Los grilletes de la fama y la ganancia

7 Feb 2021

Por Jieli, España

En 2015, me eligieron como líder de la iglesia en las elecciones anuales. Estaba muy emocionado, y pensaba que el que me eligieran como líder entre docenas de hermanos y hermanas debía significar que era mejor que los demás. Desde entonces, en mi deber, los hermanos y las hermanas acudían a mí para conversar cuando tenían dificultades con la entrada a la vida, y los líderes de equipos discutían conmigo los conflictos que encontraban en la obra de la iglesia. No podía evitar sentirme superior. Caminaba de modo arrogante, con el pecho hinchado, y desbordaba confianza cuando enseñaba en las reuniones. Después de un tiempo, noté que la hermana Liu, una colega, tenía buen calibre, su enseñanza sobre la verdad era muy clara y podía entender la raíz de los problemas de la gente para resolverlos. También señalaba caminos de práctica, y todos querían oír sus enseñanzas. La admiraba y la envidiaba. Pero no quería que me superaran, así que me preparaba cuidadosamente antes de cada reunión, me devanaba los sesos pensando cómo enseñar de modo más completo e iluminado para parecer mejor que ella. Cuando veía que los hermanos y las hermanas mostraban su acuerdo cuando terminaba mi enseñanza, me sentía muy satisfecho conmigo mismo y tenía la sensación de haber logrado algo. Más tarde, descubrí que mi colega, el hermano Zheng, tenía algo de conocimiento profesional sobre películas y era muy bueno con las computadoras. Los hermanos y las hermanas que cumplían deber de filmación a menudo hablaban con él de temas relacionados, y, como líder de la iglesia, yo no tenía nada que agregar. Sentía que sobraba, y eso me hacía sentir contrariado. Sentía que, como buscaban al hermano Zheng cuando tenían un problema, debían pensar que yo no era tan bueno. Pensaba que sería genial si yo también supiera algo sobre películas, así los hermanos y las hermanas hablarían de sus problemas conmigo. Empecé a levantarme temprano y a quedarme hasta tarde investigando y aprendiendo cómo hacer películas para saber más. Dejé de lado todos los demás asuntos de la iglesia y los estados de los hermanos y las hermanas. Después de un tiempo, empezó a haber problemas en el trabajo de varios equipos que yo no podía resolver, sin importar cuánto enseñara o cuántas reuniones hiciera. Como no se solucionaban los estados de los hermanos y las hermanas, el progreso de la producción de películas se vio obstaculizado, y empezó a surgir un problema tras otro. Me sentía tan presionado que apenas podía respirar. Me sentía atormentado. Me preocupaba lo que otros pensarían de mí, si pensarían que carecía por completo de capacidad como líder y que no estaba calificado para ese deber. Parecía que no podría mantener mi posición como líder. Me volvía más negativo cuanto más pensaba en eso. Me sentía como un globo desinflado y no tenía la energía que solía tener. Por vivir en la negatividad y holgazanear en mi deber, al final, perdí la obra del Espíritu Santo. Como no lograba nada en mi deber, fui reemplazado. En ese momento, sentí que había quedado mal y quería que la tierra me tragara. También me preguntaba: “¿Dirán los hermanos y las hermanas que era un falso líder que no hacía obra práctica?”. Cuanto más lo pensaba, más me alteraba.

De noche daba vueltas en la cama, no podía dormir. Acudía a Dios en oración una y otra vez, le pedía que me guiara para conocer mi propio estado. Luego leí estas palabras de Dios: “En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para tratar con vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: ‘Creemos en Dios, así que Él debe concedernos bendiciones y disponerlo todo para nosotros de forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios’. […] Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea tratada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser tratada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). Después de leer esto, reflexioné sobre mi estado reciente. Desde que había asumido el deber como líder, no había hecho más que buscar reputación y estatus y querer ser superior a los demás. Cuando vi que las enseñanzas de la verdad de la hermana Liu eran mejores que las mías, temí que me superara. Pensé cómo enseñar mejor que ella para que los demás me admiraran y me elogiaran. Cuando vi que el hermano Zheng tenía habilidades profesionales y que muchos hermanos y hermanas hablaban con él sobre los conflictos en sus deberes, me puse celoso y lo rechacé. Me esforcé por equiparme con conocimiento para superarlo, e incluso ignoré los problemas en los equipos. Cuando no pude resolver los problemas de los hermanos y las hermanas, no me apoyé en Dios ni busqué la verdad con hermanos y hermanas para hallar soluciones en las enseñanzas. Solo me preocupaba por ganar o perder estatus, temía no poder mantener mi posición como líder si no cumplía bien con mi deber. Finalmente me di cuenta de que no cumplía con mi deber por consideración a la voluntad de Dios, sino para satisfacer mi salvaje ambición de ser mejor que los demás, de mandar sobre otros. Los hermanos y las hermanas confiaron en mí y me eligieron como líder de la iglesia, pero yo no tuve en cuenta la obra de la iglesia ni la entrada en la vida de ellos. No hacía mi parte del deber ni era responsable, y esto terminó dañando la obra de la iglesia. Era muy egoísta y despreciable. No cumplía con mi deber, ¡hacía el mal y me resistía a Dios! Lamenté no haber seguido el camino correcto en mi fe, sino haber luchado por la reputación y la ganancia, y desagradado a Dios. Que me echaran de mi deber fue el justo juicio y castigo de Dios. No me estaba eliminando, pero me había reemplazado para que reflexionara sobre mi comportamiento. ¡Dios me protegía y me salvaba! Gradualmente, mi estado mejoró a través de un período de devocionales y reflexión, y el líder de la iglesia organizó que asumiera deberes de rutina. Agradecía a Dios por darme esa oportunidad, y resolví internamente que atesoraría ese deber y dejaría de buscar reputación y estatus en un camino opuesto a Dios.

Tras esa experiencia, pensé que podía abandonar un poco mi deseo de reputación y estatus, pero estaba demasiado corrompido por Satanás. El carácter corrupto no se resuelve solo con un poco de comprensión y reflexión, por eso, Dios me puso otra vez en una situación para exponerme y salvarme.

Un día, unos meses más tarde, el líder de la iglesia nos pidió que eligiéramos un líder de equipo. En cuanto oí eso, empecé a pensar: “¿Habrá alguna oportunidad de que me elijan líder de equipo? Soy un colaborador bastante capaz, pero no tengo habilidades profesionales, mis probabilidades no son muchas”. Luego, consideré a algunos otros hermanos y hermanas del equipo. El hermano Zhang sobresalía por sus habilidades profesionales y su enseñanza de la verdad era práctica. Además, tenía sentido de la justicia y podía sostener la obra de la iglesia. En general, parecía que era más probable que lo eligieran. Pensé que, cuando yo era líder de la iglesia, solía delegar en el hermano Zhang, pero, si lo elegían líder de equipo, él me diría qué hacer. ¿Eso no me haría parecer inferior a él? Este pensamiento me incomodó mucho. Cuando llegó el día de la elección, no podía evitar estar nervioso, y comenzó una batalla interna: “¿Por quién debería votar? ¿Debería votar al hermano Zhang?”. Pensé que la mayoría de los hermanos y las hermanas discutían cualquier dificultad en sus deberes con él, y los miembros de otros equipos también hablaban todo el tiempo con él de sus obras, lo que hacía que él se viera muy bien. Si se convertía en líder de equipo, ¿no estaría en un escalón más alto que yo? Al pensar eso, ya no quería votar por él, pero carecía del conocimiento profesional y no estaba calificado para ser líder de ese equipo. Me sentía abatido y agraviado y odiaba no saber más sobre la obra. Entonces, un pensamiento terrible apareció en mi mente: “Si yo no puedo ser líder de equipo, me aseguraré de que él tampoco lo sea”. Así fue que voté por el hermano Wu, que no tenía tanto conocimiento profesional. Para mi sorpresa, el hermano Zhang igual ganó. No me agradó que las cosas resultaran así, pero, de inmediato, sentí que había hecho algo vergonzoso. Después leí estas palabras de Dios: “Si alguien ve que una persona es mejor que ella, la reprime, inicia un rumor sobre ella o emplea algún medio inescrupuloso para que otras personas no piensen bien de ella y vean que nadie es mejor que nadie, entonces, este es el carácter corrupto de la arrogancia y la santurronería, así como de la deshonestidad, el engaño y la perfidia, y estas personas no se detienen ante nada para alcanzar sus objetivos. Viven de esta forma y, aun así, piensan que son personas maravillosas y buenas. Sin embargo, ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? En primer lugar y hablando desde la perspectiva de la naturaleza de estos asuntos, ¿acaso las personas que actúan de esta manera no hacen simplemente lo que les place? ¿Acaso toman en consideración los intereses de la casa de Dios? Únicamente piensan en sus propios sentimientos y solo quieren alcanzar sus propias metas, independientemente de la pérdida que sufra la obra de la casa de Dios. Las personas como estas no solo son arrogantes y santurronas; también son egoístas y despreciables; muestran total desconsideración hacia la intención de Dios, y las personas que son así, sin duda alguna, no poseen un corazón temeroso de Dios. Esa es la razón por la que hacen lo que les place y actúan con displicencia, sin ningún sentido de culpa, sin ninguna inquietud, sin ninguna aprensión o preocupación y sin considerar las consecuencias. Esto es lo que suelen hacer y el modo en que se han comportado siempre. ¿A qué consecuencias se enfrentan estas personas? Tendrán problemas, ¿no? Por decirlo suavemente, esas personas son demasiado envidiosas y tienen un deseo excesivo de reputación y estatus personales; son demasiado mentirosas y traicioneras. Dicho con mayor dureza, el problema fundamental es que en el corazón de esas personas no hay el más mínimo temor de Dios. No temen a Dios, creen que son sumamente importantes y consideran que cada aspecto de sí mismas es superior a Dios y a la verdad. En su corazón, Dios es lo menos digno de mención y lo más insignificante y Dios no tiene absolutamente ningún estatus en su corazón. ¿Acaso aquellos que no tienen lugar para Dios en su corazón y no lo veneran han logrado la entrada en la verdad? (No). Entonces, cuando habitualmente van alegres manteniéndose ocupados y gastando mucha energía, ¿qué están haciendo? Esa gente incluso dice haber abandonado todo para esforzarse para Dios y haber sufrido mucho, pero, en realidad, la motivación, el principio y el objetivo de todos sus actos consiste en beneficiarse a sí mismos; solo intentan proteger sus propios intereses. ¿Dirías o no que esa clase de gente es terrible? ¿Qué clase de persona es la que no venera a Dios? ¿No es arrogante? ¿No es Satanás? ¿Qué tipos de cosas no veneran a Dios? Además de los animales, entre los que no veneran a Dios se encuentran los demonios, Satanás, el arcángel, y los que se enfrentan a Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los cinco estados necesarios para ir por el camino correcto en la fe propia). Cuando leí esto, me sentí abatido. Al recordar mis pensamientos y acciones durante el proceso de selección, sentí que no podía dar la cara. Había votado siguiendo mis motivos personales, para proteger mi posición y prestigio, sin aceptar el escrutinio de Dios y sin ninguna reverencia por Dios. Sabía que el hermano Zhang estaba capacitado, su enseñanza de la verdad era práctica, y que él fuera el líder del equipo beneficiaría la entrada en la vida de todos y la obra de la iglesia. Pero estaba celoso, temía que estuviera por encima de mí como líder de equipo, por eso, intencionalmente, no voté por él. Me había guiado el principio del gran dragón rojo: “Si la autocracia falla, asegúrate de que la democracia no pueda tener éxito”. El modus operandi del gran dragón rojo es que, sí él no puede detentar el poder, nadie más puede hacerlo. Si es necesario, empleará una amarga lucha para destruir a ambos lados. ¿No era yo igual? Si no podía ser el líder, no quería que el hermano Zhang lo fuera, tampoco. Prefería que la persona equivocada ocupara el lugar y que se dañara la obra de la iglesia para proteger mi propio prestigio y estatus. Era muy egoísta, despreciable, astuto y despiadado, sin la más mínima reverencia por Dios. Había disfrutado muchas verdades expresadas por Dios, y esa oportunidad de cumplir con mi deber era la forma en que Dios memostraba amabilidad. Pero, en lugar de pensar en cómo devolver el amor de Dios, estaba celoso y perseguía la reputación y la ganancia. Servía a Satanás como un secuaz, perturbaba la obra de la casa de Dios. ¿No era un degenerado traicionero? Pensé en que me habían echado de mi deber el año anterior porque luchaba por reputación y ganancia, no cumplía adecuadamente con mi deber y no podía realizar la obra práctica. Ahora estaba en la misma clase de situación, pero aún luchaba por reputación y estatus, no por la verdad. Si seguía así, sería rechazado y eliminado por Dios.

Después leí estas palabras de Dios: “No conocéis vuestro propio estatus, y aun así peleáis entre vosotros en el estiércol. ¿Qué podéis conseguir de esa lucha? Si de verdad tuvierais reverencia hacia Mí en vuestro corazón, ¿cómo podríais pelear unos con otros a Mis espaldas? Independientemente de lo elevado que sea tu estatus, ¿acaso no sigues siendo un apestoso gusanito en el estiércol? ¿Serás capaz de hacer que te crezcan alas y convertirte en una paloma en el cielo?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cuando las hojas caídas regresen a sus raíces, lamentarás todo el mal que has hecho). “¿Por qué dice Dios que las personas son ‘gusanos’? A Sus ojos, es evidente que estos seres humanos corruptos son seres creados, pero ¿cumplen con las responsabilidades y los deberes que deben cumplir los seres creados? Aunque muchos cumplen con su deber, ¿qué tal lo desempeñan? No son en absoluto proactivos en el cumplimiento de su deber; rara vez se encargan de hacerlo. Si no son podados, tratados o disciplinados, entonces no hacen nada. Así que siempre es necesario también reunirse, comunicar y proveer para que tengan tan solo un poco de fe, para que sean tan solo un poco más proactivos. ¿Acaso no es esta la corrupción del hombre? […] Nada de lo que piensan a lo largo del día guarda relación con la verdad ni con seguir el camino de Dios; se pasan el día comiendo a dos carrillos y no les preocupa nada. Aunque sí piensen en algo, no es una cosa que esté en consonancia con los principios-verdad. No tiene absolutamente nada que ver con lo que Dios exige a la humanidad. Todo trabajo que llevan a cabo es de obstrucción e interrupción y no dan el más mínimo testimonio de Dios. Tienen la cabeza llena de ideas sobre cómo buscar cualquier cosa que sea buena para la carne, sobre cómo luchar por el estatus y el renombre, sobre cómo encajar en ciertos grupos de personas, cómo adquirir una posición y tener buena reputación. Se alimentan de lo que Dios les concede mientras disfrutan de todo cuanto les provee, pero no hacen lo que deberían hacer los seres humanos. ¿Es acaso posible que esas personas agraden a Dios? […] Por encima de todo, los gusanos son inútiles, desvergonzados y, a los ojos de Dios, ¡carentes de valor! ¿Por qué digo que esas personas carecen de valor? Dios te hizo y te dio la vida, pero no sabes cumplir con tu deber, que es lo mínimo que deberías hacer; simplemente te aprovechas. Para Él, no eres más que un inútil y no tiene sentido que estés vivo. ¿No son unos gusanos esta clase de personas? Por lo tanto, ¿qué debe hacer la gente para no ser gusanos? En primer lugar, encontrad vuestro sitio, tratad por todos los medios de cumplir con vuestro deber, y estaréis conectados con el Creador; podréis rendirle cuentas. Después, pensad en cómo alcanzar la lealtad en el cumplimiento vuestro deber. No debéis ser meramente superficiales ni ir tirando, sino volcaros de corazón en ello. No debéis intentar engañar al Creador. Debes hacer lo que sea que Dios te pida que hagas y debes tener cuidado y someterte(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital).

Mientras sopesaba las palabras de Dios, me sentí afligido. Me di cuenta de que Dios consideraba mi lucha por reputación y ganancia como algo sucio y vil. Tener la buena suerte de poder cumplir con mi deber en la casa de Dios era la exaltación excepcional de Dios, pero yo no cumplía con mis obligaciones. En cambio, solo pensaba en mi propia reputación y en mi propio estatus, e incluso perturbaba la obra de la casa de Dios por esas cosas. Interpretaba el papel de Satanás. ¡Eso le resultaba desagradable y odioso a Dios! Dios dice: “Independientemente de lo elevado que sea tu estatus, ¿acaso no sigues siendo un apestoso gusanito en el estiércol?”. Entendí que soy un ser creado, una persona sucia y corrupta sin valía ni dignidad de las que hablar, por lo que, aunque consiguiera una posición, no podría cambiar lo que era. Ni siquiera podía cumplir bien con mi deber, sino que siempre competía por reputación y ganancia, quería que los demás me admiraran. ¿Dónde estaban mi conciencia y mi razón? ¿Qué valor tenía mi vida? ¿No era un gusano sin valor alguno? Tras obtener un poco de comprensión sobre mi naturaleza y esencia, a través de lo que las palabras de Dios revelaban, me odié y estuve dispuesto a abandonar la carne y practicar la verdad.

Después acudí con el hermano Zhang y me sinceré sobre mi corrupción, revelé mis despreciables motivos y acciones en la elección. No solo no me despreció, sino que conversó sobre su propia experiencia para ayudarme. Tras conversar, el muro entre nosotros desapareció, y yo me sentí muy libre y a gusto. Desde entonces, si tenía una dificultad o no entendía algo en mi deber, acudía al hermano Zhang, y él siempre respondía mis preguntas pacientemente a través de la enseñanza. Después de un tiempo, mis propias capacidades profesionales mejoraron. Cuando abandoné la reputación y el estatus y practiqué la verdad, experimenté la tranquilidad y la paz que surgen de cumplir con mi deber de ese modo, y me acerqué más a Dios. Una vez más, había escapado de los grilletes de la reputación y el estatus a través de esa situación y había probado la salvación práctica de Dios para mí.

En octubre de 2017 se lanzó la elección anual de la iglesia, y los hermanos y las hermanas recomendaron que fuera candidato. Me sentí un poco inseguro emocionalmente, pensaba: “Pasaron más de dos años desde que me echaron de mi posición de líder, y oí que algunos hermanos y hermanas tienen una buena opinión de mí. Dicen que mi enseñanza es más práctica y que he cambiado. Me pregunto si puedo tener una posición de liderazgo ahora”. Me di cuenta de que otra vez buscaba reputación y estatus y pensé en cuán doloroso había sido cuando esas cosas me habían encadenado y limitado. Sabía que no podía ir en esa búsqueda, que debía abandonar la carne y practicar la verdad. Luego, pensé en este fragmento de las palabras de Dios: “Una vez que hayas renunciado a la reputación y al estatus que provienen de Satanás, ya no te limitarán ni engañarán las ideas y los puntos de vista satánicos. Encontrarás alivio y estarás cada vez más tranquilo; te volverás libre y sin ataduras. Cuando llegue el día en que te vuelvas libre y sin ataduras, sentirás que las cosas que has abandonado no eran más que líos y las cosas que verdaderamente has obtenido son las más valiosas para ti. Sentirás que esas son las cosas más preciadas y que más merece la pena apreciar. Aquellas cosas que te gustaban, placeres materiales, fama y fortuna, estatus, dinero, prestigio y la estima de los demás, te parecerán sin valor; esas cosas te han provocado gran sufrimiento y ya no las querrás más. No las querrías más aunque se te concedieran una reputación y un estatus aún más elevados; por el contrario, ¡las detestarás y rechazarás de todo corazón!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entrega tu verdadero corazón a Dios y podrás obtener la verdad). Mi corazón brilló, y supe que no había valor en buscar reputación y estatus, y que comprender y practicar la verdad y cumplir con el deber de un ser creado son las cosas más preciadas. De hecho, participar en la elección no era un lucha por una posición de liderazgo, sino para cumplir mis responsabilidades al formar parte del proceso. Debía abandonar mis salvajes deseos de reputación y estatus y votar por un líder adecuado según los principios de la verdad. Eso sería lo beneficioso para la obra de la casa de Dios. Si me elegían líder, debía cumplir bien con mi deber. Si no, no culparía a Dios, sino que cumpliría con mi deber lo mejor que pudiera. Cuando tuve en claro mis motivos con respecto a la elección, me sorprendí al ver que me habían elegido como líder. Ante este resultado, no me deleité como había hecho en el pasado, pensando que era mejor que otros, sino que sentí que era mi comisión y mi responsabilidad, y que debía concentrarme en buscar la verdad y cumplir bien con mi deber para ser merecedor del amor de Dios y la salvación.

Durante ese tiempo, casi tres años, el juicio y castigo de Dios me mostraron claramente el daño que la reputación y el estatus me hacen, y estoy decidido a buscar la verdad. Aunque a veces todavía quiero luchar por la reputación y la ganancia, puedo orar a Dios conscientemente, concentrarme en practicar la verdad y cumplir bien con mi deber. Ya no estoy limitado por mi carácter corrupto y satánico. Cuando abandoné la reputación y el estatus, sentí que eso no era lo único que había abandonado, también había abandonado los pesados grilletes con los que Satanás me sujetaba. Me sentí muy relajado y libre.

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