¿Perseguir un matrimonio perfecto lleva a la felicidad?
Después de conocernos y amarnos durante ocho años, mi esposo y yo estábamos por comprometernos, cuando de repente me enfermé y perdí la capacidad de tener hijos. En ese momento, estaba completamente desanimada y perdí el valor para seguir viviendo. La familia de mi esposo se enteró de que yo no podía tener hijos y lo instó a dejarme, pero él ignoró la disuasión de su familia y decidió con determinación casarse conmigo. La lealtad inquebrantable de mi esposo reavivó mi esperanza en la vida, y le estaba muy agradecida. Al mismo tiempo, sentía una gran tristeza por no poder tener hijos y que estaba en deuda con mi esposo. Por dentro, me dije en secreto que necesitaba apreciar debidamente nuestra unión que tanto esfuerzo había costado. Después de casarme, mantuve la casa en perfecto orden para que mi esposo pudiera estar tranquilo mientras salía a trabajar. Tanto en asuntos importantes como triviales, hice todo lo posible por ponerlo primero, y me aseguré de respetarlo ante familiares y amigos. Después de dos años de casados, como mi esposo no quería que yo viviera culpándome por no poder tener hijos, adoptó un niño. Esto llenó nuestro hogar de mucha más alegría y risas, y ahora sentía que era aún más acogedor.
En enero de 2009, mi prima me transmitió el evangelio del reino de Dios Todopoderoso. Las palabras de Dios Todopoderoso tenían gran autoridad y poder, y me sentí profundamente atraída por ellas. Después de eso, leía a menudo las palabras de Dios y hablaba con los hermanos y hermanas sobre lo que comprendíamos de Sus palabras. Comprendí que la obra de Dios de los últimos días era salvar a la humanidad, que Satanás había dañado a muchas personas que aún no habían llegado a Dios, y que era nuestra responsabilidad y obligación llevarlas a Dios para que acepten Su salvación. Quería aportar a la obra evangélica. Al poco tiempo, por la gracia de Dios, asumí mi deber en la iglesia. Pensé: “Qué grandioso sería dar testimonio del evangelio de Dios a mi esposo y que me acompañara en mi fe en Dios”. Pero después de escucharme, mi esposo dijo con desdén: “No existe ningún Dios en este mundo”, y agregó que él es materialista. Mi esposo vio que yo estaba bastante entusiasmada con mi fe en Dios y, por curiosidad, se puso a investigar un poco en línea. Encontró mucha propaganda negativa inventada por el Partido Comunista Chino (PCCh) para difamar a la iglesia y blasfemar contra Dios, y entonces me preguntó nervioso: “¿Crees en Dios Todopoderoso? Eso hará que te arresten. Creer en Dios significa renunciar a tu familia y tu trabajo. ¡No te dejes embaucar por esto!”. También dijo que fue a la Oficina de Protección de Seguridad Nacional para averiguar, y le dijeron que, en cualquier familia con alguien que creyera en Dios Todopoderoso, los niños no podrían convertirse en funcionarios públicos ni unirse al ejército en el futuro, y todos los demás miembros de la familia quedarían implicados. Dijo que, si continuaba por esa senda, tarde o temprano me arrestarían. Al escuchar las palabras de mi esposo, me sorprendí mucho. El PCCh incluso estaba utilizando a miembros de la familia para denunciar a los creyentes en Dios. ¡Era tan perverso! Le dije deprisa a mi esposo: “No creas los rumores que ves en Internet. El PCCh inventa todo. Y solo porque crea en Dios, no significa que quiera renunciar a mi familia y mi trabajo”. Sin embargo, él no me creyó nada y siguió del lado del PCCh. Mi única opción fue seguir creyendo en secreto a sus espaldas.
Un año después, mi esposo vio que yo seguía creyendo en Dios, y le preocupaba que me arrestaran y que involucrara a nuestra familia, lo que afectaría su reputación. Recuerdo que incluso una vez se arrodilló y me rogó que dejara de creer. Ver a mi esposo de rodillas, suplicándome, me sorprendió bastante. Por lo general actuaba como un machista, pero allí estaba, arrodillado y suplicándome. Recordé lo mucho que se preocupaba por nuestra familia y pensé: “Si no lo escucho, ¿seguirá tratándome como antes? ¿Discutiremos seguido por esto? ¿Llegará el momento en que no nos llevemos bien?”. Al reflexionar sobre esto, me sentí un poco débil y pensé: “Tal vez deba salir menos en el futuro. Pasaré los fines de semana en casa con él para que no se preocupe tanto”. Pero luego pensé: “Si lo escucho y dejo de creer en Dios, perderé mi oportunidad de alcanzar la salvación. ¡Eso no puede pasar!”. También pensé: “Tal vez el PCCh logró desorientar temporalmente a mi esposo. Las verdades que entiendo ahora son superficiales. En el futuro, si me tomo mi tiempo para hablar con él, tengo fe de que podrá ver la realidad sobre los rumores del Partido”. Sin embargo, más tarde, para hacerme abandonar mi fe en Dios, imprimió en secreto la propaganda negativa del PCCh en Internet y la trajo a casa para que la leyera. Me negué, pero me detuvo y me obligó a leerla. Inconscientemente, me aparté de él, y para mi sorpresa, esto enfureció a mi esposo. Me agarró del cuello, me empujó a un rincón, y, en un ataque de ira, me tomó violentamente del cuello con las manos. Había fiereza en su mirada. Me dijo enfurecido: “¡Hoy verás la verdad! ¡Tienes que darte cuenta!”. Me estaba estrangulando con tanta fuerza que me costaba respirar, y después de un buen rato, finalmente me soltó. Al ver lo que había hecho mi esposo, me quedé atónita. Desde que lo conozco, nunca me había puesto las manos encima. Ahora, se había vuelto violento conmigo por mi fe en Dios. Me sentí terriblemente agraviada, y las lágrimas corrían por mi rostro. Pensé: “¿Qué voy a hacer en el futuro? Si sigo creyendo en Dios y cumpliendo con mi deber, mi esposo seguro que dejará de tratarme bien. Entonces, ¿cuánto tiempo podrá durar nuestra familia? Pero si abandono mi fe en Dios, perderé mi oportunidad de ser salva. Que Dios se hiciera carne para expresar verdades y salvar a la humanidad es una oportunidad extremadamente rara que no puedo permitirme perder”. Estaba sufriendo y muy conflictuada y no sabía qué hacer. Acudí a Dios y oré: “Dios, mi estatura es demasiado poca. Te pido que me esclarezcas y me guíes para permanecer firme en medio de estas circunstancias”. Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Desde la creación del mundo, he empezado a predestinar y seleccionar a este grupo de personas; a saber, vosotros los de hoy. Vuestro temperamento, calibre, aspecto y estatura, la familia en la que naciste, tu trabajo y tu matrimonio; tú en tu totalidad, incluso el color de tu pelo y tu piel, y el momento de tu nacimiento; todo fue dispuesto por Mis manos. Arreglé con Mi mano las cosas que haces y las personas que te encuentras todos los días, por no mencionar el hecho de que traerte a Mi presencia hoy se hizo en realidad por Mi arreglo. No te entregues al desorden; debes proceder con calma” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 74). Las palabras de Dios me hicieron darme cuenta de que el destino del hombre está en manos de Dios. Dios ordenó el trabajo, el matrimonio y la familia de una persona mucho tiempo atrás. Que mi familia se separara o no dependía de la soberanía y las disposiciones de Dios, y yo no tenía control sobre si mi esposo iba a divorciarse o no de mí. Debía someterme a la soberanía y las disposiciones de Dios y cumplir bien con mi deber como ser creado. Después de entender las intenciones de Dios, mi corazón se tranquilizó un poco.
Más tarde, leí las palabras de Dios: “Debes poseer Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen. Sin embargo, por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna fuerza oscura. Confía en Mi sabiduría para seguir el camino perfecto; no permitas que triunfe ninguna de las tramas de Satanás. Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón ante Mí, y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Al reflexionar en las palabras de Dios, me di cuenta de que, debido a mi afecto, casi había caído víctima del astuto plan de Satanás. El PCCh difundió estos rumores en línea para difamar a la iglesia, desorientar a nuestros familiares no creyentes y usarlos a ellos para obstruirnos y perseguirnos, y lograr que nos apartemos de Dios y lo rechacemos. Al principio, mi esposo no me persiguió, pero después de ver esos rumores en línea, hizo todo lo posible para ejercer su oposición y persecución. Usó todo tipo de tácticas para hacerme renunciar a mi fe en Dios y actuó como un instrumento de Satanás. No podía dejar de cumplir con mi deber por la persecución de mi esposo. ¿No significaría eso que había sucumbido al astuto plan de Satanás? Las palabras de Dios dicen: “Debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen”. En cuanto a los asuntos cotidianos, podía escuchar a mi esposo, pero con respecto a mi fe en Dios, debía tener mi postura y mis principios personales. No podía renunciar a creer en Dios por su persecución. Tenía que combatirla con sabiduría. Después de eso, comencé a cumplir con mi deber por las noches, y le decía a mi esposo que estaba asistiendo a una clase, mientras iba a trabajar normalmente durante el día. Las cosas continuaron así discretamente por un tiempo, y mi esposo no discutía conmigo sobre mi fe en Dios. Después de un tiempo, comenzó a sospechar. Empezó a acecharme en secreto. A menudo revisaba mi bolso. Encontró los libros de las palabras de Dios y las notas de mi devoción espiritual que había escondido en el armario, y me señaló enojado, diciendo: “¡Sí que eres terca! ¡Voy a quemar todos estos libros tuyos, y veremos cómo haces para seguir creyendo!”. En ese momento, me asusté bastante. Temía que realmente los fuera a quemar, y entonces, cuando él no estaba en casa, los llevé en secreto a la casa de una hermana para mantenerlos a salvo. Debido a la persecución de mi esposo, no podía hacer devociones espirituales ni leer las palabras de Dios con normalidad en casa, así que no tuve más opción que alquilar mi propio apartamento. Todos los días, antes de volver a casa, leía las palabras de Dios en ese espacio alquilado.
En mayo de 2012, como mi esposo había ido a la Oficina de Protección para informarse sobre la fe en Dios, alguien de la oficina empezó a vigilarlo. Por lo general, se comunicaban con él a través de WeChat con el pretexto de ver cómo estaba porque les preocupaba, y le preguntaron dónde trabajaba yo. Como resultado, el PCCh me siguió de cerca durante más de dos meses, y me terminaron arrestando en una reunión. Después de liberarme, temía que, si me seguían, causaría problemas para los hermanos y hermanas, así que dejé de reunirme por un tiempo y normalmente solo leía las palabras de Dios en secreto cuando mi esposo no estaba. Un día, mi esposo se dio cuenta de que yo seguía creyendo en Dios, y me preguntó seriamente: “¿Puedes dejar de creer? Si sigues creyendo y te arrestan de nuevo, ¿sabes cómo afectará mi reputación? ¿Has considerado mis sentimientos o el futuro de nuestro hijo? ¿No llevamos una buena vida los tres? Si no eres feliz, podemos irnos de viaje. También podría comprarte un coche pequeño. Si hay algo que quieras, puedo conseguirlo. ¿Por qué insistes en seguir esta senda?”. En ese momento, me sentí un poco tentada y débil. Pensé que ser feliz junto con mi familia sonaba bastante bien, y quise aceptar la propuesta de mi esposo. Pero pensar en no creer en Dios me puso muy triste. Enseguida, oré: “Dios, quiero creer en Ti y cumplir con mi deber, pero no quiero que mi familia se separe. Te pido la fe y la determinación para soportar el sufrimiento y poder superar esta tentación de Satanás”. Después de eso, pensé en las palabras de Dios: “Si, en el camino hacia el amor a Dios, eres capaz de ponerte de Su lado cuando lucha con Satanás y no vuelves a éste, habrás conseguido el amor a Dios y te habrás mantenido firme en tu testimonio” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Las palabras de Dios me dieron fe y fortaleza. Ante estas circunstancias, tuve que ponerme del lado de Dios y humillar a Satanás. Mi esposo temía que, si me arrestaban nuevamente, eso influiría en su reputación y lo avergonzaría ante familiares y amigos, así que usó los placeres materiales para seducirme para que cediera. Pero yo no mostré discernimiento, y cuando mi esposo satisfizo mis placeres materiales, fui tentada, incluso hasta quería satisfacer a mi esposo y perseguir la felicidad familiar carnal. Mi estatura realmente era muy poca. Además, antes de que me arrestaran, para hacerme abandonar mi fe en Dios, mi esposo había usado todo tipo de medios para vigilarme, rastrearme y revisar mi bolso. Hasta quiso quemar mis libros de las palabras de Dios. Mi esposo no estaba siendo bueno de verdad conmigo. Solo me estaba ofreciendo estos beneficios para hacerme abandonar mi fe. No podía sucumbir al astuto plan de Satanás. Entonces, le dije a mi esposo: “El hombre es creación de Dios, y adorar a Dios es correcto y apropiado”. Mi esposo respondió con desdén: “La idea de que el hombre es creación de Dios proviene de la Biblia, que fue escrita por el mismo hombre, y aun así tú lo crees. ¡Realmente eres una ingenua!”. Al escuchar lo que decía, me di cuenta de que nuestras opiniones opuestas sobre creer en Dios eran irreconciliables. Estábamos transitando dos sendas separadas, y tarde o temprano, nuestro matrimonio tendría que terminar. Pero en mi interior, realmente estaba sufriendo, y pensé: “Realmente hemos pasado por mucho en nuestro tiempo de casados. Al principio, la lealtad inquebrantable de mi esposo me ayudó a atravesar el momento más difícil de mi vida. Si pierdo este matrimonio, ¿cómo se supone que seguiré viviendo en el futuro?”. Todavía me sentía en cierta forma en deuda con mi esposo y mi hijo. Pero luego pensé: “Dios es la fuente de la vida del hombre, y no tener a Dios equivale a no tener vida. Si escucho a mi esposo y no creo en Dios, no como ni bebo Sus palabras, habré abandonado la salvación de Dios y seguiré viviendo bajo el poder de Satanás. ¿No estaría viviendo entonces como muerta en vida? No puedo abandonar mi fe en Dios”. Así que oré a Dios y le pedí que me guiara para transitar la senda que tenía por delante.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Perniciosas influencias en lo profundo del corazón humano, como resultado de miles de años ‘del elevado espíritu nacional’ y el pensamiento feudal han dejado a las personas atadas y encadenadas, sin una pizca de libertad. Como resultado, son personas sin aspiraciones ni perseverancia, ni deseo de progresar, sino que permanecen negativos y retrógrados, con una mentalidad de esclavos particularmente fuerte, y así sucesivamente, estos factores objetivos les han impartido una desagradable imagen, de indeleble suciedad, a la actitud ideológica, los ideales, la moralidad y el carácter humanos. Al parecer, los seres humanos están viviendo en un mundo oscuro de terrorismo y nadie busca trascenderlo, nadie piensa en avanzar a un mundo ideal. Se contentan con su suerte en la vida y pasan sus días teniendo hijos y criándolos, esforzándose, sudando, atendiendo sus quehaceres, soñando con una familia agradable y feliz, el afecto conyugal, la piedad filial por parte de los hijos, unos últimos años gozosos y vivir una vida apacible… Durante decenas, millares, decenas de millares de años hasta ahora, las personas han malgastado así su tiempo; nadie ha creado una vida perfecta. Se han limitado a masacrarse unos a otros en este mundo oscuro, luchando por fama y fortuna, en intrigas los unos contra los otros. ¿Quién ha buscado alguna vez las intenciones de Dios? ¿Alguna vez le ha prestado alguien atención a la obra de Dios? Todas estas porciones dentro de los seres humanos, ocupados por la influencia de la oscuridad, se han convertido hace mucho tiempo en naturaleza humana, de manera que es bastante difícil llevar a cabo la obra de Dios, y hoy las personas tienen aún menos ánimo de prestar atención a lo que Dios les ha confiado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (3)). A partir de lo expuesto en las palabras de Dios, encontré la raíz de mi dolor. Debido a que estaba atada y restringida por nociones tradicionales como: “El matrimonio, aunque sea breve, consolida el amor”, “Tomarse de la mano y envejecer juntos” y “Ser una buena esposa y una madre amorosa”, creía que tener amor conyugal, ser buena hija y pasar mi vida en paz era el significado de felicidad. Cuando mi esposo se negó a creer en Dios e incluso se opuso y me persiguió, siempre discutiendo conmigo sobre este asunto, temí que nuestro amor se desmoronara y que perdiéramos el hermoso matrimonio que teníamos, y quería hacer todo lo posible para preservarlo. Pero antes de creer en Dios, aunque mi esposo era bueno conmigo, y aunque nuestra familia era muy unida y nuestro matrimonio aparentaba ser armonioso, cada día estaba solo lleno de asuntos domésticos triviales, que a menudo me daban una especie de sensación de vacío interior. En realidad, eso no era felicidad verdadera. Ahora bien, si conservaba nuestra familia, mi carne estaría satisfecha, pero mi esposo no creía en Dios, perseguía las tendencias mundanas y seguía la senda de una persona del mundo. Parecíamos unidos, pero estábamos divididos en el corazón; no teníamos un lenguaje común, y mucho menos felicidad. Al observar las familias que conocía, muchas aparentaban ser felices y dichosas, pero no podían liberarse de su vacío interior. Por ejemplo, tenía una compañera de trabajo que, a pesar de tener un coche, una casa, una hija hermosa, una vida material aparentemente cómoda y un buen matrimonio, no era para nada feliz y a menudo le preocupaba que su esposo tuviera una aventura mientras asistía a compromisos fuera de casa. Para seguir luciendo joven, dedicaba mucho tiempo a mantener su salud y belleza, e incluso acompañaba a su esposo a todas partes. A menudo se lamentaba conmigo de lo agotadora que era su vida. Esto me hizo darme cuenta de que, por mucho que la gente disfrute de su vida material, no puede saciar el vacío de su corazón, y la armonía familiar no puede resolver sus necesidades espirituales. Si la gente no cree en Dios, por muchos placeres carnales que disfrute, todo es temporal. Cuando llegue la gran tribulación, esas personas carecerán de la protección de Dios y serán destruidas. Si yo eligiera seguir la senda de un no creyente, abandonando mi fe en Dios para buscar el amor conyugal y la felicidad familiar y satisfacer placeres carnales momentáneos, a la larga caería en el desastre y sería castigada. El hombre es creación de Dios, y solo si uno regresa al Creador y asume su deber puede su vida tener valor y significado. Tomemos como ejemplo a Pedro, quien escuchó el llamado del Señor Jesús y abandonó todo para seguirlo. Al final, ganó una verdadera comprensión de Dios y recibió Su perfección y Sus bendiciones. Su vida fue de lo más valiosa y significativa. En el futuro, tenía que perseguir la verdad y una vida con sentido adecuadamente. Más tarde, debido a los recortes de personal en mi empresa, me asignaron el trabajo de vendedora, lo que significa que no tenía que pasar todo el día en la oficina y podía cumplir con mi deber durante el día. Esto realmente fue Dios mostrándome el camino. Poco después, me volvieron a arrestar.
En diciembre de 2012, me arrestaron mientras difundía el evangelio y pasé quince días en la cárcel. Cuando llegué a casa, mi esposo me dijo abatido: “Sabes, ahora tienes antecedentes penales. Esta vez, traté de usar mis conexiones y le dije al capitán de la Oficina de Protección que no te incluyera en el expediente, pero dijo: ‘¡Los creyentes en Dios Todopoderoso son casos importantes! Es una orden de las autoridades centrales. No hay nada que puedas hacer’. Ahora nuestro hijo está atrapado en tus problemas y no podrá trabajar como funcionario público ni unirse al ejército en el futuro. Esta vez has involucrado a toda la familia. ¡Piensa en lo que le hiciste a mi reputación!”. Al oír esto, me indigné y pensé: “Creer en Dios ni siquiera es un delito, así que ¿por qué esto tiene que significar problemas para toda mi familia? ¡El PCCh es verdaderamente detestable!”. Mi esposo dijo luego: “No quiero seguir teniendo el alma en vilo así todo el tiempo. Puedes elegir entre dos sendas: Una, abandonar tu fe en Dios y continuar esta vida conmigo. La otra, el divorcio, y cada uno toma su camino y no interfiere en los asuntos del otro. Depende de ti”. Cuando escuché que mi esposo mencionó el divorcio, sentí que mi corazón se iba a romper. Pensé: “Nuestro hijo es todavía muy pequeño; ¿qué pasará con él después de nuestro divorcio?”. Como si esto fuera poco, no pude interactuar con los hermanos y hermanas durante ese tiempo porque me habían arrestado. Me sentí particularmente sola e indefensa y extrañaba los días que había pasado con los hermanos y hermanas. Durante ese tiempo, mi esposo llegaba tarde a casa todas las noches y a menudo estaba totalmente borracho. Aunque todavía vivíamos bajo el mismo techo, estábamos distanciados, y la calidez que alguna vez tuvo nuestro hogar había desaparecido hacía mucho tiempo. Yo era muy infeliz. Mi odio por el PCCh solo aumentó. Fueron sus rumores inventados los que causaron esto a mi familia. Pensé en dos pasajes de las palabras de Dios: “¿Antepasados de lo antiguo? ¿Amados líderes? ¡Todos ellos se oponen a Dios! ¡Su intromisión ha dejado todo lo que está bajo el cielo en un estado de oscuridad y caos! ¿Libertad religiosa? ¿Los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos? ¡Todos son trucos para tapar el pecado!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (8)). “¿Realmente odiáis al gran dragón rojo? ¿Verdaderamente, sinceramente, lo odiáis? ¿Por qué os he preguntado eso tantas veces? ¿Por qué sigo haciéndoos esta pregunta una y otra vez? ¿Qué imagen hay en vuestro corazón del gran dragón rojo? ¿Realmente la habéis quitado? ¿Verdaderamente no lo consideráis vuestro padre? Todas las personas deberían percibir Mi intención en Mis preguntas. No es para provocar la ira de las personas ni para incitar la rebeldía entre los hombres ni para que el hombre pueda encontrar su propio camino de salida, sino para permitirles a todas las personas liberarse de la esclavitud del gran dragón rojo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 28). A la luz de las palabras de Dios, vi claramente que el PCCh es un demonio que odia y se resiste a Dios. Enarbola la bandera de la “libertad de religión” mientras arresta y persigue a los creyentes en Dios por todas partes. Usa todo tipo de rumores para desorientar a las personas, y hace que crean en sus palabras endiabladas y que también se resistan a Dios. Pensé en tantos creyentes que habían sido arrestados, perseguidos por el PCCh y obligados a abandonar sus hogares, y en tantas familias armoniosas que habían sido destrozadas por sus rumores y venenos. Sin embargo, el PCCh aún culpa a las víctimas, diciendo que los creyentes en Dios abandonan sus hogares. ¡Siempre le echa la culpa a los demás! Ver claramente la esencia perversa y horrible del PCCh intensificó mi determinación de perseguir la verdad y seguir a Dios hasta el final. No importaba cómo me persiguiera el PCCh, yo iba a seguir a Dios.
Por la noche, me quedaba sola en el balcón, pensando profundamente en el tiempo que había creído en Dios. Había disfrutado de tanta gracia de Dios y tanto riego y provisión de Sus palabras, las cuales también me habían ayudado a entender algunas verdades y habían sido de apoyo a mi corazón. Sabía que mi vida tendría valor solo si creía en Dios y lo seguía, pero cuando pensaba en que se rompería mi matrimonio, que tanto esfuerzo había costado, todavía dudaba un poco en mi corazón. Entonces, oré: “Dios, quiero seguirte, pero no puedo desprenderme de mi familia. Te pido que me des la fe y la fortaleza para luchar y liberarme de estas limitaciones carnales”. Después, pensé en las palabras de Dios: “Dios le ha dado la vida al hombre, […] le ha proporcionado todo lo que tiene y es a Dios a quien debe dar las gracias” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Siempre había visto a mi esposo como mi benefactor, creyendo que era él quien me había dado el coraje para seguir viviendo y me había dado un hermoso matrimonio, al punto que, incluso cuando él me perseguía y se oponía a mí después de que comencé a creer en Dios, yo no lo odiaba. Cuando no estaba cumpliendo con mi deber, incluso intentaba hacer tiempo para cocinarle algo rico, queriendo saldar mi deuda con él. Las palabras de Dios me hicieron entender que todo lo que tenía provenía de Dios, y que este matrimonio provenía de la soberanía y ordenación de Dios. ¡Al Único que debía agradecer era a Dios! Al pensar en esto, me sentí mucho más aliviada, y la carga que había pesado en mi corazón durante años finalmente se había ido. ¡Le agradecí a Dios desde el fondo de mi corazón!
Luego, seguí leyendo las palabras de Dios y gané algo de discernimiento sobre la esencia de mi esposo. Dios Todopoderoso dice: “Cualquiera que no reconozca a Dios es un enemigo; es decir, cualquiera que no reconoce a Dios encarnado, tanto dentro como fuera de esta corriente, ¡es un anticristo! ¿Quién es Satanás, quiénes son los demonios y quiénes son los enemigos de Dios, sino los opositores que no creen en Dios? ¿No son esas las personas que son rebeldes contra Dios? ¿No son esos los que verbalmente afirman tener fe, pero carecen de la verdad? ¿No son esos los que solo buscan el obtener las bendiciones, mientras que no pueden dar testimonio de Dios? Todavía hoy te mezclas con esos demonios y los tratas con conciencia y amor, pero, en este caso, ¿no estás teniendo buenas intenciones con Satanás? ¿Acaso no te estás compinchando con los demonios? Si las personas han llegado a este punto y siguen sin ser capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo, y continúan siendo ciegamente amorosas y misericordiosas sin ningún deseo de buscar las intenciones de Dios o sin ser capaces de ninguna manera de considerar las intenciones de Dios como propias, entonces su final será mucho más desdichado. Cualquiera que no cree en el Dios en la carne es Su enemigo. Si puedes tener conciencia y amor hacia un enemigo, ¿no careces del sentido de justicia? Si eres compatible con los que Yo detesto y con los que estoy en desacuerdo, y aun así tienes amor o sentimientos personales hacia ellos, entonces ¿acaso no eres rebelde? ¿No estás resistiéndote a Dios de una manera intencionada? ¿Posee la verdad una persona así? Si las personas tienen conciencia hacia los enemigos, amor hacia los demonios y misericordia hacia Satanás, ¿no están perturbando de manera intencionada la obra de Dios? […] El estándar por el que los humanos juzgan a otros humanos se basa en su comportamiento; uno cuya conducta es buena es una persona justa y uno cuya conducta es abominable es malvado. El estándar por el que Dios juzga a los humanos se basa en si la esencia de alguien se somete a Él; uno que se somete a Dios es una persona justa y uno que no, es un enemigo y una persona malvada, independientemente de si el comportamiento de esta persona es bueno o malo, o si su discurso es correcto o incorrecto” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Dios dejó en evidencia que todos aquellos que no lo reconocen son demonios y satanases. Son enemigos de Dios. Dios ve la esencia de las personas, mientras que yo solo miraba su apariencia superficial. Vi que mi esposo hacía todo bien, tanto en casa como afuera. Era amable con su familia y amigos, echaba una mano cuando la gente necesitaba su ayuda, y no me dio la espalda ni siquiera cuando perdí la capacidad de tener hijos, y por eso pensé que era una buena persona, poco común en este mundo. Sin embargo, después de que descubrió que yo creía en Dios, su lado violento se reveló. Era como si se hubiera convertido en otra persona. Para hacerme abandonar mi fe, usó todo tipo de medios para intimidarme y sobornarme, incluso me coaccionó con la amenaza del divorcio. Vi que la esencia de mi esposo era la de un demonio que odiaba la verdad y a Dios. También me di cuenta de que solo fue bueno conmigo en el pasado porque estaba dispuesta a entregarme por nuestra familia sin quejarme y escuchaba todo lo que decía, lo que satisfacía su vanidad de machista. Después de que comencé a creer en Dios, entendí algunas verdades y desarrollé algunas ideas propias, comenzó a perseguirme y oponerse a mí. Cuando me arrestaron, lo que afectó su reputación y sus intereses, me amenazó con divorciarse. De hecho, no estaba siendo bueno conmigo realmente, lo que me enseñó que el amor verdadero no existe entre las personas, y que todo es cuestión de intereses y transacciones. Pensé en las palabras de Dios: “Creyentes y no creyentes no son compatibles, sino que más bien se oponen entre sí” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Me di cuenta de que, en esta senda de creer en Dios, estaba destinada a separarme de mi esposo. Incluso si intentábamos permanecer juntos, no seríamos felices, y eso afectaría mi fe en Dios y mi cumplimiento del deber. No estaba dispuesta a ceder en mi fe en Dios. Después, mi esposo me preguntó si ya había tomado una decisión, y le dije: “Elijo creer en Dios”. Al oír esto, mi esposo sacudió la cabeza y dijo sin esperanzas: “De verdad he agotado todas mis opciones. Simplemente no puedo competir con tu Dios. Te deseo todo lo mejor”. En mi corazón, le agradecí en silencio a Dios.
Después de eso, nos encargamos rápidamente de los trámites de divorcio. En el momento en que salí de la Oficina de Asuntos Civiles, suspiré profundamente aliviada. Desde ese día, finalmente pude creer en Dios libremente. Esta experiencia me ayudó a ver mi verdadera estatura. Doy gracias a Dios por alejarme de mi familia y liberarme de sus complicaciones para poder entregarme de todo corazón a Él, perseguir la verdad y cumplir bien con mi deber como ser creado.