Es muy dolorosa la hipocresía
Por Su Wan, ChinaEn agosto de 2020, me destituyeron por haber estado saliendo del paso en mi deber sin hacer nada de trabajo real. Después,...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En 2014, cuando era líder de la iglesia, yo era algo eficaz en mi deber, había acumulado cierta experiencia y sentía que comprendía la verdad. Cuando encontraba problemas, no buscaba los principios-verdad y a menudo hacía lo que me apetecía. En esa época, alguien informó de que los líderes de dos iglesias tenían mala humanidad y reprimían y constreñían a otros. Yo fui prejuiciosa y creí lo que había escuchado sin entender detalladamente la situación real. Así que despedí a uno de los líderes que podía hacer trabajo real y estuve a punto de cometer el error de expulsar al otro. Eso afectó seriamente al trabajo de ambas iglesias. Los líderes superiores me podaron con severidad por ser imprudente y caprichosa en el cumplimiento de mi deber, no actuar según los principios-verdad y despedir y expulsar a la gente arbitrariamente. Pero yo no me conocía a mí misma e intenté razonar con ellos y justificarme. Después de todo, ¿quién no comete errores al hacer su deber? Como no aceptaba la verdad, a menudo violaba los principios en mi trabajo, era imprudente y caprichosa y perturbaba y trastornaba el trabajo de la iglesia, los líderes superiores me despidieron. Después de ser destituida, los líderes superiores no me encomendaron realizar ningún deber y me dejaron hacer introspección. En aquel momento no entendía la intención de Dios y era muy negativa. Sentía que, durante todos esos años de creer en Dios, había renunciado a mi familia y a mi carrera, y a menudo había hecho mi deber incluso estando enferma. Quizá no había contribuido mucho, pero ciertamente había trabajado duro. Una cosa era que me despidieran, pero ¿por qué no me encomendaban ningún deber? Solo había cometido dos errores, ¿no era demasiado duro que me trataran así? Sobre todo cuando veía a hermanos y hermanas que nunca habían sido líderes y seguían haciendo su deber, mientras que yo, una antigua líder, no tenía ningún deber que realizar, pensaba: “Parece que no puedo ser líder. Como líder, tienes que cumplir un estándar alto y requerimientos estrictos. Si un día te descuidas un poco, tu vida como creyente en Dios puede llegar a su fin. ¿Cómo va a llevar eso a un buen final y un buen destino? Pase lo que pase, no volveré a ser líder”. En los años siguientes, siempre trabajé con textos en la iglesia, y aunque hubo oportunidades de presentarme a ser elegida como líder u obrera, siempre eludí participar. En ese momento no era consciente de mis problemas y creía que eso era lo más inteligente.
En mayo de 2020, la iglesia iba a elegir líderes. Tenía el corazón agitado: “Mi trabajo con textos es bastante bueno, y no quiero tomar parte en la elección. Si me eligieran para líder, sería algo malo. Ser líder es una tarea ardua e ingrata. Se espera que lo hagas bien, y si se retrasa el trabajo de la iglesia, el líder tiene que asumir la responsabilidad. O sea que es verdad que ‘Todo el mundo cosecha beneficios, pero solo una persona carga con la culpa’. En mi época como líder cometí algunas transgresiones. Si vuelvo a servir como líder y hago algo que viole principios y cause gran daño al trabajo de la iglesia, en el mejor de los casos seré despedida. Y en el peor, seré expulsada y perderé la oportunidad de salvarme”. Con esas ideas en mente, busqué una excusa y dije que mi problema cardíaco había empeorado últimamente y por eso no podía tomar parte en la elección. En ese momento me sentí un poco culpable. “¿Esto no es esquivar la elección?”. Pero pensaba que de verdad no estaba preparada para ser líder y era cierto que últimamente tenía algunas molestias en el corazón, así que tenía una razón para no hacerlo. Pensar así me ayudó a controlar los nervios y la culpa que sentía. Más tarde, cuando hubo otra elección, tampoco quise participar, porque sentía que ser líder era peligroso. Era mucho trabajo, había que lidiar con muchos problemas y podía quedar expuesta en cualquier momento. Algunos de los hermanos y hermanas que me rodeaban no parecían tener problemas cuando no eran líderes. Pero una vez que se convertían en líderes, algunos se revelaban como falsos líderes y eran despedidos, y otros se revelaban como malvados o anticristos y eran echados o expulsados. Parecía que ese estatus revelaba en verdad cómo era la gente en realidad. Al final renuncié y no me presenté a la elección.
Poco después de llegar a casa, enfermé de pronto. Tenía diarrea y fiebre y la medicación no me ayudó. Después de varios días sufriendo, me recuperé por fin. Pero los brazos y el cuello se me cubrieron de puntitos rojos. Me sentía cada vez peor y, en cuanto empecé a sudar, sentí un escozor por todo el cuerpo. Después de unos días, estaba completamente agotada de luchar con la enfermedad y comprendí que esta no era una coincidencia, era la disciplina de Dios. Pero no sabía qué hacer para reflexionar y comprender. Oré a Dios y le pedí que me guiase para conocerme a mí misma y aprender mi lección.
Cuando mi líder se enteró de que estaba enferma, me advirtió que reflexionase sobre mi actitud hacia la elección, y encontró un pasaje de la palabra de Dios que hacía referencia a mi estado: “Con una naturaleza satánica […] cuando la gente adquiere estatus está en peligro. ¿Y qué habría que hacer? ¿Acaso no tiene una senda que seguir? Una vez que han caído en esa peligrosa situación, ¿no hay vuelta atrás para ellos? Dime, en cuanto las personas corruptas adquieren estatus —independientemente de quiénes sean— ¿se vuelven anticristos? ¿Es totalmente cierto esto? (Si no persiguen la verdad, entonces se convertirán en anticristos, pero si lo hacen, entonces eso no ocurrirá). Así es: si las personas no persiguen la verdad, seguro que se convierten en anticristos. Y todas aquellas que caminan por la senda de los anticristos, ¿acaso lo hacen por el estatus? No, lo hacen principalmente porque no tienen amor por la verdad, porque no son gente correcta. Tengan o no estatus, todos los que no persiguen la verdad caminan por la senda de los anticristos. Sin importar cuántos sermones hayan oído, dichas personas no aceptan la verdad, no caminan por la senda correcta, sino que están decididas a avanzar hacia la senda sinuosa. Esto es parecido a la forma como las personas comen: algunas no consumen alimentos que puedan alimentar su cuerpo y mantener una existencia normal, sino que, en su lugar, insisten en consumir cosas que les hacen daño y al final se tiran piedras a su propio tejado. ¿No es esto su propia decisión? Tras su descarte, algunos líderes y obreros difunden nociones: ‘No seas líder y no te permitas ganar estatus. Las personas están en peligro en el instante en el que adquieren algo de estatus ¡y Dios las revelará! Una vez que sean reveladas, ni siquiera estarán calificadas para ser creyentes comunes y no recibirán bendición alguna’. ¿Qué clase de palabras son esas? En el mejor de los casos, representan un entendimiento incorrecto de Dios; en el peor, son una blasfemia contra Él. Si no vas por la senda correcta, no persigues la verdad ni sigues el camino de Dios, sino que te empeñas en recorrer la senda de los anticristos y terminas en la senda de Pablo, con lo que acabas obteniendo el mismo resultado, el mismo final que Pablo, e igualmente te quejas de Dios y lo juzgas injusto, ¿no eres el auténtico producto de un anticristo? ¡Semejante conducta recibe maldición! Cuando la gente no comprende la verdad, vive siempre según sus nociones y figuraciones, suele malinterpretar a Dios y cree que los actos de Dios contradicen sus nociones, lo que produce en ella emociones negativas; esto sucede porque la gente tiene un carácter corrupto. Dice cosas negativas y se queja porque su fe es excesivamente ínfima, su estatura demasiado pequeña, y porque comprende muy pocas verdades; todo ello es perdonable y Dios no lo recuerda. Sin embargo, hay quienes no caminan por la senda correcta, que, en concreto, caminan por la que conduce a engañar, resistirse, traicionar y combatir a Dios. Estas personas son finalmente castigadas y maldecidas por Dios y se sumen en la perdición y la aniquilación. ¿Por qué llegan a este extremo? Porque nunca han hecho introspección ni se han conocido a sí mismas, porque no aceptan la verdad en absoluto, porque son imprudentes y caprichosas y se niegan obstinadamente a arrepentirse, e incluso porque se quejan de Dios tras ser reveladas y descartadas alegando que Dios no es justo. ¿Podrían salvarse estas personas? (No). No podrían. Entonces, ¿acaso todos los que han sido revelados y descartados carecen de esperanzas de salvación? No puede decirse que no tengan absolutamente ninguna esperanza de redención. Hay quienes comprenden muy pocas verdades y son jóvenes e inexpertos; son aquellos que, una vez que llegan a líderes u obreros y tienen estatus, se dejan dirigir por su carácter corrupto, van en pos del estatus y gozan de él, con lo que, naturalmente, caminan por la senda de los anticristos. Si, revelados y juzgados, son capaces de hacer introspección y se arrepienten de verdad, abandonando la maldad como el pueblo de Nínive y dejando de caminar por la senda del mal como hacían antes, todavía tienen la oportunidad de salvarse. No obstante, ¿cuáles son las condiciones de dicha oportunidad? Que deben arrepentirse sinceramente y ser capaces de aceptar la verdad. Si lo son, todavía tienen esperanza. Si son incapaces de hacer introspección, no aceptan la verdad en absoluto y no tienen intención de arrepentirse sinceramente, serán descartados por completo” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus). Después de leer la palabra de Dios, mi líder me advirtió: “Tú siempre piensas que, como líder, es fácil ser puesto en evidencia, despedido o descartado. ¿Ese es el punto de vista correcto? Que la gente sea puesta en evidencia y descartada depende de si persigue la verdad y de la senda que tome. No tiene nada que ver con que sea líder o no lo sea. Si una persona es líder, pero no persigue la verdad ni camina por la senda correcta, si hace el mal, trastorna y perturba el trabajo de la iglesia y no quiere arrepentirse, entonces definitivamente será puesta en evidencia y descartada. Aunque algunos líderes se desvíen al hacer su deber y cometan transgresiones, si pueden aceptar la verdad, hacer introspección, conocerse y arrepentirse de verdad, la iglesia les dará la oportunidad de seguir practicando. Aunque tengan escasa aptitud y no estén cualificados para ser líderes, serán transferidos a donde realicen un deber apropiado. Con tantos líderes en la iglesia, ¿por qué algunos comprenden cada vez más la verdad y realizan su deber cada vez mejor? ¿Por qué algunas personas hacen cosas malas repetidamente, son puestas al descubierto como falsos líderes y anticristos y terminan descartadas? ¿Acaso sus fracasos tienen algo que ver con ser líderes? La iglesia ha descartado a muchas personas malvadas, muchas de las cuales no eran líderes. Las descartaron por su naturaleza de aversión y hostilidad hacia la verdad, porque no iban por la senda correcta, cometían actos indebidos de manera imprudente al realizar su deber y causaban trastornos y perturbaciones. ¿Eso tiene algo que ver con ser líder?”.
Después de oír las palabras de la líder, estaba conmovida. Ella tenía razón. Que alguien se convierta en líder y tenga estatus no significa que vaya a ser puesto en evidencia y descartado. Eso ocurre porque, después de conseguir estatus, la gente no va por la senda correcta y no persigue la verdad. Solo codicia los beneficios del estatus, hace lo que le apetece, comete actos indebidos de manera imprudente y causa trastornos y perturbaciones. Eso los convierte en falsos líderes y anticristos, que son despedidos y descartados. Pensé en el hermano Fang Xun, quien había sido despedido un tiempo atrás. Como líder, siempre alardeaba y menospreciaba y marginaba a los hermanos con los que trabajaba. Eso les hacía sentirse constreñidos y no podían realizar sus deberes con normalidad. Los líderes hablaron muchas veces con Fang Xun, pero él no cambió y por eso acabaron por despedirlo. Cuando a mí me despidieron de mi posición de líder, también fue porque a menudo había sido imprudente y caprichosa. Cuando mis hermanos y hermanas me comunicaron problemas de dos líderes de la iglesia, no seguí los principios e investigué y verifiqué esos informes. En lugar de eso, los condené a ciegas e incluso despedí a uno y casi expulsé al otro. El resultado fue que hice daño a ambos líderes y provoqué caos en las iglesias. Pensando ahora en ello, todo lo que hice fue malvado, perturbó el trabajo de la iglesia y causó daño a los hermanos y hermanas. Por suerte, esos dos errores fueron descubiertos y remediados. Si no, las consecuencias habrían sido desastrosas. Comprendí que mi despido no había tenido nada que ver con tener estatus o ser líder. Me habían despedido porque mi carácter era demasiado arrogante, al afrontar problemas no buscaba la verdad y no hacía cosas basadas en principios. En vez de eso, actuaba de manera arbitraria y cometía actos indebidos de forma imprudente, y perturbaba el trabajo de la iglesia. Y cuando me podaron, no reflexioné sobre mí misma. Mi despido es congruente con los principios y muestra la justicia de Dios. Pero todo el tiempo yo no me conocía a mí misma. Siempre me ponía a la defensiva con Dios, lo malinterpretaba y pensaba que yo había sido puesta en evidencia porque era líder. ¡Qué absurda e irrazonable era! Recién ahora he comprendido que, en aquel momento, si no me hubiesen despedido de inmediato e impedido que hiciese el mal, dado mi carácter arrogante, habría podido hacer un mal mucho mayor. Mi despido fue la manera de Dios de protegerme y también una buena oportunidad para que yo reflexionase y me conociese a mí misma. También pensé en la hermana Wang Rui, una persona con la que había trabajado previamente. También la habían despedido, pero después de su fracaso, había sido capaz de hacer introspección, conocerse a sí misma, aprender lecciones y arrepentirse ante Dios. Después, cuando volvió a ser líder, fue capaz de buscar la verdad y trabajar basada en principios, y progresó claramente. Después de ponderar esas cosas, comprendí que no es el estatus de alguien lo que hace que sea revelado y descartado, sino que es víctima de su propio carácter corrupto. Si un carácter corrupto no se resuelve, aunque uno no sea líder y no obre mal con el estatus de líder, igual será descartado por no perseguir la verdad. Cuando reconocí eso, mi estado cambió un poco, pero seguía teniendo algunas preocupaciones: “Mi comprensión de la verdad es superficial. La iglesia tiene muchos temas que requieren que los líderes tomen decisiones y, si no se organizan bien las cosas y el trabajo de la iglesia se ve trastornado y perturbado, pueden ocurrir transgresiones. Si uno no es líder y no participa en esa labor, ese trabajo no causará que haga el mal o se oponga a Dios. Así que mejor no participo en la elección”. Después de eso, la líder me mostró otro pasaje de la palabra de Dios: “No quiero ver a nadie con la sensación de que Dios lo ha dejado al margen, de que Dios lo ha abandonado o desdeñado. Lo único que quiero es veros a todos en el camino de la búsqueda de la verdad y buscando entender a Dios, marchando osadamente hacia adelante con determinación inquebrantable, sin ningún tipo de dudas o cargas. No importa qué errores hayas cometido, no importa lo lejos que te hayas desviado o cuán gravemente hayas transgredido, no dejes que se conviertan en cargas o en un exceso de equipaje que tengas que llevar contigo en tu búsqueda de entender a Dios. Continúa marchando hacia adelante. En todo momento, la intención de Dios de salvar al hombre nunca cambia. Esta es la parte más preciosa de la esencia de Dios” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). La palabra de Dios me conmovió profundamente. Dios no renuncia a salvar a la gente por sus fracasos y transgresiones momentáneas. En vez de eso, Él le da oportunidades de arrepentirse. La gente no tiene que tener miedo de cometer errores y transgresiones al cumplir con su deber. Mientras la gente pueda cambiar, Dios seguirá guiándola. Aunque yo había cometido algunas transgresiones, la iglesia todavía me daba la oportunidad de hacer introspección y arrepentirme. No me condenaba ni me descartaba por esas transgresiones. Pero yo no hacía introspección, seguía a la defensiva con Dios, lo malinterpretaba y no estaba dispuesta a ser líder ni obrera. ¡Qué testaruda era! Cuando me di cuenta de eso, sentí remordimientos y culpa, así que oré a Dios: “Oh, Dios, soy demasiado rebelde. No quiero seguir malinterpretándote ni estando a la defensiva contigo. Estoy dispuesta a arrepentirme. Te suplico que me guíes y me corrijas en lo que me he equivocado”.
Entonces me pregunté por qué había malinterpretado a Dios y había estado todo el tiempo a la defensiva con Él. ¿Cuál era la causa profunda? Entonces mi líder leyó un pasaje de la palabra de Dios que me ayudó mucho. Dios Todopoderoso dice: “Si eres muy deshonesto, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer. Al faltarte la fe verdadera, estarás incluso más lejos del verdadero amor. Y si puedes dudar de Dios y especular sobre Él a voluntad, entonces sin duda eres la persona más falsa de todas. Especulas si Dios puede ser como el hombre: imperdonablemente pecaminoso, de temperamento mezquino, carente de imparcialidad y de razón, falto de un sentido de la rectitud, entregado a tácticas despiadadas, traicioneras y arteras, y que se deleita en la maldad y la oscuridad y ese tipo de cosas. ¿Acaso el hombre no tiene tales pensamientos porque no conoce a Dios en lo más mínimo? ¡Esta forma de fe no se diferencia del pecado!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra). La palabra de Dios me hizo comprender que me había puesto un poco a la defensiva con Él y lo había malinterpretado porque mi naturaleza era demasiado falsa. Tras haber sido despedida una vez, no reflexioné sobre mi senda anterior, la cual llevaba al fracaso, ni asimilé las lecciones que había que aprender para evitar repetir los mismos errores. En su lugar, pensé que ser líder implicaba que sería puesta en evidencia y descartada fácilmente, y que era el título de “líder” lo que me convertía en víctima. Incluso imaginaba que Dios era como algún gobernante mundano que condena a la gente a muerte una vez que comete un pequeño error. Por eso, en cuanto alguien mencionaba elecciones, me aterraba y temía que, si resultaba elegida como líder, hasta el menor descuido de mi parte me dejaría en evidencia y yo no tendría un buen destino. Por eso observaba atentamente y mantenía mis defensas en alto. Ponía una excusa tras otra para evitar esa situación y me negaba a participar en la elección. ¡Qué falsa era! La razón de que la iglesia entrene líderes y obreros es darles oportunidades de practicar para que puedan comprender la verdad y entrar en la realidad lo más rápidamente posible. Pero creía de verdad que Dios pretendía ponerme en evidencia y descartarme. ¿Eso no era malinterpretar a Dios y blasfemar en Su contra? Creía en Dios, pero siempre lo veía con los ojos de los injustos, sospechaba de Él y estaba a la defensiva con Él, con lo que revelaba así mi carácter satánico. ¿Ese tipo de fe en Dios no es en realidad como resistirse a Él?
Más tarde, después de leer más de las palabras de Dios, comprendí un poco mejor Su intención. Las palabras de Dios dicen: “A veces, Dios usa determinado asunto para revelarte o disciplinarte. Entonces, ¿significa esto que se te ha descartado? ¿Significa que ha llegado tu fin? No. […] En realidad, en muchos casos, la preocupación de la gente proviene de sus intereses personales. En general, se trata del temor a no tener ningún desenlace. Siempre piensa: ‘¿Y si Dios me revela, descarta y rechaza?’. Se trata de tu mala interpretación de Dios; son solo tus conjeturas parciales. Tienes que llegar a comprender cuál es la intención de Dios. Él no revela a la gente para descartarla. La revela para poner de manifiesto sus defectos, sus errores y su esencia-naturaleza, para que se conozca a sí misma y pueda arrepentirse sinceramente; la revelación propiamente dicha es para que la gente crezca en la vida. Sin un entendimiento puro, la gente tiende a malinterpretar a Dios y volverse negativa y débil, o incluso puede sucumbir a la desesperación. De hecho, la revelación por parte de Dios no implica necesariamente que vaya a descartar a la persona. Lo hace para ayudarte a conocer tu propia corrupción y lograr que te arrepientas. A menudo, como la gente es rebelde y no busca la verdad para encontrar una solución cuando revela corrupción, Dios debe ejercer Su disciplina. Por ello, en ocasiones revela a la gente poniendo en evidencia su fealdad y su lamentable estado y permitiéndole conocerse a sí misma, lo que le ayuda a crecer en la vida. Revelar a la gente tiene dos implicaciones distintas. Para los malvados, ser revelados implica el descarte. Para los que son capaces de aceptar la verdad, es un recordatorio y una advertencia; les obliga a hacer introspección, a descubrir su verdadero estado y a dejar de ser díscolos e imprudentes, pues seguir así sería peligroso. Revelar de este modo a la gente es recordarle que, cuando cumpla con el deber, no sea atolondrada y descuidada, que no deje de tomarse las cosas con seriedad, que no se conforme con ser solo un poco eficaz creyendo haber cumplido con el deber a nivel aceptable, cuando, a decir verdad, en comparación con lo que exige Dios, no llega ni de lejos y, sin embargo, sigue siendo autocomplaciente y cree que lo hace bien. En tales circunstancias, Dios disciplina, amonesta y advierte a la gente. Algunas veces, Dios revela su fealdad, lo que, evidentemente, sirve de recordatorio. En esos momentos has de hacer introspección: es insuficiente cumplir con el deber de esta forma, hay rebeldía de por medio, hay demasiadas cosas negativas en ello, es totalmente superficial y, si no te arrepientes, corresponde que seas castigado. De vez en cuando, cuando Dios te disciplina o te revela, eso no implica necesariamente que te vaya a descartar. Hay que plantear correctamente esta cuestión. Incluso si eres descartado, debes aceptarlo y someterte a ello, y apresurarte a reflexionar y arrepentirte” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo a base de practicar la verdad y someterse a Dios se puede lograr transformar el carácter). Al leer la palabra de Dios, me conmoví bastante, y me sentí especialmente avergonzada y culpable. Dios pone en evidencia a la gente, la poda y la disciplina para que pueda entenderse a sí misma, arrepentirse y cambiar. Cuando me podaron y experimenté frustración y fracaso, no comprendí las buenas intenciones de Dios para salvar a la humanidad. Seguí aferrándome a falsedades y palabras endiabladas de Satanás del tipo de “Cuanto más alto, más dura será la caída” y “La cima es un lugar solitario”. Imaginaba que ser líder de la iglesia era como ser funcionario en el mundo seglar y que, cuanto más alta la posición, más alto el riesgo, y cuanto más fuera uno líder, más rápidamente sería puesto en evidencia y descartado. En los últimos años, siempre he malinterpretado a Dios y he estado a la defensiva con Él, y mi corazón ha estado cerrado a Dios todo ese tiempo. Me he negado repetidamente a tomar parte en las elecciones a líderes. Aunque hacía mi deber, tenía recelos, así que no podía entregarme a fondo y siempre tenía una actitud tibia hacia la búsqueda de la verdad. Había caído en la trampa de Satanás y sufría a manos de este, y ni siquiera sabía hasta qué punto eso dañaba mi vida. Ahora estaba en peligro y no podía permitirme seguir malinterpretando a Dios y haciéndole daño. Oré a Dios en silencio: “Oh, Dios, quiero arrepentirme ante Ti y tratar las elecciones correctamente. No importa si me eligen o no, me someteré a Tus disposiciones”.
Cuando llegó el momento de la elección, yo seguía en conflicto: “Esta vez, si de verdad salgo elegida, debo aceptar el puesto. Pero mi capacidad para el trabajo y mi aptitud son mediocres, así que, si no cumplo bien, ¿entonces qué? Es mejor dejar que lo haga otro. Así no volveré a quedar en evidencia”. En mi dilema, de pronto pensé en la palabra de Dios: “Cuando el pueblo de Dios desempeña su deber en el reino y los seres creados lo hacen ante el Creador, deberían avanzar con calma y con un corazón temeroso de Dios. No deberían ir a tientas, encogerse o andar con pies de plomo. Si sabes que este estado es incorrecto y te preocupas constantemente en lugar de buscar la verdad para resolverlo, entonces te está constriñendo y atando, y no serás capaz de cumplir con tu deber” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). La palabra de Dios sirvió de recordatorio. Siempre me habían puesto nerviosa las elecciones y, en el momento crítico, quise retirarme y escapar de nuevo. Para los seres creados, es correcto y apropiado hacer nuestro deber, es un honor. Pero yo, de hecho, esquivaba la responsabilidad, era tímida, estaba a la defensiva y era recelosa. ¡Qué tonta y patética! Tenía que volver a Dios, ser una persona sencilla y honesta, dejar de preocuparme por mi futuro y mi destino final y entregarle a Él mi corazón. Saliera o no saliera elegida, ya no podía seguir huyendo y escondiéndome. Si era elegida, tenía que aceptarlo y cumplir bien mi deber. Cuando me comprometí plenamente con esta mentalidad, sentí que se me quitaba un gran peso del corazón y que quedaba aliviada de mi carga.
Esa vez, cuando se hicieron públicos los resultados de la elección, salimos elegidas otra hermana y yo. Yo ya no estaba sumida en los malentendidos hacia Dios ni a la defensiva con Él, y ya no temía ser descartada si no ejecutaba bien mi deber. En vez de eso, quería valorar esa oportunidad, esforzarme por cumplir bien con mi deber y saldar mi deuda con Dios. Más tarde leí la palabra de Dios: “¿Os da miedo seguir la senda de los anticristos? (Sí). ¿Es útil el miedo por sí solo? No, el miedo, por sí solo, no soluciona el problema. Es normal tener miedo de caminar por la senda de los anticristos. Esto indica que alguien es amante de la verdad, gente dispuesta a esforzarse por ella y a perseguirla. Si sois temerosos en vuestro corazón, debéis buscar la verdad y hallar la senda de práctica. Debéis empezar por aprender a cooperar con los demás en armonía. Si hay un problema, resolvedlo hablándolo en comunión y debate para que todos conozcan los principios, además del razonamiento y el programa concretos de la solución. ¿Esto no te impide tomar decisiones solo? Además, si tienes un corazón temeroso de Dios, serás naturalmente capaz de recibir el escrutinio de Dios, pero también debes aprender a aceptar la supervisión del pueblo escogido de Dios, lo que requiere que tengas tolerancia y aceptación. […] Ciertamente, es necesario aceptar la supervisión, pero lo principal es orar a Dios y ampararte en Él sometiéndote a un examen constante. Especialmente cuando te hayas equivocado o hecho algo mal, o cuando estés a punto de actuar o decidir por tu cuenta y alguien cercano te lo comente y te alerte, es preciso que lo aceptes y te apresures a hacer introspección, que admitas el error y lo corrijas. Esto puede evitar que entres en la senda de los anticristos. Si hay alguien que te ayuda y alerta de esta manera, ¿no estás siendo protegido sin saberlo? Sí, esa es tu protección” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). La palabra de Dios señala el principio de práctica que ayuda a evitar seguir la senda equivocada: buscar la verdad sean cuales sean los problemas que afrontes, hablar las cosas con tus hermanos y hermanas, cooperar en armonía y hacer tu deber de acuerdo con los principios-verdad; no actuar arbitrariamente llevado por tu carácter arrogante y no tomar decisiones unilateralmente, y mientras haces tu deber, aceptar la supervisión de tus hermanos y hermanas. Si no haces tu deber solo porque temes tomar la senda de un anticristo y tienes miedo de ser revelado, eso no solo evitará resolver problemas, sino que también arruinará tu oportunidad de ganar la verdad y ser salvado. ¿Eso no es como renunciar del todo a comer porque tienes miedo de atragantarte? A partir de ahí, aprendí las lecciones de mis fallos previos y cuando hacía mi deber, tenía una actitud mucho más correcta. Si tenía problemas, podía debatir conscientemente con todo el mundo, cooperar armoniosamente y buscar juntos los principios-verdad. Después de un tiempo, vi la guía de Dios e hice mi deber con eficacia.
Esta experiencia me obligó a hacer introspección y a conocer mi carácter corrupto, lo cual me permitió comprender la intención de Dios, dejar de malinterpretarlo y de estar a la defensiva con Él, y realizar mi deber con facilidad. ¡Gracias a Dios!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
Por Su Wan, ChinaEn agosto de 2020, me destituyeron por haber estado saliendo del paso en mi deber sin hacer nada de trabajo real. Después,...
Consideraba las doctrinas que sostenía como mi propio capital, pero no ponía atención en entenderme a mí misma, en buscar la entrada, en ganar la verdad. Y así, ¿cómo podía tener algún cambio en mi carácter de vida? La obra práctica y las palabras de Dios nos proveen de toda la verdad que necesitamos y Él desea que entendamos esa verdad y que, por medio de cumplir nuestro deber, traigamos la luz y el esclarecimiento que obtengamos en nuestras experiencias diarias y entrada, y proveer eso a nuestros hermanos y hermanas.
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