dios. Siempre estoy jactándome, tratando de sobresalir de entre los demás al hablar y procurando que la gente haga las cosas a mi manera. ¡De verdad que carezco de sentido! ¡Es arrogancia y mojigatería! Gracias a la reflexión he conocido mi carácter arrogante. Esto es fruto del esclarecimiento y la gracia de Dios, ¡y le doy gracias por ello!”. ¿Es bueno o malo poder conocer tu carácter corrupto? (Bueno). A partir de ahí, debes buscar el modo de hablar y actuar con sentido y obediencia, la manera de estar en igualdad de condiciones con los demás, el modo de tratarlos de forma justa sin coartarlos, la manera correcta de considerar tu aptitud, tus dones, fortalezas, etc. Así, como una montaña que es reducida a polvo a martillazos, golpe a golpe, se corregirá tu carácter corrupto. Luego, cuando te relaciones con otros o colabores con ellos en un deber, serás capaz de considerar correctamente sus puntos de vista y de prestar mucha atención mientras los escuchas. Y cuando los oigas expresar un punto de vista correcto, lo descubrirás: “Parece que mi aptitud no es la mejor. Lo cierto es que todos tienen sus puntos fuertes; no son inferiores a mí en absoluto. Antes, siempre me creía más apto que los demás. Eso era narcisismo e ignorancia de miras estrechas. Tenía una visión muy limitada, como una rana en el fondo de un pozo. Pensar así realmente carecía de sentido, ¡era una desvergüenza! Mi carácter arrogante me cegaba y ensordecía. No comprendía las palabras de los demás y creía que era mejor que ellos, que tenía razón, cuando en realidad ¡no soy mejor que ninguno!”. A partir de entonces tendrás verdadero entendimiento y conocimiento de tus defectos y de tu pequeña estatura. Y después, cuando hables con los demás, escucharás atentamente sus puntos de vista y te darás cuenta de que “hay muchísima gente mejor que yo. Mi aptitud y mi capacidad de comprensión son moderadas, en el mejor de los casos”. Con esta constatación, ¿no habrás adquirido un poco de conciencia de ti mismo? Con esta experiencia, y mediante la introspección frecuente de acuerdo con las palabras de Dios, podrás adquirir un verdadero conocimiento de ti mismo cada vez más profundo. Descubrirás la verdad de tu corrupción, de tu pobreza y miseria, de tu deplorable fealdad y, en ese momento, sentirás asco de ti mismo y odiarás tu carácter corrupto. Entonces te será fácil renunciar a ti mismo. Así se experimenta la obra de Dios. Debes reflexionar sobre tus manifestaciones de corrupción de acuerdo con las palabras de Dios. En particular, tras revelar un carácter corrupto en cualquier clase de situación, debes hacer introspección y conocerte frecuentemente. Entonces te resultará fácil ver con claridad tu esencia corrupta y podrás odiar de corazón tu corrupción, tu carne y a Satanás. Y, de corazón, serás capaz de amar la verdad y de luchar por ella. De esta forma, tu carácter arrogante seguirá ablandándose y, paulatinamente, lo desecharás. Adquirirás cada vez más razón y te será más fácil someterte a Dios. A ojos de los demás, te verás más estable y sensato, y parecerá que hablas de manera más objetiva. Serás capaz de escuchar a los demás y les darás tiempo para hablar. Cuando los demás tengan razón, te resultará fácil admitir sus palabras, y tu relación con la gente no será tan agobiante. Sabrás cooperar en armonía con cualquiera. Si cumples así con el deber, ¿no tendrás sentido y humanidad? Esa es la manera de resolver esta clase de carácter corrupto.
La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (1)
Vamos a fijarnos, por ejemplo, en el carácter intransigente: al principio, cuando no había habido ningún cambio en tu carácter no entendías la verdad ni eras consciente de que tenías un carácter intransigente, y cuando oíste la verdad, pensaste: “¿Cómo puede la verdad dejar siempre al descubierto las cicatrices de la gente?”. Después de oírla, sentiste que las palabras de Dios eran correctas, pero si, al cabo de uno o dos años, no te has tomado a pecho ninguna de ellas, si no las has aceptado, entonces esto es intransigencia, ¿verdad? Si, después de dos o tres años, no ha habido aceptación, si no se ha producido ningún cambio en el estado dentro de ti, y aunque no te has quedado atrás en el cumplimiento de tu deber y has sufrido mucho, tu estado de intransigencia no se ha resuelto en absoluto o disminuido en lo más mínimo, entonces ¿ha habido algún cambio en este aspecto de tu carácter? (No). Entonces, ¿por qué vas de aquí para allá y trabajas? Sea cual sea la razón por la que lo haces, vas de aquí para allá y trabajas a ciegas, porque ya has hecho mucho ambas cosas y sin embargo no se ha producido el más mínimo cambio en tu carácter. Hasta que llega un día en que de repente piensas: “¿Cómo es que no soy capaz de decir ni una sola palabra de testimonio? Mi carácter no ha cambiado en absoluto”. En ese momento sientes lo grave que es este problema, y piensas para tus adentros: “¡Soy realmente rebelde e intransigente! ¡No soy una persona que busque la verdad! ¡No guardo ningún lugar para Dios en mi corazón! ¿Cómo puede llamarse a esto fe en Dios? He creído en Dios durante varios años, pero aun así no vivo con semejanza humana ni mi corazón está cerca de Dios. Tampoco me he tomado a pecho las palabras de Dios ni tengo ninguna sensación de reproche o inclinación a arrepentirme cuando hago algo mal, ¿no es esto intransigencia? ¿Acaso no soy un hijo de la rebelión?”. Te sientes atribulado. ¿Y qué significa que te sientas atribulado? Significa que deseas arrepentirte. Eres consciente de tu propia intransigencia y rebeldía. Y en este momento, tu carácter comienza a cambiar. Sin darte cuenta, hay ciertos pensamientos y deseos dentro de tu conciencia que quieres cambiar, y ya no te encuentras en un punto muerto con Dios. Te encuentras deseando mejorar tu relación con Dios, dejar de ser tan intransigente, ser capaz de poner en práctica las palabras de Dios en tu vida cotidiana, practicarlas como los principios de la verdad: esa es la conciencia que tienes. Es bueno que seas consciente de estas cosas, pero ¿significa esto que podrás cambiar de inmediato? (No). Debes tener varios años de experiencia, durante los cuales tendrás una conciencia cada vez más clara en tu corazón, y tendrás una poderosa necesidad, y pensarás en tu corazón: “Esto no está bien; debo dejar de perder el tiempo. Debo buscar la verdad, he de hacer algo adecuado. En el pasado he descuidado mis deberes pertinentes, solo pensaba en cosas materiales como la comida y la ropa, y solo buscaba nombre y ganancia. Por eso, no he conseguido nada de la verdad. Lo lamento y debo arrepentirme”. En este punto, te embarcas en la senda correcta de la fe en Dios. En la medida en que las personas comienzan a centrarse en la práctica de la verdad, ¿no les lleva esto un paso más cerca de cambiar su carácter? No importa cuánto tiempo hayas creído en Dios, si puedes sentir tu propia turbiedad, que siempre has ido a la deriva y que después de varios años así no has ganado nada y todavía te sientes vacío, y si esto te hace sentir incómodo, empiezas a reflexionar sobre ti mismo y te parece que no buscar la verdad es perder el tiempo, entonces en ese momento te darás cuenta de que las exhortaciones de Dios son Su amor por el hombre, y te odiarás a ti mismo por no escuchar las palabras de Dios y por estar tan falto de conciencia y de razón. Sentirás remordimiento, y entonces querrás volver a conducirte y vivir de verdad ante Dios, y te dirás: “No puedo hacer más daño a Dios. Él ha hablado mucho, y cada palabra ha sido para beneficio del hombre, y para indicarle el camino correcto. Dios es tan hermoso y tan digno del amor del hombre”. Este es el comienzo de la transformación de las personas. Es muy bueno tener esta apreciación. Si estás tan adormecido que ni siquiera sabes estas cosas, entonces tienes problemas, ¿no es cierto? Hoy en día la gente se da cuenta de que la clave de la fe en Dios es leer más las palabras de Dios, que comprender la verdad es lo más importante de todo, que comprender la verdad y conocerse a uno mismo es fundamental, y que solo siendo capaz de practicar la verdad y hacer de la verdad su realidad se entra en el camino correcto de la fe en Dios. Entonces, ¿cuántos años de experiencia crees que hay que tener para llegar a este conocimiento y este sentimiento en el corazón? La gente que es sagaz, que es perspicaz, que tiene un fuerte deseo de Dios, pueden ser capaces de cambiar en uno o dos años y comenzar a entrar. Pero las personas confundidas, las que están adormecidas y atontadas, que carecen de perspicacia, pasarán tres o cinco años desorientados, sin darse cuenta de que no han ganado nada. Si cumplen con sus deberes con entusiasmo, pueden pasar más de diez años desorientados y seguir sin obtener ganancias evidentes ni poder hablar de sus testimonios de experiencia. Hasta que no son expulsados o descartados, no se despiertan y piensan: “Desde luego, no tengo ninguna realidad de la verdad. Desde luego, no he sido una persona que busque la verdad”. ¿No es su despertar un poco tardío a estas alturas? Algunas personas van a la deriva, desorientadas, esperando siempre a que llegue el día de Dios, pero sin buscar la verdad en absoluto. En consecuencia, pasan más de diez años sin que consigan nada ni puedan compartir ningún testimonio. Solo cuando se les poda y se les trata con dureza y se les amonesta, sienten por fin que las palabras de Dios les penetran en el corazón. ¡Qué intransigentes son sus corazones! ¿Cómo es posible que les parezca bien no ser tratados, podados y castigados? ¿Cómo es posible que les parezca bien no ser duramente disciplinados? ¿Qué hay que hacer para que tomen conciencia, para que reaccionen? Los que no buscan la verdad no derramarán una lágrima hasta que vean el ataúd. Solo cuando han hecho una gran cantidad de cosas demoníacas y malvadas se dan cuenta y se dicen a sí mismos: “¿Se acabó mi fe en Dios? ¿Ya no me quiere Dios? ¿He sido condenado?”. Empiezan a reflexionar. Cuando son negativos, consideran que todos estos años de creer en Dios han sido una pérdida de tiempo, y se llenan de resentimiento y tienden a darse por vencidos como si no tuvieran remedio. Pero cuando recobran el sentido común, se dan cuenta de que “¿acaso no me estoy haciendo daño a mí mismo? Debo recuperarme. Me han dicho que no amo la verdad. ¿Por qué me han dicho eso? ¿Cómo es que no amo la verdad? ¡Oh, no! No solo no amo la verdad, sino que ni siquiera puedo poner en práctica las verdades que entiendo. Esto es una manifestación de estar harto de la verdad”. Al pensar esto, se sienten algo arrepentidos y también algo asustados: “Si sigo así, seguramente seré castigado. No, debo arrepentirme enseguida; el carácter de Dios no se puede ofender”. ¿Se ha reducido en este momento su nivel de intransigencia? Es como si una aguja les hubiera atravesado el corazón; sienten algo. Y cuando albergas este sentimiento, tu corazón se agita y empiezas a interesarte por la verdad. ¿Por qué tienes este interés? Porque necesitas la verdad. Sin la verdad, cuando eres podado y tratado no puedes someterte a ella o aceptarla, y no puedes mantenerte firme cuando eres probado. Si te convirtieras en un líder, ¿serías capaz de evitar ser un falso líder y de caminar por la senda de un anticristo? No. ¿Puedes superar tener estatus y ser alabado por otros? ¿Puedes superar las situaciones en las que te colocan y las pruebas que te ponen? Te conoces y te comprendes demasiado bien, y dirás: “Si no comprendo la verdad, no puedo superar todo esto: soy basura, no soy capaz de nada”. ¿Qué clase de mentalidad es esa? La necesidad de la verdad. Cuando estés necesitado, cuando estés más desamparado, solo querrás depender de la verdad. Sentirás que no puedes depender de nadie más, y que solo depender de la verdad puede resolver tus problemas, además de permitirte superar la poda y el trato, las pruebas y las tentaciones, y ayudarte a superar cualquier situación. Y cuanto más dependas de la verdad, más sentirás que la verdad es buena, útil y de gran ayuda para ti, y que puede resolver todas tus dificultades. En esos momentos, empezarás a anhelar la verdad. Cuando las personas llegan a este punto, ¿su carácter corrupto comienza a disminuir o a cambiar poco a poco? A partir del momento en que empiezan a comprender y aceptar la verdad, la forma en que la gente ve las cosas empieza a cambiar, tras lo cual su carácter también empieza a hacerlo. Se trata de un proceso lento. En las primeras etapas, las personas no son capaces de percibir estos diminutos cambios; pero cuando realmente comprenden y son capaces de practicar la verdad, comienzan a producirse cambios esenciales, y son capaces de sentir tales cambios. Desde el momento en que las personas comienzan a tener anhelo y hambre de la verdad y desean buscarla, hasta el momento en que algo les sucede y, basándose en su comprensión de la verdad, son capaces de ponerla en práctica y satisfacer la voluntad de Dios y no actuar según su propia voluntad, y son capaces de superar sus motivos y su propia arrogancia, rebeldía, intransigencia y corazón traicionero, entonces, poco a poco, ¿no se convierte la verdad en su vida? Y cuando la verdad se convierte en tu vida, las actitudes arrogantes, rebeldes, intransigentes y traicioneras dentro de ti dejan de ser tu vida y ya no pueden controlarte. ¿Y qué guía tu comportamiento en este momento? Las palabras de Dios. Cuando las palabras de Dios se han convertido en tu vida, ¿se ha producido un cambio? (Sí). Y después, cuanto más cambias, mejor van las cosas. Este es el proceso por el cual cambian las actitudes de las personas, y lograr este efecto lleva bastante tiempo.
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