Ya no me limita mi destino

27 Mar 2025

Por Li Yishun, China

Cuando encontré a Dios por primera vez, me apasioné mucho y, después de dos meses, comencé a realizar deberes de asuntos generales. Más tarde, asumí deberes de acogida y, a pesar de estar ocupada con todo tipo de tareas, nunca me quejé de las dificultades o el agotamiento que tenía. Creía que, para ser salva, tenía que preparar más buenas obras, soportar más sufrimiento y pagar un precio en mis deberes. Dos años después, en 2007, me eligieron líder de la iglesia y puse aún más empeño y me entregué aún más. No sabía montar en bicicleta, así que iba caminando a las reuniones en lugares donde era complicado ir en transporte público. No me sentía cansada, como si tuviera una energía inagotable, sentía que Dios se fijaba en mis esfuerzos y que, en el futuro, recompensaría mis sacrificios con un buen destino. Más tarde, colaboraba de forma activa con cualquier deber que la iglesia organizara y, aunque mi avanzada edad me imponía ciertas dificultades reales, nunca me vi limitada por ello.

En 2017, cuando tenía 76 años, los líderes me encargaron el trabajo de depuración de la iglesia. Me sentí muy feliz y pensé que, incluso a mi edad, aún tenía la oportunidad de cumplir mis deberes, ¡lo que realmente era la gracia y exaltación de Dios! Me dije a mí misma que debía valorar esa oportunidad de cumplir mis deberes. En esa época, los deberes me mantenían bastante ocupada y solía irme tarde a la cama, pero no me sentía cansada. Un día, en 2019, de repente me sentí mareada y con dificultad para respirar al caminar. Tras un examen médico en el hospital, me diagnosticaron hipertensión y una enfermedad cardíaca, por lo que el médico me recomendó que me internaran para hacerme el tratamiento. Me sentí intranquila y pensé: “Una internación no es cosa de uno o dos días. Si eso sucede, los líderes tendrán que buscar a otra persona para que se haga cargo de mi deber, entonces, ¿no perderé mi oportunidad de hacerlo? A mi edad, con mis problemas de salud, tampoco podré hacer otros deberes. Si me dan el alta y solo puedo acoger reuniones pequeñas en mi casa, ¿qué buenas obras podré realizar con un deber tan trivial? Sin buenas obras, ¿cómo seré salva? No, no puedo abandonar mi deber para que me internen por el tratamiento. Además, si Dios ve que persisto en cumplir mis deberes a pesar de mi enfermedad, seguro que me protegerá”. Respondí de inmediato: “No me quedaré en el hospital. Simplemente me iré a casa y tomaré medicamentos para el tratamiento”. Después, seguí haciendo mis deberes todos los días, como siempre.

Una noche, dos años después, sentí un repentino dolor punzante que me recorrió desde la cintura hasta la cadera. Al día siguiente, mi hija me llevó al hospital para que me examinaran y diagnosticaron que la osteoporosis me había causado una fractura en la columna vertebral. Me zumbaron los oídos y sentí como si el mundo se me viniera abajo. Sentí que me palpitaba el corazón y que las fuerzas abandonaban mi cuerpo. Me senté en una silla, con un dolor indescriptible en el corazón, sin saber cómo enfrentar esa realidad. Pensé: “He creído en Dios durante muchos años y, aunque no he pasado por grandes dificultades en mis deberes, sí he enfrentado muchas dificultades menores. Además, estoy cumpliendo mis deberes en la actualidad, ¿cómo puede afligirme esta dolencia de repente? ¿Será que Dios la está usando para impedir que cumpla mis deberes?”. Me sentí totalmente desolada. Luego pensé: “Incluso si me recupero de esta dolencia en el futuro, a mi edad, no podré realizar ningún deber importante. A lo sumo, solo podré dar acogida para reuniones. No podré sufrir ni entregarme, entonces, ¿qué buenas obras resultarán de cumplir mis deberes así? Realmente envidio a esos hermanos y hermanas más jóvenes que pueden realizar todo tipo de deberes. ¡Qué maravilloso sería si pudiera retroceder el tiempo unas cuantas décadas! ¿Por qué Dios no me dejó nacer unas décadas más tarde?”. Cuando regresaba a casa, solo podía recostarme y tenía que caminar lentamente, arrastrando los pies. No podía hacer ningún deber. Cuando las hermanas venían a casa, hasta abrirles la puerta era un reto. Me sentía realmente negativa y pensaba: “¿Me he vuelto una inútil? He creído en Dios durante muchos años, siempre he cumplido mis deberes, he sufrido y me he entregado mucho. Antes, creía que podría ser salva, pero nunca imaginé que me volvería una inútil y no podría realizar ningún deber”. Esos pensamientos abrumaron mi corazón. Vivía en un estado de negatividad y mi corazón no podía encontrar la paz ante Dios. Mi espíritu se sumió en la oscuridad total. Así que oré a Dios: “Dios, desde que caí enferma y no he podido cumplir mis deberes, me he sentido bastante abatida. Me preocupa constantemente que no pueda ser salva y no sé qué aspecto de la verdad debo buscar para resolver esto. Te ruego que me esclarezcas y me guíes para reconocer mis problemas”.

Más tarde, leí algunas de las palabras de Dios: “También hay gente anciana entre los hermanos y hermanas, de edades comprendidas entre los 60 y los 80 o 90 años, y que debido a su avanzada edad, también experimentan algunas dificultades. A pesar de su edad, su pensamiento no es necesariamente correcto o racional, y sus ideas y puntos de vista no tienen por qué conformarse a la verdad. Estas personas ancianas también tienen problemas, y siempre se preocupan: ‘Mi salud ya no es buena y los deberes que puedo cumplir son limitados. Si solo cumplo con ese pequeño deber, ¿me recordará Dios? A veces me pongo enfermo y necesito que alguien cuide de mí. Cuando no hay nadie que me cuide, no puedo desempeñar mi deber, entonces ¿qué puedo hacer? Soy viejo y no recuerdo las palabras de Dios cuando las leo, y me resulta difícil entender la verdad. Al comunicar la verdad, hablo de un modo confuso e ilógico, y no tengo ninguna experiencia que merezca ser compartida. Soy viejo y no tengo suficiente energía, mi vista no es muy buena y ya no soy fuerte. Todo me resulta difícil. No solo no puedo cumplir con mi deber, sino que olvido fácilmente las cosas y las confundo. A veces me despisto y causo problemas para la iglesia y para mis hermanos y hermanas. Quiero lograr la salvación y perseguir la verdad, pero es muy complicado. ¿Qué puedo hacer?’. Cuando meditan sobre estas cosas, empiezan a inquietarse, pensando: ‘¿Por qué empecé a creer en Dios a esta edad? ¿Por qué no soy igual que los de 20, 30 o incluso 40 o 50 años? ¿Por qué me he encontrado con la obra de Dios ahora que soy tan viejo? No es que mi sino sea malo, al menos no ahora que me he encontrado con la obra de Dios. Mi sino es bueno, y Dios ha sido bueno conmigo. Solo hay una cosa con la que no estoy contento, y es que soy demasiado viejo. Mi memoria no es muy buena, mi salud no anda muy allá, pero tengo mucha fuerza interior. Es solo que mi cuerpo no me obedece, y me entra sueño tras un rato de escucha en las reuniones. A veces cierro los ojos para orar y me quedo dormido, y mi mente vaga cuando leo las palabras de Dios. Tras leer un poco, me entra sueño y me quedo traspuesto, y las palabras no me llegan. ¿Qué puedo hacer? Con esas dificultades prácticas, ¿sigo siendo capaz de perseguir y entender la verdad? Si no, y si no soy capaz de practicar conforme a los principios-verdad, entonces ¿no será toda mi fe en vano? ¿No fracasaré en obtener la salvación? ¿Qué puedo hacer? Estoy muy preocupado. […]’ […] No es que los ancianos no tengan nada que hacer, ni que sean incapaces de cumplir con sus deberes, ni mucho menos que sean incapaces de perseguir la verdad; hay muchas cosas que pueden hacer. Las diversas herejías y falacias que has acumulado durante tu vida, así como las varias ideas y nociones tradicionales, las cosas ignorantes y obstinadas, las conservadoras, las irracionales y las distorsionadas que has acumulado se han amontonado en tu corazón, y debes dedicar aún más tiempo que los jóvenes a desenterrarlas, diseccionarlas y reconocerlas. No es el caso que no haya nada que puedas hacer, o que debas sentirte angustiado, ansioso y preocupado cuando te encuentres en un callejón sin salida; esa no es ni tu tarea ni tu responsabilidad. En primer lugar, las personas mayores deben tener la mentalidad correcta. Aunque te estés haciendo mayor y estés relativamente envejecido físicamente, debes tener una mentalidad joven. Aunque estés envejeciendo, tu pensamiento se haya ralentizado y tu memoria sea deficiente, si todavía puedes conocerte a ti mismo, entender las palabras que digo y la verdad, eso demuestra que no eres viejo y que no te falta calibre. Si alguien tiene más de 70 años pero no es capaz de entender la verdad, entonces esto demuestra que su estatura es demasiado pequeña y no está a la altura. Por tanto, la edad es irrelevante cuando se trata de la verdad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (3)). Después de leer las palabras de Dios y reflexionar sobre mi estado, me di cuenta de que eso era exactamente lo que Dios había puesto al descubierto, por lo que me sentí avergonzada y humillada. Durante muchos años, había creído en Dios y me había centrado en hacer trabajos superficiales, en lugar de esforzarme por la verdad, y no tenía una comprensión clara de las verdades sobre cómo Dios obra para salvar a las personas. Una vez que caí enferma, mi carácter corrupto y mis pensamientos y opiniones erróneos y falaces quedaron al descubierto. Cuando estaba sana y no me afectaba ninguna enfermedad o ningún desastre, cumplía mis deberes cada día, al igual que cualquier persona joven, y me sentía realmente feliz. A medida que envejecí, empecé a padecer distintas enfermedades, una tras otra, y estaba siempre preocupada de caer enferma y no poder cumplir mis deberes. A menudo me sentía ansiosa y frustrada, sumida en emociones negativas. Más tarde, cuando caí enferma y no pude cumplir mis deberes, me derrumbé por completo y hasta malinterpreté a Dios, pues creía que Él quería descartarme y que ya no iba a salvarme, así que no fui capaz de levantarme y viví en un estado de negatividad. Ahora entendía que, aunque era mayor, estaba enferma y no podía salir a hacer mis deberes, aún tenía la mente lúcida, podía comprender las palabras de Dios y buscar la verdad para cambiar mi carácter corrupto. Con la guía de las palabras de Dios, recuperé la fe. Me dije en silencio que, mientras estuviera con vida, debía aprovechar esa breve oportunidad para esforzarme por alcanzar la verdad y usarla para cambiar los pensamientos y opiniones falaces y tendenciosos que tenía. Oré a Dios: “Dios, cuando antes podía entregarme a mis deberes, sentía que realmente perseguía la verdad, pero, ahora que he caído enferma, he empezado a malinterpretarte y estoy muy cargada de negatividad. ¿Qué es exactamente lo que lo ha causado? Te ruego que me esclarezcas y me guíes para poder aprender una lección”.

Leí dos pasajes de las palabras de Dios: “Todo aquel que llega a creer en Dios solamente está preparado para aceptar la gracia, las bendiciones y las promesas de Dios, y solo está dispuesto a aceptar Su bondad y misericordia. Sin embargo, nadie espera ni se prepara para aceptar el castigo y juicio de Dios, Sus pruebas, Su refinación ni Su desposeimiento, y ni una sola persona se prepara para aceptar el juicio y castigo de Dios, Su desposeimiento ni Sus maldiciones. ¿Es normal o anormal esta relación entre las personas y Dios? (Anormal). ¿Por qué respondes que anormal? ¿En qué falla? Falla en que la gente no tiene la verdad. La gente tiene demasiadas nociones y figuraciones, malinterpreta constantemente a Dios y no soluciona estas cosas buscando la verdad, lo que hace más probable que surjan problemas. En concreto, la gente solo cree en Dios para que la bendiga. Solo quiere hacer un trato con Dios y exigirle cosas, pero no persigue la verdad. Esto es muy peligroso. En cuanto se encuentra con algo que contradice sus nociones, inmediatamente empieza a tener nociones, quejas y malentendidos con respecto a Dios, y hasta puede llegar al punto de traicionarlo. ¿Son graves las consecuencias de esto? ¿Qué senda sigue la mayoría de la gente en su fe en Dios? Aunque hayáis escuchado muchísimos sermones y creáis haber llegado a comprender bastantes verdades, lo cierto es que aún transitáis la senda de la fe en Dios tan solo para saciaros de pan(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (11)). “La gente cree en Dios para ser bendecida, recompensada y coronada. ¿Esto no se encuentra en el corazón de todo el mundo? Es un hecho que sí. Aunque la gente no suele hablar de ello e incluso encubre su motivación y su deseo de recibir bendiciones, este deseo y esta motivación que hay en el fondo del corazón de la gente han sido siempre inquebrantables. Sin importar cuántas teorías espirituales comprenda la gente, qué conocimiento vivencial tenga, qué deber pueda cumplir, cuánto sufrimiento soporte ni cuánto precio pague, nunca renuncia a la motivación por las bendiciones que oculta en el fondo del corazón, y siempre se esfuerza silenciosamente a su servicio. ¿No es esto lo que hay enterrado en lo más profundo del corazón de la gente? Sin esta motivación por recibir bendiciones, ¿cómo os sentiríais? ¿Con qué actitud cumpliríais con el deber y seguiríais a Dios? ¿Qué sería de la gente si se eliminara esta motivación por recibir bendiciones que se oculta en sus corazones? Es posible que muchos se volvieran negativos, mientras que algunos podrían desmotivarse en el deber. Perderían el interés por su fe en Dios, como si su alma se hubiera desvanecido. Parecería que les hubieran robado el corazón. Por eso digo que la motivación por las bendiciones es algo oculto en lo más profundo del corazón de las personas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital). Lo que Dios puso al descubierto fue mi verdadero estado. Durante los muchos años que creí en Dios, fue mi deseo de obtener bendiciones lo que siempre impulsó mis esfuerzos y mi sufrimiento. Consideraba mis sacrificios y esfuerzos como monedas de cambio que podría trocar para entrar en el reino. Creía que, cuanto más sufrimiento soportara, mayor precio pagara y más buenas obras preparara, más cualificada estaría para ser salva. Así que me centraba en sufrir y entregarme en mis deberes, pero, cuando caí enferma y ya no pude cumplirlos, me derrumbé de repente. Eso realmente me reveló tal y como era. Cuando había algo que ganar, era capaz de renunciar a todo, soportar dificultades, pagar un precio y entregarme. Pero, en cuanto vi que mi esperanza de recibir bendiciones se desvanecía, me di por vencida y aparecieron al instante todos mis malentendidos y quejas. Vi que cumplía mis deberes solo para obtener bendiciones y trataba mis esfuerzos, sufrimientos y entrega como si fueran medios para negociar con Dios. ¡Era verdaderamente despreciable! Mis actos no solo hacían que Dios me detestara y odiara, sino que también me hacía sentir asco de mí misma. ¡Una persona como yo no se merecía la salvación de Dios! La exposición de las palabras de Dios me permitió ver que mi fe iba por la senda equivocada y que, si no me arrepentía, estaba destinada al fracaso.

Un día, leí más de las palabras de Dios: “Creer en Dios no consiste en recibir la gracia ni la tolerancia y la piedad de Dios. ¿Y en qué consiste? En ser salvo. ¿Y cuál es el signo de la salvación? ¿Qué criterios exige Dios? ¿Qué se necesita para ser salvo? Corregir el propio carácter corrupto. Este es el quid de la cuestión. Por tanto, en resumidas cuentas, en realidad no importa cuánto hayas sufrido, cuánto precio hayas pagado ni hasta qué punto te proclames un creyente sincero; si, al final, tu carácter corrupto no se ha corregido en absoluto, eso significa que no eres una persona que persigue la verdad. También puede decirse que, como no persigues la verdad, tu carácter corrupto no se ha corregido. Esto significa que no te has embarcado en modo alguno en la senda de la salvación; que todo aquello que manifiesta Dios y toda la obra que lleva a cabo para salvar al hombre no han logrado nada en ti, no han servido para que des testimonio y no han fructificado en ti(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (2)). Las palabras de Dios me enseñaron que la salvación no se mide por cuántos caminos ha recorrido una persona ni por el precio que ha pagado. Por muchos caminos que haya recorrido una persona o por mucho que haya sufrido, si su carácter no ha cambiado, no puede ser salva y, en última instancia, será descartada. Solo al perseguir la verdad y cambiar el carácter que uno tiene se puede obtener la aprobación de Dios. En el pasado, creía que cuantos más deberes realizara y cuanto más sufriera, mayores serían mis posibilidades de obtener la salvación. Por eso me centraba únicamente en hacer trabajos superficiales, en entregarme y sufrir, y pensaba que tendría una oportunidad de obtener la salvación si hacía esas cosas. Hasta pensaba que mi búsqueda era justificada. Me di cuenta de que mis opiniones estaban verdaderamente distorsionadas. Cuando caí enferma, no busqué la verdad para resolver mi carácter corrupto, sino que empecé a malinterpretar a Dios, a quejarme de Él y viví en un estado de negatividad. Como no perseguía la verdad, no importaba cuántos caminos recorriera ni cuánto sufriera. Si mi carácter-vida no cambiaba, no obtendría la aprobación de Dios. Dios da a las personas la oportunidad de cumplir sus deberes para permitirles centrarse en la entrada en la vida al realizarlos, y para que puedan actuar conforme a los principios-verdad, hacer instrospección constantemente y buscar la verdad para resolver su carácter corrupto. Solo al hacer estas cosas pueden las personas alcanzar la salvación de Dios. Escuché un himno de las palabras de Dios titulado “Dios desea que la humanidad persiga la verdad y sobreviva”:

[…]

3  En lo que respecta a cada persona, cualquiera que sea tu calibre, tu edad o el número de años que lleves creyendo en Dios, debes dedicar tus esfuerzos a la senda de perseguir la verdad. No deberías hacer énfasis en ninguna excusa objetiva; deberías perseguir la verdad incondicionalmente. No andes sin rumbo. Supón que te tomas la búsqueda de la verdad como un gran asunto en tu vida y te esfuerzas y pones todo tu empeño en ello, y tal vez las verdades que obtengas y seas capaz de alcanzar en tu búsqueda no sean las que hubieras deseado, pero Dios afirma que te va a dar un destino adecuado en vista de tu actitud de perseguir la verdad y de tu sinceridad, ¡qué maravilloso sería eso!

4  Por ahora, no te centres en cuál será tu destino o tu desenlace, en lo que sucederá, en lo que te deparará el futuro ni en si podrás evitar el desastre y la muerte; no pienses en estas cosas ni hagas peticiones en relación a ellas. Concéntrate únicamente en las palabras de Dios y en Sus exigencias, llega a perseguir la verdad, cumple bien con tu deber, satisfaz las intenciones de Dios y evita defraudar a Sus seis mil años de espera y Sus seis mil años de expectativa. Concédele a Dios algo de consuelo; permítele ver que hay esperanza en ti, y deja que se cumplan en ti Sus deseos. Dime, ¿te trataría Dios injustamente si lo hicieras? E, incluso si los resultados finales no son como hubieras deseado, como ser creado, debes someterte en todo a las instrumentaciones y las disposiciones de Dios, sin tener ningún plan personal. Es correcto tener esta mentalidad.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?

Tras esto, leí un pasaje de las palabras de Dios: “La búsqueda de la verdad es un asunto importante para la vida humana. Ningún otro asunto es de tanta importancia como la búsqueda de la verdad ni supera en valor a la obtención de la verdad. ¿Ha sido fácil seguir a Dios hasta hoy? Date prisa y convierte tu búsqueda de la verdad en un asunto vital. Esta etapa de la obra en los últimos días es la más importante que Dios realiza en la gente en Su plan de gestión de seis mil años. La búsqueda de la verdad es la expectativa más elevada que Dios tiene de Su pueblo escogido. Él espera que la gente camine por la senda correcta, que es la búsqueda de la verdad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). Las palabras de Dios me hicieron sentir las cuidadosas intenciones de Dios y conmovieron profundamente mi corazón. No pude evitar derramar lágrimas de arrepentimiento y culpa. Al reflexionar sobre mis años de fe en Dios, vi que no me había centrado en buscar la verdad en Sus palabras, sino solo en el trabajo superficial, y que mi carácter-vida apenas había cambiado. Dios me otorgó la oportunidad de cumplir mis deberes con la intención de que persiguiera la verdad y la entrada en la vida al hacerlos, pero fui por el mal camino y usé los deberes para intentar negociar con Dios. ¿De qué manera tenía yo alguna conciencia o razón? Ya no podía seguir centrándome en mi desenlace y mi destino. Independientemente de cómo Dios me tratara o si tuviera un buen desenlace, debía perseguir la verdad con sinceridad y cumplir mi deber lo mejor que pudiera para consolar el corazón de Dios. Más adelante, cuando mi salud mejoró un poco, empecé a realizar deberes de acogida.

Luego, ya no pude seguir haciéndolos debido a la dura persecución y los arrestos que el PCCh llevaba a cabo. Me sentí un poco perdida. Pero luego pensé que, aunque no podía cumplir mi deber, todavía podía practicar comer y beber las palabras de Dios por mi cuenta en casa y dedicar más esfuerzo a contemplarlas. También podía escribir artículos de testimonios vivenciales, buscar la verdad y hacer introspección. Además, había lecciones que podía aprender en casa. En el pasado, siempre quería tener la última palabra, hablar desde una posición de alto estatus y discutir cuando sucedían cosas, lo cual involucraba mi carácter arrogante que debía cambiar. Así que leía las palabras de Dios, hacía introspección y, cuando me sucedían cosas, me sometía y aprendía lecciones conscientemente, descubría cómo hacerme a un lado y aceptaba que los demás me guiaran. Ahora, estoy mayor y no puedo realizar deberes importantes. Pero Dios dice: “¿Ha sido fácil seguir a Dios hasta hoy? Date prisa y convierte tu búsqueda de la verdad en un asunto vital. Esta etapa de la obra en los últimos días es la más importante que Dios realiza en la gente en Su plan de gestión de seis mil años. La búsqueda de la verdad es la expectativa más elevada que Dios tiene de Su pueblo escogido. Él espera que la gente camine por la senda correcta, que es la búsqueda de la verdad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). Las palabras de Dios me inspiran y estoy dispuesta a esforzarme para perseguir la verdad. Mientras viva, ¡perseguiré la verdad y seguiré con diligencia a Dios!

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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