Un remedio para los celos
Dios Todopoderoso dice: “La carne del hombre es de Satanás, está llena de carácter rebelde, es deplorablemente vil, y es algo inmundo. Las personas codician demasiado el gozo de la carne y hay demasiadas manifestaciones de la carne; por eso Dios desprecia la carne del hombre hasta cierto punto. Cuando las personas se deshacen de las cosas viles y corruptas de Satanás, ganan la salvación de Dios. Pero si todavía no se despojan de lo vil y de la corrupción, entonces siguen viviendo bajo el campo de acción de Satanás. Las intrigas, los engaños y la ruindad de las personas son todas cosas de Satanás. La salvación de Dios hacia ti es para librarte de estas cosas de Satanás. La obra de Dios no puede ser errónea; toda se hace con el fin de salvar a las personas de la oscuridad. Cuando has creído hasta cierto punto y puedes despojarte de la corrupción de la carne, y esta corrupción ya no te encadena, ¿no has sido salvado? Cuando vives bajo el campo de acción de Satanás eres incapaz de manifestar a Dios, eres algo vil y no puedes recibir la herencia de Dios. Una vez que hayas sido purificado y perfeccionado, serás santo, serás una persona normal, y Dios te bendecirá y serás precioso para Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (2)). A través de las palabras de Dios, llegué a entender que luchamos contra los celos y las disputas interpersonales porque Satanás nos ha corrompido, y todos vivimos según nuestro carácter satánico engañoso y malvado y somos muy egoístas. Hubo una época en que viví en un estado de celos, siempre conspiraba contra la gente y ansiaba fama y ganancia. Era un modo de vida doloroso, pero no podía liberarme. Le debo al juicio y castigo de Dios el haber podido cambiar un poco y escapar de ese dolor.
En junio de 2017, me dieron el deber de líder de grupo en la iglesia, era responsable por la vida de la iglesia en varios lugares de reunión. Me hacía muy feliz cumplir con ese deber, y sentía que Dios me elevaba, que debía hacerlo bien para retribuir el amor de Dios. Después de eso, fui muy activa en las enseñanzas en las reuniones, y cuando veía que los hermanos y las hermanas enfrentaban dificultades o estaban en un estado pobre, encontraba palabras de Dios para enseñar y abordar los problemas. Después de un tiempo, los demás tenían una buena opinión de mí y decían que podía solucionar cuestiones prácticas a través de la enseñanza en las reuniones, que asumía la responsabilidad en mi deber y que era amorosa con los hermanos y las hermanas. Cuando oía esto, me sentía muy complacida conmigo misma.
Poco después, oí que habría una elección para líder de la iglesia y pensé: “Todos me tienen en alta estima, podría ganar. Si me eligieran, los hermanos y las hermanas me admirarían incluso más”. Luego, la hermana Yang y yo fuimos nominadas, después de una votación. Al ver que ella recibía unos votos más que yo, me sentí amenazada. Pensé: “Soy responsable en mi deber y puedo hacer obra práctica. ¿Cómo puede tener más votos que yo?”. Pero luego pensé: “Son solo nominaciones, no es el voto final. Aún tengo una oportunidad. Debo equiparme con la verdad ahora y ayudar más a otros a resolver sus dificultades para entrar en la vida y que así vean que ella no es mejor que yo. Entonces, ¡seguro que me elegirán!”. Pensé en un problema que la hermana Wang había mencionado en la última reunión y que no había sido solucionado. Me apresuré a preparar palabras de Dios relevantes para hablar con ella la siguiente vez. Cuando llegó el día de la reunión, fui a nuestro lugar de encuentro, pero, en cuanto entré, vi a la hermana Yang hablando con la hermana Wang. Me sentí muy descontenta. Pensé: “Vine hoy para hablar con ella para resolver su problema, ¡y tú te lanzaste primero! Si ya te encargaste de eso, ¿cómo voy a mostrar lo que puedo hacer?”. Por supuesto, después de hablar con la hermana Yang, la hermana Wang sonreía, y los demás hermanos y hermanas asentían con aprobación. No me alegró ver esto. Estaba celosa de la hermana Yang, pensaba que me había robado la gloria. Pensaba: “Antes de que te unieras a esta reunión, todos los demás querían oír mis enseñanzas. Pero ahora todos te admiran, y yo ya no les importo”. Todos estaban muy compenetrados con la enseñanza en ese momento, pero yo no prestaba atención y ansiaba irme.
Cuando llegué a casa, me senté en mi cama, abatida, y cuantas más vueltas le daba, peor me sentía. Pensaba: “Si esto continua, mis posibilidades de ser líder serán muy bajas. No puede ser, debo ser más proactiva en la enseñanza. Ya no puedo seguir perdiendo ante ella, de ningún modo”. Después noté que la hermana Xiang sufría de ansiedad por la feroz persecución del Partido Comunista de China y se sentía limitada en su labor. Rápidamente, hallé algunas palabras de Dios para hablar con ella antes de la reunión. Al día siguiente, llegué al lugar de la reunión temprano, pero, para mi sorpresa, la hermana Yang había llegado más temprano aún y ya estaba hablando con la hermana Xiang. Mi corazón se hundió, y pensé: “¿Cómo lo hiciste otra vez? Necesito ver qué tipo de luz tienes en tus enseñanzas. No puedo creer que lo cubra todo”. Sin convencerme, me senté al lado de ellas para oír lo que tenía que decir. Mientras escuchaba, me di cuenta de que la hermana Yang enseñaba sobre los caminos de práctica a la luz de las palabras de Dios, pero no había mencionado la raíz de la debilidad y negatividad de la hermana Xiang. Pensé: “Debo aprovechar esta oportunidad para compartir mi propia comprensión y restarle importancia a la hermana Yang”. Entonces, me apresuré a compartir mi enseñanza y dije: “Hermana, tener un camino de práctica no es suficiente para resolver un estado negativo. También necesitamos comprender la verdad relacionada con cómo Dios usa al gran dragón rojo como contraste para perfeccionar a Su pueblo escogido. Solo al comprender la obra de Dios, Su omnipotencia y sabiduría, podemos salir de un estado negativo. Leamos algunas palabras de Dios juntas”. Mientras la hermana Xiang asentía, miré de reojo a la hermana Yang y vi que se movía al costado, incómoda. Sentí que había ganado una batalla, y pensé: “Todos pueden ver quién brinda la enseñanza más efectiva si nos comparan. Puedo mantener mi cabeza en alto otra vez, y esto demuestra que no soy tan mala”. Me volví más activa en mi deber después de eso. En cuanto oía de alguien en un mal estado o que enfrentaba dificultades, no perdía tiempo en hallar las palabras de Dios, tomar notas, y luego charlar con ellos. Cuando veía que alguien asentía, me alegraba mucho, pero si no había ninguna reacción, me ponía insoportablemente ansiosa, y cuanto más perturbada estaba, menos podía comprender los estados o solucionar problemas. También estaba cada vez más cansada, y pensaba: “Si las cosas siguen así, los hermanos y las hermanas dirán, sin dudas, que carezco de la realidad de la verdad y no me elegirán como líder”. En especial, cuando veía que la hermana Yang compartía enseñanzas prácticas de la verdad con las que los hermanos y las hermanas estaban de acuerdo, me agitaba aún más. Mis celos y mi incapacidad de aceptarlo salieron a la luz. Empecé a resentirla y ni siquiera quería hablar con ella. Vivía en un estado de lucha por fama y ganancia. Era muy doloroso. No obtenía nada de esclarecimiento de las palabras de Dios, y solo oraba por inercia. Sentía que cada vez me alejaba más de Dios.
Después, oré a Dios y le pedí Su esclarecimiento para poder comprender mi carácter satánico y salir de ese horrible estado. Solo a través de las palabras de Dios pude comprender un poco mi estado corrupto. Esto es lo que dicen: “Algunas personas siempre tienen miedo de que otras les roben el protagonismo y las superen, y que obtengan reconocimiento mientras ellas mismas son abandonadas. Esto lleva a que ataquen y excluyan a los demás. ¿Acaso no están celosas de las personas más capaces que ellas? ¿No es egoísta y despreciable este comportamiento? ¿Qué tipo de carácter es este? ¡Es malicioso! Pensar solo en uno mismo, satisfacer solo los deseos propios, sin mostrar consideración por los deberes de los demás y tener en cuenta solo los propios intereses y no los intereses de la casa de Dios: las personas así tienen mal carácter y Dios no las ama. Si realmente puedes ser considerado con la voluntad de Dios, entonces podrás tratar a otras personas de manera justa. Si recomiendas a alguien y esa persona se desarrolla en alguien con talento, y la casa de Dios gana una persona talentosa más, entonces ¿no habrás hecho bien tu trabajo? ¿No habrás sido leal al desempeñar tu deber? Esta es una buena obra ante Dios, y es el tipo de conciencia y razón que las personas deben poseer” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entrega tu verdadero corazón a Dios y podrás obtener la verdad). Tras leer las palabras de Dios, me sentí avergonzada y pensé en todo lo que había hecho por celos, toda mi lucha por fama y ganancia. Desde que supe que la iglesia elegiría a un líder, había ardido con deseo, y cuando la hermana Yang obtuvo más votos que yo en la nominación, comencé a verla como una oponente, luchaba contra ella discretamente y competía con ella. Ver que resolvía los problemas de los hermanos y las hermanas a través de la enseñanza de la verdad me daba celos. Pensé que ella había robado mi gloria, que amenazaba mi posibilidad de liderar. En secreto, me oponía a ella, criticaba y era quisquillosa con su enseñanza. La minimizaba furtivamente, mientras me exaltaba, y arruinaba su positivismo en su deber. Cuando vi que no podía ganar, la resentí y ni siquiera quería saludarla. Luchaba por fama y ganancia y era celosa en mi deber. La maltrataba y la excluía. No había revelado más que un carácter satánico. ¡Era muy egoísta, despreciable y maliciosa! Basaba mi vida en el carácter satánico, no solo dañaba a otros sino que vivía con resentimiento y dolor. Me recordó a Zhou Yu en Romance de los tres reinos. Él era tan mezquino, siempre celoso de Zhuge Liang, y justo antes de morir, dijo: “Si Yu había nacido, ¿qué necesidad había de que existiera Liang?”. Terminó muriendo enojado. ¿No son las terribles consecuencias de los celos? Me di cuenta de que yo era igual, estaba celosa en mis esfuerzos por ganar estatus, no solo dificultaba mi entrada en la vida, también dañaba a otros. Carecía de humanidad por completo. Era desagradable y odiosa ante Dios. De hecho, Dios había organizado para que tuviera a alguien de mayor calibre cerca, con la esperanza de que aprendiera de sus fortalezas para mejorar mis debilidades. Pero yo solo luché y comparé. Al final, no gané nada y sufrí terriblemente. Fui muy tonta. Además, la verdad reina en la casa de Dios, y hay principios para la selección de líderes. Por lo menos, son personas de buena humanidad que pueden aceptar y practicar la verdad, pero yo estaba siempre celosa, competía por fama y ganancia y no vivía nada de humanidad. Eso me hizo indigna del liderazgo. Sabía que debía dejar de luchar, concentrarme en practicar la verdad y vivir según las palabras de Dios. Ese era el único camino correcto. Tras reconocer todo eso, me sentí muy aliviada.
El día de la elección, dije esta oración: “¡Oh, Dios! No importa el resultado, estoy dispuesta a obedecerte, y mi voto será justo”. Pero, al momento de votar, dudé. Pensé: “Si voto a la hermana Yang, y ella gana, ¿qué pensarán los demás de mí? Sin dudas, dirán que no soy su igual”. Entonces, recordé estas palabras de Dios: “Debes aprender a dejar ir estas cosas y hacerlas a un lado, a recomendar a otros y permitirles sobresalir. No luches ni te apresures a sacar ventaja tan pronto como te encuentres con una oportunidad para sobresalir u obtener la gloria. Debes aprender a retroceder, pero no debes demorar el desempeño de tu deber. Sé una persona que trabaja en silencio y fuera de la mirada de la gente y que no alardea delante de los demás mientras lleva a cabo su deber con lealtad. Cuanto más dejes ir tu prestigio y estatus y más hagas a un lado tus propios intereses, más tranquilo estarás, más espacio se abrirá en tu corazón y más mejorará tu estado” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entrega tu verdadero corazón a Dios y podrás obtener la verdad). Entonces, pensé: “Debo practicar las palabras de Dios No puedo seguir viviendo por mi prestigio y estatus”. Pensé que la hermana Yang tenía buen calibre y su enseñanza era práctica, que ella fuera la líder beneficiaría a la iglesia y la entrada en la vida de los hermanos y las hermanas. Debía practicar la verdad y sostener los intereses de la iglesia. Así que voté por ella. Fue electa líder, y yo estuve tranquila y en paz con eso. Sentí que finalmente había logrado practicar la verdad. ¡Gracias a Dios!
Después, en abril de 2018, me eligieron para el deber de líder de iglesia. Trabajaba con otros hermanos y hermanas responsables por la obra de la iglesia. Al principio, hablábamos de toda la obra de la iglesia y colaborábamos sin problemas. Pero después de un tiempo, noté que la hermana Li, que estaba a cargo de nuestra obra de escritura, tenía buen calibre y aprendía muy rápido. Su enseñanza era esclarecedora y edificante para los demás. La admiraba de verdad, pero sentía algo de celos. Empecé a buscar involucrarme en la obra dentro de su ámbito para aprender más habilidades y principios, para no quedar atrás con respecto a ella. Un día, un líder me envió una carta que decía que necesitaban a alguien para una tarea en una iglesia en otra área, y preguntaba si la hermana Li sería adecuada. Me pedía que juntara algunas evaluaciones sobre ella. Mis celos despertaron enseguida, y pensé: “Quieren cultivar a la hermana Li. Su calibre es bueno, y ella aprende rápido, pero no hace mucho que es creyente, y su entrada en la vida es superficial. ¿Cómo es que yo no estoy a su altura? ¿Por qué no me piden que vaya? Si la hermana Li asume ese papel, ¿qué pensarán de mí los demás? Sin dudas, dirán que ella es mejor que yo”. Estos pensamientos me incomodaban cada vez más, y, después de eso, apenas la saludaba cuando la veía. Ver que me comportaba así la limitaba, y dejó de discutir cosas conmigo como había hecho antes. Pocos días después, recibí las evaluaciones de la hermana Li que habían hecho los hermanos y las hermanas, y me sentí muy celosa al ver que todas eran positivas, sus resultados eran incluso mejores que los míos. Yo era líder, pero no estaba a la altura de una colaboradora. ¡Qué vergüenza! Cuando pensaba en eso, me sentía cada vez más incómoda. Incluso le dije a otra hermana: “¿Qué pasó con tu evaluación? No tienes discernimiento. La hermana Li ha progresado, pero su entrada en la vida es superficial. La hiciste ver muy bien, pero si va a otra iglesia y retrasa su obra porque no puede hacer la obra práctica, ¡sería una maldad de tu parte!”. Oír esto asustó un poco a la hermana. Dijo que la había escrito basándose en las circunstancias actuales, pero que no había considerado el panorama completo, y que la revisaría. Aunque había logrado lo que había querido hacer, no me podía sentir feliz. Sobre todo, cuando vi a la hermana Li, me remordía la conciencia, y me sentía muy culpable. Había hecho algo malo, algo vergonzoso, y no me atrevía a mirarla a la cara. Al ver que yo actuaba de forma extraña, se acercó y me dijo, preocupada: “¿Sucede algo?”. Me sentí aún más culpable cuando la oí decir eso, por eso solo tartamudeé: “Sí”, corrí a otra habitación y me arrodillé para orar a Dios. Dije: “Oh, Dios, soy tan poco razonable. Sentí celos de la hermana Li cuando vi las evaluaciones de los demás, incluso la socavé por la espalda. Dios, sé que Tú detestas este tipo de cosas, pero estoy sujeta a mi carácter corrupto. No puedo detenerme. Dios, por favor, esclaréceme para que pueda conocerme de verdad y deje de vivir según mi carácter corrupto”. Después de orar, me sentí más tranquila, encendí mi computadora y leí un par de pasajes de las palabras de Dios.
Dios dice: “Si alguien ve que una persona es mejor que ella, la reprime, inicia un rumor sobre ella o emplea algún medio inescrupuloso para que otras personas no piensen bien de ella y vean que nadie es mejor que nadie, entonces, este es el carácter corrupto de la arrogancia y la santurronería, así como de la deshonestidad, el engaño y la perfidia, y estas personas no se detienen ante nada para alcanzar sus objetivos. Viven de esta forma y, aun así, piensan que son personas maravillosas y buenas. Sin embargo, ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? En primer lugar y hablando desde la perspectiva de la naturaleza de estos asuntos, ¿acaso las personas que actúan de esta manera no hacen simplemente lo que les place? ¿Acaso toman en consideración los intereses de la casa de Dios? Únicamente piensan en sus propios sentimientos y solo quieren alcanzar sus propias metas, independientemente de la pérdida que sufra la obra de la casa de Dios. Las personas como estas no solo son arrogantes y santurronas; también son egoístas y despreciables; muestran total desconsideración hacia la intención de Dios, y las personas que son así, sin duda alguna, no poseen un corazón temeroso de Dios. Esa es la razón por la que hacen lo que les place y actúan con displicencia, sin ningún sentido de culpa, sin ninguna inquietud, sin ninguna aprensión o preocupación y sin considerar las consecuencias. Esto es lo que suelen hacer y el modo en que se han comportado siempre. ¿A qué consecuencias se enfrentan estas personas? Tendrán problemas, ¿no? Por decirlo suavemente, esas personas son demasiado envidiosas y tienen un deseo excesivo de reputación y estatus personales; son demasiado mentirosas y traicioneras. Dicho con mayor dureza, el problema fundamental es que en el corazón de esas personas no hay el más mínimo temor de Dios. No temen a Dios, creen que son sumamente importantes y consideran que cada aspecto de sí mismas es superior a Dios y a la verdad. En su corazón, Dios es lo menos digno de mención y lo más insignificante y Dios no tiene absolutamente ningún estatus en su corazón. ¿Acaso aquellos que no tienen lugar para Dios en su corazón y no lo veneran han logrado la entrada en la verdad? (No). Entonces, cuando habitualmente van alegres manteniéndose ocupados y gastando mucha energía, ¿qué están haciendo? Esa gente incluso dice haber abandonado todo para esforzarse para Dios y haber sufrido mucho, pero, en realidad, la motivación, el principio y el objetivo de todos sus actos consiste en beneficiarse a sí mismos; solo intentan proteger sus propios intereses. ¿Dirías o no que esa clase de gente es terrible? ¿Qué clase de persona es la que no venera a Dios? ¿No es arrogante? ¿No es Satanás? ¿Qué tipos de cosas no veneran a Dios? Además de los animales, entre los que no veneran a Dios se encuentran los demonios, Satanás, el arcángel, y los que se enfrentan a Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los cinco estados necesarios para ir por el camino correcto en la fe propia). “El carácter corrupto del hombre proviene de haber sido envenenado y pisoteado por Satanás, del daño atroz que Satanás ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su razonamiento. Es precisamente debido a que las cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás y son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no entiende la verdad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios).
Estaba muy alterada y consternada por las palabras de Dios. ¿No había revelado mi estado precisamente? Sentí celos y prejuicios cuando el líder quiso cultivar a la hermana Li e incluso la socavé y la juzgué de formas despreciables. Pensé en todo para evitar que tuviera ese deber sin tener en cuenta los intereses de la iglesia. Hice lo que quise para obtener lo que deseaba. Fui arrogante, arbitraria, y no tenía reverencia por Dios. Dios espera que más gente pueda ser considerada con Su voluntad y cumplir con su deber. Sabía bien que la hermana Li tenía buen calibre y se concentraba en la búsqueda de la verdad, con más oportunidades de entrenamiento, su entrada en la vida y sus habilidades progresarían, y eso beneficiaría la obra de la iglesia. Pero la retuve para intentar proteger mi propio prestigio y estatus, incluso usé medios solapados para evitar que le asignaran ese deber. Antes de que me diera cuenta, me había convertido en secuaz de Satanás y alteraba la obra de la iglesia. Realmente me culpé. Sabía que los celos eran contrarios a la voluntad de Dios, pero nunca imaginé que me llevarían a hacer algo tan inhumano, que alteraría la obra de la iglesia, que haría el mal y que resistiría a Dios. Recordé las palabras de Dios: “El carácter corrupto del hombre proviene de haber sido envenenado y pisoteado por Satanás”. Pensé que siempre era celosa y no toleraba ver que nadie fuera mejor que yo porque mis pensamientos y perspectivas habían sido alteradas por los venenos de Satanás, como “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda,” “Yo soy mi propio señor en todo el cielo y la tierra,” y “Una montaña no puede contener dos tigres”. Al vivir según estos venenos, quería pelear por mi lugar al frente de cualquier grupo, pensaba que debía estar sobre los demás, y no podía tratar a nadie de modo justo si pensaba que esa persona era más capaz que yo. Era celosa y discriminaba, los consideraba una espina en mi costado. Era celosa, excluía y era hostil con la gente a mi lado que buscaba la verdad, incluso los socavaba por la espalda. ¡Carecía de humanidad por completo! Siempre quería quedar bien y destruir a los demás, luchar, ganar, y no me rendía ante nadie. Solo quería presumir. ¿No era un Satanás viviente? Recién entonces vi que esos venenos satánicos y reglas de supervivencia se habían convertido en mi naturaleza misma. Basaba mi vida en ellos, cada vez era más egoísta, arrogante y maliciosa. Si seguía negándome a arrepentirme ante Dios, sabía que Él me aborrecería y eliminaría. Cuando entendí todo esto, sentí miedo. Me apresuré a orar a Dios, le dije que quería arrepentirme, que intentaría practicar la verdad desde ese momento y dejaría de vivir según esos venenos satánicos.
Unos días después, recibí una carta del líder que decía que, en general, parecía que la hermana Li sería buena para la obra en la otra iglesia. Al leerla, sentí que algo adentro se agitaba, pero me di cuenta de inmediato de que los celos me manipulaban otra vez. De inmediato, oré a Dios y estuve dispuesta a abandonarme. Leí dos pasajes más de las palabras de Dios después de orar. Dios dice: “Cuando te revelas como alguien egoísta y vil y te haces consciente de ello, debes buscar la verdad: ¿qué debo hacer para estar en consonancia con la voluntad de Dios? ¿Cómo debo actuar en beneficio de todos? Es decir, debéis empezar por dejar de lado vuestros intereses, renunciando a ellos paulatinamente en función de vuestra estatura, un poco cada vez. Tras haber experimentado esto unas cuantas veces, los habréis dejado de lado completamente, y, a medida que lo hagáis, os sentiréis cada vez más firmes. Cuanto más dejéis de lado vuestros intereses, más sentiréis que, como ser humano, debéis tener conciencia y razón. Sentiréis que, cuando no tenéis motivaciones egoístas, sois una persona directa y recta y hacéis las cosas exclusivamente para satisfacer a Dios. Sentiréis que dicha conducta os hace digno de ser llamado ‘humano’ y que, al vivir así en la tierra, estáis siendo abierto y honesto, que estáis siendo una persona auténtica, que tenéis la conciencia tranquila y sois digno de todas las cosas que Dios os ha otorgado. Cuanto más vivas de esta manera, más firme y luminoso te sentirás. Así pues, ¿no habréis emprendido el camino correcto?” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entrega tu verdadero corazón a Dios y podrás obtener la verdad). “Si realmente puedes ser considerado con la voluntad de Dios, entonces podrás tratar a otras personas de manera justa. Si recomiendas a alguien y esa persona se desarrolla en alguien con talento, y la casa de Dios gana una persona talentosa más, entonces ¿no habrás hecho bien tu trabajo? ¿No habrás sido leal al desempeñar tu deber? Esta es una buena obra ante Dios, y es el tipo de conciencia y razón que las personas deben poseer” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entrega tu verdadero corazón a Dios y podrás obtener la verdad). Las palabras de Dios claramente delimitaban un camino de práctica. Debía abandonar mis intereses y pensar en los intereses de la casa de Dios. Debía recomendar a cualquiera que fuera más fuerte que yo en un tema determinado para que cada persona talentosa pueda aplicar sus fortalezas en la casa de Dios y hacer su parte para difundir el evangelio del reino. Solo esa clase de persona tiene humanidad y es alguien que considera la voluntad de Dios y puede defender los intereses de la casa de Dios. Obtiene la aprobación de Dios, y esa es una buena acción. Esa misma noche fui a ver a la hermana Li y le pregunté si quería ir a asumir ese deber. Dijo que estaba dispuesta, pero que le preocupaba no hacerlo bien, ya que era nueva en la fe y su estatura era pequeña. Tras oír su preocupación, hablé con ella sobre la voluntad de Dios, la incité a apoyarse en Dios y buscarlo y a concentrarse en buscar los principios de la verdad en su deber. Unos días después, se fue a su nuevo deber. Yo estaba muy feliz y sentí que poder practicar la verdad y no vivir para mi prestigio y estatus era la única forma de vivir con integridad y dignidad. Mi corazón estaba completamente en paz.
Al recordar cuando vivía según mi carácter corrupto, siempre celosa y luchando por fama y estatus, corrompida y utilizada como un juguete por Satanás, veo que era un modo de vida doloroso. Dios dispuso de todo tipo de personas, cosas, hechos y entornos para exponerme, para salvarme. También usó Sus palabras para exponerme y juzgarme, y para regarme y sostenerme hasta que finalmente tuve algo de conocimiento de mi naturaleza satánica, y vi la naturaleza y las consecuencias de ser celosa y luchar por fama y ganancia. Recién entonces pude practicar un poco de la verdad y obtener un poco de conciencia y razón. ¡Gracias a Dios!
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