El significado de que Dios pruebe el dolor mundano
Dios encarnado sufre por el hombre a cambio de su bello destino en el futuro. El paso de la obra realizada por Jesús fue ser crucificado a semejanza de una carne pecaminosa, ser una ofrenda por el pecado, redimir a toda la humanidad, sentar las bases para la entrada del hombre al hermoso destino. Fue crucificado y cargó con el pecado del hombre, y redimió a la humanidad del pecado. En otras palabras, Él sirvió como prueba de que el hombre había sido perdonado de sus pecados y podía presentarse ante Dios, Él fue una moneda de cambio en la batalla contra Satanás. Ahora que han llegado los últimos días, Dios desea concluir Su obra, poner fin a esta era y conducir a los que quedan a un hermoso destino. Dios se ha hecho carne una vez más, y al mismo tiempo que conquista, juzga y purifica al hombre, sufre por el hombre, y ofrece esto como prueba y como hecho, para que el hombre quede exento de todo dolor; es decir, Dios da Su propio testimonio, y utiliza esta prueba, este testimonio, para derrotar a Satanás, para avergonzar a los demonios y como intercambio por el hermoso destino del hombre.
Algunas personas dicen: “La obra del cuerpo encarnado sigue siendo la obra de Dios. No es el cuerpo de carne el que obra; el Espíritu de Dios lo controla desde el interior”. ¿Es esto correcto? No. Anteriormente se dijo que la encarnación de Dios para llevar a cabo un paso de la obra de conquista se hace en medio de la humanidad normal. Lo que ves es la humanidad normal, pero en realidad es Dios mismo el que obra; cuando este cuerpo de carne obra, en realidad es Dios mismo el que obra. Explicado y compartido así, la gente suele creer que este cuerpo de carne no es más que un instrumento, una envoltura exterior, que solo actúa cuando el Espíritu de Dios habla y lo controla desde dentro, y que no actúa sin este control; el cuerpo de carne dice todo lo que el Espíritu le indica, y cuando no se lo indica así, no dice nada. ¿Es este el caso? No. Cuando el Espíritu se hace corpóreo en la carne, el Espíritu y la carne se hacen uno. La carne que actúa es el Espíritu que actúa, el Espíritu que actúa es la carne que actúa: solo esto puede llamarse encarnación. Hoy en día, una de las explicaciones más contundentes es la siguiente: cuando Dios se hace carne en los últimos días, por un lado, viene a realizar la obra de conquista y a poner fin a esta era. Por otro lado, el cuerpo de carne que viene a experimentar el dolor del hombre es Dios mismo que viene a experimentar ese dolor; la carne de Dios y Dios mismo son uno. El cuerpo de carne no es el instrumento que la gente cree que es, ni un mero envoltorio ni, como la gente cree, una especie de entidad física controlable. Esta carne es la encarnación de Dios mismo. La comprensión anterior de la gente era demasiado superficial. Si las enseñanzas siguieran las nociones del hombre, la gente sería propensa a separar la carne del Espíritu: la carne es la carne y el Espíritu es el Espíritu. Esto es una aberración. Además, sería fácil que las personas tuvieran nociones.
Lo que la gente también debe comprender hoy en día es lo siguiente: Dios se ha hecho carne para experimentar el dolor del hombre, pero el dolor y los padecimientos sufridos por la encarnación no son cosas que Él deba sufrir. Algunas personas creen que como Él es de carne ordinaria y normal, y no un ser sobrenatural, sino una persona ordinaria, entonces este dolor es inevitable. Piensan que Él debe sufrir los dolores de cabeza y las penurias del hombre, que debe sentir calor cuando la gente siente calor, y que debe sufrir el frío junto con todos los demás cuando el clima carece de calidez. Si así es como piensas, entonces ves este cuerpo de carne ordinario y normal exactamente igual que cualquier persona, sin diferencias. Pero el hecho es que las penurias que sufre este cuerpo tienen un significado. Las enfermedades humanas normales u otras penurias son lo que la gente debe sufrir; esas son las penurias que la humanidad corrupta debe sufrir: esa es una ley normal. Pero, ¿con qué fin sufre Dios encarnado estas penurias? ¿Que Jesús fuera crucificado fue algo que debería haberle sucedido? Jesús era la encarnación, estaba libre de pecado, y de acuerdo con las leyes de esa época y lo que Él hizo en ella, no debería haber sido crucificado; entonces, ¿por qué lo pusieron en la cruz? Fue para redimir a toda la humanidad. Todas las penurias sufridas por la encarnación actual, todas las persecuciones que le han sobrevenido, ¿acaso han sucedido accidentalmente? ¿O fueron deliberadamente dispuestas por Dios? No fueron deliberadamente dispuestas, ni han sucedido accidentalmente; por el contrario, se han desarrollado de acuerdo con las leyes normales. ¿Por qué digo esto? Porque Dios se ha colocado entre los hombres, se ha dado la libertad de obrar así, y durante el tiempo de este obrar, ha sufrido el mismo dolor que el hombre. Si Dios hubiera dispuesto deliberadamente el dolor, solo habría sufrido unos pocos días de dolor; la mayor parte del tiempo, Él no sufriría. Y así, el sufrimiento que Dios experimenta entre los hombres mientras obra no ha sido dispuesto deliberadamente, pero tampoco ha sufrido un mínimo de penurias de forma voluntaria; por el contrario, ha venido a experimentar el sufrimiento que existe entre los hombres, se ha colocado entre ellos, ha sufrido como el hombre y ha sido tratado igual, sin excepciones. Así como vosotros sois perseguidos, ¿no lo es también Cristo? Vosotros sois acosados; ¿no es Cristo también acosado? La gente es atormentada por la enfermedad; ¿acaso Cristo sufre menos? Él no está exento. ¿Acaso no es fácil de entender? También hay quienes creen que Dios debe sufrir después de venir a obrar en el país del gran dragón rojo, y ¿no es esto también un error? Para Dios, no se trata de si debe o no sufrir. Dios paga personalmente el precio del sufrimiento entre los hombres para que la gente no sufra más, y luego conduce al hombre al hermoso destino, con lo que deja a Satanás plenamente convencido. Para Dios, es necesario sufrir estos dolores. Si Él no quisiera sufrir este dolor durante este paso de la obra, sino simplemente comprender el dolor del hombre y nada más, y utilizara a unos pocos apóstoles o a las personas usadas por el Espíritu Santo en Su lugar, quienes luego informaran a Dios de los dolores que hubieran sufrido, o si Él utilizara a unos pocos individuos especiales para dar testimonio, y les hiciera sufrir las cosas más dolorosas entre los hombres, entonces, si ellos fueran capaces de sufrir este dolor y dar este testimonio, el propio Satanás quedaría totalmente convencido, y a cambio de lo que hacen, el hombre no tendría que sufrir en el futuro. ¿Podría Dios hacer esto? Sí, pero solo Dios mismo realiza la obra de Dios mismo. Por muy elevado que sea el testimonio de la gente, no convencerá a Satanás, que diría: “Ya que tú te hiciste carne, ¿por qué no experimentar personalmente el dolor del hombre?”. Es decir, si Dios no obrara así, ese testimonio no sería muy poderoso. La obra de Dios debe ser realizada por Dios mismo, pues solo así será práctica. Y a partir de este paso de la obra hecha por Dios, se puede ver también que hay sentido en todo lo que Dios hace, que hay sentido en todo el dolor sufrido por la encarnación, que Él no hace nada al azar ni hace obras que no tengan utilidad. La llegada de la encarnación para obrar y experimentar el dolor del hombre no es opcional, sino de extrema necesidad; es de suma necesidad para la humanidad y para su destino futuro, se realiza y se emplea en aras de salvar al hombre, de ganarlo y de llevarlo al hermoso destino.
Las verdades relativas a la encarnación deben discutirse desde varios ángulos:
1. La necesidad de carne ordinaria y normal.
2. El aspecto práctico de la obra de esta carne ordinaria y normal.
3. El sentido, que es tanto como decir la necesidad, de que Dios venga entre los hombres para experimentar el dolor del hombre.
¿Por qué debe Dios experimentar personalmente el dolor del hombre? ¿No está bien que no lo haga? También hay aquí otro aspecto de significado. El obrar de esta carne ordinaria y normal puede conquistar y perfeccionar a las personas, pero la esencia de las personas y las leyes de la existencia del hombre implican que seguirán viviendo en el vacío, el dolor, la agonía y suspirando, y que seguirán siendo incapaces de escapar de sus dolencias. Por ejemplo, tu amor a Dios ha llegado a cierto punto, tienes cierta experiencia en la comprensión de Dios, tus actitudes corruptas se han resuelto, y Dios dice que has sido perfeccionado y que eres alguien que ama a Dios. Si Dios salva a las personas hasta este punto y luego se marcha, si la obra de la encarnación termina así, entonces los padecimientos de las personas, el vacío y las penas y problemas de la carne seguirían existiendo, lo que significa que la obra de Dios de salvar a las personas no estaría terminada. Una persona puede haber sido perfeccionada, y puede conocer, amar y adorar a Dios, pero ¿es capaz de resolver sus padecimientos y problemas? Tener la verdad no puede resolverlo. Nadie ha dicho nunca que, como ya tiene la verdad, las enfermedades de la carne ya no le aquejan ni le hacen sufrir; nadie puede solucionar ese tipo de dolor. Solo puedes decir: “Ahora vivir me parece muy significativo, pero todavía sufro cuando estoy enfermo”. ¿Es así? ¿Y este sentimiento es real? Por lo tanto, si la encarnación solo obrara para conquistar y perfeccionar al hombre, si la encarnación solo perfeccionara a las personas y no resolviera el dolor que sufre su carne, entonces todo el dolor al que se enfrentan las personas en la tierra, las enfermedades, las alegrías y las penas del hombre, y las preocupaciones individuales de las personas, todo esto sería irresoluble, e incluso si permitieras a las personas vivir mil, diez mil años en la tierra, estos problemas y asuntos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte no se resolverían. Dios ha venido a experimentar este dolor del hombre; habiéndolo experimentado, lo resuelve desde la raíz misma, y después, el hombre no se ve atribulado por cuestiones de nacimiento, vejez, enfermedad o muerte. Jesús experimentó la muerte. Esta encarnación solo experimenta el dolor del nacimiento y la enfermedad (la vejez no tiene por qué ser experimentada, y en el futuro la gente no envejecerá). Una vez que Él haya experimentado todo este dolor, el dolor del hombre será finalmente eliminado. Después de que Dios sufra todo el dolor en lugar del hombre, tendrá una prueba poderosa que, en última instancia, se intercambiará por el hermoso destino de la humanidad, con lo que se elimina el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte del hombre. ¿Acaso no tiene sentido esto? Y así, sea el nacimiento, la enfermedad, la adversidad o la agonía, la encarnación experimenta el dolor del hombre, e independientemente del aspecto que sea de tal dolor, la encarnación lo hace en lugar del hombre, y sirve como un símbolo y como una señal profética. Él ha experimentado todo ese dolor, lo ha soportado personalmente para que la humanidad no tenga que sufrirlo más. De ahí su importancia. Una vez que las personas han sido perfeccionadas, son capaces de adorar a Dios y de amarlo, y son capaces de actuar de acuerdo con la voluntad de Dios, con la palabra de Dios y con Sus requisitos, tras lo cual se resuelven sus problemas y su dolor. Este es el significado del sufrimiento de Dios por el hombre, y permite a las personas no solo adorar a Dios en la tierra, sino también liberarse del tormento y el estorbo de estas dolencias, liberarse de los asuntos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, liberarse de los ciclos de la vida. Al sufrir y percibir este dolor durante la encarnación actual, Dios soporta estas cosas en lugar del hombre, y una vez que las ha soportado, los que quedan no necesitan sufrir este dolor, que es la señal profética. Algunas personas absurdas preguntan: “¿Así que Dios hace esto por el hombre Él solo?”. Es suficiente que Dios se haga carne y sufra por el hombre; ¿quién más necesita hacerlo? Esto se debe a que Dios puede hacer todas las cosas por Sí mismo y puede ocupar el lugar de cualquier cosa, puede representarlo todo y puede simbolizar todas las cosas, todas las cosas que son bellas, buenas y positivas. Es más, ahora que Él ha experimentado en forma práctica el dolor del hombre, está aún más cualificado para utilizar testimonios y pruebas aún más poderosos para eliminar todo el dolor futuro del hombre.
Llevada a cabo de esta forma, se completa la obra de dos pasos de la encarnación y se convierte en un trazado claro. Desde el primer paso de la encarnación hasta ese segundo, la obra de estos dos pasos ha resuelto todo el dolor de la existencia humana y el propio sufrimiento individual de las personas. ¿Por qué Dios debe hacer esto personalmente en la carne? Primero, las personas deben entender de dónde proviene el dolor del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte a lo largo de sus vidas y por qué el hombre padece tales cosas. No existían cuando se creó al hombre, ¿verdad? ¿De dónde provinieron estos padecimientos? Aparecieron después de que Satanás tentara y corrompiera al hombre y este cayera en la degeneración. El dolor, las molestias y el vacío de la carne del ser humano, y todas las cosas horribles en el mundo del hombre: todo ello apareció cuando Satanás corrompió al hombre. Después de que Satanás corrompiera al hombre y empezara a atormentarlo, el hombre cayó más y más hondo, su enfermedad se tornó más profunda, su dolor incluso mayor, y tuvo la creciente sensación de que el mundo era vacío y miserable, que es imposible sobrevivir en él, y que vivir en tal mundo resulta cada vez más desesperanzador. Entonces todo este dolor se precipitó sobre el hombre a causa de Satanás y se produjo una vez que este corrompió al hombre, el cual cayó en la degeneración. Rescatar a la gente de las manos de Satanás y darles un hermoso destino requiere que Dios experimente personalmente este dolor. Aunque la gente esté libre de pecado, sigue habiendo cosas que les resultan dolorosas, Satanás todavía los controla, puede seguir manipulándolos y causarles el mayor sufrimiento y tormento. Por eso, el hecho de que la encarnación experimente personalmente esos dolores y libere a las personas de las garras de Satanás y les impida sufrir más dolor, ¿acaso no tiene un profundo significado? Cuando Jesús vino a realizar la obra de redención, podía parecer que no acataba la ley y los preceptos, pero en realidad esto sí cumplía la ley, puso fin a la Era de la Ley y marcó el comienzo de la Era de la Gracia, trayendo misericordia y bondad amorosa al hombre, y después la crucifixión de Jesús absolvió todos los pecados del hombre. Jesús usó Su propia preciosa sangre para otorgar al hombre el derecho a regresar ante el trono de Dios. Se puede decir que Él utilizó la prueba y el hecho de la crucifixión para redimir al hombre. Aunque Dios perdonó los pecados del hombre, este ya había sido profundamente corrompido por Satanás, su naturaleza pecaminosa todavía permanecía, y continuaba pecando y desafiando a Dios. Este es un hecho innegable, y por eso Dios se ha hecho carne por segunda vez para realizar la obra de purificar al hombre de su naturaleza pecaminosa, es decir, juzga y castiga al hombre para purificar su carácter corrupto. La primera vez que Dios se hizo carne, fue crucificado por los pecados de la humanidad, la redimió, y el hombre ha regresado ante Dios. La segunda vez que Dios se hizo carne, vino a conquistar al hombre, a salvarlo mediante su conquista. Aunque muchos han aceptado la obra de Dios, y a menudo comen y beben Sus palabras, siguen siendo ignorantes respecto a Él, no saben dónde está, no lo reconocerían ni aunque lo tuvieran delante de sus ojos, y también son propensos a tener nociones y malentendidos sobre Dios y, a veces, su forma de ver las cosas es hostil hacia Él. ¿Por qué ocurre esto? Porque no comprenden la verdad y carecen del verdadero conocimiento de Dios. Cuando las personas tienen conocimiento de Dios, se alegran de sufrir y vivir para Dios, y sin embargo, Satanás todavía controla las debilidades en su interior, aún es capaz de hacerlos sufrir, los espíritus malignos aún son capaces de obrar y causar perturbaciones en su interior, de hechizarlos, de trastornarlos y hacerlos sentir incómodos y completamente perturbados. En los pensamientos y en la conciencia de las personas hay cosas que son susceptibles de ser controladas y manipuladas por Satanás. Por eso, a veces estás enfermo o atribulado, hay momentos en que sientes que el mundo está desolado, o que no tiene sentido vivir, e incluso hay momentos en que puedes buscar la muerte y querer suicidarte. Es decir, estos dolores los maneja Satanás, y son la debilidad mortal del hombre. Algo que ha sido corrompido y pisoteado por Satanás puede seguir siendo utilizado por este; es la tuerca que Satanás hace girar. Y así, Dios se ha hecho carne una vez más durante los últimos días para hacer la obra de juicio, y al mismo tiempo que hace la obra de conquista, Él sufre en lugar del hombre, pagando el precio del sufrimiento en la carne, pagando este precio para tratar de resolver el dolor y la debilidad mortal del hombre. Una vez que Él haya recuperado al hombre pagando el precio del sufrimiento entre los hombres, Satanás ya no podrá tener dominio sobre el hombre, y este regresará completamente a Dios, ¡y solo entonces pertenecerá por completo a Él! ¿Por qué puedes vivir para Dios y adorarle, pero no necesariamente perteneces completamente a Él? Los espíritus malignos todavía pueden explotar tus puntos débiles, aún pueden jugar contigo, pueden utilizarte, ya que la gente es demasiado estúpida. Algunas personas no pueden diferenciar entre que el Espíritu Santo las mueva y que un espíritu maligno las perturbe. Ni siquiera pueden notar la diferencia entre la obra del Espíritu Santo y la de los espíritus malignos. ¿Acaso no es esto una debilidad mortal? Cuando obran los espíritus malignos, no existe brecha que no exploten. Pueden hablar desde tu interior o a tu oído, o pueden perturbar tu mente e interrumpir tus pensamientos, adormeciéndote ante el roce del Espíritu Santo, impidiendo que lo sientas, y entonces los espíritus malignos empezarán a perturbarte, a sumir tus pensamientos en el caos y a hacerte perder el sentido, provocando incluso que tu alma abandone tu cuerpo. Esta es la obra que los espíritus malignos hacen en las personas, y estas corren un gran peligro si no pueden reconocer lo que realmente es. Actualmente, Dios ha soportado este dolor por el hombre, y una vez que el hombre tenga un hermoso destino, no solo vivirá para Dios, sino que ya no pertenecerá a Satanás ni tendrá nada en lo que Satanás pueda girar las tuercas; los pensamientos, el espíritu, el alma y el cuerpo del hombre pertenecerán por completo a Dios. Puede que ahora tu corazón se haya vuelto hacia Dios, pero hay momentos en que no puedes evitar que te use Satanás y, así, cuando las personas obtienen la verdad, son capaces de someterse y adorar completamente a Dios, pero les resulta imposible quedar totalmente libres de la perturbación de Satanás, y más incluso no tener ningún padecimiento, porque los cuerpos y las almas de las personas han sido pisoteados por Satanás. Las almas de las personas son un lugar inmundo, es donde ha morado Satanás y el lugar del que este se aprovecha. Satanás es todavía capaz de perturbar y controlar, de impedir que tu mente sea clara, que seas capaz de distinguir la verdad. Y entonces, que Dios se convierta en carne para experimentar el dolor del hombre y sufrir por este no es una opción, sino una imperiosa necesidad.
Debéis entender que Dios se ha hecho carne dos veces a fin de completar la obra de salvar a la humanidad. Si solo hubiera tenido una encarnación, no sería posible salvar por completo a la humanidad, pues con esta primera encarnación realizó la obra de redención y apareció fundamentalmente para resolver el problema de perdonar los pecados del hombre y hacerlo merecedor de presentarse ante Dios. La segunda encarnación está realizando la obra de juicio para purificar la corrupción del hombre y arreglar su carácter corrupto, pero seguiría sin ser posible solucionar el problema de que el hombre pertenezca por completo a Dios. Además, la segunda encarnación también debe experimentar el dolor del hombre para remediar por completo la parte de este que ha sido corrompida por Satanás, y resolver así por completo, de raíz, el problema del tormento y el sufrimiento del hombre. Esos son los pasos de la obra de las dos encarnaciones. Ninguno de ellos es prescindible. Y entonces, no debes contemplar a la ligera el dolor padecido por la encarnación. A veces Él llora, a veces tiene dolor y está molesto, y otras parece débil y lleno de pena. No debes tomarte esto a la ligera, y mucho menos tener nociones sobre ello. Si tienes nociones sobre esto, entonces eres extremadamente estúpido y rebelde. Además, no deberías creer que esto es lo que la carne normal debe sufrir; eso es incluso más erróneo, y si dices esto, entonces blasfemas contra Dios. La gente debe entender que el dolor que sufren las dos encarnaciones es necesario. No es absolutamente necesario para Dios mismo, pero sí para la humanidad. La corrupción de la humanidad es tan grande que esto no puede dejar de hacerse, es algo obligatorio para que la humanidad corrupta se pueda salvar completamente. La manera que tiene Dios de obrar consiste en que las personas lo vean con sus propios ojos. Todo lo que Él hace es público, no se oculta de nadie. No lo soporta en secreto, Él solo, temeroso de que la gente lo vea y tenga nociones. No se esconde de nadie, ya sea alguien que lleve mucho o poco tiempo creyendo en Dios, o sea viejo o joven, o capaz o no de comprender la verdad. Porque esto es una prueba, y cualquiera puede probar que la encarnación de Dios ha sufrido demasiado dolor, que verdaderamente ha soportado el dolor de la especie humana. No es verdad que Él haya sufrido solo unos pocos días de dolor en un lugar que nadie conoce ni que pase la mayor parte de Su tiempo en un estado de bienestar y placer, ese no es el caso. La obra y el sufrimiento de Cristo no se ocultan a nadie; Él no teme que seas débil, o que tengas nociones, o que dejes de creer. ¿Y qué demuestra que esto no se oculte a nadie? ¡Que tiene un significado extremo! La encarnación nunca está ociosa. Ves que hay momentos en los que Él no habla ni hace ruido, pero sigue obrando, ¡sigue sufriendo en Su corazón! ¿Se da cuenta el hombre de esto? Incluso cuando la gente lo ve, no lo comprende. Algunas personas sí saben que hoy Dios es de carne común y corriente, pero ¿sabes qué obra hace hoy esta carne común y corriente? No. Tus ojos solo ven el exterior, no puedes ver la esencia interior. Y así, no importa cuántos años parezca haber obrado oficialmente la encarnación, en realidad Dios nunca ha tenido un momento de descanso; aunque hay veces en que no habla ni hace ruido y no obra a gran escala, Su obra no ha cesado, y sigue sufriendo por el hombre. Algunas personas, cuando tratan de evaluar si Dios se ha hecho carne, y si Él es o no Cristo, se fijan en si Dios habla. Si no lo hace durante dos o tres años, entonces no es Dios, y entonces se apresuran a dejar de creer en Él. Tales personas tienen una actitud de “esperar a ver” hacia su fe en Dios, y no tienen conocimiento de Dios. Puede haber personas que estén “esperando a ver” hoy en día, y que, al comprobar que Dios no ha hablado durante un tiempo, en su corazón piensen: “¿Se ha marchado el Espíritu de Dios y ha subido al cielo?”. ¿Es equivocado pensar así? No juzgues alegremente. Si tienes nociones o dudas, ora a Dios, busca la verdad, lee más de la palabra de Dios, y todos estos problemas se resolverán. No delimites ciegamente los asuntos con “tal vez esto o quizá aquello”; estas palabras tuyas de “tal vez” y “quizá” son falacias, ¡y son las opiniones de los diablos y de Satanás! La obra de Dios no cesa ni un solo momento. Él no descansa, siempre está obrando y siempre está al servicio de la humanidad.
La esencia de Cristo se debe entender en todos los aspectos. ¿Cómo puedes conocer la esencia de Cristo? La clave es que debes conocer toda la obra que ha realizado su cuerpo carnal. Si solo crees que el Espíritu actúa así y la carne no, que a esta la controla meramente el Espíritu, entonces estás equivocado. ¿Por qué decimos que sufrir, ser crucificado, conquistar a toda la humanidad y experimentar el sufrimiento del hombre es una obra que ha realizado Cristo? Porque Dios se hizo hombre y obra entre los hombres. El Espíritu y la carne obran simultáneamente. No es como la gente imagina, que la carne no habla y el Espíritu la fuerza a hablar, no es así. En lugar de eso, existe una gran libertad. El espíritu y la carne hacen lo mismo, cuando la carne se encarga de que algo casi se haga, el Espíritu también ve el asunto de la misma manera. Obran al mismo tiempo. Por tanto, también es incorrecto decir que el cuerpo físico prevalece. ¿Qué significaría que “el cuerpo físico prevalece”? Existe un contexto para ello: una vez que Dios se hace hombre, todo lo que ve el hombre es una acción del cuerpo, y que este prevalece durante el tiempo de la encarnación. En cualquier caso, el Espíritu y la carne obran simultáneamente. Jamás ocurre que el Espíritu obligue a la carne a hablar y la carne no esté dispuesta, o que la carne quiera hablar pero el Espíritu no le conceda las palabras. Eso jamás podría suceder. Si la gente cree esto, entonces están equivocados y son ridículos. El Espíritu y la carne son uno. El Espíritu se encarna en la carne, así que ¿cómo es posible que el Espíritu quiera hablar y la carne no hable? ¿O que la carne quiera hablar y el Espíritu no le conceda las palabras? No puede ser. La encarnación de Dios es la personificación del Espíritu en la carne. Cuando la carne obra, Él puede hablar en cualquier momento o lugar, lo cual es completamente diferente a cuando el Espíritu Santo obra en una persona. Solo el Espíritu Santo personificado en la carne es la encarnación, y no se cuestiona la marcha del Espíritu Santo. Cuando este obra en las personas, la elección y el contexto están involucrados. Si las personas no persiguen la verdad, si van por su propio camino, entonces el Espíritu Santo las abandona y ellas lo van a sentir. Siempre existen distorsiones en la comprensión de la gente. Piensan que al haber llegado la obra de Dios a esta etapa, Él ya no tiene palabras, y que no podría hablar aunque quisiera. ¿Es así? Dios puede hablar en cualquier momento, nunca ha habido ninguna ruptura entre el Espíritu y el cuerpo. No importa qué obra o aspecto de la verdad se esté expresando, sea cual sea el lado desde el que se mire, se trata de la personificación del Espíritu en la carne, Dios se ha hecho hombre, lo que equivale a decir que todo el dolor que sufre la carne es también el Espíritu experimentando personalmente el dolor del hombre. No se puede hablar del cuerpo y del Espíritu por separado. La verdad de la encarnación es la más profunda de todas, y requiere que las personas tengan diez o veinte años de experiencia, o incluso toda una vida, para que puedan realmente conocerla.
Primavera de 1997