Un rebelde arrepentido

4 Sep 2022

Por Gu Wenqing, China

Me hice cristiana en 1990. Había un líder de la iglesia que siempre solía decir: “La Biblia es el fundamento de nuestra fe y como creyentes tenemos que seguir la Biblia”. Esas palabras arraigaron a fondo en mi interior y pensé: “Tengo que leer mucho la Biblia y, mientras la comprenda, tendré una senda de fe”. Así, leía las Escrituras una y otra vez y a menudo acudía a mis ancianos espirituales a pedirles consejo. Recuerdo que uno de esos ancianos me brindó estas palabras de aliento: “Con tu fervor por la Biblia, seguro que el Señor tiene un uso importante para ti algún día”. Oír estas palabras me emocionó mucho. Además, hizo que idolatrara la Biblia aún más. Desde ese entonces, empecé a levantarme a las 4 de la mañana a leer las Escrituras y tenía colgados por toda la casa varios versículos bíblicos escogidos. En cuanto tenía un momento libre, leía o memorizaba pasajes bíblicos. Mientras dormía por la noche, hasta ponía una Biblia junto a la almohada, pues pensaba que, si el Señor llegaba por la noche, podría ir a recibirlo con la Biblia en brazos. En resumen, no soportaba estar separada de mi Biblia. Unos años después, era una de los principales colaboradores de los Carismáticos de la ciudad, responsable de más de 300 lugares de reunión. Como estaba tan enamorada de la Biblia, siempre les contaba a los hermanos y hermanas: “El Señor Jesús dijo: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios(Mateo 4:4). Todas las palabras de Dios están en la Biblia, así que leer la Biblia es tan importante como nuestras comidas diarias. La Biblia es el fundamento de nuestra fe, por lo que tenemos que seguirla a toda costa. Eso es lo que significa ser un auténtico creyente”.

En 1997, muchas iglesias del noreste de China tenían miembros que aceptaron, uno tras otro, la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Un supervisor se apresuró a convocar una reunión de colaboradores, en la que nos mostró un montón de propaganda difamatoria y condenatoria contra el Relámpago Oriental y nos avisó: “Ahora hay una iglesia llamada Relámpago Oriental. Afirman que el Señor Jesús ha regresado encarnado como Dios Todopoderoso, y que ha declarado nuevas palabras y abierto el rollo. Dicen que la Biblia ahora es anticuada y que solo se puede recibir sustento leyendo las palabras de Dios Todopoderoso. ¿Cómo puede ser esto? Durante milenios, todos los creyentes en el Señor han leído la Biblia. Toda palabra de Dios está en la Biblia y nada fuera de la Biblia es palabra de Dios. Sin importar lo que pase, debemos ser siempre fieles a la Biblia. Apartarse de la Biblia es traicionar al Señor y, cuando Él venga, no los salvará”. Coincidía plenamente con él, y pensé: “Cierto. Toda nuestra fe se basa en la Biblia. Si los del Relámpago Oriental ni siquiera la leen, ¿no se apartan del camino del Señor? Debo guiar a los hermanos y hermanas a defender la Biblia y a no apartarse nunca de ella”. Este supervisor convocó tres días de reuniones como esta sobre cómo guardarse del Relámpago Oriental y oponerse a él. Tras esas reuniones, consideré que mi responsabilidad era mayor que nunca. Para proteger la iglesia, hice lo imposible con otros colaboradores por sellarla y oponernos al Relámpago Oriental. En cada reunión hablábamos de cómo protegernos y resistirnos a él. Incluso urgí a los hermanos y hermanas a ayunar y orar para pedir a Dios que impidiera que el Relámpago Oriental robara las ovejas de nuestra iglesia.

Un día, una hermana me dijo que un colaborador creía ahora en el Relámpago Oriental y que los miembros más entusiastas de su lugar de reunión le habían seguido la corriente. Oír esto me puso tan nerviosa que me apresuré a ir a su casa sin haber comido, y vi que faltaban 19 personas en una reunión de cerca de 40. Lo más notable es que esos 19 eran los miembros más devotos de ese lugar de reunión. Ver que esas buenas ovejas habían sido robadas por el Relámpago Oriental me molestó mucho. Pensé para mis adentros: “El Relámpago Oriental debe ser realmente formidable para haber robado esas buenas ovejas en solo unos pocos días de trabajo”. Por ello, me di prisa en visitar a aquellos hermanos y hermanas para disuadirlos y les dije: “Los seguidores del Relámpago Oriental afirman que el Señor ha vuelto y declarado nuevas palabras, pero esto no es más que un intento para desorientar a la gente. Todas las palabras de Dios están en la Biblia, y todo lo demás se aparta del camino del Señor. Estas personas no entrarán en el reino cuando el Señor venga. ¿No serán en vano entonces todos esos años de fe en el Señor? Deben arrepentirse de inmediato ante el Señor”. Pensé que me escucharían pero, sorprendentemente, una de las hermanas me dijo: “Hermana Gu, no es cierta tu afirmación de que toda palabra de Dios está en la Biblia. Según Juan 21:25: ‘Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían’. Este versículo nos muestra que las cosas que el Señor Jesús dijo y la obra que Él hizo nos están registradas íntegramente en la Biblia. Es más, el Apocalipsis profetiza que, cuando regrese el Señor, abrirá el rollo, romperá los siete sellos y hablará a las iglesias. Evidentemente, las nuevas palabras de Dios para los últimos días no pudieron haber sido escritas en la Biblia desde antes, por lo que no tiene fundamento tu afirmación de que todas las palabras de Dios están en la Biblia”. No supe cómo refutar esto. Pensé: “Cierto. Ese versículo bíblico estaba clarísimo, ¿por qué nunca me lo he planteado?”. Luego, la hermana prosiguió: “Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Ha expresado todas las verdades que juzgan, purifican y salvan a la humanidad. Estas verdades son las palabras del Espíritu Santo a las iglesias. Es la apertura del rollo profetizada en el Apocalipsis. Creer en Dios Todopoderoso no es traicionar al Señor, sino oír la voz de Dios y seguir las huellas del Cordero. Tal como señala el Apocalipsis: ‘Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va(Apocalipsis 14:4). Tú también deberías leer las palabras de Dios Todopoderoso. ¡Buscar con humildad es el único modo de oír la voz de Dios y recibir el regreso del Señor!”. Yo de verdad no quería escuchar lo que tenían para decir, así que solo tomé una Biblia, la blandí y dije: “Comprendo la Biblia, ¡no me hace falta buscar! ¡Lo que haya fuera de la Biblia es herejía y no serán salvados!”. Fui todos los días durante una semana a procurar que cambiaran de idea. Sin embargo, dijera lo que dijera, estaban todos decididos a seguir a Dios Todopoderoso. Al final no recuperé ni a uno solo de los 19. Sin importar cuántas veces pensara en el asunto, seguía perpleja y me pregunté: “Una vez que leían el libro del Relámpago Oriental, ¿por qué no cambiaban de idea bajo ningún concepto? ¿Sería en verdad como nos había dicho el supervisor, y había una especie de droga en su libro? Pero ellos parecían totalmente normales, nada desorientados, tenían mucha energía y estaban llenos de fe. Sus enseñanzas además eran muy profundas e irrefutables”. Estaba muy confundida. Quería ver exactamente qué había escrito en ese libro del Relámpago Oriental. Pero pensé que alejarme de la Biblia era una traición al Señor y no me salvaría, así que no me atreví a pensar de nuevo en ello. Posteriormente expulsé de la iglesia a aquellos 19, e insté a todos los demás a no tener contacto con ellos. Sobre todo, insté a los colaboradores a vigilar de cerca los rebaños y expulsar inmediatamente a quien hubiera aceptado el Relámpago Oriental.

Me esforcé por sellar la iglesia, pero cada vez se unían más hermanos y hermanas al Relámpago Oriental. Había alguno nuevo casi a diario; simplemente no podía pararlo. Eso me consumía por completo. Trabajaba muchísimas horas a diario para tratar de que se echaran atrás, pero no convencí ni a uno. Lo que más me sorprendió fue que, poco después, hasta el hermano Wang Mingyi, quien había trabajado conmigo, se unió al Relámpago Oriental. Esto fue de lo más inesperado. Mingyi había empezado igual que yo, hablando siempre de cómo guardarse del Relámpago Oriental y resistirse a él. Jamás pensé que él terminaría uniéndose a ellos. Fui a su casa a interrogarlo. Le dije: “Bien sabes tú que el Relámpago Oriental se aparta de la Biblia. ¿Cómo puedes creer en ello?”. Su respuesta fue: “Hermana Gu, antes yo también escuchaba al líder y no buscaba o investigaba para nada las enseñanzas del Relámpago Oriental. Incluso me oponía a ello y lo condenaba ciegamente. Pero, tras leer las palabras de Dios Todopoderoso, vi que revelan muchísimos de los misterios de la Biblia y nos dan una senda para purificarnos del pecado. Las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad y la voz de Dios. Él es el regreso del Señor Jesús. Deberías leer Sus palabras tú también…”. En ese momento, lo corté inmediatamente, diciendo: “¡Basta! Te han desorientado, no intentes hacerme lo mismo a mí. Me da igual lo que me cuentes. ¡De ninguna manera voy a leer ese libro del Relámpago Oriental!”. Cerré de un portazo y me marché indignada. Luego, oí decir al colaborador Liu que el Relámpago Oriental se había llevado a más de 100 miembros de otra iglesia, y muchos otros colaboradores afirmaban que, en sus zonas, el Relámpago Oriental robaba buenas ovejas a diario y no podían recuperar a ninguna de ellas. Escuchar estas cosas me cayó realmente como un tremendo jarro de agua fría. Me pregunté: “¿Cómo puede ser tan formidable el Relámpago Oriental? ¿Podía ser que el Señor hubiera vuelto de veras? De no ser así, ¿por qué lo aceptarían tantos y tendrían tanta fe en ello?”.

En septiembre de 1997, el hermano Li Zhi, uno de los principales colaboradores de nuestra iglesia, y su esposa se unieron al Relámpago Oriental. Cuando me enteré, fui a verlos con mi Biblia y cuatro colaboradores más que reuní. Al llegar allí, y sin dejarles pronunciar palabra, me limité a chillarles: “¿Ni siquiera tenéis conciencia? El Señor Jesús os ha agraciado enormemente, ¿se os ha olvidado? ¿Cómo habéis podido creer en Dios Todopoderoso? ¿Qué os dieron? ¿Cuánto os pagaron?”. Sorprendentemente, Li Zhi me contestó, sonriente: “Nos dieron la verdad y la vida, no dinero”. Esto me enfadó más aún, y repliqué: “¿Cómo que os dieron la vida? Cualquier cosa fuera de la Biblia es una traición al Señor. ¿Qué verdad y qué vida?”. Inesperadamente, me contestó con una pregunta: “¿Dirías que la verdad y la vida vienen de Dios, o de la Biblia? ¿Qué dijo el Señor Jesús cuando reprendió a los fariseos? ‘Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida(Juan 5:39-40). Sus palabras fueron muy claras. La Biblia da testimonio de Dios, pero no contiene vida eterna. Es un error buscar vida eterna en la Biblia. Solo Cristo es la verdad, el camino y la vida, y solo siguiéndolo y sometiéndonos a Su obra y Sus palabras podemos recibir la verdad y la vida eterna”. En verdad no supe qué replicar al oír lo que compartió el hermano. Sentí cierta vergüenza. Pensé para mis adentros: “Tú siempre solías escucharme predicar, ¿por qué ahora me explicas cosas y me refutas? Después de todos los años que llevaba yo leyendo la Biblia, ¿cómo podrías saber tú más que yo sobre la fe en el Señor?”. Me limité a responder algo verdaderamente irracional y dije: “Me da igual lo que digas. Quien no lea la Biblia irá al infierno”. Luego, los otros cuatro colaboradores intentaron convencerlos con el palo y la zanahoria pero, dijéramos lo que dijéramos, Li Zhi y su esposa se mantuvieron firmes en su fe en Dios Todopoderoso. Cuando llegué a casa, pensé: “Solía saber mucho más de la Biblia que aquellas otras personas que se habían unido al Relámpago Oriental. Antes, ellos escuchaban mis sermones pero, unos pocos días después de aceptar el Relámpago Oriental, fueron capaces de dejarme muda con unas pocas palabras. ¿Qué está pasando? ¿Puede ser que, en efecto, el Relámpago Oriental es el camino verdadero?”. Sin embargo, enseguida descarté esa idea y me dije a mí misma: “¡No puede ser posible! Todo lo que está fuera de la Biblia es una traición al Señor. Me aferraré a la Biblia y esperaré a que el Señor regrese y me lleve al cielo”.

Al ver que cada vez más gente aceptaba el Relámpago Oriental, ya ni siquiera daba sermones en las reuniones. En cambio, solo usaba un montón de materiales contra el Relámpago Oriental y me la pasaba hablando de ellos en las reuniones de colaboradores y en el culto dominical. También amenazaba a todos para que no se atrevieran a investigar el Relámpago Oriental, e incluso trabajaba con líderes y colaboradores de otras iglesias para combatirlo juntos. Si me enteraba de que alguien intentaba convertir a un miembro de la iglesia al Relámpago Oriental, me apresuraba a ir a ahuyentarlo. A veces temía que ir en bicicleta era muy lento, y tomaba un taxi para atravesar la ciudad y ahuyentar a los miembros del Relámpago Oriental. En aquel entonces creía salvaguardar el camino del Señor y proteger el rebaño, y hasta estaba dispuesta a arriesgar la vida por ello. Sin embargo, lo que no podía entender era por qué, cuanto más lo combatía, más incidentes se producían en la iglesia. En agosto de 1999, durante un bautismo grupal, algunas personas fueron detenidas y llevadas a comisaría. Después, en agosto de 2000, me detuvieron junto con tres importantes colaboradores mientras bautizábamos. También registraron mi vivienda y la policía se llevó todas las ofrendas para la iglesia. Bajo custodia, no podía dejar de pensar en todo lo sucedido en la iglesia en los últimos años. Los ancianos que siempre me invitaban a compartir sermones y evangelizar, la hermana Jiang Ru y el hermano Wu Yong, trataban de proteger su rebaño, así que aislaron su iglesia para resistirse al Relámpago Oriental. Eran unos cristianos sumamente devotos pero, asombrosamente, ambos contrajeron cáncer y tuvieron muertes atroces. Una vez, en 1998, en una gran reunión de más de 200 colaboradores clave de la iglesia, uno de los ellos fue repentinamente poseído por un demonio y nadie pudo expulsarlo por más que todos oraron por él. Se me pasó por la cabeza un incidente detrás de otro y no entendía por qué había tanta turbación en la iglesia. Pensé sobre cómo en todos los años que llevaba siguiendo al Señor, había dejado mi empleo y mi familia para trabajar duro por Él. Me encargaba de toda clase de tareas en la iglesia y me esforzaba por salvaguardar el camino del Señor y proteger el rebaño. ¿Por qué Él no me protegía o bendecía? ¿Por qué, cuanto más combatía el Relámpago Oriental, más sufría y quedaba en un estado constante de ansiedad? ¿Podía ser que resistirme al Relámpago Oriental fuera un error? ¿De veras había vuelto el Señor? Durante mis siete días bajo custodia, casi no dormí. Era absolutamente desdichada. Oré al Señor, diciendo: “Señor, han pasado muchísimas cosas en la iglesia. ¿Cuál es la razón detrás de todo ello? ¿Qué estoy haciendo mal exactamente? …”. Cuando me liberaron de la custodia, comprobé que la iglesia se estaba quedando cada vez más desolada; era desgarrador. Oré de nuevo al Señor: “¡Señor! ¿Por qué se halla la iglesia en este estado? La iglesia se levanta gracias a Tu preciosa sangre; entonces, ¿por qué la descuidas? ¡Oh, Señor! Estoy sufriendo mucho. El rebaño se dispersa y, cuanto más combato el Relámpago Oriental, más desorden hay en la iglesia. No sé cómo recuperar todo esto y reavivar la iglesia. ¡Señor, te ruego que me abras una senda!”. Pero la iglesia permanecía sumida en el caos, orara como orara. Los colaboradores se habían dispersado a los cuatro vientos y se escondían por miedo a ser arrestados. La iglesia estaba en una situación caótica y la asistencia disminuía. No sabía sobre qué predicar y temía los sermones de los miércoles y los domingos. Los hermanos y hermanas se dormían mientras hablaba sin yo poder hacer nada. No sabía por qué orar y mi fe estaba decayendo. De pronto descubrí que no tenía la determinación de antes, cuando mantenía mi fe y mi amor por el Señor aunque nadie más lo hiciera. Me hundía poco a poco en la desmoralización. Empecé a ver la TV y películas, y hasta aprendí a jugar al mahjong y al póquer. Vivía en pecado y no podía liberarme. A menudo me encontraba sentada en la puerta de casa, agarrando la Biblia y sintiéndome sumamente triste y perdida. En verdad no sabía cómo seguir adelante… Durante ese período de tiempo, pasaba mucho tiempo arrodillada ante el Señor, llorando y rogando así: “Señor Jesús, ¿dónde estás? Siento que muero. Señor, te ruego, ¡por favor sálvame y salva a la iglesia! …”.

En 2002, en mi momento de mayor debilidad, me llamó el hermano Zhou Zheng desde el sur de China y me pidió que lo visitara por unos estudios devocionales. Le di gracias a Dios de corazón por esta noticia y estaba ansiosa de aprovechar esta oportunidad para recobrar la fuerza. Cuando llegué allí, vi que a los hermanos y hermanas les iba todavía mejor que la última vez que había estado, dos años antes. Su fe era más firme. Al verme, me reconfortaron y alentaron, y me sentí en familia. Me conmoví de verdad. Al día siguiente, Zhou Zheng me preguntó qué tal me iban las cosas en general, y dio justo donde me dolía. Le conté lo que pasaba en la iglesia sin ocultarle nada. Cuando acabé de hablar, me enseñó lo siguiente: “Actualmente, no solo tu iglesia está perdiendo vitalidad. Sucede en iglesias de todos lados. La fe y el amor de los creyentes se están enfriando y no se les disciplina por sus pecados. Los colaboradores no tienen nada de qué predicar y entablan batallas por celos y luchas internas. Las iglesias se dividen; hace mucho que no tienen la presencia del Señor”. También me contó por qué se estaban quedando tan desoladas todas las iglesias. Me leyó el Libro de Amós 8:11: Jehová Dios dijo: “Vienen días, […] en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”.* Prosiguió: “En este versículo vemos que un motivo de esta desolación en las iglesias es que la gente no practica las palabras de Dios. Como a finales de la Era de la Ley, cuando los sumos sacerdotes judíos, los escribas y los fariseos solo defendían las tradiciones humanas, no la ley de Jehová. Hacían sacrificios mediocres y, en público, vendían ganado y cambiaban moneda en el templo, que se convirtió en una cueva de ladrones. Por esto, Dios se disgustó y lo abandonó. Ya sin la obra de Dios, el pueblo hacía lo que quería y no se le disciplinaba por sus pecados. El templo quedó desolado. El principal motivo de esto fue que los líderes religiosos no guardaban los mandamientos de Jehová y se habían apartado del camino del Señor. Otro motivo de esta desolación en las iglesias fue que Dios estaba realizando una nueva etapa de Su obra, por lo que la obra del Espíritu Santo se había desplazado. El Señor Jesús estaba obrando y guiando a las personas fuera del templo, abriendo paso hacia la Era de la Gracia, y aquellos que lo seguían podían recibir riego y sustento. Siempre y cuando oraran y se confesaran ante el Señor, Él les perdonaba los pecados y podían gozar de toda la gracia, la paz y la alegría que les otorgaba. Pero los sumos sacerdotes, los escribas y los fariseos se negaban a aceptar Su obra, resistiéndose y condenándolo. Aquellos que en los templos se empeñaban en seguirles la corriente fueron, naturalmente, abandonados y descartados por la obra de Dios, con lo que cayeron en las tinieblas y la desolación”. Me sentí iluminada por la enseñanza del hermano, pero también estaba confundida, y pensaba: “Si he leído todo eso infinidad de veces en la Biblia, ¿por qué no no he ganado nunca esta iluminación con mis lecturas antes? ¿Cómo lograron entenderlo? Es mejor que los escuche”. Zhou Zheng continuó diciendo: “Al igual que el motivo del declive del templo en la Era de la Ley, las iglesias actuales se hallan en este estado desolado porque Dios está realizando una nueva etapa de Su obra”. Al oírle afirmar esto, me dio un vuelco el corazón y pensé que ellos podían pertenecer al Relámpago Oriental. Todos decían que sus enseñanzas eran verdaderamente formidables. ¿Y si yo estaba desorientada también? Comencé a ponerme muy nerviosa y estaba confundida: ¿debía escucharlos o no? Acabé decidiendo quedarme y continuar escuchándolos porque en verdad quería resolver el problema de la iglesia. Durante todos esos años, ninguno de los pastores o ancianos, ni de China ni de fuera, supieron ayudar en nada; por más que explicaran la Biblia, ayunaran u oraran, ninguna de las soluciones que se les ocurrieron funcionaron. La iglesia solo continuaba decayendo. Pero estos hermanos y hermanas rebosaban fe y amor, y su enseñanza era iluminadora. A nadie podía irle tan bien a menos que tuviera la obra y la guía del Espíritu Santo. Si yo podía descubrir el modo de reavivar la iglesia con sus enseñanzas, aún tendríamos esperanza. Quería aprovechar la ocasión y, aunque ellos fueran del Relámpago Oriental, no debía tener miedo, pues conocía la Biblia y no me podrían desorientar. Así que empecé a escuchar mientras miraba la Biblia para verificar lo que decían, y ver si concordaba con ella.

Zhou Zheng luego leyó Amós 4:7-8: “Y también os he quitado la lluvia cuando faltaban todavía tres meses para la cosecha; e hice llover sobre una ciudad y no sobre otra, llovió sobre una parte y ese pedazo de tierra donde no llovió se marchitó. Entonces dos o tres ciudades fueron a otra ciudad a beber agua; pero no estuvieron satisfechos; aun así, no volvisteis a Mí, dijo Jehová”.* Lo explicó así: “Este versículo alude a la lluvia en una ciudad mientras otra tiene sequía. Esta ‘lluvia’ se refiere a la obra del Espíritu Santo. Dios toma la obra del Espíritu Santo de todo lugar y la traslada hacia quienes aceptan Su nueva obra. Quienes van al compás de las huellas de Dios tienen el riego y el sustento en las palabras actuales del Espíritu Santo y obtienen Su obra, pero los que no aceptan la nueva obra de Dios son, naturalmente abandonados y descartados durante la misma, y viven en las tinieblas”. En este punto, su enseñanza comenzó a tener más lógica para mí y pensé para mis adentros: “La razón por la que la iglesia está desolada es porque Dios está realizando una nueva obra, por lo que se ha desplazado la obra del Espíritu Santo. Con razón no he percibido la presencia de Dios en todos esos años y sí tanta oscuridad espiritual, como si hubiera caído en un abismo sin una pizca de esperanza, y había estado viviendo en una desdicha absoluta”. Al pensar en dar alcance a las huellas de Dios y en gozar de nuevo de la obra y la guía del Espíritu Santo, pregunté impacientemente a Zhou Zheng: “¿Cómo se puede ir al compás de las huellas del Cordero y recibir la obra del Espíritu Santo?”. Me respondió: “El Apocalipsis lo profetiza siete veces: ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(Apocalipsis Capítulos 2, 3). Esta profecía nos indica que Dios hablará a las iglesias en los últimos días y que todo aquel que reconozca la voz de Dios irá al compás de Sus huellas y asistirá al banquete del Cordero”. Luego sacó un libro y prosiguió: “Este libro contiene las palabras del Espíritu Santo a las iglesias. Léelo y lo comprenderás todo”. Lo tomé, y se titulaba La Palabra manifestada en carne. ¿No era ese el libro del Relámpago Oriental? Me aturdí por un momento y pensé: “Llevo cinco años enfrentado mano a mano con ellos pero, en realidad, hasta ahora no habíamos estado cara a cara”. Me acordé de todos esos hermanos y hermanas a quienes no se había podido convencer de lo contrario una vez que habían escuchado al Relámpago Oriental. Estaba tan nerviosa que se me salía el corazón por la boca. Oré: “Señor, te pido que me protejas. No puedo apartarme de la Biblia, no puedo apartarme de Tu camino pase lo que pase”. Y pregunté: “¿Cómo es posible que este libro contenga las palabras de Dios? Toda palabra de Dios está en la Biblia y no hay otras palabras de Dios. Apartarse de la Biblia es herejía, una traición al Señor”. No podía seguir ahí sentada más tiempo, así que me levanté indignada y me negué a oír una palabra más. En vista de mi oposición y de que había dejado de escuchar, todos ellos se arrodillaron a orar por mí, llorando, para pedirle a Dios que me iluminara y pudiera conocer Su obra. Yo estaba a un lado y me conmovió de veras oír sus sentidas oraciones. Pensé: “Sin la obra del Espíritu Santo, ¿quién podría ser tan amoroso?”. En ese momento, poco a poco empecé a calmarme y a renunciar a parte de mi reticencia.

Cuando acabaron de orar, Zhou Zheng me contó un poco su experiencia. Me dijo: “Entiendo lo que sientes. Al principio, yo era igual que tú: también me oponía a la obra de Dios de los últimos días. Estuve de acuerdo con los pastores y ancianos, y difamaba a la Iglesia de Dios Todopoderoso y escribía materiales contra ella. Llegué a intimidar a los hermanos y hermanas para que no creyeran en Dios Todopoderoso. Hice muchas cosas para oponerme y blasfemar contra Dios, pues creía estar protegiendo el camino del Señor y siendo devoto. Creía en Dios, pero no lo conocía, y era intransigente y arrogante. Sin el castigo y la disciplina de Dios, sin Sus palabras, que tienen autoridad y llegan al alma, jamás me habría sometido”. También me dijo que siempre había creído que toda palabra de Dios estaba en la Biblia y que ninguna otra cosa era palabra de Dios, por lo que apartarse de la Biblia era herejía. Luego leyó unas palabras de Dios Todopoderoso y comprendió que esto no tiene fundamento, y que no concuerda con la realidad. De entrada, estaba muy confundida y me preguntaba por qué no era real. Entonces él comentó: “Conoces bien la Biblia, así que deberías saber que fue recopilada por personas años después de que el Señor concluyera Su obra, lo que significa que inevitablemente se omitieron o suprimieron algunos contenidos. Algunas palabras de Dios de los profetas no se recogieron íntegramente en el Antiguo Testamento, sino en los Evangelios apócrifos, como las profecías de Esdras”. También dijo: “En la Era de la Gracia, no se documentó en las Escrituras la totalidad de la obra y las palabras del Señor Jesús. Oficialmente, obró durante tres años y medio, y quién sabe cuántas cosas dijo, cuántos sermones dio en esa época. Si sumamos todas las palabras del Señor Jesús de los cuatro Evangelios, serían unas pocas horas hablando. En comparación con cuánto debió haber dicho en aquellos tres años y medio, vemos que es muy limitado. También lo manifiesta en Juan: ‘Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían’ (Juan 21:25). ¿Podía ser realmente verdad que nada aparte de la Biblia es palabra de Dios? ¿Es esto acertado? El Apocalipsis lo profetiza en numerosas ocasiones: ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(Apocalipsis Capítulos 2, 3). Esto demuestra que el Señor tiene mucho más que decir a las iglesias en los últimos días. ¿Cómo iban a estar escritas antes en la Biblia esas palabras para los últimos días? El Apocalipsis también profetiza que el Cordero abrirá el rollo, en principio sellado, y sólo el Cordero puede romper los sellos. ¿Acaso ya documenta la Biblia el contenido de ese rollo? Claro que no. Entonces, ¿es razonable que los pastores afirmen que toda palabra de Dios está en la Biblia? ¿Eso no es negar y condenar las propias palabras de Dios?”. A esas alturas estaba totalmente convencida. Pensé para mis adentros: “Es verdad, el Apocalipsis profetizaba claramente que el Cordero abriría el rollo rompiendo los siete sellos en los últimos días. ¿Y cómo era posible que la Biblia ya relatara ese contenido concreto? Al insistir en que no había palabras de Dios fuera de la Biblia, había estado equivocada”. Zhou Zheng dijo: “La Biblia es un mero registro histórico de la obra de Dios, y tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo los hicieron y editaron seres humanos después de que Dios concluyera una etapa de Su obra. Dios no obra según la Biblia ni está limitado por ella. Dios obra según Su plan de gestión y las necesidades de la humanidad. Cuando vino a obrar el Señor Jesús, no lo hizo según el Antiguo Testamento, sino que fue más allá de las Escrituras de la época y predicó el camino del arrepentimiento, sanó a enfermos, expulsó demonios, le dijo a la gente que perdonara setenta veces siete, no guardaba el sabbat, etc. Al final lo crucificaron, con lo que concluyó la obra de redención. Sin embargo, no había nada de esto en el Antiguo Testamento. Hasta parecía contradecir las leyes del Antiguo Testamento en algunas partes. Si nos atenemos a lo que dicen los pastores de que todo lo que haya fuera de las Escrituras es herejía, ¿no condenaríamos también la obra del Señor Jesús? Dios es el Creador y Su abundancia lo abarca todo. Por tanto, ¿podría ser cierto que solo puede llevar a cabo la obra limitada que relata la Biblia? ¿Es cierto que Dios no puede realizar una nueva obra ni declarar nuevas palabras fuera de ella? ¿Eso no sería circunscribir a Dios y blasfemar contra Él? Los fariseos utilizaron al Antiguo Testamento para condenar la obra del Señor Jesús, ya que, según ellos, esta se salía de las Escrituras, era herejía. Negaron y condenaron las verdades que expresó y, finalmente, hicieron que lo crucificaran, y Dios los maldijo y castigó. Dios Todopoderoso ya ha venido y expresado todas verdades que purifican y salvan a la humanidad. Son las palabras del Espíritu Santo a las iglesias, con las que Dios nos otorga el camino de vida eterna en los últimos días. Si no escuchamos, leemos o buscamos, y solo nos aferramos ciegamente a la Biblia y mostramos oposición y condena a la obra y las palabras de Dios en los últimos días, ¿no cometemos el mismo error que los fariseos? ¡La obra de Dios nos abandonará y descartará por eso!”. Esta enseñanza suya sí me asustó, y me vino a la cabeza algo que dijo el Señor Jesús: “Y a todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará(Lucas 12:10). Pensando en mí a la luz de esto, reflexioné: “Si las palabras de Dios Todopoderoso son de Dios, entonces son del Espíritu Santo y, si llamo herejía a Su obra y Sus palabras, ¿no es blasfemar contra el Espíritu Santo? Esto significaría que no podría recibir el perdón en esta vida ni en el mundo venidero. No puedo seguir oponiéndome y condenando esto. Debo buscar con ahínco e investigarlo”.

Luego, Zhou Zheng me leyó un par de pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “Muchas personas creen que entender y ser capaz de interpretar la Biblia es lo mismo que encontrar el camino verdadero, pero, de hecho, ¿son las cosas realmente tan simples? Nadie conoce la realidad de la Biblia: que no es nada más que un registro histórico de la obra de Dios, y un testimonio de las dos etapas anteriores de esta, y que no te ofrece un entendimiento de los objetivos de la obra de Dios. Todo aquel que ha leído la Biblia sabe que documenta las dos etapas de la obra de Dios durante la Era de la Ley y la Era de la Gracia. El Antiguo Testamento registra la historia de Israel y la obra de Jehová desde la época de la creación hasta el final de la Era de la Ley. El Nuevo Testamento registra la obra de Jesús en la tierra, que se encuentra en los Cuatro Evangelios, así como la obra de Pablo. ¿No son, estos, registros históricos? Mencionar hoy las cosas del pasado las convierte en historia, y no importa cuán verdaderas o reales puedan ser, siguen siendo historia, y la historia no puede ocuparse del presente, ¡porque Dios no mira atrás en la historia! Así pues, si sólo entiendes la Biblia y no entiendes nada de la obra que Dios pretende hacer hoy, y, si crees en Dios, pero no buscas la obra del Espíritu Santo, entonces no entiendes lo que significa buscar a Dios. Si lees la Biblia con el fin de estudiar la historia de Israel, de investigar la historia de la creación de todos los cielos y la tierra por parte de Dios, entonces no crees en Dios. Pero hoy, como crees en Él y buscas la vida, como persigues el conocimiento de Dios y no palabras y doctrinas muertas ni un entendimiento de la historia, debes buscar las intenciones de Dios de hoy, así como la dirección de la obra del Espíritu Santo. Si fueras arqueólogo podrías leer la Biblia, pero no lo eres. Eres uno de esos que creen en Dios, y más te vale buscar Sus intenciones de hoy(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Relativo a la Biblia (4)). “Durante Su época, Jesús guio a los judíos y a aquellos que le seguían según la obra del Espíritu Santo en Él en ese momento. Él no tomó la Biblia como base para lo que llevaba a cabo, sino que hablaba de acuerdo con Su obra; no prestó atención a lo que la Biblia decía ni buscó en ella una senda para guiar a Sus seguidores. Desde el mismo momento en el que empezó a obrar, difundió el camino del arrepentimiento, una palabra sobre la cual las profecías del Antiguo Testamento no mencionan una sola palabra. No solo no actuó según la Biblia, sino que también mostró una nueva senda y realizó una obra nueva. Nunca consultaba la Biblia cuando predicaba. Durante la Era de la Ley, nadie fue nunca capaz de llevar a cabo Sus milagros de sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios. Su obra, Sus enseñanzas, la autoridad y el poder de Sus palabras, también estaban por encima de cualquier hombre en la Era de la Ley. Jesús simplemente llevó a cabo Su obra más nueva, y aunque muchas personas lo condenaron usando la Biblia, e incluso usaron el Antiguo Testamento para crucificarlo, Su obra sobrepasó al Antiguo Testamento; si esto no fue así, ¿por qué lo clavaron en la cruz? ¿No fue porque el Antiguo Testamento no decía nada de Su enseñanza ni de Su capacidad para sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios? Su obra se llevó a cabo para guiar por un nuevo camino, no para buscar deliberadamente un enfrentamiento con la Biblia o para prescindir deliberadamente del Antiguo Testamento. Él vino simplemente a desarrollar Su ministerio, a traer la nueva obra a aquellos que lo anhelaban y lo buscaban. […] Para las personas, parecía como si Su obra no tuviera base, y gran parte de esta entraba en conflicto con los registros del Antiguo Testamento. ¿No fue esto una falacidad del hombre? ¿Deben aplicarse los preceptos a la obra de Dios? ¿Y debe obrar Dios según las predicciones de los profetas? Después de todo, ¿quién es más grande: Dios o la Biblia? ¿Por qué debe obrar Dios de acuerdo con la Biblia? ¿Podría ser que Dios no tuviera derecho a actuar más allá de la Biblia? ¿No puede apartarse Dios de la Biblia y realizar otra obra? ¿Por qué no guardaban el día de reposo Jesús y Sus discípulos? Si debía practicar a la luz del día de reposo y según los mandamientos del Antiguo Testamento, ¿por qué Jesús no respetó el día de reposo después de venir, sino que, en su lugar, lavó pies, cubrió cabezas, partió pan y bebió vino? ¿No está todo esto ausente de los mandamientos del Antiguo Testamento? Si Jesús respetaba el Antiguo Testamento, ¿por qué rompió con estos preceptos? Deberías saber qué fue primero, ¡Dios o la Biblia! Si era el Señor del día de reposo, ¿no podía ser también el Señor de la Biblia?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Relativo a la Biblia (1)). Al oír estas palabras, me parecieron muy autorizadas. En todos mis años de fe, había oído muchos sermones tanto de clérigos extranjeros como de chinos, y leído algunos libros de espiritualidad, pero nunca había visto a nadie revelar el trasfondo de la Biblia con tanta claridad y profundidad. Eso me resultó muy esclarecedor. Pensé para mis adentros: “Es cierto, la Biblia es un mero registro histórico de la obra de Dios, y nació después de que Dios realizara esa obra. Pero yo había estado limitando a Dios a la esfera de la Biblia pensando que Él no debía realizar ninguna obra ni decir más palabras fuera de ella. ¡Qué necia he sido! Ahora veo que las palabras de Dios Todopoderoso realmente han venido de Dios, que son el Espíritu Santo hablando, y que necesito hacer algo de búsqueda ya que, de lo contrario, perderé la ocasión de recibir al Señor y mis arrepentimientos llegarán demasiado tarde”. Por ello, oré con apremio para pedirle al Señor que me guiara.

Pero aún tenía cierta confusión. El Señor Jesús había profetizado claramente que Él volvería en una nube a aparecerse públicamente a todos los pueblos, pero eso aún no había sucedido. Ellos afirmaban que ya había regresado y que, en la carne, había declarado nuevas palabras. ¿Había profecías bíblicas de que la segunda venida del Señor sería en la carne? Se lo pregunté a Zhou Zheng. Me dijo: “Hay profecías bíblicas acerca de la venida del Señor en una nube para aparecer públicamente ante todos, pero que también las hay acerca de Su venida en secreto y en la carne. El Señor Jesús anunció: ‘He aquí, vengo como ladrón(Apocalipsis 16:15). ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre(Mateo 24:37). ‘Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre(Mateo 24:44). ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación(Lucas 17:24-25). Todos estos versículos aluden a la venida del Hijo del hombre, e ‘Hijo del hombre’ significa nacido de una persona, de carne y hueso, con una humanidad normal. Si viniera en forma espiritual sobre una nube para aparecerse a todos los pueblos, todo el mundo se asustaría al verlo y se apresuraría a postrarse. ¿Quién se atrevería a oponerse a Él o a rechazarlo? ¿Padecería mucho y sería rechazado por esta generación a Su regreso? Por supuesto que no. Así que el Señor Jesús profetizó que regresaría de dos maneras distintas. Primero vendría en secreto, encarnado como el Hijo del hombre, a expresar verdades y realizar la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, y formaría un grupo de vencedores antes de los desastres. Tras los desastres, el Señor vendrá en una nube para aparecer públicamente ante todos. Si solo esperamos contemplar al Señor Jesús en una nube sin aceptar la obra y las palabras de Dios cuando venga en secreto en la carne, ¡el Señor podría abandonarnos fácilmente!”. Su enseñanza me supuso un gran despertar. Finalmente comprendí que “Hijo del hombre” alude a Dios encarnado. Había hablado mucho de esos versículos bíblicos con los demás a lo largo de los años, y les había dicho que el Señor vendría como ladrón, que velaran y oraran mientras lo aguardaban, pero no vi profetizar la venida del Señor en secreto.

Después de eso hice otra pregunta a Zhou Zheng. Dije: “El Señor Jesús fue crucificado como ofrenda por el pecado de la humanidad y asumió nuestros pecados. Como creyentes en el Señor, nuestros pecados son perdonados, así que deberíamos ser llevados directamente al reino de los cielos cuando regrese. ¿Por qué habría de realizar Dios otra etapa de Su obra para la salvación?”. Me contestó preguntándome: “Dices que los creyentes pueden entrar en el reino por el perdón de sus pecados, pero ¿se basa esto en las palabras del Señor? Él solo nos perdonó los pecados, pero jamás dijo que pudiéramos entrar en el reino por haber sido perdonados. Esta es una mera noción y figuración humana. El perdón de los pecados solo implica que Él ya no nos considera pecadores, no que seamos libres de pecado. Ante todo, no implica que seamos puros ni que ya no pequemos ni nos opongamos a Dios. Respecto a quiénes pueden entrar en el reino, el Señor Jesús lo dejó claro: ‘No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad”(Mateo 7:21-23). ¿No se les perdonaron los pecados también a quienes profetizaban y echaban fuera demonios en el nombre del Señor? Entonces, ¿por qué dijo el Señor que jamás los conoció y los condenó por malhechores? Estas palabras demuestran que todos los que vivan en pecado, aunque sirvan y se ofrezcan a sí mismos en el nombre del Señor, al final se condenarán y serán indignos del reino de Dios”. Zhou Zheng leyó unas palabras de Dios Todopoderoso para responderme: “Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme a las intenciones de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, el egoísmo y la vileza, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu fe en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme a las intenciones de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; de lo contrario, serás incapaz de alcanzar la santidad ya que solo has sido redimido. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad). “Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan sucio debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser limpiado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser limpiado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). Luego me enseñó lo siguiente: “Como creyentes veteranos, todos tenemos claro algo: tras recibir la fe, cuando pecamos podemos ser perdonados si confesamos y nos arrepentimos ante el Señor. Sin embargo, es innegable que no podemos evitar mentir y pecar todo el tiempo. Vivimos en un círculo de pecar de día y confesar de noche, y no podemos huir de estos lazos de pecado. Como el Señor Jesús solamente realizó la obra redentora, no la de juicio y purificación de los últimos días, nuestros pecados son perdonados, pero aún tenemos una naturaleza pecaminosa. Nuestra naturaleza y nuestro carácter, satánicos, no se han corregido y están todavía más arraigados que los pecados propiamente dichos. Son la raíz de estos y de nuestra oposición a Dios”. Zhou Zheng, además, me puso unos ejemplos, diciendo: “Somos arrogantes, falsos y perversos y vivimos de acuerdo con estas actitudes satánicas, por lo que siempre mentimos y engañamos, y nos gusta presumir. Nos disputamos la fama y la ganancia, y somos envidiosos y odiosos. Ante un desastre o un problema doméstico, malinterpretamos y culpamos a Dios hasta el punto, a veces, de negarlo y traicionarlo. Sobre todo cuando la obra de Dios no coincide con nuestras nociones y figuraciones, nos oponemos a Él y lo condenamos tercamente. El Señor Jesús ya ha regresado en la carne y expresado verdades con las que realiza la obra del juicio de los últimos días, y muchos creyentes veteranos lo circunscriben de acuerdo con sus nociones porque, alegan, Él no declararía más palabras fuera de la Biblia ni vendría a obrar en la carne. No les interesa buscar ni someterse a la obra de Dios y carecen de un corazón temeroso de Dios. Por el contrario, se oponen a ello y lo condenan, con lo que van contra Dios terca y arrogantemente. Dios es santo, ¿cómo habría de dejar entrar en Su reino a los que se oponen a Él, que son de Satanás? Por lo tanto, según las necesidades de la humanidad, Dios realiza, sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús, una etapa de Su obra para librarnos de pecado expresando verdades que juzgan y purifican nuestro carácter corrupto. En la Era del Reino, Dios Todopoderoso expresa toda verdad que purifica y salva al hombre y ha revelado todos los misterios de Su plan de gestión, como los objetivos de Su plan de gestión de seis mil años, el trasfondo de las tres etapas de Su obra, los misterios de las encarnaciones, la realidad sobre la Biblia y el destino futuro de las personas. También ha expuesto la realidad sobre la corrupción humana y la raíz de nuestra pecaminosidad y nuestra oposición a Dios, lo que nos enseña cómo cambiar nuestras actitudes y arrepentirnos de veras. Esto cumple la profecía del Señor Jesús: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad(Juan 16:12-13). Dios Todopoderoso ha expresado estas verdades para corregir nuestra naturaleza pecaminosa. Todos los que puedan aceptar el juicio de Sus palabras y ser purificados, serán protegidos por Dios en los desastres y entrarán en Su reino”.

Lo entendí mucho mejor tras escuchar la enseñanza de Zhou Zheng. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús solo realizó la obra de redención, que redimió a la humanidad del pecado. Es en la Era del Reino de los últimos días cuando Dios Todopoderoso expresa verdades para Su obra del juicio, que corregirá nuestra naturaleza pecaminosa al salvarnos del pecado y purificarnos plenamente. Pensé en cómo aún me encadenaba realmente el pecado incluso años después de haberme hecho creyente. Sobre todo en los últimos años, me había vuelto más viciosa, igual que un no creyente. Veía la TV y películas y había aprendido a jugar al mahjong. Estaba atrapada en una vida de pecado y no podía liberarme de ella. Comprendí que, en verdad, era indigna de entrar al reino de Dios. Aquellos días en los que que viví en pecado fueron muy dolorosos y no sabía cómo escapar a ello. Al final entendí que tenía que aceptar la obra del juicio de Dios de los últimos días para librarme de las ataduras del pecado, purificarme y salvarme. Las palabras de Dios Todopoderoso revelan claramente la raíz del pecado y nos muestran el trasfondo de la obra de Dios, con lo que nos revelan la senda para purificarnos y entrar al reino. Solo Dios podría explicar tan clara Su obra y solo Dios podría salvar a la humanidad de los lazos del pecado. Tuve entonces mayor certeza de que las palabras de Dios Todopoderoso eran la verdad y la voz de Dios.

Los días siguientes devoré con ansia las palabras de Dios a diario y pronto estuve segura de que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Ser capaz de recibir al Señor en Su regreso me emocionaba en verdad, pero al mismo tiempo me embargaba el pesar. Nunca había imaginado para nada que Dios Todopoderoso, a quien me había opuesto y condenado todos esos años, era en realidad el Señor Jesús que anhelaba y que La Palabra manifestada en carne, que había condenado, eran las palabras de Dios. Me detesté por ser tan necia y ciega y tardar tanto en entrar en razón. Sujeté La Palabra manifestada en carne en brazos y sollocé. Había estado creyendo en el Señor pero no lo conocía. Había sido arrogante y rebelde, circunscribiéndolo por mis nociones y figuraciones, sin haber creído que Él regresaría a obrar en la carne. Y lo que es peor, desorienté a los hermanos y hermanas con materiales blasfemos para que no investigaran la obra de Dios de los últimos días. Por todo lo que había hecho, realmente merecía la maldición de Dios. Pero Dios se apiadó de mí y me permitió oír Su voz y recibir Su salvación de los últimos días. ¡Su amor es realmente inmenso!

Luego, empecé a reunirme regularmente con aquellos hermanos y hermanas. Todos cantaban himnos y alababan a Dios juntos y compartían las palabras de Dios. Con esa clase de vida de iglesia pude redescubrir el gozo que aporta la obra del Espíritu Santo y disfrutar la paz que trae la presencia del Señor. Recuerdo que una vez leemos un pasaje de las palabras de Dios que me conmovió mucho: “Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios y también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. No puedes ver nada que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes se han oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y la que expresa todo el carácter de Dios para que el hombre lo entienda. ¿No deseas enormemente ver al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente entenderlo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Una carne tan corriente contiene muchos misterios que son insondables para el hombre. Sus hechos pueden ser inescrutables para ti, pero la totalidad del objetivo de la obra que Él realiza es bastante para que veas que Él no es simple carne como la gente cree. Porque Él representa las intenciones de Dios, así como el cuidado mostrado por Dios hacia la humanidad en los últimos días. Aunque no puedes oír Sus palabras, que parecen sacudir los cielos y la tierra, aunque no puedes ver Sus ojos como llamas de fuego, y aunque no puedes recibir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes oír de Sus palabras la furia de Dios y saber que Dios muestra misericordia por la humanidad; puedes ver Su carácter justo y Su sabiduría, y apreciar, además, la preocupación que Él tiene por toda la humanidad. La obra de Dios en los últimos días consiste en permitir al hombre ver en la tierra al Dios del cielo vivir entre los hombres, y permitirle que lo conozca, se someta a Él, le tema y le ame. Por esta razón, Él ha regresado a la carne por segunda vez. Aunque lo que el hombre ve hoy es un Dios igual a él, un Dios con una nariz y dos ojos, un Dios sin nada especial, al final Él os mostrará que sin la existencia de este hombre el cielo y la tierra pasarían por un cambio tremendo; sin la existencia de este hombre, el cielo se volvería sombrío, la tierra se convertiría en caos y toda la humanidad viviría entre hambruna y plagas. Él os mostrará que, si Dios encarnado no viniera a salvaros en los últimos días, entonces Dios habría destruido a toda la humanidad hace mucho tiempo en el infierno; sin la existencia de esta carne, seríais para siempre archipecadores, seríais cadáveres eternamente. Deberíais saber que, sin la existencia de esta carne, toda la humanidad enfrentaría una calamidad inevitable y le resultaría imposible escapar del castigo más severo que Dios le impone en los últimos días. Sin el nacimiento de esta carne corriente, todos vosotros estaríais en un estado en el que rogar por la vida no haría posible vivir, y orar por la muerte no haría posible morir; sin la existencia de esta carne no podríais recibir hoy la verdad y venir ante el trono de Dios. Más bien, Él os castigaría por vuestros graves pecados. ¿Sabéis que si no fuera por el retorno de Dios a la carne, nadie tendría oportunidad de salvarse, y que si no fuera por la venida de esta carne, Dios habría acabado hace mucho la era antigua? Así las cosas, ¿podéis todavía rechazar la segunda encarnación de Dios? Ya que os podéis beneficiar tan enormemente de este hombre corriente, entonces ¿por qué no lo aceptáis con alegría?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?). Leer este fragmento fue particularmente conmovedor: “Sin el nacimiento de esta carne corriente, todos vosotros estaríais en un estado en el que rogar por la vida no haría posible vivir, y orar por la muerte no haría posible morir; sin la existencia de esta carne no podríais recibir hoy la verdad y venir ante el trono de Dios. Más bien, Él os castigaría por vuestros graves pecados”. Pensé en la época en que no tenía conmigo al Señor. La iglesia parecía desolada y la fe de los hermanos y hermanas estaba decayendo. Los colaboradores no sabían sobre qué dar los sermones, y había celos y luchas internas. Todos vivían en pecado sin poder liberarse, y todos vivían como los muertos vivientes. Las palabras de Dios Todopoderoso me resucitaron y me devolvieron el gozo de tener a Dios a mi lado. También comprendí un poco, de forma básica, la obra de Dios. Si Dios no se hubiera encarnado y hablado para revelar los misterios de la Biblia y Sus encarnaciones, seguro que aún me aferraría tercamente a mis nociones y figuraciones. A saber cuánta maldad habría cometido contra Dios. ¡Qué importante ha sido la encarnación de Dios para nosotros!

Al recordar esos cinco años, muchísimos hermanos y hermanas me hablaron e instaron a buscar, pero hice oídos sordos. No solo me negué a buscar o investigarlo, sino que me opuse a ello y lo condené. Incluso desorienté a otros y me interpuse en su camino, haciéndolos perder su ocasión de recibir al Señor. ¿Acaso se me podía considerar creyente? ¿No me estaba oponiendo al Señor como los fariseos, clavándolo en la cruz una vez más? En mis años como creyente, había disfrutado mucho de la gracia del Señor, pero cuando Él regresó, no lo conocí. Hasta me resistí a Él frenéticamente cinco años enteros. Durante cinco años cometí transgresiones imperdonables. Soy demasiado rebelde. Al pensar en todos mis pecados y comprobar la misericordia y tolerancia de Dios, creí no tener dónde esconderme y que no podría mirar a Dios a la cara. Tomé un libro de las palabras de Dios, me arrodillé y, llorando, oré. Le dije: “¡Dios Todopoderoso! Nunca me afligiste pese a haber sido tan rebelde y desafiante. Me diste la oportunidad de arrepentirme. En verdad no sé cómo compensarte por Tu misericordia. ¡Dios Todopoderoso! No te pido más que poder invertir el resto de mi vida en compensarte por Tu amor, en hacer lo que esté en mi mano para traer de vuelta a Tu casa a aquellos que alejé de Ti, que aún no se han presentado ante Ti, de regreso a Tu casa, para que puedas reconfortarte un poco”. Después de esto, prediqué el evangelio activamente y, en un mes, más de 30 hermanos y hermanas llegaron a aceptar la obra de Dios de los últimos días.

Cada vez que recuerdo los tiempos en que resistía a Dios, siento un gran dolor, como una puñalada al corazón, especialmente cuando leo estas palabras: “Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a las intenciones de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para sermonear a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonios jefes que perturban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos en el camino de quienes buscan a Dios. Pueden parecer de ‘buena constitución’, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él). Las palabras de Dios me describen a la perfección. Guiaba a los hermanos y hermanas a que siguieran las palabras literales de la Biblia, a adherirse a nociones y no presentarse ante Dios. Enaltecía la Biblia mientras me oponía a la obra de Dios en los últimos días. Desorientados por mí, los hermanos y hermanas se aferraban irracionalmente a las palabras literales de la Biblia y no se atrevían a aceptar la obra de Dios de los últimos días. Este fue el daño que les hice, la catástrofe fraguada por mí. Los fariseos se aferraron a sus Escrituras y mandaron crucificar al Señor, con lo que cometieron un pecado atroz. Yo me había aferrado a la Biblia mientras condenaba la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días; en esencia, había crucificado a Dios otra vez. Interpretaba el papel de un fariseo moderno. Aunque muriera cien muertes, jamás podría subsanar mis pecados. Lo único que quiero ahora es hacer todo lo posible por perseguir la verdad, cumplir mi deber y predicar el evangelio para pagar mi deuda a Dios.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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