Las lecciones amargas de ser una persona complaciente
Por Fanyi, ChinaEn febrero de 2021, Wang Hua y yo fuimos elegidos líderes de la iglesia. Dado que ella tenía experiencia previa como líder...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
A mediados de junio de 2023, me eligieron líder de la iglesia. Después de unos días de familiarizarme con el trabajo, mi compañera, la hermana Yang Xin, y yo dividimos nuestras responsabilidades del trabajo de la iglesia. Yo estaba a cargo principalmente del trabajo evangélico y del de depuración. Recordé que, no mucho antes, habían destituido a algunos líderes y obreros a cargo del trabajo evangélico por no hacer trabajo real. Algunas de las cosas que hicieron tenían una naturaleza malévola e iban en contra de los arreglos del trabajo. Hacían las cosas a su manera y engañaban tanto a sus superiores como a sus subordinados, lo que causó graves trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia, hasta que finalmente los expulsaron. Me preocupaba que también revelaran que era una falsa líder si no hacía bien el trabajo evangélico. Si perjudicaba el trabajo y acumulaba demasiadas transgresiones, podría tener un desenlace y un destino que no eran positivos. Con esto en mente, ya no quise estar a cargo del trabajo evangélico. Pero también sentía que pensar así no estaba de acuerdo con la intención de Dios, así que acepté la responsabilidad a regañadientes.
Unos días después, un líder de nivel superior envió una carta en la que podaba a Yang Xin por haber realizado sus deberes con lentitud cuando había estado a cargo del trabajo evangélico anteriormente y por no haber trabajado en armonía con los trabajadores evangélicos, lo que había retrasado dicho trabajo. Cuando Yang Xin leyó la carta, se sintió tan angustiada que se puso a llorar. Compartí con ella que debía afrontar la situación de manera correcta, pero en mi interior me sentía profundamente agitada y pensé: “Ahora estoy a cargo del trabajo evangélico. ¿Podré hacerlo bien? Si retraso el trabajo, la próxima a la que podarán seré yo. No tengo capacidad de trabajo y también tengo deficiencias cuando se trata de abordar las nociones y dificultades de los destinatarios potenciales del evangelio. Si retraso el trabajo evangélico, eso sería una acción malvada y, si los líderes de nivel superior me responsabilizan, no solo me podarían, sino que también me podrían destituir. Si acumulo acciones malvadas en lugar de buenas al hacer mis deberes, ¿podré obtener aún la aprobación de Dios?”. Empecé a sentir que los deberes de un líder no eran fáciles de realizar y pensé en renunciar una vez que encontraran a una persona adecuada para reemplazarme. Después, me volví muy pasiva en mis deberes. Yang Xin me recordó que debía reasignar a los trabajadores evangélicos que no eran aptos y me recordó cómo dar seguimiento al trabajo evangélico y cómo implementarlo, pero solo la escuché sin involucrarme de verdad. Un día, se me enrojeció e hinchó el rostro de forma repentina. Dos días después, la hinchazón aún no había disminuido. En mi corazón empecé a preguntarme: “¿Será que Dios me está disciplinando? Dios me ha concedido la oportunidad de formarme como líder; sin embargo, soy una cobarde y quiero rechazar mi deber. ¿No es esto una traición a Dios?”. Entonces, oré y busqué a Dios en mi estado actual.
Mientras buscaba, encontré las palabras de Dios: “Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Las palabras de Dios son muy claras: quienes temen asumir responsabilidades solo se preocupan por sus propios intereses. No están dispuestos a sufrir ni a hacer sacrificios al hacer sus deberes. Las personas así son egoístas, despreciables y las más arteras de todas. Por el contrario, quienes son leales a Dios tienen el valor de asumir grandes cargas y son capaces de dar un paso al frente y hacerse cargo del trabajo de la casa de Dios en momentos críticos. Hice introspección y pensé en cuando me enteré de que me habían elegido líder para ponerme a cargo del trabajo evangélico, cómo no dejaba de darle vueltas en la cabeza, sopesaba la decisión con cuidado, pensaba si ese deber me beneficiaría y me preocupaba que me pudieran destituir o echar si trastornaba o perturbaba el trabajo. Por esta razón, dudé en aceptar este deber. Más tarde, aunque lo acepté a regañadientes, me pasaba los días sintiéndome como un pájaro sobresaltado, temía asumir la responsabilidad de hacer mal el trabajo y hasta pensaba en renunciar. Una simple asignación de mi deber me hacía reflexionar y calcular sin cesar. ¡Era realmente falsa! También me di cuenta de que no importa el deber que uno haga en la casa de Dios, debe cumplirlo conforme a los principios-verdad para hacerlo bien. Si uno actúa de manera imprudente y sin principios, lo que retrasa el trabajo, debe asumir esa responsabilidad. Esto no solo es cierto para el deber de un líder, sino para cualquier deber que uno haga. Así que oré a Dios: “Dios, mi constante deseo de eludir mi deber como líder no está de acuerdo con Tus intenciones. No quiero seguir evadiendo mis responsabilidades. Te pido que me des la fe y la fortaleza necesarias para asumir este deber”. Después de eso, me volví más proactiva en mis deberes, participé activamente en el trabajo evangélico, me familiaricé con los detalles del trabajo, di seguimiento a los asuntos y los supervisé. Después de trabajar con esta dedicación durante un tiempo, el trabajo evangélico progresó un poco.
En julio de 2023, la iglesia fue sometida a los arrestos del PCCh, y muchos hermanos y hermanas fueron detenidos. Entre ellos había un judas que reveló los nombres de 32 personas y hasta señaló a la policía los hogares de esos hermanos y hermanas. Estaba furiosa. Cuando pensé en el trabajo que habría que hacer para lidiar con las consecuencias, me sentí algo preocupada y pensé: “Han vendido a muchos hermanos y hermanas, ¿cómo voy a hacer para lidiar con las consecuencias? Si no manejo bien la situación y se dañan los libros de las palabras de Dios o arrestan a más hermanos y hermanas, ¡eso sería una transgresión grave!”. Pensar en estas cosas me puso muy tensa y sentí que los riesgos que debe asumir un líder eran realmente muy grandes. Afortunadamente, Yang Xin trabajaba conmigo para lidiar con las consecuencias. Llevaba más tiempo cumpliendo sus deberes que yo y, con ella al mando, se alivió un poco la presión que sentía. Pero, solo unos días después y para mi sorpresa, a Yang Xin le surgió un asunto de última hora y tuvo que irse. Entré en pánico y pensé: “¿Cómo se supone que voy a manejar todo este trabajo por mi cuenta? Si no lo hago bien y causo daños, ¡toda la culpa recaerá sobre mí!”. Mi corazón se llenó de arrepentimiento y pensé: “Si no hubiera aceptado este deber, no tendría que cargar con una responsabilidad tan pesada”. Pero ahora no había nadie más para lidiar con las consecuencias y no podía limitarme a dejar el trabajo sin hacer. Así que oré a Dios para pedirle que protegiera y calmara mi corazón. Dije: “Dios, no puedo limitarme a ignorar este trabajo. Debo hacer todo lo posible para sacarlo adelante. Te pido que me quites este temor que siento dentro de mí y me des fe”.
Más adelante, no paraba de caer en este estado. Por un lado, quería cumplir bien con mi deber, pero, por el otro, temía que perjudicaría el trabajo si manejaba mal las cosas, lo que sería una transgresión de la que tendría que hacerme responsable. Me sentía muy angustiada, así que busqué las palabras de Dios para leer. Un pasaje me conmovió de verdad. Dios Todopoderoso dice: “No es casualidad que los anticristos sean capaces de desempeñar su deber; sin duda, lo hacen con sus propias intenciones y propósitos y con el deseo de obtener bendiciones. Sea cual sea el deber que realicen, su propósito y actitud no se pueden separar, por supuesto, del afán de lograr bendiciones, un buen destino y buenas expectativas y un buen porvenir. Piensan en esto y se preocupan día y noche. Son como empresarios que no hablan sobre nada que no sea su trabajo. Hagan lo que hagan los anticristos, todo está vinculado a la fama, las ganancias y el estatus; todo guarda relación con obtener bendiciones y expectativas y un porvenir. En el fondo, su corazón está lleno de estas cosas; esta es la esencia-naturaleza de los anticristos. Precisamente debido a esta clase de esencia-naturaleza, los demás pueden ver con claridad que al final van a acabar descartados” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). Las palabras de Dios me hicieron dar cuenta de que los anticristos siempre consideran sus propios intereses cuando cumplen sus deberes en la casa de Dios. Dan gran importancia a su desenlace y destino. Cada vez que algo amenaza estas cosas, siempre eligen proteger sus propios intereses, se dejan una vía de escape y no tienen lealtad a su deber. Yo estaba comportándome exactamente como un anticristo. Pensaba sin cesar en cómo evitar asumir responsabilidades y asegurarme un buen desenlace y destino, en lugar de pensar en el trabajo de la iglesia. Cuando el PCCh hizo arrestos en la iglesia, temía que me hicieran responsable si lidiaba mal con las consecuencias y que no tendría un buen desenlace si perjudicaba mucho el trabajo. Como consecuencia, me eché atrás. Cuando vi que Yang Xin se había ido y que yo era la única que quedaba para ocuparme de este trabajo, me preocupé aún más, porque sentía que toda la culpa recaería sobre mí si no manejaba bien las cosas, así que me arrepentí de haber aceptado el deber de liderazgo. Era plenamente consciente de que, como líder de la iglesia, era urgente lidiar con las consecuencias en ese momento crítico, pero seguía priorizando constantemente mis propios intereses y sopesaba los pros y los contras. Apenas vi que mi desenlace y mi destino podían estar en riesgo, quise dejarme una vía de escape. Vi lo egoísta y despreciable que era y cómo mi carácter era igual que el de un anticristo. Sabía que, si no me arrepentía y cambiaba, en última instancia, Dios me revelaría y descartaría. Entonces, oré a Dios: “Dios, ya no quiero centrarme en mis propios intereses. Estoy dispuesta a asumir esta carga”.
Luego, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios-verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia-naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y revelaciones de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, incrédulos y solo pueden ser descartados. […] Dime, si una persona ha cometido un error pero es capaz de comprender de verdad y está dispuesta a arrepentirse, ¿no le daría una oportunidad la casa de Dios? A medida que el plan de gestión de seis mil años de Dios se acerca a su fin, hay muchos deberes que deben cumplirse. Pero si careces de conciencia o de razón y no atiendes al que es tu trabajo, si has obtenido la oportunidad de cumplir con un deber, pero no sabes atesorarla, no persigues la verdad en lo más mínimo, con lo que permites que se te escape tu mejor momento para ello, entonces serás expuesto. Si eres sistemáticamente superficial en el cumplimiento de tu deber, y no te sometes en absoluto cuando te enfrentas a la poda, ¿te utilizará aún la casa de Dios para cumplir con un deber? En la casa de Dios, lo que reina es la verdad, no Satanás. Dios tiene la última palabra sobre todo. Es Él quien está haciendo la obra de salvar al hombre, es Él quien es soberano sobre todas las cosas. No hay necesidad de que analices lo que está bien y lo que está mal; lo único que tienes que hacer es escuchar y someterte. Cuando te enfrentes a la poda, debes aceptar la verdad y ser capaz de corregir tus errores. Si lo haces, la casa de Dios no te despojará de tu derecho a cumplir con un deber. Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser revelado y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Después de leer las palabras de Dios, entendí que Dios es justo con todos y que la casa de Dios también trata a todos según los principios-verdad. No se condena ni se descarta a nadie por cometer un solo error. Recordé que, cuando antes hacía el trabajo de depuración, me había comportado según mi carácter arrogante y había juzgado mal a alguien, sin seguir los principios. Más tarde, me di cuenta de mi error y me arrepentí profundamente, pero la iglesia no me destituyó ni me descartó solo por haber cometido ese error. Vi que cometer errores no es algo aterrador en sí mismo, sino que lo importante es que una persona pueda aceptar la verdad y arrepentirse de forma genuina tras cometer un error. A algunas personas se las revela como anticristos no porque hayan cometido un único error, sino porque no cumplen con las exigencias ni los principios de la casa de Dios al hacer sus deberes y actúan de forma imprudente. Incluso después de recibir pláticas y ayuda, no solo no consiguen cambiar, sino que se niegan a escuchar, discuten e insisten en seguir por su propio camino, lo que perturba gravemente el trabajo de la iglesia. Solo se las expulsa después de que se niegan por completo a arrepentirse. Algunos hermanos y hermanas también transgreden, pero son capaces de buscar la verdad, encontrar la raíz de su resistencia a Dios, arrepentirse de forma genuina, cambiar y hacer sus deberes conforme a los principios-verdad. La casa de Dios sigue promoviendo y utilizando a las personas así. Vi que Dios da a todos muchas oportunidades para arrepentirse y que Su esencia es justa y fiel. Sabía que no podía seguir desconfiando de Dios ni eludiendo mis deberes.
Más adelante, mi mentalidad para hacer mis deberes mejoró y la iglesia eligió a otra hermana para colaborar conmigo. No mucho después, oí que habían arrestado a otros veinte hermanos y hermanas, y que la policía había ido a advertirles para obligarlos a firmar las “Tres declaraciones”. Cuando oí la noticia, volví a sentir miedo y me preocupó que me hicieran responsable si no manejaba bien el trabajo de lidiar con las consecuencias. Cuando tuve estos pensamientos, me di cuenta de que mi estado no era el correcto, así que oré a Dios en mi corazón. Recordé las palabras de Dios: “Las personas deben hacer todo lo posible para lograr lo que son capaces de alcanzar; todo lo demás depende de que Dios lo haga, de que ejerza Su soberanía, lo orqueste y guíe. Esto es lo que menos nos preocupa. Tenemos a Dios detrás de nosotros. No solo tenemos a Dios en nuestro corazón, sino que también poseemos una fe genuina. Esto no es solo apoyo espiritual; de hecho, Dios está en lo secreto, y está junto a las personas, todo el tiempo presente con ellas. Siempre que alguien haga algo o cumpla algún deber, Él está observando; está allí para ayudarte en cualquier momento y lugar, te protege y te cuida. Lo que las personas deben hacer es esforzarse al máximo para cumplir con lo que deben. En tanto tomes consciencia, lo sientas en tu corazón, lo veas en las palabras de Dios, la gente a tu alrededor te lo recuerde, o recibas alguna señal o presagio de parte de Dios que te brinde información —que es algo que deberías hacer, que es lo que Dios te encomienda—, debes cumplir con tu responsabilidad y no quedarte de brazos cruzados sin hacer nada ni observar desde afuera. No eres un robot; tienes mente y pensamientos. Cuando algo ocurre, sabes con certeza lo que deberías hacer y, sin duda, tienes sentimientos y conciencia. Entonces, pon en práctica esos sentimientos y esa conciencia en las situaciones reales, vívelos y conviértelos en tus acciones, y de esta manera habrás cumplido con tu responsabilidad. Respecto a lo que puedas darte cuenta, debes practicar según los principios-verdad que comprendes. Así, estás haciendo todo lo posible y poniendo tu máximo esfuerzo en cumplir con tu deber” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (21)). Las palabras de Dios me dieron fe y fortaleza. Lo primero que tenía que hacer era asumir mis responsabilidades, hacer todo lo posible por salvaguardar los intereses de la casa de Dios, proteger la seguridad de mis hermanos y hermanas y minimizar las pérdidas tanto como fuera posible. Esa era mi responsabilidad. No podía ser tan egoísta y despreciable y seguir centrándome solo en mi futuro y destino. Al hacer memoria sobre cómo siempre intentaba protegerme a mí misma y eludir las responsabilidades, me di cuenta de que, esta vez, debía practicar la verdad y tener el valor de asumirlas. Incluso si tenía algunas desviaciones en el proceso, debía asumir las responsabilidades que me correspondían. Para algunos asuntos complicados en los que no estaba segura de la acción adecuada, podía pedir a los líderes superiores que me orientaran y, si había errores o lagunas en mi trabajo, debía resumirlos y corregirlos a tiempo. Más tarde, colaboré con la hermana con la que trabajaba para manejar el trabajo de lidiar con las consecuencias, compartimos las intenciones de Dios con los hermanos y hermanas y hablamos sobre cómo cumplir con nuestros deberes durante ese momento difícil. Los hermanos y hermanas colaboraron de forma activa y completamos con rapidez el trabajo de lidiar con las consecuencias.
Ahora ya no pienso en mis propios intereses, mi desenlace ni mi destino, como solía hacerlo. En cambio, cumplo mis deberes de todo corazón, que se siente mucho más en paz. Si no hubiera pasado por esta revelación, no habría reconocido mi carácter satánico ni mis opiniones incorrectas sobre la búsqueda. ¡Doy gracias a Dios por guiarme para aprender estas lecciones!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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