No se puede distinguir a una persona por su apariencia
Por Yang Rui, provincia de Shanxi En mi corazón, siempre había creído que mi padre era un buen hombre. Hasta que de repente, un día, me...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En abril de 2021, yo vivía en una casa con Harlow y otras pocas hermanas. Al principio, solía ver que ella hablaba a menudo con otros acerca de su estado, y a veces platicaba sobre ello durante las comidas. Pensé que, por cómo aprovechaba el tiempo de las comidas, de verdad se enfocaba en la entrada en la vida y era alguien que buscaba la verdad. Luego, una ocasión en la que estábamos platicando, Harlow me dijo que de verdad le importaban las expresiones faciales y opiniones de los demás y que, si alguien usaba un mal tono con ella, por lo general suponía que la despreciaban, y me dijo que ella era falsa. También dijo que siempre competía con los demás por la fama y ganancia, y que se preocupaba demasiado por su reputación y estatus. Yo pensé que solo nos conocíamos desde hacía poco tiempo, así que el hecho de que fuera capaz de contarme sus puntos fatales y sus debilidades significaba que ella era simple y abierta. En nuestras interacciones siguientes, me di cuenta de que ella verdaderamente tenía una mentalidad complicada. Le importaban mucho las expresiones y opiniones de la gente, y sospechaba de los demás. A veces, cuando los hermanos y hermanas le señalaban sus problemas, ella se preguntaba si la despreciaban, y después se sinceraba sobre ella misma diciendo que siempre sospechaba de los otros, que era muy falsa, entre otras cosas. Al principio, yo pensaba que ella solo era un tanto sensible y frágil. Sentía que todo el mundo tiene fallos y problemas y, como hermanos y hermanas, debemos tener más tolerancia y perdonarnos los unos a los otros. Además, ella era capaz de sincerarse y entenderse a sí misma tras revelar corrupción, por lo que debería ser una persona capaz de aceptar la verdad. Entonces, no pensé demasiado en ello. Generalmente, cuando me hablaba sobre su estado, yo escuchaba con paciencia cuando abría su corazón. Durante la conversación, también prestaba atención detenida a su estado de ánimo, por miedo a ser descuidada y decir algo que le hiciera daño. Por ese motivo, le gustaba conversar conmigo. Esto me mostró, a través de sus palabras y lo que implicaban, que ella sentía que yo tenía un buen temperamento y personalidad, que era generosa y que le gustaba la gente como yo. Sin embargo, cada vez que hablábamos era acerca de su estado de sospecha o preocupación por la imagen. A veces, una conversación breve se alargaba durante una hora y eso realmente demoraba mi deber. Pero, al ver cómo confiaba en mí, temía que se sintiera herida si no le escuchaba, así que me cohibía interrumpirla. Después ocurrieron algunas cosas que cambiaron poco a poco cómo la veía.
Una vez, la hermana Kay no se tomó demasiado en serio que Harlow la criticara por no doblar bien una colcha. Harlow se enojó y no desistió, e insistió en que Kay hiciese lo que ella quería. Kay vio que Harlow en general hacía que la gente la convenciera y le siguiera la corriente para complacerla. Kay le dijo que estaba demasiado centrada en el estatus y que siempre quería tener personas a su alrededor, lo que en esencia significaba que quería controlarlas. Después, Harlow fue a sincerarse con Kay, llorando y explicando que no era verdad lo que Kay había dicho, y que Kay la había malinterpretado. Kay se disculpó, pero Harlow no lo dejó estar y le hizo el vacío. Más tarde, solía aislarse y no hablaba mucho con nosotros. Una vez, cuando me estaba hablando de su estado, dijo que veía que las otras hermanas hablaban mucho con Kay, así que sospechaba que a todas les gustaba y que a ella la despreciaban y excluían. Entonces evitó a todo el mundo deliberadamente, y pensaba que Kay era insincera cuando hablaba con ella. Después dijo que tenía poca humanidad, y que cuestionar a Kay de esa manera era muy falso. Pero no cambió después de eso. Estuvo de mal humor con nosotras durante medio mes a causa de ello, y todos se sintieron limitados. Me sorprendió y no podía entenderlo. ¿Por qué no buscaba la verdad y aprendía una lección cuando se encontraba con problemas? Más tarde, pensé en cómo ella sólo tendía a indignarse y estar de mal humor, y que todos nosotros éramos hermanos y hermanas y que solo necesitábamos ayudarla más por amor. Una vez, surgieron problemas en un vídeo que ella estaba produciendo. En una reunión, el líder de equipo dijo que los productores tenían que cargar con la responsabilidad principal por los problemas en los vídeos. Harlow asumió que iba dirigido a ella, que el líder de equipo pensaba que ella tenía poco calibre y que la menospreciaba. Estuvo con cara larga y se la vio sombría durante días. Después, un líder compartió con ella y le dijo que no aceptaba la verdad, que era demasiado sensible y que sería peligroso continuar siendo de esa manera. Harlow comenzó a llorar tras escuchar esto. Dijo que era demasiado corrupta y que Dios no la salvaría. Al ver que estaba tan molesta, el líder compartió con ella sobre la intención de Dios, para que no malinterpretase a Dios y pudiese reflexionar más sobre su problema y tener entrada. Ella no dijo nada en ese momento, y el líder pensó que ella sería capaz de cambiar. Sorprendentemente, sin embargo, en una reunión dijo que no podía aceptar lo que el líder había dicho sobre ella y había estado negativa durante días. Más tarde, les dijo a algunos hermanos y hermanas que ella no le gustaba al líder de equipo por su bajo calibre, lo que la había hecho sentir limitada. Ella no sabía cómo superarlo, y lo dijo llorando. Los hermanos y hermanas fueron compasivos con ella. Siempre ocurrían cosas así. Después de que alguien compartiera con ella, ella siempre “se conocía” a sí misma y reconocía su problema. Pero luego armaba otro espectáculo unos días después cuando ocurría otra cosa desagradable.
Me confundió mucho verla actuar de esa manera. Como usualmente parecía conocerse a sí misma, ¿por qué no cambiaba nunca? Si los demás decían algo que impactara en su orgullo, ella asumía que la despreciaban y luego malinterpretaba todo. ¿Había un problema con su humanidad y entendimiento? No podía comprender esto por completo, así que oré a Dios en búsqueda, y busqué y compartí con otros que entendían la verdad. Una hermana me dijo que Harlow entendía todo tras años de fe, pero que no practicaba la verdad y era negativa a menudo. Eso significaba que no se conocía verdaderamente a sí misma. Esa hermana también me envió un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando algunas personas comparten su autoconocimiento, lo primero que sale de su boca es: ‘Soy un diablo, un Satanás viviente, alguien que se resiste a Dios. Me rebelo contra Él y le traiciono; soy una víbora, una persona malvada que debe ser maldecida’. ¿Es esto un verdadero autoconocimiento? Solo dicen generalidades. ¿Por qué no aportan ejemplos? ¿Por qué no sacan a la luz las cosas vergonzosas que hicieron a fin de diseccionarlas? Algunas personas sin discernimiento los escuchan y piensan: ‘¡Eso sí es verdadero autoconocimiento! Reconocerse a sí mismos como un diablo, e incluso maldecirse a sí mismos: ¡qué cotas han alcanzado!’. Muchas personas, en particular los nuevos creyentes, tienden a desorientarse con esta charla. Piensan que el orador es puro y tiene comprensión espiritual, que es alguien que ama la verdad, y que está calificado para el liderazgo. Sin embargo, una vez que interactúan con ellos durante un tiempo, descubren que no es así, que la persona no es quien imaginaban, sino que es excepcionalmente falsa y embaucadora, hábil en el disfraz y la pretensión, lo que provoca una gran decepción. ¿Sobre qué base se puede estimar que las personas se conocen de verdad a sí mismas? No se puede considerar únicamente lo que dicen; la clave está en determinar si son capaces de practicar y aceptar la verdad. Los que realmente comprenden la verdad no solo tienen un conocimiento auténtico de sí mismos, sino que, lo más importante, son capaces de practicarla. No solo hablan de su verdadera comprensión, sino que son también capaces de hacer realmente lo que dicen. Es decir, sus palabras y acciones coinciden por completo. Si lo que dicen suena coherente y conveniente, pero sin embargo no lo hacen, no lo viven, entonces en esto se han convertido en fariseos, son hipócritas, y no se trata en absoluto de personas que se conozcan a sí mismas. Muchas personas parecen muy coherentes cuando comparten la verdad, pero no son conscientes de cuando muestran revelaciones carácter corrupto. ¿Se trata de personas que se conocen a sí mismas? Si no es así, ¿son personas que entienden la verdad? Todos los que no se conocen a sí mismos son personas que no entienden la verdad, y todos los que hablan palabras vacías de autoconocimiento tienen una falsa espiritualidad, son mentirosos. Algunas personas suenan muy coherentes cuando pronuncian palabras y doctrinas, pero sus espíritus están adormecidos y son torpes, no son perceptivos y no responden a ninguna cuestión. Se puede decir que están adormecidos, pero a veces, al escucharlos hablar, sus espíritus parecen bastante avispados. Por ejemplo, justo después de un incidente son capaces de conocerse a sí mismos de inmediato: ‘Hace un momento se ha hecho patente en mí una idea. He pensado en ella y me he dado cuenta de que era falsa, de que estaba engañando a Dios’. Hay gente sin discernimiento que siente envidia cuando escucha esto, y dice: ‘Esta persona se da cuenta inmediatamente cuando revela corrupción, y es también capaz de abrirse y comunicar al respecto. Reacciona muy rápido, su espíritu es agudo, es mucho mejor que nosotros. Se trata de alguien que persigue realmente la verdad’. ¿Es esta una forma precisa de medir a las personas? (No). Entonces, ¿cuál debe ser la base para evaluar si las personas se conocen realmente a sí mismas? No debe ser solo lo que sale de sus bocas. También hay que ver su verdadero comportamiento. El método más sencillo es observar si son capaces de practicar la verdad: esto es lo más esencial. Su capacidad de practicar la verdad demuestra que realmente se conocen a sí mismos, porque los que realmente se conocen a sí mismos manifiestan arrepentimiento, y solo cuando las personas manifiestan arrepentimiento se conocen realmente a sí mismas” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a perseguir la verdad). Aprendí de las palabras de Dios que, cuando se mide si alguien ama y acepta la verdad, si realmente se conoce a sí mismo, no se trata de averiguar lo bien que se reconocen con palabras o lo bien que escupen palabras y doctrinas. En cambio, se trata de lo que vivan realmente al enfrentar sucesos, si pueden practicar la verdad, si de verdad se arrepienten y cambian, y si la comprensión de la que hablan y su entrada real concuerdan. Algunas personas escupen las palabras y doctrinas correctas, pero no pueden practicar la verdad de ninguna manera cuando afrontan las cosas y, en cambio, actúan según su carácter satánico. Así es alguien que no acepta la verdad. Algunas personas pueden sincerarse sin importar qué tipo de pensamientos revelen y conocer su corrupción, haciendo que la gente piense que son simples. No dicen nada, sin embargo, sobre los motivos reales que hay detrás de eso, y no diseccionan la esencia de su carácter corrupto en absoluto. Parecen simples y abiertas, pero en realidad desorientan y mienten a la gente, y son muy falsas. El autoconocimiento de algunas personas es tan solo una ilusión; van a reconocer de palabra sus errores, van a decir que son diablos y satanases, se van a maldecir y condenar, y saben que son un completo desastre; sin embargo, en cuanto a las cosas malvadas específicas que han hecho, los motivos y objetivos ocultos, o las consecuencias que han producido, no dicen ni una palabra. Al pensar en Harlow, vi que le gustaba hablar con la gente sobre su estado, y parecía perseguir y buscar la verdad sin duda. Siempre decía cosas como: “Tengo una humanidad pobre, soy falsa, soy malévola”. Por fuera, parecía que se conocía a sí misma de verdad, pero no practicaba la verdad ni tenía entrada para nada cuando enfrentaba sucesos. No resolvía su propio carácter corrupto en absoluto. Dos años atrás, otros la habían evaluado como alguien que sospechaba de la gente y se centraba en la reputación y el estatus, pero no había cambiado en absoluto. Claramente, solía hablar sólo sobre doctrina. Esto daba a la gente una falsa impresión y los estaba embaucando. El conocimiento del que hablaba y lo que ella vivía en realidad no concordaban para nada.
Más adelante, leí una enseñanza de Dios sobre qué personas son verdaderos hermanos y hermanas y cuáles no, y obtuve discernimiento sobre Harlow. Las palabras de Dios dicen: “Solo los que aman la verdad pertenecen a la casa de Dios; solo ellos son verdaderos hermanos y hermanas. ¿Crees que todos los que asisten a menudo a las reuniones en la casa de Dios son hermanos y hermanas? No necesariamente. ¿Quiénes no lo son? (Los que sienten aversión por la verdad, los que no la aceptan). Todos los que no aceptan la verdad y sienten aversión por ella son malvados. Todos ellos son gente sin conciencia ni razón. Ninguno está entre aquellos a los que Dios salva. Esta gente carece de humanidad, no se ocupa del trabajo que les corresponde y anda descontrolada haciendo cosas malas. Viven según filosofías satánicas y, con maniobras astutas, utilizan a otros, los engañan y les hacen trampas. No aceptan la verdad en lo más mínimo, y se han infiltrado en la casa de Dios solo para obtener bendiciones. ¿Por qué los llamamos incrédulos? Porque sienten aversión por la verdad y no la aceptan. En cuanto se comparte la verdad, pierden el interés, sienten aversión por ella, no soportan oírla, sienten que es aburrida y no pueden estarse quietos. Son claramente incrédulos y no creyentes. No debes considerarlos hermanos y hermanas. […] Entonces, ¿qué principios rigen sus vidas? Sin duda, viven según las filosofías de Satanás. Siempre se muestran astutos y taimados, y no tienen una vida de humanidad normal. Nunca oran a Dios ni buscan la verdad, sino que hacen frente a todo utilizando trucos, tácticas y filosofías para los asuntos mundanos, lo que hace que su existencia sea extenuante y dolorosa. Se relacionan con los hermanos y hermanas de la misma manera que con los no creyentes, siguen filosofías satánicas, mienten y engañan. Les gusta discutir e hilar muy fino. No importa en qué grupo vivan, todo el tiempo se fijan en quién es afín a quién y quién forma equipo con quién. Cuando hablan, observan con atención las reacciones de los demás. Constantemente están atentos, intentando no ofender a nadie. Siempre siguen estas filosofías para los asuntos mundanos para lidiar con todo lo que les rodea y abordar sus relaciones con los demás. Eso es lo que hace que su existencia sea tan agotadora. Aunque en apariencia se muestren activos entre la gente, en realidad llevan la procesión por dentro y, si observaras de cerca sus vidas, te parecerían agotadoras. Cuando se trata de un asunto que implica fama, ganancia o prestigio, insisten en aclarar quién tiene razón o no, quién es superior o inferior, y tienen que discutir para convencer. Los demás no quieren oírlo. La gente dice: ‘¿Puedes simplificar lo que dices? ¿Puedes ser directo? ¿Por qué tienes que ser tan trivial?’. Sus pensamientos son muy complicados y retorcidos, y viven una vida sumamente agotadora sin darse cuenta de los problemas de fondo. ¿Por qué no pueden buscar la verdad y ser honestos? Porque sienten aversión por la verdad y no quieren ser honestos. Entonces, ¿en qué basan su vida? (Filosofías para los asuntos mundanos y métodos humanos). La dependencia de los métodos humanos para actuar suele llevar a resultados en los que uno acaba siendo objeto de burla o en los que se revela un aspecto desagradable de uno mismo. Y así, al examinarlas más de cerca, sus acciones, las cosas que se pasan el día haciendo, están todas relacionadas con su propia imagen, fama, ganancia y vanidad. Es como si vivieran en una telaraña, tienen que justificar o inventar excusas para todo, y siempre hablan por su propio bien. Su pensamiento es enrevesado, dicen muchas tonterías, sus palabras son muy caóticas. Siempre están discutiendo sobre lo que está bien y lo que está mal, no paran de hacerlo. Si no están tratando de quedar bien, están compitiendo por la reputación y el estatus, y nunca hay momento en el que no estén viviendo para estas cosas. ¿Y cuál es la consecuencia final? Puede que hayan ganado prestigio, pero todo el mundo está harto de ellos. La gente los ha descubierto y se ha dado cuenta de que están desprovistos de la realidad-verdad, de que no son personas que crean sinceramente en Dios. Cuando los líderes y obreros u otros hermanos y hermanas emplean unas pocas palabras para podarlos, se niegan obstinadamente a aceptar, insisten en tratar de justificar o poner excusas y tratan de escurrir el bulto. Durante las asambleas se defienden, se ponen a discutir y provocan problemas entre los escogidos de Dios. En su corazón, piensan: ‘¿Acaso no hay ningún lugar en el que pueda argumentar mi punto de vista?’. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Se trata de alguien que ama la verdad? ¿Es alguien que cree en Dios? Cuando oyen a alguien decir algo que no concuerda con sus intenciones, siempre quieren discutir y exigen una explicación; se enmarañan en cuanto a quién tiene razón y quién no, no buscan la verdad ni tratan lo dicho según los principios-verdad. No importa lo simple que sea un asunto, tienen que complicarlo mucho, solo se buscan problemas, ¡merecen estar tan agotados!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios revelan que a algunas personas les gusta discutir sobre el bien y el mal. No aceptan la verdad, sino que sienten aversión por ella. No buscan la verdad cuando se enfrentan a algo, ni reflexionan, ni se conocen a sí mismos. Siempre se defienden y justifican por el bien de su imagen y estatus. Ese tipo de persona tiene una mentalidad complicada y una naturaleza falsa. No les resulta cansador solo a ellos, sino que también causan dolor y antipatía a los demás. Ese tipo de persona no es un verdadero hermano o hermana. Pensé nuevamente sobre Harlow. Cuando el comentario involuntario de alguien tocaba su orgullo y le hacía daño, sospechaba que esa persona estaba disgustada con ella y se volvía prejuiciosa contra esa persona. Después se sinceraba falsamente para explicarse o defenderse, o hablaba de conocerse a sí misma como modo de comentar los problemas de esa persona. Siempre estaba discutiendo sobre el bien y el mal. Por ejemplo, cuando el líder de equipo le ofreció algunas sugerencias, ella sospechó que el líder de equipo sentía desagrado por ella y perdió los estribos. Más tarde, en una reunión, al “abrirse” divulgó por ahí que el líder de equipo tenía sobre ella una mala opinión para que todos simpatizaran con ella y tuvieran una opinión crítica sobre el líder de equipo. La gente normalmente tenía que andar de puntillas en sus interacciones con ella, observando las expresiones de su rostro, teniendo en consideración su orgullo, con miedo a que una palabra fuera de lugar impactara su estado. Interactuar con ella era muy opresivo y nada liberador. Además, el hecho de que siempre se volvía negativa con facilidad y le daba vueltas a las cosas impactaba notablemente en el progreso del trabajo. Solía pensar que solo era sensible y frágil, que solo tendía a acalorarse y ponerse de mal humor cuando las cosas no salían como quería. Pensaba que esto era un fallo en la humanidad normal, y que no constituía una perturbación o trastorno real para los hermanos y hermanas o la obra de la iglesia. Pero al considerar los hechos, vi que ella sin querer había perturbado en verdad el estado de los hermanos y hermanas, y la vida de la iglesia. Ella también había impactado el progreso normal de la obra de la iglesia. Por su comportamiento consistente, ella no aceptaba la verdad en absoluto y era muy falsa. Había representado una perturbación para los hermanos y hermanas y no había tenido un rol positivo en lo más mínimo; era una incrédula. Al final, el líder se enteró de su comportamiento general, le quitó su deber y la aisló para que reflexionara.
Después, leí un pasaje de las palabras de Dios que expone las actitudes corruptas de la gente. Gracias a ellas obtuve un poco más de discernimiento sobre el carácter oculto detrás de las palabras de Harlow. Las palabras de Dios dicen: “La falsedad se suele ver por fuera: alguien anda con rodeos o utiliza un lenguaje florido, pero nadie puede ver lo que piensa. Eso es la falsedad. ¿Cuál es la característica principal de la perversidad? Es que sus palabras suenan especialmente agradables y todo aparenta ser correcto a primera vista. No parece que haya ningún problema y las cosas aparentan estar bastante bien desde todo punto de vista. Cuando hacen algo, no los ves usar ningún medio en particular ni muestran señales externas de tener puntos débiles o defectos; sin embargo, logran su objetivo. Hacen las cosas con un secretismo extremo. Así es como los anticristos desorientan a la gente. Esa clase de personas y asuntos son los más difíciles de discernir. Hay quienes suelen decir lo correcto, dan buenas excusas, emplean ciertas doctrinas y dichos o realizan actos que concuerdan con los afectos humanos para dar gato por liebre. Fingen una cosa mientras hacen otra para lograr sus intenciones ocultas. Eso es la perversidad, pero la mayoría de las personas cree que estos comportamientos son falsos. La gente tiene una comprensión y disección relativamente limitadas de la perversidad. Lo cierto es que la perversidad es más difícil de discernir que la falsedad, debido a que es más furtiva y sus métodos y acciones son más sofisticados” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 5: Desorientan, atraen, amenazan y controlan a la gente). Las palabras de Dios exponen que aquellos con carácter perverso suelen decir algunas cosas que suenan bonitas, correctas y agradables pero, detrás de esas cosas, hay motivos ocultos que no se disciernen con facilidad. No pude evitar pensar en el comportamiento de Harlow. Le solía gustar hablar con la gente sobre su estado para que vieran que estaba muy centrada en la entrada en la vida y que buscaba y perseguía la verdad. Pero, en realidad, creaba a propósito esta apariencia pseudo espiritual para engañar a los otros y hacer que estuvieran bien predispuestos hacia ella y la estimasen. Actuaba como si hablase de su estado pero, en realidad, se quejaba en busca de consuelo, desahogando su insatisfacción tratando de captar simpatía. Incluso acaparó el tiempo de otros que cumplían con su deber. Pero, en ese momento, yo no podía ver a través de sus motivos ni discernir qué tipo de persona era realmente. Yo siempre compartía con ella amablemente, la ayudaba y apoyaba. La ayudaba con entusiasmo cuando veía que batallaba en la vida, y la consideraba primero para cualquier beneficio. Por fin, la exposición de las palabras de Dios me hizo ver que ella tenía una naturaleza perversa, que desorientaba de palabra y hecho, y que embaucaba y engañaba a todos.
Después de esto reflexioné sobre mí misma. ¿Por qué no había tenido discernimiento sobre Harlow? En mi reflexión, vi que había tenido una perspectiva equivocada. Había pensado que el hecho de que ella pudiera hablar de su estado significaba que ella era simple y abierta, que practicaba la verdad, y no había prestado atención a discernir sus palabras. Fueron las palabras de Dios las que me hicieron ver lo que significa ser simple y abierto. Las palabras de Dios dicen: “Honestidad significa dar tu corazón a Dios; ser auténtico y abierto con Dios en todas las cosas, nunca esconder los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas solo para ganarte el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre. […] Si tus palabras están llenas de excusas y justificaciones que nada valen, entonces Yo te digo que eres alguien muy poco dispuesto a practicar la verdad. Si tienes muchas confidencias que eres reacio a compartir, si eres tan reticente a dejar al descubierto tus secretos, —tus dificultades—, ante los demás para buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que no logrará la salvación fácilmente ni saldrá de las tinieblas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias). Las palabras de Dios me mostraron que ser simple y abierto es principalmente sincerarse en comunión cuando uno enfrenta problemas o dificultades, o revela corrupciones, no envolverse en un disfraz u ocultar los hechos. Sincerarse es, ante todo, buscar la verdad a fin de resolver rápidamente los problemas y las dificultades. Al abrirse y dejar que otros vean la esencia de su corrupción, los hermanos y hermanas pueden abrir su corazón entre ellos. Abrirse de esta manera es edificante y beneficioso. Ser simple y abierto depende principalmente de las intenciones de una persona y sus motivos, y de los resultados obtenidos. Si hablan sobre prejuicios, pequeños asuntos domésticos y chismes sin autorreflexión real o comprensión, no están siendo simples y abiertos con autenticidad. Solo se están desahogando sobre lo que no les gusta y critican a los demás encubiertamente por sus problemas. No hay edificación o ayuda para las personas con este tipo de franqueza. Algunas personas incluso actúan como si fueran abiertas a fin de fingir que son honestas y aceptan la verdad para que los demás las admiren. Al abrirse de esa manera, se exaltan a ellos mismos y se jactan encubiertamente, son personas que desorientan. Al considerar cómo Harlow se sinceraba sobre su autoconocimiento, eran principalmente sospechas infundadas sobre los demás, como así también los pensamientos e ideas que revelaba. Ella nunca habló sobre sus actitudes corruptas, sus intenciones ocultas ni sus motivos. No se sinceró para buscar la verdad y resolver su corrupción, sino que volcó sus quejas para que la gente le tuviera pena, la consolara y simpatizara con ella. Incluso lo usaba para justificarse y defenderse para no ser malinterpretada. Así podría proteger su imagen a los ojos de los demás. Su franqueza no resolvió su carácter corrupto y no aportó ningún beneficio o edificación a los hermanos y hermanas. Así que ella no estaba siendo simple y abierta, sino que se andaba con juegos y trucos. Gané algo de claridad interna al darme cuenta de ello. Vi claramente que Harlow no buscaba la verdad, y que no era simple y abierta. En realidad era muy falsa y perversa.
Después de eso, reflexioné sobre mí misma. Había interactuado con Harlow durante casi un año y usualmente era algo consciente de sus problemas generales. ¿Por qué entonces no había obtenido discernimiento de ella hasta ahora? Al reflexionar sobre ello, entendí que no había estado mirando las personas y las cosas a través de las lentes de las palabras de Dios. En cambio, miraba las apariencias de las personas a través de mis propias nociones e imaginaciones. Había interpretado su sinceramiento superficial y su deseo de compartir su estado con los demás como que amaba y buscaba la verdad. No había mirado sus motivos para las cosas, o lo que se conseguía en realidad. Tampoco había mirado los métodos consistentes y enfoques que ella había adoptado tanto de palabra como de acción, y no había discernido las cosas a través de las palabras de Dios. Por eso no podía ver a través de su esencia ni ganar discernimiento sobre ella, e incluso la traté como una hermana, siempre haciendo concesiones por ella, ayudándola y apoyándola con amor. ¡Qué insensata fui! Por medio de esta experiencia, comprendí que discernir si una persona ama y persigue la verdad no se basa en cuánto busca la comunión con otras personas o cuán bien habla de autoconocimiento. En cambio, se trata de si puede buscar la verdad y practicar las palabras de Dios ante las cosas, y si tiene entrada real y cambia luego. También me di cuenta de lo importante que es discernir la esencia de una persona según las palabras de Dios. Serán desorientados si no pueden discernir a toda clase de gente. Amarán a la gente a ciegas, apoyarán y ayudarán a la gente equivocada como hermanos y hermanas. Esto, en última instancia, perturbará y trastornará la obra de la iglesia. Solo ver a la gente y las cosas a través de las palabras de Dios es adecuado; es la única manera de discernir a toda clase de gente y la única manera de saber cómo tratar adecuadamente a las personas e interactuar con los demás. ¡Gracias a Dios!
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A través del sucesivo juicio y castigo de Dios Todopoderoso, mi carácter arrogante fue cambiando gradualmente. Pude convertirme en una persona discreta, pude escuchar pacientemente a los demás hablar, y pude tomar en cuenta las sugerencias de otros. Pude solicitar las opiniones de los hermanos y hermanas sobre algunos temas, y colaborar armoniosamente con ellos.