El arrepentimiento de una hipócrita
Por Xinrui, Corea del Sur Dios Todopoderoso dice: “Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En agosto de 2015, fui nombrada líder de una iglesia. Entonces, en la iglesia había que gestionar algunas cartas de informe, pero recién empezaba a trabajar allí y nunca antes había tratado con cartas de informe. No estaba familiarizada con los principios de tratar con las cartas de informe y no sabía cómo gestionarlas, así que estaba muy nerviosa. Más tarde, los líderes superiores pusieron a Wang Jing a cargo del trabajo de las cartas de informe. Me enteré de que llevaba casi veinte años en la fe y de que había servido como líder y ahora se le asignaba la tarea de supervisar el trabajo de las cartas de informe. En mi interior, pensé: “Debe ser una gran entendida de la verdad y poseer la realidad-verdad. Nos será de gran ayuda”. Después de eso, vi que Wang Jing hacía un análisis muy coherente y racional de las cartas de informe. No solo podía resolver los problemas planteados en ellas, también transmitía una enseñanza clara sobre la verdad del discernimiento usando ejemplos de la vida real y encontraba pasajes adecuados de las palabras de Dios para abordar los problemas de cada uno en sus deberes. Esto me dio una muy buena impresión de Wang Jing y me pareció que poseía la realidad-verdad y que debía aprender todo lo posible de ella. Después, durante las reuniones, Wang Jing comentaba algunas cartas de informe complicadas, cómo otros las habían gestionado inadecuadamente y cómo rectificaba los problemas utilizando los principios y, en última instancia, los resolvía. Al poco tiempo, me parecía que no había problema que no pudiera resolver e inconscientemente desarrollé una admiración por ella. En otra ocasión, recibimos una carta de informe que contenía un tema muy complejo, pero Wang Jing identificó el quid de la cuestión en pocas palabras y resolvió el problema rápidamente. Una hermana le dijo con admiración: “Ninguno de nosotros ha podido manejar el problema de esta carta, e incluso nuestra supervisora no pudo resolverlo, pero con tan solo una enseñanza tuya, ‘problema resuelto’. Eres la mejor”. Wang Jing asintió con entusiasmo, aparentemente disfrutando con los elogios, e incluso hizo algunos comentarios críticos sobre la supervisora. Fui ligeramente consciente de que parecía estar engrandeciéndose y menospreciando a la supervisora, pero luego razoné que todo lo que había dicho era cierto, así que no le di más vueltas. En cambio, pensé que si en el futuro pudiera resolver los problemas de las personas como Wang Jing, sin duda podría cumplir bien con mi deber. Wang Jing nunca hablaba de los problemas o fracasos que había tenido durante su deber, ni qué corrupciones y debilidades había revelado y cómo había buscado la verdad para resolver estas cuestiones. Por tanto, con el tiempo, todos terminaron admirándola. También sentía que reuniéndome con Wang Jing podía entender más la verdad. Dado que quería resolver problemas como Wang Jing, iba a todas las reuniones a las que ella asistía para ver cómo analizaba las cartas de informe, qué palabras de Dios refería a los hermanos y hermanas respecto a sus situaciones, y cómo se comunicaba con ellos. Lo anotaba todo con papel y lápiz. Después, cuando tenía reuniones con colaboradores, la mayoría de lo que compartía era lo que había aprendido de Wang Jing. Ver cómo los colaboradores escuchaban atentamente mi enseñanza e incluso tomaban notas, me hacía sentir una obrera con talento, como Wang Jing, y que los demás debían estar satisfechos con mi trabajo y Dios me elogiaría.
Después de eso, confiaba cada vez más en Wang Jing. Cuando trataba con cartas de informe difíciles o problemas con los obreros de las cartas de informe, no me acallaba ante Dios para orar y buscar la verdad. Pensaba que tan pronto como Wang Jing viniera a enseñar, todos mis problemas se resolverían. Poco a poco, Dios perdió Su estatus en mi corazón y el estatus de Wang Jing se hizo más grande. Confiaba más en una persona que en Dios. Con el tiempo, empecé a tener problemas para comprender incluso los problemas más sencillos del trabajo de la iglesia. Mientras me reunía, no podía comunicarme con el esclarecimiento del Espíritu Santo. Solo hablaba de palabras y doctrinas y no podía resolver los problemas de entrada en la vida de las personas. Sentí como si Dios me hubiera dado la espalda, y sufrí mucho. Pero, en ese momento, no reflexioné sobre mí misma.
Antes de una reunión, las carreteras quedaron bloqueadas por la nieve y los coches no podían pasar. Wang Jing dijo que no podía venir y nos pidió a mí y a la hermana que era mi compañera que organizáramos la reunión. Cuando oí eso, fue como si me hubieran puesto patas arriba. Durante la reunión, no pude averiguar cuál era el origen del caos descripto en la carta de informe, y entré totalmente en pánico. Pero no guié a los demás para que orasen y confiasen en Dios, para que buscasen los principios-verdad en las palabras de Dios. En cambio, solo quería que Wang Jing apareciera y resolviera el asunto urgente que tenía entre manos. Cuando la reunión concluyó, me sentí culpable porque no había sido productiva y no había cumplido con mi deber. Aun así no busqué la intención de Dios y solo me obcequé en que Wang Jing viniera a resolver el problema. En otra ocasión, Wang Jing dijo que organizaría una reunión para nosotros, pero no apareció en toda la mañana y empecé a entrar en pánico, me aterraba que no pudiera venir como la última vez. Me preocupaba no poder resolver los problemas de todos si ella no venía. Después de comer, de repente oí abrirse la puerta y supe que Wang Jing había llegado. Encantada con la llegada de mi salvadora, me apresuré a ir a saludarla, pero mientras recorría el patio perdí el equilibrio y me torcí el tobillo. El tobillo se me hinchó como un globo y me dolía tanto que no podía caminar. Pero pensé que, como Wang Jing había llegado, tenía que avisar a todos para que vinieran a la reunión rápidamente para que nadie se quedase con sus problemas sin resolver. Entonces, me dirigí a la casa de una hermana, a pesar del dolor, pero justo cuando iba a llamar a la puerta, de alguna manera perdí el equilibrio y me caí al suelo. Después de luchar para volver a levantarme, vi que mi palma derecha estaba cubierta de sangre y cenizas de carbón. Esta serie de incidentes infundió miedo en mi corazón y empecé a darme cuenta de que el anhelo que sentía cuando esperaba a Wang Jing era un poco anormal. ¿Dios me estaba disciplinando? Así que oré a Dios en busca de una respuesta. Después, vi el siguiente pasaje de las palabras de Dios: “Las personas que creen en Dios deben someterse a Él y adorarle. No exaltes ni admires a ninguna persona; no pongas a Dios en primer lugar, a las personas a las que admiras en segundo y, en tercer lugar, a ti. Ninguna persona debe tener un lugar en tu corazón y no debes considerar que las personas —particularmente a las que veneras— están a la par de Dios o que son Sus iguales. Esto es intolerable para Él” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino). Reflexioné sobre las palabras de Dios y las numerosas escenas de mis interacciones con Wang Jing pasaban por mi mente como los fotogramas de una película. En cuanto conocí a Wang Jing, noté que era talentosa, elocuente, buena para predicar y especialmente hábil resolviendo problemas. Carta tras carta que no sabía cómo resolver se solucionaba fácilmente a través de su análisis y enseñanzas. Inconscientemente, había empezado a adorarla, pensando que reuniéndome con ella y escuchando sus enseñanzas, comprendería la verdad y ganaría en conocimiento. Si no me reunía con ella, era como perder una oportunidad de alcanzar la verdad. Empecé a priorizar la reunión y la comunión con Wang Jing por encima de orar a Dios y buscar la verdad. Confiaba plenamente en Wang Jing y cuando surgían problemas, no oraba a Dios ni buscaba la verdad, sino que simplemente esperaba que viniera a enseñar y los resolviera. Cuando se bloquearon las carreteras y no pudo venir, sentí que no podíamos hacer el trabajo sin ella. Cuanto más reflexionaba, más me horrorizaba. Los creyentes en Dios deben honrar Su grandeza. Deberíamos adorarlo y admirarlo. Ninguna persona debe tener un lugar en nuestros corazones, pero yo no tenía espacio en mi corazón para Dios. En cambio, exalté a la persona que adoraba y la convertí en un ídolo. Aunque creía en Dios, estaba adorando a una persona y sin saberlo había ofendido el carácter de Dios. Esta situación fue el recordatorio y la protección de Dios para mí. Me apresuré a orar a Dios, dispuesta a arrepentirme.
Después, me encontré con estas palabras de Dios: “Sea cual sea la categoría de un líder u obrero, si lo idolatráis por comprender un poco de la verdad y tener algunos dones, si creéis que está en posesión de la realidad-verdad y puede ayudaros, y si lo admiráis y dependéis de él en todo y, por medio de esto, tratáis de alcanzar la salvación, entonces todo esto es necedad e ignorancia por vuestra parte. Al final, todo quedará en nada, pues vuestro punto de partida es intrínsecamente incorrecto. Por muchas verdades que comprenda alguien, no pueden reemplazar a Cristo, y por mucho talento que tenga alguien, esto no significa que esté en posesión de la verdad; por eso cualquiera que idolatre, admire y siga a otras personas acabará descartado y condenado. Los creyentes en Dios solo pueden admirar y seguir a Dios. Los líderes y obreros, sea cual sea su rango, siguen siendo gente normal. Si los consideras tus superiores inmediatos, si sientes que son superiores a ti, que son más competentes que tú y deben guiarte, que sobresalen del resto en todos los sentidos, te equivocas, es un delirio. ¿Y qué consecuencias te acarreará este delirio? Esto te llevará inconscientemente a evaluar a tus líderes en función de unos requisitos que no se ajustan a la realidad, y a ser incapaz de tratar correctamente los problemas y las deficiencias que tienen; a su vez, sin que lo sepas, también te verás intensamente atraído por su estilo, sus dones y talentos, de modo que, para cuando quieras darte cuenta, los estarás idolatrando y serán tu dios. Esa senda, desde cuando empiezan a convertirse en tu ejemplo, el objeto de tu idolatría, hasta que te conviertes en uno de sus seguidores, te alejará inconscientemente de Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 6). “Algunos admiran a quien puede predicar un sermón profundo o es buen orador y envidian a quienes tienen una actitud imponente cuando dan sermones. ¿Es este el punto de vista correcto? ¿Está bien aspirar a ese objetivo? (No). Entonces, ¿qué es lo correcto? ¿En qué clase de persona debéis aspirar a convertiros? (En alguien que cumple con su deber con la cabeza gacha y los pies en la tierra, que se comporta y actúa de una manera sensata). Eso es lo correcto. Debéis comportaros y actuar de una manera sensata, no alejaros de ninguna manera de la oración ni de las palabras de Dios. Acudid a menudo ante Dios y tened una verdadera comunicación con Él. ¡Estos son los fundamentos para creer en Dios!” (La comunión de Dios). A través de las palabras de Dios, aprendí que como creyentes en Dios, debemos presentarnos a menudo ante Él. En todas las cosas, debemos orar a Dios, buscar la verdad, cumplir los deberes según Sus exigencias, honrar Su grandeza y no adorar nunca a ninguna persona. Con independencia de su talento, su destreza en el trabajo o su capacidad para resolver problemas, todo eso lo concede Dios. A través del esclarecimiento de Dios es como las personas transmiten una enseñanza perspicaz y si sus enseñanzas trazan un camino es porque están de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Puedo buscar en ellas cosas que no entiendo y aprender de sus fortalezas, pero no importa lo bien que comuniquen, al final, debo aceptarlo de parte de Dios y no adorar a simples personas. Después, puse en práctica las palabras de Dios y dejé de depender totalmente de Wang Jing. Cuando tenía problemas, oraba a Dios y buscaba principios-verdad relevantes en las palabras de Dios. A veces, si no podía resolver algo, le preguntaba a Wang Jing, pero me acallaba conscientemente ante Dios y me centraba en los aspectos de los principios-verdad que ella comunicaba en lugar de sencillamente admirarla. Poco a poco, empecé a tener una visión más normal de Wang Jing y pude resolver algunos problemas de las cartas de informe. Más tarde, Wang Jing fue nombrada líder de otra iglesia y dejé de entrar en pánico cuando ella no estaba cerca. Durante las reuniones, cuando surgían temas inabordables, oraba y recurría a Dios con los demás para encontrar un camino de práctica a través de Sus palabras. Solo cuando no podía resolver un problema, preguntaba a un líder o a alguien que entendiera la verdad. Nuestros problemas se fueron resolviendo poco a poco y noté un crecimiento.
Poco después, un líder superior me escribió para decirme que Wang Jing confiaba en su talento para el trabajo y no perseguía la verdad. Siempre estaba presumiendo y exaltándose a sí misma para que los demás la admirasen y adorasen. No aceptaba que la podasen y no reflexionaba sobre sí misma. Había sido expuesta por recorrer la senda de un anticristo y fue despedida por ser una falsa líder. Esto me impactó mucho. Durante mi tiempo con Wang Jing, ya había mostrado estos comportamientos: Nunca comentaba qué corrupción se había revelado durante su labor o qué fracasos había experimentado. Solo hablaba de sus logros, como si no existiera ningún problema que no pudiera resolver. Por ello, todo el mundo la admiraba y adoraba. Más tarde, vi este pasaje de las palabras de Dios: “Algunos pueden usar sus posiciones para testificar repetidamente sobre sí mismos, enaltecerse, y competir con Dios por personas y estatus. Usan diversos métodos y medidas para hacer que las personas los adoren, intentando constantemente ganarse a otros y controlarlos. Algunos hasta desorientan a propósito a las personas para que piensen que son Dios y los traten como tal. Nunca le dirían a nadie que han sido corrompidos, que son también corruptos y arrogantes, ni que no los adoren; y que por muy bien que les vaya, todo se debe a la exaltación de Dios y que en cualquier caso están haciendo lo que deberían. ¿Por qué no dicen estas cosas? Porque temen profundamente perder su lugar en el corazón de las personas. Por esta razón, estas personas no exaltan nunca a Dios ni dan testimonio de Él” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I). Mirándola a la luz de las palabras de Dios, alcancé cierto discernimiento de Wang Jing. A menudo, ella compartía cómo buscaba la verdad cuando se enfrentaba a dificultades, cómo manejaba fácilmente carta tras carta difícil y cómo ayudaba a otros a resolver sus problemas. Pero rara vez hablaba de sus propias aberraciones y deficiencias ni se sinceraba sobre su corrupción y debilidades. Ella nunca comentó ningún problema o carta que hubiera juzgado mal o hubiera sido incapaz de comprender, y que aquello había revelado sus deficiencias. Tampoco hablaba nunca de los problemas que no podía entender, cómo la habían ayudado otras personas y qué aspectos de los principios-verdad la habían llevado a comprender. Solo dejaba que las personas vieran esa falsa fachada perfecta que había levantado. Cuando la adorábamos y la alabábamos, no nos comunicaba que no adorásemos a simples personas, y parecía que le encantaba y disfrutaba con ello. Al discernir su comportamiento a la luz de las palabras de Dios, vi que solo se apoyaba en sus talentos para trabajar y predicar, nunca exaltaba ni daba testimonio de Dios y solo alardeaba para desorientar a los demás. Esto hizo que las personas no vieran su corrupción y deficiencias, sino que la adorasen y siguiesen. Actuó así para ganarse un lugar en el corazón de las personas. ¡Qué insidioso y malvado! Pero yo no solo no discernía sobre su comportamiento, sino que incluso admiraba su talento, habilidad y capacidad para resolver problemas. Creía que ella entendía la verdad, que poseía la realidad-verdad y por eso la adoraba. ¡Estaba tan ciega!
Después, encontré estos pasajes de las palabras de Dios: “Algunos son desorientados con frecuencia por los que, en apariencia, son espirituales, nobles, elevados y grandes. En lo que respecta a las personas que pueden hablar con elocuencia de palabras y doctrinas, y cuyo discurso y acciones parecen dignos de admiración, quienes son engañados por ellos jamás han analizado la esencia de sus acciones, los principios subyacentes a sus obras o cuáles son sus objetivos. Además, tampoco han observado si estas personas se someten verdaderamente a Dios ni tampoco han determinado si auténticamente temen a Dios y se apartan del mal. Nunca han discernido la esencia-humanidad de estas personas. Más bien, empezando por el primer paso que consiste en familiarizarse con ellas, llegan poco a poco a admirarlas, a venerarlas, y estas personas acaban convirtiéndose en sus ídolos” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra). “Ya sea que se centren en asuntos superficiales o profundos, o en palabras y doctrinas o en la realidad, las personas no se ciñen a lo que más deberían ceñirse ni saben lo que más deberían saber. Esto se debe a que la verdad no les gusta en absoluto. Por tanto, no están dispuestas a invertir tiempo ni esfuerzo en buscar y poner en práctica los principios de práctica que se encuentran en las declaraciones de Dios. Más bien, prefieren utilizar atajos, resumir lo que entienden y lo que saben que es una buena práctica y un buen comportamiento; este resumen pasa a ser, pues, el objetivo a perseguir, lo cual toman como la verdad a practicar. La consecuencia directa de esto es que las personas utilizan el buen comportamiento humano como sustituto de poner en práctica la verdad, algo que también satisface su deseo de ganarse el favor de Dios. Esto les proporciona un capital con el que luchar contra la verdad, que también utilizan para razonar con Dios y competir con Él. Al mismo tiempo, las personas dejan de lado a Dios, sin escrúpulos, y colocan en Su lugar a los ídolos a los que admiran” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra). A través de las palabras de Dios vi que durante mis muchos años de fe siempre había tenido esta opinión falaz: Había supuesto que las personas inteligentes y con talento que trabajaban y predicaban bien y podían resolver los problemas naturalmente entendían la verdad y poseían la realidad-verdad. Me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que era la realidad-verdad. Dios expresa las verdades y hace la obra de juicio para purificar a las personas de su carácter corrupto y permitirles entrar en la realidad-verdad y vivir una verdadera semejanza humana. Si alguien solo es capaz de resolver los problemas de los demás y de discernir sobre otras personas, pero es incapaz de aceptar el juicio de las palabras de Dios, así como ser podado, entonces, no importa el talento que tenga, o lo bien que trabaje y predique, todavía no posee la realidad-verdad. Wang Jing nunca habló de conocerse a sí misma, nunca se sinceró ni diseccionó su carácter corrupto y no aceptó la verdad ni se sometió de veras cuando la podaron. ¿Cómo podría poseer la realidad-verdad? Solo era capaz de manejar las cartas de informe porque tenía algo de experiencia laboral y un poco más de conocimiento sobre los principios. Pero eso no significaba que poseyera la realidad-verdad. No entendí la verdad y no discerní sobre ella. Incluso la adoré ciegamente y la tomé como un ídolo, tratando de emularla y copiarla. ¡Qué tonta fui! ¡Corrí un gran peligro al practicar la fe de esta manera!
Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos temerarios a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Además, continúas teniendo una actitud de encontrar la obra de Cristo difícil de soportar y no estar dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes nobles; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras ni sus manos influyentes. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu temor. Porque Él es demasiado común, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?). Las palabras de juicio de Dios son muy incisivas. Dios ha sido encarnado en la humildad y nunca se engrandece. Solo expresa verdades para salvar a la humanidad. La humildad de Dios es una expresión de Su honorabilidad, grandeza y santidad. Es muy digno de admiración. Pero al ver que Wang Jing era una líder, que podía resolver problemas y hablar con fuerza y convicción, la admiraba. Creía en Dios sin adorarlo y no veneraba la humildad y la belleza de Cristo. En cambio, adoraba a figuras grandes e imponentes, pensando más en los que tienen una personalidad altiva, talento y capacidad para trabajar y predicar. Incluso las veía como ídolos. Esto ofendió verdaderamente el carácter de Dios. No deberíamos admirar ni adorar a una simple persona: Solo Dios es la verdad y debe ser seguido y adorado. Las palabras de Dios dicen: “Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?). Yo no perseguía la verdad y no tenía el más mínimo conocimiento de Dios, a pesar de mis años de fe. Incluso idolatraba a una persona corrupta, la adoraba y seguía, y, sin embargo, no adoraba a Cristo ni me centraba en perseguir la verdad. ¡Esto era traicionar a Dios y estaba actuando como una incrédula, y si no me arrepentía, Dios me desdeñaría y me descartaría!
Más tarde, me enteré de que Wang Jing había actuado como Judas al ser detenida por el PCC. Había delatado a varios hermanos y hermanas. Cuando fue liberada, seguía sin arrepentirse y finalmente fue expulsada de la iglesia. Entendí que, aunque Wang Jing había realizado muchas tareas, tenía talento, habilidad para predicar y podía usar las palabras de Dios para resolver problemas, dado que no buscaba el conocimiento de sí misma ni aceptaba la verdad, y no poseía la más mínima realidad-verdad a pesar de sus años de fe, ante esta situación, quedó revelada totalmente y fue descartada. Después, me encontré con otro pasaje de las palabras de Dios: “Debes saber qué tipo de personas deseo; los impuros no tienen permitido entrar en el reino, ni mancillar el suelo santo. Aunque puedes haber realizado muchas obras y obrado durante muchos años, si al final sigues siendo deplorablemente inmundo, entonces ¡será intolerable para la ley del Cielo que desees entrar en Mi reino! Desde la fundación del mundo hasta hoy, nunca he ofrecido acceso fácil a Mi reino a cualquiera que se gana Mi favor. Esta es una norma celestial ¡y nadie puede quebrantarla! Debes buscar la vida. Hoy, las personas que serán perfeccionadas son del mismo tipo que Pedro; son las que buscan cambios en su carácter y están dispuestas a dar testimonio de Dios y a cumplir con su deber como seres creados. Solo las personas así serán perfeccionadas. Si solo esperas recompensas y no buscas cambiar tu propio carácter-vida, entonces todos tus esfuerzos serán en vano. ¡Y esta verdad es inalterable!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine). Las palabras de Dios dicen que el hecho de que uno pueda alcanzar la salvación y entrar en el reino celestial no se basa en sus talentos, en cuánto trabaja o cuánto predica, sino en si persigue la verdad, si es capaz de aceptar y someterse el juicio de las palabras de Dios y de lograr una transformación en su carácter-vida. En su fe, Pedro honraba la grandeza de Dios y buscaba la verdad en todas las cosas. Pensaba que alcanzar la verdad y la vida estaba por encima de todo, así, aunque no trabajó tanto como Pablo, tras experimentar el juicio de Dios pudo someterse hasta la muerte y amar a Dios al máximo, y finalmente dio un gran testimonio para Dios y obtuvo Su aprobación. Con el camino seguido por Pedro, encontré una senda de práctica: Ya no admiraría a las personas con talento y no trataría de ser como ellas. En cambio, me decidí a perseguir seriamente la verdad, a practicar las palabras de Dios, y a cumplir bien con mi deber como ser creado. Solo este era el camino correcto.
Después, al cumplir con mi deber, me centraba en ampararme en Dios y en buscar los principios-verdad. Cuando conocía a personas talentosas que sabían predicar, trabajaba conscientemente en verlos de la forma adecuada. Cuando sus enseñanzas tenían el esclarecimiento del Espíritu Santo, las aceptaba de parte de Dios. Cuando sus ideas se ajustaban a los principios-verdad, las aceptaba y obedecía. Si no se ajustaban a los principios-verdad, no las escuchaba ciegamente, sino que prefería buscar la verdad con ellos. Tras un tiempo poniendo esto en práctica, me sentí más libre y más a gusto. En mi deber, también conseguí identificar sendas de práctica y lograr algunos resultados. ¡Gracias a Dios!
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