Cómo me ha beneficiado aceptar ayuda y orientación

27 Mar 2025

Por Zhou Yun, China

En septiembre de 2023, me eligieron para servir como predicadora y me pusieron a cargo del trabajo de varias iglesias. Tras más de dos meses trabajando con ellas, la vida de iglesia y el trabajo de riego de los recién llegados mejoraron, así que mi líder superior me invitó a intercambiar ideas sobre las buenas sendas de práctica. Me sentí bastante satisfecha de mí misma y pensé que era capaz de llevar a cabo un trabajo real. Aun así, a finales de noviembre, me di cuenta de que no había muchos progresos en el trabajo evangélico, así que resumí algunos de los problemas existentes en ese trabajo, y luego compartí mis ideas y sugerencias al respecto con algunos líderes del equipo del evangelio. También compartí la intención que Dios tenía para con ellos con el fin de que pudiesen predicar el evangelio con entusiasmo. Tras delegar el trabajo, sentí que lo había hecho lo suficientemente bien y que mi trabajo era minucioso. Pronto me ocupé de otras cosas. Varios días más tarde, cuando les pregunté a los líderes de equipo acerca de su progreso en el trabajo evangélico, algunos no respondieron y otros dijeron que faltaban pocos días para que se reuniesen con los trabajadores evangélicos. Al ver que algunos líderes de equipo estaban cooperando, no me preocupé por indagar más en el asunto y comprender los pormenores de la situación. Más de 10 días después, mi líder superior me escribió una carta en la que me preguntaba por el progreso del trabajo evangélico, por qué no había sido efectivo, cómo estaban cooperando los trabajadores y qué problemas reales había resuelto yo. Como no había recibido cartas de los líderes de equipo, no tenía claros los detalles del progreso del trabajo evangélico, por lo que le contesté diciendo que le enviaría un informe completo en cuanto hubiese recibido las cartas de los líderes. Después de eso, apremié a los líderes de equipo para que me comunicasen sus resultados. No obstante, tras presionarlos varias veces, seguían sin responder y me enfadé. Pensaba que estaban siendo increíblemente irresponsables en sus deberes. Seguían llegándome cartas de mi líder preguntándome por el progreso del trabajo y yo cada vez sentía más ansiedad, pero, dado que los líderes de equipo no contestaban mis cartas, sentí que no podía hacer nada. Le dije a mi líder que los líderes de equipo no me respondían las cartas para que supiese que el problema era de ellos y no mío.

Mi líder me respondió rápidamente preguntándome si comprendía los problemas y las dificultades reales de los líderes de equipo y diciéndome que, al revisar mi trabajo a través de mi carta, parecía que no estaba dedicando suficiente esfuerzo y atención a mi deber. Cuando no logramos resultados en nuestro trabajo, les eché la culpa a otros y no reflexioné sobre mis propios problemas. También dijo que si, cuando hacía seguimiento del trabajo, solo metía presión a los líderes de equipo para conseguir resultados, pero no identificaba problemas reales, ni les daba a los demás sendas específicas de práctica que pudiesen ayudarlos con sus problemas, no habría manera de conseguir resultados en nuestro trabajo. Cuando leí su carta, me sentí algo reticente y pensé: “Quiero hacer bien el trabajo, he participado en el trabajo evangélico y he escrito cartas y compartido charlas con los líderes de equipo sobre sus estados. También los he instado a contactarme de inmediato si se topaban con dificultades. Si no me dicen qué problemas tienen, ¿qué puedo hacer yo? En estas iglesias, hubo interrupciones en el trabajo en el pasado debido a detenciones masivas, pero, tan solo dos meses después de que yo llegara, se produjeron mejoras en todos los aspectos. Creo que eso demuestra que ya lo estoy haciendo bastante bien, pero ¿queréis que reflexione? Sencillamente no puedo aceptar este tipo de pláticas”. En ese momento, me sentí ofendida, renuente y con ganas de discutir. Cuanto más lo pensaba, más negativa me volvía y sentía que no sería capaz de cumplir ese deber. Me di cuenta de que mi estado no era el correcto, pero no era capaz de salir de él y no sabía qué se suponía que tenía que aprender de esta situación. Más adelante, oré a Dios y le pedí que me guiase para comprender Su intención. Encontré un pasaje de las palabras de Dios, mencionado en un testimonio vivencial en vídeo, que era muy pertinente con respecto a mi estado actual. Dios Todopoderoso dice: “Algunos enfrentan la poda mientras cumplen con su deber y dicen: ‘Con mis limitadas capacidades, ¿cuánto puedo hacer en realidad? No entiendo mucho, así que, si quiero desempeñar bien este trabajo, ¿acaso no tendré que aprender sobre la marcha? ¿Me resultará fácil? Es que Dios no entiende a la gente; ¿no es esto como pedirle peras al olmo? Que lo haga alguien que entienda más que yo. Yo solo puedo hacerlo así; no sé hacer más que esto’. La gente suele decir y pensar cosas así, ¿verdad? (Cierto). Todo el mundo es capaz de admitirlo. Nadie es perfecto ni tampoco un ángel; la gente no vive en una burbuja. Todo el mundo tiene estos pensamientos y revelaciones de corrupción. Todas las personas son proclives a revelar estas cosas y a vivir en estos estados con frecuencia, y no es por su propia voluntad; no pueden evitar pensar así. Las personas se encuentran en un estado relativamente normal antes de que algo les suceda, pero, cuando algo les ocurre, las cosas cambian, naturalmente se revela un estado negativo con mucha facilidad, sin obstáculos ni restricciones, que no es provocado ni incitado por otros; mientras las cosas que deban enfrentar no concuerden con su propia voluntad, estas actitudes corruptas se revelan en cualquier momento y lugar. ¿Por qué pueden revelarse en todo momento y lugar? Esto demuestra que la gente tiene este tipo de carácter y naturaleza corruptos en su interior. Las actitudes corruptas de las personas no las imponen ni las inculcan los demás, ni mucho menos las enseñan, instigan o incitan los demás, sino que pertenecen a las propias personas. Si no resuelven estas actitudes corruptas, no pueden vivir en estados correctos y positivos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se corrige el propio carácter corrupto es posible lograr una auténtica transformación). Dios dice que cuando las personas no tienen problemas suelen estar en un estado normal, pero, en cuanto las cosas no están en línea con sus nociones, no pueden evitar comenzar a revelar estados de resistencia, contumacia y descontento. Son cuestiones propias de la naturaleza de la gente. Tras leer las palabras de Dios, las consideré a la luz de mi propio estado. Cuando mi líder me señaló mi falta de esfuerzo y pensamiento en la obra del evangelio y mi fracaso a la hora de hacer un trabajo real, me sentí agraviada y reticente, y pensé que lo estaba haciendo lo mejor que podía. Había participado en el trabajo y compartido charlas con los líderes de equipo sobre sus estados y, como no me comunicaban sus situaciones actuales, no había nada que yo pudiese hacer. Sentí que mi líder no comprendía en absoluto mi situación. Estaba viviendo en un estado de argumentación recalcitrante que demostraba que no aceptaba la verdad. Al ver lo grave que era la naturaleza de mi problema, oré a Dios. “Oh, Dios, sé que nadie intenta hacérmelo pasar mal al podarme y que esto ocurre con Tu permiso. Sé que hay cosas sobre las que debería reflexionar y en las que debería entrar, pero, en este momento, no logro captar del todo cuáles son. Por favor, esclaréceme y guíame para comprenderme a mí misma y aprender lecciones sobre este asunto”.

Después de esto, vi este pasaje de las palabras de Dios: “Independientemente de las circunstancias que causan que alguien sea podado, ¿qué actitud es fundamental tener al respecto? En primer lugar, debes aceptarlo. No importa quién te pode, por qué razón, no importa si es duro o cuál es el tono y la formulación, debes aceptarlo. Luego, debes reconocer qué has hecho mal, qué carácter corrupto has revelado, y si has actuado de acuerdo con los principios-verdad. Antes que nada, esta es la actitud que debes tener. ¿Y poseen los anticristos tal actitud? No; de principio a fin, la actitud que irradian es de resistencia y repulsión. Con una actitud así, ¿pueden acallarse ante Dios y aceptar con modestia la poda? No. Entonces, ¿qué harán? En primer lugar, discutirán enérgicamente y ofrecerán justificaciones, defendiendo y argumentando contra los errores que han cometido y el carácter corrupto que han revelado, con la esperanza de ganarse la comprensión y el perdón de la gente, para no tener que asumir ninguna responsabilidad ni aceptar las palabras que los podan. ¿Cuál es la actitud que demuestran cuando se enfrentan a recibir la poda? ‘No he pecado. No he hecho nada malo. Si cometí un error, existió una razón para ello; si cometí un error, no lo hice a propósito, no debería tener que asumir la responsabilidad por ello. ¿Quién no comete errores?’. Se aferran a estas afirmaciones y frases, pero no buscan la verdad ni reconocen los errores que cometieron ni las actitudes corruptas que revelaron, y por supuesto no admiten cuáles fueron su intención y su objetivo al hacer el mal. […] No importa que los hechos saquen a la luz su carácter corrupto, no lo reconocen ni lo aceptan, sino que siguen con su desafío y resistencia. Digan lo que digan los demás, no lo aceptan ni lo reconocen, sino que piensan: ‘Veamos quién puede hablar más que el otro; veamos quién es mejor orador’. Este es el tipo de actitud con la que los anticristos consideran recibir la poda(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). A través de las palabras de Dios, me di cuenta de que, cuando me enfrentase a podas, ayuda y consejos, daba igual el tipo de actitud y tono que adoptasen conmigo o cuánto de lo que me dijesen no estuviese de acuerdo con mis nociones, tenía que aceptarlo de parte de Dios, someterme y reflexionar sobre mis problemas. Esta es la actitud que debería tener la gente. Los anticristos muestran resistencia, ganas de discutir, son desafiantes e incluso culpan a otros cuando se enfrentan a podas, consejos y ayuda. Su actitud no acepta la verdad ni en lo más mínimo. Al reflexionar sobre esto y sobre mi propio comportamiento, cuando mi líder me señaló mis problemas, opuse resistencia y rebatía todo constantemente en mi corazón. Pensaba que había pagado un precio y que la líder me estaba podando sin comprender la situación. Me sentí increíblemente ofendida y pensaba que no podía hacer más de lo que había hecho. Me sentí antagónica, renuente y estaba revelando un carácter con aversión a la verdad. Pensé en que, a pesar de haber delegado parte del trabajo al principio, después no participé ni hice un seguimiento del trabajo de verdad. Solo metía prisa a los demás para conseguir resultados sin preocuparme por comprender las dificultades o los estados de los trabajadores evangélicos. Al llevar mi trabajo de esta manera no estaba cumpliendo mi responsabilidad. Tampoco logré resolver problemas reales, lo cual significa que no conseguí hacer un trabajo real. La líder me podaba por los problemas que tenía, pero yo no aceptaba la poda e incluso me resistía a ella, discutía y cargaba la responsabilidad a otros. En esencia, no estaba consiguiendo aceptar la verdad y me estaba oponiendo a Dios. Si no me arrepentía y, en vez de eso, seguía viviendo con este carácter intransigente, Dios terminaría por detestarme y descartarme.

Más adelante, me topé con otro pasaje de las palabras de Dios: “En la iglesia hay quienes piensan que esforzarse mucho o hacer algunas cosas arriesgadas significa que han acumulado méritos. De hecho, teniendo en cuenta sus actos estas personas son ciertamente dignas de elogio, pero su carácter y su actitud hacia la verdad son abominables y repugnantes. No aman la verdad, sino que sienten aversión por ella. Esto por sí solo los hace individuos abominables. Esas personas son despreciables. Cuando Dios ve que la gente tiene un calibre escaso, ciertos defectos y un carácter corrupto o una esencia que se opone a Él, no siente rechazo ni la mantiene lejos de Él. Esa no es la intención de Dios ni Su actitud hacia el hombre. Dios no aborrece el calibre escaso de la gente, su necedad ni que tenga un carácter corrupto. ¿Qué es lo que más aborrece Dios en la gente? Que sienta aversión por la verdad. Si sientes aversión por la verdad, solamente por eso, Dios nunca se deleitará en ti. Esto es inamovible. Si sientes aversión por la verdad, si no la amas, si tu actitud hacia ella es ser indiferente, despectivo, arrogante, o incluso de repulsa, resistencia y rechazo… Si te comportas de este modo, Dios sentirá una repulsión total hacia ti y estás acabado, sin posibilidad de salvarte. Si realmente amas la verdad en tu corazón, solo que tienes un calibre un tanto escaso y careces de perspicacia, eres un poco necio y a menudo cometes errores, pero no tienes la intención de hacer el mal, y simplemente has hecho algunas tonterías; si estás dispuesto a escuchar de corazón la enseñanza de Dios sobre la verdad, y anhelas sinceramente la verdad; si la actitud que adoptas en tu trato con la verdad y las palabras de Dios es de sinceridad y anhelo, y puedes atesorar y apreciar las palabras de Dios, con eso basta. A Dios le gustan esas personas. Aunque a veces seas un poco necio, a Dios le sigues gustando. Dios ama tu corazón, que anhela la verdad, y ama tu actitud sincera hacia la verdad. Por lo tanto, Dios tiene misericordia de ti y siempre te concede gracia. Él no tiene en cuenta tu calibre escaso ni tu necedad, ni tampoco tus transgresiones. Como tu actitud hacia la verdad es sincera y entusiasta y tu corazón es sincero, entonces, teniendo en cuenta la sinceridad de tu corazón y esta actitud tuya, Él siempre será misericordioso contigo, y el Espíritu Santo obrará en ti y tendrás esperanzas de salvación. Por el contrario, si eres intransigente de corazón y autocomplaciente, si sientes aversión por la verdad, nunca estás atento a las palabras de Dios ni a todo lo que implica la verdad y eres hostil y desdeñoso desde el fondo de tu corazón, ¿cuál es la actitud de Dios hacia ti? De aborrecimiento, repugnancia y constante ira(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Comprender la verdad es lo más importante para cumplir bien con el deber). Dios dice que se toma muy en serio las actitudes de las personas hacia la verdad. Algunas, normalmente, parece que son capaces de pagar un precio y que son bastante eficaces en sus deberes, pero, cuando se enfrentan a problemas, no aceptan la verdad e incluso sienten aversión por ella. A Dios esto le disgusta. Al pensar en los dos últimos meses, cuando pagué un cierto precio y logré algunos resultados en mi deber, sentí que ya estaba haciendo un trabajo real, así que mi líder no debería estar señalando mis problemas. No obstante, me di cuenta de que Dios no solo se fija en cuánto haya sufrido una persona, en cuánto trabajo haya hecho o en los resultados que haya conseguido. Él también ve la actitud que tiene esa persona con respecto a la verdad, y si la acepta. A la hora de enfrentarme a la poda, si yo seguía resistiéndome y no la aceptaba, discutía y actuaba en oposición a Dios, se disgustaría conmigo y yo no recibiría la obra del Espíritu Santo. Vi que vivir con un carácter de aversión a la verdad era algo realmente muy peligroso. Y la verdad era que el trabajo evangélico no estaba siendo eficaz en ese momento. Por ello, debía aceptar el consejo de mi líder y resolver los problemas existentes en el trabajo evangélico.

En medio de mi búsqueda, recordé un pasaje de las palabras de Dios y lo busqué. Dios dice: “No participan en ningún trabajo real, no hacen seguimiento ni dan indicaciones, y tampoco conducen investigaciones ni estudian para resolver problemas. ¿Cumplen las responsabilidades de un líder? ¿Puede hacerse bien el trabajo de la iglesia de esta manera? Cuando lo Alto pregunta cómo va el trabajo, dicen: ‘Todo el trabajo de la iglesia transcurre con normalidad. Un supervisor maneja cada aspecto de este’. Si les interrogan más respecto a si hay algún problema en el trabajo, responden: ‘No lo sé. ¡Es probable que no haya problemas!’. Esta es la actitud de los falsos líderes hacia su trabajo. Como líder, muestras una completa irresponsabilidad para con el trabajo que te han asignado; lo delegas todo en otros, sin hacer seguimiento, indagaciones ni ofrecer asistencia por tu parte a la hora de resolver problemas; te limitas a quedarte ahí sentado como un capataz que no interviene. ¿Acaso no es una dejación de tu responsabilidad? ¿No te estás comportando como un funcionario? No desempeñan ningún trabajo concreto, no hacen seguimiento del trabajo, no resuelven problemas reales; ¿acaso tales líderes no son un mero elemento decorativo? ¿Es que no son falsos líderes? Es el epítome de un falso líder(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Las palabras de Dios exponían mi estado actual: el trabajo evangélico es una de las tareas principales que los líderes deben supervisar y era mi responsabilidad, pero, tras delegar trabajo, llegué a pensar que esta tarea era responsabilidad de los líderes de equipo. Pensaba que podía relajarme y esperar a que ellos consiguiesen resultados, y no me centraba en comprender los estados de los líderes de equipo ni en los problemas que surgían cuando estaban cumpliendo sus deberes. Aun así, cuando mi líder me preguntó sobre el progreso del trabajo, le dije que los líderes de equipo aún no me habían contactado. Claramente era yo la que estaba a cargo de ese trabajo, pero no supervisé el progreso de las tareas y no intervine en nada. ¿No era este el comportamiento de un falso líder? En ese momento, por fin fui capaz de aceptar en mi fuero interno el consejo de la líder. Luego, vi un pasaje de las palabras de Dios que decía: “¿Qué significa la supervisión? La supervisión implica inspeccionar y dar indicaciones. Significa preguntar específicamente sobre el trabajo en detalle, averiguar y captar el progreso del trabajo y los puntos débiles que presenta este, entender quién es responsable en su trabajo y quién no, y quién es capaz de cumplir el trabajo y quién no, entre otras cosas. La supervisión a veces requiere consultar, comprender e indagar sobre la situación. A veces requiere realizar preguntas cara a cara o hacer una inspección directa. Por supuesto, más a menudo implica tener una charla directa con las personas a cargo, preguntar por la puesta en marcha del trabajo, las dificultades y los problemas que se han encontrado, etcétera. Mientras llevas a cabo la supervisión, puedes descubrir qué personas solo se dedican a su trabajo en apariencia y se limitan a hacer las cosas de manera superficial, quién no sabe poner en marcha tareas específicas, quién sí sabe hacerlo pero no lleva a cabo el trabajo real, así como otros problemas semejantes. Si los problemas que se han descubierto se pueden resolver a tiempo, mejor. ¿Cuál es el propósito de la supervisión? Poner mejor en marcha los arreglos del trabajo, para ver si el trabajo que has organizado es apropiado, si hay algo que se haya pasado por alto o cosas que no hayas considerado, si hay algunos ámbitos que no concuerden con los principios, si hay algunos aspectos o ámbitos distorsionados en los que se haya cometido errores, etcétera; todos estos problemas se pueden descubrir durante el proceso de supervisión. Sin embargo, si te quedas en casa y no desempeñas este trabajo específico, ¿puedes descubrir estos problemas? (No). Para su descubrimiento y comprensión, muchos problemas requieren preguntas, observación y un entendimiento sobre el terreno(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (10)). Por medio de las palabras de Dios, aprendí que supervisar el trabajo no solo consiste en delegar tareas a otras personas y luego esperar a que consigan resultados, sino, más bien, en participar personalmente en el trabajo y averiguar qué problemas reales existen en su progreso. ¿El trabajo asignado no es adecuado para las personas? ¿Los hermanos y hermanas no están en un buen estado? ¿O es que la gente no tiene buena actitud mientras cumple su deber? Los líderes deben comprender y captar estas cosas con detalle y compartir la verdad para resolverlas a tiempo. En eso consiste hacer un trabajo real. Reflexioné sobre el modo en que había delegado trabajo a los líderes de equipo y luego los presioné para conseguir resultados. No había ejercido mi responsabilidad como líder ni lo más mínimo. Yo no era diferente de los oficiales del gran dragón rojo, que se limitan a sentarse en su posición de estatus sin hacer nunca un trabajo real. Da igual el trabajo que esté haciendo un oficial, solo recitan eslóganes, pasan instrucciones de los superiores a los de nivel raso y desempeñan un trabajo que los hace quedar bien. En mi caso, solo supervisaba el trabajo para poder informar a mi líder y no para resolver los problemas y las dificultades reales del trabajo evangélico. Este tipo de actitud en el trabajo le disgusta a Dios. Si no corregía mi actitud, causaría daños a la obra de la iglesia y, por tanto, estaría haciendo el mal en mi deber. Después de aquello, comencé a actuar de acuerdo con las palabras de Dios y me apresuré a trabajar para corregir mis desviaciones. Al ganar una comprensión real, descubrí que algunas de las iglesias tenían pocos trabajadores evangélicos, algunos de los líderes de equipo no estaban asignando trabajo a un ritmo lo suficientemente rápido, lo cual hacía que el progreso fuese lento, y algunos hermanos y hermanas no podían cumplir sus deberes con normalidad por las detenciones y la vigilancia del PCCh. Por esto y por otros muchos motivos, el trabajo evangélico se volvió ineficaz. Entonces, hablé sobre estos problemas y los resolví uno por uno. Dejé de buscar excusas para delegar responsabilidades a otros y paré de centrarme en lo que otros hacían o no hacían; en su lugar, opté por centrarme en cumplir mi deber según los principios y en hacer más trabajo real. Tras un tiempo cooperando, el trabajo evangélico comenzó a mejorar. Estaba supercontenta, nunca hubiera imaginado que, tras corregir mi estado y trabajar de verdad, sería testigo de la guía de Dios.

A través de esta experiencia, aprendí que la poda, el consejo y la ayuda vienen de Dios y son cosas positivas que nos facilitan corregir desviaciones en nuestros deberes y cumplir con el estándar. También nos ayudan a conocer y a resolver nuestras actitudes corruptas. Las buenas intenciones de Dios están detrás de todo esto. Como resultado de esta experiencia, aprendí de primera mano los beneficios de aceptar la poda, los consejos y la ayuda y también aprendí cómo hacer seguimiento del trabajo y supervisarlo. ¡Gracias a Dios por Su guía!

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