Los entresijos de la persecución de una familia
Por Chen Li, ChinaMi madre y mi hermana compartieron el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días conmigo en octubre de 2009....
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
Llevaba años haciendo trabajo de diseño en la iglesia y en el curso de mi deber había dominado de a poco algunos principios de diseño gráfico y ganado un poco de experiencia. La mayoría de la gente también comentaba que tenía una actitud diligente hacia mi deber, lo que me hacía sentir muy bien conmigo mismo. En febrero de 2022, debido a necesidades del trabajo, la iglesia dispuso que la hermana Valerie y yo cooperáramos en el trabajo de diseño. Después de un tiempo, descubrí que ella era un poco descuidada en su deber y que no captaba muy bien los principios. En ocasiones, también cometía algunos errores bastante evidentes, lo que obligaba a rehacer y revisar algunos diseños. Empecé a considerarla inferior al pensar que tenía muchos problemas en su deber y que no era tan meticulosa como yo ni tan experta en aplicar los principios con flexibilidad. Además, aceptaba la mayoría de las sugerencias que le hacía en el trabajo sin mucho desacuerdo, lo que me hizo sentir aún mejor conmigo mismo. Más tarde, cuando había problemas que debatir ya no quería acudir a ella en busca de consejo. Aunque a veces ella compartía sus pensamientos, simplemente no la escuchaba y seguía insistiendo en que mi opinión era correcta y que debía seguir mi ejemplo.
Recuerdo una vez que Valerie y yo tuvimos opiniones diferentes sobre el concepto de un diseño. Pensé que su concepto era muy simple y que no llamaría la atención a la gente, y que en su lugar, debíamos elegir mi concepto. Continué explicando cómo mi idea era innovadora y no solo un cliché y cómo su perspectiva era inadecuada. Cuando intentó explicar su razonamiento, pensé: “He hecho más diseños que tú y comprendo los principios mejor, así que será más adecuado hacer las cosas a mi manera”. Por eso, simplemente la interrumpí y empecé a exponer de nuevo mi opinión. Pero ella seguía sin estar de acuerdo con mi sugerencia y dijo que quería consultarlo con otros hermanos y hermanas. Perdí un poco la paciencia y pensé: “¿Qué hay que preguntar? No es un problema difícil; simplemente podrías seguir mi sugerencia, ¿no?”. Pero para mi sorpresa, después de consultarlo con los demás, la mayoría juzgó el asunto según los principios y sintieron que el concepto y la perspectiva de Valerie eran más adecuados. Aunque no eran tan innovadores, estaban más de acuerdo con el tema. Al escucharlo, me sentí un poco avergonzado y no podía creer que su concepto fuera realmente mejor que el mío. En otra ocasión, le pedí a Valerie que me ayudara con el ajuste de color de un diseño y le expliqué cómo hacer los ajustes. Más tarde, me di cuenta de que no siguió el método que la enseñé. En su lugar, utilizó un método que ella pensó que era mejor. Me enfadé bastante al verlo y le pregunté en un tono imperativo: “¿Por qué no seguiste mi método? Siempre lo hemos utilizado para el ajuste de color, ¿qué pasa si hay un problema con tus ajustes?”. Ella respondió rápidamente: “No se me da muy bien el método que mencionaste, así que utilicé uno que conozco mejor”. Quise continuar criticándola, pero me di cuenta de que yo estaba hablando con impulsividad, así que paré.
Un día, ella compartió su estado reciente y dijo: “Siempre me siento inferior al cumplir con mi deber contigo y temo constantemente que, si no hago las cosas a tu manera, me criticarás. Como la última vez que hice el ajuste de color a mi manera simplemente para hacer las cosas más rápido y fácil, sinceramente me asusté bastante cuando me cuestionaste”. Me sentí profundamente angustiado al escuchar esto. Nunca había esperado que ella realmente tuviera miedo de cooperar conmigo. Más tarde, también me di cuenta de que a veces había problemas que podría haber manejado fácilmente ella sola, pero que seguía preguntándome primero, y solo se atrevía a manejar las cosas después de que yo las aprobara. Comprendí que había un problema en nuestra cooperación, así que oré a Dios y le pedí que me esclareciera para conocerme a mí mismo. Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Cómo se puede explicar y practicar el término ‘colaboración’? (Hablando de las cosas cuando estas surgen). Sí, esa es una forma de ponerlo en práctica. ¿Qué más? (Compensando las debilidades de uno con las fortalezas del otro, supervisándose entre sí). Eso encaja perfectamente; practicar de esa manera es colaborar en armonía. ¿Hay más? Pedir la opinión del otro cuando sucede algo, ¿no es colaborar? (Sí). Si una persona comparte lo propio y la otra lo suyo y, finalmente, se decantan por lo que compartió la primera de ellas, ¿para qué hacer las cosas por hacerlas? Eso no es colaboración; no se ajusta a los principios ni logra los resultados que produce la cooperación. Si hablas sin parar como un loro y no les das a otros que quieren hablar la posibilidad de hacerlo ni escuchas a los demás, incluso después de haber expresado todas tus ideas, ¿se trata de un debate? ¿Es eso compartir? Eso es hacer las cosas por hacerlas, no es colaboración. ¿Qué es colaborar, entonces? Es cuando tú, habiendo expuesto todas tus ideas y decisiones, puedes pedir la opinión y los puntos de vista del otro y, después, comparar los dichos y puntos de vista de ambos, a la vez que algunas personas más lo someten a su discernimiento de manera conjunta y buscan los principios para alcanzar así un entendimiento compartido y determinar la senda de práctica correcta. Eso es lo que significa conversar y compartir; eso significa ‘cooperación’” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Tras leer las palabras de Dios, comprendí que la verdadera cooperación significa ser capaz de debatir juntos los problemas, complementar las fortalezas y debilidades del otro, buscar ambos los principios-verdad y cumplir nuestros deberes según los requisitos de Dios. Así es la cooperación real. Al reflexionar sobre nuestro tiempo juntos, aunque Valerie y yo cumplimos con nuestros deberes conjuntamente, realmente yo no colaboraba con ella. Pensaba que yo era más diligente en cómo hacía las cosas y que tenía una mejor comprensión que ella, así que siempre la consideré inferior, y mis palabras y acciones estuvieron llenas de desdén hacia ella. Cuando debatíamos los problemas, yo raramente tomaba la iniciativa de buscar su consejo. Y cuando lo hacía, me limitaba a hacerlo por inercia, aunque ya había decidido que yo tenía razón y que rechazaba por completo aceptar sus ideas. Incluso perdía todo tipo de razón, la interrumpía y la criticaba en un tono imperativo, y solo quería que siguiera mi ejemplo. En mi deber, siempre fui egocéntrico y dominante; nunca hubo ningún debate o complementación mutua con Valerie, y todo se hizo siempre a mi manera. Como resultado, tras trabajar juntos durante un tiempo, la había limitado tanto que no se atrevía a manejar los problemas ella sola y constantemente temía que, si no hacía las cosas a mi manera, la reprendería. Vi que no había ningún tipo de cooperación armoniosa entre ella y yo y que todo lo que yo había hecho fue limitarla y dañarla. Me sentí muy culpable y busqué una solución a mi problema.
Un día durante mis devocionales, leí un par de pasajes donde Dios expone a los anticristos y gané algo de comprensión sobre mi propio estado. Dios Todopoderoso dice: “En la superficie, puede parecer que algunos anticristos tienen ayudantes o compañeros, pero lo cierto es que cuando sucede algo, no importa cuánta razón tengan otros, los anticristos nunca escuchan lo que ellos tienen que decir. Ni siquiera lo tienen en cuenta, y mucho menos lo debaten o comunican sobre ello. No prestan ninguna atención, como si los demás ni siquiera estuviesen allí. Cuando los anticristos escuchan lo que otros dicen, simplemente se mueven por inercia o representan un papel para que los demás lo presencien. Pero cuando finalmente llega el momento de la decisión final, es el anticristo quien está al mando; las palabras de cualquier otro son un gasto de saliva, no cuentan para nada. Por ejemplo, cuando dos personas son responsables de algo, y una de ellas tiene la esencia de un anticristo, ¿qué se exhibe en tal persona? Da igual de qué se trate, ella y solo ella es la que mueve los hilos, la que hace las preguntas, la que ordena las cosas y la que aporta una solución. Y la mayoría de las veces, mantiene a su compañero en la ignorancia. ¿Qué es su compañero a sus ojos? No es su adjunto, sino un mero elemento decorativo. A ojos del anticristo, su compañero simplemente no existe. Cada vez que hay un problema, el anticristo lo considera, y una vez que ha decidido una vía de acción, informa a todo el mundo de que así es como se debe hacer, y a nadie se le permite cuestionarlo. ¿Cuál es la esencia de su cooperación con los demás? Básicamente es tener la última palabra, no discutir nunca los problemas con nadie más, asumir la responsabilidad exclusiva del trabajo y convertir a sus compañeros en meros escaparates” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). “La primera manifestación de que los anticristos quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios, es que son incapaces de colaborar con nadie. Algunos pueden decir: ‘Ser incapaz de colaborar con nadie no es lo mismo que querer que los demás se sometan solo a ellos’. Ser incapaz de colaborar con nadie significa que no hacen caso a las palabras de nadie ni solicitan las sugerencias de nadie, ni siquiera buscan las intenciones de Dios ni los principios-verdad. Simplemente, actúan y se comportan según su propia voluntad. ¿Qué está implícito en esto? Que ellos son quienes reinan en su trabajo, no la verdad ni Dios. Así que el principio de su trabajo es lograr que otros obedezcan lo que ellos dicen y que los traten como si ellos fueran la verdad, como si fueran Dios” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Tras leer las palabras de Dios me sentí profundamente avergonzado. El principio que rige el trabajo de los anticristos es ejercer ellos mismos el poder, sometiendo a los demás, en lugar de someterse a Dios y a los principios-verdad. Al reflexionar sobre mi cooperación con Valerie, me di cuenta de que había estado revelando el mismo carácter. A primera vista, parecía que Valerie y yo cooperábamos juntos en nuestros deberes, pero en realidad, en mi corazón, solo la consideraba una seguidora. Hice que obedeciera todas mis decisiones y se ajustara a mis ideas, como si ella estuviera cumpliendo con su deber por mí. Cuando ella ofrecía sugerencias, yo no buscaba comprender si sus sugerencias eran conforme a los principios-verdad o tenían mérito; tan solo insistía en que mis opiniones eran correctas. Cuando ella quería consultar con los demás los principios-verdad, yo perdía la paciencia y pensaba que era totalmente innecesario. Un creyente debe honrar a Dios como grande, buscar Sus intenciones en todas las cosas y someterse a Sus palabras y a los principios-verdad. Pero fui demasiado arrogante y sentencioso. Además de no buscar los principios-verdad cuando me enfrenté a los problemas, quise que los demás se sometieran a mí y siguieran mi ejemplo. Traté mis propias ideas como principios-verdad para que los demás me siguieran y obedecieran, ¡y esa es la senda de un anticristo! Cuando los hermanos y hermanas cooperan en sus deberes es para ayudarse y complementarse unos a otros, así como para supervisarse y frenarse mutuamente. El objetivo es que las desviaciones de los deberes se reduzcan al mínimo posible y que todos actuemos según los principios-verdad para lograr los mejores resultados en la obra de la iglesia. Pero yo no cooperé con los demás. Esto dio lugar a un cumplimiento mediocre de los deberes y me hizo propenso a vulnerar principios y trastornar y perturbar la obra. Pensé en algunos de los anticristos que expulsaron de la iglesia por ser arrogantes, vanidosos y actuar de forma arbitraria, que siempre pedían a los demás que se sometieran a ellos en lugar de buscar la verdad y someterse a Dios. Como resultado, trastornaron y perturbaron la obra de la iglesia y trajeron mucho dolor y limitación a los hermanos y hermanas. Al final, los expulsaron y descartaron porque se negaban por completo a arrepentirse. Si yo seguía sin arrepentirme, mi resultado final sería el mismo que el de esos anticristos: descarte y castigo. Estos pensamientos me asustaron y no quise continuar en esta senda errónea, así que oré a Dios rápidamente y le pedí que me guiara para comprenderme a mí mismo. Quería arrepentirme ante Dios.
Durante los siguientes días, continué preguntándome: “¿Por qué no puedo cooperar de forma armoniosa con los demás? ¿Cuál es la raíz de este problema?”. Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios y gané algo de comprensión sobre mis problemas. Dios Todopoderoso dice: “Si, en el fondo, realmente comprendes la verdad, sabrás cómo practicarla y someterte a Dios y, naturalmente, te embarcarás en la senda de búsqueda de la verdad. Si la senda por la que vas es la correcta y conforme a las intenciones de Dios, la obra del Espíritu Santo no te abandonará, en cuyo caso serán cada vez menores las posibilidades de que traiciones a Dios. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si tienes un carácter arrogante y engreído, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y vanidosa. Tu arrogancia y vanidad te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y engreída!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). Tras leer las palabras de Dios, comprendí que la raíz de mi incapacidad para cooperar de forma armoniosa con Valerie era principalmente mi excesiva naturaleza arrogante. Vivía bajo el veneno de Satanás de: “Yo soy el único soberano del universo” y siempre me vi a mí mismo como superior. Cuando mi deber dio algunos resultados, empecé a verme especial y a considerarla a ella inferior en todos los aspectos, como si nadie fuera tan bueno como yo. Al cumplir con mi deber con este tipo de carácter, me volví muy seguro de mí mismo, incluso creía que todas mis opiniones eran correctas. A menudo orientaba el deber en torno a mí mismo y actuaba de forma arbitraria sin buscar, en absoluto, las intenciones de Dios. Al debatir los problemas con Valerie siempre quería que ella hiciera las cosas a mi manera y, cuando no lo hacía, quería perder los estribos, reprenderla y rebajarla, y obligarla así a obedecerme, lo que dio como resultado que se sintiera limitada por mí y tuviera miedo a cooperar conmigo. Cuanto más lo pensaba, más miedo me daba, y finalmente me di cuenta de que mi carácter arrogante había hecho que perdiera la humanidad y la razón y mi corazón temeroso de Dios, lo que me había hecho ser cruel. Sin saberlo, esto también había afectado a la obra de la iglesia, y si no resolvía ese carácter arrogante, estaría verdaderamente en peligro. En ese momento, me di cuenta de que mi arrogancia provenía de pensar siempre que era mejor que los demás. Pero, ¿realmente era tan genial? Dios dice: “Para desempeñar adecuadamente tu deber, da igual cuántos años lleves creyendo en Dios, cuántos deberes hayas cumplido y cuánto hayas contribuido a la casa de Dios e importa menos aún cuánta experiencia tengas en el deber. Dios se fija principalmente en la senda que toma una persona. En otras palabras, se fija en la actitud de uno hacia la verdad y los principios y en el rumbo, origen y punto de partida que subyacen a sus actos. Dios se centra en estas cosas; son las que determinan la senda que sigues. […] Sea cual sea el ámbito al que corresponda tu don o especialidad, o dondequiera que tengas algo de conocimiento vocacional, usar estos talentos en el cumplimiento de un deber es lo más adecuado, es la única manera de cumplirlo bien. Uno de los aspectos es confiar en la conciencia y la razón para cumplir tu deber y el otro es que has de buscar la verdad para resolver tu carácter corrupto. Uno gana la entrada en la vida al cumplir su deber de este modo y se vuelve capaz de cumplirlo de manera adecuada” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?). De las palabras de Dios me di cuenta de que el cumplimiento del deber de una persona esté a la altura del estándar no depende del tiempo que lleve realizándolo ni de la experiencia que tenga, y que lo más importante es que una persona esté en la senda correcta, busque la verdad para resolver su carácter corrupto y actúe según los principios. Siempre consideré inferior a Valerie y no pude cooperar de forma armoniosa con ella, principalmente porque yo sentía que comprendía el trabajo mejor que ella, tenía más experiencia y era más meticuloso en mi deber. En efecto, gracias a estas acciones pude mejorar, en cierta medida, la eficacia de mi deber, pero estas cosas no eran la verdad. Además, en distintos contextos, el conocimiento técnico y la experiencia que tengo pueden no ser siempre aplicables. Por ejemplo, cuando trabajaba con Valerie a veces juzgaba cómo manejar las cosas según mi propia experiencia, pero como era arrogante, sentencioso y no buscaba los principios-verdad, lo que terminaba haciendo no estaba bien. Aunque ella tenía defectos, al buscar los principios, igual podía identificar los problemas. Entonces me di cuenta de que yo no era mejor que los demás, ¡y que mi arrogancia y sentenciosidad previas eran totalmente irrazonables! Ahora comprendía que solo al cooperar y complementarnos unos a otros, buscar la verdad juntos y actuar según los principios podemos cumplir bien con nuestros deberes.
Más tarde, al cooperar de nuevo con Valerie en un diseño, primero le pregunté de forma consciente por su opinión y, cuando expresó sus puntos de vista, fui capaz de escucharla con atención. Después de un tiempo, descubrí que Valerie tenía fortalezas de las que valía la pena aprender y que era capaz de aceptar las sugerencias de los demás y centrarse en buscar la verdad, cualidades que yo no poseía. En este punto, me di cuenta de que tener una persona así con quien cooperar que pueda complementar mis defectos en mi deber es realmente fantástico. Al mismo tiempo, aprendí a manejar adecuadamente los defectos de Valerie e intentaba compartir y ayudarla a comprender los principios que ella no captaba. También compartía con ella cualquier método que había encontrado que pudiera mejorar la eficacia del trabajo. Nuestra cooperación de a poco mejoró y la eficacia general de nuestros deberes también. Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué efecto tendrá esta cooperación armoniosa? El efecto es enorme. Ganarás cosas que nunca habías tenido, que son la luz de la verdad y las realidades de la vida; descubrirás los méritos de los demás y aprenderás de sus puntos fuertes. Hay algo más: tú concibes a los demás como estúpidos, poco inteligentes, tontos, inferiores a ti, pero cuando prestes atención a sus opiniones, o cuando otras personas se abran a ti, descubrirás, sin darte cuenta, que nadie es tan ordinario como crees, que todos pueden ofrecer pensamientos e ideas diferentes, y que todos tienen sus propios méritos. Si aprendes a cooperar en armonía, además de ayudarte a aprender de los puntos fuertes de los demás, eso puede revelar que eres arrogante y sentencioso, y hará que dejes de imaginar que eres inteligente. Cuando dejes de considerarte más inteligente y mejor que los demás, dejarás de vivir en ese estado narcisista y de autoapreciación. Y eso te protegerá, ¿verdad? Esta es la lección que debes aprender y el beneficio que debes obtener al cooperar con otros” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Cuanto más leía las palabras de Dios, más me daba cuenta de lo prácticas que son. Aprender a cooperar con los demás en nuestros deberes permite que el trabajo consiga mejores resultados y ayuda a compensar mis propios defectos. También me permite reconocer con más precisión mis propias capacidades y me impide actuar según mis propias ideas y causar pérdidas a la obra de la iglesia. Esto era beneficioso para ambos, para la obra de la iglesia y para mí.
Más adelante, en una ocasión envié un diseño terminado al hermano Camden para que lo revisara. Para mi sorpresa, dijo que el diseño general parecía un poco oscuro, así que hablé con él sobre mis consideraciones. Pero él no aceptó mi punto de vista y seguía diciendo que el diseño general era demasiado oscuro, incluso sugirió que retrocediera y lo volviera a evaluarlo según los principios o que preguntara a los hermanos y hermanas para ver si detectaban el mismo problema. Pensé: “Yo soy el especialista en diseño aquí, entonces, ¿quién sabe más? ¿Tú o yo? Ya lo he evaluado según los principios, ¿cómo va a haber un problema? ¿Me pides que lo consulte con los demás? ¡Realmente no creo que sea necesario!”. Tuve muchas ganas de refutarlo. Pero entonces me di cuenta de que volvía a revelar un carácter arrogante y rápidamente oré a Dios en mi corazón, y le pedí que no me permitiera actuar de nuevo según mi carácter corrupto y le dije que estaba dispuesto a ponerme a un lado y buscar los principios-verdad. Tras orar, de repente pensé en las palabras de Dios: “Si alguien formula una sugerencia, primero debes aceptarla y luego debes permitir que todos confirmen la senda de práctica correcta. Si nadie tiene inconvenientes al respecto, entonces puedes determinar el modo más adecuado de hacer las cosas y actuar de esa manera. Si se detecta un problema, debes solicitar la opinión de todos, y debéis buscar la verdad y compartirla juntos y, así, obtendréis el esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuando se iluminen vuestros corazones y tengáis una senda mejor, los resultados que obtengáis serán mejores que antes. ¿Acaso no es esa la guía de Dios? ¡Es algo maravilloso! Si puedes evitar ser sentencioso, si puedes abandonar tus fantasías e ideas, y si puedes escuchar las opiniones correctas de los demás, serás capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo. Tu corazón se iluminará y serás capaz de encontrar la senda correcta. Tendrás un camino a seguir y, cuando lo pongas en práctica, sin duda será conforme a la verdad. A través de esta práctica y de esta experiencia aprenderás a practicar la verdad, y al mismo tiempo aprenderás algo nuevo sobre esa área de trabajo. ¿No es eso algo bueno?” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, gané una senda más clara de práctica. Cuando las cosas suceden, no puedo estar completamente seguro de mí mismo y debo considerar seriamente las sugerencias de los demás, buscar los principios-verdad y practicar según los requisitos de Dios. Solo entonces puedo cumplir bien con mi deber. Incluso si la persona hace una sugerencia sin ser especialista, aún así debo considerar si existen problemas, en lugar de solo resistirme y negarme a aceptarlo. Así que rápidamente lo consulté con el supervisor. A través de la búsqueda y la comunicación, finalmente me di cuenta de que no había comprendido el tema y que el problema que indicó Camden realmente existía.
Tras esta experiencia, comprendí que la cooperación armoniosa es indispensable en el cumplimiento del deber, y que escuchar más las sugerencias de los demás beneficia la obra de la iglesia y compensa mis propias deficiencias en mi deber. Todo el mundo tiene fortalezas y debilidades, y solo al complementar las fortalezas de los demás y cooperar juntos de forma armoniosa podemos cumplir bien con nuestros deberes. Como dice Dios: “La cooperación entre hermanos y hermanas es un proceso de compensación de los puntos débiles de uno con los puntos fuertes de otro. Tú compensas las deficiencias de otros con tus puntos fuertes, y otros compensan las tuyas con sus puntos fuertes. Esto es lo que significa compensar los puntos débiles de uno con los fuertes de otros y cooperar en armonía. Solo cuando la gente coopera en armonía es posible que Dios la bendiga y, cuanto más experimenta uno esto, más realidad posee, y su senda se ilumina cada vez más a medida que la recorre y está más tranquilo que nunca” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La cooperación en armonía).
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