Escapar de la vanidad no es fácil
En julio de 2020, mi supervisora dispuso que yo asumiera el trabajo de la hermana Iris e hiciera videos. Me puse muy feliz, pero también sabía que encontraría problemas y dificultades en mi nuevo deber, así que tendría que aprender y preguntar cuando no entendiera. Pero cuando Iris me hizo entrega de su puesto, dijo que tenía un nuevo deber con una gran carga de trabajo, y quería terminar conmigo pronto. Me di cuenta de que ella no pensaba esperar a que yo dominara el trabajo para irse. Y no pude más que preocuparme: “No estoy familiarizada con este trabajo. ¿De verdad podré encargarme de todo a la vez?”. Iris me preguntó si tenía alguna dificultad. Yo estaba a punto de expresarle mis preocupaciones, pero luego pensé: “Acabo de conocerla, y la primera impresión es importante. Ella tiene prisa por encargarse de su nuevo deber, así que no puedo retrasarla. Si le hablo de dificultades y le exijo antes de comenzar el trabajo, ¿qué pensará de mí? ¿No pensará que asumo su labor sin entender nada y que soy la persona equivocada para hacerlo?”. Así que contra mi voluntad, le dije: “No tengo preguntas”. Para probar que yo tenía aptitud y podía identificar problemas, también le hice sugerencias sobre los procesos profesionales que ella me presentó. En ese momento pude ver que yo encubría mis defectos adrede. Si ella erróneamente pensaba que yo tenía buena aptitud y recortaba el tiempo para enseñarme, ¿qué tal si mi lento dominio del trabajo retrasaba las cosas? Pero luego pensé que, como ya lo había aceptado, no podía retractarme. Podría pedirle ayuda si tuviera problemas en el futuro.
Al siguiente día, Iris me dijo que, en el futuro, la hermana Josefina sería mi colaboradora. Dijo que Josefina había comenzado a hacer videos hacía menos de un mes, que había aprendido rápido, y ya podía hacer su deber de forma independiente. Después, cuando hablé del trabajo con Josefina, me explicó el proceso muy hábilmente y discutió conmigo cómo dividir las labores, cooperar y todo eso. De verdad parecía que ella sabía lo que hacía. Supe que yo era menos competente que Josefina, pero, para evitar que Iris viera la brecha que había entre Josefina y yo, me volví muy cautelosa con Iris, y me preocupaba exponer mis defectos. Cuando tenía problemas que no podía resolver, intentaba leer la mayor información posible y resolverlos yo misma en vez de preguntarle. Aunque trabajaba muy duro, mi progreso era lento. Cuando nuestra líder vino a ver nuestro trabajo, había muchos detalles que yo no podía captar. Josefina respondió casi todas las preguntas de nuestra líder. Esto me deprimió y me sentí una inútil. Pronto, pasó más de una semana, y como yo aún no podía trabajar de forma independiente, Iris no pudo irse a comenzar su nuevo deber. Esto me avergonzó aún más y me hizo sentir débil, pero seguía siendo totalmente reacia a sincerarme con Iris acerca de mi estado, pues me preocupaba que si ella se enteraba de lo fácil que me había deprimido por no aprender rápido, podría pensar que mi estatura era pequeña, que mi aptitud era baja, y que era una incompetente. En esa época, no quería dejar que nadie viera mi pésimo estado. Solo quería familiarizarme con las cosas y comenzar a trabajar tan pronto como fuera posible, para que Iris por fin pudiera irse y yo no tuviera que avergonzarme frente a ella todos los días. Pero mi progreso aún era muy lento, y no podía sentir la guía de Dios en absoluto. Con dolor, me presenté ante Dios a orar y buscar, y le pedí que me ayudara a conocerme.
Un día leí en la palabra de Dios: “¿De qué clase de carácter se trata cuando la gente monta siempre una fachada, se blanquean a sí mismos, se dan aires para que los demás los tengan en alta estima y no detecten sus defectos o carencias, cuando siempre tratan de presentar a los demás su mejor lado? Eso es arrogancia, falsedad, hipocresía, es el carácter de Satanás, es algo malvado” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). “Las propias personas son seres creados. ¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad? ¿Pueden alcanzar la destreza en todo, llegar a entenderlo, ver la esencia de todo y ser capaces de cualquier cosa? No pueden. Sin embargo, dentro de los humanos hay un carácter corrupto y una debilidad fatal. En cuanto aprenden una habilidad o profesión, las personas sienten que son capaces, que tienen estatus y valor, que son profesionales. Sin importar lo mediocres que sean, quieren envolverse como figuras famosas o excepcionales, convertirse en una celebridad de poca importancia, y hacer creer a la gente que son perfectos y sin ningún defecto. A ojos de los demás, desean hacerse famosos, poderosos o figuras importantes y quieren volverse imponentes, capaces de cualquier cosa, que no haya nada que no puedan lograr. Creen que, si pidieran ayuda, parecerían incapaces, débiles e inferiores y la gente los despreciaría. Por eso siempre quieren mantener las apariencias. Algunos, cuando se les pide que hagan algo, dicen que saben hacerlo, cuando en realidad no saben. Después, a escondidas, lo consultan e intentan aprender a hacerlo, pero, tras estudiarlo varios días, siguen sin entender cómo hacerlo. Cuando se les pregunta cómo lo llevan, dicen: ‘¡Pronto, pronto!’. Pero en su corazón piensan: ‘Todavía no lo entiendo, no tengo ni idea, no sé qué hacer. No puedo ponerme en evidencia, he de seguir fingiendo, no puedo dejar que la gente vea mis fallos y mi ignorancia. No puedo dejar que me menosprecien’. ¿De qué problema se trata? Intentar guardar las apariencias es vivir un infierno. ¿Qué tipo de carácter es este? La arrogancia de estas personas no tiene límite, han perdido todo sentido. No quieren ser como los demás, no quieren ser gente corriente, gente normal, sino superhumanos, personas excepcionales, peces gordos. ¡Este es un problema descomunal! En cuanto a las debilidades, deficiencias, ignorancia, estupidez y falta de entendimiento dentro de la humanidad normal, lo cubren todo y no dejan que otras personas lo vean, y siguen disfrazándose” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). La palabra de Dios reveló mi estado de forma exacta. Después de que asumí el puesto, todo lo que pensaba era en cómo dominar el trabajo lo más pronto posible, para que todos pudieran ver que yo tenía una buena aptitud y era capaz de trabajar. Cuando asumí, supe que Iris tenía prisa por irse. Obviamente, yo no podía dominar tantos procesos profesionales en tan poco tiempo, pero incluso cosas como: “No puedo recordar todo eso, me gustaría que me enseñaras algunos días más”, era algo que no me atrevía a decir. Hasta hacía trampa y deliberadamente le hacía sugerencias a mi hermana para demostrar que yo tenía aptitud profesional. No quería que Iris viera que yo era inferior a Josefina, así que fingí y disimulé aún más, y era muy cautelosa con Iris porque tenía miedo de revelar, sin darme cuenta, mis defectos. Como ese era el momento de asumir el trabajo, la líder y mis hermanos y hermanas observaban mi desempeño, y me preocupaba que, una vez que mi aptitud y verdadera estatura quedaran en evidencia, la gente me despreciara. Si la líder notaba que yo no tenía aptitud y no era adecuada para hacer videos y me destituía, sería muy vergonzoso. Por eso no quería consultar cuando tenía preguntas y dificultades. De esta forma, siempre me encubría a mí misma y simulaba; así que, ¿cómo podría tener algún progreso? Cuando alguien inicia un nuevo deber, nada le es familiar, por eso es normal que muchas cosas no las entienda. Además, mis habilidades en el trabajo eran deficientes, así que necesitaba hacer preguntas y averiguar más, pero era demasiado arrogante. Quería probar que podía hacerlo yo sola y que podía manejar el trabajo, así que siempre fingía entender las cosas y simulaba, lo cual dificultaba mi entendimiento, retrasaba el traspaso del trabajo y le hacía imposible irse a Iris. Lo que hice fue muy perjudicial. Retrasé nuestro trabajo y ni una vez me sentí culpable; todo el tiempo me preocupaba que la gente viera mi verdadera habilidad o que me miraran con desprecio. Fui completamente irracional.
Después, encontré una senda de práctica en la palabra de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y trampas, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin estar encadenado y sin dolor y completamente en la luz. Aprender a abrirse cuando se comparte es el primer paso para la entrada en la vida. Luego has de aprender a analizar tus pensamientos y actos para ver cuáles están equivocados y cuáles no agradan a Dios, y es preciso que los corrijas inmediatamente y los rectifiques. ¿Cuál es el propósito de rectificarlos? Es aceptar y asumir la verdad, al tiempo que te deshaces de las cosas en tu interior que le pertenecen a Satanás y las reemplazas con la verdad. Antes, hacías todo según tu carácter astuto, que es mentiroso y taimado; sentías que no podías lograr nada sin mentir. Ahora que entiendes la verdad y detestas la forma de hacer las cosas que tiene Satanás, ya no te comportas de ese modo, actúas con una mentalidad de honestidad, pureza y obediencia. Si no te guardas nada, si no te pones una careta, una impostura, si no encubres las cosas, si te expones ante los hermanos y hermanas, si no ocultas tus ideas y pensamientos más íntimos, sino que permites que los demás vean tu actitud sincera, entonces la verdad echará raíces poco a poco en ti, florecerá y dará frutos, dará gradualmente resultados. Si tu corazón es cada vez más honesto y está cada vez más orientado hacia Dios, y si sabes proteger los intereses de la casa de Dios cuando cumples con tu deber, y tu conciencia se turba cuando no proteges estos intereses, entonces esto es una prueba de que la verdad ha tenido efecto en ti y se ha convertido en tu vida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Tras leer las palabras de Dios, entendí que si tienes defectos o un carácter corrupto, y siempre simulas para crear una falsa imagen frente a los demás, eso es taimado y astuto, y surge de una naturaleza satánica. Si haces esto, jamás entrarás en la verdad. Yo debía ser sincera y abierta sobre mis lados bueno y malo, y debía ser honesta con otras personas y con Dios. De esta forma, mi corazón se volvería más y más honesto, podría vivir en la presencia de Dios, mis problemas y anomalías podrían corregirse a tiempo, y eso podría impedirme tomar la senda equivocada de buscar la fama y el estatus. Una vez conseguida la senda de la práctica, me sinceré y hablé con Iris sobre mi estado. Inesperadamente, Iris me dijo, después de que yo fui sincera, que ella también se dio cuenta de que no había cumplido con sus responsabilidades. Por estar pensando sólo en comenzar su nuevo deber, no entregó el trabajo de manera apropiada. También dijo que se iría sólo hasta después de que yo entendiera las cosas. Me sentí muy conmovida al escuchar esto. Experimenté que al ser abierta y mostrar a los demás tus defectos y deficiencias, puedes recibir su ayuda y apoyo, puedes colaborar con ellos en tus deberes, y lo más importante, puedes hacer las cosas con una actitud honesta y obediente. Esto es vivir en la presencia de Dios y ser responsable con el deber, lo que puede ganar Su aprobación. Después de eso, le hablé con sinceridad a mi hermana sobre lo que captaba del trabajo, y ella me ayudó de una manera precisa, con lo que aprendí mucho. También entendí la razón por la cual era muy difícil para mí hacer mi deber, y era porque quería familiarizarme y dominar todo el trabajo a la vez para probar que tenía la capacidad para hacerlo; eso me hizo perder la habilidad de priorizar tareas y retrasó mi progreso. Posteriormente, categoricé el trabajo por orden de importancia y urgencia, para poder hacer las cosas de una forma precisa y organizada, y rápidamente me familiaricé con la labor. A través de esta experiencia, percibí la dulzura de practicar la verdad. También vi la importancia de tener las intenciones correctas y una actitud honesta en mi deber. Sólo de esta forma puedo obtener la guía y las bendiciones de Dios. Después de eso, cuando encontraba problemas que no entendía, proactivamente buscaba con mis hermanos y hermanas para encontrar soluciones. Tras practicar así durante un tiempo, pensé que mi deseo de reputación y estatus había disminuido, y que por mi práctica de ser abierta y una persona honesta, había alcanzado algo de entrada. Pero pronto desmentí la opinión que tenía de mí.
Alrededor de un mes después, como ya no estaba a la altura la labor y había menor carga de trabajo, mi líder arregló que yo regresara a mi tarea anterior de regar a nuevos creyentes. Esto fue muy vergonzoso, y no quería enfrentarme a los hermanos y hermanas con los que solía regar a los nuevos creyentes. En cambio, quería escaparme y predicar el evangelio, pero volver a mi labor de regar a los nuevos creyentes era inamovible. Me sentí totalmente desanimada, con la cabeza gacha, incapaz de animarme. Una hermana cercana vio que mi estado no era bueno, me envió un pasaje de la palabra de Dios sobre la obediencia, y dijo que quería charlar conmigo. De inmediato me puse en alerta: “¿Mi hermana vio que yo estaba en un mal estado? ¿Me miraría con desdén si se enteraba de que me sacaron del grupo anterior? Si se entera de que yo fui negativa porque no quería renunciar a mi imagen, ¿pensará que he creído en Dios por años sin obtener nada de las realidades verdad? ¿Pensará que yo era alguien que no perseguía la verdad?”. Así que, cortésmente me defendí: “Ahora que el trabajo de video ya no requiere de tanta gente, me habrían transferido tarde o temprano. A la hermana Melania también la trasladaron de vuelta”. Mencioné a Melania porque ella, originalmente, supervisaba el trabajo de riego, y si ella volvía, era normal que yo también volviera. Después de que mi hermana me escuchó, no preguntó nada más. Me dije a mí misma que en esta coyuntura no podía ser débil. Tenía que ser fuerte y realizar mi deber activamente, para que todos pudieran ver que no me importaba ser transferida, y que podía someterme a ello. Hice lo mejor que pude por simular y fingir ser fuerte, pero en verdad me sentía abatida y deprimida. A veces recordaba que había rechazado la ayuda de mi hermana, y lo lamentaba: “Ella ofreció ayudarme amablemente, entonces, ¿por qué la rechacé por proteger mi imagen? ¿Por qué no pude simplemente ser abierta con ella?”.
Más tarde, un pasaje de la palabra de Dios, que me envió una hermana, me dio algo de entendimiento acerca de mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Los seres humanos corruptos saben enmascararse bien. Hagan lo que hagan, o sea cual sea la corrupción que expresen, siempre se tienen que disfrazar. Si algo sale mal o hacen algo malo, quieren culpar a los demás. Desean ser reconocidos por las cosas buenas y culpar a los demás por las cosas malas. ¿Acaso no se da mucho este fenómeno de disfrazarse en la vida real? Demasiado. Equivocarse o disfrazarse: ¿cuál de las dos cosas se relaciona con el carácter? Disfrazarse es una cuestión de carácter, implica un carácter arrogante, maldad y astucia, es desdeñado especialmente por Dios. De hecho, cuando te disfrazas a ti mismo, todo el mundo entiende lo que está pasando, pero piensas que los demás no lo pueden ver e intentas por todos los medios discutir y justificarte a ti mismo para guardar las apariencias y hacer que todos piensen que no hiciste nada malo. ¿Acaso no es una tontería? ¿Qué piensan los demás de esto? ¿Cómo se sienten? Asqueados y despreciados. Si tras cometer un error puedes tratarlo correctamente, y eres capaz de permitir que todo el mundo hable de él, permites sus comentarios y que lo disciernan, puedes exponerte al respecto y analizarlo, ¿qué opinión tendrá todo el mundo de ti? Dirán que eres una persona honesta, porque tu corazón está abierto a Dios. Podrán ver tu corazón mediante tus acciones y comportamientos. Pero si intentas disfrazarte y engañar a todo el mundo, la gente te tendrá en poca estima y dirá que eres un necio y una persona poco prudente. Si no intentas fingir ni justificarte, si admites tus errores, todos dirán que eres honesto y prudente. ¿Y qué te convierte en prudente? Todo el mundo comete errores. Todo el mundo tiene fallos y defectos. Y en realidad, todo el mundo tiene el mismo carácter corrupto. No te creas más noble, perfecto y bondadoso que los demás; eso es ser totalmente irracional. Una vez que tengas claro el carácter corrupto de la gente y la esencia y el verdadero rostro de su corrupción, no intentarás cubrir tus propios errores ni les reprocharás a los demás los suyos; podrás afrontar ambas cosas correctamente. Solo entonces te volverás perspicaz y no harás necedades, lo cual te convertirá en prudente. Aquellos que no son prudentes son gente necia y siempre insisten en sus pequeños errores mientras se esconden entre bastidores. Es repugnante de presenciar. De hecho, lo que haces les resulta obvio al instante a otras personas, pero sigues actuando con total descaro. A los demás les parece la actuación de un payaso. ¿Acaso no es una tontería? Sí. La gente necia carece de sabiduría. No importa cuántos sermones oigan, siguen sin entender la verdad ni ver nada tal y como es realmente. Nunca se bajan de su púlpito, pensando que son diferentes de todos los demás y son más respetables; esto es arrogancia y santurronería, es necedad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Yo era la necia revelada en las palabras de Dios, siempre actuando frente a todos como un payaso. Durante aquellos días, debido a mi traslado, pensé que había perdido fama y estatus, y desarrollé malos entendidos y negatividad. Mi hermana quiso ayudarme, pero yo no fui abierta para buscar la verdad con ella para resolver mis problemas y dificultades. En vez de eso, inmediatamente me puse en guardia. Sospechaba que ella habría visto que yo era negativa y desobediente, así que intenté averiguar cómo cubrir mis debilidades y facilitarme las cosas. ¡Era muy astuta! Aunque engañé a mi hermana haciendo esto y preservé mi imagen, no pude tener su apoyo ni su ayuda. Mi estado negativo no pudo resolverse de manera oportuna, y vivía en la oscuridad y el dolor. ¿No era una necedad? ¡Me lo hice a mí misma y merecía sufrir! En todos mis años de creer en Dios, mi carácter corrupto no había cambiado mucho, y siempre que mi imagen o estatus se veían involucrados, fingía y simulaba involuntariamente. Nunca confiaba en mis hermanos y hermanas, y pasaba cada día en la oscuridad como una prisionera esclavizada para Satanás. Era desdichada y débil y no podía escapar. Estaba en un estado deplorable. Oré a Dios una y otra vez: “Dios mío, siempre simulo para ser admirada, y vivo en la desdicha. Por favor, ayúdame y guíame para poder entenderme y odiarme a mí misma y sinceramente arrepentirme y cambiar”.
Un día, leí un pasaje de la palabra de Dios que revela a los anticristos. Dios Todopoderoso dice: “Independientemente del contexto, sea cual sea el deber que cumplan, el anticristo tratará de dar la impresión de que no es débil, de que siempre es fuerte, que está lleno de confianza, nunca es negativo. Jamás revelan su verdadera estatura o su auténtica actitud hacia Dios. En realidad, en el fondo de su corazón, ¿de verdad creen que no hay nada que no puedan hacer? ¿De verdad piensan que no tienen debilidad, negatividad ni brotes de corrupción? Por supuesto que no. Se les da bien fingir, son expertos en ocultar cosas. Les gusta mostrar a la gente su lado fuerte y honorable, no quieren que perciban su lado débil y verdadero. Su propósito es obvio, sencillamente quieren mantener su imagen, proteger el lugar que ocupan en el corazón de las personas. Piensan que si se abren a los demás sobre su propia negatividad y debilidad, si revelan su lado rebelde y corrupto, esto supondrá un daño grave para su estatus y reputación, causará más problemas de los necesarios. Así que prefieren mantener su debilidad, rebeldía y negatividad estrictamente para sí mismos. Y si llega un día en el que todo el mundo percibe su lado débil y rebelde, cuando vean que son corruptos y que no han cambiado en absoluto, seguirán fingiendo. Consideran que si admiten que tienen un carácter corrupto, que son personas normales, pequeñas e insignificantes, perderán entonces su lugar en el corazón de los demás, la veneración y adoración de todos, y así habrán fracasado por completo. Por eso, pase lo que pase, simplemente no se abrirán a la gente. En ningún caso entregarán a nadie su poder y su estatus. En cambio, se esfuerzan al máximo por competir y nunca se darán por vencidos. […] Nunca revelan sus debilidades a los hermanos y hermanas ni reconocen sus defectos y fallos; por el contrario, hacen lo imposible por disimularlos. La gente les pregunta: ‘Hace muchísimos años que crees en Dios; ¿has dudado de Él alguna vez?’. Responden: ‘No’. Les preguntan: ‘¿Alguna vez te has lamentado de renunciar a todo por esforzarte para Dios?’. Responden: ‘No’. ‘Cuando estabas enfermo y abatido ¿extrañaste tu hogar?’. Y contestan: ‘En ningún momento’. Puedes ver así que los anticristos se presentan como personas decididas, tenaces y capaces de abandonarse y sufrir, como alguien que sencillamente no tiene defectos ni fallos o problemas. Si alguien señala su corrupción y sus debilidades, los trata igual que a un hermano o hermana normal, y se sincera en comunión con ellos, ¿cómo abordan el asunto? Hacen lo imposible por defenderse y justificarse, por demostrar que tienen la razón y en última instancia hacer que la gente vea que no tienen problemas, que son personas perfectas y espirituales. ¿No es todo apariencia? Los que se creen impecables y santos son, todos ellos, impostores. ¿Por qué digo que todos ellos son impostores? Decidme, ¿hay alguien impecable entre la humanidad corrupta? ¿Existe alguien que sea realmente santo? (No). Por supuesto que no. ¿Cómo puede el hombre lograr la impecabilidad cuando está tan hondamente corrompido por Satanás y, además, no posee la verdad en forma innata? Solo Dios es santo; toda la humanidad corrupta es impura. Si alguien se presentara como santo y afirmara ser impecable, ¿qué sería esa persona? Sería un diablo, Satanás, el arcángel; sería un auténtico anticristo. Solo un anticristo afirmaría ser impecable y santo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)). Después de leer la palabra de Dios, me sentí muy angustiada. Para mantener su posición e imagen entre las personas, los anticristos usan la simulación y la falsedad para engañar y confundir a los demás, y aparentan ser perfectos y personas espirituales que jamás tienen debilidades ni muestran corrupción. Hacen esto para ocupar una posición entre las personas y hacer que ellas los admiren. Observé mi comportamiento y vi que era igual al de un anticristo. Siempre fingía y disimulaba cuando hablaba y actuaba. Cuando hacía un video, no era abierta para averiguar sobre mis dudas y dificultades, y prefería retrasar el trabajo para mantener mi estatus e imagen. Cuando me transfirieron, temí que mi hermana descubriera que me habían removido y que me menospreciara, así que inventé una excusa para ocultar los hechos, e intenté hacer que los demás creyeran que había regresado por necesidades del trabajo. Mi método era despreciable. También reflexioné en el hecho de que sin importar que tuviera dificultades o negatividad, rara vez me sinceraba por temor a ser menospreciada; y aún si lo hacía, sólo era de forma superficial. La mayor parte del tiempo, sólo hablaba sobre mi práctica positiva para que la gente pensara que yo tenía estatura y podía practicar la verdad una vez que la entendía. Me esforcé mucho para manejar mi propia imagen y estatus, todo lo que decía y hacía era simular y fingir. Cuando enfrentaba fracasos y contratiempos, trataba demostrar una estatura mayor que los demás, para hacer que me admiraran. Pensé en los anticristos expulsados de la iglesia. Había muchos que a menudo hablaban sobre palabras y doctrinas, gritaban consignas y simulaban ser devotos buscadores de la verdad, como si no hubieran sido corrompidos por Satanás. Aunque fueron admirados y venerados por un tiempo, su naturaleza era de desagrado y desprecio hacia la verdad y, al final, como cometieron mucho mal, fueron revelados y descartados por Dios. Dios no tolera la ofensa a Su carácter. Él condena a esos hipócritas, y no salva a tales personas en absoluto. Si yo me rehusaba a seguir la verdad y siempre fingía basada en mi carácter satánico, no se trataba sólo de perjudicar mi vida. ¡Sería condenada y descartada por Dios! Entendí que mi estado era muy peligroso. Ya no quería seguir siendo hipócrita. Sólo quería arrepentirme y cambiar.
En los días siguientes, busqué a consciencia partes de la palabra de Dios relacionadas con ser una persona honesta. Un pasaje que encontré decía: “Con independencia de lo que te ocurra, si quieres decir la verdad y ser una persona honesta, debes ser capaz de desprenderte de tu orgullo y vanidad. Cuando no entiendas algo, di que no lo entiendes; cuando no tengas algo claro, di que no es así. No temas que los demás te menosprecien o infravaloren. Si hablas consistentemente desde el corazón y dices la verdad de este modo, encontrarás la alegría, la paz y una sensación de libertad y liberación en tu corazón, y la vanidad y el orgullo ya no te gobernarán. Da igual con quién interactúes, si puedes expresar lo que piensas de verdad, ábrele el corazón a los demás y no pretendas saber cosas que no sabes, esa es la postura honesta. A veces, la gente puede menospreciarte y llamarte necio porque siempre dices la verdad. ¿Qué debes hacer en tal situación? Debes decir: ‘Aunque todo el mundo me llame necio, decido ser una persona honesta y no alguien taimado. Hablaré con la verdad y según los hechos. Aunque soy repugnante, corrupto y no valgo nada ante Dios, seguiré contando la verdad sin fingir ni disfrazarme’. Si hablas de este modo, tu corazón estará en calma y en paz. Para ser una persona honesta, debes desprenderte de tu vanidad y tu orgullo, y para hablar de la verdad y expresar tus verdaderos sentimientos, no debes temer el ridículo y el desprecio de los demás. Aunque otros te traten como a un necio, no debes discutir ni defenderte. Si eres capaz de practicar la verdad de este modo, puedes convertirte en una persona honesta” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). La palabra de Dios me dio un sendero de práctica. No importa la corrupción o debilidad que tengamos, o si hay cosas que no entendemos, y no importa lo que los otros piensen, tan solo con abrirnos, buscar la verdad y proponernos ser una persona honesta, podremos gradualmente escapar de la esclavitud y el control de nuestro carácter corrupto, y vivir con libertad y alivio. Me juré a mí misma que estaba lista para practicar de acuerdo con la palabra de Dios y perseguir ser una persona simple y sincera. Después de volver al riego de los nuevos creyentes, dejé de simular como antes. En las reuniones fui abierta con mis hermanos y hermanas sobre mi estado real durante ese periodo. Aunque expuse el horrible hecho de que mantuve mi imagen y estatus ante todos, al menos supieron sobre mi verdadero estado. Al hacer esto fue como si me quitaran una pesada carga del corazón, y tuve una gran sensación de tranquilidad y alivio. Además, mis hermanos y hermanas no me menospreciaron, y fueron capaces de aprender algunas lecciones de mi experiencia. Mi líder habló conmigo, me ayudó y me apoyó tras enterarse de mi estado, lo cual me dio algo de conciencia sobre los peligros y las consecuencias de mi búsqueda de reputación y estatus.
A través de esta experiencia, entendí que ser honesta, en lugar de simular, representa una actitud de verdadero arrepentimiento ante Dios. Solo practicando la verdad y siendo una persona honesta el camino podrá volverse cada vez más amplio y luminoso.
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