Las consecuencias de no hacer un trabajo práctico

19 Ene 2023

Por Xiaomo, China

Hace poco denunciaron unos hermanos y hermanas que una líder de grupo, Xinyue, era arrogante, autoritaria e incapaz de colaborar bien con otros o de admitir sugerencias. Todos se sentían limitados por ella y eso afectaba a la evangelización. Todos trataban de señalárselo y ayudarla, pero ella solamente lo reconocía y admitía de palabra y luego no cambiaba en absoluto. Lo debatimos y decidimos destituirla del puesto. En realidad, esto me hizo sentir mucha vergüenza, pues indicaba que yo no hacía un trabajo práctico. Había hablado varias veces con Xinyue de sus problemas, pero, para mi sorpresa, en lugar de resolverse, empeoraron. Por ello, reflexioné y me pregunté por el motivo real de aquello. Recordé el momento en que yo había asumido el trabajo. Observé que el grupo de Xinyue era el mejor en la labor evangelizadora y muy dedicado al deber. Tenía muy buen concepto de ellos. Especialmente cuando veía la capacidad de Xinyue, creía que no debía de haber problemas importantes si ella era la líder del grupo, así que no hacía mucho seguimiento de su trabajo. Aunque unas hermanas me informaron de sus problemas, no me lo tomé en serio. Para mí, como les iba bien en la labor evangelizadora, aunque hubiera algunos problemas, no pasaba nada. En ocasiones, cuando hablaba con ellos, les daba unas indicaciones sencillas y después no hacía seguimiento a ver si se habían resuelto los problemas. Me acuerdo de que una vez estábamos debatiendo el trabajo y observé que Xinyue y Xiaoli estaban en desacuerdo. Ambos eran muy arrogantes y se aferraban a sus opiniones. Busqué unas palabras de Dios que enseñarles sobre sus respectivos estados y, al ver que ambos eran capaces de recapacitar y querían cambiar, creí resuelto el problema. Me di cuenta de que debía hacer seguimiento de las cosas a ver si realmente había cambiado su estado. Pero luego pensé que, para enseñarles más, tendría que buscar pasajes de las palabras de Dios e intentar entender sus estados, cosa muy agotadora. Además, cumplían con el deber con normalidad, por lo que creí que no pasaría nada por no controlarlos. Por tanto, lo dejé así. En otra ocasión vi que Xinyue y otra hermana estaban en desacuerdo mientras hablaban. La otra hermana hizo una sugerencia razonable, pero Xinyue se negó a aceptarla y no dejaba de insistir en que tenía razón. Al final, a esa hermana no le quedó más opción que ceder. Ante la mojigatería de Xinyue, quise revelarle su problema, pero recordé el tiempo y la energía que tendría que dedicar a hablarle de ello y el resto del trabajo del que aún tenía que ocuparme. Como no había ningún conflicto ni ninguna fricción evidente entre ellas, quizá no era tan malo como creía. Cuantos menos problemas, mejor. Aparte, Xinyue era líder de grupo, con lo que, si revelaba arrogancia, debía saber corregirla buscando. Por eso no le señalé su problema.

Al acordarme de todo ello, era muy consciente de que Xinyue era arrogante y no colaboraba bien con los demás. Como ella también era líder, al hacer caso omiso de un asunto tan importante, ¡yo estaba siendo muy irresponsable! Después leí estas palabras de Dios: “Independientemente de la importancia y de la naturaleza del trabajo que realice un líder o un obrero, su principal prioridad es estar al corriente de cómo se desarrolla ese trabajo. Deben estar presentes para hacer un seguimiento y realizar preguntas para obtener información de primera mano. No deben limitarse a escuchar los rumores o los informes de otras personas, sino que deben observar con sus propios ojos cómo se desenvuelve el personal, cómo avanza el trabajo, y averiguar qué dificultades se presentan, si hay ámbitos que no se ajustan a los requisitos de lo alto, si las tareas especializadas han violado los principios, si hay perturbaciones o trastornos, si falta el equipo necesario o el material didáctico para una determinada tarea: deben estar al tanto de todo. Por muchos informes que escuchen, o por mucho que sepan actuar de oídas, nada es mejor que hacer una visita personal. Observar las cosas con sus propios ojos es lo más preciso y fiable; una vez familiarizados con la situación, tendrán una idea acertada sobre lo que está pasando(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). “Sea cual sea la tarea de trabajo que estén inspeccionando, los líderes que llevan una carga siempre sabrán identificar los problemas. En el caso de los problemas que tienen que ver con el conocimiento de una determinada habilidad profesional, o con el incumplimiento de los principios, serán capaces de identificarlos, indagarlos y comprenderlos, y cuando descubren un problema, lo resuelven sin demora. Los líderes y obreros inteligentes solo resuelven los problemas que tienen que ver con el trabajo de la iglesia, el conocimiento profesional y los principios de la verdad. No prestan atención a los asuntos menores de la vida cotidiana. Se preocupan de todas las facetas del trabajo de difundir el evangelio comisionado por Dios. Indagan y analizan cualquier problema que sean capaces de percibir o descubrir. Si no logran resolver el problema ellos mismos en ese momento, entonces se reúnen con otros líderes y obreros, comunican con ellos, buscan los principios de la verdad y piensan en maneras de resolverlo. Si se encuentran con un problema grave que claramente no pueden resolver, buscan de inmediato la ayuda de lo alto y permiten que lo alto se ocupe de él y lo resuelva. Los líderes y obreros como estos son personas con principios en su trabajo. Sea cual sea el problema, siempre que lo hayan visto, oído o hayan tenido conocimiento de él, no lo dejarán de lado y serán capaces de resolverlo. Incluso si no se resuelve bien, garantizan que el problema no se volverá a repetir(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Sentí mucha vergüenza al descubrir lo que exige Dios a los líderes y obreros. No había llevado una carga por la labor evangelizadora. No solo no la había seguido puntualmente, sino que no había comprendido al detalle los estados de los hermanos y hermanas. Por ejemplo, que Xinyue era líder de grupo, pero también era difícil colaborar con ella; debería haberlo resuelto en comunión, pero tan solo le señalé brevemente su problema sin hablar con los demás para comprenderlo al detalle. Tampoco había expuesto la naturaleza de su problema ni sus consecuencias. Posteriormente no había preguntado si había cambiado o no. No había considerado si era un problema de su esencia o una revelación de corrupción, si era o no era apta para ser líder de grupo y pormenores similares. Así, sus problemas no se resolvían y la evangelización se vio afectada. Más tarde vi que Xinyue todavía era arrogante, mojigata y autoritaria y supe que debía hablar con ella para corregir esto; si no, se demoraría el trabajo. Sin embargo, seguí sin ocuparme de ello porque no quería líos. Resolvía los problemas por inercia y de forma superficial y me conformaba con trabajar por encima, comentar el problema y nada más. Ignoraba si el problema se resolvía de veras o no. Era irresponsable, no hacía mi labor ni ningún trabajo práctico. Así se comporta un falso líder. La iglesia me había encargado la labor evangelizadora con la esperanza de que supiera cumplir con el deber según las exigencias de Dios, ser seria y responsable en el trabajo y emplear los principios de la verdad para resolver los problemas de los hermanos y hermanas para que la evangelización marchara sobre ruedas. En cambio, cuando surgían problemas que necesitaban una solución, yo no hacía nada porque creía que cuantos menos problemas, mejor. Realmente actuaba como una falsa líder y entorpecía el avance de la evangelización. ¡Dios abominaba de verdad de mi actitud hacia el deber!

Más adelante, busqué y medité sobre la auténtica causa de por qué no hacía un trabajo práctico. Leí unas palabras de Dios. “En su trabajo, los líderes y obreros deben prestar atención a la voluntad de Dios y serle leales. Su mejor manera de comportarse es reconocer y solucionar los problemas de manera proactiva. No deben permanecer pasivos, en especial cuando tienen estas palabras de práctica y la comunicación para guiarles. Deben tomar la iniciativa para resolver completamente los problemas y dificultades prácticos por medio de la comunicación de la verdad. Deben hacer bien su trabajo y seguir su progreso sin demora y de un modo proactivo. No pueden esperar órdenes y que les empujen desde lo alto para obligarlos a actuar. Si los líderes y obreros son siempre pasivos y reactivos, no están haciendo trabajo real, son indignos de que los use Dios, y deberían ser despedidos y reasignados. Ahora hay muchos líderes y obreros que son muy pasivos en su trabajo. Siempre les hace falta que lo alto les mande órdenes y les obligue a hacer un poco de trabajo; de lo contrario, holgazanean y procrastinan. El trabajo en algunas iglesias es bastante caótico, algunas de las personas que cumplen con su deber en ellas son increíblemente perezosas y descuidadas, y no obtienen auténticos resultados. Puede que estos problemas ya sean muy graves y terribles por naturaleza, pero los líderes y obreros de esas iglesias siguen actuando como funcionarios burocráticos. No solo son incapaces de hacer un trabajo real, sino que no pueden reconocer ni resolver los problemas. Esto paraliza el trabajo de la iglesia y hace que se estanque. Siempre que el trabajo de una iglesia esté en un desorden terrible y no haya señales de orden, sin duda hay un falso líder a cargo. En toda iglesia comandada por un falso líder, todo el trabajo de esta será un caos y un completo desorden, de eso no cabe duda. […] ¿Qué es lo que pasa cuando la gente permanece ciega ante el trabajo que se ha de hacer? (No soportan una carga). Es acertado decir que no soportan una carga, además son muy perezosos, ansían la comodidad, se toman descansos siempre que pueden y tratan de evitar cualquier molestia adicional. Estos perezosos suelen pensar: ‘¿Por qué debo preocuparme tanto por esto? Preocuparse demasiado solo te hará envejecer más deprisa. ¿Qué beneficio voy a sacar yo de hacer eso, de ir de un lado a otro y cansarme tanto? ¿Qué pasará si me agoto y enfermo? No tengo dinero para pagar un tratamiento. ¿Y quién cuidará de mí cuando sea viejo?’. Estos vagos son así de pasivos y retrógrados. No poseen ni una pizca de la verdad y son incapaces de ver nada con claridad. Son claramente un puñado de gente confusa, ¿no? Están todos confundidos. Son ajenos a la verdad, y no tienen ningún interés en ella, así que ¿cómo se van a salvar? ¿Por qué la gente es siempre indisciplinada y perezosa, como sonámbula por la vida? Esto plantea un problema en su naturaleza. Hay cierta pereza en la naturaleza humana. Sea cual sea la tarea que está haciendo la gente, siempre necesita que la controlen y espoleen. A veces a la gente le preocupa la carne, anhela la comodidad física y siempre tienen un plan de contigencia para ellos mismos, son muy astutos y en verdad no son buenas personas. Siempre hacen menos de lo que pueden, sea cual sea la importancia del deber que lleven a cabo. Esto es irresponsable y desleal(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). “Estos falsos líderes indolentes tratan el hecho de ser un líder u obrero como una especie de puesto cuyo fin es disfrutarlo. Consideran un estorbo o una molestia el deber que ha de ser realizado y el trabajo que se le supone a un líder. En sus corazones, rebosan de desafío hacia la obra de la iglesia. Si se les pide que vigilen el trabajo o averigüen los problemas que se producen en este, y que después hagan un seguimiento de ellos y los resuelvan, se muestran muy reticentes. Este es el trabajo que los líderes y obreros deben hacer, es su labor. Si no lo haces, si es que no estás dispuesto a hacerlo, ¿por qué quieres seguir siendo líder u obrero? ¿Cumples con tu deber para tener en cuenta la voluntad de Dios o para disfrutar las comodidades de la autoridad? ¿No es una desvergüenza ser un líder si anhelas ocupar algún puesto de autoridad? Nadie tiene una calaña inferior a la suya; esta gente no tiene respeto por sí misma, no tiene vergüenza. Si deseas gozar de comodidad carnal, apresúrate a volver al mundo y esfuérzate por lograrla, agárrala y aprovéchala como puedas. Nadie se entrometerá. La casa de Dios es un lugar para que los escogidos de Dios cumplan con el deber y lo adoren, un lugar para que la gente busque la verdad y se salve. No es un lugar para que nadie se deleite en la comodidad carnal, y mucho menos un lugar que mime a la gente. Los falsos líderes son un tipo de persona que no conoce la vergüenza; son descarados, desvergonzados y carecen de razón. No importa qué trabajo real se les encargue, no le dan importancia. Lo confinan al fondo de su mente y, aunque su boca da una respuesta excelente, no hacen un trabajo real. ¿Acaso no es esto falta de moral? […] No importa qué trabajo realicen algunas personas o qué deber desempeñen, son incapaces de hacerlo con éxito, les supone demasiado, son incapaces de cumplir con cualquiera de las obligaciones o responsabilidades que las personas deberían cumplir. ¿Acaso no son basura? ¿Siguen siendo dignas de ser llamadas personas? Salvo los mentecatos, los discapacitados mentales y los que sufren deficiencias físicas, ¿hay alguien vivo que no deba cumplir con sus obligaciones y responsabilidades? Pero esta clase de persona siempre está conspirando y jugando sucio, y no desea cumplir con sus responsabilidades; esto implica que no desea comportarse como corresponde a una persona. Dios le concedió aptitud y dones, le dio la oportunidad de ser un ser humano, sin embargo no sabe usar esto para cumplir con su deber. No hace nada que no sea desear disfrutarlo todo. ¿Es una persona así apta para ser llamada ser humano? No importa el trabajo que se le asigne —sea importante u ordinario, difícil o sencillo—, siempre es descuidada y superficial, siempre es perezosa y descuidada. Cuando surgen problemas, intenta hacer recaer la responsabilidad en otras personas; no adopta responsabilidades, con el deseo de seguir viviendo su vida parasitaria. ¿Acaso no es basura inútil?(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Sus palabras me dolieron mucho. Dios siempre enseñaba detalladamente las responsabilidades de los líderes, pero yo no había entrado para nada en esto. Era holgazana e irresponsable, satisfacía la carne y no lograba resultados en el deber. Era el tipo de parásito inútil expuesto por Dios. Al abordar el problema de Xinyue, era muy consciente de que no estaba resuelto, pero, astutamente, hacía cualquier cosa que me ahorrara problemas. Me di cuenta de que solía ser ineficaz en el deber porque era perezosa y solo me importaba mi comodidad. Al principio, cuando los demás tenían problemas al predicar el evangelio o dudaban de algunos principios, hablaba con ellos para resolver estos problemas, pero como algunos progresaban despacio o tenían problemas complejos, me parecía mucho lío y un derroche de energía ayudarlos. Tenía que buscar y meditar y hablar pacientemente con ellos, por lo que optaba por evitarlo y únicamente resolvía problemas obvios y aparcaba los difíciles. Minimizaba los grandes e ignoraba los pequeños. Por tanto, había muchos que nunca se resolvían. Siempre complacía la carne sin solucionar realmente las cosas. En consecuencia, hacía mucho que no progresaba la labor evangelizadora. Eso se debía totalmente a que era perezosa por naturaleza, valoraba la carne y no me consagraba al deber ni era responsable en él. Recordé unas palabras de Dios: “¡Es una negligencia grave! Has perdido la actitud y el sentido de la responsabilidad que alguien en la posición de líder u obrero debe tener hacia el deber(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). “¿Es una persona así apta para ser llamada ser humano?”. No. Yo era líder, así que tenía la responsabilidad de hacer todo lo posible por resolver los problemas que descubriera, pero no iba por la senda correcta: siempre pensaba en mi comodidad. Siempre que tenía que tomar medidas concretas y hacer un trabajo práctico, abandonaba. Esto perjudicaba el trabajo de la iglesia y la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. ¡Era una negligencia grave cumplir así con el deber! Piénsalo: en la obra de Dios para corregir la corrupción del hombre en los últimos días, Dios ha expresado millones de palabras que nos advierten, exhortan, juzgan, castigan, amonestan y revelan, y nos ha enseñado meticulosamente por todos los medios, no sea que no entendamos y no sepamos entrar en la verdad. Para salvar a la humanidad, tan hondamente corrompida por Satanás, se ha preocupado y ha padecido muchísimo, se ha esforzado mucho y ha pagado un alto precio. Sin embargo, yo, mientras gozaba del sustento de tanta verdad de Dios, asumí un trabajo importante en Su casa sin pensar en retribuirle Su amor. No era capaz de sufrir un poco ni de pagar un pequeño precio por mi deber. En cuanto tenía que tomar medidas serias y hacer un trabajo práctico, huía. Siempre deseaba premios y bendiciones de Dios a cambio de poco esfuerzo. Era muy egoísta y despreciable, carente de conciencia y razón. Por fin descubrí entonces que pensar en la carne y anhelar la comodidad siempre era una vida sin dignidad y suponía ser poco confiable. Era una líder perezosa, falsa. Esa forma de cumplir mi deber me daba una comodidad pasajera, pero por pereza no paraba de perder ocasiones de alcanzar la verdad y, a la larga, Dios me descartaría. Creaba más problemas de los que resolvía; ¡vaya necia! Me acordé de unas palabras de la Biblia: “Y la complacencia de los necios los destruirá” (Proverbios 1:32). Conocía a unos hermanos y hermanas destituidos porque siempre pensaban en la carne y la comodidad sin hacer un trabajo práctico. Dios abomina de las ansias de comodidad, que hasta podrían malograr tu ocasión de salvarte. Dios es santo y justo y escruta mis intenciones en el deber. No podía seguir actuando así. La casa de Dios no es lugar para que ansíe la comodidad carnal, sino para que cumpla con el deber y practique la verdad. Como había aceptado aquel deber, tenía que volcarme en hacerlo bien. Oré a Dios arrepentida: “Dios mío, gracias por disponer esta situación para enseñarme que he ansiado la comodidad carnal en el deber y no he sido nada responsable. A partir de ahora quiero esmerarme por trabajar de verdad en el deber”. Más tarde, al leer las palabras de Dios, buscar y reflexionar, vi que albergaba otra opinión equivocada. Dios Todopoderoso dice: “Los líderes y obreros han de lograr una comprensión, desde varias fuentes, sobre aquellos que supervisan el trabajo importante, los que dirigen la difusión del evangelio, todos los líderes de grupo, directores de grupos de cine y otras personas así. Deben intensificar su observación y examen de estas personas para poder estar seguros sobre ellas. Solo cuando se asignan deberes con cuidado a las personas de esta manera, se puede asegurar que los arreglos sean adecuados y la gente va a ser efectiva en su deber. Algunos dicen: ‘Todos los incrédulos dicen “no dudes de la gente que usas ni uses a gente de la que dudes”. ¿Cómo puede ser tan indigna de confianza la casa de Dios? Son todos creyentes, ¿cómo van a ser malos? ¿Acaso no son todos buenas personas? ¿Por qué debe la iglesia conocerlos, vigilarlos y observarlos?’. ¿Son válidas estas palabras? ¿Son problemáticas? (Sí). ¿Llegar a conocer a alguien y observarlo en profundidad, e interactuar con él en estrecha proximidad, se atiene a los principios? Se atiene por completo a los principios. ¿A qué principios se atiene? (Punto 4 de las responsabilidades de los líderes y obreros: Estar al día de las circunstancias de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes, reubicarlos o sustituirlos de inmediato cuando sea necesario para evitar o paliar las pérdidas causadas por utilizar a gente inadecuada y garantizar la eficacia y buena marcha del trabajo). Este es un buen punto de referencia, pero ¿cuál es la verdadera razón para hacer esto? Se debe a que la gente tiene actitudes corruptas. Si bien hoy en día muchas personas cumplen con su deber, son pocas las que buscan la verdad. Rara vez las personas buscan la verdad y entran en la realidad de la verdad mientras cumplen con su deber; para la mayoría, todavía no hay principios en su forma de hacer las cosas, todavía no son personas que obedezcan verdaderamente a Dios; sus bocas simplemente dicen que aman la verdad, y están dispuestos a buscarla, y a luchar por ella, pero todavía no se sabe cuánto durará su determinación. Las personas que no buscan la verdad son susceptibles de tener desbordes de un carácter corrupto en cualquier momento o lugar. Las personas que no buscan la verdad carecen de cualquier sentido de responsabilidad hacia su deber, suelen ser descuidadas y superficiales, actúan como les da la gana, e incluso son incapaces de aceptar la poda y el trato. En cuanto se vuelven negativas y débiles, las personas que no buscan la verdad son susceptibles de tirar la toalla; esto ocurre a menudo, no hay nada más común; así se comportan todos los que no buscan la verdad. Y así, cuando las personas aún no han obtenido la verdad, son poco fiables y no se puede confiar en ellas. ¿Qué significa que no son de fiar? Significa que cuando se encuentran con dificultades o contratiempos, es probable que se derrumben y se vuelvan negativas y débiles. ¿Es alguien que suele ser negativo y débil digno de confianza? Por supuesto que no. Pero las personas que entienden la verdad son diferentes. Las que realmente entienden la verdad están obligadas a tener un corazón que teme y obedece a Dios, y solo las personas con un corazón que teme a Dios son dignas de confianza; las que no tienen un corazón que teme a Dios no lo son. ¿Cómo se debe abordar a las personas que no tienen un corazón que teme a Dios? Por supuesto, hay que proporcionarles ayuda y apoyo afectuosos. Hay que vigilarlas más a medida que cumplen con su deber, y ofrecerles más ayuda y orientación; solo así se puede garantizar que cumplan con su deber de forma eficaz. ¿Y cuál es el objetivo de hacer esto? El objetivo principal es mantener la obra de la casa de Dios. El objetivo secundario es identificar con prontitud los problemas, atenderlos, apoyarlos y tratarlos y podarlos, corrigiendo sus desviaciones y supliendo sus carencias y deficiencias. Esto es beneficioso para las personas; no existe nada malicioso en ello. Supervisar a las personas, vigilarlas, llegar a conocerlas, todo esto es para ayudarlas a entrar en el camino correcto de la fe en Dios, para que puedan cumplir con su deber como Dios pide y según los principios, para que no causen ninguna perturbación o interrupción, para que no malgasten el tiempo. El objetivo de hacer esto nace por completo de la responsabilidad hacia ellos y hacia la obra de la casa de Dios; no hay ninguna malicia en ello(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Las palabras de Dios nos enseñan uno de los principios que debemos practicar en el trabajo. Debemos vigilar estrechamente a los hermanos y hermanas a nuestro alcance, sobre todo a los que hacen trabajos clave, porque todo el mundo tiene un carácter corrupto y carece de la realidad de la verdad, así que no podemos evitar actuar con corrupción. No podemos confiar ciegamente en nadie ni dejar de controlar; eso indica que somos irresponsables en el trabajo. Yo soy justo igual. A veces, los demás me señalan mis problemas y, en el momento, estoy decidida a cambiar, pero suele ser un entusiasmo pasajero. Cuando realmente tengo que decidir, continúan limitándome mis actitudes corruptas y soy incapaz de practicar la verdad. Por eso necesitamos que nos supervisen y ayuden, para practicar y entrar mejor. Todo el mundo tiene defectos y no es capaz de captar los principios de la verdad, por lo que es inevitable que surjan problemas o errores en el deber, y a veces revelamos corrupción y actuamos caprichosamente. En esos momentos, los líderes deben supervisar y hacer seguimiento, comprender a fondo qué tal le va a la gente en el deber, descubrir problemas, solucionar errores y evitar posibles perjuicios al trabajo de la iglesia. Sin embargo, yo era muy ciega y necia. Como Xinyue parecía activa en el deber y le iba bien evangelizando, no me preocupaba por ella. Le di un trabajo así de importante y después no me preocupé más de él. Mi compañera me comentó que había problemas en el grupo, pero no me los tomé en serio. Cuando supe que Xinyue era arrogante y no colaboraba bien con otras personas, no lo investigué a fondo. Dado que ella era la líder del grupo, se lo señalé brevemente y creí que luego buscaría y entraría, así que no tenía que preocuparme. Sin embargo, las cosas salieron de forma totalmente distinta a la imaginada. La persona de quien menos me preocupaba tenía los problemas más graves. Por su carácter arrogante, los demás estaban limitados y no podían cumplir su deber con normalidad. Todo esto se debía a que yo no hacía un trabajo práctico y no contemplaba las cosas y a las personas a través de las palabras de Dios. Más adelante repasamos el trabajo de aquel grupo y descubrimos que aún presentaba problemas. Se habían ganado a muchos con su labor evangelizadora, pero algunos nuevos fieles no estaban en línea con los principios. Algunos no eran de buena humanidad y había que expulsarlos, lo que no solo consume recursos, sino que también es un lío para la iglesia. Cuanto más seguía su trabajo, más problemas concretos encontraba y más claro veía que yo, anteriormente, no había hecho un trabajo práctico. Solo observaba la superficie: cuando el trabajo parecía avanzar como la seda, creía que nadie tenía problemas en el deber. Observaba las cosas de forma muy superficial. Vi lo lamentable que era que yo no comprendiera la verdad y me advertí a mí misma que, en un futuro, tendría que observar las cosas según la verdad, cumplir mis responsabilidades y supervisar el trabajo de mis subordinados. También percibí la importancia real de la exigencia de Dios de que los líderes trabajemos minuciosamente en persona. Ello nos ayuda a tomar la senda del cumplimiento aceptable del deber. Luego leí más palabras de Dios. “Si de verdad posees cierto grado de calibre, realmente dominas las competencias profesionales dentro del ámbito que supervisas, y no eres ajeno a tu profesión, entonces solo tienes que cumplir una frase, y podrás ser leal a tu deber. ¿Qué frase? ‘Dedica tu corazón a ello’. Si dedicas tu corazón a las cosas y a las personas, entonces serás capaz de ser leal y responsable en tu deber. ¿Es fácil poner en práctica esta frase? ¿Cómo se aplica? Dedicar el corazón a algo significa que no utilizas la nariz para oler o los oídos para oír, sino que utilizas el corazón. Si una persona puede realmente dedicar su corazón a algo, entonces cuando sus ojos vean a alguien hacer cierta cosa, expresarse de alguna manera o reaccionar ante algo, o cuando sus oídos escuchen las palabras, voces o argumentos de ciertas personas, al utilizar su corazón para reflexionar y contemplar estas cosas, surgirán en su mente algunas ideas, puntos de vista y actitudes. Estas ideas, puntos de vista y actitudes les proporcionarán una comprensión profunda, real y correcta de la persona o cosa y, al mismo tiempo, darán lugar a juicios y principios adecuados y correctos. Cuando alguien dedica su corazón a algo de esta manera, se manifiesta como alguien leal a su deber(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Las palabras de Dios me mostraban una senda de práctica. Para cumplir bien mi deber, tenía que aprender a ser atenta y responsable. Tenía que tomar medidas concretas para todo cuanto viera y oyera que entraba en mí y descubrir los problemas en mi deber. Si no, no hacía más que actuar por inercia, ciega a los problemas. Además, tenía que hacer cuanto estuviera en mi mano por resolver los problemas que descubriera, pedir ayuda a mis superiores cuando no supiera solucionar algo, hacer y lograr lo que pudiera, cumplir mis responsabilidades, tener la conciencia limpia y aceptar el escrutinio de Dios. No podía recurrir a mis nociones y fantasías en el deber. Tenía que obedecer los principios de la verdad y las exigencias de Dios hasta que se solucionaran los problemas. Aunque todavía había muchos problemas en nuestro trabajo, tenía que esmerarme por resolverlos y, por muy bien que fuera, antes tenía que aprender a volcarme en ello y cumplir mis responsablidades. La evangelización es importante para la casa de Dios y, en esta época crucial del fin de los tiempos, si continuaba tomándome el deber a la ligera, aspirando a la comodidad y protegiendo mis intereses, esa sería una manera egoísta y despreciable de vivir. Así pues, oré a Dios: “Dios mío, mi estatura es pequeña y no tengo mucha aptitud, pero quiero darlo todo en el deber y practicar de acuerdo con Tus exigencias”.

Hace poco descubrí que la labor evangelizadora de la iglesia no era muy eficaz, sobre todo porque algunos obreros evangelizadores eran nuevos y no tenían claras las verdades acerca de dar testimonio de la obra de Dios. Por ello dispuse que fuera Li Mei a darles instrucciones prácticas. Al principio me pasaba el tiempo analizando las nociones religiosas de los receptores potenciales del evangelio y entendiendo los problemas de los obreros evangelizadores con Li Mei, pero después, cuando tuve mucho trabajo de lo mío, pensé en pasarle todos estos problemas a Li Mei para no tener que preocuparme mucho de ellos. Me sentí culpable cuando se me ocurrió esa idea. La evangelización no iba bien y Li Mei quería debatirlo conmigo después de enterarse de esos problemas, pero yo, como una funcionaria, había tenido la esperanza de pasarle esa ardua labor. Eso fue despreciable. Por ello, oré a Dios y abandoné conscientemente la carne. Cuando Li Mei me comentó los problemas, me impliqué de forma práctica, hablé con ella y busqué la verdad para resolverlos. Con esta colaboración práctica pude llegar a entender antes el trabajo y el progreso del grupo, y descubrir y resolver puntualmente los problemas y dificultades de los obreros evangelizadores. Descubrí la guía de Dios en esta colaboración práctica. Poco a poco, algunos obreros evangelizadores nuevos lograron captar los principios, la labor evangelizadora fructificó más y algunos nuevos fieles asumieron un deber tras aceptar la nueva obra de Dios. Aunque últimamente invierto más tiempo y energía, cuando me vuelco sinceramente en el deber, no se siente difícil ni cansado. De hecho, me he dotado de más principios de la verdad y, a base de sosegarme ante Dios en oración y buscar cuando hay problemas, me he acercado más a Él y estoy más centrada en el deber. Aún tengo muchos defectos en el deber. Todavía me falta mucho para cumplirlo adecuadamente. Sin embargo, gracias a mis experiencias he reflexionado y conocido mi problema de falta de trabajo práctico y tengo dirección en cuanto a cómo cumplir con el deber en un futuro. Todo cuanto he aprendido ha sido gracias al esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios.

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