Solo si se resuelven las propias nociones es posible emprender el camino correcto de la fe en Dios (3)
Hoy continuamos la charla sobre la cuestión de las nociones. Ya hemos compartido este tema dos veces, y hoy lo haremos una vez más para concluir. En cuanto a lo que se ha compartido con anterioridad, deberíais hablarlo después entre vosotros, para luego reflexionar y experimentar estas cosas poco a poco. Estos temas no se pueden comprender del todo en solo un día o dos; uno solo puede llegar a comprenderlos paso a paso a base de experimentarlos y sentirlos en la vida. Lo que ahora podéis aportar basándoos solo en la memoria es un mero aprendizaje al pie de la letra. Comer y beber de las palabras de Dios requiere experiencia; solo después de experimentar la vida real durante algún tiempo se puede tener una comprensión y apreciación auténticas. Las nociones de la gente consisten principalmente en aquellas sobre Dios y Su obra. Estos dos tipos de nociones son los que más afectan a las personas en su búsqueda, su forma de ver las cosas, su comprensión de Dios y su actitud hacia Él, y aún más a la senda que recorren al creer en Dios, así como al rumbo y los objetivos que eligen para sus vidas. A partir de nuestras dos charlas anteriores, ¿podríais ahora definir exactamente qué se entiende por nociones? Las figuraciones sobre la fe en Dios son un tipo de noción. Estas figuraciones se manifiestan principalmente en algunos comportamientos superficiales en el habla y la conducta de las personas, así como en detalles de su vida cotidiana, como la alimentación, la ropa, la vivienda y el transporte. Este es el nivel más elemental. Si vamos un paso más allá, hay algunas figuraciones sobre la búsqueda de la fe en Dios y acerca de la senda que se recorre en ella, así como algunas de las exigencias, figuraciones y malentendidos de la gente en relación con la obra de Dios. ¿Qué incluyen estos malentendidos? ¿Por qué se llaman así? Cuando decimos malentendido sin duda no nos referimos a un pensamiento adecuado, sino a algo que no coincide con los hechos, no es coherente con la verdad y es incompatible y contrario a la obra de Dios y a Su carácter; o bien a algo perteneciente a la voluntad humana concebido a partir de las nociones, figuraciones y conocimientos de la gente, que no tiene nada que ver en absoluto con Dios Mismo ni con Su obra. Cuando surgen esta especie de nociones, figuraciones, malentendidos y exigencias, eso significa que las nociones de las personas acerca de Dios y Su obra han llegado a su culmen. ¿Qué es de la relación entre las personas y Dios llegado este punto? (Surge una barrera entre ellos). Hay una barrera entre las personas y Dios, ¿es grave este asunto? (Sí). Cuando surge tal barrera, significa que las nociones y figuraciones de las personas son muy graves. Al aparecer una barrera entre las personas y Dios, significa que no están satisfechas con algunas de las cosas que ha hecho Dios, ya no quieren confiar en Él, tratar a Dios como Tal ni someterse a Él. Empiezan a cuestionarse la justicia de Dios y Su carácter. ¿Qué manifestaciones se suceden inmediatamente a esto? (Resistencia). Si la gente no busca la verdad, este malentendido no solo crea una barrera en sus corazones, sino que además conduce inmediatamente a una resistencia, tanto a la verdad como a las palabras de Dios y a Su soberanía. Se vuelven insatisfechos con lo que ha hecho Dios, y aseguran: “Lo que Tú haces es inapropiado, ¡ni lo apruebo ni estoy de acuerdo con ello!”. El mensaje implícito es: “No puedo someterme; esta es mi elección. Quiero exponer un punto de vista discrepante, quiero expresar una opinión que difiere de las palabras de Dios, de la verdad y de Sus exigencias”. ¿Qué clase de comportamiento es este? (Están clamando). Después de la resistencia, surgen el clamor y la oposición; es progresivo. Cuando el carácter corrupto se apodera de uno, una sola noción puede crear una barrera y malentendidos entre ellos y Dios. Si esto no se resuelve pronto mediante la búsqueda de la verdad, la barrera se hace mayor, se convierte en un grueso muro. Ya no ves a Dios ni Su verdadera existencia, ni menos aún Su esencia divina. Empiezas a dudar sobre si el Dios encarnado es Dios en realidad, pierdes interés en comer y beber de Su palabra y ya no quieres orar a Él. De este modo, tu relación con Él se vuelve cada vez más distante. ¿Cómo es capaz la gente de exhibir esos comportamientos? Porque les parece que lo que ha hecho Dios les ha dolido en el corazón, ha dañado su dignidad y ha humillado su persona. ¿Es así en realidad? (No). ¿Qué es lo que sucede en realidad? (Los deseos de las personas no se han visto satisfechos, y la situación con la que se han encontrado ha afectado a sus propios intereses). El motivo es el carácter corrupto de la gente; cuando sus deseos extravagantes no se cumplen al instante, se resisten a Dios y se muestran extremadamente insatisfechos de que Él haya obrado de una manera que no se alinea con las nociones humanas. No admiten ni aceptan que lo que hace Dios es la verdad, es Su amor, y tiene como propósito salvar a las personas. Desarrollan nociones y malentendidos sobre lo que ha hecho Dios, lo cual significa que su actitud corrupta tiene el control. Después de que surjan estas barreras, ¿cuáles son las manifestaciones de toda clase de actitudes corruptas que la gente revela cuando vive según nociones? No buscan, esperan ni se someten, ni mucho menos temen a Dios o se arrepienten. Primero escrutan y juzgan, luego condenan y al final viene la resistencia. ¿No son estas conductas exactamente lo contrario de las manifestaciones positivas como buscar, esperar, someterse, aceptar y arrepentirse? (Sí). Entonces, estos comportamientos son todas cosas opuestas. Son la revelación de un carácter corrupto; es este el que controla sus acciones y pensamientos, además de su actitud, sus intenciones y puntos de vista respecto a juzgar a las personas, los acontecimientos y las cosas. Cuando la gente se dedica a escrutar, analizar, juzgar, condenar y volverse reacia, ¿cuál es el siguiente paso que dan? (La oposición). Entonces viene la oposición. ¿Cuáles son las manifestaciones de dicha oposición? (Ser negativo, renunciar a los propios deberes). Una es ser negativo; se relajan en el trabajo de manera negativa y renuncian a sus deberes. ¿Qué más? (Difundir nociones). (Emitir juicios). Emitir juicios, difundir nociones, estas son algunas de las manifestaciones de clamar contra Dios y oponerse a Él. ¿Qué más? (Es posible que traicionen a Dios y el camino verdadero). Eso es lo más grave de todo; cuando alguien llega a ese punto, su naturaleza diabólica emerge del todo, negando por completo a Dios y traicionándolo totalmente, y podría darle la espalda en cualquier momento.
Como acabamos de decir, ¿cuáles eran las diversas manifestaciones de los comportamientos que claman contra Dios y se oponen a Él? (Relajarse en el trabajo de manera negativa, renunciar a los propios deberes). (Juzgar a Dios). Juzgar a Dios y Su obra. (Luego viene difundir nociones y, por último, traicionar a Dios). Entremos más al detalle. A la hora de difundir nociones, ¿hay en ello algo de queja? (Sí). A veces difundir nociones se mezcla con quejas, cosas como: “Lo que hace dios no es justo”, “Creo en dios, no en las personas” y “Creo que dios es justo”. Estas palabras tienen un trasfondo de queja. Tanto relajarse de manera negativa como difundir nociones y juzgar a Dios son comportamientos bastante graves, pero el más grave es la traición. Estos cuatro son bastante obvios, bastante graves, y de una naturaleza que se resiste directamente a Dios. ¿Qué manifestaciones específicas en estos comportamientos se os ocurren, habéis presenciado o incluso habéis mostrado vosotros mismos? (Existe también la incitación; para desahogar el descontento con Dios, algunos incitan a más personas si cabe a oponerse a Él). Esta es una manifestación de difundir nociones. Hay quienes por fuera parecen sumisos, pero durante las oraciones dicen: “Que Dios lo revele; lo que hago está bien, todo quedará en evidencia con el tiempo; sé que Dios es justo”, ¿verdad? Puede que tales palabras suenen correctas, incluso se justifican con seguridad, pero ocultan insubordinación e insatisfacción hacia Dios. Es una oposición mental, son una relajación y una oposición negativas. ¿Hay otros aspectos? (En el caso de la relajación negativa, está también el de abandonarse a la desesperanza y el de levantar las manos con frustración, pues creen que son así y punto, que esa es su naturaleza; les parece que nadie puede salvarlos, así que, si Dios quiere destruirlos, que así sea). Es una forma de oposición silenciosa; su estado real es negativo, pensando que las acciones de Dios son incomprensibles y que nadie puede captarlas de veras, así que, sea lo que sea lo que Él quiera hacer, permiten que lo haga. En apariencia, parece como si se hubieran sometido a las instrumentaciones y disposiciones de Dios, pero en realidad, en el fondo de sus corazones, se resisten profundamente a Sus disposiciones, y están especialmente insatisfechos e insubordinados. Ya han reconocido que es obra de Dios y no hacen ninguna exigencia más; ¿por qué se dice entonces que este es un sentimiento de oposición? ¿Por qué caracterizarlo de ese modo? De hecho, tampoco quieren condenar este asunto en su conciencia ni tomar una determinación que diga: “Lo que ha hecho Dios está mal, no lo acepto. Puedo someterme a otras cosas que ha hecho Dios, pero no a esto. En cualquier caso, me relajaré en mi trabajo de una manera negativa por este motivo”. En su subconsciente, su estado no es así, no tienen semejante conciencia; en su interior, están en cierto modo desafiantes, insatisfechos o indignados. Algunos incluso condenan las acciones de Dios como equivocadas, pero, en el fondo de su corazón, en cuanto a su deseo subjetivo, en realidad no quieren condenar a Dios en su conciencia, ya que, después de todo, Dios es en lo que creen. Entonces, ¿por qué decir que este comportamiento es de oposición, que se trata de una relajación negativa y que conlleva elementos de negatividad? La negatividad en sí misma es una forma de resistencia y oposición, y cuenta con varias manifestaciones. En primer lugar, cuando la gente desarrolla estados como rendirse a la desesperanza y relajarse de manera negativa, ¿les es posible ser conscientes en sus corazones de que sus estados son equivocados? (Sí). Todo el mundo puede ser consciente de esto, excepto aquellos que son creyentes desde hace solo dos o tres años y rara vez oyen sermones; no entienden estos asuntos. Sin embargo, mientras alguien lleve al menos tres años creyendo en Dios, oiga sermones con frecuencia y entienda la verdad, puede tener esta conciencia. Cuando la gente se da cuenta de que tales estados son erróneos, ¿qué deberían hacer para evitar estar en oposición? Primero, deben buscar. ¿Buscar qué? Buscar por qué Dios ha instrumentado las cosas de este modo, por qué les han acaecido tales situaciones, cuáles son las intenciones de Dios y qué deberían hacer. Son las manifestaciones que debe tener la gente, son positivas. ¿Cuáles más? (Aceptar, someterse y desprenderse de las propias ideas). ¿Resulta fácil desprenderse de tus propias ideas? (No). Si piensas que tienes razón, no podrás desprenderte de ellas. Llegar al punto de desprenderse implica ciertos pasos. Por tanto, ¿qué prácticas son las más apropiadas e idóneas para esto? (La oración). Si tu oración consiste solo en unas pocas frases vacías y solo te dejas llevar por inercia, el problema no se va a resolver. Oras: “Oh, Dios, deseo someterme; por favor, dispón e instrumenta mis circunstancias de modo que me pueda someter. Si sigo sin poder someterme, escarmiéntame”. ¿Pronunciar unas cuantas frases vacías como esta hace que cambie tu estado incorrecto? No cambia en absoluto. Te hace falta un método de práctica para provocar un giro. Por consiguiente, ¿cómo puedes practicar para dar la vuelta a las cosas? (Debes buscar activamente las intenciones de Dios, admitir internamente que Dios tiene razón y tú te equivocas, y ser capaz de negarte a ti mismo). Estos son dos métodos de práctica: la búsqueda activa de las intenciones de Dios y admitir internamente que Dios tiene razón y uno está equivocado. Ambos métodos son bastante buenos, dicen las cosas correctas, pero uno es más práctico. ¿Cuál es práctico? ¿Cuál es palabrería vacía? (Buscar activamente las intenciones de Dios es práctico). A menudo, Dios no te contará directamente Sus intenciones, ni alumbrará de repente sobre ti una luz de entendimiento. Tampoco te guiará a comer y beber con precisión de las palabras relevantes de Dios que deberías entender. Todos estos métodos son demasiado poco realistas para las personas. Entonces, ¿puede este enfoque de buscar activamente las intenciones de Dios resultar efectivo para vosotros? Un método efectivo es el mejor, el más realista y práctico. Un método ineficaz, por muy bien que suene, es teórico y solo se queda al nivel de las palabras y no da resultados. Entonces, ¿cuál es práctico? (El segundo, el de admitir que Dios es la verdad y uno está equivocado). Cierto, admitir tus errores, eso es tener razón. Alguna gente dice que no se dan cuenta de que se equivocan. En este caso, deberías ser razonable y capaz de desprenderte de ti mismo y negarte a ti mismo. Hay quien dice: “Solía pensar que tenía razón, y lo sigo pensando. Sin embargo, mucha gente me aprueba y está de acuerdo conmigo, y no siento reproche alguno en mi corazón. Aparte, mi intención es correcta, así que ¿cómo puedo estar equivocado?”. Hay muchas razones que impiden que te desprendas de ti mismo y te niegues a ti mismo. ¿Qué deberías hacer en este caso? Al margen de los motivos que tengas para considerar que tienes razón, si este “tener razón” discrepa de Dios y contradice la verdad, sencillamente estás equivocado. Da igual lo sumisa que sea tu actitud, independientemente de cómo ores a Dios en tu corazón, o incluso si admites verbalmente que estás equivocado, pero en el fondo sigues luchando contra Él y vives en un estado de negatividad, la esencia de esto sigue siendo opuesta a Dios. Es una demostración de que todavía no te has dado cuenta de que estás equivocado, no aceptas el hecho de que lo estás. Cuando la gente se crea malentendidos y nociones acerca de Dios, primero deben reconocer que Él es la verdad y que las personas no están en posesión de esta, y que no cabe duda de que son ellos los que están equivocados. ¿Se trata de una especie de formalidad? (No). Si solo adoptas esta práctica como una formalidad, superficialmente, ¿puedes entonces llegar a conocer tus propios errores? Nunca. Llegar a conocerte a ti mismo requiere de varios pasos. Primero, debes determinar si tus acciones son conformes a la verdad y a los principios. Para empezar, no te fijes en tus intenciones; hay veces que son correctas, pero los principios que practicas son erróneos. ¿Se da a menudo este tipo de situación? (Sí). ¿Por qué digo que tus principios de práctica son equivocados? Puede que hayas buscado, pero tal vez no tengas ningún entendimiento de qué son los principios; o tal vez no hayas buscado en absoluto y has basado tus acciones solamente en tus buenas intenciones y tu entusiasmo, y en tus figuraciones y tu experiencia, y en consecuencia has cometido un error. ¿Te lo puedes imaginar? No puedes preverlo y has cometido un error, y ¿acaso no has quedado en evidencia? Si sigues batallando con Dios después de quedar en evidencia, ¿dónde radica ahí el error? (En no reconocer que Dios tiene razón e insistir en que yo sí). Ahí es donde te equivocaste. Tu mayor error no fue hacer algo mal y vulnerar los principios, causando así una pérdida u otras consecuencias, sino que, tras haber hecho algo mal, sigues insistiendo en tu propio razonamiento, incapaz de admitir tu error; te sigues oponiendo a Dios basándote en tus nociones y figuraciones, negando Su obra y las verdades que expresó; ese fue tu mayor y más grave error. ¿Por qué se dice que tal estado en una persona es de oposición a Dios? (Porque no reconoce que lo que hace está mal). Independientemente de que alguien reconozca o no que todo lo que hace Dios y Su soberanía es correcto, así como qué importancia tiene, si es incapaz de reconocer primero que está equivocado, su estado es de oposición a Dios. ¿Qué se hace para rectificar este estado? Primero, uno debe negarse a sí mismo. Lo que acabamos de decir acerca de necesitar buscar primero las intenciones de Dios no resulta tan práctico para las personas. Hay quien dice: “Si no es tan práctico, ¿eso significa que buscar no es necesario? Algunas cosas que se pueden buscar y entender no hace falta buscarlas, simplemente puedo saltarme ese paso”. ¿Bastará con eso? (No). ¿Acaso alguien que actúa así no es ya imposible de salvar? Este tipo de personas tienen una comprensión distorsionada. Buscar las intenciones de Dios les queda un poco lejos y no se puede lograr de inmediato; a modo de atajo, lo más realista es desprenderse primero de uno mismo, a sabiendas de que las acciones de uno son erróneas y no son conformes a la verdad, y luego buscar los principios-verdad. Estos son los pasos. Pueden parecer sencillos, pero ponerlos en práctica presenta muchas dificultades, porque los seres humanos tienen actitudes corruptas, así como todo tipo de figuraciones, de exigencias y también deseos, todo lo cual interfiere con que las personas se nieguen a sí mismas y se desprendan de sí mismas. No son cosas fáciles. No vamos a profundizar en este tema; sigamos hablando sobre la cuestión de las nociones que hemos mencionado en nuestras dos últimas charlas.
Justo ahora, el foco principal de nuestra charla era cómo pueden las nociones conducir a malentendidos sobre Dios, lo que a su vez crea una barrera entre las personas y Él, que las lleva a desarrollar una resistencia a Dios. ¿Cuál es la naturaleza de esta resistencia? (La oposición). La oposición, la rebeldía. Por tanto, cuando la gente desarrolla una oposición hacia Dios y clama contra Él, esto no es algo que suceda de la noche a la mañana; tiene su raíz. Es como cuando una persona descubre de repente que se ha puesto enferma y se trata de una dolencia muy grave; se pregunta cómo ha progresado su condición tan rápidamente. En realidad, la enfermedad llevaba mucho tiempo presente en el cuerpo y ya se había arraigado, no se contrajo el mismo día en el que se hizo evidente, sino que solo se descubrió entonces. ¿Qué quiero decir con esto? ¿Acaso la habilidad de rebelarse y clamar contra Dios, de oponerse a Él, es algo que todo el mundo puede predecir al empezar a creer en Dios? En absoluto. ¿Es esta la intención inicial al creer en Dios de cualquier persona que acaba por clamar contra Él y oponerse a Él? ¿Ha dicho alguien alguna vez esto?: “No creo en Dios para obtener bendiciones, solo quiero clamar contra Dios y oponerme a Él después de verlo, para así hacerme famoso y ganarme un nombre, y mi vida habrá merecido la pena”. ¿Ha tenido alguien tales planes? (No). Nadie lo ha planeado así, ni siquiera los más necios, estúpidos o malvados. Todo el mundo quiere creer en Dios con sinceridad, ser bueno, escuchar Sus palabras y hacer cualquier cosa que Él le pida. Aunque no les sea posible lograr una sumisión total a Dios, al menos pueden cumplir Sus mínimas exigencias y satisfacerlo lo mejor que puedan. Qué buen deseo es ese, ¿cómo es que acabaron clamando contra Dios y oponiéndose a Él? Ellos mismos no se sienten dispuestos y no saben cómo se ha llegado a esto. A la hora de clamar contra Dios y oponerse a Él, por dentro se sienten mal y molestos, pensando: “¿Cómo puede hacer esto la gente? Aunque los demás actúen de este modo, ¡yo no debería haberlo hecho así!”. Es como dijo Pedro: “Aunque todos se aparten por causa de ti, yo nunca me apartaré” (Mateo 26:33). Las palabras que dijo Pedro provenían de su corazón, pero su comportamiento no podía estar a la altura de sus deseos y aspiraciones. La debilidad humana es algo que la gente misma no puede prever. Cuando de veras les sucede algo, su corrupción se pone al descubierto. Tu esencia-naturaleza y carácter corrupto pueden controlar y dictar tus pensamientos y tu comportamiento. Con un carácter corrupto, pueden surgir varias nociones, junto a diferentes deseos y exigencias, que llevan a toda clase de comportamientos rebeldes. Esto afecta directamente a la relación que tienes con Dios e influye de igual manera en tu entrada en la vida y tu transformación del carácter. Estas no son las intenciones de la gente cuando empieza a proponerse creer en Dios, ni tampoco es a lo que están dispuestos, ni es la esperanza que albergan en sus corazones. Tales consecuencias se achacan a sus nociones sobre Dios. Si no se resuelven, tanto tus perspectivas como tu porvenir y tu destino pueden volverse problemáticos.
Para resolver un malentendido que tengas sobre Dios, debes resolver tus nociones acerca de Él, de Su obra, Su esencia y Su carácter. Para resolver estas nociones, primero debes entenderlas, conocerlas y reconocerlas. Por tanto, ¿qué son exactamente estas nociones? Esto nos lleva al tema principal. Debemos empezar por algunos ejemplos prácticos para abordar estas nociones y manifestaciones de las personas, haciendo que las intenciones de Dios resulten evidentes a partir de tales ejemplos, permitiendo a la gente que vea, muy en el fondo del corazón de Dios, cuál es Su carácter y esencia y cómo trata Él a las personas, además de cómo imaginan que Él debería tratarlas, y dejándolos distinguir, clarificar y comparar estas últimas dos perspectivas, que pueden llevar a un entendimiento y aceptación del modo en que Dios trata a las personas y rige sobre ellas, y a un entendimiento y aceptación de la esencia y el carácter de Dios. Una vez que tengan un entendimiento claro del modo en el que Dios rige a las personas y de Su obra, ya no concebirán nociones sobre Dios. La barrera entre Dios y ellos también desaparecerá, y los estados de oposición o de clamor dirigidos contra Él ya no nacerán de sus corazones. Estas cuestiones de rebeldía y resistencia contra Dios se pueden resolver directamente mediante la lectura de Sus palabras y compartiendo la verdad. Da igual qué aspecto de las nociones se aborde, debe partir de leer las palabras de Dios y compartir la verdad. Todo ha de estar conectado con la verdad, todo está relacionado con ella. Entonces, ¿cuáles son esas nociones que tiene la gente? Empecemos por debatir sobre la obra de Dios, por usar ejemplos específicos para dejar claros los principios detrás de Su obra, y los principios y métodos según los cuales Dios trata a las personas y las rige. Un ejemplo podría aludir al método de la obra de Dios; también podía aludir al método según el cual Dios clasifica a un individuo y Su determinación de su desenlace, o también es posible que tenga que ver con el carácter y esencia de Dios. Para aclarar estos puntos, si fuéramos a hablar de una manera vacía sobre cómo es Dios, lo que ha hecho y cómo ha tratado a las personas a lo largo de Sus seis mil años de obra, ¿creéis que eso sería apropiado? ¿Podríais recibir eso con facilidad? O, si por ejemplo habláramos sobre cómo Dios ha obrado durante seis mil años, y en la segunda fase de Su obra operó en Judea, y debatimos cómo Él trató al pueblo judío por aquel entonces, y cómo podemos observar Su carácter a partir de esto; ¿facilitaría eso su comprensión? (No). Por ejemplo, si habláramos sobre cómo rige Dios este mundo, de cómo trata a las personas de varias etnias, de qué piensa Él, de cómo delimita sus territorios y por qué los divide en diferentes lugares, en especial de por qué alguna gente buena se ubica en lugares nada idóneos, mientras que personas malvadas habitan lugares mucho mejores, y de qué principios emplea Dios al organizar las cosas de ese modo, y viéramos los métodos de Dios para regir al género humano a partir de este tema, ¿eso haría que fuera más sencillo de entender? (No). ¿Acaso estos temas no están demasiado lejos de la transformación del carácter de la gente y de su entrada en la vida en el día a día? ¿Acaso no son bastante abstractos? (Sí). ¿Por qué decimos que son lejanos y abstractos? Porque, en la vida real, entender solo verdades relativas a las visiones, como los detalles sobre cómo rige y guía Dios al género humano, parece un poco alejado de los problemas que afrontamos en nuestra vida cotidiana y no parece especialmente relevante. Para abordar los problemas del mundo real, debemos partir de ejemplos que podéis oír, ver y sentir en vuestras vidas, y luego ampliar vuestra perspectiva desde ahí. Al margen de qué historias cuente, o de qué personas y acontecimientos se traten en estas, aunque puedan tener relación con cosas que hayas hecho en el pasado, el efecto definitivo que tienen estas historias es ayudarte a entender las verdades relacionadas con el tema tratado hoy. Toda historia que se cuenta tiene un propósito, y tiene que ver con el valor que se supone que ha de transmitir y la verdad que expresa.
Vamos a comenzar nuestra historia. Este es el Caso Uno. Hace mucho tiempo, una iglesia envió una botella de jarabe para la tos con la siguiente explicación: “Dios siempre nos habla y predica, y a veces tose cuando habla demasiado. Para que la predicación de Dios sea más fluida y se le alivie la tos, enviamos un poco de jarabe”. Cuando llegó la botella, un hombre la vio y dijo: “Pone que es jarabe para la tos, pero quién sabe para qué sirve en realidad. No podemos dárselo a dios sin más, puede que sea dañino. Esto es un medicamento, todos tienen algunas toxinas. ¡Si lo bebe, podría causarle efectos secundarios!”. Los que lo oyeron pensaron: “Está siendo bastante considerado. Bueno, entonces no podemos dárselo a Dios”. En ese momento Yo no lo necesitaba, así que pensé en guardarlo para otra ocasión, y ahí quedó todo. Pero ¿acaba ahí la historia? No, la historia de esta medicina comenzó ese día. Al tiempo, alguien descubrió que este hombre había estado tomándose él mismo el jarabe para la tos y, cuando lo descubrieron, ya solo quedaba la mitad. Lo que sucedió después es fácil de suponer: se lo terminó entero. Esa es la historia. Reflexionad sobre qué tiene esto que ver con las nociones que estamos debatiendo hoy. Para empezar, contadme: ¿os impacta la historia, os afecta? (Sí). ¿Cuáles son vuestros pensamientos después de oírla? ¿Qué es lo que os ha afectado? En general, aquellos a los que haya afectado pensarán: “Vaya, esto es algo que se le ofreció a Dios, ¿cómo es que alguien se lo tomó?”. Esto es lo primero que los ofende. La segunda es: “Siguió tomándoselo. ¡No me puedo creer que se lo tomara entero!”. Aparte de afectaros, ¿qué más se os ocurre? En cuanto a lo que hizo esta persona, a todos estos comportamientos suyos, es decir, a cada uno de los acontecimientos dentro de esta historia, ¿consideráis cuál podría ser la reacción de Dios? ¿Qué haría Él? ¿Qué debería hacer? ¿Cómo debería tratar Dios a una persona semejante? ¿Y no es ahí donde las nociones humanas empiezan a surgir? Dejemos a un lado el contenido de lo que os ha afectado y hablemos de si la propia experiencia de que os afecte puede resultar beneficiosa. Al afectarse, la gente simplemente siente cierta incomodidad en su conciencia, pero no puede hablar con claridad al respecto. Luego puede que surja la condena y el reproche dirigidos al individuo de la historia, que están arraigados en la ética, la moral, las teorías teológicas o en palabras y doctrinas, pero tales cosas no son la verdad. Si queremos llegar a la verdad, se han de resolver cuestiones como las nociones humanas que se forman relativas al acontecimiento en sí, o las exigencias referentes a lo que Dios debería hacer. En esta historia, las nociones y pensamientos que tiene la gente sobre lo que debería hacer Dios en tal situación son cruciales. No te enfoques solo en tu reacción emocional; que algo te afecte no puede resolver tu rebeldía. Si un día hallas algo en las ofrendas a Dios que te gusta especialmente o que necesitas y te sientes muy tentado, podrías quedártelo también para ti; en ese caso no te sentirías para nada afectado. Que te estés afectado es ahora meramente una función de la conciencia, resultado de los estándares morales de la humanidad; no es una función de la verdad. Cuando puedas resolver las nociones que surgen de esta situación, entenderás la verdad en ella. Habrás resuelto cualquier noción y malentendido que tengas respecto a Dios en tales asuntos y, en esta clase de situaciones, entenderás la verdad y ganarás algo. Así que, ahora, piensa en la clase de nociones que podría desarrollar la gente en esta situación. ¿Cuál de dichas nociones podría llevarte a malinterpretar a Dios, a que se cree una barrera entre tú y Él, o incluso a que te opongas a Dios? Esto es lo que deberíamos compartir. Decidme, cuando este acontecimiento tuvo lugar, ¿sintió este hombre algo de culpa en su conciencia? (No). ¿Cómo lo sabes? (Se tomó todo el jarabe para la tos). El análisis es bastante sencillo, ¿verdad? Desde el primer sorbo hasta el último, no mostró contención ni se detuvo. Si lo hubiera probado y luego hubiera parado, eso habría contado como un autorreproche, porque se habría detenido, se hubiera contenido y no habría continuado. Pero este hombre no hizo tal cosa; se bebió la botella desde el principio hasta el final. De haber habido más, hubiera seguido tomando. Esto demuestra que no sentía culpa alguna en su conciencia; así se ve desde una perspectiva humana. Ahora, ¿cómo contempla Dios este asunto? Es lo que deberíais entender. A partir de cómo trata Dios esta situación, de cómo la evalúa y la define, puedes percibir Su carácter, Su esencia, y también discernir los principios y métodos según los que Él opera. Al mismo tiempo, puede que revele algunas nociones humanas, lo que hará que la gente diga: “Así que esta es la actitud de Dios hacia las personas; así es como lidia con ellas. Yo antes no pensaba así”. El hecho de que no pensaras así revela la barrera entre tú y Dios, que puedes desarrollar malinterpretaciones acerca de Él, y que tienes nociones sobre la manera en la que obra y opera a este respecto. Por tanto, ¿cómo lidió Dios con esta situación cuando se enfrentó a ella? El hombre dijo: “Es un medicamento; cualquier medicamento tiene algo de tóxico. No podemos dejar que Dios se lo tome, puede tener efectos secundarios”. ¿Cuál era la intención, el propósito detrás de sus palabras? ¿Eran verdad o mentira? No eran verdad, eran engañosas, falsas y deshonestas. Sus acciones siguientes y lo que reveló dejaron claro lo que estaba sucediendo en su corazón. ¿Hizo algo Dios respecto a sus palabras y acciones falsas? (No). ¿Cómo sabemos que Dios no hizo nada? Cuando dijo esas palabras, no fue sincero, estaba siendo falso. Dios solo observaba desde los márgenes, sin llevar a cabo ni la obra positiva de guía ni la negativa de reproche. A veces, la gente siente reproche en su conciencia, y eso es obra de Dios. ¿Sintió este hombre ese reproche? (No). No es solo que no lo sintiera, sino que también habló de manera altisonante. Dios no se lo reprochó; solo observaba. ¿Por qué lo hacía? ¿Observaba para ver cómo se desarrollarían los hechos? (No). No necesariamente. Justo cuando alguien afronta una situación, antes de realizar una elección sobre lo que hacer o determinar ningún hecho, ¿entiende Dios a esa persona? (Sí). Dios no solo entiende su exterior, también su corazón interior; Dios ya sabe si su corazón es bueno o malvado, auténtico o falso, cuál es su verdadera actitud hacia Él, si lleva a Dios en el corazón, si su fe es real o no. Tiene pruebas concluyentes, y siempre observa. ¿Qué hizo Dios después de lo que dijo este hombre? Primero, no se lo reprochó; segundo, no lo esclareció ni le hizo ser consciente de que esto era una ofrenda, que los seres humanos no deberían tocarla despreocupadamente. ¿Hace falta que Dios le diga explícitamente a la gente que sea consciente de esto? (No). Eso debería estar presente en la humanidad normal. Algunos dirán: “Hay personas que simplemente no lo saben. ¿Acaso no se lo dirías? ¿No lo sabrían si simplemente se lo dijeras? El desconocimiento exime a uno del pecado. Ahora mismo no lo saben; si lo supieran, no habrían cometido este pecado, ¿verdad? ¿No supondría eso protegerlos?”. ¿Actúa así Dios? (No). ¿Por qué no? Por una parte, este hombre debería haber conocido el concepto de que “esto es una ofrenda a Dios, los seres humanos no pueden tocarla”. Por otra, si no lo sabía, ¿por qué Dios no se lo dijo? ¿Por qué Dios no hizo que fuera consciente para impedirle hacer algo así y afrontar tales consecuencias? ¿Acaso el hecho de que se lo dijera no revelaría mejor la sinceridad de Dios para salvar a las personas? ¿Acaso no revelaría mejor Su amor? ¿Por qué no lo hizo entonces? (Dios quería ponerlo en evidencia). Sí, Dios quería ponerlo en evidencia. Cuando te enfrentas a situaciones, no sucede por accidente. Cierta situación podría significar tu salvación o tu destrucción. Durante estas situaciones, Dios observa, permanece en silencio, no instrumenta ninguna circunstancia para avisarte, no te esclarece con palabras como: “No debes hacer esto; las consecuencias serían inimaginables”, ni tampoco: “Hacerlo de esta manera carece de razón y humanidad”. La gente no tiene esa conciencia. La falta de esta es, por una parte, porque Dios no les avisó de ninguna manera en su momento, Dios no actuó. Por otro lado, si una persona tiene conciencia y posee alguna medida de humanidad, ¿actuaría Dios entonces sobre ese fundamento? (Sí). Eso es. Él les concedería tal gracia. Pero ¿por qué ignoró Dios esta situación particular? Una razón es que este hombre carecía de conciencia y razón, no tenía dignidad, integridad ni humanidad normal. No perseguía estas cosas, no tenía a Dios en su corazón ni era un verdadero creyente en Él. Por tanto, Dios quería ponerlo en evidencia por medio de esta situación. Que Dios haga esto es a veces una forma de salvación, otras no; Él actúa así de manera intencionada. Si eres alguien con conciencia y razón, que Dios te ponga en evidencia sirve como prueba y una forma de salvación. Pero, si careces de conciencia y razón, que Dios te ponga en evidencia significa ser descartado y destruido. Por tanto, visto ahora, ¿qué significó para Dios poner en evidencia a este hombre? Que se le descartó, así que no fue una bendición, sino una maldición. Algunos dicen: “Cometió un gran error, y es bastante lamentable. Desde que empezó a beber en secreto el jarabe para la tos, ¿no pudo haber dispuesto Dios algunas circunstancias para hacerle parar, de modo que no cometiera este error y por tanto no hiciera falta descartarlo?”. ¿Es esto lo que hizo Dios? (No). ¿Cómo actuó Él? (Dejó que la situación siguiera su propio curso). Dejó que las cosas siguiesen su propio curso; este es uno de Sus principios. Una vez que abrió la botella de jarabe, ¿hubo alguna diferencia entre la naturaleza del primer sorbo y la del último? (No). ¿Por qué no? (En esencia, simplemente es ese tipo de persona). Esta situación reveló plenamente su humanidad, su búsqueda y su fe.
En la era del Antiguo Testamento, Esaú intercambió su primogenitura por un plato de guiso rojo. No era consciente de lo que era importante y valioso: “¿Por qué es para tanto la primogenitura? Si la intercambio, no pasa nada; seguiré vivo, ¿no?”. Esto es lo que pensó en su corazón. Podría parecer que su enfoque del problema era bastante realista, pero lo que perdió fue la bendición de Dios, y las consecuencias de ello son inimaginables. En la iglesia hay ahora muchas personas que no persiguen la verdad. No se toman en serio las promesas de Dios ni Sus bendiciones. ¿No es esto de la misma naturaleza que renunciar a la propia primogenitura? ¿No es incluso más grave? Como la salvación de Dios es una oportunidad única, si alguien la pierde, se acabó todo. Hubo incluso una persona a la que se acabó descartando por una botella de jarabe para la tos, algo que intercambió por el desenlace de ser destruido; ¡es algo sencillamente imposible de comprender! En realidad, no tiene nada de incomprensible. ¿Por qué lo digo? Este acontecimiento podría parecer algo menor. Si algo así ocurriera entre las personas, no se tendría en mucha consideración. Igual que cometer un delito, como robar o hacer daño a alguien, como mucho se te castigaría después de la muerte y luego renacerías como humano, a través de varios ciclos de reencarnación. No importaría demasiado. Sin embargo, ¿es tan simple la situación de la que hablo ahora? (No). ¿Por qué no? ¿Por qué merece debatirse? Empecemos con dicha botella de jarabe para la tos. En realidad, no se trataba de algo de gran valor, pero su esencia cambió en cuanto se le ofreció a Dios: se convirtió en una ofrenda. Hay quien dice: “Las ofrendas están consagradas, no pertenecen a las personas, que no deberían tocarlas”. Decir esto también es correcto. ¿Qué es una ofrenda? Es algo que una persona dedica a Dios; sea lo que sea, a todas estas cosas se las denomina ofrendas. Como pertenecen a Dios, ya no pertenecen al hombre. Cualquier cosa que se dedique a Dios, ya sea dinero o cosas materiales, cualquiera que sea su valor, le pertenece enteramente a Dios, y no está a disposición del hombre ni le corresponde usarlo. ¿Cómo podrían conceptualizarse las ofrendas de Dios? Pertenecen a Dios, solo Él puede usarlas y nadie puede tocarlas ni hacer planes con tales cosas sin Su aprobación. Hay quienes dicen: “Si Dios no usa algo, ¿por qué no nos está permitido usarlo a nosotros? Si se echase a perder después de un tiempo, ¿no sería una lástima?”. No, ni siquiera entonces; esto es un principio. Las ofrendas son cosas que pertenecen a Dios, no al hombre; grandes o pequeñas, y sean o no valiosas, una vez que el hombre las ha dedicado a Dios, su esencia ha cambiado, no importa que Él las quiera o no. Una vez que una cosa se ha convertido en una ofrenda, se halla entre las posesiones del Creador y a Su disposición. ¿Qué implica la manera en la que uno trata las ofrendas? Implica la actitud de uno hacia Dios. Si la actitud de alguien hacia Dios es de impertinencia, desdén y despreocupación, entonces la actitud de esa persona hacia todas las cosas que Dios posee será ciertamente la misma. Hay quien dice: “Hay algunas ofrendas por las que nadie pregunta. ¿No significa eso que pertenecen a quien las tome? Se entere alguien o no, ‘el que la encuentra se la queda’; cualquiera que se apropie de estas cosas es su dueño”. ¿Qué opinas de ese punto de vista? Es claramente incorrecto. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia las ofrendas? No importa lo que se le ofrezca a Dios y si Él lo acepta o no, una vez que algo ha sido designado como una ofrenda, cualquier persona con otros designios sobre ella puede terminar “pisando una mina”. ¿Qué significa esto? (Significa ofender el carácter de Dios). Eso es. Todos conocéis este concepto, pero ¿por qué no reconocéis la esencia de este asunto? Por tanto, ¿qué les indica este asunto a las personas? Les dice que el carácter de Dios no admite ofensa de los seres humanos y que no deben jugar con Sus cosas. Por ejemplo, con las ofrendas de Dios; si alguien se las apropiara o las desperdiciara y dilapidara, sería propenso a ofender el carácter de Dios y sería castigado. La furia de Dios tiene sus principios; no es como la gente se imagina, con Dios arremetiendo contra cualquiera que cometa un error. En cambio, la furia de Dios se desata cuando alguien lo ofende en asuntos cruciales e importantes. En especial, en lo que respecta al trato que se le da a la encarnación y a las ofrendas de Dios, la gente debe demostrar cautela y tener un corazón temeroso de Dios; solo así pueden asegurarse de que no van a ofender Su carácter.
Alguna gente tiene fe en su creencia en Dios y es capaz de gastarse y pagar el precio, de cumplir bien con todos los aspectos excepto uno. Al reparar en la abundancia de los recursos en la casa de Dios, y al saber que Su pueblo escogido no solo ofrece dinero, sino también comida, ropa y distintos medicamentos, entre otras cosas, una persona así piensa: “El pueblo escogido de Dios le ofrece muchas cosas, y Él no puede hacer uso de todas ellas. Aunque algunas son necesarias para difundir el evangelio, no se le va a dar uso a todas. ¿Cómo hay que encargarse de estos elementos? ¿Tal vez debería corresponderles una parte a los líderes y obreros?”. Se pone ansioso y nervioso por este tema, siente una “carga” dentro, y empieza a reflexionar: “Ahora que estoy a cargo de estos elementos, debería utilizar algunos. De lo contrario, ¿no se desperdiciarán todas estas ofrendas cuando el mundo sea destruido? Lo justo sería distribuirlas entre los líderes y obreros. Todos somos iguales en la casa de Dios; ya que nos hemos dedicado a Él, entonces Sus cosas también son nuestras, y las nuestras, de Dios. No es para tanto si disfruto de algunas ofrendas de Dios; de todos modos, forma parte de Sus bendiciones. No veo por qué no usar algunas”. Con tales pensamientos, se ve tentado. Sus deseos aumentan poco a poco y empieza a codiciar las ofrendas, a apropiarse de elementos sin sentir ningún reproche en el corazón. Cree que nadie se va a enterar, y se consuela diciendo: “Me he gastado para Dios, disfrutar de algunas ofrendas no es para tanto. Aunque Dios lo sepa, me perdonará. Ahora voy a disfrutar de algunas”. En consecuencia, empieza a robar las ofrendas, ofendiendo el carácter de Dios. De cara al exterior, se busca multitud de excusas como: “¡Estas cosas se van a estropear al cabo de un tiempo si no se consumen! Dios no puede usar todo esto Él solo y, si se distribuyera equitativamente, seríamos demasiados y no habría suficiente para todos. ¿Por qué no lo gestiono yo? Además, ¿y si no se puede gastar todo este dinero antes del fin del mundo? Deberíamos quedarnos una parte cada uno, ¡eso también refleja el amor y la gracia de Dios! Aunque Él no haya mencionado esto y no exista tal principio, ¿por qué no ser proactivo? ¡Esto es actuar de acuerdo con los principios!”. Se inventa muchas razones altisonantes y luego se pone en marcha. Pero, una vez que empieza, las cosas se le van de las manos, y cada vez hay menos reproche en su corazón. Incluso puede llegar a creer que está justificado, y piensa: “Si Dios no lo necesita, debería usarlo yo. No es un problema real”. Aquí es donde las cosas se tuercen. ¿Qué pensáis, es para tanto o no? ¿Es grave? (Sí). ¿Por qué decimos que es grave? ¿Merece la pena compartir este asunto? (Sí). ¿Por qué? (Tiene que ver con el carácter de Dios y también con el desenlace y el destino del hombre). El problema es significativo, de naturaleza grave. ¿Sobre qué debería advertiros ahora? Que nunca se os pase por la cabeza apropiaros de las ofrendas. Hay quien dice: “Eso no está bien; las ofrendas que hacen los hermanos y hermanas son para la casa de Dios, para la iglesia. Eso las convierte en propiedad comunal para todos”. ¿Es correcta esta afirmación? ¿De dónde proviene? Es una teoría inventada por la avaricia del hombre. ¿Con qué más tiene que ver este asunto? Hay algo que todavía no hemos tratado, ¿el qué? Algunos piensan: “La casa de Dios es una gran familia. Como reflejo de una buena familia, debería haber amor y la tolerancia; todo el mundo debería compartir la comida, la bebida y los recursos, y todas estas cosas se deberían distribuir de manera igualitaria. Por ejemplo, todo el mundo debería tener ropa, y se debería distribuir y disfrutar equitativamente. Dios no muestra favoritismos; si alguien no puede siquiera permitirse unos calcetines y a Él le sobran algunos pares, debería ofrecerle ayuda. Además, esas ofrendas a Dios provienen de los hermanos y hermanas; Él ya tiene muchas, ¿no se deberían distribuir entre los pobres? ¿No reflejaría esto el amor de Dios?”. ¿Piensa así la gente? ¿Acaso no son nociones humanas? La gente reclama la propiedad de Dios por la fuerza mientras que de manera eufemística la etiquetan como la gracia de Dios, Sus bendiciones y Su gran amor. Siempre quieren dividir las cosas equitativamente con Dios, repartirlo todo a partes iguales, siempre insistiendo por el igualitarismo. Les parece un símbolo de unidad universal, de armonía humana, y una existencia plena, y consideran esto una situación que debe manifestarse. ¿Acaso no son nociones humanas? Les parece que nadie debería pasar hambre, en especial en la casa de Dios. Si alguien tiene hambre, Dios debería usar Sus ofrendas para socorrerlo; no debería ignorar este asunto. ¿Acaso este “debería” en el que cree la gente no es un tipo de noción? ¿No es una exigencia humana hacia Dios? Algunas personas, tras creer en Dios, dicen: “He creído en Él muchos años y no he obtenido nada; mi familia sigue todavía en la pobreza. Esto no debería ocurrir; Dios debería ser bueno conmigo y bendecirme para que pueda glorificarlo mejor”. Como tu familia es pobre, no persigues la verdad; tienes la esperanza de cambiar tus condiciones de pobreza mediante la fe en Dios, y te sirves de glorificarlo como excusa para negociar con Él. Estas son nociones y figuraciones humanas, los deseos extravagantes del hombre. ¿Acaso creer en Dios con tales motivaciones no es una forma de negociar con Él? ¿Tienen conciencia y razón aquellos que negocian con Dios? ¿Son personas que se someten a Él? En absoluto. Carecen de conciencia y razón, no aceptan la verdad, Él los desdeña y se trata de gente irrazonable que no puede lograr la salvación de Dios.
Alguna gente piensa: “Cuando los seres humanos piensan o actúan de forma inadecuada vulnerando los decretos administrativos de Dios y ofendiendo Su carácter, Él debería intervenir para impedírselo. Esta es la salvación de Dios, esto es Su amor”. ¿Acaso no se trata de las nociones y figuraciones de las personas? ¿Es así como obra Dios para salvarlas? Dios las salva al expresar la verdad. La posibilidad de salvación de alguien depende de si puede aceptar la verdad. Aparte de esto, hay una cosa que Dios considera incluso más importante, y es la conciencia y humanidad de las personas. Si dentro de tu humanidad no hay conciencia, integridad ni razón, es decir, si cuando te sucede algo tu conciencia y tu racionalidad no pueden funcionar con normalidad, ni pueden contenerte y regular tus acciones, ni rectificar tus intenciones y puntos de vista, sin duda Dios no hará nada. Para que Dios te cambie, primero permite que funcionen tu conciencia y tu racionalidad. Cuando tu conciencia sienta reproche, reflexionarás: “Lo que hago está mal, ¿cómo me contemplaría Dios?”, y esto conducirá a más búsqueda y a una entrada proactiva y positiva. Sin embargo, si alguien carece siquiera de este paso inicial, no posee conciencia y básicamente no existe reproche en su corazón, cuando se enfrente a algo, ¿qué hará Dios? Él no hará nada. Por tanto, ¿cuál es el fundamento en el que se sustentan todas estas palabras que dice Dios y todas las exigencias y verdades que Él les enseña a las personas? Se basan en la premisa de que las personas tienen conciencia y racionalidad. En cuanto al hombre que mencionamos antes, si hubiese tenido conciencia y poseído cierto nivel de racionalidad, ¿qué acciones habría tomado después de ver esa botella de jarabe para la tos? ¿Qué comportamientos habría exhibido? Cuando pensó: “Esto se lo han dado a dios, así que debe ser bastante bueno; en lugar de dejar que se lo tome dios, ¿por qué no me lo tomo yo?”, ¿qué habría hecho de haber tenido conciencia? ¿Habría abierto la botella y dado el primer sorbo? (No). ¿De dónde habría salido ese “no”? (De tener sentido de la conciencia). Bajo el control de su conciencia, esta habría entrado en juego y no habría ido más allá en este asunto; no hubiera dado ese primer sorbo. El resultado de este asunto sería el completo opuesto, y el desenlace sería enteramente diferente. Sin embargo, por el contrario, no tenía conciencia y racionalidad, carecía de ellas por completo, así que, ¿qué consecuencia se produjo? Después de concebir tales pensamientos y sin la contención de su conciencia, abrió la botella sin ningún escrúpulo y dio el primer sorbo. No solo no sintió ningún reproche ni se acusó después a sí mismo, sino que en realidad lo disfrutó. Pensó que se había salido con la suya: “Mira lo listo que soy, he aprovechado la oportunidad. Sois todos idiotas, no entendéis estas cosas. ¡La experiencia siempre triunfa sobre la juventud! A ninguno de vosotros se os ocurrió ni os atrevisteis a hacerlo, pero yo sí. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Ya he dado el primer sorbo, ¿quién se va a enterar?”. Le pareció que había salido ganando, y sentía satisfacción en su interior; incluso pensó que se le había privilegiado, que esto era la gracia de Dios. Una vez que cometió este error, lo siguió repitiendo, y escapó a su control, continuando hasta que se terminó la botella entera. Todo ese tiempo, su conciencia nunca lo acusó ni sintió reproche. Su conciencia y racionalidad nunca le dijeron: “Esto no te pertenece; aunque Dios no se lo beba, aunque Dios lo tire o se lo dé a un perro o a un gato, mientras Dios no haya dicho que es para ti, no deberías usarlo; no es para tu disfrute”. Su conciencia no le dijo nada porque carecía de ella. ¿Qué es una persona sin conciencia? Se las define como bestias. Las personas sin conciencia se comportan de ese modo; conciben tales pensamientos desde el principio, y continúan de la misma manera hasta el final, sin un ápice de reproche en su conciencia. Puede que, llegado este punto, el tipo haya olvidado ya hace mucho el incidente o, si tiene buena memoria, puede que todavía lo recuerde y le parezca que hizo lo correcto en su momento. Nunca piensa que fuera incorrecto, y no se da cuenta de la gravedad y naturaleza de lo que hizo. Es incapaz de reconocerlo. ¿Resulta precisa la clasificación que hace Dios de esta gente? (Sí). Cuando Dios clasifica, revela y descarta a tales personas y les da esta clase de desenlace, ¿sobre qué principios y sobre qué base los clasifica? (Sobre la base de su esencia-naturaleza). ¿Alguien que carece de un sentido de la conciencia y de racionalidad posee las condiciones para aceptar y practicar la verdad? ¿Tiene esa esencia? (No). ¿Por qué decimos que no? Cuando empieza a expresar sus puntos de vista sobre este asunto, en el fondo de su corazón, ¿dónde está su dios? ¿Quién es el dios en su corazón? ¿Dónde se encuentra él? ¿Lo lleva en su corazón? Podemos decir con total certeza que una persona así no lo lleva en su corazón. ¿Qué implicación tiene no llevar a Dios en el corazón? (Se trata de un incrédulo). Eso es. No es un auténtico creyente en Dios, no es un hermano o una hermana, es simplemente un incrédulo. ¿Qué comportamientos muestran que lo es? Sin Dios en el corazón, actúa y habla completamente de acuerdo con sus propios caprichos, se basa en sus propias nociones, figuraciones y preferencias, sin la influencia de la conciencia. Cuando no entiende la verdad, no se le remueve la conciencia; actúa puramente en función de sus propias preferencias, solo para su ventaja y beneficio personal. ¿Hay espacio alguno para Dios en su corazón? Ninguno. ¿Por qué lo digo? Porque la motivación, el origen, la dirección e incluso las manifestaciones de sus acciones y palabras van todas dirigidas a servir a sus propios intereses. Obra y habla conforme a lo que cree que le va a suponer un beneficio. Todas sus consideraciones se inclinan hacia sus propios intereses y objetivos, y opera sin sentimiento alguno de reproche y sin ejercer la contención. A juzgar por este comportamiento, ¿cómo trata a Dios? (Como si fuera aire). Exacto, justo en el clavo. Si pudiera sentir Su presencia, que Dios escruta el corazón del hombre, que Él está junto a las personas, sin parar de escrutarlas, ¿carecerían de contención sus acciones? ¿Mostraría esa audacia tan imprudente? En absoluto. Aquí surge una pregunta: ¿existe en realidad el dios en el que cree? (No). Esa es la esencia del problema. El dios en el que cree no existe, su dios es simplemente aire. Por tanto, da igual que afirme verbalmente cómo es Dios, da igual cuánto le ore, al margen de cuántos años lleve creyendo o lo que haya hecho o lo mucho que haya sacrificado, su naturaleza se pone totalmente en evidencia en base a su discurso y su comportamiento, su actitud hacia Dios y hacia todo aquello relacionado con Él. Trata a Dios como aire, ¿no es eso blasfemar contra Él? (Sí). ¿Por qué esto se considera blasfemia? Piensa: “Dicen que dios escruta el corazón del hombre, pero ¿dónde está dios? ¿Por qué yo no lo he sentido? Dicen también que dios castigará el robo de ofrendas, pero no he visto que nadie sufra ninguna retribución por robarlas”. Niega la existencia de Dios, lo que supone blasfemar contra Él. Dice: “Dios ni siquiera existe, ¿cómo iba a estar haciendo obra alguna? ¿Cómo iba a estar salvando a nadie? ¿Cómo ha reprochado a las personas? ¿A quién ha castigado alguna vez? Nunca he visto que ocurra, así que cualquier cosa que se le ofrezca a dios se puede usar libremente. Si resulta que hoy me encuentro algo, mío es; lo consideraré la manera que tiene dios de favorecerme. Quienquiera que lo vea o que se tope con ello, suyo es, porque dios lo ha favorecido”. ¿Qué clase de lógica es esta? La de Satanás, la de los ladrones; es la naturaleza diabólica de uno que aflora al exterior. ¿Tiene una persona así auténtica fe? (No). Tras escuchar tantos sermones, sueltan ese aluvión de palabras endiabladas. ¿Cuentan con siquiera la menor base en la verdad? (No). Entonces, ¿qué sacan de escuchar todos esos sermones? No han aceptado las palabras de Dios, no las consideran la verdad ni tratan a Dios como tal. Eso es todo, no hay más.
Alguna gente cree de veras en su corazón que hay un Dios y no tienen la menor duda sobre Su encarnación. Sin embargo, aunque lo hayan seguido durante varios años, hayan sufrido algunas penurias y pagado algún precio, no tienen la menor comprensión sobre Él en el fondo de su corazón. En realidad, aquello en lo que creen sigue siendo el dios vago, un dios imaginado; su definición de dios es mero aire. ¿Cómo trata Dios a estas personas? Simplemente las ignora. Alguna gente pregunta: “Si Dios las ignora, ¿por qué permanecen en la casa de Dios?”. Están siendo mano de obra. ¿Cómo se debe conceptualizar ser mano de obra? Alguien que contribuye con mano de obra no tiene interés en la verdad, o más bien tiene un calibre tan pobre que no puede alcanzarla. Trata a Dios y la verdad como algo vacío y vago, pero, a fin de obtener bendiciones, solo puede confiar en realizar algo de esfuerzo a cambio. Aunque en apariencia no se resiste directamente a Dios, ni lo maldice ni se opone a Él, su esencia sigue siendo la de la calaña de Satanás, la que niega y se resiste a Dios. Cualquiera que no ame la verdad no es bueno, Dios ha decidido en Su corazón no salvar a tales personas. En cuanto a aquellos que Dios no pretende salvar, ¿se seguiría poniendo serio con ellos? ¿Les diría lo siguiente?: “No entiendes este aspecto de la verdad, hace falta que escuches atentamente; no entiendes este aspecto de la verdad, has de dedicar más esfuerzo y reflexionar sobre ello”. Asimismo, Dios sabe que estas personas no entienden la verdad y no tratan a Dios como tal. ¿Debería mostrarles algunos milagros y prodigios para que reparen en Su existencia, o esclarecerlos e iluminarlos más para que sepan que hay un Dios? ¿Actuaría Él de esta manera? (No). Dios cuenta con principios para hacer estas cosas; Él no actúa de este modo con cualquiera. Por aquellos que pueden aceptar la verdad, Dios está siempre obrando. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellos que no pueden aceptar la verdad ni son capaces de alcanzarla? (Los ignora). De acuerdo con las nociones de las personas, si Dios ignora a una, esta vaga de un lado a otro como un mendigo. No se la puede ver persiguiendo la verdad, ni se percibe en ella ninguna acción de Dios; meramente es mano de obra y no entiende la verdad. ¿Eso es todo? De hecho, estas personas también pueden disfrutar de algo de la gracia y las bendiciones de Dios. Cuando se encuentren en situaciones peligrosas, Dios también las mantendrá a salvo. Cuando estén gravemente enfermas, Dios también las sanará. Puede que incluso les conceda algunos talentos especiales o, en circunstancias especiales, puede que lleve a cabo algunos actos milagrosos sobre ellas o haga ciertas cosas singulares. Es decir, si pueden gastarse de veras para Dios y contribuir bien con mano de obra sin causar perturbaciones, Él no las discrimina. ¿Cuáles son las nociones de la gente respecto a este tema? “Dios no va a salvar a tales personas, así que solo las va a usar como le plazca y descartarlas luego”. ¿Es así como va a actuar Dios? No. No olvides quién es Dios; Él es el Creador. Entre todo el género humano, ya sean creyentes o no creyentes, de cualquier denominación o etnia, a ojos de Dios, son todos Sus seres creados. Por eso el Señor Jesús dijo: “Porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos”. Este enunciado es un principio según el que actúa Dios, el Creador. Al margen de qué desenlace acabe por concederle Dios a alguien en función de su esencia, o de si Dios lo salvará o no antes de proporcionarle tal desenlace, sea cual sea su esencia, mientras pueda realizar algunas tareas y desempeñar algo de mano de obra en la casa de Dios y para Su obra, la gracia de Dios permanece inmutable; Él lo seguirá tratando de acuerdo con Sus principios, sin ninguna parcialidad. Este es el amor de Dios, el principio de Sus acciones y Su carácter. Sin embargo, de acuerdo con la esencia de estas personas, sus puntos de vista y actitudes hacia Dios son siempre los de considerarlo indefinido y difuso, como si existiera y al mismo tiempo no. No pueden reconocer la existencia real de Dios ni tampoco experimentarla, y en última instancia no están todavía seguros sobre Su verdadera existencia. Entonces, al considerarlos, Dios solo puede hacer lo que debe, concederles algo de gracia, darles algunas bendiciones y protección en esta vida, permitirles sentir la calidez de la casa de Dios y disfrutar de Su gracia, misericordia y cariño. Y eso es todo, esas son todas las bendiciones que van a recibir a lo largo de su vida. Algunos dicen: “Ya que Dios es tan tolerante y además disfrutan de la gracia de Dios y sus bendiciones, ¿no sería mejor ir un paso más allá y permitir que reciban también Su salvación?”. Esa es una noción humana, Dios no actúa así. ¿Por qué no? ¿Puedes poner a Dios en el corazón de alguien cuyo corazón no tiene espacio para Él? No puedes. Da igual cuánta verdad compartas con ellos o cuántas palabras digas, no importa, no cambiará sus nociones y figuraciones sobre Dios. Por tanto, lo único que puede hacer Él por esta clase de personas es aportarles algo de gracia, bendiciones, cuidado y protección. Hay algunos que dicen: “Ya que pueden disfrutar de la gracia de Dios, si Él los esclarece e ilumina más, ¿acaso no reconocerán entonces Su verdadera existencia?”. ¿Puede esa gente entender la verdad? ¿Pueden practicarla? (No). Si no pueden, esto los confirma como aquellos que no se pueden salvar. Por tanto, Dios no va a participar en ninguna obra inútil o inservible. Hay quien dice: “Eso no es cierto. A veces también encuentran la disciplina o tienen algo de esclarecimiento de Dios y ganan algo de verdad de Él”. Esto vuelve a guardar relación con la obra de Dios. ¿Qué deben poseer aquellos a los que Dios quiere salvar para que Él los salve, para que sean objeto de Su salvación? Es algo que la gente ha de comprender. Dios también lo sabe; no salva a cualquiera. Aunque Dios exhiba algunos milagros, prodigios y poder para que la gente lo reconozca, ¿se puede salvar así a esta gente? No funciona de esa forma. Dios tiene estándares para salvar a las personas, uno debe poseer auténtica fe y además amar la verdad. Por tanto, la obra que hace Dios en las personas implica juicio, castigo, pruebas y refinamiento, y además tiene sus estándares. Alguna gente dice: “A menudo nos encontramos con el juicio y el castigo. ¿Acaso afrontar el juicio y el castigo, las pruebas y el refinamiento, es una señal de que Dios nos va a salvar?”. ¿Es así? (No). ¿Cómo puedes estar seguro de que no? Dado que algunas personas no cumplen las condiciones para que Dios las salve, ¿seguiría Dios imponiendo el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento sobre ellos? Esto genera una pregunta respecto a quién le impone Dios tales cosas; también tiene que ver con los malentendidos de la gente. Decidme, ¿puede recibir Su juicio y castigo alguien que ni sabe quién es Dios, dónde está o si tan siquiera existe? ¿Puede alguien que considera a Dios mero aire recibir el juicio y el castigo de Dios? ¿Puede alguien cuyo corazón carece por completo de Dios recibir Sus pruebas y Su refinamiento? Desde luego que no. Por tanto, ¿con qué podrían encontrarse a veces estas personas? (Con disciplina). Eso es, con disciplina. Aquellos que consideran a Dios mero aire, que fundamentalmente no reconocen ni creen en la existencia de Dios, sin duda no recibirán Su juicio y castigo ni Sus pruebas y refinamiento. Se puede decir que las personas con esa esencia y comportamientos no son el objeto de la salvación de Dios. No pueden recibir la salvación de Dios, pero no es que Él no las salve, sino que lo decide su esencia-naturaleza, que siente aversión por la verdad y la odia. Carecen de la actitud correcta de amar y aceptar la verdad y, así, no cumplen con las condiciones para salvarse. Entonces, ¿cómo las trata Dios cuando se infiltran en Su casa con la esperanza de obtener bendiciones? Aparte de concederles algunas bendiciones, gracia, y de ofrecerles cuidado y protección, ¿qué métodos usa Dios para cumplir bien con Su papel como Creador? Dios emite recordatorios, advertencias y exhortaciones mediante Sus palabras. En consecuencia, Él las poda, las reprocha y las disciplina; la obra que hace Dios en ellas termina ahí, todo queda dentro de este ámbito. ¿Qué efecto tienen estos actos de Dios en las personas? Les permiten acatar diligentemente las restricciones, comportarse con decencia mientras contribuyen con mano de obra en la casa de Dios, sin causar perturbaciones ni hacer el mal. ¿Puede lo que hace Dios lograr que esas personas cumplan bien y lealmente con su deber? (No). ¿Por qué no? ¿Pueden la gracia, las bendiciones, el cuidado y la protección que reciben, junto con los recordatorios de las palabras de Dios, la poda, la reprensión y la disciplina, etcétera, producir un cambio en su carácter? (No). No es posible provocar que su carácter cambie, por lo que ¿qué efecto consigue la obra de Dios en ellas? Hace que se contengan un poco en su comportamiento, las ayuda a seguir las reglas y les hace tener cierta semejanza humana por fuera. Además, provoca que sean obedientes en comparación; aceptarán con reticencia que se las pode en aras de la gracia y las bendiciones de Dios, y serán capaces de hacer cosas de acuerdo con los preceptos y los decretos administrativos de la casa de Dios, y eso es todo. ¿Lograr todo esto significa que practican la verdad? Se siguen quedando cortas, porque lo que hacen solo se ajusta básicamente a los principios en los decretos administrativos de la casa de Dios, además de a ciertas rígidas directrices. Es solo un cambio de comportamiento, sin más. Por tanto, ¿puede uno decir que, ya que estas personas han cambiado su comportamiento, sería incluso mejor permitirles cambiar también su carácter? (No son capaces de hacerlo). No lo son, no pueden conseguirlo, esa es una razón. ¿Y cuál es la razón principal? Que fundamentalmente no tienen a Dios en su corazón, no creen en Su existencia. Por tanto, ¿pueden tales personas entender las palabras de Dios? Algunas pueden y dicen: “Las palabras de Dios son buenas, pero por desgracia no las puedo poner en práctica. Practicarlas es más angustioso que someterse a una cirugía a corazón abierto”. Cuando sus propios intereses se ven comprometidos, o cuando tienen que actuar contra su propia voluntad, se sienten completamente desorientadas y no pueden seguir. Aunque se agoten hasta el extremo, no pueden poner las palabras de Dios en práctica. Además, nunca reconocen ni aceptan el hecho de que las palabras de Dios son la verdad. No pueden absorber esto, no entienden por qué las palabras de Dios son la verdad. Por ejemplo, cuando Él les pide que sean honestas, replican: “Vale, seré una persona honesta si Tú me lo pides, pero ¿por qué ser una persona honesta se considera la verdad?”. No lo saben y no pueden aceptarlo. Cuando Dios dice que la gente debería someterse a Él, se preguntan: “¿Se gana dinero al someterse a Dios? ¿Concede Dios bendiciones por someterse a Él? ¿Puede alterar el destino de uno?”. No creen que nada que diga o haga Dios sea la verdad. No tienen idea de cuál es el significado de las palabras y las exigencias de Dios para el hombre y no pueden discernir qué acciones son correctas y conformes a los principios-verdad. En su opinión, todo lo que viene de Dios —Su identidad, Su esencia, Sus palabras, Sus exigencias— no se puede definir como las posesiones y el ser de Dios. No saben que Dios es el Creador; no entienden qué es el Creador ni qué es Dios. ¿Acaso no es problemático? Sin embargo, así es exactamente como se comportan algunas personas. Otras dicen: “Eso no puede ser correcto. Si tienen estos pensamientos y puntos de vista, ¿cómo pueden seguir cumpliendo sus deberes voluntariamente en la casa de Dios?”. El término “voluntariamente” debería estar entrecomillado. ¿Cómo se debe explicar? En un sentido, cumplen sus deberes porque las circunstancias los obligan o por su necesidad de bendiciones; en otro, sienten que por el momento no les queda más remedio que seguir adelante de mala gana, cumpliendo algunos deberes y esforzándose un poco. En sus corazones, creen que eso es lo que deben hacer, pero, como no están interesados en la verdad, solo pueden realizar esfuerzo y cumplir sus deberes a cambio de las bendiciones de Dios. Con esta mentalidad, ¿pueden aceptar la verdad? (No). Ni siquiera entienden qué es la verdad, ¿cómo van a aceptarla?
La obra de juicio de Dios en los últimos días tiene como fin llevar a esta era a su fin. Que alguien se pueda salvar o no depende de si puede aceptar el juicio y castigo de Dios, y de si puede aceptar la verdad. Algunas personas reconocen que las palabras de Dios son la verdad, pero no la aceptan. Para ellos, aceptar la verdad es como someterse a un trasplante de corazón; así de agónico les parecería. Si consideramos el modo en el que esta clase de persona trata la verdad, rechazando aceptarla de ninguna manera, Dios no es Aquel al que se debe culpar por no salvarla; solo esta tiene la culpa de no aceptar la verdad; no tiene esta bendición. Que Dios salve a las personas de la influencia de Satanás no es tan simple como estas se imaginan. Por un lado, aquellos que creen en Dios deben aceptar que los reprendan y poden mediante las palabras de Dios; esta es una etapa. Por otro, también deben aceptar el juicio y castigo de Dios, así como Sus pruebas y refinamiento. El juicio y castigo son una etapa; las pruebas y refinamiento son otra más. Algunos pueden aceptar a regañadientes que se los pode, pensando que han logrado la sumisión, y luego no progresan más y ya no se esfuerzan por la verdad. Otros aman especialmente la verdad y pueden soportar cualquier padecimiento para obtenerla. No solo son capaces de soportar la reprensión de las palabras de Dios, sino que también pueden entrar en la etapa de aceptar el juicio y castigo de Dios. Sienten que aceptar el juicio y castigo de Dios es la exaltación y el amor de Dios y un asunto glorioso; no temen al sufrimiento. Tales personas, después de experimentar el juicio y el castigo, pueden también aceptar las pruebas y el refinamiento y perseguir todavía la verdad. Al margen de lo grandes que sean las pruebas y el refinamiento, aún les resulta posible percibir el amor de Dios y pueden ofrecerse a sí mismas para satisfacer a Dios. Por mucho que se las pode, no lo consideran una dificultad; sino que incluso les parece un mayor amor de Dios. Después de experimentar muchas más pruebas y refinamiento, al final logran la purificación y la perfección a fondo. Esto es experimentar la obra de Dios hasta la fase más alta. Ahora decidme, ¿hay alguna diferencia entre aquellos que creen en Dios y solo experimentan la etapa de la reprensión de Dios mediante Sus palabras, y aquellos que experimentan dos etapas, tanto el juicio y el castigo como las pruebas y el refinamiento? Sin duda hay diferencia. Para algunas personas, Dios se detiene después de solo reprenderlos, deja el resto a su propia elección y percatación. Si no aceptan la verdad y no eligen la senda correcta, ¿qué indica esto? Se puede decir que Dios no tiene manera de salvar a esas personas. Algunas hablan a menudo sobre sufrir el trabajo, sufrir las perspectivas, sufrir una casa, sufrir a un compañero, sufrir los afectos; todo para ellos es una cuestión de sufrimiento, ¿y cuál es el resultado final? (No guarda relación con la verdad). Eso es, no tiene relación con la verdad ni con la obra de Dios. Lo único que haces en este caso es sufrir sin el menor sentido; solo padeces y dejas que el tiempo pase, sin ningún proceso de orar a Dios ni buscar la verdad. Esa no es la clase de “sufrimiento” que implica el refinamiento, porque no se trata de la obra de Dios ni tiene nada que ver con Él. Estás sufriendo por tu cuenta, no estás experimentando el refinamiento de Dios. Sin embargo, te sigue pareciendo que te refina; eres demasiado optimista. ¡Es un mero pensamiento ilusorio! No eres siquiera apto para que Dios te refine. No has pasado ni por la etapa de castigo y juicio, ¿y esperas que Dios te someta a pruebas y refinamiento? ¿Cabe siquiera esa posibilidad? ¿No es una quimera? ¿Puede la gente corriente soportar las pruebas y el refinamiento? ¿Es algo que una persona ordinaria pueda aceptar? ¿Es algo que Dios le concede a alguien corriente? En absoluto. Después de que Dios escarmienta a una persona, si debido a su carácter arrogante, su intransigencia, su falsedad, su perversidad o cualquier otro carácter, se la juzga, se la disciplina o Dios la reprende explícitamente en uno o varios asuntos, con lo que se da cuenta de por qué Dios la está disciplinando y, a consecuencia de ello, desarrolla un entendimiento auténtico de Dios y de sí misma, su carácter sufre una auténtica transformación y luego obtiene gradualmente una genuina sumisión a la verdad: este es el único proceso según el que Dios juzga y castiga a las personas. ¿En qué se basa Dios para desempeñar esta obra? Hay una condición: una persona que recibe esta obra debe ser capaz de cumplir su deber de manera idónea en la casa de Dios. Esta idoneidad requiere solo dos cosas: sumisión y lealtad. En primer lugar, el individuo ha de tener conciencia y razón; solo las personas con conciencia y razón cumplen con las condiciones para aceptar la verdad. Una vez que tales personas reciben la reprensión de Dios, son capaces de buscar la verdad y someterse. Solo después de esto procede Dios con la obra de juicio y castigo. Esta es la secuencia de la obra de Dios. Sin embargo, si alguien en la casa de Dios nunca puede cumplir su deber con lealtad, ni muestra la menor sumisión a la soberanía de Dios, ni cumple sus deberes de manera adecuada, cuando se enfrenta a las adversidades, a quedar al descubierto o a ser podado, lo que experimenta es a lo sumo la reprensión y la disciplina de Dios. No está sujeto a Su juicio y castigo, ni mucho menos a las pruebas y al refinamiento. En otras palabras, no participa fundamentalmente en la obra de Dios de perfeccionar a las personas.
El contenido que acabamos de compartir se corresponde con la obra de Dios de salvar y perfeccionar a las personas, con los métodos y objetivos de la obra de Dios, así como con las personas en las que Dios lleva a cabo Su obra de juicio y castigo, pruebas y refinamiento. También ha abordado el grado de entrada en la vida de las personas cuando se ven sometidas a esta obra de Dios, y la clase de esencia y condiciones que, como mínimo, deben poseer para aceptar Su juicio y castigo. Por tanto, ¿qué nociones tienen aquí las personas? Piensan: “Mientras sigas a Dios, mientras hayas aceptado este paso de Su obra, estás abocado a someterte a Su juicio y castigo. Entonces, las pruebas y refinamientos de Dios vendrán también poco después. Por tanto, a menudo afrontamos pruebas, refinamientos y podas, y se nos priva de la familia, los afectos, el estatus y expectativas. En consecuencia, sufrimos continuamente en materia de afectos, estatus y expectativas”. ¿Son acertadas estas afirmaciones? (No). La gente puede convertir un simple vocablo de las palabras de Dios y de Su obra en lo que ellos creen que es un término espiritual; ¿por qué? De hecho, su manera de sufrir es una simple lucha, se limita a dejar que pase el tiempo; no tiene el menor significado. Sin embargo, lo consideran como pruebas y refinamientos, dicen que es el refinamiento de Dios. Este es un grave error; es algo que la gente impone en Dios por la fuerza, y no representa Sus intenciones en absoluto. ¿Acaso no es malentender a Dios? No cabe duda. ¿Y cómo se desarrolla un malentendido como este? Como la gente no entiende la verdad, desarrollan tales malentendidos en función de sus propias figuraciones. Por consiguiente, las propagan y difunden con descaro por todas partes, lo que acaba por conducir a diversas afirmaciones sobre el “sufrimiento”. Así, a menudo oigo decir a algunas personas: “Alguien se volvió negativo después de que lo sustituyeran, ¡está ‘sufriendo el estatus’!”. Sufrir el estatus no es experimentar pruebas y refinamientos; es solo que una persona pierde estatus, sufre frustración emocional y padece dolor en su interior durante el fracaso. Dado que lo que la gente llama “sufrimiento” y lo que Dios llama refinamiento son cosas diferentes, ¿a qué se refiere realmente el auténtico refinamiento? Para empezar, se ha de entender que Dios lleva a cabo un montón de obra preparatoria antes de someter a las personas a pruebas y refinamientos. Por Su parte, Él selecciona a las personas; elige a los individuos correctos. Antes hemos comentado qué tipo de persona se considera correcta a ojos de Dios y qué condiciones debe cumplir. En primer lugar, debe tener al menos conciencia y razón en su humanidad. En segundo, ha de poder cumplir sus deberes adecuadamente, ejercerlos con lealtad y sumisión. Luego, tiene que soportar años de poda, disciplina y reprensión. Es posible que no tengáis muy claro qué significan disciplina y reprensión, ya que puede que no sean conceptos muy sólidos para vosotros. A la gente le pueden parecer relativamente intangibles y abstractos. Sin embargo, a la hora de la poda, es algo que pueden oír y sentir; existe un lenguaje específico e implica un tono definido, de modo que la gente sabe lo que está pasando. Si alguien hace algo mal, si va en contra de los principios, si actúa de manera imprudente o toma decisiones unilaterales que perjudican los intereses de la casa de Dios o de la obra de la iglesia y se le poda, entonces eso es lo que significa que te poden. ¿Y qué hay de la reprensión y la disciplina? Por ejemplo, si alguien no es apto para ser líder de grupo y carece de lealtad, hace cosas que vulneran los principios-verdad o los preceptos de la iglesia y como consecuencia es sustituido, ¿es eso reprensión? Ciertamente es una forma de reprensión. Aunque desde fuera parezca que la iglesia se ocupa de ellos o algún líder los sustituye, a ojos de Dios, es Su hacer y forma parte de Su obra; es una forma de reprensión. Asimismo, cuando las personas se hallan en un buen estado, suelen estar llenas de luz y pueden tener percepciones nuevas; sin embargo, cuando su trabajo se viene abajo debido a algunos estados o razones específicas y quedan en evidencia, ¿no es esto una forma de reprensión? También lo es. ¿Cuentan como juicio y castigo? En este momento todavía no cuentan como juicio y castigo, por lo que desde luego no pueden considerarse refinamientos y pruebas. No son más que reprensiones recibidas durante el cumplimiento del propio deber. A veces las manifestaciones de reprensión incluyen padecer una enfermedad o equivocarse repetidamente en las tareas, o despistarse en asuntos en los que antes era competente y no saber qué hacer. Todo esto es reprensión. Por supuesto, en ocasiones la reprensión proviene de pistas que dan personas cercanas o de lo que cierto acontecimiento revela y lo hace a uno avergonzarse, y causa que se retire a una profunda introspección y reflexión. Esto también es reprensión. ¿Recibir la reprensión de Dios es algo bueno o malo? (Es bueno). En teoría es algo bueno. Ya puedan las personas aceptarlo o no, es algo bueno, ya que al menos prueba que Dios se responsabiliza de ti, que no te ha abandonado y obra en ti, avisándote y orientándote. El hecho de que Dios obre en ti confirma que todavía no tiene intención de rendirse contigo. Una implicación de esto es que Dios puede continuar escarmentándote y disciplinándote o que, si tu desempeño es bueno y te hallas en la senda correcta, te va a someter a juicio y castigo. Pero no nos adelantemos demasiado; por ahora, Dios te escarmentará y te disciplinará varias veces. Entonces, dado que persigues la verdad, como tienes sumisión y eres la persona adecuada, Dios te someterá al juicio y castigo; este es el paso inicial. La mayoría ya han experimentado simplemente una poda; solo los recién llegados no lo han experimentado aún. Las personas actúan casi todo el tiempo en función de los sentimientos de su conciencia, sintiendo un reproche interno, sintiendo los avisos de las palabras de Dios en sus oídos o sus corazones: “No debería hacer esto, es rebelde”; estas son las palabras de Dios que las avisan, las exhortan y las advierten. La gente experimenta varias formas de poda: puede que provengan de los líderes y obreros, de los hermanos y hermanas, de lo Alto e incluso directamente de Dios. Muchos han experimentado esto, pero no tantos la reprensión de Dios y Su disciplina. ¿Qué implica que sean no tantos? Que muchos más están lejos de recibir el juicio y castigo de Dios; ¿y qué hay de Sus pruebas y refinamiento? Están incluso más lejos de ellos; la brecha es aún más grande, la distancia es aún mayor. Antes pensaron: “Dios me ha juzgado y castigado, y me ha salido una ampolla en la boca”, “Dios me ha juzgado y castigado, he cometido un error, dije algo equivocado y sufrí dolor de cabeza durante varios días; ahora entiendo qué son el juicio y castigo de Dios”, ¿acaso no son esto malentendidos? Esta clase de malentendidos sobre Dios son de lo más común; la mayoría de la gente malinterpreta a Dios de esta manera. Esto también produce algunos efectos negativos, haciendo que a la gente le parezca que decir una única palabra equivocada dará lugar a la disciplina de Dios. Esto es sencillamente malinterpretar a Dios, y resulta del todo incoherente con lo que Él hace. Con tales malentendidos respecto a Dios, ¿puede uno acabar por satisfacer Sus exigencias? No hay duda de que se quedará corto.
Ahora la mayoría de la gente ha experimentado la reprensión y disciplina de Dios, así como la poda, y han recibido los avisos y la exhortación de Sus palabras, pero eso es todo. Aquí surge una pregunta: ¿por qué no han experimentado el juicio y castigo de Dios ni siquiera después de llegar hasta este paso? ¿Por qué no cuentan como juicio y castigo el hecho de ser podado, los avisos de las palabras de Dios o la disciplina y la reprensión? Desde la perspectiva de los avisos de las palabras de Dios, la poda y la reprensión y la disciplina que han experimentado, ¿qué resultado se ha conseguido? (Han adoptado contenciones en su comportamiento externo). Han ocurrido algunos cambios en su comportamiento, pero ¿indica esto un cambio de carácter? (No). No representa un cambio de carácter. Hay quien dice: “Hemos creído muchos años en Dios y escuchado muchos sermones, sin embargo, nuestras actitudes no han cambiado todavía. ¿Acaso no se nos ha agraviado? Solo hemos sufrido un pequeño cambio de comportamiento; ¿no es lamentable? ¿Cuándo empezará Dios a salvarnos? ¿Cuándo recibiremos la salvación?”. Hablemos entonces sobre qué han ganado y qué cambios han realizado aquellos que han experimentado estos diversos aspectos de la obra de Dios. Alguien acaba de mencionar los cambios en el comportamiento; se trata de un enunciado general. Para ser más específicos, cuando llega a la iglesia y asume sus deberes, la gente no ha sido podada y tiene tantas espinas como un cactus, quieren tener la última palabra en todo. Piensan para sus adentros: “Ahora que creo en Dios, tengo derechos y libertad en la iglesia, así que actuaré como me parezca”. Con el tiempo, una vez que han recibido una ronda de poda y disciplina y que han leído las palabras de Dios, escuchado sermones y oído charlas sobre la verdad, ya no se atreven a comportarse de esa manera. En realidad, no se han vuelto obedientes del todo; solo han adquirido una pizca de sentido y han alcanzado a entender algunas doctrinas. Cuando otros dicen cosas que se ajustan a la verdad, pueden reconocer que son correctas y, aunque puede que no las entiendan bien, son capaces de aceptarlas. ¿Acaso no son mucho más complacientes de lo que eran? Que sean capaces de aceptar estas cosas demuestra que su comportamiento ha sufrido algunos cambios. ¿Cómo han surgido estos? Por la exhortación, el aviso y también el consuelo de las palabras de Dios. A veces, esa gente necesita algo de disciplina, de poda, así como alguna charla acerca de los principios, que les diga que una cosa se debe hacer de cierta manera y no de otra. Piensan: “Tengo que aceptarlo. La verdad está ahí expuesta, ¿quién va a atreverse a ponerle objeciones?”. Dios es grande en la casa de Dios, en ella reina la verdad y esta también es grande. Con semejante fundamento teórico, algunas personas han despertado y ganado entendimiento sobre en qué consiste tener fe en Dios. Pensemos en alguien que solía ser bárbaro y disoluto, sin ninguna contención, e ignorante respecto a las reglas, la creencia en Dios, la casa de Dios, la iglesia y los principios de cumplir con el propio deber: cuando una persona así, que no sabe nada, acude a la casa de Dios con amabilidad y entusiasmo, rebosante de “grandes” aspiraciones y esperanzas, y allí se le avisa y exhorta, se la riega y alimenta, se la poda con las palabras de Dios y es reprendida y disciplinada una y otra vez, en la humanidad de esa persona se sucederán poco a poco algunos cambios. ¿Qué cambios son esos? Alcanza a comprender algo de los principios de la conducta humana, y llega a comprender que, en el pasado, carecía bastante de semejanza humana; era bárbara, arrogante, desafiante y estaba indignada; no hablaba como un humano real y actuaba sin reglas, y no sabía buscar la verdad; pensaba que tener fe en Dios era una simple cuestión de hacer lo que Él pidiese y acudir adonde Él indicara; es decir, llevaba consigo un vigor bárbaro, al mismo tiempo que creía que eso era lealtad y amor a Dios. Ahora bien, esta persona niega todas aquellas cosas y sabe que eran productos de la figuración humana, un simple buen comportamiento, y que algunas incluso procedían de Satanás. Los creyentes en Dios deben hacer caso a Sus palabras y anteponer la verdad a todo lo demás, dejando que esta ejerza su poder en todas las cosas. En resumen, en teoría todo el mundo ya ha comprendido y reconocido y ha aceptado en lo más profundo de sus corazones que estas palabras que Dios ha pronunciado son correctas —que son la verdad, la realidad de las cosas positivas—, sin tener en cuenta lo profundamente que hayan arraigado en sus corazones ni el gran papel que hayan desempeñado. Posteriormente, después de sufrir cierto grado de reprensión y disciplina intangibles, surge en su consciencia un nivel de verdadera fe. Desde sus iniciales figuraciones indefinidas de Dios hasta el sentimiento que tienen ahora —que hay un Dios y que Él es bastante práctico—, una vez que las personas han tenido estos sentimientos en su fe en Dios, sus pensamientos y puntos de vista, su modo de ver las cosas y sus estándares morales, así como su manera de pensar, comenzarán a cambiar de forma gradual. Por ejemplo, Dios exige a las personas que sean honestas. Aunque aún seas capaz de mentir y ser falso, en el fondo sabes que el engaño está mal y que mentir y engañar a Dios es un pecado, un carácter perverso, pero no puedes evitarlo. Por ejemplo, pongamos que todavía tienes un carácter arrogante. A veces no puedes contenerte, a menudo revelas este carácter y te sueles rebelar contra Dios, siempre quieres ser dominante y actuar unilateralmente, tener la última palabra. Sin embargo, también sabes que se trata de un carácter corrupto, y puedes orar a Dios al respecto. Aunque no haya una transformación perceptible, tu comportamiento ha empezado a cambiar poco a poco. Incluso sin sufrir el juicio y castigo y aunque tu carácter no haya cambiado, la verdad y las palabras de Dios están iluminando paulatinamente las profundidades de tu corazón, a la vez que guían y alteran tu comportamiento, haciéndote vivir cada vez más como un humano, despertando poco a poco tu conciencia. Si haces algo que traiciona tu conciencia, sentirás incomodidad en el corazón. Sacar a relucir ese asunto te hace sentir algo; ya no estás tan insensible como antes, sientes arrepentimiento y estás dispuesto a corregirte. Aunque no puedas cambiar de inmediato tu carácter en este sentido, si toca a tu estado, puedes ser consciente de que tienes dicho estado; albergas una consciencia interior, y esta cambia tu comportamiento. Este cambio es un mero cambio de conducta. Aunque suceda y lo siga haciendo, no representa un cambio de carácter, no lo es en absoluto. Habrá quienes se sientan intranquilos después de oír esto, y digan: “¿Un cambio tan significativo y sigue sin ser un cambio de carácter? Entonces, ¿qué es un cambio de carácter? ¿Qué cambios se corresponden con ello?”. De momento vamos a dejar eso a un lado, continuemos debatiendo los cambios que ya ha conseguido la gente, que son los efectos y resultados de las palabras de Dios y todo lo que Él ha llevado a cabo en las personas. La gente trabaja duro para cambiar sus pensamientos y puntos de vista que no se ajustan a la verdad. Cuando se enfrenten a estos temas, cobrarán una consciencia, compararán el asunto con la verdad y dirán: “Este asunto no es conforme a la verdad, pero no me puedo desprender todavía de mi punto de vista; permanece aquí”. Solo has tomado consciencia y has aprendido que tu punto de vista no concuerda con las palabras de Dios; ¿puede esto probar que tu punto de vista ya ha cambiado o que te has desprendido de él? No puede. Tu punto de vista no ha cambiado ni te has desprendido de él, lo cual demuestra que tu carácter corrupto permanece intacto y no ha empezado a cambiar; es solo que tu consciencia, el fondo de tu corazón, ya ha aceptado las palabras de Dios y las ha considerado la verdad. Sin embargo, esto es meramente teórico y un deseo subjetivo; las palabras de Dios no se han convertido todavía en tu vida ni en tu realidad. Cuando las palabras de Dios se conviertan en tu realidad, te desprenderás de tus puntos de vista y tratarás a todas las personas, acontecimientos y cosas, así como a todo lo que sucede a tu alrededor, en función de los puntos de vista de las palabras de Dios.
¿En qué etapa se halla ahora vuestra entrada en la vida? Ya has llegado a saber que tus puntos de vista están equivocados, pero sigues confiando en ellos para vivir, y los usas para medir la obra de Dios. Te sirves de tus pensamientos y puntos de vista para emitir juicios sobre las circunstancias a las que Él te somete, y tratas la soberanía de Dios mediante tus pensamientos y puntos de vista. ¿Es esto conforme a los principios-verdad? ¿Acaso no es absurdo? La gente solo entiende una pequeña cantidad de doctrina, sin embargo, desea evaluar las acciones de Dios. ¿No es esto increíblemente arrogante? Ahora simplemente reconoces que las palabras de Dios son buenas y correctas y, si nos fijamos en tu comportamiento exterior, no haces nada que vaya de forma obvia en contra de la verdad, ni mucho menos que juzgue la obra de Dios. Además, eres capaz de someterte a la organización del trabajo de la casa de Dios. Esto supone pasar de ser un no creyente a un seguidor de Dios con la decencia de un santo. Pasas de ser alguien que vive con decisión según las filosofías, conceptos, leyes y conocimientos de Satanás a ser alguien que, tras oír las palabras de Dios, las acepta, siente que son la verdad y la persigue, alguien capaz de abrazar las palabras de Dios como su vida. Es ese tipo de proceso, sin más. Durante este periodo, tu comportamiento y tus maneras de hacer las cosas van a sufrir algunos cambios. Por mucho que cambies, para Dios, lo que se manifiesta en ti no son más que cambios en tu comportamiento y tus métodos, en tus deseos y aspiraciones más profundos. No son más que cambios en tus pensamientos y puntos de vista. Puede que ahora seas capaz de ofrecer tu vida a Dios cuando reúnas fuerzas y cuentes con el impulso, pero no puedes lograr la sumisión absoluta a Dios en una cuestión que te parezca especialmente desagradable. Esta es la diferencia entre un cambio en el comportamiento y un cambio en el carácter. Tal vez la amabilidad en tu corazón te permita darle tu vida y todo a Dios, y decir: “Estoy preparado y dispuesto a renunciar a la sangre de mi vida por Dios. ¡En esta vida no tengo remordimientos ni quejas! He renunciado al matrimonio, a las expectativas mundanas, a toda la gloria y las riquezas, y acepto estas circunstancias que Dios ha dispuesto. Puedo soportar todo el ridículo y la calumnia del mundo”. Sin embargo, en el momento en que Dios disponga una circunstancia que no se ajuste a tus nociones, es posible que te alces y clames contra Él, que te resistas a Dios. Esta es la diferencia entre un cambio en el comportamiento y uno en el carácter. Además, también es posible que puedas entregarle tu vida a Dios y renunciar a la gente que más amas, o a aquello que más quieres, de lo que tu corazón menos soportaría separarse, pero, cuando se te reclama que le hables a Dios desde el corazón y seas una persona honesta, te resulta bastante difícil y no eres capaz de hacerlo. Esta es la diferencia entre un cambio de comportamiento y uno de carácter. Por otro lado, tal vez no ansíes las comodidades de la carne en esta vida, ni comer buena comida ni llevar ropa de calidad, y trabajes a diario sin descanso y hasta la extenuación en tu deber. Puedes soportar toda clase de padecimientos que la carne te imponga, pero, si las disposiciones de Dios no concuerdan con tus nociones, entonces eres incapaz de entender y surgen en ti quejas contra Dios y malentendidos sobre Él. Tu relación con Dios se vuelve cada vez más anormal. Siempre te resistes y eres rebelde, incapaz de someterte por completo a Dios. Esta es la diferencia entre un cambio de comportamiento y uno de carácter. Estás dispuesto a renunciar a tu vida por Dios, así que ¿por qué no puedes decirle ni una palabra honesta? Estás dispuesto a dejar de lado todo lo que no seas tú mismo, así que ¿por qué no puedes ser particularmente leal a la comisión que Dios te ha encargado? Estás dispuesto a renunciar a tu vida por Dios, así que, cuando confías en tus sentimientos para hacer cosas y defender tus relaciones con los demás, ¿por qué no eres capaz de hacer introspección? ¿Por qué no te plantas y defiendes la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios? ¿Es así alguien que vive ante Dios? Ya has hecho un juramento ante Dios para gastarte por Él durante toda tu vida y aceptar cualquier sufrimiento que se te presente, así que ¿por qué relegarte una sola vez de tu deber hace que te hundas tanto en la negatividad que no puedas salir del agujero en muchos días? ¿Por qué tienes el corazón tan lleno de resistencia, agravios, malentendidos y negatividad? ¿Qué sucede? Esto demuestra que lo que más ama tu corazón es el estatus, lo cual conecta con tu debilidad vital. Por tanto, cuando se te relega, te caes y no te puedes levantar. Esto basta para probar que, aunque tu comportamiento haya cambiado, tu carácter-vida no lo ha hecho. Es la diferencia entre un cambio en el comportamiento y uno en el carácter.
Ahora la mayoría de la gente exhibe algo de buen comportamiento, pero muy pocos buscan la verdad o la aceptan, y casi nadie tiene auténtica sumisión. Desde esta perspectiva, muchas personas solo experimentan cambios en el comportamiento y variaciones en sus pensamientos y puntos de vista; exhiben la voluntad y la aspiración de aceptar y someterse a la soberanía de Dios, y no albergan resentimiento en su corazón. Decidme, ¿ha experimentado esta gente el juicio y castigo de Dios? (No). Por desgracia, los testimonios vivenciales que habéis compartido antes no tienen relación con el juicio y el castigo de Dios; todos se quedan cortos respecto a las exigencias de Dios. Mientras no hayas experimentado Su juicio y castigo, tu carácter no ha empezado a cambiar. Si no lo ha hecho, entonces los cambios que percibes son solo de comportamiento. Esos cambios de comportamiento son atribuibles a tu propia cooperación, se deben en parte a tu buena humanidad, y son los efectos de la obra de Dios. ¿De verdad crees que Dios solo va a salvar a la gente hasta este punto? (No). Entonces, ¿qué será lo siguiente que haga Dios? ¿Cuál es la principal obra que emprende Dios para salvar a las personas? (El juicio y castigo). El método principal del que se sirve Dios para salvar a las personas es el juicio y castigo. Sin embargo, por desgracia, casi nadie ha sido capaz aún de aceptar el juicio y castigo de Dios. Por tanto, todavía no ha comenzado oficialmente la obra de Dios de salvar a las personas, de perfeccionarlas y de cambiar su carácter. ¿Por qué no ha comenzado oficialmente? Porque esta obra de Dios no se puede llevar todavía a cabo en las personas. ¿Por qué no? Porque, dados su estado y estatura actuales y de lo que son capaces en estos momentos, siguen quedándose cortas para alcanzar los estándares requeridos por Dios, así que Él no puede proceder con Su obra. ¿Significa eso que Dios vaya a suspender Su obra? No, Dios está esperando. ¿Qué hace mientras espera? Purificar a la iglesia, limpiándola de los que trastornan y perturban, de anticristos, personas y espíritus malvados, de incrédulos, de aquellos que no creen en Él de veras y de los que ni siquiera pueden contribuir con mano de obra. A esto se le llama desbrozar el campo o también cribar. ¿Es desbrozar el campo la obra principal de Dios durante este período? No, durante este período Dios va a continuar obrando en vosotros mediante avisos con palabras, el riego, la poda, la reprensión y la disciplina. ¿En qué medida? Solo cuando las personas posean las condiciones básicas para aceptar el juicio y castigo, Dios comenzará la obra de juicio y castigo. Ahora decidme, según vuestras especulaciones y juicios, ¿qué condiciones deben reunir las personas antes de que Dios comience dicha obra? Ya ves que Dios hace todo a su tiempo. No obra al azar. Su obra de gestión sigue el plan que Él ha creado, y Él lo hace todo paso a paso, no al azar. ¿Y qué ocurre con esos pasos? Cada paso de la obra que realiza Dios en la gente debe surtir efecto y, cuando Él ve que lo surte, lleva a cabo el siguiente paso de Su obra. Dios sabe cómo puede surtir efecto Su obra, lo que Él debe decir y hacer. Realiza Su obra según lo que la gente necesita, no al azar. Cualquier obra que sea eficaz para la gente, Dios la lleva a cabo, y lo que sea irrelevante en cuestión de eficacia, seguro que Dios no lo hace. Por ejemplo, cuando hacen falta lecciones prácticas negativas con las que el pueblo escogido de Dios pueda desarrollar el discernimiento, aparecen en la iglesia falsos cristos, anticristos, espíritus malignos, gente malvada y que perturba y trastorna, gracias a los cuales los demás podrán desarrollar el discernimiento. Si el pueblo escogido de Dios comprende la verdad y es capaz de discernir a dichas personas, estas habrán prestado servicio y su existencia ya no tendrá utilidad. En ese momento, el pueblo escogido de Dios se alzará para dejarlas en evidencia y denunciarlas, y la iglesia las depurará inmediatamente. Toda obra de Dios tiene unos pasos, y todos esos pasos son dispuestos por Dios sobre la base de lo que el hombre necesita en la vida y de su estatura. ¿Qué necesita la gente en realidad y por qué aparecen en la iglesia los anticristos y las personas malvadas? La gente se muestra generalmente confundida respecto a estos asuntos y no entiende qué ocurre con estos. Algunas personas, sin entender la obra de Dios, albergan nociones e incluso se quejan, diciendo: “¿Cómo pueden aparecer anticristos en la iglesia de Dios? ¿Por qué no se ocupa Él del asunto?”. Solo cuando leen las palabras de Dios que afirman que estos sucesos tienen como intención que las personas aprendan lecciones y desarrollen discernimiento, experimentan una epifanía y comprenden las intenciones de Dios. Al principio, no saben discernir a las personas malvadas. Cuando la iglesia expulsa a tales individuos, la gente se crea nociones; consideran que aquellos que han sido expulsados han realizado muchas contribuciones y han sido capaces de soportar penurias, y que no se los debería haber expulsado. Luego se muestran reacios a lo que ha hecho Dios. Sin embargo, después de un periodo de experiencia, adquieren un entendimiento de la verdad y desarrollan la habilidad de discernir a las personas malvadas. Ahora ya no se crean nociones ni son reticentes cuando se expulsa a una persona malvada. Cuando vuelven a ver que una persona comete acciones malvadas, saben identificarla y todo el mundo colabora para denunciar al individuo y deshacerse de él antes de que cause un daño significativo. Estas personas malvadas ya no tienen un punto de apoyo en la casa de Dios. ¿Cómo se logra esto? ¿Cómo surge en las personas este discernimiento? Es cosa de Dios. Sin Su obra, la gente no podría entender tales cosas. La obra de Dios sigue una secuencia, y los pasos de esta vienen determinados por lo que requiere la vida humana. Sin embargo, las propias personas no tienen claro lo que necesitan en realidad, están atolondradas. Por tanto, Dios solo puede continuar Su obra, disponiendo numerosas lecciones para que la gente aprenda de ellas, permitiéndola entrar en la realidad-verdad y lograr los resultados que Él exige. Al margen de si comprenden o no, Dios continúa Su obra de forma incansable; así es Su amor. Es como la manera en que Dios poda a alguien: si comete un error, Dios lo poda; si lo comete otra vez, lo vuelve a podar. Si queda de nuevo en evidencia, Dios lo poda una vez más. Obra con paciencia hasta que la persona alcanza de veras la comprensión, deja de estar insensibilizada y se torna tan susceptible como si tocara un cable eléctrico al volver a encontrarse con situaciones similares, de modo que ya no comete errores. Con eso es suficiente, y Dios cesará Su obra. Cuando al volver a encontrarte con estos asuntos eres capaz de lidiar con ellos por tu cuenta y de acuerdo con los principios, Dios ya no tiene de qué preocuparse. Esto prueba que has entendido las palabras de Dios y Su verdad, las has aceptado en tu corazón y se han convertido en tu vida. Llegado ese punto, Dios cesa Su obra. Estos son los pasos de la obra de Dios y, tras haberlos experimentado, percibirás Su esencia y Su sabiduría. Esto es innegable y totalmente cierto.
Acabamos de mencionar que los pasos de la obra de Dios están relacionados con el cambio en el carácter de las personas. La obra de Dios no consiste en permitir que la gente experimente un ligero cambio de comportamiento, entienda algunas reglas, tenga algo de semejanza humana y luego lo declare un gran éxito. Si ese fuera el caso, la obra ya habría concluido en la Era de la Gracia. ¿Qué quiere Dios? (El cambio de carácter en las personas). Correcto, el cambio de carácter es lo que deberían poseer aquellos que de veras se salvan. Dios no quiere un simple cambio en el comportamiento de las personas, sino algo más importante: un cambio en su carácter. Este es el estándar para salvarse. Acabamos de mencionar algunos cambios de comportamiento, como la capacidad para renunciar a cosas y entregar la vida por Dios, que son cambios de comportamiento muy claros. Sin embargo, si no existe lealtad a las comisiones de Dios, si uno todavía puede actuar superficialmente y sigue habiendo engaño, eso significa que aún no se ha producido un cambio en el carácter. Ahora la gente solo es loable en cuanto a su comportamiento, parece que se asemeja más a la conducta de un santo, se comporta con mayor humanidad y tiene algo de dignidad e integridad. Sin embargo, no importa cuánto demuestre alguien un buen comportamiento, si no tiene relación con la práctica de la verdad ni se vive a partir de su conciencia, razón y humanidad normal, entonces no tiene nada que ver con un cambio de carácter y no es lo que Dios quiere. Al verlo de esta forma, en cuanto a tu comportamiento actual, no importa cuánto acates las reglas ni lo obediente que seas, no importa cómo puedas entregar tu vida o lo grandes que sean tus aspiraciones, ¿acaso has sido capaz de contentar a Dios? ¿Has cumplido con Sus exigencias? (No). ¿Acaso son demasiado altas? Algunos piensan: “Ahora que la gente es tan obediente, ¿cómo es que aún no han cumplido con las exigencias de Dios?”. ¿Qué os parece, es sumisión esta obediencia? (No). Así es. Esta obediencia ahora solo consiste en tener un poco de racionalidad, toda la cual es resultado de la disciplina de Dios. Se trata por completo del efecto que esta genera. Solo después de que Dios expresara tantas palabras minuciosamente, la conciencia de las personas despertó, se removió su sentido de la conciencia y empezaron a vivir con cierta apariencia de humanidad, a contar con algunas reglas para hacer las cosas, a saber indagar en todos sus actos y a sentir un poco de reproche al actuar en contra de los principios. En resumen, los cambios en el comportamiento no cumplen con las condiciones para recibir el juicio y castigo de Dios; Él no desea el cambio en el comportamiento de la gente. ¿Qué quiere entonces? Quiere un cambio de carácter. ¿Y cuáles son las manifestaciones del cambio de carácter? ¿Hasta qué punto debe cambiar en diversos aspectos a fin de ser apta para el juicio y castigo de Dios? Hasta que Dios perciba que esa persona cumple en todos los aspectos; en especial, que sea capaz de cumplir bien su deber y pueda aceptar la poda, buscar la verdad en todo, seguir a Dios cuando se enfrente a las tribulaciones y las pruebas, y pueda aceptar y someterse fundamentalmente a cualquier cosa que diga Dios. Incluso cuando no lo supervisan y se enfrenta a tentaciones, puede contenerse para no hacer cosas malas ni cometer un poco de maldad. A ojos de Dios, tales personas están a la altura; son aptas para recibir formalmente Su juicio y castigo, que supone el siguiente paso de la obra de Dios de salvarlos y perfeccionarlos. ¿Qué clase de señal hay aquí, qué clase de estándar? ¿Lo sabéis? (Lo que he pensado es que, mediante la reprensión y disciplina de Dios, una persona puede recuperar paulatinamente la conciencia y la razón y, si además se dan algunos cambios en su comportamiento, puede llegar a ser capaz de cumplir lealmente sus deberes. Dios podría entonces comenzar la obra de juicio y castigo sobre esa persona). ¿Estáis todos de acuerdo con esta afirmación? (Sí). Bien, pero esa es solo una condición. Antes de llevar a cabo la obra de juicio y castigo en alguien, Dios evalúa a esa persona. ¿Cómo lo hace? Dios dispone de varios estándares. Primero, observa qué actitud tiene hacia Sus comisiones, es decir, hacia los deberes que debe cumplir, si puede hacerlo de todo corazón, lo mejor que pueda y con lealtad. En resumen, Él observa si las personas son capaces de cumplir con el estándar para el adecuado cumplimiento del deber; este es el primer aspecto. Está directamente relacionado con la vida de creer en Dios y el trabajo que la gente hace a diario. ¿Por qué fija Dios este aspecto como una condición, como un estándar para la evaluación? ¿Qué razón hay detrás de ello? ¿Lo sabéis? Cuando Dios le confía a alguien una tarea, la actitud de esa persona es crucial, así es como Él la evalúa. La tarea se la encarga Dios, ¿cómo la trataría una persona provista de conciencia comparada con alguien que carece de ella? ¿Y una persona racional en comparación con una irracional? Existe una distinción entre ambas. La conciencia y la racionalidad son rasgos que deberían estar presentes en la humanidad de alguien. Aparte de esto, tener un poco de sentido de la conciencia o algo de racionalidad no es suficiente. Si la gente recupera su conciencia y racionalidad, ¿parecen entonces humanos? ¿Han alcanzado así la realidad-verdad? No, sigue sin ser suficiente; Dios también observa la senda que las personas recorren durante el periodo de cumplir su deber. ¿Qué clase de senda que recorren las personas puede cumplir con el estándar requerido por Dios? Para empezar, el mínimo estándar es no cometer el mal y tener sumisión mientras se cumple el deber. Si alguien es capaz de cometer el mal, está completamente acabado, no pertenece al tipo de persona que Dios quiere salvar. Además, a la hora de tratar la comisión de Dios, aparte de encargarse de esta gente con conciencia y racionalidad, hay una gran necesidad de buscar la verdad y entender las intenciones de Dios. Al margen de las circunstancias y de si el asunto al que te enfrentas se ajusta a tus nociones y figuraciones, deberías mantener una actitud de sumisión. En esta encrucijada, lo que Dios desea es tu actitud sumisa. Si simplemente reconoces las palabras de Dios como toda la verdad y como correctas, ¿es esa una actitud de sumisión? En absoluto. ¿Cuál es el lado práctico de una actitud de sumisión? Es este: debes convencerte de aceptar las palabras de Dios. Aunque tu entrada en la vida sea superficial, tu estatura sea insuficiente y tu conocimiento del lado práctico de la verdad no sea todavía lo bastante profundo, sigues siendo capaz de seguir a Dios y de someterte a Él; esa es una actitud de sumisión. Antes de que puedas lograr la sumisión total, primero debes adoptar una actitud de sumisión, es decir, debes aceptar las palabras de Dios, creer que son ciertas, tomarlas como la verdad y los principios de práctica y ser capaz de tenerlas como preceptos incluso cuando no captas bien los principios. Esta es una especie de actitud de sumisión. Dado que tu carácter no ha cambiado todavía, si quieres lograr una auténtica sumisión a Dios, primero debes adoptar una mentalidad de sumisión y aspirar a someterte, diciendo: “Me someteré haga lo que haga Dios. No entiendo mucha verdad, pero sé que, cuando Dios me diga qué hacer, lo haré”. Dios ve esto como una actitud de sumisión. Hay quien dice: “¿Y si me equivoqué al someterme a Dios?”. ¿Es Él capaz de estar equivocado? Dios es la verdad y la justicia. Dios no comete errores; hay muchas cosas que hace Dios que no concuerdan con las nociones de las personas. Deberías decir: “No importa si lo que hace Dios se ajusta a mis propias nociones, solo me centraré en escuchar, someterme, aceptar y seguir a Dios. Esto es lo que debería hacer como ser creado”. Aunque haya personas que te juzguen por someterte ciegamente, no debería importarte. En tu corazón estás seguro de que Dios es la verdad y que debes someterte. Eso es así, y es la clase de mentalidad con la que uno debería someterse. Solo las personas de tal mentalidad pueden ganar la verdad. Si tú no tienes esa mentalidad, pero dices: “No soporto que me irriten. A mí nadie me va a engañar. ¡Soy demasiado astuto y no se me puede obligar a someterme a nada! Me pase lo que me pase, tengo que examinarlo y analizarlo. Solo me someteré cuando se ajuste a mis puntos de vista y pueda aceptarlo”, ¿es esa una actitud de sumisión? No, es una falta de mentalidad sumisa, sin albergar en el corazón intención alguna de someterse. Si dices: “Aunque sea dios, todavía tendré que investigarlo. Incluso los reyes y las reinas reciben de mí el mismo trato. Es inútil lo que me dices. Es verdad que soy un ser creado, pero no soy un pelele, así que no me trates como tal”, entonces es tu final; careces de las condiciones para aceptar la verdad. Tales personas carecen de racionalidad. No poseen humanidad normal, así que ¿acaso no son como una bestia? Sin racionalidad, ¿cómo puede una persona lograr sumisión? Para lograr sumisión, uno debe primero poseer una mentalidad sumisa. Solo así se puede tener una racionalidad digna de mención. Sin una mentalidad de sumisión, no se tiene racionalidad. Las personas son seres creados; ¿cómo pueden ver al Creador con claridad? En 6000 años, la humanidad al completo no ha sido capaz de descifrar ni una sola de las ideas de Dios, por tanto, ¿cómo van a poder las personas comprender al instante lo que Él está haciendo? No lo puedes comprender. Dios ha estado haciendo muchas cosas durante miles de años que ya le ha revelado a la humanidad, pero, si no se las explicase al detalle, seguirían sin entenderlas. Tal vez ahora entiendas Sus palabras en un sentido literal, pero solo las entenderás de verdad un poco dentro de 20 años. Así de grande es la brecha que existe entre las personas y lo que exige Dios. En vista de ello, la gente debería poseer racionalidad y una mentalidad de sumisión. Las personas no son más que hormigas y gusanos, y sin embargo desean ver con claridad al Creador. Es algo muy poco razonable. Algunos siempre se quejan de que Dios no les cuenta Sus misterios ni explica la verdad directamente, de que siempre hace a la gente buscar. Sin embargo, no está bien decir estas cosas ni es razonable. ¿Cuántas de todas estas palabras que te ha dicho Dios entiendes? ¿Cuántas de sus palabras puedes poner en práctica? La obra de Dios siempre sucede por pasos. Si Dios le hubiera hablado a la gente hace 2000 años sobre Su obra de los últimos días, ¿habrían comprendido? En la Era de la Gracia, el Señor Jesús se convirtió en la semejanza de la carne pecaminosa, y fue una ofrenda por el pecado para toda la humanidad. Si Él hubiera hablado de ello en aquel tiempo, ¿quién lo habría entendido? Ahora aquellos como vosotros entendéis algunas teorías conceptuales, pero respecto a las verdades como el carácter real de Dios, Su intención de amar a la humanidad y el origen y el plan detrás de las cosas que hizo Dios en ese momento, la gente nunca fue capaz de entender. Este es el misterio de la verdad; es la esencia de Dios. ¿Cómo puede verlo la gente con claridad? No tiene nada de razonable desear ver al Creador con claridad. Eres demasiado arrogante y sobrestimas tus capacidades. La gente no debería desear ver a Dios con claridad. Basta con poder entender algo de la verdad. En cuanto a lo que a ti respecta, entender un poco de la verdad ya es un logro suficiente. Por tanto, ¿es racional tener una mentalidad de sumisión? Desde luego que lo es. Una mentalidad y actitud de sumisión es lo mínimo que debe poseer cualquier ser creado.
¿Cuánto tiempo lleva conseguir un adecuado y leal cumplimiento del propio deber y poseer una mentalidad de sumisión? ¿Requiere de un número fijo de años? No hay una franja de tiempo definida, y depende de la búsqueda de cada uno, de su aspiración y de hasta qué punto anhelen la verdad. También depende de su conciencia, razón, calibre y perspicacia innatos. Al adoptar una actitud de sumisión, se producirán inmediatamente después cambios adicionales en tu discurso, tus acciones y tu comportamiento. ¿Qué son estos cambios? A ojos de Dios, ahora eres fundamentalmente una persona honesta. ¿Qué significa eso? Que ha disminuido el componente de mentir de manera intencionada en tu discurso y comportamiento; el ochenta por ciento de lo que dices es sincero. A veces, por canallería, por las circunstancias o por alguna otra razón, mientes sin darte cuenta, y resulta tan incómodo como tragarse una mosca muerta; te sientes inquieto durante unos días. Admites tu error y te arrepientes ante Dios, y luego surgen cambios; tus mentiras se vuelven cada vez menos frecuentes y mejora tu estado. A ojos de Dios, eres fundamentalmente una persona honesta. Algunos dicen: “Si alguien es fundamentalmente honesto, ¿acaso no ha cambiado su carácter?”. ¿Es así? No, es solo un cambio de comportamiento. A ojos de Dios, ser capaz de ser una persona honesta implica más que un cambio de conducta y comportamiento, también se requieren cambios esenciales en la mentalidad y los puntos de vista sobre las cosas. Ya no se tiene la intención de mentir o engañar, y no existe en absoluto falsedad o engaño en lo que se dice y se hace. Sus palabras y actos se vuelven cada vez más sinceros, con cada vez más palabras honestas. Por ejemplo, cuando se te pregunta si has hecho algo, aunque admitirlo conduciría a que te lleves una bofetada o se te castigue, sigues siendo capaz de decir la verdad. Aunque admitirlo conlleva cargar con una responsabilidad significativa, afrontar la muerte o la destrucción, eres capaz de decir la verdad y estás dispuesto a practicarla para satisfacer a Dios. Esto indica que tu actitud hacia las palabras de Dios se ha vuelto bastante firme. No importa cuándo, elegir cualquiera de los estándares de práctica que Dios requiere ya apenas te supone un problema; puedes lograrlo y ponerlo en práctica con naturalidad y sin que te acompañen las contenciones de las circunstancias externas, la guía de los líderes y obreros o el sentido del escrutinio de Dios. Eres capaz de hacer estas cosas por tu cuenta sin apenas esfuerzo. Sin las contenciones de las circunstancias externas, y no por miedo a la disciplina de Dios, ni al reproche de tu conciencia, ni desde luego al ridículo o la supervisión de los demás, no por ninguna de estas cosas, puedes examinar de manera proactiva tu propio comportamiento, medir su corrección y evaluar si se atiene a la verdad y satisface a Dios. Llegado ese punto, has cumplido fundamentalmente con los estándares de ser una persona honesta a ojos de Dios. Ser fundamentalmente una persona honesta es la tercera condición fundamental para aceptar el juicio y castigo de Dios.
Acabamos de hablar acerca de las tres condiciones para aceptar el juicio y castigo de Dios: la primera es cumplir el deber de manera adecuada, la segunda es tener una actitud de sumisión, y la tercera es ser fundamentalmente una persona honesta. ¿Cómo se evalúa esta tercera condición? ¿Cuáles son los criterios? (Mentir intencionadamente menos y decir la verdad más). Significa ser capaz de decir la verdad la mayor parte del tiempo; todos deberíais ser capaces de evaluar esto, ¿verdad? Ser una persona honesta es la tercera condición para aceptar el juicio y castigo de Dios. La segunda es tener una actitud de sumisión, que incluye algunos detalles, principalmente no escrutar ni analizar la obra de Dios, sino solo tener una mentalidad sumisa. Asimismo, entraña perseguir ser una persona honesta, llegar a un punto en el que tus mentiras disminuyan y la mayor parte del tiempo puedas hablar con sinceridad y expresar tus verdaderos sentimientos. Aquí lo más importante es la cooperación subjetiva de las personas, lo que significa progresar activamente y esforzarse por alcanzar la verdad. Tener una mentalidad sumisa es un resultado que se logra en el frente subjetivo; ser capaz de convertirse en una persona honesta —ser fundamentalmente honesto— es también un asunto subjetivo, y es el resultado de la diligente búsqueda que uno hace. Aceptar el juicio y castigo de Dios requiere otra condición primordial. Primero os daré una pista, y si pensáis en la línea de lo que digo, podréis captarlo. Desde el principio de creer en Dios hasta el final, ¿ha cometido la gente muchos errores en esta vida? ¿Se han producido muchos actos de rebeldía contra Dios? (Sí, muchos). Por tanto, ¿qué ha de hacer alguien cuando comete un error o es rebelde? (Debe tener un corazón de arrepentimiento). Tener un corazón de arrepentimiento indica que se es una persona con conciencia y razón. La conciencia y la razón son las cualidades mínimas con las que debe contar el que recibe la salvación de Dios; no pueden alcanzarla quienes carecen de conciencia y razón. Si alguien nunca sabe arrepentirse después de cometer errores, ¿qué clase de persona es? ¿Puede aquel que jamás sabe arrepentirse seguir a Dios hasta el final? ¿Puede experimentar un verdadero cambio? (No). ¿Por qué no? (Porque carece de un corazón de arrepentimiento). Exacto, y esto nos lleva a la condición final: se debe tener un corazón de arrepentimiento. Al seguir a Dios, por su necedad e ignorancia y por sus diversas actitudes corruptas, la gente a menudo se muestra rebelde y a veces malinterpreta o se queja contra Él. Se extravían, y algunos incluso se crean nociones respecto a Dios, se vuelven negativos y flojean en su trabajo durante un tiempo y pierden la fe. Los comportamientos rebeldes surgen en todas las etapas de la vida de las personas. Tienen a Dios en su corazón y saben que Él está obrando cuando ocurre algo, pero a veces no pueden entender ese hecho. Aunque son capaces de someterse de manera superficial, en el fondo simplemente no pueden aceptarlo. ¿Qué convierte en evidente que en el fondo no puedan aceptarlo? Una forma en que esto se manifiesta es que, a pesar de saberlo todo, simplemente son incapaces de dejar de lado lo que han hecho y presentarse ante Dios para admitir sus errores y decir: “Dios, me equivoqué. No actuaré más así. Buscaré Tus intenciones y haré lo que quieras que haga. No solía hacerte caso; mi estatura era pequeña, era necio e ignorante, y con frecuencia rebelde. Ahora lo sé”. ¿Qué actitud tiene la gente si es capaz de admitir sus errores? (Quieren dar un giro). Si la gente tiene conciencia y razón, y anhela la verdad, pero nunca sabe hacer introspección y dar un giro después de cometer errores, y en cambio cree que el pasado es pasado y tiene la certeza de que no se equivoca, entonces ¿qué tipo de carácter muestra esto? ¿Qué clase de comportamiento? ¿Cuál es la esencia de este? (Ser intransigente). Tales personas son intransigentes y, pase lo que pase, esa es la senda que seguirán. A Dios no le gustan esas personas. ¿Qué dijo Jonás cuando expresó por primera vez las palabras de Dios a los ninivitas? (“Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” [Jonás 3:4]). ¿Cómo reaccionaron los ninivitas a estas palabras? Cuando vieron que Dios iba a destruirlos, se apresuraron a vestir de cilicio y cenizas y a confesarle sus pecados y abandonar la senda de la maldad. Esto es lo que significa arrepentirse. Si el hombre es capaz de arrepentirse, se le presenta una enorme oportunidad. ¿Qué oportunidad es esa? La de seguir viviendo. Sin arrepentimiento real, sería difícil continuar adelante, ya sea en tu cumplimiento del deber o en tu búsqueda de la salvación. En cada etapa, ya sea cuando Dios te disciplina o te escarmienta, o cuando te recuerda y te exhorta, mientras haya un conflicto entre tú y Dios, si no cambias de rumbo y sigues aferrado a tus propias ideas, puntos de vista y actitudes, aunque tus pasos se encaminen hacia adelante, el conflicto entre tú y Dios, tus malentendidos con Él, tus quejas y tu rebeldía hacia Él no se rectifican, y tu corazón no da un giro. Entonces Dios, por Su parte, te descartará. Aunque no has dejado de cumplir con el deber pertinente, y todavía te atienes a tu deber y conservas un poco de lealtad por lo que Dios te ha encargado, y la gente considera esto aceptable, la disputa que hay entre Dios y tú ha formado un enredo permanente. No has utilizado la verdad para resolverla y obtener una verdadera comprensión de las intenciones de Dios. En consecuencia, tu malentendido de Dios se vuelve más profundo y siempre piensas que Dios está equivocado y que te están tratando injustamente. Esto significa que no has cambiado de rumbo. Tu rebeldía, tus nociones y tu malentendido de Dios aún persisten, lo que te lleva a tener una mentalidad de no sumisión, a ser siempre rebelde y a oponerte a Dios. ¿No es este tipo de persona alguien que se rebela contra Dios, se opone a Él y se niega tercamente a arrepentirse? ¿Por qué Dios le da tanta importancia a que la gente cambie de rumbo? ¿Con qué actitud debería un ser creado considerar al Creador? Con la de reconocer que el Creador tiene razón, haga lo que haga. Si no reconoces esto —que el Creador es la verdad, el camino y la vida—, estas no serán más que palabras huecas para ti. Si tal es el caso, ¿puedes todavía alcanzar la salvación? No puedes. No estarías cualificado; Dios no salva a gente como tú. Hay algunos que dicen: “Dios pide que las personas tengan un corazón de arrepentimiento y sepan dar un giro. Sin embargo, hay muchas cosas donde no he dado un giro. ¿Me queda aún tiempo para hacerlo?”. Sí, todavía hay tiempo. Además, algunos dicen: “¿En qué cosas tengo que dar un giro? Las cosas del pasado han pasado y se han olvidado”. Mientras tu carácter no cambie ni llegues a saber qué es lo que no concuerda con la verdad en tus acciones y qué es lo que no puede concordar con Dios, entonces ese nudo que existe entre ti y Dios todavía no se ha desatado; el asunto no se ha resuelto. Este carácter está dentro de ti, así como la idea, el punto de vista y la actitud que se rebelan contra Dios. En cuanto aparezcan las circunstancias correctas, este punto de vista tuyo emergerá una vez más, y tu conflicto con Dios se recrudecerá de nuevo. Por lo tanto, aunque no rectifiques el pasado, debes rectificar las cosas que sucederán en el futuro. ¿Cómo deben rectificarse? Dando un giro y dejando de lado tus ideas e intenciones; una vez tengas esta intención, la tuya será naturalmente también una actitud de sumisión. Sin embargo, para hablar con mayor precisión, esto se refiere a las personas que dan un giro en su actitud hacia Dios, el Creador; es un reconocimiento y afirmación del hecho de que el Creador es la verdad, el camino y la vida. Si puedes cambiar, esto demuestra que puedes dejar de lado aquellas cosas que crees que son correctas, o las que la humanidad, que es corrupta, piensa colectivamente que son correctas; y, en cambio, estás reconociendo que las palabras de Dios son la verdad y cosas positivas. Si puedes tener esta actitud, demuestras tu reconocimiento de la identidad del Creador y de Su esencia. Así es como Dios ve el asunto, y por lo tanto Él considera especialmente importante que el hombre cambie de rumbo.
Hay algunos que dicen: “Si una persona no ha hecho nada malo, ¿para qué le hace falta dar un giro?”. Aunque de momento no hayas hecho nada malo, primero debes entender la verdad del arrepentimiento. Esto es algo que deberías poseer. Una vez que entiendas la verdad, descubrirás que algunas cosas que hiciste son inapropiadas y destaparás problemas que tienen que ver con tus intenciones y tu mentalidad; es decir, problemas con tu carácter. Estas cosas aflorarán a la superficie sin que te des cuenta y te harán ver que, en realidad, tu relación con Dios no es una relación simple entre los humanos y Él. Dios sigue siendo Dios, pero tú eres un ser creado que no satisface el estándar. En estos asuntos en los que la gente no ha permanecido en el lugar que le corresponde ni ha logrado lo que debería; es decir, cuando fracasa en su deber, se convertirá en un nudo en su interior. Este es un problema sumamente práctico y que ha de resolverse. Entonces, ¿cómo se resuelve? ¿Qué clase de actitud debería adoptar la gente? Antes de nada, deben estar dispuestos a dar un giro. ¿Y cómo debería ponerse en práctica tal disposición? Por ejemplo, una persona que es líder durante un par de años, pero por su bajo calibre no hace bien su trabajo, no es capaz de ver ninguna situación con claridad, no sabe cómo usar la verdad para resolver los problemas ni realizar ninguna obra real, por lo que es relevada. Si después de que se la releven es capaz de someterse, continúa cumpliendo su deber y está dispuesta a dar un giro, ¿qué debería hacer? Para empezar, ha de entender lo siguiente: “Dios tenía razón al hacer lo que hizo. Mi calibre es demasiado pobre, durante mucho tiempo no he hecho obra real y, en su lugar, solo he demorado la obra de la iglesia y la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. Tengo suerte de que la casa de Dios no me expulsara enseguida. He sido bastante desvergonzado por haberme aferrado a mi puesto todo este tiempo e incluso creer que había hecho un gran trabajo. ¡Qué poco razonable por mi parte!”. ¿Sentir odio por uno mismo y una sensación de remordimiento es una expresión de la voluntad de dar un giro? Si es capaz de decirlo, significa que está dispuesto. Puede que diga en su interior: “Durante mucho tiempo, siempre me he esforzado desde mi posición de líder para obtener los beneficios del estatus; siempre predicaba doctrina y me equipaba con ella; no me esforzaba por entrar en la vida. Solo ahora que me han sustituido me doy cuenta de lo inadecuado que soy y de mis carencias. Dios hizo lo correcto y he de someterme. Antes tenía estatus y los hermanos y hermanas me trataban bien; me rodeaban allá donde iba. Ahora nadie me presta atención y me han abandonado; esto es lo que me toca, es la retribución que merezco. Además, ¿cómo iba un ser creado a tener estatus alguno ante Dios? Por muy alto que sea el estatus de alguien, no es ni el desenlace ni el destino; Dios me encomienda una comisión no para que pueda mandonear ni disfrutar de mi estatus, sino para que cumpla mi deber, y debería hacer todo lo que me sea posible. He de tener una actitud de sumisión ante la soberanía de Dios y las disposiciones de la casa de Dios. Aunque la sumisión pueda ser ardua, debo someterme; Dios tiene razón al hacer lo que hace e, incluso suponiendo que yo tuviera miles o decenas de miles de excusas, ninguna de ellas sería la verdad. ¡Someterse a Dios es la verdad!”. Esas son expresiones exactas de la voluntad de dar un giro. Y, si alguien las poseyera todas, ¿cómo calificaría Dios a tal persona? Diría que se trata de alguien con conciencia y razón. ¿Se trata de una valoración elevada? No demasiado; solo con tener conciencia y razón no se llega a los estándares para ser hecho perfecto por Dios, pero, en lo que concierne a este tipo de persona, no es un logro pequeño. Ser capaz de someterse es valioso. Después de esto, la manera en que la persona busca hacer que Dios cambie Su punto de vista sobre ella depende del camino que elija. Si no se ha arrepentido con sinceridad y, al no tener estatus, no es leal en su deber y es siempre superficial, entonces para ella es el fin; se la va a descartar. Si todavía se siente agraviada y se queja: “Durante mi época como líder sufrí mucho y, aunque no se lograran méritos, se trabajó con ahínco. Dicen que no hice ningún trabajo real, pero hice mucho. Al margen de que consiguiera o no algún resultado, al menos no permanecí ocioso. Solo por esto, Dios no debería descartarme tan a la ligera. Incluso sin estatus, se me sigue imponiendo que haga esto o aquello; ¿acaso no es eso jugar conmigo?”. Si después de ser reemplazada no conserva ningún entusiasmo para cumplir algún deber, ¿existe aquí algo de lealtad o sumisión? No tiene ninguna lealtad, sumisión ni voluntad de cambio, nada de eso. ¿Acaso no es lamentable? Bastante; todos estos años ha creído en vano. Escuchó sermones durante mucho tiempo sin practicar ninguna verdad, siempre daba lecciones a los demás sobre palabras y doctrinas, pero era incapaz de hacer nada por su cuenta; así es como creía en Dios. Predicó mucha doctrina a los demás, pero al final ni siquiera es capaz de resolver sus propios asuntos. ¡Es muy lamentable! ¿Y todavía pretende recibir el juicio y castigo de Dios? Después de ser sustituida, continúa batallando con Dios y sufriendo un suplicio, sin mostrar sumisión de ningún tipo. ¿No es acaso sufrir a ciegas? ¡Tu sufrimiento es inútil! Dejando de lado todo lo demás, y solo si nos fijamos en el hecho de que te pusiste furioso y conflictivo cuando la iglesia te relevó de tu puesto; con eso basta para que no seas merecedor de ser un humano, un ser creado por Dios. Entonces, ¿para qué discutes? Cualquier argumento que esgrimas es inútil. Llevas muchos años creyendo, pero careces siquiera de un mínimo de sumisión; ¿dónde se hallan los frutos de tu fe a lo largo de los años? ¡Lamentable, deplorable, repugnante! Se te concedió un estatus y lo trataste como un puesto de funcionario; ¿acaso el hecho de tener estatus significa que haya cambiado tu carácter? ¿No se trata solo de la gracia de Dios? Dios te agració con esta comisión, pero te la tomaste como un puesto de funcionario, ¿no es asqueroso? ¿Hay funcionarios en la casa de Dios? Entre los santos de todas las épocas, ninguno era funcionario. Durante dos mil años, la gente ha adorado a Pablo, pero nadie ha dicho nunca que Pablo ostentara ningún cargo de funcionario. Por tanto, el término “funcionario” no se sostiene, no es ni una recompensa ni una comisión de Dios, y tienes que desprenderte de eso. Si no paras de perseguir ser un funcionario, ¿lo aprobará Dios? ¿Te permitirá alcanzar la salvación? Desde luego que no. Hace un momento mencionamos que, para aceptar el juicio y el castigo de Dios, uno debe estar dispuesto a dar un giro. ¿Eso es importante? (Sí). ¡Es sumamente importante tener esa actitud! Si deseas entablar una relación de Salvador y salvado entre tú y el Creador, y deseas que Dios te salve, debes enmendar tu postura y determinar el lugar y el estatus de Dios en tu corazón. Entonces, ¿cuál es entonces tu posición? (La de un ser creado). ¿Quién es un ser creado? Es el hombre, no una bestia. Debes recordar en todo momento que eres un ser creado, un ser humano corriente, y no debes olvidar el lugar que te corresponde. Cuando Dios te concede un poco de gracia, un poco de bendición, entonces pierdes de vista quién eres. Cuando, en Su humildad y ocultamiento, Dios comparte algunas palabras sinceras para consolarte, te está elevando; y aun así deseas ponerte al mismo nivel que Dios, elevarte a ti mismo; ¿quién haría tal cosa? ¿Lo haría un ser humano? (No). Dios no reconoce a un ser creado como tú: ¡puedes apartarte a un lado! Si Dios no te reconoce, ¿te perfeccionará? No satisfaces las condiciones para que Dios te haga perfecto. Llegado este punto, ¿no se ha transmitido ya claramente el quid de la discusión? Así pues, tener la voluntad de cambiar de rumbo es muy importante; es un estado mental y, al mismo tiempo, una actitud. Esta actitud es un principio importante de práctica que uno debe poseer para recibir la salvación y la perfección de Dios. No te creas tan grande, tan noble, ni asumas que estás totalmente en lo cierto y eres infalible. No eres grande, ni glorioso ni correcto; eres minúsculo, humilde, un ser creado del género humano corrompido por Satanás. Necesitas aceptar la salvación del Creador. Todavía no estás salvado, no eres perfecto; debes poseer esta razón.
Existen cuatro condiciones para aceptar el castigo y juicio de Dios: el cumplimiento adecuado del deber, tener una mentalidad de sumisión, ser fundamentalmente honesto y tener un corazón de arrepentimiento. Recordad estas cuatro condiciones y comparaos con ellas cuando os encontréis con estas situaciones. Si una situación implica sumisión, entonces practica la sumisión. La palabra de Dios requiere que las personas tengan una actitud sumisa; si te comparas con las palabras de Dios y encuentras una enorme disparidad, ¿qué deberías hacer? Haz lo que dice Dios, sigue Sus palabras sin analizar ni discutir. Si tratas de discutir, Dios se sentirá disgustado contigo. ¿Qué harás en ese caso? Existe una medida para remediarlo, que es cambiar de rumbo de inmediato. No lastimes el corazón de Dios por un asunto trivial y luego sigas haciéndole daño e ignorándolo. Los seres humanos no son nada; si ignoras a Dios, no te seguirá queriendo. ¿Qué haces si Dios te ignora y no te quiere? Dices: “Cambiaré de rumbo. No me abandones, Dios. No puedo salir adelante sin Ti”. Sin embargo, de nada sirve solo decir esto. Dios no necesita tus zalamerías; se fijará en tu actitud, en tu práctica, en la senda que caminarás después y en tu desempeño. No creas que Dios es una persona corriente a la que puedes conmover con unas pocas zalamerías; Dios no es así, se fija en tu actitud. Una vez que has cambiado de rumbo, Dios percibe que has pasado de ser intransigente a sumiso y que puedes aceptar la verdad, que ya no entras en disputas con Dios. Tu intransigencia ha sufrido un cambio, sabes quién eres y reconoces a tu Dios; al poco después Dios empezará a llevar a cabo algo de obra en ti. Hay quien dice: “No he sentido que Dios pretenda hacer nada”. No confíes en tus sentimientos. ¿Acaso son precisos? Dios ha hecho mucha obra en ti, ¿has sentido algo de ella? ¿Te diste cuenta cuando Dios estaba desolado? No sabías nada, tal vez hasta eras feliz en otro lugar. Así que no interpretes ni midas los sentimientos de Dios en función de los tuyos propios; resulta inútil. Si Dios te ignora y no sientes nada, ni recibes esclarecimiento ni reconocimiento, ¿qué deberías hacer? Recuerda una cosa: debes continuar cumpliendo bien con las responsabilidades y deberes que corresponden a un ser creado, y has de seguir hablando con sinceridad, como es debido. No recaigas en tus propias mentiras solo porque Dios te ignore o ya no te quiera, no hables ahora como hablabas antes; si lo haces, estás totalmente acabado. Supone entrar en conflicto con Dios y oponerte a Él. Necesitas aferrarte a tu deber y someterte como es debido. ¿Qué beneficio trae esto? Cuando Dios ve que has cambiado de rumbo, se le ablandará el corazón y Su ira y Su rabia se aplacarán poco a poco. ¿Para ti es una buena señal que se aplaque Su rabia? Significa que ha llegado tu punto de inflexión. Cuando dejas de vivir en función de tus sentimientos, cuando paras de intentar observar las expresiones de Dios y de hacerle exigencias extravagantes para conocer Su posición, pero en su lugar vives de acuerdo con las palabras que dice Dios, con los deberes y los principios de práctica que Él te ha encomendado y con la senda que Dios te ha dicho que practiques y recorras, si vives conforme a todo esto y, al margen de cómo te trate Dios o de si te presta atención, continúas haciendo lo que debes, entonces Dios te dará Su aprobación. ¿Por qué? Porque, al margen de lo que te haga Dios, de si te presta o no atención, te concede gracia, bendiciones, iluminación, esclarecimiento, cuidado o protección, y sin que importe cuánto de esto sientas, todavía puedes seguirlo hasta el final. Te has aferrado a la posición que le corresponde a un ser creado sin ningún cambio; has considerado las palabras de Dios como el objetivo y la dirección de tu vida, y como la verdad y las palabras de mayor sabiduría en ella. ¿Cuál es la esencia de tal comportamiento? La de reconocer en tu corazón que el Creador es tu vida, que Él es tu Dios. De este modo, Dios se apacigua y tú te conviertes en una persona normal que vive en presencia de Dios; alguien así posee las condiciones básicas para un cambio de carácter. De acuerdo con esto, ¿pueden considerarse un cambio de carácter la comprensión y los cambios que logran las personas? Siguen siendo insuficientes. Por tanto, debes reconocer la identidad del Creador y además tener una actitud responsable hacia tu propio deber. Asimismo, es necesario que poseas una actitud que pueda aceptar y someterse a la verdad. Una vez que poseas estas cualidades, Dios empezará entonces la obra de juicio y castigo en ti. Salvarse empieza por este punto. Hay quien dice: “Si poseemos estas cualidades, ¿significa que nuestro carácter ya ha cambiado? Tras cambiar tanto, ¿qué queda para que Dios lo juzgue y castigue?”. ¿Qué juzga y castiga Dios? La esencia-naturaleza de las personas, que es su carácter corrupto. Si alguien posee estas cuatro condiciones y es capaz de satisfacerlas, ¿qué aspecto de su carácter corrupto ha cambiado profundamente? Ninguno. Se ha producido un ligero cambio de comportamiento, pero no es suficiente. No ha habido un cambio fundamental. Es decir, antes de que Dios empiece Su obra de juicio y castigo sobre ti, tu autoconocimiento siempre será superficial y poco profundo. No va a coincidir con tu esencia corrupta, está lejos de ella, la brecha es bastante significativa. Por tanto, antes de que Dios empiece Su obra de juicio y castigo, por muy bueno, cándido y cumplidor de las normas que creas ser, o por mucha actitud sumisa que creas tener, has de saber una cosa: tu carácter aún no ha empezado a cambiar formalmente. Tus maneras de practicar y estos métodos tuyos solo indican un cambio de comportamiento, y constituyen la humanidad básica que debe poseer una persona a la que Dios va a salvar. La honestidad, la sumisión, la capacidad para cambiar de rumbo, la lealtad: esas son cosas que deberían estar presentes en la humanidad de alguien. Por supuesto, esto también incluye conciencia y razón; debes poseer estas cualidades antes de que Dios lleve a cabo Su obra de juicio y castigo. Una vez que alguien posea estas cuatro condiciones —el adecuado cumplimiento del deber, una mentalidad sumisa, ser fundamentalmente honesto y tener un corazón de arrepentimiento—, Dios comenzará Su obra de juicio y castigo en esa persona.
Ahora deberíais tener algún concepto en mente sobre cómo Dios lleva a cabo en concreto la obra de juicio y castigo en las personas. Por ejemplo, en lo que respecta a la perversidad, la gente a menudo verifica a Dios, quiere escrutarlo de manera inexplicable y alberga sospechas, dudas y preguntas sobre Sus palabras. Especula sobre cuál es en realidad la actitud de Dios hacia las personas, siempre quiere saberlo. ¿Acaso no es perverso? ¿Sabe la gente en este momento cuáles de sus estados o comportamientos exhiben esta clase de carácter? No lo tienen claro. A lo largo del periodo en que te juzga y castiga, Dios hará que te abras y te expongas, así como a tus diversos estados, de modo que adquieras claridad sobre ellos en el corazón. Por supuesto, puede que no te avergüences demasiado a la hora de exponerte; al menos, eso te hará saber por qué Dios te juzga y castiga. Percibirás que las palabras de juicio de Dios y Su exposición son hechos, te convencerán por completo y te harán ver que son acertadas, sin excepción. Entonces tendrás claro que todas estas cosas existen dentro de ti; no son comportamientos ni revelaciones momentáneas, sino tu propio carácter. A continuación, durante el periodo en el que Dios lleva a cabo Su obra de juicio y castigo, se te revelará continuamente y se te podará debido a tu carácter corrupto, provocándote que sufras y padezcas refinamiento. Por ejemplo, sospechar de Dios es una expresión de perversidad. La gente sospecha a menudo de Dios, pero nunca se da cuenta de que eso es perverso; es un asunto que se debe resolver. Cuando Dios te juzga y castiga, si sospechas de Dios, Él te hará saber que eso es perverso. Vives según un carácter perverso, te sirves de él para tratar al Dios en el que crees, para competir contra tu Dios y despertar sospechas respecto a Él; y tu corazón sufrirá una agonía. No quieres hacer tales cosas, pero no puedes evitarlo. Dado que cuentas con este carácter corrupto, Dios dispondrá circunstancias para refinarte, hará que sin darte cuenta abandones tus nociones y figuraciones, tu pensamiento lógico y tus pensamientos y teorías. Llegado este punto, sufrirás; este es el verdadero refinamiento, y se te refina debido a este carácter corrupto. ¿Cómo surge el refinamiento? Si te parece que no se trata de un carácter corrupto, si crees que no tienes tales manifestaciones o estados ni eres esa clase de persona, y si sientes que no reside en ti este aspecto de un carácter corrupto, entonces, cuando Dios te juzgue, ¿se te refinará? (No). El refinamiento surge cuando admites que lo que has revelado es un carácter corrupto, sabes que Dios te ha juzgado y puedes asociar dicho carácter corrupto a Su juicio, pero todavía racionalizas y sigues viviendo en ese carácter corrupto, incapaz de liberarte. Sabes que a Dios le desagrada tu carácter corrupto y que lo detesta, y estás lejos de satisfacer las exigencias de Dios; tienes claro que estás equivocado y que Él tiene razón, pero no puedes poner la verdad en práctica ni seguir el camino de Dios; en ese momento surge tu dolor. ¿Sufrís ya ese dolor? (No). Entonces, como poco, no habéis sufrido el refinamiento relativo a vuestro carácter corrupto; solo experimentáis algo de dolor porque se os ha reprochado y disciplinado cuando cometéis errores o transgresiones, pero eso no es en absoluto refinamiento. Supongamos que podéis entrar en semejante vida, embarcaros en tal senda y decir: “Ya no sufro afectos ni estatus, sino que soporto realmente el refinamiento. Me he dado cuenta de que en realidad soy incompatible con Dios, mi carácter corrupto está profundamente arraigado y no puedo despojarme de él. Voy a permitir que Dios me refine y me revele”. Cuando vives en este estado, te hallas en la senda de la salvación. Ahora, al decir esto, puede que todos anheléis y esperéis la llegada de ese día, pero no sé cuántos de vosotros estaréis realmente tan bendecidos como para disfrutar de ese trato. Es algo tremendamente positivo y una enorme bendición. Salvarse no es fácil. Si el Creador de verdad te valora, te elige y te permite ser seguidor Suyo, ese es solo el primer paso para ser salvado. Si el Creador te valora y asegura que eres apto para recibir Su juicio y castigo, ese no es más que el segundo paso. Si puedes emerger del juicio y castigo de Dios, alcanzar un estado en el que tu carácter cambie y llegar a ser compatible con el Creador, al tiempo que tomas la senda de temer a Dios y evitar el mal, ese es el desenlace final. Ahora bien, ¿quién entre vosotros va a estar lo bastante bendecido para llegar a ese día? ¿Quién recibirá la bendición de obtener semejante salvación? ¿Se puede discernir a partir de tu apariencia, de tu calibre? ¿Y a partir de tu nivel de educación? (No se puede). ¿Se puede determinar en función de los deberes que cumples ahora? ¿O de la familia en la que naciste? Ninguno de estos factores puede revelarlo. Hay quien dice: “Mi familia ha creído en el Señor desde hace tres generaciones; yo creo desde que estaba en el vientre de mi madre, así que seguro que me voy a salvar”. Esto es un discurso necio e increíblemente ignorante; Dios no se fija en esas cosas. Los fariseos creían en Dios desde hacía generaciones, ¿y qué ha sido ahora de ellos? Dios ni siquiera los quiere como Sus seguidores; se los ha descartado por completo; son irrelevantes para la obra de salvación de Dios y no forman parte de ella.
Poder aceptar o no el juicio y castigo de Dios está directamente relacionado con el asunto clave del cambio de carácter. Sin embargo, la gente tiende a tener muchas nociones sobre el juicio y castigo de Dios. Es esencial compartir la verdad con frecuencia de acuerdo con las palabras de Dios para resolver estos asuntos. Es algo muy necesario. ¿Por qué juzga y castiga Dios a las personas? ¿Hasta qué punto se ha convertido la humanidad en corrupta? ¿Qué problemas pretenden resolver el juicio y castigo y qué resultados consiguen? ¿Cuáles son los estándares que Dios exige de las personas? Sin entender estas verdades, no resulta fácil para nadie aceptar el juicio y castigo; desarrollarán con facilidad nociones sobre Dios, además de rebeldía y resistencia, y puede que incluso blasfemen contra Dios y se vuelvan hostiles contra Él. ¿Cómo salva Dios a las personas? ¿Quién puede aceptar el juicio y castigo de Dios? ¿Quién se puede embarcar en la senda de perseguir la verdad y ser perfeccionado? ¿Quién será descartado por la obra de Dios de los últimos días? Si estas verdades se comparten con claridad, ¿acaso no se van a resolver las nociones sobre el juicio y castigo? Como poco, se resolverán en lo fundamental; cualquier problema que perdure solo se podrá resolver a partir de la propia experiencia; se resolverá naturalmente una vez que se comprenda la verdad. Alguna gente dice: “Se han perdonado nuestros pecados, por tanto, ¿por qué necesitamos aún experimentar el juicio y castigo?”. Que perdonen tus pecados es la gracia de Dios; hace a la gente apta para presentarse ante Él. Sin embargo, el juicio y castigo apuntan a salvar meticulosamente a las personas del pecado y la influencia de Satanás; ambas cosas no se contradicen entre sí. En la Era de la Gracia, Dios redime a las personas y perdona sus pecados; en la Era del Reino, Dios juzga a las personas y purifica su carácter corrupto. Estas son dos etapas de la obra de Dios. Muchos individuos ridículos en la religión siempre albergan nociones sobre el juicio y el castigo; se aferran con rigidez a la frase “justificación mediante la fe una vez que se han perdonado los pecados”, y rechazan totalmente aceptar el juicio y castigo de Dios. ¿Deberías discutir con personas así? Si os las encontráis y son capaces de aceptar las palabras de Dios y la verdad, podéis compartir la verdad y leer las palabras de Dios con ellas. Si rechazan de pleno aceptar la verdad, no hace falta que os molestéis, no son en absoluto los receptores de la salvación de Dios. Él solo salva a aquellos que pueden aceptar Sus palabras y la verdad; Dios no va a salvar de ningún modo a aquellos a los que les es del todo imposible aceptar ambas cosas. Los que pueden aceptar la verdad son capaces de resolver fácilmente sus nociones, no importa cuántas tengan; solo les hace falta leer más de las palabras de Dios y buscar más la verdad. Las personas que pueden aceptar la verdad son aquellas con humanidad y con conciencia y razón. Antes de que acepten el juicio y castigo, desarrollarán muchas nociones y pensamientos incorrectos, además de algunos estados negativos. El estado negativo más común es: “Me he gastado para Dios y he cumplido mis deberes; Él debería protegerme y bendecirme en todo. ¿Por qué han caído desgracias sobre mí?”. Este es el estado más común. Hay además otro tipo de estado: al ver a otros vivir en buenas condiciones y disfrutando, mientras que ellos viven entre dificultades y pobreza, se quejan de que Dios es injusto. Puede ser incluso porque ven que otros logran mejores resultados al cumplir su deber, y les entra envidia y se ponen negativos. También se vuelven negativos si otras familias tienen armonía y están unidas, si otros tienen un calibre superior al suyo, si cumplir con el deber resulta agotador o si algo no sucede como desean. En resumen, se vuelven negativos bajo cualquier circunstancia que no se ajuste a sus nociones y figuraciones. Si esta persona tiene algo de calibre y puede aceptar la verdad, se la debería ayudar. Mientras entienda la verdad, el problema de su negatividad se puede resolver con facilidad. Si no busca la verdad y se mantiene en la negatividad, si siempre alberga nociones sobre Dios, entonces Él lo dejará de lado y no le prestará atención, ya que el Espíritu Santo no realiza obra inútil. Esas personas son demasiado obstinadas, no aceptan la verdad, siempre tienen nociones sobre Dios, así como sus propias exigencias; esto es una enorme falta de sentido y los hace en cierto modo impermeables a la razón. Son capaces de entender la verdad, pero no la aceptan. ¿No es esto similar a cometer ofensas a sabiendas? Por tanto, Dios no les presta atención. Hay quien dice: “A menudo soy negativo y Dios me ignora. ¡Esto significa que Dios no me ama!”. Semejante enunciado es absurdo. ¿Sabes a quién ama Dios? ¿Sabes cómo se manifiesta el amor de Dios? ¿Sabes a quién no ama y a quién disciplina? El amor de Dios tiene principios; no es como lo imaginan los humanos, soportando constantemente a las personas y mostrándoles misericordia y gracia, salvando a todo el mundo sean quienes sean, perdonando a todo el mundo al margen de los pecados que cometan y, en última instancia, llevando a todos sin excepción al reino de Dios. ¿Acaso no son estas solo nociones y figuraciones de las personas? Si así fuera, no habría necesidad de desempeñar la obra de juicio. Hay unos principios sobre cómo se comporta Dios con las personas habitualmente negativas. Cuando la gente es constantemente negativa, hay un problema. Dios ha dicho muchísimas cosas, ha expresado muchísimas verdades y, si una persona cree verdaderamente en Dios, entonces, tras leer Sus palabras y comprender la verdad, las cosas negativas serán cada vez menos en ella. Si la gente es siempre negativa, seguro que no acepta la verdad en absoluto, por lo que, en cuanto se tope con algo que esté en desacuerdo con sus propias nociones, se volverá negativa. ¿Por qué no busca la verdad en las palabras de Dios? ¿Por qué no acepta la verdad? Sin duda, porque tiene nociones y malentendidos sobre Dios y, además, nunca busca la verdad. ¿Y le seguirá prestando atención Dios cuando aborde la verdad de este modo? ¿No son esas personas insensibles a la razón? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellos que son insensibles a la razón? Los descarta e ignora. Tú cree de la manera que quieras; creer o no creer depende de ti. Si realmente crees y persigues la verdad, la alcanzarás; si no persigues la verdad, no la alcanzarás. Dios trata a toda persona justamente. Si no tienes una actitud de aceptación de la verdad, si no tienes una actitud de sumisión, si no te esfuerzas por cumplir las exigencias de Dios, puedes creer de la manera que quieras; asimismo, si prefieres irte, puedes hacerlo de inmediato. Si no quieres cumplir el deber, la casa de Dios no te obligará a ello; puedes ir adonde quieras. Dios no insta a la gente así a quedarse. Esa es Su actitud. Está claro que eres un ser creado, sin embargo, nunca quieres serlo. Siempre quieres ser el arcángel, sin querer someterte a Dios, y siempre deseas estar de igual a igual con Él. Esto es resistirse descaradamente a Dios; es algo que ofende Su carácter. Es obvio que no eres más que una persona corriente, sin embargo, siempre deseas un tratamiento especial, tener estatus y ser alguien, quieres ser mejor que los demás en todos los sentidos, recibir grandes bendiciones y superar a todos los demás. Esto demuestra falta de razón. ¿Cómo contempla Dios a las personas a las que les falta razón? ¿Cómo las evalúa? Son impermeables a la razón. Algunos dicen: “Si afirmas que soy impermeable a la razón, ¡entonces ya no voy a contribuir más con mano de obra!”. ¿Quién te ha pedido que lo hagas? Si no estás dispuesto a hacerlo, Dios no te va a obligar; date prisa y vete, la casa de Dios no te va a retener. Aunque estés dispuesto a ser mano de obra, la casa de Dios tiene exigencias. Si tu contribución de mano de obra no está a la altura del estándar y tu cumplimiento del deber causa demasiados problemas a la casa de Dios, haciendo más mal que bien, la casa de Dios sin duda te va a descartar; aunque desees ser mano de obra, la casa de Dios no te va a querer. Si la gente está dispuesta a contribuir con mano de obra y es capaz de aceptar la verdad y la poda, es que es apta para permanecer en la casa de Dios. Si puede perseguir la verdad, aceptar el juicio y castigo de Dios y es capaz de salvarse y ser perfeccionada, eso supone una inmensa bendición. No pienses que Dios te está suplicando y necesita juzgarte y castigarte; Él no te va a suplicar. Dios salva y perfecciona a las personas de manera selectiva, con un objetivo específico en mente y con principios; no todos los que creen en Dios pueden lograr que Él los salve: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. Has de cumplir varios de los estándares de Dios; cumplir tu deber de manera adecuada, tener una mentalidad sumisa, ser fundamentalmente honesto y poseer un corazón de arrepentimiento; y solo entonces empezará Dios formalmente a juzgarte y castigarte, a purificarte y perfeccionarte. Hay quien dice: “¡Experimentar el juicio y castigo implica sufrimiento!”. Si bien es verdad que vas a sufrir, tienes que ser apto para ello. Si no lo eres, ¡ni siquiera vales para sufrir! ¿Crees que la obra de Dios y Su perfeccionamiento de las personas son tan simples? Aquellos que rechazan aceptar el juicio y castigo, o que huyen de ellos, van a tener que acabar rindiendo cuentas de sus acciones. Al margen de quién sea o qué actitud adopte alguien ante Dios, si esta actitud no concuerda con lo que exige Dios, Él no intervendrá y lo dejará tomar su propio camino. Justo ahí están todas las palabras de Dios; si puedes hacer lo que Él dice, entonces hazlo. Si estás dispuesto a hacerlo, entonces hazlo. Si no estás dispuesto o no puedes hacerlo, Dios no te va a obligar. ¿Crees que Dios te va a suplicar? ¿Crees que te va a disciplinar? Puedes estar seguro de que Dios no hará eso en ningún caso. Él dirá: “Si no te gusta aceptar la verdad, si sientes aversión por el juicio y castigo de Dios, pues bien. Ya has disfrutado de algo de gracia, así que date prisa en regresar al mundo, date prisa y márchate; no se te va a obligar. No eres apto para disfrutar de las bendiciones del reino del cielo, y no puedes obtenerlas aunque lo desees”. ¿Qué significa que Dios no obliga a nadie a aceptar Su juicio y castigo? Significa que, si la gente no acepta el juicio y castigo de Dios, Él ni la disciplina, ni la reprende, ni se lo recuerda ni la exhorta; no se producirá el esclarecimiento ni la iluminación por parte del Espíritu Santo. En apariencia, estas personas parecen tener unas vidas muy cómodas. No se las disciplina por cumplir su deber de manera superficial, ni por su desidia negativa en el trabajo, tampoco por juzgar a Dios alegremente. Ni siquiera sienten nada en sus corazones por malinterpretar a Dios, quejarse de Dios y resistirse a Él, hasta que cometen una gran maldad como robar o malversar ofrendas, y aun así continúan sin ser conscientes. La gente que comete tan grandes maldades se pasa años sin hacer introspección, sin una mínima pizca de arrepentimiento, sin ningún presentimiento de qué castigo o desenlace les espera. Una persona normal debería tener alguna clase de presentimiento, pero no lo tiene porque Dios no hace absolutamente nada en ella. La inacción de Dios es una especie de actitud. ¿Qué representa? ¿Podéis imaginar qué está pensando Dios en Su corazón? Se ha rendido por completo ante tales personas. ¿Por qué hace Dios tal cosa? Las desprecia; son más insignificantes que una pluma, que una hormiga, no son siquiera dignas de mención y es así como se decide su desenlace. Un día, una persona así dirá: “Quiero ser un ser creado de dios, te acepto como mi señor y mi dios”, ¿y Dios la querrá? No lo hará. Hay quienes dicen: “Me arrepiento, ahora estoy dando marcha atrás”, ¿es demasiado tarde para ellos? Lo es. Porque su naturaleza es la de un diablo y nunca van a cambiar. Dios no salva a tales personas. No importa lo arrepentidos que estén ni lo patético de sus llantos, ¿pueden cambiar? ¿Se pueden arrepentir de verdad? En absoluto. Entonces, persigas o no la verdad, mientras creas de veras en Dios, deberías entender los decretos administrativos de la casa de Dios. No puedes disponer en ningún caso de las ofrendas de Dios, incluso albergar pensamientos de robarlas o usarlas es inaceptable. En cuanto realices tales actos, caerán sobre ti grandes calamidades, afectando a tu desenlace. Una vez determinado tal desenlace, no servirá de nada rememorar lo que Dios ha dicho o cuáles son Sus requerimientos, ni tampoco sentir arrepentimiento, pues ya será demasiado tarde. Ahora mismo, la obra de Dios aún no ha concluido, pero ya se han decidido los desenlaces de ciertas personas. Dios no ha pregonado este asunto ni se lo ha dicho a nadie. Esta gente aún cree que lo está haciendo bien y dejan pasar el tiempo. Aun con la muerte llamando a su puerta, no son para nada conscientes; son una manada de personas atolondradas e inútiles.
Voy a continuar con otros dos casos. El anterior trataba de un hombre, mientras que sendas protagonistas de estos otros son dos líderes femeninas. Al calificarlas así, cualquiera entendería enseguida que el estatus de estas mujeres no es bajo y, sin embargo, la gente de semejante estatus puede cometer grandes maldades. Una de estas dos mujeres tenía tratos con un no creyente cuyo negocio estaba a punto de quebrar debido a un capital insuficiente. Dado que esta mujer servía como líder en la iglesia y tenía el control sobre los recursos financieros, el no creyente le pidió dinero prestado. Sin buscar en lo Alto, ella accedió de manera unilateral a prestarle cientos de miles de yuanes. El dinero que pertenece a las personas se puede prestar, pero el dinero de Dios es una ofrenda, y cualquiera que toca las ofrendas de Dios debe afrontar el castigo. Se apropió indebidamente de las ofrendas a título privado, y el importe no era insignificante. Tras la apropiación indebida, la iglesia tomó medidas contra ella, y le exigió que trabajara para devolver el dinero. La iglesia lidió así con el asunto, es la forma en que lo afronta la gente. La mujer fue capaz de devolver el dinero y por fuera parecía tener una actitud decente. ¿Significa eso que había dado un giro? (No). Sus acciones fueron bastante osadas, como las de una idiota imprudente, indicativas de su carácter y su actitud hacia Dios. ¿Puede una persona así comprender la verdad con pureza? ¿Le es posible actuar con razón? Se atrevió a tocar las ofrendas de Dios, las trató como su propio dinero. Sin que Dios le diera instrucciones sobre cómo asignar los fondos ni le dijera que no debía tocarlos, carecía de principios y límites en su corazón. Creía que, como líder, tenía derecho a controlar ese dinero, y se atrevió a apropiárselo indebidamente. ¿Cómo lidió Dios con esa apropiación indebida? Él ni siquiera tuvo que mover un dedo; la iglesia la castigó. Esos cientos de miles de yuanes determinaron su destino: Dios la apartó y la dio de lado para siempre. ¿Por qué lo hizo? Esto representa la ira de Dios; por supuesto, también es un aspecto de Su carácter. Dios no tolera ninguna ofensa; si ofendes el carácter de Dios, te has pasado de la raya. ¿Se estipula esto en los decretos administrativos? (Sí). El pueblo escogido de Dios lo tiene claro: apropiarse indebidamente de las ofrendas es una ofensa contra el carácter de Dios. Cuando esta mujer se apropió indebidamente de la ofrenda, ¿intervino Dios? No, no intervino, no la detuvo, no dijo nada ni la frenó, reprendió ni advirtió mientras lo hacía: el dinero se prestó sin más. Se sentía bastante satisfecha de sí misma antes de que el asunto se pusiera al descubierto y la iglesia se ocupara de ella. Empezó a llorar y a lamentarse, y enseguida se puso a trabajar para devolver el dinero. De hecho, ¿acaso era el dinero lo que le importaba a Dios? No; lo que a Él le importaba no era el dinero, sino la actitud que la mujer mostró hacia Él en este asunto. Eso era lo que le importaba a Dios. Ofender el carácter de Dios precisamente a causa del dinero, ¿acaso no merece eso la muerte? ¡A esto se le llama recibir lo que uno se merece! Si eres un poco negativo o débil, o a veces tienes algún descuido mientras cumples tu deber, o en ocasiones ocupas una posición de cierto estatus y disfrutas de sus beneficios, Dios ve esto como una revelación de un carácter corrupto. Pero, cuando manipulas las ofrendas de Dios sin consultarle, o haces mal uso de ellas sin Su permiso, ¿de qué clase de problema se trata? Eso es robar ofrendas. ¿Y de qué clase de carácter es indicativo? Del carácter del arcángel, el de Satanás. ¿Acaso no es traición robar las ofrendas de Dios? (Lo es). ¿Qué hizo Satanás que Dios consideró una traición? (Tratar de convertirse en Dios). En cuanto a la mujer de la que estamos hablando, quería controlar las ofrendas de Dios. ¿Quién se creía que era? (Se creía Dios). Así es, se veía a sí misma como Dios, y ahí fue donde se equivocó. Por eso decimos que ofendió el carácter de Dios. ¿La naturaleza de esto es grave? (Sí). ¿Nuestra descripción es exacta? (Lo es). Ahora ella ya no tiene un desenlace. Ahora, por lo que parece, ya no tiene desenlace. Tal como lo define Dios, en cuanto a qué castigos va a experimentar después, se trata de un tema para el futuro. Esta es la historia de la primera mujer. Era realmente osada, capaz de engañar a aquellos por encima y por debajo de ella, de actuar de manera imprudente sin considerar las consecuencias, era tan necia como insolente. ¿Poseía la menor sumisión o deseo de buscar? (No). Quería controlar las ofrendas de Dios, Sus posesiones, sin el consentimiento de nadie y sin hablar ni compartir el asunto con nadie más. Se encargó de abordar este asunto unilateralmente, y estas fueron las consecuencias. Habrá quien diga: “¿El mero hecho de tocar las ofrendas de Dios significa que uno está ofendiendo Su carácter?”. ¿Es así? No. La iglesia cuenta con principios para distribuir las ofrendas de Dios y, si actúas de acuerdo con ellos, Dios no intervendrá. Si ya posees los principios y no los sigues, sino que insistes en actuar de manera imprudente y hacer las cosas a tu manera, gestionando estos asuntos en privado por tu cuenta, entonces estás ofendiendo el carácter de Dios. Esa es la historia de la primera mujer.
La historia de la segunda líder también trata sobre ofrendas. Fue así: la iglesia compró una casa para que sirviera como lugar de culto y que requería algunas renovaciones. Eso implica diseños y compra de materiales, cosa que cuesta dinero. Dado que se trata de la obra de la casa de Dios, que implica Su gestión, el dinero que se gasta procede naturalmente de la casa de Dios, y es Su ofrenda. Este dinero se utiliza razonable, legítima y adecuadamente de acuerdo con los principios de la casa de Dios. En aquel momento, esa mujer era la líder y la responsable de ese proyecto. Para que viniera a supervisarlo escogió a un nuevo creyente al que nadie conocía. Aquel hombre era igual que un no creyente. Más adelante, la mujer conspiró con este no creyente para comprar multitud de artículos de lujo y malgastar gran cantidad de dinero. ¿Acaso esto no es defraudar el dinero de la casa de Dios? ¡Es defraudar y despilfarrar las ofrendas de Dios! Este no creyente ganó bastante dinero con ello. ¿Tuvo la mujer algo que ver con esto? (Sí). Ella lo propició, al permitir que el no creyente hiciera tales cosas. Cuando alguien descubrió el problema y quiso denunciarlo, ella se lo impidió con vehemencia y lo amenazó. Traicionó los intereses de la casa de Dios, los perjudicó y causó también una pérdida considerable de las ofrendas. ¿La reprendió Dios durante este período? (No). Ella no era consciente. ¿Cómo sabemos que no lo era? Algunos hechos lo prueban; ella veía desde el principio con claridad lo que estaba planeando hacer el no creyente, pero no lo paró, en su lugar lo consintió y lo aprobó tácitamente, sin cesar de aportar dinero. El resultado fue que los costos se dispararon y el trabajo final fue mediocre. La mujer lo vio muy claro, pero siguió invirtiendo más dinero. ¿Actuó Dios en ese momento? No lo hizo. ¿Cuáles son las nociones y figuraciones de las personas sobre este asunto? La gente cree que Dios debería ser responsable de Su propio dinero y debería haberla detenido. Esta es una noción humana, pero Dios no actuó de ese modo. Una vez que se completó la reforma y tras una investigación, la casa de Dios descubrió que muchas de las ofrendas se habían perdido. ¿Qué se debería hacer con esta mujer? Dios no hizo nada; la iglesia se ocupó de ella y otra mujer empezó a devolver el dinero. ¿Cuál fue la naturaleza de sus acciones? Como líder, no solo fue irresponsable y no comprobó el gasto de las ofrendas, sino que también se confabuló con una persona ajena para engañar a la casa de Dios y malversar Sus ofrendas. Este caso es incluso más grave que el anterior. Por tanto, ¿cuál es el desenlace de una persona así a ojos de Dios? La destrucción; si se la castiga o no es una cuestión para el futuro. Es posible que un día Dios coloque a esa persona en una morada de espíritus malvados y demonios inmundos, que su cuerpo físico sea destruido en esta vida y que su alma sea mancillada y profanada por ellos; en cuanto a la vida venidera, eso queda demasiado lejos para siquiera hablar de ello. Este es el desenlace. ¿Por qué Dios trata de esta manera a tal persona? Porque ofendió el carácter de Dios. Al haber ofendido el carácter de Dios, ¿podría Él seguir amándola? No queda amor, ni misericordia ni cariño, solo ira. Cuando se mencionan sus acciones, Dios odia y detesta a esta mujer. ¿Por qué la detesta hasta tal extremo? Porque cometió pecados a sabiendas a pesar de ser consciente del camino verdadero. No es solo que ya no habrá ofrenda por el pecado para ella, sino que también ha de enfrentarse al castigo de la ira de Dios. No cuenta con desenlace, ni con destino, ni con oportunidad de salvación. Esto es lo que significa ofender el carácter de Dios y lo que sucede cuando alguien lo hace.
Decidme, ¿es fácil ofender el carácter de Dios? En realidad, no hay muchas oportunidades ni tantas situaciones donde esto pueda ocurrir. Las oportunidades son contadas, las probabilidades, ínfimas; sin embargo, ¿por qué la gente aún se las arregla para ofender el carácter de Dios a pesar de contar con tan pocas oportunidades y unas probabilidades tan bajas? Ambas mujeres llevaban creyendo en Dios más de dos décadas, escucharon muchos años de sermones y sirvieron como líderes y obreros. ¿Cómo pudieron cometer errores tan graves? Desde la perspectiva de la humanidad, carecían de esta, de conciencia y de racionalidad; desde la perspectiva de su fe en Dios, no poseían auténtica fe, no llevaban a Dios en el corazón. ¿Cómo se manifestó esta ausencia de Dios en sus corazones? En sus acciones no había sensación de miedo ni tenían unos mínimos; no consideraron: “¿Qué me ocurrirá después de hacer esto? ¿Habrá repercusiones? Puede que la gente no se entere, pero ¿y si se entera Dios? He de responsabilizarme de este asunto, ya que repercute en mi desenlace”. No pensaron en estas cosas, ¿no es eso problemático? Si no las consideraron, ¿tuvieron conciencia o razón? (No). De este modo, fueron capaces de ofender el carácter de Dios, de cometer errores de semejante magnitud. Si alguien posee un pensamiento humano normal, tendrá esta mentalidad; cuando alguien pida dinero prestado, su consideración sería: “¿Dinero prestado? Este dinero pertenece a Dios. Si presto el dinero de Dios para ganarme una estima momentánea, ¿qué pasa si no les es posible devolverlo? ¿Cómo compensaré este dinero? Aunque lo haga, ¿qué clase de comportamiento implica prestar este dinero? ¿Se puede tocar el dinero tan a la ligera? No se puede; si lo hago, ¿qué naturaleza tendría ese acto?”. Considerarían estas cosas y no prestarían dinero por impulso solo porque alguien se lo pidiera. Si no lo consideraran, o incluso si lo hicieran, pero obviaran las consecuencias, ¿qué dice esto sobre su punto de vista acerca de Dios? ¿De qué forma creen? Fundamentalmente, no reconocen la existencia de Dios, ¡lo cual es aterrador! Ya que no admiten la existencia de Dios, no reconocen que Él vaya a determinar su desenlace e infligir en ellos Su retribución; no les asusta, pues no creen en ella. En general, si alguien cree entre un cincuenta y un sesenta por ciento, actuaría con cautela y demostraría contención. Si creyese un treinta por ciento podría mostrarse en cierto modo contenido, pero, en cuanto se presentara la oportunidad, iría a por ella igualmente; o bien, si las oportunidades son pocas o no están a punto, podrá ser capaz de contenerse y limitarse un poco. Sin embargo, aquellos que carecen de un mínimo de creencia se atreverían a hacer toda clase de cosas malas, a obrar de manera imprudente sin considerar las consecuencias; es lo que haría una bestia. En apariencia son humanos, pero no hacen lo que deberían hacer los seres humanos; como poco, se puede decir que son bestias y, lo que es más grave, puede que sean demonios inmundos y espíritus malvados que vienen a trastornar y perturbar la obra de Dios, que se especializan en sabotearla. ¿Es certera la clasificación que hace Dios de esas personas? (Sí). Es extremadamente certera; lo que hace Dios no tiene nada de malo, todo ello es preciso. Además, las acciones de Dios y Su determinación de los desenlaces de las personas no se basan en un desempeño momentáneo. Estas dos mujeres creían en Dios desde hacía veinte años y, sin embargo, acabaron de algún modo en este punto, sellando su propio desenlace de esta manera. ¿Cómo se dio esto? No es algo que sucediera de la noche a la mañana. Desde la perspectiva de su búsqueda de la fe y de la senda que eligieron, no fueron personas que persiguieran la verdad; ese es un aspecto. El otro es que no tenían interés de ningún tipo en la verdad. Si hubieran tenido un mínimo interés, su humanidad habría sufrido cambios. ¿Y qué les habría conllevado ese cambio en su humanidad? Significaría que actuarían con contención y atendiendo a los límites, tendrían un estándar de evaluación y calibrarían las cosas con la razón y los procesos de pensamiento de un ser humano normal. Si percibieran que hacer algo era inapropiado, se abstendrían. Sin embargo, estas dos mujeres nunca persiguieron la verdad; carecían incluso de este límite básico y esta manera de pensar. Se atrevieron a hacer cualquier cosa, y fue su propia naturaleza la que las llevó a la ruina, incluso a la muerte. Esta es la razón por la que su periplo de creer en Dios terminó de ese modo.
¿Qué pensáis tras oír estos dos casos? Hay quien dice: “Hoy he ganado mucho. He obtenido la mayor verdad, que no hay que tocar las cosas de Dios; que esa idea no se te pase siquiera por la cabeza, no te pongas a manipularlas. Si lo haces, de ahí no saldrá nada bueno”. ¿De veras es así? ¿Es esta la verdad? (No). Lo que importa no es si manipulas las cosas de Dios, sino qué actitud tienes hacia Él en el corazón. Si temes a Dios y sientes miedo hacia Él, si de verdad crees en Su existencia y consideras tu propio desenlace, hay cosas que no harás; ni siquiera pensarás en ellas. Por tanto, no estarás sujeto a esta clase de tentación; nunca recaerá sobre ti. ¿Es útil el temor? No sirve para nada. ¿Cómo actuó Dios mientras estas dos mujeres cometían estos actos? Dios permitió que las cosas siguieran su curso, colocando a estos dos diablos, estos dos no humanos cuyos corazones no sentían temor alguno de Dios, ante la tentación de Satanás, de modo que se las pudiera revelar y destruir completamente. ¿Es esa la actitud de Dios? Es el carácter justo de Dios, ¡y no se puede tomar a la ligera! La gente se sirve de medios humanos para lidiar con los demás y ejercer represalias contra ellos, dan maldad a cambio de maldad. Sin embargo, Dios no hace eso; Él tiene Su propio fundamento, Sus propios principios y caminos. Cuando Dios le inflige a alguien retribución, Él lo hace de tal modo que esa persona no sienta nada; esta no es consciente, pero, a ojos de Dios, el problema ya se ha resuelto. Años después, el sufrimiento consecuente aflorará poco a poco. Después de que Dios haya despojado a esa persona de Su gracia, bendiciones, esclarecimiento, iluminación y de todo el tratamiento que Él le ofrece a un ser humano normal, queda profundamente deshumanizada; a ojos de Dios, ya no es un ser creado sino una bestia, es algo diferente por completo. Dios dice: “Él hace salir su sol sobre malos y buenos”. ¿Son estas personas buenas o malvadas? Ninguna de las dos cosas. A ojos de Dios, esta clase de personas se han eliminado de Sus registros, ya no existen, son no humanas. ¿Cuál es la definición de no humanas? (Salvajes, bestias con piel humana). Algunos puede que incluso les tengan envidia y digan: “Trabajan y ganan dinero en el exterior, viven con no creyentes; sus vidas son mucho más cómodas que tener que sufrir en la iglesia cumpliendo el deber desde el amanecer hasta la noche”. Te aseguro que sus días de sufrimiento están por llegar. Si los envidias, adelante, imítalos; la casa de Dios no impone restricciones. El sufrimiento no se limita al dolor físico de la enfermedad; si el sufrimiento interno de alguien llega a determinado punto, resulta indescriptible, como los golpes a su psique, especialmente cuando se somete al castigo de Dios. Es peor que la muerte, causa mayor agonía; es una especie de angustia mental. Estas dos mujeres acabaron en tal situación porque ofendieron el carácter de Dios mediante la imprudencia de sus acciones. En las nociones de las personas, parece que no importa qué errores cometen ni lo que hacen; mientras vuelvan a presentarse ante Dios para confesar y arrepentirse, Él puede perdonarlas; esto demostraría que Su amor es grande, que de verdad ama al género humano. Esta es una noción humana, y demuestra que el entendimiento que las personas tienen de Dios está lleno de demasiadas figuraciones y de demasiada voluntad humana. Si Dios estuviera acotado por las nociones humanas, Sus acciones no tendrían principios y Él no tendría ningún carácter; semejante Dios no existe. Dios posee diferentes manifestaciones precisamente porque existe de veras, porque está vivo y es dinámico, además de ser real de una manera innegable y concreta. Estas manifestaciones se presentan en Sus diversas acciones y actitudes respecto a las personas, y se muestran como una evidencia de Su auténtica existencia. Algunos dicen: “Estas mismas personas no son conscientes cuando lidian con ellas, entonces, ¿cómo podemos ver la existencia de Dios?”. Solo los casos que he mencionado permiten a las personas percibir la actitud y el carácter de Dios, y también las ayudan a observar Sus principios a la hora de hacer las cosas y lidiar con las personas. ¿Acaso no prueba esto la existencia real de Dios? (Sí). Si este Dios no existiera, si realmente solo fuera aire, entonces cualquier cosa que haga carecería de principios y límites; sería indetectable, intocable, hueco, no estaría implementado en las vidas de las personas, y sería irrelevante para estas, para sus acciones y para cualquiera de sus manifestaciones. Solo sería una teoría, un argumento, palabrería vacía. Precisamente porque este Dios existe, las muchas cosas que hace permiten a las personas percibir Su actitud.
La parte principal de las diversas nociones y figuraciones que tienen las personas sobre la obra de Dios ha quedado básicamente cubierta en nuestra charla. ¿En qué se enfoca la parte principal? En las diversas nociones, figuraciones e ideas que las personas tienen referentes al juicio y castigo de Dios, además de sus distintas nociones y figuraciones acerca de qué constituye un cambio de carácter. Asimismo, la gente también tiene numerosas figuraciones acerca de los principios detrás de la obra de juicio y castigo de Dios y los estándares que Él requiere de las personas. Para estas, tales conceptos suelen ser confusos y poco claros. ¿Qué representa esta falta de claridad? Que las personas todavía no entienden la verdad ni las verdades involucradas en la obra que Dios hace en ellos. Mediante la charla de hoy, ¿tenéis ahora básicamente una definición general del juicio y castigo, además de los estándares que Dios requiere de las personas? (Sí). Con este entendimiento, ¿qué deberíais hacer a continuación? Para empezar, necesitáis reconocer que Dios tiene tales estándares. ¿Son estos estándares flexibles? ¿Pueden ser más altos o bajos de lo que son en realidad? (No). ¿Por qué no? Desde la Era de la Gracia hasta ahora, podemos observar a partir de aquellos a los que Dios ha perfeccionado que estos estándares son estrictos y están bien definidos; Dios nunca los va a cambiar. No los cambió hace dos mil años ni los ha cambiado hasta ahora. Es solo que ahora habrá más personas perfeccionadas, debido a lo mucho que ha hablado Dios. En aquel entonces, obró a más pequeña escala y no les contó de manera explícita más verdades a las personas. Ahora les ha dicho más verdades y las ha hecho más conscientes de Sus intenciones, y Dios ha expresado todos los estándares que Él requiere y las verdades que han de conocer las personas. Al mismo tiempo, el Espíritu de Dios también obra así de manera coordinada entre ellas. Estos dos aspectos combinados prueban que, durante este periodo, Dios pretende perfeccionar a más personas; se trata de un grupo de ellas, no solo de una o dos. A juzgar por esta información, ¿tenéis la mayoría de vosotros esperanzas de ser perfeccionados? Algunos dicen no estar seguros, pero, aunque no lo estemos, lo vamos a intentar; es mejor fracasar que suplicar ahora misericordia. ¿Qué clase de comportamiento es el de suplicar misericordia en este momento? Es un comportamiento cobarde, inútil, incompetente, despreciable y deshonroso para Dios. ¡No debéis ser cobardes! A la gente le han contado las condiciones y estándares para ser perfeccionados de manera clara y sencilla; lo que prevalece es cómo practicar y cómo cooperar con la obra de Dios. No importa cuántas veces fracases durante este periodo, mientras no ofendas el carácter de Dios, no deberías desanimarte ni rendirte; sigue esforzándote para ascender. Algunos dicen que su calibre es pobre. ¿Acaso Dios no lo sabe? El hecho de que lo admitan ya es bueno a ojos de Dios porque el género humano corrupto es arrogante y sentencioso, y muy pocos admiten que su calibre es pobre. Es bueno reconocerlo, una buena expresión. Algunos hablan sobre sus experiencias y se dan cuenta de que su humanidad es pobre y mala. ¿Por qué otros no toman conciencia de ello? Reconocer tu pobre humanidad, tu mala humanidad, indica que has entendido las palabras de Dios y las has asociado a tu persona; demuestra que tienes fe en la obra de salvación de Dios, que posees la determinación y la voluntad de satisfacerlo; como poco, fuiste capaz de admitir este sincero enunciado. ¿Quién entre los no creyentes se denomina ahora como malo? Aunque lo sea, asegura que es bueno; afirma que sus malas acciones son grandes buenas obras y un comportamiento virtuoso, y así distorsiona con descaro el bien y el mal. Por tanto, no importa con qué contratiempos te encuentres, con qué fracasos y tropiezos, has de ser capaz de ver las esperanzas que hay ante ti. ¿A quién tienes delante? ¡A Dios! La gente se puede embarcar en la senda correcta si Dios la guía y dirige.
Hoy hemos compartido tres casos de estudio, con los que hemos aclarado las diversas nociones y figuraciones de las personas sobre la obra de Dios. ¿Habéis entendido todos lo que se ha transmitido? (Sí). Vuestra habilidad para entender demuestra que poseéis el calibre y las facultades para aceptar la verdad; existe esperanza de que entendáis y obtengáis la verdad. ¿Por qué no se pueden explicar con claridad estas verdades en solo una o dos horas, ni en dos o tres? Porque hay que exponer muchos contenidos preliminares a fin de hablar de los detalles que vienen a continuación. Sin sentar ciertas bases de antemano, no podréis mantener el ritmo de los contenidos sucesivos. Si hablara de manera concisa, sin ningún contenido preliminar, os resultaría complicado seguirlo. Por tanto, hablo acerca de algunos ejemplos, luego los trato desde perspectivas tanto positivas como negativas para ayudaros a entender y discernir, a saber qué está pasando exactamente con tales asuntos y cómo debe uno comprenderlos puramente. Si podéis lograrlo, Mi charla no ha sido en vano. A partir del momento en que empiezas a tener cierto concepto de estas verdades una vez que las oyes, hasta el punto en el que tienes un entendimiento profundo, donde te das cuenta desde el fondo de tu corazón de por qué dice Dios estas cosas, qué parte de tu propio carácter corrupto está involucrado en estas verdades que expresa Dios, y por qué Él quiere decirte todo eso, se requiere cierta etapa para alcanzar este nivel de entendimiento. Has de asociar estas verdades con tu propio carácter corrupto, discurso, comportamiento, pensamientos e ideas, es decir, aplicarlo a tu situación real, e inconscientemente poco a poco llegarás a entender y captar estas verdades. Si no las comparas con tu propio caso, sino que hoy tomas notas y mañana las revisas y memorizas para luego pregonárselas a aquellos que nunca las han oído, podrías pensar que has obtenido estas verdades, pero en realidad no ha sido así. Desde el día en que escupes doctrinas, estas verdades dejan de serlo para ti y se te hace difícil captar la verdad, como si esta hubiera desaparecido por completo. Una vez que la verdad se vuelve mera doctrina para ti, resulta difícil que te produzca algún efecto. Tienes que convertir la verdad en tu propia realidad, implementar poco a poco el aspecto práctico de cada verdad en ti mismo por medio de buscar y compartir, y acabar por llegar a entender qué estados incluye esta verdad y qué abarca, para entender el significado detrás de que Dios diga estas palabras. Este es el comienzo del entendimiento de la verdad. ¿Qué entendéis ahora? (Doctrinas). Cuando las personas entran por primera vez en contacto con la verdad, lo que entienden es una especie de doctrina. Sin embargo, entender doctrina no es sencillo; también requiere cierto calibre y habilidad para comprender. Además, requiere que tengas un corazón calmado y concentrado, de modo que puedas escuchar sermones con plena atención. He notado que, al escuchar sermones, hay quienes piensan: “Lo que estáis diciendo no sirve para nada, no estoy dispuesto a escuchar. Quiero oír sermones, no que me cuenten acontecimientos”. Creen que hablo acerca de lo que está bien y lo que está mal. Puesto que tienen este punto de vista, no pueden asimilar lo que oyen; les entra sueño, son incapaces de comprender y de seguir el ritmo. Tales personas no poseen la capacidad de comprender la verdad; su calibre es deficiente. Algunos que se llaman a sí mismos espirituales no están dispuestos a escuchar cuando me oyen contar historias. Beben agua, bostezan y no se están quietos. Piensan: “Las historias que cuentas tratan sobre asuntos externos; son demasiado superficiales, no las puedo asimilar. Deberías hablar más del reino espiritual; eso sí me gustaría”. Esta es la actitud exacta que tienen algunas personas. Cuando llevan muchos años ejerciendo de líderes, les gusta hablar de sermones elevados, de grandes teorías y de palabras del tercer cielo; cuanto más hablan, mayor es su entusiasmo. No obstante, si se tratan asuntos de la iglesia, de experiencias prácticas o, sobre todo, de diseccionar las dinámicas de la psique humana, siempre les parece superficial y aburrido. ¿Qué tipo de carácter es este? ¿Poseen estas personas la realidad-verdad? ¿La gente así es capaz de resolver problemas reales en su trabajo? ¿Os agrada esta gente? Compartir la verdad no puede desligarse de la realidad. ¿Pueden amar la verdad aquellos que no están interesados en la realidad? No lo creo; tales personas sienten aversión por la verdad, y eso es muy peligroso.
8 de noviembre de 2018