Mi dificultosa senda hacia la cooperación en armonía

23 Oct 2022

Por Xincheng, China

En julio de 2020 me eligieron líder de iglesia y me pusieron a cargo del trabajo de esta junto con la hermana Chen Shi. Cuando empecé en aquel deber, no captaba claramente numerosos principios, y cada vez que tenía una pregunta, la debatía con ella. Yo aceptaba de buena gana los consejos que ella me diera. Con el tiempo comencé a lograr resultados en el deber; sentía que era competente en mi trabajo y que podía funcionar yo sola. Luego, al asignar los trabajos, me ocupaba yo misma sin hablarlo con Chen Shi. Incluso en casos en los que deberíamos haber tomado una decisión conjunta, la tomaba yo por mi cuenta. Como no actuaba según los principios, Chen Shi me recordaba a menudo que dejara de decidir arbitrariamente. A veces hasta me lo decía delante de los diáconos. A mi parecer, siempre me criticaba; no respetaba mi dignidad y me abochornaba. Por ello, me resistía un poco a ella. A veces, al debatir el trabajo, ella rechazaba mis ideas y yo me rebelaba, pensando: “Si ambas nos encargamos del trabajo de la iglesia, ¿por qué lo que tú dices está bien y lo que digo yo está mal? Siempre rechazas mis ideas; ¿eso no hace que tú parezcas mejor que yo? ¿No les pareceré a los hermanos y hermanas una mala líder? ¿Y cómo los miraré a la cara?”. Empecé a tener prejuicios hacia ella. Después, al discutir el trabajo, en cuanto ella rechazaba mi idea, me callaba. Aunque a veces me parecía que tenía razón, me incomodaba la idea de ceder ante ella. Con el tiempo, mis prejuicios hacia ella no hacían más que crecer. No quería hablarle, y ni mucho menos debatir con ella el trabajo. En verdad la limitaba, y yo misma me sentía muy inhibida y reprimida también.

En enero de 2021, por motivos de salud, por nuestra prolongada falta de cooperación en armonía y por sentirse limitada por mí, Chen Shi sucumbió a un episodio de negatividad, del que nunca se recuperó. Eventualmente terminó renunciando a su puesto. En octubre, la iglesia iba a celebrar elecciones para cubrir una vacante de liderazgo. Una líder superior mencionó a Chen Shi y preguntó por su situación. Una colaboradora, la hermana Wang Zhixin, dijo: “Su estado ha mejorado mucho últimamente y lleva una carga mayor en el deber”. Esto me preocupó un poco: “¡Supongo que tiene en gran estima a Chen Shi! Tras oír eso, seguro que la líder creerá que Chen Shi es apta para el puesto. Si, efectivamente, la eligen, ¿eso no supondrá que volveremos a trabajar juntas?”. Al recordar nuestra época juntas, me sentí aterrorizada: “Antes, cuando teníamos opiniones distintas acerca de cómo hacer el trabajo, casi todos los colaboradores apoyaban a Chen Shi; nadie me escuchaba a mí. Además ella tiene un sentido de la rectitud. Cuando advertía que yo no actuaba según los principios, me lo señalaba, haciéndome sentir avergonzada. Era realmente pésimo trabajar con ella. Si tengo que volver a trabajar con ella, ¿no será lo mismo? Si siempre se la pasa señalando mis problemas, ¿no hundirá la imagen que he establecido entre los hermanos y hermanas?”. Al percatarme de esto, no tuve ninguna gana de trabajar con Chen Shi. Pensé: “No puede ser. Tengo que contarles a todos sobre la corrupción que ella ha revelado antes; si no, será un auténtico fastidio si la eligen”. Por ello, me apresuré a describir todas sus malas conductas, incluido el hecho de que le preocupara el estatus y no llevara una carga en el deber, y más. Por si no era lo bastante concreta, también puse unos ejemplos reales que lo demostraban. Al percibir la líder que yo no podía tratar a Chen Shi de manera justa, me enseñó el principio del trato justo hacia los demás, pero yo no lo acepté. Días después, iniciadas oficialmente las elecciones, la hermana Li Ming me preguntó por la situación de Chen Shi. Pensé para mis adentros: “No es cercana a Chen Shi y no la conoce bien. Tengo que hacerle saber que Chen Shi no es apta para ser líder. De esa manera, no votará por ella”. Entonces, le conté todas las malas conductas de Chen Shi, como que no llevaba una carga en el deber. Pero, justo entonces, una hermana que se encontraba cerca dijo: “Chen Shi no llevaba una carga porque se hallaba en un mal estado. Últimamente ha cambiado su estado y lleva una carga en el deber. Además, nos habla y ayuda con paciencia cuando hay algo que no entendemos en nuestros deberes”. Me puse nerviosa al oír eso: “¿Por qué no paras de halagar a Chen Shi? ¿Ya votaste por ella? ¿Votará también por ella Li Ming tras oír lo que has dicho? Si, efectivamente, la eligen, volveremos a trabajar juntas. Entonces, no solo no podré lucirme, sino que también tendré que ser corregida constantemente por ella. Mejor sería que eligieran a un compañero nuevo. De ese modo, como soy líder desde hace un tiempo y comprendo más principios, todos aceptarán mis opiniones la mayor parte del tiempo. Incluso aunque haga algo mal, probablemente no lo verán con claridad y no me criticarán directamente, con lo que mi estatus será incuestionable”. Cuanto más lo pensaba, más creía que no podía dejar que eligieran a Chen Shi. Así pues, dije sin más que Chen Shi no tenía mucha experiencia vital y que solo compartía palabras y doctrinas. Al ver que Li Ming asentía con la cabeza, sentí algo de alivio, pues creí que quería decir que probablemente no votaría a Chen Shi. Para mi sorpresa, al final Chen Shi y otra hermana empataron con la mayoría de los votos. Me preocupó aún más que eligieran a Chen Shi y se pusiera a trabajar conmigo otra vez. Al rato me preguntó la líder: “Si Chen Shi es elegida realmente, ¿cómo te sentirás?”. La pregunta hizo que me preocupara que realmente pudieran elegir a Chen Shi, por lo que me apresuré a decir: “Chen Shi no tiene mucha experiencia vital y tiene un carácter gravemente corrupto…”. La líder notó cuánto me resistía a Chen Shi y volvió a dejarme en evidencia: “Solo reparas en las debilidades de la gente y nunca en sus puntos fuertes. Siendo así, no serás capaz de colaborar bien con nadie. Estás siendo arrogante y vanidosa”. Escuchar que la líder dijera que no sería capaz de colaborar bien con nadie me afectó profundamente. Sentí que la líder había descubierto mis intenciones, y seguro que no pensaría bien de mí. Ahora tanto a los hermanos y hermanas como a los líderes les caía bien Chen Shi, ¿cómo iba a continuar yo en el deber? Me sentí fatal y ya ni siquiera quise seguir siendo líder. Pensé: “Si todos piensan que ella es tan buena elíjanla ya”. Por tanto, le señalé a la líder: “Yo no soy de buena humanidad y no puedo colaborar con nadie. Ya no puedo cumplir con este deber. Creo que deben elegir otro líder que me sustituya”. La líder compartió conmigo, “No te digo que estás siendo arrogante y vanidosa para circunscribirte, sino para presionarte para que busques la verdad y corrijas tu carácter corrupto…”. Al oírlo me di cuenta de que descargaba mi ira en el deber y me sentí un poco culpable e incómoda. Pero cuando pensaba en trabajar con Chen Shi, me inquietaba. Como no quería lidiar con esa situación, puse por excusa que tenía otro trabajo y me fui. Me sentía muy deprimida por dentro; me percataba de que me situaba en oposición a Dios y de que Él me había ocultado su rostro. Además, estaba eludiendo la situación que Él me había dispuesto. Si no cambiaba las cosas, Dios me despreciaría y yo perdería la obra del Espíritu Santo. En ese punto, sentí algo de miedo, por lo que me presenté ante Dios a orar: “Dios mío, hay una lección que debo aprender en la situación que Tú me has dispuesto hoy. Está mal que la eluda y me resista a ella, pero no sé cómo hacer introspección y comprenderme a mí misma. Te pido que me guíes para someterme a Tus arreglos y, entretanto, aprender una lección”. Tras orar, me sentí un poco más tranquila.

Al día siguiente se anunció el resultado de las elecciones: habían elegido líder a Chen Shi. La noticia no me afectó tanto. Comencé a hacer introspección: siempre había criticado constantemente la corrupción y las deficiencias de Chen Shi, pero jamás había hablado de sus puntos fuertes y sus méritos. ¿No la estaba marginando? Por ello, busqué pasajes de las palabras de Dios acerca de cómo excluyen los anticristos a sus disidentes. Un pasaje de las palabras de Dios realmente daba en el blanco. Dios Todopoderoso dice: “¿Cómo excluyen y atacan los anticristos a quienes persiguen la verdad? Utilizan a menudo métodos que otros consideran razonables y adecuados, incluso se sirven de los debates sobre la verdad para tener algo de lo que aprovecharse, en aras de atacar, condenar y desorientar a otras personas. Por ejemplo, un anticristo cree que, si sus compañeros son personas que persiguen la verdad, estas podrían amenazar su estatus, por lo que pronunciará sermones elevados y discutirá teorías espirituales para desorientar a la gente y conseguir que lo tengan en alta estima. De ese modo puede denigrar y reprimir a sus compañeros y colaboradores, y hacer que la gente piense que, aunque los compañeros de su líder persiguen la verdad, no pueden igualarse a él en términos de calibre y capacidad. Habrá incluso quien dirá: ‘Nuestro líder da sermones elevados y no hay nadie que se le compare’. Para un anticristo, oír ese tipo de comentarios resulta sumamente satisfactorio. Se dice para sus adentros: ‘Tú que eres mi compañero, ¿no posees algunas realidades-verdad? ¿Por qué no puedes hablar con la misma elocuencia y elevación que yo? Ahora has quedado totalmente humillado. ¡Careces de las capacidades necesarias y, aun así, te atreves a competir conmigo!’. Es lo que piensa el anticristo. ¿Con qué objetivo? Intenta por todos los medios reprimir, denigrar y ponerse por encima de otras personas. Así es como un anticristo trata a todos quienes persiguen la verdad o trabajan con ellos. […] Además de estos actos malvados, los anticristos hacen algo aún más despreciable, y es que siempre tratan de averiguar cómo ganar ventaja sobre los que persiguen la verdad. Por ejemplo, si algunas personas han fornicado o han cometido alguna otra transgresión, los anticristos aprovechan esto como ventaja para atacarlas, buscan oportunidades para insultarlas, exponerlas y calumniarlas, para etiquetarlas y así desalentar su entusiasmo por cumplir con su deber, de modo que se sientan negativas. Los anticristos también hacen que el pueblo escogido de Dios los discrimine, los rehúya y los rechace, para que los que persiguen la verdad queden aislados. Al final, cuando todos los que persiguen la verdad se sienten negativos y débiles, ya no realizan activamente sus deberes y no están dispuestos a asistir a los encuentros; entonces, el objetivo de los anticristos se ha logrado. Como los que persiguen la verdad ya no suponen una amenaza para su estatus y su poder y ya nadie se atreve a denunciarlos o exponerlos, los anticristos pueden sentirse tranquilos. […] En resumen, a tenor de estas manifestaciones de los anticristos, podemos determinar que no cumplen con el deber del liderazgo, porque no guían a las personas a comer y beber de las palabras de Dios ni a hablar sobre la verdad; tampoco las riegan ni las mantienen para permitirles obtener la verdad. En lugar de ello, trastornan y perturban la vida de iglesia, desbaratan y destruyen su obra e impiden que la gente avance por la senda de perseguir la verdad y alcanzar la salvación. Lo que quieren es que el pueblo escogido de Dios se descarríe y pierda la oportunidad de que le concedan la salvación. Este es el objetivo definitivo que los anticristos quieren conseguir al trastornar y perturbar la obra de la iglesia(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 3: Excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad). Este pasaje de las palabras de Dios me golpeó donde me dolía. Dios expone cómo los anticristos reprimen y marginan a sus disidentes, buscan sus puntos débiles y denigran a quienes persiguen la verdad, a fin de consolidar su propio estatus. ¿No era así como yo estaba tratando a Chen Shi? Durante las elecciones, al ver que todo el mundo pensaba bien de ella, me acordé de que, cuando trabajábamos juntas antes, los demás aceptaban sus ideas la mayoría de las veces y era ella la que acaparaba toda la atención, no yo. También siempre señalaba mis fallos, con lo que yo quedaba mal. Me preocupaba que, de ser elegida nuevamente, sería todo igual que antes: los hermanos y hermanas solo la escucharían y admirarían a ella, y ya nadie me escucharía. Entonces, cuando una colaboradora dijo que Chen Shi podía llevar una carga, y cuando otra hermana consideró votar por ella, me sentí en crisis e hice todo lo posible para negar sus fortalezas y di mucha importancia a los ejemplos previos de su corrupción. Dije que no tenía mucha experiencia vital y que no perseguía la verdad, en un intento de hacer que todos tuvieran prejuicios hacia ella y, así, no la votaran. Cuando la líder advirtió mi problema y me podó por tratar injustamente a Chen Shi, vi que no había conseguido lo que quería, y después de ello me volví irracional y quise abandonar el deber. Todo cuanto dije estaba plagado de astutas motivaciones ocultas. Todo fue para proteger mi orgullo y estatus. ¿En qué se distinguía eso de los anticristos quienes, a fin de consolidar su estatus, atacan a aquellos que persiguen la verdad? En ese momento, había una necesidad imperiosa de gente que cooperara con el trabajo de la iglesia; aun cuando Chen Shi hubiera dado muestras de corrupción y tuviera defectos, tenía sentido de la rectitud y llevaba una carga en el deber. Buscaba la verdad frente a los problemas y era alguien que perseguía la verdad, por lo que cumplía con los requisitos para ser líder. Pero me había preocupado que amenazara mi estatus ante los demás, y por ello había hecho todo lo posible para denigrarla y marginarla sin la menor consideración por el trabajo de la iglesia. Yo no había sido para nada considerada con las intenciones de Dios; ¿cómo estaba cumpliendo mi deber? Estaba perturbando y trastornando la labor de la iglesia; ¡estaba haciendo el mal! Cuando me percaté de esto, sentí de repente lo terrible que realmente había sido. Antes siempre había pensado que marginar y castigar a la gente eran actos propios de un anticristo, pero ahora me daba cuenta de que yo también tenía el carácter de un anticristo y de que iba por la senda de un anticristo. Si no me arrepentía, Dios solo me desdeñaría y descartaría. Al comprender esto, me sentí horrorizada, pero también comprendí que ser podada y revelada era mi oportunidad para reflexionar y arrepentirme. Necesitaba buscar la verdad para corregir mi carácter corrupto, y cooperar correctamente con Chen Shi para hacer bien la labor de la iglesia y compensar remordimientos pasados.

Posteriormente, me sinceré con mis hermanos y hermanas sobre mi corrupción para que tuvieran discernimiento acerca de mis afirmaciones anteriores sobre Chen Shi y la trataran bien. Dejé de excluir y resistirme a Chen Shi cuando la veía y, de forma activa, le preguntaba y me preocupaba por su estado, discutía el trabajo y colaboraba con ella. Poco a poco empezamos a llevarnos mucho mejor, y yo me sentía mucho más tranquila. En particular, durante las reuniones, cuando Chen Shi hablaba de manera muy práctica sobre su experiencia y entendimiento, sentía aún más vergüenza por casi haber arruinado la oportunidad de mi hermana para desempeñarse como líder. Por poco no causé un mal.

Posteriormente, continué buscando la verdad y reflexionando sobre mí misma. Me encontré con este pasaje de las palabras de Dios: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; por eso consideran las cosas de esta manera. […] Si bien los anticristos también creen en Dios, consideran que la búsqueda de reputación y estatus es equivalente a la fe en Dios y le asignan la misma importancia. Es decir, a medida que recorren la senda de la fe en Dios, también persiguen la reputación y el estatus. Se puede decir que los anticristos creen de corazón que la búsqueda de la verdad en su fe en Dios es la búsqueda de reputación y estatus; que la búsqueda de reputación y estatus es también la búsqueda de la verdad, y que adquirir reputación y estatus supone adquirir la verdad y la vida. Si les parece que no tienen reputación, ganancias ni estatus, que nadie los admira ni los estima ni los sigue, se sienten muy decepcionados, creen que no tiene sentido creer en Dios, que no sirve de nada, y se dicen a sí mismos: ‘¿Es la fe en dios un fracaso? ¿Es inútil?’. A menudo reflexionan sobre estas cuestiones en su corazón, sobre cómo pueden hacerse un lugar en la casa de Dios, cómo pueden obtener una gran reputación en la iglesia, con el fin de que la gente los escuche cuando hablan, los apoye cuando actúen y los siga adondequiera que vayan, de forma que tengan la última palabra en la iglesia y fama, ganancias y estatus; tales son las cosas en las que de verdad se concentran en su fuero interno, son las cosas que buscan(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios expone cuánto valoran los anticristos la reputación y el estatus, y que todo lo que hacen sirve a su afán de poder. Quieren que todos los obedezcan y tengan un lugar para ellos en su corazón. En esencia, hacen todo esto para fundar su propio reino independiente y competir con Dios por la gente, para hacer que esta los idolatre. Vi que mis manifestaciones eran como las que Dios exponía. Siempre trataba de proteger mi imagen a ojos de los demás, buscaba estatus y tener la última palabra. Quería ser el centro de atención de todos. Cuando llegaba alguien con más talento que yo, lo consideraba una amenaza a mi estatus, y lo atacaba y lo excluía. Exactamente así trataba yo a Chen Shi. Preocupada por no ser capaz de lucirme si la elegían a ella para ser líder, di mucha importancia a sus corrupciones pasadas para desorientar a los demás y que no la votaran. Llegué a esperar que eligieran a otro compañero. De ese modo, como yo había sido líder desde hacía mucho más tiempo, sin importar qué dijera o hiciera, aunque no concordara con los principios, mi nuevo compañero no vería las cosas con claridad y no me dejaría en evidencia ni me criticaría. Yo sería entonces la mandamás de la iglesia, se haría todo lo que yo dijera, y podría hacer lo que me diera la gana. Mis ambiciones y deseos estaban completamente fuera de control. ¡Estaba en grave peligro! Para mantener su régimen autocrático, el PCCh solo permite que las personas lo sigan y se sometan a él. Impide totalmente que crean y sigan a Dios, y a aquellos que creen los detiene y persigue con crueldad. Yo, de igual manera, podía incluso reprimir y excluir personas con tal de resguardar mi propio estatus. Simplemente no podía creer lo horrible que había llegado a ser en aras del estatus. Como líder de la iglesia, debía trabajar con aquellos que persiguen la verdad, con un mismo sentir, para hacer bien el trabajo de la iglesia y llevar a los hermanos y hermanas ante Dios. Pero no pensaba más que en la reputación y el estatus y no había espacio en mi corazón para el trabajo de la iglesia o la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas, y no tenía un corazón temeroso de Dios para nada. Hacía años que creía en Dios, pero aun así había reprimido a mi hermana por el bien de mi estatus. ¡Lo que hice verdaderamente disgustaba a Dios!

Me di cuenta de que había otro motivo por el que había reprimido y marginado a Chen Shi: ella no había dejado de criticarme y dejarme en evidencia, y de hacerme quedar mal. Encontré el siguiente pasaje de las palabras de Dios sobre este estado: “¿Qué deberías hacer si desearas mantenerte alejado de la senda del anticristo? Deberías tomar la iniciativa de acercarte a las personas que aman la verdad, a las que son rectas, a las que señalan tus problemas, a aquellas que cuando los descubren pueden hablarte con sinceridad, hacerte reproches y, en especial, son capaces de podarte; estas son las personas que más te benefician y deberías apreciarlas. Si excluyes y te deshaces de gente tan buena, perderás la protección de Dios y poco a poco te alcanzará el desastre. Al acercarte a la buena gente y a los que entienden la verdad, tendrás paz y alegría, y podrás mantener el desastre a raya; al acercarte a la gente ruin, a los desvergonzados y a los que te adulan, estarás en peligro. No solo te engañarán y te embaucarán con facilidad, sino que el desastre te sobrevendrá en cualquier momento. Has de saber qué tipo de persona puede beneficiarte más, y se trata de aquellos capaces de advertirte que estás haciendo algo mal o que te ensalzas y das testimonio de ti mismo y desorientas a los demás, esas son las personas que más pueden beneficiarte. La senda correcta que hay que tomar es la de acercarse a tales personas. ¿Sois capaces de hacerlo? Si alguien menciona algo que daña tu reputación y te pasas el resto de tu vida resentido y diciendo: ‘¿Por qué me has desenmascarado? Nunca te he tratado mal. ¿Por qué siempre tienes que ponerme las cosas difíciles?’, y guardas rencor en tu corazón, se produce una ruptura y no dejas de pensar: ‘Soy el líder y, como tengo este estatus y esta identidad, no te consentiré que me hables así’, ¿qué clase de manifestación es esta? Indica que no aceptas la verdad y que te posicionas en contra de los demás; equivale un poco a hacer oídos sordos a la razón. ¿No es tu idea de estatus lo que genera el problema? Esto demuestra que tus actitudes corruptas son demasiado graves. Quienes siempre albergan pensamientos relativos al estatus son personas que poseen un grave carácter de anticristo. Si, además, cometen maldades, rápidamente las pondrán en evidencia y serán descartadas. ¡Resulta peligrosísimo que la gente rechace y no acepte la verdad! Cuando se alberga en todo momento el deseo de competir por el estatus y se codician los beneficios que este conlleva, saltan las señales de peligro. Si el corazón se ve continuamente constreñido por el estatus, ¿aún sería posible practicar la verdad y manejar las cosas conforme a los principios? Si uno es incapaz de poner en práctica la verdad y no actúa más que por la fama, la ganancia y el estatus, y se sirve continuamente de su poder para hacer cosas, ¿no resulta obvio que se trata de un anticristo que muestra su verdadero rostro?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Al leer las palabras de Dios, entendí que los hermanos y hermanas no me exponían y criticaban para reírse de mí, denigrarme ni abochornarme, sino para ayudarme a conocerme a mí misma. Esto sería beneficioso para mi vida y me garantizaría no tomar la senda equivocada. Recordé cómo cuando Chen Shi y yo habíamos colaborado, ella me había expuesto directamente después de reparar en que yo era arrogante, vanidosa, y actuaba con arbitrariedad. Esa era la ayuda amorosa que ella me había dado. Era beneficioso para mi crecimiento en la vida tener a mi lado a alguien así que me supervisara. Pero, en ese entonces, no lo acepté de parte de Dios y constantemente sentía que ella estaba tratando de hacerme quedar mal al criticarme y exponerme frente a los demás, por lo que empecé a tener prejuicios hacia ella y la excluí. Todas estas fueron manifestaciones de mi carácter de anticristo. Las palabras de Dios me habían dado una senda de práctica: Debía pasar más tiempo con gente honesta y franca que persiguiera la verdad, y cuando hiciera algo mal y fuera en contra de los principios, debía renunciar a mi estatus y mi orgullo y escuchar sus ideas. De esta manera, podía evitar hacer el mal. Pensé que, aunque era líder de la iglesia, aún me faltaba entendimiento sobre muchas cuestiones, y estaba controlada por mi carácter corrupto, y por lo tanto no podía evitar causar trastornos y perturbaciones en mi deber. Solo trabajando en armonía con los demás y comprometiéndome en la ayuda y el sustento mutuo sería capaz de cumplir bien mi deber y el trabajo de la iglesia. Después de comprender la intención de Dios, me sinceré con Chen Shi, le pedí disculpas y le conté toda la historia de cómo la había atacado y reprimido. Al oírlo, ella me habló de su propia experiencia para ayudarme. Al sincerarnos y hablar pudimos levantar la barrera que nos separaba.

Una vez, había descuidado el trabajo de asuntos generales por estar ocupada con otro trabajo. La hermana Yang Yanyi, quien estaba a cargo de ese trabajo, no tuvo rodeos al criticarme: “Llevas dos meses sin reunirte con nosotros, no has resuelto las dificultades que hemos tenido en el deber y nuestras vidas se han visto afectadas negativamente. Según las palabras de Dios, los falsos líderes y obreros asignan trabajo y luego no hacen el seguimiento, ¿no serías entonces una falsa líder?”. Al escuchar las palabras de la hermana, me negué a aceptarlo y justificaba las cosas para mis adentros: “Te he preguntado por tu estado estos dos meses, aunque menos a menudo. Además, he estado ocupada con otros trabajos. No puedes calificarme de falsa líder nada más que por eso. Si tú eres así, ¿cómo podría atreverme a hacer un seguimiento de tu trabajo en el futuro? Si me pillas haciendo algo mal otra vez y acudes a los líderes superiores para reportarme y denunciarme como falsa líder, ¿no perderé mi estatus? Así no puede ser, no puedo dejar que supervises el trabajo en lo sucesivo”. No obstante, después recordé cómo había atacado y marginado antes a Chen Shi y ahí estaba de nuevo, sin querer dejar que Yanyi supervisara el trabajo tras haber expresado su opinión sobre mí. ¿No continuaba atacando y marginando a quienes tenían opiniones distintas? Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Debes acercarte a personas capaces de hablar con sinceridad; tener a gente así a tu lado te supone una gran ventaja. En particular, contar a tu alrededor con personas tan buenas como aquellas que al descubrir un problema en ti tienen el coraje de hacerte reproches y de desenmascararte, puede prevenir que te desvíes. No les importa cuál sea tu estatus y, en el momento que descubren que has hecho algo en contra de los principios-verdad, te hacen reproches y te desenmascaran si es necesario. Solo tales personas son rectas, gente con sentido de la rectitud, y da igual de qué manera te desenmascaren y te reprochen, todo ello te sirve de ayuda y tiene como cometido supervisarte y sacarte adelante. Has de acercarte a esas personas; mantenerlas a tu lado y que te ayuden, te vuelve relativamente más seguro; a esto se le llama tener la protección de Dios(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Al reflexionar sobre las palabras de Dios me calmé poco a poco. Consideré cuidadosamente que, aunque Yanyi me había podado con bastante dureza, había dicho la verdad. Durante esos dos meses yo no había comprendido ni resuelto su estado ni sus problemas. Su entrada en la vida se había visto afectada de forma adversa. Como líder de la iglesia, tenía la responsabilidad de estar al día sobre los estados de los hermanos y hermanas y de resolver sus dificultades en la entrada en la vida; no podía eludir mi responsabilidad por muy ocupada que estuviera. Pero no había mostrado ninguna preocupación por Yanyi. Cuando ella me había hecho algunas sugerencias, había querido atacarla vengativamente porque pensé que estaba dañando mi reputación y mi estatus, y que si me reportaba mi estatus estaría perdido. ¡Yo era verdaderamente malévola! Cuando Yanyi me podó, estaba supervisando mi labor y practicando la verdad. Si la atacaba y buscaba vengarme de ella, ¡me opondría a la verdad y cometería el mal! Al darme cuenta, oré a Dios: “Amado Dios, me he percatado de mi naturaleza malévola. Para proteger mi reputación, quise atacar y buscar venganza contra Yanyi. Eso es castigar a las personas. Oh, Dios mío, ya no deseo actuar de acuerdo a mi carácter corrupto. Estoy dispuesta a practicar la verdad y a aceptar sugerencias de Yanyi”. Después de orar me sentí particularmente culpable y quise disculparme, pero, para mi sorpresa, fue Yanyi la que se disculpó conmigo primero, alegando que había sido algo impertinente y que había hablado con un carácter corrupto. Yo también me disculpé con ella: “Estuviste bien al podarme. Realmente no realizaba un trabajo real y debí recapacitar al respecto”. Sentí que los hermanos y hermanas me podaban y ayudaban para que pudiera darme cuenta de que no había hecho un trabajo real. Esto venía de Dios y era Su protección para mí. ¡Gracias a Dios!

A través de estas experiencias entendí que Satanás me había corrompido a fondo y que codiciaba demasiado la reputación y el estatus. En lo referido a mi estatus y mi orgullo, podía incluso reprimir y marginar a la gente. También me di cuenta de que, ante cualquier situación, debemos centrarnos en hacer introspección y conocernos, y en buscar la verdad para corregir nuestro carácter corrupto. Solo entonces podremos evitar hacer el mal y resistirnos a Dios. ¡Gracias a Dios!

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