21. Noción del mundo religioso: “Los creyentes en Dios ya se comportan bien y han cambiado, de modo que no necesitan aceptar el juicio y la purificación en los últimos días”
La gente del mundo religioso piensa: “Desde que llegamos a creer en el Señor, hemos sido humildes y pacientes, hemos amado a nuestros enemigos, hemos llevado la cruz, hemos abandonado las cosas mundanales y hemos trabajado y predicado para el Señor. Ya hemos experimentado cierta transformación. Cuando el Señor venga, nos alzará al reino de los cielos; ¿por qué dices que debemos aceptar la obra del juicio de Dios en los últimos días para ser purificados?”.
Palabras de la Biblia
“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:21-23).
“En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35).
“Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios” (Hebreos 10:26-27).
“Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
¿Es tan fácil ser perfeccionado ante Dios como un santo o una persona justa? Es una declaración verdadera que “no hay justos sobre esta tierra; los justos no están en este mundo”. Cuando venís delante de Dios, considerad lo que lleváis puesto, considerad cada una de vuestras palabras y acciones, todos vuestros pensamientos e ideas e incluso los sueños que soñáis cada día, todo es para vuestro propio bien. ¿No es este el verdadero estado de cosas? “Justicia” no quiere decir dar limosna a los demás, no quiere decir amar a tu prójimo como a ti mismo ni quiere decir abstenerse de pelearse y tener disputas, hurtar o robar. Justicia quiere decir tomar la comisión de Dios como tu deber y obedecer las orquestaciones y arreglos de Dios como tu vocación enviada del cielo, independientemente del tiempo o el lugar, igual que todo lo que hizo el Señor Jesús. Esta es la justicia de la que ha hablado Dios. Que a Lot se le pudiera llamar justo se debe a que salvó a dos ángeles que Dios envió sin importarle lo que ganara o perdiera; solo puede decirse que lo que hizo en ese momento se puede llamar justo, pero a él no se le puede llamar un hombre justo. Lot solo dio a sus dos hijas a cambio de los ángeles porque había visto a Dios, pero no todo su comportamiento en el pasado representa la justicia. Y por eso digo que “no hay justos sobre esta tierra”. Incluso entre aquellos que están en la corriente de la recuperación, ninguno se puede llamar justo. No importa qué tan buenas sean tus acciones, no importa cómo parezcas glorificar el nombre de Dios, si no pegas a los demás ni los maldices, o si no los saqueas ni les robas, todavía no puedes ser llamado justo porque eso es lo que una persona normal es capaz de tener. La clave ahora mismo es que no conoces a Dios. Solo se puede decir que en el momento presente tienes un poco de humanidad normal, pero careces de elementos de la justicia de la que Dios habla y por eso nada de lo que hagas sirve para probar que conoces a Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados
En el ámbito de la religión, muchas personas sufren bastante a lo largo de toda su vida: someten su cuerpo y cargan su cruz, e, incluso, ¡siguen sufriendo y soportando incluso al borde de la muerte! Algunos siguen ayunando en la mañana de su muerte. Durante toda su vida se niegan a sí mismos buena comida y ropa, enfocándose sólo en sufrir. Son capaces de someter su cuerpo y abandonar su carne. Su espíritu para soportar el padecimiento es elogiable. Pero su pensamiento, sus nociones, su actitud mental y, de hecho, su vieja naturaleza, ninguno de estos ha sido en absoluto objeto de tratamiento. Carecen del verdadero conocimiento de sí mismos. Su imagen mental de Dios es la tradicional de un Dios vago. Su determinación de sufrir por Él procede de su celo y el buen temperamento de su humanidad. Aunque creen en Él, no lo conocen ni saben Su voluntad. Simplemente trabajan y sufren ciegamente por Dios. No le dan ningún valor al discernimiento, se preocupan poco por cómo asegurarse de que su servicio cumpla realmente la voluntad de Dios, y menos aún, son conscientes de cómo lograr conocer a Dios. El Dios al que sirven no es Dios en Su imagen inherente, sino un Dios que han imaginado, un Dios del que han oído hablar, o del que solamente han leído en leyendas escritas. Luego usan su fértil imaginación y su devoción para sufrir por Dios y emprender la obra de Dios que Él quiere llevar a cabo. Su servicio es demasiado impreciso, tanto que prácticamente ninguno de ellos es realmente capaz de servir conforme a la voluntad de Dios. Independientemente de con cuánto gusto sufran, su perspectiva original sobre el servicio y la imagen mental que tienen de Dios siguen inalteradas, porque no han pasado por el juicio, el castigo, el refinamiento y el perfeccionamiento de Dios ni nadie los ha guiado haciendo uso de la verdad. Aun si creen en Jesús el Salvador, ninguno de ellos ha visto jamás al Salvador. Sólo lo conocen a través de leyendas y habladurías. En consecuencia, su servicio sólo equivale a servir aleatoriamente con los ojos cerrados, como un ciego que sirve a su padre. Al final, ¿qué puede lograrse con ese servicio? ¿Y quién lo aprobaría? De principio a fin, su servicio sigue siendo el mismo; sólo reciben lecciones creadas por el hombre y basan su servicio únicamente en su naturalidad y sus preferencias. ¿Qué recompensa podría traer esto? Ni siquiera Pedro, quien vio a Jesús, sabía cómo servir conforme a la voluntad de Dios; sólo llegó a saberlo al final, en su vejez. ¿Qué dice esto acerca de esos ciegos que no han experimentado el más mínimo trato o poda y que no han tenido a nadie que los guíe? ¿No es el servicio de muchos entre vosotros hoy como el de estas personas ciegas? Todos los que no han recibido juicio, poda o trato, y que no han cambiado, ¿acaso no han sido conquistados de forma incompleta? ¿De qué sirven tales personas? Si tu pensamiento, tu conocimiento de la vida y tu conocimiento de Dios no muestran un cambio nuevo y en verdad no obtienes nada, ¡entonces nunca conseguirás nada destacado en tu servicio! Sin una visión y un nuevo conocimiento de la obra de Dios, no eres conquistado. Tu forma de seguir a Dios será entonces como la de aquellos que sufren y ayunan: ¡será de poco valor! ¡Precisamente porque hay poco testimonio en lo que hacen digo que su servicio es fútil! Durante toda la vida esas personas sufren y pasan tiempo en prisión; siempre están soportando, amando, y siempre cargan con la cruz; son ridiculizados y el mundo los rechaza; experimentan todo tipo de dificultades y, aunque son obedientes hasta el final, siguen sin ser conquistados y no pueden ofrecer testimonio de su conquista. Han sufrido mucho pero, en su interior, no conocen en absoluto a Dios. No se ha tratado ninguno sus viejos pensamientos, sus viejas nociones, sus prácticas religiosas, su conocimiento producido por el hombre ni sus ideas humanas. No hay ni una pizca de nuevo conocimiento en ellos. Ni un poco del conocimiento que tienen de Dios es verdadero o preciso. Han malinterpretado Su voluntad. ¿Le sirve esto a Dios? Fuera cual fuera tu conocimiento de Dios en el pasado, si sigue siendo el mismo hoy y sigues basando tu conocimiento de Dios en tus propias nociones e ideas sin importar lo que Él haga, es decir, que si no posees un entendimiento nuevo y verdadero de Dios y si no logras conocer la verdadera imagen y el verdadero carácter de Dios, y si tu conocimiento de Dios sigue siendo guiado por un pensamiento feudal supersticioso y sigue naciendo de la imaginación y nociones humanas, entonces no has sido conquistado. Las muchas palabras que ahora te digo tienen el fin de hacerte saber, de dejar que este conocimiento te lleve a un conocimiento nuevo y preciso. También tienen el fin de erradicar las viejas nociones y conocimiento que albergas, para que puedas adquirir nuevo conocimiento. Si verdaderamente comes y bebes Mis palabras, tu conocimiento cambiará considerablemente. Siempre que comas y bebas las palabras de Dios con un corazón obediente, tu perspectiva cambiará por completo. Siempre que seas capaz de aceptar los repetidos castigos, tu vieja mentalidad cambiará poco a poco. Si tu vieja mentalidad se sustituye totalmente con la nueva, tu práctica también cambiará en consecuencia. De esta manera, tu servicio estará cada vez más enfocado y podrá cumplir cada vez más la voluntad de Dios. Si puedes cambiar tu vida, tu conocimiento de la vida humana y tus muchas nociones sobre Dios, tu naturalidad disminuirá gradualmente. Esto, y nada menos que esto, es el efecto que se logra cuando Dios conquista a las personas; es el cambio que ocurre en las personas. Si, al creer en Dios, lo único que sabes es someter a tu cuerpo, y soportar y sufrir, y no sabes si eso es correcto o incorrecto, y, mucho menos, en beneficio de quién lo haces, ¿cómo puede esta práctica llevar a un cambio?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de conquista (3)
La transformación del carácter propio no es un cambio en la conducta, ni un cambio externo fingido, ni una entusiasta transformación temporal. Por muy buenos que sean estos cambios, no pueden sustituir a la transformación en el carácter de vida, ya que estos cambios externos pueden lograrse mediante el esfuerzo humano, pero la transformación en el carácter de vida no puede lograrse únicamente mediante el esfuerzo propio. Para lograrlo se requiere experimentar el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios, así como la perfección del Espíritu Santo. Aunque las personas que creen en Dios muestran algún comportamiento bueno, ni una sola de ellas obedece y ama de verdad a Dios, ni puede hacer Su voluntad. ¿A qué se debe esto? La razón es que esto requiere una transformación en el carácter de vida, y un mero cambio en el comportamiento dista mucho de ser suficiente. Un cambio de carácter significa que tienes conocimiento y experiencia de la verdad, y que esta se ha convertido en tu vida, que puede dirigir y dominar tu vida y todo lo que te rodea. Esto es una transformación en tu carácter de vida. Solo las personas que poseen la verdad como vida son aquellas cuyo carácter ha cambiado. En el pasado, puede que hubiera algunas verdades que no pudieras poner en práctica cuando las comprendiste, pero ahora puedes practicar cualquier aspecto de la verdad que comprendas sin obstáculos ni dificultad. Cuando practicas la verdad, te sientes lleno de paz y felicidad, pero si no puedes practicar la verdad, sientes dolor y tu conciencia se ve perturbada. Puedes practicar la verdad en todo, vivir según las palabras de Dios y tener una base para vivir. Esto significa que has cambiado tu carácter. Ahora puedes dejar de lado fácilmente tus nociones e imaginaciones, tus preferencias y búsquedas carnales, y aquellas cosas que antes no podías abandonar. Sientes que las palabras de Dios son realmente buenas, y que practicar la verdad es lo mejor que puedes hacer. Esto significa que tu carácter ha cambiado. Un cambio de carácter parece muy sencillo, pero en realidad es un proceso que implica mucha experiencia. Durante este periodo, las personas necesitan soportar muchas dificultades, tienen que refrenar sus propios cuerpos y abandonar su carne, también necesitan sufrir el juicio, el castigo, la poda, el trato, las pruebas y el refinamiento, y además necesitan experimentar muchos fracasos, caídas, luchas internas y tormentos dentro de su corazón. Solo después de estas experiencias, las personas pueden tener cierta comprensión de su propia naturaleza, pero una cierta comprensión no produce de inmediato un cambio completo; tienen que pasar por un largo período de experiencia antes de al fin poder desprenderse poco a poco de sus actitudes corruptas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Lo que se debe saber sobre cómo transformar el propio carácter
En su creencia en Dios, la mayoría de las personas hacen especial hincapié en la conducta, como resultado de lo cual se producen ciertos cambios en esta. Después de haber empezado a creer en Dios, dejan de fumar y de beber, y ya no discuten con los demás, prefiriendo ejercer la paciencia cuando sufren una pérdida. Experimentan algunos cambios de comportamiento. Algunas personas sienten que, cuando creen en Dios, comprenden la verdad al leer la palabra de Dios; han experimentado la obra del Espíritu Santo y tienen un verdadero gozo en su corazón, lo que les vuelve particularmente fervorosos, y no hay nada que no puedan abandonar o sufrir. No obstante, después de haber creído durante ocho, diez o incluso veinte o treinta años, al no haberse producido cambio alguno en su carácter vital, al final retroceden a las antiguas costumbres, crece su arrogancia y su soberbia y empiezan a competir por el poder y los beneficios, codician el dinero de la iglesia y envidian a aquellos que se han aprovechado de la casa de Dios. Se vuelven parásitos y alimañas de la casa de Dios e incluso a algunos se les expone y expulsa por ser falsos líderes y anticristos. ¿Y qué demuestran estos hechos? Los cambios que son meramente de comportamiento son insostenibles. Si no hay una alteración en el carácter de la vida de las personas, tarde o temprano muestran su verdadera cara. Esto se debe a que los cambios de conducta proceden de su fervor, y acompañado de un poco de obra realizada por el Espíritu Santo en ese momento, se vuelve extremadamente fácil para ellas ser fervientes o mostrar buenas intenciones por poco tiempo. Como afirman los incrédulos: “Hacer una buena obra es fácil; lo difícil es llevar toda una vida de buenas obras”. ¿Por qué son las personas incapaces de hacer buenas obras a lo largo de su vida? Porque son por naturaleza malvadas, egoístas y corruptas. Su naturaleza dirige su conducta; sea cual sea su naturaleza, así es la conducta que revelan, y solo aquello que se revela de forma natural representa la propia naturaleza. Las cosas falsas no pueden perdurar. Cuando Dios obra para salvar al hombre no lo hace para adornarlo con una buena conducta; la finalidad de la obra de Dios consiste en transformar el carácter de las personas, en hacerlas nacer de nuevo como nuevas personas. El juicio, el castigo, las pruebas de Dios y Su refinamiento para el hombre sirven para cambiar su carácter, de forma que pueda lograr una sumisión y una devoción absolutas respecto a Él, así como llegar a la adoración normal hacia Él. Este es el objetivo de la obra de Dios. Comportarse bien no es lo mismo que someterse a Él, y mucho menos equivale a ser compatible con Cristo. Los cambios de conducta se basan en la doctrina y nacen del fervor; no se basan en el verdadero conocimiento de Dios ni en la verdad, y menos aún se apoyan en la guía del Espíritu Santo. Aunque hay ocasiones en las que el Espíritu Santo esclarece o guía algo de lo que las personas hacen, esto no es una expresión de su vida. No han entrado todavía en las realidades verdad y su carácter de vida no ha cambiado en absoluto. Por muy buena que sea la conducta de una persona, no demuestra que obedezca a Dios ni que ponga en práctica la verdad. Los cambios en la conducta no representan un cambio en el carácter de vida y no pueden considerarse expresiones de ella.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Algunas personas acabarán diciendo: “He realizado mucha obra para Ti y, aunque tal vez no haya conseguido ningún logro celebrado, de todos modos he sido diligente en mis esfuerzos. ¿No puedes sencillamente dejarme entrar al cielo para comer el fruto de la vida?”. Debes saber qué tipo de personas deseo; los impuros no tienen permitido entrar en el reino, ni mancillar el suelo santo. Aunque puedes haber realizado muchas obras y obrado durante muchos años, si al final sigues siendo deplorablemente inmundo, entonces ¡será intolerable para la ley del Cielo que desees entrar en Mi reino! Desde la fundación del mundo hasta hoy, nunca he ofrecido acceso fácil a Mi reino a cualquiera que se gana Mi favor. Esta es una norma celestial ¡y nadie puede quebrantarla! Debes buscar la vida. Hoy, las personas que serán perfeccionadas son del mismo tipo que Pedro; son las que buscan cambios en su carácter y están dispuestas a dar testimonio de Dios y a cumplir con su deber como criaturas de Dios. Solo las personas así serán perfeccionadas. Si solo esperas recompensas y no buscas cambiar tu propio carácter vital, entonces todos tus esfuerzos serán en vano. ¡Y esta verdad es inalterable!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine
Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan sucio debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)
Las personas no pueden cambiar su propio carácter; deben someterse al juicio y castigo, y al sufrimiento y refinamiento de las palabras de Dios, o ser tratadas, disciplinadas y podadas por Sus palabras. Solo entonces pueden lograr la obediencia y lealtad a Dios y dejar de ser indiferentes hacia Él. Es bajo el refinamiento de las palabras de Dios que el carácter de las personas cambia. Solo a través de la revelación, el juicio, la disciplina y el trato de Sus palabras ya no se atreverán a actuar precipitadamente, sino que se volverán calmadas y compuestas. El punto más importante es que puedan someterse a las palabras actuales de Dios, obedecer Su obra, e incluso si esto no coincide con las nociones humanas, que puedan hacer a un lado estas nociones y someterse por su propia voluntad. En el pasado, el discurso sobre el cambio de carácter se refería principalmente a ser capaz de renunciar a uno mismo, permitir que la carne sufra, disciplinar el cuerpo y deshacerse de las preferencias carnales, que es un tipo de cambio de carácter. Hoy, todo el mundo sabe que la verdadera expresión de un cambio de carácter es obedecer las palabras actuales de Dios y conocer de verdad Su nueva obra. De esta manera, el conocimiento anterior de Dios por parte de las personas, influenciado por sus propias nociones, puede ser eliminado y pueden conseguir un verdadero entendimiento de Dios y obediencia a Él. Solo esta es una expresión genuina de un cambio de carácter.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Aquellos cuyo carácter ha cambiado son los que han entrado a la realidad de las palabras de Dios
Cristo de los últimos días usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido acerca de Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios. Si no consideras importantes estas verdades, si solo piensas en cómo evitarlas o cómo encontrar una nueva salida que no las involucre, entonces Yo digo que eres un grave pecador. Si tienes fe en Dios, pero no buscas la verdad ni la voluntad de Dios, ni amas el camino que te acerca a Dios, entonces Yo digo que eres alguien que está tratando de evadir el juicio y que eres un títere y un traidor que huye del gran trono blanco. Dios no perdonará a ninguno de los rebeldes que se escape de Su vista. Estos hombres recibirán un castigo aún más severo. Aquellos que vengan delante de Dios para ser juzgados y que, además, hayan sido purificados, vivirán para siempre en el reino de Dios. Por supuesto, esto es algo que pertenece al futuro.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad
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Acepta el juicio de Cristo de los últimos días para ser purificado
Dios decide el final del hombre en base a si posee la verdad