¿Toda la Biblia proviene de la inspiración de Dios?
En 1998, mi primo Yang vino a compartir conmigo el evangelio del Señor Jesús. Me trajo una copia de la Biblia, y me contó que toda ella está inspirada por Dios, que todo lo que contiene es la palabra de Dios, y que en su interior reside la senda al reino de Dios y a la vida eterna. Cuando oí que podía obtener la vida eterna, enseguida me picó la curiosidad y, cuando disponía de tiempo, leía la Biblia. Pronto averigüé que el Señor Jesús era el Redentor de la humanidad y lo acepté. Como era apasionado en mi búsqueda de Dios, después me convertí en colaborador y empecé a evangelizar y predicar para la iglesia. Creía firmemente que la Biblia era la base y la guía para mi fe.
Con el paso de los años, la iglesia perdió fuelle y era cada vez más difícil sentir la obra del Espíritu Santo. La mayoría de los creyentes eran pasivos y débiles, su fe se había enfriado, y muchos incluso regresaron al mundo secular. Ante esa situación, me sentía angustiado e impotente, además de débil de corazón. ¿Podía habernos abandonado el Señor? Pero cada vez que pensaba en que Dios dijo; “El que persevere hasta el fin, ese será salvo” (Mateo 10:22), mi corazón se volvía más firme. Confiaba en que el Señor no maltrataría a aquellos que lo siguen con un corazón sincero y continuaban esforzándose por Él. Oraba a menudo en mi corazón y le pedí al Señor que fortaleciera mi fe. En ese momento apareció una iglesia llamada Relámpago Oriental. Daban testimonio de que el Señor ya había regresado, estaba expresando verdades y llevando a cabo la obra de juicio en los últimos días. Muchos hermanos y hermanas en el Señor se convirtieron al Relámpago Oriental, y eso me apenó. Lo que me resultaba especialmente difícil de aceptar era oír a los del Relámpago Oriental decir que la Biblia contenía tanto las palabras de Dios como las del hombre. La Biblia claramente afirma que “Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Todo en la Biblia es la palabra de Dios, los pastores y los ancianos dicen eso todo el tiempo. Entonces, ¿acaso no contradice el Relámpago Oriental a la Biblia y traiciona al Señor? Debido a esto, yo estaba muy en contra de Relámpago Oriental. De ahí en adelante, la mayoría de nuestras reuniones versaron sobre cómo escudarnos contra Relámpago Oriental y cómo frenarlo, y a cómo proteger a la iglesia para no perder su rebaño. Para prevenir que la gente de Relámpago Oriental nos robara nuestras ovejas, le dije a mis hermanos y hermanas: “La Biblia está inspirada completamente en Dios, y todas las palabras de Dios están contenidas en ella. Si creemos en Dios, no podemos apartarnos de la Biblia. Hacerlo supondría una herejía”. Al hacer esto, esperaba impedirles que investigaran la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, pero ellos siempre acababan aceptándola.
Una vez, de regreso a casa tras una reunión de la iglesia, vi a mi mujer amasando y, a su lado, había una mujer de sesenta y tantos años, con un libro en sus manos y en comunicación con ella. Supuse al instante que era una creyente en Dios Todopoderoso, y se me oscureció la expresión y dije: “Niegas la Biblia y la has abandonado, ¿y aun así aseguras que crees en Dios? ¡Fuera de aquí!”. La hermana me dijo con paciencia: “Hermano, no te alteres. No saques conclusiones a ciegas. Nosotros también solíamos leer la Biblia y entendíamos el versículo ‘Toda Escritura es inspirada por Dios’ (2 Timoteo 3:16) como que todas las palabras en la Biblia son las palabras de Dios. Después nos acabamos dando cuenta de que esta interpretación no era exacta”. “¿Qué prueba tenéis?”, le pregunté con desdén. La hermana dijo: “Por ejemplo, el Evangelio de Lucas dice: ‘Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra’ (Lucas 1:1-2). ¿No significa esto que el Evangelio de Lucas fue escrito por Lucas a partir de sus experiencias e investigaciones? Lucas solo escribió algunos de los hechos que vio y escuchó en ese momento. Se trata de un libro escrito por el hombre, así que ¿cómo podemos decir que todo es palabra de Dios? Las cosas que son inspiradas por Dios no necesitan ser experimentadas por el hombre o mezclarse con ideas humanas. Las dos cosas son claramente diferentes”. Me sorprendieron un poco las palabras de la hermana: realmente hay una diferencia entre las palabras inspiradas por Dios y las que la gente escribe basándose en lo que ve y oye. No hallé ningún fallo en sus palabras. Respiré hondo y miré a la hermana de reojo, pensando: “Es vieja y no parece muy culta, pero tiene esa perspectiva. ¡Increíble!”. Por un momento no se me ocurrió qué responder a lo que había dicho y se me puso la cara colorada. Me preocupaba que me engañara si seguía escuchando lo que decía, así que carraspeé y dije: “Ya basta, tenemos creencias diferentes. No vuelvas por aquí”. Al decir esto, saqué a la hermana a empujones por la puerta. Ella me aconsejó repetidamente que leyera las palabras de Dios Todopoderoso, para determinar si el Señor había regresado, pero yo le cerré mi corazón. No quería oírlo. Con lágrimas en los ojos, me dijo muy seria: “¡Hermano, por favor, piénsatelo dos veces!”. Al oír la sinceridad en sus palabras, al ver la genuina expresión de sus ojos y su frágil figura en el viento invernal, sentí una fuerte puñalada en el corazón, y no supe qué era ese sentimiento. Pero recordé que todas las palabras de la Biblia son de Dios, y que cualquier otra cosa es no creer en Dios. Lo que predicaban trascendía a la Biblia, y sin embargo venían a nuestra iglesia a robar ovejas. No podía escuchar lo que predicaban, y debía mantenerme firme en mi postura. Después de esto, continué en paz con mi pensamiento y mis acciones, y no escatimé esfuerzos para “proteger” el rebaño. A pesar de ello, me ponía nervioso cada vez que veía a alguien de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Su comunicación tenía sentido y era difícil de refutar. Lo único que se podía hacer era adoptar una postura intransigente y aplicar una política de no escucharlos, no leer sus libros ni relacionarse con ellos.
El otoño de 2004 llegó sin apenas darme cuenta. Mi primo Yang me llamó diciendo que me necesitaba para algo urgente. Acudí enseguida, y mi primo me presentó al hermano Wang Chuanyang. Dijo que Chuanyang era un predicador, y nos pidió que dialogáramos sobre nuestro entendimiento del Señor. Estaba muy feliz, y tras saludarlo, mi primo me entregó una Biblia y sacó dos voluminosos libros de tapa dura. Miré la portada, donde decía La Palabra manifestada en carne. ¡Eran libros de Relámpago Oriental! Me puse en pie de un salto y dije: “Yang, ¿has aceptado a Relámpago Oriental?”. Mi primo soltó una breve risa y dijo: “Eso es. Te he pedido que vengas hoy porque quería comunicar contigo. Espero que le eches un vistazo a la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días”. En ese momento, recordé cómo los pastores y los ancianos siempre decían que la Biblia está inspirada íntegramente por Dios, y que todas las palabras de Dios están en ella. Las enseñanzas de Relámpago Oriental no se atenían a la Biblia, se apartaban de las enseñanzas del Señor. En ninguna circunstancia debíamos hacerles caso. Nuestra mejor contramedida era evadirlos. Así que me excusé diciendo que tenía algo que hacer en casa. Mi primo me dijo secamente: “¿Por qué huyes cada vez que ves a alguien que cree en Dios Todopoderoso? Si conoces la verdad, ¿por qué temes que te engañen? Ya que estás aquí, ¿por qué no calmas tu corazón y buscas un poco?”. No me quedó más remedio que volver a mi asiento, pero mi mente era un torbellino: ¿Cómo debía manejar esa situación? Oré en silencio en mi corazón al Señor: “¡Oh, Señor! Te confío esta situación. Por favor, protégeme y guíame”. Entonces, mi primo cogió La Palabra manifestada en carne y leyó un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso: “Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con esta exigua reverencia por Dios en tu corazón, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Permanecí allí, en apariencia nada conmovido, pero en realidad las palabras del libro me habían causado impresión. Todas estas exigencias concordaban con las palabras del Señor Jesús. El Señor dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Los que creen en Dios deben tener una actitud de humildad y búsqueda. Yo condenaba y juzgaba ciegamente a Relámpago Oriental sin buscar ni investigar. Era verdaderamente arrogante y santurrón. Me sentí culpable y pensé: “Estas palabras son algo especial, son similares a las enseñanzas del Señor. ¿Realmente podrían ser palabras pronunciadas por el Señor que ha regresado?”. También pensé en todas las veces que había interactuado con personas de la Iglesia de Dios Todopoderoso: eran dignos y rectos, difundían amorosamente el evangelio, eran pacientes y sus explicaciones a las preguntas eran especialmente fundamentadas y convincentes. ¿Cómo podían lograr esto por sí mismos sin la obra del Espíritu Santo? Esto demostraba que el camino de Dios Todopoderoso era sin duda especial. Si Dios Todopoderoso era en realidad el Señor Jesús que había regresado y yo no buscaba ni investigaba, ¿no estaría perdiendo la oportunidad de recibir la llegada del Señor y acabaría siendo rechazado por Él? Pensé: “Debería dejar de actuar con terquedad. ¿Por qué no intento indagar hoy mismo si el Señor ha venido realmente o no? Entonces habré ganado en claridad”. Reflexioné un momento y luego dije con decisión: “Las palabras que has leído eran ciertamente buenas, y muy especiales. Pero no lo entiendo. La Biblia es el canon del Cristianismo. Desde hace más de dos mil años, el mundo religioso siempre ha creído que la Biblia está totalmente inspirada por Dios, y que todo lo que en ella se recoge es palabra de Dios, y que por consiguiente la Biblia representa al Señor. Yo acepté que esto era cierto durante todos mis años de cristiano, pero ahora dices que la Biblia contiene las palabras tanto de Dios como del hombre. ¿No está esto en contradicción con la Biblia? Esto es negar al Señor, darle la espalda, ¡y es una blasfemia abominable!”. Chuanyang dijo pacientemente: “¿Decir que la Biblia está totalmente inspirada por Dios concuerda con la realidad? ¿Qué palabras del Señor tenemos como prueba?”. Esta pregunta me dejó sin habla. Así es. Estas palabras fueron pronunciadas por Pablo, no por el Señor Jesús. Chuanyang dijo entonces: “El Señor Jesús nunca dijo que la Biblia estuviera totalmente inspirada por Dios, y el Espíritu Santo tampoco lo testificó. Lo que Pablo dijo solo representa su propia comprensión de la Biblia, y en absoluto representa a Dios”. Me quedé de piedra. Lo que decía tenía sentido: ¿cómo no me había dado cuenta? Entonces, Chuanyang preguntó: “Pablo dijo ‘Toda Escritura es inspirada por Dios’ (2 Timoteo 3:16). Cuando dijo ‘Escritura’, ¿se refería en realidad a toda la Biblia o solo a una parte?”. Pensé para mis adentros: “Se refería a toda la Biblia, por supuesto”. Chuanyang continuó: “En realidad, Pablo escribió 2 Timoteo 60 años después de la llegada del Señor, y en ese momento el Nuevo Testamento no se había compilado aún, solo existía el Antiguo. Unos 90 años después de que llegara el Señor, Juan escribió las visiones que había visto en la isla de Patmos, que después se convirtieron en el Apocalipsis. Unos 300 años después de la venida del Señor, en una reunión en Nicea, los líderes religiosos de varios países eligieron cuatro Evangelios y algunas otras epístolas de entre gran cantidad de cartas de los discípulos y, junto al libro del Apocalipsis de Juan, compilaron el Nuevo Testamento. Luego combinaron el Antiguo y el Nuevo Testamento en un solo libro, conformando así lo que leemos hoy. El Nuevo Testamento se compiló en el año 300, y Pablo escribió 2 Timoteo sobre el año 60, lo cual es más de 200 años antes de que se compilara el Nuevo Testamento. A partir de esto, podemos decir que cuando Pablo dijo ‘Toda Escritura es inspirada por Dios’ a lo que se refería no era al Nuevo Testamento”. Al oír eso, no pude evitar asentir con la cabeza y decir: “Si la Escritura de la que hablaba Pablo no incluía el Nuevo Testamento, entonces debía referirse al Antiguo Testamento”. Chuanyang dijo: “Sí, pero ni siquiera el Antiguo Testamento estaba inspirado por completo en Dios. Quedará claro cuando leamos las palabras de Dios Todopoderoso”.
Dios Todopoderoso dice: “Debes saber cuántas partes incluye; el Antiguo Testamento consta del Génesis, Éxodo, etcétera, y también los libros de profecía que escribieron los profetas. Finalmente, el Antiguo Testamento termina con el libro de Malaquías. […] Estos libros de profecía eran muy diferentes a los demás libros de la Biblia; eran palabras habladas o escritas por aquellos a los que se les había dado el Espíritu de profecía; por aquellos que habían recibido las visiones o la voz de Jehová. Aparte de los libros de profecía, todo lo demás en el Antiguo Testamento está compuesto por registros hechos por personas después de que Jehová hubo terminado Su obra. Estos libros no pueden reemplazar la predicción pronunciada por los profetas elevados por Jehová, del mismo modo que el Génesis y el Éxodo no pueden compararse con el libro de Isaías o con el libro de Daniel. Las profecías se pronunciaron antes de que la obra se hubiera llevado a cabo; los otros libros, entretanto, se escribieron después de que la obra hubiera terminado; eso era lo que las personas eran capaces de hacer” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Relativo a la Biblia (1)). “No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de las predicciones de los profetas y, otra, las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de las eras. Las experiencias humanas están contaminadas con opiniones y conocimiento humanos, y esto es algo inevitable. En muchos de los libros de la Biblia hay nociones humanas, prejuicios humanos y el entendimiento absurdo de los humanos. Por supuesto, la mayoría de las palabras son resultado del esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, y son entendimientos correctos, pero sigue sin poderse decir que son expresiones de la verdad totalmente precisas. Sus opiniones sobre ciertas cosas no son más que conocimiento derivado de la experiencia personal o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Dios instruyó personalmente las predicciones de los profetas: las profecías de los semejantes a Isaías, Daniel, Esdras, Jeremías y Ezequiel vinieron de la instrucción directa del Espíritu Santo; estas personas eran profetas, habían recibido el Espíritu de profecía, y eran, todos, profetas del Antiguo Testamento. Durante la Era de la Ley, estas personas, que habían recibido las inspiraciones de Jehová, hablaron muchas profecías, que fueron instruidas directamente por Jehová” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Relativo a la Biblia (3)). Tras esto, Chuanyang comunicó: “Las palabras de Dios Todopoderoso son muy claras. Las profecías de los profetas las dictaba personalmente el Espíritu Santo, y los profetas las transmitían. Estas son las palabras de Dios, y en ellas reside el significado exacto de Dios. Las palabras inspiradas por Dios están siempre marcadas en la Biblia; por ejemplo, al principio de Isaías dice: ‘Visión que tuvo Isaías, hijo de Amoz’ (Isaías 1:1). El comienzo de Jeremías dice: ‘Le vino la palabra de Jehová’ (Jeremías 1:2). Las personas solo deben prestar atención para estar seguros de qué palabras están inspiradas por Dios. Aparte de los libros proféticos, el resto de la Biblia son relatos escritos por otra gente después de experimentar la obra de Dios. La mayoría son registros de recuerdos, y todas estas experiencias y palabras provienen de personas, no podemos decir que sean palabras de Dios, así que es difícil evitar que estén adulteradas por el significado humano. Como dice en 2 Samuel 24:1: ‘Y volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá’. Sin embargo, 1 Crónicas 21:1 dice: ‘Y se levantó Satanás contra Israel e incitó a David a hacer un censo de Israel’. Ambos versículos registran cuando David hizo un censo de Israel. En un lugar dice que Jehová Dios incitó a David a censar a Israel, y en el otro dice que fue Satanás el que lo hizo. Si estuviera inspirada por Dios, ¿cómo habría tal discrepancia? Si el Antiguo Testamento al completo fue inspirado por Dios, ¿habría cometido Él tal error al inspirar una historia del mismo suceso?”. Oír las palabras de Chuanyang me abrió la mente de manera significativa, y mis tozudas defensas mentales comenzaron a derrumbarse. Dije: “Si el Antiguo Testamento no fue inspirado al completo por Dios, entonces tampoco podemos considerar el Nuevo Testamento como si fuera por completo la palabra de Dios, pues todo son registros de los apóstoles”. Chuanyang dijo feliz: “Gracias a Dios, tu entendimiento es correcto. De hecho, en el Nuevo Testamento solo las palabras del Señor Jesús y la profecía del Apocalipsis son palabras de Dios. El resto son palabras de discípulos, fariseos, gente corriente, soldados y el diablo. ¿No es absurdo decir que todo en la Biblia son palabras de Dios? ¿Acaso no es eso una blasfemia?”.
Después de esto, Chuanyang me leyó otro pasaje de las palabras de Dios: “Hoy, las personas creen que la Biblia es Dios, y que Él es la Biblia. Así, también creen que todas las palabras de la Biblia fueron las únicas palabras que Dios habló y que Él las pronunció todas. Los que creen en Dios piensan incluso que, aunque los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento fueron escritos por personas, fueron, todos, inspirados por Dios y son un registro de las declaraciones del Espíritu Santo. Esta es la comprensión errónea que tiene el hombre, y no es completamente acorde con los hechos. En realidad, aparte de los libros de profecía, la mayor parte del Antiguo Testamento es un registro histórico. Algunas de las epístolas del Nuevo Testamento provienen de las experiencias de las personas, y, otras, del esclarecimiento del Espíritu Santo. Las epístolas paulinas, por ejemplo, surgieron de la obra de un hombre; todas fueron resultado del esclarecimiento del Espíritu Santo y se escribieron para las iglesias, y fueron palabras de exhortación y aliento para los hermanos y hermanas de las mismas. No fueron palabras habladas por el Espíritu Santo; Pablo no podía hablar en nombre del Espíritu Santo ni era profeta, y, mucho menos, tuvo las visiones que tuvo Juan. Sus epístolas se escribieron para las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, y otras. […] Si las personas consideran las epístolas o las palabras como las de Pablo como declaraciones del Espíritu Santo, y las adoran como a Dios, sólo puede decirse que no discriminan correctamente. Dicho con mayor severidad, ¿no es esto simplemente blasfemia? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios? ¿Y cómo podrían las personas postrarse ante los registros de sus epístolas y ante las palabras que habló como si fueran un libro sagrado o un libro celestial? ¿Podría el hombre pronunciar a la ligera las palabras de Dios? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Relativo a la Biblia (3)). Mientras más escuchaba, más entendía. Me lamenté: “Antes no entendía el contexto en el que Pablo dijo estas palabras. Pensaba que Dios inspiró toda la Biblia, y que sus palabras eran todas Suyas, y que creer en la Biblia era igual que creer en Dios. ¡Era una interpretación tan absurda! Insistía en tomar las palabras de Dios en la Biblia como las de Dios, y las usé como base para mi fe. ¿Acaso no se aleja esto del camino del Señor?”.
Entonces Chuanyang comunicó: “La Biblia es solo un testamento de la obra de Dios. Es un libro histórico y un registro de la obra de Dios durante las Eras de la Ley y de la Gracia. ¿Cómo se va a poner al mismo nivel que Dios? Así que el Señor Jesús reprendió a los fariseos, diciendo: ‘Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida’ (Juan 5:39-40). La Biblia es solo un testamento de Dios, no ostenta la vida eterna. ¡Solo Dios puede concederle a la gente la vida eterna!”. Recuerdo que mi primo comunicó también que al leer la Biblia entendemos la obra de Dios en las Eras de la Ley y la Gracia, sabemos que Dios lo creó todo en el universo, como promulgó las leyes para guiar a la humanidad, y cómo debíamos vivir en la tierra y adorar a Dios. Sabemos lo que es el pecado y la clase de personas a las que Dios bendice o maldice. También sabemos que debemos confesar nuestros pecados y arrepentirnos ante el Señor, cómo ser humildes, pacientes, indulgentes, y como cargar nuestra cruz y seguir al Señor. Vemos la infinita compasión y amor del Señor Jesús hacia nosotros, y entendemos que solo creyendo en el Señor Jesús y acudiendo ante Él podemos disfrutar de la abundante gracia y verdad de Dios. Pero en lo referente a qué verdades expresa Dios en los últimos días, cómo juzgará y limpiará Dios la corrupción del hombre y resolverá la raíz de su pecado, no tenemos la menor idea porque estas verdades no se registraron en la Biblia. En la base de la obra de redención del Señor Jesús, Dios Todopoderoso de los últimos días llevó a cabo la obra de juicio empezando por la casa de Dios, expresó toda la verdad sobre purificar a la humanidad y reveló el carácter y naturaleza satánica corrupta de la humanidad, de tal modo que nuestra corrupción es purificada y nos convertimos en personas que aman y obedecen a Dios, y se nos hace reconocer que el carácter de Dios es santo y justo y no tolera ofensa. Estas palabras son el camino verdadero hacia la vida eterna y cumplen por completo la profecía del Señor Jesús: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad” (Juan 16:12-13). Este libro, La Palabra manifestada en carne, es la palabra profetizada en el Apocalipsis que el Espíritu Santo dice en todas las iglesias. Es el pergamino que abrió el Cordero. Al leer las palabras de Dios Todopoderoso, los verdaderos creyentes en Dios del mundo religioso han reconocido Su voz, se han vuelto hacia Dios Todopoderoso y han seguido las huellas del Cordero.
Después de que mi primo dijera eso, Chuanyang leyó otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. Aquellos que no reciben el agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Si sólo tratas de aferrarte al pasado, si sólo tratas de mantener las cosas como están quedándote quieto, y no tratas de cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no estarás siempre en contra de Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como olas agitadas y fuertes truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue los pasos del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos es la letra que solo puede darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las escrituras que lees solo pueden enriquecer tu lengua y no son palabras de filosofía que te ayudan a conocer la vida humana, y menos aún los senderos que te pueden llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te hace entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar de la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando a cabo ahora la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Tras oír estas palabras, me quedé profundamente conmovido. La palabra de Dios siempre progresa hacia delante y siempre carece de límites. Las palabras de Dios y Su obra no pueden circunscribirse a la Biblia. Si me aferro a mis propios puntos de vista religiosos, al final seré yo el que pierda. Pensé en todo el conocimiento de la Biblia que había amasado durante mis años como cristiano, sin embargo apenas tenía un entendimiento de la verdad o de Dios. Por el contrario, me estaba volviendo cada vez más arrogante. El Señor había regresado, pero no solo no investigué, incluso usé palabras de la Biblia para resistirme y juzgar la aparición y obra de Dios Todopoderoso. Fue igual que los fariseos que se resistieron al Señor Jesús. ¡Estaba verdaderamente ciego y no conocía a Dios! No solo me aferré a mis nociones, incluso obstaculicé a otros para que no investigaran. ¿Acaso no causaba esto una alteración? Si los demás no podían dar la bienvenida al Señor o seguir Su nueva obra, habrían perdido su oportunidad de entrar al reino de Dios. ¡Estaba arrastrando a otros al infierno y resistiéndome a Dios! Había cometido una gran maldad, sin embargo Dios todavía me mostró compasión y me permitió oír Su voz. ¡Esta era de verdad la salvación de Dios! Luego seguimos comunicando sobre la Biblia. También hablamos del motivo por el que la iglesia se había vuelto desolada en la Era de la Gracia, cómo salva Dios a la humanidad mediante las tres etapas de la obra y otras cosas.
En la época que siguió, leí muchas palabras de Dios Todopoderoso. Mientras más leía, más me convencía de que es la voz de Dios, que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, y que Él es Cristo de los últimos días. Desde luego, el camino para entrar en el reino del cielo no se halla en la Biblia, solo Dios Todopoderoso puede darle al hombre la senda a la vida eterna. Acepté alegremente la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Luego, mi mujer también lo aceptó. Juntos difundimos el evangelio y llevamos a algunos de los fieles miembros de nuestra iglesia a la casa de Dios. ¡Demos gracias a Dios!