La obra de gestión de seis mil años de Dios está dividida en tres etapas: la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Estas tres fases de la obra son todas por el bien de la salvación de la humanidad, es decir, son para la salvación de la humanidad que ha sido gravemente corrompida por Satanás. Sin embargo, al mismo tiempo, también son para que Dios pueda entablar batalla con Satanás. Por tanto, como la obra de salvación está dividida en tres fases, también lo está la batalla contra Satanás, y estos dos aspectos de la obra de Dios se llevan a cabo simultáneamente. La batalla con Satanás es, en realidad, para la salvación de la humanidad y, al no ser esta obra algo que se pueda realizar con éxito en una sola fase, esta batalla también se divide en fases y periodos; se libra la guerra contra Satanás de acuerdo con las necesidades del hombre y la extensión de la corrupción que Satanás ha ejercido en él. En la imaginación del hombre, quizás crea que en esta batalla Dios tomará las armas contra Satanás, del mismo modo en que lo hacen dos ejércitos que combaten entre sí. Esto es meramente lo que el intelecto del hombre es capaz de imaginar; es una idea supremamente imprecisa y poco realista; sin embargo, es lo que el ser humano cree. Y como afirmo aquí que el medio de la salvación del hombre es a través de la batalla con Satanás, la persona imagina que así es como se desarrolla la batalla. La obra de salvación del hombre consta de tres etapas; es decir, que la batalla con Satanás se ha dividido en tres etapas para derrotarlo de una vez y para siempre. Sin embargo, la verdad interna de la totalidad de la obra de la batalla contra Satanás es que sus efectos se logran a través de varios pasos de la obra: concediéndole gracia al hombre y convirtiéndose en la ofrenda por su pecado, perdonándolos, conquistándole y haciéndole perfecto. En realidad, la batalla con Satanás no significa tomar las armas contra él, sino la salvación del hombre, la obra de su vida y el cambio de su carácter para poder dar testimonio de Dios. Así es como se derrota a Satanás, mediante la transformación del carácter corrupto del hombre. Una vez vencido, es decir, cuando el hombre haya sido completamente salvado, entonces el humillado Satanás será atado por completo y, de ese modo, el hombre habrá sido totalmente salvado. Así, la esencia de la salvación del hombre es la guerra con Satanás, y esta guerra se refleja principalmente en dicha salvación. La etapa de los últimos días, en la que el hombre va a ser conquistado, es la última etapa de la batalla con Satanás, y también es la obra de la completa salvación del hombre del campo de acción de Satanás. El significado interior de la conquista del hombre es el regreso de la personificación de Satanás —el hombre que ha sido corrompido por él— al Creador luego de ser conquistado, por medio de lo cual renegará de Satanás y volverá por completo a Dios. De este modo, el ser humano habrá sido completamente salvado. Así, la obra de conquista es la última en la batalla contra Satanás y la fase final de la gestión de Dios por el bien de la derrota de Satanás. Sin esta obra, la plena salvación del hombre sería imposible en última instancia, también sería imposible la derrota total de Satanás y la humanidad no sería nunca capaz de entrar en el maravilloso destino, o liberarse de la influencia de Satanás. Por consiguiente, la obra de salvación del hombre no puede concluir antes de que la batalla mencionada haya acabado, porque el núcleo central de la obra de gestión de Dios es por el bien de la salvación de la humanidad. La humanidad primitiva estaba en las manos de Dios, pero a causa de la tentación y la corrupción de Satanás, el hombre fue atado por Satanás y cayó en las manos del maligno. Satanás se convirtió, pues, en el objeto que debía ser derrotado en la obra de gestión de Dios. Al haber tomado posesión del hombre, y al ser este el capital que Dios utiliza para llevar a cabo toda gestión, si el hombre debe salvarse tendrá que ser arrebatado de las manos de Satanás; esto significa que el hombre debe ser tomado de vuelta tras haber sido retenido cautivo por Satanás. Así, Satanás debe ser derrotado mediante cambios en el antiguo carácter del hombre, cambios que restauran su sentido original de razón. De este modo, el hombre, que ha sido tomado cautivo, puede ser recuperado de las manos de Satanás. Si el hombre es liberado de la influencia y la esclavitud de Satanás, entonces este será avergonzado y el ser humano será rescatado en última instancia y Satanás derrotado. Al quedar el hombre libre de la oscura influencia de Satanás, se convertirá en los despojos de toda esta batalla y Satanás será objeto de castigo una vez acabada la batalla; después de esto, toda la obra de la salvación de la humanidad habrá concluido.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso
La obra realizada por Jesús fue simplemente una etapa más elevada que el Antiguo Testamento; se usó para empezar una era, y para dirigir la misma. ¿Por qué dijo: “No he venido para destruir la ley, sino para cumplirla”? Sin embargo, en Su obra había mucho que difería de las leyes practicadas y de los mandamientos seguidos por los israelitas del Antiguo Testamento, porque Él no vino a obedecer la ley, sino a cumplirla. El proceso de cumplirla incluía muchas cosas prácticas: Su obra era más práctica y real, y además, estaba más viva y no era la adherencia ciega a las reglas. ¿No guardaban los israelitas el día de reposo? Cuando Jesús vino no lo hizo, porque dijo que el Hijo del hombre era el Señor del día de reposo, y cuando este llegaba, haría lo que deseara. Él había venido a cumplir las leyes del Antiguo Testamento, además de a cambiar las leyes. Todo lo hecho hoy se basa en el presente, pero sigue basándose sobre el fundamento de la obra de Jehová en la Era de la Ley, y no transgrede este ámbito. Vigilar vuestra lengua y no cometer adulterio, por ejemplo, ¿no son estas leyes del Antiguo Testamento? Hoy, lo que se os exige no se limita únicamente a los diez mandamientos, sino que consiste en mandamientos y leyes de un orden superior a los que vinieron antes. Pero esto no significa que lo que vino antes haya sido abolido, porque cada etapa de la obra de Dios se lleva a cabo sobre la base de la anterior. En lo que se refiere a la obra que Jehová hizo entonces en Israel, como requerir que las personas ofrecieran sacrificios, que honraran a sus padres, que no adoraran a ídolos, que no atacaran o maldijeran a los demás, que no cometieran adulterio, que no fumaran ni bebieran, que no comieran cosas muertas ni bebieran sangre, ¿no es acaso el fundamento de vuestra práctica hasta hoy? La obra se ha llevado a cabo hasta nuestros días sobre la base del pasado. Aunque las leyes del pasado ya no se mencionan y se te han puesto nuevas exigencias, estas leyes, lejos de haberse abolido, se han elevado más alto en su lugar. Decir que han sido abolidas significa que la era anterior está obsoleta, mientras que hay algunos mandamientos que debes honrar durante toda la eternidad. Los mandamientos del pasado ya se han puesto en práctica, ya se han convertido en el ser del hombre, y no hay necesidad de hacer especial hincapié en mandamientos de “no fumar” y “no beber”, etc. Sobre este fundamento, se establecen nuevos mandamientos de acuerdo a vuestras necesidades actuales, a vuestra estatura y a la obra actual. Decretar mandamientos para la nueva era no significa abolir los de la antigua, sino elevarlos todavía más sobre este fundamento, hacer las acciones del hombre más completas y más alineadas con la realidad. Si hoy sólo se os exigiera seguir los mandamientos y ceñiros a las leyes del Antiguo Testamento de la misma forma que los israelitas, e incluso si se os exigiera memorizar las leyes establecidas por Jehová, no habría posibilidad alguna de que pudierais cambiar. Si solo tuvierais que ceñiros a esos pocos mandamientos limitados o memorizar innumerables leyes, vuestro antiguo carácter quedaría profundamente incrustada, y no habría forma de desarraigarla. De esta forma, os volveríais cada vez más depravados, y ninguno de vosotros llegaría a ser obediente. Es decir, unos cuantos simples mandamientos o incontables leyes son incapaces de ayudaros a conocer los hechos de Jehová. No sois como los israelitas; ellos, al seguir las leyes y memorizar los mandamientos, fueron capaces de presenciar los hechos de Jehová, y de brindarle su lealtad tan sólo a Él. Pero vosotros sois incapaces de conseguir esto, y unos pocos mandamientos de la era del Antiguo Testamento no sólo son incapaces de hacer que entreguéis vuestro corazón, o de protegeros, sino que os volverán poco rigurosos, y os harán descender al Hades. Pues Mi obra es de conquista y está dirigida a vuestra desobediencia y a vuestro viejo carácter. Las palabras amables de Jehová y de Jesús no alcanzan las severas palabras del juicio actual. Sin estas, sería imposible conquistaros a vosotros, “expertos”, que habéis sido desobedientes durante miles de años. Hace mucho que las leyes del Antiguo Testamento perdieron su poder sobre vosotros, y el juicio de hoy es mucho más formidable que las viejas leyes. Lo más adecuado para vosotros es el juicio, y no las insignificantes restricciones de las leyes, porque no sois la humanidad del principio, sino una que ha sido corrupta durante miles de años. Lo que el hombre debe conseguir ahora es acorde al estado real del hombre de hoy, según el calibre y la estatura del hombre actual, y no exige que se siga las reglas. Esto es así para que puedan lograrse cambios en tu viejo carácter, y para que puedas dejar a un lado tus nociones.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (1)
Aunque la senda que el hombre recorre hoy es también la senda de la cruz y del sufrimiento, lo que el hombre hoy practica, y lo que come, bebe y disfruta, es muy distinto a lo que le correspondió al hombre bajo la ley y en la Era de la Gracia. Lo que se le pide al hombre hoy es diferente de lo que se le pidió en el pasado y más diferente aún de lo que se le requería en la Era de la Ley. Ahora bien, ¿qué se le pedía al hombre bajo la ley cuando Dios llevaba a cabo Su obra en Israel? Tan solo que guardara el Sabbat y las leyes de Jehová. Nadie debía trabajar en el Sabbat ni transgredir las leyes de Jehová. Pero ahora no es así. En el Sabbat, el hombre trabaja, se reúne y ora como de costumbre, y no se le imponen restricciones. Quienes vivían en la Era de la Gracia debían ser bautizados y, además, se les pedía que ayunaran, partieran el pan, bebieran vino, se cubrieran la cabeza y lavaran los pies de otros. Ahora, estas reglas se han abolido, pero se le han impuesto al hombre unas exigencias más elevadas, porque la obra de Dios cada vez es más profunda y la entrada del hombre llega incluso más alto. En el pasado, Jesús imponía Sus manos sobre la persona y oraba, pero ahora que se ha dicho todo, ¿de qué sirve la imposición de manos? Las palabras pueden lograr resultados por sí solas. Cuando, en el pasado, Él imponía las manos sobre las personas, lo hacía para bendecirlas y también para curarlas de sus enfermedades. Así es como obraba el Espíritu Santo en aquel entonces, pero ahora no es así. Actualmente, el Espíritu Santo utiliza palabras para obrar y obtener resultados. Sus palabras os han quedado claras y deberíais ponerlas en práctica, tal y como se os ha dicho que hagáis. Sus palabras son Su voluntad; son la obra que Él desea llevar a cabo. Por medio de Sus palabras, entenderás Su voluntad y lo que Él te pide que logres, y simplemente puedes poner Sus palabras en práctica de manera directa, sin necesidad de la imposición de manos. Algunos pueden decir: “¡Impón Tus manos sobre mí! Impón Tus manos sobre mí de forma que pueda recibir Tu bendición y participar de Ti”. Todas estas son prácticas caducas del pasado que ahora están obsoletas, porque la era ha cambiado. El Espíritu Santo obra de acuerdo con la era, no al azar ni según normas establecidas. La era ha cambiado, y una nueva era necesariamente trae con ella obra nueva. Esto es así en cada etapa de la obra, y, así, Su obra nunca se repite. En la Era de la Gracia, Jesús llevó a cabo mucho de ese tipo de obra, como curar enfermedades, expulsar demonios, imponer Sus manos sobre el hombre para orar por él y bendecirlo. Sin embargo, hacerlo nuevamente no respondería a ningún propósito en el presente. El Espíritu Santo obraba de esa forma en ese momento, porque era la Era de la Gracia, y hubo suficiente gracia para que el hombre disfrutara de ella. Este no tenía que pagar ningún precio y recibiría la gracia mientras tuviera fe. Todos recibían un trato muy misericordioso. Ahora, la era ha cambiado, y la obra de Dios ha progresado más; a través de Su castigo y Su juicio, la rebeldía del hombre y las cosas inmundas en su interior se echarán fuera. Como era la etapa de la redención, Dios tenía que obrar de esa manera, mostrando al hombre suficiente gracia que disfrutar, de forma que el hombre pudiera ser redimido del pecado y, por medio de la gracia, sus pecados le fueran perdonados. La etapa actual tiene como objetivo exponer la injusticia dentro del hombre por medio del castigo, el juicio, el golpe de las palabras, la disciplina y la revelación de las mismas, de modo que la humanidad pueda ser salva después. Esta obra es más profunda que la redención. La gracia que había en la Era de la Gracia, era suficiente para el disfrute del hombre; ahora que ya la ha experimentado, ya no habrá de disfrutar más de ella. Esa obra ha quedado obsoleta y ya no se hará más. Ahora, el hombre será salvo por medio del juicio de la palabra. Después de que el hombre es juzgado, castigado y refinado, su carácter, por ende, cambia. ¿No se debe esto a las palabras que he hablado? Cada etapa de la obra se lleva a cabo de acuerdo con el progreso de toda la raza humana y de acuerdo con la era. La obra es sumamente importante; se lleva a cabo en aras de la salvación final, para que la humanidad pueda tener un buen destino en el futuro, y para que sea clasificada según su tipo al final.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)
La obra de hoy ha impulsado la obra de la Era de la Gracia; es decir, la obra bajo la totalidad del plan de gestión de seis mil años ha avanzado. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se basa en la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Porque la obra de hoy es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido un avance sobre la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada eslabón en la cadena está íntimamente vinculado con el siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se basa en la obra realizada por Jesús? Suponiendo que esta etapa no se construyera tomando como base la obra realizada por Jesús, habría tenido que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra redentora de la etapa anterior tendría que volver a hacerse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra esté completamente finalizada, sino que la era ha avanzado y el nivel de la obra se ha elevado más que antes. Puede decirse que esta etapa de la obra se construye sobre la base de la Era de la Ley y sobre la roca de la obra de Jesús. La obra de Dios se construye etapa por etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Solo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación
Toda la gestión de Dios se divide en tres etapas, y en cada etapa al hombre se le hacen exigencias adecuadas. Además, a medida que las épocas pasan y avanzan, las exigencias que Dios le hace a toda la humanidad cada vez son más altas. Así, paso a paso, esta obra de la gestión de Dios alcanza su clímax, hasta que el hombre contempla el hecho de la “aparición de la Palabra en la carne”, y de esta manera las exigencias para el hombre son cada vez más elevadas, al igual que las exigencias para que el hombre dé testimonio. Cuanto más capaz sea el hombre de cooperar realmente con Dios, más gloria obtiene Dios. La cooperación del hombre es el testimonio que se le exige dar y el testimonio que él da es la práctica del hombre. Por tanto, que la obra de Dios tenga el efecto debido o no, y que pueda haber un verdadero testimonio o no está ligado de un modo inextricable a la cooperación y el testimonio del hombre. Cuando la obra se termine, es decir, cuando toda la gestión de Dios haya llegado a su fin, al hombre se le exigirá dar un testimonio más elevado, y cuando la obra de Dios llegue a su fin, la práctica y la entrada del hombre alcanzarán su cenit. En el pasado, al hombre se le exigía cumplir con la ley y los mandamientos y se le exigía ser paciente y humilde. Ahora, al hombre se le exige obedecer todos los arreglos de Dios y tener un amor supremo por Dios y, al final se le exige seguir amando a Dios en medio de la tribulación. Estas tres etapas son las exigencias que Dios le hace al hombre, paso a paso, a lo largo de toda Su gestión. Cada etapa de la obra de Dios profundiza más que la última y, en cada etapa, las exigencias para el hombre son más profundas que en la anterior; de esta manera, toda la gestión de Dios poco a poco toma forma. Precisamente porque las exigencias para el hombre son cada vez más elevadas, el carácter del hombre cada vez se acerca más a los estándares que Dios exige y, solo entonces, toda la humanidad empieza gradualmente apartarse de la influencia de Satanás hasta que, cuando la obra de Dios llegue a un final completo, toda la humanidad habrá sido salvada de la influencia de Satanás. Cuando ese momento llegue, la obra de Dios habrá alcanzado su fin y la cooperación del hombre con Dios con el fin de lograr los cambios en su carácter no será más, toda la humanidad vivirá en la luz de Dios y, a partir de entonces no habrá rebelión u oposición a Dios. Dios tampoco le hará exigencias al hombre y habrá una cooperación más armoniosa entre el hombre y Dios, una que será la vida del hombre y Dios juntos, la vida que viene después de que la gestión de Dios haya concluido por completo y después de que Dios haya salvado por completo al hombre de las garras de Satanás.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre