31. Cómo resolver el problema de recorrer la senda de los anticristos

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Tienes que percibir a los anticristos claramente y reconocerlos bien. Tienes que saber discernir sus varias manifestaciones y, al mismo tiempo, deberías tener claro que tu propia esencia-naturaleza guarda en común muchas características con los anticristos, lo cual es debido a que todos pertenecéis a la humanidad que ha sido corrompida por Satanás; la única diferencia estriba en que los anticristos se hallan por completo bajo el control de Satanás, se han convertido en sus cómplices y hablan en su nombre. Tú también perteneces a la humanidad corrupta, pero eres capaz de aceptar la verdad y albergas la esperanza de alcanzar la salvación. Sin embargo, en términos de esencia, guardas en común muchas cosas con los anticristos, y tus métodos y motivaciones ocultas son los mismos. Es solo que, una vez que has oído la verdad y escuchado los sermones, eres capaz de cambiar de rumbo, y este hecho determina que albergues la esperanza de alcanzar la salvación: ahí radica la diferencia entre los anticristos y tú. Por lo tanto, cuando desenmascaro a los anticristos, tú también deberías establecer una comparación y reconocer qué es lo que guardas en común con ellos, y qué manifestaciones, actitudes y aspectos de la esencia compartes con ellos. De este modo, ¿no llegarás entonces a conocerte mejor a ti mismo? Si te sientes siempre hostil, crees que no eres un anticristo, experimentas un odio intenso hacia ellos, y no te muestras dispuesto a establecer esta comparación ni a reflexionar sobre ti mismo y comprender qué senda sigues, ¿cuál será la consecuencia? Con un carácter satánico, es muy probable que te conviertas en un anticristo, lo cual es debido a que ningún anticristo busca convertirse en uno a propósito y luego llega a serlo; se debe a que no persiguen la verdad y, como cabría esperar, terminan siguiendo la senda de un anticristo. ¿Acaso no son anticristos quienes en el mundo religioso no aman la verdad? Todas y cada una de las personas que no reflexionan sobre su propia esencia-naturaleza ni la comprenden, y que creen en Dios conforme a sus nociones y figuraciones, son anticristos. Una vez que emprendes la senda del anticristo, una vez que ganas estatus, combinado con el hecho de que posees ciertos dones y cierto aprendizaje y que todo el mundo te admira, ocurre que, a medida que aumenta el tiempo que dedicas a trabajar, llegas a hacerte un hueco en el corazón de la gente. A medida que crece el ámbito de la labor de la cual eres responsable, llegas a liderar a un número cada vez mayor de personas, ganas cada vez más capital, y entonces te conviertes en un Pablo genuino. ¿Todo esto deriva de una decisión tuya? No planeabas tomar esta senda, pero ¿cómo es que, sin saberlo, has emprendido la senda de un anticristo? Un motivo importante radica en que, si no persigues la verdad, lo más seguro es que persigas estatus y prestigio, que te embarques en negocios propios, hasta que, finalmente, sin ser consciente de ello, te encuentres en la senda de un anticristo. Si las personas que siguen dicha senda no cambian de rumbo a tiempo, cuando alcancen cierto estatus cabe la posibilidad de que se conviertan en anticristos: se trata de un resultado inevitable. Si no captan esta cuestión con claridad, se hallarán en peligro, porque todo el mundo posee actitudes corruptas y todo el mundo quiere reputación y estatus; si no aman la verdad, son realmente propensos a caer por la reputación y el estatus. Sin el juicio y el castigo de Dios, todo el mundo seguiría la senda de un anticristo y caerían por la reputación y el estatus, un hecho que nadie podrá negar. Tú dices: “Solo tengo estas revelaciones de vez en cuando, no son más que manifestaciones temporales. A pesar de tener la misma esencia que la de los anticristos, me diferencio de ellos en que no albergo ambiciones tan grandes como las suyas. Además, mientras cumplo con los deberes, reflexiono en todo momento sobre mí mismo, siento remordimientos y busco la verdad, y actúo conforme a los principios-verdad. A juzgar por mi comportamiento, no soy un anticristo ni tengo deseos de serlo, de modo que resulta imposible que me convierta en uno”. Quizá ahora mismo no lo seas, pero ¿puedes asegurar que no seguirás la senda de un anticristo y te convertirás en uno? ¿Puedes garantizarlo? No. Así pues, ¿cómo puedes ofrecer tal garantía? La única manera de hacerlo es persiguiendo la verdad. ¿Y cómo debes perseguir la verdad? ¿Tienes alguna manera de hacerlo? En primer lugar, has de reconocer el hecho de que compartes la misma esencia-carácter que los anticristos. Aunque ahora mismo no seas uno de ellos, para ti, ¿qué es lo más letal y peligroso? Es que posees la misma esencia-naturaleza que los anticristos. ¿Esto es bueno para ti? (No). Desde luego que no. Es letal para ti. Por lo tanto, mientras escuches estos sermones en los que se exponen las diversas manifestaciones de los anticristos, no vayas a pensar que estas cosas no tienen nada que ver contigo; esa es una actitud errada. Entonces, ¿qué clase de actitud deberías tener para aceptar estos hechos y manifestaciones? Compárate con ellos, reconoce que tienes una esencia-naturaleza propia de un anticristo y luego examínate para averiguar cuáles de tus manifestaciones y revelaciones son idénticas a las suyas. En primer lugar, reconoce este hecho: no intentes disfrazarte ni cubrirte. La senda que recorres es la senda de un anticristo, por lo que es conforme a los hechos decir que eres uno de ellos; es solo que la casa de Dios aún no te ha definido como tal y te concede la oportunidad de arrepentirte, nada más. ¿Lo entiendes? En primer lugar, acepta y reconoce este hecho, y luego lo que debes hacer es acudir ante Dios y pedirle que te discipline y te mantenga bajo control. No te apartes de la luz de la presencia de Dios ni abandones Su protección, y de este modo tu conciencia y tu razón te refrenarán a la hora de hacer cosas; además, contarás con las palabras de Dios para iluminarte, guiarte y mantenerte bajo control. Asimismo, contarás con la obra del Espíritu Santo para guiarte, organizar a las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean de modo que te sirvan de advertencia y te disciplinen. ¿Cómo te advierte Dios? Dios actúa de incontables maneras. A veces, Dios provocará que albergues un sentimiento evidente en tu corazón que te permitirá darte cuenta de que necesitas que te mantengan bajo control, de que no puedes actuar obstinadamente, de que si actúas mal dejarás a Dios en vergüenza y harás el ridículo, y entonces te frenas. ¿Aquí no es Dios quien te protege? Esta es una manera. En ocasiones, Dios te reprochará en tu interior y te brindará palabras claras para indicarte que esa manera de actuar es vergonzosa, que Él la detesta y maldice; es decir, se vale de palabras claras para reprenderte y que establezcas una comparación contigo mismo. ¿Qué objetivo persigue Dios con esto? Lo hace a fin de remover tu conciencia, y cuando sientas algo, considerarás el impacto, las consecuencias y tu propio sentido de la vergüenza, y ejercerás cierta mesura en tus acciones y prácticas. Una vez que hayas vivido muchas experiencias parecidas, descubrirás que, aunque las actitudes corruptas se encuentran arraigadas en el interior de las personas, cuando estas logran aceptar la verdad y percibir claramente la verdad de sus propias actitudes corruptas, pueden rebelarse deliberadamente contra su carne; cuando las personas logran poner en práctica la verdad, su carácter satánico se limpia y se transforma. El carácter satánico del hombre no es indestructible ni inmutable: cuando llegues a ser capaz de aceptar la verdad y ponerla en práctica, tu carácter satánico se desmoronará y se verá reemplazado de forma natural. Una vez que saborees la dulzura que conlleva poner en práctica la verdad, pensarás: “Antes era todo un sinvergüenza. Por muy descaradas que fueran mis palabras o por mucho que me enalteciera para que los demás me idolatraran, después no sentía vergüenza ni tenía conciencia de ello. Ahora percibo que mi manera de actuar estaba equivocada y quedaba mal parado, y tengo la sensación de que hay muchos ojos posados en mí”. Esto es obra de Dios. Te brinda un sentimiento, y es como si te reprocharas a ti mismo, de modo que a partir de ese momento no cometerás maldades o te ceñirás a tu propia senda. Sin darte cuenta, los métodos que usas para enaltecerte y dar testimonio de ti mismo se reducirán, ejercerás cada vez más la autocontención y tendrás la sensación creciente de que, actuando así, tu corazón se encuentra tranquilo y tu conciencia en paz; esto supone vivir en la luz, y ya no hay necesidad de estar sobre ascuas ni de valerte de mentiras o de palabras bonitas para camuflarte. En el pasado, mentías y prolongabas las mentiras a diario para proteger tu reputación. Cada vez que contabas una mentira, tenías que prolongarla en el tiempo, pues tenías miedo de destapar el pastel. Como resultado, contabas cada vez más mentiras y luego tenías que hacer un gran esfuerzo y devanarte los sesos para sostenerlas; vivías una vida que no se asemejaba ni a la de los humanos ni a la de los demonios, ¡y qué agotadora era! Ahora buscas ser una persona honesta y puedes abrir tu corazón y hablar de cosas reales. Ya no tienes necesidad de contar mentiras ni de mantenerlas día tras día, ya no estás constreñido por las mentiras, sufres mucho menos, vives una vida cada vez más relajada, libre y liberada, en lo más recóndito de tu corazón gozas de sentimientos de paz y alegría: estás saboreando la dulzura de esta vida. Y entretanto, tu mundo interior ya no es engañoso, perverso ni falso. Por el contrario, ahora te muestras dispuesto a acudir ante Dios, oras ante Él y buscas la verdad cuando surge un problema; eres capaz de hablar de la situación con otras personas y ya no actúas de manera unilateral o arbitraria. Tienes la sensación cada vez mayor de que el modo en que solías hacer las cosas era despreciable y ya no quieres ser así. En su lugar, actúas de cualquiera que sea la manera que se ajuste a la verdad, a la razón y a las intenciones de Dios; tu manera de actuar ha cambiado. Cuando consigues esto, ¿no significa que te has apartado de la senda de un anticristo? Y cuando te has apartado de dicha senda, ¿no significa que has emprendido la senda para alcanzar la salvación? Al aventurarte en la senda hacia la salvación y acudir ante Dios a menudo, tu actitud, tu intención, tu perspectiva, tus objetivos vitales y tu dirección en la vida ya no se oponen a Dios, empiezas a amar las cosas positivas, a amar la equidad, la justicia y la verdad. Cuando esto ocurre, lo más profundo de tu corazón y tus pensamientos han empezado a transformarse. Cuando empiezas a recorrer la senda de la salvación, ¿podrías convertirte aún en un anticristo? ¿Podrías resistirte aún a Dios intencionadamente? No, no podrías, ya te hallas fuera de peligro. Solo entrando en este estado la gente estará en el camino correcto de la fe en Dios, y solo buscando y aceptando la verdad de este modo podrá despojarse de los problemas, el control y la perturbación causados por su naturaleza satánica y por su naturaleza de anticristo.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos

¿Cómo se podría resolver el problema de que recorran la senda de los anticristos? (Por un lado, han de entender este asunto y acudir ante Dios para orar cuando revelen pensamientos de luchar por el estatus. Asimismo, deben abrirse por completo a los hermanos y hermanas, y luego rebelarse de manera consciente contra estos pensamientos incorrectos. Además, han de pedirle a Dios que los juzgue, castigue, pode y discipline. Entonces serán capaces de embarcarse en la senda correcta). Esta es una buena respuesta. Sin embargo, no es algo fácil de lograr y es incluso más difícil para aquellos que aman demasiado la reputación y el estatus. Desprenderse de la reputación y el estatus no es fácil, depende de que la gente persiga la verdad. Solo si se entiende la verdad puede uno llegar a conocerse a sí mismo, ver con claridad el vacío de buscar fama, ganancias y estatus, así como la verdad de la corrupción de la especie humana. Solo cuando una persona llega a entenderse bien a sí misma puede abandonar el estatus y la reputación. No es fácil despojarse del carácter corrupto. Si has reconocido que careces de verdad, estás plagado de deficiencias y revelas demasiada corrupción, pero no dedicas esfuerzo a perseguir la verdad y te disfrazas y eres hipócrita, haciendo creer a la gente que puedes hacer cualquier cosa, eso te pondrá en peligro. Tarde o temprano llegará un momento en el que te encontrarás con un obstáculo y te caerás. Debes admitir que no tienes la verdad y ser lo bastante valiente para afrontar la realidad. Cuentas con debilidades, revelas corrupción y estás plagado de toda clase de deficiencias. Es normal, porque eres una persona corriente, no eres sobrehumano ni omnipotente y debes reconocerlo. Cuando otras personas se burlen de ti o te ridiculicen, no reacciones de inmediato con antipatía porque lo que digan sea desagradable, ni te resistas porque te creas competente y perfecto; esta no debería ser tu actitud hacia tales palabras. ¿Cuál debería ser? Deberías decirte a ti mismo: “Tengo mis defectos, todo en mí es corrupto y deficiente y yo solo soy una persona corriente. A pesar de que se burlan de mí y me ridiculizan, ¿hay algo de verdad en ello? Si algo de lo que dicen es cierto, debo aceptarlo de parte de Dios”. Si tienes esta actitud, eso prueba que eres capaz de manejar correctamente el estatus, la reputación y lo que los demás dicen de ti. El estatus y la reputación no se dejan de lado con facilidad. A los que están dotados de algún talento, tienen cierto calibre o poseen alguna experiencia de trabajo les resulta aún más difícil renunciar a estas cosas. Aunque a veces afirmen haberlas dejado de lado, en su fuero interno no pueden hacerlo. En cuanto la situación lo permita y se les presente la oportunidad, seguirán luchando por la fama, las ganancias y el estatus como antes, porque a todos los humanos corruptos les encantan estas cosas, lo que ocurre es que los que no poseen dones ni talentos tienen un deseo algo más débil de buscar estatus. Los que poseen conocimiento, talento, atractivo y un capital especial tienen un deseo particularmente fuerte de reputación y estatus, hasta el punto de que están llenos de esta ambición y deseo. Esto es lo que más les cuesta dejar de lado. Cuando no tienen estatus, su deseo está en fase incipiente. Una vez que adquieren estatus, cuando la casa de Dios les confía alguna tarea importante, y, sobre todo, si han trabajado muchos años y tienen mucha experiencia y capital, su deseo ya no es tan incipiente, sino que ya ha echado raíces, ha florecido y está a punto de dar fruto. Si una persona tiene el deseo y la ambición constantes de hacer grandes cosas, de llegar a ser famosa, de convertirse en una figura importante, entonces, en cuanto cometa una gran maldad y sus consecuencias surtan efecto, estará totalmente acabada y descartada. Así, antes de que esto desemboque en una gran catástrofe, debe rápidamente darle la vuelta a la situación mientras aún queda tiempo. Cuando hagas algo, y en cualquier contexto, debes buscar la verdad, practicar ser alguien que es honesto y obediente a Dios, y dejar de lado la búsqueda de estatus y reputación. Cuando tienes el pensamiento y el deseo constantes de competir por el estatus, debes darte cuenta de los males a los que te llevará este tipo de estado si no lo resuelves. Así que debes buscar la verdad lo antes posible, supera tu deseo de competir por el estatus mientras está en una etapa incipiente, y reemplázalo con la práctica de la verdad. Cuando practiques la verdad, tu deseo y ambición de competir por el estatus disminuirán y no perturbarás el trabajo de la iglesia. De esta manera, Dios recordará tus acciones y las aprobará. ¿Qué es lo que estoy tratando de enfatizar? Es lo siguiente: debes deshacerte de tus deseos y ambiciones antes de que florezcan, fructifiquen y te conduzcan a una gran calamidad. Si no te ocupas de ellos cuando todavía están en su fase inicial, perderás una gran oportunidad; y una vez que te hayan llevado a una gran calamidad, será demasiado tarde para solucionarlos. Si no tienes ni siquiera la voluntad de rebelarte contra la carne, te será muy difícil encaminar tus pasos por la senda de la búsqueda de la verdad; si te topas con contratiempos y fracasos en tu búsqueda de fama, ganancias y estatus y no entras en razón, resultará peligroso. Existe la posibilidad de que seas descartado. Cuando los que aman la verdad experimentan uno o dos fracasos y contratiempos en cuanto a su reputación y estatus, pueden ver claramente que la reputación y el estatus no tienen ningún valor. Son capaces de renunciar por completo al estatus y a la reputación y deciden que, aunque nunca posean estatus, seguirán persiguiendo la verdad y realizando su deber correctamente, y compartirán su testimonio vivencial y lograrán así el resultado de dar testimonio de Dios. Incluso cuando son seguidores corrientes, son capaces de seguir hasta el final, y lo único que quieren es recibir la aprobación de Dios. Solo estas son personas que aman realmente la verdad y tienen determinación. La casa de Dios ha descartado a muchos anticristos y personas malvadas y algunos de los que persiguen la verdad, tras contemplar el fracaso de los anticristos, piensan sobre la senda que esa gente tomó, además de reflexionar y conocerse a sí mismos. A partir de ahí, adquieren una comprensión de la intención de Dios, deciden ser seguidores corrientes y se concentran en perseguir la verdad y hacer bien su deber. Incluso si Dios dice que son servidores o humildes donnadies, a ellos no les importa. Solo intentarán ser gente humilde y unos seguidores pequeños e insignificantes a ojos de Dios, que al final Él acabará calificando de seres creados aceptables. Las personas así son las buenas y las que Dios aprueba.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)

¿Os da miedo seguir la senda de los anticristos? (Sí). ¿Es útil el miedo por sí solo? No, el miedo, por sí solo, no soluciona el problema. Es normal tener miedo de caminar por la senda de los anticristos. Esto indica que alguien es amante de la verdad, gente dispuesta a esforzarse por ella y a perseguirla. Si sois temerosos en vuestro corazón, debéis buscar la verdad y hallar la senda de práctica. Debéis empezar por aprender a cooperar con los demás en armonía. Si hay un problema, resolvedlo hablándolo en comunión y debate para que todos conozcan los principios, además del razonamiento y el programa concretos de la solución. ¿Esto no te impide tomar decisiones solo? Además, si tienes un corazón temeroso de Dios, serás naturalmente capaz de recibir el escrutinio de Dios, pero también debes aprender a aceptar la supervisión del pueblo escogido de Dios, lo que requiere que tengas tolerancia y aceptación. Si ves a alguien que te supervisa, que inspecciona tu trabajo o que te vigila sin que lo sepas, y si te vuelves impulsivo, tratas a esa persona como a un enemigo y la desprecias, e incluso la atacas y la tratas como a un traidor, deseando que desaparezca, eso supone un problema. ¿Acaso no es extremadamente vil? ¿Qué diferencia hay entre esto y un rey demonio? ¿Es esto tratar a la gente de manera justa? Si caminas por la senda correcta y actúas de forma adecuada, ¿qué tienes que temer de que la gente te investigue? Si estás asustado, eso demuestra que hay algo que acecha en tu corazón. Si sabes dentro de tu corazón que tienes un problema, entonces debes aceptar el juicio y el castigo de Dios. Eso es razonable. Si sabes que tienes un problema, pero no permites que nadie te supervise, que inspeccione tu trabajo o investigue tal problema, entonces estás siendo muy poco razonable, te estás rebelando y oponiendo a Dios, y en este caso tu problema es aún más grave. Si el pueblo escogido de Dios discierne que eres una persona malvada o un incrédulo, entonces las consecuencias serán aún más problemáticas. Por tanto, los que son capaces de aceptar la supervisión, el examen y la inspección de los demás son los más razonables de todos, tienen tolerancia y una humanidad normal. Cuando descubras que estás haciendo algo incorrecto o tengas la revelación de un carácter corrupto, si eres capaz de abrirte y comunicarte con la gente, esto ayudará a los que te rodean a vigilarte. Ciertamente, es necesario aceptar la supervisión, pero lo principal es orar a Dios y ampararte en Él sometiéndote a un examen constante. Especialmente cuando te hayas equivocado o hecho algo mal, o cuando estés a punto de actuar o decidir por tu cuenta y alguien cercano te lo comente y te alerte, es preciso que lo aceptes y te apresures a hacer introspección, que admitas el error y lo corrijas. Esto puede evitar que entres en la senda de los anticristos. Si hay alguien que te ayuda y alerta de esta manera, ¿no estás siendo protegido sin saberlo? Sí, esa es tu protección. Por lo tanto, no deberías estar siempre cuidándote de tus hermanos y hermanas, ni de la gente que te rodea. No estés constantemente disfrazándote ni cubriéndote para evitar que otros te conozcan o vean quién eres. Si tu corazón siempre se está protegiendo de los demás, tu búsqueda de la verdad se verá afectada y será fácil que te pierdas la obra del Espíritu Santo, así como muchas oportunidades de ser hecho perfecto. Si siempre te proteges de los demás, albergarás secretos en tu corazón y no podrás cooperar con la gente. Será fácil que hagas cosas equivocadas y que camines por la senda incorrecta, y te horrorizarás cuando cometas errores. ¿Qué pensarás en ese momento?: “Si lo hubiera sabido, habría colaborado con mis hermanos y hermanas para cumplir bien mi deber desde el principio y seguramente no habría tenido ningún problema. Pero como siempre tenía miedo de que los demás vieran mi interior, me protegí de ellos. Al final, nadie más incurrió en un error, fui yo quien cometió el primero. ¡Qué vergonzoso y necio!”. Si puedes concentrarte en buscar la verdad y sincerarte al hablar con tus hermanos y hermanas cuando tengas dificultades, estos podrán ayudarte y permitirte entender la senda correcta de práctica y los principios de práctica. Eso puede protegerte de caminar por la senda incorrecta cuando cumplas tu deber y así no fracasarás ni caerás, ni serás desdeñado y descartado por Dios. En lugar de eso, recibirás protección, cumplirás tu deber adecuadamente y obtendrás la aprobación de Dios. ¡Cuán vastos son los beneficios que gana la gente gracias a una cooperación armoniosa!

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa

Si actualmente no tenéis la realidad de las palabras de Dios como vuestra vida, ¿qué será de vosotros una vez que tengáis estatus y cargos de autoridad? ¿Iréis por la senda de los anticristos? (Eso es incierto). Este es el momento de mayor peligro. ¿Podéis verlo con claridad? Decidme, ¿es peligroso ser líder u obrero? (Sí). Conociendo el peligro, ¿aún estáis dispuestos a cumplir con este deber? (Sí). Esta buena disposición para cumplir con el deber es la voluntad humana, y es algo positivo. No obstante, este aspecto positivo, por sí mismo, ¿te permitirá poner en práctica la verdad? ¿Serás capaz de rebelarte contra las preferencias de la carne? ¿Serás capaz de cumplir tu voluntad confiando en las buenas intenciones y en la voluntad humana o fiándote de los deseos e ideales humanos? (No). Entonces debes meditar sobre lo que has de hacer para que tus deseos, tus ideales y tu voluntad se hagan realidad y se conviertan en tu verdadera estatura. Eso realmente no supone un gran problema. El verdadero problema es que, en vista del estado y la estatura actuales del hombre, y dadas las cualidades de su humanidad, este está lejos de satisfacer las condiciones de la aprobación de Dios. Vuestra personalidad humana no tiene más que un poco de conciencia y razón, no la voluntad de perseguir la verdad. Cuando cumples con el deber, es posible que no desees ser superficial ni tratar de engañar a Dios, pero lo harás. Dado vuestro estado y estatura actuales y reales, ya os encontráis en una situación de riesgo. ¿Seguiríais afirmando que tener estatus representa una amenaza, pero que no tenerlo supone estar seguros? De hecho, carecer de estatus también es peligroso. Mientras mantengas un carácter corrupto, estás en peligro. Ahora bien, ¿es cierto que solo siendo líder se corren peligros, mientras que quienes no lo son están a salvo? (No). Si no eres una persona que persigue la verdad y no posees la más mínima realidad-verdad, estás en peligro, ya sea que seas líder o no. Así pues, ¿cómo deberías perseguir la verdad para eludir este peligro? ¿Lo habéis analizado? ¿Servirá que solo tengas un deseo menor y te limites a seguir ciertos preceptos? ¿De verdad puedes escapar de esta situación de riesgo de esta manera? Tal vez funcione a corto plazo, pero es difícil saber qué sucederá a largo plazo. Entonces, ¿qué se debe hacer? Algunos dicen que perseguir la verdad es la mejor manera. Es totalmente correcto, ¿pero de qué manera se debe perseguir para entrar en la realidad-verdad? ¿Y para que la vida de uno crezca? Nada de esto es sencillo. En primer lugar, debes entender la verdad, y luego debes ponerla en práctica. Siempre y cuando uno comprenda la verdad, la mitad de estos problemas ya están resueltos. Podrá reflexionar sobre su estado y verlo con nitidez. Percibirá el peligro en el que vive. Será capaz de poner en práctica la verdad de manera proactiva. Esa práctica naturalmente conduce a la sumisión a Dios. ¿Está una persona que se somete a Dios fuera de peligro? ¿De verdad necesitas que lo responda? Quienes de verdad se someten dejarán de rebelarse y de oponerse a Él, y mucho menos Lo traicionarán. Su salvación está garantizada. ¿Acaso no está tal persona totalmente fuera de peligro? Por tanto, la mejor manera de resolver los problemas es tomarse la verdad en serio y dedicarle esfuerzo. Una vez que la gente la haya comprendido realmente, se solucionarán todos los problemas.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus

En ocasiones, cuando los líderes y los obreros están trabajando, estos reciben el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, pueden hablar de algunas experiencias reales y, naturalmente, habrá gente que los tenga en alta estima y los idolatre; de forma natural tendrán seguidores tan inseparables como su propia sombra; en momentos así, ¿cómo deben abordar esta situación? Todo el mundo tiene sus predilecciones, todo el mundo es vanidoso; si una persona oye que hablan de ella con aprobación y halagos, lo disfrutará una barbaridad. Se trata de un sentimiento normal, no es para tanto. Sin embargo, si ascienden a un adulador que se prodiga en elogios y le conceden un puesto importante, es cuando se corre peligro. Ello es debido a que los aduladores que se prodigan en elogios hacia los demás son individuos astutos y falsos hasta el extremo, no son honestos ni veraces. En cuanto ganan estatus, no aportan ningún beneficio a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni a la obra de la iglesia. Estos individuos son ladinos y más que capaces de estropear las cosas. Las personas rectas en comparación nunca se prodigan en elogios hacia los demás. Aunque te aprueben en su corazón, no lo expresarán en voz alta, y si descubren que tienes defectos o que has cometido un error, te lo señalarán. Sin embargo, a algunas personas no les gusta la gente franca y directa, y cuando alguien les señala sus defectos o les reprocha algo, lo oprimirán y lo excluirán, e incluso aprovecharán sus defectos y carencias para juzgarlo y condenarlo sin cesar. ¿No están oprimiendo y perjudicando a gente buena? Estas acciones, esta forma de acosar a las buenas personas, son las cosas que Dios más detesta. ¡Acosar a las buenas personas es un acto infame! Y si alguien acosa a mucha gente buena, es que es un diablo. Los líderes y los obreros deben tratar a todo el mundo con justicia y amor, y deben manejar las situaciones conforme a los principios. En especial, debes tratar con corrección a quienes te adulan y halagan, a quienes giran en torno a ti, debes ayudarlos cariñosamente y asistirlos para que desempeñen las tareas que les corresponden y no se dediquen a halagar a la gente como hacen los no creyentes; expón tu postura y perspectiva con claridad, haz que se sientan humillados y avergonzados para que no vuelva a repetirse. Si puedes adherirte a los principios y tratar a la gente con justicia, ¿no se sentirán avergonzados esos payasos deleznables y los de su calaña satánica? Esto avergonzaría a Satanás y complacería a Dios. Aquellos a los que les encanta adular creen que los líderes y obreros adoran a la gente que los halaga y que cada vez que alguien les hace un halago o los adula sacian su vanidad y su deseo de estatus. Nada de esto les gusta a las personas que aman la verdad; les repugna y lo detestan. Solo los falsos líderes disfrutan de los halagos. Es posible que la casa de Dios no los aplauda ni los elogie, pero si el pueblo escogido de Dios lo hace, se sienten complacidos y lo disfrutan una barbaridad, y a la larga les proporciona cierto consuelo. Los anticristos disfrutan con los halagos aún más y, por encima de todo, que la gente así se acerque a ellos y revolotee a su alrededor. ¿No es esta una situación problemática? Así son los anticristos: les gusta que la gente los elogie y los aplauda, los idolatre y los siga, todo lo contrario que a quienes persiguen la verdad y son relativamente rectos. Debes acercarte a personas capaces de hablar con sinceridad; tener a gente así a tu lado te supone una gran ventaja. En particular, contar a tu alrededor con personas tan buenas como aquellas que al descubrir un problema en ti tienen el coraje de hacerte reproches y de desenmascararte, puede prevenir que te desvíes. No les importa cuál sea tu estatus y, en el momento que descubren que has hecho algo en contra de los principios-verdad, te hacen reproches y te desenmascaran si es necesario. Solo tales personas son rectas, gente con sentido de la rectitud, y da igual de qué manera te desenmascaren y te reprochen, todo ello te sirve de ayuda y tiene como cometido supervisarte y sacarte adelante. Has de acercarte a esas personas; mantenerlas a tu lado y que te ayuden, te vuelve relativamente más seguro; a esto se le llama tener la protección de Dios. El hecho de contar con gente a tu lado que entiende la verdad y defiende los principios para supervisarte a diario resulta muy beneficioso a la hora de cumplir con tu deber y tu trabajo de manera adecuada. No debes, en ninguna circunstancia, tener como ayudantes a esos aduladores astutos y falsos que te dan coba; tener pegada a ti a esa gente se asemeja a estar cubierto de moscas infectas, ¡te verás expuesto a infinidad de bacterias y virus! Estos individuos pueden perturbarte y afectar tu obra, provocar que caigas en la tentación y te desvíes del camino, así como acarrearte desastres y calamidades. Debes mantenerte alejado de ellos, cuanto más lejos mejor, y si disciernes que tienen la esencia de los incrédulos y consigues que los echen de la iglesia, mejor aún. Cuando una persona recta que persigue la verdad observe que tienes un problema, te dirá la verdad a pesar de cuál sea tu estatus, a pesar de cómo la trates y a pesar de que la despidas. Nunca intentarán encubrirlo ni se andarán con evasivas. ¡Resulta de lo más beneficioso rodearte de gente así! Cuando hagas algo que vaya en contra de los principios, te desenmascararán, opinarán de tus asuntos y señalarán tus problemas y fallos con franqueza y honestidad; no intentarán ayudarte a salvar tu prestigio y ni siquiera te darán la oportunidad de evitar que te avergüences delante de muchas personas. ¿Cómo deberías tratar a este tipo de personas? ¿Deberías castigarlas o acercarte a ellas? (Acercarme a ellas). Eso es. Deberías abrir tu corazón y hablar con ellas, decir: “Es correcto que me hayas señalado que tengo ese problema. En aquel momento estaba lleno de vanidad y pensamientos relativos al estatus. Sentí que a pesar de haber sido líder durante muchos años, no solo no intentaste ayudarme a salvar mi prestigio, sino que también me señalaste mis problemas delante de mucha gente, así que no fui capaz de aceptarlo. Sin embargo, ahora veo que, en realidad, lo que hice estaba reñido con los principios y la verdad, y que no debería haberlo hecho. ¿De qué sirve tener la posición de líder? ¿No es este sencillamente mi deber? Todos estamos llevando a cabo nuestro deber y tenemos el mismo estatus. La única diferencia es que yo asumo un poco más de responsabilidad, eso es todo. Si descubres algún problema en el futuro, así que di lo que tengas que decir y no habrá lugar para ninguna rencilla personal entre nosotros. Si nuestra comprensión de la verdad es diferente, entonces podemos compartir el uno con el otro. En la casa de Dios y ante Dios y la verdad, estaremos unidos, no separados”. Esta es una actitud de práctica y de amor a la verdad. ¿Qué deberías hacer si desearas mantenerte alejado de la senda del anticristo? Deberías tomar la iniciativa de acercarte a las personas que aman la verdad, a las que son rectas, a las que señalan tus problemas, a aquellas que cuando los descubren pueden hablarte con sinceridad, hacerte reproches y, en especial, son capaces de podarte; estas son las personas que más te benefician y deberías apreciarlas. Si excluyes y te deshaces de gente tan buena, perderás la protección de Dios y poco a poco te alcanzará el desastre. Al acercarte a la buena gente y a los que entienden la verdad, tendrás paz y alegría, y podrás mantener el desastre a raya; al acercarte a la gente ruin, a los desvergonzados y a los que te adulan, estarás en peligro. No solo te engañarán y te embaucarán con facilidad, sino que el desastre te sobrevendrá en cualquier momento. Has de saber qué tipo de persona puede beneficiarte más, y se trata de aquellos capaces de advertirte que estás haciendo algo mal o que te ensalzas y das testimonio de ti mismo y desorientas a los demás, esas son las personas que más pueden beneficiarte. La senda correcta que hay que tomar es la de acercarse a tales personas.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos

A fin de ganarse el favor de los demás y asegurarse la reelección como líder, algunos líderes de iglesia practican los principios democráticos en todo lo que hacen con el pretexto de no ser autoritarios. Utilizan esto para comprar el favor de la gente, pero, en realidad, lo hacen a fin de consolidar su propio estatus. ¿Acaso no es este el comportamiento de un anticristo? (Sí). Solo un anticristo actuaría de tal modo. ¿Vosotros también hacéis estas cosas? (A veces). ¿Y reflexionáis sobre las intenciones que rigen tales actos? Esto tiene sentido si la persona acaba de comenzar a formarse en la labor de líder y no entiende los principios. Pero si ha sido líder u obrero durante algunos años y sigue insistiendo en hacer eso, entonces carece de principios. Es un falso líder y no es una persona que persiga la verdad. Si alguien tiene sus propias intenciones y metas e insiste en hacerlo así, es un anticristo. ¿Qué opináis de esta cuestión? ¿Cuál es vuestra práctica al enfrentarla? Si tenéis vuestras propias intenciones y metas, ¿qué deberíais hacer para resolverlas? (He notado que albergo ciertas intenciones en mi interior. En ocasiones, temo que los hermanos y hermanas digan que no soy sincero y transparente en mis actos, que tomo decisiones unilaterales sin comentárselo. Cuando pienso así, comento el asunto con los hermanos y hermanas y lo resuelvo con ellos. No tomo decisiones por mí mismo). Es aceptable consultar con los demás. Es apropiado para asegurarse de que todo el mundo esté informado; se trata de aceptar que los hermanos y hermanas supervisen tu trabajo, lo cual te ayuda a cumplir el deber. No obstante, durante los debates, también debes atenerte a los principios-verdad. Si te apartas de ellos, es posible que la charla se vaya de tema o se pierda el tiempo, y no llegarás a las conclusiones correctas. Por lo tanto, al iniciar un debate, los líderes y obreros deben tomar la iniciativa y leer los pasajes relevantes de las palabras de Dios. Así, todo el mundo puede compartir de acuerdo con Sus palabras. Este tipo de charla proporcionará una senda y dará buenos resultados. No puedes quedarte a un lado para que todos compartan como quieran. Si nadie tiene opiniones firmes ni busca la verdad, esta forma de compartir carece de sentido, por mucho tiempo que se le dedique. Nunca logrará el resultado correcto. […]

[…] debes entender que los deberes que cumples y el trabajo que realizas son comisiones de Dios, y debes hacer tu trabajo de acuerdo con Sus requisitos. De ese modo, tendrás un objetivo y un rumbo en mente, y serás capaz de buscar la verdad y una senda en las palabras de Dios. Entonces debes guiar a todos para compartir acerca de los pasajes relevantes de las palabras de Dios y permitirles hablar sobre la verdad conforme a Sus palabras, para obtener más luz en las palabras de Dios, comprender Sus intenciones y la verdad y, luego, practicar según los principios-verdad. Esto es tomar la senda correcta. En esencia, la labor de la iglesia consiste en guiar al pueblo escogido de Dios para que entienda y entre en todas las verdades que Él expresa. Esa es la obra más fundamental de la iglesia. Por lo tanto, más allá del problema que se intente resolver, en ninguna reunión puede faltar la lectura de los pasajes relevantes de las palabras de Dios ni la enseñanza de la verdad. Al final, si puedes hablar de la verdad y de los principios de práctica hasta que queden claros, todo el mundo entenderá la verdad y sabrá practicarla. Sin importar qué aspecto de la verdad comas y bebas durante una reunión, debes compartir del modo indicado anteriormente y buscar la verdad en función de los problemas que enfrentes. Aquellos que comprenden la verdad deben guiar la charla, y quienes hayan sido esclarecidos podrán continuarla. De esa manera, cuanto más compartan, más obrará en ellos el Espíritu Santo, y cuanto más compartan la verdad, más claridad lograrán. Cuando todos comprendan la verdad, alcanzarán la liberación y libertad plenas y tendrán una senda que seguir. Ese es el mejor resultado que se puede obtener con una reunión. Si todos se comunican, mediante ese tipo de charla, sobre la realidad-verdad hasta que esta resulta clara, ¿acaso no entenderán la verdad? (Sí). Una vez que la gente entienda la verdad, sabrá experimentarla y practicarla con naturalidad. Cuando puedan practicar la verdad de manera acertada, ¿no la habrán obtenido? (Sí). Cuando una persona haya obtenido la verdad, ¿no habrá ganado a Dios? Si alguien ha ganado a Dios, ¿no habrá alcanzado Su salvación? (Sí). Si eres capaz de lograr ese resultado en tu labor como líder u obrero, habrás hecho tu trabajo de forma adecuada, habrás cumplido con tu deber conforme al nivel requerido y recibirás la aprobación de Dios. Cuando todos los escogidos de Dios entiendan la verdad, ¿continuarán idolatrándote, admirándote y siguiéndote? (No). La gente solo te elogiará, te respetará, estará dispuesta a relacionarse e interactuar contigo y a escuchar lo que compartes para poder beneficiarse de ello. Aquellos que comprenden la verdad realmente pueden ser la luz y la sal. Eso es lo que significa llevar a cabo el deber de uno como ser creado y ser un ser creado adecuado. Una vez que la gente ha comprendido la verdad y ha alcanzado una relación más cercana con Dios, puede lograr ser compatible con Él, dejar de rebelarse contra Dios, de malinterpretarlo o de resistirse a Él, y podrá enaltecerlo y dar testimonio para Dios sean cuales sean los problemas a los que se enfrente. Como líder u obrero, si practicas conforme a principios como estos, sin darte cuenta, habrás llevado a la gente ante Dios. Las personas que dirijas asimismo serán capaces de practicar la verdad, entrar en la realidad, enaltecer a Dios y dar testimonio para Él. Así, ellas también serán capaces de que Dios las apruebe y las gane. Por lo tanto, cuando un líder recorre la senda de la búsqueda de la verdad, dicho recorrido coincide plenamente con las intenciones de Dios. Siempre y cuando lo que la gente haga se ajuste a los principios-verdad, los resultados de sus acciones no dejarán de mejorar, sin que exista ni un solo efecto adverso, y esas personas contarán con la bendición y la protección de Dios en todos los asuntos. Aun cuando dichas personas a veces ocasionen ciertas desviaciones, Dios las esclarecerá y las guiará, y encontrarán la rectificación en las palabras de Dios. Cuando la gente tome la senda correcta, contará con la bendición y la protección de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Al hombre corrupto le encanta ir en pos del estatus y disfrutar de sus beneficios. Esto se aplica a cualquier persona, ya sea que actualmente tengas estatus o no; es sumamente difícil abandonarlo y librarse de sus tentaciones. Esto requiere de mucha cooperación de parte del hombre. ¿Qué supone tal cooperación? Principalmente, buscar la verdad, aceptarla, entender las intenciones de Dios y penetrar claramente en la esencia de los problemas. Con estas cosas, uno tendrá la fe para superar la tentación del estatus. Además, debes pensar en formas eficaces de librarte de la tentación y satisfacer las intenciones de Dios. Debes contar con sendas de práctica. Esto te mantendrá en la senda correcta. Sin sendas de práctica, a menudo caerás en la tentación. Si bien querrás tomar la senda correcta, tus esfuerzos no conseguirán mucho al final, por mucho que lo intentes. Así pues, ¿cuáles son las tentaciones que sueles enfrentar? (Cuando alcanzo cierto éxito al cumplir con el deber y logro el aprecio de los hermanos y hermanas, me siento complacido y disfruto enormemente de esta sensación. A veces no me doy cuenta; otras veces sí noto que este estado está mal, pero de todos modos no logro rebelarme contra él). Eso es una tentación. ¿Quién más va a hablar? (Como soy líder, nuestros hermanos y hermanas a veces me tratan de manera especial). Eso también es una tentación. Si a pesar de no ser consciente de las tentaciones que encuentras, las abordas mal y no sabes elegir lo correcto, estas tentaciones te causarán sufrimiento y tristeza. A modo de ejemplo, supongamos que el trato especial que te dan los hermanos y hermanas incluye los beneficios sustanciales de alimentarte, vestirte, alojarte y proveer a tus necesidades diarias. Si aquello de lo que disfrutas es mejor que lo que ellos te ofrecen, lo menospreciarás, y tal vez rechaces sus atenciones. No obstante, si te encontraras con un hombre rico y este te regalara un traje fino y te dijera que no lo usa, ¿podrías mantenerte firme ante semejante tentación? Podrías meditar la situación, decirte: “Es rico, y estas ropas no son nada para él. Además, no las usa. Si no me las da, las dejará guardadas en algún lugar. Así que me las voy a quedar”. ¿Qué piensas de esta decisión? (Ya está disfrutando de los beneficios del estatus). ¿Por qué es esto gozar de los beneficios del estatus? (Porque aceptó cosas delicadas). ¿Es disfrutar de los beneficios del estatus simplemente aceptar las cosas delicadas que te ofrecen? Si te ofrecen algo corriente, pero lo aceptas porque es justo lo que necesitas, ¿eso también se considera disfrutar de los beneficios del estatus? (Sí. Siempre que la persona acepte cosas de los demás para satisfacer sus deseos egoístas, significa que disfruta de estos beneficios). Al parecer, no lo tienes claro. ¿Alguna vez pensaste en si de todos modos te daría ese obsequio si no fueras líder y no tuvieras estatus? (No lo haría). Por supuesto que no lo haría. Te hace ese regalo porque eres líder. Ha cambiado la naturaleza de la cosa. No es beneficencia normal, y allí radica el problema. Si le preguntaras: “Si yo no fuera líder, sino simplemente un hermano o una hermana corrientes, ¿me harías ese regalo? Si algún hermano o hermana necesitara este artículo, ¿se lo darías?”. Te respondería: “No podría. No puedo regalar cosas a discreción a cualquiera. Te lo doy a ti porque eres mi líder. Si no tuvieras este estatus especial, ¿por qué te haría un regalo así?”. ¿Te das cuenta ahora de que no has entendido la situación? Le creíste cuando él te dijo que ya no usaba ese traje fino, pero te estaba engañando. Su objetivo es que aceptes su regalo para que, en lo sucesivo, seas bueno con él y le des un trato especial. Esa es la intención detrás de su obsequio. Lo cierto es que tú, por dentro, sabes que él jamás te haría ese regalo si no tuvieras estatus, pero de todos modos lo aceptas. Con la lengua dices “Gracias a Dios. He aceptado este obsequio de parte de Él, es Su benevolencia para conmigo”. No solo disfrutas de los beneficios del estatus, sino que también gozas de las cosas del pueblo escogido de Dios, como si fueran lo que te corresponde. ¿No es desvergonzado? Si el hombre no tiene sentido de la conciencia y carece de toda vergüenza, esto se convierte en un problema. ¿Se trata solo de una cuestión de comportamiento? ¿Sencillamente está mal aceptar cosas de los demás y está bien rechazarlas? ¿Qué deberíais hacer ante tal situación? Debes preguntarle a la persona que te hace el obsequio si lo que está haciendo se ajusta a los principios. Dile: “Busquemos la guía de la palabra de Dios o los decretos administrativos de la iglesia y veamos si lo que estás haciendo concuerda con los principios. Si no, no puedo aceptar ese regalo”. Si esos recursos le informan que su acción vulnera los principios, pero igualmente desea darte el regalo, ¿qué deberías hacer? Debes actuar conforme a los principios. La gente corriente no logra superarlo. Anhelan ansiosos que los otros les den más, y desean gozar de un trato más especial. Si eres una persona correcta, deberías orar a Dios de inmediato ante tal situación y decir: “Oh Dios, lo que enfrento el día de hoy sin duda es señal de Tu benevolencia. Es una lección que has dispuesto para mí. Estoy dispuesto a buscar la verdad y actuar de acuerdo con los principios”. Las tentaciones que enfrentan quienes tienen estatus son enormes y, una vez que la tentación llega, es verdaderamente difícil de superar. Necesitas de la protección y la asistencia de Dios; debes orarle y también debes buscar la verdad y reflexionar a menudo sobre ti mismo. Así, te sentirás centrado y en paz. Sin embargo, si esperas a recibir tales obsequios para orar, ¿te sentirás igualmente centrado y en paz? (Ya no). ¿Qué pensará Dios de ti? ¿Le complacerán tus acciones o las detestará? Detestará tus acciones. ¿Tiene el problema solo que ver con el hecho de que aceptes el objeto? (No). Entonces, ¿dónde está el problema? El problema radica en las opiniones y la actitud que adoptes al enfrentar tal situación. ¿Decides por ti mismo o buscas la verdad? ¿Tienes algún estándar de conciencia? ¿Tienes de verdad un corazón temeroso de Dios? ¿Le oras cada vez que te enfrentas a la situación? ¿Buscas primero satisfacer tus deseos, o en primer lugar oras y buscas las intenciones de Dios? Este asunto te revela. ¿Cómo deberías abordar tal situación? Debes poseer principios de práctica. En primer lugar, por fuera, debes rechazar estas prestaciones materiales especiales, estas tentaciones. Incluso si te ofrecen algo que en particular deseas o precisas, igualmente debes rechazarlo. ¿Qué comprenden estas cosas materiales? Alimentos, vestimenta y refugio, y artículos de uso diario. Estas prestaciones materiales especiales deben rechazarse. ¿Por qué debes rechazarlas? ¿Tiene que ver solo con tu comportamiento? No, tiene que ver con tu actitud cooperativa. Si quieres practicar la verdad, satisfacer a Dios y evitar la tentación, primero debes tener tal actitud. Con ella, serás capaz de evitar la tentación y tendrás la conciencia en paz. Si te ofrecen algo que quieres y lo aceptas, tu corazón sentirá el reproche de tu conciencia en cierta medida. No obstante, debido a tus excusas y justificaciones, dirás que te corresponde recibirlo, que lo mereces. Y así, tu cargo de conciencia no será tan preciso ni evidente. En ocasiones, ciertas razones o pensamientos y puntos de vista pueden influir en tu conciencia, de modo que el remordimiento no sea evidente. Así pues, ¿es tu conciencia un estándar confiable? No lo es. Esta es una alarma que alerta a la gente. ¿Qué clase de alerta emite? Que no hay seguridad en confiar solamente en lo que percibe la conciencia; también se deben buscar los principios-verdad. Eso es lo confiable. Si la gente no tiene la verdad que la refrene, puede caer en la tentación y dar distintas razones y excusas que le permitan satisfacer su anhelo de gozar de los beneficios del estatus. Por tanto, como líder, por dentro, debes atenerte a este único principio: siempre rehusaré, siempre evitaré y rechazaré totalmente cualquier trato especial. El rechazo total es el requisito previo para evitar el mal. Si cuentas con este requisito previo, ya te encuentras bajo la protección de Dios en cierta medida. Y si tienes tales principios de práctica y te aferras a ellos, ya estás practicando la verdad y complaciendo a Dios. Ya caminas por la senda correcta. Cuando vas por la senda correcta y ya complaces a Dios, ¿sigues necesitando de la prueba de tu conciencia? Actuar de acuerdo con los principios y practicar la verdad es superior a los estándares de conciencia. Si alguien tiene la determinación de cooperar y es capaz de actuar según los principios, ya ha complacido a Dios. Este es el estándar que Dios le exige a los hombres.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus

Algunos no entienden la obra de Dios y no saben cómo ni a quién salva. Ven que toda la gente tiene el carácter de los anticristos y puede recorrer la senda de estos, y, así, sienten que tales personas no deben de tener esperanza de salvación. Al final, todos serán juzgados y declarados anticristos. No pueden ser salvados y todos deben perecer. ¿Son correctas tales ideas y puntos de vista? (No). Así pues, ¿cómo debe resolverse este problema? En primer lugar, debes comprender la obra de Dios. Es al hombre corrupto a quien Dios salva. El hombre corrupto puede recorrer la senda de los anticristos y oponerse a Dios. En consecuencia, requiere de Su salvación. ¿Y cómo es posible lograr que un hombre siga sinceramente a Dios, en vez de que vaya por la senda de los anticristos? Debe entender la verdad, reflexionar y conocerse, y advertir su carácter corrupto y su naturaleza satánica. Luego, deberá buscar la verdad y resolver su carácter corrupto. Solo así puedes asegurarte de que no irás por la senda de los anticristos, evitarás convertirte en uno tú mismo y en aquello que Dios desdeña. Dios no obra de maneras sobrenaturales. En cambio, escruta en lo profundo del corazón de la gente. Si siempre disfrutas de los beneficios del estatus, Dios no hará más que reprenderte. Hará que seas consciente de este error para que reflexiones sobre ti mismo y sepas que esto no se ajusta a la verdad y no complace a Dios. Si puedes llegar a entenderlo, y reflexionar y conocerte a ti mismo, no te será difícil resolver el problema. Pero si vives en ese estado durante un tiempo prolongado y gozas siempre de los beneficios del estatus, no oras a Dios ni reflexionas sobre ti mismo y tampoco buscas la verdad, Dios no hará nada. Te abandonará para que no sientas que está contigo. Dios hará que te des cuenta de que, de seguir así, sin duda te convertirás en lo que Él detesta. Te hará saber que esta senda es equivocada, que tu estilo de vida es incorrecto. El objetivo de Dios al hacer que la gente sea consciente de ello es que esta sepa qué acciones están bien y cuáles están mal, para que pueda tomar la decisión correcta. Sin embargo, que uno sea capaz de optar por recorrer la senda correcta depende de su fe y cooperación. Cuando Dios hace estas cosas, te guía para que entiendas la verdad, pero, más allá de eso, te da la posibilidad de elegir, y todo se reduce a si vas por la senda correcta. Dios jamás se abusa de ti. Nunca te controla por la fuerza ni te ordena hacer algo ni te pide que hagas esto o aquello. Dios no actúa así. Te permite elegir libremente. En tales momentos, ¿qué se debería hacer? Cuando te das cuenta de que lo que estás haciendo está mal, que tu estilo de vida es incorrecto, ¿puedes pasar de inmediato a practicar de acuerdo con los métodos correctos? Sería muy difícil. Hay que darle la batalla, porque el hombre ama la filosofía y la lógica de Satanás y estas se oponen a la verdad. En ocasiones, sabes qué sería lo correcto y qué lo incorrecto, y por dentro estás en conflicto. En esa lucha, debes orar con frecuencia, dejar que Dios te guíe y te reprenda, para que seas consciente de las cosas que no deberías hacer. Luego, rebélate, rechaza y evita tales tentaciones enérgicamente. Esto requiere de tu cooperación. Durante la batalla, seguirás cometiendo errores, y es fácil tomar la senda equivocada. Si bien puedes elegir la dirección correcta en tu interior, no es seguro que tomes la senda correcta. ¿Acaso no son así las cosas realmente? En un descuido momentáneo, tomarás la senda equivocada. ¿Qué significa “un descuido momentáneo”? Significa que la tentación es demasiado grande. Para ti, esto puede reducirse a cuestiones de imagen, a tu estado de ánimo o a cierto contexto o situación especiales. El factor más grave es, de hecho, el carácter corrupto que te domina y te controla. Esto es lo que te dificulta seguir la senda correcta. Tal vez tengas algo de fe, pero las circunstancias te siguen tironeando y vapuleando de un lado a otro. No será sino hasta que recibas la poda, hasta que seas castigado y disciplinado, hasta que tu senda esté plagada de obstáculos y no veas por dónde ir, que te darás cuenta de que la búsqueda de fama, provecho y estatus no es el camino correcto, sino algo que Dios detesta y maldice, que el único camino adecuado en la vida es recorrer la senda que Dios exige, y que si no tienes la determinación de recorrerla, serás descartado por completo. ¡La gente no lo entiende hasta que es demasiado tarde! Sin embargo, en el transcurso de esta batalla, si un hombre tiene mucha fe, una fuerte determinación de cooperar y la voluntad de perseguir la verdad, le resultará más sencillo superar estas tentaciones. Si tu debilidad vital es una preocupación particular por la dignidad y el amor al estatus, un afán excesivo de fama, de ganancia y de los placeres de la carne, y estas cosas son especialmente fuertes en ti, te será difícil salir victorioso. ¿Qué significa que te será difícil salir victorioso? Significa que te costará elegir la senda de la búsqueda de la verdad, así que, en cambio, tal vez escojas la senda incorrecta, con lo que harás que Dios te deteste y te abandone. Sin embargo, si siempre eres cuidadoso y prudente, y a menudo puedes ir ante Dios para ser reprendido y disciplinado, y si no gozas de los beneficios del estatus ni codicias la fama, el provecho o las comodidades de la carne, y si, ante tales pensamientos, te amparas en Dios para rebelarte contra ellos con todas tus fuerzas, antes de que den paso a la acción, y oras a Dios y buscas la verdad, y, en definitiva, eres capaz de recorrer la senda de la práctica de la verdad y entrar en esa realidad, más allá de todo lo demás, ¿no es más probable que tomes la dirección correcta ante una gran tentación? (Sí). Esto depende de tus habituales reservas acumuladas. Dime: si un hombre encuentra una gran tentación, ¿puede satisfacer plenamente la intención de Dios confiando en su estatura real, en su voluntad o en las reservas que ha acumulado? (No). ¿Puede satisfacerla parcialmente? (Sí). Tal vez el hombre pueda satisfacerla parcialmente, pero cuando se topa con grandes dificultades, requiere de la intervención de Dios. Si deseas practicar la verdad, ampararte solo en la comprensión humana de la verdad y en la voluntad del hombre no te proporcionará protección total ni te permitirá satisfacer las intenciones de Dios y rechazar el mal por completo. La clave es que el hombre esté decidido a cooperar y a confiar en las obras de Dios para lo demás. Imagina que dices: “He dedicado a esto un gran esfuerzo y he hecho todo lo que pude. Sean cuales sean las tentaciones o circunstancias que enfrente en lo sucesivo, mi estatura solo llega hasta aquí y esto es todo lo que puedo hacer”. Al ver que actúas así, ¿qué hará Dios? Te protegerá de estas tentaciones. Cuando Dios te proteja de estas tentaciones, serás capaz de practicar la verdad, tu fe se volverá cada vez más firme y tu estatura poco a poco aumentará.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus

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