En medio del peligro

14 Feb 2025

Por Li Xin, China

En diciembre de 2011, los hermanos y hermanas de varias iglesias fueron detenidos uno tras otro. Nuestra iglesia dispuso que la hermana Chen Xi, la hermana Liang Xin y yo nos ocupáramos de la situación posterior por separado. El día 25, justo después del almuerzo, recibí una llamada de teléfono. La voz al otro lado dijo con gran urgencia: “Li Xin, ¡malas noticias!”. Cuando oí decir esto a la hermana Chen Xi, se me puso el corazón en la garganta. Me contó en clave que, esa mañana, Liang Xin había sido detenida por la policía, la cual también había incautado el dinero de la iglesia. Chen Xi añadió que probablemente la estaban siguiendo a ella y me pidió que buscara la manera de lidiar con la situación posterior y marcharme enseguida.

Me desplomé en el sofá y pensé: “La policía debe de llevar un tiempo siguiéndonos y vigilándonos, y ha venido preparada. Sé de un lugar donde se guardan los libros y bienes de la iglesia. Chen Xi y Liang Xin han estado allí. Tengo que trasladar estas cosas rápidamente a un lugar seguro; si no, la policía podría incautarlos en cualquier momento”. No obstante, después pensé: “La policía podría haber descubierto ese lugar también; si voy ahora, ¿no me estoy entregando? Si me captura la policía, sin duda me torturará. Si no soporto la tortura y traiciono a Dios, no alcanzaré un buen desenlace y destino, ¿verdad?”. Cuanto más lo pensaba, más me asustaba. Pensé que sería mejor quedarme donde estaba y esperar a que las cosas se calmaran. Sin embargo, me sentía especialmente intranquila, pues ahora que los intereses de la iglesia habían sufrido pérdidas, yo tenía la responsabilidad de protegerlos. ¿Cómo iba a ser una cobarde en ese momento? Indecisa entre mi seguridad y los intereses de la iglesia, no sabía qué hacer, pero entonces recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando desempeñas tu deber, estás pensando en tus propios intereses, en tu propia seguridad personal o los miembros de tu familia. ¿Qué has hecho que fuera para Mí? ¿Cuándo has pensado en Mí? ¿Cuándo te has dedicado, a cualquier costo, a Mí y Mi obra? ¿Dónde está la evidencia de tu compatibilidad conmigo? ¿Dónde está la realidad de tu lealtad hacia Mí?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo). La palabra de Dios revelaba mi estado exacto. Ante la posibilidad de detención y persecución por parte del gran dragón rojo, no pensaba en tener en consideración las intenciones de Dios ni en proteger el trabajo de la iglesia, sino únicamente en mis intereses. Me aterraba la idea de que me detuvieran y torturaran, y temía aún más que la tortura me quebrara, yo me volviera una Judas y con ello no pudiera lograr jamás un buen desenlace y destino. Todos mis temores eran por salvaguardar mis intereses. En ese lance, con tal de protegerme, ignoraba los intereses de la iglesia y quería eludir mi deber. ¡Qué egoísta y despreciable! Por muy despiadada que fuera la policía, seguía estando en manos de Dios, sin cuyo permiso no podría dañar ni un solo pelo de mi cabeza. Teniéndolo presente, me sentí más tranquila y menos asustada. Me acordé de que el Señor Jesús fue crucificado para llevar a cabo la obra de redención de toda la humanidad. ¿Por qué fue el Señor Jesús capaz de entregar firmemente su vida para llevar a cabo la comisión de Dios? Busqué los fragmentos relevantes de la palabra de Dios para leerlos, y decían: “Jesús fue capaz de llevar a cabo la comisión de Dios —la obra de redención de toda la humanidad—, porque mostraba consideración por las intenciones de Dios, sin hacer planes ni arreglos para Sí mismo. Así pues, Él también era íntimo de Dios —Dios mismo—, algo que todos vosotros entendéis muy bien. (De hecho, era el Dios mismo, del que Dios dio testimonio. Menciono esto aquí para ilustrar la cuestión mediante la realidad de Jesús). Él fue capaz de poner el plan de gestión de Dios en el centro, y siempre oró al Padre celestial y buscó Su voluntad. Él oró y dijo: ‘¡Dios Padre! Haz aquello que sea Tu voluntad y no actúes según Mis deseos, sino de acuerdo con Tu plan. El hombre puede ser débil, ¿pero por qué deberías preocuparte por él? ¿Cómo podría el hombre ser digno de Tu preocupación, el ser humano que es como una hormiga en Tu mano? En Mi corazón, solo deseo cumplir Tu voluntad, y deseo que Tú puedas hacer lo que deseas hacer en Mí según Tus propios deseos’. En el camino hacia Jerusalén, Jesús estaba sufriendo, como si le estuvieran retorciendo un cuchillo en el corazón, pero no tenía la más mínima intención de faltar a Su palabra; siempre había una poderosa fuerza que lo empujaba hacia adelante hacia el lugar de Su crucifixión. Finalmente, fue clavado en la cruz y se convirtió en semejanza de carne de pecado, completando la obra de redención de la humanidad. Se liberó de los grilletes de la muerte y el Hades. Delante de Él, la mortalidad, el infierno y el Hades perdieron su poder, y Él los venció(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con las intenciones de Dios). Tras leer este pasaje de las palabras de Dios, me emocioné bastante. Para redimir a la humanidad, que vivía bajo el poder de Satanás, el Señor Jesús se dejó crucificar y se convirtió en ofrenda por el pecado de la humanidad, con lo que soportó gran dolor y humillación. Priorizó el cumplimiento de la comisión de Dios por encima de todo, sin condiciones ni excusas y sin tener en cuenta Sus ganancias o pérdidas. En cambio, cuando se me asignaba un deber, no traté de considerar las intenciones de Dios ni de cumplir con mi responsabilidad. Pensé solo en mi seguridad y mi destino final. En ese momento me avergoncé de mí misma y me sentí particularmente arrepentida y en deuda con Dios. Me arrodillé de inmediato y oré a Dios para arrepentirme.

En ese instante recordé un himno de la palabra de Dios, que me gustaba cantar a menudo. Este cántico fue la oración de Pedro cuando se encontraba sometido al sufrimiento extremo durante su prueba:

Deseo dedicarle toda mi vida a Dios

1  […] Sabes lo que puedo hacer y también sabes qué papel puedo desempeñar. Deseo ponerme a merced de Tus instrumentaciones, y voy a dedicarte todo lo que tengo.

2  Solo Tú sabes lo que puedo hacer por Ti. Aunque Satanás me engañó tanto y me rebelé contra Ti, creo que Tú no te acuerdas de mí por esas transgresiones y que Tú no me tratas de acuerdo a ellas. Deseo dedicarte toda mi vida. No pido nada y tampoco tengo otras esperanzas o planes; solo deseo actuar de acuerdo a Tus intenciones y seguir Tu voluntad. Beberé de Tu amarga copa y estoy a Tus órdenes.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo Pedro llegó a conocer a Jesús

La oración de Pedro me conmovió y alentó. Dios conocía mi estatura y los deberes que podía cumplir y, como había venido a mí este deber, yo sabía que debía cumplirlo sin vacilar. Fue entonces cuando hallé la determinación para dejar de lado mis intereses personales y considerar las intenciones de Dios. Al día siguiente me apresuré a trasladar los libros y los bienes. En ese momento estaba muy preocupada. Temía que algo pudiera salir mal por el camino, por lo que oré continuamente a Dios. Me acordé de Su palabra: “No temas, el Dios Todopoderoso de los ejércitos sin duda estará contigo; Él guarda vuestras espaldas y es vuestro escudo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 26). Estas palabras de Dios me dieron fe inmediata. Yo estaba por completo en manos de Dios, y de Él dependía que hubiera o no algún peligro por el camino. Mi trabajo era concluir mi misión lo mejor posible y hacer lo que pudiera. Sostenida por Dios, no tenía nada que temer. Luego, cuando los libros y los bienes fueron trasladados a un lugar seguro, por fin se tranquilizó mi corazón.

Un año después, en diciembre de 2012, me encontraba en un período en que el evangelio se estaba difundiendo ampliamente y, en todo el país, mucha gente estaba aceptando la obra de Dios Todopoderoso. El Partido Comunista estaba furioso. Utilizó sus voceros mediáticos para atacar y calumniar a la Iglesia de Dios Todopoderoso, y reprimió y detuvo frenéticamente a hermanos y hermanas. En la localidad donde vivía detuvieron a más de diez hermanos y hermanas. Un día que estaba en otra localidad por una reunión, de pronto recibí una llamada de teléfono de la hermana Tian Hui. Con tono nervioso, dijo: “Malas noticias, ha ocurrido algo…”. Me di cuenta de que probablemente no podía hablarme claro por teléfono, así que colgué y volví corriendo. Cuando me encontré con Tian Hui, me enteré de que la policía estaba buscando a dos hermanas que difundían el evangelio. La policía había puesto carteles de “se busca” de ellas en tablones de propaganda, postes de teléfono, puertas de fábricas y por todas las calles. También utilizaba sus fotos para revisar, uno a uno, los vehículos y a los peatones en los cruces del condado. Tian Hui me contó que los hermanos y hermanas habían ayudado a estas dos hermanas a encontrar un lugar provisional donde esconderse. Sin embargo, muchos parientes de hermanos y hermanas se enteraron de que el Gobierno estaba intensificando las detenciones de los fieles y estaban muy preocupados por si también detenía a sus familiares, por lo que mantenían a los hermanos y hermanas en casa y no los dejaban salir a reuniones. Debatí qué hacer con Tian Hui y decidimos regar y sustentar a los hermanos y hermanas por separado para que todos pudieran comprender la verdad, no se vieran limitados por las fuerzas oscuras del gran dragón rojo y supieran mantenerse firmes en ese ambiente.

Un día fui a sustentar a una hermana y, para cuando terminamos de hablar, ya era más tarde de la medianoche. Caminando sola por la calle silenciosa y vacía, pensaba para mis adentros: “He tenido que sustentar a esta hermana hasta bien entrada la noche, y todavía hay muchísimos hermanos y hermanas que necesitan riego y sustento. Ahora mismo la situación es dura, por lo que, si sigo corriendo de casa en casa de esta manera y me capturan, no sé qué clase de tortura empleará la policía conmigo. ¿Me matará a golpes el Partido Comunista porque odia a quienes creen en Dios? Si me matan a golpes, no veré manifestarse la belleza del reino, ¿verdad? Es demasiado peligroso cumplir con este deber. Nadie ha dispuesto explícitamente que yo sustente a mis hermanos y hermanas en este momento; entonces, ¿por qué corro este riesgo?”. Cuanto más lo pensaba, más me asustaba. Al llegar a casa recibí una carta de una hermana. No mucho antes, ella y más de una docena de hermanos y hermanas habían sido detenidos por predicar el evangelio. La acababan de soltar. En la carta afirmaba que los hermanos y hermanas encarcelados nos habían dicho que no nos preocupáramos por ellos. Aunque los detuvieron, los encarcelaron y estaban sufriendo penurias, consideraban un honor ser perseguidos por predicar el evangelio. La hermana añadió que, con el tiempo, en cuanto estuviera segura de que la policía había dejado de seguirla y vigilarla, continuaría predicando el evangelio. Me sentí muy culpable al leer la carta. Estos hermanos y hermanas sufrían en la cárcel, pero, en lugar de quejarse, creían que ser perseguidos por predicar el evangelio era una gloria. Pensé entonces en mí. Me limitaba a sustentar a mis hermanos y hermanas y a ocuparme un poco de las cosas en los momentos posteriores a una oleada de detenciones, pero siempre me preocupaba que me detuvieran y mataran a golpes. No pensaba más que en mis intereses, mi desenlace y mi destino. Cuanto más reflexionaba al respecto, más remordimiento y culpa sentía. Era muy egoísta y despreciable, y era indigna del riego y el sustento de Dios. Fue entonces cuando recordé un pasaje de la palabra de Dios: “Yo admiro los lirios que florecen en las colinas. Las flores y la hierba se extienden por las laderas, pero los lirios añaden brillo a Mi gloria en la tierra antes de la llegada de la primavera; ¿puede el hombre conseguir tales cosas? ¿Podría él dar testimonio de Mí en la tierra antes de Mi retorno? ¿Podría consagrarse por causa de Mi nombre en el país del gran dragón rojo?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 34). También leí otro pasaje: “Al embarcarse en una tierra que se opone a Dios, toda Su obra se enfrenta a tremendos obstáculos y cumplir muchas de Sus palabras lleva tiempo; así, la gente es refinada a causa de las palabras de Dios, lo que también forma parte del sufrimiento. Es tremendamente difícil para Dios llevar a cabo Su obra en la tierra del gran dragón rojo, pero es a través de esta dificultad que Dios realiza una etapa de Su obra, para manifestar Su sabiduría y acciones maravillosas, y usa esta oportunidad para hacer que este grupo de personas sean completadas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?). Tras meditar las palabras de Dios, comprendí un poco Su intención. Dios permite que el gran dragón rojo nos persiga para perfeccionar nuestra fe y sumisión. En los últimos días, Dios perfecciona un grupo de personas para convertirlas en vencedores que, por muy peligrosa o terrible que sea la situación, es capaz de cumplir con el deber, practicar la verdad y mantenerse firme en el testimonio. En esa época era preciso que me mantuviera firme en el testimonio de Dios, pero por seguridad quería abandonar mi deber y huir de esa situación. Era verdaderamente egoísta y despreciable. Pensé en las flores y plantas al borde del camino. Por mucho frío o calor que haga, por muy duro que sea el entorno, mientras sea la estación que Dios ha decretado para su crecimiento, ellas crecen y florecen, lo que da testimonio de las obras del Creador. ¿Y por qué me volví yo dolida y débil en cuanto la situación se puso mínimamente difícil? ¿Por qué no podía cumplir un poco con el deber de un ser creado? En verdad, era inferior a las flores y plantas al borde del camino. ¿Cómo podía ser digna de vivir en presencia de Dios? Sentí tanto remordimiento que hice introspección: ¿por qué, cada vez que me enfrentaba a la detención y persecución del gran dragón rojo y tenía que cumplir con el deber, solo pensaba en mis intereses y no plantaba cara para salvaguardar el trabajo de la iglesia?

Leí después un pasaje de la palabra de Dios: “Dios es por siempre supremo y para siempre honorable, mientras que el hombre es siempre bajo, siempre mezquino. Esto es porque Dios siempre está haciendo sacrificios y se entrega a la humanidad, mientras que el hombre siempre toma y se esfuerza solo para sí mismo. Dios siempre se está esforzando por la supervivencia de la humanidad; no obstante, el hombre nunca contribuye en nada en aras de la rectitud o la luz. Incluso si el hombre se esfuerza durante un tiempo, no puede resistir ni un solo golpe, pues el esfuerzo del hombre siempre es para su propio beneficio y no para el de otros. El hombre siempre es egoísta, mientras que Dios es siempre desinteresado. Dios es la fuente de todo lo recto, lo bueno y lo hermoso, mientras que el hombre es el que hereda y expresa toda la fealdad y perversidad. Dios nunca alterará Su esencia de rectitud y belleza, y sin embargo, el hombre es perfectamente capaz, en cualquier momento y en cualquier situación, de traicionar la rectitud y alejarse de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante comprender el carácter de Dios). Tras leer este pasaje de las palabras de Dios, me emocioné profundamente. Para salvar a la humanidad del poder de Satanás, Dios se hizo carne dos veces, y por más humillación o sufrimiento que soportara, Dios siempre ha expresado la verdad y obrado por la salvación de la gente, y nunca ha renunciado a Su objetivo de salvarla. Su esencia es desinteresada y buena. En cambio, yo vivía según filosofías satánicas como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “No muevas un dedo si no hay recompensa”. Siempre pensaba primero en mis intereses en todo y no tenía en cuenta en absoluto la obra de la iglesia. Cuando algo no requería gran sufrimiento y no incumbía a mi futuro y mi destino, podía esforzarme o renunciar un poco. En cuanto me enfrentaba a la amenaza de ser detenida y perseguida, constantemente tenía miedo a que me capturaran, a que me mataran a golpes y a no lograr jamás un buen desenlace y destino. Una y otra vez, quise abandonar el deber. No pensaba en la negatividad y debilidad de mis hermanos y hermanas ni en las preocupaciones de Dios. Solo consideraba mis propios intereses. ¿Cómo podía afirmarse que tenía conciencia? Al pensarlo me sentí especialmente avergonzada, así que me arrodillé y oré a Dios: “¡Dios mío! Soy egoísta, despreciable y carente de humanidad. Deseo arrepentirme ante Ti y regar y sustentar a mis hermanos y hermanas”. Después de orar recordé otro himno de la palabra de Dios:

Debes abandonar todo por la verdad

1  Debes sufrir adversidades por la verdad, debes entregarte a la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio de una vida familiar pacífica y no debes perder toda una vida de dignidad e integridad por el bien de un disfrute momentáneo.

2  Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan vulgar y no buscas ningún objetivo, ¿no estás malgastando tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Las personas así, no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio

Al meditar sobre las palabras de Dios, me sentí profundamente conmovida. Aunque un día me detuvieran y encarcelaran, o incluso me torturaran hasta la muerte, sería de todos modos un martirio por cumplir con el deber de un ser creado, algo honorable. Poder trascender la limitación de la muerte y cumplir con el deber de un ser creado es un testimonio poderoso y rotundo, cien veces mejor que vivir atrapada en mi carácter corrupto y arrastrar una existencia innoble. Comprendidas estas cosas, tuve una honda sensación de liberación.

Al día siguiente invitamos a unos hermanos y hermanas a una reunión. Al compartir las palabras de Dios, todo el mundo llegó a entender que Dios ejerce Su sabiduría en función de los trucos de Satanás, que Dios permite la persecución y las tribulaciones sobre nosotros para perfeccionar nuestra fe, y que el gran dragón rojo es un mero objeto de servicio en la obra de Dios. Luego de estas enseñanzas, todos estaban dispuestos a cumplir bien el deber para sustentar a los demás hermanos y hermanas. Cuando vi que los hermanos y hermanas salían de su negatividad y debilidad, y se fortalecían, me emocioné especialmente. Comprobé que ninguna fuerza hostil puede sofocar la autoridad y el poder de las palabras de Dios. Tras esta ola de persecuciones y detenciones, todos tenían más fe en Dios, y supe que todo era por Su gracia. Recordé Su palabra: “La prueba del colapso progresivo del gran dragón rojo se puede ver en la maduración continua del pueblo de Dios; esto es evidente y visible para cualquiera. La maduración del pueblo de Dios es una señal de la caída del enemigo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 10). Dios utilizaba las frenéticas detenciones del gran dragón rojo a Su servicio para perfeccionar a Su pueblo escogido. Mediante la persecución de aquel, Dios perfeccionaba la fe y sumisión de mis hermanos y hermanas, y todos progresaban en la vida. Este es precisamente el resultado que pretende la obra de Dios. Al ver cumplidas las palabras de Dios, mi fe aumentó y mi motivación para cumplir con el deber era mayor que nunca.

Poco después de este incidente recibí la noticia de que, a través de la vigilancia telefónica, la policía había ubicado la localidad donde se escondían las dos hermanas que buscaba y que estaba yendo casa por casa con el fin de encontrarlas. Además, la policía montó puestos de control de búsqueda a lo largo de la carretera. Unos hermanos y hermanas se arriesgaron a llevar a las dos hermanas a una cueva a las afueras de la localidad. Hacía mucho frío esos dos días, las dos hermanas estaban agotadas de tanto esconderse y vivir huyendo y no podían conseguir nada de comer, por lo que les era imposible permanecer en la cueva mucho tiempo. Teníamos que rescatarlas. Pensé: “Hay carteles de ‘se busca’ de mis hermanas por toda la calle y la policía está revisando los vehículos que pasan. Si intentamos salir con las hermanas y nos captura la policía, seguro que nos acusarán de dar asilo a unas fugitivas. En cuanto la policía nos detenga, nos golpearán hasta casi matarnos y, si acaban matándome a golpes, ¿cómo perseguiré la verdad y me salvaré?”. Cuando se me pasó por la mente esa idea, me di cuenta de que de nuevo estaba siendo egoísta y despreciable, y pensando solamente en mí, así que sin demora dije una oración en silencio a Dios para pedirle que protegiera mi corazón para poder estar de Su parte sin tener en cuenta mis intereses personales. Me acordé entonces de un pasaje de las palabras de Dios: “No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Recibir bendiciones se refiere a cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere a cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a actuar por temor a sufrir desgracias. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). El cumplimiento del deber es la vocación de todo ser creado, y no debemos exigir ninguna condición al hacerlo. Sin importar lo peligroso del entorno ni si tenemos o no un buen desenlace y un buen destino, debemos cumplir bien con el deber. Este es el razonamiento que ha de tener un ser creado. Mi deber era proteger a mis hermanas. Aunque me capturaran mientras acompañaba a mis hermanas y me mataran a golpes, moriría por cumplir con mi deber de ser creado, ¡lo cual es glorioso! Tras llegar a entender la intención de Dios, salí al rescate de las dos hermanas junto con los demás. Las escondimos en el maletero del vehículo y, por miedo a que la policía nos descubriera, evitamos las carreteras principales y tomamos un pequeño camino a través del bosque. Durante todo el viaje no dejé de orar a Dios y de pedirle que nos protegiera. Al cabo de una hora más o menos, conseguimos llevar a las hermanas a su destino, y sentí como si me hubieran sacado un gran peso de encima. Cuando regresábamos deprisa al condado, la policía detuvo nuestro vehículo, pero en él no encontró a nadie, por lo que nos dejó marchar. ¡Estuvo cerca!

Gracias a mi experiencia descubrí que, con tal de echar abajo la obra de Dios, reprimir y detener a los creyentes en Dios, el Partido Comunista ha llegado hasta la locura; sin embargo, por muy frenético que sea, está sometido a las soberanas disposiciones de Dios y es un mero objeto de servicio en Sus manos. Además, por fin entendí qué quiso decir Dios al manifestar: “En todos Mis planes, el gran dragón rojo es Mi contraste, Mi enemigo, y, también, Mi sirviente; así pues, nunca he flexibilizado Mis ‘requisitos’ con respecto a él. Por lo tanto, la etapa final de la obra de Mi encarnación se completa en su casa, lo que es más propicio para que el gran dragón rojo me sirva a Mí de forma adecuada, por medio de lo cual Yo lo conquistaré y completaré Mi plan(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 29). En los últimos días, es de gran trascendencia que Dios lleve a cabo Su obra en China, guarida del gran dragón rojo. Por medio del servicio del gran dragón rojo, Dios perfecciona nuestra fe, así como a un grupo de personas que convierte en vencedoras. ¡Dios es verdaderamente sabio! ¡Gracias a Dios Todopoderoso!

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