Aprendí a ser responsable en mi deber

27 Mar 2025

Por Jinyi, China

En julio de 2021, me eligieron líder de iglesia. Pensé: “Ser capaz de hacerme cargo de un deber tan importante con más de sesenta años de edad es realmente la exaltación de Dios”. Decidí esforzarme al máximo en este deber. Luego, me sumergí en el deber; asistía a reuniones de grupo, resolvía los problemas de los hermanos y hermanas, y me mantenía ocupada a diario. Después de un tiempo, los diversos aspectos del trabajo de la iglesia comenzaron a mostrar algunas mejoras y me sentí bastante feliz. En agosto del año siguiente, me eligieron predicadora y me hicieron responsable del trabajo de dos iglesias. Pensé: “Ya estoy lo suficientemente ocupada con una sola iglesia y ahora soy responsable de otra más. ¿No me dejará eso aún más exhausta? ¿Aguantará mi cuerpo? Además, el trabajo en la otra iglesia no está dando muy buenos resultados, ¡así que tendré aún más de lo que preocuparme!”. Después de pensarlo bien, decidí que no quería aceptar este deber. Pensé: “¿Qué excusa puedo poner para rechazarlo? Tal vez podría decir que soy muy mayor y que no tengo la energía o la fortaleza para ser responsable de otra iglesia y que la obra se retrasaría, y luego sugerir que busquen a alguien más joven”. Sin embargo, pensar de esta manera me hizo sentir un poco intranquila. ¿No estaba eludiendo mi deber? Con las palabras a punto de salir de mi boca, decidí quedarme callada. Así que acepté el deber de predicadora.

Tras asumir el deber, tenía multitud de planes todos los días y a toda hora y, a veces, tenía que comer a las apuradas y tomar atajos. Con todo este trajín, no podía evitar pensar: “Ya soy vieja, ¿me aguantará el cuerpo? ¿Qué pasa si me desplomo por el agotamiento? Ambas iglesias tienen líderes y son bastante proactivos en el seguimiento del trabajo. Con su cooperación, no necesitaría seguir las cosas tan de cerca. Debo descansar más. A mi edad, debo dedicar tiempo a cuidarme. ¿Preocuparme constantemente no me hará parecer mayor?”. Con esto en mente, suspiré de alivio y pensé: “Si hubiera hecho esto antes, no habría estado tan ocupada. ¡Puede que simplemente no sepa planificar las cosas! Mientras organice todo de forma adecuada, este deber no será tan pesado como imaginé”. Luego, hice menos seguimiento del trabajo evangélico y del trabajo de riego. Cuando llegaba a casa después de las reuniones, no pensaba mucho en el trabajo porque creía que los líderes de iglesia estaban haciendo el seguimiento. Solo miraba testimonios vivenciales en video y respondía las preguntas de los hermanos y hermanas; sentía mucha menos presión y pensaba cómo prepararme comida sabrosa y nutritiva para mejorar mi salud. Sin darme cuenta, pasó un mes. Me dirigí a las iglesias para supervisar el trabajo y me enteré de que ninguna de ellas había ganado nuevos fieles en todo el mes. Oír estas noticias me dejó anonadada y pensé: “¿Qué sucede? Los líderes de iglesia han estado ocupados cooperando, así que ¿por qué el trabajo evangélico no obtuvo ningún resultado? ¡Mi trabajo como líder de iglesia no era tan deficiente antes!”. Me presenté ante Dios apresuradamente y oré: “Dios, este mes, el trabajo evangélico no dio resultados en ninguna de las dos iglesias y no sé dónde radica el problema. Por favor, guíame para encontrar el porqué”. Después de orar, me di cuenta de que, últimamente, había estado viviendo por el bien de mi carne, solo pensaba en comer y beber bien y descansar, sin ningún sentido de la carga hacia mi deber. No estaba evaluando ni resolviendo con prontitud los problemas en el trabajo, ¡y era directamente responsable de la falta de resultados! Rápidamente, me dirigí a los líderes de iglesia para resumir las razones. Me dí cuenta de que, aunque los líderes de iglesia habían puesto en práctica el trabajo, solo habían delegado tareas sin hacer ningún seguimiento ni supervisión, lo que significaba que el trabajo no había sido puesto en práctica por completo. Esto era particularmente evidente en el trabajo evangélico, donde los hermanos y hermanas se debatían en dificultades. Los líderes de iglesia las veían como dificultades reales y no sabían cómo resolverlas. Tras comprender la situación, me di cuenta de que había sido descuidada en mis deberes, así que me sinceré con ellos sobre mi estado reciente e inmediatamente hablé con los líderes de iglesia sobre cómo hacer seguimiento del trabajo, sin atreverme a retrasarlo ni un poco más.

Luego, leí este pasaje de las palabras de Dios: “Los líderes y obreros deberían inspeccionar activamente el trabajo de cada equipo, verificar las situaciones de cada miembro del equipo, si hay algunos incrédulos que solo maquillan los números o difunden negatividad y nociones para perturbar el trabajo de la iglesia y que, una vez descubiertas, a estas personas se las debería dejar en evidencia de forma exhaustiva y se las debería echar. Este es el trabajo que los líderes y obreros deberían hacer; no deberían ser pasivos, no deberían esperar órdenes y la exhortación de lo Alto para actuar ni deberían limitarse a hacer cualquier cosa menor cuando todos los hermanos y hermanas lo reclamen. En su trabajo, los líderes y obreros deberían tener en consideración las intenciones de Dios y serle leales. La mejor manera de comportarse es reconocer y solucionar los problemas de manera proactiva. No deben permanecer pasivos, en especial cuando tienen palabras y charlas actuales para que sirvan de base. Deben tomar la iniciativa para resolver completamente los problemas y dificultades reales a base de comunicar la verdad y hacer su trabajo exactamente como deben. Tienen que seguir el progreso del trabajo sin demora y de un modo proactivo; no pueden esperar siempre órdenes y que les exhorten desde lo Alto antes de actuar de mala gana. Si los líderes y obreros son siempre negativos y pasivos y no hacen ningún trabajo real, son indignos de servir como líderes y obreros y deberían ser destituidos y reasignados. Ahora hay muchos líderes y obreros que son muy pasivos en su trabajo. Solo trabajan un poco cuando lo Alto envía órdenes y los presiona; de lo contrario, holgazanean y procrastinan. […] Una vez que lo Alto ha dispuesto el trabajo, estarán ocupados durante un tiempo, pero cuando ese trabajo ya está realizado, no saben qué hacer a continuación porque no entienden qué deberes deberían hacer. Nunca tienen claro el trabajo que recae dentro del ámbito de las responsabilidades de los líderes y obreros y que deberían llevar a cabo; a su modo de ver, no hay ningún trabajo que se deba hacer. ¿Qué es lo que pasa cuando la gente no piensa que haya ningún trabajo que hacer? (No soportan una carga). Dicho con precisión, no soportan una carga; además, son muy perezosos y codician la comodidad, se toman tantos descansos como sea posible cada vez que pueden, y tratan de evitar cualquier tarea adicional. Estos perezosos suelen pensar: ‘¿Por qué debo preocuparme tanto? Preocuparse demasiado solo me hará envejecer más deprisa. ¿Qué beneficio voy a sacar yo de hacer eso y de ir de un lado a otro y cansarme tanto? ¿Qué pasará si me agoto y enfermo? No tengo dinero para pagar un tratamiento. ¿Y quién cuidará de mí cuando sea viejo?’. Estos vagos son así de pasivos y retrasados. No poseen ni una pizca de la verdad y son incapaces de ver nada con claridad. Son claramente un puñado de personas atolondradas, ¿no? Están todos confundidos; son ajenos a la verdad y no tienen ningún interés en ella, así que ¿cómo se van a salvar? ¿Por qué la gente es siempre indisciplinada y perezosa, como si fueran un atajo de muertos vivientes? Esto tiene que ver con el problema de su naturaleza. Hay cierta pereza en la naturaleza humana. Sea cual sea la tarea que esté haciendo la gente, siempre necesita de alguien que la supervise y exhorte. A veces la gente es considerada con la carne, codicia la comodidad física y siempre se reserva algo para ella misma; está llena de intenciones endiabladas y argucias taimadas; en realidad no son buenas en absoluto. Siempre hacen menos de lo que pueden, sea cual sea la importancia del deber que realicen. Esto es irresponsable y desleal(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (26)). Vi que Dios exige que los líderes y obreros hagan un seguimiento activo del trabajo, que resuelvan los problemas proactivamente y se aseguren de poner en práctica varios aspectos del trabajo. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros. Recordé cuando me eligieron como líder de iglesia. Tenía un sentido de carga y responsabilidad hacia mi deber, y también sentía la guía de Dios al cumplirlo. Era capaz de identificar y resolver problemas en el trabajo, me sentía satisfecha y vivía con sensación de seguridad. Después de hacerme responsable del trabajo de dos iglesias, estaba ocupada todos los días y me preocupaba que, dada mi edad, este esfuerzo excesivo pudiera ser demasiado para mi cuerpo, así que era reacia a hacer este deber. Al ver que los líderes de la iglesia estaban poniendo en práctica el trabajo, me aproveché de la situación y pensé que si los líderes trabajaban en los asuntos, yo podría hacer menos seguimiento y los líderes superiores no se enterarían. Solo me centraba en comer, beber y cuidar mi cuerpo por lo que, después de un mes, no había funcionado el trabajo evangélico de ninguna de las dos iglesias. ¿Había retrasado yo el trabajo? Al principio, mi calibre era promedio, no tenía talentos especiales y no era para nada confiable para afrontar un deber así de importante. Dios me había ensalzado con esta oportunidad para formarme, pero no supe apreciarlo. No había cumplido bien con mi deber, siempre tenía en considerando mi carne y la complacía, y había sido irresponsable en mi deber. Simplemente era holgazana y no tenía nada de lealtad. Pensé en Noé, quien también era muy mayor cuando aceptó la comisión de Dios, pero no tuvo en consideración su cuerpo o las dificultades. Trabajó todos los días con diligencia, predicaba el evangelio mientras construía el arca y, sin importar cuán cansador o difícil fuera, se mantuvo firme. Mantuvo la comisión de Dios en su corazón y, cuando Él le dijo que construyera el arca, tuvo amor y responsabilidad e hizo las cosas como Dios le dijo. Al final, completó la comisión de Dios y recibió Su aprobación. También pensé en algunos hermanos y hermanas ancianos de la iglesia, algunos de los cuales tienen más de ochenta años y siguen predicando el evangelio. Yo apenas pasaba los sesenta y gozaba de buena salud. El alcance de las dos iglesias no era tan extenso y no me haría enfermar ni desplomarme por el agotamiento. Pero yo ni siquiera estaba dispuesta a llevar aquellas cargas dentro de mi capacidad. Al compararme con ellos, ¡estaba realmente avergonzada! Oré a Dios, diciendo: “Dios, que yo sea capaz de hacer este deber es Tu exaltación y Tu gracia, pero he sido negligente y escurridiza y he provocado daños en la obra de la iglesia. ¡Verdaderamente carezco de humanidad! Con esto, Tú me revelas y me salvas, y estoy dispuesta a arrepentirme. Si continúo entregándome a las comodidades físicas, ¡que caigan sobre mí Tu escarmiento y Tu disciplina!”.

Luego, busqué las palabras de Dios que eran relevantes a mi estado de indulgencia física. Leí dos pasajes de las palabras de Dios: “La carne del hombre es como la serpiente: su esencia es hacer daño a su vida y cuando consigue completamente lo que quiere, la vida se pierde. La carne pertenece a Satanás. Dentro de ella hay deseos extravagantes, la carne solo piensa en sí misma, quiere disfrutar de comodidades, deleitarse en el ocio y regodearse en la pereza y la holgazanería. Una vez que la hayas satisfecho hasta un determinado punto, te terminará comiendo. Es decir, si la satisfaces una vez, la siguiente vez vendrá pidiendo más. La carne siempre tiene deseos extravagantes y nuevas exigencias y se aprovecha de que la complazcas para hacer que la valores aún más y vivas entre sus comodidades, y si no la vences, con el tiempo, acaba por arruinarte. Que puedas o no lograr vida ante Dios y cuál sea tu final definitivo, depende de cómo lleves a cabo tu rebelión contra la carne. Dios te ha salvado, escogido y predestinado, pero si hoy no estás dispuesto a satisfacerle, a poner en práctica la verdad, a rebelarte contra tu propia carne con un auténtico corazón amante de Dios, te terminarás destruyendo, y sufrirás un dolor extremo. Si siempre complaces la carne, Satanás te devorará gradualmente y te dejará sin vida y sin el toque del Espíritu, hasta que llegue el día en que te encuentres totalmente en tinieblas en tu interior. Cuando vivas en la oscuridad, Satanás te habrá llevado cautivo; ya no tendrás más a Dios en tu corazón y en ese momento negarás Su existencia y lo abandonarás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. […] La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). A través de la exposición de las palabras de Dios, comprendí el daño y las consecuencias de ser indulgente con la carne. Cuantos más gustos se da uno y más valora la carne, mayores se vuelven sus deseos y al final lo llevan a la ruina. Yo vivía de acuerdo a las filosofías satánicas de: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “La vida solo consiste en comer y vestirse”. Distorsionaron mis pensamientos y opiniones, y me llevaron a pensar que la vida no debería ser tan cansadora y que la comodidad de la carne y la indulgencia física son felicidad verdadera y el fundamento de una buena vida. Si tenía la oportunidad, solo consideraba mi carne. Así había vivido antes de llegar a creer en Dios, y creía que el ideal de una vida placentera era estar sentada en la cama comiendo frutas y semillas y viendo la televisión, así que evitaba trabajar todo lo posible y descansaba siempre que tenía tiempo. A veces, veía a la gente mayor sentada debajo de los árboles, relajándose y abanicándose y sentía mucha envidia. Deseaba poder vivir así algún día. Después de creer en Dios, me sentía incómoda cada vez que mi deber me mantenía ocupada, siempre temía la adversidad y el agotamiento, y no quería asumir demasiadas preocupaciones. Era negligente en mi deber y no tenía ningún sentido de la responsabilidad. Era realmente egoísta, despreciable, carente de humanidad, ¡e indigna de vivir ante Dios! Durante ese período de tiempo, comí y bebí bien, y cuidé mucho mi cuerpo, pero retrasé la obra de la iglesia. ¡Eso era hacer el mal! Ví que vivir de acuerdo al carácter satánico egoísta y despreciable y centrarse en la indulgencia física lleva a las personas a ser cada vez más holgazanas, a evitar hacer un trabajo real y, finalmente, a convertirse en falsos líderes y obreros que son revelados y descartados. Cuando me di cuenta de estas cosas, oré a Dios y me arrepentí: “Dios, no he cumplido bien con mi deber; estoy en deuda contigo y debo una disculpa a los hermanos y hermanas. Ahora comprendo el daño y las consecuencias de ser indulgente con la carne y ya no deseo serlo más ni retrasar la obra de la iglesia de nuevo”.

Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué valor tiene la vida de una persona? ¿Sirve meramente para disfrutar de placeres carnales como comer, beber y divertirse? (No es así). Entonces, ¿qué valor tiene? Compartid vuestros pensamientos. (Para cumplir con el deber de un ser creado, esto es al menos lo que una persona debe lograr en su vida). Así es. Decidme, si las acciones y pensamientos diarios de una persona a lo largo de toda su vida se centran únicamente en evitar la enfermedad y la muerte, en mantener su cuerpo sano y libre de enfermedades, y en esforzarse por alcanzar la longevidad, ¿es este el valor que debería tener su vida? (No). Ese no es el valor que debe tener la vida de una persona. Entonces, ¿cuál es el valor que debe tener? Hace un momento, alguien mencionó el cumplimiento del deber de un ser creado, que es un aspecto específico. ¿Hay algo más? Contadme las aspiraciones que soléis tener mientras oráis o establecéis una determinación. (Someternos a los arreglos e instrumentaciones de Dios respecto a nosotros). (Desempeñar bien el papel que Él nos ha asignado y cumplir con nuestra misión y responsabilidad). ¿Algo más? Por una parte, se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Por otra, se trata de hacer lo mejor que puedas todo aquello que esté dentro de tus posibilidades y de tu capacidad, alcanzando al menos un punto en el que tu conciencia no te acuse, en el que puedas estar en paz con tu propia conciencia y resultes aceptable a ojos de los demás. Si lo llevamos un poco más lejos, a lo largo de tu vida, con independencia de la familia en la que hayas nacido, tu formación académica o tus aptitudes, debes entender los principios que las personas han de comprender en la vida. Por ejemplo, qué tipo de senda han de seguir, cómo deben vivir y la manera de tener una vida con sentido; al menos debes explorar un poco el verdadero valor de la vida. No puede vivirse en vano y uno no puede venir a esta tierra en balde. En otro sentido, durante tu vida, debes cumplir tu misión; esto es lo más importante. No hablamos de completar una gran misión, deber o responsabilidad; pero como mínimo, debes cumplir con algo. […] Cuando una persona viene a este mundo, no es solo para disfrutar de la carne, ni solo para comer, beber y divertirse. No se debe vivir solo para tales cosas, ese no es el valor de la vida humana ni la senda correcta. El valor de la vida humana y la senda correcta a seguir implican lograr algo valioso y completar uno o varios trabajos de valor. A esto no se le llama carrera, sino que recibe el nombre de senda correcta; también se la denomina la tarea adecuada. Dime, ¿vale la pena pagar el precio con el fin de completar algún trabajo valioso, tener una vida significativa y valiosa, y perseguir y alcanzar la verdad? Si realmente deseas perseguir y obtener la verdad, emprender la senda correcta en la vida, cumplir bien con tu deber y tener una vida valiosa y significativa, entonces no debes dudar en emplear toda tu energía, pagar el precio y entregar todo tu tiempo y el alcance de tus días. Si durante este periodo sufres alguna enfermedad, no tendrá importancia, no te aplastará. ¿Acaso no es esto muy superior a toda una vida de bienestar y ociosidad, nutriendo el cuerpo físico hasta el punto en el que esté bien alimentado y sano, y logrando en última instancia la longevidad? (Sí). ¿Cuál de estas dos opciones es más propicia para una vida valiosa? ¿Cuál de las dos puede aportar consuelo y ningún remordimiento a las personas cuando al final se enfrenten a la muerte? (Vivir una vida con sentido). Vivir una vida con sentido significa experimentar resultados y consuelo en el corazón. ¿Qué pasa con los que están bien alimentados y mantienen una tez sonrosada hasta la muerte? No buscan una vida con sentido, así que ¿cómo se sienten cuando mueren? (Como si hubieran vivido en vano). Estas tres palabras son incisivas: vivir en vano(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (6)). Por las palabras de Dios comprendí que solo cumpliendo bien el deber de un ser creado se puede vivir una vida valiosa y con sentido. Esta es también la opción más correcta. Yo me había cuidado bien, pero no había estado haciendo bien mi deber. De esta forma, ¿no estaba desperdiciando mi vida? Cuando llegue el día de enfrentar mi muerte, todo lo que me quedará serán lamentos y remordimientos. Como los no creyentes, quienes, a pesar de disfrutar de más placeres físicos y vivir confortablemente, no comprenden el valor ni el significado de la vida y viven sin dirección ni propósito. Yo había encontrado la senda correcta en la vida y sabía cómo vivir, y ya no quería vivir por el bien de mi carne, de ninguna manera. Quería hacer bien mi deber, tener una vida valiosa y con sentido y no vivirla en vano. De hecho, al prepararme en los deberes de líder y predicadora y hablar más a menudo con los hermanos y hermanas para poner en práctica el trabajo, había ganado un entendimiento más claro de verdades que antes no había sido capaz de comprender. Aunque me sentía algo agotada físicamente y un poco desgraciada, no me parecía que sufriera tanto, y ser capaz de darlo todo en mi deber me hacía sentir con los pies en la tierra y satisfecha. A través de la colaboración real y la confianza en Dios, se resolvieron muchas dificultades sin que yo lo notara y, como el desempeño de mi deber también estaba dando resultados, mi corazón se llenó de alegría. Solo rebelándome contra mi carne y haciendo trabajo real, mi corazón pudo llenarse de alegría y tener una sensación real de estabilidad y de paz. Al comprender estas cosas, mi corazón se sintió más alegre y sensato.

Leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Independientemente de la importancia y de la naturaleza del trabajo que realice un líder o un obrero, su principal prioridad es entender y captar cómo va ese trabajo. Deben estar presentes para hacer un seguimiento y realizar preguntas para obtener información de primera mano. No deben limitarse a confiar en los rumores o a escuchar los informes de otras personas. En cambio, deben observar con sus propios ojos la situación del personal y cómo avanza el trabajo, y entender qué dificultades se presentan, si hay ámbitos que no se ajustan a los requisitos de lo Alto, si se infringen los principios, si hay perturbaciones o trastornos, si falta el equipo necesario o el material didáctico relacionado para el trabajo profesional: deben estar al tanto de todo. Por muchos informes que escuchen, o por mucho que se basen en los rumores, nada es mejor que hacer una visita personal; hacerlo de esta manera es más preciso y fiable para observar las cosas con sus propios ojos. Una vez familiarizados con todos los aspectos de la situación, tendrán una idea acertada sobre lo que está pasando. Sobre todo, ha de tener una idea clara y precisa de quién tiene buen calibre y es digno de ser cultivado, ya que solo esto le permite cultivar y usar a las personas con precisión, lo cual es crucial para que los líderes y obreros hagan bien su trabajo. Los líderes y obreros deberían tener una senda y principios según los que cultivar y formar a las personas de buen calibre. Asimismo, deberían captar y entender los diversos tipos de problemas y dificultades que existen en el trabajo de la iglesia, y saber cómo resolverlos, y deberían contar con sus propias ideas y sugerencias sobre cómo debe progresar el trabajo o sus futuras expectativas. Si son capaces de hablar con claridad sobre tales cosas con los ojos cerrados, sin ninguna duda o recelo, entonces el trabajo será mucho más fácil de llevar a cabo. Al trabajar de esta manera, un líder cumplirá sus responsabilidades, ¿verdad? Deben ser bien conscientes de cómo resuelven los problemas en el trabajo mencionados arriba, y deben reflexionar sobre estas cosas a menudo. Cuando se vean en dificultades, deben compartir y discutir estos temas con todo el mundo, buscar la verdad para resolver los problemas. Al hacer trabajo real con los dos pies firmemente plantados en el suelo de esta manera, no habrá dificultades que no puedan resolverse(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Por las palabras de Dios comprendí que un auténtico buen líder se ocupa de la obra de la casa de Dios a conciencia y con responsabilidad; no es indulgente con la carne, prioriza los intereses de la casa de Dios por sobre todas las cosas y hace sus deberes de acuerdo a los arreglos del trabajo. Cuando en una tarea se presentan dificultades, buscan la verdad con los hermanos y hermanas para resolverlas. Como líder y obrero, para hacer un buen trabajo hay que involucrarse de lleno, evaluar y hacer seguimiento del trabajo en detalle, y descubrir y resolver los problemas con rapidez, en lugar de limitarse a emitir órdenes o escuchar informes. Este tipo de acercamiento no dará buenos resultados. Pensé en cómo había realizado mi deber, siendo indulgente con mi carne y haciendo las cosas por inercia, sin mirar los detalles ni resolver los problemas aun si los identificaba. No había estado cumpliendo mis responsabilidades como líder, había sido meramente una falsa líder que disfrutaba los beneficios del estatus y había hecho que Dios me desdeñara y detestara. Después de esto, comencé a pasar más tiempo en el trabajo, evaluando y resolviendo problemas, analizando las dificultades de destinatarios potenciales del evangelio y compartiendo sobre las soluciones. Después de un período de colaboración, los resultados en varios aspectos de la obra de la iglesia mejoraron en cierto modo.

Más tarde, asumí la responsabilidad de muchas iglesias más; me centraba sobre todo en el trabajo evangélico y estaba ocupada casi todos los días desde la mañana temprano hasta altas horas de la noche. A veces, pensaba: “Ahora estoy bastante mayor y tengo la presión arterial un poco alta, ¿realmente mi cuerpo puede seguir así?”. Cuando vi que los diáconos del evangelio y los líderes de grupo estaban colaborando, pensé en dejar el seguimiento de los detalles para poder salvar mi carne del agotamiento. En este punto, recordé estas palabras de Dios: “Por muy difícil que sea, debes pagar el precio con tu deber y con lo que tienes que hacer y, por encima de eso, con la comisión que te ha asignado Dios y es tu obligación, así como con el importante trabajo ajeno a tu deber, pero que es necesario que hagas, el trabajo que se te ha encomendado y para el que se te ha designado. Aunque tengas que aplicarte en ello al máximo, aunque se cierna sobre ti la persecución, y aunque pongas en riesgo tu vida, no debes lamentar el coste, sino ofrecer tu lealtad y someterte hasta la muerte. Así es como se manifiesta en la realidad la búsqueda de la verdad, su gasto y su práctica real(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). Oré a Dios en mi corazón: “Dios, otra vez estoy tentada de ser indulgente con mi carne y sé que, si hago mi deber de esta forma, retrasaré el trabajo. No deseo prestar atención a mi carne y estoy dispuesta a esmerarme según Tus requerimientos y estándares y esforzarme al máximo. ¡Por favor, guíame!”. Entonces, me sumé a ellos y, junto con los hermanos y hermanas, compartimos y discutimos los problemas del trabajo evangélico en detalle. Con la colaboración de todos en una misma sintonía, los resultados del trabajo evangélico se incrementaron notablemente en comparación con el mes anterior. Cuando dejé de considerar mis intereses carnales y dediqué mi corazón a mi deber, no estaba tan cansada y me sentí satisfecha y a gusto de corazón. ¡Gracias a Dios por Su guía!

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

El suplicio de decir mentiras

Por Ronald, BirmaniaEn octubre de 2019, acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. En las reuniones veía que los hermanos y...