18. Noción del mundo religioso: “El papa es el representante de Dios en la tierra; cuando el Señor regrese, primero se lo revelará al papa”

Para la mayoría de los católicos, el papa fue instaurado por Dios y es el representante de Dios en la tierra. Piensan que, cuando Dios regrese, primero se lo revelará al papa, que este será el primero en saberlo, y que, si no lo sabe, o si lo condena, entonces no se trata del camino verdadero.

Palabras de Dios en la Biblia

“Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36).

“Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44).

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7).

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27).

“Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

“Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:14).

“Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5).*

“Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va” (Apocalipsis 14:4).

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Existen varias religiones importantes en el mundo, y cada una de ellas tiene su propia cabeza o líder, y los seguidores están esparcidos por diferentes países y regiones del mundo; casi cada país, grande o pequeño, tiene diferentes religiones. Sin embargo, independientemente de cuántas religiones existan en todo el mundo, todas las personas del universo existen, en última instancia, bajo la guía de un solo Dios, y no son cabezas o líderes religiosos quienes guían su existencia. Es decir, ninguna cabeza o líder religioso específico guía a la humanidad, sino que la dirige el Creador, que creó los cielos y la tierra y todas las cosas, y también a la humanidad; esto es una realidad. Aunque el mundo tiene varias religiones principales, por muy grandes que sean, todas existen bajo el dominio del Creador y ninguna de ellas puede sobrepasar el ámbito de ese dominio. El desarrollo de la humanidad, el cambio de la sociedad, el desarrollo de las ciencias naturales, cada uno de estos aspectos es inseparable de las disposiciones del Creador, y esta obra no es algo que cualquier líder religioso particular pueda hacer. Un líder religioso es simplemente la cabeza de una religión particular, y no puede representar a Dios o a Aquel que creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Un líder religioso puede guiar a todos los que están dentro de la religión, pero no puede dominar a todas las criaturas bajo el cielo; este es un hecho universalmente reconocido. Un líder religioso es simplemente un líder, y no puede equipararse a Dios (el Creador). Todas las cosas están en manos del Creador, y, al final, volverán a ellas. La humanidad fue creada por Dios, e independientemente de la religión, todas las personas volverán bajo Su dominio; es inevitable. Solo Dios es el Altísimo entre todas las cosas, y el gobernante de mayor rango entre todas las criaturas también debe volver bajo Su dominio.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Todas las acciones y los hechos de Satanás se manifiestan en el hombre. Hoy, todas las acciones y los hechos del hombre son una expresión de Satanás y, por tanto, no pueden representar a Dios. El hombre es la personificación de Satanás y su carácter es incapaz de representar el carácter de Dios. Algunas personas tienen buen carácter; Dios puede hacer alguna obra por medio del carácter de estas personas, cuyas obras gobierna el Espíritu Santo; sin embargo, su carácter no puede representar a Dios. La obra que Él hace en ellas consiste tan sólo en trabajar con aquello que ya existe en su interior y ampliarlo. Ya sean profetas de eras pasadas o aquellos usados por Dios, nadie puede representarlo directamente. […] Solo el amor, la voluntad de sufrir, la justicia, la sumisión, la humildad y la ocultación del Dios encarnado representan directamente a Dios. Esto se debe a que cuando Él vino, lo hizo sin una naturaleza pecaminosa y vino directamente de Dios; Satanás no lo había procesado. Jesús sólo posee la semejanza de la carne pecadora y no representa el pecado; por lo tanto, Sus acciones, Sus hechos, y Sus palabras, hasta ese tiempo anterior a Su cumplimiento de la obra por medio de la crucifixión (incluyendo el momento de Su crucifixión), son todos directamente representativos de Dios. El ejemplo de Jesús es suficiente para demostrar que nadie con una naturaleza pecaminosa puede representar a Dios, y que el pecado del hombre representa a Satanás. Es decir, el pecado no representa a Dios y Él no tiene pecado. Incluso la obra realizada en el hombre por el Espíritu Santo sólo puede considerarse gobernada por este y no puede decirse que el hombre la haya hecho en nombre de Dios. Pero, en lo que respecta al hombre, ni su pecado ni su carácter lo representan.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El hombre corrupto no es capaz de representar a Dios

Mira a los líderes de cada religión y denominación: son todos arrogantes y santurrones, y sus interpretaciones de la Biblia carecen de contexto y están guiadas por sus propias nociones y figuraciones. Todos confían en los dones y el conocimiento para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían las personas? Después de todo, poseen cierto conocimiento y pueden predicar ciertas doctrinas, o saben cómo ganarse a los demás y cómo usar algunos trucos. Usan tales cosas para engañar a las personas y llevarlas ante ellos. Esas personas creen en Dios solo de nombre, pero, en realidad, siguen a estos líderes. Cuando se encuentran con alguien que predica el camino verdadero, algunos de ellos dicen: “Tenemos que consultarle a nuestro líder respecto a las cuestiones de fe”. Fíjate que la gente necesita la aprobación y el consentimiento de los demás cuando se trata de creer en Dios y aceptar el camino verdadero; ¿no es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes? ¿Acaso no se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos para que las personas acepten el camino verdadero? Esas personas son de la misma clase que Pablo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y de su boca salen palabras de gastarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.

Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos temerarios a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Además, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes nobles; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras ni sus manos influyentes. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu temor. Porque Él es demasiado común, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.

En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?

Al seguir a Dios, todo debería ser según Sus palabras actuales, y esto es de vital importancia: ya sea que estéis buscando la entrada en la vida o el cumplimiento de la voluntad de Dios, todo se debería centrar alrededor de las palabras actuales de Dios. Si lo que comunicas y lo que buscas no se centra alrededor de las palabras actuales de Dios, entonces eres un extraño a Sus palabras y careces por completo de la obra del Espíritu Santo. Lo que Dios quiere son personas que sigan Sus pasos. No importa qué asombroso y puro sea lo que hayas entendido antes, Dios no lo quiere y si no puedes hacer a un lado esas cosas, entonces, en el futuro, serán un enorme obstáculo para tu entrada. Todos los que pueden seguir la luz actual del Espíritu Santo son benditos. Las personas de eras pasadas también siguieron los pasos de Dios, pero no pudieron continuar hasta hoy; esta es la bendición de las personas de los últimos días. Los que pueden seguir la obra actual del Espíritu Santo y que pueden seguir los pasos de Dios, de tal manera que lo sigan dondequiera que Él los guíe, estas son las personas a las que Dios bendice. Los que no siguen la obra actual del Espíritu Santo, no han entrado en la obra de las palabras de Dios y, no importa cuánto se esfuercen o cuán grande sea su sufrimiento o cuánto vayan de aquí para allá, esto no significa nada para Dios y Él no los elogiará. En la actualidad, todos los que siguen las palabras actuales de Dios están en la corriente del Espíritu Santo; los que son ajenos a las palabras actuales de Dios están fuera de la corriente del Espíritu Santo y a tales personas Dios no las elogia. […] “Seguir la obra del Espíritu Santo” quiere decir entender la voluntad de Dios hoy, poder actuar de acuerdo con los requisitos actuales de Dios, poder obedecer y seguir al Dios de hoy, y entrar en consonancia con Sus más nuevas declaraciones. Solo alguien así sigue la obra del Espíritu Santo y está en la corriente del Espíritu Santo. Tales personas no solo pueden recibir la alabanza de Dios y pueden verlo, sino que también pueden conocer Su carácter en Su última obra y pueden conocer las nociones del hombre y su desobediencia y su naturaleza y esencia; además, durante su servicio, pueden poco a poco lograr cambios en el carácter. Solo las personas como estas son las que pueden ganar a Dios y las que genuinamente han encontrado el camino verdadero.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conoce la obra más reciente de Dios y sigue Sus huellas

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