Así debía recibir al Señor
Nací en una familia católica y, desde pequeña, seguí las prácticas del catolicismo y anhelé el regreso del Señor. Conforme crecía, empecé a leer la Biblia más a menudo, con el fin de comprender más verdades. El sacerdote, además, nos interpretaba las Escrituras; por ejemplo, Apocalipsis 1:6: “Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y han de verle todos los ojos, y los mismos que le traspasaron o clavaron en la cruz. Y todos los pueblos de la tierra se herirán los pechos al verle”.* El sacerdote nos decía que, cuando volviera el Señor, descendería sobre una nube y todos lo veríamos. Pero yo, a mis 20 años, leí este versículo de la Biblia: “Mas en orden al día y a la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).* Según este versículo, cuando vuelva el Señor, nadie lo sabrá, pero el sacerdote nos había contado que, cuando regresara el Señor, descendería sobre una nube a la vista de todos. ¿Qué podía significar esto? ¿Cómo regresaría el Señor exactamente? Estaba confundidísima. En una reunión le consulté a otro sacerdote, el cual me contestó: “La Biblia es muy clara: cuando vuelva el Señor, descenderá sobre una nube. No hace falta analizarlo demasiado. Mientras lo creas, está bien”. La actitud del sacerdote me decepcionó mucho. Anhelaba comprender el verdadero significado de la profecía, pero, en la Iglesia católica, nos pasábamos el día orando y observando ritos. Pero estas cosas no me aportaban sustento ni comprensión de la palabra del Señor. Poco a poco perdí el interés por la Iglesia católica, y solo continuaba yendo a misa por costumbre.
En 2001 me fui a trabajar al exterior. Un día, un compañero me invitó a asistir a una reunión cristiana. Pensé que tal vez podría conocer la verdad allí, por lo que le pedí al pastor que resolviera mi confusión. El pastor me contestó como si nada: “La Biblia es muy clara al respecto, así que no hacen falta explicaciones innecesarias. Cuando vuelva el Señor, por supuesto que veremos cómo desciende sobre una nube”. La respuesta del pastor me decepcionó mucho y mi problema siguió sin resolverse. Con el tiempo descubrí que tampoco hallaba sustento en esta denominación, y comencé a sentirme cada vez más vacía por dentro. Mi deseo de hallar respuestas se hacía más fuerte. Así pues, empecé a visitar otras organizaciones cristianas, pero ninguna de ellas supo resolver mi confusión. Oré con apremio al Señor: “Oh, Señor, por favor, ayúdame a encontrar la iglesia correcta, la persona correcta que me guíe, para poder comprender la verdad y resolver mi confusión”.
En enero de 2019, un día, que es muy especial para mí, una hermana de Australia me agregó como amiga en Facebook. Vi algunos artículos que compartía en su perfil, como “Qué es una virgen prudente”, “Cómo lograr que Dios escuche tus oraciones” y otros. Sus contenidos eran muy novedosos para mí, y me pareció que había verdad en ello, que la iglesia de esta hermana quizá podría responder mis preguntas. Después me preguntó si me gustaría ir a una reunión, y accedí con mucho gusto. En la reunión, la hermana Camela anunció: “Hoy hablaremos acerca de cómo llega exactamente el Señor en los últimos días”. Esto me sorprendió bastante. ¿No era lo que me había tenido confundida todo aquel tiempo? Quería oír ya sus enseñanzas. La hermana Camela señaló: “Al leer la profecía del Apocalipsis, ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’ (Apocalipsis 1:7), muchos creen que, cuando vuelva el Señor, descenderá sobre una nube a la vista de todos y que, en un espectáculo realmente grandioso, las estrellas caerán del cielo y temblarán los cielos y la tierra. Pero ¿es correcta esta idea? A decir verdad, la Biblia contiene otros versículos de profecías del regreso del Señor, como ‘He aquí, vengo como ladrón’ (Apocalipsis 16:15), y ‘Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre’ (Mateo 24:36). Sobre el regreso del Señor, estos versículos dicen que vendrá ‘como ladrón’ y nadie sabrá cuándo. Según estos versículos, el Señor vendrá en silencio, en secreto, y nadie sabrá que ha vuelto. Si, a Su regreso, el Señor apareciera sobre una nube delante de los hombres, a la vista de todos, ¿cómo se cumplirían estas otras profecías?”. Las palabras de la hermana me impactaron. Era la primera vez que oía hablar de que el Señor vendría en silencio y “como un ladrón”. ¿Cómo era posible que los curas y los pastores no lo hubieran comentado? Sin embargo, si Él venía “como un ladrón”, ¿esto no contradecía la profecía de Su regreso descendiendo sobre una nube? La verdad, quería tenerlo claro. La hermana prosiguió su enseñanza: “El caso es que se cumplirán todas las profecías del regreso del Señor. Es una cuestión de procedimiento y orden. Primero, Él vendrá encarnado en secreto para difundir verdades que purifiquen y salven a la humanidad; luego, descenderá sobre las nubes para presentarse abiertamente ante todo pueblo y nación. Así se cumplirán todas las profecías de Su regreso”. La enseñanza de la hermana me resultó muy reveladora. Resultaba ser que el Señor regresaba de dos maneras. Yo estaba muy de acuerdo con su explicación. Tenía muchas ganas de saber más, así que le pregunté: “Acabas de aludir a la venida del Señor encarnado en secreto. ¿Qué quisiste decir con ello?”. La hermana me leyó unos versículos de la Biblia: “Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). “Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). La hermana me enseñó lo siguiente: “¿Ves cuál es la palabra clave de todos estos versículos? Todos estos versículos aluden al ‘Hijo del hombre’. Demuestran que, cuando vuelva el Señor, descenderá en secreto como el Hijo del hombre. ¿Y qué se entiende por ‘Hijo del hombre’? Esto se refiere a la encarnación de Dios. Si Él fuera Espíritu, no podría denominarse Hijo del hombre, al igual que Jehová Dios era Espíritu y no puede denominarse Hijo del hombre. Se alude al Señor Jesús como Hijo del hombre porque era la encarnación del Espíritu de Dios. Aunque parecía una persona normal, nació de un ser humano y tenía una humanidad normal, en Él moraba el Espíritu de Dios, Él era la encarnación de Dios. Por tanto, el Señor Jesús profetizó Su regreso como ‘la venida del Hijo del hombre’ para indicar que, cuando vuelva, aparecerá encarnado, no directamente en un cuerpo espiritual”. Con la enseñanza de la hermana llegué a entender el auténtico significado de “Hijo del hombre”. También aprendí que el descenso del Señor en secreto se refiere a la aparición de Dios encarnado. Esta enseñanza estaba en línea con la Biblia. La hermana siguió con su enseñanza: “Por ende, cuando vuelve el Señor, primero desciende encarnado en secreto, promulga verdades y realiza la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, para purificar y salvar a todo aquel que haya sido elevado ante Su trono y para formar un grupo de vencedores antes del desastre. Una vez formado este grupo de vencedores, llegará el gran desastre y Dios comenzará a castigar a los malvados y a premiar a los buenos. Dios descenderá entonces en una nube y aparecerá públicamente ante la humanidad, momento en que toda ella llorará. ¿Y por qué lo hará? Porque, cuando Dios desciende encarnado en secreto, muchos no lo reconocen como Dios. Ven que parece normal, nada elevado, por lo que no lo consideran Dios. No solo no lo aceptan, sino que lo condenan, se resisten a Él y lo rechazan. Cuando el Señor descienda públicamente en una nube a premiar a los buenos y castigar a los malvados, comprobarán que, en realidad, ellos condenaban y se resistían al regreso del Señor Jesús, pero entonces será demasiado tarde y lo único que podrán hacer será llorar y crujir los dientes. En ese momento, la profecía de Apocalipsis 1:7, ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’, ¡se cumplirá plenamente! Por esta razón, es de suma importancia que recibamos al Señor cuando viene a obrar en la carne. Si esperamos a que descienda sobre una nube, será demasiado tarde”. Tras escuchar la enseñanza de la hermana, me sentí por fin liberada de una cárcel en la que había estado cautiva mucho tiempo. Había visto la luz y me sentía realmente liberada. La enseñanza de la hermana resolvió mi confusión, y con ella comprendí los misterios del regreso del Señor. A mi parecer, su iglesia tenía la obra del Espíritu Santo, y ya quería que llegara la siguiente reunión.
Lo que no había esperado era que, en la siguiente reunión, me contara una información impactante. Me dijo: “El Señor ya ha vuelto y se ha encarnado en Dios Todopoderoso. Ha promulgado muchas verdades y realiza la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios…”. Cuando lo oí, estaba gozosamente sorprendida, emocionada y con gran curiosidad. Si, según la Biblia, nadie se enteraría del regreso del Señor, ¿cómo lo sabían ellos? Se lo pregunté a la hermana. Me enseñó con paciencia: “Si no se enterara nadie de Su regreso, ¿cómo lo recibiríamos? De hecho, la Biblia señala: ‘Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre’ (Mateo 24:36). Este versículo quiere decir que nadie conoce la hora concreta del regreso del Señor, pero, cuando Él comience a hablar y orar, la gente podrá reconocer en Sus palabras la voz de Dios, y entonces sabrá que ha vuelto el Señor y, por tanto, lo recibirá. Esto cumple las profecías del Señor Jesús: ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen’ (Juan 10:27) y ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’ (Apocalipsis 3:20). Es igual que cuando vino a obrar el Señor Jesús. Pedro, Juan, Santiago, Mateo y los demás, al principio, no sabían que el Señor Jesús era el Mesías, pero, tras relacionarse con Él y reconocer en Sus palabras la voz de Dios, supieron que Él era el Mesías. Posteriormente, Pedro, Juan y los demás comenzaron a predicar el evangelio del Señor por doquier. Así se dio a conocer la salvación del Señor a cada vez más gente y, poco a poco, los fieles se esparcieron por todo el mundo. Por tanto, que recibamos el regreso del Señor no depende de que sepamos cuándo volverá, sino de si somos capaces de investigar cuando alguien da testimonio de Su regreso y de si reconocemos la voz del Señor cuando habla. De esta forma podemos recibir al Señor”. Las enseñanzas de la hermana de verdad me llegaron porque, al enseñarme la palabra del Señor, resolvió mi confusión. Siempre había estado confundida, y me preguntaba: “¿Cómo debemos recibir exactamente al Señor? ¿Es posible contentar al Señor y recibirlo pasándose el día orando y observando las reglas por rutina?”. Sin embargo, ahora llegué a entender que sólo al escuchar la voz de Dios se puede acoger el regreso del Señor. Percibí que el esclarecimiento recibido en aquellas dos reuniones superaba con mucho lo que había aprendido en todos mis años como católica. Quería aprender todavía más verdades, pues me darían más certeza de que Dios Todopoderoso era el regreso del Señor Jesús. Así pues, le hice otra pregunta a la hermana: “En los últimos días, el Señor desciende primero encarnado en secreto y luego aparece públicamente sobre una nube; eso lo entiendo. Pero ¿por qué se encarna el Señor en primer lugar? ¿Por qué no aparece directamente en forma espiritual?”.
Me enseñó lo siguiente: “Que Dios aparezca encarnado para obrar se basa exclusivamente en lo que requiere Su obra y en las necesidades de la humanidad corrupta”. La hermana me leyó dos pasajes de la palabra de Dios Todopoderoso. “La salvación del hombre por parte de Dios no se lleva a cabo directamente utilizando el método del Espíritu y la identidad del Espíritu, porque el hombre no puede ni tocar ni ver Su Espíritu, ni tampoco acercarse a Él. Si Él tratara de salvar al hombre directamente utilizando la perspectiva del Espíritu, el hombre sería incapaz de recibir Su salvación. Si Dios no se hubiera vestido con la forma exterior de un hombre creado, no habría forma de que el hombre recibiera esta salvación, pues el hombre no tiene forma de acercarse a Él, igual que nadie podía acercarse a la nube de Jehová. Solo volviéndose un ser humano creado, es decir, solo poniendo Su palabra en el cuerpo de carne en el que está a punto de convertirse, puede Él obrar personalmente la palabra en todos los que le siguen. Solo entonces puede el hombre ver y oír personalmente Su palabra, y, además, poseer Su palabra y, por estos medios, llegar a ser totalmente salvo. Si Dios no se hubiera hecho carne, nadie de carne y hueso podría recibir una salvación tan grande ni se salvaría una sola persona. Si el Espíritu de Dios obrara directamente en medio de la humanidad, la humanidad entera sería fulminada o, sin una forma de entrar en contacto con Dios, Satanás se la llevaría totalmente cautiva. […] Sólo haciéndose carne puede Dios vivir junto al hombre, experimentar el sufrimiento del mundo, y vivir en un cuerpo normal de carne. Sólo de esta forma puede proveer a los hombres con el camino práctico que necesitan como seres creados. El hombre recibe la salvación plena de Dios a través de la encarnación de Dios, no directamente del cielo en respuesta a sus oraciones. Y, como el hombre es de carne y hueso, no tiene forma de ver al Espíritu de Dios y, mucho menos, de acercarse a Él. Lo único con lo que el hombre puede entrar en contacto es con la carne encarnada de Dios y sólo a través de esto es el hombre capaz de entender todos los caminos y todas las verdades y recibir la salvación plena” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). “La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que perseguir y que puede ver y tocar. Solo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y solo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto solo lo puede lograr el Dios encarnado; solo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado). Continuó enseñándome la hermana: “La Biblia profetizó: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). ‘Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:17). Con estas profecías sabemos que, cuando vuelva el Señor, promulgará más palabras y realizará la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios. Para que esta obra obtenga los mejores resultados, Dios debe venir a obrar encarnado. Como el Espíritu de Dios es invisible e intangible para nosotros y una sola palabra de ese Espíritu nos metería de lleno en el pánico y el terror, no nos atreveríamos a acercarnos a Su Espíritu y no tendríamos forma de comunicarnos con Él. ¿Cómo comprenderíamos la verdad de esa manera? Que Dios venga encarnado a salvar a la humanidad es el modo de obtener los mejores resultados. Dado que vive entre nosotros como Hijo del hombre, nos resulta muy fácil relacionarnos con Él. Además, Dios puede emplear el lenguaje humano para promulgar verdades en todo momento y lugar, promulgar declaraciones precisas para guiarnos, y resolver nuestras preguntas y confusiones. No tenemos que tantear a ciegas ni adivinar qué concuerda con la voluntad de Dios. Es igual que, cuando vino a obrar el Señor Jesús, y Pedro le preguntó: ‘Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?’ (Mateo 18:21). El Señor Jesús respondió directamente: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’ (Mateo 18:22). El Señor le dejó claro a Pedro cómo debía practicar. Así, la gente puede comprender fácilmente la voluntad de Dios y saber cómo practicar la verdad. El Señor Jesús también aprovechó cosas que la gente veía y con las que se relacionaba en la vida cotidiana, cosas que entendía fácilmente, para elaborar parábolas. Por ejemplo, la parábola de la levadura, la del trigo y la cizaña, la del sembrador, la del grano de mostaza, etc. Con ellas, la gente logró comprender mejor la verdad, comprendió qué anhela y exige Dios de la humanidad y adquirió verdaderamente cierto sentido de Su bondad y cercanía. Todo esto fue fruto de las palabras y la obra de Dios cuando se encarnó. Asimismo, Dios Todopoderoso encarnado habla y obra entre los seres humanos, se relaciona con ellos de forma muy práctica y habla con ellos cara a cara. Revela los misterios del plan de gestión de Dios de 6000 años, la verdad de las tres etapas de Su obra, los misterios de Su encarnación, la verdad de la corrupción satánica de la humanidad y el desenlace de los distintos tipos de personas… Con esto adquirimos una comprensión mayor y más profunda del carácter y la obra de Dios. A su vez, Dios promulga verdades en todo tiempo y lugar de acuerdo con las necesidades humanas, revela nuestras actitudes satánicas y nuestras diversas nociones y fantasías sobre Él, y corrige los errores de nuestra fe. Dios Todopoderoso también nos da las sendas por las cuales podemos desechar el mal y alcanzar Su salvación: cómo servir de acuerdo con Su voluntad, cómo ser una persona honesta, cómo venerarlo, obedecerlo y amarlo, y cosas así. Gracias a las palabras de Dios Todopoderoso conocemos cada vez mejor nuestro carácter corrupto, nos detestamos desde dentro y nos arrepentimos de verdad. También comprendemos la voluntad y las exigencias de Dios, y llegamos a conocer un poco Su carácter y a saber a quiénes salva y a quiénes descarta. Es el único modo en que podemos practicar fielmente la verdad y, finalmente, desechar el mal y alcanzar la salvación de Dios”.
Vi la luz tras oír esto. Le dije a la hermana: “Ahora entiendo. Si Dios no apareciera a obrar en la carne, nos costaría comprender la verdad, pero, como Dios se encarna y habla en lenguaje humano, nos resulta fácil comprenderla y podemos practicar fielmente la verdad y acatar la voluntad de Dios”.
La hermana me leyó otros dos pasajes de la palabra de Dios Todopoderoso. “Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, no solo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. No puedes ver nada que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes se han oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y la que expresa todo el carácter de Dios para que el hombre lo entienda. ¿No deseas enormemente ver al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente entenderlo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?). “Aunque lo que el hombre ve hoy es un Dios igual a él, un Dios con una nariz y dos ojos, un Dios sin nada especial, al final Él os mostrará que sin la existencia de este hombre el cielo y la tierra pasarían por un cambio tremendo; sin la existencia de este hombre, el cielo se volvería sombrío, la tierra se convertiría en caos y toda la humanidad viviría entre hambruna y plagas. Él os mostrará que, si Dios encarnado no viniera a salvaros en los últimos días, entonces Dios habría destruido a toda la humanidad hace mucho tiempo en el infierno; sin la existencia de esta carne, seríais para siempre archipecadores, seríais cadáveres eternamente. Deberíais saber que, sin la existencia de esta carne, toda la humanidad enfrentaría una calamidad inevitable y le resultaría imposible escapar del castigo más severo que Dios le impone en los últimos días. Sin el nacimiento de esta carne corriente, todos vosotros estaríais en un estado en el que rogar por la vida no haría posible vivir, y orar por la muerte no haría posible morir; sin la existencia de esta carne no podríais recibir hoy la verdad y venir ante el trono de Dios. Más bien, Él os castigaría por vuestros graves pecados. ¿Sabéis que si no fuera por el retorno de Dios a la carne, nadie tendría oportunidad de salvarse, y que si no fuera por la venida de esta carne, Dios habría acabado hace mucho la era antigua? Así las cosas, ¿podéis todavía rechazar la segunda encarnación de Dios? Ya que os podéis beneficiar tan enormemente de este hombre corriente, entonces ¿por qué no lo aceptáis con alegría?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?). La hermana me enseñó lo siguiente: “Dios encarnado es la fuente de toda verdad y nuestra puerta de entrada al reino. Al aceptar a Dios Todopoderoso, Cristo de los últimos días, tenemos la oportunidad de recibir de Él toda verdad y entendimiento del carácter justo de Dios. Entonces podemos recibir la aprobación de Dios y entrar al reino de los cielos. Si Dios no se encarnara en los últimos días para venir a realizar la obra del juicio para salvar a la humanidad, no podríamos purificar y transformar nuestro carácter satánico, seguiríamos estando corrompidos por Satanás, nos resistiríamos cada vez más a Dios y, a la larga, seríamos aniquilados en el desastre. Por ello, ¡es cuestión de vida o muerte para nosotros ser capaces de recibir el regreso del Señor y aceptar la obra de Dios Todopoderoso! Debemos ser muy cautos ¡y aprovechar esta oportunidad extremadamente excepcional! Quienes solo acepten al Señor, pero no a Cristo, en los últimos días, al final no podrán alcanzar la salvación”.
Tras escuchar a la hermana leer las palabras de Dios Todopoderoso, sentí que estas palabras venían de Dios y que no pudo pronunciarlas una persona normal. En la palabra de Dios también intuí Su interés por la humanidad. Dios se ha encarnado en la tierra en los últimos días, y personalmente difunde verdades para salvarnos de la corrupción satánica. Dios obra así únicamente para salvar a la humanidad. ¡Qué grande es Su amor por nosotros! Estaba muy emocionada, me sentí realmente bendecida por oír el evangelio de Dios en los últimos días. Solamente quería leer más la palabra de Dios Todopoderoso y no perderme ni una reunión. Incluso cuando tenía trabajo o estaba enferma, quería asistir a las reuniones, pues esperaba comprender más verdades todavía. Más adelante, me reunía con los demás, hablábamos mucho de la palabra de Dios Todopoderoso y logré entender la diferencia entre el Cristo verdadero y los falsos, los misterios de la encarnación de Dios y la relación entre Dios y la Biblia. También miré muchas películas y videos de la Iglesia de Dios Todopoderoso y descubrí que Dios ya había creado un grupo de vencedores en China. Se habían cumplido las profecías del Apocalipsis. Por medio del estudio, me convencí de la obra de Dios en los últimos días, comprobé que Dios Todopoderoso era el regreso del Señor Jesús ¡y recibí al Señor! Estaba encantada. Para mí, es verdaderamente valioso poder recibir el regreso del Señor. Deseo buscar la verdad, cumplir con un deber para difundir la palabra de Dios, dar testimonio de Su obra y llevar ante Él a más gente que anhela Su aparición. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!
Las citas bíblicas marcadas (*) son tomadas de Biblia Torres Amat 1825.