Perseverar en la difusión del evangelio en medio de la tribulación
Por Yiting, ChinaEn junio de 2022, el líder dijo que el PCCh recientemente había allanado una iglesia y que ahora su trabajo evangélico no...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En 2003, acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Estaba muy emocionada, pues nuestro tan esperado Señor Jesús finalmente había regresado. Después de eso, comencé a predicar activamente el evangelio, con el deseo de compartir esta noticia con más personas que anhelan la aparición de Dios. No importaba que las personas religiosas me obstaculizaran, golpearan o maldijeran o que el gran dragón rojo tratara de perseguirme y arrestarme, yo continuaba predicando el evangelio. Después de un tiempo, un tumor mamario que había tenido durante muchos años se curó milagrosamente sin cirugía y los ingresos de nuestra empresa familiar se duplicaron. A partir de ahí, puse aún más esfuerzo en mis deberes. Sin importar dónde iba a predicar el evangelio, cuán lejos o cuán difíciles fueran las condiciones, estaba realmente deseosa. En 2012, estaba sirviendo como líder de la iglesia y, como estaba ocupada con mis deberes, no regresé a casa durante bastante tiempo. Un día, camino a una reunión, me encontré con mi hijo. Me contó que a mi nieta le habían descubierto un tumor maligno en el cerebro. Aunque habían gastado cientos de miles de yuanes, no se lo habían podido curar y el médico dijo que solo le quedaban dos meses de vida. Se me estrujó el corazón y pensé: “Dios mío, ¿cómo es posible que una niña tan pequeña tenga esta enfermedad?”. Cuando fui a casa, vi que mi nieta llevaba una venda en la cabeza y que ya estaba ciega de un ojo. Sin embargo, estaba bailando frente al televisor. Me invadió una inmensa tristeza. Simplemente, no podía aceptar esta realidad y me largué a llorar. Mi nieta tenía solo tres años. Estaba llena de vida. ¿Realmente iba a terminar su vida tan pronto? Mi corazón se llenó de un dolor indescriptible. En seguida le pregunté a mi esposo si podíamos llevarla al mejor hospital para buscar otra opinión, pero él me dijo: “No tiene sentido. Ya es tarde. No tiene cura. Solo le quedan dos meses de vida”. Después de escuchar lo que dijo mi esposo, no pude dormir en toda la noche. Pensé: “¿Cómo es posible que mi nieta tenga esta enfermedad? Desde que encontré a Dios cumplo con mis deberes y he sufrido mucho. ¿Por qué Dios no protegió a mi nieta? ¿Por qué me ha mandado esta prueba tan grande?”. Cuanto más lo pensaba, más dolor sentía y ya no quería salir a cumplir con mis deberes. Sabía que este estado no era correcto y por eso, le oré a Dios para rebelarme contra mí misma, pero en mi corazón, seguía esperando que Dios curara a mi nieta. Recordé el relato de la Biblia donde murió una niña. El Señor Jesucristo le tomó la mano y la niña volvió a la vida. Entonces oré y le encomendé mi nieta a Dios. Pensé que debía apresurarme a seguir cumpliendo con mis deberes. Creía que si Dios veía cuánto me estaba sacrificando y esforzando, quizás curaría a mi nieta. También les dije a mi hijo y a mi esposo que oraran más por ella.
En ese momento, esperaba en mi corazón que mi nieta se recuperara y no podía dejar de pensar en ella mientras realizaba mis deberes. Todo el tiempo se me venían a la mente recuerdos de ella tan vivaz y adorable, como una película. Aunque seguía llevando a cabo mis deberes, no lo hacía con el mismo sentido de carga que antes. Sobre todo cuando pensaba lo linda que era mi nieta y que solo le quedaban dos meses de vida, me dolía el corazón como si me lo estuvieran cortando con un cuchillo. No podía dormir por las noches y muchas veces me largaba a llorar sin darme cuenta. Vivía en la debilidad y la negatividad y era ineficaz en mi deber. Me di cuenta de que mi estado era peligroso. Sabía que si no cambiaba las cosas rápidamente, perdería la obra del Espíritu Santo, Así que me presenté ante Dios y oré: “Dios, mi nieta tiene una enfermedad muy grave y estoy sufriendo mucho. Te pido que cuides mi corazón y me esclarezcas para comprender Tu intención”. Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando las personas atraviesan pruebas, es normal que sean débiles, internamente negativas o que carezcan de claridad sobre las intenciones de Dios o sobre la senda en la que practicar. Pero en cualquier caso, debes tener fe en la obra de Dios y, como Job, no debes negarlo. Aunque Job era débil y maldijo el día de su propio nacimiento, no negó que Jehová le concedió todas las cosas en la vida humana, y que también es Él quien las quita. Independientemente de las pruebas que haya soportado, él mantuvo esta creencia. En tu experiencia, da igual cuál sea el tipo de refinamiento al que te sometas mediante las palabras de Dios, lo que Él exige de la humanidad, en pocas palabras, es su fe y su corazón amante de Dios. Lo que Dios perfecciona al obrar de esa manera es la fe, el amor y las aspiraciones de las personas. Dios realiza la obra de perfección en la gente y ellos no pueden verla ni sentirla; es en tales circunstancias en las que se requiere tu fe. Se exige la fe de las personas cuando algo no puede verse a simple vista, y se requiere de tu fe cuando no puedes abandonar tus propias nociones. Cuando no tienes clara la obra de Dios, lo que se requiere es tu fe y que adoptes una posición sólida y que te mantengas firme en tu testimonio. Cuando Job alcanzó este punto, Dios se le apareció y le habló. Es decir, solo podrás ver a Dios desde el interior de tu fe. Cuando tengas fe, Dios te perfeccionará. Si no tienes fe, Él no puede hacerlo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). Medité en las palabras de Dios y entendí que Dios había permitido la enfermedad de mi nieta, y que era una prueba de Dios para perfeccionar mi fe. Pensé en Job, que sabía que su riqueza y todo lo que tenía se lo había dado Dios, y que era perfectamente natural y justificado que Dios se lo quitara. Cuando Dios lo sometió a pruebas, Job eligió maldecir el día de su nacimiento en lugar de quejarse de Dios. Pudo decir: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21). Él tenía verdadera fe y entregó su vida a Dios, y permitió que Él orquestara todo. La humanidad de Job era muy honesta y buena. Pensé en mí. Antes cumplía mi deber con entusiasmo. Por más sufrimiento que soportara al predicar el evangelio y aunque el mundo religioso y el gran dragón rojo intentaran perseguirme y condenarme, nunca me volví negativa. En cambio, simplemente seguí predicando el evangelio y haciendo sacrificios como siempre. Pero no era una fe verdadera. Fue porque, después de encontrar a Dios, la empresa de mi familia prosperó y Dios sanó mi enfermedad. Disfrutaba la gracia y las bendiciones de Dios. Pero ahora que mi nieta tenía cáncer en el cerebro y solo le quedaban dos meses de vida, y Dios no la estaba curando como yo le pedí, empecé a discutir con Dios apoyándome en mis sacrificios anteriores y quejándome de Él porque no protegía a mi nieta. Incluso sentía que lo que Dios estaba haciendo no era considerado, y que Él no debía haber permitido que me llegara una prueba tan grande. Me di cuenta de que me faltaban humanidad y razón. No tenía verdadera fe ni sumisión a Dios. Al pensar en esto, sentí que realmente había decepcionado a Dios. Dios me había dado muchísimo. No podía seguir siendo tan codiciosa. Tenía que emular a Job y someterme a las orquestaciones y arreglos de Dios.
Más tarde, mientras llevaba a cabo mi deber, cada vez que veía a los hijos de los hermanos y hermanas, pensaba en mi nieta y fantaseaba con que volviera a estar sana también, saltando y corriendo a mi alrededor. Recordé que cuando tuve cáncer de mama, el médico había dicho que el tumor había crecido y que era peligroso si no me operaban. Confié en Dios y seguí cumpliendo con mi deber y, milagrosamente, el tumor desapareció. Esta vez, quería realizar mi deber con dedicación de nuevo, así que llené mi agenda de reuniones frecuentes con los hermanos y hermanas para hablar del trabajo. Los hermanos y hermanas predicaban el evangelio activamente y apoyaban a los fieles nuevos. No había demoras en el trabajo. Pensé: “Quizás un día la enfermedad de mi nieta se cure de repente”. Dos meses después, cuando volví a mi casa, vi que la enfermedad de mi nieta no solo no había mejorado, sino que el cáncer se había extendido por todo su cuerpo. Solo le quedaba un hálito de vida. Ya le habían preparado un pequeño ataúd. Mi hijo y mi nuera lloraban sin parar. Tenía el corazón destrozado y no podía contener el llanto. Comencé a tratar de razonar con Dios otra vez. Me dije: “No descuidé mi deber en estos dos meses mientras mi nieta estaba enferma. Desde que empecé a creer en Dios, siempre hice sacrificios y me esforcé. Dejé de trabajar, el mundo me calumnia, mis familiares me han abandonado y el gran dragón rojo me persigue. Por más duro que fuera el entorno, he persistido en mis deberes. ¿Cómo es posible que este sea el resultado? No he hecho nada para resistirme claramente a Dios. ¿Por qué me ha pasado esto? ¿Por qué Dios no protegió a mi nieta?”. Mi estado empeoró de repente. No tenía fuerzas para caminar ni ganas de comer. Tenía un dolor y una negatividad tan grandes que pensé en no cumplir más con mis deberes. Sabía que no debía quejarme, pero cuando veía a mi nieta al borde de la muerte, no podía evitarlo. Oré a Dios en silencio: “Dios, no quiero quejarme de Ti, pero realmente no puedo sobreponerme. Me siento tan débil e indefensa. Por favor, no permitas que mi corazón se queje”. Poco después, mi nieta falleció. Tenía un dolor inmenso en el corazón. No tenía deseos de leer las palabras de Dios ni de hablar en las reuniones. En especial cuando veía a los hijos de los hermanos y hermanas de la misma edad que mi nieta, no podía evitar llorar. Vivía en la negatividad y la incomprensión y mi estado no mejoró durante mucho tiempo. Tampoco obtenía resultados en mis deberes. Fue entonces cuando me presenté ante Dios para orar y buscar.
Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios y mi corazón se iluminó. Dios Todopoderoso dice: “Si el nacimiento de uno fue destinado por su vida anterior, entonces su muerte señala el final de ese destino. Si el nacimiento de uno es el comienzo de su misión en esta vida, entonces la muerte señala el final de esa misión. Como el Creador ha determinado una serie fija de circunstancias para el nacimiento de una persona, no hace falta decir que Él también ha organizado una serie fija de circunstancias para su muerte. En otras palabras, nadie nace por azar, ninguna muerte es inesperada, y tanto el nacimiento como la muerte están necesariamente conectados con las vidas anterior y presente de uno. Las circunstancias del nacimiento y la muerte de uno están predeterminadas por el Creador; este es el destino de una persona, su sino. Como hay muchas explicaciones para el nacimiento de una persona, también es cierto que la muerte de una persona naturalmente tendrá lugar bajo una serie especial de varias circunstancias. Esta es la razón de la duración diferente de la vida de cada persona y las distintas formas y momentos de sus muertes. Algunos son fuertes y sanos, pero mueren jóvenes; otros son débiles y enfermizos, pero viven hasta la vejez y fallecen apaciblemente. Algunos mueren por causas no naturales; otros, por causas naturales. Algunos terminan su vida lejos de casa, otros cierran los ojos por última vez con sus seres queridos a su lado. Algunos mueren en el aire, otros bajo tierra. Algunos se hunden bajo el agua, otros se pierden en desastres. Algunos mueren por la mañana y otros por la noche… Todo el mundo quiere un nacimiento ilustre, una vida brillante y una muerte gloriosa, pero nadie puede llegar más allá de su propio destino, nadie puede escapar de la soberanía del Creador. Este es el destino humano. El hombre puede hacer todo tipo de planes para su futuro, pero nadie puede planear cómo nace o la forma y el momento de su partida de este mundo. Aunque las personas hacen todo lo que pueden para evitar y resistirse a la llegada de la muerte, aun así, sin que lo sepan, la muerte se les acerca silenciosamente. Nadie sabe cuándo o cómo morirá, mucho menos dónde ocurrirá. Obviamente, la humanidad no es la que tiene el poder de la vida y la muerte ni ningún ser del mundo natural, sino el Creador, cuya autoridad es única. La vida y la muerte de la humanidad no son el producto de alguna ley del mundo natural, sino una consecuencia de la soberanía de la autoridad del Creador” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). A partir de las palabras de Dios, comprendí que el porvenir humano y la vida y la muerte están en manos de Dios. Cuándo nace y cuándo muere una persona está predeterminado por Dios. Las personas no pueden cambiar eso. Al igual que la enfermedad de mi nieta y cuándo debía morir también estaba predeterminado por Dios, y no era algo que mis intenciones subjetivas pudieran cambiar. No se podía cambiar con mi trabajo, mi sufrimiento ni mis sacrificios. Yo no podía someterme a la soberanía y a los arreglos de Dios y, al mismo tiempo, esperar que mi trabajo y mi esfuerzo hicieran que Dios cambiara el porvenir de mi nieta. ¿No estaba esencialmente oponiéndome a Dios? La vida y la muerte de mi nieta estaban vinculadas a su vida pasada y presente. Solo pudo vivir esos pocos años. Ese era su sino. De hecho, muchos hijos de familias no creyentes también mueren de diversas enfermedades terminales. Por ejemplo, yo conocía a un no creyente cuyo hijo también tuvo cáncer en el cerebro. Al principio se curó, pero luego el niño recayó a los doce años y finalmente murió. Con esto, vi que Dios determina cuánto tiempo vive una persona. No tiene nada que ver con el hecho de que la familia crea en Dios. Sin embargo, yo pensaba que como yo creía en Dios, mi nieta no debía morir por su enfermedad. Era un punto de vista falaz. Después de darme cuenta de esto, ya no sentí tanto dolor en mi corazón. También pude aceptar lo que viniera de parte de Dios y someterme a Su soberanía y arreglos en relación con la muerte de mi nieta. Compartí este entendimiento con mi esposo y mi hijo para que ellos tampoco se quejaran de Dios.
Un día, leí otro pasaje de las palabras de Dios y comprendí un poco mis problemas. Dios Todopoderoso dice: “Cuando se trata de bendiciones y tribulaciones, hay una verdad que buscar. ¿Cuál es el dicho sabio al que debería ceñirse la gente? Job dijo: ‘¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?’ (Job 2:10). ¿Son la verdad estas palabras? Son las palabras de un hombre; no pueden elevarse al nivel de la verdad, aunque en cierto modo se ajustan a ella. ¿En qué modo? Que las personas sean bendecidas o sufran tribulaciones está por completo en las manos de Dios, todo está bajo Su soberanía. Esta es la verdad. ¿Creen esto los anticristos? No. No lo reconocen. ¿Por qué no lo creen ni lo reconocen? (Creen en Dios para ser bendecidos; eso es lo único que quieren). (Porque son demasiado egoístas y solo persiguen los intereses de la carne). En su fe, los anticristos solo desean que los bendigan y no quieren sufrir tribulaciones. Cuando ven a alguien a quien han bendecido, alguien que se ha beneficiado, alguien a quien han concedido gracia y que ha recibido más gozos materiales, grandes ventajas, creen que ha sido cosa de Dios y, si no reciben tales bendiciones materiales, entonces no es la acción de Dios. Su lógica es: ‘Si realmente eres dios, entonces solo puedes bendecir a las personas; debes evitarles las tribulaciones y no permitir que afronten sufrimiento. Solo en ese caso tiene un valor y un sentido que la gente crea en ti. Si la adversidad sigue golpeando a las personas una vez que te siguen, si ellas siguen sufriendo, ¿qué sentido tiene que crean en ti?’. No admiten que todos los acontecimientos y las cosas están en las manos de Dios, que Dios es soberano sobre todas las cosas. ¿Y por qué no lo admiten? Porque los anticristos tienen miedo de sufrir tribulaciones. Solo quieren beneficiarse, aprovecharse, gozar de bendiciones; no tienen deseos de aceptar la soberanía ni la instrumentación de Dios, sino solo de recibir beneficios de Su parte. Este es el punto de vista egoísta y despreciable de los anticristos. Esta es una serie de manifestaciones que presentan los anticristos en lo que se refiere a palabras de Dios tales como Sus promesas y bendiciones. En general, estas manifestaciones involucran, ante todo, los puntos de vista de los anticristos con respecto a su búsqueda, como así también sus opiniones, evaluaciones y comprensión de esta clase de acción que Dios hace por las personas” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (VI)). Las palabras de Dios han expuesto las intenciones despreciables detrás de la creencia en Dios de los anticristos. Los anticristos creen en Dios para obtener bendiciones y beneficios, pero en cuanto sufren una desgracia, se quejan de Dios y lo traicionan. Todo lo que hacen se basa en la expectativa de las bendiciones y los beneficios. Esencialmente, tratan de negociar con Dios. Al reflexionar sobre mis intenciones y objetivos para creer en Dios, me di cuenta de que no eran muy distintos a los de un anticristo. Yo también estaba buscando bendiciones. Pensé en cuando empecé a creer en Dios. Mi tumor de mama se curó sin que yo siquiera me diera cuenta, y la empresa familiar creció. Dios me dio muchas bendiciones y gracias, y yo estaba tan feliz que no podía parar de sonreír e incluso cantaba mientras caminaba. Nuestra familia estaba llena de risa, e incluso mi esposo e hijos decían que Dios es verdaderamente bueno. Sentía una energía infinita mientras llevaba a cabo mis deberes. Sentía que hacer sacrificios, esforzarme y sufrir valían la pena. Alababa y agradecía a Dios desde el fondo de mi corazón. Pero al ver que a mi nieta le diagnosticaron un tumor en el cerebro y le quedaban solo dos meses de vida, me quejé de Dios por no protegerla. Oraba y le rogaba a Dios todos los días, con la esperanza de que mi nieta sanara y el deseo de que Dios la curara. También trabajaba mucho para cumplir con mis deberes, porque esperaba que Dios, por mi lealtad al hacerlos, hiciera que mi nieta se recuperara milagrosamente. Pero cuando mi nieta falleció, me volví negativa y empecé a quejarme otra vez. Ni siquiera quería seguir cumpliendo con mis deberes. Incluso mencionaba mis sacrificios y esfuerzos pasados para tratar de razonar con Dios. ¿Realmente creía en Dios? Pensé en Pablo, que dedicó su vida a Dios, estableciendo iglesias por todas partes, incuso sufriendo prisión, con la esperanza de recibir las recompensas y bendiciones de Dios. Consideraba todos sus esfuerzos como medios de negociación para obtener una corona de justicia, usando estas cosas para forzar a Dios. Ofendió gravemente el carácter de Dios, y finalmente encontró el castigo y las maldiciones de Dios. Mi punto de vista sobre la búsqueda era igual que el de Pablo. Pensaba que cuanto más me sacrificaba y me esforzaba por Dios, más debía darme Él a cambio. Cuando Dios no me bendecía, me quejaba de que era injusto. Vi que yo era verdaderamente egoísta y despreciable, porque solo buscaba sacar provecho, como si trabajara en el mundo exterior, pensando que cuanto más trabajara, más paga recibiría y que si no la recibía, no trabajaría. Cumplir con el deber de uno es perfectamente natural y está justificado, pero yo lo hacía para que Dios me diera bendiciones y gracia. Solo cumplía con mis deberes por mis propios intereses. No tenía sinceridad y era algo puramente transaccional. Mis despreciables intenciones verdaderamente habían hecho que Dios me detestara.
Luego, leí un pasaje de las palabras de Dios: “No importa cuántas cosas le sucedan, el tipo de persona que es un anticristo nunca trata de abordarlas buscando la verdad en las palabras de Dios, y mucho menos trata de dilucidarlas por medio de ellas, lo cual se debe completamente a que no creen que cada renglón de las palabras de Dios sea la verdad. Por más que la casa de Dios comparta la verdad, los anticristos siguen siendo poco receptivos y, en consecuencia, carecen de la actitud correcta, sea cual sea la situación a la que se enfrenten; en particular, en cuanto a la forma de abordar a Dios y a la verdad, los anticristos se niegan tercamente a dejar de lado sus nociones. El dios en el que creen es un dios que realiza señales y prodigios, un dios sobrenatural. A cualquiera que pueda realizar señales y prodigios —ya sea la Bodhisattva Guanyin, Buda o Mazu— lo llaman dios. Creen que solo aquellos que pueden realizar señales y prodigios son dioses que poseen la identidad de dioses y que aquellos que no pueden, por muchas verdades que expresen, no son dioses necesariamente. No entienden que expresar la verdad es el gran poder y omnipotencia de Dios; en cambio, creen que solo realizar señales y prodigios es el gran poder y omnipotencia de los dioses. Por tanto, en cuanto a la obra práctica del Dios encarnado de expresar la verdad para conquistar y salvar a las personas, de regar, pastorear y guiar al pueblo escogido de Dios, permitiéndole experimentar realmente el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios, así como llegar a comprender la verdad, despojarse de sus actitudes corruptas y convertirse en personas que se someten a Dios y lo veneran, entre otras cosas, los anticristos consideran que todo esto es obra del hombre y no de Dios. En la mente de los anticristos, los dioses deberían esconderse detrás de un altar y procurar que la gente les haga ofrendas, comerse los alimentos que les ofrezcan, inhalar el humo del incienso que quemen, tenderles una mano cuando se hallen en problemas, mostrarse muy poderosos y prestarles ayuda inmediata dentro de los límites de lo que para ellos resulta comprensible, así como satisfacer sus necesidades cuando la gente pide ayuda y son honestos en sus súplicas. Para los anticristos, solo un dios semejante es un dios verdadero. Mientras tanto, todo lo que Dios hace en la actualidad se encuentra con el desprecio de los anticristos. ¿Y por qué? A juzgar por la esencia-naturaleza de los anticristos, lo que ellos requieren no es la obra de riego, pastoreo y salvación que el Creador realiza sobre los seres creados, sino prosperidad y el cumplimiento de sus aspiraciones en todas las cosas, no ser castigados en esta vida e ir al cielo en el mundo que vendrá. Su punto de vista y sus necesidades confirman su esencia de odio a la verdad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 15: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo (I)). A través de la exposición de las palabras de Dios, me di cuenta de que a pesar de seguir a Dios durante muchos años, aún creía en un Dios vago. Trataba a Dios como un Bodhisattva. Lo veía solamente como un objeto que concede bendiciones y creía que mientras creyera sinceramente en Dios y cumpliera con mis deberes, Dios me bendeciría y aseguraría la paz de mi familia y la mantendría libre de enfermedades y desastres. Cuando a mi nieta le diagnosticaron una enfermedad terminal, pensé que podía exigirle a Dios que realizara un milagro y la curara si yo me dedicaba más a cumplir con mis deberes. Trataba a Dios como un objeto que concedía grandes bendiciones, pensando que Dios debía cumplir mis exigencias según mis sacrificios “sinceros”. ¿Era esto una creencia genuina en Dios? La obra de Dios en los últimos días no es realizar milagros o curar a las personas y expulsar a los demonios, sino expresar la verdad para realizar la obra del juicio y el castigo, purificar a las personas y librarlas de su carácter corrupto para que puedan salvarse. Pero yo no conocía la obra de Dios ni reflexionaba sobre qué puntos de vista había estado siguiendo todos estos años de creer en Dios ni qué senda había seguido. No prestaba atención a las verdades expresadas por Dios. Tampoco experimentaba de forma práctica Sus palabras ni buscaba un cambio de actitud en los entornos dispuestos por Dios. En cambio, solo trataba de negociar con Él y le exigía gracia y bendiciones. ¿Qué diferencia había entre mi actitud de creer en Dios y la de los idólatras? ¿No era una blasfemia hacia Dios? No me enfocaba en perseguir la verdad en mi fe en Dios, sino en obtener Su gracia y bendiciones. Incluso me resistí y me quejé en mi corazón por la muerte de mi nieta, pensando que Dios era injusto. Ni siquiera quería seguir cumpliendo con mis deberes. Estaba en total oposición a Dios y, si no me arrepentía, por más que me sacrificara o me esforzara no encontraría la aprobación de Dios.
Más tarde, leí más de las palabras de Dios y obtuve una comprensión más clara de cómo debía perseguir la fe en Dios. Dios Todopoderoso dice: “Puedes pensar que creer en Dios consiste en sufrir o en hacer todo tipo de cosas por Él; podrías pensar que el propósito de creer en Dios tiene como fin que tu carne esté en paz o que todo en tu vida funcione sin problemas, o que te sientas cómodo y a gusto con todo. Sin embargo, ninguno de estos son propósitos que la gente debería vincular a su creencia en Dios. Si crees por estos propósitos, entonces tu perspectiva es incorrecta y resulta simplemente imposible que seas perfeccionado. Las acciones de Dios, el carácter justo de Dios, Su sabiduría, Su palabra, y lo maravilloso e insondable que Él es, todas son cosas que las personas deben tratar de entender. Como posees este entendimiento, debes utilizarlo para librar a tu corazón de todas las demandas, esperanzas y nociones personales. Solo eliminando estas cosas puedes cumplir con las condiciones exigidas por Dios, y solo haciendo esto puedes tener vida y satisfacer a Dios. El propósito de creer en Dios es satisfacerlo y vivir el carácter que Él requiere, para que Sus acciones y Su gloria se manifiesten a través de este grupo de personas indignas. Esta es la perspectiva correcta para creer en Dios, y este es también el objetivo que debes buscar” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). “No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Recibir bendiciones se refiere a cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere a cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a actuar por temor a sufrir desgracias” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). A partir de las palabras de Dios, comprendí que creer en Dios no debe ser buscar bendiciones o usar mis deberes para lograr mis objetivos, sino que debería enfocarme en buscar la verdad en los entornos que Dios ha dispuesto para resolver mi carácter corrupto, usando mis experiencias reales para dar testimonio de Dios y cumplir mi deber como un ser creado. Este es el punto de vista correcto sobre la persecución de la fe en Dios. Al mismo tiempo, también me di cuenta de que llevar a cabo mis deberes en mi fe no está relacionado con recibir bendiciones o sufrir desgracias, ya que cumplir con los deberes de un ser creado es nuestra responsabilidad. Ya sea que encontremos bendiciones o desgracias, debemos llevar a cabo nuestros deberes de manera diligente y no rehuirlos. Oré a Dios: “Dios, no debería quejarme de Ti o exigirte gracia y bendiciones. Todo lo que haces es bueno y yo estaba ciega al no perseguir la verdad o comprender Tu obra, mientras intentaba negociar contigo. Ahora estoy dispuesta a abandonar mi punto de vista incorrecto en la persecución de la fe y someterme a Tu soberanía y arreglos”.
Después de experimentar esta prueba y refinamiento, entendí algo sobre la intención impura de perseguir las bendiciones en mi fe en Dios. Mi perspectiva acerca de creer en Dios ha cambiado un poco y he comprendido la omnipotencia y soberanía de Dios. También comprendo que experimentar pruebas y refinamiento es algo bueno y que es una muestra del amor de Dios por mí. ¡Gracias a Dios por Su salvación!
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