La Palabra de Dios resuelve todas las mentiras
Por Ye Qiu, ChinaEn junio de 2022 me eligieron para ser la diaconisa de riego y estaba regando nuevos fieles junto con la hermana Cheng...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En 2012, la policía me arrestó mientras evangelizaba y me interrogaron con dureza. Me preguntaban quiénes eran los líderes de la iglesia y dónde se llevaban a cabo las reuniones. Cuando no respondía, me golpeaban y me sometían a un largo interrogatorio. Finalmente, cuando vieron que no podrían obtener la información que querían, dejaron que mis padres me llevaran a casa. Los amenazaron: “Esta vez la dejamos ir, pero deben vigilarla de cerca y no permitirle que siga creyendo en Dios. Si lo hace y la atrapamos, la condenarán a prisión, ¡y nos aseguraremos de que pierdan todo y su familia quede arruinada!”. Después, mis padres comenzaron a obstaculizar mi fe en Dios. Temían que leyera las palabras de Dios, así que me vigilaban continuamente e, incluso, dormían en mi cuarto por la noche y no me dejaban espacio para mi libertad. Mis otros familiares tampoco me entendían. Mi abuela, ya mayor, venía a nuestra casa llorando y rogándome que no creyera más en Dios con temor de que me arrestaran y enviaran a prisión. También mi abuelo, con expresión adusta, me señaló y me dijo: “¿Por qué crees en Dios a tan temprana edad? ¡Creer en Dios te ha llevado a un arresto y a tener antecedentes penales, lo que no solo nos avergonzó, sino que también involucró a toda nuestra familia! ¡Debes abandonar tu fe!”. La expresión furiosa de mi abuelo me hizo sentir profundamente agraviada. Lo refuté en mi mente: “Creer en Dios y adorarlo es perfectamente natural y razonable y es la senda correcta. La gente buena de todos los países cree en Dios. ¿Por qué no me entienden? ¡No importa cuánto se interpongan en mi camino, no abandonaré mi fe en Dios!”.
Una noche, mi madre irrumpió en mi habitación, se arrodilló frente a mí y dijo entre lágrimas: “¡Por favor, no creas más en Dios! Eres nuestra única hija. Si te arrestan de nuevo y te condenan, la policía no solo confiscará nuestro dinero, sino que también te torturará. ¡Si algo terrible te sucediera, nuestra familia se arruinaría!”. Me sorprendí mucho y corrí a ayudar a mi madre a levantarse. Ver a mi madre tan afligida me hizo romper en llanto. No sabía cómo responderle. Mi padre había trabajado lejos de casa toda mi vida y era mi madre quien había sufrido las dificultades de criarme. Ahora que yo ya era adulta, aún no le había retribuido por haberme criado, pero allí estaba ella, arrodillada y rogándome. Sentí que no estaba comportándome como una buena hija. Este pensamiento me hizo sentir un poco débil: “Mi madre se arrodilló y me rogó. Si no tenía en cuenta sus sentimientos, ¿no le haría daño?”. Me sentía muy angustiada, así que oré a Dios en silencio y le pedí que me mantuviera firme. Después de orar, pensé en las palabras de Dios: “Debes poseer Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen. Sin embargo, por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna fuerza oscura. Confía en Mi sabiduría para seguir el camino perfecto; no permitas que triunfe ninguna de las tramas de Satanás. Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón ante Mí, y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad. No te esfuerces por ser de cierta manera delante de otras personas; ¿acaso no tiene más valor y peso satisfacerme a Mí? Al hacerlo, ¿no estarás aún más lleno de paz y felicidad eternas y duraderas?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Las palabras de Dios me despejaron la cabeza. Aparentemente mi madre estaba arrodillada y me rogaba, pero, detrás de eso, estaba la artimaña de Satanás. Satanás no quería que siguiera a Dios y me salvara y usaba a mi madre para tentarme y atacarme; intentaba que traicionara a Dios y me fuera al infierno con él. No podía dejarme engañar por la artimaña de Satanás; ¡tenía que mantenerme firme en mi testimonio para humillarlo! Pensar eso me hizo sentir más decidida. Podía hacer caso a mi madre en los asuntos cotidianos, pero no en las cuestiones de fe. ¡Tomé la determinación de creer en Dios!
Después, al verme decidida a creer en Dios, reforzaron su vigilancia sobre mí. A menudo oraba a Dios y le pedía que me abriera una senda. Más adelante, una hermana me ofreció un trabajo en su tienda. Eso me daría la oportunidad de leer las palabras de Dios y reunirme con los hermanos y hermanas, así que acepté con mucho gusto. Sin embargo, para mi sorpresa, mi padre me siguió en secreto. Un día, cuando estaba en una reunión, mi padre me llamó inesperadamente y me preguntó dónde estaba. Fui prudente y le dije que estaba en el trabajo, pero no me creyó y fue de inmediato a la tienda. Por suerte, llegué a la tienda antes que él. Se marchó solo después de verme. En otra ocasión, cuando me dirigía a una reunión y estaba a punto de llegar a la casa de acogida, miré hacia atrás y vi que mi padre me seguía, así que no me atreví a entrar y tuve que irme a casa. Mi padre no solo me seguía y vigilaba cuando salía, sino que también, en ocasiones, entraba a mi cuarto en casa para ver si estaba leyendo las palabras de Dios. Una noche, cerré la puerta de mi dormitorio y me escondí para leer las palabras de Dios, cuando, de pronto, oí que llamaban a la puerta con un “pum pum pum” y me asusté mucho. Antes de que pudiera esconder los libros de las palabras de Dios y abrir la puerta, mi padre rompió el vidrio del balcón y entró furioso. Agarró un frasco del tocador y me golpeó con él mientras me maldecía: “¡Te dije que no creyeras en Dios! ¡No te permitiré en absoluto que sigas con tu fe!”. También gritó blasfemias contra Dios. Luego, mi madre también me regañó: “Si sigues creyendo en Dios, tu padre y yo renegaremos de ti. Veamos cómo te las arreglas entonces”. Estaba realmente asustada. Temía que mi padre me lastimara y que me echaran de casa, así que llamé a Dios: “Dios, mi estatura es muy pequeña para superar esta situación. Te pido que me guíes, me protejas y me des fe y fuerza”. Luego, pensé en las palabras de Dios: “No debes tener miedo de esto o aquello; no importa a cuántas dificultades y peligros puedas enfrentarte, eres capaz de permanecer firme delante de Mí sin que ningún obstáculo te estorbe, para que Mi voluntad se pueda llevar a cabo sin impedimento. Este es tu deber […]. No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Es verdad. Dios es mi apoyo, todas las cosas y sucesos están en Sus manos y mis padres también están bajo el control de Dios. No podrían hacerme nada sin permiso de Dios. Cuando mis padres vieron que, sin importar lo que dijeran, estaba decidida a seguir creyendo en Dios, se enfadaron tanto que se dieron la vuelta y se marcharon furiosos.
Una vez que se habían ido, pensé en cómo mi padre me había golpeado y me sentí muy triste. En toda mi vida, mi padre nunca me había pegado, excepto ahora porque creía en Dios. Mis padres, que siempre me habían amado, me trataban como a su enemigo. Mi padre me había golpeado con un frasco y mi madre incluso había dicho que ya no me quería. Si realmente me echaban de la casa, me quedaría sin hogar y estaría sola. ¿Dónde iba a ir, entonces? Me sentí un poco débil y pensé en lo difícil que es creer en Dios en China. Me pregunté si solo debía creer en mi corazón y no ir a reuniones para que toda la familia se llevara bien de nuevo y me amara como antes. Pero pensar en no reunirme me puso muy triste, ya que congregarme con los hermanos y hermanas y leer las palabras de Dios me había ayudado a comprender algunas verdades y me había permitido saber que creer en Dios es recorrer la senda correcta en la vida y que todo en la vida viene de Dios. Creer en Dios me trajo paz, alegría, la sensación de tener alguien en quien confiar y me hizo muy feliz. Sin embargo, el hecho de que mis padres me persiguieran fue muy doloroso y agobiante, así que oré a Dios y le pedí que me guiara para comprender Su intención y me diera fe para superar esa situación. Más tarde, leí las palabras de Dios: “Debes sufrir adversidades por la verdad, debes sacrificarte por la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio del disfrute de una vida familiar armoniosa y no debes perder toda una vida de dignidad e integridad por el bien de un disfrute momentáneo. Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan vulgar y no buscas ningún objetivo, ¿no estás malgastando tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Las personas así, no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). Leer las palabras de Dios me trajo claridad al corazón. En China, el país que más se resiste a Dios, es inevitable que te persigan por creer en Él. Para seguir a Dios, debemos tener fe y voluntad para soportar las adversidades. Sin embargo, después de sufrir algunas penurias porque mis padres a menudo me pegaban, reñían y perseguían, sentía angustia en el corazón y me quejaba de que creer en Dios era realmente doloroso; incluso consideré no reunirme nunca más. ¡Era muy débil y me faltaban agallas! Creer en Dios y adorarlo es perfectamente natural y razonable. Mis padres no me comprendían y me perseguían por causa del Partido Comunista, que se opone a Dios, arresta a los cristianos en todo el mundo, difunde rumores infundados y condena a Dios. Esto había desorientado a mi familia no creyente, que seguía al partido, persiguiéndome y obstaculizando mi fe. Sin embargo, yo creía erróneamente que este sufrimiento era por causa de mi fe en Dios. ¡Había sido completamente incapaz de distinguir entre el bien y el mal; era ciega y tonta! Pensé en cómo Dios se había encarnado y venido a China, el país que más se resiste a Él, y había sufrido arrestos y persecución por parte de su régimen ateo, y resistencia y condena por parte del mundo religioso. Dios siempre ha expresado silenciosamente la verdad y ha soportado todo tipo de sufrimientos para salvar a la humanidad. Sin embargo, yo me quejaba de Dios porque estaba soportando un pequeño sufrimiento y solo deseaba vivir una vida cómoda y fácil; no estaba dispuesta a sufrir o enfrentar la persecución para ganar la verdad en mi fe en Dios. En verdad, me faltaba conciencia. También pensé en cómo Dios se ha encarnado en los últimos días para expresar la verdad y salvar a la humanidad. Era una oportunidad única en la vida. Sería la única ocasión de obtener la verdad y que Dios me salvara. Si abandonaba mi fe en Dios sólo para gozar de una armonía familiar temporal y perdía mi oportunidad de recibir la salvación de Dios, ¡lo lamentaría toda la vida! Por mucho que mis padres me amaran, no podían salvarme del desastre. Dios es mi único apoyo. Si no creía en Dios ni buscaba la verdad, solo disfrutaba de la comodidad y la armonía familiar y, por ende, vivía una vida vacía, ¿qué sentido tendría eso? Finalmente, terminaría siguiendo la senda de depravación y maldad que recorre la gente no creyente y Satanás me corrompería cada vez más y, por último, sería destruida junto con Satanás. Al pensar eso, me sentí más calmada y resolví que, sin importar cuánto me persiguieran u obstaculizaran mis padres, ¡seguiría a Dios hasta el final!
Al día siguiente, mi padre vino de nuevo a mi cuarto. No fue tan duro como el día anterior y dijo con el ceño fruncido: “Hay algunas cosas que no te dije antes. Tenía miedo de que te enojaras. Desde que te arrestaron y liberaron, algunos lugareños han estado diciendo que ha surgido una joven delincuente en nuestro pueblo, y tu madre y yo no podemos llevar la cabeza alta cuando salimos. Para nosotros no fue fácil criarte, pero, ¡aunque no nos tengas en cuenta a nosotros, deberías pensar en ti! ¡Si te arrestan de nuevo por tu fe, tu vida habrá acabado!”. Después de decir eso, se fue. Al ver a mi padre marcharse con expresión de dolor, yo también me sentí angustiada. Todos solían verme como una niña adorable y comprensiva, pero, ahora, después de que me arrestara la policía, las personas que no entienden los hechos pensaban que debía haber hecho algo malo por ahí. En ese momento, mis padres debieron soportar muchas miradas frías y palabras duras. Pensé que mis padres me habían criado, pero yo no los había hecho sentir orgullosos; en cambio, solo había hecho que los señalaran y menospreciaran. Sentí que realmente los había decepcionado. Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Tal vez todos recordáis estas palabras: ‘Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación’. Todos habéis oído estas palabras antes, sin embargo, ninguno de vosotros comprendió su verdadero significado. Hoy, sois profundamente conscientes de su verdadero sentido. Dios cumplirá estas palabras durante los últimos días y se cumplirán en aquellos que han sido brutalmente perseguidos por el gran dragón rojo en la tierra donde yace enroscado. El gran dragón rojo persigue a Dios y es Su enemigo, y por lo tanto, en esta tierra, la gente es sometida a humillación y persecución debido a su fe en Dios, y estas palabras se cumplirán en este grupo de personas, vosotros” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?). A partir de las palabras de Dios, entendí que recorrer la senda correcta en la vida creyendo en Dios no está mal. Sin embargo, como el Partido Comunista se resiste irracionalmente a Dios y arresta y persigue a los creyentes en China, un país ateo, estos sufren muchas humillaciones y persecuciones. Esto no se debe a que creer en Dios esté mal, sino a que el Partido Comunista es totalmente malvado, lo que causa un daño y sufrimiento infinitos a los creyentes y sus familias. El principal culpable detrás de todo este sufrimiento era el Partido Comunista, y yo no les debía nada a mis padres. Cuando pensé en esto, me sentí un poco aliviada. Al contemplar las palabras de Dios, también comprendí que, aunque hoy nos humillan y persiguen por creer en Dios, este sufrimiento es temporal. Dios usó este dolor para perfeccionar mi fe, así que este sufrimiento tuvo un significado y debía confiar en Dios y seguir adelante incondicionalmente. Con esto en mente, gané fe y no sentí más dolor ni angustia.
En el verano de 2013, cuando acababa de regresar a casa de mis deberes, mi madre dijo ansiosamente: “Llamaron de la comisaría y dijeron que querían verte”. Me asusté mucho cuando escuché eso, no sabía qué quería la policía de mí, así que oré en silencio a Dios, pidiéndole que me concediera sabiduría para poder darme cuenta de las estrategias de Satanás y mantenerme firme en mi testimonio. En la comisaría, la policía, me hizo algunas preguntas sobre la iglesia, y también me pidieron que escribiera palabras blasfemas contra Dios. Yo sabía que la blasfemia contra Dios es un pecado imperdonable en esta vida y en el mundo venidero, y que escribir esto sería traicionar a Dios, así que me negué rotundamente a hacerlo. Mi padre, al ver que me negaba a escribir lo que me pedían, se enfadó tanto que se le puso la cara roja y le dijo a la policía: “Si sigue aferrándose a su fe, ¡llévensela!”. Apenas podía creer lo que oía. No esperaba que mi padre se aliara con la policía para presionarme a renunciar a mi fe, incluso instando a la policía a que me arrestara. ¡Ya no era el padre que conocía! Después, al ver que me negaba a escribir, la policía me dejó ir a casa y me dijo que dentro de tres días entregara una garantía de apostasía. Al regresar a casa, pensar en que mi padre quería entregarme a la policía me dejó helada por dentro. Pensé en dos pasajes de las palabras de Dios: “Si un hombre se enfurece y entra en cólera cuando se menciona a Dios, ¿acaso lo ha visto? ¿Sabe quién es? No sabe quién es Dios, no cree en Él, y Dios no le ha hablado. Él nunca le ha molestado; ¿por qué se enfada entonces? ¿Podríamos decir que esta persona es perversa? Las tendencias mundanas, comer, beber, la búsqueda del placer y perseguir a personas famosas son cosas que no molestarían a un hombre así. Sin embargo, la sola mención de la palabra ‘Dios’ o de la verdad de las palabras de Dios le hace entrar en cólera, ¿no se considera esto tener una naturaleza perversa? Esto es suficiente para probar que esta es la naturaleza perversa del hombre” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). “No existe relación entre un esposo creyente y una esposa no creyente y no existe relación entre los hijos creyentes y los padres no creyentes; son dos tipos de personas completamente incompatibles. Antes de entrar al reposo, se tienen parientes físicos, pero una vez que se ha entrado en el reposo, ya no se tendrán parientes físicos de los cuales hablar” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Las palabras de Dios exponen que si una persona que no conoce a Dios o nunca ha creído en Él se enoja y se llena de odio cuando se menciona la palabra “Dios”, indica que la naturaleza de esa persona es malvada y se opone a Dios. Reflexioné sobre cómo mi padre siempre había tenido una actitud de odio hacia mi fe y que, cuando veía que iba a las reuniones o leía las palabras de Dios, apretaba los dientes con odio, sus ojos brillaban de rabia e incluso blasfemaba contra Dios. Para obstaculizar mi fe, a menudo me vigilaba como si fuera una delincuente, me seguía y controlaba, sin darme ninguna libertad, y, cuando supo que estaba leyendo las palabras de Dios en mi cuarto, pareció enloquecer y rompió la ventana para entrar y golpearme. Para obligarme a traicionar a Dios, incluso sugirió enérgicamente que la policía me arrestara. No mostró ninguna preocupación por si vivía o moría, ni ninguna clase de afecto de padre a hija. Esto me hizo comprender que tenía una esencia-naturaleza que se oponía a Dios. Dios dice que los creyentes y los no creyentes son dos tipos distintos de personas, ¡y esto es realmente cierto! Yo seguía a Dios y buscaba la verdad, recorría la senda correcta en la vida, mientras que mis padres no creían en Dios y seguían al Partido Comunista para perseguirme. Aunque teníamos un lazo de sangre, no estábamos en la misma senda y éramos esencialmente incompatibles. Al experimentar estas cosas, adquirí un poco de discernimiento sobre la esencia de mis padres, y pude desprenderme de algunos de los apegos emocionales que tenía con ellos. Más adelante, como la comisaría me insistía en que firmara una garantía de apostasía, me fui de casa y me escondí.
Luego ocurrió algo que me hizo ver con más claridad la esencia de mis padres. Una noche, cuando pasé por mi pueblo mientras cumplía mis deberes, volví a casa a buscar algunas cosas, y mis padres, al verme de vuelta, me instaron de nuevo a no creer más en Dios. Mi padre dijo: “Te criamos con la esperanza de que nos cuidaras cuando fuéramos viejos, pero ahora que vas a reuniones todos los días, parece que no podemos contar contigo”. Al principio, no les respondí, pero, para mi asombro, mi padre de repente comenzó a abofetearse. Se golpeaba mientras exigía que dejara de creer en Dios, lo que le hizo sangrar la nariz. Estaba aturdida. Nunca imaginé que mi padre recurriría a tales métodos para obligarme a renunciar a mi fe en Dios. Mi madre también lloraba y me apremiaba. Me angustié mucho y no pude contener las lágrimas. Me pregunté: “¿Mi padre se lastimará gravemente si sigue golpeándose? Después de todo, es mi padre y no puedo quedarme viendo cómo se hace daño, pero tampoco puedo acceder a dejar de creer en Dios. ¿Qué debería hacer?”. En ese momento, pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “En todo momento, Mi pueblo debe estar en guardia contra las astutas maquinaciones de Satanás, protegiendo la puerta de Mi casa para Mí; deben ser capaces de apoyarse unos a otros y de proveerse unos a otros para evitar caer en la trampa de Satanás, momento en el que sería demasiado tarde para lamentarse” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 3). Las palabras de Dios me ayudaron a entender que mi padre se autolesionaba para impedir que yo creyera en Dios, lo cual era una estrategia de Satanás. Así que no transigí. Al ver que permanecía firme, mis padres finalmente dejaron de hablar.
Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “¿Por qué los hijos son devotos a sus padres? ¿Y por qué los padres adoran a sus hijos? ¿Qué clase de intenciones realmente albergan las personas? ¿No es su intención satisfacer los planes propios y los deseos egoístas? ¿Realmente tienen la intención de actuar en pos del plan de gestión de Dios? ¿Están actuando por el bien de la obra de Dios realmente? ¿Es su intención cumplir con los deberes de un ser creado?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). A partir de las palabras de Dios, comprendí que el amor de los padres por sus hijos está guiado por sus propios deseos egoístas. Después de que me arrestaran por creer en Dios, mis padres sintieron que los había avergonzado y temían que la policía les causara problemas. Por tanto, usaron varios métodos para obstaculizar mi fe en Dios, incluso recurrir a hacerse daño para coaccionarme. Me di cuenta de que su amor por mí no era genuino. El amor de los padres es impuro, y es para sus propios intereses personales. Si los escuchaba y renunciaba a mi fe en Dios, ¿cómo podría salvarme? ¡No me amaban, me hacían daño! Ya no podía dejarme limitar por el afecto. No importaba que mis padres intentaran obstaculizarme o perseguirme, decidí seguir a Dios hasta el fin.
Más tarde, cuando pensaba en mi padre golpeándose, todavía sentía cierta incomodidad y debilidad. Leí las palabras de Dios que dicen: “Las personas jóvenes deberían tener la perseverancia de seguir el camino de la verdad que han escogido ahora para hacer realidad su deseo de dedicar toda su vida a Mí. No deberían carecer de la verdad ni albergar hipocresía e injusticia, sino mantenerse firmes en la postura apropiada. No deberían simplemente dejarse llevar, sino tener el espíritu de atreverse a hacer sacrificios y luchar por la justicia y la verdad. Las personas jóvenes deberían tener la valentía de no sucumbir ante la opresión de las fuerzas de la oscuridad y de transformar el sentido de su existencia” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Palabras para los jóvenes y los viejos). A partir de las palabras de Dios, comprendí que, como ser creado, debía tener fe en Dios, seguirlo y cumplir mi deber. Así es cómo la vida tiene valor y sentido. Si buscaba comodidad temporal por el bien de la armonía familiar y perdía mi oportunidad de perseguir la verdad y que Dios me salvara, ¿no estaría viviendo en vano? Como he elegido creer en Dios, no debería permitir que nada ni nadie me limite, sino seguir adelante con firmeza. Esta es la determinación y la perseverancia que un joven debe tener. Pensé en Pedro, cuyos padres obstaculizaban su fe en Dios, pero Pedro tenía sentido de justicia y distinguía claramente lo que amaba y lo que odiaba. No se dejó limitar por sus padres no creyentes y siguió decididamente al Señor Jesús. Al seguir al Señor, experimentó el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios, su carácter-vida cambió y, al final, lo crucificaron boca abajo como testimonio de Dios. La vida de Pedro fue verdaderamente la más significativa. Aunque distaba del ejemplo de Pedro, estaba dispuesta a imitarlo y no permitir que nada ni nadie me limitara, perseguir la verdad y vivir una vida significativa. Después de comprender la intención de Dios, mi corazón se sintió completamente liberado. Ya no me sentía incómoda por la actitud que mis padres tenían conmigo, y solo quería cumplir bien con mi deber para satisfacer a Dios. Más tarde, cuando mis padres vieron que estaba decidida a creer en Dios, y que realmente no tenían forma de impedírmelo, dejaron de molestarme. Ahora constantemente asisto a las reuniones de la iglesia y cumplo mi deber, ¡y mi corazón se siente realmente a gusto y en paz!
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