Las responsabilidades de los líderes y obreros (6)
Hoy continuaremos compartiendo acerca de las responsabilidades de los líderes y obreros y de las diversas manifestaciones de los falsos líderes. En la reunión anterior compartimos el punto seis de las responsabilidades de los líderes y obreros. ¿Cuál es el contenido principal de este aspecto? (El punto seis es “ascender y cultivar a todo tipo de talento cualificado para que todos aquellos que persigan la verdad tengan la oportunidad de formarse y entrar en la realidad-verdad lo antes posible”). La última vez hablamos principalmente sobre los principios de la casa de Dios para ascender y cultivar a la gente y por qué la casa de Dios asciende y cultiva a las personas. Además, diseccionamos los problemas que existen con los falsos líderes cuando se trata de ascender y cultivar a diferentes clases de personas con talento. ¿Cuáles son las principales manifestaciones de los falsos líderes en el marco de estos dos puntos? ¿Por qué decimos que son falsos líderes? Hay dos aspectos principales. Uno es que los falsos líderes no entienden los principios para ascender, cultivar y usar a diferentes clases de personas ni buscan estos principios. No saben qué aspectos del calibre es importante que posean las personas o qué criterio es fundamental cumplir para ser líder u obrero. En consecuencia, usan a las personas indiscriminadamente en función de sus propias nociones y figuraciones. Otro problema serio es que, tras ascender, cultivar y usar a estas personas, no hacen un seguimiento de su trabajo ni lo comprueban, y tampoco averiguan cómo les va o si hacen trabajo real o son capaces de cumplir bien sus responsabilidades, ni cómo es su calidad humana o si los deberes que desempeñan son adecuados para ellas. No prestan atención a si las personas a las que ascienden, cultivan y usan cumplen con el estándar y se ajustan a los principios; nunca comprueban estos aspectos. Los falsos líderes piensan que solo se trata de ascender a personas y asignarles un trabajo y que de esta forma se cumplen bien sus responsabilidades. Así es como los falsos líderes hacen su trabajo y estos son también su punto de vista y su actitud mientras trabajan. Por tanto, ¿son estas dos manifestaciones principales de los falsos líderes prueba fehaciente de que ni cumplen ni pueden cumplir bien sus responsabilidades en lo que se refiere a ascender, cultivar y utilizar a las personas? (Sí). Los falsos líderes no verifican el trabajo ni observan a las diferentes clases de personas, ni mucho menos son meticulosos en lo que respecta a la verdad y los principios comparando las manifestaciones y estados de las diferentes clases de personas con las verdades que entienden y los principios requeridos por la casa de Dios. Asimismo, no pueden discernir la humanidad y los puntos fuertes de diferentes clases de personas de acuerdo con los principios requeridos por la casa de Dios para usar a las personas. Por estas razones, son especialmente atolondrados y torpes a la hora de ascender y usar a las personas y de organizar el trabajo para ellas, y lo único que hacen es actuar por inercia y hacer trabajo superficial a partir de sus nociones y figuraciones. Así las cosas, si a los falsos líderes se les pide que usen a diferentes clases de personas con sensatez y acierto en función de su humanidad y sus puntos fuertes, ¿serán capaces de hacerlo? (No). Dejemos de lado de momento cómo es el calibre de los falsos líderes. Fijémonos solo en su actitud hacia el trabajo y en sus maneras y métodos para desempeñarlo y en el hecho de que no hacen ningún trabajo real en absoluto, sino que solo manejan los asuntos generales y hacen un poco de trabajo superficial que los coloca en el candelero, y, también, en que no hacen para nada el trabajo de proveer de la verdad a las personas ni saben cómo usar la verdad para resolver problemas; todo esto ya es suficiente para demostrar que los falsos líderes no pueden hacer el trabajo real de la iglesia. Solo a partir del hecho de que los falsos líderes no hacen trabajo real ni se comprometen plenamente con los hermanos y hermanas para resolver problemas reales y, en cambio, actúan con gran superioridad dando órdenes, se puede confirmar que son incapaces de realizar bien todos los aspectos del trabajo de la iglesia para ascender y cultivar a personas para la casa de Dios.
Punto 7: Destinar y utilizar sabiamente a distintos tipos de personas en función de su humanidad y sus puntos fuertes, de modo que se obtenga el máximo aprovechamiento de cada una de ellas (I)
Usar a diferentes tipos de personas con sensatez en función de su humanidad
¿Qué sabéis sobre cómo se organiza y se utiliza a diferentes clases de personas? (La casa de Dios requiere de diferentes estándares para las diversas clases de personas que asciende y cultiva, y se las debería ascender y usar de acuerdo con los principios y estándares de la casa de Dios para ascender a las personas. Si algunas son aptas para ser líderes y obreros, se las debe cultivar como líderes, obreros y supervisores; si otras poseen puntos fuertes en algún campo profesional, entonces el deber que realizan se debe organizar conforme a sus puntos fuertes profesionales, de modo que se las destine y se haga uso de ellas con sensatez). ¿Tiene alguien algo que añadir? (Otra posibilidad es medir a las personas en función de su humanidad. Si la humanidad de alguien es relativamente buena y ama la verdad y tiene capacidad de comprensión, es candidato para el ascenso y el cultivo. Si su humanidad es promedio, pero tiene puntos fuertes y puede desempeñar un deber en la casa de Dios y rendir servicio, a este tipo de persona también se le puede asignar un deber apropiado basado en sus puntos fuertes, de modo que se les dé el mejor uso posible. Si es una persona con una humanidad más bien deficiente y puede causar trastornos y perturbaciones, el hecho de que haga un deber supondría más problemas que beneficios, así que no es adecuado disponer que lo haga). Si se diferencia a las personas en función de su humanidad, siempre y cuando no sean malvadas, no causen trastornos o perturbaciones y sean capaces de hacer un deber, se ajustan a los principios de la casa de Dios para hacer uso de las personas. Aparte de las personas y los espíritus malvados, otro tipo de personas que no se puede usar son las que tienen una inteligencia inadecuada; es decir, las que no consiguen nada, son incapaces de llevar nada a cabo, de aprender una profesión, de encargarse de asuntos generales sencillos, que no pueden siquiera desempeñar trabajos físicos. No se puede usar a la gente que es de una inteligencia y humanidad inadecuadas. ¿Qué personas entran en esta categoría de tener una inteligencia inadecuada? Aquellas que no entienden el lenguaje humano, que carecen de comprensión pura, que siempre malinterpretan las cosas, las entienden mal y dan respuestas irrelevantes a las preguntas, y que son de la misma clase que los necios o los discapacitados mentales; todas ellas poseen una inteligencia inadecuada. Luego están las personas que son extremadamente absurdas y lo comprenden todo de manera diferente a la gente normal; también tienen un problema de inteligencia. ¿La inteligencia inadecuada también incluye la incapacidad para aprender cualquier cosa? (Sí). Así pues, ¿ser incapaz de aprender a escribir artículos cuenta como tener inteligencia inadecuada? (No). No se puede considerar que este tipo de personas tiene una inteligencia inadecuada. Es como aprender a cantar y bailar, a manejar un ordenador o a hablar una lengua extranjera, por ejemplo; ser incapaz de aprender este tipo de cosas no implica tener una inteligencia inadecuada. Por tanto, ¿cuáles son las cosas que la incapacidad de aprenderlas indica una inteligencia inadecuada? Por ejemplo, hay quienes tienen algunos conocimientos, pero son incapaces de aprender a organizar su lenguaje cuando hablan con otros. ¿Puede la gente de este tipo compartir la verdad, orar y comunicarse con otros con normalidad cuando cree en Dios? (No). Cuando tienen una idea en mente o se hallan en un estado y quieren abrirse y hablarles a las personas sobre ello y buscar la senda hacia una solución, reflexionan sin parar durante días y no saben por dónde empezar ni cómo expresarse. En cuanto hablan, se confunden y lo hacen de manera confusa, su boca parece negarse a hacer lo que se les dice y sus pensamientos están dispersos. Por ejemplo, les dices: “Hoy hace buen tiempo y brilla el sol” y ellos responden: “Ayer llovió y hubo un accidente de coche en la carretera”. No están en la misma onda que las personas con las que conversan. ¿Tiene esta clase de persona una inteligencia inadecuada? (Sí). Por ejemplo, si tiene un dolor de cabeza y le preguntas qué le sucede, te dirá que siente un peso en el corazón. Esta respuesta es irrelevante para la pregunta, ¿no? (Sí). Denota una enorme falta de inteligencia. Hay muchas personas así. ¿Podéis poner un ejemplo? (Hay quienes siempre se salen del tema cuando responden a las preguntas; sencillamente no entienden lo que otros les preguntan). Desviarse del tema a menudo mientras se habla es propio de una inteligencia inadecuada. Luego están los que, cuando hablan, son incapaces de distinguir entre la gente de dentro y la de fuera y a veces se traicionan a sí mismos al hablar sin ni siquiera darse cuenta; esto es también una inteligencia inadecuada. Por ejemplo, algunos hermanos y hermanas viven con miembros de su familia no creyentes que les preguntan: “¿Qué os dice vuestro Dios que hagáis?”. Responden: “El Dios en el que creemos es muy bueno. Nos enseña a ser honestos y que no se nos permite mentirle a nadie y debemos hablarle con honestidad a todo el mundo”. Aparentemente, suena a que dan testimonio de la obra de Dios, lo glorifican y transmiten a los que escuchan una buena impresión de los creyentes y hacen que confíen en ellos, pero, ¿es realmente así? ¿Qué dirán los no creyentes cuando oigan esto? Dirán: “Ya que Dios os ha pedido que seáis honestos, dinos la verdad: ¿cuánto dinero tiene vuestra iglesia? ¿Quién da más ofrendas? ¿Quién es el líder de vuestra iglesia? ¿Cuántos lugares de reunión tenéis?”. Esos hermanos y hermanas se quedarán estupefactos, ¿verdad? ¿Acaso la gente así no es tonta? ¿Por qué hablan con diablos y no creyentes sobre ser una persona honesta? En realidad, no son tan honestos ante Dios. ¿No se traicionan a sí mismos al ponerse tan serios con los no creyentes? ¿No están cavando un hoyo y tendiéndose una trampa a sí mismos? ¿No son unos necios? Al abrirle tu corazón a alguien o al hablarle con honestidad, debes tener en cuenta a quién te diriges; si es un diablo o un Satanás, ¿puedes decirles lo que sucede en realidad? Por tanto, en lo que respecta a la gente así, es necesario practicar ser “astuto como las serpientes e inocente como las palomas”; esta es la enseñanza de Dios a la especie humana. Los necios no saben hacer esto. Solo saben atenerse a los preceptos y decir cosas como: “Nosotros los creyentes somos muy honestos, no engañamos a nadie. Fijaos en vosotros los no creyentes, estáis llenos de mentiras, mientras que todos nosotros hablamos con honestidad”. Y después de haber hablado con honestidad, la gente cuenta con ventaja para usarla en su contra. ¿No significa eso que no saben distinguir entre los de dentro y los de fuera? ¿No les falta un hervor? Entienden algunas doctrinas, pero no saben cómo aplicarlas. Gritan algunas consignas y luego sienten que son realmente espirituales y además creen que entienden la verdad y poseen la realidad-verdad. Van presumiendo por todas partes, pero, al final, los satanases y los diablos se aprovechan de esto y lo usan en su contra. Esto es una inteligencia inadecuada.
Acabamos de hablar sobre varias clases de personas que tienen una inteligencia inadecuada. Una clase es la de aquellos que no entienden el lenguaje humano y que no logran comprender ni captar el quid y los puntos clave de las palabras de otras personas; otra clase es la de los cabezas huecas, que son incapaces de conseguir nada y no pueden captar los principios ni los puntos clave, hagan lo que hagan; una clase adicional es la de aquellos que tienen unos puntos de vista extremadamente intolerantes y absurdos respecto a todo. Otra clase más es la de los que son incapaces de aprender nada, ni siquiera a hablar o a conversar o a expresar sus pensamientos y opiniones con claridad, de modo que otros puedan entenderlos; aunque tienen algo de cultura, no saben organizar el lenguaje en su cabeza ni hablar con claridad, ni pueden expresar puntos de vista correctos ni lograr nada. Todas ellas son personas de inteligencia inadecuada. Por muchas destrezas o habilidades que aprendan, son incapaces de captar los principios y las reglas. Aunque de vez en cuando lleven a cabo bien una destreza o una habilidad, es por casualidad; no saben cómo lo han hecho bien. Si la próxima vez no logran hacerlo bien, tampoco saben por qué. Son incapaces de aprender nada ni de llegar a ser competentes en ello. Si se les pide que aprendan un oficio o una habilidad técnica, por mucho tiempo que pasen formándose, solo captarán la teoría. Han escuchado sermones durante muchos años, pero no han entendido la verdad. Si se les pide que tomen las palabras y las afirmaciones concretas que la casa de Dios comparte a menudo y las conviertan en un principio y una senda de práctica, serán incapaces de hacerlo, aunque se maten a trabajar y con independencia de cómo se les enseñe. Esto confirma que estas personas tienen una inteligencia inadecuada. Algunas logran exactamente los mismos resultados al hacer algo a la edad de 50 o 60 años que a los 30; no han progresado nada. No han logrado aprender ni una sola cosa en toda su vida. No es que hayan permanecido ociosos, están muy atentos y se esfuerzan, pero no han logrado aprender nada; esto demuestra que tienen una inteligencia inadecuada. A partir de lo que hemos compartido, se ha ampliado el ámbito de lo que se considera inteligencia inadecuada, ¿no? ¿Os incluiríais entre los que tienen inteligencia inadecuada? (Sí). Un poco, en mayor o menor medida. ¿Por qué lo digo? La mayoría de la gente ha escuchado sermones durante cinco años, pero siguen sin entender qué es la verdad o cuáles son las intenciones de Dios. Hay quienes llevan escuchando sermones durante 10 años, o incluso 20 o 30, y siguen sin entender qué es la realidad-verdad y qué son las palabras y doctrinas, se les llena la boca de doctrinas y las sueltan a la perfección; se trata de un problema de su inteligencia. Si por ahora dejamos de lado la comprensión de la verdad, podemos decir que las personas muestran las siguientes manifestaciones hacia algunas cosas externas y asuntos de sentido común en la vida humana: por muchos años que lleven haciendo algo, su situación, su estado y su percepción siguen siendo los mismos que cuando empezaron a aprender, y da igual cómo se las guíe y enseñe o cómo practiquen, siguen sin hacer ningún progreso. Esto es inteligencia inadecuada.
Seleccionar y hacer uso de las personas a partir de si tienen o no humanidad es algo que se ajusta a los principios; así que decidme, ¿deberíamos cultivar y hacer uso de las personas que tienen escasa humanidad, una inteligencia inadecuada o de aquellas en las que obran espíritus malvados? En absoluto. Aparte de estas diversas clases de personas que no se ajustan a los principios de la casa de Dios para usarlas, a la mayoría de las demás se las puede usar con sensatez conforme a su humanidad. Las que tienen una humanidad media, de las que no se puede decir que sean malas ni tampoco buenas, pueden ser miembros normales del equipo, sin más. Respecto a las que tienen una humanidad bastante buena, son muy racionales y poseen consciencia, aman las cosas positivas, son especialmente íntegras, tienen sentido de la rectitud y son capaces de defender los intereses de la casa de Dios, se puede poner el énfasis en cultivarlas y usarlas. En cuanto a si cultivarlas y usarlas como líderes o responsables de equipo, o bien para hacer algún trabajo importante, esto depende de su calibre y de sus puntos fuertes. Así se sopesa cómo usar a diferentes clases de personas en función de su humanidad.
Usar a diferentes tipos de personas con sensatez en función de sus puntos fuertes
Hablemos más sobre cómo usar a diferentes clases de personas en función de sus puntos fuertes. Además de calibre, algunas personas tienen algunas habilidades profesionales en las que destacan. ¿Qué significa “puntos fuertes”? (Tener una habilidad en un campo especializado, como poder componer música, tocar un instrumento o pintar cuadros). Entender de teoría de la música, de arte y también de danza y escritura; todos estos son puntos fuertes. Actuar y dirigir son puntos fuertes relacionados con la producción de películas, la traducción es un punto fuerte lingüístico y la producción de vídeo y los efectos especiales son puntos fuertes en campos específicos. Cuando hablamos sobre puntos fuertes, nos referimos a habilidades profesionales relativas al trabajo central de la iglesia. Algunas personas ya tienen un nivel básico de competencia, otras estudian estas materias después de llegar a la casa de Dios. Si alguien tiene una competencia básica pero su humanidad no está a la altura del estándar y tiene una inteligencia inadecuada o es una persona o un espíritu malvado, entonces no se lo puede usar. Si la humanidad de la persona está a la altura del estándar y posee un punto fuerte que la casa de Dios necesita, se la puede ascender, cultivar y usar, asignarla al equipo que se ajuste a sus puntos fuertes o que está relacionado con las habilidades profesionales que posee, y ponerla a trabajar de inmediato. Algunas personas todavía no tienen un punto fuerte profesional, pero están dispuestas a aprender y lo consiguen muy rápido. Si su humanidad está a la altura del estándar, la casa de Dios puede cultivarlas y crear las condiciones para que aprendan, y también se las puede usar. En resumen, la asignación de deberes se basa en el calibre y los puntos fuertes de las personas y en la medida de lo posible, se debería organizar a la gente con diferentes puntos fuertes para que trabajara en su campo de experiencia, a fin de que saquen partido de estos puntos fuertes. Si ya no se requieren más sus puntos fuertes para la casa de Dios, se puede disponer que hagan cualquier cosa de la que sean capaces, en función de su calibre y humanidad; esto es usar a las personas con sensatez. Si la casa de Dios todavía precisa sus puntos fuertes, se les debería permitir que continúen haciendo su deber en este campo y evitar que se las pueda transferir con arbitrariedad, a menos que haya muchas personas trabajando en esta profesión, en cuyo caso debería reducirse su número de acuerdo con la situación mediante la reasignación de otros deberes a aquellos menos competentes; esto es usar a las personas con sensatez.
Hay cierto tipo de personas que no tienen habilidades especiales; más o menos saben escribir artículos, entonan cuando cantan y aprenden a hacer cualquier cosa, pero no son los mejores en nada. ¿Qué se les da mejor? Tienen un poco de calibre, poseen un relativo sentido de la rectitud y buen ojo para juzgar y usar a las personas. Más allá de esto, su característica más notable es su habilidad organizativa. Si les asignas una tarea o una faena, pueden organizar a la gente para hacerlo. Al mismo tiempo, poseen capacidad de trabajo; es decir, si les encargas una tarea, cuentan con la habilidad para hacerla bien y finalizarla. Tienen un plan en mente, con pasos y una estructura. Saben cómo usar a las personas, cómo distribuir el tiempo y a quién utilizar para determinada tarea. Si surge un problema, saben cómo debatir la solución con todo el mundo. Saben cómo equilibrar y resolver todas estas cuestiones. Una persona así no solo posee capacidad de trabajo, además habla relativamente bien. Sus palabras son claras y ordenadas y no confunden a la gente. Cuando asignan un trabajo, todos lo entienden claramente y saben qué debe hacer cada persona; nadie está ocioso y no hay descuidos en el trabajo. Su explicación de los detalles del trabajo es también relativamente clara y ordenada y, para los problemas especialmente complicados, ofrecen análisis, comparten y enumeran los detalles de modo que todo el mundo entienda los problemas, sepa cómo hacer el trabajo y cómo proceder. Además, son capaces de compartir qué maneras de actuar pueden ser erróneas, qué métodos de trabajo repercutirán en la eficiencia, a qué debería prestar atención la gente en el transcurso de su trabajo, etc. Es decir, piensan más que otros antes de empezar a trabajar; piensan con mayor detalle, de manera más realista y exhaustiva que los demás. Por un lado, tienen cerebro y, por otro, son elocuentes. Tener cerebro significa que hacen las cosas de manera organizada, siguen los pasos y se ajustan a un plan con gran claridad. Ser elocuentes significa que pueden usar el lenguaje para expresar, de manera clara y comprensible, los pensamientos, planes y cálculos que tienen en mente y que saben cómo hablar con simpleza y de manera concisa para no confundir a sus oyentes. Se expresan con un lenguaje particularmente claro, preciso, sincero y adecuado. Eso significa ser elocuente. La gente así es elocuente, posee capacidad de trabajo, habilidades organizativas y, además de eso, tiene sentido de la responsabilidad y un relativo sentido de la rectitud. No son complacientes ni conciliadores. Cuando ven a personas malvadas causar trastornos y perturbaciones en la obra de la iglesia o a necios y gente ruin que no se ocupan de sus propios asuntos y actúan de manera escurridiza, estas personas se enfadan, se sienten disgustadas y enseguida se ocupan de estos problemas y los resuelven, y, además, protegen la obra y los intereses de la casa de Dios. El sentido de la responsabilidad y de la rectitud, ¿no son acaso las características destacadas de la humanidad de esta clase de personas? (Sí). A la gente así puede que no se le dé bien socializar o una habilidad profesional concreta, pero si poseen las características que acabo de describir, se los puede cultivar como líderes y obreros. Estas características son además sus puntos fuertes, es decir, son elocuentes, poseen capacidad de trabajo, habilidades organizativas y un relativo sentido de la rectitud. Tener sentido de la rectitud es fundamental. ¿Tienen las personas malvadas y los anticristos sentido de la rectitud? (No). Los anticristos tienen una naturaleza perversa; les resulta imposible tener sentido de la rectitud. Otras características cruciales de esta clase de personas son que tienen entendimiento espiritual y capacidad para comprender la verdad, lo cual tiene que ver con su calibre. Los puntos fuertes de esta clase de personas son las características y talentos de la humanidad que acabo de mencionar, además de los tres estándares de tener la capacidad de comprender la verdad, llevar una carga para la iglesia y poseer capacidad de trabajo. A tales personas se las puede cultivar como líderes; no supone ningún problema. Además de tener cerebro y calibre, un líder debe tener capacidad para comprender la verdad, habilidades organizativas y capacidad de trabajo en su empleo, así como elocuencia. Algunas personas tienen muy buen calibre, poseen entendimiento espiritual, pero cuando llega el momento de compartir en las reuniones, convierten lo que intentan decir en un caos, carecen por completo de capacidad para organizar las palabras y lo que dicen está totalmente desprovisto de lógica. ¿Se puede cultivar a esas personas para que sean líderes? (No). Algunos apenas logran hablar con un número muy reducido de personas; pueden compartir algunos estados, opiniones y comprensión de la verdad y pueden apoyar, proveer y ayudar a otros, pero si tienen a más personas alrededor, no se atreven a hablar y se asustan, y puede que incluso se pongan tan nerviosos que se echen a llorar. ¿Se puede cultivar a esas personas? Respecto a las personas que son de humanidad bastante débil y tímida y que tienden al miedo escénico, si poseen humanidad, puntos fuertes y capacidad de comprensión para ser líderes, se los puede cultivar para que sean responsables de equipo o líderes de la iglesia. Primero solo hay que cultivarlos y formarlos; después de que hayan experimentado durante un tiempo, ganarán perspectiva y, por lo tanto, se volverán más valientes y ya no temerán hablar ni sentirán miedo escénico. En resumen, en lo que respecta a aquellos que tienen las características de humanidad y los puntos fuertes de los que acabamos de hablar, se los puede cultivar para que se conviertan en líderes, siempre que su humanidad esté a la altura. Como dijimos la última vez, para que se cultive a alguien como líder, no hace falta necesariamente que entienda todas las verdades, sea capaz de someterse a Dios, tenga un corazón temeroso de Él, etc. No es absolutamente necesario satisfacer estos criterios. Si alguien posee cierto calibre, entendimiento espiritual y es capaz de aceptar la verdad, se lo puede ascender y cultivar. ¿Acaso no es esto usar a las personas con sensatez? (Sí). El criterio más fundamental es si la humanidad de alguien está o no a la altura del estándar.
Algunas personas, después de escuchar lo que he dicho, piensan que ya cumplen los criterios para ser líderes y que se los debería ascender. Este es un malentendido por su parte, ¿no? ¿Es tan sencillo ser líder? Piensan: “Soy realmente metódico, tengo habilidades organizativas y soy elocuente, en el sentido de que puedo explicar incluso los asuntos más complejos con claridad, ¿por qué la casa de Dios no me asciende? ¿Por qué los hermanos y hermanas no me eligen líder? ¿Cómo es que los líderes superiores no se dan cuenta de que tengo talento?”. No te preocupes. Si de veras satisfaces los criterios para ser líder u obrero, tarde o temprano te ascenderán y se te permitirá formarte. Lo que importa ahora es que debes entrenarte a fin de practicar la verdad y manejar los asuntos de acuerdo con los principios y ayudar a otros proactivamente y resolver problemas reales para el pueblo escogido de Dios. Cuando el pueblo escogido de Dios vea que tienes buen calibre y puedes resolver problemas reales, te recomendarán y te elegirán. Si no tomas la iniciativa para hacer un poco de trabajo real y solo esperas que llegue el día en el que te elijan de repente como líder o lo Alto te ascienda por excepción, eso no va a suceder nunca. Has de hacer trabajo real para que todo el mundo lo vea; una vez que todo el mundo haya visto con sus propios ojos tus puntos fuertes y les parezca que eres alguien al que se debería ascender, cultivar y usar, te recomendarán y elegirán de manera natural. Si ahora mismo sientes que eres apto para ser líder, pero nadie te ha elegido y la casa de Dios no te ha ascendido, ¿a qué se debe? Una cosa está clara: los hermanos y hermanas todavía no te aprueban. Tal vez sea tu humanidad, tal vez sea tu búsqueda o quizá son tus puntos fuertes o tu calibre. Si los hermanos y hermanas no reconocen ni aprueban uno de estos aspectos, no te elegirán ni te recomendarán. Así que tienes que continuar trabajando duro, seguir buscando y formándote a ti mismo, y, cuando realmente entiendas la verdad y puedas tratar los asuntos de acuerdo con los principios, la gente te recomendará y te elegirá de manera natural. Se trata de que las cosas sigan su curso cuando se den las condiciones adecuadas. No hay necesidad de esperar constantemente ser un líder ni pensar en ello todo el tiempo, es un deseo extravagante. Deberías tener un corazón corriente, ser alguien que persigue la verdad, ser considerado con las intenciones de Dios y aprender a ser sumiso y paciente. No puedes perseguir ciegamente convertirte en líder; es una ambición y no es la senda correcta. No deberías tener en todo momento esta ambición y este deseo. Aunque en realidad tengas calibre, has de esperar a entrar en la realidad-verdad antes de lograr estar a la altura de la tarea de servir como líder u obrero. Si no entiendes la verdad ni sabes practicarla, aunque te seleccionen para ser líder u obrero no serás capaz de hacer ningún trabajo real y tendrán que despedirte y descartarte, algo que sucede a menudo. Si te crees apto para ser líder, poseedor de talento, aptitud y humanidad para el liderazgo, pero la casa de Dios no te ha ascendido y los hermanos y las hermanas no te han elegido, ¿cómo debes abordar el asunto? Aquí hay una senda de práctica que puedes seguir. Debes conocerte a fondo. Comprueba si todo se reduce a que tienes un problema de humanidad o que la revelación de algún aspecto de tu carácter corrupto repele a la gente; o si se trata de que no posees la realidad-verdad y eres poco convincente para los demás, o que el cumplimiento de tu deber no está a la altura del estándar. Debes reflexionar sobre todas estas cosas y descubrir en qué te quedas corto exactamente. Tras haber reflexionado un tiempo y haber descubierto dónde radica tu problema, debes buscar enseguida la verdad para resolverlo, entrar en la realidad-verdad y esforzarte por alcanzar una transformación y crecer de modo que, cuando lo vean los que te rodean, digan: “Hoy día es mucho mejor que antes. Trabaja de manera sólida, se toma en serio su profesión y está particularmente centrado en los principios-verdad. No hace las cosas impetuosamente ni de forma superficial, y es más concienzudo y responsable en el trabajo. Solía gustarle alardear de vez en cuando y presumía en todo momento, pero ahora ya es mucho más sencillo y nada prepotente. Aunque sea capaz de hacer algunas cosas, no se jacta de ello y, cuando ha terminado algo, reflexiona reiteradamente sobre ello por miedo a hacer algo mal. Actúa con mucha más cautela que antes, y con un corazón temeroso de Dios; y, sobre todo, es capaz de compartir la verdad para resolver algunos problemas. En efecto, ha crecido”. Los que te rodean que se han relacionado contigo durante un tiempo, descubren que has experimentado una transformación y un crecimiento evidentes; tanto en tu vida humana como en tu control de ti mismo, en tu manera de tratar los asuntos, en tu actitud hacia el trabajo y en tu consideración de los principios-verdad, te esfuerzas más que antes y eres riguroso de palabra y obra. Los hermanos y las hermanas descubren todo esto y lo interiorizan. Tal vez, entonces, puedas presentarte como candidato en las próximas elecciones y tendrás esperanza de que te elijan como líder. Si realmente eres capaz de cumplir con un deber importante, recibirás la bendición de Dios. Si realmente tienes una carga, tienes ese sentido de la responsabilidad y deseas llevar una carga, apresúrate a formarte. Céntrate en practicar la verdad y logra actuar con principios. Una vez que tengas experiencia de vida y puedas escribir artículos de testimonio, habrás crecido verdaderamente. Y si puedes dar testimonio de Dios, sin duda puedes recibir la obra del Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo está obrando en ti, eso quiere decir que Dios te mira con favor, y con la guía del Espíritu Santo, pronto se presentará tu oportunidad. Puede que ahora tengas una carga, pero tu estatura sea insuficiente y tu experiencia de vida demasiado superficial, por lo que, aunque llegaras a líder, serías susceptible de caer. Debes buscar la entrada en la vida, corregir primero tus deseos extravagantes, ser un seguidor de buena gana y llegar a someterte a Dios realmente, sin quejas por lo que Él orqueste o disponga. Cuando tengas esta estatura, tu oportunidad llegará. Es bueno que desees asumir una carga pesada, que tengas esta carga. Indica que tienes un corazón proactivo que busca progresar y que quieres tener en consideración las intenciones de Dios y seguir Su voluntad. Esto no es una ambición, sino una verdadera carga, la responsabilidad de aquellos que persiguen la verdad y el objeto de su búsqueda. No tienes motivos egoístas ni vas a lo tuyo, sino a dar testimonio de Dios y a satisfacerlo; esto es lo que más bendice Dios y Él dispondrá lo más adecuado para ti. De momento, solo preocúpate de perseguir la entrada en la vida, primero cumple bien tu deber y luego escribe unos pocos artículos de testimonios vivenciales para dar testimonio de Dios. Si tus testimonios son auténticos y prácticos, la gente que los lea te admirará y serás de su agrado, estará dispuesta a relacionarse contigo y a recomendarte, y así llegará tu oportunidad. Por tanto, sin duda debes equiparte con la verdad antes de que llegue la oportunidad. Ten experiencia práctica primero y obtendrás de manera natural un testimonio auténtico; los resultados de tu deber serán cada vez mejores y para entonces no podrás pasar desapercibido aunque quieras, y los hermanos y hermanas a tu alrededor te recomendarán. Se debe a que las personas que tienen la realidad-verdad no solo son necesarias para la casa de Dios, sino también para el pueblo escogido de Dios. A todo el mundo le gusta alternar con las personas que poseen la realidad-verdad y a todo el mundo le gusta relacionarse con amigos que la poseen. Si experimentas hasta este punto y todo el mundo ve que posees auténtico testimonio y reconoce que tienes la realidad-verdad, no serás capaz de evitar convertirte en líder, aunque lo pretendas, y los hermanos y hermanas insistirán en elegirte. ¿No es así? Cuando el hijo pródigo rectifica y regresa a Dios, Él está complacido, feliz, y Su corazón se reconforta. Si eres una persona con la realidad-verdad, ¿cómo no te va a usar Dios? Eso resultaría imposible. La intención de Dios es ganarse a más gente capaz de dar testimonio de Él, perfeccionar a todos los que lo aman y formar lo antes posible un grupo de personas de un corazón y un alma con Él. Por tanto, en la casa de Dios, todos los que persiguen la verdad tienen grandes perspectivas futuras, y las perspectivas de los que aman a Dios sinceramente son ilimitadas. Todos deben comprender Su intención. En efecto, es positivo tener esta carga, algo que deben poseer los que tengan conciencia y razón, pero no todos serán necesariamente capaces de asumir una carga pesada. ¿De dónde viene esta discrepancia? Sean cuales sean tus fortalezas o capacidades, y por muy alto que sea tu cociente intelectual, lo crucial es tu búsqueda y la senda que recorras. Si tu humanidad está a la altura del estándar y tienes cierto calibre, pero no eres alguien que persigue la verdad y simplemente tienes buena humanidad y un poco de sentido de la carga, ¿puedes hacer bien el trabajo de un líder de la iglesia? ¿Garantizas que puedes resolver problemas usando la verdad? Si no puedes asegurarlo, sigues siendo incompetente en tu trabajo. Aunque se te elija líder o se te designe como tal, todavía serías incapaz de hacer el trabajo; por tanto, ¿de qué serviría? Aunque satisfaría tu vanidad, perjudicaría a los hermanos y hermanas y demoraría el trabajo de la iglesia. Si cumples los criterios para ser líder u obrero y eres alguien que persigue la verdad y además tienes algunos testimonios vivenciales, entonces sin duda serás capaz de hacer un buen trabajo como líder, porque tienes testimonios vivenciales, eres alguien que entiende la verdad y puede asumir la pesada carga de ser líder de la iglesia. Que tu humanidad esté a la altura del estándar y además tengas ciertos puntos fuertes son solo criterios básicos para que se te ascienda, se te cultive y la casa de Dios te use, pero que puedas hacer un buen trabajo como líder depende de si posees experiencia real y la realidad-verdad; esto es lo más importante. Hay quienes son correctos y persiguen la verdad, pero llevan creyendo solo de tres a cinco años y no tienen experiencia real. ¿Pueden tales personas hacer bien el trabajo de un líder de iglesia? Me temo que no van a ser competentes en el trabajo. ¿En qué se quedan cortos? Carecen de experiencia práctica y no han llegado todavía a entender la verdad. Aunque digan muchas palabras y doctrinas, todavía les viene grande resolver problemas usando la verdad. Por tanto, aún no son competentes en el trabajo de un líder y necesitan continuar formándose para lograr un entendimiento de la verdad y la entrada en la realidad-verdad. Por ejemplo, si una persona tiene una humanidad a la altura del estándar y es bastante honesta, y rara vez miente y engaña, y hace su deber sin causar trastornos y perturbaciones, pero se le da mal perseguir la verdad, ¿puede esta persona cultivarse para ser líder u obrero? Sería muy difícil. Una persona que satisface los criterios para que se la ascienda, se la cultive y se la use, pero no persigue la verdad, ¿es capaz de convertirse en alguien que persigue la verdad si se la asciende para ser líder u obrero? ¿Sería capaz de empezar a perseguir la verdad? ¿Sería capaz de entrar en la realidad-verdad después de trabajar como líder u obrero durante un periodo de tiempo? Eso resultaría imposible. No importa qué criterios satisfaga una persona, mientras no sea alguien que persiga la verdad, no se la puede elegir en absoluto ni ascenderla a líder u obrero. Si una persona posee una humanidad y un calibre a la altura del estándar, y además es capaz de aceptar la verdad y experimentar algunos cambios, se la puede ascender, cultivar y usar, y, por consiguiente, tendrá la oportunidad de formarse, entrar en la realidad-verdad y embarcarse en la senda de la salvación y la perfección. Por tanto, no importa a quién ascienda la casa de Dios para ser líder, obrero o supervisor, el propósito no es satisfacer tus deseos y ambiciones personales, ni conseguir tus ideales, sino permitir que te embarques en la senda de la salvación y convertirte en una persona perfeccionada.
En cuanto a aquellos que no llegan a tener suficiente inteligencia, también tienen aspiraciones para hacer bien su deber y quieren defender los intereses de la casa de Dios, pero carecen de sabiduría, no saben cómo actuar de acuerdo con los principios y no pueden desentrañar ningún asunto. En algún momento, se topan con la tentación y caen en ella y el resultado es que venden los intereses de la iglesia, venden a los hermanos y hermanas y causan perjuicios a la obra de la casa de Dios. ¿Cómo deberíamos lidiar con esta clase de personas que son cabezas huecas y que tienen una inteligencia inadecuada y cómo deberíamos tratarlos? En lo que respecta a estos necios que carecen de entendimiento espiritual y son de inteligencia inadecuada, se debería destituir y reasignar hasta al último de ellos y no se puede utilizar a ninguno. Si se usa a tales personas, en cualquier momento podrían causar problemas a la obra de la casa de Dios; hay muchas lecciones como esta. Hoy en día hay muchas personas que en apariencia tienen cierta semejanza humana, pero no pueden compartir ninguna realidad-verdad. Han creído en Dios durante muchos años y, sin embargo, permanecen en este estado. La raíz de este problema se ve con claridad; es un problema de un calibre excesivamente pobre y de falta de entendimiento espiritual. Tales personas no cambiarán por muchos años que crean en Dios, y no han hecho un progreso significativo a pesar de todos los sermones que han escuchado. Solo se les puede dejar a un lado para que rindan servicio de cualquier manera exigua de la que sean capaces. ¿Es esta una buena manera de lidiar con ellos? (Sí). Aquellos de inteligencia inadecuada y sin puntos fuertes no pueden entender las palabras de Dios de ninguna manera, aunque lleven varios años leyéndolas, y no logran entender los sermones a pesar de haberlos escuchado durante varios años. ¿Es útil repartir libros con las palabras de Dios a tales personas? (No). Los libros con las palabras de Dios no deberían distribuirse entre aquellos de inteligencia inadecuada, ya que es inútil y supone un despilfarro; todos los que se les hayan entregado deberían recuperarse de inmediato. No es para privarlos del derecho a leer las palabras de Dios, sino porque su inteligencia es insuficiente. Aunque vivan la vida de iglesia, no pueden entender la verdad, menos aún realizar un deber. Tales personas son desechos, ¿no? Deberíais saber cómo manejar la basura. Algunas personas parecen bastante ingenuas por fuera, pero su inteligencia es tan ínfima que ni siquiera pueden hacer trabajos físicos apropiadamente, y arruinan todo lo que hacen. Si se les pide que hagan una tarea doméstica, no cabe duda de que estropearán algo, así que no se las puede usar. Si les pides que recojan un cubo de agua, se les caerá una botella de aceite. Si les pides que frieguen un tazón, romperán un plato. Si les pides que cocinen, prepararán demasiado o muy poco, o les saldrá demasiado salado o demasiado soso. Le ponen corazón, pero no saben hacer nada bien y ni siquiera realizan bien el trabajo físico. ¿Se puede usar a tales personas? (No). Así pues, si no se las puede usar, ¿qué se les debe pedir que hagan? ¿Significa que no se les permite creer en Dios y que la casa de Dios no las quiere? No. Simplemente, no las dejes realizar un deber. Si no hacen correctamente lo que entra en el ámbito de la vida humana normal —incluidas cosas cotidianas de sentido común y asuntos rutinarios de la vida diaria— o son incapaces de hacerlo, no son aptas para cumplir un deber en la casa de Dios.
Aunque algunas personas no poseen buena humanidad ni talentos especiales, y mucho menos se las puede cultivar para ser líderes, todavía pueden desempeñar algunas tareas físicas. Por ejemplo, pueden hacer bien tareas como alimentar a las gallinas, los patos y los cerdos, así como atender a las ovejas. Si les das un trabajo simple, lo saben hacer bien en cuanto ponen en ello su corazón, y así, estas personas logran cumplir un deber en la casa de Dios. Aunque sea un único y sencillo cometido, estas personas pueden poner su corazón en ello y cumplir bien una responsabilidad, así como exigirse a sí mismas de acuerdo con las palabras de Dios y los principios-verdad. No importa si la tarea es grande o pequeña, o que el trabajo sea importante o no, al fin y al cabo, pueden hacer bien el único trabajo que tienen asignado. No solo son capaces de alimentar bien a las gallinas de modo que puedan poner los huevos con normalidad, sino que también las pueden proteger para que no se las lleven los lobos. Si oyen aullar a un lobo, se lo dirán de inmediato a su supervisor, pues se esfuerzan por evitar cualquier percance en el desempeño del trabajo y la tarea que la casa de Dios les ha confiado. Si trabajan así, tienen una relativa dedicación y se las considera capaces de cumplir bien su responsabilidad y hacer bien un trabajo. En el resto se quedan algo cortas, como en su vida personal y en cómo se comportan y lidian con las cosas. Por ejemplo, no saben cómo relacionarse ni charlar con los demás, ni cómo compartir su estado con el resto y a veces son petulantes. ¿Se considera esto un problema? ¿Es correcto no usarlas debido a sus problemas? (No). Algunas personas tienen una higiene personal deficiente, no se lavan el pelo por lo menos en diez días y, en general, huelen mal. Otras hacen ruido al comer y beber mientras los que tienen a su alrededor están descansando, y también son ruidosas en otros momentos, como cuando caminan, cierran puertas y hablan; son maleducadas y no tienen modales. ¿Cómo se debería tratar a esas personas? Todo el mundo debe ser comprensivo, ayudarlas y apoyarlas con un corazón amoroso, compartir con ellas qué es la humanidad normal, y permitirles cambiar poco a poco. Dado que estáis todos juntos, tenéis que aprender a llevaros bien. A estas personas se las puede usar mientras sean capaces de hacer su trabajo adecuadamente y con compromiso y de no hacer nada que cause trastornos y perturbaciones. Algunos son listos, tienen buen calibre y trabajan con afán y pueden cumplir bien sus responsabilidades y hacer bien los trabajos que se les han asignado, de modo que se los pueda cultivar y usar. Sin embargo, algunas personas son de un calibre tan limitado que no pueden siquiera hacer bien un único trabajo. Se las arreglan para alimentar a las gallinas, pero si además han de alimentar a los patos y a los gansos, se abruman y no saben cómo hacerlo. No es que no quieran hacerlo bien, sino que su calibre es demasiado escaso. Su cerebro tiene limitaciones, solo saben hacer una tarea y si se les encargan más se sienten superados. No saben planificar, así que lo estropean todo. Estas personas solo son aptas para hacer un trabajo a la vez. No les des múltiples trabajos, porque serán incapaces de asumirlos. No creas que, si pueden hacer bien un cometido, seguro que pueden con dos o tres, no es necesariamente así y depende de su calibre. Deja que lo intenten primero con dos tareas. Si tienen buen calibre y son capaces de sacarlas adelante, entonces puedes disponerlo así. Si no pueden hacer dos tareas bien al mismo tiempo y se lían, significa que es algo que excede a su calibre, por lo que debes quitarles esa segunda tarea de inmediato. Mediante la observación y la prueba, has descubierto que solo son aptos para hacer un trabajo a la vez, en lugar de hacer múltiples trabajos complejos, y que no tienen calibre para esto. Algunas personas son relativamente inteligentes y de relativo buen calibre y si les das varios trabajos que hacer los pueden hacer bien. Por ejemplo, si les pides que cocinen, alimenten a las gallinas y se encarguen de la huerta, son capaces de preparar las comidas a tiempo todos los días mientras gestionan la huerta en sus momentos libres, riegan y quitan las malas hierbas con presteza y alimentan a las gallinas cuando toca. Algunos puede que digan: “Como tienen este calibre, que también se ocupen del trabajo de la iglesia y sean líderes”. ¿Eso estaría bien? Aunque son capaces de emprender algunas tareas físicas y ocupaciones diarias, ser líder de la iglesia requiere una valoración aparte; no es algo que se pueda medir en función de hacer estas tareas simples y externas. Eso se debe a que ser líder de la iglesia no es una tarea física, se debe evaluar basándose en los principios del liderazgo. Sin embargo, si esta persona posee el calibre y el talento para ser líder de la iglesia, y su humanidad es bastante buena, sería inapropiado que les asignes tareas externas; esto es utilizar a las personas de manera inapropiada. Como mucho, los líderes de la iglesia pueden hacer una tarea más a tiempo parcial relacionada con la vida diaria y dedicarse un poco más a ella cuando no están ocupados; esto no va a agotarlos. Cuando se trata de asuntos triviales, rutinarios y tareas físicas, la gente puede hacer tantos como sea capaz. ¿Hay alguien que pueda asumirlos todos? ¿Hay alguien con tal calibre? (No). Puede que con su calibre y habilidad sea suficiente, pero hay algo de lo que no van a tener bastante, y es energía. La gente es mortal, su energía es limitada y el número de trabajos que pueden llevar a cabo también lo es. Las personas con mucha energía puede que sean capaces de trabajar hasta doce horas al día, mientras que los de energía promedio normalmente trabajan ocho, y los de poca energía solo pueden trabajar cuatro o cinco. Por tanto, si usas a una persona para hacer tareas físicas, trabajo de liderazgo en la iglesia o uno que involucre habilidades profesionales, debes considerar para qué es más apropiada, y después de asignarle el trabajo más adecuado; si no puede hacerlo, encárgale otra cosa. Si no le asignas un trabajo para el que sea apta, se trata de un error en tu manera de usar a las personas. En el caso de esas personas a las que no se puede priorizar para la promoción, el cultivo y el uso, aunque se les pida que hagan tareas físicas se les deben asignar estas en función de su calibre y habilidades. Si al mismo tiempo que hacen bien el trabajo que se les ha encargado son capaces de hacer otros, se les puede pedir que se ocupen de otras tareas físicas a tiempo parcial, siempre que no afecten a su trabajo principal. Algunas personas son fuertes físicamente y pueden hacer tres tareas consecutivas; después de terminar una, les queda energía de sobra y están libres la mayor parte del tiempo. Sin embargo, los falsos líderes están ciegos y no saben cómo repartir el trabajo, no se han dado cuenta de que esto es un problema, así que solo les asignan a esas personas una tarea, lo cual es un error.
Acabo de hablar sobre las personas de inteligencia insuficiente que no tienen habilidades especiales y solo son capaces de esfuerzo físico. También hay personas que padecen alguna dolencia y no pueden hacer esfuerzo físico: sufren dolores de cabeza, de estómago o de espalda cada vez que hacen algo mínimamente físico. ¿Qué se debería hacer para asignar deberes a las personas de este tipo, si son aptas para desempeñar un deber? Hay que fijarse en diversos aspectos, como su estado de salud y también su humanidad y calibre, a fin de determinar los deberes para los que son aptas estas personas en la casa de Dios. Si su salud es tan mala que no pueden hacer ninguna tarea y tienen que descansar cada poco, y, además necesitan alguien que los ayude, si no pueden hacer su deber adecuadamente por sí mismos y se los debe emparejar con alguien que las cuide, no merece para nada la pena. Tales personas no son aptas para hacer un deber, así que permite que se vayan a casa a recuperarse. Hagas lo que hagas, no uses a nadie que esté tan gravemente enfermo que un soplo de viento lo pueda tumbar. Si su salud no es tan mala y es solo que padecen de dolor de estómago si comen algo inadecuado, o les da dolor de cabeza si usan demasiado el cerebro, de modo que solo pueden arreglárselas para trabajar tres o cuatro horas menos que una persona normal o hacer la mitad de trabajo, a estas personas se las puede usar mientras satisfagan otros criterios. A menos que den un paso al frente y digan: “Mi salud es demasiado mala como para soportar esta adversidad. Quiero irme a casa a recuperarme. Cuando lo haga, volveré y llevaré a cabo mi deber”, entonces accede a ello enseguida y no intentes darles consejos sobre su manera de pensar; aunque lo hagas, no tendrá ningún efecto. Hay un dicho que dice: “Lo que se hace a regañadientes no da buenos resultados”; la fe, las aspiraciones y los afanes de todo el mundo son distintos. Algunos pueden decir: “¿Acaso no es solo que a veces se sienten un poco mal y bajos de energía? Puede que la gente se sienta mal tras comer lo que no debe, pero después de un par de días estarán bien; ¿hay alguna necesidad de que se vayan a casa y se recuperen? ¿Acaso su dolor de cabeza y sus mareos no desaparecen después de una buena noche de sueño? ¿No pueden entonces trabajar con normalidad? ¿Es para tanto?”. Puede que para ti no sea para tanto, pero algunas personas son diferentes a otras en cuanto al grado en el que aprecian su físico, y las hay que de veras tienen problemas de salud. En tales casos, si solicitan regresar a casa para descansar y recuperarse, la iglesia debería aceptar enseguida, no exigirles, no ponerles las cosas difíciles y, en especial, no intentar aconsejarlas acerca de su manera de pensar. Algunos falsos líderes trabajan constantemente en tales personas diciendo: “Mira el alcance actual de la obra de Dios. ¡Los desastres son cada vez más grandes, las cuatro lunas de sangre han aparecido y ahora la pandemia está tan extendida que los no creyentes no tienen manera de sobrevivir! Estás en la casa de Dios, haces tus deberes y disfrutas de Su gracia; no estarás expuesto al peligro y además puedes obtener la verdad y la vida, ¡qué gran bendición es esa! Este pequeño problema que tienes no es nada. Has de superarlo y orar a Dios. Él sin duda te va a sanar. Limítate a leer las palabras de Dios, a aprender unos cuantos himnos más y mejorarás de tu dolencia de manera natural si la apartas de tu mente. ¿Acaso no dicen las palabras de Dios: ‘Vivir en la enfermedad es estar enfermo’? Ahora mismo vives en la enfermedad. Si sigues pensando que estás enfermo, la enfermedad se volverá grave. Si no piensas en ella, tu dolencia desaparecerá, ¿no? De ese modo, crecerás en tu fe y no querrás ir a casa a descansar. Ir a casa a descansar se considera codiciar las comodidades de la carne”. No intentes aconsejar a estas personas sobre su manera de pensar, es una necedad hacerlo. No pueden siquiera perseverar tras una pequeña incomodidad temporal y solo quieren irse a casa a descansar y no pueden siquiera superar una dificultad menor, lo que prueba que no están haciendo su deber con sinceridad. En realidad, esta clase de personas no tienen intención de hacer su deber a largo plazo, no lo hacen con ninguna sinceridad, no están dispuestas a pagar un precio y ahora han encontrado al fin una oportunidad y una excusa para escapar. En su fuero interno, se regocijan de que son muy inteligentes y de que su enfermedad ha llegado en el momento justo. Por tanto, sea como sea, no las instes a quedarse. Odiarán a cualquiera que intente imponerles que se queden y maldecirán a cualquiera que intente darles consejo sobre su manera de pensar. ¿No lo entiendes? Por supuesto, algunas personas están realmente enfermas y llevan así mucho tiempo y tienen miedo de que su vida corra peligro si persisten. No quieren causar ningún problema a la casa de Dios ni afectar al desempeño del deber de otros. Sienten que una vez que les falle la salud, tendrán que depender de que los hermanos y hermanas las cuiden, y se sienten mal respecto a que la casa de Dios deba ocuparse de ellas, así que toman la sabia iniciativa de pedir marcharse. ¿Cómo se debe lidiar con esta situación? De igual modo, dejando que se vayan a casa y descansen sin más demora. La casa de Dios no teme los problemas, es solo que no quiere obligar a nadie a hacer nada en contra de su voluntad. Además, todo el mundo tiene algunas dificultades personales y reales. Todos los que viven en la carne se ponen enfermos y las enfermedades de la carne son un problema que existe en realidad; respetamos los hechos. Algunas personas son auténticamente incapaces de realizar sus deberes debido a que su salud se halla en estado grave, y si necesitan que la casa de Dios les proporcione comodidades o que los hermanos y hermanas les suministren remedios o les ofrezcan sugerencias para su tratamiento, la casa de Dios los proveerá sin problema. Si no quieren molestar a la casa de Dios y tienen dinero, medios y recursos para tratar su enfermedad, también está bien. En resumen, si su salud no les permite seguir haciendo sus deberes en la casa de Dios o que esta los continúe cultivando, pueden hacer una petición justificada y la casa de Dios la aceptará de inmediato. Nadie debería aconsejarlos sobre su manera de pensar ni imponerles exigencias, ya que eso sería inapropiado y carecería de racionalidad. Estas son las disposiciones que se toman para esta clase de personas.
Cómo tratar a unas cuantas clases especiales de personas
I. Cómo tratar a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde
Algunas personas tienen una humanidad pasable, tienen puntos fuertes y una mente brillante, hablan con normalidad, son, en general, muy optimistas y proactivas al hacer su deber, pero tienen un defecto: el de que son muy sentimentales. Mientras siguen a Dios y hacen su deber en la iglesia, echan de menos a su familia y parientes todo el tiempo, o piensan constantemente en la buena comida de su ciudad natal y les aflige no poder comerla, lo cual a su vez afecta al desempeño de su deber. Hay otra clase de personas a la que les gusta vivir solas en un lugar y tener su propio espacio. Cuando están con los hermanos y hermanas, les parece que el ritmo del trabajo es demasiado rápido y que no tienen un espacio vital privado. Siempre se sienten bajo presión y limitados e incómodos viviendo con los hermanos y hermanas. Siempre quieren hacer lo que les apetece y ser libres de darse caprichos. No quieren realizar su deber junto a nadie más, y piensan constantemente en regresar a casa. Llevar a cabo su deber en la casa de Dios siempre les parece desagradable. Aunque es fácil llevarse bien con los hermanos y hermanas y nadie los acosa en la casa de Dios, les cuesta un poco atenerse al plan de trabajo y descanso; después de que todo el mundo se levanta por la mañana, ellos quieren seguir durmiendo, pero les avergüenza hacerlo, y, cuando todos están descansando por la noche, no quieren irse a la cama y siempre quieren hacer algo que les interese. A veces hay algo en particular que les apetece mucho comer, pero no está disponible en el comedor y les avergüenza pedirlo. A veces quieren ir a dar un paseo, pero nadie más lo pide, así que no se atreven a darse el capricho. Siempre son cuidadosos y cautos y tienen miedo de que se rían de ellos, los menosprecien o los llamen infantiles. Si no hacen bien su deber, a veces acaban recibiendo la poda. Todos los días se sienten en vilo, como si estuvieran sobre una fina capa de hielo, y son bastante infelices. Piensan: “Recuerdo que cuando estaba en casa, era el benjamín de la familia, libre y sin restricciones, como un angelito. ¡Qué feliz era! Ahora estoy haciendo mi deber en la casa de Dios, ¿cómo es que se han desvanecido las huellas de mi antiguo yo? Ya no puedo hacer lo que quiero, como solía”, y, por tanto, no quieren vivir esta clase de vida. Sin embargo, no se atreven a comentárselo a su líder y constantemente les transmiten estos pensamientos a los que tienen a su alrededor, siempre echan de menos su casa y por las noches lloran en secreto en la cama. ¿Qué se debería hacer con este tipo de personas? Cualquiera que sea consciente del asunto debería informar sin demora, el líder debería comprobar de inmediato si el informe es cierto o no, y si lo es, se puede permitir a estas personas regresar a casa. Están disfrutando de la comida, la bebida y la hospitalidad de la casa de Dios, pero siguen sin estar dispuestas a hacer su deber y siempre están de mal humor y se sienten agraviados e infelices, así que haz que se marchen lo antes posible. Las personas de esta clase no tienen estos estados de ánimo temporalmente y luego los resuelven reflexionando sobre las cosas; esa no es su situación. La voluntad subjetiva de algunos es hacer su deber con firmeza y, aunque echen de menos su casa, saben a qué clase de problema se enfrentan y son capaces de buscar la verdad y resolverlo. En el caso de estas personas, no hay necesidad de dejar que se vayan ni de preocuparse por ellas. La situación de la que hablamos ahora se refiere a cuando la gente en la treintena todavía se comportan como niños, sin madurar nunca, y siguen siendo siempre inestables. Solo hacen lo que se les pide que hagan y cuando no tienen nada que hacer, piensan en divertirse y charlar sobre temas irrelevantes, y nunca quieren ocuparse del trabajo que les corresponde. Los no creyentes hablan sobre establecerse a los 30. Establecerse significa ocuparse del trabajo que te corresponde, ser capaz de asumir un empleo y mantenerse a uno mismo, saber ocuparse de los asuntos propios, pasar menos tiempo divirtiéndose y no retrasar el trabajo que te corresponde. ¿Qué significa “comportarse como niños”? Significa ser incapaces de llevar a cabo cualquier trabajo adecuado, querer siempre dejar que la mente divague, y desear constantemente ir a dar un paseo, vagar por ahí, hacer el tonto, comer snacks, ver series, charlar sobre cosas irrelevantes, jugar y navegar por internet en busca de sucesos extraños e historias insólitas. Significa no tener nunca disposición para asistir a las reuniones, querer dormir cuando estas se celebran, querer dormir en cuanto les entra sueño y comer cuando tienen hambre, ser obcecados y no ocuparse del trabajo que les corresponde. No se puede decir que la gente así tenga mala humanidad, es solo que nunca crecen y siempre son inmaduros. Son así a los 30 y lo siguen siendo a los 40; son incapaces de cambiar. Si piden irse y ya no quieren seguir haciendo su deber, ¿cómo hay que actuar? La casa de Dios no los insta a quedarse. Deberías responderles enseguida, deja que se vayan de inmediato y que regresen entre los no creyentes, y diles que no se les ocurra decir que creen en Dios. ¿Puede la gente que no se ocupa del trabajo que le corresponde obtener la verdad? Si esperas que maduren en lo relativo a su humanidad y que lleguen a ocuparse del trabajo que les corresponde realizando un deber en la casa de Dios, que sean capaces de asumir un aspecto importante del trabajo, y que luego entiendan y practiquen la verdad y vivan a semejanza humana, no deberías contar con ello en absoluto. Encontrarás a personas así en cualquier grupo. Los no creyentes tienen un apodo para ellas: “niños grandes”. Puede que lleguen a los 60 sin haberse ocupado nunca del trabajo que les corresponde. Hablan y manejan los asuntos de manera inadecuada, siempre están riendo, bromeando y dando tumbos de un lado a otro, no hacen nada con seriedad y se empeñan sobre todo en divertirse. La casa de Dios no puede usar a personas semejantes.
¿Os parece que estos “niños grandes” son malos? ¿Son personas malvadas? (No). Algunos de ellos no son malvados, son bastante simples y no son malos. Los hay bastante amables y dispuestos a ayudar a los demás. Sin embargo, todos tienen un defecto; son testarudos, amantes de la diversión y no se ocupan del trabajo que les corresponde. Por ejemplo, digamos que una mujer se casa y no aprende a hacer las tareas del hogar. Cocina solo cuando está contenta, pero no cuando es infeliz; hay que insistirle todo el tiempo. Si alguien quiere que haga algo, tiene que negociarlo con ella y hay que vigilarla. Le gusta vestirse bien para poder ir de compras, en busca de ropa y cosméticos, y hacerse tratamientos de belleza. Cuando regresa a casa, no hace ni una sola tarea y solo quiere jugar a las cartas y al mahjong. Si le preguntas cuánto cuesta medio kilo de coles, no lo sabe; si le preguntas qué va a comer mañana, tampoco; y si le pides que cocine algo, es un desastre. ¿En qué es más competente pues? Es experta en temas como saber qué restaurante sirve la mejor comida, qué tienda vende la ropa más a la moda y cuál vende cosméticos asequibles y eficaces, pero no entiende ni aprende otras cosas como la manera de pasar sus días o las habilidades requeridas en la vida humana normal. ¿No las aprende porque su calibre es insuficiente? No, no es eso. A juzgar por aquello en lo que es competente, tiene calibre, pero no se ocupa del trabajo que le corresponde. En cuanto tiene dinero para gastar, sale a comer de restaurantes y a comprar maquillaje y ropa. Si faltan cacerolas y sartenes en casa y se le pide que compre algunas, dirá: “Se puede conseguir comida deliciosa por ahí, ¿para qué necesito comprar todo eso?”. Si la aspiradora de casa se ha roto y, para ahorrar dinero a fin de adquirir una nueva, se le pide que se compre una prenda de ropa menos, dirá: “Cuando gane dinero en el futuro, contrataré a una asistenta para limpiar la casa, así que no hace falta la aspiradora”. Normalmente, si no está jugando a juegos o al mahjong, está comprando ropa de moda, y jamás limpia la casa. Esto no es ocuparse del trabajo que le corresponde, ¿no? Luego hay algunos hombres que, en cuanto hacen algo de dinero, se compran un coche con él o lo apuestan. Si se rompe algo en casa, no lo reparan. No pasan sus días de manera adecuada. El frigorífico y la lavadora de su casa no funcionan, los desagües están atascados y el techo gotea cuando llueve, y no reparan nada durante mucho tiempo. ¿Qué te parecen esos hombres? No se ocupan del trabajo que les corresponde. Ya sean hombres o mujeres, la casa de Dios no puede usar a esta clase de personas tan obstinadas y que no atienden el trabajo que les corresponde.
Hay quienes no se ocupan del trabajo que les corresponde como padres y no cuidan de sus hijos de manera adecuada. En consecuencia, sus hijos acaban escaldados con agua hirviendo o sufren golpes y arañazos; algunos niños se acaban rompiendo la nariz, otros se queman el trasero con la estufa, y otros se abrasan la garganta tras beber agua hirviendo. La gente de esta clase no presta atención a nada de lo que hace y es incapaz de hacer nada bien. No se ocupan del trabajo que les corresponde, hacen el tonto, son obcecados y les encanta divertirse, y son incapaces de comprometerse con las responsabilidades que una persona debería asumir. Como padres, no pueden cumplir bien con sus responsabilidades y son desatentos. ¿Pueden esas personas asumir las responsabilidades que corresponden a la gente normal cuando hacen un deber en la casa de Dios? No, en absoluto. No se puede utilizar a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde. Si dicen que ya no quieren hacer su deber y piden regresar a casa, deja que lo hagan de inmediato. Nadie debe presionarlas ni instarlas a quedarse, porque se trata de un problema relacionado con su naturaleza, no de una manifestación ocasional, pasajera. Estas personas estaban llenas de pensamientos ilusorios cuando llegaron a la casa de Dios para realizar su deber, pensaban que hacer un deber y seguir a Dios sería como llegar al Jardín del Edén, como estar en la buena tierra de Canaán. La vida que imaginaron era maravillosa, con cosas deliciosas para comer y beber todo el día, con libertad y sin ninguna restricción ni trabajo que hacer en absoluto. Querían llevar una vida de placer, sin preocupaciones, pero resultó ser diferente por completo a lo que imaginaban. Estas personas han experimentado suficiente y sienten que esto es aburrido y soso, quieren irse, así que deja que se vayan sin demora; la casa de Dios no insta a estas personas a que se queden. La casa de Dios no presiona a nadie y vosotros tampoco deberíais hacerlo; esto es practicar la verdad y actuar conforme a los principios. Debéis hacer cosas que se ajusten a los principios-verdad, debéis ser personas que entiendan las intenciones de Dios, personas sabias; no seáis atolondrados ni complacientes con todo el mundo. Manejar de esta forma a las personas que no se ocupan del trabajo que les corresponde, ¿se puede considerar falta de amor o no dar a la gente la oportunidad de arrepentirse? (No). Dios es justo con todo el mundo y la casa de Dios tiene derecho a ascenderte, cultivarte y utilizarte. Si no estás dispuesto a hacer tu deber y pides abandonar la iglesia, es tu libre elección; la iglesia debería estar de acuerdo con tu petición y no te va a forzar en absoluto. Esto se conforma a la moralidad, a la humanidad y, por supuesto, se ajusta especialmente a los principios-verdad. ¡Es una forma de proceder muy apropiada! Si alguien hace este deber durante un periodo de tiempo y lo encuentra agotador y difícil y ya no está contento de hacerlo más, y, en consecuencia, quiere renunciar a su deber y dejar de creer en Dios, hoy te daré una respuesta definitiva: la casa de Dios estará de acuerdo con ello y nunca te forzará a quedarte ni te complicará las cosas. No hay ningún dilema en esto y no hace falta sentir que te hallas en una encrucijada o que has perdido tu dignidad. No se trata de un problema para la casa de Dios y esta tampoco te hará ninguna exigencia. Es más, si quieres irte, la casa de Dios no te condenará ni se interpondrá en tu camino, porque esta es la senda que has elegido y la casa de Dios solo puede satisfacer tus exigencias. ¿Es esta una forma de actuar adecuada? (Sí).
Acabo de enumerar varias situaciones en las que las personas no se ocupan del trabajo que les corresponde. La casa de Dios no las presionará; si no están dispuestas a realizar su deber o tienen algunas dificultades personales y piden no hacer más un deber, la casa de Dios estará de acuerdo. No las volverá a usar y no las dejará hacer un deber. Así es como se trata a estas personas y es una forma de proceder completamente apropiada.
II. Cómo tratar a los judas
Hay algunas personas que son extremadamente pusilánimes y cada vez que oyen que un hermano o hermana ha sido arrestado, les asusta mucho que los arresten a ellos. Está claro que si los arrestan, hay peligro de que vendan a la iglesia. ¿Cómo se debería manejar a esta gente? ¿Es apta para hacer algunos deberes importantes? (No). Puede que alguien diga: “¿Quién puede garantizar que ellos mismos no se vayan a convertir en judas?”. Nadie puede garantizar que no se convertiría en judas si lo torturan. Por tanto, ¿por qué la casa de Dios no usa a las personas cobardes que se podrían convertir en judas? Dado que aquellas cuya cobardía es obvia podrían ser arrestadas y vender a la iglesia en cualquier momento; si se usa a estas personas para hacer un deber importante, es extremadamente probable que las cosas vayan mal. Este es un principio que se debe entender cuando se selecciona y utiliza a la gente en el peligroso entorno de China continental. Aquí hay una circunstancia especial. Algunas personas se vieron sometidas a tortura severa y prolongada que puso sus vidas en peligro y, al final, no pudieron soportarlo más, así que se convirtieron en judas por debilidad y vendieron a la iglesia sacando a la luz algunas cosas insignificantes. Nadie puede desentrañar a estas personas y todavía se las puede usar. Por otro lado, hay personas que ya han preparado una salida para sí mismas antes de que las arresten. Han pensado a conciencia en cómo asegurar su inmediata liberación después del arresto, sin tener que experimentar tortura alguna. Primero, evitar la tortura; segundo, evitar la condena, y tercero, evitar ir a prisión. Así piensan. No tienen la determinación de que es mejor sufrir o ser encarcelado que convertirse en un judas. Estas personas podrían vender a la iglesia sin siquiera sufrir tortura, así que, ¿se podría decir que son unas judas antes de que las arresten y encarcelen? (Sí). Son los judas reales. ¿La iglesia se atreve a utilizar a esta clase de personas? (No). Si se las puede identificar, en ningún caso se las debe cultivar y usar. ¿Cómo se suelen manifestar estas personas? Son extremadamente pusilánimes. En cuanto algo va mal, eluden sus responsabilidades a la primera oportunidad, y cuando detectan el menor riesgo, abandonan su deber y se marchan. Cada vez que se enteran de que su entorno se ha vuelto peligroso, buscan un lugar seguro para esconderse; nadie los puede encontrar y no se mantienen en contacto con el resto. Pasar desapercibidos es un trabajo que hacen excepcionalmente bien. No les importan las dificultades que experimente la obra de la iglesia y son capaces de dejar de lado cualquier clase de trabajo por crucial que sea este; consideran que su propia seguridad es más importante que cualquier otra cosa. Además, ante el peligro, harán que otros se la jueguen y se arriesguen cuando sobrevenga algo, mientras se protegen a sí mismos. No importa el peligro al que exponen a los demás, consideran que vale la pena y es adecuado actuar así por su propia seguridad. Además, ante el peligro, no acuden a Dios a toda prisa para orar ni se apresuran a organizar el traslado de los hermanos y hermanas o de propiedades de la iglesia que puedan estar en peligro. Por el contrario, primero piensan detenidamente cómo escapar, cómo esconderse y cómo zafarse del peligro. Incluso tienen pensado un plan de escape; a quién vender primero si los arrestan, cómo evitar que los torturen, cómo evitar la condena en prisión y cómo evitar la adversidad. Cada vez que se topan con alguna clase de adversidad, tienen un miedo atroz y no poseen ni un ápice de fe. ¿No son peligrosas las personas de esta clase? Si se les pide que lleven a cabo un trabajo peligroso, no paran de refunfuñar, se asustan, piensan constantemente en huir y no están dispuestos a desempeñarlo. La gente de este tipo ya muestra señales de ser judas incluso antes de que los arresten. Una vez que sucede, la certeza de que van a vender a la iglesia es total. Al hacer su deber en la casa de Dios, son realmente proactivos en todo lo que les pone en el foco de atención sin exponerlos al riesgo; pero en lo que respecta a asumir riesgos, se echan atrás y, si les pides que hagan algo arriesgado, no lo hacen, sencillamente no se responsabilizan. Cuando oyen que hay peligro en alguna parte, por ejemplo, que el gran dragón rojo está llevando a cabo arrestos o que ha atrapado a algunos creyentes, dejan de asistir a las reuniones, cesan el contacto con los hermanos y hermanas y nadie los puede encontrar. Resurgen una vez que los rumores han amainado y todo va bien. ¿Son de fiar las personas de este tipo? ¿Pueden cumplir con su deber en la casa de Dios? (No). ¿Por qué no? Ni siquiera tienen la determinación o la aspiración de no convertirse en judas; solo son cobardes, peleles e inútiles. La gente de esta clase tiene una característica obvia; sean cuales sean los puntos fuertes y las habilidades que poseen, si la casa de Dios hace uso de ellas, nunca van a dedicarse de todo corazón a defender los intereses de la casa de Dios. ¿No los defienden porque son incapaces de hacerlo? No es así; aunque tuvieran esta habilidad, no defenderían los intereses de la casa de Dios. Son los típicos judas. Cada vez que necesitan tener tratos con los no creyentes mientras hacen su deber, mantienen relaciones armoniosas con ellos y se ocupan de que los no creyentes tengan una alta consideración, respeto y aprecio por ellos. ¿Cuál es entonces el precio por el que obtienen todo esto? Es el de vender los intereses de la casa de Dios a cambio de su gloria e intereses personales. Esta clase de personas son especialmente cobardes incluso antes de que las arresten, y, después de que eso suceda, es cien por cien seguro que se van a convertir en traidores. La casa de Dios no puede usar en ningún caso a personas como estas, a estos judas, y debe descartarlas lo antes posible.
En cuanto a las personas que son unas judas, aunque no parecen ser malvadas, en realidad son personas de integridad extremadamente baja y una calidad humana diabólica. No importa lo mucho que escuchen sermones o lean las palabras de Dios, no pueden entender la verdad y no sienten que perjudicar los intereses de la casa de Dios es lo más vergonzoso, perverso y cruel. Están dispuestas a dar un paso al frente cuando se trata de cosas por las cuales pueden ser notadas, pero en lo que se refiere a cuestiones que son arriesgadas o complicadas de manejar, dejan que otros las asuman y se ocupen de ellas. ¿Qué clase de personas son? ¿No es verdad que tienen una integridad extremadamente baja? Algunas de ellas adquieren cosas para la casa de Dios, y deberían tener en cuenta los intereses de esta cuando lo hacen y ser justas y razonables. Sin embargo, la clase de personas que son unas judas no solo fracasan a la hora de defender los intereses de la casa de Dios, sino que, por el contrario, ayudan a los no creyentes a expensas de esta y satisfacen sus exigencias siempre que tienen oportunidad, y preferirían perjudicar los intereses de la casa de Dios si eso les ayuda a ganarse el favor de los no creyentes. ¡A eso se le llama morder la mano que te da de comer y carecer de virtud! ¿Acaso no es tener una humanidad despreciable? No es mucho mejor que cuando Judas vende al Señor y a sus amigos. Sea lo que sea que la casa de Dios les confíe hacer, no consideran los intereses de esta. Cuando se les pide que compren algo, nunca van por las tiendas para comparar los precios, la calidad y el servicio de postventa de varios proveedores y luego sopesar con cuidado las opciones y llevar a cabo las comprobaciones pertinentes para evitar que los engañen, ahorrarle algo de dinero a la casa de Dios y procurar que no se dañen sus intereses. Si un hermano o hermana sugiere que sería mejor investigar, dicen: “No hace falta; el proveedor dice que su mercancía es la mejor”. Cuando el hermano o hermana pregunta: “¿Entonces puedes negociar un precio con ellos?”, responden: “¿Por qué negociar un precio? Ya me han dicho cuál es el precio y si me pongo a regatear con ellos, seguro que sería embarazoso y parecería que no tenemos dinero. La casa de Dios es pudiente, ¿no?”. Da igual lo que cueste algo o cuál sea su calidad, mientras les parezca adecuado, mandarán a alguien a que lo compre de inmediato y criticarán, reprenderán e incluso condenarán a cualquiera que retrase la adquisición. Nadie se atreverá a decirle “no” a la cara ni a expresar su opinión. Se trate de un negocio importante o de un pequeño recado para la casa de Dios, ¿cuáles son sus principios? “Lo único que debe hacer la casa de Dios es pagar esa cantidad; si se perjudican sus intereses no es asunto mío. Así es como hago yo las cosas; he de establecer buenas relaciones con los no creyentes. Cualquier cosa que digan los no creyentes es correcta y yo la aceptaré. No voy a ocuparme de los asuntos de acuerdo con los requerimientos de la casa de Dios. Si quieres usarme, hazlo; si no quieres usarme, no lo hagas; es cosa tuya. ¡Así es como soy!”. ¿No es una naturaleza endiablada? Tales personas son no creyentes e incrédulos. ¿Se las puede usar para manejar los asuntos de la casa de Dios? Tienen un poco de educación, puntos fuertes y algunas habilidades aparentes y se les da bien hablar y pueden manejar algunos asuntos. Sin embargo, sean cuales sean los asuntos de la casa de Dios de los que se ocupen, es inevitable que lo hagan de manera imprudente y obcecada causando daño a los intereses de la casa de Dios. Además, engañan sin parar a la casa de Dios y ocultan el verdadero estado de los asuntos y, una vez que lo han estropeado todo, la casa de Dios tiene que disponer que alguien arregle el desaguisado. Este es un ejemplo típico de confabularse con extraños para vender los intereses de la casa de Dios. ¿En qué se diferencia esto de cuando Judas vendió al Señor y a sus amigos? Cuando se usa a la gente de esta clase para hacer un deber, no solo no logran rendir servicio para la casa de Dios, sino que resultan ser despilfarradores y portadores de mala suerte. No están ni siquiera cualificados para ser servidores, son unos degenerados ¡es tan simple como eso! Son exactamente lacayos de Satanás y vástagos del gran dragón rojo y, una vez que se han revelado, se les debería echar y descartar enseguida. Como creyentes en Dios y miembros de la casa de Dios, no pueden cumplir bien su responsabilidad para defender los intereses de la casa de Dios, ¿tienen aún conciencia y razón? ¡Son incluso peores que un perro guardián!
Esta clase de personas que son unas judas no llevan la palabra “judas” escrita en la frente, pero su conducta y sus acciones son exactamente de la misma naturaleza que las de judas, y nunca deberías hacer uso de ellas. ¿Qué quiero decir con “no hacer nunca uso”? Significa que jamás se les deben confiar asuntos importantes. Si se trata de un tema trivial que no tiene implicaciones para los intereses de la casa de Dios, está bien hacer uso de ellas temporalmente, pero este tipo de personas sin duda no se ajustan a los principios de la casa de Dios para usar a la gente porque son unas judas y malas de manera innata. En resumen, estas personas son peligrosas y no se las debe usar en absoluto. Mientras más utilices a esta clase de personas, más intranquilo te vas a sentir y más repercusiones habrá en el futuro. Por tanto, si ya ves con claridad que estas personas son unas judas, no deberías hacer uso de ellas en absoluto; todo esto es verdad. ¿Es adecuado actuar así con ellas? Algunos pueden decir: “No es amable portarse así con ellas. No han vendido a nadie, ¿cómo van a ser judas?”. ¿Tienes que esperar a que vendan a alguien? ¿Cómo se manifestó Judas? ¿Hubo señales de que estuviera a punto de vender al Señor? (Sí, robó dinero de la bolsa del Señor Jesús). Las personas que traicionan constantemente los intereses de la casa de Dios tienen la misma naturaleza que Judas, que robó dinero de la bolsa. Cuando se arresta a la gente así, venderán todo lo que sepan a Satanás y se lo soltarán todo, no se callarán nada. Esta clase de personas tienen la esencia de Judas. Su esencia ya ha quedado claramente revelada y se ha dejado en evidencia. Si a pesar de todo las usas, ¿no te estás buscando problemas? ¿No es perjudicar a la casa de Dios a posta? Algunas personas dicen abiertamente: “¡Si alguien me poda o hace algo que dañe mis intereses o arruine lo bueno que tengo aquí, se va a enterar!” Es sobre todo el caso de las personas que tienen la esencia de Judas; es demasiado obvio. Ellas mismas les dicen a los demás que son unas judas, así que no se puede usar a las personas de esta clase.
III. Cómo tratar a los amigos de la iglesia
Hay otro tipo de personas que no se pueden considerar ni buenas ni malas y que son creyentes solo de nombre. Si les pides que hagan algo ocasionalmente, pueden hacerlo, pero no cumplirán su deber de manera proactiva si no se lo organizas. Cuando tienen tiempo libre, asisten a reuniones, pero no se sabe si en su vida privada comen y beben las palabras de Dios, aprenden himnos u oran. No obstante, son relativamente amistosos con la casa de Dios y la iglesia. ¿Qué significa “relativamente amistosos”? Quiere decir que si los hermanos y hermanas les piden que hagan algo aceptarán hacerlo; en aras de ser compañeros creyentes, pueden ayudar a hacer algunas cosas, dentro del alcance de sus capacidades. Sin embargo, si les piden que hagan un gran esfuerzo o que paguen algún precio, no lo harán de ningún modo. Si un hermano o una hermana se enfrentan a alguna adversidad y necesitan que les echen una mano, como que los ayuden de vez en cuando a ocuparse de la casa, a hacer la comida o a realizar algunas tareas menores, o, si conocen un idioma extranjero, que ayuden a los hermanos y hermanas a leer cartas, son capaces de echar una mano y son relativamente amigables. Por lo general, se llevan bastante bien con los demás y no llevan la cuenta de sus favores, pero no asisten a reuniones de manera regular ni piden cumplir un deber ni mucho menos realizar un trabajo importante o incluso peligroso. Si les pides que hagan una tarea arriesgada, se negarán sin duda alguna y dirán: “Creo en dios para buscar la paz; por tanto, ¿cómo podría llevar a cabo tareas peligrosas? ¿No sería eso buscarme problemas? ¡No puedo hacerlo de ninguna manera!”. Pero si los hermanos y hermanas o la iglesia les piden que hagan algo menor, pueden ayudar y realizar un esfuerzo simbólico, como un amigo. Esta forma de esforzarse y de ayudar no se puede llamar cumplir un deber ni actuar de acuerdo con los principios-verdad ni mucho menos practicar la verdad; se trata simplemente de que estas personas tienen una impresión favorable de los creyentes en Dios, son bastante amigables con ellos y pueden echar una mano si alguien necesita ayuda. ¿Cuál es el nombre para este tipo de personas? En la casa de Dios se las llama amigos de la iglesia. ¿Cómo se debería tratar a los amigos de la iglesia? Si tienen calibre y algunas fortalezas y pueden ayudar a la iglesia a manejar algunos asuntos externos, también cuentan como servidores y son amigos de la iglesia. Esto se debe a que las personas de esta clase no cuentan como creyentes en Dios y la casa de Dios no las reconoce como tales. Y si la casa de Dios no las reconoce, ¿puede Dios reconocerlas como creyentes? (No). Por tanto, nunca pidas a este tipo de personas que se unan a las filas de los que cumplen un deber a tiempo completo. Algunas personas dicen: “Cuando comienzan a creer, algunos tienen poca fe y solo quieren ser amigos de la iglesia. No entienden muchas cosas sobre lo que es creer en Dios, de modo que ¿cómo pueden estar dispuestos a cumplir un deber? ¿Cómo pueden estar dispuestos a esforzarse con todo el corazón?”. No hablamos de personas que han creído en Dios de tres a cinco meses, o hasta un año, sino de gente que, supuestamente, ha creído en Dios durante más de tres años, e incluso cinco o diez años. Independientemente de hasta qué punto este tipo de personas reconocen de manera verbal que Dios es el único Dios verdadero y que La Iglesia de Dios Todopoderoso es la iglesia verdadera, eso no demuestra que sean auténticos creyentes. Según las diversas manifestaciones de este tipo de personas y su modo de fe, las llamamos amigos de la iglesia. No las trates como hermanos y hermanas, porque no lo son. No permitas que esta gente se una a la iglesia del deber a tiempo completo ni a las filas de los que dedican el día entero a cumplir un deber; la casa de Dios no emplea a estas personas. Algunos podrían decir: “¿Tienes prejuicios contra este tipo de individuos? Aunque pueda parecer por fuera que se lo toman todo con indiferencia, en realidad son muy fervientes por dentro”. Para los creyentes sinceros, sería imposible haber creído en Dios durante cinco o diez años y seguir mostrando indiferencia; sin embargo, el comportamiento de los individuos de esta clase ya revela plenamente que son incrédulos, que están al margen de las palabras de Dios, y son no creyentes. Si sigues llamándolos hermanos y hermanas y diciendo que se los trata de manera injusta, ahí tu noción y tus sentimientos están hablando por ti.
¿Cómo deberíamos tratar a las personas que son amigas de la iglesia? Son amables y están dispuestas a ayudar a la hora de encargarse de un pequeño número de cuestiones. Si hay necesidad, puedes darles la oportunidad de encargarse de algunos asuntos. Si pueden hacer algo, deja que lo hagan. Hay cosas que no pueden hacer bien y podrían incluso arruinar: para evitar crear problemas no les dejes hacer esas tareas. No puedes permitirte sentirte obligado por sus buenas intenciones. No entienden la verdad y tampoco los principios. Si hay asuntos externos que puedan manejar, deja que sigan adelante. Sin embargo, nunca los dejes ocuparse de cuestiones importantes que afecten a la obra de la iglesia; en tal caso, se deberían rechazar sus buenas intenciones y su entusiasta ayuda. Cuando te encuentras con esta clase de personas, limítate a tener un trato superficial con ellas, con eso basta; no las tomes en serio. ¿Por qué no? Porque solo son amigas de la iglesia y no son para nada hermanos o hermanas. ¿Se ajustan estas personas a los principios de la casa de Dios para usar a las personas? (No). Por tanto, si esta clase de personas no asisten a reuniones ni escuchan sermones ni hacen un deber, no es necesario invitarlas. Si no comen ni beben las palabras de Dios ni oran, si no buscan los principios-verdad cada vez que les suceden cosas, y si no están dispuestas a relacionarse con los hermanos y hermanas, no hay necesidad de apoyarlas ni de ayudarlas. En cuatro palabras: no les prestes atención. No te pongas serio con las personas que son amigas de la iglesia e incrédulas y no les prestes atención. No hace falta preocuparse ni preguntar por ellas. ¿Por qué no? ¿Qué sentido tiene preguntar por personas que no tienen nada que ver con nosotros? Es superfluo, ¿verdad? ¿Queréis prestar atención a esta clase de personas? Tal vez os guste ser unos entrometidos y queréis preocuparos y os preguntáis: “¿Cómo les va ahora? ¿Están casados o no? ¿Les va bien? ¿Qué trabajo hacen?”. Sea como sea, eso no tiene nada que ver contigo. ¿Qué sentido tiene preocuparte por ello? No les prestes ninguna atención y no hables sobre ellas. A algunas personas les gusta hacer comentarios como: “¿Ves? No creen adecuadamente en Dios, viven cada día una existencia desalentadora y agotadora, y parecen muy cansadas y exhaustas todo el tiempo”, o “¿Ves? No creen en Dios adecuadamente, así que no tienen paz y de nuevo ha pasado algo malo en su familia”. Todo esto es una tontería y es innecesario. Cómo viven su vida y cómo caminan por su senda no es asunto tuyo. Ni siquiera las menciones; no estás en la misma senda que ellos. Tú te entregas sinceramente a Dios y haces tu deber a tiempo completo, solo quieres buscar para obtener la verdad y lograr la salvación, y sea lo que sea lo que diga Dios, quieres hacerlo lo mejor posible para satisfacerlo a Él. Esas personas no tienen estas cosas en su corazón. Cuando ves tendencias malvadas, te sientes asqueado y disgustado; te parece que no hay felicidad al vivir en este mundo y solo puedes encontrar la felicidad al creer en Dios; mientras que ellas son exactamente lo opuesto a ti. Esto prueba que no están en la misma senda que tú. El principio de la casa de Dios para manejar a esta clase de personas es que, si están dispuestas a ayudar, la casa de Dios puede darles una oportunidad mientras no haya repercusiones potenciales. Si la casa de Dios no tiene ningún uso que darles y aun así siguen dispuestas a ayudar, entonces lo mejor es rehusar con educación; no te crees problemas. Los creyentes comparten la verdad a diario y aceptan recibir la poda, pero aun así pueden hacer cosas de manera superficial, ¿pueden los amigos de la iglesia lidiar con los asuntos de forma adecuada sin ninguna compensación a cambio? (No). Decidme, ¿es esto pensar lo peor de la gente? ¿Es mirar a las personas con malos ojos? (No). Es hablar basándose en los hechos, en función de la esencia de las personas. No seas ignorante, no seas idiota y no hagas nada estúpido. Los creyentes todavía tienen que experimentar podas, juicios y castigos, disciplina severa, reprensión y exposición antes de que el cumplimiento de su deber pueda conformarse poco a poco a la intención de Dios. Un amigo de la iglesia o un no creyente no aceptan ninguna verdad en absoluto y en lo único que piensan es en sus propios intereses, ¿qué bien puede salir de que ellos se ocupen de los asuntos de la casa de Dios o de los hermanos y hermanas? Queda totalmente descartado. Lo apropiado es no prestar atención a este tipo de gente, ¿no? (Sí). ¿Qué significa “no prestar atención”? Significa que la casa de Dios no los considera creyentes. Pueden creer en Dios como quieran, pero el trabajo y los asuntos de la casa de Dios no tienen nada que ver con ellos. Están dispuestos a ayudar, pero hemos de sopesar las cosas y calibrar si son aptos para hacerlo, y si no lo son, no podemos darles esta oportunidad. Decidme, ¿actuar así se ajusta a los principios? ¿Tenemos derecho a tratar así a tales personas? ¡Todo el derecho!
IV. Cómo tratar a las personas a las que se ha despedido
Otras personas pertenecen al tipo de las que han sido destituidas. ¿Cómo deberíamos tratarlas? Tanto si las han destituido porque son incapaces de hacer un trabajo real y se las clasifica como falsos líderes, o porque siguen la senda de los anticristos y se las clasifica como el tipo de individuos que son anticristos es necesario reubicar razonablemente a estas personas y hacer arreglos razonables para ellas. Por supuesto, si son anticristos que han cometido muchas acciones malvadas se les debería expulsar; si no han hecho muchas maldades, pero tienen la esencia de un anticristo y están definidos para serlo, no hace falta expulsarlos mientras todavía puedan rendir servicio de alguna pequeña manera sin causar trastornos ni perturbaciones; dejémosles que sigan rindiendo servicio y démosles una oportunidad de arrepentirse. En el caso de los falsos líderes a quienes han destituido, reasignémosles un trabajo distinto en función de sus fortalezas y de los deberes para los que son aptos, pero ya no se les debe permitir servir como líderes de la iglesia; en el caso de los líderes y obreros a quienes han destituido porque su calibre es sumamente pobre y son incapaces de hacer ninguna tarea, reasignémosles también un trabajo distinto en función de sus puntos fuertes y de los deberes para los que son adecuados, pero ya no se los puede ascender a líder u obrero. ¿Por qué no se puede? Ya se los ha probado. Se los reveló y quedó claro que su calibre y su capacidad de trabajo los incapacitan para ser líderes. Si no son aptos para ser líderes, ¿son incapaces de desempeñar otros deberes? No necesariamente. Su calibre deficiente los incapacita para ser líderes, pero pueden realizar otros deberes. Una vez destituidos, pueden hacer cualquier cosa para la que estén capacitados. No se les debería retirar el derecho de cumplir un deber; todavía se los puede volver a emplear cuando su estatura haya crecido. Se destituye a algunos porque son jóvenes y carecen de experiencia vital y laboral, de modo que son incapaces de asumir el trabajo y, finalmente, se los suspende. Al destituir a este tipo de personas, hay cierto margen de maniobra. Si su humanidad es acorde al estándar y su calibre es suficiente, se las puede emplear después de que las hayan degradado, o se les puede asignar otro trabajo adecuado para ellas. Cuando entiendan la verdad con claridad y tengan un poco de exposición y experiencia con relación a la obra de la iglesia, todavía se las puede volver a ascender y cultivar en función de su calibre. Si su humanidad es acorde al estándar, pero su calibre es sumamente pobre, no tiene ningún sentido cultivarlas y no se las debe cultivar ni retener de ninguna manera.
Entre las personas a quienes se ha destituido, hay dos tipos a los que no se puede volver a promover ni cultivar en absoluto. Uno son los anticristos y el otro son aquellos cuyo calibre es demasiado bajo. También están los que no se consideran anticristos, pero solo tienen una humanidad muy pobre, son egoístas y falsos, y algunos de ellos son perezosos, anhelan las comodidades carnales y son incapaces de hacer frente a las adversidades. Aunque estas personas tuvieran un calibre buenísimo, no se las puede volver a ascender. Si tienen un poco de calibre, dejémoslas hacer lo que sean capaces de hacer, siempre que se hagan arreglos adecuados para ello; en resumen, no las asciendas para que sean un líder o un obrero. Además de tener calibre y capacidad de trabajo, los líderes y los obreros deben entender la verdad, llevar una carga para la iglesia, ser capaces de trabajar duro y de soportar sufrimiento y ser diligentes y no perezosos. También deben ser comparativamente honestos y rectos. No puedes en absoluto seleccionar gente falsa. Los que son demasiado torcidos y falsos siempre maquinan argucias contra los hermanos y hermanas, sus superiores y la casa de Dios. Se pasan el día pensando solo ideas retorcidas. Al tratar con alguien así, siempre debes adivinar qué piensa realmente, debes seguir preguntando qué ha hecho exactamente en los últimos tiempos y debes vigilarlo de cerca. Emplearlo para alguna tarea es demasiado agotador y angustioso. Si se asciende a este tipo de personas para que cumplan deberes, aunque entiendan alguna doctrina, no la practicarán, y esperarán recibir beneficios y ventajas por cada tarea que hagan. Emplear a alguien así es demasiado angustiante y problemático, de modo que no se lo puede ascender. Por tanto, por lo que se refiere a los anticristos, a los que tienen un calibre excesivamente pobre, a los que tienen mala humanidad, a los que son perezosos, codician las comodidades carnales y no pueden soportar las adversidades, y a los que son sumamente torcidos y falsos… Una vez que se ha revelado y destituido a estos tipos de individuos después de haberlos empleado, no los asciendas una segunda vez; no los vuelvas a emplear de manera incorrecta después de haberlos desenmascarado. Algunos pueden decir: “A esta persona se la definió con anterioridad como un anticristo. Hemos notado que lleva un tiempo actuando bien, es capaz de relacionarse con normalidad con los hermanos y hermanas y ya no limita a otros. ¿Se la puede ascender?”. No tengas tanta prisa, una vez que se la promociona y adquiere estatus, su naturaleza de anticristo se pondrá al descubierto. Otros pueden decir: “El calibre de esta persona era antes extremadamente limitado; cuando se le pedía supervisar el trabajo de dos personas, no sabía asignar las tareas, y si sucedían dos cosas al mismo tiempo, no era capaz de hacer arreglos razonables. Ahora que es un poco mayor, se le dará mejor, ¿no?”. ¿Se sostiene esta afirmación? (No). Cuando ocurren dos cosas al mismo tiempo, esa persona se confunde y no sabe cómo lidiar con ellas. No es capaz de desentrañar a nadie ni a nada. Su calibre es tan pobre que no tiene capacidad de trabajo ni capacidad de comprensión. A una persona así no se la puede volver a ascender como líder. No es una cuestión de edad. La gente de calibre pobre seguirá teniendo poco calibre cuando tenga ochenta años. No es como la gente imagina, que a medida que alguien se hace mayor y gana experiencia, puede entenderlo todo; no es así. Solo tendrá algo de experiencia de vida, pero esta no equivale a calibre. No importa cuántas cosas experimente o cuántas lecciones aprenda, eso no significa que su calibre vaya a mejorar.
Si la humanidad de una persona es demasiado egoísta, demasiado falsa y perversa y está llena de intrigas astutas y solo piensa en sí misma, ¿acaso puede cambiar este tipo de persona? Estas fueron las razones para despedirla. Ahora que han pasado diez años y ha escuchado muchos sermones, ¿su humanidad no sigue siendo egoísta, tortuosa y falsa? Deja que te diga que esta clase de persona no va a cambiar, será igual dentro de otros 20 años. Por tanto, si te la vuelves a encontrar en 20 años y le preguntas si sigue siendo tan egoísta y falsa, incluso ella misma lo admitirá. ¿Por qué no cambian las personas de poca humanidad? ¿Pueden cambiar? Suponiendo que fuera así, ¿cuáles tendrían que ser las bases y las condiciones para que eso ocurriera? Han de ser capaces de aceptar la verdad. La gente de poca humanidad no acepta la verdad e interiormente desprecia, detesta, se burla y es hostil a las cosas positivas; simplemente no puede cambiar. Así que, por muchos años que pasen, no los asciendas, porque son incapaces de cambiar. Es posible que dentro de 20 años hayan aprendido a ser más esquivos si cabe e, incluso, se les dé mejor decir cosas que suenen bien para engañar a los demás. Sin embargo, si te relacionas con ellos y observas sus acciones, descubrirás que no han cambiado en absoluto. Piensas que con los años que han pasado y los muchos sermones que han escuchado y los deberes que han cumplido en la casa de Dios durante tanto tiempo, deberían haber cambiado; ¡te equivocas! No van a cambiar. ¿Por qué? Han escuchado muchos sermones y leído muchas palabras de Dios, pero no aceptan ni practican ni una sola frase, así que no han cambiado ni un ápice, les resulta imposible hacerlo. Una vez que este tipo de personas quedan al descubierto y se las despide, no se las puede volver a usar y si tú haces uso de ellas, estás perjudicando a la casa de Dios y a los hermanos y hermanas. Si no estás seguro, limítate a observar cómo actúan estas personas y fíjate en qué partido toman al afrontar asuntos que ponen sus intereses en conflicto con los de la casa de Dios; no van a sacrificarse y no irán a por todas para defender los intereses de la casa de Dios. Visto así, no son dignas de confianza ni merecen que la casa de Dios las ascienda y las use. Por eso el destino de tales personas es que no se las utilice. ¿Pueden cambiar todavía aquellos que no aceptan la verdad? No es posible, ¡solo un necio lo soñaría!
En cuanto a las personas que son perezosas, codician las comodidades de la carne y son incapaces de soportar siquiera la menor adversidad, son aún menos capaces de cambiar. Durante su época como líderes, no sufren ninguna adversidad, no soportan siquiera las penurias que los hermanos y hermanas corrientes son capaces de aguantar. Al hacer su deber se limitan a cumplir con las formalidades: celebran reuniones y predican algunas doctrinas y luego se van a la cama para cuidarse. Si se acuestan un poco tarde, cuando los hermanos y hermanas se levanten por la mañana ellos seguirán durmiendo. No están dispuestos siquiera a estar un pelín cansados u ocupados ni a padecer la menor dificultad. No pagan ningún precio ni hacen trabajo real alguno. Vayan donde vayan, en cuanto ven buena comida y bebida se ponen tan contentos que olvidan todo lo demás y no van a ninguna parte, sino que se quedan aquí comiendo, bebiendo y disfrutando y sin hacer nada de trabajo. No escuchan cuando lo Alto los poda ni aceptan los recordatorios y la exposición de los hermanos y hermanas. Eligen vivir de la manera más cómoda posible, sin pagar ningún precio ni cumplir bien sus responsabilidades ni hacer su deber y, por tanto, se convierten en unos inútiles. ¿Son las personas así capaces de cambiar? Son demasiado holgazanas, codician la comodidad de la carne; no pueden cambiar. Así es como son ahora y es así como serán en el futuro. Algunas personas dicen: “Esta persona ha cambiado, hace tiempo que se esfuerza mucho en su trabajo”. No te apresures. Si lo asciendes a líder, volverá a caer en sus antiguas costumbres; es su forma de ser. Es como un jugador que, cuando se queda sin dinero, sigue apostando aunque tenga que pedir prestado, perder su casa o incluso vender a su mujer y a sus hijos. Si últimamente no juega, podría ser porque el casino ha cerrado y no hay lugar para apostar o porque han pillado a todos sus colegas de juego y no tiene a nadie más con quien apostar, o porque ha vendido todo lo que podía vender y ya no le queda dinero. Una vez que tenga dinero en sus manos, empezará a apostar de nuevo y no será capaz de dejarlo; es su forma de ser. De la misma manera, aquellos que son vagos y codician las comodidades de la carne también son incapaces de cambiar. Cuando hayan obtenido estatus, volverán de inmediato a su forma de ser original y su verdadera cara quedará al descubierto. Cuando no tienen estatus, nadie los tiene en alta consideración ni los atiende y si no hacen nada, se los debería echar porque la iglesia no mantiene a las personas ociosas, así que no les queda otra elección que hacer algunas cosas a regañadientes. Las hacen de manera diferente a los demás. Otros hacen las cosas de forma proactiva, mientras que ellos las hacen con pasividad. Aunque desde fuera no hay diferencia, en esencia sí que la hay. Cuando otros tienen estatus, hacen aquello que se supone que deben hacer y son capaces de cumplir bien sus responsabilidades. Una vez que tienen estatus, aprovechan la oportunidad para disfrutar de los beneficios de este y no hacen ningún trabajo y su esencia-naturaleza perezosa y con ansias de comodidad queda de este modo en evidencia. Por tanto, la gente de esta clase no va a cambiar bajo ninguna circunstancia y, una vez que se la revela y despide, no se la debería volver a ascender ni usar; este es el principio.
En lo que respecta a las personas con situaciones diferentes, estos son los principios para ascenderlas y hacer uso de ellas. El estándar mínimo es que sean capaces de esforzarse y rendir servicio en la casa de Dios sin causar una perturbación; en tal caso, pueden hacer un deber en la casa de Dios. Si no pueden siquiera cumplir este mínimo estándar, no importa como sean su humanidad y sus puntos fuertes, no son aptas para hacer un deber y deberían descartarse de las filas de aquellos que hacen deberes. Si la humanidad de una persona es malévola y equivale a la de un anticristo, una vez se confirme que es un anticristo la casa de Dios nunca va a hacer uso de ella ni la va a ascender ni cultivar. Algunos pueden decir: “¿Está bien permitirle rendir servicio?”. Depende de la situación. Si su servicio puede tener un impacto negativo y acarrear consecuencias adversas para la casa de Dios, esta no va a darle siquiera la oportunidad de rendir servicio. Si sabe que es una persona malvada o un anticristo al que se ha expulsado, pero está dispuesta a rendir servicio y va a hacer las cosas como disponga la iglesia que las haga y puede rendir servicio de una manera educada, sin perjudicar los intereses de la casa de Dios, entonces en ese caso se la puede mantener. Si no puede siquiera arreglárselas para rendir servicio adecuadamente y su servicio causa más perjuicio que bien, entonces no tendrá siquiera la oportunidad de rendirlo y, aunque lo haga, la casa de Dios todavía seguirá sin hacer uso de ella, porque ni siquiera es elegible ni satisface los criterios para rendir servicio. Así que las personas de esta clase no deberían volver; deja que se vayan donde quieran. Alguno puede decir: “Si la casa de Dios no hace uso de mí, predicaré yo mismo el evangelio y le entregaré a la casa de Dios a las personas que obtenga por medio de la predicación”. ¿Estaría bien esto? (Sí). Algunos pueden decir: “No usarías a esa persona ni siquiera para rendir servicio, así que, ¿por qué debería entregarte a Ti las personas que obtiene mediante la predicación del evangelio? ¿Por qué debería predicar el evangelio para Ti?”. La casa de Dios no hace uso de ella debido a diversos aspectos. Uno es que no se ajusta a los principios de la casa de Dios para usar a las personas. Otro es que la casa de Dios no se atreve a usar a las personas de esta clase porque una vez que se les da uso, los problemas no tendrán fin. Por tanto, ¿cómo podríamos explicar este asunto de que estén dispuestas a predicar el evangelio? Al predicar el evangelio dan testimonio de Dios y obtienen a las personas gracias a Sus palabras y a Su obra. Aunque se las haya obtenido por medio de la predicación del evangelio por parte de esa persona, de ninguna manera se considera que haya que concederle a ella el crédito. Como mucho, apenas cumple sus responsabilidades como persona. Independientemente de si eres un anticristo o una persona malvada, o de si se te ha echado o expulsado, deberías cumplir tus responsabilidades como persona. ¿Por qué digo que es algo que deberías hacer? Has recibido una gran provisión de verdad por parte de Dios, y estos son también Sus arduos esfuerzos. La casa de Dios te ha regado y te ha provisto durante muchos años, pero ¿te exige algo Dios? No. Los diversos libros distribuidos por la casa de Dios son todos gratis, nadie tiene que gastarse ni un céntimo. Del mismo modo, el camino verdadero de vida eterna y las palabras de vida de Dios que concede a la gente son gratis. Igualmente, la gente puede escuchar los sermones y charlas de la casa de Dios sin coste. Así, ya seas una persona corriente o un miembro de un grupo especial, has recibido muchas verdades de Dios gratis, por lo que lo correcto es que prediques las palabras de Dios y Su evangelio a las personas y las lleves a la presencia de Dios, ¿verdad? Él ha concedido todas las verdades a la humanidad; ¿quién puede permitirse retribuir un amor tan grande? La gracia de Dios, Sus palabras y Su vida no tienen precio, ¡y ningún ser humano se puede permitir pagarlas! ¿Es tan preciada la vida del ser humano? ¿Puede valer tanto como la verdad? Por tanto, nadie puede permitirse retribuir el amor y la gracia de Dios, y eso incluye a esos que la iglesia ha echado, expulsado y descartado; no son una excepción. Mientras tengas algo de conciencia, razón y humanidad, no importa cómo te trate la casa de Dios, debes cumplir tu obligación de difundir Sus palabras y dar testimonio de Su obra. Esta es la responsabilidad ineludible de la gente. Así pues, por muchas personas a las que prediques las palabras de Dios y les difundas el evangelio, o por muchas personas que obtengas, no hay nada por lo que felicitarte. Dios ha expresado multitud de verdades y todavía no las escuchas ni las aceptas. Seguramente, lo que deberías hacer es rendir un poco de servicio y predicar el evangelio a otros, ¿verdad? Dado que has llegado tan lejos, ¿no deberías arrepentirte? ¿No deberías buscar oportunidades para retribuir el amor de Dios? ¡Sin duda deberías! La casa de Dios tiene decretos administrativos y echar a la gente, expulsarla y descartarla son cosas que se hacen de acuerdo con los decretos administrativos y con los requerimientos de Dios; es lo correcto. Algunos pueden decir: “Es un tanto bochornoso aceptar en la iglesia a personas ganadas gracias a la predicación del evangelio por parte de aquellos a los que se echó o expulsó”. En realidad, este es el deber que deberían hacer las personas y no hay nada de lo que avergonzarse. Todos son seres creados. Aunque te hayan echado o expulsado, se te condenara como persona malvada o anticristo o fueras un objetivo que descartar, ¿acaso no eres todavía un ser creado? Una vez que se te ha echado, ¿no es Dios todavía tu Dios? ¿Se borran de un plumazo las palabras que Él te ha dicho y las cosas que te ha proporcionado? ¿Dejan de existir? Todavía existen, es solo que no las has apreciado. Todas las personas conversas, sin importar quién las convirtiera, son seres creados y deberían someterse ante el Creador. Por tanto, si estas personas a las que se ha echado o descartado están dispuestas a predicar el evangelio, no vamos a impedírselo; prediquen como prediquen, los principios de la casa de Dios para usar a las personas y los decretos administrativos de la casa de Dios son inalterables y esto no cambiará nunca, jamás.
Entre estas diversas clases de personas a las que se ha destituido, es improbable que la mayoría se arrepienta de verdad y no se las debe volver a usar. Solo hay margen para ascender y usar a aquellos a los que se despidió o a los que se les modificaron sus deberes porque carecían de experiencia laboral y no pudieron desempeñarlos temporalmente. La gente de esta clase posee suficiente calibre y no hay grandes problemas con su humanidad, solo tienen defectos, vicios o malos hábitos menores heredados de su familia; ninguna de estas cosas supone un gran problema. Si la casa de Dios los necesita, se los puede ascender y usar de nuevo en el momento adecuado; esto es razonable porque no son personas malvadas y no se convertirán en anticristos. Su calibre es suficiente, es solo que no llevaban mucho tiempo haciendo trabajo y no tenían experiencia por lo que no eran competentes para hacer el trabajo, lo cual no es un problema serio. Si se los despidió por estas razones, tienen margen para desarrollarse en el futuro y pueden cambiar. Mientras tengan capacidad de trabajo, posean calibre y su humanidad sea acorde al estándar, durante el periodo en el que experimenten la obra de Dios y hagan su deber las personas de esta clase cambiarán poco a poco, su humanidad se transformará, crecerán en su entrada en la vida, habrá algunos cambios acordes en su carácter y progresarán algo en su entendimiento de la verdad. Según su entorno, los deberes que realicen y sus aspiraciones personales, cambiarán y crecerán en diversos grados, así que se puede decir que a las personas de este tipo se las puede ascender y usar. Estos son en general los principios para volver a ascender y usar a diversas clases de personas a las que se ha despedido con anterioridad.
El punto siete de las responsabilidades de los líderes y obreros es “Destinar y utilizar sabiamente a distintos tipos de personas en función de su humanidad y sus puntos fuertes, de modo que se obtenga el máximo aprovechamiento de cada una de ellas”. En nuestra charla de hace un momento ya se ha explicado con claridad el significado de aprovechar al máximo a las personas. Mientras haya el menor valor en cultivar a alguien y siempre que su humanidad sea acorde al estándar, la casa de Dios le dará oportunidades. Mientras alguien persiga la verdad y ame las cosas positivas, Dios no lo abandonará ni lo descartará con tal facilidad. Mientras que tu humanidad y tu calibre satisfagan los estándares que acabo de compartir, la casa de Dios tendrá sin duda un lugar para que tú hagas un deber, y, sin duda, hará un uso sensato de ti y te dará margen suficiente para que pongas en práctica tu habilidad. En resumen, si tienes puntos fuertes y experiencia en una profesión que sea necesaria para la obra de la iglesia, definitivamente la casa de Dios te permitirá hacer un deber adecuado. Sin embargo, si no tienes aspiraciones ni voluntad y no quieres esforzarte para ascender, entonces haz lo que puedas: haz el deber que te permita tu capacidad y nada más. Si tienes aspiraciones y dices: “Quiero entender y obtener más verdades y embarcarme en la senda de la salvación lo antes posible y entrar en la realidad-verdad. Estoy dispuesto a ser considerado con la carga de Dios, dispuesto a llevar una pesada carga en la casa de Dios, a sufrir más adversidades que otros, esforzarme más y renunciar a más que los demás”, y si eres adecuado en todos los aspectos, pero sigue sin recomendarte nadie, también puedes ofrecerte tú. ¿No es razonable? En resumen, estos son todos los principios de la casa de Dios para usar a toda clase de personas, y el objetivo no es otro que permitirles entrar en la realidad-verdad. ¿Cuáles son las manifestaciones de entrar en la realidad-verdad? Comprender la verdad, entender los principios-verdad a la hora de llevar a cabo los diversos aspectos de trabajo y ser capaz de practicar las verdades correspondientes cuando nos relacionamos con toda clase de personas, acontecimientos y cosas en la vida diaria, en lugar de quedarte confuso y perdido cuando algo te sucede; este es el objetivo. Al ser este el objetivo fijado, ¡deberíais perseguirlo!
Aquí termina nuestra charla sobre el punto siete de las responsabilidades de los líderes y obreros. Alguien puede que diga: “Aún no has terminado de compartir. No has dejado en evidencia a los falsos líderes en lo que respecta a este punto”. Yo respondería que no hay necesidad de dejarlos en evidencia. Por un lado, los falsos líderes son de escaso calibre e incapaces de hacer trabajo real; por otro lado, carecen de conciencia y razón, no llevan carga, para nada ponen todo su corazón en el trabajo, y no pueden siquiera hacer bien algunas cosas simples. Cada vez que se encuentran con un problema complejo o un problema relativo a los principios-verdad, no pueden distinguirlo en absoluto e incluso menos aún pueden desentrañar la esencia del problema. Por tanto, no hay necesidad de dejarlos en evidencia. Aunque lo hiciéramos, no lo aceptarían y sería malgastar palabras. Es más, hablar de las cosas que han hecho sería nauseabundo y haría que la gente se enfadara mucho en su fuero interno. Asignarles un trabajo tan importante a estos falsos líderes fue un error en el aprovechamiento de las personas. Ser incapaces de hacer su trabajo ya los hace sentirse inútiles y si los dejas en evidencia y los diseccionas, se sentirán incluso más angustiados. Así que deja que esos falsos líderes se sometan ellos mismos a comparaciones y examinen sus problemas tanto como puedan. Si pueden descubrir sus problemas, fíjate en si pueden mejorar en el futuro; si no son capaces de descubrirlos, han de seguir examinando y pueden además pedir a los que hay a su alrededor que los ayuden a analizarlos y arreglarlos. Si otros han compartido con ellos y han puesto su corazón en hacerlo, pero todavía no son capaces de descubrir sus propios problemas y todavía siguen sin saber reconocerlos o cómo resolverlos, entonces en realidad son falsos líderes y se los debería descartar.
6 de marzo de 2021