Lecciones que aprendí al guardarme de los falsos Cristos
Yo era colaborador en una iglesia clandestina. En 2000, un día, los líderes superiores convocaron una reunión de colaboradores. Dijeron: “En los últimos días surgen falsos líderes para engañar a la gente. Algunos predican el Relámpago Oriental y su prédica parece muy avanzada. Además, dicen que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. No los escuchen ni tengan contacto alguno con ellos. Deben tomar precauciones para que los del Relámpago Oriental no entren a la iglesia a robar ovejas. La Biblia es clara: ‘Entonces si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo”, o “Allí está”, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’ (Mateo 24:23-24). Estos versículos son una señal de la venida del Señor Jesús. También advierten a los creyentes que, en los últimos días, los falsos Cristos mostrarán grandes milagros para engañar a los escogidos de Dios, así que hemos de cimentar firmemente nuestra fe y no escuchar sermones del Relámpago Oriental. Si no, si siguen a falsos Cristos, perderán la ocasión de recibir al Señor”. Todos los colaboradores lo debatieron y afirmaron querer proteger el rebaño hasta la venida del Señor. Yo también pensaba que no debíamos precipitarnos al recibirlo y sí cuidarnos de los falsos Cristos por si nos engañaban. Al día siguiente seguí las instrucciones de los líderes, fui a los lugares de reunión que dirigía e insté a los creyentes a guardarse de los falsos Cristos y a no recibir a forasteros, sobre todo si predicaban el Relámpago Oriental. Aunque fueran colaboradores superiores, si predicaban que Dios había venido a realizar una nueva obra, no había que recibirlos. Si no, los que se dejaran engañar por falsos Cristos habrían creído en el Señor en vano. Entonces dijeron todos que jamás escucharían sermones del Relámpago Oriental.
Meses después, los líderes dijeron que el hermano Li y el hermano Cao, colaboradores superiores, habían aceptado el Relámpago Oriental, y nos ordenaron no recibirlos por si nos engañaban. Pensé: “Son colaboradores superiores que conocen muy bien la Biblia. Nos prohibieron el contacto con el Relámpago Oriental. ¿Cómo pudieron aceptarlo?”. No lo entendía, pero, por otro lado, hicieran lo que hicieran, yo tenía que guardar el camino del Señor y proteger el rebaño. Más tarde, les dije a los hermanos y hermanas en una reunión que no recibieran al hermano Li y al hermano Cao. Un día vino a casa el colaborador Xiao con un hermano, y enseguida me puse en guardia. Según los líderes superiores, el colaborador Xiao había aceptado el Relámpago Oriental. No podía dejarme engañar por él y traicionar al Señor. Así pues, sin importar cómo hablaran conmigo ese día, les ponía cara larga y los ignoraba. Al final no tuvieron más remedio que marcharse. Mientras los veía irse, suspiré aliviado. Me alegré de que no me engañaran. Luego también vino a predicarme el evangelio en hermano Zhang Mingyi, de nuestra iglesia, pero me escondí, le pedí a mi mujer que se ocupara de él y le dije que no escuchara sus palabras para no dejarse engañar. Después empeoró cada vez más la situación de nuestra iglesia. El predicador hablaba de tópicos y no manifestaba nueva luz, y nosotros no teníamos la obra del Espíritu Santo. Los hermanos y hermanas no recibían provisión de vida, en lo espiritual estaban en tinieblas, pasivos y débiles, y no querían asistir a reuniones. La mayoría de los que asistían solo seguían las reglas, y la conversación se centraba en la familia, el trabajo y demás. Estaba confundido. No sabía por qué pudo llegar a esto una iglesia que al principio tenía la guía del Espíritu Santo. No conocía la causa de origen ni la solución, solamente que tenía que guardar la enseñanza del Señor y aguardar Su venida.
Dos años más tarde, cada vez me predicaba más gente el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Me enseñaban esto: “El Señor Jesús dijo: ‘Buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá’ (Mateo 7:7). Solo podemos saber si algo es el camino verdadero tras buscar y estudiar. Si no buscamos, ¿cómo podemos recibir al Señor?”. Por entonces creía que tenían razón, pero, por temor a que me engañaran los falsos Cristos, decidí: “No escucharé a nadie que predique que el Señor ha venido a realizar una nueva obra”. Y, sin más, me pasaba el día como si estuviera en guardia contra los ladrones. Me escondía cuando venían los evangelizadores, pero seguían viniendo a casa a predicar el evangelio como siempre. Pensaba: “Me niegue como me niegue, todavía vienen. ¿Cómo es posible que tengan tanta fe y tanto amor?”. Me lo reprochaba un poco. Tenían mucho amor por la gente, pese a lo cual yo los trataba así. Esto no se ajustaba a la voluntad del Señor. Sin embargo, por otro lado, los líderes nos reiteraban que no podíamos oír sermones del Relámpago Oriental. Si me dejaba engañar, habría sido en vano el sufrimiento soportado durante mis años de fe en el Señor. Tenía que guardar el camino del Señor y no aceptar otro evangelio. Sin importar quién viniera a predicar, no podía escucharlo. Así, nunca busqué ni estudié sermones del Relámpago Oriental.
Después, muchos hermanos y hermanas de mi iglesia aceptaron a Dios Todopoderoso, incluida mi esposa. Solían advertirme que la fe en el Señor Jesús solo suponía aceptar la obra de redención de Dios. Que si no íbamos al compás de la obra de Dios en los últimos días, no creíamos realmente en Él y no seguíamos las huellas del Cordero. Estaba conmocionado. En esos años, la iglesia cada vez estaba más desolada, muchos estaban negativos, y su fe, endeble, ni siquiera los colaboradores iban a las reuniones y la iglesia ya no tenía la obra del Espíritu Santo. Pero los de la Iglesia de Dios Todopoderoso me predicaban el evangelio y, sin importar cómo los rechazara, continuaban viniendo. De no ser por la obra del Espíritu Santo, ¿cómo podían tener tanto amor y paciencia? ¿Realmente era el Relámpago Oriental obra de Dios? Para llegar al fondo del asunto, leía en secreto las palabras de Dios Todopoderoso cuando mi mujer no estaba en casa. Un día encontré este pasaje. Dios Todopoderoso dice: “Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con esta exigua reverencia por Dios en tu corazón, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Estaba conmovido tras leer la palabra de Dios Todopoderoso. Era verdad. Como creyente en el Señor, debía tener razonamiento y humildad para buscar. No era apto para juzgar ni condenar a nadie. A lo largo de los años, muchos me habían predicado el evangelio y dado testimonio de que Dios estaba realizando una nueva etapa de Su obra, pero no lo aceptaba y carecía de toda humildad para buscar. Encajara eso con mis nociones o no, debería haber buscado humildemente. Aunque solo el 0,01 % de esas palabras estuviera en consonancia con la Biblia, debería haber buscado y estudiado ese 0,01 % y no haberlo rechazado. También recordé que, desde que mi mujer creía en Dios Todopoderoso, su estado había mejorado mucho. Leía a diario las palabras de Dios Todopoderoso e iba a reuniones y predicaba de forma activa. Empecé a preguntarme si tal vez estaba equivocado. ¿Era Dios Todopoderoso el auténtico regreso del Señor Jesús? La próxima vez que me predicaran el evangelio, decidí no rechazarlo.
Un día vino a predicarme de nuevo el evangelio el hermano Lin Muguang. Me preguntó entonces: “¿Qué tal tu estado espiritual actual?”. Impotente, respondí: “Mi espíritu está en tinieblas, no puedo predicar sermones y mis hermanos y hermanas no pueden recibir sustento. No tenemos más opción que aguardar a que el Señor nos lleve al reino de los cielos”. El hermano Muguang replicó: “El Señor Jesús dijo: ‘El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna’ (Juan 4:14). Dios es la fuente de la vida, infinita e inagotable. Los creyentes en el Señor deberían recibir la provisión de la fuente del agua viva y no tener sed, pero ahora no hay nueva luz en tu predicación y los hermanos y hermanas están sedientos, pasivos y débiles espiritualmente. Es obvio que la iglesia ya no tiene la obra del Espíritu Santo. ¿Y es la voluntad del Señor que aguarden Su regreso? ¿Seguro que Él no los abandonará?”. Las preguntas del hermano Muguang me dejaron sin palabras. No parecía adecuado esperar al Señor de esta forma, pero también me estaba ateniendo a las enseñanzas del Señor Jesús. Así pues, dije: “La Biblia es clara: ‘Entonces si alguno os dice: “Mirad, aquí está el Cristo”, o “Allí está”, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’ (Mateo 24:23-24). Estos dos versículos nos dejan claro que en los últimos días aparecen falsos Cristos y que toda afirmación de la venida del Señor es falsa. Yo sigo las enseñanzas del Señor. ¿Acaso es un problema que no investigue cuando otros predican Su venida?”. El hermano Muguang contestó: “El Señor Jesús deja claro que volverá en los últimos días, pero tú alegas que es falsa toda afirmación de Su venida. ¿Esto no es negar las palabras del Señor y negar y condenar Su regreso en los últimos días? Pensemos en el regreso del Señor en los últimos días. Dado que aparecen falsos Cristos, seguro que Cristo vendrá. Si nos guardamos a ciegas de los falsos Cristos, cuando vuelve encarnado el Señor Jesús y nos negamos a escuchar o leer, ¿no estamos excluyendo al Señor Jesús? ¿Cómo podemos recibir así al Señor? Ante la aparición de falsos Cristos en los últimos días no sirve de nada el mero temor a que nos engañen. Lo importante es aprender a discernir al Cristo verdadero de los falsos. Así no te engañarán los falsos Cristos”. Tiene toda la razón. ¡La clave es aprender a discernir!
Esto me iluminó el corazón. Su enseñanza tenía lógica. Si nos guardábamos a ciegas de los falsos Cristos, los temíamos y nos negábamos a escuchar, buscar o investigar; si Dios Todopoderoso era el auténtico regreso del Señor Jesús, ¿no perdería la ocasión de entrar al reino de los cielos? Me apresuré a preguntar: “¿Y cómo podemos discernir a los falsos Cristos?”. El hermano Muguang señaló: “La profecía bíblica constituye el aviso del Señor Jesús a la gente. En los últimos días surgirán falsos Cristos para engañarla, pero el Señor Jesús nos contó uno de los principios más cruciales de discernimiento: que los falsos Cristos engañan a la gente con señales y prodigios. Entonces, debería ser evidente que el Cristo de los últimos días viene sin milagros porque la obra de Dios es siempre nueva, nunca vieja, y nunca se repite. Es siempre una obra más nueva y superior. Cristo viene en los últimos días a expresar la verdad para realizar la obra del juicio y purificar y salvar por completo a la humanidad. Sin embargo, los falsos Cristos y profetas no poseen la esencia de Dios. Son espíritus malignos. Por tanto, no tienen ninguna verdad ni pueden expresarla. Solo pueden imitar al Señor y mostrar milagros para engañar. Lo entenderemos si leemos un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: ‘Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. […] En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto’” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy). El hermano Muguang prosiguió: “Las palabras de Dios Todopoderoso son muy claras. Aquellos que afirman ser el regreso del Señor Jesús mientras hacen milagros, sanan a los enfermos y expulsan demonios seguro que son falsos Cristos, pues el Señor Jesús ya llevó a cabo esa clase de obra y la obra de Dios no se repite. Cuando vino a obrar el Señor Jesús, no repitió la obra de la Era de la Ley, sino que, según el plan de Dios para la obra de salvación y las necesidades de la humanidad, realizó la obra de redención. Él mismo fue crucificado por la humanidad como ofrenda eterna por el pecado, con lo que redimió de este a la humanidad, concluyó la Era de la Ley e inició la Era de la Gracia. En los últimos días, Dios aparece y obra en la carne, y no hay señales y prodigios. A partir de la obra del Señor Jesús, lleva a cabo una etapa de obra superior y más profunda, la obra del juicio en los últimos días, en la que expresa la verdad para juzgar y purificar los pecados de la gente y nos salva por completo del pecado para que regresemos a Él y nos introduzca en Su reino. La obra del juicio de Dios Todopoderoso concluye la Era de la Gracia e inicia la Era del Reino. Esta obra es distinta a la de redención del Señor Jesús y no se repite. Esto evidencia que la obra de Dios es siempre nueva y nunca vieja. Es la característica más obvia de la obra de Dios, la novedad. En cada etapa de la obra de Dios, Él expresa nuevas palabras, inicia una nueva era y señala a la gente la senda y el rumbo de práctica apropiados para la era para que, paso a paso, la gente se salve por completo del pecado y sea introducida en el reino de Dios. Los falsos Cristos, por el contrario, no pueden expresar la verdad ni realizar obra nueva alguna y, claro, no pueden purificar y salvar a la gente. Solo pueden imitar la obra realizada por el Señor Jesús y mostrar señales y prodigios menores para engañar a la gente. Cuando entendemos este aspecto de la verdad y dominamos este principio, ya no hemos de temer que nos engañen los falsos Cristos”.
Tras la enseñanza del hermano Muguang, de pronto comprendí: “La característica de la obra de Dios es la novedad. Eso es. Las obras de Dios en la Era de la Ley y la Era de la Gracia fueron totalmente distintas. En una, Él guio a la gente para que viviera en la tierra y le enseñó a guardar los mandamientos y leyes; en la otra, lo crucificaron para redimir a toda la humanidad. La obra de Dios en los últimos días es, desde luego, distinta de la del Señor Jesús. Es una nueva obra con un nuevo punto de partida. Esta enseñanza es muy práctica”. En ese momento me sinceré con él: “Tu enseñanza es muy práctica y la entiendo perfectamente. Los falsos Cristos no pueden llevar a cabo nuevas obras, solamente imitar la anterior de Dios con señales y prodigios para engañar a la gente. Sin embargo, aún hay algo que no entiendo: ¿cómo podemos asegurar que Dios Todopoderoso es Cristo de los últimos días, el regreso del Señor Jesús?”.
El hermano Muguang me dijo, feliz: “Buena pregunta. Las palabras de Dios Todopoderoso pueden resolvernos toda confusión, y lo entenderemos si leemos la palabra de Dios Todopoderoso”. Dios Todopoderoso dice: “Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta única verdad: Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, carácter y sabiduría que el hombre no puede alcanzar. Los que a sí mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede asumir adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo a Él bien, y proveer la vida al hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Tras leer las palabras de Dios Todopoderoso, el hermano Muguang habló: “Para comprobar si Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, hemos de observar la esencia más que la apariencia externa. Cristo lo es cuando el Dios del cielo viene a la tierra, se reviste de carne normal, se hace humano y aparece y obra entre la gente. Por fuera, Cristo es una persona normal y corriente, tiene el ritmo de vida y los gozos y tristezas de una persona normal. Las cosas alegres lo alegran y las dolorosas lo entristecen. Pero por muy normal y corriente que parezca Cristo, Su esencia vital es totalmente distinta de la de los humanos. Cristo es el Espíritu de Dios revestido en la carne, el Espíritu de Dios mora en Cristo, y Cristo es plenamente divino, así que puede expresar la verdad en cualquier momento, exponer y analizar la corrupción humana, señalar la senda y el rumbo para que la gente se despoje de pecado y Dios la salve, y purificar y salvar por completo a la humanidad. Lo que expresa y revela Cristo es el carácter de Dios y todo cuanto Dios tiene y es, y la obra que realiza es la de Dios. Estas son cosas que ningún ser humano podría poseer ni lograr. En la Era de la Gracia, cuando Dios se encarnó por primera vez, aparentaba ser una persona normal y corriente nacida en una familia normal, sin estatus social ni una imagen elevada y noble, pero la esencia del Señor Jesús era Dios. Nos dio el evangelio del reino celestial y el camino del arrepentimiento, expresaba la verdad en cualquier momento y lugar para proveer y pastorear a la gente y, al final, lo crucificaron por la humanidad y redimió a todos los pueblos para que se le perdonaran los pecados a la gente y esta fuera apta para sobrevivir y continuar desarrollándose. Con las palabras y la obra del Señor Jesús podemos tener la absoluta certeza de que Él era Dios encarnado, Cristo. Para comprobar si Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, también debemos observar Sus palabras y Su obra. En los últimos días, Dios Todopoderoso ha venido a expresar millones de palabras sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús y a revelar misterios de la Biblia ocultos durante milenios, como los de la encarnación, las tres etapas de obra, los nombres de Dios, etc. Dios Todopoderoso, además, juzga y expone la esencia y verdad de la corrupción satánica del hombre, y señala la senda del arrepentimiento y la transformación; por ejemplo, cómo lograr un arrepentimiento sincero, cómo vivir con una humanidad normal, quiénes agradan a Dios y a quiénes detesta, qué clase de personas se salvan y cuáles son descartadas, el final y el destino de la humanidad y la hermosura del reino. Dios Todopoderoso explica toda verdad necesaria para que se salve la humanidad, de modo que la gente tenga una senda, se libere de la esclavitud del pecado, alcance la transformación del carácter y sea salvada por Dios. Esto cumple plenamente las palabras del Señor Jesús: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). También la profecía del Apocalipsis: ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’ (Apocalipsis Capítulos 2, 3). Pensemos en esto: en toda la humanidad corrupta, ¿quién podría expresar estos misterios y verdades? ¿Quién podría realizar la obra del juicio para purificar y salvar por completo a la gente? ¿Quién tiene la capacidad de decidir el resultado de la gente y de concederle un hermoso destino? Aparte de Dios, nadie tiene esta autoridad ni este poder. Quienes tienen corazón y espíritu se convencen al leer lo expresado por Dios Todopoderoso y están seguros de todo corazón de que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. De esto no cabe duda”. Las palabras y la obra de Dios Todopoderoso demuestran plenamente que Dios Todopoderoso es la aparición del Cristo de los últimos días.
Se me iluminó el corazón tras oír estas cosas y, emocionado, le dije a mi hermano: “Con tu enseñanza sé discernir al Cristo verdadero de los falsos y sé cómo comprobar quién es Cristo. Cristo tiene la esencia de Dios, puede expresar la verdad y realizar la obra de Dios, y purificar y salvar a la gente. Pero como los falsos Cristos no son encarnación de Dios ni poseen esencia divina, no pueden expresar la verdad ni realizar la obra de salvar a la gente. Solo pueden engañarla imitando la obra previa de Dios y mostrando señales y prodigios”. Tras escucharme decir esto, el hermano Muguang exclamó sinceramente: “¡Gracias a Dios! Realmente, lo comprendes de esta forma por la misericordia y la gracia de Dios. Cuando aparece y obra Dios encarnado, por mucha gente que reniegue de Él o lo condene, aunque lo rechace la humanidad entera, sigue siendo Dios y Cristo. Sin importar cómo den testimonio de sí mismos los falsos Cristos, son falsos y no perduran”. El auténtico no puede ser falso ni los falsos pueden ser auténticos. Este es un hecho inmutable.
Luego, el hermano Muguang me leyó un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso que me hizo entender un poco el misterio de las tres etapas de la obra de Dios y reforzó mi seguridad en que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Dios Todopoderoso dice: “Después de la obra de Jehová, Jesús se encarnó para llevar a cabo Su obra entre los hombres. Su obra no se llevó a cabo de forma aislada, sino que fue construida sobre la de Jehová. Era una obra para una nueva era que Dios realizó después de que pusiera fin a la Era de la Ley. De forma similar, después de que terminara la obra de Jesús, Dios continuó Su obra para la siguiente era, porque toda Su gestión siempre avanza. Cuando pase la era antigua, será sustituida por una nueva, y una vez que la antigua obra se haya completado, habrá una nueva obra que continuará la gestión de Dios. Esta encarnación es la segunda encarnación de Dios, la cual sigue a la obra de Jesús. Por supuesto, esta encarnación no ocurre de forma independiente; es la tercera etapa después de la Era de la Ley y la Era de la Gracia. Cada vez que Dios inicia una nueva etapa de la obra, siempre debe haber un nuevo comienzo y siempre debe traer una nueva era. Así pues, también hay cambios correspondientes en el carácter de Dios, en Su forma de obrar, en el lugar de Su obra y en Su nombre. No es de extrañar, por tanto, que al hombre le resulte difícil aceptar la obra de Dios en la nueva era. Pero independientemente de cómo se le oponga el hombre, Dios siempre está realizando Su obra, y guiando a toda la humanidad hacia adelante. Cuando Jesús vino al mundo del hombre, marcó el comienzo de la Era de la Gracia y terminó la Era de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, con esta encarnación, finalizó la Era de la Gracia y marcó el inicio de la Era del Reino. Todos aquellos que sean capaces de aceptar la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y, además, serán capaces de aceptar personalmente la guía de Dios. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). El hermano Muguang me enseñó: “Con las palabras de Dios Todopoderoso sabemos que la obra de Dios para salvar a la humanidad tiene tres etapas. Estas etapas no son independientes. Cada una se realiza sobre la base de la obra anterior y, paso a paso, es más profunda y superior para que, al final, la gente se salve completamente del pecado y sea introducida en el reino de Dios. En la Era de la Ley, Dios promulgó leyes para guiar la vida de la humanidad en la tierra, para enseñarle lo que era el pecado y a adorar a Jehová Dios. En la Era de la Gracia, Dios vino encarnado a darle a la gente el camino del arrepentimiento, realizó la obra de crucifixión, redimió a toda la humanidad, nos perdonó los pecados y nos permitió salvarnos por la gracia para ya no ser condenados por la ley. Pero la obra del Señor Jesús solo es la de redención, el perdón de los pecados del hombre. Nuestra naturaleza pecaminosa aún no se ha corregido y seguimos viviendo en pecado bajo el poder de Satanás. En la Era del Reino, Dios Todopoderoso aparece, obra, expresa la verdad y realiza la obra del juicio para purificar y salvar por completo a la gente, de modo que nos libremos de la influencia de Satanás y entremos en el reino de Dios. Esto evidencia que cada etapa de la obra de Dios se basa en las necesidades de la humanidad. Jamás se repiten ni se contradicen unas a otras y todas pretenden salvarnos completamente del pecado para que Dios nos gane plenamente. Estas tres etapas de obra son el plan de gestión completo de Dios para salvar a la humanidad. La obra del juicio en los últimos días es la última etapa del plan de gestión de Dios. Si la gente no acepta el juicio y la purificación de Cristo de los últimos días, nunca será apta para entrar al reino de Dios”.
Tras escuchar su enseñanza, se me iluminó todavía más el corazón. Ahora sabía que Dios realiza tres etapas de obra para salvar a la humanidad. Cada etapa de obra es más profunda que la anterior, y al final salvan a la gente del pecado. Esa enseñanza estaba en línea con la Biblia y los hechos. Hacía muchísimos años que creía en el Señor, pero jamás había oído un sermón así. Ningún pastor ni predicador había explicado tan a fondo la obra de Dios para salvar la humanidad. Odié mi arrogancia, mi confianza ciega en las falacias de mis líderes y colaboradores. Llevaba varios años rechazando el evangelio de Dios de los últimos días. ¡Qué ignorante! De esa forma perdería la ocasión de recibir al Señor y entrar en el reino de los cielos. Por tanto, decidí continuar estudiando la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Antes de irse, el hermano Muguang me dio un libro de la palabra de Dios.
Después leí ávidamente las palabras de Dios Todopoderoso, logré entender multitud de verdades y misterios y, cuanto más leía, más creía que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, la aparición del Cristo de los últimos días. Desde entonces, he aceptado oficialmente la obra de Dios Todopoderoso. Estaba tan feliz como avergonzado por recibir al Señor. En los últimos años, los hermanos y hermanas me habían predicado el evangelio una y otra vez, pero era terco. No solo no buscaba ni investigaba, sino que los consideraba enemigos. Hasta cerré la iglesia e impedí que otros oyeran la voz del Señor y lo recibieran. ¡Cometía el mal! Cuando apareció y obró el Señor Jesús, los fariseos difundieron todo tipo de falacias de resistencia y condena al Señor Jesús para que los creyentes no lo siguieran. Lo que hice yo no difería de lo que hicieron los fariseos. En verdad, merecía la condena y el castigo de Dios. Sin embargo, Dios no recordó mis transgresiones y envió reiteradamente a hermanos y hermanas que me predicaran el evangelio hasta que finalmente oí Su voz. ¡Qué grandes el amor y la misericordia de Dios hacia mí! He de tener conciencia y razón y predicar el evangelio de Dios a quienes anhelan la venida del Señor, pero están engañados por los rumores, para poder introducirlos en la casa de Dios y reconfortar el corazón de Dios.