Mi experiencia predicando a un pastor
Por Li Zhi, ChinaEn abril del año 2021, una noche, de pronto me dijo un líder que un pastor anciano, con más de 50 años en la fe, quería...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En 2021 me eligieron como líder. Debido a requerimientos del trabajo, más tarde asumí responsabilidades en otra iglesia. Al notar que el trabajo de la iglesia no era muy eficaz, pensé: “Los líderes que dispusieron que viniera a esta iglesia deben de valorarme mucho y de esperar que pueda darle la vuelta al trabajo de aquí, así que tengo que hacerlo bien y lograr que ellos vean que sé hacer algo de trabajo real”. Después acudí a cada grupo de la iglesia a informarme de la situación del trabajo y a resolver las dificultades y los problemas de los hermanos y hermanas en el deber. Algunos hermanos y hermanas se hallaban en un mal estado, así que los ayudaba y sustentaba con amor. Cuando descubría que había gente inadecuada para las tareas, lo hablaba con los hermanos y hermanas con quienes trabajaba y la transferíamos o sustituíamos sin demora según los principios. Con el tiempo, el trabajo de la iglesia había mejorado algo. Muy contenta, no pude evitar pensar: “Parece que sé hacer algo de trabajo real; tengo que seguir esforzándome y producir mejores resultados para que los hermanos y hermanas vean que tengo capacidad de trabajo y digan que soy buena líder”.
Un día, mientras repasábamos algo de trabajo, observé que había disminuido notablemente la eficacia de la labor de riego. Varios nuevos fieles no venían a las reuniones. Pensé: “El resto del trabajo es más eficaz ahora, pero ha disminuido la eficacia de la labor de riego. No podemos dejar que esta labor afecte al resultado global; si no, todos dirán que soy una líder incapaz, y ya no me verán del mismo modo”. Así pues, enseguida acudí al personal de riego para interiorizarme. Entonces supe que la líder del grupo, la hermana Wu Wen, no pensaba en las dificultades reales de los nuevos fieles al organizar sus reuniones y sus deberes. Organizaba reuniones cuando algunos nuevos fieles tenían que trabajar, por lo que no podían asistir. Al enterarme, me enojé un poco. Pensé: “Le dije claramente que debemos considerar la situación de los nuevos fieles al organizar sus reuniones y deberes. ¿Por qué no puede entender las cosas plenamente y aplicarlas con flexibilidad? No parece tener aptitud para regar a nuevos fieles. Ella es la líder del grupo y si se desvía en su práctica, afectará la efectividad de todo el grupo. Es preciso destituirla ya. Si no la destituyo, nunca mejorarán los resultados del trabajo. Eso no solo entorpecerá la obra de la iglesia, sino que mis superiores, hermanos y hermanas me creerán incapaz de trabajar o de resolver problemas reales. No puedo dejar que la gente cuestione mi competencia”. Por ello, planteé la destitución de Wu Wen a mis colaboradores. El diácono de riego dijo: “Antes, Wu Wen era eficaz en el riego de nuevos fieles. Puede que últimamente se halle en un mal estado y que se haya precipitado un poco al formar a los nuevos fieles, lo que ocasionó problemas. Debemos indagar sobre su situación, hablar con ella y ayudarla. Si no cambia con el tiempo, podemos destituirla”. Pero no lo escuché para nada. Solo pensé: “Wu Wen no acaba de empezar a regar a nuevos fieles. Yo también se lo advertí antes. Creo que no acepta advertencias ni ayuda. Si no la destituimos de inmediato y se produce una demora o el trabajo se ve afectado, es a mí a quien harán responsable. A toda costa, esta vez necesito que coincidan conmigo y destituyan a Wu Wen”. Así, señalé airadamente: “Wu Wen es ineficaz en el deber, eso demuestra que es incompetente e inadecuada para él. Si la mantienen y no mejoran los resultados de nuestro trabajo, ¿quién de ustedes puede cargar con esa responsabilidad? ¡Ayúdenla sin mí!”. Ante mi actitud, mis colaboradores no dijeron nada.
Luego supe que Wu Wen estaba muy negativa tras su relevo. Le parecía que la habíamos destituido por una conducta pasajera, y no por una evaluación ponderada de su conducta sistemática, y que esta clase de destitución no respetaba los principios. Sin embargo, yo no solo no busqué la verdad ni hice introspección, sino que consideré que la estatura de Wu Wen era muy escasa y que no era capaz de conocerse ni de aprender lecciones de las cosas, así que no me lo tomé para nada en serio.
Después de la destitución de Wu Wen, elegimos líder de grupo a la hermana Zhen Xin. Feliz, pensé: “Ahora debería ser más eficaz la labor de riego”. No obstante, con el tiempo descubrí que Zhen Xin tenía bastante poca capacidad de trabajo y que no era tan responsable como Wu Wen. No era capaz de captar a tiempo los estados de los nuevos fieles ni sabía enseñarles para resolver sus problemas. En consecuencia, transcurrido un tiempo, la labor de riego aún no mejoraba. Empecé a incomodarme y me preguntaba si había sido un error destituir a Wu Wen. Así las cosas, no obstante, decidí enseñar y ayudar más a Zhen Xin para ver si podían mejorarse sus resultados.
A medida que llegaban más nuevos fieles a la iglesia, la prioridad absoluta era formar enseguida a más personal de riego. Por ello, me puse a buscar candidatos rápidamente. Me acordé de la hermana Chen Chen, que había sido destituida hacía poco. Antes había predicado el evangelio y había producido algunos resultados. Era simpática y se le daba bien comunicarse con la gente, por lo que, si la formábamos, mejoraría el trabajo de riego y seguro mis superiores dirían que yo tenía aptitud y era competente. Así, le pedí a la diaconisa de riego que se centrara en promover a Chen Chen. La diaconisa de riego alegó: “Pensábamos organizar las cosas de ese modo, pero vimos que Chen Chen aún no se conocía tras ser destituida. Cuando predicaba el evangelio, siempre competía por la reputación y la ganancia y sembraba celos y disputas, lo que impedía que los demás cumplieran con el deber con normalidad. Si la formamos para que riegue a nuevos fieles ahora, ¿no cometerá más maldad y perturbará más? El riego es una de las tareas más importantes; aquellos a quienes se forme para ello deben tener buena humanidad y no perturbar la labor de la iglesia. ¡Hemos de hacer las cosas según los principios!”. Sus palabras me pusieron nerviosa. Pensé: “Chen Chen es simpática y tiene aptitud. Seguro que si la formamos para que riegue a nuevos fieles, pronto será más eficaz el trabajo. Si decidimos no formarla ahora porque parece carecer de un arrepentimiento sincero, mis líderes no apreciarán mi capacidad de trabajo. Eso no es bueno. Tengo que convencerlos de que hagan lo que yo quiero. No puedo ceder”. Así pues, le dije a la diaconisa de riego: “¿Es este el momento de obedecer ciegamente las normas? Los principios también dicen que a los que hayan cometido transgresiones en el pasado se les debe dar la oportunidad de arrepentirse. Chen Chen es simpática y tiene aptitud para regar a nuevos fieles, por lo que podemos formarla. Simplemente hemos de vigilarla de cerca y no dejar que perturbe. Chen Chen tiene aptitud y aprende rápido. Tener otra regante calificada le resolverá muchos problemas a la iglesia”. Ante mi actitud terca, la diaconisa de riego no añadió nada más.
No obstante, días más tarde, la diaconisa de riego comunicó que Chen Chen no indagaba sobre las nociones y la confusión de los nuevos fieles antes de regarlos ni brindaba enseñanzas y soluciones específicas para cada uno. En cambio, se empeñaba en enseñar de acuerdo con sus ideas. Esto hizo que dos nuevos fieles se opusieran, se resistieran y dejaran de creer. Me sentí algo inquieta sobre la aptitud de Chen Chen, ella no debería haber hecho eso. Luego, cuando hablé con ella, me di cuenta de que solo aparentaba ser activa en el deber. No entendía sus transgresiones anteriores y, tras semejante problema en su trabajo de riego, no hizo introspección ni aprendió ninguna lección de eso. Era insensible. Fue en ese momento cuando me percaté un poco de que quizá me había precipitado demasiado al promoverla y que ella necesitaba seguir reflexionando. Sin embargo, pensándolo bien, Chen Chen tenía aptitud y había sido líder, por lo que, si la ayudaba más, debería ser capaz de entenderse a sí misma y cambiar las cosas enseguida. Lo único que tenía que hacer era formarla y mejorar los resultados del trabajo de riego, y así mis líderes me darían su visto bueno.
Justo cuando esperaba buenos resultados, una mañana me comentó mi compañera hermana: “Han escrito los hermanos y hermanas diciendo que no has estado cumpliendo con el deber según los principios. Dispusiste a la fuerza que Chen Chen, aún en aislamiento y reflexión, hiciera la labor de riego. En este tiempo, Chen Chen ha tenido muchos problemas al regar a nuevos fieles, y no ha reflexionado ni demostrado que se conozca en absoluto. A tenor de su conducta sistemática, es totalmente inadecuada para recibir capacitación y recomiendan que siga en aislamiento e introspección”. Al oír lo que dijo, me dio un vuelco el corazón. “Ya está. Esto no es un mero comentario, sino denunciarme y ponerme en evidencia por no cumplir con el deber según los principios. Hace años que creo en Dios y jamás me ha denunciado nadie. Ahora, ¿qué opinarán de mí mis hermanos y hermanas?”. En aquel momento estaba muy avergonzada. Agarré mi vaso y tomé unos sorbos de agua para tratar de calmarme, pero tenía el corazón agitado como un mar tormentoso: “Si se enteran mis líderes del contenido de esa carta, sin duda dirán que no cumplo con el deber de acuerdo con los principios y que perturbo la labor de la iglesia. ¿Me destituirán por esto?”. Tenía la mente agitada. Al final, me desplomé en la silla como un balón desinflado. Mi compañera, al ver mi estado, señaló: “Es útil para nosotros que los hermanos y hermanas nos vigilen y revelen. Debes aceptarlo de parte de Dios”. Prometí aceptarlo de parte de Dios, pero no podía calmar la mente. No pude comer ni dormir en todo el día. Me traspasaba el corazón la idea de cómo esta carta revelaba la realidad de mi conducta. Arrodillada, oré a Dios: “¡Dios mío! Sé de Tu benevolencia al dejar que me ocurra esto. Te pido que me guíes para comprender Tu intención y aprender lecciones de ello”.
Mientras reflexionaba y buscaba, logré conocer un poco mi estado leyendo las palabras de Dios. Dice Dios Todopoderoso: “Da igual lo que hagan, los anticristos siempre tienen sus propios objetivos e intenciones, siempre actúan de acuerdo con su propio plan y su actitud hacia los arreglos y la obra de la casa de Dios es: ‘Tú puedes tener mil planes, pero yo tengo una sola regla’; todo esto lo determina la naturaleza de los anticristos. ¿Pueden los anticristos cambiar su mentalidad y obrar de acuerdo con los principios-verdad? Eso sería del todo imposible […]. Sea cual sea el deber que realicen los anticristos, siempre se atienen al mismo principio: han de obtener algo en cuanto a reputación, a estatus o a sus intereses y no deben incurrir en pérdidas. El tipo de trabajo que más les gusta a los anticristos es aquel en el que no tienen que sufrir ni pagar ningún precio y obtienen beneficios para su reputación y estatus. En resumen, no importa lo que estén haciendo, los anticristos consideran primero sus propios intereses y solo actúan una vez que lo han pensado todo bien; no se someten verdadera, sincera y absolutamente a la verdad sin compromiso, sino que lo hacen de manera selectiva y condicional. ¿Cuáles son las condiciones? Se trata de que su estatus y reputación estén a salvo y de que no deben sufrir ninguna pérdida. Solo después de que se satisfaga esta condición, decidirán y elegirán qué hacer. Es decir, los anticristos consideran muy seriamente la manera de tratar los principios-verdad, las comisiones de Dios y la obra de la casa de Dios o cómo ocuparse de las cosas a las que se enfrentan. No les importa cómo satisfacer las intenciones de Dios, cómo evitar dañar los intereses de Su casa, cómo contentar a Dios o cómo beneficiar a los hermanos y hermanas; esas no son las cosas que les interesan. ¿Qué les importa a los anticristos? Si su propio estatus y su reputación van a verse afectados y si su prestigio va a disminuir. Si hacer algo de acuerdo con los principios-verdad beneficia a la obra de la iglesia y a los hermanos y hermanas, pero puede provocar que su propia reputación se vea afectada y causar que mucha gente se dé cuenta de su verdadera estatura y sepa qué tipo de esencia-naturaleza tiene, entonces no cabe duda de que no van a actuar de acuerdo con los principios-verdad. Si piensan que hacer algo de trabajo real provocará que más personas piensen bien de ellos, los respeten y los admiren, que les dará incluso un mayor prestigio o hará que sus palabras tengan autoridad y causará que más personas se sometan a ellos, entonces elegirán hacerlo así. De lo contrario, nunca escogerán renunciar a sus propios intereses por consideración hacia los intereses de la casa de Dios o de los hermanos y hermanas. Esta es la esencia-naturaleza de los anticristos” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Con lo revelado en la palabra de Dios, entendí que lo único que hacen los anticristos es proteger su reputación y su estatus. En asuntos que no atañen a su reputación y estatus, puede que actúen según los principios-verdad, pero si actuar según los principios-verdad amenaza su reputación y estatus, los anticristos vulneran sin disimulo los principios y actúan arbitrariamente según sus ideas. Prefieren perjudicar los intereses de la iglesia para salvaguardar los suyos propios. Reflexioné sobre todo lo que había hecho desde que era líder y vi que era igual que la conducta de los anticristos revelada por la palabra de Dios. Siempre había querido lograr algo rápidamente para demostrar que era competente y sabía hacer un trabajo real; así, mis superiores, hermanos y hermanas verían que habían elegido bien al hacerme líder. Por ello, al elegir y utilizar a personas, no buscaba para nada los principios-verdad, no pensaba en cómo favorecer el trabajo de la iglesia, no escuchaba consejos de nadie y me empeñaba en decidir yo sola. Al descubrir que Wu Wen no organizaba las reuniones y los deberes de los nuevos fieles de manera razonable en función de la situación real de estos, no le pregunté por su estado y sus dificultades, ni colaboré con ella para descubrir la causa de los problemas y entrar en los principios de forma que no cometiera los mismos errores. Al ver que ella no producía resultados en el deber y que eso dañaría mi reputación y estatus, injustamente, la califiqué, la excluí y quise destituirla. Por proteger mi reputación y mi estatus, ignoré los principios y los consejos de mis colaboradores y la destituí a la fuerza. No demostré amor ni paciencia para con ella ni le enseñé la verdad para ayudarla. Tan solo la destituí directamente. ¡Fui verdaderamente carente de humanidad! Tras destituirla, la nueva hermana que elegí no supo hacer el trabajo, lo que afectó directamente los resultados de la labor de riego. Ni siquiera entonces hice introspección. A fin de conseguir que los resultados del trabajo mejoraran rápidamente y obtener el visto bueno de los líderes, había vulnerado otra vez los principios, al promover y capacitar a alguien que había perturbado el trabajo de la iglesia. Llegué a sacar las cosas de contexto y alegué absurdamente que debíamos darle la ocasión de arrepentirse. Critiqué a la diaconisa de riego por seguir ciegamente las normas, con lo que ella tuvo miedo de refutarme. El resultado fue que Chen Chen no era adecuada en absoluto y perjudicó la labor de riego. Descubrí que, por mi reputación y mi estatus, busqué el éxito rápido en el deber e ignoré los principios de la casa de Dios y las advertencias de otros. Incluso tras ser denunciada y revelada, no reflexioné sobre los motivos de mis fracasos; lo que me preocupaba era cómo me veían los líderes. Protegí tercamente mi reputación y estatus y preferí que se resintieran los intereses de la iglesia para salvaguardar los míos propios. ¡Lo que exhibí fue el carácter de un anticristo!
Después, leí otro pasaje de la palabra de Dios que me permitió entender un poco la naturaleza de mis actos. Dice Dios: “Si alguien dice que ama y persigue la verdad, pero, en esencia, el objetivo que persigue es distinguirse, alardear, hacer que la gente piense bien de él y lograr sus propios intereses; y el cumplimiento de su deber no consiste en someterse ni en satisfacer a Dios, sino que en cambio tiene como fin lograr fama, ganancia y estatus, entonces su búsqueda no es legítima. En ese caso, cuando se trata del trabajo de la iglesia, ¿son sus acciones un obstáculo o ayudan a que avance? Claramente son un obstáculo, no hacen que avance. Algunas personas enarbolan la bandera de realizar el trabajo de la iglesia mientras buscan su propia fama, ganancia y estatus, se ocupan de sus propios asuntos, crean su propio grupito y su propio pequeño reino: ¿acaso esta clase de persona lleva a cabo su deber? En esencia, todo el trabajo que hacen trastorna, perturba y perjudica el trabajo de la iglesia. ¿Cuál es la consecuencia de su búsqueda de fama, ganancia y estatus? En primer lugar, esto afecta la manera en la cual el pueblo escogido de Dios come y bebe Su palabra con normalidad y entiende la verdad; obstaculiza su entrada en la vida, les impide ingresar en la vía correcta de la fe en Dios, y los conduce hacia la senda equivocada, lo que perjudica a los escogidos y los lleva a la ruina. Y, en definitiva, ¿qué ocasiona eso al trabajo de la iglesia? Lo perturba, lo perjudica y lo desorganiza” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)). Tras leer la palabra de Dios, entendí que, cuando buscamos la reputación y el estatus personales con la excusa de cumplir con el deber, en esencia, hacemos de siervos de Satanás y perturbamos el trabajo de la iglesia. La palabra de Dios revelaba la esencia de mis actos. Dios me mostró Su gracia al darme la oportunidad de ser líder de la iglesia, y Él esperaba que tuviera en consideración Sus intenciones y regara bien a mis hermanos y hermanas, que resolviera sus dificultades y problemas en la entrada en la vida y formara a gente adecuada para realizar el trabajo variado de la iglesia y garantizar que este opere con normalidad. Sin embargo, yo no pensé en las intenciones y las exigencias de Dios ni cumplí con mis responsabilidades de líder. Al elegir y utilizar a las personas, solo pensaba en mis intereses. En consecuencia, la regante que había ascendido y capacitado no era idónea para el trabajo. No solo no se había regado bien a los nuevos fieles, sino que se había entorpecido la labor de riego, con lo que aquellos se volvieron negativos y abandonaron. ¿Eso era cumplir con mi deber? Estaba perturbando la labor de la iglesia ¡y haciendo el mal! Ni por esas era consciente. ¡Era muy egoísta e insensible! Me acordé de los anticristos y malvados expulsados de la iglesia. Siempre estaban tramando en beneficio propio, ignoraban los principios-verdad a fin de conservar su reputación y estatus, cumplían arbitraria y caprichosamente con el deber, perturbaban gravemente la labor de la iglesia y, finalmente, por sus muchas acciones malvadas, Dios los detestó y descartó. ¿Había alguna diferencia esencial entre lo que hice yo y los actos de estos anticristos? Cuando lo reconocí, me sentí aterrada y oré a Dios: “Dios mío, fui negligente en el deber. Fui en pos de la reputación, el estatus y el éxito rápido, y tomé la senda equivocada. Dios mío, deseo arrepentirme ante Ti. Te pido que me dirijas y guíes”.
Después, con la reflexión y la búsqueda, comprendí que, para ser eficaces en el deber, hemos de tener las intenciones correctas, centrarnos en buscar la verdad y actuar según los principios. Es entonces cuando podemos recibir la guía de Dios y mejorar continuamente los resultados. Tal como dice Dios: “Cuando recibes la comisión de Dios y tu objetivo es cumplir bien tu deber y completar tu misión, primero debes entender la intención de Dios. Has de saber que esta comisión viene de Dios, que es Su intención y has de aceptarla, ser considerado con ella y, lo más importante, someterte a ella. En segundo lugar, deberías buscar qué verdades te hace falta entender para desempeñar este deber, qué principios has de seguir y cómo practicar de una manera que beneficie al pueblo escogido de Dios y a la obra de la casa de Dios. Estos son los principios de práctica. Después de entender la intención de Dios, debes buscar enseguida las verdades relacionadas con cumplir el deber y entenderlas y, tras comprender la verdad, determinar los principios y la senda para practicar estas verdades. ¿A qué se refieren los ‘principios’? En concreto, un principio hace referencia a algo en lo que se ha de basar el logro de un objetivo o la consecución de unos resultados cuando se practica la verdad. […] Uno debe captar los principios para practicar la verdad. Los principios son la clave, el elemento más básico. Una vez que hayas captado los principios fundamentales de llevar a cabo tu deber, entenderás los estándares requeridos para cumplir ese deber. Dominar estos principios equivale a saber cómo practicar la verdad. Así pues, ¿a partir de qué base se establece esta capacidad para practicar? La del fundamento de entender la intención y la verdad de Dios. ¿Se considera comprender la verdad si solo conoces una frase de lo que Dios exige? No. ¿Qué criterios se deben cumplir para que se considere comprender la verdad? Has de entender el significado y el valor de cumplir tu deber y, una vez que hayas sido claro en estos dos aspectos, habrás entendido la verdad de desempeñar tu deber. Asimismo, después de entender la verdad, también debes captar los principios de cumplir tu deber y las sendas de práctica. Una vez que captes y pongas en práctica los principios de cumplir tu deber y apliques a veces algo de sabiduría, puedes estar seguro de la efectividad en el desempeño de tu deber. Al captar estos principios y actuar de acuerdo con ellos, puedes estar dispuesto a practicar la verdad. Si cumples tu deber sin mezclar intenciones humanas, si lo haces sometiéndote por completo a los requerimientos de Dios y de acuerdo con los arreglos del trabajo de la casa de Dios, lo cual se corresponde por completo con Sus palabras, entonces has cumplido bien tu deber y lo has hecho de una manera totalmente cualificada, e incluso si hubiera algunas discrepancias en los resultados en comparación con los requerimientos de Dios, esto todavía cuenta como cumplir Sus requerimientos. Si llevas a cabo tu deber de acuerdo con los principios, si eres leal, todo ello en la medida de tus capacidades, tu cumplimiento del deber se corresponde por completo a la intención de Dios. Has cumplido bien tu deber como ser creado con todo tu corazón, toda tu mente y todas tus fuerzas, y este es el resultado que se logra al practicar la verdad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 1: Tratan de ganarse el corazón de la gente). Las palabras de Dios son muy claras. Cuando aceptamos la comisión de Dios, antes hemos de buscar Sus intenciones, buscar los principios en los que debemos entrar en el deber, lograr cierta comprensión de la verdad, someternos a Dios y seguir rigurosamente los principios-verdad en el deber. Además, al cumplir con el deber, hemos de tener en cuenta los intereses de la iglesia, analizarnos a menudo y no tramar en pos de la ganancia personal. Esto reduce la impureza de nuestras ideas y los errores que cometemos en el deber. Recordé que actuaba únicamente por la reputación y el estatus en el deber; rara vez buscaba los principios-verdad e incluso cuando sabía un poco, no obedecía. Al elegir al personal de riego, las cualidades clave necesarias son enseñar claramente la verdad, tener paciencia y ser responsable. Wu Wen era responsable en el deber y cariñosa y paciente con los nuevos fieles. Fueran cuales fueran los estados o las dificultades de estos, ella era capaz de enseñar y resolver problemas de forma activa. Además, había captado algunos principios del riego de nuevos fieles. Anteriormente había sido eficaz en el deber y solamente había cometido errores últimamente por ciertas dificultades reales que no supo manejar. En esta situación debería haberle brindado enseñanzas y ayuda con amor, o bien haberla podado, revelado y reprendido, en lugar de haberla destituido a la ligera. Asimismo, al ver que Chen Chen era entusiasta y simpática en apariencia, imaginé que era adecuado promoverla. Ahora me daba cuenta de que eso no coincidía con los principios. Quienes pasan a aislamiento para hacer introspección pueden asignarse a la difusión del evangelio y al riego de los nuevos fieles si no perturban ni causan interrupciones, pero a la gente de mala humanidad que hace el mal y perturba la labor de la iglesia no se la puede promover de ninguna manera. Chen Chen tenía un firme deseo de reputación y estatus y, en el pasado, a menudo había luchado por ellos y había perturbado la labor de la iglesia. Tras su destitución y aislamiento para que hiciera introspección, nunca demostró comprender verdaderamente sus transgresiones anteriores. La gente así no puede ser candidata importante para la promoción. Yo había vulnerado los principios al ascender y promover a Chen Chen, lo que demoró la labor de riego. No comprendía los principios de destitución y utilización de la gente, y había trabajo en pos de la reputación y el estatus. Eso había perturbado y estorbado el trabajo de la iglesia y había perjudicado la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Al pensar en ello, me embargó el pesar. Luego leí un pasaje de la palabra de Dios: “En la casa de Dios, hagas lo que hagas, no te estás involucrando en tu propio proyecto, es la obra de la casa de Dios, la obra de Dios. Debes tener en cuenta este conocimiento y percepción constantemente y decir: ‘Este no es un asunto personal; estoy llevando a cabo mi deber y cumpliendo con mi responsabilidad. Estoy llevando a cabo la obra de la iglesia. Esta es una tarea que Dios me encomendó y la hago por Él. Este es mi deber, no un asunto propio y privado’. Esta es la primera cosa que debe entender la gente. Si tratas un deber como tus propios asuntos personales y no buscas los principios-verdad cuando actúas, y lo llevas a cabo según tus propias motivaciones, puntos de vista y agenda, es muy probable que cometas errores. Por tanto, ¿cómo deberías actuar si haces una distinción muy clara entre tu deber y tus asuntos personales y eres consciente de que se trata de un deber? (Busca lo que Dios pide y los principios). Es cierto. Si te ocurre algo y no comprendes la verdad, si tienes alguna idea pero no tienes todavía las cosas claras, debes encontrar a hermanos y hermanas que comprendan la verdad con los que puedas compartir; esto es buscar la verdad y, antes que nada, esta es la actitud que debes tener hacia tu deber. No debes decidir las cosas basándote en lo que crees que es apropiado y luego dar un portazo dar carpetazo al caso y decidir que está cerrado; esto sin duda provoca problemas. Un deber no es un asunto personal tuyo; ya sean mayores o menores, los asuntos de la casa de Dios no son un tema personal de nadie. Siempre que se relacione con el deber, entonces no se trata de un asunto privado, no es un asunto personal: incumbe a la verdad y a los principios. Por tanto, ¿qué es lo primero que debéis hacer? Buscar la verdad y los principios. Y si no entendéis la verdad, debéis buscar primero los principios; si ya entendéis la verdad, resultará fácil identificarlos” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?). La palabra de Dios me brindó una senda de práctica. Los deberes son comisiones de Dios, no asuntos personales, así que no podemos cumplirlos como queramos para satisfacer nuestros intereses personales. En todo hemos de buscar los principios-verdad y practicar según las exigencias de Dios. Si no entendemos algo, debemos compartir y buscar más con otras personas. Opinen lo que opinen otros, tan solo hemos de aceptar el escrutinio de Dios y esmerarnos. Aunque a veces haya anomalías o errores en nuestro trabajo y no logremos buenos resultados pronto, si trabajamos para satisfacer a Dios, no para que lo vea nadie, vamos por la senda correcta y Dios nos guiará. Más tarde me sinceré sobre mí misma ante mis hermanos y hermanas, revelé cómo cumplía con el deber por la reputación y el estatus, mis deseos de éxito rápido, mis vulneraciones de los principios al seleccionar y utilizar a la gente, y que actuaba arbitrariamente y aprovechaba el puesto para reprender a los demás, lo que los perjudicaba. Les pedí disculpas solemnemente y que me vigilaran más. Al practicar así, mis hermanos y hermanas no me despreciaron, me alentaron y dijeron que podíamos supervisarnos entre nosotros y colaborar para cumplir bien con el deber.
Pronto sucedió otra cosa. La diaconisa de evangelización no podía cumplir temporalmente con el deber por impedimentos familiares. Cuando me enteré, me puse algo nerviosa. Pensé: “Ahora, cada iglesia hace todo lo que puede por predicar el evangelio; hoy por hoy, si la diaconisa de evangelización no pude cumplir con el deber, ¡esto afectará enormemente nuestro trabajo! Si no la relevamos a tiempo, nunca mejorarán nuestros resultados. Seguro que mis superiores pensarán que soy incompetente”. Así pues, debatí con mi compañera hermana si debíamos trasladar a la diaconisa de evangelización y buscar a alguien que ocupara su lugar. Ella dijo: “La diaconisa de evangelización siempre ha sido responsable y es una obrera capacitada, y los resultados de la labor evangelizadora son buenos. Si la trasladas porque temporalmente no se puede liberar de sus ataduras familiares, eso iría contra los principios”. Justo cuando estaba a punto de defenderme, de inmediato pensé en que había relevado a la fuerza a Wu Wen. ¿No estaba protegiendo de nuevo mi reputación y mi estatus? Mi compañera me recordó que debía cumplir con el deber según los principios. Estuve a punto de cometer otro grave error. Mientras daba gracias a Dios por dentro, le dije a mi compañera: “Mis intenciones están equivocadas. Estaría trasladándola sin principios y trabajando de nuevo por la reputación y el estatus. En efecto, ella es responsable y es una persona correcta. Si ahora no puede hacer su trabajo, tomaremos nosotros el relevo y haremos la labor evangelizadora. Vamos a informarnos mejor sobre su situación y a tratar de sustentarla y ayudarla”. Tras oírme, mi compañera asintió con la cabeza y me sentí tranquila practicando de este modo.
A partir de entonces, al cumplir con el deber, suelo preguntarme: “¿He cumplido hoy con el deber según los principios-verdad? Al relacionarme con la gente, ¿hice las cosas con un carácter corrupto?”. Si hago algo que no concuerda con los principios y con las intenciones de Dios, le oro para subsanarlo de inmediato. Al practicar de esta forma, percibo la guía de Dios, mejora un poco la labor de la iglesia y mis hermanos y hermanas pueden cumplir activamente con el deber. ¡Gracias a Dios!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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