Ya no soy cobarde

27 Mar 2025

Por Sabrina, Francia

En julio de 2022, regaba a los nuevos creyentes en la iglesia. Lucía era la diaconisa de riego, responsable de mi trabajo. Ruthy, la líder de la iglesia, tenía una opinión favorable de Lucía; solía elogiarla delante de nosotros por su buen calibre y su gran capacidad de trabajo, y se refería a ella como el pilar del trabajo de riego de la iglesia. Así que yo también tenía a Lucía en alta estima. Pero, después de interactuar con Lucía durante un tiempo, descubrí que ella no buscaba los principios-verdad en su forma de manejar los asuntos y hacía ajustes arbitrarios de personal. En varias ocasiones, los regadores que ella había dispuesto no se alineaban con los principios, y, en menos de un mes, los reemplazaba. Los cambios frecuentes de regadores afectaban seriamente el trabajo de riego de los nuevos creyentes. Además, en su trabajo, ella solo gritaba lemas y participaba en las tareas superficiales, sin abordar nuestras dificultades reales. Siempre que nuestros resultados de riego no eran tan buenos como los de otras iglesias, ella se enojaba mucho y nos regañaba continuamente como un adulto que reprende a niños. Los hermanos y hermanas se sentían cada vez más constreñidos por ella, no se atrevían a hablar cuando la veían y se sentían fuertemente reprimidos. La líder Ruthy estaba al tanto de las conductas de Lucía, pero nunca abordó sus problemas hablando con ella.

En mayo de 2023, durante una reunión, los líderes de nivel superior nos hablaron de la verdad sobre cómo discernir a los anticristos, los falsos líderes y las personas malvadas, y nos animaron a practicarla exponiendo cualquier comportamiento y manifestación que observáramos de los anticristos, los falsos líderes y las personas malvadas. Después de la reunión, el hermano Jasper se me acercó y me dijo: “La diaconisa de riego Lucía es imprudente al elegir y emplear a las personas sin seguir los principios y, a menudo, reprende a los hermanos y hermanas. He oído hablar de los problemas que has mencionado con respecto a ella. Como tienes más contacto con Lucía y conoces más sus comportamientos, te sugiero que denuncies estos problemas. Esto es un acto de justicia”. Al escuchar las palabras de Jasper, también creí que debíamos informar los problemas de Lucía y acepté presentar una carta de denuncia ese día. Cuando estaba a punto de escribirla, de repente, me vino a la cabeza que Ruthy y Lucía supervisaban directamente mi trabajo y que, si presentaba la carta de denuncia, terminaría pasando por sus manos. Lucía solía ser bastante dominante y, a menudo, me acusaba de ser irresponsable en mi deber y de no centrarme en obtener resultados en mi trabajo. Si se enterara de que la denuncié, ¿no podría castigarme, complicarme la vida o incluso destituirme o reasignarme a otro deber? Estas cosas me asustaban mucho y me ponían en conflicto, y pensé: “Será mejor que haga la vista gorda. Causarles problemas a ellas sería causarme problemas a mí misma. No quiero perder la oportunidad de cumplir mis deberes. Es más importante protegerme a mí misma”. Además, como había muchas cosas que hacer ese día, decidí no escribir la carta de denuncia poniendo como excusa que estaba ocupada. Al día siguiente, Jasper envió un mensaje preguntándome si había presentado la denuncia. Cuando vi el mensaje, sentí que me ardía el rostro y estaba profundamente avergonzada en mi interior. Simplemente respondí con un “no”. Jasper no dijo nada más.

En los días siguientes, me sentí muy inquieta y me invadía la culpa. En mi práctica devocional, leí estas palabras de Dios: “Si a menudo tienes un sentimiento de culpabilidad en tu vida, si tu corazón no halla descanso, si no tienes paz ni alegría, y a menudo te sientes abrumado por la preocupación y la ansiedad por todo tipo de cosas, ¿qué demuestra esto? Simplemente que no practicas la verdad, que no te mantienes firme en tu testimonio de Dios. Cuando vives en medio del carácter de Satanás, es posible que falles en practicar la verdad con frecuencia, que la traiciones, que seas egoísta y vil; solo defiendes tu imagen, tu reputación, tu estatus y tus intereses. Vivir siempre para ti mismo te acarrea un gran dolor. Tienes tantos deseos egoístas, enredos, grilletes, recelos y preocupaciones que no albergas la menor paz ni alegría. Vivir en aras de la carne corrupta es sufrir de manera excesiva(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). La exposición de las palabras de Dios me hizo comprender claramente que me sentía inquieta y culpable porque estaba salvaguardando mis propios intereses y protegiéndome a mí misma, en lugar de practicar la verdad. Estaba muy consciente de que exponer y denunciar a los falsos líderes, anticristos y personas malvadas era responsabilidad de cada uno de los escogidos de Dios y un aspecto de la verdad que debe practicarse. Esto se debe a que el daño que los anticristos y las personas malvadas causan a la obra de la iglesia es tan grande que cualquier persona con un poco de conciencia y razón debería denunciarlos y exponerlos para protegerla. Sin embargo, incluso cuando descubrí los problemas, no tuve el valor de denunciarlos por temor a que Ruthy y Lucía pudieran reprimirme y tomar represalias contra mí después de ver mi denuncia. Preferí ser complaciente a proteger la obra de la iglesia y no consideré cómo cumplir mis deberes y mantenerme firme en mi testimonio. ¡Era tan egoísta y despreciable! Al darme cuenta de esto, oré a Dios en silencio: “Oh, Dios, soy tan egoísta y despreciable por no tener el valor de escribir la denuncia. Me siento profundamente culpable. Oh, Dios, te pido que me des la fe y el valor para practicar la verdad”.

En los días siguientes, observé aún más problemas con Lucía. En un informe del trabajo, dijo que cinco recién llegados no tenían sed de la verdad ni asistían a las reuniones con regularidad, y que planeaba dejar de regarlos y apoyarlos. Pero, en realidad, algunos de esos recién llegados estaban enfermos, varios estaban ocupados con el trabajo y otros tenían problemas familiares reales que necesitaban resolver, lo que les impedía temporalmente asistir a las reuniones con regularidad, y los propios recién llegados también estaban molestos por esto. Como la asistencia irregular de los recién llegados afectaba los resultados del trabajo de Lucía, ella simplemente renunció a esos recién llegados que necesitaban riego y apoyo. Sentimos que esto claramente vulneraba los principios y era irresponsable, así que revisamos la parte de la denuncia sobre Lucía que no era factual. Cuando Lucía vio los cambios, se puso furiosa y nos interrogó sobre por qué los habíamos hecho. Después de que le expliqué el motivo, Lucía se enojó aún más y me regañó: “¿Por qué intentas actuar como una heroína? Todo el mundo conoce los principios, eres la única que no los entiende. ¿Y qué trabajo de riego estás haciendo?”. Estaba completamente confundida. Según los principios, esos cinco recién llegados no eran personas que carecían de sed por la verdad; eran personas que necesitaban riego y apoyo, y era apropiado que corrigiéramos el contenido que no reflejaba los hechos. Entonces, ¿por qué Lucía se enojaba tanto y me acusaba de intentar ser una heroína? Sentí que había algo mal con ella. Era la diaconisa de riego, así que, el hecho de que actuara sin principios afectaría el trabajo de riego y las consecuencias podrían ser pésimas. Pensé en cómo no había tenido el coraje de escribir la carta de denuncia la última vez y en cómo había perdido una oportunidad de practicar la verdad, lo cual me dejó con un sentimiento de deuda. Esta vez, tenía que denunciar sus problemas a los superiores. Pero un pensamiento cruzó por mi mente: “Si acudo directamente a la líder Ruthy para denunciar los problemas de Lucía, ¿pensará que me estoy desviviendo por complicarle las cosas a Lucía?”. Recordé que, un año antes, cuando Lucía recién llegaba a nuestra iglesia, Ruthy estaba muy contenta y dijo que Lucía tenía un buen calibre y una gran capacidad de trabajo, y que era un pilar de la iglesia. Además, Ruthy era muy consciente de la falta de principios de Lucía y de su tendencia a reprimir y regañar a los demás, pero siempre había hecho la vista gorda ante los problemas de Lucía. Dado lo mucho que Ruthy estimaba a Lucía, ¿tomaría en serio mi denuncia? ¿Encubriría a Lucía y me dificultaría las cosas, impidiéndome cumplir con mis deberes? Con estas cosas en mente, me llené de preocupaciones, sin saber si debía plantearle a Ruthy los problemas de Lucía. Me di cuenta de que una vez más estaba tratando de protegerme. Así que, esa noche, busqué artículos de testimonios vivenciales relevantes para leer relacionados con mi estado. Uno de ellos citó un pasaje de las palabras de Dios que realmente me conmovió. Leí estas palabras de Dios: “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus sentimientos y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se satisfagan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que sigue Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa en ellas a menudo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). Las palabras inquisitivas de Dios me llenaron de una profunda vergüenza y culpa. Vi claramente que Lucía no estaba siguiendo los principios en su deber. A menudo, actuaba por su carácter corrupto y su impetuosidad para regañar a los hermanos y hermanas. Tenía cierto discernimiento sobre los problemas de Lucía y quería denunciarlos a Ruthy, pero me preocupaba que Lucía pudiera tomar represalias y dificultarme las cosas. Además, temía que Ruthy pudiera proteger a Lucía y reprimirme o dejarme de lado. Como resultado, me protegí y no denuncié los problemas. En todo ese período de tiempo, en mi interior estaba centrada en proteger mis propios intereses, sin considerar la carga de Dios y no cuidé la obra de la iglesia. En los momentos críticos, solía desistir, no practicaba la verdad ni defendía los principios. Al reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí Su intención y encontré la senda de práctica. Entonces, reuní el coraje para denunciar los problemas de Lucía a Ruthy.

Al día siguiente, Ruthy me pidió a mí y a otros líderes de equipo que escribiéramos evaluaciones de Lucía. Escribí todos los problemas que había observado con el mayor detalle posible, pero todavía tenía algunas inquietudes, ya que me preocupaba que Ruthy pudiera proteger a Lucía y dejarme de lado o reprimirme. Por lo tanto, me dejé cierto margen agregando una línea en la evaluación: “No he visto con total claridad estos problemas, así que los denuncio para que todos los evalúen juntos”. Yo había pensado que una vez que Ruthy reuniera las evaluaciones de Lucía, la destituiría, pero pasaron los días y no sucedió nada. Empecé a sentirme ansiosa de nuevo, y pensé: “Todos han escrito sus evaluaciones de Lucía, y, aunque no determinen que merece que la destituyan, deberían exponerla y señalar sus problemas para que pueda darse cuenta de sus asuntos. Pero todavía no ha habido señales de actividad. ¿Podría ser que la líder piense que mi evaluación es incorrecta? ¿Me va a destituir?”. Unos días después, Lucía vio que los otros regadores y yo seguíamos apoyando a los recién llegados que no asistían a las reuniones regularmente, y se enojó mucho, nos preguntó por qué los que no asistían a las reuniones regularmente seguían en la iglesia, y nos acusó de actuar adrede. En una reunión de compañeros de trabajo, nos reprendió de nuevo por este asunto, y nos presionó para que renunciemos a esos recién llegados que no asistían a las reuniones regularmente. Sentí que los problemas de Lucía eran bastante serios, pero después, cuando vi que no solo no la habían destituido, sino que incluso la habían ascendido a supervisora de una importante tarea del trabajo, dudé de si había hecho una denuncia incorrecta por falta de discernimiento. En ese período, me sentía muy reprimida y abatida, y no entendía cuál era realmente la intención de Dios al encontrarme con una situación así y cómo debía experimentarla. En especial, dado que Lucía ahora ocupaba un puesto más alto, si ella efectivamente descubría que yo había denunciado sus problemas, podría reasignarme o destituirme en cualquier momento, o incluso echarme de la iglesia. Pensar en estas cosas me preocupaba y me daba mucho miedo, y ya no quería discernir más a Lucía.

Un día de julio, los líderes superiores enviaron a dos hermanos para que me preguntaran sobre la situación de Lucía. Fue entonces cuando me enteré de que el hermano Jasper había dado a los líderes superiores la información que había reunido tras enterarse de que yo no había escrito la carta de denuncia. Les conté a los dos hermanos todas las conductas de Lucía. Al escucharme, se sorprendieron mucho y dijeron: “Ruthy les pidió a todos que escribieran evaluaciones de Lucía, así que, ¿por qué no se ha hecho nada al respecto durante casi un mes?”. Por último, los dos hermanos me preguntaron: “¿Fue por temor que no escribiste la carta de denuncia?”. Al escuchar la pregunta de los hermanos, me sentí profundamente avergonzada y culpable. Me di cuenta de lo egoísta y despreciable que había sido, siempre tratando de protegerme. Me sentí tan débil. Después de informar la situación y ver que, en vez de destituir a Lucía, la habían ascendido, no tuve el coraje de hacer más denuncias. En realidad, yo era muy consciente de que Lucía tenía problemas, y que muchos de sus puntos de vista y prácticas no estaban de acuerdo con los principios-verdad. Ella reprimía y regañaba a los demás por el bien de su propia eficacia laboral, reputación y estatus, y no resolvía los problemas reales. Incluso abandonó a varios recién llegados que necesitaban riego y apoyo. Cuando corregí sus problemas, incluso me reprendió y me acusó de intentar ser una heroína. Sin embargo, por temor a su estatus y poder y a que me reprimieran o me castigaran, no podía adherirme a los principios-verdad y no tuve el coraje de exponerla y denunciarla. Esa noche, me costó mucho dormirme. Pensé en cómo había estado viviendo en un estado de represión, abatimiento y conflicto interno durante el último mes y medio. Había visto problemas, pero tuve demasiado miedo de hablar, y después de finalmente denunciar los problemas, temía que me reprimieran. Este estado se había repetido una y otra vez. ¿Cuál era exactamente el problema? Busqué las palabras de Dios relacionadas con mi estado. En ese momento, leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Cuál es la actitud que las personas deben tener en términos de cómo tratar a un líder o a un obrero? Si lo que un líder o un obrero hacen está bien y en consonancia con la verdad, puedes obedecerlos; si lo que hacen está mal y no concuerda con la verdad, no debes obedecerlos y puedes exponerlos, oponerte a ellos y plantear una opinión distinta. Si ellos son incapaces de llevar a cabo obra real o cometen actos malvados que causen una perturbación en la obra de la iglesia, y se revelan como falsos líderes, falsos obreros o anticristos, entonces puedes discernir sobre ellos, exponerlos y denunciarlos. Sin embargo, algunos de los escogidos de Dios no comprenden la verdad y son particularmente cobardes; temen que los repriman y atormenten falsos líderes y anticristos, así que no se atreven a defender los principios. Dicen: ‘Si el líder me saca a patadas, estoy acabado; si hace que todos me expongan o me abandonen, ya no podré creer en Dios. Si me expulsan de la iglesia, Dios no me querrá y no me salvará. ¿Y no habrá sido mi fe para nada?’. ¿No es ridículo ese pensamiento? ¿Tienen esas personas verdadera fe en Dios? ¿Un falso líder o un anticristo representarían a Dios cuando te expulsan? Cuando un falso líder o anticristo te atormenta y expulsa, esto es el trabajo de Satanás, y no tiene nada que ver con Dios; cuando echan o expulsan a las personas de la iglesia, esto solo se ajusta a las intenciones de Dios cuando hay una decisión conjunta entre la iglesia y el pueblo escogido de Dios, y cuando echarlas o expulsarlas se ajusta totalmente a los arreglos del trabajo de la casa de Dios y a los principios-verdad de las palabras de Dios. ¿Cómo es posible que el ser expulsado por un falso líder o anticristo signifique que no puedas ser salvado? Esta es la persecución de Satanás y el anticristo, y no significa que Dios no vaya a salvarte. Depende de Dios que puedas ser salvado o no. Ningún ser humano está capacitado para decidir si puede salvarte Dios. Debes tener esto claro. Tratar la expulsión por parte de un falso líder o anticristo del mismo modo que la expulsión por parte de Dios, ¿acaso no es malinterpretar a Dios? Lo es. Y esto no es solo malinterpretar a Dios, sino también rebelarse contra Él. También es una especie de blasfemia contra Dios. ¿Y no es ignorante y necio malinterpretar a Dios de esta manera? Cuando un falso líder o anticristo te expulsa, ¿por qué no buscas la verdad? ¿Por qué no buscas a alguien que entienda la verdad para obtener algo de discernimiento? ¿Y por qué no lo denuncias ante los superiores? Esto demuestra que no crees que la verdad impere en la casa de Dios, demuestra que no tienes verdadera fe en Dios, que no eres una persona que crea sinceramente en Dios. Si confías en la omnipotencia de Dios, ¿por qué temes la represalia de un falso líder o un anticristo? ¿Pueden ellos decidir tu porvenir? Si sabes discernir y detectas que sus actos no concuerdan con la verdad, ¿por qué no hablas con el pueblo escogido de Dios que comprende la verdad? Si tienes boca, ¿por qué no te atreves a hablar? ¿Por qué tienes tanto miedo a un falso líder o un anticristo? Esto demuestra que eres un cobarde, un inútil, un lacayo de Satanás(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 3: Excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad). Con las palabras de Dios, me di cuenta de que, durante ese período, mi reiterada vacilación y mis numerosas preocupaciones e inquietudes sobre denunciar a Lucía se debían a mi actitud y punto de vista incorrectos hacia los líderes y obreros. Tenía a los líderes y obreros en muy alta estima, creía que tenían estatus y poder, y que ofenderlos traería problemas y probablemente me llevaría a perder mis deberes o incluso a que me echaran de la iglesia. En ese caso, perdería la oportunidad de salvación. Así que, aunque veía claramente los problemas con Lucía y quería denunciarlos, tenía miedo de que me hicieran pasar un mal rato, que me reprimieran o enfrentar represalias, así que siempre desistía y no me atrevía a denunciar. Incluso cuando le informaba los problemas de Lucía a Ruthy tenía algunas dudas, y además era falsa, hablaba ambiguamente y decía que no podía ver claramente los problemas de Lucía y que todos deberíamos evaluarlos juntos. En especial, después de haber denunciado los problemas de Lucía, cuando vi que no solo no la habían destituido, sino que la habían ascendido y que incluso me estaba atacando en cierta manera, tuve aún más miedo. Decidí dejar de discernirla y de denunciarla. Así, podría evitar que me reprimieran y cumplir mis deberes. Fue a través de la exposición de las palabras de Dios que me di cuenta de lo ignorante y necia que había sido. Había creído que el hecho de que los líderes y obreros me destituyeran o reprimieran significaría perder la oportunidad de salvación. ¡Este punto de vista es absolutamente absurdo! Carecía de verdadera fe en Dios y no creía que la casa de Dios se regía por la verdad. Creía en Dios, pero no confiaba en que mi destino estaba en Sus manos, e incluso pensaba que los falsos líderes y anticristos podían determinar mi destino. Consideraba a los falsos líderes y anticristos incluso como más grandes que Dios. ¡Esto era realmente una blasfemia contra Dios!

Más tarde, hablé con Jasper sobre Lucía, y ambos pensábamos que esa situación la había dispuesto Dios para abordar nuestras deficiencias y que contenía Su intención. Jasper compartió conmigo un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando surgen toda clase de personas malvadas e incrédulos y desempeñan diversos roles como diablos y satanases, van en contra de los arreglos del trabajo y hacen algo enteramente diferente, mienten y engañan a la casa de Dios; cuando ves que trastornan y perturban la obra de Dios, hacen cosas que avergüenzan Su nombre y manchan Su casa, la iglesia, no haces más que enfadarte, pero eres incapaz de plantarte para defender la justicia, desenmascarar a las personas malvadas, respaldar la obra de la iglesia, abordar y encargarte de las personas malvadas e impedir que perturben la obra de la iglesia y manchen la casa de Dios, la iglesia. Al no hacer nada de eso, no logras dar testimonio. Algunos dicen: ‘No me atrevo a hacer tales cosas. Si me ocupo de tanta gente, temo que pueda causar su enojo y si se unen contra mí para castigarme y echarme del cargo, ¿qué voy a hacer?’. Decidme, ¿acaso son cobardes y timoratos, no poseen la verdad y no saben distinguir a las personas ni desentrañar la perturbación de Satanás, o es que son desleales en el cumplimiento de su deber y solo tratan de protegerse a sí mismos? ¿Cuál es aquí el verdadero problema? ¿Has pensado alguna vez en ello? Si eres timorato, frágil, cobarde y temeroso por naturaleza y, sin embargo, tras muchos años de creer en Dios y basándote en la comprensión de ciertas verdades, desarrollas una auténtica fe en Él, ¿acaso no serás capaz de superar algunas de las debilidades, reparos y fragilidades humanas además de dejar de temer a las personas malvadas? (Sí). Entonces, ¿cuál es la raíz de vuestra incapacidad para manejar y abordar a las personas malvadas? ¿Acaso es porque tu humanidad es cobarde, timorata y temerosa por naturaleza? Esa no es la causa principal ni la esencia del problema. La esencia es que las personas no le son leales a Dios, se protegen a sí mismas, su seguridad personal, su reputación, su estatus y su vía de escape. Su deslealtad se pone de manifiesto en la manera en la que siempre se resguardan a sí mismas, se esconden como una tortuga en su caparazón cada vez que afrontan algo y esperan hasta que pase antes de volver a sacar la cabeza. Da igual con qué se encuentren, siempre caminan sobre brasas calientes, tienen mucha ansiedad, preocupación y aprensión, y son incapaces de alzarse y defender la obra de la iglesia. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso no es la falta de fe? No tienes auténtica fe en Dios, no crees que sea soberano sobre todas las cosas y tampoco que tu vida, tu todo, se encuentre en Sus manos. No crees lo que Él asegura: ‘Sin el permiso de Dios, Satanás no se atreve a tocar ni un pelo de tu cuerpo’. Confías en tus propios ojos y juzgas los hechos, emites juicios sobre la base de tus propios cálculos y te proteges a ti mismo en todo momento. No estás convencido de que el porvenir de una persona está en manos de Dios; tienes miedo de Satanás, te asustan las personas y las fuerzas malvadas. ¿No es eso una falta de fe genuina en Dios? (Sí). ¿Por qué no existe la verdadera fe en Dios? ¿Acaso es porque las experiencias de la gente son demasiado superficiales y no puede desentrañar tales aspectos o porque aquello que comprende acerca de la verdad es muy limitado? ¿Cuál es la razón? ¿Tiene algo que ver con las actitudes corruptas de la gente? ¿Se debe a que es extremadamente falsa? (Sí). Por mucho que experimente, por numerosos que sean los hechos que le pongan delante, no cree que esta sea la obra de Dios o que el porvenir de una persona esté en Sus manos. Ese es un aspecto. Otra cuestión capital es que la gente se preocupa demasiado de sí misma. No está dispuesta a pagar ningún precio ni a realizar ningún sacrificio por Dios, por Su obra, por los intereses de la casa de Dios, por Su nombre ni por Su gloria. No está dispuesta a hacer nada que involucre siquiera el menor peligro. ¡Se preocupa demasiado de sí misma! Debido a su miedo a la muerte, a la humillación o a que la atrapen las personas malvadas y verse en algún tipo de apuro, la gente se esfuerza mucho por preservar su propia carne y evitar involucrarse en situaciones peligrosas. […] No importa a qué circunstancias o asuntos te enfrentes, los abordas utilizando estos métodos, tácticas y estrategias, y eres incapaz de mantenerte firme en tu testimonio de Dios. Sean cuales sean las circunstancias, eres incapaz de ser un líder u obrero apto, de exhibir las cualidades o acciones de un mayordomo y de mostrar una lealtad plena, por lo que te quedas sin tu testimonio. Independientemente de cuántos asuntos enfrentes, eres incapaz de confiar en tu fe en Dios para poner en práctica tu lealtad y tu responsabilidad. Por eso, al final no ganas nada. En cada circunstancia que Dios ha instrumentado para ti y en aquellas oportunidades en las que has batallado contra Satanás, siempre has elegido retirarte y escapar. No has seguido la trayectoria indicada por Dios o la que te ha fijado para que experimentes. Así que, en mitad de esta batalla, te pierdes la verdad, el entendimiento y las experiencias que deberías haber obtenido(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (19)). Las palabras de Dios me conmovieron profundamente. Lo que Él exponía era exactamente mi estado. En particular, Dios expuso que, cuando vemos a personas malvadas haciendo el mal, no nos atrevemos a denunciarlas, por lo que fallamos en la defensa de la obra de la iglesia. Esto no es simplemente debilidad o timidez; la esencia del problema es que no somos leales a Dios. Es por eso que nos protegemos constantemente, pensando en nuestro propio futuro y seguridad. Además, Dios expuso que esas personas carecen de una fe genuina en Él, no creen en la omnipotencia y soberanía de Dios. Juzgan las cosas basándose únicamente en lo que ven y en sus propias estimaciones. Cuando se enfrentan a las fuerzas del mal, corren y se esconden pensando que Dios tal vez no pueda protegerlos y que Él es menos confiable que ellos mismos, por lo que no tienen el coraje de encomendarse a Dios. ¡Los corazones de las personas están tan llenos de estimaciones y engaños! Otro aspecto es que las personas se preocupan demasiado por sí mismas, y que no están dispuestas a pagar ningún precio o hacer ningún sacrificio para salvaguardar la obra de la iglesia. Estas personas son completamente egoístas y despreciables. Este es mi defecto fatal interno. Reflexioné sobre cómo Dios se encarnó dos veces para obrar en la tierra para salvarnos, soportando voluntariamente una inmensa humillación, haciendo esfuerzos minuciosos y dándolo todo. Dios nunca se retiró ni cesó Su obra de salvar a la humanidad por sufrir humillaciones, calumnias, persecución y tribulaciones. Dios siempre ha dado en silencio sin quejarse. Dios no ha hecho todas estas cosas para Sí mismo ni para ganar algo del hombre, sino para salvarnos a nosotros, los humanos, a quienes Satanás ha corrompido tan profundamente. ¡La esencia de Dios es tan hermosa y desinteresada! Recordé cómo Dios me había regado y provisto continuamente con Sus palabras a lo largo de mis años de fe y cómo Él dispuso muchas personas, acontecimientos, cosas y situaciones para que yo experimentara, guiándome y orientándome para que comprendiera la verdad, entrara en la realidad y aprendiera a comportarme y actuar de acuerdo con los principios-verdad. Ahora, con los falsos líderes y las personas malvadas que trastornaban y perturbaban la obra de la iglesia, era precisamente el momento para que yo diera un paso al frente y salvaguardara los intereses de la casa de Dios. Sin embargo, para protegerme, había estado ocultando mis pensamientos a Dios y había sido falsa con Él, y no estaba dispuesta a abandonar mis propios intereses para practicar la verdad. ¡En verdad, era demasiado falsa, demasiado egoísta y vulgar! Oré a Dios en silencio y decidí que, de ahora en más, buscaría convertirme en una persona con un sentido de justicia que pudiera practicar la verdad y salvaguardar la obra de la iglesia.

Unos días después, la iglesia destituyó a Lucía como supervisora, pero mantuvo su puesto como diaconisa de riego. En la reunión, descubrí que Lucía tenía poco conocimiento de sí misma. Recalcaba una y otra vez que la habían destituido únicamente por falta de experiencia laboral. Pensé en sus comportamientos pasados, y creí que ya no era adecuada para ser diaconisa de riego y que la disposición actual era inapropiada. Esta vez, no quería protegerme como la vez anterior. Estaba decidida a dar un paso al frente para denunciar los problemas de Lucía. Así que me acerqué a los dos hermanos que me habían preguntado previamente sobre Lucía y les informé su situación. Esta vez, en mi carta de denuncia, expresé claramente mi punto de vista: Creo que Lucía está siguiendo la senda de un anticristo y no es apta para ser líder u obrera, y que deberían destituirla. A la vez, también denuncié cómo la líder Ruthy la había encubierto y protegido adrede. Después de practicar así, tuve una sensación de paz y seguridad en mi interior. Más tarde, en función del comportamiento habitual de Lucía de actuar imprudentemente en sus deberes, a menudo sermonear a la gente desde arriba, no mostrar ninguna aceptación de la verdad en absoluto, e incluso reprimir abiertamente a quienes la denunciaban; era una persona malvada en esencia y terminó aislada. También destituyeron a Ruthy por no hacer un trabajo real y por proteger a una persona malvada.

Al mirar atrás, vi que había pasado por mucho en todo eso y que había quedado bastante en evidencia. Probé el fruto amargo de protegerme a mí misma, y esta fue una gran lección para mí. Al mismo tiempo, experimenté verdaderamente el carácter santo y justo de Dios y entendí realmente que a Dios le gustan las personas honestas y detesta a las personas falsas, y que Dios determinará el desenlace de cada persona en función de sus acciones y la senda que elija. ¡Estoy agradecida a Dios por permitirme lograr estos avances!

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