¡Cuidado, hay anticristos a tu alrededor!
En marzo de 2021 acepté la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Leía mucho las palabras de Dios Todopoderoso, solía reunirme con hermanos y hermanas y pronto fui líder de grupo. En la iglesia conocí a Claudia. Me contó que hacía año y medio que creía en Dios Todopoderoso, que ya era diaconisa de riego y dirigía muchos grupos de reunión, y que sabía regar y sustentar bien a los hermanos y hermanas. Además, era muy amable conmigo. Me saludaba a diario y compartía conmigo las palabras de Dios Todopoderoso, por lo que estaba muy contenta y notaba que me tenía afecto. También me dijo que, como hacía poco que yo creía en Dios, no podía encargarme yo sola de ser líder de grupo y que, si no comprendía la palabra de Dios, probablemente cometería errores, así que me pidió que le informara de cada reunión. Aquello me preocupó mucho. Por miedo a cometer errores, siempre que celebraba una reunión, se la notificaba. Creía que ella enseñaba bien y que yo necesitaba su ayuda porque no podía hacerlo sola. En una ocasión, iba a apoyar a una hermana que a menudo no asistía, y Claudia me comentó: “Acabas de empezar a creer y no conoces las cosas. No puedes apoyar tú sola a la nueva fiel. Yo siempre estaré aquí para apoyarte y guiarte”. Añadió que quería enseñarme más cosas. Me parecía muy buena hermana porque venía a ayudarme siempre que tenía problemas.
Más tarde, la iglesia tenía que elegir a nuevos líderes y diáconos. Antes de las elecciones, Claudia señaló: “La líder superior no enseña bien en las reuniones. Tenemos que plantarnos para oponernos y resistirnos a ella. No podemos dejar que siga de líder. Si se descubre que no hace bien algo, eso significa que es falsa. Si descubres cosas así, es preciso que me lo cuentes. Si no, estás traicionando a Dios”. Respondí: “No creo que la líder tenga algo de malo. No puedo hacer lo que me pides. No puedo hablar de lo que no sé”. Añadió: “Llevo año y medio trabajando en la iglesia y sé cómo ser líder, pero la líder superior nunca me ha elegido líder. Tienes que oponerte a su elección. Es el único modo de que alguna vez te elijan líder”. No me pareció correcto. La gente no puede llegar a líder simplemente con quererlo. A todos los eligen los hermanos y hermanas según los principios, y seamos elegidos o no como líderes, todos debemos obedecer las disposiciones de Dios. Pronto me eligieron diaconisa. Claudia se enojó al enterarse y empezó a decir que los líderes se habían equivocado. También me comentó: “Eres una nueva fiel y no sabes nada todavía. ¿Cómo pudieron permitir que fueras diaconisa?”. Al oírle decir aquello, no sabía qué hacer. No quería rechazar el deber, pero me preocupaba no hacerlo bien. Estaba confundidísima.
Después, Claudia creó un grupo con los diáconos de la iglesia, líderes de grupo y yo. Éramos unas doce personas en total, y nos pidió que no se lo contáramos jamás a los líderes. Le pregunté por qué, y contestó: “Armé este grupo para enseñarles a todos ustedes. Puedo guiarlos para que comprendan más la verdad y ayudarlos a cumplir mejor el deber. Este grupo no guarda relación con los líderes. Lo hago por el bien de ustedes”. En ese momento me pareció que Claudia era muy amable y que siempre estaba muy deseosa de ayudarnos. Pensé: “Muy bien, ya que es por nuestro bien, mejor no se lo contamos a los líderes”. Luego, Claudia dijo en este grupo que los líderes eran malos, que no sabían hacer su trabajo, que todos eran falsos líderes, que teníamos que discernir, y cosas por el estilo. A mí no me pareció cierto lo que dijo. Los líderes eran cariñosos y nos ayudaban a entender las palabras de Dios y a cumplir el deber. No tenía razón en lo que decía de ellos. Un hermano la refutó entonces: “Lo que has dicho no es verdad y decir eso es un error”. Sin embargo, Claudia se enojó mucho tras oír eso y se puso a discutir con este hermano. Después, él abandonó el grupo con otra hermana. Más tarde fui a ver a Claudia, y le dije: “Estuvo mal que criticaras a los líderes a sus espaldas. Cuando te lo señaló el hermano, ¿por qué te enojaste? ¿Por qué discutiste con él?”. Claudia no solo no lo admitió, sino que también se enojó mucho. Luego, yo también dejé el grupo.
Jamás esperé que, en cada reunión de colaboradores, ella hurgara en los problemas de los líderes. En una reunión de colaboradores, convenció a un diácono para que enviara un mensaje en el grupo que decía que Noelia, líder de la iglesia, no hacía un buen trabajo, que no resolvía los problemas de los hermanos y hermanas ni cultivaba a los líderes de grupo, y que debía dimitir y dejar el puesto a otro. La líder superior señaló: “Hace algún tiempo, Noelia no hizo cierto trabajo porque estaba enferma, pero normalmente es muy responsable en el deber”. No obstante, ni siquiera tras oír esto lo dejó pasar Claudia: “Por ser la líder, tiene que trabajar más que nosotros”. Después envió un mensaje: “Yo defiendo el trabajo de la iglesia. En el pasado, la líder trató conmigo por salir del paso y no hacer un trabajo práctico. Eso me dolió, pero Dios me conoce por dentro y todo saldrá a la luz”. Posteriormente, Claudia siempre decía que nuestra iglesia no era buena, que los líderes eran falsos y que quería cumplir con el deber en otra iglesia. En las reuniones siempre manifestaba que esto no era bueno o que aquello estaba mal, lo que hacía imposible que todo el mundo se calmara y meditara la palabra de Dios. Esto me parecía muy mal y no me gustaba el ambiente. La iglesia debe ser un lugar de culto a Dios, un lugar donde los hermanos y hermanas se reúnan a comer y beber de Sus palabras, pero a esas alturas se había echado a perder del todo. Quería informarle de esto a la líder, pero me preocupaba que, de enterarse Claudia, opinara sobre mí y creyera que propagaba rumores sobre ella. Dado que no quería ofender a nadie, no dije nada. Más adelante, Claudia volvió a mí para decirme que los líderes de la iglesia eran falsos y que teníamos que plantarnos contra ellos. Como entonces me faltaba discernimiento y no sabía qué hacer, me sentía muy atormentada. Llevé estas cosas ante Dios y oré para pedirle que me guiara. Luego leí las palabras de Dios Todopoderoso. “Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón ante Mí, y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad. No te esfuerces por ser de cierta manera delante de otras personas; ¿acaso no tiene más valor y peso satisfacerme a Mí? Al hacerlo, ¿no estarás aún más lleno de paz y felicidad eternas y duraderas?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Tras leer las palabras de Dios, lo entendí. Vi que Claudia perturbaba la vida de iglesia, pero yo no me atrevía a denunciarlo porque me importaban demasiado la imagen y el estatus y temía ofender a la gente. Sin embargo, nunca pensaba que, si no protegía la vida de iglesia, estaría de parte de Satanás, cosa que Dios aborrece. No tenía paz y gozo interiores, solo dolor y sufrimiento, porque no practicaba la verdad. No podía seguir protegiendo mis relaciones con la gente. Tenía que practicar según las palabras de Dios y proteger la vida de iglesia. Un día me preguntó la líder superior qué opinaba de la conducta de Claudia en las reuniones. Le dije: “Lo que hizo no está bien. No debería suceder algo así en la iglesia”. También le conté a la líder otras conductas de Claudia.
Después, la líder de la iglesia nos enseñó a discernir cómo era Claudia y leímos un pasaje de la palabra de Dios: “Engañar y atraer tienen un significado similar, aunque existe una diferencia en su esencia y sus técnicas. Engañar supone utilizar ficciones para confundir a la gente y hacer que las consideren verdades; atraer consiste en utilizar a propósito algunas técnicas y obligar a la gente a hacer lo que alguien dice y a seguir la senda que marca esa persona, y tal motivación resulta bastante evidente. Engañar y atraer implica utilizar un lenguaje correcto para embaucar a la gente. Conlleva decir cosas que la gente considera totalmente correctas y que son fáciles de aceptar, haciendo que, sin que lo sepan, lleguen a creer en el que habla y lo sigan, se sumen a él, para luego convertirse en miembros de su banda de amigotes. Supone atraer a la gente de un grupo correcto a tu propio terreno. En resumen, si las personas aceptan tal planteamiento de un anticristo, entonces llegarán a creer en él y a seguirlo, y a partir de ahí, aceptarán y obedecerán todo lo que el anticristo diga. Sin saberlo, acaban siguiéndolo. ¿Acaso no han sido estafados? Algunos anticristos suelen emplear ciertas técnicas y discursos para llegar a la gente, con el fin de lograr su objetivo de engañarla y atraerla. Esto lleva a la formación en la iglesia de camarillas, facciones y tribus. […] De este modo, un anticristo engaña a la gente y la atrae sin el menor escrúpulo, creando camarillas y facciones. Utilizan estas técnicas para dividir y controlar a la iglesia. ¿Cuál es su objetivo al hacerlo? (Crear un reino independiente). ¿Cuál es la esencia de formar un reino independiente? Es establecerse como antagonista de Cristo, asumir el dominio por la fuerza sobre el pueblo escogido de Dios y oponerse a Él. ¿No es esto un intento de rivalizar con Dios? (Lo es). Sí, eso es lo que es” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 5). Con las palabras de Dios, la líder nos habló de la conducta de Claudia explicando que, ante los demás, solía dar testimonio de que ella comprendía muchas verdades y de que sabía hacer el trabajo de los líderes y diáconos, así que muchos nuevos se dejaban engañar por ella, la idolatraban y sostenían que era injusto que no la hubieran elegido líder. En realidad, durante su época de diaconisa, siempre salía del paso, nunca hacía un trabajo práctico y muchos nuevos fieles a los que regaba asistían a las reuniones de forma irregular. Después de que la líder superior le hablara de sus problemas, no solo no hizo introspección, sino que afirmó que la trataban injustamente y que Dios conocía su interior. Además, solía competir por reputación y ganancia en la iglesia. Cuando la iglesia no la eligió líder, empezó a difundir la idea de que los líderes elegidos eran inexpertos y no sabían hacer el trabajo. La líder superior le enseñó los principios de elección de líderes y le dijo que los elegidos son personas de buena humanidad que buscan la verdad, y no simplemente los que más experiencia laboral tienen, pero no lo aceptó en absoluto y hasta formó un grupo en secreto. En él reunió a todos aquellos próximos a ella, denunció disimuladamente que la líder superior no sabía organizar el trabajo y provocó un conflicto entre la líder y los hermanos y hermanas. Hasta convenció a unos diáconos de que atacaran a los nuevos líderes y dijeran que debían dimitir. Generó el caos en la iglesia, y entonces, la labor de esta no se pudo llevar a cabo con normalidad. Claudia era un anticristo que perturbaba adrede la vida de iglesia y la dividía. Me costó un rato admitir lo que dijo la líder. No me lo creía. ¿Cómo podía ser Claudia un anticristo? La mayor parte del tiempo parecía amable y siempre estaba deseosa de ayudar. Aunque hiciera mal algunas cosas, eso no hacía de ella un anticristo, ¿verdad? ¿No se le debía dar otra oportunidad de arrepentirse? Después de esta reflexión, oré a Dios para pedirle que me guiara para entender Su voluntad y que me ayudara a discernir a Claudia.
Cuando la líder nos enseñó, con la palabra de Dios, las intenciones y metas de las palabras y acciones de los anticristos, por fin logré discernir un poco cómo era Claudia. Las palabras de Dios dicen: “La esencia del comportamiento de los anticristos es usar constantemente varios medios y métodos para lograr su objetivo de tener estatus, de atrapar a las personas y hacer que estas los sigan y los veneren. Es posible que, en lo profundo de su corazón, no estén compitiendo deliberadamente con Dios por la humanidad, pero algo es seguro: aunque no compitan con Dios por los humanos, sí quieren tener estatus y poder entre ellos. Incluso si llega el día en que se den cuenta de que compiten con Dios por estatus y se refrenen un poco, siguen usando varios métodos para buscar estatus y prestigio; tienen claro en su corazón que se ganarán un estado legítimo ganándose la aprobación y la admiración de otros. En resumen, aunque todo lo que los anticristos hacen parece un desempeño de sus deberes, su consecuencia es engañar a la gente, hacer que los adoren y sigan, en cuyo caso, desempeñar su deber de esta manera es exaltarse y dar testimonio de sí mismos. Su ambición por controlar a las personas —y por ganar estatus y poder en la iglesia— nunca cambiará. Así es un completo anticristo. Sin importar qué diga o haga Dios y qué les pida a las personas, los anticristos no hacen lo que deben hacer ni cumplen sus deberes de un modo que se corresponda con Sus palabras y Sus requisitos ni renuncian a su búsqueda de poder y estatus como consecuencia de comprender Sus declaraciones y cierta medida del significado de la verdad. Su ambición y deseos permanecen, todavía ocupan su corazón y controlan todo su ser, dirigiendo sus conductas y pensamientos y determinando la senda que recorren. Este es un auténtico anticristo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 5). La líder habló de lo siguiente: “En las palabras de Dios sobre los anticristos vemos que creen en Él por el estatus y para cumplir su deseo de tener el poder. Para alcanzar el estatus, suelen enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, de forma que los respeten y admiren, y a veces incluso forman camarillas y siembran la discordia en la iglesia. Ya sabemos discernir cómo es Claudia por la conducta de los anticristos. Desde que es diaconisa de riego, siempre ha querido ser líder. Para ganarse el visto bueno de los hermanos y hermanas de manera que la eligieran líder, solía enaltecerse y dar testimonio de que creía en Dios desde hacía mucho, de que dirigía muchos grupos, tenía experiencia laboral y comprendía mucha verdad. También atacaba a los nuevos creyentes porque, según ella, no entendían nada, y afirmaba que necesitaban su ayuda y apoyo para cumplir bien con el deber, razón por la cual había quienes la idolatraban y obedecían. Cuando la iglesia eligió como líderes y diáconos a gente que era creyente en Dios desde hacía menos que ella, se quedó insatisfecha. Propagó en la iglesia acusaciones de que eran falsos líderes y pidió a todo el mundo que los rechazara, que la apoyaran a ella y le hicieran caso, a fin de ser elegida líder. Además, embaucó a algunos para que atacaran y condenaran a los líderes recién elegidos, por lo que estos se sentían limitados y negativos. La iglesia debe ser un lugar donde se coma y beba de la palabra de Dios y se le adore, pero Claudia sembraba la discordia y perturbaba a todos, lo que privaba a los hermanos y hermanas de una vida normal de iglesia. Recurría a cualquier cosa por alcanzar el estatus. Su naturaleza y esencia son especialmente ruines y malvadas, y ella es un anticristo que odia la verdad y es hostil a Dios”. Tras leer las palabras de Dios y oír la enseñanza de la líder, por fin aprendí a discernir un poco cómo era Claudia. Creía que era amable, y entusiasta en el deber y a la hora de ayudar a la gente. Pensaba que lo hacía por el bien de la iglesia. Aunque siempre criticara a los líderes a sus espaldas y a menudo se peleara con los hermanos y hermanas, yo no sabía discernir las metas e intenciones de sus palabras y actos. Ahora me daba cuenta de que Claudia hacía todo esto para llegar a líder. Me saludaba a diario y me enviaba palabras de Dios Todopoderoso. Me contó que llevaba más de un año en su deber, que conocía gran parte de la palabra de Dios y que tenía la obra del Espíritu Santo. También que todos los líderes recién elegidos eran falsos, al igual que la líder superior. Todo cuanto decía y hacía era para enaltecerse y empequeñecerlos a ellos porque quería que los demás la eligieran líder a ella. Formó un grupo en secreto, atacaba y juzgaba a los líderes e incitaba a todo el mundo a rechazarlos, y luego, cuando otros la culpaban de haber dicho algo incorrecto, no solo no lo admitía ni se arrepentía, sino que discutía sin cesar con ellos. Ahora veía claro que, para alcanzar el estatus, había formado una camarilla, incitado el conflicto con los líderes y procurado dividir la iglesia. Era, efectivamente, un anticristo.
La líder prosiguió: “En respuesta a estas cosas que hacía Claudia, la líder superior le enseñó muchas veces los principios de la verdad relacionados, pero no lo aceptó en absoluto, sino que continuó sembrando la discordia en la iglesia, formando camarillas y generando división, lo que perturbó gravemente el trabajo de la iglesia”. La líder nos leyó un pasaje de las palabras de Dios: “Aquellos entre los hermanos y hermanas que siempre están dando rienda suelta a su negatividad son lacayos de Satanás y perturban a la iglesia. Tales personas deben ser expulsadas y descartadas un día. […] Aquellos que dan rienda suelta a su conversación venenosa y maliciosa dentro de la iglesia, que difunden rumores, fomentan la desarmonía y forman grupitos entre los hermanos y hermanas deben ser expulsados de la iglesia. Sin embargo, como esta es una era diferente de la obra de Dios, estas personas son restringidas, pues sin duda serán descartadas. Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente maliciosa. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son el auténtico diablo Satanás. Su comportamiento interrumpe y perturba la obra de Dios, perjudica la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y daña la vida normal de la iglesia. Tarde o temprano, estos lobos con piel de oveja deben ser descartados; debe adoptarse una actitud despiadada, una actitud de rechazo hacia estos lacayos de Satanás. Solo esto es estar del lado de Dios y aquellos que no lo hagan se están revolcando en el fango con Satanás” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad). Tras leer las palabras de Dios, la líder enseñó lo siguiente: “La palabra de Dios nos dice claramente que los que suelen propagar la negatividad, sembrar la discordia y formar camarillas en la iglesia habitualmente perturban, nunca desempeñan un papel positivo y se niegan a arrepentirse. Todos ellos son personas a quienes Dios descartará y que hay que echar de la iglesia. Este es el carácter justo de Dios. La iglesia trata a los malhechores según los principios. Algunas personas únicamente tienen un carácter corrupto, pero no son malvadas en esencia. Pueden aceptar la verdad y, después de hacer el mal, arrepentirse cuando se les enseña. La iglesia da otra oportunidad a la gente así. Sin embargo, otros son ruines por naturaleza y no aceptan para nada la verdad. Odian a cualquiera que les enseñe la verdad y luego continúan haciendo el mal. Lo que exhiben no es una manifestación pasajera de corrupción. Su esencia es de odio por la verdad y resistencia a Dios. Son auténticos anticristos y, siempre que se les descubre, se les expulsa”. Con las palabras de Dios y la enseñanza de la líder, entendí que Claudia siempre sembraba la discordia entre los hermanos y hermanas, atacaba y juzgaba a los líderes, perturbaba la vida de iglesia y embaucaba a hermanos y hermanas para que dejaran la iglesia y la siguieran a ella, todo lo cual la convertía en un auténtico anticristo. Al principio me faltaba discernimiento. Pensaba: “¿Por qué no le dan a Claudia la oportunidad de arrepentirse?”. En realidad había recibido enseñanzas y ayuda muchas veces, así como muchas oportunidades, pero continuaba sin aceptar la verdad y se negaba a arrepentirse. Su naturaleza era de odio por la verdad y hostilidad a Dios. Por más oportunidades que le dieran, jamás se arrepentiría sinceramente, así que había que echarla. Comprendido esto, no pude evitar preguntarme: “¿Cómo pude conocer a alguien así nada más empezar a creer en Dios? ¿Por qué surgen anticristos en la iglesia?”.
Después de que la líder nos leyera dos pasajes de la palabra de Dios, por fin entendí Su voluntad. “Cuando los anticristos aparecen y perturban la iglesia, ¿esto es algo bueno o malo? (Es malo). ¿Por qué es malo? ¿Es que Dios cometió un error? ¿Acaso Dios no supervisó con atención y permitió que los anticristos se infiltraran en la casa de Dios? (No). ¿Entonces qué es lo que sucede? (Dios expone a los anticristos para que desarrollemos el discernimiento, aprendamos a distinguir su naturaleza y esencia, no dejemos que Satanás nos vuelva a engañar, y seamos capaces de mantenernos firmes en nuestro testimonio de Dios. Esta es la salvación de Dios para nosotros). Siempre hablamos de lo malvado, feroz y malicioso que es Satanás, de que está harto de la verdad y la detesta. ¿Lo ves? ¿Ves lo que hace Satanás en el mundo espiritual? Cómo habla y actúa, cuál es su actitud hacia la verdad y hacia Dios, dónde radica su maldad… Tú no ves ninguna de estas cosas. Por tanto, aunque no importa cómo digamos que Satanás es malvado, que se resiste a Dios y que está harto de la verdad, en tu opinión, esa es una mera afirmación. No hay representación real de ello. Es algo excesivamente hueco y poco práctico; no sirve de referencia práctica. Sin embargo, cuando uno ha entrado en contacto con un anticristo, ve con algo más de claridad el carácter malvado y feroz de Satanás y su esencia de estar harto de la verdad, y su comprensión de Satanás es un poco más incisiva y práctica. Sin estos ejemplos y eventos reales para que la gente tome contacto con ellos y lo compruebe, las verdades que la gente comprenda serán confusas, huecas y poco prácticas. No obstante, cuando la gente entra realmente en contacto con estos anticristos y malvados, ve cómo hacen el mal y se resisten a Dios, y puede identificar la naturaleza y la esencia de Satanás. Ve que estos malvados y anticristos son Satanás encarnado, Satanás vivo, el diablo vivo. El contacto con los anticristos y malvados puede dar este resultado” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). “En la iglesia, un anticristo no es solo el enemigo de Dios, sino que además es el enemigo del pueblo escogido de Dios. Si no podéis identificar a un anticristo, sois susceptibles a ser engañados y ganados, a seguir la senda del anticristo y a ser maldecidos y castigados por Dios. Si eso sucede, vuestra fe en Dios ha fracasado por completo. ¿Qué deben poseer las personas para que se les conceda la salvación? En primer lugar, han de entender muchas verdades, y ser capaces de identificar la esencia, el carácter y la senda de un anticristo. Esta es la única manera de asegurarse de no adorar o seguir a personas mientras se cree en Dios, y la única manera de seguir a Dios hasta el final. Solo los que son capaces de identificar a un anticristo pueden creer, seguir y dar testimonio de Dios. Identificar a un anticristo no es un asunto sencillo, y exige la capacidad de ver claramente su esencia, y distinguir las intrigas, los trucos y los objetivos pretendidos detrás de todo lo que hacen. De esta manera no os dejaréis engañar o controlar por ellos, y podréis manteneros firmes, buscar la verdad de forma segura y continuar en la senda de la búsqueda de la verdad y la obtención de la salvación. Si no podéis identificar a un anticristo, entonces se puede decir que estáis en gran peligro, sois susceptibles de ser engañados y capturados por un anticristo y vivir bajo la influencia de Satanás. […] Así que, si quieres llegar a donde se te puede conceder la salvación, la primera prueba que debes pasar es la de dejar al descubierto a Satanás, y también debes tener el coraje de levantarte, exponer y abandonar a Satanás. ¿Dónde está Satanás entonces? Está a tu lado y a tu alrededor; incluso podría estar viviendo dentro de tu corazón. Si estás viviendo en el carácter de Satanás, se puede decir que le perteneces. No puedes ver ni tocar a Satanás ni a los espíritus malvados del reino espiritual, pero el Satanás y los demonios vivientes que existen en la vida real están en todas partes. Toda persona que está harta de la verdad es malvada, y todo líder u obrero que no acepta la verdad es un anticristo o un falso líder. ¿Acaso no son esas personas satanases y demonios vivientes? Estas personas pueden ser las mismas que adoras y admiras; pueden ser las que te guían o las que has reverenciado, en las que has confiado, de las que has dependido y las que has esperado en tu corazón durante mucho tiempo. De hecho, sin embargo, son obstáculos que se interponen en tu camino y te impiden buscar la verdad y obtener la salvación: son falsos líderes y anticristos. Pueden tomar el control de tu vida y de la senda que recorres, y pueden arruinar tu oportunidad de obtener la salvación. Si no los identificas y los descubres, puede que te engañen en cualquier momento o que te capturen y atrapen. Por lo tanto, te encuentras en gran peligro. Si no puedes librarte de este peligro, te conviertes en la víctima del sacrificio de Satanás. De cualquier manera, las personas que son engañadas y controladas, y se convierten en los seguidores de un anticristo no pueden nunca, jamás, alcanzar la salvación. Como no aman ni buscan la verdad, pueden ser engañados y seguir a un anticristo. Ese es el inevitable resultado” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 3). La líder nos enseñó esto: “Dios deja que surjan anticristos en la iglesia para que aprendamos lecciones y discernimiento, y también para revelar a todo tipo de gente. Si no sabemos discernir a los anticristos, los idolatraremos y obedeceremos ciegamente cuando nos mientan y perturben, y les resultará fácil engañarnos y controlarnos. Hasta puede que sigamos a los anticristos en su maldad y su resistencia a Dios y que Él nos descarte, o que, cuando ellos nos repriman y castiguen, no nos atrevamos a resistirnos y rechazarlos y sintamos tinieblas y dolor en nuestro corazón; o que, más grave aún, abandonemos y tracionemos a Dios y renunciemos a la oportunidad de que Él nos salve”. La líder continuó: “Con esta experiencia, buscamos la verdad, aprendemos a discernir a varios tipos de personas, sabemos qué son los anticristos y cómo se comportan, vemos claras la naturaleza y esencia de los anticristos y podemos discernirlos, denunciarlos y rechazarlos según los principios de la verdad y diferenciarnos de ellos. Es la única vía para escapar al engaño y el control de Satanás. Si nos falta discernimiento y no sabemos rechazar a los anticristos, puede que estos nos engañen y perdamos la ocasión de salvarnos y perfeccionarnos”. Tras la enseñanza de mi líder, entendí que Dios permite los anticristos en la iglesia para que alcancemos la verdad y el discenimiento y nos libremos del engaño y el control de Satanás. Sin un contacto real con los anticristos, no sabremos discernir cómo es la gente y quizá los anticristos todavía nos engañen, y los sigamos. Tras experimentar el engaño y la perturbación de este anticristo, también entendí que, cuando pasen las cosas, debemos buscar la verdad y verlas según los principios de las palabras de Dios. Si alguien vulnera los principios, debemos practicar la verdad y revelarlo, e informar de ello a los líderes en tiempo y forma. Además, solía ser complaciente, siempre temía ofender a las personas y siempre mantenía la relación con ellas. Ahora veía que esta era una filosofía satánica. Cuando algo vaya en contra de la verdad, tenemos que decirlo directamente y proteger el trabajo de la iglesia, no nuestra relación con la gente, cosa ofensiva y abominable para Dios.
Después, todos los hermanos y hermanas discernieron cómo era Claudia y estuvieron de acuerdo en expulsarla de la iglesia. Una vez que se fue del grupo, me llamó. Llorando, me dijo: “En la iglesia afirman que soy un anticristo. ¡No pueden decir eso de mí! Hermana, es preciso que te vayas de la iglesia. Todos sus líderes son falsos, unos mentirosos, y respaldas sus mentiras si te quedas”. Le respondí: “Como creyentes en Dios, debemos obedecer Sus palabras. Lo que dicen los líderes coincide con ellas, así que, por supuesto, hemos de hacer lo que dicen. Si no quisiste hacer caso, asunto tuyo. No intentes ganarte mi voluntad. Perdiste la ocasión de salvarte. No quiero perder yo la mía”. Luego no añadí mucho más, y ella nunca más intentó hablar conmigo. Tras irse Claudia de la iglesia, había dos personas que nunca supieron discernir cómo era ella y que la obedecían obstinadamente sin importar qué se les enseñara, y al final también ellas se marcharon de la iglesia. Con esta experiencia descubrí la guía y la salvación de Dios Todopoderoso para conmigo. Fue la palabra de Dios lo que me protegió, me orientó a la hora de aprender a discernir a los anticristos y me ayudó a permanecer en la senda correcta y a no dejarme engañar por ellos. Sé que aún tengo defectos, que aún he de dotarme de mucha verdad, pero leeré más palabras de Dios Todopoderoso y confiaré en Dios para experimentar Su obra.