Por fin oí la voz de Dios
Cuando era joven, tuve muchos empleos diferentes. Fui supervisor de nómina para el gobierno estatal de Sucre, Venezuela. Debía lidiar con los problemas de la nómina y las exigencias de muchas personas cada día. También había sido funcionario de recursos humanos para el Consejo Legislativo, y, por un tiempo, enseñé computación en una escuela vespertina para adultos. Todos mis puestos tenían una cosa en común: contacto directo con muchas personas. Me concentraba en el trabajo todos los días, y aunque estaba bastante ocupado, mi vida siempre era muy pacífica. Cuando, inesperadamente, llegó la pandemia, no podía interactuar con otros y mis ingresos no cubrían ni la mitad de mis gastos en comida. Mi vida entró en crisis. Debía hacer cola para comprar comida, y había una cola de tres días para comprar combustible. En esa época, busqué consuelo en las palabras del Señor. Mi vecino también era creyente, y, cuando nos encontrábamos, hablábamos de que todos estos desastres habían sido profetizados en la Biblia, y que la maldad y la corrupción de la humanidad eran la fuente de estas catástrofes. Estábamos en los últimos días, y la Biblia profetizaba que el Señor Jesús regresaría para juzgarnos en este momento, por lo que debíamos regresar al lado de Dios para ganar Su protección y salvación. Todos los días, oraba a Dios para que me diera sabiduría y guía. Quería conocer a Dios y necesitaba encontrarlo, porque la palabra de Dios era la única forma en la que podía hallar consuelo, dejar de pecar y convertirme en alguien que aportara alegría a Dios. Por eso, abría la Biblia y le pedía a Dios que me esclareciera. Leía el Libro de Salmos y el de Proverbios así como el Sermón de la montaña del Señor Jesús, pero aún no encontraba la senda que debería seguir. Me sentía muy perdido, y mis problemas financieros eran cada vez más graves. Mi vida caía en crisis y yo no podía proveer para mi familia. Cuando mi hija tuvo necesidades, no pude ayudarla. Yo estaba muy triste, y, para consolarla, solo podía decirle que estas dificultades eran temporales, pero ni siquiera yo creía eso. La tristeza se apoderó de mi corazón. No sabía qué hacer. Quería emigrar, dejar este país y buscar alguna otra solución, pero, debido a la pandemia, no podía conseguir todos los papeles que necesitaba o un pasaporte. Todo se me hacía cada vez más difícil. Justo entonces, mi esposa dijo que ya no quería estar más conmigo. Para mí, fue la gota que rebalsó el vaso. Sentía que estaba por colapsar, que la vida ya no tenía sentido. Estaba clínicamente deprimido, sufría mucho. Lloraba mucho, y pasaba muchas noches sin dormir. Solo hallaba un poco de paz cuando oraba a Dios.
Entonces, un día, recibí un mensaje por WhatsApp. Una hermana me invitaba a asistir a una clase cristiana para escuchar la palabra de Dios, y me preguntaba si quería estudiarla. Le dije que sí, y ella me agregó al grupo de estudio. Cuando tuve la oportunidad de oír las palabras de Dios Todopoderoso, sentí que era la respuesta de Dios a mis oraciones. Me atrajeron las declaraciones autorizadas de Dios Todopoderoso, y estas palabras corrigieron muchas dudas y nociones que tenía. Me enteré de que Dios ya había regresado y que estaba haciendo una nueva obra. Esto me impactó mucho. Entre mi sorpresa, alegría y curiosidad, me enteré del plan de gestión de Dios de 6000 años y Sus tres etapas de obra para salvar a la humanidad, que Él asume un nombre diferente en cada era (Jehová, Jesús y Dios Todopoderoso) y el significado de la obra que realiza en cada era. Las palabras de Dios Todopoderoso me hablaban. Yo estaba muy feliz. Quería aprender más verdades y compartirlas con los demás, así que, con alegría, compartí el evangelio con mis vecinos, les conté que el Señor Jesús ha regresado. Creía que cualquier creyente que oyera el evangelio de Dios de los últimos días se regocijaría, buscaría la verdad y aceptaría el evangelio con alegría. Pero fue lo opuesto. Me preguntaron: “Nada de esto está en la Biblia, ¿de dónde lo sacaste?”. Les dije: “Lo aprendí en un grupo de estudio en internet, y acabo de empezar a estudiarlo, por eso mi conocimiento es limitado, pero las palabras de Dios Todopoderoso en verdad me atrajeron”. Me dijeron que tuviera cuidado, que muchos falsos Cristos surgirán en los últimos días. Luego me enviaron un par de versículos de la Biblia: “Entonces, si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o: ‘Mirad, allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. Mas vosotros, estad alerta; ved que os lo he dicho todo de antemano” (Marcos 13:21-23). Dijeron que yo estaba investigando una religión falsa, y que, en el mundo tecnológicamente avanzado del siglo XXI, si el Señor Jesús regresara, de seguro mostraría un gran milagro que sacudiría todo el planeta, pero nada así había sucedido todavía. Además, el Señor Jesús no había aparecido y sanado a los enfermos, ni resucitado a los muertos, ni nada así, lo que significaba que el Señor aún no había regresado. Cuando los oí decir eso, mi corazón se llenó de dudas. Temía traicionar al Señor Jesús. Me preocupaba que me engañaran y siguiera a un falso Cristo. En esa época, aún estaba convencido de que el Señor Jesús volvería sobre nubes y se sentaría sobre un gran trono blanco y juzgaría a cada persona de acuerdo con sus pecados, pero quienes compartían el evangelio decían que Dios se había hecho carne y expresaba palabras para juzgar nuestros pecados. Todas estas cosas me crearon un conflicto interno y me hicieron sentir aun más intranquilo. Aunque de verdad esperaba con ganas el sermón vespertino y sentía que quería seguir investigando esto, lo que me dijeron mis vecinos había penetrado mi corazón, por lo que me sentía un poco a la defensiva. Cuando empezó el sermón, decidí abandonar el grupo.
Escribí un mensaje en WhatsApp con la razón por la que abandonaba el grupo, explicando mis preocupaciones, que me preocupaba ser engañado por un falso Cristo, e incluí los versículos de la Biblia que me habían enviado mis vecinos. En cuanto estaba por enviar el mensaje y abandonar el grupo, mi teléfono avisó que no tenía batería y se apagó. Me sorprendí porque siempre cargaba mi teléfono antes de las reuniones, ¿por qué se había quedado sin batería de repente? Pero estaba decidido. Me dije a mí mismo: “¿Cómo podría no haber grandes prodigios si Cristo hubiera regresado?”. Volví a enchufar mi teléfono y decidí enviar el mensaje cuando el teléfono tuviera una carga mínima. Cuando la batería llegó a 5 %, encendí mi teléfono y vi algunos versículos de la Biblia que habían enviado al grupo. Los leí por curiosidad. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27). Los hermanos y hermanas dijeron: “En la palabra de Dios podemos ver que cuando el Señor regrese, golpeará a la puerta y convocará a Sus ovejas con Sus palabras. Que podamos recibir al Señor depende, sobre todo, de si podemos oír Su voz. Debemos ser capaces de oír la vos del Señor, de abrir la puerta y recibirlo, para poder comer con Él. Si oyes que alguien da testimonio de que el Señor ha regresado, no cierres la puerta ni temas ser engañado, sé como una virgen prudente, concentrarse en oír la voz del Señor es la clave”. Después vi que una hermana había enviado al grupo un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. “Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. […] En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy). Quedé sorprendido por las palabras de Dios Todopoderoso y la enseñanza de los demás. Contenían todas las respuestas que yo quería. Me dije a mí mismo que esto era completamente cierto. Dios es siempre nuevo, nunca es viejo y siempre realiza obra nueva. No repetiría Su obra antigua. El Señor Jesús no repitió la obra de la Era de la Ley, entonces, ¿por qué Dios haría la misma obra que en la Era de la Gracia cuando regresara? Dios Todopoderoso ha venido ahora y ha comenzado una nueva era, y Él está realizando la nueva obra de la Era del Reino. Esta obra nunca se ha realizado antes. Dios Todopoderoso incluso nos advirtió: “Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús”. Solo los espíritus malvados imitan la obra pasada de Dios y fingen ser Dios haciendo milagros para engañar a la gente. Esto me resultó muy esclarecedor. Aprendí a discernir a los falsos Cristos y la verdadera razón por la que Dios no muestra señales y prodigios en la Era del Reino. En los últimos días, Dios realiza la obra de juzgar, purificar y salvar a la humanidad expresando verdades, guiando al hombre a Su reino. Después de entender eso, seguí asistiendo a las reuniones.
Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. “Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con esta exigua reverencia por Dios en tu corazón, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. Quizás, habiendo leído solo unas pocas frases, algunas personas condenarán ciegamente estas palabras, diciendo: ‘Esto no es nada más que algún esclarecimiento del Espíritu Santo’, o ‘Este es un falso Cristo que ha venido a engañar a la gente’. ¡Los que dicen tales cosas están cegados por la ignorancia! ¡Entiendes demasiado poco de la obra y de la sabiduría de Dios, y te aconsejo que empieces de nuevo desde cero! No debéis condenar ciegamente las palabras expresadas por Dios debido a la aparición de falsos Cristos durante los últimos días ni ser personas que blasfeman contra el Espíritu Santo, porque teméis al engaño. ¿No sería esto una gran lástima? Si, después de mucho examen, sigues creyendo que estas palabras no son la verdad, no son el camino ni la expresión de Dios, entonces serás castigado en última instancia y te quedarás sin bendiciones. Si no puedes aceptar esa verdad hablada de forma tan llana y clara, ¿no eres indigno entonces de la salvación de Dios? ¿No eres alguien que no está suficientemente bendecido como para regresar ante el trono de Dios? ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Gracias a las palabras de Dios entendí que debemos ser como las vírgenes prudentes con respecto al regreso de Dios en los últimos días, y no negar apresuradamente la aparición de Cristo. Solo porque los falsos Cristos vayan a aparecer en los últimos días no significa que podamos rechazar y condenar ciegamente la obra nueva de Dios y las palabras que Él dice. Debemos aprender a escuchar la voz de Dios y a investigar la obra de Dios con una actitud de humilde búsqueda. Es la única forma de oír la voz de Dios y darle la bienvenida al Señor. Si no, perderemos la salvación de Dios. Tal y como dice Dios Todopoderoso: “No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?”. Las palabras de Dios Todopoderoso me mostraron que, cuando las opiniones equivocadas que compartieron mis vecinos evitaron que investigara la obra de Dios Todopoderoso, yo me apresuré a aceptarlas. No intenté ganar una comprensión más profunda de la Iglesia de Dios Todopoderoso ni busqué a otros dentro de la Iglesia de Dios Todopoderoso para que respondieran mis preguntas. Decidí de modo impulsivo abandonar el grupo y dejar de investigar el camino verdadero. Mi impulsividad casi me costó la salvación de Dios en los últimos días. Entonces supe que no podía sucumbir a la impulsividad frente a confusiones y dudas, ni podía juzgar apresuradamente, y que debía ser cauto, orar a Dios y buscar la verdad siempre. Debía tratar las palabras de Dios con respeto y buscar con humildad para poder reconocer la voz de Dios a través de Su guía y recibir el regreso del Señor. Comer y beber la palabra de Dios Todopoderoso todos los días me dio una comprensión más profunda de la Biblia, y así me convencí de que esta era la aparición y la obra de Dios en los últimos días, y acepté a Dios Todopoderoso sin dudar.
Un día, leí otros dos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso. “Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta única verdad: Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, carácter y sabiduría que el hombre no puede alcanzar. Los que a sí mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede asumir adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo a Él bien, y proveer la vida al hombre. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de Su esencia. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide. De esta manera, si realmente quieres buscar el camino de la vida, primero debes reconocer que es cuando Él viene a la tierra que Dios lleva a cabo la obra de otorgar el camino de la vida a los hombres y que es durante los últimos días que Él viene a la tierra para otorgarles ese camino. Esto no es el pasado; está pasando hoy” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Aprendí de las palabras de Dios que no podemos juzgar por las apariencias para distinguir al Cristo verdadero de los falsos, y que debemos mirar su esencia, es decir, debemos ver para decidir si pueden hacer la obra de Dios y expresar las palabras de Dios y Su carácter. Dios se ha hecho carne, expresa verdades y realiza Su obra. Todo lo que revela es lo que Dios tiene y es, es por completo el carácter de Dios, y la obra que realiza puede salvar a la gente. Estas son cosas que ningún humano posee ni puede alcanzar. Por lo tanto, la forma más precisa de decidir si alguien es Cristo es ver si puede realizar la obra de Dios y expresar las palabras de Dios y Su carácter. Durante la época en que investigué la obra de Dios Todopoderoso y leí Su palabra, además de ver el amor hacia el hombre revelado en las palabras de Dios Todopoderoso, también vi la justicia de Dios, Su ira y Su majestuosidad. Sus palabras son como una espada filosa, abren la corrupción dentro de nuestro corazón, exponen nuestra naturaleza satánica que se resiste a Dios. Podemos ver directamente nuestra corrupción interna a través de Sus palabras y la senda que debemos tomar en nuestra fe. Al poner en práctica Sus palabras, podemos corregir gradualmente nuestras actitudes corruptas y vivir una humanidad normal. Las palabras de Dios Todopoderoso revelan muchos misterios de la verdad y nos permiten aprender sobre su plan de gestión de 6000 años para salvar a la humanidad. Estas cosas no se pueden hallar en la Biblia ni en ninguna religión. Todos estos son misterios de la verdad que Dios devela para la humanidad en los últimos días y son cosas que le gente no ha oído ni leído antes. Además de Dios, ninguna persona ni gran figura puede expresar la verdad y salvar a la humanidad. Solo Dios encarnado puede expresar la verdad, realizar la obra de juzgar y purificar al hombre y traernos el camino, la verdad y la vida. Confirmé gracias a las palabras de Dios Todopoderoso que Él es el Cristo de los últimos días, el Dios que creó los cielos, la tierra y todas las cosas, el Dios que dictó la ley para guiar la vida del hombre en la tierra, el Dios que fue crucificado para redimir a la humanidad, e incluso el Dios que ha regresado en los últimos días para salvarnos de nuestros pecados. Sin duda, Dios es el principio y el fin, y Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Esos falsos Cristos son impostores que caerán tarde o temprano porque no pueden expresar la verdad, no son capaces de realizar la nueva obra de Dios y no pueden guiar a la gente para que descarte la corrupción y sea salvada. Solo pueden imitar la obra anterior de Dios para engañar y corromper a la gente. Ahora, Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, expresa la verdad y realiza la obra de juicio comenzando con la casa de Dios. Está purificando y transformando la corrupción de la gente, y salvando a la humanidad del pecado. La obra y las palabras de Dios Todopoderoso demuestran plenamente que Él es la aparición del verdadero Dios. No hay duda de eso.
Antes, me aferraba a mis nociones. Pensaba que Dios juzgaría los pecados del hombre desde un gran trono blanco en el cielo en los últimos días, pero gracias a las reuniones y la lectura de las palabras de Dios, se corrigió esta noción mía. Es porque aprendí cómo Dios purifica a la gente a través de Su obra de juicio en los últimos días. Vi que el Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). Un día, leí esto en las palabras de Dios Todopoderoso. “Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan sucio debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). “Cristo de los últimos días usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido por Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad). Aprendí que Dios realiza la obra de juicio de los últimos días encarnándose y expresando verdades para transformar y salvar a la humanidad. Dios Todopoderoso ya ha hablado, revelando la naturaleza satánica del hombre que incluye cosas como la arrogancia, la astucia y la maldad. También ha revelado el egoísmo y la avaricia del hombre, y ha permitido que la gente vea su corrupción a través del juicio de Sus palabras, que se odie, se arrepienta ante Dios y que llegue a venerar a Dios y someterse a Él. La única forma de corregir la naturaleza satánica del hombre es a través de la obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días. Ningún humano podría hacer eso. En ese momento comprendí que si Dios juzgara a cada persona desde un gran trono blanco en el cielo, nadie entre la humanidad corrompida por Satanás tendría oportunidad de ser salvado. Eso se debe a que toda la humanidad está envuelta por la corrupción de Satanás. Aunque gracias a la salvación de la cruz del Señor Jesús hemos sido redimidos y nuestros pecados han sido perdonados, aún somos pecadores. Atravesamos el ciclo de pecado y confesión una y otra vez. Si no experimentamos el juicio, nuestra corrupción no puede ser purificada, y, al final, Dios nos condenará y descartará. Solo podemos conocernos de verdad y ser purificados de la corrupción si somos directamente juzgados y expuestos por las palabras de Dios. Tal y como dice Dios Todopoderoso: “Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado”.
Una vez, en una reunión, leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso que de verdad me conmovió. “Aquellos que no entienden la verdad siempre siguen a otros: si la gente dice que esta es la obra del Espíritu Santo, entonces, también tú dirás que es la obra del Espíritu Santo; si la gente dice que es la obra de un espíritu maligno, entonces, también tendrás dudas, o también dirás que es la obra de un espíritu maligno. Siempre repites como un loro las palabras de los demás, y eres incapaz de distinguir nada por ti mismo, y tampoco eres capaz de pensar por ti mismo. Esto es alguien sin una postura, que es incapaz de diferenciar, ¡una persona así es un ser despreciable sin valor! Siempre repites las palabras de los demás: hoy se dice que esta es la obra del Espíritu Santo, pero existe la probabilidad de que un día alguien diga que no es la obra del Espíritu Santo y que, en realidad, no es otra cosa más que actos del hombre; sin embargo, tú no puedes discernir esto y cuando eres testigo de que otros lo dicen, repites lo mismo. En realidad, es la obra del Espíritu Santo, pero tú dices que es la obra del hombre; ¿acaso no te has convertido en uno de los que blasfeman contra la obra del Espíritu Santo? Y al hacerlo, ¿acaso no te opones a Dios porque no eres capaz de diferenciar?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios). Las palabras de Dios nos advirtieron que no sigamos ciegamente la guía de otros cuando investiguemos el camino verdadero y que no evaluemos la obra de Dios según las nociones y fantasías humanas. Esto puede alejarnos del camino del Señor y, al final, hacer que Dios nos rechace y descarte, y así perdamos la oportunidad de salvarnos. Esta triste realidad es algo que podría pasarle a cualquiera de nosotros. Me sentí avergonzado por lo insensato e impulsivo que había sido. ¿Cómo era posible que incluso tras haber oído la voz de Dios y sentir que esas palabras contenían autoridad y verdad, aún fuera influenciado por mis vecinos y descarriado por lo que habían dicho? ¡Mi insensatez casi me hizo abandonar la Iglesia de Dios Todopoderoso, dejar de recibir el regreso del Señor Jesús y arruinar mi oportunidad de salvación! ¡Mi ceguera e ignorancia podrían haber tenido terribles consecuencias para mí! Comprendí que tengo que ser una virgen prudente todo el tiempo. Cuando oímos la voz de Dios, no podemos dudarlo. Debemos orar de corazón y pedirle a Dios que nos esclarezca y nos guíe, y no escuchar a otros a ciegas, porque todos somos seres creados y no poseemos la verdad. Debemos seguir las palabras de Dios todo el tiempo, así como Pedro oyó las palabras del Señor Jesús y luego siguió al Señor. Al recordar mi insensatez y mi ignorancia pasadas, oré a Dios Todopoderoso y le pedí que me perdonara mis errores. Me sentí dispuesto a aceptar a Dios Todopoderoso y el juicio y la salvación de Sus palabras.
Desde entonces, he leído las palabras de Dios Todopoderoso todos los días. Cuando me siento débil, le pido a Dios fe y fortaleza para no trastabillar y caer. Con la guía y ayuda de Dios, he superado mi depresión y me he convertido en una persona positiva. También tengo un nuevo empleo. Siento que esto es gracias a los maravillosos arreglos de Dios. De a poco, mi vida ha mejorado bastante. Lo más importante es que puedo comer y beber las palabras de Dios Todopoderoso todos los días y reunirme y hablar con otros. Ahora he empezado a compartir el evangelio y a dar testimonio de las palabras de Dios, ayudando a que más verdaderos creyentes que ansían el camino verdadero oigan la voz de Dios y acepten Su salvación de los últimos días.