Ser muy competitiva hace daño a todos los implicados

27 Mar 2025

Por Liu Xing, China

En 2016, me eligieron líder de la iglesia. Me sentía muy motivada y resolví cumplir este deber correctamente y hacer todo lo posible para gestionar bien todo el trabajo de la iglesia, para que mis hermanos y hermanas vieran que habían elegido a la persona correcta. No obstante, pronto descubrí que la hermana Li Xin, que estaba trabajando conmigo, llevaba más tiempo que yo cumpliendo su deber, tenía mejor calibre y podía compartir la verdad con mayor claridad. Cuando íbamos juntas a las reuniones, podía resolver la mayoría de las preguntas que planteaban los hermanos y hermanas, y estos disfrutaban escuchando sus enseñanzas. Viendo todo esto, me sentí un poco intranquila y pensé: “Las enseñanzas de Li Xin sobre la verdad son bastante claras, pero, si esto sigue así, los demás la tendrán en alta estima. Entonces, ¿quién me va a prestar atención a mí? No puede ser, tengo que encontrar la manera de probar mi valía”. Después de eso, solía quedarme despierta hasta tarde para comer y beber más de las palabras de Dios y equiparme con la verdad. Durante las reuniones, siempre que alguien compartía algo esclarecedor sobre las palabras de Dios, me apresuraba a tomar notas para poder compartirlo en reuniones con otros grupos y que los hermanos y hermanas vieran que yo también comprendía bastante. Más adelante, como Li Xin vivía en una zona relativamente remota, a los hermanos y hermanas no les resultaba práctico hacerle preguntas, así que me lo tomé como una oportunidad para asumir todo el trabajo de la iglesia y, a veces, hacía arreglos sin hablar las cosas con Li Xin. Con el tiempo, Li Xin empezó a sentir que no desempeñaba un papel importante y la motivación en sus deberes empezó a decaer. Además, sus grandes cargas familiares la hicieron estar cada vez más negativa y muchas veces, cuando me veía, incluso suspiraba profundamente diciendo que no era capaz de cumplir este deber. Aunque, en apariencia, yo compartía con ella, en el fondo deseaba que siguiera en ese estado, ya que pensaba que esto me permitiría destacar todavía más. Más adelante, por estar constantemente en un estado tan malo, despidieron a Li Xin y la iglesia eligió a una nueva líder: la hermana Wang Ling. Al ver que Wang Ling tenía buen calibre, sentí una especie de crisis e imaginé que, en cuanto se formara un poco, podría superarme, y no quería que ella destacara por encima de mí. Ocurrió que, como a Wang Ling acababan de elegirla, no estaba familiarizada con el trabajo, así que utilicé esto como excusa para tomar el control total del trabajo de la iglesia y le denegué la oportunidad de utilizar sus talentos. Una vez, había una tarea de la iglesia que requería charla e implementación urgentes, pero, como Wang Ling no era de la zona, no conocía algunos de los lugares de reunión. No la llevé conmigo para que conociera la zona ni para poner en práctica juntas el trabajo, sino que la excluí e implementé el trabajo en las áreas que se supone que estaban bajo su responsabilidad. Más adelante, incluso mencioné a los hermanos y hermanas que Wang Ling no tenía sensación de carga en el trabajo y comenté que me había encargado de ejecutar e implementar el trabajo yo sola. Esto provocó que algunos hermanos y hermanas sintieran prejuicios hacia ella y no quisieran escuchar sus enseñanzas. En consecuencia, Wang Ling se volvió negativa. Me sentía un poco culpable, pero no hice autorreflexión. En vez de eso, seguí presumiendo ante los hermanos y hermanas acerca de cuánto me sacrificaba y soportaba en mi deber. Los hermanos y hermanas me elogiaban con frecuencia por mi sensación de carga y responsabilidad con el trabajo, y decían que la iglesia no sería nada sin mí. Al escuchar esto, me sentí muy orgullosa de mí misma. Más tarde, descubrí que ya no recibía ningún esclarecimiento ni iluminación de las palabras de Dios y que no tenía nada que decir durante las oraciones. Pasaba los días atolondrada y sin rumbo, y los resultados del trabajo de la iglesia también empezaron a decaer. Fue entonces cuando al fin me di cuenta de que mi estado no era el correcto, así que me presenté ante Dios para orar y buscar, y le pedí que me esclareciera y me guiara para conocerme a mí misma.

Leí las palabras de Dios: “No importa qué deber hagan los anticristos, tratarán de colocarse en una posición superior, en una posición de supremacía. Nunca podrán contentarse con su lugar como seguidores comunes y corrientes. […] Siempre tienen intenciones personales cuando cumplen su deber y siempre quieren distinguirse como un medio de satisfacer su necesidad de vencer a los demás y colmar sus deseos y ambiciones. Al hacer su deber, son altamente competitivos, pues compiten en todos los sentidos: para destacar, para estar en la cima, para estar por encima de los demás. Asimismo, también están pensando en cómo mantener su estatus, su reputación y su prestigio actuales. Si hay alguien que amenaza su estatus o prestigio, no se detienen ante nada y no cejan en su empeño para derribarlo y deshacerse de él. Incluso utilizan medios despreciables para suprimir a quienes son capaces de perseguir la verdad, que cumplen con su deber con lealtad y sentido de la responsabilidad. También están llenos de envidia y odio hacia los hermanos y hermanas que cumplen excelentemente con su deber. Sienten un odio especial hacia aquellos que los otros hermanos y hermanas respaldan y aprueban; creen que esas personas son una seria amenaza para lo que ellos persiguen, para su reputación y estatus, y en sus corazones juran; ‘¡Eres tú o yo, yo o tú, no hay espacio para los dos, y si no te hago caer y me deshago de ti, no podré vivir conmigo mismo!’. Son implacables con los hermanos y hermanas que expresan una opinión diferente, que los dejan en evidencia o que amenazan su estatus. Piensan en cualquier cosa que puedan usar en su contra, a fin de emitir un juicio sobre ellos y condenarlos, desacreditarlos y hundirlos, y no descansarán hasta conseguirlo(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). “Si alguien dice que ama y persigue la verdad, pero, en esencia, el objetivo que persigue es distinguirse, alardear, hacer que la gente piense bien de él y lograr sus propios intereses; y el cumplimiento de su deber no consiste en someterse ni en satisfacer a Dios, sino que en cambio tiene como fin lograr fama, ganancia y estatus, entonces su búsqueda no es legítima. En ese caso, cuando se trata del trabajo de la iglesia, ¿son sus acciones un obstáculo o ayudan a que avance? Claramente son un obstáculo, no hacen que avance. Algunas personas enarbolan la bandera de realizar el trabajo de la iglesia mientras buscan su propia fama, ganancia y estatus, se ocupan de sus propios asuntos, crean su propio grupito y su propio pequeño reino: ¿acaso esta clase de persona lleva a cabo su deber? En esencia, todo el trabajo que hacen trastorna, perturba y perjudica el trabajo de la iglesia(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)). La palabra de Dios expuso mi estado exacto. Desde que me convertí en líder, siempre me centraba en el modo en que me veían los demás. Cuando descubrí que la hermana que era mi compañera era mejor que yo, no pude aceptarlo y quería competir y compararme con ella. Sentía la necesidad de superar a los demás y lograr que los demás me admiraran. Cuando trabajaba con Li Xin, vi que su calibre era bueno, que tenía buenas capacidades de trabajo, que sus enseñanzas sobre la verdad eran claras y que podía resolver los problemas de los hermanos y hermanas. Sentía celos y no podía aceptarlo, y temía que los hermanos y hermanas la admiraran y me menospreciaran. Así que empecé a estudiar la iluminación que contenían las enseñanzas de otras personas para adornarme con la esperanza de que así los demás me admiraran. Incluso llegué a un punto en el que, para demostrar que era mejor que Li Xin, asumí todo el trabajo de la iglesia e impedí que ella interviniera, con lo que la aparté de manera encubierta. No me importó que el estado de Li Xin no fuera bueno, ya que temía que, si su estado mejoraba, los resultados de su trabajo superasen a los míos. Cuando trabajaba con Wang Ling, también era muy competitiva. Era muy consciente de que Wang Ling acababa de empezar a formarse como líder y que debería haberla ayudado y apoyado, pero, cuando vi que su calibre era bueno, me asustó que, en cuanto se hiciese una idea del trabajo, me superase y esto afectase a mi estatus. De modo que trabajé sola para presumir de mi capacidad de trabajo y no le di ninguna oportunidad de hacer uso de sus talentos. Incluso hablé mal de ella a sus espaldas mientras me alababa a mí misma, por lo que los hermanos y hermanas desarrollaron prejuicios hacia ella y la excluyeron, hasta que cayó en un estado negativo. Cuando pensé en lo que había hecho, sentí que realmente no tenía humanidad y que era bastante despreciable. Los hermanos y hermanas me habían elegido líder y debería haber valorado esta oportunidad. Debería haber cooperado con los hermanos y hermanas para llevar a cabo bien el trabajo de la iglesia. Pero no pensé en cómo colaborar armoniosamente con los demás en mis deberes ni en ser leal. En lugar de eso, competía constantemente por la fama y las ganancias, para ganarme la admiración de los demás. Mi comportamiento no solo constriñó a las dos hermanas, sino que también tuvo un impacto negativo en el trabajo de la iglesia. Ahora había caído en la oscuridad, y esto era el escarmiento y la disciplina de Dios, y caí en la cuenta de que, si no reflexionaba y me arrepentía, Dios me desdeñaría. Este pensamiento me dio mucho miedo, así que oré a Dios inmediatamente. “¡Dios! Deseo arrepentirme ante Ti. Nunca más volveré a competir contra mis hermanos y hermanas”. Después de aquello, cuando cumplía mis deberes, comencé a hacerme a un lado de manera consciente y dejé de competir contra Wang Ling. En vez de eso, aprendí a cooperar con ella para hacer el trabajo de la iglesia y empecé a ayudarla a comprender bien sus deberes lo antes posible. El estado de Wang Ling mejoró, comenzó a cumplir sus deberes activamente y pudo resolver algunos problemas reales. Cuando vi esto, me sentí avergonzada. Sabía que todo se debía a que siempre estaba compitiendo con Wang Ling y que nunca le había dado la oportunidad de formarse, y por eso ella se sentía abatida. Ahora que estábamos trabajando juntas, Wang Ling podía hacer uso total de sus talentos y los resultados en la vida de iglesia también mejoraron. Yo estaba muy feliz con todo esto y sentí que había hecho alguna entrada en esta área, pero, como mi carácter corrupto estaba arraigado en mí profundamente, no pasó mucho tiempo hasta que volví a caer en la competencia por fama y ganancias.

En septiembre de 2018, nuestra iglesia se fusionó con otra iglesia cercana y volvieron a elegirme como líder. Estaba muy contenta porque sentía que seguir siendo líder después de la fusión de las iglesias demostraba mis capacidades. Pero entonces pensé en las dos hermanas con las que iba a colaborar. Una era la hermana Pang Jing, que sirvió como líder durante muchos años. Comprendía muchos principios, tenía mucha experiencia y solía poder compartir la verdad y resolver los problemas de los hermanos y hermanas. La otra era la hermana Chen Min, cuyo calibre y capacidad de trabajo también eran bastante buenos. Así que me sentí bajo mucha presión y me preocupaba que los hermanos y hermanas acabasen menospreciándome, ya que ellas eran mejores que yo, y yo sería la más débil. Por este motivo, comencé a duplicar mis esfuerzos en secreto y buscaba más tiempo cada día para ir a las reuniones de grupo, ya que pensaba que, si hacía más trabajo, sufría más y pagaba un precio mayor, podría superarlas. Hice esfuerzos extra para encontrar tiempo para estar con los hermanos y hermanas que eran responsabilidad de Pang Jing en particular. Asistía a cada reunión de grupo con la esperanza de conseguir la aprobación de los hermanos y hermanas de los que Pang Jing y Chen Min eran responsables. En una ocasión, escuché a Pang Jing decir que había un grupo en su zona en el que los hermanos y hermanas nunca podían trabajar en armonía, y aunque había compartido con ellos varias veces, no había podido solucionar el problema. Pensé: “Tengo que aprovechar esta oportunidad para compartir y resolver el conflicto. Eso demostrará que soy mejor que ella”. Así que saqué tiempo de inmediato para visitar a ese grupo. Mediante mi paciente enseñanza, finalmente solucioné los estados de los hermanos y hermanas. La hermana de la casa de acogida incluso alabó mi capacidad de resolver problemas delante de Pang Jing. Me sentí muy orgullosa de mí misma cuando oí esto y me consideré bastante capaz. Más adelante, para dar una buena imagen de mí misma, solía pasar los días asistiendo a las reuniones de varios grupos y me quedaba despierta hasta la 1:00 leyendo las palabras de Dios y buscando materiales, para poder abordar los problemas con prontitud. Antes de cada reunión, me preparaba igual que un profesor cuando planifica las lecciones, con la esperanza de que los hermanos y hermanas vieran que yo era buena compartiendo la verdad. Una vez, como asistí a una reunión en otra zona, me perdí una reunión de grupo. Para que los hermanos y hermanas pensaran que era responsable, al volver al día siguiente, me apresuré a hacer tiempo para compensar por la reunión que me había perdido. Pero, de manera inesperada, de camino a la reunión, se me pinchó la rueda trasera de la bicicleta eléctrica. Estaba perdida en medio de la nada bajo la nieve y la lluvia y, durante un rato, no supe qué hacer. Justo cuando estaba al límite, recordé de repente que todas las personas, acontecimientos y cosas que pasan por nuestra vida cada día están permitidos por Dios y que, quizás, había una lección que aprender de esta situación. Tras reflexionar, me di cuenta de que mi intención para asistir a la reunión no era la correcta. No iba para compartir las palabras de Dios y comprender la verdad con los hermanos y hermanas. Iba para utilizar la reunión como oportunidad para hacerles ver que tenía sensación de carga y responsabilidad, para que me admiraran. Seguía actuando por fama, ganancias y estatus.

Más tarde, leí este pasaje de la palabra de Dios: “A fin de obtener poder y estatus, lo primero que hacen los anticristos en la iglesia es tratar de ganarse la confianza y la estima de otros, de modo que puedan convencer a más gente y hacer que más personas los admiren e idolatren, para así lograr su meta de tener la última palabra en la iglesia y ostentar el poder. En lo que se refiere a obtener poder, son los más diestros a la hora de competir y luchar contra otras personas. Su competencia principal son aquellos que persiguen la verdad, que tienen prestigio en la iglesia y que son amados por los hermanos y hermanas. Cualquier persona que suponga una amenaza para su estatus es su oposición. Compiten con determinación contra aquellos más fuertes que ellos y, también, contra los más débiles sin sentir lástima alguna. Su corazón está lleno de filosofías de batalla. Creen que nadie podrá obtener ningún beneficio si no compite y lucha, y que solo si lo hacen les será posible conseguir lo que quieren. Con el fin de obtener estatus y lograr una posición destacada entre un grupo de personas, hacen todo lo que sea necesario para competir con los demás y no se apiadan de nadie que suponga una amenaza para su estatus. Se relacionen con quien se relacionen, rebosan de ganas de batallar y siguen luchando incluso cuando llegan a viejos. A menudo dicen: ‘¿Podría ganarle a esa persona si compitiera contra ella?’. Cualquiera que sea elocuente y sea capaz de hablar de manera lógica, estructurada y metódica, se convierte en el objetivo de su envidia y de su imitación. Más aún, se convierte en su competencia. Cualquiera que persiga la verdad y posea fe, que sea capaz de ayudar y apoyar a los hermanos y hermanas con frecuencia, y les permita resurgir de la negatividad y la debilidad, se convierte también en su competencia, igual que cualquiera que sea un experto en cierta profesión y cuente de algún modo con la estima de los hermanos y hermanas. Quien consigue resultados en su trabajo y obtiene el reconocimiento de lo Alto, se convierte naturalmente en una fuente incluso más grande de rivalidad para ellos. ¿Cuáles son los lemas de los anticristos, sea cual sea el grupo en el que se encuentren? Compartid vuestros pensamientos. (Luchar contra otras personas y contra el cielo es una fuente de infinita diversión). ¿Acaso no es esto una locura? Sí. ¿Alguno más? (Dios, ¿acaso no piensan: ‘Yo soy el único soberano del universo’? Es decir, quieren ser los más grandes y, estén con quien estén, siempre quieren superarlo). Esta es una de sus ideas. ¿Alguna otra? (Dios, he pensado en cinco palabras: ‘El ganador es el rey’. Creo que siempre quieren ser superiores a los demás y destacar, estén donde estén, y se esfuerzan por ser los más grandes). La mayoría de lo que habéis dicho son tipos de ideas; tratad de emplear un tipo de comportamiento para describirlos. Los anticristos no quieren necesariamente ocupar el mejor puesto independientemente de donde se encuentren. Cada vez que van a alguna parte, tienen un carácter y una mentalidad que los incitan a actuar. ¿Qué mentalidad es esta? La de ‘¡Debo competir! ¡Competir! ¡Competir!’. ¿Por qué ‘competir’ tres veces y no solo una? (La competición se ha convertido en su vida, viven para ello). Este es su carácter. Nacieron con un carácter salvajemente arrogante y difícil de contener, es decir, se ven a sí mismos como mejores que el resto y son extremadamente egoístas. Nadie puede limitar su carácter increíblemente arrogante, ni ellos mismos son tampoco capaces de controlarlo. Así que su vida es lucha y competición. ¿Por qué luchan y compiten? Naturalmente, compiten por fama, ganancias, estatus, imagen y por sus propios intereses. No importa qué métodos tengan que utilizar, mientras todo el mundo se someta a ellos y siempre que obtengan beneficios y estatus para sí mismos, habrán alcanzado su objetivo. Su voluntad de competir no es un entretenimiento temporal, es un tipo de carácter que viene de una naturaleza satánica. Es igual que el carácter del gran dragón rojo que lucha contra el Cielo, lucha contra la tierra y contra la gente. Así, cuando los anticristos luchan y compiten con otros en la iglesia, ¿qué quieren? Sin duda, compiten por reputación y estatus. Y cuando ganan estatus, ¿de qué les sirve? ¿De qué les vale que los otros los escuchen, admiren y veneren? Ni siquiera los propios anticristos pueden explicarlo. En realidad, les gusta disfrutar de la reputación y el estatus, que todo el mundo les sonría y que los saluden con halagos y lisonjas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Las palabras de Dios exponen que los anticristos adoran la fama, las ganancias y el estatus, y que da igual con quién estén, les gusta competir contra los demás y compararse con ellos. Siempre quieren superar al resto para que la gente los admire y los adore, e incluso están dispuestos a recurrir a medios sin escrúpulos para competir y luchar contra otros por fama, ganancias y estatus. No hay nada despreciable que no puedan hacer. Al hacer autorreflexión a la luz de las palabras de Dios, vi que el carácter que yo revelaba era el mismo que el de un anticristo. Desde mi infancia hasta la edad adulta, había vivido bajo los venenos satánicos de: “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo” y “Solo puede haber un macho alfa”. Daba igual lo que hiciera, siempre quería ser mejor que los demás y, fuera a donde fuera, quería ganarme la admiración y los elogios de los demás. Incluso tras encontrar a Dios, seguía queriendo presumir y ser mejor que los demás en todo, y seguía esforzándome y compitiendo por la reputación y el estatus. No podía trabajar con los demás en armonía e incluso excluía y menospreciaba a mis compañeras para exaltarme. Incluso en las reuniones en las que compartía para resolver problemas, mi objetivo siempre era superar a mis compañeras. Me di cuenta de que vivir bajo estos venenos satánicos me había hecho cada vez más arrogante y malévola. Lo único que me importaba era mi reputación y mi estatus, y no pensaba ni en las intenciones de Dios ni en los intereses de la iglesia. En consecuencia, hice daño a mis hermanos y hermanas y trastorné y perturbé el trabajo de la iglesia. Pensé en esos anticristos que resultaron expulsados, que llegaron tan lejos que excluyeron y reprimieron a los disidentes para fortalecer su posición. Trastornaron y perturbaron el trabajo de la iglesia y, en última instancia, fueron descartados por ofender el carácter de Dios mediante tantos hechos malvados. Me di cuenta de que estaba recorriendo la misma senda que los anticristos. Seguía buscando la reputación y el estatus y, si no me arrepentía, de seguro ofendería el carácter de Dios y Él me castigaría. Sentí mucho miedo y me encontré llena de culpa y remordimiento. Me propuse: “Debo rebelarme contra la carne, practicar la verdad y cooperar en armonía con mis hermanas para cumplir bien mi deber”.

Más tarde, leí este pasaje de la palabra de Dios: “Debes aprender a dejar ir estas cosas y hacerlas a un lado, a recomendar a otros y permitirles sobresalir. No luches ni te apresures a sacar ventaja de oportunidades para sobresalir y destacar. Debes ser capaz de dejar de lado tales cosas, pero además no debes demorar el desempeño de tu deber. Sé una persona que trabaja en silencio y anonimato y que no alardea delante de los demás mientras lleva a cabo su deber con lealtad. Cuanto más dejes ir tu orgullo y estatus y más hagas a un lado tus intereses, más en paz te vas a sentir, más luz habrá en tu corazón y más mejorará tu estado. Cuanto más luches y compitas, más oscura se volverá tu condición. Si no me crees, ¡prueba a ver! Si quieres darle la vuelta a esta clase de estado corrupto y que estas cosas no te controlen, debes buscar la verdad y comprender claramente la esencia de tales cosas, y dejarlas de lado y abandonarlas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). “No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Las palabras de Dios me dieron una senda de práctica. Al tratar los asuntos, debo aprender a dejar de lado mis intereses personales, mi reputación y mi estatus, y dar prioridad a los intereses de la iglesia. Solo entonces podré cumplir bien mi deber. Al reflexionar sobre el calibre de mis compañeras, que era mejor que el mío, y sobre que podían resolver problemas reales, vi que esto beneficia al trabajo de la iglesia y a la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y que debería cooperar más con ellas y aprender de sus fortalezas mientras nos complementamos. Así es como el trabajo de la iglesia puede lograr mejores resultados y cómo puedo compensar mis propios defectos. También es así como puedo cumplir mi deber de acuerdo a la intención de Dios. Tras esto, practiqué de acuerdo a las palabras de Dios y dejé de considerar si mis compañeros y compañeras eran mejores que yo. Solo me centraba en desempeñar mi papel en mi deber. También me abrí a mis compañeras durante una charla y les conté la corrupción que había revelado durante este periodo, mis reflexiones y lo que había comprendido. Tras escucharme, las hermanas no me menospreciaron. En vez de eso, compartieron y me ayudaron. De ahí en adelante, comentábamos juntas el trabajo y cooperábamos en armonía. Pasado un tiempo, el trabajo de la iglesia avanzó.

Un día, los líderes superiores enviaron una carta que decía que iban a elegir un predicador de entre todos los líderes. El corazón me dio un vuelco, ya que quería que me eligieran, pero luego pensé: “Chen Min comprende la verdad mejor que yo, tiene buen calibre y buena capacidad de trabajo, así que, basándose en los principios, ella sería más adecuada”. Pero aún me sentía un poco intranquila y pensaba: “Si realmente eligen a Chen Min como predicadora, ¿qué pensarán de mí los hermanos y hermanas? ¿Dirán que no soy tan buena como ella?”. Estaba en una lucha interna. En ese momento, me vino a la mente con toda claridad un pasaje de las palabras de Dios: “Debes aprender a dejar ir estas cosas y hacerlas a un lado, a recomendar a otros y permitirles sobresalir. No luches ni te apresures a sacar ventaja de oportunidades para sobresalir y destacar. Debes ser capaz de dejar de lado tales cosas, pero además no debes demorar el desempeño de tu deber. Sé una persona que trabaja en silencio y anonimato y que no alardea delante de los demás mientras lleva a cabo su deber con lealtad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). El esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios me iluminaron el corazón. Pensé en cómo antes solía sumirme en mi carácter corrupto, era muy competitiva e intentaba superar a los demás, y siempre que surgía una oportunidad para destacar, me ponía a competir y a intentar superar a los demás. Esto no solo constriñó a la gente, sino que también tuvo un impacto negativo en el trabajo de la iglesia. Cuando pensé en todo esto, me sentí llena de remordimiento. Ahora tenía que rebelarme contra mi carácter satánico, dejar de lado la reputación y el estatus, y priorizar el trabajo de la iglesia. Chen Min llevaba más tiempo que yo cumpliendo deberes y compartía la verdad de manera más práctica, así que sería más beneficioso para el trabajo de la iglesia que ella fuese predicadora. Al pensar en esto, voté por Chen Min. Tras practicar así, sentí paz y tranquilidad en mi corazón. Las palabras de Dios me trajeron este cambio. ¡Gracias a Dios!

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