Hay que compartir con franqueza
Por Julia, PoloniaA principios de 2021 acepté la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. De manera activa, asistía a reuniones y...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En agosto de 2023, estaba a cargo del trabajo relacionado con textos en la iglesia. Normalmente, cuando los hermanos y hermanas tenían dificultades en su profesión o trabajo, los guiaba y ayudaba con paciencia. Después de cada plática, ver las sonrisas en los rostros de todos me hacía sentir muy feliz y satisfecho. Sentía que todos me aprobaban. Después de un tiempo, me di cuenta de que la hermana Wang Ying, la líder del equipo, no tenía sentido de la carga en su deber y trataba el trabajo con desidia. Cuando los resultados del trabajo no eran buenos, no tomaba la iniciativa de guiar a todos para resumir los problemas. En su deber cotidiano, solo daba órdenes e indicaba a los demás que hicieran el trabajo. Además, no era diligente al seleccionar los sermones y solía cometer errores con cosas simples. Cuando la hermana con la que trabajaba le señalaba sus problemas, ella los aceptaba de palabra, pero después seguía siendo negligente. Al principio, al ver que era joven y que llevaba poco tiempo creyendo en Dios, la ayudé y la guie. Pero, después de un tiempo, percibí que no había cambiado mucho. Sabía que tenía que hablar con ella y poner al descubierto sus problemas para que se diera cuenta de su gravedad. Pero, cuando llegó el momento de dejarla en evidencia, tuve dudas. Pensé: “Si hablo con demasiada dureza, ¿acaso pensará que soy frío, impasible y que no entiendo sus debilidades? Y si dice al resto de los hermanos y hermanas que soy así, ¿no pensarán todos que carezco de amor y tengo mala humanidad? Entonces, ¿quién me apoyará en el futuro? Tal vez no debería dejarla en evidencia ni podarla. Es mejor que, en cambio, sea paciente con ella y la ayude”. Así que solo le comenté brevemente a Wang Ying las carencias que tenía su trabajo y le señalé algunos de sus comportamientos negligentes al cumplir sus deberes. Después de oír esto, Wang Ying solo admitió que no tenía sentido de la carga, pero no reflexionó ni entendió cómo su comportamiento negligente al hacer su deber perjudicaba el trabajo. Luego, comenzó a hablar de inmediato sobre un tema que le interesaba y se alegró de nuevo, como si no hubiera pasado nada. Al ver su reacción, supe que mi plática no había hecho efecto. Pero luego pensé: “Ya le he hecho una advertencia y ha dicho que cambiará, así que observaré a ver qué sucede”. Más tarde, descubrí que Wang Ying seguía sin tener sentido de la carga en sus deberes. Estaba bastante nervioso y pensaba que tenía que poner al descubierto sus problemas con severidad, de lo contrario, afectaría seriamente el trabajo. Una vez, cuando guie su trabajo, la podé con dureza. Al verla angustiada, con la cabeza gacha y el ceño fruncido, me pregunté si mis palabras no habían sido demasiado duras. Pensé: “¿Pensará que soy completamente insensible y que mis palabras son demasiado hirientes? ¿Seguirá teniendo una buena impresión de mí en el futuro?”. Así que le dije de inmediato algunas palabras de consuelo y ánimo, que experimentar la poda es algo bueno, que no debía sentirse negativa y que solo tenía que realizar ciertos cambios en el futuro. Pero luego, ella siguió sin tener sentido de la carga en sus deberes, lo que retrasó seriamente el trabajo. Al final, no tuve más opción que destituirla.
Después de su destitución, el líder superior me preguntó: “Ya habías percibido antes los problemas que tenía Wang Ying. ¿Por qué no la podaste ni la dejaste en evidencia? Eso le habría permitido cambiar más pronto y, si hubieras visto que no se arrepentía, podrías haberla destituido antes. ¡Su constante actitud negligente ha retrasado mucho el trabajo!”. Después de escuchar las palabras del líder, empecé a reflexionar: “Hacía tiempo que había percibido los problemas de Wang Ying y se lo había recordado varias veces, pero nunca diseccioné la naturaleza de sus problemas y solo se los mencioné de manera superficial, sin abordarlos adecuadamente. Ya me había comportado de manera similar antes. ¿Por qué no puedo señalar y poner al descubierto los problemas de los demás cuando los detecto y siempre temo que, si soy demasiado duro, los demás tendrán una mala impresión de mí? ¿Cuál es exactamente el problema?”. Oré a Dios y le pedí que me esclareciera para poder reconocer mis propios problemas.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando algunos líderes de la iglesia ven a los hermanos y hermanas llevar a cabo los deberes de manera superficial, no se lo recriminan, aunque deberían. Cuando tiene claro que se están menoscabando los intereses de la casa de Dios, no se preocupa por ello, no hace averiguaciones de ningún tipo ni hace la menor ofensa a los demás. De hecho, en realidad no muestra consideración por las debilidades de las personas; en lugar de eso, su intención y objetivo es ganarse el corazón de la gente. Es totalmente consciente de que: ‘Mientras haga esto y no ofenda a nadie, pensarán que soy un buen líder. Tendrán una opinión buena y elevada de mí. Me darán su aprobación y seré de su agrado’. No le importa cuánto daño se haga a los intereses de la casa de Dios, cuántas pérdidas sufra la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni en qué medida la vida de iglesia de este se vea perturbada, sino que se limita a insistir en su filosofía satánica y a no ofender a nadie. No existe nunca autorreproche en su corazón. Cuando ve que alguien causa trastornos y perturbaciones, como mucho puede intercambiar algunas palabras con esa persona al respecto, con lo que minimiza el asunto y se lo quita de encima. No hablará sobre la verdad ni le indicará a esa persona la esencia del problema, y menos aún diseccionará su estado ni compartirá nunca cuáles son las intenciones de Dios. Los falsos líderes nunca dejan en evidencia ni diseccionan los errores que las personas cometen a menudo ni las actitudes corruptas que estas suelen revelar. No resuelve ningún problema real, sino que siempre consiente las prácticas erróneas y revelaciones de corrupción de las personas, y por muy negativas o débiles que sean estas, no se lo toma en serio. Se limita a predicar algunas palabras y doctrinas y a pronunciar unas cuantas exhortaciones para gestionar la situación de manera superficial e intentar mantener la armonía. En consecuencia, el pueblo escogido de Dios no sabe cómo reflexionar sobre sí mismo ni autoconocerse, no se resuelven las actitudes corruptas que revelan, sean cuales sean, y viven entre palabras y doctrinas, nociones y figuraciones, sin ninguna entrada en la vida. En su fuero interno llegan a creer: ‘Nuestro líder tiene incluso una mayor comprensión de nuestras debilidades que Dios. Nuestra estatura es demasiado pequeña para estar a la altura de los requerimientos de Dios. Nos basta con cumplir con los requerimientos de nuestro líder; al someternos a él, nos estamos sometiendo a Dios. Si llega un día en el que lo Alto despida a nuestro líder, nos haremos oír; a fin de mantenerlo en su puesto e impedir que lo despidan, negociaremos con lo Alto y lo obligaremos a aceptar nuestras exigencias. Así es como haremos lo correcto por nuestro líder’. Cuando la gente tiene esos pensamientos en su interior, cuando han establecido esa relación con su líder y ha surgido en su corazón esa clase de dependencia, envidia y adoración hacia este, llegan a tener incluso mayor fe en el líder y siempre quieren escuchar sus palabras, en lugar de buscar la verdad en las palabras de Dios. Un líder semejante casi ha ocupado el lugar de Dios en el corazón de la gente. Si un líder está dispuesto a mantener este tipo de relación con el pueblo escogido de Dios, si eso le produce una sensación de gozo en el corazón y cree que el pueblo escogido de Dios debería tratarlo así, entonces no hay diferencia entre ese líder y Pablo, ya ha tomado la senda de un anticristo y este ya ha desorientado al pueblo escogido de Dios, que carece por completo de discernimiento. De hecho, ese líder no posee la realidad-verdad y no soporta ninguna carga respecto a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Solo sabe predicar palabras y doctrinas y mantener sus relaciones con los demás. Se le da bien alardear por medio de métodos hipócritas, y su discurso y acciones concuerdan con las nociones de las personas, de modo que las desorienta. No sabe cómo compartir la verdad ni se conoce a sí mismo, lo que hace imposible que guíe a otros hacia la realidad-verdad. Solo trabaja en aras de su reputación y estatus, y solo dice palabras agradables que atrapan a la gente. Ya ha logrado el efecto de hacer que lo idolatren y lo admiren y ha impactado y demorado gravemente la obra de la iglesia y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. ¿Acaso una persona así no es un anticristo?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 1: Tratan de ganarse el corazón de la gente). Dios pone al descubierto que los falsos líderes que encuentran problemas en los deberes de los hermanos y hermanas, pero no los ponen al descubierto ni los podan, no se preocupan por cuánto se retrasa el trabajo ni por lo grave de la naturaleza de esos problemas. Solo hablan de manera superficial y no comparten la verdad para resolver los problemas. Además, siempre son indulgentes, tolerantes y hacen que los demás sientan que son realmente amorosos para que los aprueben y apoyen. Lo hacen para ganarse el corazón de las personas y desorientarlas, y esa es una práctica de los anticristos. La verdad es que yo me comportaba así. Cuando vi que Wang Ying era negligente en su deber y no realizaba ningún trabajo real, sabía que la manera en la que cumplía su deber retrasaría seriamente el trabajo y que, si no se arrepentía, no habría más opción que destituirla. Pero, cuando quise señalarle sus problemas, tuve miedo de que dijera que no tenía empatía con sus debilidades, que era frío e insensible, y que carecía de amor y humanidad. Sencillamente, no me atreví a podarla ni a dejarla en evidencia para que ella siguiera teniendo una buena imagen de mí. En su lugar, solo le hacía recordatorios superficiales para que pusiera más empeño en sus deberes, sin poner al descubierto la naturaleza y las consecuencias de sus actos. Más tarde, cuando vi que Wang Ying seguía siendo negligente en sus deberes, solo le dije unas pocas palabras duras. Pero, cuando la vi angustiada y con la cabeza gacha, comencé a preocuparme por lo que podría pensar de mí, así que le dije de inmediato unas palabras de consuelo y ánimo. Como consecuencia, Wang Ying no sintió que sus problemas fueran graves y no se arrepintió ni cambió en absoluto, por lo que, al final, fue destituida. Al enfrentar los problemas de los hermanos y hermanas, no pensé en absoluto en cómo compartir la verdad para resolverlos. Solo me centré en mantener la imagen de alguien amable y amoroso a sus ojos, y disimulaba todo el tiempo. Ahora, vi finalmente que ese llamado amor era falso. Solo trataba de preservar mi reputación y estatus, y de ganarme la admiración de los demás. Como supervisor, mis responsabilidades eran compartir la verdad para resolver los problemas de los hermanos y hermanas, ayudarlos a cumplir bien con sus deberes y proteger el trabajo de la iglesia. Pero, lo único que trataba de proteger era el sitio que ocupaba en sus corazones, y no cumplía con mis responsabilidades en absoluto, mientras que siempre simulaba ser una persona amorosa. Al hacerlo, desorientaba y atrapaba a las personas, y recorría la senda de un anticristo. Mi forma de trabajar realmente perjudicaba a los hermanos y hermanas. Al actuar de esa manera, ¡obstaculizaba el trabajo de la iglesia y hacía el mal! Al reflexionar al respecto, me sentí profundamente angustiado y culpable, y estaba dispuesto a arrepentirme.
Más tarde, medité: “Pensaba que tener buena humanidad significaba ser comprensivo, empático y tolerante, mientras que podar y poner al descubierto los problemas de los demás es ser frío, insensible y carecer de amor y humanidad. ¿Es correcta esa opinión mía? ¿Qué significa realmente tener buena humanidad?”. Leí un pasaje de las palabras de Dios y se me iluminó el corazón. Dios Todopoderoso dice: “Debe haber un estándar para tener buena humanidad. No consiste en tomar la senda de la moderación, no apegarse a los principios, esforzarse por no ofender a nadie, ganarse el favor dondequiera que se vaya, ser suave y habilidoso con todo el que se encuentre y hacer que todos hablen bien de ti. Este no es el estándar. Entonces, ¿cuál es el estándar? Es ser capaz de someterse a Dios y a la verdad. Consiste en acercarse al deber propio y a toda clase de personas, acontecimientos y cosas desde los principios y un sentido de responsabilidad. Esto es evidente para todos; todos lo tienen claro en su interior. Además, Dios escruta el corazón de la gente y conoce su situación, a todos y cada uno; sean quienes sean, nadie puede engañar a Dios. Algunas personas alardean de poseer buena humanidad, de jamás hablar mal de los demás, jamás perjudicar los intereses de otros, y sostienen que jamás han codiciado los bienes del prójimo. Cuando hay una disputa sobre los intereses, incluso prefieren perder a aprovecharse de los demás, y todos piensan que son buenas personas. Sin embargo, cuando llevan a cabo sus deberes en la casa de Dios, son maliciosos y escurridizos, siempre maquinando para sí mismas. Nunca piensan en los intereses de la casa de Dios, nunca tratan como urgentes las cosas que Dios considera urgentes ni piensan como Dios piensa, y nunca pueden dejar a un lado sus propios intereses a fin de llevar a cabo su deber. Nunca abandonan sus propios intereses. Aunque ven a las personas malvadas hacer el mal, no las exponen; no tienen principio alguno. ¿Qué clase de humanidad es esta? No es humanidad buena. No prestes atención a lo que dice la gente así; debes ver qué vive, qué revela y cuál es su actitud cuando lleva a cabo sus deberes, así como cuál es su estado interno y qué ama. Si su amor por su propia fama y ganancia excede su lealtad a Dios, si su amor por su propia fama y ganancia excede los intereses de la casa de Dios, o excede la consideración que muestra por Dios, entonces ¿acaso esta gente posee humanidad? No se trata de personas con humanidad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Las palabras de Dios me mostraron que tener buena humanidad no lo determina que una persona hable dulcemente y con amabilidad o con dureza y sin rodeos. En cambio, depende de si una persona se somete a Dios y a la verdad, y si cumple sus deberes con responsabilidad. Igual que algunos líderes y obreros son capaces de podar a los hermanos y hermanas por no hacer sus deberes con responsabilidad y pueden poner al descubierto la naturaleza y las consecuencias de los actos de esos hermanos y hermanas a la luz de las palabras de Dios. Aunque les pueda molestar escuchar esas cosas, quienes persiguen la verdad pueden aprovechar la oportunidad para reflexionar y conocerse a sí mismos, lo que beneficia tanto su entrada en la vida como su capacidad de cumplir sus deberes. Hay personas que pueden parecer amables, pero, cuando ven que los hermanos y hermanas actúan en contra de los principios, perjudican el trabajo y necesitan que alguien hable con ellos y los deje en evidencia, esas personas se protegen a sí mismas y dicen solo palabras agradables para tratar a los demás de manera superficial. No piensan en cómo ayudar de verdad a los demás ni cómo salvaguardar los intereses de la iglesia. Son personas verdaderamente egoístas, arteras y no tienen buena humanidad. Yo actué de la misma manera y pensé solo en proteger mi reputación y estatus. Cuando veía a otras personas que iban por la senda equivocada, ni siquiera les tendía una mano. Pensaba que tenía buena humanidad, pero, a través del desenmascaramiento de las palabras de Dios y la revelación de los hechos, vi que estaba muy lejos de ser una persona con buena humanidad. Al darme cuenta de esto, me sentí profundamente angustiado y avergonzado, y las lágrimas corrían por mis mejillas. Me detesté a mí mismo desde lo más profundo de mi corazón y no quise seguir actuando de esa manera.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios y encontré una senda de práctica. Dios Todopoderoso dice: “Al relacionarte con los demás, primero debes hacer que perciban tu corazón veraz y tu sinceridad. Si al hablar, trabajar juntos y establecer contacto con los demás, las palabras de alguien son superficiales, grandilocuentes, amables, aduladoras, irresponsables e imaginarias, o si simplemente habla para buscar el favor del otro, entonces sus palabras carecen de toda credibilidad y no tienen la menor sinceridad. Es su modo de relacionarse con los demás, sean quienes sean. Una persona así no tiene un corazón honesto. No es una persona honesta. Supón que alguien se halla en un estado negativo y te dice con sinceridad: ‘Dime por qué exactamente soy tan negativo. ¡Es que no lo entiendo!’. Y supongamos que, de hecho, en el fondo comprendes su problema, pero no se lo dices, sino que contestas: ‘No es nada. No estás siendo negativo; yo también suelo ponerme así’. Estas palabras suponen un gran consuelo para esa persona, pero la postura que adoptas no es sincera. Estás siendo superficial con ella, con tal de que se sienta cómoda y de proporcionarle consuelo, has evitado hablarle con honestidad. No la estás ayudando de veras ni estás exponiéndole claramente su problema, de modo que pueda dejar atrás su negatividad. No has hecho lo que debe hacer una persona honesta. Por intentar consolarla y asegurarte de que no exista ningún distanciamiento o conflicto entre vosotros, has sido superficial con ella, y eso no es ser una persona honesta. Entonces, ¿qué debes hacer en este tipo de situaciones para ser una persona honesta? Has de decirle lo que has visto e identificado: ‘Te diré lo que he visto y experimentado. Tú decides si tengo o no razón en lo que digo. Si no la tengo, no tienes que aceptarlo. Si la tengo, espero que lo hagas. Si digo algo que te resulte duro de escuchar y te duela, espero que seas capaz de aceptarlo de Dios. Tengo la intención y el objetivo de ayudarte. Veo claro el problema. Ya que te parece que se te ha humillado, y nadie alimenta tu ego y piensas que los demás te menosprecian, que se te está atacando y nunca te habías sentido tan ofendido, no lo aceptas y te vuelves negativo. ¿Qué opinas? ¿Se trata de esto realmente?’. Al oír esto, creen que, efectivamente, así es. Esto es lo que piensas en realidad, pero, si no eres honesto, no lo dices. Dirás: ‘A menudo también yo me vuelvo negativo’, y cuando la otra persona oye que todo el mundo se vuelve negativo, considera normal serlo ella y, al final, no supera la negatividad. Si eres una persona honesta y la ayudas con una actitud y un corazón honestos, puedes ayudarla a comprender la verdad y a olvidar la negatividad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). Las palabras de Dios nos dicen que debemos tratar a nuestros hermanos y hermanas con un corazón honesto y que, cuando descubrimos que tienen problemas, debemos ayudarlos y apoyarlos con sinceridad. Esa ayuda no está sujeta a convenciones ni reglas. Si cosas como la plática y los recordatorios pueden ser efectivas, entonces debemos usarlas, pero, si la naturaleza de sus problemas es grave, entonces es necesario podarlos, ponerlos al descubierto y diseccionarlos. Debemos utilizar cualquier medio para compartir que pueda resolver los problemas o lograr resultados. Si solo tenemos en consideración nuestro propio orgullo e imagen, evitamos poner al descubierto la esencia de los problemas y solo decimos palabras agradables y superficiales para tratar a las personas con negligencia, no las estamos ayudando, sino que las perjudicamos. Así había actuado cuando descubrí que Wang Ying estaba siendo negligente en sus deberes. Aunque se lo recordé e intenté ayudarla, no se tomó en serio lo que le dije. En ese caso, era necesario podarla y diseccionar la naturaleza y las consecuencias de su comportamiento negligente a la luz de las palabras de Dios para que pudiera darse cuenta de la gravedad de sus problemas. Eso habría sido beneficioso para su entrada. Después de comprender estas cosas, obtuve una senda de práctica para ayudar a los demás y comencé a practicar de esa manera.
En octubre de 2023, percibí que la hermana Zhou Xin no estaba haciendo sus deberes con responsabilidad. Llevaba varios años haciendo el trabajo relacionado con textos, mientras que otros hermanos y hermanas apenas comenzaban, pero ella solo se centraba en sus propias tareas y no mostraba sentido de la carga por el trabajo en su totalidad. Ya le había hablado antes sobre este problema, pero ella no había ganado ninguna entrada. Pensé en diseccionar la naturaleza de sus actos para que pudiera enmendarse. Pero, cuando pensé en señalarle sus problemas, tuve ciertas dudas. “Hace tiempo que el estado de Zhou Xin no es bueno, así que, si le señalo sus problemas y los pongo al descubierto, ¿pensará que soy insensible y que carezco de humanidad? Si eso sucede, seguro que tendrá una mala impresión de mí”. Cuando se me pasaron esos pensamientos por la cabeza, dudé y me pregunté si debía abstenerme de dejarla en evidencia y podarla. Mientras lo pensaba, recordé de repente cómo había fallado antes con Wang Ying y me acordé de un pasaje de las palabras de Dios que había leído antes: “Si eres una persona honesta y la ayudas con una actitud y un corazón honestos, puedes ayudarla a comprender la verdad y a olvidar la negatividad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). No pude evitar preguntarme: “¿Me estoy absteniendo de poner al descubierto los problemas de Zhou Xin por su bien?”. La verdad es que no era así. Tenía miedo de que Zhou Xin pudiera pensar que era demasiado duro y poco comprensivo con sus debilidades, así que mi vacilación estaba arraigada en mi deseo de que ella siguiera teniendo una buena impresión de mí. También pensé en que la hermana tenía un carácter corrupto, egoísta y despreciable, en que había sido irresponsable en sus deberes y en que ya había retrasado el trabajo. Solo tendría la oportunidad de enmendarse si yo le exponía ese problema y hacía que se diera cuenta de la gravedad del caso. Aunque sintiera como si le atravesaran el corazón y le costara aceptarlo en ese momento, yo estaría intentando ayudarla de manera genuina y tendría la conciencia tranquila. Más tarde, durante la reunión, me basé en las palabras de Dios para poner al descubierto la naturaleza y las consecuencias de que se centrara solo en su propio trabajo y descuidara el trabajo en su totalidad. Vi que estaba bastante angustiada, pero, después de la plática, dijo que había tenido cierta conciencia de sus problemas, pero que no los había tomado en serio y que, a través de esta disección, finalmente había conseguido ver su gravedad. Se dio cuenta de que no le había preocupado que el trabajo no avanzara ni había prestado atención a resolver esos problemas, aunque sabía que existían. También se dio cuenta de que había sido indiferente y despreocupada, lo que había retrasado el trabajo, que había sido verdaderamente egoísta y despreciable, y que tenía que reflexionar seriamente y cambiar. Me alegré bastante al ver que esta hermana llegó a tal comprensión, y sentí que finalmente había ayudado a otra persona, por una vez.
A través de esta experiencia, llegué a entender algunos principios para medir la bondad de la humanidad. Asimismo, vi con claridad que no haber podido ayudar sinceramente a los demás, haber dudado al señalar sus problemas, haberme protegido solo a mí mismo y no haber defendido el trabajo de la iglesia fueron una manifestación de mala humanidad. Al mismo tiempo, aprendí lo que realmente significa ayudar a los demás con amor. ¡Gracias a Dios!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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