Por fin descubrí mi falsedad

5 Jun 2022

Por Marlene, Hong Kong

Yo era la responsable de regar a los nuevos fieles de la iglesia. No hace mucho, había varios recién llegados acerca de los que no estaba segura de si eran apropiados para capacitarlos como líderes de equipo. Me preocupaba la pérdida de tiempo y energía si acababan siendo inadecuados después de que los capacitara. Si no los capacitaba, sin embargo, mi supervisora podría decir que estaba exigiéndoles demasiado y no le prestaba suficiente atención a su capacitación, o simplemente que yo carecía de la aptitud necesaria para capacitarlos. Me encontraba en un brete y no sabía qué hacer. Me parecía que debía preguntarle a mi supervisora sobre el asunto y dejar que ella decidiera. Entonces no sería la única responsable si algo iba mal, y no habría que podarme ni aunque los nuevos fieles resultaran ser inadecuados. Cuando me puse en contacto con mi supervisora, no le dije directamente que yo no era buena juzgando a las personas y no sabía qué hacer. En cambio, me explayé sobre las diversas circunstancias y dificultades de los recién llegados: fulano tenía una mala conexión a internet y era difícil contactar con él, mengano está muy ocupado con el trabajo y el otro no habla mucho en las reuniones… Entonces, temiendo que la supervisora dijera que estaba encasillando a la gente, añadí: “Pero son activos en las reuniones y están ansiosos por buscar, así que me esforzaré mucho por capacitarlos”. Al principio pensé que me diría que los nuevos fieles no eran aptos para la capacitación. De tal modo sería decisión de ella. Yo no sería responsable y no me arriesgaría a pagar un precio por capacitarlos. Así que me quedé sorprendida cuando no me brindó una respuesta y me preguntó con severidad: “¿Qué intentas decir? Tienes una forma de hablar indirecta que es difícil de seguir. Ya lo he notado antes. Primero hablas de los problemas de los recién llegados, dando a entender que no merece la pena capacitarlos, y luego dices que te encargarás de ellos lo mejor posible, así que es complicado saber lo que piensas en realidad”. Cuando oí eso me molesté bastante: “¿Significa que estoy zigzagueando como una serpiente, en lugar de abordar el tema de manera directa? ¿De verdad soy tan mala? ¿O es que se está desahogando porque está de mal humor?”. Entendí que era una forma equivocada de pensar; que la hermana no lo diría sin motivo y que debía reflejar cómo se sentía realmente. Yo había revelado un carácter corrupto sin ser consciente de ello, y la hermana me estaba ayudando al señalármelo. Así que le dije: “No capto muy bien a qué te refieres, pero estoy dispuesta a aceptarlo y a reflexionar a fondo sobre mí misma”.

Después de eso, seguí dándole vueltas a lo que había dicho mi supervisora, y le oré a Dios, pidiéndole que me guiara para conocerme mejor a mí misma. Recordé que las palabras de Satanás eran especialmente retorcidas y carecían de transparencia. Jehová Dios le preguntó a Satanás: “¿De dónde vienes?”. Entonces Satanás le respondió a Jehová diciendo: “De ir y venir de la tierra, y de andar por la tierra” (Job 1:7).* Dios expone y disecciona la forma en la que habla Satanás cuando dice: “Entonces ¿cómo os sentís cuando veis a Satanás responder de esta forma? (Nos parece que Satanás es absurdo, pero también astuto). ¿Notáis lo que Yo siento? Cada vez que veo estas palabras de Satanás, me repugna porque Satanás habla y, sin embargo, sus palabras no tienen sustancia. ¿Respondió Satanás a la pregunta de Dios? No, las palabras que dijo Satanás no fueron una respuesta, no significaban nada. No eran una respuesta a la pregunta de Dios. ‘De ir y venir de la tierra, y de andar por la tierra’.* ¿Qué entiendes de estas palabras? ¿Entonces de dónde viene Satanás? ¿Habéis obtenido respuesta a esta pregunta? (No). Esta es la ‘genialidad’ de los astutos planes de Satanás: no permitir que nadie descubra lo que está diciendo en realidad. A pesar de haber oído estas palabras, sigues sin poder discernir su significado, aunque al final ha respondido. Sin embargo, Satanás cree que ha contestado a la perfección. ¿Cómo te sientes tú? ¿Fastidiado? (Sí). Ahora empiezas a sentir indignación en respuesta a estas palabras. Las palabras de Satanás tienen cierta característica: lo que él dice te deja rascándote la cabeza, incapaz de percibir el origen de sus palabras. Algunas veces, Satanás tiene motivaciones y habla en forma deliberada, y otras veces, regido por su naturaleza, tales palabras emergen de manera espontánea y salen directamente de la boca de Satanás. Él no dedica mucho tiempo a sopesar esas palabras; en cambio, se expresan sin pensar. Cuando Dios preguntó de dónde venía, Satanás respondió con unas pocas palabras ambiguas. Te sientes muy desconcertado, sin nunca saber exactamente de dónde viene Satanás. ¿Hay alguno entre vosotros que hable así? ¿Qué clase de forma de hablar es esta? (Es ambigua y no proporciona una respuesta definitiva). ¿Qué tipo de palabras deberíamos usar para describir este modo de hablar? Tiene el propósito de despistar y engañar. Supón que alguien no quiere que otros sepan qué hizo ayer. Le preguntas: ‘Te vi ayer. ¿Adónde ibas?’. No te dice directamente a dónde fue, en su lugar contesta: ‘Vaya día fue ayer. ¡Fue agotador!’. ¿Ha contestado tu pregunta? Lo ha hecho, pero no te ha dado la respuesta que tú querías. Es la ‘genialidad’ en el artificio del lenguaje del hombre. Nunca puedes descubrir lo que quiere decir ni percibir el origen o la intención de sus palabras. No conoces lo que él está intentando evitar porque en su corazón él conserva su propia historia; esto es insidia. ¿Algunos de vosotros soléis hablar a menudo de esta manera? (Sí). ¿Cuál es, pues, vuestro propósito? ¿Es a veces proteger vuestros propios intereses, otras mantener vuestro propio orgullo, vuestra propia posición, vuestra propia imagen, proteger los secretos de vuestra vida privada? Cualquiera que sea el propósito, es inseparable de vuestros intereses, está vinculado a ellos. ¿Acaso no es esta la naturaleza del hombre?(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). A partir de lo que revelaban las palabras de Dios, me di cuenta de qué Satanás siempre alberga motivos ocultos y trucos sucios en sus palabras y hechos. A fin de ocultar sus vergonzosas intenciones, habla de un modo retorcido y lleva a equívocos. Esto desconcierta a los que escuchan, que son incapaces de comprender lo que quiere decir. Reflexioné sobre la forma en que yo solía hablar con mis hermanos y hermanas, al estilo de Satanás, desconcertándoles con mi retorcido uso del lenguaje. Cuando me preguntaron cuántos recién llegados se podían capacitar en la iglesia que yo supervisaba, y cómo progresaban estos, lo único que se requería de mí eran unas pocas palabras acerca del número de nuevos fieles y cuál era su estatus, pero no llegué a dar una respuesta directa. Señalé ejemplos de mal rendimiento de los recién llegados y mencioné diversos factores relevantes, para que los hermanos y hermanas pensaran que los nuevos no eran aptos para la capacitación en lugar de que el problema fuera mi incapacidad para lograrlo. Y luego cambiaba de versión, al decir: “Pero los nuevos fieles han de ser capacitados. Vamos a intentarlo primero, y ya veremos”. Acababa de decir que eran problemáticos y ahora estaba afirmando que trabajaría en cultivarlos. No era una respuesta directa. Era una respuesta tan indirecta que nadie tenía ni idea de lo que quería decir. Dios dice que la razón por la que Satanás utiliza un lenguaje rebuscado, albergando motivos ocultos y trucos astutos, responde a la necesidad de proteger sus propios intereses. Entonces me pregunté qué pretendía al hablarle así a los hermanos y hermanas. Reflexionando, descubrí que siempre comenzaba presentando problemas, para que los demás supieran que no se trataba de que yo no estuviera centrada en capacitar a la gente, sino de que ellos, por diversas razones, no eran buenos candidatos. Entonces llegaba la conclusión de que intentaría capacitarlos y luego ya veríamos qué pasaba, para así demostrar a los hermanos y hermanas que asumía la responsabilidad de capacitar a los recién llegados y que tenía una actitud positiva. De este modo, no dirían que encasillaba a la gente y que no quería arriesgarme a pagar un precio por capacitarlos. Tras esta forma indirecta de hablar se escondían motivos despreciables. Cuando hablaba con mi supervisora, le daba vueltas al asunto, pretendía que adivinara lo que quería decir sin tener una clara certeza sobre ello y, a la postre, conseguía que ella decidiera si había que capacitar o no a esos recién llegados. El resultado sería beneficioso para mí, pasara lo que pasara. Si alguien me preguntaba por qué no los había capacitado, fácilmente podría culpar a mi supervisora. Y si los recién llegados progresaban, entonces todos me verían capaz de capacitar a tales personas, lo que demostraría que tengo cierta capacidad de trabajo y me haría quedar bien. Mi forma de hablar era exactamente la de Satanás, tal y como la expuso Dios: ocultaba mis motivos y me movía en zigzag, como una serpiente, para poder alcanzar mis objetivos sin que los demás supieran lo que pretendía. Era astuta y falsa, como Satanás. En apariencia, estaba explorando con la supervisora si se podía capacitar a los recién llegados, pero en realidad estaba tratando de inducirla a que decidiera por mí, para poder descargarme de responsabilidad. ¡Era extremadamente traicionero por mi parte! En una situación así, una persona normal buscaría los principios pertinentes para actuar de acuerdo con ellos y capacitar mejor a los recién llegados por el bien del trabajo de la iglesia. Sin embargo, mi objetivo era descargarme de responsabilidades para proteger mis intereses, mi estatus y mi reputación. ¿Cómo pude ser tan astuta y traicionera? La razón por la que la supervisora me podó y me desenmascaró fue que habitualmente hablaba y actuaba basándome en mi carácter falso, sin reflexionar nunca sobre mí misma. Era repugnante para Dios y repulsiva para los demás. Oré y juré a Dios que a partir de ese momento prestaría más atención a los motivos y objetivos que subyacían en lo que decía y hacía, y que pondría en práctica el ser honesta. Más tarde, cuando mis hermanos o hermanas me preguntaban por los nuevos fieles, en ocasiones quería volver a plantear sus problemas, para que no fuera responsabilidad mía si no se les podía capacitar. Cuando me daba cuenta de que estaba siendo falsa de nuevo y adoptando un motivo equivocado, oraba de forma consciente y me rebelaba contra mí misma, y hablaba de los recién llegados de forma justa y objetiva. Cuando puse en práctica la honestidad conscientemente, descubrí que había muchos asuntos en los que podía ser falsa y embaucadora, y que a veces mis motivaciones quedaban profundamente sepultadas y ocultas a la vista.

Cierto día, la supervisora dijo que un nuevo fiel al que yo había regado estaba asistiendo a las reuniones que organizaba la hermana Alaina, y le gustaba su comunicación. Entonces empecé a pensar que este recién llegado era bastante arrogante, tenía nociones varias y le gustaban las tendencias seculares. No participaba con regularidad en mis reuniones, y regarlo supuso un gran esfuerzo, así que me pareció que me quitaba un problema si Alaina podía regarlo en mi lugar. Si la idea de transferírselo a Alaina surgía de mí, la supervisora podría pensar que estaba siendo astuta y quería deshacerme de los nuevos fieles que eran difíciles de regar. Pero si la supervisora misma sugería la transferencia, entonces podía liberarme de la carga como parte de la rutina. Así que indagué con una pregunta tendenciosa: “¿Ha dicho el nuevo fiel que prefiere la comunicación de Alaina?”. La supervisora confirmó que así era. Respondí enseguida: “Siendo ese el caso, tal vez deberíamos aceptar lo que él quiere. De todos modos no acude muy a menudo a mis reuniones. ¿Qué te parece?”. Quería que ella dijera que se le debía transferir, pero no lo decidió de inmediato. Más adelante, sentí una vaga sensación de intranquilidad. ¿Acaso no estaba hablando de nuevo con segundas intenciones? ¿Por qué tenía siempre esas intenciones tan vergonzosas? ¿Por qué no podía ser abierta y directa respecto a lo que pensaba?

Un día, buscando comer y beber palabras de Dios que me resultaran relevantes para mi estado, leí estas palabras Suyas: “Algunos acostumbran a hablar de una manera que a los demás les cuesta asimilar. A veces sus frases tienen un principio pero no un final, a veces un final pero no un principio. No hay manera alguna de que sepas lo que quieren decir, nada tiene sentido, y si les pides que te lo expliquen claramente, no lo harán. A menudo utilizan pronombres en su discurso. Por ejemplo, informan de algo, y dicen: ‘Ese tipo, eh… Él pensaba eso y luego los hermanos y hermanas no estaban muy…’. Podrían seguir durante horas y aun así no expresarse con claridad, balbuceando y tartamudeando, sin terminar las frases, simplemente pronunciando algunas palabras sueltas que no tienen ninguna relación entre sí, dejándote igual que estabas antes de escucharlo, e incluso ansioso. De hecho, han estudiado mucho y están bien educados, así que ¿por qué son incapaces de pronunciar una frase completa? Es un problema de carácter. Son tan huidizos que les cuesta mucho esfuerzo hablar siquiera un poco sobre la verdad. No hay un enfoque en nada de lo que dicen los anticristos, siempre hay un principio, pero no un final; sueltan la mitad de una frase y después se comen la otra mitad. Siempre tantean el terreno porque no quieren que entiendas lo que quieren decir, pretenden que lo adivines. Si te lo dicen directamente, te darás cuenta de lo que están diciendo y los calarás, ¿verdad? Ellos no quieren eso. ¿Qué es lo que quieren? Quieren que lo adivines por tu cuenta, y les vale con que creas que tus elucubraciones son ciertas; en ese caso ellos no han dicho nada, así que no tienen ninguna responsabilidad. Aparte de eso, ¿qué ganan ellos si les dices lo que supones tú a partir de lo que han dicho ellos? Esa suposición tuya es exactamente lo que quieren oír y les revela tus ideas y puntos de vista sobre el asunto. A partir de ahí, hablarán de forma selectiva, eligiendo qué decir y qué no, cómo decirlo, y luego darán el siguiente paso en su plan. Cada frase termina con una trampa, y mientras los escuchas, si sigues terminando sus frases, habrás caído completamente en la trampa. ¿No les cansa hablar siempre así? Su carácter es perverso: no se cansan. Es completamente natural para ellos. ¿Por qué quieren ponerte tales trampas? Porque no tienen claros tus puntos de vista y temen que los cales. Al mismo tiempo que intentan que no los entiendas, intentan entenderte ellos a ti. Quieren sonsacarte tus opiniones, ideas y métodos. Si lo consiguen, sus trampas han funcionado. Algunas personas se entretienen diciendo a menudo ‘hmm’ y ‘ajá’; no expresan un punto de vista concreto. Otros hacen tiempo diciendo ‘como’ y ‘bueno…’, encubriendo lo que realmente están pensando, usando eso en vez de lo que realmente quieren decir. Aparecen muchas palabras funcionales, adverbios y verbos auxiliares inútiles en cada una de sus frases. Si se graban sus palabras y se escriben, se descubrirá que ninguna de ellas revela sus puntos de vista o actitudes sobre el asunto. Todas contienen trampas, tentaciones e incitaciones ocultas. ¿Qué carácter es este? (Perverso). Muy perverso. ¿Existe engaño? Estas trampas, tentaciones e incitaciones que crean son engaños. Se trata de una característica común de las personas con la esencia perversa de los anticristos. ¿Cómo se manifiesta esta característica común? Informan de las buenas noticias, pero no de las malas, hablan exclusivamente en términos atractivos, hablan entrecortadamente, ocultan parcialmente su verdadero significado, hablan de manera confusa, vaga, y sus palabras conllevan tentaciones. Todas estas cosas son trampas y maneras de crear engaños(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (II)). Dios nos cuenta que los anticristos siempre hablan mareando la perdiz. Se expresan con ambigüedades, dejando al que escucha sin saber a qué se refieren. Siempre están tanteando y tentando, tratando de hacer caer a los demás en una trampa para lograr sus objetivos y, en último término, eludir su responsabilidad. Es como cuando Satanás le dijo a Eva que si comía el fruto no moriría necesariamente. Las palabras de Satanás estaban llenas de verificación y tentación, sin revelar directamente sus objetivos, pero tentando a otros hacia el pecado sin asumir la responsabilidad. Como Dios ha expuesto: “Todas las personas tienen un carácter satánico y el corazón lleno de la infinidad de ponzoñas con las que Satanás tienta a Dios y persuade al hombre. A veces, sus palabras están envenenadas con la voz y el tono de Satanás y con una intención de tentar y persuadir. Las ideas y los pensamientos del hombre están plagados de las ponzoñas de Satanás y despiden su hedor. En ocasiones, las miradas o las acciones de los hombres llevan esta misma hediondez de tentación y persuasión(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Elegir la senda correcta es lo más importante para creer en Dios). Yo era igual, siempre hablaba con los hermanos y hermanas dando rodeos, tanteando y tentando en aras de mis propios motivos despreciables. No deseaba dedicar tiempo y energías a un recién llegado. Quería usar esta oportunidad para deshacerme de él. Sin embargo, quería evitar que la supervisora supiera que encasillaba y menospreciaba a un nuevo fiel. Para mantener mi imagen de concienzuda y amorosa con los recién llegados, sugerí de manera tentativa que debíamos considerar los sentimientos del nuevo fiel y hacer lo que él deseara. Intentaba reconducirla para que fuera ella la que sugiriera que se le transfiriera a las reuniones de Alaina, de modo que yo consiguiera así mi objetivo. Mi forma de hablar era exactamente la que exponía Dios: “Si se graban sus palabras y se escriben, se descubrirá que ninguna de ellas revela sus puntos de vista o actitudes sobre el asunto. Todas contienen trampas, tentaciones e incitaciones ocultas. ¿Qué carácter es este? (Perverso). Muy perverso(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (II)). Siempre que surgía algo, lo que salía de mi boca eran todo verificaciones y tentaciones, ni una sola palabra honesta. ¿No era eso una muestra de carácter perverso? Prefería marear la perdiz en lugar de dejar que nadie viera adónde quería llegar a parar en realidad. Pensaba que sería una necedad exponer mis fallos soltando por mi boca lo que deseaba. ¡Eso era cosa de idiotas! Creía que mi falsa forma de hablar era inteligente, que era ingeniosa, lista e iba dos pasos por delante de los demás, y que esa era la mejor manera de proteger mis intereses. Vivía según el principio de ser escurridiza y falsa, y rechazaba lo que dice Dios sobre ser honesta y transparente en palabra y hecho. Me parecía que me perdía algo si vivía de ese modo. Mi perspectiva llevaba mucho tiempo distorsionada. Había adoptado las maneras de Satanás como norma de comportamiento, era tramposa y embaucadora en todo. Daba un poco de miedo reflexionar sobre esto y ver lo oscura y perversa que era. Me di cuenta de lo hondamente que me había corrompido Satanás y que no era apenas humana en absoluto. Hablaba y me comportaba de esa manera también en mi vida diaria. En una ocasión, recuerdo que me gustaba mucho un bolso de diseño que se había comprado mi tía. No podía pedírselo directamente, pero tampoco quería gastarme un montón de dinero en comprármelo yo, así que adopté un tono de voz preocupado y dije: “No se le va a dar ningún uso, ¡qué pena! Ya tienes un bolso de esa marca. ¿Para qué te has comprado este?”. A mi tía le pareció que estaba siendo considerada con ella y que no quería que gastara dinero en cosas que no necesitaba. Sin embargo, lo que yo quería decir en realidad es que era un desperdicio que el bolso estuviera ahí sin darle uso, así que ¿por qué no dármelo a mí? Y claro, me dio el bolso. Con apenas unas pocas palabras conseguí que me “ofreciera” el bolso. Siempre era así, no decía directamente lo que quería pero conseguía que saliera de la gente dármelo. Al recordar todas esas cosas, me pregunté cómo podía haber sido tan falsa. Desee poder volver atrás en el tiempo y retractarme de todas esas cosas enfermizas que había dicho. En ese momento me di cuenta de que la forma de hablar y actuar de los anticristos y su carácter corrupto, tal y como los expone Dios, eran muy patentes en mí. Llevaba años siendo así, y caía en esa manera falsa de hablar sin darme siquiera cuenta. Mi carácter corrupto era un gran problema. Me resultaría enormemente peligroso no ocuparme de él y cambiarlo.

Leí las palabras de Dios: “Que Dios les pida a las personas que sean honestas demuestra que verdaderamente aborrece y detesta a los taimados. La aversión de Dios a las personas taimadas es una aversión a su manera de hacer las cosas, a su carácter, a sus intenciones y a sus métodos de engaño; a Dios le disgustan todas estas cosas. Si las personas taimadas son capaces de aceptar la verdad, admiten sus actitudes taimadas y están dispuestas a aceptar la salvación de Dios, entonces también tienen la esperanza de ser salvadas, porque Dios trata a todas las personas por igual, tal como lo hace la verdad. Por eso, si queremos llegar a ser personas que agrademos a Dios, lo primero que debemos hacer es cambiar de principios de conducta: no podemos seguir viviendo de acuerdo con las filosofías satánicas, no podemos seguir valiéndonos de la mentira y el engaño. Debemos desechar todas las mentiras y volvernos honestos. De este modo cambiará la visión que Dios tiene de nosotros. Antes, la gente siempre se basaba en mentiras, engaños y tretas mientras vivía con los demás, y utilizaba las filosofías satánicas como base de su existencia y como su vida para su conducta, y como fundamento para esta. Esto era algo que Dios repudiaba. Entre los no creyentes, si hablas con franqueza, dices la verdad y eres una persona honesta, entonces serás calumniado, juzgado y rechazado. Por tanto, sigues las tendencias mundanas, y vives conforme a las filosofías satánicas, te vuelves cada vez más hábil para mentir y más falso. También aprendes a utilizar medios infames para lograr tus objetivos y protegerte. Te vuelves cada vez más próspero en el mundo de Satanás, y como resultado, te hundes cada vez más en el pecado hasta que no puedes salir de él. En la casa de Dios, las cosas son precisamente lo contrario. Cuanto más mientas y juegues a ser falso, más se cansará de ti el pueblo escogido de Dios y te rechazará. Si te niegas a arrepentirte y sigues aferrándote a las filosofías y a la lógica satánicas, y te vales de ardides y tramas elaboradas para disimular y presentarte a ti mismo, entonces es muy probable que seas revelado y descartado. Esto es porque Dios repudia a la gente falsa. Solo la gente honesta puede prosperar en la casa de Dios, y la gente falsa acabará siendo rechazada y descartada. Todo esto está predestinado por Dios. Solo la gente honesta puede formar parte del reino de los cielos. Si no tratas de ser una persona honesta, y si no experimentas y prácticas en la dirección de perseguir la verdad, si no expones tu propia fealdad, y si no te expones, entonces nunca podrás recibir la obra del Espíritu Santo y la aprobación de Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta). Las palabras de Dios me enseñaron que a Él le gustan las personas honestas y le repugnan los que son falsos. Solo las personas honestas pueden ganar Su salvación, mientras que se revelará y descartará a los falsos. Entre las personas que he visto ser depuradas y descartadas de la iglesia durante mis años de fe, se hallaban aquellos que eran superficiales de manera constante y engañaban en su deber, y aquellos que, en aras del prestigio y el estatus, se escondían tras una falsa fachada o incluso desorientaban a la gente mediante diversos ardides y tramas. Pero Dios ve todas las cosas, y arregla las circunstancias para exponer y descartar a cada uno de ellos. La gente falsa no halla de ningún modo su lugar en la casa de Dios. Cuando regaba y capacitaba a los nuevos fieles, recuerdo que había muchas desviaciones y problemas en la manera en que se comportaban, sin embargo, yo no me concentraba en buscar la verdad para tratar con ellos. Siempre era retorcida y falsa, buscaba razones y excusas para encubrir mi corrupción y limitaciones y, en consecuencia, los nuevos fieles no estaban siendo capacitados. Si las cosas continuaban así, yo también acabaría desdeñada y descartada por Dios. Al fijarme en los simples y honestos hermanos y hermanas a mi alrededor, me di cuenta de que había muchas cosas que no entendían de sus deberes, y de que se producían errores y descuidos, pero ellos no eludían sus responsabilidades. A fin de entender la verdad, de captar los principios y cumplir bien con sus deberes para satisfacción de Dios, fueron capaces de dejar a un lado el orgullo personal, fueron sencillos y abiertos, confesaron sus fallos y limitaciones, y pidieron ayuda a los demás. Era evidente que Dios los esclarecía y los guiaba. Aunque fueran de calibre medio o incluso, a veces, un poco necios, Dios seguía guiándoles, ayudándoles a aprender poco a poco los principios de la verdad y a mejorar en sus deberes. Así comprendí que Dios bendice a los que son sencillos y honestos. Esta es Su justicia. Al comprender esto, me di cuenta de que decir la verdad y ser honesta puede suponer que la gente vea quién soy en realidad, pero eso no es malo. En un primer momento puede resultar un poco embarazoso, pero comportarse de esta manera es sincero y honesto, y a Dios le agrada. Además, aunque pueda exponer mis propios problemas siendo sencilla y abierta, mis hermanos y hermanas nunca me despreciarían por ello. Me ayudarían a rectificar y me guiarían hasta llegar a los principios. Y una práctica de ese tipo no iría en detrimento de mi deber. El evangelio del reino de Dios se está expandiendo ahora muy rápidamente, y requiere la ayuda de muchos nuevos creyentes. Sin embargo, yo apenas había capacitado a nuevos fieles. ¿No estaba esto obstruyendo e trastornando el trabajo de la iglesia? ¡Me había estado resistiendo a Dios! Dios dice: “Cuanto más mientas y juegues a ser falso, más se cansará de ti el pueblo escogido de Dios y te rechazará. Si te niegas a arrepentirte y sigues aferrándote a las filosofías y a la lógica satánicas, y te vales de ardides y tramas elaboradas para disimular y presentarte a ti mismo, entonces es muy probable que seas revelado y descartado. Esto es porque Dios repudia a la gente falsa. Solo la gente honesta puede prosperar en la casa de Dios, y la gente falsa acabará siendo rechazada y descartada. Todo esto está predestinado por Dios”. Las palabras de Dios están muy claras. Sea cual sea la senda que alguien elija y el tipo de persona que busquen ser, eso tiene una influencia directa en su desenlace y su destino. Pensé en las muchas ocasiones en las que simplemente iba de situación en situación metiendo la pata, sin buscar la verdad ni hacer introspección para conocerme mejor a mí misma. Estaba viviendo según mi naturaleza satánica. Ni siquiera entré en la verdad más básica de ser honesta, ni hice cambios en mi carácter-vida. Seguí siendo una persona falsa que pertenecía a Satanás. ¿Cómo podía esperar salvarme? Solo practicando ser una persona honesta me hallaría en la senda correcta.

Más tarde, continué buscando, y mi senda para la práctica de la honestidad se volvió un poco más clara al leer las palabras de Dios. Las palabras de Dios dicen: “Cuando las personas engañan, ¿qué intenciones hay detrás de ello? ¿Y cuál es el objetivo que intentan lograr? Sin excepción, se trata de ganar fama, ganancia y estatus; en pocas palabras, es por el bien de sus propios intereses. ¿Y qué subyace en la búsqueda de intereses personales? Que la gente considera sus intereses de mayor importancia que todo lo demás. Engaña en beneficio propio, con lo que revela así su carácter taimado. ¿De qué modo debe resolverse este problema? En primer lugar, debes discernir y saber qué son los intereses, qué le aportan exactamente a la gente y cuáles son las consecuencias de afanarse por ellos. Si no eres capaz de averiguarlo, renunciar a ellos será más fácil de decir que de hacer. Si la gente no comprende la verdad, nada le resultará más complicado que renunciar a sus intereses. Eso se debe a que sus filosofías de vida son ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’ y ‘El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento’. Obviamente, vive para sus intereses. La gente piensa que, sin sus intereses, si los perdiera, no podría sobrevivir. Es como si su supervivencia fuera inseparable de ellos; por eso la mayoría de la gente está ciega a todo lo que no sean sus intereses. Los considera superiores a todo lo demás, vive para sus intereses, y conseguir que renuncie a ellos es como pedirle que renuncie a su propia vida. Entonces, ¿qué debe hacerse en tales circunstancias? Las personas deben aceptar la verdad. Solo cuando comprenden la verdad pueden comprender la esencia de sus propios intereses; solo entonces pueden empezar a rebelarse contra ellos y abandonarlos, y a ser capaces de soportar el dolor de desprenderse de aquello que tanto aman. Y cuando puedas hacer esto, y abandones tus propios intereses, te sentirás más tranquilo y en paz de corazón, y al hacerlo habrás vencido a la carne. Si te aferras a tus intereses y te niegas a renunciar a ellos, y si no aceptas en lo más mínimo la verdad, por dentro tal vez digas: ‘¿Qué hay de malo en intentar beneficiarme y negarme a sufrir pérdida alguna? Dios no me ha castigado, ¿qué va a hacerme la gente?’. Nadie puede hacerte nada, pero con semejante fe en Dios, al final no obtendrás la verdad y vida. Esto será una gran pérdida para ti: no podrás alcanzar la salvación. ¿Acaso existe algún remordimiento mayor? Esto es lo que en última instancia resulta de buscar tus propios intereses. Si las personas solo buscan fama, ganancia y estatus, si solo persiguen sus propios intereses, entonces nunca obtendrán la verdad y vida, y al final serán ellos los que sufran una pérdida. Dios salva a los que persiguen la verdad. Si no aceptas la verdad, y si eres incapaz de reflexionar y conocer tu propio carácter corrupto, entonces no te arrepentirás realmente y no tendrás entrada en la vida. Aceptar la verdad y conocerte a ti mismo es la senda para el crecimiento en la vida y para alcanzar la salvación, supone la oportunidad de presentarte ante Dios para aceptar Su escrutinio, Su juicio y Su castigo, y para ganar la verdad y vida. Si renuncias a perseguir la verdad en aras de la búsqueda de la fama, la ganancia y el estatus y de tus propios intereses, esto equivale a renunciar a la oportunidad de aceptar el juicio y castigo de Dios y de alcanzar la salvación. Eliges la fama, la ganancia y el estatus y tus propios intereses, pero a lo que renuncias es a la verdad, y lo que pierdes es la vida y la oportunidad de ser salvado. ¿Qué es más importante? Si eliges tus propios intereses y renuncias a la verdad, ¿acaso no es necio? Hablando de manera sencilla, es sufrir una gran pérdida en aras de una pequeña ventaja. La fama, la ganancia y el estatus, el dinero y los intereses son todos temporales, todos ellos son efímeros, mientras que la verdad y vida es eterna e inmutable. Si la gente resuelve su carácter corrupto que le hace buscar fama, ganancia y estatus, entonces tiene la esperanza de alcanzar la salvación. Además, las verdades que recibe la gente son eternas; ni Satanás ni nadie puede quitárselas. Tú renuncias a tus intereses, pero lo que ganas es la verdad y la salvación; estos resultados son tuyos y te los ganas para ti mismo. Si la gente opta por practicar la verdad, entonces, aunque se hayan quedado sin intereses, va a recibir la salvación de Dios y la vida eterna. Esas personas son las más inteligentes. Si la gente renuncia a la verdad por sus intereses, pierde la vida y la salvación de Dios; esas personas son las más necias. Lo que una persona elige, sean sus intereses o la verdad, es sumamente revelador. Quienes aman la verdad elegirán la verdad; elegirán someterse a Dios y seguirlo. Preferirán abandonar sus intereses para perseguir la verdad. Por más que tengan que sufrir, están decididos a mantenerse firmes en el testimonio para satisfacer a Dios. Esta es la senda principal para practicar la verdad y entrar en la realidad-verdad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). “A menudo existen intenciones detrás de las mentiras de las personas, pero algunas mentiras no esconden ninguna intención ni se planean a propósito. En cambio, salen con naturalidad. Tales mentiras son fáciles de resolver, las complicadas son las que tienen intenciones detrás. Esto se debe a que esas intenciones provienen de la propia naturaleza y representan las artimañas de Satanás, además de ser intenciones que la gente elige por propia voluntad. Si alguien no ama la verdad, será incapaz de rebelarse contra la carne, así que debe orar a Dios y confiar en Él, y buscar la verdad para resolver el problema. Sin embargo, la mentira no se puede resolver por completo y de una vez. Habrá recaídas ocasionales, incluso varias. Es una situación normal, y mientras resuelvas todas y cada una de las mentiras que cuentes y estés al día, entonces llegará el momento en el que las hayas resuelto todas. La resolución de mentir es una guerra prolongada. Cuando te surja una mentira, reflexiona sobre ti mismo y luego ora a Dios. Cuando te salga otra, reflexiona sobre ti mismo y vuelve a orarle a Dios. Mientras más le ores a Dios, más odiarás tu carácter corrupto y más anhelarás practicar la verdad y vivir según ella. Así, tendrás la fuerza para abandonar las mentiras. Al cabo de un tiempo de tanta experiencia y práctica, serás consciente de que tus mentiras han disminuido mucho, de que vives con mucha más tranquilidad y de que ya no necesitas mentir ni encubrir tus mentiras. Aunque no hables mucho en el día a día, cada frase te saldrá del corazón y será verdadera, con muy pocas mentiras. ¿Qué se sentirá vivir así? ¿No resultará libertador y emancipador? Tu carácter corrupto no te limitará y ya no estarás atado a él, y al menos empezarás a ver los resultados de ser una persona honesta. Por supuesto, cuando te encuentres en circunstancias especiales, puede que a veces se te escape una pequeña mentira. Puede haber ocasiones en las que te topes con peligros o problemas de algún tipo, o quieras mantener tu seguridad, y en esos momentos es inevitable mentir. Aun así, debes reflexionar sobre ello, comprenderlo y resolver el problema. Debes orar a Dios y decirle: ‘Todavía sigue habiendo mentiras y artimañas en mí. Que Dios me salve de mi carácter corrupto de una vez por todas’. Cuando uno está ejerciendo intencionadamente la sabiduría, no cuenta como una revelación de corrupción. Esto es lo que uno debe experimentar para ser una persona honesta. De esta forma, tus mentiras serán cada vez más escasas. Hoy dices diez mentiras, mañana tal vez sean nueve, pasado mañana ocho. Después solo serán dos o tres. Cada vez dirás más la verdad, y tu práctica de ser una persona honesta se acercará cada vez más a las intenciones de Dios, a Sus requisitos y Sus estándares; ¡y qué bueno será eso! Para practicar la honestidad, debes tener una senda y un objetivo. Resuelve primero el problema de decir mentiras. Debes conocer la esencia que hay detrás de que digas esas mentiras. Debes además diseccionar qué intenciones y motivos te impulsan a decirlas, por qué tienes tales intenciones y cuál es su esencia. Cuando hayas aclarado todos estos temas, habrás comprendido a fondo los problemas de mentir, y cuando te suceda algo, tendrás principios de práctica. Si continúas con tal práctica y experiencia, entonces seguramente verás resultados. Un día dirás: ‘Resulta fácil ser honesto. ¡Ser falso es agotador! Ya no quiero ser una persona falsa, teniendo siempre que pensar qué mentiras decir y cómo encubrirlas. Es como ser una persona con una enfermedad mental, que se contradice cuando habla, alguien que no merece ser llamado “humano”. Esta clase de vida es muy agotadora y no quiero vivir más así’. En ese momento, tendrás la esperanza de ser realmente honesto, lo cual demostrará que has empezado a realizar progresos para ser una persona honesta. Es un avance. Por supuesto, algunos de vosotros, tras empezar a practicar, os avergonzaréis después de decir palabras honestas y exponeros. Se te pondrá la cara roja, te sentirás avergonzado y temerás que los demás se rían de ti. ¿Qué debes hacer entonces? Aun así, debes orar a Dios y pedirle que te dé fuerza. Dices: ‘Oh, Dios, quiero ser una persona honesta, pero temo que la gente se ría de mí al decir la verdad. Te pido que me salves de las ataduras de mi carácter satánico; permíteme vivir según Tus palabras, y ser libre y liberado’. Cuando ores de esta forma, habrá mucha más luminosidad en tu corazón y te dirás: ‘Es bueno poner esto en práctica. Hoy he practicado la verdad. Al fin, por una vez, he sido una persona honesta’. Conforme ores así, Dios te esclarecerá. Obrará en tu corazón y te conmoverá, permitiéndote comprender cómo es sentirse una persona honesta. Así es como debe ponerse en práctica la verdad. Al principio no tendrás ninguna senda, pero a través de la búsqueda de la verdad encontrarás una. Cuando la gente empieza a buscar la verdad, no necesariamente tiene fe. No tener una senda es duro para la gente, pero una vez que entienden la verdad y tienen una senda de práctica, sus corazones encuentran gozo en ella. Si son capaces de practicar la verdad y actuar de acuerdo con los principios, sus corazones encontrarán consuelo, y obtendrán libertad y emancipación(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta). En las palabras de Dios encontré los principios de práctica para hacer frente a las mentiras y la falsedad. Antes que nada, debemos librarnos de nuestros intereses personales. Este aspecto de la práctica es especialmente importante. El objetivo de la mentira es proteger tus intereses y alcanzar tus metas, y cuando este es el objetivo, recurres a la mentira y al engaño. Por tanto, es fundamental desprenderse primero de los intereses personales. Esto ayuda a atajar el problema de la falsedad en el corazón. También es importante hacer a menudo introspección, permitiendo que Dios escruta cada una de nuestras palabras y actos. Cuando nos demos cuenta de que queremos hablar o actuar con falsedad, debemos cuestionarnos sobre qué es lo que intentamos conseguir. Si nos damos cuenta de que albergamos intenciones falsas o revelamos un carácter malvado, debemos presentarnos rápidamente ante Dios para orar y revertir nuestra conducta. Hemos de practicar de forma consciente la honestidad y aprender a abrirnos a nuestros hermanos y hermanas, exponiendo nuestros pensamientos, perspectivas, corrupción y defectos, y buscando la verdad para resolverlos. Esa es la única forma de purificar poco a poco un carácter falso, perverso y satánico. Tras darme cuenta de esto, busqué a mi supervisora y le hablé abiertamente sobre mis despreciables motivaciones a la hora de dirigirme a ella, y le pedí disculpas. No solo no me rechazó, sino que ella también se sinceró y evaluamos juntas las deficiencias de nuestros deberes. Practicar así me tranquilizó. Sentí que ya no vivía en las sombras, y eso me aportó paz mental.

No me he librado totalmente de mi carácter falso, perverso y corrupto, pero poseo la fe y la voluntad de convertirme en una persona honesta y complaciente con Dios, y de concentrarme en ser honesta y estar abierta al escrutinio de Dios en cada cosa que digo y hago en la vida.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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