Mantente fiel a la verdad, no a los afectos
Por Jiaming, ChinaUn día de julio de 2017, recibí una carta de la líder de mi iglesia que me decía que esta iba a depurar a los incrédulos,...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
Cuando yo ejercía como líder de iglesia, Wang Hua supervisaba mi trabajo. A menudo, ella hablaba de cómo administraba el trabajo de la iglesia, diciéndome que no estaba simplemente a cargo del trabajo en su iglesia, sino que también hacía seguimiento del trabajo de varias otras iglesias, y los líderes superiores la elogiaban por ser sabia, tener buen calibre y capacidad para el trabajo. Ella decía que tenía éxito en su trabajo principalmente porque se enfocaba en su entrada personal en la vida. También me contó que, durante sus años de estudiante, había disfrutado escribir ensayos y era una buena escritora, lo que significaba que su correspondencia con los líderes y colaboradores necesitaba pocas correcciones, y podía comunicar asuntos complicados con una prosa clara. Decía que Dios la había dotado de estas habilidades, y que ella ahora les daba uso. Cuando me dijo eso, sentí bastante envidia, y admiré su buen calibre, su impresionante desempeño laboral y su búsqueda de la verdad.
Pero tras trabajar con ella dos meses, me di cuenta de que a menudo se quedaba en su casa en lugar de asistir a las reuniones. Le pregunté: “¿Por qué no asistes a las reuniones?”. Me respondió: “Como y bebo de las palabras de Dios y me doto de la verdad en casa para poder enseñar mejor a otros sobre las palabras de Dios y resolver sus problemas”. Pensé: “Este es el momento de difundir el evangelio, y la obra evangelizadora es tu principal responsabilidad. Sin embargo, en una época tan ajetreada, sigues sentada en casa. ¿No estás dejando de hacer trabajo real y estás disfrutando con avidez de las ventajas de tu estatus?”. Pero entonces pensé: “Tiene muy buen calibre y hace mucho que es líder. Incluso los líderes superiores hablan de su buen calibre, sabiduría y capacidad laboral. Aunque disfrute un poco de las ventajas de su estatus, ¿qué tiene? Todos tenemos corrupción; es perfectamente normal revelarla cada tanto. Debo dejar de hacer estas suposiciones sin fundamento”. Y sin más, dejé el tema y ya no pensé en ello. En esa época, algunos colaboradores y yo organizábamos reuniones a diario con cada grupo para proveer enseñanzas y resolver problemas y dificultades en la labor evangelizadora. Cuanto más enseñábamos, más lúcidos nos volvíamos, y encontrábamos algunas sendas de práctica. Le contamos a Wang Hua los resultados que habíamos logrado en las reuniones. Sin embargo, para nuestra sorpresa, no pareció impresionada; con una sonrisa forzada, dijo: “En realidad no deberían centrarse en enseñar sobre la labor evangelizadora y resolver esos detalles menores. Ese es trabajo para quienes difunden el evangelio, es cosa de niños. En las reuniones, deberían enfocarse en enseñar sobre cómo buscar la verdad y la entrada en la vida. Así, el éxito de la obra evangelizadora llegará de forma natural”. Al oír lo que dijo, no me animé a dar mi opinión. Me sentí confundida y perdida; si no hacía lo que ella decía y alguna anomalía afectaba la obra evangelizadora, los hermanos y hermanas dirían que era mi culpa. Perturbar y obstruir la obra evangelizadora es hacer el mal. Que me remplazaran sería un castigo leve; en un caso más grave, podrían expulsarme. Pensé: “Olvídalo, ¡haré lo que ella dice!”.
Al día siguiente, durante una reunión, los demás mencionaron problemas y dificultades reales que habían encontrado al evangelizar. No obstante, en esta ocasión, no ayudé a analizar sus problemas y a buscar las maneras de resolverlos según las situaciones reales que enfrentaban. En cambio, solo evité esas dificultades y esos problemas, y les pregunté qué habían aprendido sobre sí mismos a partir de enfrentar tales cuestiones. También dije que solo si nos enfocamos en nuestra entrada en la vida podemos lograr resultados en nuestros deberes. Al oírme decir eso, los hermanos y hermanas se miraron entre ellos, impotentes. Nadie dijo una palabra. Las reuniones siguieron así los días siguientes. Cuanto más enseñaba así, más me cansaba. Mi enseñanza era chata y aburrida, no tenía mucho que decir y carecía de dirección al liderar las reuniones. Me sentía en verdad muy mal. Parecía que reunirse así era infructuoso, no resolvía sus problemas. Mis colaboradores también se sentían así. Buscamos a Wang Hua para hablar con ella, y le preguntamos si nos equivocábamos al trabajar de esa manera. Pero Wang Hua insistía con que no era necesario que resolviéramos problemas reales; siempre que enseñáramos sobre la entrada en la vida, la obra evangelizadora sería efectiva. También dijo que no teníamos experiencia y que carecíamos de perspicacia, que solo nos centrábamos en nuestro trabajo y no buscábamos la verdad. Tras escucharla decir eso, yo otra vez me sentí perdida en cuanto a cómo proceder. Pensé: “Tiene buen calibre, supervisa muchos proyectos diferentes y los líderes superiores piensan bien de ella, ¡debería hacer lo que ella dice! Después de todo, yo tengo poca aptitud, carezco de experiencia y perspicacia, y soy inferior a ella en todo aspecto”. Así que, al final, seguí obedeciendo sus órdenes.
Durante esa época, las otras iglesias estaban mejorando sus resultados en la difusión del evangelio, y sus cifras de nuevos creyentes crecían de manera exponencial. Sin embargo, los resultados de nuestra iglesia estaban empeorando. Me sentía terriblemente mal y no tenía idea de cómo proceder. Justo en ese momento, hubo una reunión de colaboradores, y cuando los líderes de las otras iglesias oyeron por qué nuestra iglesia no había logrado buenos resultados en la difusión del evangelio, criticaron a Wang Hua por deleitarse con las ventajas de su posición y no hacer trabajo real. Ella lo rechazó, lloró e intentó defenderse. Dijo que no era solo culpa suya que los resultados de la evangelización fueran malos, que también era culpa de otros colaboradores. Intentamos compartir enseñanza con ella y hacer que hiciera introspección, pero ella no lo aceptaba. Siguió llorando y haciendo un escándalo, y perturbó por completo la reunión. Al ver esto, pensé: “Enseñamos para resolver los problemas de la labor evangelizadora, pero tú no dejaste de obstaculizarnos y decir que debíamos enfocarnos en la entrada en la vida. Omitiste resolver dificultades y problemas reales de la obra evangelizadora, diciendo que debíamos ‘enfocarnos en la entrada en la vida’. ¿No es eso lo que hiciste? Los hechos están a la vista: en vez de reconocer lo que has hecho, intentaste deslindarte de culpa. ¿No estás dejando de aceptar la verdad?”. Planeaba informar a los líderes superiores sobre su situación y dejar que ellos juzgaran si ella era una persona correcta. Pero luego pensé que ella tal vez solo se encontraba en un mal estado últimamente. Ser podada encima de eso debe de haber sido una afrenta directa a su dignidad y estatus. Por eso había reaccionado tan exageradamente. Si ella recién había caído en un mal estado y yo informaba de su situación a los líderes superiores, ¿ellos pensarían que yo carecía de verdad y discernimiento, y que era incapaz de tratar a la gente con justicia? Y si Wang Hua lo descubría, ¿pensaría que yo le dificultaba las cosas a propósito? ¿Me aislaría y me lo pondría difícil? ¿Intentaría remplazarme por eso? Pensé que debía compartir enseñanza con ella primero, y seguir a partir de ahí. Una vez que habláramos y yo tuviera un discernimiento apropiado sobre ella, si era necesario, todavía podía denunciarla.
El segundo día de la reunión de colaboradores, oí por casualidad a Wang Hua juzgando a una hermana frente a otra y generando controversia entre ellas. Le advertí: “Estas dos hermanas ya tenían algunos malentendidos, y que tú les hables así solo empeorará la situación. ¿Cómo van a seguir colaborando después?”. Ella no lo aceptó y se quejó: “Todo lo que dije es cierto, soy una persona directa que dice lo que ve, y digo lo que pienso”. Repliqué: “Eso no es decir lo que ves. Tu forma de describir la conducta de esa hermana no fue objetiva ni apegada a los hechos, la estabas juzgando. No consideraste cómo podría dañar a esa hermana lo que dijiste, o qué efecto podría tener en la obra de la iglesia. Todo eso puede generar que la relación entre ellas se deteriore, y serán incapaces de colaborar apropiadamente. Eso es sembrar discordia”. Para mi sorpresa, ella respondió: “No soy como algunas personas que no dicen lo que piensan, que siempre son ambiguas, que no son transparentes en sus acciones y que son falsas”. Al oír la insinuación y agresión de sus palabras, supe que su problema era grave, y quise informar sobre ella a los líderes. Pero pensé: “Hoy solo le hice algunas sugerencias y ella me atacó enseguida. Si se entera de que informé sobre sus problemas, ¿estallará de ira y buscará venganza? Ya dijo que yo soy falsa, ¿y si me condena y dice que no soy adecuada como líder de iglesia y hace que me remplacen? La policía del PCCh aún me persigue, no puedo volver a casa. Si me remplazan y sigo sin poder volver a las reuniones en casa, ¿a dónde más puedo ir?”. Esa noche, me sentí muy mal. Mis pensamientos estaban desenfrenados y no dormí en toda la noche. Al final, decidí no denunciarla. Luego, a la mañana siguiente, me golpeé la cabeza contra el pilar de mi cama con tanta fuerza que me sentí mareada y aturdida. Tuve dos chichones grandes que duraron varios días. Pensé: “¿Dios me está disciplinando?”. Pero, en ese momento, estaba adormecida y no hice introspección. Durante un par de días, anduve como zombi, y sentí que había perdido la obra del Espíritu Santo.
Para mi sorpresa, inmediatamente después de la reunión de colaboradores, algunos hermanos y hermanas enviados por los líderes superiores vinieron a investigar la situación de Wang Hua. Les dije todo lo que sabía. Los hermanos y hermanas me podaron con severidad: “Está claro que sabías que había un problema, ¿por qué no lo informaste cuando lo viste? Incluso si no entendías el fondo del problema, al menos podrías haber informado a los líderes superiores de lo que habías visto, de lo que sabías y de los detalles específicos de su conducta. Sabías que debías informar sus problemas, pero, para protegerte, no practicaste la verdad y no protegiste la obra de la iglesia en lo más mínimo. ¡En verdad eres egoísta y despreciable!”. Tras ser podada así, me sentí muy arrepentida y con remordimientos. Oré a Dios: “¡Oh, Dios! Sé que no protegí la obra de la iglesia, pero no sé cuál es el origen de mi problema. Por favor, esclaréceme y guíame para que pueda conocerme. Estoy dispuesta a arrepentirme”.
Después, encontré este pasaje de las palabras de Dios: “En su trabajo, los líderes y obreros de la iglesia deben prestar atención a dos principios: uno es realizar su trabajo exactamente según los principios estipulados en los arreglos del trabajo, nunca violar esos principios ni basar su trabajo en nada que pudieran imaginar o en sus propias ideas. En todo lo que hagan deben mostrar interés por la obra de la iglesia y siempre poner los intereses de la casa de Dios primero. Otra cosa, que es la más crucial, es que en todas las cosas se deben enfocar en seguir la guía del Espíritu Santo y hacer todo estrictamente siguiendo las palabras de Dios. Si siguen pudiendo ir en contra de la guía del Espíritu Santo, o si siguen tercamente sus propias ideas y hacen las cosas de acuerdo con su propia imaginación, entonces sus acciones constituirán una resistencia muy seria contra Dios. Con frecuencia, darle la espalda al esclarecimiento y a la guía del Espíritu Santo sólo conducirá a un callejón sin salida. Si pierden la obra del Espíritu Santo, entonces no podrán trabajar, y si se las arreglan para trabajar de alguna manera, no lograrán nada” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al meditar sobre las palabras de Dios, me di cuenta de que lo que Él exige a los líderes y obreros en su labor es que trabajen precisamente de acuerdo con los arreglos del trabajo y que cumplan con su deber de acuerdo con los principios de la casa de Dios. Si hacen las cosas a su manera, y vulneran los principios, así como la guía del Espíritu Santo, y se apegan tercamente a sus propias ideas en su trabajo, eso es una grave resistencia a Dios. Solo entonces me di cuenta de por qué había perdido la obra del Espíritu Santo y me había hundido en la oscuridad. Había visto que Wang Hua no estaba asistiendo a las reuniones ni enseñando sobre el trabajo evangelizador. Además, yo sabía que eso vulneraba los arreglos del trabajo, y también sabía que hacer lo que ella decía no funcionaba. Pero como creía que ella tenía buen calibre y que era una obrera capaz, la seguí en vulnerar los arreglos del trabajo y, así, la obra evangelizadora se resintió mucho. Vi que Wang Hua no hacía introspección, sin importar cuántas veces se equivocara, que incluso daba vuelta las cosas y atacaba a otros, y que no aceptaba la verdad para nada. Pero como temía ofenderla y que me remplazaran, no informé sobre su problema. Vulneré los arreglos del trabajo y la guía e iluminación del Espíritu Santo, y me resistí con terquedad a Dios. ¿Cómo podría Dios no detestarme? Yo no había ganado esclarecimiento a partir de las palabras de Dios, no tenía nada que decir en la comunión, no hallaba una senda en mis deberes y me había hundido en la completa oscuridad. Era Dios que ocultaba Su rostro de mí.
Reflexionando sobre todo esto, encontré este pasaje de las palabras de Dios: “Una confusión es cuando no puedes ver un asunto por lo que es; no sabes cómo juzgar ni discernir de una manera conforme a los principios o que sea precisa. Incluso aunque puedas en cierto modo verlo por lo que es, no estás seguro de si tu idea es correcta, no sabes cómo tratar o resolver el tema, y te resulta difícil llegar a una conclusión al respecto. En resumen, no estás seguro sobre ello y eres incapaz de tomar una decisión. Si no entiendes siquiera un poco de la verdad y nadie más soluciona el problema, acaba siendo irresoluble. ¿Acaso no es esto enfrentarse a un complicado desafío? Al enfrentarse a estos problemas, los líderes y obreros deberían informar al respecto a lo Alto y recurrir a lo Alto para resolverlos más rápido. ¿Soléis enfrentaros a confusiones? (Sí). Enfrentarse con regularidad a confusiones es en sí un problema. Digamos que te enfrentas a un problema y no conoces el modo adecuado de gestionarlo. Alguien propone una solución que te parece razonable mientras que otra persona te propone otra distinta que también crees razonable y, si no puedes ver con claridad qué solución es la más apropiada, con las diferentes opiniones de todo el mundo y sin que nadie capte la raíz o la esencia del problema, es inevitable que se produzcan muchos errores al resolver el problema. Por tanto, para resolver un problema, es fundamental e importante determinar su raíz y su esencia. Si los líderes y obreros no disciernen ni captan la esencia del problema ni pueden llegar a la conclusión correcta, deben informar al respecto de inmediato a lo Alto y buscar una solución de ellos; esto es necesario y no una reacción exagerada. Los problemas sin resolver pueden tener consecuencias graves e influir en la obra de la iglesia; esto se debe entender por completo” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). Gracias a leer las palabras de Dios, me di cuenta de que cuando hallamos problemas en nuestros deberes, como conflictos entre colaboradores que no sabemos cómo resolver, o si notamos un problema con alguien pero no podemos determinar plenamente la situación y no sabemos cómo lidiar con ella, debemos informarlo a los líderes superiores a tiempo y buscar la solución. Informar sobre problemas no es buscar los defectos de la gente ni delatarla, y no es hacer una montaña de un grano de arena; el objetivo es solucionar los problemas que la gente no puede captar sola para evitar retrasos en la obra y en la entrada en la vida de la gente. En cuanto a mí, no importaba cuántos problemas enfrentara o cuán graves fueran, yo prefería retrasar el trabajo y dañar la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas que informarlos, si hacerlo amenazaba mis intereses o mis perspectivas futuras. Cuando vi que Wang Hua iba contra los arreglos del trabajo y no supervisaba la obra evangelizadora, aunque yo no había comprendido el problema por completo, sentí que algo estaba mal y que ella estaba fuera de lugar. Fue en ese momento que debí haber informado de inmediato sobre su situación a los líderes superiores. No obstante, me preocupaba que si no hacía caso a sus órdenes, yo sería responsable; por eso hacía lo que ella decía. Cuando Wang Hua hizo un escándalo tan poco razonable tras ser podada, yo no estaba segura de si ella solo estaba en un mal estado o si era alguien que rechazaba y odiaba la verdad en su esencia misma. Sin embargo, podría haber hecho un informe oportuno y podría haber permitido que los líderes superiores enviaran a alguien a investigar y discernir para evitar retrasar la obra de la iglesia por usar a la persona equivocada. Pero me preocupaba que si me equivocaba al informar sobre ella, los líderes superiores pensaran que yo juzgaba mal a los demás. Asimismo, temía que, después, Wang Hua me oprimiera, por lo que seguí posponiendo informar sobre su problema. Si fuera alguien responsable, alguien que salvaguardaba la obra de la iglesia, sin importar si captaba la esencia del problema y entendía la verdad, nada me habría limitado. Habría hallado la forma de salvaguardar los intereses de la iglesia. Pero, en cambio, para protegerme, fui pasiva y me excusé diciendo que la denunciaría cuando tuviera el discernimiento adecuado. Pero si esperaba a tener el discernimiento adecuado, ¿no sería demasiado tarde? ¿No se vería aun más negativamente afectada la obra evangelizadora? Entonces comprendí lo importante que es buscar la verdad cuando enfrentamos dificultades y estamos confundidos. Es verdaderamente importante comprometerse a salvaguardar la obra de la iglesia.
Para protegerme, seguí posponiendo informar sobre los problemas de Wang Hua, y esto dañó gravemente la obra evangelizadora. Sentí mucho remordimiento. Más tarde, hallé las palabras de Dios que ponen en evidencia a los anticristos: “¿Cómo se manifiesta el egoísmo y la vileza de los anticristos? En todo lo que beneficia a su estatus o reputación, se esfuerzan por hacer o decir lo que sea necesario, y están dispuestos a soportar cualquier sufrimiento. Pero en lo que respecta al trabajo que organiza la casa de Dios o al trabajo que beneficia el crecimiento en la vida de los escogidos de Dios, lo ignoran por completo. Incluso cuando las personas malvadas trastornan, perturban y cometen todo tipo de maldades, con lo cual afectan gravemente a la obra de la iglesia, permanecen impasibles y despreocupados, como si no tuviera nada que ver con ellos. Y si alguien descubre e informa de las acciones malvadas de una persona malvada, aseguran que no vieron nada y fingen ignorancia” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la calidad humana de los anticristos y de su esencia-carácter (I)). “Algunas personas no entienden muchas verdades. No entienden los principios en nada de lo que hacen y, cuando se encuentran con un problema, no saben cuál es la forma adecuada de abordarlo. ¿Cómo debe practicar la gente en esta situación? El estándar mínimo es actuar de acuerdo con la conciencia; esto es lo básico. ¿Cómo deberías actuar de acuerdo con la conciencia? Actúa desde la sinceridad y siendo digno de la bondad de Dios, de que Él te haya dado esta vida y de esta oportunidad otorgada por Él para obtener la salvación. ¿Es eso el efecto de tu conciencia? Una vez que cumplas este criterio mínimo habrás obtenido protección y no cometerás errores graves. Entonces, no será tan fácil hacer cosas para rebelarte contra Dios o eludir tus responsabilidades, ni tenderás a actuar de manera superficial. Tampoco será fácil que maquines para tu propio estatus, fama, beneficio y futuro. Este es el papel de la conciencia. Tanto la conciencia como la razón deben ser componentes de la humanidad de una persona. Ambas son las más fundamentales e importantes. ¿Qué clase de persona es la que carece de conciencia y no tiene la razón de la humanidad normal? Hablando en términos generales, es una persona que carece de humanidad, una persona de una humanidad extremadamente pobre. Entrando en más detalle, ¿qué manifestaciones de humanidad perdida exhibe esta persona? Prueba a analizar qué características se hallan en tales personas y qué manifestaciones específicas presentan. (Son egoístas y vulgares). Las personas egoístas y vulgares son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por las intenciones de Dios. No asumen ninguna carga de desempeñar sus deberes o de dar testimonio de Dios y no poseen ningún sentido de responsabilidad. […] Hay algunas personas que no asumen ninguna responsabilidad, independientemente del deber que estén cumpliendo. Tampoco informan con celeridad a sus superiores de los problemas que descubren. Cuando ven a gente que causa trastornos y perturbaciones, hacen la vista gorda. Cuando ven a personas malvadas cometiendo el mal, no intentan detenerlas. No protegen los intereses de la casa de Dios ni consideran lo que es su deber y responsabilidad. Cuando cumplen con su deber, las personas así no hacen ningún trabajo real; son unos complacientes y están sedientos de comodidades; hablan y actúan solo por su propia vanidad, su imagen, su estatus y sus intereses, y están solo dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a cosas que les beneficien” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Gracias a la lectura de las palabras de Dios comprendí que, en nuestros deberes, a menudo enfrentamos problemas que no captamos por completo y que no sabemos resolver, pero aquellos con humanidad salvaguardan los intereses de la iglesia a conciencia. Aquellos sin conciencia ni razón solo consideran su propia dignidad, su estatus y sus propios intereses. No informan sobre los problemas que observan y son sumamente egoístas y despreciables. Así era yo, exactamente. Por el bien de mi reputación, estatus, perspectivas futuras y destino, había pospuesto informar sobre cómo Wang Hua perturbaba la obra de la iglesia. Vivía de acuerdo con venenos satánicos como “El sensato se protege nada más que para no equivocarse” y “Cuando sepas que algo está mal, lo mejor es callar”. Temía que, si informaba sobre los problemas de Wang Hua, sería reprimida o remplazada, por lo que inventé excusas como: “Todo el mundo es corrupto de todos modos”, “Tal vez solo esté en un mal estado” e “Informaré sobre el problema cuando lo capte mejor”. Estas excusas tal vez parecían correctas, pero, en realidad, solo intentaba protegerme y rehuir de la responsabilidad. Solo me preocupaban mi reputación, mi estatus, mis perspectivas futuras y mi destino; no había considerado la obra de la iglesia ni había salvaguardado sus intereses. Fui egoísta, despreciable e inhumana. ¡De verdad mordía la mano que me daba de comer!
Posteriormente, reflexioné sobre por qué seguí posponiendo informar sobre los problemas de Wang Hua, y me di cuenta de que una de las razones era que carecía de discernimiento sobre ella. Gracias a la revelación de las palabras de Dios, gané discernimiento y comprensión sobre la conducta de Wang Hua. Dios dice: “Se enaltece y da testimonio sobre sí misma alardeando y menospreciando a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de perversidad? (Sí). Este es un carácter perverso. Puede apreciarse que estos medios que emplean estas personas están dirigidos por un carácter falso; entonces, ¿por qué digo que es perverso? ¿Qué tiene que ver esto con la perversidad? ¿Qué opináis? ¿Pueden ser sinceras estas personas acerca de sus objetivos al enaltecerse y dar testimonio sobre sí mismas? No pueden. Sin embargo, siempre hay un deseo en el fondo de su corazón y lo que dicen y hacen va en beneficio de ese deseo, y mantienen muy en secreto los objetivos y motivaciones de lo que dicen y hacen. Por ejemplo, utilizarán la distracción o alguna táctica turbia para lograr estos objetivos. ¿No es dicho secretismo retorcido por naturaleza? ¿Y dicho retorcimiento no se puede calificar de perverso? (Sí). Se puede calificar de perversa y está más arraigada que la falsedad. Utilizan una determinada manera o método para conseguir sus objetivos. Este carácter constituye una falsedad. Sin embargo, la ambición y el deseo que albergan en el fondo de su corazón de querer siempre que la gente los siga, los admire y los adore, a menudo los lleva a enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, y a hacer esto sin escrúpulos y con total descaro. ¿Qué carácter es este? Alcanza el nivel de la perversidad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Gracias a las palabras de Dios vi que los anticristos tienen un carácter arrogante y malvado. A fin de cumplir su objetivo de atrapar y controlar a la gente, usan todo tipo de métodos para exaltarse y dar testimonio de sí mismos, con lo que hacen que la gente, sin quererlo, los admire e idolatre, y sienten que nadie se compara con ellos. Las palabras de Dios me permitieron ganar algo de discernimiento sobre los métodos e intenciones de Wang Hua. Recordé mis interacciones con ella. Solía alardear sobre cómo lidiaba con el trabajo y sobre los elogios que recibía de los líderes superiores. Todo esto servía para hacer que los demás sintieran que ella le daba mucha importancia a la entrada en la vida y que era alguien que buscaba la verdad. También solía alardear de sus dones y talentos, decía que escribía cartas con prosa elegante y fluida que rara vez necesitaba correcciones. Esto hacía que otros se sintieran inferiores a ella en todos los aspectos, que no podían compararse con ella. Wang Hua usaba todo tipo de métodos para alardear y presumir sobre sí misma, pero nunca revelaba su propia corrupción. Incluso daba vuelta las cosas y se encubría, simulaba por completo para que nadie viera sus debilidades, deficiencias o intenciones taimadas. De hecho, los líderes superiores la habían puesto en evidencia y la habían podado muchas veces por no seleccionar ni usar gente de acuerdo con los principios, y por ser descuidada en sus deberes, pero ella nunca lo mencionaba. Solo hablaba de cómo la elogiaban los líderes superiores y lo bien que pensaban de ella, y solo mostraba a los demás los aspectos más presentables sobre sí misma. A menudo se quedaba en la casa en lugar de hacer trabajo real. Esto, sostenía ella, era para dotarse de la verdad a fin de poder comunicar mejor las palabras de Dios y resolver los problemas de la gente. Pero, de hecho, claramente solo se deleitaba con las ventajas de su estatus. No resolvía ninguna dificultad real en la obra evangelizadora; en cambio, difundía la falacia de que, al resolver problemas en la obra evangelizadora durante las reuniones, la gente solo le daba importancia al trabajo y no a la entrada en la vida. También atacaba y denigraba siempre a los demás, al afirmar que el trabajo real ajeno era cosa de niños. Sembraba discordia, socavaba en secreto a los demás y destruía las relaciones entre los hermanos y hermanas, pero decía que era una persona directa que hablaba sin rodeos y decía la verdad. Todas las palabras y acciones de Wang Hua eran sumamente siniestras y taimadas. De no ser por la revelación de Dios, habría sido fácil ser desorientada para admirarla y adorarla. Tras haber comprendido todo esto, por fin entré en razón y gané algo de discernimiento sobre la esencia de anticristo de Wang Hua.
Al reflexionar, me di cuenta de que una de las razones por las que carecía de discernimiento sobre ella era porque no podía distinguir entre un caso aislado de corrupción y una esencia-naturaleza corrupta. Después, hallé algunas palabras de Dios: “Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente malévola. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son los auténticos diablos y satanases” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad). “¿Cómo caracteriza Dios a los anticristos? Como aquellos que odian la verdad y se oponen a Dios: ¡son Sus enemigos! Oponerse a la verdad, odiar a Dios y todas las cosas positivas no es producto de una debilidad ni de la necedad momentáneas de la gente corriente, ni tampoco la revelación de pensamientos y puntos de vista incorrectos que surgen de la comprensión distorsionada de un momento; este no es el problema. El problema es que son anticristos, los enemigos de Dios, que odian todo lo positivo y toda la verdad; son personajes que odian y se oponen a Dios. ¿Cómo considera Él a tales personajes? ¡No los salva! Estas personas desprecian y odian la verdad, poseen la esencia-naturaleza de los anticristos. ¿Comprendéis esto? Lo que se deja aquí en evidencia es la perversidad, la mezquindad y el odio a la verdad. Es la más grave de las actitudes satánicas entre las actitudes corruptas, representa las características más típicas y sustanciales de Satanás, no las actitudes corruptas reveladas por la humanidad corrupta ordinaria. Los anticristos son una fuerza hostil a Dios. Pueden perturbar y controlar la iglesia, y tienen la capacidad de desmantelar y trastornar la obra de gestión de Dios. Esto no es algo que puedan hacer las personas corrientes con actitudes corruptas; solo los anticristos son capaces de tales acciones. No subestiméis este asunto” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 6). Las palabras de Dios me ayudaron a comprender que si bien todos aquellos corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto, algunos tienen humanidad, conciencia y razón, y pueden aceptar la verdad. Si existen defectos o anomalías en su deber de los que son informados, y son puestos en evidencia y podados, quizá al principio sientan vergüenza y resistencia y se defiendan. No obstante, después, son capaces de hacer introspección y llegan a despreciar su naturaleza corrupta y sus métodos defectuosos. Cuando se dan cuenta de que han demorado y obstruido la obra de la iglesia, sienten remordimientos, se odian a sí mismos, se arrepienten y logran la transformación. Sin embargo, algunos no solo tienen el carácter corrupto de Satanás, también tienen una naturaleza maliciosa, no aceptan la verdad para nada e incluso la desprecian. No importa cuánto mal cometan o cuánto dañen la obra de la iglesia, no sufren en lo más mínimo y no hacen introspección para nada. No tienen ni una pizca de culpa. No importa cuánto se los pode o se los ponga en evidencia o los diseccione, nunca reconocen sus errores y nunca aceptan los hechos evidentes cuando son revelados. Desprecian recibir la poda, ser juzgados y castigados. A tenor de sus actitudes hacia la verdad y las cosas positivas, son claramente hostiles a Dios: son Sus enemigos acérrimos. Así es exactamente como se comportaba Wang Hua. No hacía trabajo real, era arrogante y defendía sus propias creencias, con lo que obstruía la obra evangelizadora. Cuando otros líderes la pusieron en evidencia y la podaron, no solo no aceptó lo que le dijeron, hizo un escándalo e intentó desligarse de la culpa, con lo que perturbó toda la reunión. Cuando le advertí que estaba juzgando a otros y sembrando discordia entre dos hermanas, no solo no lo aceptó, sino que dio vuelta las cosas, me atacó y me condenó. Siempre hablaba de enfocarse en la entrada en la vida, con lo que hacía que la gente pensara que realmente buscaba la verdad. Sin embargo, en realidad, los requisitos de Dios y los arreglos del trabajo de la casa de Dios le desagradaban en particular y se oponía a ellos. No se sometió en absoluto cuando fue puesta en evidencia y podada; incluso se ofendió y sintió repulsión. No importaba cuántos errores cometiera o cuánto dañara la obra de la iglesia, nunca lo reconocía, no se sentía apenada ni en deuda, y carecía por completo de conciencia. Solo cuidaba sus propios intereses; si decías algo que amenazara su estatus, se enojaba y contraatacaba sin fundamentos. No aceptaba la verdad ni las cosas positivas para nada, y trataba a cualquiera que intentara hablarle o corregirla como a un enemigo. Atacaba a cualquiera que intentara ponerla en evidencia. Dado que realmente odiaba la verdad, despreciaba a quienes la practicaban y odiaba a aquellos que la ponían en evidencia por un sentido de la rectitud, ¿no consideraba a Dios como su enemigo? Tal como dicen las palabras de Dios: “Esto no es producto de una debilidad ni de la necedad momentáneas de la gente corriente, ni tampoco la revelación de pensamientos y puntos de vista incorrectos que surgen de la comprensión distorsionada de un momento; este no es el problema. El problema es que son anticristos, los enemigos de Dios, que odian todo lo positivo y toda la verdad; son personajes que odian y se oponen a Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 6). Tras ser remplazada, Wang Hua no lo aceptó ni reconoció sus malas acciones en absoluto. Incluso dijo: “Hago las cosas ante Dios y no me importa lo que otros piensen”. No parecía arrepentida ni que hiciera introspección para nada. Tenía una naturaleza maliciosa y de odio hacia la verdad, ¿no era un típico anticristo? La gente así solo destruye y perturba la obra de la iglesia.
Más tarde, la mayoría de los hermanos y hermanas votaron para expulsar de la iglesia a Wang Hua. Tras remplazarla, hablamos para resolver los problemas reales de la obra evangelizadora, y los resultados de esta mejoraron de manera notable. En esa época, me sentí aun más en deuda y me odié por ser tan egoísta y despreciable, por solo cuidar de mí misma, por no salvaguardar la obra de la iglesia y por consentir las maldades de un anticristo que había trastornado y perturbado la obra evangelizadora de la iglesia. Me juré a mí misma que, en el futuro, cuando observara que alguien trastornaba y perturbaba la obra de la iglesia, practicaría la verdad y salvaguardaría la obra de la iglesia. Por muy elevado que fuera su estatus y por mucho trabajo que hubiera hecho, o por muy convincente que fuera al hablar de doctrina, si alguien trastornaba y perturbaba la obra de la iglesia, yo me atendría a los principios-verdad. Incluso si otros me consideraban arrogante o me condenaban por malhechora o anticristo, salvaguardaría la obra de la iglesia. Incluso si no captaba del todo la situación, informaría fidedignamente lo que hubiera visto a los líderes superiores. Oré a Dios y dije que si no salvaguardaba la obra de la iglesia al detectar un problema, estaba dispuesta a ser castigada y disciplinada por Él.
Unos meses después, algunos informaron que una líder llamada Li Na, de otra iglesia, no hacía trabajo real, no había remplazado a falsos líderes y obreros, e incluso había promovido a malhechores. Esas personas no trabajaban de acuerdo con los principios y, como consecuencia, las finanzas de la iglesia se resintieron. Li Na era particularmente proclive a alardear y denigrar a otros, y todos los hermanos y hermanas la admiraban e idolatraban. Sus colaboradores habían hablado con ella y le habían señalado este problema muchas veces, pero ella no aceptaba lo que decían. Además, también juzgaba a los líderes superiores, lo que llevó a sus colaboradores a formarse prejuicios contra ellos. Cuando los líderes superiores enviaron a alguien para ayudar con el trabajo, ella lo marginó. No solo no cooperaba, sino que los juzgaba y desautorizaba; decía que la persona enviada por los líderes no podía resolver problemas, lo que significaba que no se hacía el trabajo. Tras oír todo esto, comprendí que esta persona bien podía ser un anticristo, así que hablé con mis colaboradores sobre remplazarla rápidamente. Pero luego dudé cuando supe que Li Na era la hermana menor de mi compañera. Si la remplazaba, ¿qué pensaría mi compañera de mí? ¿Diría que yo tenía un problema personal con Li Na? Tenía dudas, sentía cada vez más conflicto y no sabía qué hacer. Entonces me di cuenta de que mi estado y mis intenciones eran incorrectos; otra vez intentaba proteger mis intereses. Recordé que, la última vez, como me preocupaba mucho protegerme, no revelé al anticristo a tiempo, y así dañé gravemente la obra de la iglesia, una transgresión que nunca podría subsanar. No podía proteger mis propios intereses otra vez. Debía practicar la verdad y salvaguardar la obra de la iglesia. Sin importar lo que otros pensaran de mí, lo primordial era satisfacer las intenciones de Dios. Así pues, mis colaboradores y yo destituimos a Li Na según los principios. Posteriormente, las investigaciones revelaron que Li Na continuamente se exaltaba a sí misma y alardeaba para desorientar a otros y atraparlos, controlar la iglesia y establecer un reino independiente. Era un anticristo. La mayoría de la gente de la iglesia votó por expulsarla. Experimenté que rebelarme contra la carne, practicar la verdad y actuar según los principios me aportó paz, satisfacción y gozo. También comprendí que practicar la verdad es la única manera de dar testimonio y humillar a Satanás. ¡Gracias a Dios por Su guía!
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