Aferrarme a mi deber en una situación peligrosa
Por Li Fang, ChinaUn día de julio de 2023, después de volver de una reunión, vino corriendo una hermana y me dijo que una diaconisa de...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En abril de 2023, me eligieron como líder del equipo de riego. A medida que los nuevos fieles aumentaban gradualmente, también debía revisar el trabajo general del equipo. Las horas del día parecían insuficientes. A veces, cuando revisaba el trabajo de los hermanos y hermanas, dedicaba menos tiempo al riego de los nuevos fieles, y a veces, cuando priorizaba el riego de los nuevos fieles, no revisaba el trabajo del equipo como debía. Nunca podía equilibrar todas las tareas. Esta situación me estresaba, y temía que el líder dijera que mi capacidad de trabajo no era buena y que mi aptitud era pobre. Más que nada, temía que me reasignaran de mi deber como líder de equipo. Entre los hermanos y hermanas con los que me relacionaba en el pasado, algunos habían llegado a ser líderes y otros supervisores. Mientras tanto, yo solo era líder de equipo, y enfrentaba el riesgo de ser reasignada. Me sentía insatisfecha. ¿Sería así de mediocre el resto de mi vida? ¿Acaso no tenía la aptitud de un líder o supervisor? Recordé que los hermanos y hermanas habían mencionado que organizar el tiempo de manera razonable podía mejorar la eficiencia en el deber, y eso fue un rayo de esperanza para mí. ¿No podría usar ese método para mejorar mi capacidad de trabajo? Además, al pasar sufrimiento y pagar el precio en mi deber, ¿no me favorecería Dios y mejoraría mi aptitud y capacidad de trabajo? Con esto en mente, me apresuré a ponerlo en marcha. Escribí mi horario para cada día, registraba qué trabajo hacía cada hora y me esforzaba por maximizar mi tiempo. Después de trabajar duro durante algún tiempo, no vi mucha mejoría en los resultados de mi deber. En ese momento, estaba muy molesta, ¿por qué no podía mejorar? ¿Por qué Dios favorecía a otros hermanos y hermanas dándoles buenas aptitudes, capacitándolos para deberes como ser líderes y supervisores? En cuanto a mí, había trabajado duro por mucho tiempo, y solo ser líder de un equipo ya me parecía muy pesado. ¿Acaso Dios no me favorecía? Especialmente en los momentos cuando había problemas o los resultados de mi deber eran pobres, me sentía más deprimida y negativa. Supuse que no tardarían mucho en despedirme. En una ocasión, mi supervisor supo cómo era mi estado y dijo: “La carga en tu corazón es muy grande. Tu aptitud y capacidad de trabajo no se comparan con las de los hermanos y hermanas con buena aptitud, pero tienes puntos fuertes, como cuando encuentras problemas y dificultades en tu deber, eres capaz de abrirte y buscar. También puedes ayudar a todos en la entrada en la vida. Solo tienes que dar rienda suelta a tus fortalezas y hacer tu deber bien”. Sí, sentía que la vida era agotadora y que me estaba presionando demasiado de manera innecesaria.
Un día, leí las palabras de Dios: “Piensas que, cuanto más capaz seas de lograr lo sobrenatural, superando el alcance de tu propio calibre y capacidades, eso es prueba de que más se trata de la obra de Dios; que, si tu sinceridad y voluntad para cooperar se vuelven cada vez más grandes, entonces Dios obrará cada vez más en ti y tu calibre y capacidades se volverán cada vez mayores. ¿No es esto una noción y figuración que tiene la gente? (Sí). ¿Sois especialmente propensos a pensar de este modo? (Sí). ¿Cuál es el resultado de pensar de este modo? ¿Acaso no es siempre el fracaso y la ausencia de materialización? Algunos incluso se vuelven negativos, afirmando: ‘Le he entregado a Dios mi total sinceridad, ¿por qué Él no me concede buen calibre? ¿Por qué no me otorga capacidades sobrenaturales? ¿Por qué aún soy siempre débil? Mi calibre no ha mejorado, no puedo ver nada con claridad y me entra confusión cuando me enfrento a asuntos complejos. Antes era así, ¿por qué sigue siendo igual ahora? Además, en el cumplimiento de mi deber y mi manejo de los problemas, ¿por qué nunca puedo trascender de mi carne? Entiendo algunas doctrinas, pero sin embargo no puedo ver las cosas con claridad y, en lo que respecta a encargarse de los asuntos, sigo indeciso y todavía no soy tan bueno como aquellos de alto calibre. Mi capacidad de trabajo también es escasa y mi cumplimiento del deber no es eficiente. ¡Mi calibre no ha mejorado en absoluto! ¿Qué está ocurriendo? ¿Podría ser que mi sinceridad hacia Dios fuera insuficiente? ¿O es que no le gusto a Dios? ¿Qué me falta?’. Algunas personas buscan diversas razones y han intentado muchos enfoques para cambiar este hecho, como escuchar más sermones, memorizar más palabras de Dios, escribir más notas de devoción espiritual, así como escuchar a las personas compartir más la verdad y buscar más, pero el resultado final sigue siendo decepcionante. Su calibre y su capacidad de trabajo siguen siendo los de antes, sin ninguna mejora a pesar de llevar creyendo en Dios entre tres y cinco años” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (2)). “Si siempre crees que el propósito de que Dios obre y hable para proveer a las personas de la verdad es cambiar todas estas cualidades innatas de los seres humanos, y piensas que solo entonces puede uno considerarse una persona completamente renacida, realmente nueva como la que ha descrito Dios, entonces estás gravemente equivocado. Esta es una noción y figuración humana. Después de entender esto, deberías desprenderte de tales nociones, figuraciones, conjeturas o sentimientos. Es decir, en el proceso de perseguir la verdad, no deberías confiar siempre en sentimientos o suposiciones para resumir estas cosas. ‘¿Ha mejorado mi calibre? ¿Han cambiado mis instintos? ¿Es mi personalidad tan mala como antes? ¿Han cambiado mis patrones de vida?’. No reflexionéis sobre ello, esa reflexión es inútil porque estos no son los aspectos que Dios pretende cambiar y las palabras y la obra de Dios nunca han ido dirigidas a estos temas. La obra de Dios nunca ha apuntado a cambiar el calibre de las personas, sus instintos, su personalidad y demás, ni tampoco Dios ha hablado del propósito de cambiar estos aspectos de las personas. En otras palabras, la obra de Dios provee a la gente de la verdad sobre la base de sus condiciones innatas, con la esperanza de hacer que la gente entienda la verdad y luego la acepte y se someta a ella. Al margen de qué clase de calibre tengas y de cuáles sean tu personalidad y tus instintos, lo que Dios quiere es obrar la verdad en ti, cambiar tus viejas nociones y actitudes corruptas, en lugar de cambiar tu calibre innato, tus instintos y personalidad. Ahora lo entiendes, ¿verdad? ¿Qué es lo que la obra de Dios pretende cambiar? (La obra de Dios apunta a cambiar las viejas nociones y actitudes corruptas en la gente). Ahora que entiendes esta verdad, deberías desprenderte de estas figuraciones y nociones que no son realistas y tratan sobre cosas sobrenaturales, no deberías usarlas para medirte a ti mismo ni hacerte exigencias. En su lugar, deberías buscar y aceptar la verdad en función de las diversas condiciones innatas que te da Dios. ¿Cuál es el objetivo final de esto? Que entiendas los principios-verdad sobre la base de tus condiciones innatas, así como todos y cada uno de los principios-verdad que se deben practicar ante las distintas situaciones que te encuentres, y que puedas contemplar a las personas y las cosas, así como comportarte y actuar de acuerdo con estos principios-verdad. Hacer esto satisface los requerimientos de Dios” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (2)). Después de leer las palabras de Dios, de repente me di cuenta de que estaba viviendo de acuerdo a mis nociones y figuraciones. Pensaba que si alguien creía sinceramente en Dios, cumplía su deber atentamente, soportaba el sufrimiento y pagaba el precio, Dios lo favorecería mejorando su aptitud y sus capacidades de trabajo y logrando que los resultados de sus deberes sobrepasaran su aptitud y sus capacidades de trabajo originales. Aunque la aptitud de una persona así fuera pobre, aun así podría ser líder y supervisar los deberes en la iglesia, convirtiéndose en uno de los pilares allí. Así que, aunque hiciera las cosas de forma lenta y no tuviera buena capacidad de trabajo, creía que mientras hiciera mis deberes atentamente, soportara el sufrimiento y pagara el precio, Dios me favorecería. Por lo tanto, quería usar el escribir mi horario, planear mi tiempo, soportar el sufrimiento y pagar el precio como una forma de mejorar mi aptitud y capacidad de trabajo. Sin embargo, después de trabajar duro por un tiempo, mi aptitud y capacidad de trabajo no mejoraron como había imaginado, lo que me hizo ser negativa y deprimirme. Pensaba que Dios no me favorecía ni trabajaba en mí. Ahora, después de leer las palabras de Dios, entendí que Su obra no es trascendente, sino práctica. Mi aptitud es producto de la predeterminación de Dios. Él obra para ayudar a la gente a entrar en la verdad, despojarse de sus actitudes corruptas y vivir su verdadera semejanza humana. No obra para cambiar la aptitud y las capacidades de trabajo de las personas. Cuando la gente hace su deber de forma sincera y busca la verdad, puede recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo y derribar algunas de sus barreras en su deber. Sin embargo, todo esto se basa en el fundamento de la aptitud ya presente en la gente, y es algo a lo que puede llegar si trabaja duro. No existe persona con una aptitud pobre que haya llegado a poseer la aptitud de un líder gracias a recibir la obra del Espíritu Santo. Estas eran mis nociones y figuraciones. Entendí que si los creyentes en Dios no buscaban la verdad y solo seguían sus nociones y figuraciones, no la entenderían ni harían bien su deber, sino que además irían en contra de las exigencias de Dios.
Un tiempo después, debido a requisitos del trabajo, mi supervisor hizo que fuera a otra iglesia a regar a nuevos fieles. La hermana que era mi compañera antes se había convertido en supervisora de iglesia, mientras que yo solo era una regadora. De pronto sentí que había una gran distancia entre ella y yo. Aunque sabía que la aptitud de la gente no cambiaba en la obra de Dios, no podía aceptarlo y estaba insatisfecha con mi aptitud. Pensaba que aquellos con buenas aptitudes eran personas que la iglesia impulsaría y cultivaría, y que ellos eran los pilares de la iglesia. Creía que solo esas personas tenían un futuro brillante y eran admiradas por los demás. Mientras tanto, aquellos con poca aptitud solo hacían trabajos irrelevantes, eran menospreciados por los demás y no le agradaban a Dios. No quería ser etiquetada con “poca aptitud”. Creía que una vez me pusieran esa etiqueta, equivaldría a reconocer que yo era basura sin valor. ¡No tendría ningún futuro! Eso no podía pasar, tenía que seguir intentándolo. Incluso si mi aptitud no mejorara mucho, estaría bien si, a través de sufrir y pagar el precio en mi deber, podía lograr que mi aptitud fuera al menos igual a la de los demás. Por lo que me dediqué al trabajo y a hacerlo de forma activa. Cuando lograba algo, me sentía muy feliz y lo contaba a los hermanos y hermanas rápidamente, esperando ganarme su aprobación. Sin embargo, me topé con dificultades sin solución al regar a nuevos fieles, y también hubo tareas que descuidé. Eso me desmotivó y entristeció. Parecía que mi aptitud en verdad no era buena. En esos días trabajaba muy duro, pero aun así no hacía un buen trabajo. Pensé: “Olvídalo, no importa qué tan duro trabaje, no cambiaré. La poca aptitud es una enfermedad incurable”. Sin darme cuenta, de nuevo me volví negativa y pasiva al realizar mi deber, y no quería esforzarme en resolver los problemas en mi trabajo. Incluso quería evadir mi responsabilidad, pensaba que hacía mi deber mal debido a mi aptitud limitada, y que no había nada que pudiera hacer. En ese tiempo, me sentí algo confundida, y cuando leía las palabras de Dios, no podía calmarme. Cuando oraba, no sabía qué decirle a Dios. Siempre me sentía deprimida.
Un día, durante mi devocional, leí dos pasajes de las palabras de Dios: “No te desafíes a ti mismo, no busques sobrepasar tus límites. Dios sabe cuáles son tu calibre y tus capacidades. Hace mucho que Dios ha predeterminado el calibre y capacidades que te ha entregado Él. Querer siempre sobrepasar esto es ser arrogante y sobrestimarse a uno mismo; es buscarse problemas y es inevitable que termine en fracaso. ¿No están esas personas siendo negligentes con las tareas que les corresponden? (Sí). No se comportan conforme a las reglas ni se aferran a sus puestos correspondientes para cumplir bien los deberes de un ser creado; no siguen estos principios en sus acciones, sino que siempre prefieren tratar de alardear. Hay un dicho que afirma: ‘Una vieja se pinta los labios, para que tengas algo que mirar’. ¿Qué intención tiene la ‘vieja’ al hacer esto? (Lucirse). La vieja quiere mostrarte: ‘Al ser vieja, no soy corriente; te voy a enseñar algo especial’. No quiere que la menosprecien, sino que en su lugar quiere que la admiren y veneren; quiere desafiar sus límites y sobrepasarlos. ¿Acaso no es esto tener una naturaleza arrogante? (Sí). Si tienes una naturaleza arrogante, entonces no permaneces dentro de los límites, no quieres comportarte de una manera que corresponda a tu posición. Siempre quieres desafiarte a ti mismo. Si hay cualquier cosa que los demás puedan hacer, tú también quieres poder hacerla. Cuando otros hacen cosas que los hacen destacar, logran resultados o realizan contribuciones y reciben el elogio de los demás, te sientes incómodo, celoso y descontento. Entonces quieres abandonar tus tareas actuales para ocuparte de un trabajo que te permita brillar, y además deseas que se te tenga en alta consideración. Sin embargo, no eres capaz de hacer trabajo que te permita destacar, ¿no es esto entonces una pérdida de tiempo? ¿Acaso no es desatender las tareas que te corresponden? (Sí). No desatiendas las tareas que te corresponden, ya que eso acaba por dar lugar a malos resultados. No solo demora las cosas y se pierde el tiempo, provocando que los demás te menosprecien, sino que también causas que Dios te deteste y, al final, lo único que haces es atormentarte para volverte bastante negativo” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (3)). “Dios observa si te comportas de una manera que corresponde a tu rol y si eres alguien que lleva bien a cabo los deberes de un ser creado. Él observa si dedicas todo tu corazón y tu esfuerzo en el cumplimiento de tu deber bajo las condiciones innatas que Dios te ha dado y si actúas de acuerdo con los principios y logras los resultados que Dios desea. Si puedes conseguir todas estas cosas, Él te concede la nota máxima. Si no las haces de acuerdo con los requerimientos de Dios, entonces, a pesar del hecho de que puede que hagas un esfuerzo y aportes el trabajo, si lo único que haces es jactarte y alardear, sin cumplir tu deber con todo tu corazón y tu fortaleza para satisfacer a Dios ni desempeñar las cosas de acuerdo con los principios-verdad, entonces tus manifestaciones y revelaciones, tu conducta, le resultan detestables a Dios. ¿Por qué las detesta Dios? Él dice que no te centras en las tareas que te corresponden, no has puesto todo tu corazón, tu fortaleza ni tu mente en el cumplimiento de tu deber y no sigues la senda correcta. El calibre, los dones y los talentos que Dios te ha dado son ya suficientes; es solo que no estás satisfecho, no eres leal a tu deber, nunca sabes cuál es tu lugar, siempre quieres soltar ideas grandilocuentes y alardear, hasta que al final malogras tus deberes. No se han puesto en juego a pleno potencial el calibre, los dones y los talentos que te ha concedido Dios, no se ha hecho un esfuerzo total ni se han logrado resultados. Aunque puede que estés bastante ocupado, Dios dice que eres un bufón, no alguien que conozca su lugar y esté centrado en los deberes que le corresponden. A Dios no le gustan tales personas” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (3)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que, al querer cambiar mi aptitud todo el tiempo, estaba siendo controlada por un carácter arrogante. Mi carácter era muy arrogante, y nunca quería quedarme atrás de los demás. Deseaba ganar su respeto y aprobación, y destacarme del resto. Creía que esto daría valor a mi vida, así que quería usar la mejora de mi aptitud para lograr este objetivo. Desde pequeña fui la mejor estudiante de la escuela. Si alguien sacaba mejores notas que yo en un examen, no admitía la derrota y estaba decidida a recuperar mi ventaja la próxima vez. Mi madre solía decirme que era demasiado competitiva. Como mis notas eran buenas en la escuela, recibía elogios de mis padres y profesores, y estos incluso exigían a mis compañeros que aprendieran de mí. Disfrutaba enormemente de ese reconocimiento y pensaba que una persona debía destacar sobre los demás. Ahora, cumplía con mi deber con el mismo afán, siempre queriendo ser líder o supervisora. Consideraba a esas personas como pilares de la iglesia, admiradas y aprobadas por todos, mientras que quienes tenían aptitudes limitadas solo podían cumplir deberes ordinarios, trabajando tras bastidores y viviendo como inútiles. Por eso, cuando vi que la hermana con la que antes trabajaba ahora era supervisora de iglesia, mientras yo solo era una simple regadora, no lo podía aceptar. No quería ser así de mediocre para siempre. Me negaba a aceptarlo o a reconocer mi fracaso, y no quería cumplir con mi deber con los pies en la tierra. Siempre quería mejorar mi aptitud y asumir roles de liderazgo o supervisión. Aunque las palabras de Dios habían dejado claro que Su obra no cambia la aptitud de las personas, yo seguía negándome a reconocerlo. Siempre quería seguir intentándolo y dar lo mejor de mí para mejorar mi aptitud con mi duro trabajo y el precio que pagaba. ¡Era tan rebelde y arrogante! Dios dice: “El calibre, los dones y los talentos que Dios te ha dado son ya suficientes; es solo que no estás satisfecho, no eres leal a tu deber, nunca sabes cuál es tu lugar, siempre quieres soltar ideas grandilocuentes y alardear, hasta que al final malogras tus deberes”. Tenía capacidades de trabajo limitadas y mi aptitud no era tan buena; no tenía madera de líder. Sin embargo, tenía mis propias habilidades en ciertas áreas. Por ejemplo, podía hablar un idioma extranjero y disfrutaba reflexionar sobre las palabras de Dios. Cuando compartía mi entendimiento de la verdad, también tenía ideas relativamente claras al respecto. De hecho, el deber de regar que estaba haciendo ahora me quedaba perfecto. Sin embargo, no podía aferrarme a mi posición, ya que siempre aspiraba a avanzar y asumir roles de supervisión. Resultó que ninguno de mis esfuerzos por mejorar cambió mi aptitud, y al contrario, empeoraron mi estado, ni siquiera podía hacer bien mi propio trabajo. Al reconocerlo, me sentí culpable y en deuda.
Más tarde, reflexioné: “¿Por qué siempre pienso que tener poca aptitud es algo malo? ¿Por qué dejo que esto afecte al cumplimiento de mi deber?”. Cuando leí las palabras de Dios que se referían a este tema, mi estado cambió. Dios Todopoderoso dice: “Dado que tu calibre y capacidades son limitados, los efectos de cumplir tus deberes siempre son promedio, nunca llegas a alcanzar el nivel ni el estándar que idealizas. Por tanto, de manera inconsciente, no paras de darte cuenta de que no eres alguien que destaque, no eres una persona superior ni extraordinaria. Poco a poco, llegas a entender que tu calibre no es tan bueno como imaginabas, sino más bien demasiado corriente. Este proceso progresivo es muy útil para conocerte a ti mismo; experimentas algunos fracasos y reveses de manera práctica y, después de reflexionar en tu fuero interno, pasas a valorar de forma más exacta tu nivel, tus capacidades y tu calibre. Cada vez reconoces en mayor medida que no eres una persona de buen calibre, que, aunque puede que tengas algunas fortalezas y dones, un poco de juicio o a veces algunas ideas o planes, aún no llegas a los principios-verdad, a los requerimientos de Dios ni a los estándares de la verdad, e incluso menos a los estándares de poseer la realidad-verdad. De manera inconsciente, cuentas con estos juicios y valoraciones sobre ti mismo. En el proceso de juzgarte y valorarte a ti mismo, tu autoconocimiento se volverá cada vez más exacto y tus actitudes corruptas y revelaciones de corrupción serán cada vez menos, se tornarán más contenidas y controladas. Por supuesto, controlar las actitudes corruptas no es el objetivo. ¿Cuál es si no? El objetivo es aprender poco a poco a buscar la verdad en el proceso de control, y comportarse bien, sin intentar siempre soltar ideas grandilocuentes ni alardear de tus habilidades, sin pugnar siempre de manera competitiva para ser el mejor o el más fuerte ni intentar todo el tiempo demostrar tu valor. Si bien esta consciencia se marca a fuego sin cesar en el fondo de tu corazón, reflexionarás: ‘He de buscar cuáles son los principios-verdad para hacer esto y qué dice Dios sobre ello’. Esta consciencia se establecerá poco a poco en tu corazón y tu grado de búsqueda, reconocimiento y aceptación de la palabra de Dios y de la verdad se elevará cada vez más, lo que para ti implica esperanzas de salvación. Cuanto más puedas aceptar la verdad, menos se revelarán tus actitudes corruptas. Un resultado todavía mejor es que vas a tener más oportunidades de usar la palabra de Dios como estándar de práctica. ¿No es esto emprender poco a poco la senda de la salvación? ¿No se trata de algo bueno? (Sí). Sin embargo, si todas tus capacidades son superiores, perfectas y extraordinarias entre las personas, ¿puedes todavía buscar la verdad mientras te ocupas de los asuntos y haces tus deberes? Eso es complicado de decir. Es bastante difícil que alguien con habilidades extraordinarias en todos los campos acuda ante Dios con un corazón en calma o una actitud humilde para conocerse a sí mismo, conocer sus defectos y sus actitudes corruptas, así como alcanzar el punto de buscar la verdad, aceptarla y luego practicarla. Esto es bastante difícil de hacer ¿no es así? (Sí)” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). “La mayoría de aquellos a los que salva Dios no ocupan puestos altos en el mundo o entre las personas en la sociedad. Dado que su calibre y capacidades son promedio o incluso escasos y les cuesta encontrar la popularidad o el éxito en el mundo y siempre les parece que este es sombrío e injusto, tienen necesidad de fe y, al final, acuden ante Dios y entran en Su casa. Esta es una condición básica que Dios les concede a las personas al escogerlas. Solo con esta necesidad puedes tener el deseo de aceptar la salvación de Dios. Si tus condiciones en todos los aspectos son muy buenas y aceptables para esforzarte en el mundo y siempre quieres hacerte un nombre, entonces no tienes el deseo de aceptar la salvación de Dios ni tendrás siquiera la oportunidad de recibirla. Aunque puede que tengas un calibre promedio o escaso, todavía estás mucho más bendecido que los no creyentes en cuanto a tener la oportunidad de que Dios te salve. Por tanto, tener escaso calibre no es tu defecto ni un obstáculo para despojarte de actitudes corruptas y alcanzar la salvación. En el análisis final, Dios fue el que te concedió este calibre. Tienes tanto como Dios te concede. Si Dios te otorga buen calibre, entonces tienes buen calibre. Si Dios te da un calibre promedio, tu calibre es promedio. Si Dios te da escaso calibre, ese es el que tienes. Una vez que entiendes esto, debes aceptarlo de parte de Dios y ser capaz de someterte a Su soberanía y disposiciones. ¿Cuál es la verdad que constituye la base para someterse? Esas disposiciones de Dios contienen Sus buenas intenciones; Él es concienzudo y reflexivo y la gente no debe quejarse ni malinterpretar el corazón de Dios. Él no te tendrá en alta estima por tu buen calibre ni tampoco sentirá desdén hacia ti ni te detestará a causa de tu escaso calibre. ¿Qué es lo que detesta Dios? Él detesta a la gente que no ama ni acepta la verdad, a la que la entiende pero no la practica, a la que no hace aquello de lo que es capaz, a los que no lo dan todo en sus deberes y siempre albergan deseos extravagantes, deseando siempre estatus, compitiendo por la posición y haciéndole siempre exigencias a Dios. Esto es lo que a Él le parece repugnante y detestable” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Tras leer las palabras de Dios, me conmoví bastante. Entendí que Dios había predeterminado mi escasa aptitud y que ello tenía Su buena voluntad; era algo bueno. De hecho, mi carácter siempre había sido muy arrogante. En el pasado, como tenía este carácter y no cumplía con mi deber según los principios, causé pérdidas en el trabajo y cometí una transgresión. Si tuviera una buena aptitud y una capacidad de trabajo fuerte, mi carácter sería aún más arrogante y me costaría aún más escuchar las opiniones de los hermanos y hermanas. No podría humillarme ni buscar los principios-verdad. De este modo, sería fácil hacer el mal y trastornar y perturbar el trabajo de la iglesia. Precisamente porque mi aptitud era algo escasa y no podía gestionar una gran carga de trabajo, pude ser más firme y prudente en mi deber que antes. A veces, cuando mi opinión difería un poco de la de los demás, no era tan terca. Era una forma intangible de autoprotección que reducía mis posibilidades de hacer el mal. Pensaba en una hermana que conocí antes y que todos elogiaban por su buena aptitud, lo que me hacía envidiarla. Más tarde, fue seleccionada como líder y el alcance del trabajo que supervisaba se hizo cada vez más amplio. Sin embargo, ella no perseguía la verdad ni prestaba atención a comer y beber las palabras de Dios, ni buscaba la verdad para resolver su carácter corrupto. Al final, ante las pruebas, traicionó a Dios y abandonó su deber. Esto me demostró que, no importa lo buenas que sean la aptitud y la capacidad de trabajo de alguien, lo más importante es si puede perseguir la verdad y resolver su carácter corrupto. Si una persona puede salvarse, o no, no depende enteramente del nivel de su aptitud. Tener una buena aptitud no es necesariamente algo bueno, como tener una mala aptitud no es necesariamente algo malo. Lo más importante es si uno puede someterse a la soberanía y los arreglos de Dios, tratar correctamente su aptitud, perseguir la verdad con los pies en la tierra, y cumplir bien su deber como ser creado. Esto es lo más crítico.
Luego, al leer un pasaje de las palabras de Dios, encontré una senda de práctica. Dios Todopoderoso dice: “No intentes por todos los medios cambiar tu calibre o mejorar tus capacidades en todos los aspectos, sino reconoce con exactitud tu calibre y capacidades innatos y aproxímate correctamente a ellos. Si descubres de lo que careces, estudia rápidamente esos campos en los que puedes lograr progresos en un corto periodo de tiempo para de este modo ser capaz de compensar esos defectos. En cuanto a esos campos que no puedas alcanzar, no lo fuerces. Actúa conforme a tu situación real; haz cosas en función de tu propio calibre y capacidades. El principio definitivo es llevar a cabo tu deber de acuerdo con la palabra de Dios, los requerimientos de Dios para los humanos y los principios-verdad. No importa el nivel de tu calibre, puedes alcanzar grados variables a la hora de actuar o de hacer tus deberes de acuerdo con los principios-verdad; puedes satisfacer o estar a la altura de los estándares de Dios. Estos principios-verdad no son en absoluto palabras vacías; no trascienden a la humanidad de ningún modo. Son todas sendas de práctica hechas a medida para las actitudes corruptas, los instintos y las diversas capacidades y calibres de la especie humana creada. Por tanto, no importa cuál sea tu calibre ni en qué medida sean insuficientes o fallen tus capacidades, eso no es problema; si de veras entiendes la verdad y estás dispuesto a practicarla, habrá una senda hacia delante. Las deficiencias de una persona en ciertos aspectos del calibre y las capacidades no entorpecen de ninguna manera su práctica de la verdad. Si tu juicio o alguna otra capacidad son deficientes, puedes buscar y compartir más, buscar indicaciones y sugerencias de aquellos que entienden la verdad. Cuando entiendas y captes los principios y las sendas de práctica, deberías ponerlos en práctica dedicando todo tu esfuerzo, conforme a tu estatura. Aceptar y practicar, eso es lo que deberías hacer” (La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). De las palabras de Dios, entendí que uno no debe hacer todo lo posible por cambiar su aptitud, sino que, en la medida en que pueda hacerlo con la aptitud que tiene, debe poner su corazón, energía y mente en cumplir su deber. Debe estudiar con diligencia y profundizar en los conocimientos profesionales necesarios, aprovechando todo el potencial de su aptitud. Si es posible, se puede mejorar un poco la aptitud y la capacidad de trabajo, pero si no es posible, no hace falta forzarlo. Al entender esto, mi corazón se aclaró.
Desde entonces, he reflexionado sobre cómo enfocar mi corazón y energía para cumplir con mi deber dentro de los límites de mi aptitud. Me di cuenta de que no era buena cultivando a los nuevos fieles en el cumplimiento de sus deberes, así que intenté buscar y reflexionar sobre los principios en torno a esto. También escuché con atención lo que los hermanos y hermanas compartían y hablaban. A veces, cuando tenía algún problema y no sabía cómo resolverlo, no intentaba evadirlo ni culpaba a Dios por haberme dado una aptitud deficiente. En cambio, oraba a Dios y confiaba en Él, al tiempo que buscaba y compartía con los hermanos y hermanas. A lo largo de este proceso de práctica, de forma inconsciente ideaba planes para resolver algunos asuntos. Ahora, mi aptitud es la misma que antes. No ha cambiado. Sin embargo, entiendo cómo considerarme correctamente, y siento liberación en mi corazón.
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