¿Perseguir la fama y la ganancia conducen a una vida feliz?

27 Mar 2025

Por Liang Zhi, China

En 1998, la empresa en la que mi esposa y yo trabajábamos quebró y ambos perdimos nuestros trabajos. Por ese entonces, nuestra situación financiera en casa era bastante mala. Mi madre estaba enferma y requería gastos médicos, y además teníamos que pagar la escuela de nuestro hijo. Intenté pedir dinero prestado a mis amigos y familiares, pero nadie quiso responder. Vi lo fría que puede ser la gente. Pensé: “¡Tengo que ganar más dinero y convertirme en alguien en la vida para que nadie vuelva a menospreciarme!”. Tras eso, abrí una granja para criar cerdos y encontré socios para comenzar una empresa. Pero todo fracasó y terminé con muchas deudas. Más tarde, alguien me recomendó trabajar como contable en una empresa de logística. Realmente valoraba ese trabajo, ya que estaba en una de las empresas más influyentes del país. Pensé que, mientras trabajara duro, tenía mucho margen para crecer. Para mejorar la situación financiera de mi familia, solía hacer horas extras. El jefe me tenía en muy alta estima y empezó a confiarme algunas de las labores financieras más importantes de la empresa. Me encargaba de cada tarea con esmero y era diligente y responsable con cada trabajo que me daban, lo que daba tranquilidad a mi jefe. Él estaba muy satisfecho conmigo, así que, de a poco, seguí ascendiendo y pasé de un puesto contable a ser gerente de departamento, con lo que mis responsabilidades crecieron cada vez más. Los familiares, amigos y colegas que antes me menospreciaban empezaron a adularme. Me sentía realmente feliz y pensaba que finalmente tenía algo por lo que luchar en la vida. Cuando me ponía a pensarlo, aunque en ese momento solo era gerente de departamento, sentía que, si lograba ascender más, no solo aumentarían mis ingresos, sino que mi reputación también seguiría creciendo. A esa altura, ya habría alcanzado el éxito y tendría tanto fama como ganancia.

Un tiempo después, un familiar me predicó el evangelio de Dios de los últimos días. Después de asistir a reuniones durante un tiempo, entendí que las verdades que Dios expresa en los últimos días son para salvar a la humanidad y que, mientras uno persiga la verdad y cambie su carácter, puede ser protegido por Dios durante los grandes desastres y entrar en un hermoso destino. A partir de entonces, además de hacer mi trabajo, asistía a reuniones con los hermanos y hermanas, comía y bebía las palabras de Dios y cantaba himnos para alabarlo. Poco después, empecé a cumplir mi deber. Al principio, mi deber no interfería mucho con mi trabajo. Pero, a medida que pasaba el tiempo, empecé a estar más ocupado con mi deber y, a veces, tenía que tomarme varios días libres seguidos. Empecé a preocuparme y temía que mi deber afectaría mi trabajo. Debido a que el trabajo financiero del que era responsable involucraba dinero, un pequeño desliz podía costarme mi empleo y, si mi jefe me despedía, mis aspiraciones quedarían truncadas. Me preguntaba: “Si eso sucede, ¿me seguirán teniendo en tan alta estima mis familiares, amigos y colegas?”. Además, las condiciones de vida de mi familia recién empezaban a mejorar, de modo que volveríamos a ser pobres si cometía un error y perdía mi trabajo. Tras mucho deliberar, decidí tomar menos días libres y asumir más trabajo. A partir de entonces, incluso cuando me tomaba un día libre para cumplir con mi deber, llamaba a mi asistente para supervisar su trabajo y lo inundaba de recordatorios y exhortaciones para asegurarme de que nada saliera mal. Trabajaba aún más duro durante las horas laborales normales y hasta me preocupaba por el trabajo durante mis prácticas devocionales. Incluso cuando ya era hora de terminar la jornada laboral, me ponía a trabajar de inmediato si recibía una labor. Mientras otros se iban a casa a descansar después de fichar la salida del trabajo, yo me quedaba en la oficina y trabajaba horas extra. A veces, me quedaba trabajando hasta altas horas de la noche y terminaba tan agotado que me dolía la espalda y no tenía más fuerzas en el cuerpo. Planeaba leer las palabras de Dios al llegar a casa, pero mi cerebro se empezaba a apagar tras leer solo unas líneas y me daba demasiado sueño para seguir leyendo. Hasta me consolaba a mí mismo y decía: “Leeré más tarde cuando tenga más tiempo”, y luego simplemente me iba a dormir. A veces, quería sosegar mi corazón para reflexionar detenidamente sobre las palabras de Dios, pero simplemente no tenía energías. En cuanto sonaba mi teléfono por un asunto de la empresa, cerraba mi libro de las palabras de Dios y lo manejaba. Aunque seguía cumpliendo mi deber, como creyente, ni siquiera podía mantener prácticas devocionales habituales o tener una relación normal con Dios. Me sentía realmente intranquilo y pensaba que esa no era la vida que quería tener. Pero cuando pensaba en el prestigio que me daba mi trabajo, me sentía incapaz de dejarlo. Era un verdadero dilema.

Después de ver lo dedicado y responsable que era, mi jefe me ascendió al puesto de Gerente de Liquidación Financiera en la sede, a cargo de las liquidaciones de los fletes de toda la red. Ese era el departamento central de la empresa, por lo que obtener ese cargo significaba que estaba cada vez más cerca de mi objetivo de tener mi propio coche y mi casa, además de los beneficios adicionales de que me ascendieran a ese puesto. Desde las empresas hasta los particulares, todos los que querían adelantos de pagos e ingresos por fletes en menos tiempo se empeñaban en adularme. Además, tenía derechos de asesoramiento sobre aumentos salariales, asignaciones de trabajo y cambios de puesto para el personal del departamento, así que había cada vez más personas que buscaban congraciarse conmigo. A veces, cuando publicaba un mensaje en el grupo de trabajo, respondía tanta gente y esta enorme capacidad de respuesta era algo de lo que nunca había disfrutado antes. La promoción también implicó un aumento de salario y recibí muchos ingresos adicionales. A veces, los jefes que buscaban activamente que los ayudase me traían productos locales, cigarrillos y bebidas alcohólicas de alta gama, tarjetas de regalo y otras cosas similares, y cada día festivo era como mi temporada de cosecha. A veces pensaba que, como creyente, debía ser una persona honesta y no usar mi poder para buscar ganancias personales como lo hacen los no creyentes, pero no podía resistir la tentación del beneficio. Conocía muy bien las exigencias de Dios, pero era incapaz de ponerlas en práctica. Además, debido al esfuerzo prolongado al que sometía a mis ojos, mi visión se fue deteriorando de a poco, mientras que las numerosas noches en vela hicieron que me subiera la presión arterial y se me hincharan las pantorrillas, lo que hacía que me sintiera agotado física y mentalmente después de cada día laboral. Sabía que seguir así perjudicaría mi salud, pero no podía parar. Sin este trabajo, perdería todos esos beneficios materiales y la admiración de todos. A veces, en las reuniones, los hermanos y hermanas hablaban de que habían experimentado cosas, reconocido aspectos de su corrupción, y de cómo se habían enmendado después de leer las palabras de Dios. Sentía una profunda envidia y pensaba: “Todos estos hermanos y hermanas persiguen un cambio de carácter, pero yo sigo metido en el lodazal del dinero, la fama y el beneficio, por no hablar de despojarme de mi carácter corrupto. Ni siquiera he vivido conforme a la semejanza de un cristiano. ¡Me he convertido en un esclavo absoluto del dinero!”. Sabía que este trabajo realmente retrasaba mi búsqueda de la verdad y mi fe en Dios, pero, aun así, no soportaba desprenderme de la fama y la ganancia que me daba. Sabía que, en cuanto me desprendiera, perdería toda la gloria y el disfrute material que había ganado tras años de arduo trabajo. Me sentía profundamente en conflicto y no sabía qué hacer.

Un día, en una reunión, leí un pasaje de las palabras de Dios: “El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debería estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Solo esto es vida; solo entonces el hombre será igual a Pedro. Te debes enfocar en entrar de manera proactiva en el lado positivo y no debes permitirte pasivamente retroceder en aras de la comodidad momentánea, ignorando verdades más profundas, más específicas y más prácticas. Tu amor debe ser práctico y debes encontrar maneras para liberarte de esta vida depravada y despreocupada que no es diferente a la de un animal. Debes vivir una vida que tenga sentido, una vida que tenga valor y no debes engañarte a ti mismo o tratar tu vida como un juguete con el que se juega(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). Las palabras de Dios realmente me esclarecieron. Dios exige que imitemos a Pedro, quien no estaba enredado en asuntos mundanos y fue capaz de desprenderse de la fama, la ganancia, el estatus y los placeres carnales para perseguir una vida con sentido. Pedro tenía excelentes logros académicos y, con su inteligencia y sabiduría, seguro que se podría haber convertido en un funcionario en esa época. Pero él sintió que perseguir la fama y el beneficio mundanos por medio de una carrera como funcionario no tenía sentido y en cambio quiso buscar una vida que sí lo tuviera. Más tarde, el Señor llamó a Pedro para que lo siguiera. Pedro ganó muchas verdades, llegó a tener un verdadero entendimiento de Dios y, en última instancia, logró tener un amor supremo por Él y someterse hasta la muerte, y recibió la aprobación de Dios. Entonces, reflexioné sobre mí mismo a la luz de esto. Había puesto toda mi energía en el trabajo para poder progresar y vivir una vida en la que me tuvieran en alta estima y llegar a la cima, pero ¿qué ganaría realmente si perseguía de esa manera el dinero, el estatus y los placeres carnales? Pensándolo bien, incluso si satisficiera mis deseos carnales y lograra mis metas de tener un coche, una casa y estatus, ¿qué sentido tendría una vida así si no consiguiera obtener la verdad a pesar de creer en Dios? ¿No habría desperdiciado mi vida? Vivir solo para satisfacer los placeres carnales no difiere de vivir como un animal, y no importa lo buenos que sean los placeres carnales, al final no llevan a nada. Aunque aún no tenía la determinación de Pedro, tenía que esforzarme para obtenerla y centrarme más en comer y beber las palabras de Dios y perseguir la verdad. Así que oré a Dios y le pedí que me abriera una senda: “Dios, no quiero seguir así. Quiero perseguir la verdad con diligencia. Aunque mi entendimiento es limitado en este momento, estoy dispuesto a desprenderme poco a poco del dinero, la fama y la ganancia. Te pido que me guíes para liberarme del lodazal del dinero, la fama y la ganancia”. Después de orar, me sentí mucho más tranquilo.

Un día, mi jefe me pidió hablar conmigo de repente. Dijo que las liquidaciones de fletes básicamente habían madurado, pero que las liquidaciones de aviación todavía estaban en la etapa exploratoria y quería que me encargara de ese trabajo. Las liquidaciones de aviación eran mucho menos prestigiosas que las de fletes, pero la carga de trabajo era mucho menor, por lo que tenía claro que Dios había escuchado mi oración y me estaba guiando, paso a paso, para liberarme de las ataduras del dinero, la fama y el beneficio, de acuerdo con mi estatura. Los jefes en el sector de fletes eran terriblemente pedantes y, cuando oyeron que me habían transferido, todos se distanciaron de mí y no quisieron tener nada que ver conmigo. A veces, cuando me veían, sacaban sus teléfonos y fingían que estaban recibiendo una llamada. Comparado con antes, cuando tenía a gente constantemente a mi alrededor, la diferencia era realmente abismal y empecé a extrañar los días en que la gente me admiraba y me adulaba. Un día, en una reunión, leí un pasaje de las palabras de Dios: “En todas las luchas entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro —entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la paz y la alteración, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser rechazados, y así sucesivamente— seguramente sois conscientes de las elecciones que habéis hecho. Entre una familia pacífica y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla; entre el lujo y la pobreza, elegisteis lo primero; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, una vez más, elegisteis la primera. Al enfrentarme a toda forma de acciones malvadas de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros. Estoy absolutamente asombrado de que vuestro corazón sea tan incapaz de ablandarse. La sangre del corazón que he gastado durante muchos años sorprendentemente solo me ha traído vuestro abandono y resignación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, continuáis buscando cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis analizado detenidamente esto alguna vez? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo lo primero? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Seguirían vuestros corazones teniendo solo un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?). Cada una de las preguntas de Dios tocó mi corazón. Aunque creía en Dios, aún no podía desentrañar el dinero, la fama y la ganancia, centraba la mayor parte de mi energía en el trabajo y en ganar dinero, y ni siquiera podía mantener prácticas devocionales normales o leer las palabras de Dios. Aunque podía aceptar de parte de Dios esta última reasignación, después de asumir el trabajo de las liquidaciones de aviación vi que esos jefes que solían adularme habían cambiado de repente y me sentí emocionalmente movilizado. Sentí que era mejor tener poder y que, sin él, nadie te respeta, así que aún extrañaba la época en la que gestionaba las liquidaciones de fletes. ¡Era realmente el tipo de persona que Dios pone al descubierto y que solo es leal al dinero, la fama y el beneficio! Este cambio de puesto era Dios que me abría una senda. Como la carga de trabajo de las liquidaciones de aviación era mucho menor que la de las liquidaciones de fletes, podía dedicar más tiempo a equiparme más con las palabras de Dios y usar mi tiempo libre para predicar el evangelio a mis colegas. Eso benefició mi búsqueda de la verdad y me facilitó cumplir mis deberes. Al pensar en esto, dejé de extrañar mi trabajo anterior.

En mayo de 2013, mi jefe fusionó los departamentos de liquidaciones de fletes y aviación, creó un nuevo departamento y me dio toda la responsabilidad. Ahora, la carga de trabajo se había duplicado en comparación con cuando supervisaba un trabajo de una sola tarea. Aunque se sumaron varios asistentes, todavía había muchos asuntos que atender y, de a poco, el trabajo volvió a empezar a consumir mi tiempo. No podía evitar pensar en cuando estaba a cargo de las liquidaciones de aviación, tenía más tiempo y podía no solo mantener prácticas devocionales habituales, sino también dedicar tiempo a predicar el evangelio a mis colegas. Eso me había ayudado a entender muchas verdades, descubrir mis carencias y experimentar la urgente intención de Dios de salvar a las personas. Pero ahora toda mi energía estaba completamente centrada en el trabajo y me di cuenta de que la decisión de mi jefe de ponerme a cargo del nuevo departamento fusionado era una tentación de Satanás. Así que quise dejar el trabajo. Pero cuando pensé en cómo ese trabajo era el resultado de todos mis años de arduos esfuerzos, me sentí reticente a dejarlo con tanta facilidad, así que oré a Dios: “Dios, estoy en conflicto en mi corazón. Si dejo este trabajo, tendré que vivir una vida modesta y todos los sueños que tenía se convertirán en nada más que en ilusiones, pero sé que perseguir la verdad es más importante, así que te ruego que me guíes”. Durante esa época, solía orar a Dios buscando Su guía y liderazgo, y a conciencia iba tras palabras de Dios para leer. Un día, escuché un himno de las palabras de Dios llamado: “¿Es el mundo tu lugar de descanso?”.

1  […] ¿El mundo es realmente tu lugar de descanso? Evitando Mi castigo, ¿puedes realmente lograr la más leve sonrisa de gratificación de parte del mundo? ¿De verdad utilizar tu gozo fugaz para cubrir ese vacío en tu corazón que no puedes ocultar?

2  Puedes engañar a cualquiera de tus familiares, pero nunca podrás engañarme a Mí. Porque tu fe es demasiado exigua, aún ahora sigues siendo incapaz de hallar ninguno de los deleites que la vida tiene para ofrecer. Te exhorto a que sinceramente dediques la mitad de tu vida a Mi causa, en vez de la totalidad de tu vida a la mediocridad y la tarea inútil de la carne, sobrellevando todo el sufrimiento que el hombre apenas puede soportar. ¿De qué sirve valorarte tanto y huir de Mi castigo?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Lo que significa ser una persona verdadera

Las palabras de Dios me conmovieron profundamente. Pensé en cómo había estado trabajando todos los días sin parar, como una máquina, en la búsqueda de dinero, estatus y una vida de riquezas materiales, y cómo había terminado agotándome en cuerpo y mente, y padeciendo muchas dolencias físicas. Cuando estaba a cargo de las liquidaciones de aviación, aunque tenía menos ingresos extra, tenía más tiempo para comer y beber las palabras de Dios y mi corazón se acercó más a Él, lo que cambió mi perspectiva espiritual. Los desastres crecían cada vez más, así que, si seguía aferrándome al dinero y al estatus, sería demasiado tarde para arrepentirme si no conseguía ganar la verdad y perecía en los desastres cuando la obra de Dios terminara. Dios me había preparado una oportunidad muy buena que me permitía recibir el alimento y el riego de Sus palabras y reunirme con los hermanos y hermanas y hablar sobre ellas, lo que me daba sustento espiritual. Sin embargo, yo era un ingrato. No entendía la intención urgente de Dios de salvar a las personas, no era capaz de cumplir mi deber como ser creado y aún seguía planeando mi futuro y sustento. ¿No era en vano todo ese arduo trabajo y esfuerzo por el bien de mi carne? Al preocuparme solo por los pequeños beneficios que tenía enfrente, perdí la oportunidad de ganar la verdad y la vida. ¡Era realmente corto de miras! Las cosas materiales que perseguía no servirían de nada durante los desastres y no me salvarían en absoluto. Al darme cuenta de eso, me arrodillé ante Dios y oré: “Dios, verdaderamente estoy en deuda contigo. Me has salvado, pero no he pensado en retribuirte y aún me aferro al dinero y al estatus. Esas cosas me han traído mucha tentación. Dios, mi estatura es demasiado pequeña, no quiero que Satanás me siga corrompiendo y embaucando en este reino de inmundicia. Te ruego que me des la determinación para rebelarme contra la carne, a fin de poder cumplir mi deber a tiempo completo y retribuir Tu amor”.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios y comencé a ver con mayor claridad las consecuencias de perseguir la fama y el beneficio. Dios Todopoderoso dice: “Que Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que todas las personas solo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y harán cualquier juicio o decisión en nombre de la fama y la ganancia. De esta forma, Satanás ata a las personas con cadenas invisibles y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Sin saberlo, llevan estas cadenas y siempre avanzan con gran dificultad. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad evita a Dios y le traiciona, y se vuelve más y más perversa. De esta forma, entonces, se destruye una generación tras otra en medio de la fama y la ganancia de Satanás. Consideremos ahora las acciones de Satanás, ¿no son sus siniestros motivos completamente detestables? Tal vez hoy no podáis calar todavía sus motivos siniestros, porque pensáis que uno no puede vivir sin fama y ganancia. Creéis que, si las personas dejan atrás la fama y la ganancia, ya no serán capaces de ver el camino que tienen por delante ni sus metas, que su futuro se volverá oscuro, tenue y sombrío. Sin embargo, poco a poco, todos reconoceréis un día que la fama y la ganancia son grilletes enormes que Satanás usa para atar al hombre. Cuando llegue ese día, te resistirás por completo al control de Satanás y a los grilletes que Satanás usa para atarte. Cuando llegue el momento en que desees deshacerte de todas las cosas que Satanás ha inculcado en ti, romperás definitivamente con Satanás y detestarás verdaderamente todo lo que él te ha traído. Sólo entonces la humanidad sentirá verdadero amor y anhelo por Dios(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Las palabras de Dios dan en el clavo y ponen al descubierto cómo Satanás usa la fama y el beneficio para atar y controlar a las personas. Durante mucho tiempo me influenciaban las ideas de Satanás, como “El dinero no da la felicidad, pero ayuda”, “El dinero mueve el mundo” y “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo”, y esas ideas habían llegado a controlarme. Durante años, trabajé horas extras y sometí mi salud a una enorme presión para perseguir el dinero, la fama y el beneficio. Llegué a orar menos a Dios, leí menos de Sus palabras y me alejé cada vez más de Él. Vi que algunos hermanos y hermanas dedicaban su tiempo a perseguir la verdad y que sus vidas progresaban con rapidez, pero, en cuanto a mí, en la búsqueda del dinero, la fama y el beneficio, apenas había hecho progresar mi vida. ¡Fue una pérdida terrible! A lo largo de los años, me sumergí en mi trabajo y soporté humillaciones. Al final, aunque mis sueños se hicieron realidad, me volví cada vez más torcido y falso. Pasaba los días interactuando con personas sin ser sincero, pero con una actitud de explotación mutua, perdía mi dignidad e integridad humana por la fama y el beneficio, y vivía una vida de extremo sufrimiento y tormento. Pensé en un empresario otrora renombrado, un hombre que se había convertido en un multimillonario cuando era joven y que, en el apogeo de su fama y fortuna, se pasaba los días yendo de una cena a otra. Se negó a descansar a pesar del agotamiento severo y, como resultado, enfermó y murió antes de los cuarenta años. Este es el resultado final del uso que hace Satanás de la fama y la ganancia para perjudicar a las personas. El Señor Jesús dijo una vez: “¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?(Mateo 16:26). En los últimos días, Dios Todopoderoso nos ha otorgado libremente todas las verdades para salvar a la humanidad. Si aún me aferraba a la fama y el beneficio, podría haber seguido ascendiendo, pero habría perdido la oportunidad de ganar la verdad y ser salvado. Ya no quería esforzarme por mis supuestos ideales y decidí buscar una oportunidad para renunciar a mi trabajo y esforzarme por Dios a tiempo completo. Comencé a realizar los preparativos para traspasar mis responsabilidades y hablé con mi gerente general, el Sr. Xu, para conversar sobre mi renuncia. El Sr. Xu me dijo: “Para tramitar tu renuncia, necesitamos un reemplazo, lo que llevará mucho tiempo. Pero, si pides una excedencia prolongada, puedo organizar para que un gerente asuma tu trabajo y así tú podrás traspasar tus responsabilidades e irte”. Tras sopesarlo, acepté la sugerencia y, mientras esperaba novedades, empecé a hacer los preparativos para traspasar mis responsabilidades.

Un día a principios de octubre, mi jefe me dijo: “He oído que te tienes que tomar una excedencia de seis meses por motivos familiares. Eso es algo sin precedentes entre el personal financiero de nuestra empresa, especialmente para una posición tan importante como la tuya, pero, solo por esta vez, lo he aprobado especialmente para ti. Durante tu excedencia de seis meses, tu salario permanecerá sin cambios y, cuando regreses, recibirás todo en un pago único y mantendré tu puesto gerencial reservado para ti”. Después de agradecer a mi jefe, salí de la oficina. Sus palabras me conmovieron profundamente. ¿Iba a recibir un salario sin trabajar durante seis meses y me iban a reservar el puesto de gerente? Parecía que la empresa me valoraba mucho. Pensé en cómo el jefe había planeado que yo asumiera las finanzas de la sede. Si eso sucedía, me convertiría en un ejecutivo de la empresa y habría más personas que me admirarían. En ese momento, sentí que tenía pensamientos e intenciones equivocados y recordé dos pasajes de las palabras de Dios que había leído en reuniones anteriores: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la perturbación humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la perturbación de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). “Cuando las personas experimentan hasta que llegue el día en que su perspectiva de la vida, el sentido y la base de su existencia, hayan cambiado por completo, cuando hayan sido alteradas hasta los huesos y se hayan convertido en alguien diferente, ¿no es esto increíble? Este es un gran cambio, un cambio transcendental. Solo cuando no estés interesado en la fama y la fortuna, el estatus, el dinero, el placer, el poder y la gloria del mundo y puedas dejarlos ir fácilmente, tendrás la semejanza de un ser humano. Aquellos que, al final, serán hechos completos por Dios son un grupo de personas como este; viven para la verdad, viven para Dios y viven para aquello que es justo. Esta es la semejanza de un verdadero ser humano(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Gracias a las palabras de Dios, entendí que, aunque las palabras de mi jefe parecían satisfacer mis necesidades carnales, detrás de ellas se escondía una trama satánica. Satanás pretendía usar el dinero, la fama y la ganancia para tentarme y hacer que siguiera sirviéndole, de modo que, en última instancia, perdería mi oportunidad de ser salvado. Dios esperaba que yo viviera para ganar la verdad y cumplir bien mi deber como ser creado; ese era el objetivo que debía haber estado persiguiendo. Las palabras de Dios fortalecieron mi fe y gestioné con rapidez el proceso para traspasar mis responsabilidades, que se llevó a cabo sin contratiempos, y me di cuenta de que todo está en las manos de Dios y que Él lo orquesta. Menos de un mes después de renunciar, comencé a cumplir mis deberes en la iglesia y tuve tiempo para hacer prácticas devocionales y llevar una vida de iglesia de manera habitual. Disfruté el riego y el alimento diarios de las palabras de Dios y mi corazón estaba lleno de paz y alegría. Cuando enfrentaba dificultades en mis deberes, oraba a Dios y consultaba con los hermanos con quienes colaboraba, y buscaba a los líderes para problemas que no podía resolver. A veces, los hermanos y hermanas señalaban mis deficiencias en mis deberes y, aunque me daba un poco de vergüenza, al orar y comer y beber las palabras de Dios, pude someterme y encontrar una senda de práctica en ellas, lo que mejoró la eficacia de mis deberes. ¡Todo eso fue gracias a la guía de Dios!

A través de esta experiencia, he visto con claridad que el dinero y el estatus solo brindan un gozo temporal y que, incluso si obtuviera riquezas, fama y beneficios más allá de mis mejores sueños, no serían más que una gloria efímera, seguida de vacío, y acabaría como una ofrenda sacrificial a Satanás. Hoy, soy capaz de librarme de las tentaciones del dinero y el estatus, escapar del tormento de Satanás y recorrer la senda correcta de la vida. Todo eso es gracias a la guía de las palabras de Dios. La obra de Dios de salvar a la humanidad es verdaderamente práctica, ¡y doy gracias a Dios con sinceridad y desde el fondo de mi corazón!

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