Descartaron mi inferioridad
Por Ding Xin, ChinaNací en una familia granjera común. Como era introvertida y no me gustaba hablar, desde la infancia, mi familia y...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En febrero de 2021, Wang Hua y yo fuimos elegidos líderes de la iglesia. Dado que ella tenía experiencia previa como líder y también en la prédica del evangelio, asumió principalmente la responsabilidad del trabajo evangélico, mientras que yo me encargaba de otras tareas. Cuando surgían problemas o dificultades en mi trabajo, le pedía que me orientara, y ella siempre estaba dispuesta a compartir conmigo y a ayudarme. Nos llevábamos muy bien. Con el tiempo, noté que Wang Hua manifestaba una marcada tendencia a actuar según su propia voluntad, especialmente en asuntos relacionados con la selección y el uso de las personas. Siempre confiaba en su propio enfoque sin buscar los principios-verdad, y no se mostraba dispuesta a considerar las sugerencias de los demás. Un día, el diácono del evangelio informó que el líder del equipo, Li Zhi, había actuado constantemente de forma superficial en sus deberes, no tenía sentido de la carga y, a pesar de varias rondas de enseñanza, no había corregido su comportamiento. Incluso había desatendido sus deberes durante una semana y los había ignorado por completo debido a asuntos personales. Cuando lo escuché, me enfadé y consideré que Li Zhi no era apto para continuar como líder del equipo y que, de acuerdo con los principios, era necesario destituirlo y reasignarlo. Compartí mi opinión con Wang Hua, pero, para mi sorpresa, no solo se negó a escuchar, sino que también me criticó severamente. Dijo que mi forma de pensar era inmadura y que estaba siendo demasiado exigente con los demás. También afirmó que, cuando Li Zhi estaba en un buen estado era capaz de ganar personas predicando el evangelio y que lo que necesitaba era más enseñanza y ayuda. Le respondí: “Para ser líder de equipo, uno debe tener sentido de la carga y responsabilidad. Si tenemos en cuenta el comportamiento constante de Li Zhi respecto a sus deberes, no es en absoluto apto para el puesto de líder de equipo. Aun así, insistes en mantenerlo en el cargo. ¡Va en contra de los principios!”. Pero Wang Hua siguió sin hacerme caso y respondió: “Si destituimos a Li Zhi y no encontramos un reemplazo adecuado de inmediato, los resultados del trabajo podrían verse afectados y, si los líderes nos preguntan al respecto, no podremos dar una explicación satisfactoria. Tener a alguien en el cargo es mejor que no tener a nadie”. Cuando escuché lo que dijo, pude notar que estaba enfocada únicamente en su propia reputación y estatus, y que no pensaba en absoluto en la obra de la iglesia. Entonces, quise exponer la naturaleza y las consecuencias de la forma en la que estaba actuando. Pero al ver su gesto de enfado, me preocupé y pensé: “Por lo general, se impacienta incluso cuando menciono brevemente los problemas en su trabajo. Si hablo de manera demasiado clara y directa, posiblemente la enfureceré y me tratará con frialdad. Si esto tensa nuestra relación, ¿cómo colaboraremos en el futuro? ¿Y si tengo dificultades en el trabajo y ella deja de ayudarme? Tal vez sea mejor no mencionarlo. Ha estado cumpliendo con sus deberes durante muchos años y entiende los principios para reasignar a las personas mejor que yo. Seguramente, tiene sus propios planes. Será mejor no preocuparme demasiado por esto”. Así que solo le sugerí que considerara los pros y los contras al usar a las personas y no volví a mencionar el asunto.
Poco después, Wang Hua me dijo que la hermana Shuxin era lista y tenía facilidad para hablar con la gente, y que planeaba formarla para predicar el evangelio. Cuando oí esto, pensé: “Conozco bien a Shuxin. Siempre ha sido irresponsable en sus deberes, egoísta y falsa. Antes, cuando la cultivaban para regar a los recién llegados, le resultaba problemático y temía asumir la responsabilidad si los recién llegados se iban. Después de regar poco más de veinte días, dejó de ir y hasta mintió diciendo que su esposo le impedía cumplir con sus deberes”. Así que le mencioné a Wang Hua lo que sabía y le recordé que alguien como Shuxin no era apta para que la cultivaran. Wang Hua no escuchó en absoluto mi consejo. Dijo que no era posible juzgar plenamente la verdadera naturaleza de las personas a partir de una sola interacción, y que debíamos verlas desde un enfoque de desarrollo. Me pareció inapropiado y quise impedir que siguiera adelante. Pero luego pensé: “Ya ha hablado con todos sobre formar a Shuxin, así que, si estoy en desacuerdo, seguro que la avergonzaré. ¿Pensará que soy arrogante y entrometido? ¿Y si esto tensa nuestra relación? Sería complicado llevarse bien en el futuro”. Cuando lo pensé, perdí la confianza en mí mismo para seguir insistiendo. Solo me tranquilicé y reflexioné: “Al menos he dado todos los avisos que debía. Si surgen problemas en el futuro, no será mi responsabilidad”.
Más tarde, supe que Li Zhi continuaba mostrándose indiferente respecto a sus deberes y que esto afectaba el estado de los hermanos y hermanas y provocaba una seria disminución en la eficacia del trabajo. Además, Shuxin no manifestaba sentido de la carga en cuanto a la prédica del evangelio; cuando estaba ocupada en su casa, desatendía sus deberes y sus deberes no daban mucho resultado. Los líderes enviaron una carta en la que abordaban las desviaciones y problemas de nuestro trabajo evangélico, compartieron con nosotros y nos podaron. Pero Wang Hua en ningún momento se sintió culpable. En cambio, cuestionó lo que decían y trató de justificarse. Dijo que los hermanos y hermanas no mostraban ningún sentido de la carga respecto a sus deberes. Yo tenía muchas ganas de exponer y diseccionar sus problemas, pero a la vez temía que ella dijera que no me conocía a mí mismo y que solo la estaba podando, así que le recordé en pocas palabras que debía reflexionar sobre sí misma y arrepentirse ante Dios. Más adelante, noté que Wang Hua no se conocía a sí misma. Los hermanos y hermanas habían mencionado que en las reuniones ella solo se enfocaba en criticar el trabajo que hacían y en regañarlos, que no resolvía los problemas reales y que todos sentían que ella los limitaba. Me di cuenta de que Wang Hua probablemente era una falsa líder, así que quise informar de esto a los líderes superiores. Pero luego pensé: “Si se entera de que informé sus problemas, ¿no me guardará rencor después? Después de todo, ella me ha ayudado en mis deberes…”. Seguí dándole vueltas al asunto, pero al final no tuve el valor de escribir nada sobre ella. Más tarde, los líderes superiores vinieron a examinar el trabajo. Descubrieron que Wang Hua era arrogante y sentenciosa, que actuaba sin principios, no aceptaba las sugerencias de los demás, y que solo hablaba de palabras y doctrinas y no hacía ningún trabajo real. Por consiguiente, se la identificó como una falsa líder y la destituyeron. Además, como yo había estado actuando como una persona complaciente y no había defendido la obra de la iglesia, también me destituyeron. Poco después, Li Zhi y Shuxin corrieron la misma suerte. Después de que me trataran de esa manera, sentí miedo y supe que había hecho el mal. En particular, cuando recordé las preguntas de los líderes: “Cuando viste a Wang Hua actuar en contra de los principios y no pudiste detenerla, ¿por qué no hablaste acerca de sus acciones? ¿Por qué seguiste intentando proteger tu relación con ella? ¡Fuiste muy irresponsable en tus deberes!”. Sentí un dolor intenso en mi corazón. Para conservar mi relación con Wang Hua, no tuve en cuenta la obra de la iglesia. Vi que ella la había trastornado y perturbado, pero no impedí que lo hiciera. ¡Estaba consintiendo las malas acciones de esta falsa líder y me convertí en su cómplice! En los meses posteriores a mi destitución, me sentí muy abatido, vivía en un estado de completa desesperanza y emití un veredicto negativo sobre mí mismo.
Al verme en un mal estado, los hermanos y hermanas compartieron las palabras de Dios conmigo para ayudarme. Hubo un pasaje que me marcó profundamente. Dios dice: “Durante el proceso de crecimiento en la vida y el curso de la salvación humana, es posible que a veces las personas tomen la senda equivocada, se desvíen o tengan momentos en los que muestren estados y comportamientos inmaduros en la vida. Pueden tener momentos de debilidad y negatividad, momentos en los que dicen cosas equivocadas, tropiezan o experimentan el fracaso. Todo esto resulta normal a ojos de Dios. Él no se lo echa en cara. Algunas personas piensan que su corrupción es demasiado profunda y que nunca podrán satisfacer a Dios, entonces, se sienten tristes y se desprecian a sí mismas. Los que tienen un corazón arrepentido como este son precisamente a los que Dios salva. En cambio, los que creen que no necesitan la salvación de Dios, los que piensan que son buenas personas y que no hay nada malo en ellos, no suelen ser a los que Dios salva. ¿Qué es lo que os estoy transmitiendo aquí? Quien lo entienda, que lo diga. (Hemos de manejar adecuadamente nuestras revelaciones de corrupción y concentrarnos en practicar la verdad y entonces recibiremos la salvación de Dios. Si malinterpretamos constantemente a Dios, nos resignaremos fácilmente a la desesperanza). Debes tener fe y decir: ‘Aunque ahora soy débil, y he tropezado y fallado, creceré, y un día comprenderé la verdad, satisfaré a Dios y alcanzaré la salvación’. Debes tener esta determinación. No importa con qué reveses, dificultades, fracasos o tropiezos te encuentres, no debes ser negativo. Debes saber a qué clase de personas salva Dios. Es más, si sientes que aún no eres apto para que Dios te salve, o si hay ocasiones en las que te encuentras en estados que Dios detesta o le desagradan, o hay veces en las que te comportas pésimamente y Dios no te acepta, o Dios te desdeña, no tiene importancia. Ahora ya lo sabes, y no es demasiado tarde. Mientras te arrepientas, Dios te dará una oportunidad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. En la fe en Dios, lo principal es practicar y experimentar Sus palabras). Al meditar las palabras de Dios, sentí Su amor y entendí que Su amor por salvar a las personas nunca ha cambiado. A pesar de haber sido un complaciente y de haberle causado daño a la obra de la iglesia, Él no dejó de salvarme. En cambio, esperaba que a través de este fracaso reflexionara sobre mis problemas y los conociera, aprendiera de ellos, me arrepintiera y cambiara. Necesitaba recuperarme, reflexionar sobre las razones de mi fracaso y arrepentirme sinceramente. Así que oré a Dios: “¡Oh, Dios! Sé que he sido negligente en mis deberes y me avergüenza presentarme ante Ti, pero no quiero permanecer en este estado de abatimiento. Por favor, esclaréceme y guíame para reconocer mis problemas”.
Un día, leí estas palabras de Dios: “Cuando necesitáis practicar la verdad y proteger los intereses de la casa de Dios, ¿podéis vencer la limitación de vuestro carácter corrupto y poneros del lado de la verdad? Por ejemplo, digamos que estás trabajando junto a alguien que tiene la misión de depurar la iglesia, pero siempre comparte a los hermanos y hermanas que, en la medida de lo posible, Dios salva a las personas, y que debemos tratar a las personas con amor y darles oportunidades para arrepentirse. Te das cuenta, entonces, de que hay algo que no está bien en la charla y, aunque las palabras que pronuncia parecen bastante correctas, luego de analizarlas detenidamente descubres que esconden ciertas intenciones y objetivos, no buscan ofender a nadie y no quieren llevar a cabo los arreglos del trabajo. Cuando estas personas usan esta manera de compartir, perturbarán a aquellos que no son de escasa estatura y que no tienen capacidad de discernimiento, imprudentemente muestran amor sin principios, no están atentos en tener criterio hacia los demás y no desenmascaran ni denuncian a los anticristos, personas malvadas e incrédulos. Esto se considera, entonces, una obstrucción a la depuración de la iglesia. No poder depurar a la iglesia de anticristos, personas malvadas e incrédulos cuando sea oportuno afectará al habitual comer y beber las palabras de Dios por parte de Su pueblo escogido y al desempeño normal de sus deberes, y, en particular, trastornará y perturbará la obra de la iglesia y perjudicará a los intereses de la casa de Dios. En momentos así, ¿cómo debes actuar? Cuando notes el problema, debes levantarte y desenmascarar a esta persona; debes ponerle freno y proteger la obra de la iglesia. Quizá caviles: ‘Somos compañeros en esta obra, si los desenmascaro directamente y no lo asumen, ¿confrontaremos? No, definitivamente no lo haré, no puedo desenmascararlos, tengo que tener un poco más de tacto’. Luego, entonces, solo les das un simple aviso y los exhortas con algunas palabras. Después de comunicárselo, ellos no lo aceptan y además dan un montón de razones solo para refutar lo que dijiste. Si no lo aceptan, será la obra de la casa de Dios la que sufrirá las pérdidas. ¿Qué deberías hacer? Oras a Dios, diciendo: ‘Dios, por favor, arregla e instrumenta esta situación. Disciplínalos; yo ya no puedo hacer nada’. Crees que porque no puedes detenerlos, los debes dejar haciendo lo que hacen. ¿Es este un comportamiento responsable? ¿Practicas la verdad? Si no puedes detenerlos, ¿por qué no informar a los líderes y obreros? ¿Por qué no hacer una reunión para compartir el tema y discutirlo juntos? Si no lo haces, ¿después no te sentirás culpable? Si dices: ‘No puedo con esto, mejor lo ignoro. Tengo la conciencia tranquila’, ¿qué clase de corazón tienes? ¿Es un corazón con amor sincero o uno que hace daño a los demás? Tienes un corazón desalmado, porque cuando te ocurre algo, tienes miedo de ofender a los demás y no te ajustas a los principios. En realidad, sabes muy bien que esa persona busca algo al actuar así y que no puedes ignorarlo, sin embargo, no puedes ajustarte a los principios e impedir que desoriente a los demás, y esto en última instancia perjudica a los intereses de la casa de Dios. Después de todo esto, ¿te sentirías culpable? (Yo sí). ¿Culparse permitirá solventar las pérdidas? No, son irrecuperables. Entonces vuelves a reflexionar: ‘De todos modos yo cumplí con mis responsabilidades, y Dios lo sabe. Dios escruta el interior del corazón de las personas’. ¿Qué palabras son estas? Son palabras engañosas y endiabladas que falsean tanto al hombre como a Dios. No cumpliste con tus responsabilidades y sigues buscando razones y excusas para eludirlas. Esto es falso e intransigente. ¿Una persona así es sincera con Dios? ¿Tiene sentido de la rectitud? (No, no lo tiene). Es una persona que no acepta la verdad en lo más mínimo, es una persona de la calaña de Satanás. Cuando algo te sucede, vives conforme a filosofías para los asuntos mundanos y no practicas la verdad. Siempre tienes miedo de ofender a los demás, pero no de ofender a Dios, e incluso sacrificarás los intereses de la casa de Dios para proteger tus relaciones interpersonales. ¿Qué consecuencias tiene actuar así? Protegerás bastante bien tus relaciones interpersonales, pero habrás ofendido a Dios y Él te desdeñará y estará enfadado contigo. Sopésalo, ¿qué es mejor? Si no lo sabes, entonces estás completamente confundido; demuestra que no tienes la más mínima comprensión de la verdad. Si continúas así, sin llegar a despertar, el riesgo es ciertamente grande y eres incapaz de alcanzar la verdad. Al final, serás tú el que sufra una pérdida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios expusieron mi estado con precisión. Vi que no era más que una persona complaciente, egoísta y falsa que carecía de todo sentido de la responsabilidad hacia la obra de la iglesia. Tenía claro que Wang Hua actuaba según su propia voluntad y no buscaba los principios. También sabía que debería haberlos defendido, haberla expuesto y frenado para proteger la obra de la iglesia. Pero cuando señalé sus problemas y ella no los admitió, tuve miedo de ofenderla y de perjudicar nuestra colaboración en los deberes. Para conservar mi relación con ella, siempre resté importancia a sus problemas y jamás expuse la esencia de estos. Tampoco se los mencioné a los líderes. Al final, el trabajo evangélico se vio perjudicado. Pero incluso cuando esto ocurrió, no reflexioné sobre mí mismo y, en cambio, busqué excusas para transigir. Pensé que, como ya se lo había advertido y no lo admitió, no había nada más que pudiera hacer. Pero, en el fondo, sabía perfectamente que no había cumplido con mis responsabilidades en absoluto. Solo mencioné ciertos asuntos de manera superficial y, de hecho, no logré ningún resultado. ¡Solo me estaba engañando a mí mismo y a los demás! Cuando discerní que era una falsa líder, no la expuse ni la denuncié, e incluso la justifiqué mientras trastornaba y obstaculizaba la obra de la iglesia. Sacrifiqué los intereses de la iglesia para atender mis relaciones personales, protegí y consentí a la falsa líder a la vez que ella hacía el mal y perturbaba la obra de la iglesia. ¡Realmente fui egoísta y despreciable!
Luego, leí estas palabras de Dios: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, comprendí que la causa de mi inclinación por complacer a las personas era que había adoptado como leyes de vida los venenos de Satanás, por ejemplo “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud”, “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” y “Un amigo, un camino”. Creía que, mientras viviera en este mundo y me relacionara con los demás, era necesario establecer un gran número de contactos sociales y buenas relaciones. De lo contrario, sería imposible desenvolverse en la sociedad, y ofender a una persona más significaría ganar otro enemigo. Incluso al cumplir con mis deberes en la iglesia, seguía viviendo bajo esas filosofías satánicas. Yo daba gran importancia a las relaciones interpersonales y carecía de principios o de una postura clara respecto a mis deberes. Dios me mostró Su gracia al darme la oportunidad de formarme como líder. Debería haber priorizado la obra de la iglesia en todos los aspectos. Cuando vi que mi hermana colaboradora actuaba en contra de los principios, debería haberle señalado el problema y haberla ayudado de inmediato Si ella insistía en su manera de actuar, debería haberla expuesto y frenado, o también podría haber informado a nuestros líderes acerca del problema oportunamente para evitar que la obra de la iglesia sufriera pérdidas. En cambio, para proteger mi orgullo y mi estatus, actué como un complaciente y no practiqué la verdad. No supervisé su trabajo y le consentí que hiciera el mal. No pensé en la obra de la iglesia y carecía de sentido de la rectitud. Wang Hua cometió maldades de manera imprudente y era detestable, y yo sabía bien que estaba haciendo el mal y causando perturbaciones, pero no la expuse ni la detuve a tiempo, y le permití dañar la obra de la iglesia. ¡La naturaleza de mi comportamiento fue aún más atroz y vergonzosa! Si hubiera denunciado los problemas de Wang Hua antes, los líderes los habrían manejado y resuelto más temprano, y las cosas no habrían empeorado hasta este punto. Al vivir según las filosofías de Satanás, me había vuelto totalmente falso y egoísta. No me atreví a señalar los problemas que noté en otros y carecía de sinceridad y amor genuino por los demás. Tampoco contaba con un sentido de la responsabilidad hacia mis deberes. Todo lo que hice le causó perjuicios a la obra de la iglesia. Comía, bebía y disfrutaba todo lo que Dios me había dado, pero no tuve en cuenta Sus intenciones en absoluto. Una y otra vez, apoyé a la falsa líder y le hice daño a la obra de la iglesia. No era más que un traidor ingrato, sin humanidad ni razón. ¡Alguien como yo no era en absoluto digno de ser líder, mucho menos de vivir ante Dios! La destitución de mi puesto por parte de la iglesia fue una manifestación de la justicia de Dios y la consecuencia de mis propios actos. Al reconocerlo, me sentí lleno de arrepentimiento y remordimiento.
Después, oré a Dios para buscar una senda que me permitiera resolver mi carácter corrupto. Un día, leí estas palabras de Dios: “Si quieres cumplir con tus deberes bien y satisfacer las intenciones de Dios, primero debes aprender a trabajar en armonía con los demás. Al cooperar con tus hermanos y hermanas, debes considerar lo siguiente: ‘¿Qué es la armonía? ¿Está mi discurso en armonía con ellos? ¿Están mis pensamientos en armonía con ellos? ¿Está mi forma de hacer las cosas en armonía con ellos?’. Plantéate cómo cooperar en armonía. A veces, la armonía significa paciencia y tolerancia, pero también mantenerse firme y defender los principios. La armonía no significa transigir sobre los principios para facilitar las cosas, tratar de ser ‘complaciente’ o seguir la senda de la moderación; y, ciertamente, no significa congraciarse con alguien. Estos son principios. Una vez que los hayas captado, sin darte cuenta hablarás y actuarás según las intenciones de Dios, y vivirás la realidad de la verdad; de este modo es fácil lograr la unidad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La cooperación en armonía). “¿Qué es la colaboración? Debéis ser capaces de conversar de las cosas unos con otros y de expresar vuestros puntos de vista y opiniones; debéis complementaros y supervisaros unos a otros, pedir ayuda unos a otros, hacer indagaciones y recordaros asuntos unos a otros. De eso se trata colaborar en armonía. Pongamos, por ejemplo, que manejas un tema de acuerdo con tu propia voluntad y alguien dice: ‘Lo has hecho mal, completamente en contra de los principios. ¿Por qué lo manejaste como quisiste, sin buscar la verdad?’. A eso respondes: ‘Es verdad, ¡me alegra que me lo hayas advertido! Si no lo hubieses hecho, ¡hubiera sido un desastre!’. Eso es que se recuerden cosas mutuamente. ¿Qué es, entonces, supervisarse unos a otros? Todo el mundo tiene un carácter corrupto y puede ser superficial al llevar a cabo su deber, protegiendo solo su propio estatus y su orgullo y no los intereses de la casa de Dios. Esos estados se encuentran en cada una de las personas. Si te enteras de que una persona tiene un problema, deberías tomar la iniciativa de compartir con ella y recordarle que debe cumplir su deber de acuerdo con los principios, al tiempo que permites que te sirva de advertencia a ti también. Eso es supervisión mutua. ¿Qué función cumple la supervisión mutua? Está destinada a salvaguardar los intereses de la casa de Dios y también a evitar que la gente tome la ruta incorrecta” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). A partir de las palabras de Dios, comprendí que todos tenemos un carácter corrupto, así como defectos y carencias. Para la iglesia, es significativo disponer que los líderes y obreros cooperen en sus deberes, con el propósito de supervisarse, recordarse diversos aspectos, complementarse, controlarse unos a otros y evitar perturbaciones y trastornos a la obra de la iglesia derivados de acciones fundadas en sus actitudes corruptas. Al cumplir con los deberes en colaboración, también deben existir principios. En asuntos que no involucren los principios-verdad, podemos practicar la tolerancia y la paciencia. Sin embargo, cuando se trata de asuntos relacionados con los principios-verdad y los intereses de la iglesia, no debemos ceder ni transigir. Debemos defender los principios y mantenernos firmes. Esto es proteger los intereses de la iglesia y ser responsables respecto a la obra. Ante las indicaciones y la ayuda de otros, quienes verdaderamente aceptan la verdad son capaces de recibirla de parte de Dios, reflexionar y conocerse a sí mismos, y corregir rápidamente los problemas e irregularidades. No solo no sienten resentimiento hacia los demás, sino que también lo agradecen de corazón. Pero yo, de manera absurda, creía que señalar los problemas de alguien dañaría la relación y ofendería a la persona. Así que simplemente la consentía y la justificaba, sin exponerla ni informar sobre sus problemas. Como resultado, la obra de la iglesia se retrasó y acumulé transgresiones. Comprendí que ser un complaciente le hace daño tanto a los demás como a mí mismo.
Más tarde, leí más palabras de Dios: “Si tienes las motivaciones y la perspectiva de una ‘complaciente’, entonces, en todos los asuntos, serás incapaz de practicar la verdad y acatar los principios, y fracasarás y caerás siempre. Si no despiertas y no buscas nunca la verdad, entonces eres un incrédulo, y nunca obtendrás la verdad y vida. Así pues, ¿qué deberías hacer? Cuando te enfrentes con esas cosas, debes orar a Dios y llamarle, suplicando salvación y pidiéndole que te otorgue más fe y fuerza, y te permita acatar los principios, hacer lo que debas hacer, manejar las cosas de acuerdo con los principios, mantenerte firme en la posición que debes defender, proteger los intereses de la casa de Dios y evitar que entre algo perjudicial en la obra de la casa de Dios. Si puedes rebelarte contra tus propios intereses, tu orgullo y tu punto de vista de complaciente y si haces lo que debes hacer con un corazón honesto e íntegro, entonces habrás derrotado a Satanás y habrás ganado este aspecto de la verdad. Si siempre continúas viviendo según la filosofía de Satanás, proteges tus relaciones con los demás, nunca practicas la verdad y no te atreves a acatar los principios, ¿podrás entonces practicar la verdad en otros asuntos? Seguirás sin tener fe ni fuerza. Si nunca eres capaz de buscar o aceptar la verdad, entonces ¿esa fe en Dios te permitirá obtener la verdad? (No). Y si no puedes obtener la verdad, ¿puedes ser salvado? No puedes. Si siempre vives según la filosofía de Satanás, totalmente desprovisto de la realidad-verdad, entonces nunca podrás ser salvado” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me brindaron una senda de práctica. Cuando me encuentre de nuevo en una situación en la que quiera ser una persona complaciente, necesito orar a Dios de inmediato y pedirle fortaleza para poder dejar de lado mis propios intereses y actuar de acuerdo con los principios asegurando que la obra de la iglesia no se vea afectada. Esta es la responsabilidad que uno debe cumplir como ser creado. Si me aferro constantemente a la idea de ser complaciente y todo el tiempo trato de proteger mis relaciones con los demás, mi carácter satánico que me predispone a complacer a los demás nunca cambiará y, en última instancia, nunca obtendré la verdad y mucho menos recibiré la salvación de Dios. Así que muy dentro de mí decidí: “Sin importar qué tipo de personas, acontecimientos o cosas enfrente en el futuro, ya no permitiré que mi carácter corrupto me limite. Debo defender los principios para proteger la obra de la iglesia y ser una persona responsable”.
Unos meses después, me eligieron de nuevo líder de la iglesia. Noté que Zhang Jie, la diaconisa de asuntos generales, tenía un carácter muy arrogante. Era autoritaria y dictatorial respecto a sus deberes, intentaba encargarse de todo por su cuenta y no cooperaba con los demás. Entonces, quise compartir con ella para exponer la naturaleza y las consecuencias de ese enfoque. Sin embargo, cuando pensé en que acababa de llegar a esta iglesia y necesitaba su ayuda y cooperación para muchas tareas, me preocupaba qué haría si hablaba con demasiada franqueza y ella no era capaz de aceptarlo. Pensé que sería mejor no ofenderla y limitarme a decir unas pocas palabras. En ese momento, recordé los fracasos que había experimentado en el pasado por actuar como alguien complaciente, y tuve un profundo sentido de culpa. Reflexioné: “Ya que he detectado los problemas de Zhang Jie, debería corregirlos y ayudarla. Es una obrera y, si no puede colaborar en armonía con los demás, seguramente la obra se verá afectada”. Así que oré a Dios y le pedí que me guiara para practicar la verdad y proteger la obra de la iglesia. Después de orar, me sentí fortalecido. Recurrí a las palabras de Dios para hablar con Zhang Jie y diseccionar sus problemas y también compartí mis propias experiencias para ayudarla. Zhang Jie aceptó mi orientación y ayuda, reflexionó y llegó a conocerse a sí misma. Más tarde, fue capaz de cooperar normalmente con los demás. Ver este resultado me llenó de alegría. Cuando practiqué la verdad y dejé de ser un complaciente, no ofendí a los demás como imaginaba. Practicar de esta manera no solo benefició la vida de los hermanos y hermanas, sino que también protegió la obra de la iglesia. Comprendí que una persona solo puede cumplir bien con sus deberes si practica las palabras de Dios y aborda los asuntos conforme a los principios. ¡Gracias a Dios!
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