Las responsabilidades de los líderes y obreros (11)

En la última reunión, hablamos sobre el punto nueve de las responsabilidades de los líderes y obreros: “Comunicar, dictar y poner en marcha de manera precisa las diversas organizaciones de trabajo de la casa de Dios de acuerdo con sus requisitos, facilitando orientación, supervisión y exhortación, así como inspeccionar y hacer seguimiento del estado de su puesta en marcha”. Hablamos sobre las responsabilidades que los líderes y los obreros deben cumplir y sobre el trabajo que deben realizar, y además diseccionamos algunas de las conductas de los falsos líderes. Aunque no compartimos los detalles de cómo los líderes y obreros han de poner en marcha cada organización del trabajo, sí que hablamos en detalle sobre los principios que rigen su puesta en marcha, así como lo que los líderes y obreros deben hacer. ¿La enseñanza del punto nueve os ha aportado una definición más específica y precisa de la labor que los líderes y obreros deben llevar a cabo? ¿Tenéis ahora claro cuál es dicha labor? Lo fundamental para ellos es que la ejecuten conforme a los requisitos de Dios y la organización del trabajo de Su casa. En eso consiste, básicamente. Bien, todo en orden. La labor que un líder u obrero ha de desempeñar en la casa de Dios, así como sus responsabilidades, se han compartido de manera específica en el punto nueve. Se ha cubierto prácticamente todo. El alcance de sus responsabilidades está determinado, y la labor que deberían desempeñar, así como la forma de llevarla a cabo, también han quedado establecidas. Si alguien sigue sin saber cómo realizar una tarea concreta ahora que ha quedado perfectamente establecido, el problema radica en que tiene poco calibre. Se trata del tipo de falso líder que no puede desempeñar ninguna labor. Además, existe otro tipo de falso líder que organiza el trabajo solo según sus propias nociones y figuraciones, y que utiliza a las personas a capricho, lo que da como resultado que demasiada gente meta la mano en el plato. Y no es solo que el trabajo no se haga bien, es que lo arruina por completo, imposibilitando que progrese. Los falsos líderes nunca pondrán en marcha la organización del trabajo, y mucho menos llevarán a cabo una labor real. Se limitan a hacer lo que les gusta, se centran solo en asuntos generales; cuando trabajan, no saben más que dar órdenes y vocear doctrinas y eslóganes vacíos. Nunca hacen un seguimiento del trabajo, ni se preocupan de si ha resultado efectivo. Este es uno de los tipos de falso líder. En resumen, si uno no puede desempeñar o no lleva a cabo ninguna labor real como líder, sean cuales sean las circunstancias; si no puede cumplir con las responsabilidades de los líderes y obreros ni desempeñar el trabajo de la comisión de Dios, y si no consiguen poner en marcha las distintas tareas dispuestas por la casa de Dios, es que se trata de un falso líder.

Ahora bien, mediante la enseñanza del noveno punto sobre las responsabilidades de los líderes y obreros y nuestra exposición de las diversas formas en que se manifiestan los falsos líderes, ¿habéis ganado alguna comprensión y conocimiento básicos sobre cómo cumplir con dichas responsabilidades? (Sí). Entonces, ¿os parece que la obra de la casa de Dios es algo fácil de llevar a cabo? ¿Son elevados los requisitos para el hombre? ¿Son excesivos? (No son excesivos; todos son requisitos que podemos satisfacer). ¿Hay líderes y obreros que dicen lo siguiente? “La casa de Dios nos exige hacer demasiadas cosas y demasiados tipos de trabajo. Cuanto más superior es el líder, mayor es el alcance de su labor y el número de tareas de las que tiene que responsabilizarse. Para hacer ese trabajo correctamente y asegurarse de que se pone en marcha de acuerdo con los requisitos de lo Alto, moriríamos de agotamiento, ¿no es así?”. ¿Hay alguien que se haya desplomado de agotamiento por haber hecho todo el trabajo concreto correctamente, por haber implementado cada elemento del trabajo donde correspondía? (No). ¿Hay alguien que haya enfermado de agotamiento? ¿Hay alguien que esté tan ocupado que no le quede tiempo para comer o dormir? (No). Algunos dirán: “¿Cómo que no? Hay gente que se agota haciendo la obra de la iglesia, porque pasan un largo tiempo sin poder comer con horarios regulares o sin trabajar ni hacer descansos de forma regulada, sin un equilibrio entre trabajo y descanso. Terminan enfermos por agotamiento”. ¿Os suena que haya ocurrido alguna situación semejante? (No). Tras escuchar el punto nueve y ver los contenidos específicos de las diversas tareas que componen el trabajo en la casa de Dios, así como los estándares exigidos a los líderes y obreros en este trabajo concreto, ¿alguien se ha sentido temeroso y asustado? ¿Alguien ha pensado lo siguiente? “No resulta fácil ser un líder o un obrero. Sin una condición física saludable, un buen calibre, una expansividad de corazón y una fuerza y energía sobrehumanas, ¿quién podría realizar la labor correctamente?”. ¿Hay alguien que haya tenido este pensamiento? ¿Es válido? (No). ¿Qué lo invalida? En primer lugar, cuando llevan a cabo el trabajo de la casa de Dios, no importa cuál sea su rango ni si asumen una responsabilidad exhaustiva o solo de una única tarea, los líderes y obreros deben al menos realizar correctamente su cometido principal, además de una o dos tareas adicionales, a lo sumo. Que les encomienden un trabajo exhaustivo no significa que tengan que ofrecer una orientación o seguimientos exhaustivos. Deben centrarse en hacerse cargo de la tarea más crucial o atender simultáneamente a los eslabones débiles de ciertas tareas. Quizá haya personas que estén llenas de energía, que posean un fuerte sentido de la responsabilidad y buen calibre, y que sean capaces de llevar a cabo un amplio abanico de actividades polifacéticas, pero su labor principal se compone fundamentalmente de no más de una o dos tareas. Con respecto a otros trabajos, solo necesitan preguntar y hacer indagaciones sobre ellos, tratar de entenderlos y únicamente resolver los problemas a medida que los descubren. Esto por un lado. Por otra parte, aunque se ocupen simultáneamente de varias tareas, dependen de los supervisores primarios para realizarlas. Su único cometido consiste en supervisar las diversas tareas, comprobarlas y orientarlas; la labor principal que deben hacer ellos no deja de constituir una única tarea. ¿Y uno se agotaría por hacer una única tarea? (No). Si la persona tiene calibre suficiente y una mente flexible, organizará el trabajo de una forma razonable en cuanto a cómo distribuir el tiempo y en cuanto a cómo conseguir que sea eficiente. No se enredará en una maraña desorganizada que le impida avanzar. No parecerá muy ocupado, seguirá una rutina prescrita, pero el trabajo no será ineficiente y producirá buenos resultados. Se trata de una persona con calibre, que sabe gestionar el tiempo y los recursos humanos razonablemente. La gente de escaso o nulo calibre es un desastre, haga el trabajo que haga. Se afanan día tras día, pero ni ellos mismos saben con certeza lo que los mantiene tan ocupados. No tienen horario ni noción del tiempo; se levantan temprano y se acuestan tarde; no pueden comer en horarios regulares, pero, en vista de la ineficiencia de su trabajo, no llevan a cabo ninguna labor real. ¿No se trata de un caso de calibre excesivamente escaso? (Así es). Esta clase de persona parece estar todos los días trajinando de acá para allá sin descanso, pero no llega a captar lo esencial del trabajo, ni es capaz de distinguir lo que es urgente de lo que puede esperar, ni resuelve los problemas con eficiencia. Esto ralentiza el trabajo. La ansiedad les consume como si el corazón fuera a estallarles y les salen llagas en la boca. Sin embargo, ni siquiera en estos casos se desploman de agotamiento. Las personas de escaso calibre pueden llegar a trabajar más de ocho horas al día, pero la eficiencia de su labor es bastante peor que la de las personas de buen calibre. Por lo tanto, tienen que estar muy ocupadas, ¿verdad? Tienen que estarlo; no consiguen resultados incluso cuando se afanan; si no se afanan, el trabajo quedaría paralizado. Se trata de una persona de tan bajo calibre que no está capacitada para llevar a cabo su labor ni para asumirla. Además, el trabajo de la casa de Dios se compone de muchas tareas, y los requisitos son un tanto estrictos en términos de personal y tiempo. La mayoría de gente, si está un pelín más ocupada, es porque se esfuerza por alcanzar la excelencia y obtener buenos resultados, ya que el trabajo de la casa de Dios es diferente del de los negocios y las fábricas de los no creyentes: estos exigen eficacia económica, mientras que nosotros hacemos hincapié en los resultados del trabajo. Sin embargo, dado que la mayoría de las personas son de escaso calibre, carentes de principios y sumamente ineficientes en su trabajo, les lleva mucho tiempo producir resultados. ¿No es verdad que ahora la mayoría de vosotros no tenéis ningún pensamiento negativo sobre las responsabilidades de los líderes y obreros? Una cosa es segura: los líderes y obreros no sucumbirán al agotamiento si trabajan de acuerdo con los requisitos de la casa de Dios. Aparte de estos factores objetivos externos, hay una cosa más de la que podéis estar seguros: si una persona soporta una carga y es de un cierto calibre —sin olvidar que también existe la obra del Espíritu Santo—, entonces, con algunos problemas que no pueden imaginar ni predecir, y con algunas situaciones por las que nunca han pasado y en las que carecen de experiencia, recibirán continuos recordatorios por parte del Espíritu Santo, que los esclarecerá y ayudará en cualquier momento. El trabajo de la iglesia no depende exclusivamente de la fuerza, la energía y las cargas humanas; una parte de él debe depender de la obra y el liderazgo del Espíritu Santo, tal como ha experimentado la mayoría de la gente. Por lo tanto, se mire por donde se mire, lo que un líder o un obrero debería lograr es el cumplimiento de las responsabilidades, lo que no supone un requisito adicional. Los no creyentes, en sus trabajos mundanos, actúan en función de su calibre personal. Cumplir con un deber en la casa de Dios es diferente: uno no lo lleva a cabo simplemente en función de su calibre; para conseguir resultados, también tiene que apoyarse en su entendimiento de los principios-verdad. A veces, también han de ayudarse unos a otros y cooperar en armonía si quieren desempeñar adecuadamente su deber. Hay quien podría preguntar: “¿Trabajar en la casa de Dios exige que muramos con las botas puestas? Los gusanos de seda hilan hasta morir; ¿hace falta llegar a ese extremo? ¿La casa de Dios solo terminará con nosotros cuando hayamos muerto de agotamiento?”. ¿Es esto lo que Dios exige al hombre? (No). Nuestra charla sobre los requisitos de las responsabilidades de los líderes y obreros busca sencillamente que las personas comprendan con claridad cómo cooperar con la obra de Dios de acuerdo con los principios-verdad y los métodos de trabajo que Él exige, para que Su obra pueda progresar de manera ordenada y eficaz, así como para que Sus palabras y obra lleguen a lograr mejores resultados en Su pueblo escogido. Se trata, por un lado, de desarrollar y difundir el trabajo; y, por el otro, de que las palabras y la obra de Dios produzcan los efectos que deberían producir en aquellos que lo siguen. Estas son las responsabilidades de los líderes y obreros, así como las cosas que han de conseguir con su labor.

Punto 10: Salvaguardar adecuadamente y destinar con prudencia los diversos objetos materiales de la casa de Dios (libros, equipamientos variados, alimentos, etc.) y llevar a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y reparación para minimizar los daños y el despilfarro; evitar, asimismo, su apropiación indebida por parte de personas malvadas

Hoy, pasaremos a compartir el punto diez de las responsabilidades de los líderes y obreros: “Salvaguardar adecuadamente y destinar con prudencia los diversos objetos materiales de la casa de Dios (libros, equipamientos variados, alimentos, etc.) y llevar a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y reparación para minimizar los daños y el despilfarro; evitar, asimismo, su apropiación indebida por parte de personas malvadas”. El punto nueve es un requisito relativamente extenso para los líderes y obreros. El punto diez abarca otra gran sección del trabajo, la cual comprende otro requisito específico relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros. Esta parte del trabajo se refiere a los artículos que pertenecen a la casa de Dios, algunos de los cuales se adquieren para satisfacer las necesidades vitales de las personas que cumplen con sus deberes a tiempo completo, mientras que otros materiales y equipamientos varios se compran para llevar a cabo la labor de difundir el evangelio. También se incluyen algunos libros de las palabras de Dios y los bienes relacionados con la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, que deberían guardarse en la casa de Dios. Estos bienes tienen que ver con la fe en Dios de las personas. Tres categorías en total: artículos necesarios para la vida, artículos necesarios para el trabajo y artículos necesarios para la fe en Dios. No importa si estos elementos los compra la casa de Dios o los donan los hermanos y hermanas; una vez que pasan a pertenecer a la casa de Dios, se vinculan con el apartado relativo a la gestión y reparto de los bienes materiales por parte de los líderes y obreros. Vista desde fuera, quizá no parezca una labor tan importante en comparación con la vida de la iglesia y las tareas administrativas o profesionales, y quizá parezca que no hace falta incluirla en la agenda, pero sigue siendo importante que los líderes y obreros la lleven a cabo. Los diversos artículos de la casa de Dios están implicados en el trabajo, la vida, los estudios y demás actividades de todo el personal que cumple con los deberes, por lo que su custodia y reparto prudente tiene mucha importancia y no debe descuidarse.

Salvaguardar adecuadamente

Como líderes y obreros, un aspecto más crucial que desempeñar bien las tareas administrativas y mejorar la vida de la iglesia es llevar a cabo eficazmente la labor de difusión del evangelio, así como las diversas tareas asociadas a ella. Asimismo, los distintos bienes materiales de la casa de Dios también deberían ser objeto de una gestión adecuada. Deberían almacenarse correctamente; no permitir que se enmohezcan o se infesten de bichos, ni permitir que otros individuos los acaparen como si fueran su propiedad privada. La casa de Dios también cuenta con requisitos y pasos específicos para que los líderes y obreros lleven a cabo esta labor correctamente. Tienen que empezar por comprobar si quienes gestionan estos bienes son las personas apropiadas, personas responsables, si saben hacerlo y si pueden cumplir su responsabilidad con diligencia; si estas cosas estarán seguras en sus manos. Por ejemplo, en el caso de almacenar los alimentos, ¿es húmedo el sitio donde se almacenan durante la estación de las lluvias, cuando el tiempo es húmedo y lluvioso? ¿Las personas que gestionan esto lo revisan a tiempo? Si los alimentos se mojan, ¿los sacan para que se sequen? ¿Gestionan las cosas con el mismo esmero que si fueran suyas? ¿Tienen semejante humanidad? ¿Tienen semejante lealtad? En primer lugar, ha de efectuarse una auditoría de las personas que gestionan estas cosas para ver cómo es su humanidad, si poseen una conciencia y son virtuosos. Si una persona parece tener una buena humanidad y un corazón bondadoso, y casi todos los demás hablan bien de ella, pero no sabes si es apta para gestionar los bienes de la casa de Dios, ¿cómo se debe proceder entonces? Debes hacer un seguimiento, controlar las cosas y supervisar. Debes preguntar por las cosas al cabo de un tiempo para comprobar si el encargado de su custodia ha estado cumpliendo con su responsabilidad. En el caso de los alimentos, por ejemplo, la mayor preocupación es la humedad. El custodio debería revisar si el granero es húmedo y si existe riesgo de que los alimentos tengan insectos, y debería buscar a alguien que conozca tales temas para consultarle y que le ayude a entender qué prácticas pueden garantizar que los alimentos se conserven secos y que no se enmohezcan ni se infesten de insectos. Una vez que hayan guardado los alimentos, debería revisar el granero a menudo o abrir las ventanas para que se ventile. Eso sería cumplir verdaderamente con su responsabilidad. Si el custodio hace estas cosas por iniciativa propia, sin que haya que recordárselo o instarlo a ello, es que se trata de una persona fiable, lo cual resulta tranquilizador. ¿Y qué hay de las personas que custodian los diversos equipamientos, entonces? ¿Son las adecuadas para el puesto? Uno aún no lo sabe; también hay que comprobarlo. ¿Cómo se almacena la mayoría del equipamiento —aparatos electrónicos, muebles, instalaciones, etcétera— cuando no se suele utilizar? ¿Se encarga el custodio de ello y de su mantenimiento? ¿Se llevan a cabo revisiones periódicas de los dispositivos electrónicos, se encienden y se ponen en funcionamiento? Indagando, puedes averiguar que el custodio lo hace de forma periódica. Quizá estos equipamientos, aunque estén ahí sin utilizarse, no tengan polvo, lo cual significa que alguien se ocupa a menudo de su cuidado; verás que su custodio lo está haciendo bien, que está cumpliendo con su responsabilidad. Entonces, podrás descansar tranquilo. Por otro lado, están los libros de las palabras de Dios. Cada uno de ellos es difícil de conseguir y, además, para los creyentes en Dios no existe nada más importante; ni los alimentos, ni los aparatos electrónicos, ni ningún otro objeto. Así pues, con mayor motivo deberías encontrar a la persona correcta para que se encargue de ellos, así como el lugar correcto para guardarlos. También serán necesarias una ventilación, inspección y supervisión adecuadas; no puede permitirse que los libros se llenen de humedad o se mojen ni que los roan los ratones. Estas son cosas a las que hay que estar atento. Entonces, ¿las personas que gestionan estos bienes son las indicadas para el puesto? También debes comprobarlo a menudo. Si los encargados de cuidarlos son vagos, negligentes y descuidados, algunos de los libros resultarán dañados, si no es por la humedad y el moho, será por los insectos. Estas son todas pérdidas causadas por una inspección y una vigilancia poco estrictas por parte de los líderes y obreros. Si los cuidadores cuidan estos bienes como es debido, los líderes y obreros habrán cumplido con esta responsabilidad. Da igual si esos objetos son grandes o pequeños, o si no se usan a menudo, mientras figuren entre las posesiones de la casa de Dios, debería disponerse que alguien los gestione. Los bienes han de mantenerse seguros, sea cual sea su tipo y se guarden donde se guarden, así como se ha de garantizar que no les ocurra nada malo. Eso es lo que significa ser leal y responsable. Si se descubre que una persona encargada de la gestión de los bienes no es apta para el puesto, ¿cómo habría que proceder? Hay que transferirla de inmediato y buscarle un sustituto. Hay individuos, por ejemplo, que son unos holgazanes ociosos, que les gusta comer pero no trabajar, que no asumen ninguna responsabilidad. Tratan las cosas de la iglesia con dejadez, como si fueran de propiedad pública, pensando que, mientras no se pierdan, no habrá problema. No les preocupa que se llenen de moho o de bichos, ni que algún objeto se haya dañado; ni les importa ni preguntan. Cada vez que les preguntas, responden que los han revisado y que todo está en orden, cuando en realidad llevan mucho tiempo sin comprobarlos. Entonces llega el día en que alguien de pronto descubre que los alimentos se han puesto mohosos, que los ratones han roído los cables de algún aparato y que incluso los libros de las palabras de Dios han cogido tanta humedad que lo escrito en ellos se ha vuelto borroso e ilegible. Si uno solo se entera de estas cosas en ese momento, ¿no es ya demasiado tarde? (Sí, el daño está hecho). Ese es el resultado de una gestión inapropiada. La persona encargada de gestionar estas cosas, ¿no es acaso incapaz? ¿No es algo inmoral y de una humanidad pobre? (Lo es, sí). Los no creyentes calificarían de inmoral a una persona de este tipo; ¿qué decimos nosotros? Que tiene mala humanidad, que no es leal. Ni siquiera puede cumplir con esa pequeña responsabilidad; ni siquiera es capaz de desempeñar una tarea que cualquiera que ponga un poco de esmero y tenga un poco de conciencia y humanidad podría desempeñar. ¿Seguirá siendo un creyente en Dios? Hasta los no creyentes sostienen: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Esta persona ni siquiera alcanza el estándar moral mínimo de los no creyentes, por lo que está claro que no es apta para servir como miembro del personal de gestión de bienes. Hay que ocuparse sin demora de las personas no aptas y buscarles sustitutos apropiados. Si no confías en tu personal de gestión de bienes y no dispones de tiempo para comprobar las cosas tú mismo, o no puedes hacer un seguimiento y revisarlas por algún motivo circunstancial, ¿cómo se debe proceder en ese caso? Cabe la opción de pedir a la persona que gestiona las cosas a escribir garantías, comprometiéndose a pagar los daños que sufran los artículos que gestiona, a aceptar cualquier sanción que le imponga la casa de Dios. Debe resolverse conforme al sistema administrativo. Si un líder u obrero es capaz de desempeñar su labor hasta este nivel, estará cumpliendo con su responsabilidad.

Cualquier bien material de la casa de Dios, ya sea grande o pequeño, caro o barato, de utilidad para ti o no, si te han designado para gestionarlo, entonces es responsabilidad tuya. Esta labor recae dentro del ámbito de responsabilidad de los líderes y obreros, por lo que debes encontrar la persona y el sitio apropiados para custodiarlo adecuadamente. No permitas que los bienes de la casa de Dios sufran ningún daño. Por ejemplo, con la custodia de los libros de las palabras de Dios, una vez que un líder u obrero ha organizado al personal apropiado para ellos, aún debe preguntar al respecto de vez en cuando: “Se han distribuido muchos libros recientemente, pero, aunque quedan menos, no te descuides. Lo más importante a la hora de almacenar los libros es evitar que sufran daños por la humedad o el sol, así como evitar que acaben aplastados o que se deformen”. Debe hacer preguntas e indagaciones de vez en cuando. Si han llegado nuevos libros, debe preguntar cómo se están custodiando; si caben todos en la ubicación original y, en caso de que no, si les han buscado otro sitio y cómo es, si es seguro y seco, si los libros están bien guardados y si hay que preocuparse por los ratones, si hace falta tener un gato. Todas estas cosas son las que los líderes y obreros deben hacer; y son su responsabilidad que cumplir. Esta labor quizá parezca un tanto insignificante, pero también es una de las tareas que los líderes y obreros deben llevar a cabo de forma periódica. No la subestimes; hay que tomársela en serio. Estos artículos son de propiedad pública y no pertenecen a ningún individuo, pero deben custodiarse bien; al margen de si te serán de utilidad en el futuro o no, y al margen de que sean o no para que tú los utilices, tienes la responsabilidad de custodiarlos adecuadamente, se trata de una cuestión que recae sobre ti, y no deberías buscar ningún motivo o excusa para desentenderte y no prestarle atención. Mientras algo sea tu responsabilidad, será algo que debes gestionar, una tarea que debes hacer. Con todo, debes hacer indagaciones y tratar de entender las cosas, o participar en ellas personalmente. Si dispones de tiempo para acudir al sitio y echar un vistazo tú mismo, sería preferible, naturalmente. Pero, si las circunstancias y las condiciones no lo permiten, o si te estás demasiado ocupado con el trabajo, igualmente deberías indagar y preguntar al respecto en el momento oportuno, en un intento de evitar que los bienes de la casa de Dios se dañen o se desperdicien de alguna manera. Hacerlo significa que has cumplido con la responsabilidad de los líderes y obreros.

Destinar con prudencia

Con los bienes materiales de la casa de Dios, aparte de almacenarlos adecuadamente, debe llevarse a cabo otra tarea importante: destinarlos con prudencia. Todos estos bienes son para que los use la gente, todos son artículos útiles, de modo que el principal objetivo de custodiarlos es que puedan utilizarse con prudencia. Antes de darles un uso prudente, depende de los líderes y obreros destinarlos con prudencia. ¿Qué significa esto? Significa que la casa de Dios tiene principios y reglas en cuanto a las personas a las que se entregan estos bienes. El principal propósito de estos bienes, ya hayan sido ofrendados por los hermanos y hermanas o adquiridos por la casa de Dios, no es acumularlos para ayudas sociales o como limosnas en obras de caridad, sino para el uso de todos los hermanos y hermanas que cumplen con su deber a tiempo completo. Por lo tanto, la forma de destinarlos, los principios que rigen su reparto, es otra de las responsabilidades que los líderes y obreros deben cumplir a la hora de gestionar los diversos bienes materiales de la casa de Dios. Hemos mencionado aquí destinarlos con prudencia; en este caso, ser “prudente” es el principio exigido por la casa de Dios.

I. Destinar con prudencia los libros de las palabras de Dios

Empezaremos con los libros de las palabras de Dios. Cada vez que se publican nuevos libros, la casa de Dios cuenta con requisitos y reglas en cuanto a los principios que determinan quién debe recibir dichos libros. En la iglesia, existen personas que leen las palabras de Dios y personas que no; existen personas que aman la verdad y personas que no, y existen personas que cumplen con sus deberes y personas que no. Se deben establecer diferenciaciones entre estos grupos de personas. Asimismo, hay algunos volúmenes especiales que se engloban en la categoría de libros de texto: gramáticas, diccionarios y otros manuales similares. Todos estos deberían distribuirse estrictamente conforme a los principios. No deben entregarse a quienes no los necesiten, solo a los que sí. Y luego hay ciertos manuales que se imprimen en cantidades relativamente limitadas; si estos se le entregan a un individuo, ¿qué se le exigirá a este? Puedes leerlos, pero no los dañes; no los dejes por ahí ni arranques páginas indiscriminadamente. Y, cuando termines con ellos, tienes que devolverlos a su sitio original. Respecto a los libros sobre la fe en Dios, los líderes y obreros deberían distribuirlos en estricta conformidad con la organización del trabajo de la casa de Dios, así como permitir también que el pueblo escogido de Dios comprenda los principios y actúe de acuerdo con ellos.

II. Destinar con prudencia los diversos tipos de equipamientos

A continuación, abordaremos cómo destinar distintos tipos de equipamientos. Se trata de una tarea relativamente crucial. El reparto de varios tipos de equipamientos, entre los que figuran los dispositivos electrónicos, así como las herramientas necesarias para diversas profesiones, tiene que ser un tanto más estricto. Cuando los líderes y los obreros los distribuyen, también debería haber principios por los que regirse. Los destinatarios deben ser capaces de manejarlos con destreza y hacer un uso correcto y prudente de ellos. Si alguien es novato o simplemente no sabe utilizar un equipamiento, no se le debe asignar. Esto es aplicable sobre todo a dispositivos electrónicos de gama alta, como cámaras de alta gama y ordenadores de precio más elevado, así como los equipos de grabación, aparatos de fotografía o el equipamiento necesario para postproducción de vídeo; en ningún caso se le debe asignar este tipo de equipamiento a una persona así, a fin de evitar daños. Los líderes y los obreros han de asegurarse de que quienes manejen tales equipos sean capaces, en primer lugar, de apreciar su valor, y en segundo, de utilizarlos y mantenerlos correctamente. Por ejemplo, algunos aparatos, según sus instrucciones, requieren un descanso de diez minutos cada dos horas de uso para que se enfríen. De lo contrario, se dañarán y se acortará su vida útil. Quienes aprecian el valor del aparato lo usarán estrictamente conforme a las precauciones de mantenimiento; las seguirán por iniciativa propia, sin necesidad de que se lo digas, y serán aún más estrictos y precisos si los instas a hacerlo. Tales personas están cualificadas para manejar maquinaria; son aptos para usar aparatos de gama alta, porque saben apreciar su valor y se toman en serio las precauciones para su mantenimiento y reparación. Estas personas que valoran la maquinaria y la usan con normalidad son los destinatarios más apropiados del reparto y distribución de los equipos de calidad superior. Los líderes y obreros deberían realizar las verificaciones pertinentes a este respecto. Si se dispone de un ordenador de gama alta y se le asigna a cualquiera que lo solicite alegando que lo necesita, ¿se está aplicando un principio correcto? (No). ¿Qué está mal? Para los líderes y obreros, una parte de la distribución y el reparto de estos aparatos debería basarse en la competencia profesional de la persona encargada del trabajo; la otra debe basarse en el grado de aprecio que dicha persona tenga por la maquinaria, en si tiene humanidad, en si aprecia el valor de los aparatos cuando los usa. Si la persona no sabe cuidar de un aparato y no está familiarizado con las técnicas de la profesión, y solo quiere juguetear con él por curiosidad, se le debe restringir y prohibir su uso. No están capacitados para manejar y cuidar maquinaria de gama alta. A quienes desempeñan deberes ordinarios, basta con darles herramientas ordinarias. Quienes conozcan una profesión, tengan buena humanidad y sepan manejar y mantener los aparatos y apreciar su valor pueden utilizar aparatos de calidad superior, porque están versados en un oficio y son capaces de darles uso. Si le das un aparato de gama alta a una persona tosca o atolondrada, lo destrozará en pocos días. Nadie más podrá utilizarlo, y no será fácil repararlo. Esto no solo obstaculiza la obra de la iglesia, sino que también supone un despilfarro de los recursos materiales de la casa de Dios. ¿Qué implica esto? Que tales personas no son aptas para usar máquinas buenas. Las máquinas buenas deben entregarse a las personas con humanidad, que conozcan los entresijos de un oficio. A quienes no son expertos en una profesión y tienen una humanidad pobre les basta con usar aparatos corrientes. ¿Es esto destinarlos con prudencia? (Sí).

Con toda suerte de objetos materiales, diferentes personas tratarán las cosas de forma diferente. Algunas compran un ordenador de gama alta y, tras dos años de uso, aún parece nuevo; no se observa ni una huella dactilar en la pantalla y el teclado siempre está limpísimo, sin una mota de polvo. Asimismo, tienen el escritorio impecable y los archivos guardados en el ordenador están bien organizados y de forma clara. Si alguien les señala que es malo para la pantalla tenerla mucho tiempo encendida, enseguida preguntan cuál es la mejor forma de protegerla; la opción que sea mejor es la que eligen. Si alguien les señala que el ordenador necesita reposar después de un uso prolongado, que si se sobrecalienta funcionará peor y afectará a la longevidad del equipo, entonces, cuando se dan cuenta de que llevan usándolo más de dos horas, paran de inmediato para dejar que se enfríe. Si tarda en enfriarse porque hace mucho calor, colocan un ventilador para que le dé aire. Tratan el ordenador con tanto mimo como si fuera un hijo. Se muestran especialmente atentos y cuidadosos a la hora de guardarlo en su funda y, antes de ponerlo en una mesa, primero limpian su superficie y luego lo colocan debidamente. ¿No es esta una virtud suya? (Sí). Estas personas no solo valoran los equipos ellos mismos, sino que no soportan ver que otros maltraten o dañen los aparatos. Son aptas para manejar los aparatos buenos. Hay gente con dinero que también compra ordenadores de gama alta, pero una vez que los tienen en casa no los valoran en lo más mínimo. No los limpian, por mucho polvo que acumulen, y los tienen bastante sucios. Otros utilizan un equipo durante dos años y aún parece nuevo; estos individuos lo utilizan dos meses y parece como si tuviera diez años de uso. Diles que necesitan mantenimiento y responderán: “¿Qué sentido tiene mantener ese trasto? Las máquinas rinden servicio a las personas, están al servicio de la gente. ¡Si se rompe, se compra una nueva!”. Como consecuencia, el equipo se avería en menos de seis meses debido a un uso inadecuado. ¿Qué piensas de tales personas? ¿Son aptas para usar equipos de calidad superior? (No). Por muy buenos que sean los ordenadores que compran, no piensan en cuidarlos con mimo, sino que los tiran por ahí y los colocan sin cuidado. Algunos están llenos de arañazos; otros presentan daños por agua; otros se caen al suelo y se rompen. Los manejan muy bruscamente. Algo falta en la humanidad de tales personas. ¿Estáis dispuestos a asignar el uso de los aparatos buenos a gente así? (No). Hay personas que llevan gafas cuyas lentes siempre están limpísimas, mientras que otras tienen los cristales sucios, llenos de suciedad, huellas dactilares y demás. ¿Cómo pueden siquiera usarlas estando así? Quienes cuidan sus gafas son muy particulares cuando las posan; de ninguna manera permiten que las lentes toquen la superficie de la mesa o ningún objeto, ni permiten que los cristales se rayen o sufran ninguna abrasión. Las gafas son muy importantes especialmente para las personas con miopía; ¿cómo vas a usarlas si rayas los cristales? Algunos las tratan con brusquedad y al poco tiempo de llevarlas ya tienen las lentes borrosas. Cuando se las ponen, no pueden ver nada con claridad; les iría mejor sin ellas. Y, sin embargo, creen conveniente seguir llevándolas tal como están, como si diese igual. Esto me desconcierta: ¿el propósito de ponerse gafas no es poder ver las cosas con más claridad? ¿Cómo pueden ver con nitidez si tienen los cristales rayados del todo? ¿No son personas toscas? ¡Toscas, en efecto! Algo falta en la humanidad de los individuos excesivamente toscos; no saben cuidar de las cosas, y mucho menos las valoran.

En lo que concierne a los equipamientos y herramientas importantes de la casa de Dios, ¿cuál es la responsabilidad de los líderes y obreros? A la hora de destinarlos, deben entregárselos a las personas apropiadas. Quienes usen estos importantes equipos de gama alta deben ser personas que sepan valorar las cosas. Las valorarán, cuidarán de ellas y realizarán labores de mantenimiento; cuando se encuentren en su haber, puedes estar seguro de que nunca las destrozarán o dañarán intencionadamente o debido a factores que ellos mismos provoquen, salvo por un descuido momentáneo o por la falta de algún conocimiento de sabiduría popular. Tales personas pueden manejar estos equipamientos; se les puede asignar los aparatos de gama alta. En cuanto a las personas que son por naturaleza rudos en el uso de las cosas, basta con entregarles aparatos corrientes. Además, los custodios de los equipamientos y herramientas tienen la responsabilidad de mantener un registro de su uso: quién se ha llevado qué y durante cuánto tiempo lo ha usado, o cuál de los bienes se destina para uso exclusivo de alguien, o quién debería resarcir su valor si sufre algún daño. Las dos partes deben firmar un acuerdo de modo que las cosas sean justas y razonables para todos. Las máquinas y los equipos deben cuidarse bien, tanto a corto como a largo plazo; el usuario tiene que aprender a manejarlos correctamente y, si funcionan mal, se deben reparar sin demora. Cuanto más meticulosamente se realice esta labor, mejor. Si surge una situación en la que el régimen de Satanás arresta a gente, la responsabilidad más primordial de los líderes y obreros consistirá en destinar los equipamientos y herramientas importantes a personas responsables y dignas de confianza. Una vez enviados, tienen que darles a los destinatarios algunos consejos y decirles: “Estas cosas pertenecen a la casa de Dios, son para que las uses para cumplir con tu deber. No son juguetes. Deberías utilizarlas con prudencia y cuidar bien de ellas. No las estropees. Como estos equipos y herramientas se necesitan para el cumplimiento del deber, si sufren algún daño, habrá que pagar una compensación según su valor. Si el trabajo se retrasa a causa de un equipo dañado, eso representa un problema de naturaleza más grave, lo que significa que se ha sufrido alguna perturbación y destrucción. De modo que tienes que saber manejar correctamente todo tipo de equipamientos y herramientas para cumplir con los deberes; no debes dañar bajo ninguna circunstancia las posesiones de la casa de Dios. Asegúrate de recordar estos principios: hacer un uso prudente, así como llevar a cabo labores periódicas de inspección, reparación y mantenimiento; si algo funciona mal, comunícalo de inmediato y solicita que lo reparen”. A fin de desempeñar bien esta tarea, los líderes y obreros, por una parte, tienen que conocer los principios del reparto y uso; y por otra, deben facilitar que los usuarios sepan cómo llevar a cabo las labores de mantenimiento y conservación y, si se produce algún fallo, cómo efectuar reparaciones, entre otras cosas. Este es un conocimiento básico que las personas deberían entender y poseer en lo relativo al cuidado y uso de toda suerte de equipamientos y herramientas.

Los líderes y obreros han de destinar con prudencia los diversos equipamientos de la casa de Dios. Si, por ejemplo, un miembro del personal de trabajo necesita un ordenador con prestaciones relativamente amplias, deberías asignárselo. Si dice que uno no es suficiente, tienes que preguntarle por qué, así como indagar para ver si lo que afirma se atiene a los hechos. No te guíes por su solicitud y le entregues todos los ordenadores que te pida, dándole dos si afirma que uno no es suficiente, o dándole tres si afirma que dos no bastan. ¿No estarías así distribuyendo los ordenadores como si fueran juguetes? ¿Eso no sería imprudente? Tendrías que investigar primero la situación y tomar una decisión basada en los principios de la casa de Dios. No debes, bajo ninguna circunstancia, aprobar arbitrariamente toda suerte de peticiones, en caso de que algunos estén presentando solicitudes indiscriminadas bajo el pretexto de cumplir con un deber. Además, puede que otras personas que llevan a cabo un trabajo importante necesiten equipos de gama más alta, pero sus ordenadores personales tengan configuraciones de menor calidad. Los líderes y obreros también deben investigar esto con prontitud y destinar los equipos con prudencia. La provisión de ordenadores tendría que decidirse según la naturaleza del trabajo de una persona, así como los requisitos informáticos. A los líderes u obreros corrientes que no se dedican a trabajos de informática o de producción de vídeo, que solo utilizan el ordenador para cosas como navegar por internet, buscar recursos o hacer llamadas, y que no requieren un equipo de altas prestaciones, les servirá un ordenador corriente. Algunas personas mayores solo saben hacer operaciones sencillas como teclear, acceder a internet y hacer llamadas; sin embargo, cuando se convierten en un líder u obrero, les asignan un ordenador de gama muy alta. ¿Es esto prudente? ¿No están buscando privilegios especiales? ¿No están gozando de los beneficios del estatus? (Sí). ¿Para qué utilizan esta clase de equipos de gama alta y de calidad superior? Deben entregarse al personal profesional y quienes se ocupan del trabajo pertinente. No tienen por qué corresponderse con el estatus de una persona. Algunos líderes y obreros creen erróneamente que deberían gozar de derechos de uso privilegiado sobre los distintos bienes de la casa de Dios. ¿Constituye esto una regla de la casa de Dios? No. A algunos, en cuanto se convierten en líderes y obreros, les asignan enseguida ordenadores, teléfonos móviles y auriculares de gama alta; se les facilita toda suerte de equipos de calidad superior. ¿Qué consecuencias conlleva esto? ¿Se hace realmente para obtener buenos resultados en el trabajo? ¿No están anhelando disfrutes carnales? Y, de todos modos, ¿para qué quieres ordenadores de gama alta? ¿Lo que haces no es celebrar reuniones en línea y predicar palabras y doctrinas? ¿Sabes cómo subir vídeos o eres capaz de producirlos? ¿Sabes cómo mantener la seguridad de la red o puedes construir sitios web? ¿Conoces estas profesiones? Si no, ¿qué utilidad tiene para ti un ordenador de gama alta? ¿No es algo repugnante? (Sí). Si cuentas con dinero propio, a nadie le importa cuántos ordenadores te compres, nadie se inmiscuirá, por muy buenos que sean. Ahora estamos hablando de cómo los bienes materiales de la casa de Dios deben destinarse con prudencia. ¿Qué significa “con prudencia”? Cuando los líderes y obreros utilizan los equipamientos de gama alta de la casa de Dios, ¿eso cuenta como un uso “prudente”? (No). No conocen la profesión ni saben hacer nada. ¿Tener un ordenador de calidad superior los convierte a ellos en personas de calidad superior? ¿De qué presumen? Ninguna de las reglas de la casa de Dios otorga derechos privilegiados de uso y asignación de sus bienes materiales a los líderes y obreros; carecen de ese privilegio especial, pues no es un principio prudente por el que deben destinarse los bienes de la casa de Dios; no es en absoluto prudente. Puede que algunos se compren estas cosas si se hallan en posición de hacerlo; en caso contrario, si la casa de Dios necesita asignárselas, les basta con usar cosas corrientes. Esto es justo y prudente. Quienes realmente saben manejar los equipos de gama alta son los profesionales involucrados en el trabajo en cuestión, por lo que la casa de Dios debe asignárselos a ellos. Estos son algunos de los principios que los líderes y obreros deberían entender y captar con relación al reparto de los bienes materiales de la casa de Dios. Vuelve a verificar, de acuerdo con estos principios, si las cosas se han destinado con imprudencia en algún sitio. Si se da el caso, apresúrate a rectificarlo. Hay quienes, tras convertirse en líderes y obreros, observan que nadie en la casa de Dios les hace la pelota, que nadie les asigna artículos de gama alta, que aún se visten con sus viejos atuendos propios, que aún usan su propio pequeño ordenador de lo más corriente, y que la casa de Dios no les ha proporcionado uno bueno. Por lo tanto, acuden al equipo de finanzas y solicitan comprar un ordenador. ¿Es esto prudente? (No). Dicen: “Si no me lo asignas, no cumpliré con mi deber; buscaré una oportunidad para conseguir que la casa de Dios me compre un ordenador de gama más alta, ¡un modelo nuevo y más rápido!”. Son muy osados; no hay nada que no se atrevan a hacer. Cuando se convierten en líderes, tratan la casa de Dios como si fuera suya y piensan: “El dinero de la casa de Dios también me pertenece; ¡lo gastaré como me plazca!”. Esto es algo que los anticristos son capaces de hacer.

III. Destinar con prudencia los diversos alimentos y suministros diarios

Hemos terminado de hablar sobre destinar con prudencia los diversos bienes materiales y equipamientos. A continuación, nos centraremos en los productos para la vida diaria, por ejemplo: cereales, verduras y alimentos desecados, así como los ingredientes necesarios para cocinar, distintos alimentos complementarios, etcétera. Estos artículos no solo deben almacenarse adecuadamente, sino también destinarse con prudencia. Así pues, ¿cómo se logra esto? La casa de Dios establece ciertos criterios para los alimentos, y quienes gestionan estos productos deberían destinarse con prudencia ciñéndose rigurosamente a esos estándares. No deben dar una mayor cantidad de los alimentos buenos a sus más allegados. Por ejemplo, si se compra un arroz sabroso y de buena calidad, o si solo en contadas ocasiones se compra fruta o carne, y les asignas una mayor cantidad a aquellos con los que guardas una buena relación, o les das las cosas buenas a ellos y destinas las malas a otros, ¿se considera eso destinar con prudencia? (No). ¿Cómo se mide aquí la prudencia? ¿Qué manera de destinar las cosas se consideraría prudente? Un reparto equitativo, conforme a los principios y a los estándares exigidos que la casa de Dios ha estipulado para los alimentos, entregando tanto como deba entregarse. Si sientes que tienes una relación cercana con alguien, puedes darle de tu propia ración. No seas generoso con las cosas de los demás y no uses los bienes materiales de la casa de Dios para mostrar generosidad; si quieres ser generoso, selo con tus propias cosas. La generosidad no es un principio en la casa de Dios; el principio es destinar con prudencia. La distribución de lo necesario para la vida diaria y de los distintos alimentos debe efectuarse conforme a los estándares fijados por la casa de Dios y no de una manera indiscriminada. Naturalmente, los líderes y obreros pueden supervisar y comprobar si las personas responsables de la distribución de estos artículos albergan buenas intenciones, si su distribución es prudente y se hace conforme a los principios de la casa de Dios, qué opina la gente de ella, si hay alguna queja y si se ha atendido a todo el mundo. ¿Cómo se debe proceder en tiempos de escasez? ¿Es correcto que los líderes y obreros acaparen las cosas para su propio consumo? Hay quien dirá: “Los líderes y obreros gozan de mayor estatus y prestigio, y suelen ser los que más nos hablan, lo cual les deja la boca seca. Si hay algo bueno, que se lo coman ellos”. ¿Es correcto destinar las cosas así? (No, las cosas deberían dejarse para los que las necesiten de verdad). Si hay escasez de productos para el cuidado de la salud que son relativamente caros, ¿cómo deberían destinarse? Habría que dárselos a quienes se han gastado para Dios durante muchos años y han hecho una contribución. Estas personas tienen una salud precaria a causa de la edad, pero siguen cumpliendo con su deber a conciencia, y los hermanos y hermanas se han beneficiado considerablemente gracias a ellos. Estas personas necesitan mantener y cuidar su cuerpo un poquito, y lo justo es que se les permita comer y utilizar esos productos de salud. Nadie tiene que pelear por los suministros escasos. Así es como los líderes y obreros deben destinar estas cosas. ¿Es esto prudente? (Sí). Entonces, ¿la mayoría de gente pondría objeciones a este reparto? ¿Habrá alguien que diga lo siguiente? “Puede que yo no sea tan viejo, pero tengo un montón de labores que hacer; trabajo más de ocho horas al día. Mi labor quizá no sea tan eficiente, y quizá no lleve haciéndola tantos años, pero a veces tampoco gozo de muy buena salud. ¿Por qué nadie se preocupa por mí? Cuando hay cosas buenas, nunca me tocan a mí, pero cuando hay trabajo que hacer, siempre me buscan”. ¿Se le debe dar una ración a alguien así? Como ha tenido el descaro de pedirlo, habría que dejarle algo; ¿es eso prudente? ¿Accederíais a ello? (No). Si fuera Yo, accedería. ¿Por qué molestarse por esas cosas? La gente no vive su vida para disfrutar; no vive para comer, beber y divertirse. ¿Por qué pelearse por esas cosas? Si alguien quiere realmente luchar por ellas y sus circunstancias son en cierto modo las adecuadas, entonces déjale que las disfrute un poco. Se le habrá dispensado un favor especial, pero tú no habrás salido perdiendo por ello; no hay ninguna necesidad de sentirse tan molesto. Supón que alguien dijera: “¿Por qué no me das un poco? Mi salud tampoco es que sea excelente; si realmente consiguiera comer algo bueno, sería capaz, con mi salud mejorada, de trabajar y esforzarme más por la casa de Dios, y mi labor sería más eficiente”. Dado que lo ha solicitado, no lo avergüences denegándoselo y dale algo. Los demás no deberían molestarse tanto; sé un poco más generoso. ¿Acaso tu vida no seguirá igual que hasta ahora sin esas cosas? Lo que Dios proporciona a las personas no es escaso, sino rico y abundante; no hay necesidad de pelearse por las cosas. Si hay algún alimento especial y nadie cree que lo necesita o que debe disfrutarlo, entonces habría que dárselo a la clase de persona que en última instancia acuerde la mayoría que es la más adecuada para comérselo. Hacemos hincapié en la humanidad y en destinar las cosas con prudencia. Quienes las reciban deberían aceptarlas de parte de Dios y agradecer Su gracia. Los demás no deben pelear por ellas. Si lo haces, estarás siendo poco razonable, causando problemas caprichosamente y pasándote de la raya. Así es como se debe lidiar con estas circunstancias especiales. Existen principios tanto para las circunstancias especiales como para las ordinarias; no deben tratarse indiscriminadamente, y mucho menos en función de los requisitos de las relaciones humanas. Cuando las cosas se destinan con prudencia, los líderes y obreros han cumplido con su responsabilidad.

A la hora de repartir los alimentos y los suministros diarios, los líderes y obreros deberían tener en cuenta cuáles son las situaciones reales, así como el número real de personas y las cantidades necesarias reales, para repartirlos con verdadera prudencia y lograr el objetivo de no despilfarrar ni sufrir pérdidas. Esta es una de las responsabilidades que los líderes y obreros deberían cumplir. A veces, cuando no tienen una comprensión de las circunstancias específicas, puede que repartan algunas cosas de acuerdo con un principio básico y que más tarde se enteren, a través de los comentarios de los demás y la posterior supervisión, que el reparto no fue prudente, que estuvo un poco limitado por los preceptos. En ese caso, debe mejorarse la próxima vez para evitar que se repita el problema, así como para reducir el despilfarro y las pérdidas. Eso es cumplir con la responsabilidad. Naturalmente, para evitar los daños y el despilfarro, deben, en parte, realizar más consultas cuando distribuyan las cosas; además, tienen que ceñirse estrictamente a los principios. Esto es necesario. No asignes las cosas de manera indiscriminada, dejando sin ellas a quienes cumplen con su deber sinceramente, a quienes poseen la realidad-verdad, y dándoselas específicamente a aquellos aduladores que carecen de entendimiento espiritual. ¿Es esto actuar de acuerdo con los principios? (No). ¿No es una imprudencia gratuita? No actuar de acuerdo con los principios significa no cumplir con las responsabilidades de uno. ¿A qué nos referimos con “cumplir con las responsabilidades de uno”? No se trata de actuar por inercia y atenerse a los preceptos, ni se logra siguiendo una serie de pasos establecidos, sino que se trata de actuar con una conformidad verdaderamente estricta a los principios exigidos por la casa de Dios, asegurando al mismo tiempo que no se despilfarra ni se daña ninguna de las posesiones de la casa de Dios. Eso es lo que significa cumplir verdaderamente con tu responsabilidad. Por ejemplo, en el reparto de huevos para cinco personas, habría que dar a diario uno a cada una de ellas y entregarlos cada diez días, de modo que tendrías que enviar exactamente cincuenta. Esta es la forma en la que deberías distribuirlos, en parte porque se trata de un número pequeño y fácil de manejar; además, es la cantidad exacta que van a comer. Esta práctica es bastante correcta conforme a los estándares y especificaciones exigidos por la casa de Dios; significa actuar de acuerdo con los principios. ¿Sería conveniente que un líder u obrero, por miedo a los líos, les entregara de una tacada huevos para cien días, o sea, quinientos huevos? Decidme, ¿qué resulta más fácil de manejar y transportar, cincuenta huevos o quinientos? (Cincuenta). Resulta más fácil manejar y transportar cantidades pequeñas. Hay quien envía huevos para cien días y, como consecuencia, algunos se rompen durante el trayecto y otros se aplastan cuando se manipulan en el lugar de destino. Sumando una rotura tras otra, una porción sufre daños. Si se añade que la gente, al ver que se han entregado un montón de huevos, los derrocha despreocupadamente, al final se quedarán sin ellos antes del día del siguiente envío. Por lo tanto, ¿no es la negligencia de los líderes y obreros lo que causa que los huevos se rompan y sufran daños? (Sí). Si piden más, ¿puedes dárselos? Según los principios, no les puedes entregar más antes de la fecha fijada, pero se sienten agraviados cuando no tienen huevos que comer. ¿Qué procede hacer en este caso? (Habría que entregarlos a su debido tiempo y en la cantidad justa). Entregarlos a su debido tiempo y en la cantidad justa supone actuar conforme a los principios; eso es un reparto prudente. Cuando se reparten estas cosas, los líderes y obreros han de atenerse absolutamente al principio de reparto prudente y al estándar exigido por la casa de Dios, asegurando entregas puntuales y regulares. Aparte de eso, deben tener un pronto conocimiento de si se han producido casos de despilfarro, de si ha habido nuevas solicitudes o peticiones de cosas que escasean porque se han derrochado, y de si se han desperdiciado algunos de los productos expedidos que no le gustaban a la gente. Entre los alimentos que se distribuyen, figuran las carnes y las verduras, por ejemplo, y como la mayoría de las personas prefieren la carne, la consumen en tres o cinco días y dejan las verduras. Estas no se conservan bien; algunas se echan a perder y se pudren al cabo de un tiempo, por lo que se agotan antes de que se envíe la siguiente remesa. Entonces puede que alguien solicite más. En un caso así, ¿hay que proporcionarles más? ¿Es razonable hacerlo? (No). Otras personas, a escondidas, darán buena cuenta de la carne y los huevos, y luego se comerán las verduras que les gusten mientras alegan todo tipo de motivos y excusas para dejar el resto. Cuando se pongan amarillas y se estropeen, dirán que no son comestibles y terminarán echándoselas a los cerdos y las gallinas, o simplemente las tirarán y luego pedirán más. Cuando los líderes y obreros se encuentran con un caso de esta índole, ¿cómo deben abordarlo? Si dicen: “Viendo que esto no es bastante, la próxima vez os daré más; os proveeré de más, ya que coméis mucho”, ¿es la manera correcta de abordarlo? ¿Eso no es ceguera? (Sí). ¿Cómo es que están ciegos? (No comprenden lo que sucede en realidad: el principal motivo de que no hubiera suficiente comida es que se desperdició). Sacan conclusiones precipitadas sin comprender lo que sucede en realidad. En la mayoría de los sitios donde se distribuyen alimentos conforme a las especificaciones de la casa de Dios hay comida suficiente. ¿Por qué nunca basta para ese sitio en concreto? ¿No necesita eso una investigación precisa? Han de acudir al lugar y preguntar con detenimiento y detalle sobre la situación para averiguar qué está ocurriendo. Al final, gracias a la investigación y el entendimiento, descubren que el cocinero de allí es una persona mala e inmoral, que daba de comer a las gallinas alimentos para consumo humano, desperdiciando a propósito las viandas de la casa de Dios. Es alguien muy tiquismiquis con respecto a lo que come, solo le gustan los platos deliciosos. Si no hay carne, no quiere comer verduras y, cuando la hay, ni siquiera prueba el tofu. Cuando consigue huevos, los come a todas horas. Selecciona exclusivamente productos sabrosos y no come verduras corrientes, ni le importa que se estropeen. Tras entenderlo y comprobar que el cocinero es una mala persona; ¿se le debería incrementar su cuota la próxima vez que se distribuyan cosas? (No). ¿Basta con no darle más? ¿Cómo ha de abordarse este problema una vez que se ha detectado? Sustituyéndolo de inmediato; poniendo en su lugar a una persona con un poco de humanidad para que asuma ese deber. Descubriendo y resolviendo el problema con prontitud y descartando a estas personas malvadas, a estas manzanas podridas. Alguien podría preguntar: “Dado que ya no cocina, ¿sería aceptable que se encargara de alimentar a las gallinas?” (No). Si se encargara de alimentar a las gallinas, estas no pondrían huevos; si se encargara de cebar a los cerdos, estos adelgazarían. No sirve que se encarguen de dar de comer nada. Tales personas tienen que ser destituidas; no son aptas para cumplir con un deber en la casa de Dios. Si se detecta algún otro problema al repartir los bienes materiales de la casa de Dios, también habría que resolverlo con prontitud. ¿Con qué objetivo? Reducir el despilfarro y el deterioro de los bienes materiales de la casa de Dios. Alguien podría preguntar: “Para resolver estos problemas, uno tiene que ir a investigar la cocina. ¿No has dicho que los líderes y obreros no tienen permitido entrar allí? ¿Por qué ahora sí?”. Son dos cuestiones distintas. Yo no dije que no se les permita entrar; se trataba de una disección de que los líderes y obreros no saben trabajar, que holgazanean ociosamente y se pasean de un lado a otro, ávidos de los beneficios del estatus, que van siempre a la cocina a buscar comida de la buena. En el presente caso, van a resolver problemas, no a buscar comida buena. Ve cuando tengas que ir y no vayas si no es necesario. Los líderes y obreros tienen mucho trabajo que hacer, y esta es una de sus tareas, cuyos problemas específicos solo pueden conocerse entrando en la cocina hasta el fondo y comprendiendo los detalles. Si se descubre que un cocinero no es apto, hay que destituirlo de inmediato y sustituirlo por alguien que sí lo sea. De este modo, se asegura que los productos expedidos por la casa de Dios no se desperdician ni se estropean. Como sea que lo exprese, el requisito de los líderes y obreros es que cumplan con sus responsabilidades; si corresponde a ti, entonces tienes que preocuparte de él y actuar. Debes observar con los ojos y aplicar los oídos para escuchar atentamente lo que cada persona tenga que decir; y, por supuesto, debes aprender a albergar en tu corazón opiniones, ideas y discernimiento sobre toda suerte de cosas. Otro aspecto importante es interiorizar los principios que la casa de Dios exige, y no apartarse de ellos en ningún momento. Sea cual sea la labor que lleves a cabo, primero debes entender cuáles son los principios y reglas exigidos por la casa de Dios. Antes de ponerte a trabajar, debes hacerte varias veces preguntas tales como: “¿Tengo claro cuáles son los principios exigidos por la casa de Dios? ¿Cómo hay que proceder para hacerlo conforme a los principios de la casa de Dios? ¿Cómo hay que hacerlo conforme a los principios en circunstancias especiales? ¿Cómo tiene que abordarse en circunstancias normales?”. Es absolutamente imprescindible que te plantees estas y otras preguntas antes de empezar a trabajar, además de orar más ante Dios. Se trata, por un lado, de examinarse a uno mismo, y por el otro, aceptar el escrutinio de Dios. Hacer esto ayuda a los líderes y obreros a cometer menos errores y a desviarse menos de su trabajo, así como a reducir el despilfarro de los bienes materiales de la casa de Dios y las pérdidas sufridas en esta. Y lo más importante: al hacerlo, se reafirman y se cumplen las responsabilidades de los líderes y obreros. Es lo que estos deben hacer en verdad. Este es el requisito de los líderes y obreros. Almacenar y repartir los diversos bienes materiales de la casa de Dios no es una labor complicada. Por un lado, se trata de que los líderes y obreros se familiaricen con los principios; por el otro, que los compartan más a menudo con las personas a cargo de la gestión de los distintos bienes materiales, hagan un mayor seguimiento y procuren entender mejor las cosas y llevar a cabo más investigaciones sobre el estado de la gestión; todo ello mientras comparten más con los supervisores del reparto de los distintos bienes materiales de la casa de Dios para que capten más en profundidad dichos principios. Por supuesto, los líderes y obreros deben, asimismo, indagar y preguntar continuamente sobre cómo están repartiendo y distribuyendo los artículos esas personas, y si existen circunstancias especiales; por ejemplo, si los supervisores reparten los artículos conforme a los principios exigidos por la casa de Dios en diferentes estaciones, en diferentes momentos y en los casos en que distintos tipos de personas tengan necesidades diferentes. El objetivo consiste en posibilitar que los diversos bienes de la casa de Dios cumplan su función con eficacia, que se aprovechen al máximo con prudencia y que se almacenen con el mayor cuidado posible, con el mejor mantenimiento posible. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros.

Gestionar adecuadamente los bienes materiales de la casa de Dios es responsabilidad de todo el pueblo escogido de Dios

Habiendo entendido las responsabilidades de los líderes y obreros, ¿habéis comprendido también los principios que todos y cada uno de los hermanos y hermanas deben captar en cuanto a cómo tratar los diversos bienes materiales de la casa de Dios? Quizá no seáis líderes y obreros, pero aun así debéis cumplir la responsabilidad de la supervisión. Es el derecho del pueblo escogido de Dios. Además, los diversos bienes materiales de la casa de Dios —libros e instrumentos de todo tipo; comida, bebida y objetos cotidianos, etc.— deben ser tratados por todos con cuidado y amor. Asimismo, todas las personas deberían llevar a cabo labores periódicas de revisión, reparación y mantenimiento de los distintos objetos que utilicen, así como manejarlos con prudencia; mientras estén en tu haber, no dejes que se dañen y se desperdicien, ni los deseches indiscriminadamente. Hay quien dirá: “De todas formas, esto no es mío. No lo he comprado con mi dinero. Me lo proporcionó la casa de Dios: es de propiedad pública. No hace falta que me preocupe de cuándo se mantiene y se repara, ni de dónde se guarda. No puedo llevármelo conmigo como si lo hubiera incautado”. ¿Es este un pensamiento prudente? ¿Acaso no es bastante egoísta y carente de humanidad? (Así es). Entonces, ¿qué principios deben seguirse a la hora de usar los bienes materiales de la casa de Dios? Si algo se te ha repartido, te corresponde repararlo y cuidarlo mientras lo estés usando. Eres su único responsable; sin necesidad de que otros te insten o te supervisen, debes tratarlo, valorarlo y protegerlo como si fuera de tu propiedad personal. Eso es lo que significa tener humanidad. No importa en qué condiciones se encontrase esa cosa cuando se te entregó; cuando ya no se te permita usarlo o hayas terminado con él, deberías devolverlo a la persona encargada de almacenarlo sin un solo desperfecto y en su estado original. Esto es lo que se llama tener razón; es algo que debería estar presente en la humanidad. Afirmas que crees en Dios, que tienes conciencia y razón, que amas la verdad, que la persigues y te sometes a ella, pero, si careces incluso de la humanidad más elemental que deberías tener para tratar un bien material como es debido, ¿cómo puedes siquiera hablar de amar la verdad o practicarla? ¿No son palabras un tanto vacías? Que no puedas ni siquiera cumplir con la responsabilidad que debes asumir cuando manejas un bien material significa que tu humanidad no es buena; es lo que comúnmente se describe como “carecer de humanidad”. Además, estás en tu derecho de usar tus pertenencias como quieras, ya las trates de forma brusca o meticulosa. Nadie se inmiscuirá. Sin embargo, la casa de Dios cuenta con principios que rigen el uso de sus cosas. Todos ellos se cimentan en la conciencia y la razón y, aunque quizá no se erijan a la altura de la verdad, como mínimo se ajustan a los estándares de la humanidad. Si ni siquiera puedes satisfacer este estándar de la humanidad, ni puedes tratar y usar correctamente los instrumentos y suministros que la casa de Dios te ha entregado, eso supone un problema con respecto a si puedes comprender la verdad y entrar en la realidad-verdad; plantea un interrogante. Por lo tanto, en lo que concierne a cómo tratas estas cosas, tienes derecho a usarlas, lo cual, naturalmente, conlleva la responsabilidad de repararlas, mantenerlas y cuidarlas. Has de tomarte estas cuestiones en serio. Si, al igual que los no creyentes, dices: “De todas formas, esto no es mío. No lo he comprado con mi dinero. Si algo público se rompe, se rompió; se compra uno nuevo y punto, o se arregla en el peor de los casos. Aun así, no es como si yo hubiera perdido algo”. Si piensas así, eso es problemático; corres peligro. No posees una calidad humana recta y no tienes buenas intenciones. Ser moderado con las cosas propias de uno, pero tratar las posesiones de la casa de Dios como si no fueran importantes y no preocuparte de cuidarlas, ¿no es propio de quienes no tienen buenas intenciones? ¿Acaso a Dios le gustan las personas que no tienen buenas intenciones? (No). Decidme, ¿Dios escruta a las personas que no tienen buenas intenciones? (Sí). Dios escruta por igual a todas las personas, tengan buenas intenciones o no. Cuando aceptas el escrutinio de Dios, ¿cómo tienes que proceder si descubres que piensas de esta forma? ¿Haces caso omiso? ¿Lo dejas sin revisar? ¿No le das importancia? “Lo que yo piense es asunto mío. ¿Quién eres tú para inmiscuirte? Si me permites usar algo, entonces tengo derecho a usarlo; y, en cualquier caso, mientras no rompa el aparato, no pasa nada. ¿Por qué estableces tantas exigencias y tan elevadas?”. ¿Es la forma correcta de pensar? (No). Es “carecer de humanidad”. Si albergas tales pensamientos, debes aceptar el escrutinio de Dios y decir: “Dios, tengo un carácter corrupto y una humanidad pobre. Antes creía que era muy noble y honorable, que tenía dignidad; nunca habría imaginado que este pequeño objeto me revelaría: tengo deseos egoístas; no tengo buenas intenciones; tengo mis propios pequeños objetivos. Estoy dispuesto a aceptar Tu escrutinio y Tu disciplina, así como a dar un giro”. Debes orar y arrepentirte ante Dios, así como permitir que Él te escrute. Cuando hayas aceptado Su escrutinio, ¿cómo debes dar un giro? Dirás: “Era inmoral pensar como pensaba antes; es el pensamiento de los no creyentes, de los incrédulos. Ya no puedo seguir pensando así. No debo tomar ese camino. Soy creyente en Dios; necesito ser una persona con humanidad y dignidad, necesito hacer cosas que Dios ame. Necesito cambiar mi manera de usar los instrumentos y las máquinas en el futuro. Debo dejarlos reposar cuando toque y llevar a cabo labores de reparación y mantenimiento cuando sea preciso. Debo limpiarlos a menudo y realizar revisiones periódicas de los diversos componentes para garantizar un uso normal. Y los limpiaré en el mismo instante en que termine de utilizarlos, y los devolveré a su lugar de almacenaje para evitar que los manipulen personas ajenas”. Y, cuando vuelvas a usar aparatos en el futuro, serás especialmente cuidadoso y atento. Tus opiniones estarán en constante cambio, y tus acciones mejorarán, lo cual te alejará de tus anteriores pensamientos y acciones egoístas y despreciables hacia un sentido de la responsabilidad, hacia una disposición a cuidar las cosas y hacia una mentalidad de asumir la responsabilidad. Un cambio en tu manera de pensar supone el comienzo para dar un giro de verdad. Tus acciones llegarán a cambiar cuando actualices tus ideas y tu forma de pensar en la práctica. Al alcanzar este nivel, Dios verá que estás dando un giro y te estás arrepintiendo de verdad; estos cambios y transformaciones que llevas a cabo serán verdaderamente aceptables para Dios. Esto es practicar la verdad. ¿Qué es lo fundamental que uno debe poseer al practicar la verdad? La conciencia y la razón que debería tener la gente. ¿Y las personas egoístas y despreciables tienen conciencia y razón? (No). Quizá sepas, como doctrina, que no puedes dejar los bienes de la casa de Dios tirados por ahí, ni dañarlos y despilfarrarlos, ni ser irresponsable con ellos; pero ¿qué actitud albergas en tu corazón y en tu pensamiento? “¿Qué sentido tiene preocuparse por esas cosas? Esto ni siquiera es mío”. Esta manera de pensar gobernará tu conducta, así que ¿te servirá de algo la doctrina que conoces? No, será tan solo una doctrina que no llega a tener valor en absoluto. Solo cuando tus pensamientos y puntos de vista se reviertan y hayas dado un giro y te hayas arrepentido con sinceridad ante Dios, tu conducta y tus acciones prácticas comenzarán a cambiar. Es entonces cuando lo que vives empezará a tener humanidad; es entonces cuando empezarás a entrar en la realidad-verdad. Una cuestión tan pequeña revela la humanidad de una persona, así como si esta ama realmente la verdad.

La gestión de los diversos bienes materiales de la casa de Dios es una responsabilidad que deberían cumplir los líderes y obreros, y todo el pueblo escogido de Dios debería brindar en conjunto supervisión, ayuda y la máxima cooperación. Esta responsabilidad recae en todos. El pueblo escogido de Dios tiene que servir de ejemplo, empezando por sí mismo; solo cuando ellos mismos realicen una buena labor estarán cualificados para supervisar a los demás y evaluar si sus acciones son apropiadas y conformes a los principios. Se trata de una cuestión que involucra a todos, ese pequeño detalle revela la humanidad de las personas, así como su actitud hacia la verdad. Los líderes y obreros han de desempeñar esta labor correctamente y con sumo vigor, de acuerdo con los principios de la casa de Dios, y todos los hermanos y hermanas corrientes tendrían, asimismo, que contemplar este asunto con rigor y cautela. Debes reflexionar a menudo sobre ti mismo, sobre si existen problemas en tu humanidad y en tu forma de pensar, sobre qué tipo de actitud tienes. Cuando descubras que existe un problema en tu actitud y en tu forma de pensar, deberías orar con prontitud y dar un giro; y, cuando gestiones o utilices las cosas de la casa de Dios, deberías esforzarte, por un lado, para no ser reprendido por tu conciencia ni quedarte corto ante Dios y, por otro, para que los demás te admiren, aprueben tus acciones y digan que tienes humanidad, pues todos la percibirán. Lo principal es que las personas respeten los principios al hacer esto. Esta es la obligación que las personas deberían cumplir, algo que cualquier miembro de la casa de Dios debería lograr. No es solo responsabilidad de los líderes y obreros.

¿Os queda ya más o menos claro el punto diez relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros? Habiendo comprendido los principios, las personas deberían desempeñar esta labor siendo más meticulosas y prestando más atención; deberían esmerarse más y no ser perezosos; entonces podrán básicamente reducir el daño y el despilfarro de los bienes materiales de la casa de Dios, así como evitar que la gente malvada las robe. Debería ser factible. ¿Por qué afirmo que resulta fácil lograrlo? Porque son cuestiones que afectan a la vida cotidiana de todos. No te cuesta nada manejar con atención las cosas de tu propia casa, conque, si almacenas los bienes de la casa de Dios como si fueran tuyos, de acuerdo con los requisitos de Su casa, los repartes con prudencia, consigues reducir los daños y el despilfarro y evitas que la gente malvada los robe, entonces estarás cumpliendo con la responsabilidad de los líderes y obreros. Por su naturaleza, este trabajo parece una tarea de asuntos generales. ¿Por qué lo llamamos así? Porque implica la gestión de bienes materiales. Gestiónalos y repártelos bien, de ese modo estarás cumpliendo con tu responsabilidad. Además, el principio para esta labor es bastante simple; se rige por un único principio y no implica verdades complejas. Mientras uno soporte una carga y albergue las intenciones correctas, puede desempeñar bien este trabajo sin que haga falta que comprenda demasiadas verdades, ni tampoco que se le hayan compartido muchas. Por lo tanto, este trabajo consta de una única tarea, la cual se engloba en la categoría de asuntos generales. Se trata de una labor fácil de hacer para los líderes y obreros. Con que seas un poco más diligente, hagas más preguntas, indagues más, te preocupes más y alberges las intenciones correctas, lograrás llevarla a cabo. No es nada complicada. Aquí terminamos la enseñanza del punto diez relativo a las responsabilidades de los líderes y obreros. Así de sencillo es.

La actitud y las manifestaciones de los falsos líderes con respecto a los bienes materiales de la casa de Dios

Ahora que habéis comprendido esta responsabilidad de los líderes y obreros, pasaremos a diseccionar, a este respecto, las manifestaciones que los falsos líderes exhiben cuando desempeñan esta labor y qué cosas hacen que permitan definirlos como falsos líderes. En primer lugar, cuando los falsos líderes se encargan de esta tarea, no son capaces de custodiar los diversos bienes como es debido. El almacenamiento constituye el primer elemento del trabajo importante en lo que concierne a los bienes materiales de cualquier clase. Los falsos líderes son un desastre en todo lo que hacen; aparte de estar atrapados en un cenagal en lo que atañe a la verdad y los distintos principios que involucra, son también un desastre cuando se trata de custodiar las posesiones de la casa de Dios. No saben qué tipos de personas deben buscar para gestionarlas ni la manera en la que hay que almacenarlas. No tienen objetivos precisos ni planes concretos, ni mucho menos pasos detallados para llevar a cabo esta labor. Si aparece alguien dispuesto a tomarse la molestia, estos bienes estarán custodiados; en caso contrario, los falsos líderes los dejarán a un lado despreocupadamente. No buscan a la persona adecuada para custodiarlos ni un lugar apropiado para almacenarlos, y menos aún comparten los principios específicos para su custodia. Al mismo tiempo, no establecen ningún plan para la futura ubicación, reparación y mantenimiento de estos bienes materiales. Hay incluso falsos líderes que ignoran por completo cuáles son los bienes de la casa de Dios; no les importa y no preguntan al respecto. Supongamos, por ejemplo, que la casa de Dios ha imprimido nuevos libros con las palabras de Dios. Un falso líder desconocerá cuántos libros quedan después de su distribución, quién ha sido designado para almacenarlos, cómo se han almacenado, y si están siendo almacenados en el sitio correcto, no preguntará ni indagará al respecto. ¿Por qué no lo hace? Porque piensa que custodiar los bienes materiales de la casa de Dios es un asunto menor, que él es un líder, alguien que lleva a cabo cosas importantes, que se dedica exclusivamente a predicar. No presta ninguna atención a estos “asuntos menores”, sino que los deja en manos de personas que no entienden nada, sin preocuparse de si se hacen bien o mal. Por lo tanto, no se toma para nada en serio la labor de custodiar los bienes materiales de la casa de Dios. Este es un motivo. El otro es que algunos falsos líderes están atolondrados; su mente está hecha un revoltijo. No tienen un pensamiento normal ni están concienciados con la custodia de las cosas; no cuentan con un procedimiento o una senda que seguir para custodiar los bienes de la casa de Dios. Así pues, no saben cuántas de estas cosas están dañadas, ni si están produciéndose casos de despilfarro. Cuando la gente malvada se lleva algunas cosas, un falso líder dice: “Déjalo estar; en cualquier caso, todo está en manos de Dios”. Hay individuos que utilizan bienes importantes sin que nadie lo haya aprobado; esas personas se apropian de estas cosas y no dejan que otros las usen en su trabajo, y nadie se atreve a pedirlas. Un falso líder dice: “No es para tanto. Se compra uno nuevo. Si se lo han llevado, que lo utilicen ellos primero. No es más que un objeto; da igual quién lo use. Si no lo manejan con prudencia, eso queda entre Dios y ellos. No hace falta que nosotros interfiramos”. Fíjate en cómo predican una gran doctrina para “lidiar” con el asunto, convirtiendo los problemas importantes en pequeños, y los pequeños en nada. Los falsos líderes no cumplen con ninguna de sus responsabilidades en lo que concierne a custodiar los diversos bienes de la casa de Dios. No se preocupan ni preguntan al respecto, ni resuelven ni abordan ningún problema. Incluso si lo Alto investiga su trabajo, responden con evasivas para librarse y ya está.

Algunos hermanos y hermanas compran equipos, ropa y medicinas para que la casa de Dios les dé uso y, cuando un falso líder ve esos artículos, los revisa y se agencia para sí la ropa, los zapatos y las carteras buenos; para los demás solo deja lo que sobra, lo que no necesita. Cuando los tarugos a los que guía observan esto, dicen: “Nuestro líder ha elegido lo que quiere, ahora nos toca a nosotros. Cuando terminemos, tiraremos los trastos inservibles a los hermanos y hermanas que están por debajo de nosotros”. Las cosas que caen en manos de una persona pasan a pertenecerle a ella, y lo que sobra, lo que nadie quiere, se desecha y nadie lo custodia. Y así, aunque supuestamente los diversos bienes materiales de la casa de Dios se almacenan en lugares establecidos, lo cierto es que no se custodian en absoluto; esos lugares son vertederos, no hay absolutamente nadie que los gestione. Se limitan a tirar las cosas en cualquier sitio y dejan que se acumulen. Hay ropa, zapatos y calcetines, medicinas y dispositivos electrónicos, así como productos de uso diario y utensilios de cocina; es un batiburrillo, con trastos de todo tipo, y hasta la comida para perros está mezclada con los alimentos para consumo humano. Si preguntas quién gestiona esas cosas y si las clasifican; o si existen instrucciones para estas cosas y cómo hay que almacenarlas; o, en el caso de que no se requieran para llevar a cabo la obra de la casa de Dios, si los hermanos y hermanas las necesitan; nadie conoce las respuestas. Es bastante normal que los hermanos y hermanas no lo sepan, pero los líderes y obreros tampoco tienen las respuestas; eluden por completo la responsabilidad y dicen: “No lo sé”, o: “De eso se ocupa otra persona”, y de ese modo te despachan y engañan a la casa de Dios. Esto provoca que estos problemas queden sin resolver. A los líderes y obreros no les cuesta encontrar personas adecuadas para gestionar los diversos bienes materiales de la casa de Dios, ¿verdad? Los falsos líderes ni siquiera llevan a cabo la sencilla tarea de buscar a alguien leal que custodie las cosas como es debido, que lleve buenos registros y que las mantenga bien ordenadas. ¿Qué hacen, entonces? Cuando los hermanos y hermanas ofrendan ropa o productos de primera necesidad a la casa de Dios y los falsos líderes descubren estos artículos, se arremolinan a su alrededor, como una manada de lobos hambrientos devorando juntos un trozo de carne. Se prueban cualquier prenda que les favorezca, una y otra vez, no paran de elegir cosas para sí mismos. Cuando la casa de Dios adquiere distintos tipos de aparatos y equipamientos caros e importantes, se apresuran a elegir para sí los mejores. ¿Por qué se agencian los mejores? Porque creen que, como líderes u obreros, tienen derechos de uso privilegiado sobre los bienes de la casa de Dios. Sea lo que sea lo que distribuya la casa de Dios, siempre eligen para sí las mejores cosas. Así es como tratan los bienes de la casa de Dios. ¿Es esto trabajar? ¿No es esta una manifestación de los falsos líderes? En cuanto a los productos que tienen fecha de caducidad —alimentos y medicinas, por ejemplo—, los falsos líderes ni siquiera se preocupan por ellos. No buscan personal adecuado para gestionarlos, ni dicen a los encargados: “Algunos de estos artículos tienen fecha de caducidad, conque elaborad un registro enseguida. Apresuraos a repartirlos entre los hermanos y hermanas antes de su fecha de caducidad, de modo que se consuman con prudencia; no esperéis a que caduquen; no dejéis que se desperdicien”. Los falsos líderes nunca actúan así. Cuando algo caduca, se limitan a tirarlo a la basura. Cuando los líderes y obreros cumplen una labor en la casa de Dios, en sentido estricto, deberían ser los administradores de esta. Lo primero que tienen que hacer es custodiar con prudencia los bienes de la casa de Dios, mantener una vigilancia estricta y llevar a cabo las revisiones pertinentes. Este también constituye un aspecto fundamental de la obra de la casa de Dios, pero los falsos líderes ni siquiera pueden desempeñar una labor tan fundamental como esta. ¿Son personas atolondradas, de escaso calibre y pocas luces, o es que no tienen buenas intenciones? Si son sujetos atolondrados y de pocas luces, ¿cómo es que saben elegir los artículos buenos para quedárselos? ¿Por qué no se desprenden de sus propias cosas o se las regalan a otras personas despreocupadamente? ¿Por qué no estropean o dañan sus propias pertenencias? ¿Y por qué tienen esta actitud hacia los bienes de la casa de Dios? Es evidente que carecen de moral y que no tienen buenas intenciones. Una vez que los líderes y obreros han adquirido estatus y entran en contacto con una esfera más amplia de la obra de la casa de Dios, consiguen acceso privilegiado a los diversos bienes materiales y las propiedades públicas de la casa de Dios y son los que tienen más información al respecto. Y, sin embargo, algunos líderes los ignoran, no los custodian como es debido y permiten que cualquiera los utilice y se los lleve; se limitan a dejar que los custodie quienquiera que esté dispuesto a ello y les da igual si alguien no está dispuesto a hacerlo y es un irresponsable; e, incluso si se enteran de que alguien tiene un problema, no lo resuelven. Estos son falsos líderes. A estas alturas, hemos llegado a la conclusión de que los falsos líderes, además de tener escaso calibre y no soportar ninguna carga, no tienen buenas intenciones y tienen una escasa calidad humana. Dado que estos líderes son de escaso calibre y carecen de capacidad de comprensión, se entiende que desempeñan mal su labor en un trabajo que involucra la verdad y la entrada en la vida. Y, puesto que tienen escaso calibre y carecen de capacidad de trabajo, también puede tolerarse que desempeñen mal una labor relacionada con la administración. Sin embargo, su incapacidad para llevar a cabo una tarea que implica gestionar los diversos bienes de la casa de Dios —que es la tarea más minúscula y sencilla— demuestra algo aún más evidente: para algunos falsos líderes, su problema no se reduce a tener escaso calibre y no soportar una carga, sino que encima tienen una calidad humana particularmente escasa y una humanidad particularmente pobre. Al hablar sobre la décima responsabilidad de los líderes y obreros, se ha revelado otra manifestación de los falsos líderes: no solo tienen escaso calibre, no soportan una carga y codician las comodidades carnales; también son de escasa calidad humana y no tienen buenas intenciones. No se preocupan de las cosas que no son suyas; ni siquiera las custodian. Han sido designados como administradores de la casa de Dios y, sin embargo, muerden la mano que les da de comer y no protegen los intereses de la casa de Dios mientras viven a costa de ella; desechan despreocupadamente los bienes de la casa de Dios, como si pertenecieran a extraños, no los custodian y piensan que no son gran cosa. No es solo que no cumplan con sus responsabilidades; ¡es que existe un problema con su humanidad, una enorme falta de moral! Custodiar mal las cosas que deberían custodiar, o no hacerlo, indica que los falsos líderes carecen de humanidad y que no tienen buenas intenciones. Si ni siquiera pueden custodiar adecuadamente los bienes de la casa de Dios, en el caso de que tuvieran que repartirlos, ¿lo harían con prudencia? Se quedan aún más cortos al actuar conforme a los principios. Observan cómo los bienes de la casa de Dios se desechan, se dañan y se desperdician despreocupadamente, sin que haya nadie que los gestione, y saben en el fondo de su corazón que eso no está bien; sin embargo, no toman medidas al respecto. Eso es no tener buenas intenciones. ¿Puede esta escoria, que no tiene buenas intenciones, repartir con prudencia los diversos bienes materiales de la casa de Dios? Son aún más incapaces de hacerlo; si haces que los repartan, se comportarán con una falta de moral aún mayor.

En una iglesia rural donde hay perros, la persona encargada de cuidarlos se preocupaba mucho por los cachorros recién nacidos, hasta el punto de que, temiendo que no recibieran la nutrición necesaria, solicitó huevos ecológicos para alimentarlos. El falso líder de allí aprobó la petición de inmediato, sin considerar lo escasos que son los huevos ecológicos. Si ni siquiera hay suficientes para el consumo humano, ¿cómo van a destinarse a los perros? ¿No es una manera absurda de manejar la situación? ¿Cuál es la naturaleza de este comportamiento? ¿Cómo debe definirse? ¿No es absurda esta práctica? Ese falso líder, cada vez que abre la boca, lo único que dice son doctrinas que se ajustan a los gustos de la gente; pero, en realidad, no entiende ni un ápice de los principios-verdad, de modo que, cuando algo acontece, lo aborda y maneja conforme a los deseos subjetivos, las preferencias y las figuraciones humanos; y a la larga termina perpetrando una acción tan repugnante como alimentar a los perros con huevos ecológicos. ¿Cabe considerar prudente este reparto de los bienes de la casa de Dios? (No). ¿Por qué no logra hacer un reparto prudente? A primera vista, parece que el falso líder estaba interviniendo, preocupándose y haciendo un seguimiento incluso de un asunto tan insignificante como este, y que tenía sobrados motivos y fundamentos para apoyar esta solicitud; sin embargo, ¿se ajustaba esto a los principios? ¿Estaba actuando conforme a los principios exigidos por la casa de Dios? No. Así pues, analizando la naturaleza de esta acción, ¿es una buena obra o un hecho malvado? ¿Cumple con su responsabilidad o se trata de una negligencia? Se trata de una negligencia; es una acción carente de principios, ¡es hacer maldades con imprudencia! A juzgar por esta situación, ¿qué observáis con respecto a la esencia de la humanidad de este falso líder? ¿No se observa una comprensión distorsionada y una aplicación ciega de los preceptos? Lo que dice a cada momento son doctrinas correctas, no parece que haya ninguna frase incorrecta en ello, pero en realidad está distorsionado. Las personas así son falsamente espirituales y tienen una comprensión distorsionada; son escoria que carece de entendimiento espiritual. Hemos mencionado hace un momento que la humanidad de los falsos líderes es la de personas con escasa calidad humana y que no tienen buenas intenciones. Carecen de principios a la hora de repartir los bienes materiales de la casa de Dios y los asignan a ciegas, lo que revela que los falsos líderes poseen una comprensión distorsionada y aplican los preceptos ciegamente, así como que sus acciones carecen de principios; actúan a ciegas y aleatoriamente. Por fuera, los falsos líderes parecen muy benevolentes y amables, pero se trata en realidad de una falsa benevolencia y amabilidad. Cuando, por ejemplo, una perra dio a luz a cachorros, su cuidador sugirió que deberían darles una manta nueva, destinada a las personas. Entonces dijo alguien: “Sería una lástima dar una manta nueva a los perros; en su lugar, es mejor dársela a los hermanos y hermanas y dejar para los animales la manta vieja que vayamos a reemplazar”. ¿Qué pensáis de esta sugerencia? Repartir cosas nuevas a las personas y dejar las viejas para los animales es algo bastante prudente. Este es el principio; esto es un reparto prudente. ¿Cómo manejan los falsos líderes estas situaciones cuando se ven en ellas? Al oír eso, el falso líder de allí reflexionó: “Los animales nunca tienen la oportunidad de usar cosas nuevas. Siempre aprovechan las cosas viejas y sucias. Nosotros, los humanos, disfrutamos siempre de las cosas nuevas. Las palabras de Dios establecen que a veces no somos mejores que los cerdos o los perros, así que no les disputes las cosas a los cerdos y a los perros. Es una falta de humanidad”. Y, de ese modo, terminan dándoles la manta nueva a los animales. Quizá la gente de allí no saliera perdiendo por seguir usando una manta vieja, pero la manera en que se manejó el asunto ilustra muy bien el problema. ¿Qué papel desempeñó el falso líder en este caso? ¿Diríais que las personas normales serían capaces de hacer algo así? (No). Entonces, ¿qué clase de personas permitirían que las cosas llegaran a tal extremo a la hora de manejar esta situación? (Tipos absurdos que carecen de la razón o el pensamiento de la gente normal). Todas estas respuestas son correctas: esas personas no valen un comino. Cuando la gente se encuentra en una situación similar, sabe proceder con sensatez, pero los falsos líderes falsamente espirituales que tienen una comprensión distorsionada no saben cómo lidiar con ella. Su forma de manejarla también parece tener una base, parece conforme a los principios de la casa de Dios y que está respaldada por justificaciones abundantes y prudentes; sin embargo, las personas que lo oyen se quedan con la sensación de no saber si reír o llorar de lo ridículo que es. ¿Cómo es que ni siquiera logran entender una lógica tan simple y obvia? ¿Cómo es que terminan manejando la situación de una forma tan distorsionada? Resulta enfermizo. Si les dejas ejercer como administradores, tendrán a los perros cazando ratones, a los gatos vigilando la casa y a los cerdos durmiendo en las camas; todo estará revuelto. ¿Son capaces los falsos líderes de repartir con prudencia los diversos bienes materiales de la casa de Dios? (No). Son una clase aparte, tipos atolondrados y absurdos. Aparte de aquellos falsos líderes que tienen una comprensión particularmente distorsionada y que no tienen buenas intenciones, la mayoría de los falsos líderes también hacen una labor desastrosa y un embrollo en estos casos, a pesar de que cuentan con un poco de calibre y de que su comprensión no está distorsionada. Ni siquiera pueden cumplir con las responsabilidades más nimias que les corresponden. De modo que, cuando preguntas por esta labor, su respuesta siempre es la misma: “Fulanito se ocupa de eso; fulanito lo sabe; si tienes alguna duda, tendré que ir a preguntarle a fulanito”. Y no vuelves a saber nada más del asunto. Esta es la manifestación que los falsos líderes exhiben cuando están desempeñando esta labor.

En lo que concierne a la tarea de repartir los diversos bienes materiales de la casa de Dios, los falsos líderes no solo son incapaces de llevarla a cabo conforme a los principios exigidos por la casa de Dios, sino que además dejan que intervengan un montón de sus deseos, preferencias y sentimientos personales, así como su propio entendimiento. Terminan convirtiendo esta labor en un caos y un desastre confuso, sin que quepa hablar de principio alguno. Por lo tanto, cuando un falso líder gestiona los diversos bienes de la casa de Dios, a menudo ocurre, en circunstancias en que la gente no sabe qué está pasando, que las cosas se dañan, se despilfarran sin motivo o desaparecen y luego no cuadran las cuentas. Otras veces, algunos individuos se agencian artículos para su uso personal, sin informar de ello y sin dejar registro. Los falsos líderes ni siquiera saben gestionar bien una tarea de asuntos generales tan sencilla. Terminan haciendo una labor desastrosa, pero aun así se sienten tranquilos y creen que han hecho un montón de trabajo. Los falsos líderes nunca llevan a cabo labores periódicas de inspección, mantenimiento y conservación de los diversos bienes materiales de la casa de Dios; en el fondo, esos objetos no les importan lo más mínimo. Supón que les preguntas: “¿Hay alguien que se ocupe del cuidado y mantenimiento de los equipamientos? ¿Se ha dado algún caso de despilfarro en la adquisición de piezas de repuesto cuando ha habido que repararlos? ¿Alguien ha gastado de más o se ha dejado estafar? ¿Alguien ha rendido cuentas por esos incidentes? ¿Se ha impuesto alguna multa o se ha dado una advertencia a alguien?”. Los falsos líderes no sabrán nada de esto ni les importará. Desconocen si se ha gastado dinero indebidamente al comprar cosas para la casa de Dios; si se ha designado a alguien para que gestione los artículos después de comprarlos; si los artículos adquiridos son adecuados y puede dárseles un uso eficaz y, en caso contrario, si se han devuelto o cambiado dentro del plazo establecido. Son estúpidos; no saben nada. Lo único en lo que piensan los falsos líderes es en cómo predicar doctrinas en las reuniones para que la gente los tenga en estima; no tienen ninguna capacidad de trabajo en lo que concierne específicamente a la gestión de bienes, ni muestran ninguna actitud hacia esto. Ignoran que deberían estar haciendo esta labor, aunque tampoco saben cómo llevarla a cabo. El punto de vista que adoptan los falsos líderes sobre los bienes de la casa de Dios es que estos pertenecen a todos, de manera que cualquiera que quiera usar algo puede hacerlo, y cualquiera que necesite algo puede cogerlo o solicitarlo a los superiores; opinan que es un derecho de todos y que los bienes de la casa de Dios no deberían estar bajo el control o la gestión de ningún individuo. Así pues, les da igual que alguien rompa o pierda un aparato; y, si alguien solicita comprar algo, también les da igual si es barato o caro. El hecho es que la casa de Dios cuenta con reglas para estos temas. Mientras los líderes y obreros cumplan con sus responsabilidades y lleven a cabo las comprobaciones pertinentes de acuerdo con los principios de la casa de Dios, se podrán evitar todas esas pérdidas y despilfarros. Sin embargo, los falsos líderes ni siquiera hacen esta labor de lo más sencilla que podría prevenir las pérdidas. ¿Acaso no están consumiendo la comida de la casa de Dios gratis? ¿No son unos aprovechados? ¿No es esta una manifestación específica de la “falsedad” de los falsos líderes? Si os encontrarais con un líder así, ¿cómo procederíais? (Lo destituiríamos). ¿Lo destituiríais y ya está? ¿No habría que enseñarle una o dos lecciones? “Esa máquina se colocó allí, se mojó y nadie la revisó durante días. No se sabe con certeza si aún funciona o si los ratones han roído los cables. ¿Por qué no te preocupas de estas cosas? El ordenador que utilizo se ha averiado y hay que repararlo. El trabajo se retrasará si no se repara. Y, aunque te lo he solicitado varias veces, no me has hecho caso; ¿por qué? ¿En qué andas ocupado ciegamente todo el día, corriendo de un lado a otro como un pollo sin cabeza? Cuando se confía en un líder como tú para hacer el trabajo, todo se demora y los aparatos y bienes materiales quedan destruidos por tu mano. No cuidas ni gestionas los diversos bienes de la casa de Dios. No estás capacitado para ser líder, ¡date prisa y renuncia al puesto!”. ¿Es correcto echarle una reprimenda como esta? (Sí). ¿Qué atributos posee una persona que se atreve a regañar a líderes y obreros? En primer lugar, debe ser valiente y tener un sentido de la rectitud. Habrá quien diga: “Yo no me atrevería a regañar a los líderes y obreros. Ellos son oficiales y yo, un simple soldado, mi rango es muy inferior al suyo. Ellos poseen la verdad y pueden predicar sermones. Yo no valgo para nada y no estoy en posición de regañarlos”. ¿No es esta la lógica de un canalla? (Sí). Entonces, ¿cómo sermonearíais a este tipo de líderes? “Si sabes hacer este trabajo, empléate a fondo y llévalo a cabo conforme a los principios de la casa de Dios. Lo que sea que dispongas para nosotros, lo obedeceremos. Pero, si no te empleas a fondo para hacer este trabajo, si no lo llevas a cabo conforme a los principios de la casa de Dios, ¡nunca conseguirás que te escuchemos! Es más, si no realizas ningún trabajo real, ¡tenemos derecho a destituirte del puesto y echarte! Si quieres perjudicar a alguien, que seas tú. No trates de perjudicarnos a todos”. ¿Os atreveríais a sermonearles así? (Sí). Eso dices ahora, pero, llegado el momento, ¿lo harías realmente? En general, sobre aspectos que tocan los principios-verdad y otras cuestiones importantes, no te atreves a hablar sin tapujos por temor a que una falta de perspicacia y claridad de discurso signifique que no estás haciendo más que juzgar a los líderes y obreros y perturbándolos. Sin embargo, debes ser capaz de tener perspicacia en lo que respecta a la gestión de bienes materiales; deberías aprender a discernir en este tema y llegar a captar sus principios.

Había un hombre que estaba a cargo del vestuario en un equipo de producción de películas. Era indisciplinado en sus acciones y siempre estaba apropiándose a hurtadillas de los bienes de la casa de Dios. Cuando dejó el equipo, se llevó algunas cosas consigo y, más tarde, cuando se revisó la contabilidad, se observó que buena parte del dinero que había recibido no cuadraba. Además, aunque no trabajaba, disponía de dinero y se había comprado muchos artículos de gama alta. Mientras estaba en el equipo de producción de películas, mucha gente lo halagaba y todos querían llevarse bien con él a fin de que, cuando necesitaran ropa, solo tuvieran que pedirla para que él se la proporcionara. Si alguien se llevaba mal con él, ni siquiera recibía la ropa que le correspondía. ¿Qué problema existe aquí? Existe un problema con la gestión del personal. Por una parte, este hombre se estaba apropiando indebidamente de las cosas; por otra, no repartía los artículos de la casa de Dios de acuerdo con los principios, sino que se guiaba por sus sentimientos, su propia voluntad y sus relaciones. En conformidad con los principios, esta persona debería haber sido depurada. Se trataba de un problema evidente. Sin embargo, el falso líder no solo no lo hizo, sino que, como lo consideraba una buena persona, dispuso que fuera a otro lugar a cumplir su deber. ¿No agravaba esto el error? ¿Qué opináis sobre cómo se realizó esta labor? ¿Fue conforme a los principios? ¿Cumplió este líder las responsabilidades que como tal le corresponden? (No). Dejando por el momento a un lado los beneficios que el líder podría cosechar al tratar a esa persona de esta manera, y a juzgar únicamente por cómo manejó la situación, ¿cuál fue la naturaleza de esto? Acoger a una persona malvada basándose en los sentimientos, en lugar de tratarla de acuerdo con los principios de la casa de Dios. Por lo tanto, para enlazarlo con el punto diez de las responsabilidades de los líderes y obreros, ¿qué error comete este tipo de líder y obrero en su gestión de los diversos bienes materiales de la casa de Dios? ¿Cumplió este líder con sus responsabilidades? ¿Manejó la situación pensando en proteger los bienes de la casa de Dios? De ninguna manera. No se los tomó en serio y hasta hizo la vista gorda al permitir que la persona malvada estropeara o se apropiara de estos artículos a su antojo. ¿Actuaría del mismo modo si hubieran dañado o robado sus pertenencias? No, en ese caso estaría pensando en venganza y compensación. Entonces, ¿por qué no manejó los bienes de la casa de Dios de la misma forma? Hasta llegó a decir: “Puede llevarse algunas cosas si quiere; tampoco se lleva tanto. Puede apropiarse un poco indebidamente de estas cosas si quiere; ¿quién no ha sentido el ligero deseo de hacerlo? ¿Qué importa la pequeña cantidad que escamotee? No es como si los demás recibieran menos”. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Es la actitud que deben mostrar los líderes y obreros hacia los bienes de la casa de Dios? (No). ¿No está mordiendo la mano que le da de comer? ¿Y qué lógica expuso al final? “Dejemos que se apropie indebidamente de esas cosas, no hay necesidad de saldar cuentas con él. ¿A cuánto ascienden esos fondos y bienes insignificantes? Los anticristos se apropian indebidamente de mucho más. Su apropiación indebida de esos bienes queda entre él y Dios. Llegado el momento, es asunto suyo cómo rendirá cuentas ante Dios. No tiene nada que ver con nosotros”. ¿Qué pensamientos y sentimientos experimentáis al oír a un líder decir tales cosas? Cualquiera con un mínimo de sentido de la rectitud, con un atisbo de toma de conciencia, lloraría por dentro al oír esas palabras y se sentiría descorazonado y decepcionado, aunque no fuera más que un seguidor corriente, ¡ya no digamos un líder o un obrero! Este tipo de falsos líderes disfrutan mucho de la gracia y protección de Dios y de tantísimas de Sus verdades, pero aun así muestran esta actitud fría hacia los bienes de Su casa. ¿Poseen humanidad? ¿Son aptos para ser líderes u obreros? (No). Una vez que estas personas han sido destituidas, ¿están cualificadas para ser líderes u obreros en el futuro? (No, son de escasa humanidad). ¿Cómo se manifiesta su escasa humanidad? (En que no defienden los intereses de la casa de Dios). ¿En qué acción concreta no defienden los intereses de la casa de Dios? ¿Cuál es la esencia de esta manifestación específica? La gente así no tiene buenas intenciones y es de baja calidad humana; hablan bien, pero no realizan ninguna labor real. Semejantes personas jamás deben ser líderes y obreros. Aquellos que no tienen buenas intenciones no aman la verdad, sino que buscan el beneficio propio; aquellos que no tienen buenas intenciones no se preocupan en absoluto por el pueblo escogido de Dios, ni jamás defienden la obra de la iglesia ni los intereses de la casa de Dios.

La primera tarea fundamental que deben llevar a cabo los líderes y obreros consiste en vigilar adecuadamente los diversos bienes materiales de la casa de Dios, llevar a cabo inspecciones adecuadamente y hacer guardia por la casa de Dios, a fin de evitar que ningún bien sufra daños, despilfarros o apropiaciones indebidas por parte de personas malvadas. Esto es lo mínimo que deberían hacer. En el momento en que eres elegido líder u obrero, la casa de Dios te considera su administrador: perteneces a la clase directiva y las labores que asumes son más pesadas que las de los demás. Cargas con una gran responsabilidad. Es por eso por lo que cada una de tus conductas, cada una de tus acciones, cada uno de tus planes para manejar cualquier situación y cada uno de tus métodos para resolver los problemas afectan a los intereses de la casa de Dios. Si ni siquiera los contemplas ni te los tomas en serio, no sirves para ser un administrador de Su casa. ¿Qué tipo de persona es esta? ¿Por qué no merece ser un administrador de la casa de Dios? Entre los falsos líderes, figuran algunos que no solo son de escaso calibre, sino que su problema fundamental radica en que no soportan ninguna carga; no saben trabajar, pero no buscan la verdad y ni siquiera son incapaces de cumplir con las responsabilidades mínimas correspondientes a un administrador. No tienen conciencia ni razón. Esto es porque no tienen buenas intenciones, son de baja calidad humana, egoístas y vulgares; no defienden en absoluto la obra de la iglesia, pero a menudo dañan y traicionan sus intereses; buscan granjearse el favor de la gente y mantener su relación con otras personas a costa de perjudicar los intereses de la iglesia. Permiten que los bienes materiales de la casa de Dios se dañen, se despilfarren o se pierdan; incluso permiten que la gente malvada se las apropie indebidamente; les da absolutamente igual y no sienten la menor deuda o culpa por ello. Así pues, a la hora de elegir líderes y obreros, desde la perspectiva de su humanidad, ¿cuáles son los atributos más básicos que deben poseer? Deben poseer conciencia y sentido de la rectitud, y sus motivos deberían ser los apropiados. Su humanidad primero ha de estar a la altura. No importa cuánta capacidad de trabajo o qué nivel de calibre posean, las personas de ese tipo cumplirán con el estándar como administradores si sirven como supervisores. Como mínimo, serán capaces de defender los intereses de la casa de Dios, así como los intereses comunes de los hermanos y hermanas. Jamás traicionarán ni unos ni otros. Cuando los intereses de la casa de Dios y de los hermanos y hermanas estén a punto de verse dañados o perjudicados, estas personas lo habrán previsto y serán los primeros en dar un paso al frente y protegerlos, aunque eso afecte a su propia seguridad o les exija pagar un precio o sufrir. Todas estas son las cosas que las personas con conciencia y razón pueden hacer. Algunos falsos líderes y obreros se apresuran a buscar un lugar seguro donde esconderse cuando tienen que afrontar circunstancias peligrosas, pero no se preocupan ni se interesan por los bienes importantes de la casa de Dios: libros de las palabras de Dios, teléfonos móviles, ordenadores, etcétera. Si les inquietara el efecto que tendría su arresto en el panorama general del trabajo de la iglesia, podrían enviar a otros a ocuparse de estas cosas; sin embargo, estos falsos líderes solo se esconden por su propia seguridad. Están muertos de miedo y, para garantizar su propia seguridad, no hacen nada de lo que podrían hacer. Así, cuando se producen situaciones peligrosas, se dan muchos casos en los que la negligencia, la inacción y la irresponsabilidad de los falsos líderes provocan que el gran dragón rojo saquee y se lleve diversos bienes de la casa de Dios, así como las ofrendas a Él, todo lo cual genera importantes pérdidas. Cuando surgen estas situaciones en la iglesia, lo primero que deberían plantearse los líderes y obreros es guardar los equipamientos y bienes materiales de la casa de Dios en lugares adecuados, entregárselos a las personas adecuadas para que los gestionen; no debe permitirse jamás que el gran dragón rojo se los lleve. Sin embargo, los falsos líderes nunca tienen en mente estas cosas; nunca anteponen los intereses de la casa de Dios, sino que miran por su propia seguridad. La incapacidad de los falsos líderes para llevar a cabo un trabajo real a menudo provoca que varios bienes importantes de la casa de Dios sufran pérdidas o daños. ¿No es esto una grave negligencia en el cumplimiento del deber por parte de los falsos líderes? (Lo es).

Con respecto al punto diez de las responsabilidades de los líderes y obreros, ¿cuál es la principal manifestación de los falsos líderes que estamos exponiendo? Su actitud hacia los bienes materiales de la casa de Dios es de indiferencia y desconsideración; no se rigen por los principios, sino que reparten las cosas de forma arbitraria, basándose en sus propias figuraciones y preferencias. Mientras están a cargo de su gestión, los bienes de la casa de Dios a menudo sufren daños y despilfarros en mayor o menor grado, lo cual genera pérdidas en la obra de la casa de Dios. Esta es la principal manifestación de los falsos líderes, que ni siquiera pueden gestionar esta sola tarea de lo más simple de los asuntos generales. Si no saben hacer eso ni hacerlo bien, ¿qué hacen, entonces? Por lo tanto, cuando veáis a tales personas ejerciendo como líderes, no dejéis de inspeccionar y supervisar su trabajo. Si convierten esta única tarea de los asuntos generales en un desastre, sin hacer ni siquiera lo que pueden, sin buscar a personas adecuadas para que se ocupen de la tarea cuando ellos no dispongan de tiempo, habría que destituirlos y despojarlos de su cargo. La casa de Dios nunca los usará. ¿Esto es apropiado? (Sí). ¿Por qué? Una persona que no tiene buenas intenciones, cuya comprensión esté distorsionada y que solo actúe de acuerdo con sus sentimientos y sus deseos y ambiciones egoístas y vulgares no es digna de confianza. ¿Y qué labor puede hacer bien una persona que no es de fiar? ¿Qué deber puede cumplir adecuadamente? ¿Es capaz de desempeñar algún deber con lealtad? (No).

Con la enseñanza de hoy sobre el punto diez de las responsabilidades de líderes y obreros, ¿no he expuesto con claridad otro de los principios y estándares que se les exigen? Lo que aquí se plantea no es una cuestión de calibre, ni de capacidad de trabajo, sino de humanidad. Observa a las personas que sirven como líderes y obreros, o a aquellas que la iglesia está cultivando, y comprueba si entre ellas hay alguna de escasa humanidad y que no tiene buenas intenciones, cuya humanidad sea la misma que la de los falsos líderes diseccionados en el punto diez. Si realmente encuentras líderes y obreros semejantes, deberías destituirlos, y has de recordar que nunca debes elegir como líderes a tales sujetos, ni cultivarlos para que sean líderes y obreros. Si algunas personas no comprenden la calidad humana de esos individuos y los eligen, denúncialos de inmediato. No les des la oportunidad de ser líderes y obreros. Su propósito para serlo no es realizar un trabajo real, sino destruir el trabajo de la iglesia. Si llegan a ser líderes, lo siguiente que ocurrirá es que los diversos bienes materiales de la casa de Dios acabarán arruinados. ¿Estáis dispuestos a ver semejante consecuencia? (No). Entonces, ¿cómo deberías tratar a estos individuos? Si actualmente sirven como líderes, denúncialos para que sean destituidos de su cargo. Si aún no han sido elegidos, informa a todo el mundo: “Esta persona no es buena. No la elijáis bajo ningún concepto; sería perjudicial para la iglesia”. Y, si resultan elegidos porque la gente se ha dejado embaucar y desencaminar, informa a todo el mundo de inmediato: “Hoy hemos cometido un error. Hemos elegido a alguien de escasa humanidad, que no tiene buenas intenciones, como nuestro líder. Ahora que lo hemos hecho, los intereses de la casa de Dios sufrirán daños y pérdidas. Tenemos que destituirlo de su cargo de inmediato para evitar que los intereses y los diversos bienes de la casa de Dios resulten dañados. No debemos permitir que su maquinación tenga éxito”. ¿Es apropiado hacer esto? (Lo es).

A aquellos elegidos como líderes y obreros se les requiere tener calibre y capacidad de trabajo; ahora también hay requisitos respecto a su calidad humana. ¿Qué opináis, os parece que la mayoría de personas no cumplen los requisitos para ser líderes y obreros? ¿Cuál de los tres criterios es más importante? (La humanidad). ¿Y en segundo lugar? (La capacidad de trabajo). ¿Y después? (Si tienen o no calibre). Ese orden resulta bastante preciso. Cuando elijáis a líderes en el futuro, medidlos según ese orden. Algunas personas dicen: “Existe un problema con ese orden. Pongamos que la humanidad es lo primero, y hay algunas personas que poseen buena humanidad, pero bastante mal calibre, y si son elegidos como líderes no serán capaces de hacer ningún trabajo real; entonces, ¿sigue estando bien tener en cuenta solo la humanidad de las personas?”. La humanidad de las personas es lo más importante, y es lo primero en lo que deberías fijarte, pero no es lo único a tener en cuenta al elegir a líderes y obreros. Si la humanidad de una persona está a la altura, lo siguiente es fijarse en su capacidad de trabajo. Si carecen de capacidad de trabajo y no pueden hacer ningún trabajo real, puedes pedirles realizar un trabajo que no sea demasiado exigente para sus capacidades. Si son de buena humanidad, si son capaces de asumir el trabajo, si se esfuerzan al máximo por hacerlo bien, si se puede confiar en ellos y la casa de Dios no ha de tener reparos al usarlos, si son edificantes, útiles y beneficiosos para la mayoría de los hermanos y hermanas, entonces cumplen con el estándar. Si su calibre es escaso y carecen de capacidad de trabajo, o simplemente tienen una capacidad de trabajo promedia, que realicen alguna labor simple o un solo trabajo. Si tienen buen calibre y una capacidad de trabajo fuerte, pueden desempeñar alguna labor importante o varios trabajos diferentes. ¿No puedes ni siquiera hacer esta clase de organizaciones? Si son de escasa humanidad y no tienen buenas intenciones, entonces, por muy grande que sea su capacidad de trabajo, ¿podrán hacer bien la labor? (No). Si dirigieran una empresa o a unos pocos empleados, no pasaría nada, pero ¿qué problemas surgirían si les pidieran gestionar los distintos bienes materiales de la casa de Dios? En primer lugar, no gestionarían en absoluto esos bienes ni manejarían las cosas de acuerdo con los principios que requiere la casa de Dios. No tienen buenas intenciones, no aman la verdad, y en su corazón solo existen maquinaciones y pensamientos e ideas perversos, así que, cuando actúan, lo hacen de acuerdo con sus propias preferencias y según sus propios intereses, no según los principios-verdad ni la justicia. Solo consideran lo que tienen que perder o ganar, y no piensan en los principios requeridos por la casa de Dios, así que están destinados a fracasar en la labor de líderes y obreros. ¿Cómo se determina esto? Por su calidad humana, no por su capacidad de trabajo. Por lo tanto, al sopesar si alguien es noble o de escaso valor, si cumple con los estándares de la casa de Dios para la selección de líderes y obreros, primero se mira su humanidad. Si tienen una humanidad confiable y que está a la altura, considerad a continuación si poseen capacidad de trabajo y si tienen una carga; en última instancia, contemplad los demás aspectos.

Esto constituye el punto diez de las responsabilidades de los líderes y obreros. Esto es más o menos lo diseccionado en el punto diez de las distintas manifestaciones de los falsos líderes. En la conducta y manifestaciones con las que estos tratan los bienes materiales de la casa de Dios, puede observarse que la mayoría de ellos carecen de conciencia y razón, que son de una humanidad demasiado escasa y que no asumen ninguna responsabilidad; cabría decir que no tienen buenas intenciones. ¿No disponemos ahora de una prueba más con la que caracterizar a los falsos líderes? Algunos de ellos no pueden hacer el trabajo porque son de escaso calibre y porque están ciegos y no tienen comprensión de las cosas. Otros no llevan a cabo ninguna labor real porque no tienen buenas intenciones y buscan exclusivamente el beneficio propio; no defienden los intereses de la casa de Dios y les da igual que Su pueblo escogido viva o muera. Todos los tipos de falsos líderes deben ser destituidos y descartados cuanto antes para evitar que la obra de la casa de Dios se retrase y que Su pueblo escogido sufra daños.

1 de mayo de 2021

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