¡He recibido el regreso del Señor!
Las últimas cuatro generaciones de mi familia han sido católicas y, a finales de los 70, mi casa se convirtió en un lugar de reunión, y tanto mi padre como mi tío ejercían de diáconos de la iglesia. En toda festividad importante, los adultos me llevaban en bici a un lugar, a más de 30 km, donde observábamos la festividad. Recuerdo que el sacerdote solía decirnos en misa: “Ya han llegado los últimos días, tenemos que estar en constante alerta, tener el alma purificada y no cometer ningún pecado mortal, pues el Señor podría regresar en una nube y ascendernos al cielo en cualquier momento”. Por aquella época, todos los feligreses, jóvenes y mayores, sentían gran fervor, rezaban el rosario, asistían a misa y hacían buenas obras, mientras anhelaban cada día el regreso del Señor.
Mi padre y mi tío fallecieron a principios de los 90 y yo asumí el cargo de diácono. Guiaba a los feligreses para rezar el rosario, en los servicios, y leía las Escrituras y daba sermones. En la primavera de 1999, nuestro sacerdote me dio un folleto del evangelio proveniente de Hong Kong y me mandó movilizar de inmediato a todo el mundo con la buena nueva de que el regreso del Señor era inminente. Convoqué a todos y les pedí que rezaran el rosario tres veces al día. Les expliqué las señales de la venida del Señor predichas en la Biblia. Les dije: “Queridos fieles, el Señor está a punto de regresar. El Señor Jesús dijo: ‘Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad’ (Mateo 24:30).* Cuando venga el Señor, aparecerá una gran señal en el cielo. Todos contemplaremos con nuestros ojos que el Señor descenderá sobre una nube con brillo y majestad para ascendernos al cielo. Solo faltan unos pocos meses para el año 2000. No podemos demorarnos en predicar el evangelio a amigos, familiares y conocidos incrédulos. A ojos del Señor, tendrá gran mérito que salvemos más almas”. Esto despertó el interés de todos, que se pusieron a debatir que tenían que dejar de codiciar cosas mundanas y predicar más el evangelio con amigos y familiares. Noviembre llegó en un santiamén y empecé a notar que mi esposa parecía algo distinta de lo normal. Cada noche, tras la cena, iba a leer la Escritura a casa de la hermana Tian Xiao, en nuestra aldea, y llevaba bastantes días sin hacer vísperas conmigo. Bastante confundido, me preguntaba si se había convertido a otra denominación. Una tarde, mi mujer me preguntó: “Hace ya muchos años que somos creyentes. ¿Esperas el regreso del Señor?”. Sin dudarlo, contesté: “¿Acaso tienes que preguntarlo? ¡Claro que lo espero!”. Entonces me dijo muy seria: “Tengo buenas noticias para ti. El Señor se ha encarnado de nuevo, ha regresado y ha abierto el rollo que cita el Apocalipsis”. Me quedé bastante atónito. Elevé el tono de voz: “¿De qué diablos estás hablando? Sin duda, el Señor Jesús va a venir sobre las nubes a Su regreso. ¡Es imposible que regrese en la carne!”. Mi esposa dijo después: “Ni siquiera lo has estudiado. ¿Cómo puedes determinar a ciegas que no es posible que regrese en la carne? En todos nuestros años de fe, ¿no hemos estado esperando recibir el regreso del Señor? Con esta suposición a ciegas, basada en tus nociones, podrías perder la ocasión de ser arrebatado. Creo que deberías calmarte y estudiarlo en serio”. Sin embargo, nada de lo que dijo me llegó realmente. Me preocupaba que la hubieran engañado, así que le hablé de las profecías de la segunda venida del Señor: “Tras la crucifixión y resurrección del Señor Jesús, Su glorioso cuerpo subió al cielo en una nube. A Su regreso, aparecerá en forma de espíritu sobre las nubes y con toda la gloria. ¿Cómo es posible que regrese en la carne? La Biblia dice: ‘Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y han de verle todos los ojos’ (Apocalipsis 1:6).* ‘Pero después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes o los ángeles del cielo temblarán. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad’ (Mateo 24:29-30).* Aquí vemos que, a Su regreso, el sol se oscurecerá y la luna perderá su luminosidad. Las estrellas caerán del cielo y el Señor descenderá sobre una nube. No obstante, hasta el momento, no ha aparecido absolutamente ninguna de estas señales. ¿Cómo pudiste afirmar que ya ha venido?”. Respondió con mucha calma: “Todas las profecías del Señor son misterios ocultos. Si los explicamos literalmente a ciegas, según nuestras nociones y fantasías, es probable que malinterpretemos Sus palabras. Acuérdate de los fariseos. Se guiaban por el sentido literal de las Escrituras y por sus nociones, y creían que el Mesías nacería en un palacio real y asumiría el poder, pero el Señor Jesús no nació en un palacio. Nació en un pesebre como hijo de un carpintero y, además, no tenía nada de gobernante. Los fariseos vieron que el nacimiento y la obra del Señor Jesús no encajaban para nada con sus nociones, por lo que se negaron rotundamente a admitir que Él era la venida del Mesías, lo condenaron y se opusieron a Él. ¡No podemos cometer el mismo error que los fariseos!”. Me incomodó que dijera eso y pensé: “De cualquier modo, yo soy el diácono de la iglesia y tengo más formación que ella, pero se niega a escucharme hasta el punto de afirmar que yo malinterpreto ciegamente las profecías del Señor”. Puse mala cara y, con dureza, le repliqué: “Te lo he dicho muchas veces, pero no escuchas. ¡Te han engañado de veras! Tienes que dejar de ir a esas reuniones”. Pero me contestó con firmeza: “He estudiado con claridad y tengo fe en el regreso del Señor. Si no crees, asunto tuyo, pero no te interpongas en mi camino”. Oír eso me molestó y me enojó. A fin de salvarla, llamé a otros dos diáconos de la iglesia para intentar disuadirla. Uno le dijo con mucha confianza: “El catolicismo es la única religión correcta. Cuando regrese el Señor, las demás denominaciones volverán al catolicismo. Esa es la unidad de los cristianos. Seguro lo sabes, ya que ambos venimos de familias de católicos de larga data”. Pero mi esposa replicó: “¿Existe algún fundamento en la palabra del Espíritu Santo para que todas las denominaciones vuelvan a la Iglesia católica cuando regrese el Señor? ¿Afirmó eso alguna vez el Señor Jesús? ¿Quieren reunificarse los miembros de las iglesias protestantes y la ortodoxa de Oriente con la Iglesia católica? La Biblia profetizó hace mucho: ‘En los últimos días el monte en que se erigirá la casa del Señor, tendrá sus cimientos sobre la cumbre de todos los montes, y se elevará sobre los collados; y todas las naciones acudirán a él’ (Isaías 2:1).* Aquí, ‘montes’ se refiere a las diversas denominaciones. Cuando el Señor realice la obra de reunificación, no es que el protestantismo vaya a volver al catolicismo ni al revés, sino que los auténticos creyentes de toda denominación se presentarán ante el trono de Dios. Al convertirse todos los credos en uno de esta manera, se evidenciará la justicia del Señor y toda persona se convencerá por completo”. Lo que ella dijo me pareció muy novedoso y esclarecedor. Los diáconos también se habían quedado sin palabras, y uno de ellos tan solo replicó enérgicamente: “Eres una mera feligresa; ¿crees que sabes más que un sacerdote? Digas lo que digas, al final, todas las denominaciones volverán al catolicismo. Quienes dan la espalda al catolicismo han traicionado a Dios, no serán salvados y su alma no irá al cielo. Te han engañado. Te aconsejo que vayas a confesarte ya. No es demasiado tarde para dar marcha atrás”. Respondió firme: “A mí no me han engañado. He oído las palabras del Espíritu Santo a las iglesias y sigo las huellas del Cordero. He aceptado la nueva obra de Dios. Me quedo en esta senda y nadie puede interponerse”. Yo quería que esos dos diáconos la disuadieran, pero jamás imaginé que no solo no podrían convencerla, sino que se quedarían atónitos ante sus réplicas. Después, la fe de mi esposa se fortaleció aún más. Según ella, al principio se sentía algo limitada por mí y dudaba, pero cuando los diáconos trataron de perturbarla, le quedó claro que no comprendían la verdad, que eran realmente arrogantes y que no querían buscar humildemente. Ya no se sentía limitada y siguió asistiendo a reuniones a diario.
Pensé: “Ella no tiene mucha formación ni conoce muy bien la Biblia; entonces, ¿cómo pudieron aquellos dos diáconos quedarse mudos ante sus argumentos? ¿Qué clase de sermones tan fabulosos escucha?”. La transformación de mi esposa me desconcertó durante mucho tiempo. Pensé detenidamente en lo que había dicho y sentí que debía de haber algo de verdad en ello. ¿Podría ser que realmente provenía del Espíritu Santo aquello en lo que creía? No me parecía posible. Si de verdad provenía del Señor, nuestros sacerdotes debían de saberlo todo al respecto; entonces, ¿por qué no los había escuchado comentarlo? Fui a hablarle de ello a mi cuñado. También era diácono de la iglesia. No obstante, para mi sorpresa, en cuanto terminé de contarle lo que tenía para decir, replicó airadamente: “¡Es imposible que el Señor regrese en la carne! Hay una iglesia denominada Relámpago Oriental que ha surgido. Afirman que el Señor ha vuelto en la carne y que se llama Dios Todopoderoso. Sus enseñanzas son muy elevadas y se han robado a muchos creyentes fervorosos. Más de una docena de nuestra iglesia solamente se han dejado engañar, incluso un sacerdote. Digamos lo que digamos, no volverán. Pase lo que pase, no escuches lo que predican”. Al escuchar a mi cuñado, me di cuenta de que mi esposa escuchaba los sermones del Relámpago Oriental. Fui directo de la casa de mi cuñado a la de otro diácono y le dije que advirtiera a los demás feligreses que se mantuvieran lejos del Relámpago Oriental. Al mismo tiempo, empecé a tener aún más curiosidad y me daba una cierta sensación de provocación. Me preguntaba: “¿Qué es exactamente lo que argumenta el Relámpago Oriental? ¿Por qué se han ido con ellos tantos creyentes? ¿Cómo han podido engañar incluso a los sacerdotes? Por muy buenos que sean sus sermones, ¿de veras podían desbancar a nuestras verdades católicas? Si tengo ocasión, quiero ver qué predican en realidad”.
Comencé a leer más la Biblia a fin de estar más preparado para refutar a cualquiera del Relámpago Oriental. Busqué profecías relativas al regreso del Señor y las releí varias veces. Leí que el Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen la voz mía; y yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27).* Mientras leía las palabras del Señor, pensaba: “Es cierto, las ovejas del Señor oyen Su voz. Muchos creyentes fervorosos han aceptado el Relámpago Oriental tras oír lo que predicaba y se niegan a volver. ¡Eso es bastante revelador! Todos son católicos de larga data, con perspicacia y una fe firme. Deben de haberlo estudiado antes de aceptar el Relámpago Oriental. ¿Podría ser que el libro que leyeron sí contiene la verdad, que es la voz de Dios? Y si no lo compruebo, ¿cómo sabría si lo que predica realmente proviene de Dios o no? Primero veré de qué va todo eso, y, luego, si hay verdad en ello y concuerda con la Biblia, continuaré estudiándolo. Si no concuerda con la fe católica, podré rechazarlo de todos modos”.
Una mañana, justo después del desayuno, noté que mi esposa había salido de nuevo. Supe que había ido otra vez a casa de Tian Xiao. Pensé para mis adentros: “Esos sermones deben de ser muy interesantes, ¡ya que va a reuniones todos los días! Quiero comprobar qué dicen exactamente”. Al llegar a casa de Tian Xiao, no solo vi a otros feligreses, sino también al hermano Wang Mingyi. Me invitó a unirme a la reunión. Me senté a escuchar y oré en silencio al Señor para pedirle que velara por mi corazón y me diera discernimiento para que no me engañaran. Mingyi dijo: “La Biblia contiene tres partes: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Apocalipsis. Cada parte registra la obra de Dios en una era distinta. En el Antiguo Testamento se registra Su obra de la Era de la Ley, cuando Dios dictó los diez mandamientos por medio de Moisés, además de Sus leyes y decretos, para que la gente supiera qué es el pecado y cómo vivir en la tierra. En el Nuevo Testamento se registra Su obra de la Era de la Gracia, cuando el Señor Jesús fue crucificado en ofrenda eterna por el pecado de la humanidad y redimió a la gente del pecado, con lo que evitó que esta fuera condenada y castigada en virtud de la ley por sus pecados. El Apocalipsis profetizó la obra de Dios en los últimos días, la obra de la Era del Reino, cuando Dios se hace carne, viene en secreto y expresa verdades para juzgar y purificar a la humanidad a fin de librarnos por completo de las ataduras del pecado. Esta es una inmensa salvación para todo el que busca la verdad”. Añadió: “De hecho, hace mucho que Dios profetizó que vendría encarnado en los últimos días. Hay muchas profecías de esto en la Biblia. El Señor dijo: ‘Vosotros estad siempre prevenidos; porque a la hora que menos pensáis vendrá el Hijo del hombre’ (Lucas 12:40),* y está la profecía en Apocalipsis: ‘Mirad que vengo como ladrón’ (Apocalipsis 16:15).* Aquí, ‘que menos pensáis’ y ‘como ladrón’ se refieren a que el ‘Hijo del hombre’ vendrá en secreto cuando la gente no lo espere. El ‘Hijo del hombre’ se refiere a la encarnación de Dios. Igual que el Señor Jesús, el Dios encarnado de los últimos días nació del hombre en una familia del pueblo llano. Parece una persona normal, pero lleva al Espíritu Santo y Su esencia es divina. Es la encarnación del propio Dios. Si es el Espíritu de Dios, no puede llamarse Hijo del hombre, al igual que Jehová Dios no puede llamarse Hijo del hombre dado que Él es el Espíritu”. Oír que Mingyi continuaba dando testimonio de que Dios había regresado en la carne me resultó algo irritante y no quise oír más. Así pues, me levanté y lo refuté diciendo: “No admito lo que afirmas de que el Señor Jesús ha regresado en la carne. La Biblia profetiza: ‘Varones de Galilea, ¿por qué estáis ahí parados mirando al cielo? Este Jesús, que separándose de vosotros se ha subido al cielo, vendrá de la misma suerte que le acabáis de ver subir allá’ (Hechos 1:11).* Los sacerdotes suelen contarnos que el Señor ascendió al cielo en una nube en forma de espíritu, por lo que Su regreso debería ser en forma de espíritu y que descienda sobre una nube con toda la gloria. El Señor Jesús fue crucificado por nosotros y asumió un sufrimiento inimaginable. No va a regresar en la carne”. Mingyi me propuso con calma: “Hermano, vamos a sentarnos a hablar más de esto. Las palabras de Dios son la verdad y pueden resolver todas nuestras dudas”. Me había comportado de manera imprudente con Mingyi, pero él igual intentaba aconsejarme, así que para no avergonzarlo, no tuve más opción que sentarme. Pero aún me preocupaba ser engañado, y pensé: “Mingyi habla bien, no puedo superarlo con mi conocimiento de la Biblia. Si sigo escuchando y no me doy cuenta de si me están engañando, ¿Qué debo hacer? Tengo miedo de no salvarme y no entrar en el reino de los cielos. Eso no puede ser. No puedo seguir escuchándolo. Tengo que irme a casa y leer muy atentamente la Biblia primero”. Por ello, busqué una excusa y me marché.
De vuelta en casa, pensé en la idea del regreso del Señor en la carne, y me atormentaba totalmente la confusión: “Tal vez pudieran engañar a mi esposa, ¡pero no parecía posible que engañaran a todos esos otros creyentes devotos! Si de verdad el Señor ha vuelto en la carne, y yo no indago al respecto, podría perder la ocasión de recibirlo. Sin embargo, si el Relámpago Oriental no es el camino verdadero y yo termino en la senda equivocada, eso sería una traición al Señor y mi alma no podría salvarse”. Durante un tiempo, no supe qué hacer, no le encontraba gusto a la comida y pasé noches en vela dando vueltas en la cama. Abatido, me arrodillé ante una imagen del Sagrado Corazón y oré: “Señor Jesús, no sé si el Relámpago Oriental es realmente Tu regreso o no. Te ruego que me des discernimiento y no permitas que me extravíe y tome la senda equivocada. Dios mío, por favor guía a este hijo Tuyo”.
Después comencé a leer todo tipo de versículos sobre el regreso del Señor y, guiado por el Espíritu Santo, encontré unas profecías de la venida del Señor en secreto y descubrí un misterio. Reparé en que muchos versículos señalan que aquellos que reciban la venida en secreto del Señor asistirán al banquete con Él y serán bendecidos. Por ejemplo: “Mas llegada la medianoche, se oyó una voz que gritaba: Mirad que viene el esposo, salidle al encuentro. Al punto se levantaron todas aquellas vírgenes, y aderezaron sus lámparas. […] vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta” (Mateo 25:6-7, 10).* “Mirad que vengo como ladrón […]. Dichoso el que vela, y guarda bien sus vestidos, para no andar desnudo, y que no vean sus vergüenzas” (Apocalipsis 16:15).* “Sed semejantes a los criados que aguardan a su amo cuando vuelve de las bodas, a fin de abrirle prontamente, luego que llegue, y llame a la puerta. Dichosos aquellos siervos a los cuales el amo al venir encuentra así velando; en verdad os digo, que recogiéndose él su vestido, los hará sentar a la mesa, y se pondrá a servirles. Y si viene a la segunda vela, o viene a la tercera, y los halla así prontos, dichosos son tales criados” (Lucas 12:36-38).* “He aquí que estoy a la puerta de tu corazón, y llamo; si alguno escuchare mi voz y me abriere la puerta, entraré a él, y con él cenaré, y él conmigo” (Apocalipsis 3:19).* Medité y oré una y otra vez sobre estos versículos. Entendí que las palabras “llegada la medianoche, se oyó una voz que gritaba”, “como ladrón”, “viene a la segunda vela” y “viene a la tercera” se referían a que el Señor descenderá en secreto cuando la gente no sea consciente de ello. En realidad, ¡lo que decían esas personas sobre el descenso del Señor en secreto para salvar a la humanidad concordaba con la Biblia y con la palabra del Señor! Si era capaz de recibir la venida del Señor en secreto, ¿no me convertiría en uno de los bendecidos? Fue gracias al esclarecimiento del Espíritu Santo que pude descubrir este misterio de la venida del Señor. El corazón se me inundó de una gratitud indecible por el Señor. Seguí buscando en la Biblia. Estas son palabras del Señor Jesús: “Porque como el relámpago brilla y se deja ver de un cabo del cielo al otro, iluminando la atmósfera, así se dejará ver el Hijo del hombre el día suyo. Mas es necesario que primero padezca muchos tormentos y sea desechado de esta nación” (Lucas 17:24-25).* Anteriormente, había creído que el Señor Jesús volvería en forma de espíritu, pero lo dejó claro: “Es necesario que primero padezca muchos tormentos y sea desechado de esta nación”.* Si el Señor regresara en forma de espíritu, la gente temblaría de miedo al verlo y se postraría; en ese caso, ¿cómo podría sufrir o ser desechado por la gente? Solo sufriría y sería desechada la encarnación de Dios como Hijo del hombre. ¿Acaso era cierto el testimonio del Relámpago Oriental y que el Señor se había hecho carne y había vuelto como Hijo del hombre? No obstante, me acordé entonces de Apocalipsis 1:6: “Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y han de verle todos los ojos, y los mismos que le traspasaron o clavaron en la cruz. Y todos los pueblos de la tierra se herirán los pechos al verle”.* Según este versículo, el Señor regresará glorioso sobre las nubes para ascendernos y todos lo verán. Si el Señor descendiera encarnado en secreto, ¿cómo se explicaría ese versículo de la Biblia? ¿No son contradictorias las profecías de Su venida en secreto y de Su venida sobre las nubes? No le encontraba sentido a esto.
En un abrir y cerrar de ojos, llegó el día de Año Nuevo del 2000, pero no se cumplió mi anhelada esperanza de que el Señor descendiera sobre una nube. Sabía que, básicamente, se habían cumplido todas las señales del regreso del Señor. Comencé a cuestionar la idea de que el Señor iba a regresar sobre una nube antes del nuevo milenio. En el fondo, cada vez me inclinaba más por la idea de una venida en secreto. Seguí buscando profecías al respecto. También oré al Señor Jesús: “Señor, el milenio ha llegado, pero no te he visto descender en una nube. Estoy decepcionado y dolido. Actualmente, solo el Relámpago Oriental da testimonio de que has regresado. Señor Jesús, ¿de veras has vuelto? Te pido esclarecimiento para poder reconocer Tu obra”. En ese momento, tenía muchas ganas de oír más enseñanzas de Mingyi, pues pensaba que, si el Relámpago Oriental era el auténtico regreso del Señor, la obra de Dios me descartaría si no lo aceptaba. Cuanto más lo pensaba, más ansiedad sentía. En enero, un día realmente no pude quedarme quieto. Le dije a mi esposa que quería oír a Mingyi. Cuando me encontré con él, le expliqué: “Últimamente he estado en casa leyendo muchísimos pasajes de la Escritura y me parece que lo que dijiste encaja con las profecías. Ya puedo admitir la idea de la venida del Señor en secreto como el Hijo del hombre, pero también está esta profecía: ‘Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y han de verle todos los ojos, y los mismos que le traspasaron o clavaron en la cruz. Y todos los pueblos de la tierra se herirán los pechos al verle’ (Apocalipsis 1:6).* Según esto, el Señor vendrá en las nubes con gran gloria. ¿Eso no se contradice con la venida del Señor en secreto? El Señor es fiel y no cabe duda de que todas Sus palabras se cumplirán. Debe de haber algún misterio en esto”.
Me leyó un par de pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso, me habló con paciencia, y llegué a entender el misterio.
Dios Todopoderoso dice: “Todo aquel en el universo que sabe de la salvación de Jesús el Salvador ha estado anhelando desesperadamente que Jesucristo llegue repentinamente para cumplir lo que dijo cuando estuvo en la tierra: ‘Llegaré tal como me fui’. El hombre cree que, después de la crucifixión y la resurrección, Jesús volvió al cielo sobre una nube blanca para ocupar Su lugar a la diestra del Altísimo. De forma parecida, Jesús descenderá de nuevo sobre una nube blanca (esta nube se refiere a la nube sobre la que Jesús cabalgó cuando regresó al cielo) entre aquellos que lo han anhelado desesperadamente durante miles de años, y Él tendrá la imagen y vestimenta de los judíos. Después de aparecerse al hombre, Él le concederá comida y hará que el agua viva brote para él y vivirá en medio de él, lleno de gracia y lleno de amor, vívido y real. Todas esas nociones son lo que cree la gente. Sin embargo, Jesús el Salvador no hizo esto; hizo lo contrario de lo que el hombre concibió. No llegó entre los que habían anhelado Su regreso ni se les apareció a todos los pueblos mientras cabalgaba sobre la nube blanca. Él ya ha llegado, pero el hombre no lo sabe y sigue siendo ignorante. El hombre solamente está esperándolo sin propósito, sin darse cuenta de que Él ya ha descendido sobre una ‘nube blanca’ (la nube que es Su Espíritu, Sus palabras, todo Su carácter y todo lo que Él es) y está ahora entre un grupo de vencedores que Él formará durante los últimos días” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”).
“Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malvados. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando solo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Solo aquellos que persisten en la creencia de que ‘El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso Cristo’ se verán sometidos al castigo eterno, porque solo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y manifiesta el camino verdadero y la vida. Y por tanto, solo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados? El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; solo así os beneficiaréis” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra).
Tras leer las palabras de Dios, Mingyi me enseñó lo siguiente: “El regreso de Dios en los últimos días tiene dos etapas. Primero se encarna en el Hijo del hombre y viene en secreto. Expresa verdades, realiza la obra de juicio y purificación y finalmente transforma a un grupo de personas en vencedores. Así concluirá la obra de la encarnación de Dios en secreto. Entonces hará caer los grandes desastres, recompensará a los buenos y castigará a los malos. Al término de los grandes desastres, Dios descenderá sobre una nube y aparecerá ante los pueblos de todas las naciones. Esto cumple plenamente la profecía del Señor: ‘Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad’ (Mateo 24:30).* Para la mente humana, el descenso del Señor sobre una nube debería ser un momento de gran júbilo para los pueblos de todas las naciones; entonces, ¿por qué dijo que habría llantos angustiosos? Porque comprobarán que Dios Todopoderoso, a quien se resistieron, es el auténtico regreso del Señor Jesús. Pero para entonces ya habrá acabado la obra de Dios para salvar a la humanidad. Como se negaron constantemente a admitir todo lo que no fuera ‘la venida del Señor Jesús en una nube blanca’, se perdieron la oportunidad de recibir al Señor y ser salvados. Lo único que podrán hacer es llorar y crujir los dientes, y serán castigados. Como vemos, el regreso en secreto de Dios encarnado para obrar no solo pretende salvar al hombre, sino también desenmascarar y descartar a la gente. Las ovejas de Dios oyen Su voz, y todos aquellos que oyen la voz de Dios y lo aceptan mientras obra secretamente en la carne se presentan ante Su trono. Estas personas son las ovejas de Dios, las vírgenes prudentes, y leen la palabra de Dios a diario; serán juzgadas ante el tribunal de Cristo. Los que sean capaces de librarse de corrupción y purificarse con el juicio y castigo de Dios recibirán protección en los desastres y sobrevivirán, pero los malvados y las fuerzas del mal, que no escuchan la voz de Dios y se resisten a Él, serán delatados y descartados por medio de la obra de Su encarnación y acabarán castigados en los grandes desastres. La obra de Dios en secreto separa las ovejas de las cabras, el trigo de la cizaña, a las vírgenes prudentes de las insensatas, a los verdaderos creyentes de los falsos, a los siervos del bien de los siervos del mal… Todo esto está revelado. Todos serán clasificados involuntariamente por tipos. ¡Esta es la sabiduría de la obra de Dios!”. Esta enseñanza suya me abrió realmente los ojos de repente. Descubrí que así se cumplirán las profecías bíblicas del regreso del Señor, y pude apreciar la autoridad de Dios en las palabras de Dios Todopoderoso. Esa sensación de la justicia inofendible de Dios me dejó temblando de miedo. Supe que, si me aferraba a la noción de la venida del Señor sobre las nubes y no aceptaba las verdades expresadas por Dios encarnado, ¡perdería la ocasión de salvarme! Por dentro me regocijó lo afortunado que era de haber tomado la iniciativa de buscar el camino verdadero, para salvarme de ser abandonado y descartado por el Señor. Ese día aprendí algo acerca del misterio del regreso del Señor al leer unos pocos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso. No era de extrañar que tantos creyentes se negaran a volver después de aceptar a Dios Todopoderoso.
Estaba ansioso por aclarar más mi confusión, así que continué preguntándole a Mingyi: “El Señor Jesús se apareció a Sus discípulos durante 40 días tras Su resurrección y luego ascendió al cielo en Su cuerpo espiritual resucitado. Siempre hemos creído que, cuando el Señor regrese para juzgar al mundo en los últimos días, aparecerá en forma de espíritu, sentado en un gran trono blanco, majestuoso e imponente, y juzgará a todos los pueblos, por lo que aquellos en pecado mortal irán al infierno, mientras que quienes hayan hecho buenas obras irán al cielo. Sin embargo, ustedes dan testimonio de que el Señor viene en la carne a realizar Su obra del juicio en los últimos días. ¿Tiene esto algún fundamento bíblico?”. Él me dijo: “Hay profecías bíblicas de que Dios se hará carne en los últimos días como el Hijo del hombre para realizar la obra del juicio. Por ejemplo: ‘Porque como el relámpago sale del oriente y se deja ver en un instante hasta el occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre’ (Mateo 24:27).* ‘Ni el Padre juzga visiblemente a nadie; sino que todo el poder de juzgar lo dio al Hijo’ (Juan 5:22).* ‘Y le ha dado la potestad de juzgar en cuanto es Hijo del hombre’ (Juan 5:27).* ‘Quien me menosprecia, y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue; la palabra que yo he predicado, ésa será la que le juzgue el último día’ (Juan 12:48).* ‘Aún tengo otras muchas cosas que deciros; mas por ahora no podéis comprenderlas. Cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará todas las verdades necesarias para la salvación’ (Juan 16:12-13).* ‘Pues tiempo es de que comience el juicio por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:16).* Todas estas alusiones a ‘el Hijo’ y el ‘Hijo del hombre’ se refieren a Dios en forma de encarnación. En los últimos días, el Espíritu de Dios se hace carne como el Hijo del hombre y proclama verdades para realizar Su obra del juicio, el juicio que comienza por la casa de Dios. Es decir, el Cristo de los últimos días expresa verdades y lleva a cabo el juicio entre aquellos que aceptan Su obra del juicio para purificarlos y salvarlos, guiándolos a que entren en toda verdad. Esta es la obra que realiza Dios encarnado en secreto. En cuanto a los que se oponen a Dios, Él los condenará y destruirá directamente y se ocupará de ellos a través de los desastres. El Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, expresa todas las verdades que purifican y salvan al hombre y realiza la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios. Esto cumple por completo las profecías del regreso del Señor en los últimos días”. Logré mayor esclarecimiento al escuchar esto. Después, Mingyi leyó algunos pasajes más de la palabra de Dios Todopoderoso y me habló de por qué no realiza Dios Su obra del juicio en los últimos días en forma de espíritu, sino personalmente en la carne.
Dios Todopoderoso dice: “La salvación del hombre por parte de Dios no se lleva a cabo directamente utilizando el método del Espíritu y la identidad del Espíritu, porque el hombre no puede ni tocar ni ver Su Espíritu, ni tampoco acercarse a Él. Si Él tratara de salvar al hombre directamente utilizando la perspectiva del Espíritu, el hombre sería incapaz de recibir Su salvación. Si Dios no se hubiera vestido con la forma exterior de un hombre creado, no habría forma de que el hombre recibiera esta salvación, pues el hombre no tiene forma de acercarse a Él, igual que nadie podía acercarse a la nube de Jehová. Solo volviéndose un ser humano creado, es decir, solo poniendo Su palabra en el cuerpo de carne en el que está a punto de convertirse, puede Él obrar personalmente la palabra en todos los que le siguen. Solo entonces puede el hombre ver y oír personalmente Su palabra, y, además, poseer Su palabra y, por estos medios, llegar a ser totalmente salvo. Si Dios no se hubiera hecho carne, nadie de carne y hueso podría recibir una salvación tan grande ni se salvaría una sola persona. Si el Espíritu de Dios obrara directamente en medio de la humanidad, la humanidad entera sería fulminada o, sin una forma de entrar en contacto con Dios, Satanás se la llevaría totalmente cautiva. La primera encarnación fue para redimir al hombre del pecado; para redimirlo por medio de la carne de Jesús; es decir, Él salvó al hombre desde la cruz, pero el carácter satánico corrupto todavía permanecía en el hombre. La segunda encarnación ya no tiene como propósito servir como ofrenda por el pecado, sino, más bien, salvar por completo a los que fueron redimidos del pecado. Esto se hace de tal forma que quienes han sido perdonados puedan ser librados de sus pecados, sean purificados completamente, y, al lograr un cambio de carácter, sean liberados de la influencia de la oscuridad de Satanás y regresen delante del trono de Dios. Sólo así puede el hombre ser plenamente santificado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)).
“Si el Espíritu de Dios le hablara directamente al hombre, la humanidad entera se sometería a la voz, cayendo sin palabras de revelación, como cuando Pablo cayó al piso en medio de la luz de camino a Damasco. Si Dios continuara obrando de esta forma, el hombre nunca sería capaz de llegar a conocer su propia corrupción a través del juicio de la palabra y, así, alcanzar la salvación. Sólo haciéndose carne puede Dios transmitir personalmente Sus palabras a los oídos de todos los seres humanos de forma que todos los que tengan oídos puedan oír Sus palabras y recibir Su obra de juicio por la palabra. Sólo este es el resultado obtenido por Su palabra, y no que el Espíritu se manifieste con el fin de atemorizar al hombre para que se someta. Sólo a través de esta obra práctica, pero extraordinaria, puede el antiguo carácter del hombre, escondido profundamente en su interior durante muchos años, ser revelado plenamente de forma que el hombre pueda reconocerlo y cambiarlo. Todas estas cosas constituyen la obra práctica de Dios encarnado, en la cual, al hablar y ejecutar el juicio de una manera práctica, Él consigue los resultados del juicio sobre el hombre por la palabra. Esta es la autoridad de Dios encarnado y el sentido de Su encarnación” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)).
Luego me enseñó esto: “En las palabras de Dios descubrimos que, la primera vez que Dios se hizo carne, fue crucificado en ofrenda por el pecado para que asumiera los del hombre, por lo que, una vez que creemos en el Señor, se nos perdonan los pecados, pero la raíz de nuestro pecado, nuestra naturaleza pecaminosa, aún la tenemos dentro. Pecamos y revelamos actitudes corruptas constantemente, como la arrogancia, la deshonestidad y la maldad. Mentimos y engañamos, somos celosos y odiamos. Ante el desastre, o cuando hay dificultades en nuestra familia, tendemos a culpar y juzgar a Dios, e incluso lo negamos. Eso es innegable. Como Dios es santo, quien es impuro no puede contemplarlo. Somos sumamente inmundos y corruptos, pecamos y nos resistimos a Dios; entonces, ¿cómo podríamos ser dignos de entrar en Su reino? Cuando el Señor Jesús regresa en los últimos días, expresa verdades y realiza la obra del juicio para purificar y transformar al hombre, de modo que la gente pueda desechar completamente su pecado y corrupción, ser salvada por Dios y entrar en Su reino. Su juicio en los últimos días pretende purificar y salvar a la humanidad. Por eso, que haga Su obra en la carne es lo más apropiado. Si juzgara a la gente el Espíritu de Dios, aquella no se purificaría ni salvaría. Eso se debe a que la gente es mortal, es de la carne, y Satanás nos ha corrompido a todos, así que estamos llenos de actitudes satánicas, inmundicia y corrupción. Jamás podríamos estar cerca del Espíritu de Dios. Si Su Espíritu nos juzgara directamente, nos destruiría por nuestra rebeldía y nuestra resistencia. Si el Espíritu de Dios hablara directamente al hombre, sería como los rayos y los truenos. No solo no lo entenderíamos, sino que nos aterraría. Ese tipo de obra de juicio a la humanidad no lograría los objetivos deseados. Te doy un ejemplo: Imagina que hay un pajarillo herido y que queremos ayudarlo, pero nos tiene miedo y no deja que nos acerquemos porque es totalmente distinto a nosotros y no entiende lo que decimos ni comprende nuestras intenciones. Pero si nos convirtiéramos en un pajarillo y nos acercáramos a ayudarlo, no tendría miedo ni se resistiría a nosotros. Igualmente, para salvarnos mejor a nosotros, unos seres humanos corrompidos tan a fondo, Dios se hace carne y se reviste exteriormente como una persona normal. Expresa verdades, habla un idioma que los seres humanos podemos comprender y expone nuestra corrupción y rebeldía, además de nuestra naturaleza pecaminosa de oposición a Dios, y exhibe ante nosotros Su carácter justo para que veamos que Él es muy real. Entonces también puede compartir con nosotros de forma muy clara Su voluntad, Sus exigencias y las verdades que la gente debe practicar y en las que debe entrar, lo que nos muestra la senda para transformar nuestro carácter y purificarnos. Que Dios realice Su obra en la carne puede revelar mejor nuestras nociones y nuestra rebeldía. La primera vez que Dios se encarnó y vino a obrar, bien sabían los fariseos que la obra y las palabras del Señor Jesús eran autorizadas y poderosas, pero veían que no tenía aspecto de gran hombre, que era hijo de un carpintero, y que lo que decía y hacía no encajaba con sus nociones y fantasías, así que se negaron a estudiarlo tan siquiera; por el contrario, se resistieron a Él y lo condenaron e impidieron que los demás estudiaran la obra de Dios. Al final hicieron que crucificaran al Señor Jesús. En los últimos días, Dios se ha encarnado de nuevo para realizar Su obra del juicio y, como el hecho de que Dios se haga carne para hablar y hacer Su obra no concuerda con las nociones de la gente, delimitamos a Dios por arrogancia, lo juzgamos y nos resistimos a Su obra. El clero del mundo religioso en particular se resiste a Dios y lo condena, y blasfema en Su contra. Si Dios no se encarnara para realizar esta obra, sino que viniera Su Espíritu a llevar a cabo la obra del juicio, ¿quién se atrevería a ser tan impertinente con Él? ¿Podría revelar eso la corrupción de la gente? Solo Dios en la carne puede revelar toda nuestra rebeldía, nuestra corrupción y nuestras nociones acerca de Dios. Quienes aman la verdad pueden reconocer sus actitudes corruptas y sus naturalezas satánicas de resistencia y rebeldía contra Dios gracias a Su juicio y Sus revelaciones. Son capaces de arrepentirse y despreciarse a sí mismos, y a la larga los conquistan y purifican Sus palabras y Dios los conduce a Su reino. Sin embargo, aquellos que se aferran a sus nociones y fantasías, que niegan a Dios y se resisten a Él, que se niegan a aceptar la verdad y se empeñan en luchar contra Dios, serán plenamente revelados por Él como cizaña. Son siervos del mal y son los anticristos que revela la obra de Dios en los últimos días. No solo no se salvarán, sino que Dios los maldecirá y castigará igual que a los fariseos. Así pues, la venida de Dios encarnado a realizar Su obra del juicio en los últimos días es sumamente útil para salvar a la humanidad corrupta”.
La enseñanza de Mingyi me dio gran esclarecimiento. Me acordé de la Era de la Ley. Cuando Jehová Dios apareció y habló a los israelitas en el monte Sinaí, todos oyeron la voz de Dios como un trueno y se llenaron de temor. Le dijeron a Moisés: “Háblanos tú, y oiremos; no nos hable el Señor, no sea que muramos” (Éxodo 20:19).* Dios es santo, y nosotros, seres humanos corruptos. Realmente no podemos tener un contacto directo con el Espíritu de Dios. También recordé cuando me enteré de que el Señor había regresado en la carne. Me embargaron las nociones y la resistencia y fui sumamente arrogante. Sin buscar ni estudiarlo, determiné y juzgué ciegamente que era imposible que el Señor regresara en la carne. Precinté la iglesia, impedí que los demás estudiaran el camino verdadero y traté de impedirle a mi esposa que asistiera a reuniones. ¿En qué se diferenciaban mis actos de los de los fariseos cuando se resistieron al Señor Jesús? Fui muy arrogante y rebelde. Si realizara la obra del juicio el Espíritu de Dios, yo ya habría sido destruido, entonces ¿cómo habría tenido la oportunidad de recibir la salvación de Dios? Que Dios encarnado realice la obra del juicio es, en realidad, Su salvación para el hombre. ¡Es absolutamente necesario que Dios encarnado realice Su obra en los últimos días!
Posteriormente, Mingyi habló conmigo un par de veces más y leí muchas palabras de Dios Todopoderoso. A partir de Sus palabras aprendí sobre la historia verdadera y la importancia de las tres etapas de la obra de Dios para salvar a la humanidad, los misterios de las encarnaciones de Dios, los misterios de Sus nombres y la verdad detrás de la Biblia, aprendí a oír Su voz, a discernir al Cristo verdadero de los falsos, a qué tipos de personas salva y descarta Dios, etc. Cuanto más leía las palabras de Dios Todopoderoso, mejor comprendía Su obra y Su voluntad. Entendí muchísimos misterios de la Biblia que antes no comprendía, se me aclararon muchísimas cosas que antes no captaba. Me supuso un gran sustento. En el fondo estaba seguro de que las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad, la voz de Dios, ¡y que Dios Todopoderoso es el único Dios verdadero que ha aparecido! Esto se debe a que solo Dios puede proclamar verdades, revelar misterios, y proveernos de la verdad y vida eternas. ¡Dios Todopoderoso de veras es el regreso del Señor! Antes me aferraba a los términos literales de la Biblia y delimitaba a Dios según mis nociones y fantasías. No investigué la obra nueva de Dios, sino que, tercamente, rechacé a Dios que ha regresado. A punto estuve de convertirme en un fariseo que se resiste a Dios y perder la ocasión de recibir el regreso del Señor y de entrar al cielo. Si el Espíritu Santo no me hubiera guiado y salvado a tiempo, sin duda mis nociones me habrían desgraciado. Gracias a la misericordia y salvación de Dios, pude recibir Su regreso y asistir a Su banquete de bodas. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.