La falta de conocimiento no es excusa
En mayo de 2021, fui elegida para servir como líder de iglesia y se me encomendó principalmente el trabajo de producción de videos. Me preocupaba un poco cumplir con este deber y pensaba: “He hecho algo de producción de vídeo en el pasado, pero mis aptitudes en este campo dejan un poco que desear. ¿Podré supervisar bien este trabajo? Si no rindo lo esperado y me reemplazan, ¿qué pensarán de mí mis hermanos y hermanas? Además, las personas que superviso tienen más conocimientos técnicos que yo… y si no identifico los problemas en sus deberes y no puedo aportar sugerencias significativas, pensarán sin duda que soy una aficionada que no es una supervisora efectiva y que no vale como líder”. Pensar en esto me ponía un poco ansiosa, pero sabía que primero tenía que aceptar este nuevo deber y someterme a los arreglos de la iglesia.
Para ponerme al día con el trabajo lo antes posible, estaba presente en todas las conversaciones de trabajo que tenían mis hermanos y hermanas. Al principio escuchaba con atención, pero poco a poco empecé a darme cuenta de que no entendía muchas de las habilidades profesionales que se usaban y no podía meter baza. Me preocupaba que si mis hermanos y hermanas me pedían mi punto de vista y no aportaba ninguna sugerencia significativa, podrían pensar que sobrestimaba mis propias aptitudes y que no estaba cualificada para revisar su trabajo cuando yo misma no lo entendía en absoluto. ¿Pensarían menos de mí? Para mantener mi imagen como líder, salvo por compartir mi entendimiento de la palabra de Dios, no decía nada durante las conversaciones y los resúmenes del trabajo en las reuniones. No quería participar o prestar demasiada atención a conversaciones sobre la parte profesional de la producción de vídeo. Dejé de asumir hasta la más ligera de las cargas y pensaba siempre: “De todas formas no entiendo la parte técnica de las cosas, así que resolveré sobre todo los problemas que tengan con la entrada en la vida. En cuanto a problemas técnicos, dejaré que oren a Dios, confíen en Él y hablen entre ellos”. Recuerdo que una vez una hermana mandó al grupo un video en el que estaba trabajando pidiendo sugerencias. En ese momento, pensé que como no entendía la parte técnica de la producción, no podría encontrar problemas en el video, y, lo que es más, quedaría muy mal si me equivocaba delante de todos, así que decidí no sugerir nada y no examiné el video muy a fondo. Después, un líder de grupo encontró un problema con el video de la hermana y me preguntó si lo había notado. Podía notar cómo me ruborizaba por no haber revisado el video cuidadosamente. Para evitar que me descubrieran, esperaba hasta el final de cada conversación para ofrecer un repaso y resumir lo que habían dicho todos o simplemente aportaba un comentario breve y superficial como: “Estoy de acuerdo con casi todo lo que se ha dicho, no tengo nada más que añadir”. Apenas había dicho nada durante toda la reunión y me sentía muy avergonzada y angustiada. Hasta sentí que no hacía falta que yo estuviera allí. Después de eso, empecé a evitar cada vez más los aspectos técnicos del trabajo y rara vez revisaba el trabajo del líder del grupo. En las reuniones simplemente me haría una idea del estado de la gente, observando si llevaban una carga en su deber o simplemente trabajaban por inercia. En cuanto a sus problemas y dificultades con la producción de video, no me tomaba el tiempo de entrar en detalles, pensando que el líder de grupo podría gestionarlo y que podía dejar que aquellos con las aptitudes técnicas adecuadas resolvieran los problemas. Esto también prevenía que quedase como una inútil si no era capaz de resolver sus problemas. Para dar la impresión de que todavía podía hacer algo de trabajo real, cuando notaba u oía que alguien estaba en mal estado o se había vuelto negativo, me apresuraba a encontrar palabras de Dios que comunicarles como apoyo. Sin embargo, en cuanto mencionaban alguna de las dificultades que tenían en el trabajo, simplemente les daba una respuesta genérica. “Cuando corregimos nuestro estado y confiamos en Dios, Él nos guiará para resolver estos problemas”. Cuando decía esto, su estado mejoraba temporalmente, pero en cuanto encontraban otro problema en su deber y estos seguían sin resolverse, volvían a ponerse negativos. Como fracasé en resolver problemas reales y no revisé ni supervisé el trabajo, surgieron muchos problemas en la producción de video. Las aptitudes técnicas de los hermanos y hermanas no mejoraban apreciablemente. No dominaban los principios relevantes del deber, cometían los mismos errores repetidamente y, como resultado, la calidad del trabajo disminuía. A pesar del hecho de que mi líder superior me señaló este problema e intentó ayudarme, no tenía ningún conocimiento real de mí misma. No mucho después, me remplazaron porque no había conseguido hacer ningún trabajo real en mi deber.
Me sentía fatal al ser reemplazada repentinamente y no dejaba de preguntarme: “¿Por qué acabé convertida en una falsa líder que no hacía trabajo real a pesar de estar bastante ocupada en mi deber todos los días? ¿Cuál es la razón de mi fracaso?”. Durante ese periodo, leí bastantes verdades sobre el discernimiento de los falsos líderes, y vi que casi todos los comportamientos de los falsos líderes que no podían hacer trabajo real que diseccionó Dios eran cosas que yo misma había hecho. Era como si Dios me expusiese en persona. Esto era especialmente cierto en los siguientes pasajes: “Una característica de los falsos líderes es su incapacidad para explicar o aclarar en detalle cualquier cuestión relacionada con los principios-verdad. Si alguien recurre a ellos, solo pueden decirle palabras y doctrinas vacías. Al enfrentarse a problemas que deben resolverse, suelen responder con un enunciado como: ‘Todos sois expertos en cumplir este deber. Si tenéis problemas, deberíais desentrañarlos vosotros mismos. No me preguntéis a mí, yo no soy un experto ni entiendo. Resolvedlo por vuestra cuenta’. […] Los falsos líderes suelen aducir motivos y excusas como ‘no entiendo’, ‘nunca lo he aprendido’ o ‘no soy un experto’ para engatusar a la gente y evitar preguntas. Puede que parezcan bastante humildes; no obstante, esto pone al descubierto un asunto grave relacionado con los falsos líderes: carecen de entendimiento alguno sobre los problemas que tienen que ver con los conocimientos profesionales en ciertas tareas; se sienten impotentes y parecen sumamente torpes y cohibidos. ¿Qué hacen, entonces? Solo pueden reunir varios pasajes de las palabras de Dios para compartirlos con todo el mundo durante las reuniones y hablar sobre algunas doctrinas para exhortar a la gente. Puede que los líderes que sean un poco amables se preocupen por los demás y les pregunten de vez en cuando: ‘¿Te has enfrentado a alguna adversidad en tu vida en los últimos tiempos? ¿Tienes suficiente ropa para vestirte? ¿Alguno de vosotros se ha portado mal?’. Si todo el mundo dice que no tiene esos problemas, los falsos líderes responden: ‘Entonces, no pasa nada. Seguid con vuestro trabajo; tengo otros asuntos que atender’, y se marchan a toda prisa, temiendo que alguien pudiera hacer preguntas y les pidiera atenderlas, lo que los pondría en una situación embarazosa. Así es como trabajan los falsos líderes; no pueden resolver ningún problema real. ¿Cómo pueden llevar a cabo la obra de la iglesia de manera efectiva? Como resultado, la acumulación de problemas no resueltos acaba entorpeciendo la obra de la iglesia. Estas son una característica y una manifestación destacadas de cómo trabajan los falsos líderes” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). “Por supuesto, ser un líder no significa necesariamente que se deba entender todo tipo de profesiones, pero se debería compartir con claridad los principios-verdad necesarios para resolver problemas, al margen del tipo de profesión con el que estén relacionados estos. Mientras la gente entienda los principios-verdad, los problemas se pueden resolver en consecuencia. Los falsos líderes dicen: ‘Soy un profano en esta materia; no entiendo esta profesión’ como un motivo para evitar compartir los principios-verdad para solucionar problemas. Esto no es hacer un trabajo real. Si los falsos líderes siempre dicen: ‘Soy un profano en esta materia; no entiendo esta profesión’ como un motivo para evitar resolver problemas, no son aptos para el trabajo de líder. Lo mejor que deberían hacer es dimitir y dejar que alguien más ocupe su puesto. Pero ¿tienen los falsos líderes este tipo de razón? ¿Serán capaces de dimitir? No. Incluso piensan: ‘¿Por qué dicen que no hago ningún trabajo? Celebro reuniones cada día y estoy tan ocupado que ni siquiera puedo comer a su hora y duermo menos. ¿Quién dice que no se resuelven los problemas? Celebro reuniones, comparto con los asistentes y encuentro pasajes de las palabras de Dios para ellos’. […] Ya ves, los falsos líderes no pueden hacer un trabajo real y aun así siguen poniendo un montón de excusas. ¡Son realmente desvergonzados y repugnantes! Su calibre es tan deficiente que no entienden ninguna profesión ni comprenden los principios-verdad involucrados en cada punto del trabajo profesional; ¿de qué sirve tenerlos como líderes? ¡Son simplemente estúpidos e inútiles! Dado que no pueden hacer ningún trabajo real, ¿por qué siguen sirviendo como líderes de iglesia? Están desprovistos de razón. Puesto que carecen de conciencia de sí mismos, deberían escuchar los comentarios del pueblo escogido de Dios y evaluar si cumplen los estándares de ser un líder. Y, aun así, los falsos líderes nunca tienen en cuenta estas cosas. Por mucha obra de la iglesia que se haya retrasado, y por mucha pérdida que se haya causado en la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios durante los muchos años que hayan servido como líderes, a ellos no les importa. Este es el semblante feo de los falsos líderes redomados” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). Las palabras de Dios me dolieron en lo más hondo. Los comportamientos y características de los falsos líderes que expuso Dios coincidían completamente con mi situación actual. Dios dice que los falsos líderes usarán su falta de conocimiento técnico como excusa para no implicarse en la supervisión y revisión de todos los aspectos del trabajo, y como excusa para no resolver los problemas y las dificultades reales de los hermanos y hermanas. Se conformaban con pronunciar palabras y doctrinas y evitaban o eludían ocuparse de cuestiones reales y específicas. Así es exactamente como actuaba yo. Desde que me escogieron como líder, me preocupó que como no tenía conocimientos técnicos de producción de video, mis carencias podrían quedar al descubierto al revisar este trabajo. Me aterraba que los hermanos y hermanas viesen a través de mí y quedar avergonzada ante todos. Para preservar mi propio estatus y reputación, usaba mi falta de conocimiento técnico como excusa para no participar en las conversaciones de trabajo. Rara vez me preocupaba por preguntar a mis hermanos y hermanas sobre sus problemas y dificultades, por temor a no poder resolverlos y salir mal parada. A veces, cuando me hacían preguntas, les respondía de manera superficial con algunas palabras o doctrinas. ¿Acaso no los estaba engañando? Desde fuera, parecía que estaba bastante ocupada… ocupada reuniéndome, comunicando y resolviendo aparentemente los problemas de la gente y haciendo trabajo real… pero en realidad solo trabajaba para aumentar mi reputación y solo hablaba de palabras y doctrinas. Presentaba una imagen al mundo y, en realidad, intentaba evitar lidiar con los problemas más reales de los hermanos y hermanas siempre que podía. Aunque viese a los hermanos y hermanas abrumados por problemas que influían en su estado y afectaban los resultados de su deber, no asumía la responsabilidad de resolverlos. En su lugar, usaba mi falta de conocimiento técnico como excusa para evitar y apartar problemas, o incluso ceder la responsabilidad a líderes de grupo y que se encargasen ellos. Reflexionando sobre mi comportamiento, pude ver que no estaba haciendo trabajo real en absoluto. Solo actuaba superficialmente, por inercia y de forma deshonesta. Como líder, ¿no estaba siendo lo que Dios llama una “idiota” y una “buena para nada”? Tenía el título de líder, pero no tenía ni un ápice de responsabilidad. Solo actuaba para mantener mi propia reputación y estatus. No hacía nada del trabajo real que debía hacer como líder ni cumplía con ninguna de las responsabilidades a mi cargo, lo cual afectaba gravemente al trabajo de producción de video. Era una líder falsa de los pies a la cabeza y no merecía ninguna confianza en absoluto. Tras comprender esto, sentí muchísimos remordimientos y oré arrepentida ante Dios, “Oh, Dios, sé que mis acciones te han hecho daño y que te han disgustado. Estoy dispuesta a arrepentirme y a pedirte que me guíes y esclarezcas para que pueda conocer mi propia corrupción y mi rebelión”.
Más adelante, leí un pasaje de la palabra de Dios que decía: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; si no, no considerarían estos problemas. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos, algo superfluo de lo que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios revelaba que los anticristos valoraban mucho la reputación y el estatus y que lo consideraban su sustento. Sin importar en qué situación se encuentren o qué estén haciendo, su motivo y punto de inicio se centra siempre en la reputación y el estatus. Reflexionando sobre mí misma, comprendí que no era distinta. Tras ser elegida líder, no tuve en cuenta la importancia del trabajo o cómo podría ser consciente de las intenciones de Dios y hacer bien el trabajo, sino que consideré mi propia reputación y estatus. Me preocupaba que otros hermanos y hermanas se dieran cuenta de que no entendía el aspecto técnico del trabajo y que no pudiera hacerlo bien. Hasta me preocupaba que me descubrieran y reemplazasen. Durante mi mandato como líder, trabajé constantemente para mantener mi reputación y estatus, y, para ocultar mis propias carencias, siempre evitaba y no investigaba nada del aspecto técnico. Me preocupaba que los demás vieran mis aptitudes técnicas reales y pensasen que no era capaz de supervisar el trabajo y que no tenía madera de líder. Es más, para ocultar el hecho de que no estaba haciendo trabajo real y mantener mi estatus como líder, me ocupé organizando reuniones, haciendo trabajos que impulsaran mi reputación, hablando de doctrina, proclamando eslóganes y actuando superficialmente. Intenté aparentar ser trabajadora y asumir responsabilidades para desorientar a mis hermanos y hermanas y engañarlos para que creyesen que hacía obra real. Solo ejercía este comportamiento fraudulento y engañoso y, como resultado, la producción de video se retrasó. Me di cuenta de que Satanás me había corrompido profundamente. Venenos satánicos como “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar” y “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela” se habían convertido en mi naturaleza misma. Vivía según esos venenos y solo tenía en cuenta mi propia reputación y estatus al llevar a cabo mi deber. No me importaba lo más mínimo el trabajo de la iglesia o la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Hasta evitaba cumplir con deberes que sabía que tenía que cumplir… ¡qué egoísta, despreciable, falsa y astuta me había vuelto!
Pensé que, como líder de iglesia, aunque no tuviera aptitudes técnicas de producción de video, aun así debería haber trabajado con mis hermanos y hermanas para resolver los problemas reales que afrontábamos en nuestro trabajo. Esa era mi responsabilidad y lo mínimo que podía hacer como parte de mi deber. Pero no era consciente de las intenciones de Dios en absoluto y solo me importaba mantener mi reputación y mi estatus. Siempre utilicé mi falta de conocimientos como excusa para derivar, evitar y no llevar a cabo trabajo real, lo que condujo a un retraso en la resolución de los problemas de mis hermanos y hermanas, que les impidió encontrar la senda de la práctica y afectó negativamente a la obra de producción de video. Estas fueron todas mis transgresiones. Comprendí que el carácter justo de Dios es inofendible… que me reemplazasen fue totalmente consecuencia de mi búsqueda de reputación y estatus y de recorrer la senda de un anticristo. Si no me arrepentía y me transformaba, sin duda quedaría expuesta y descartada.
Más adelante, me encontré este pasaje de la palabra de Dios: “De hecho, como líder, tras organizar el trabajo, debes hacer un seguimiento del progreso del proyecto. Aunque no conozcas ese campo del trabajo, aunque carezcas de conocimientos al respecto, puedes buscar una manera de hacer tu trabajo. Puedes buscar a alguien que sea especialista, que entienda el trabajo en cuestión, para que revise las cosas y haga sugerencias. A partir de sus sugerencias podrás identificar los principios adecuados y, así, serás capaz de hacer seguimiento del trabajo. Estés o no familiarizado con el tipo de trabajo en cuestión, lo comprendas o no, al menos debes dirigirlo, hacer un seguimiento de él, pedir información y preguntar en todo momento para informarte de su progreso. Has de mantenerte al tanto de esas cuestiones; es tu responsabilidad, parte de tu trabajo. No hacer seguimiento del trabajo, no hacer nada más después de haberlo asignado, lavarse las manos, así hacen las cosas los falsos líderes. También son manifestaciones de los falsos líderes no hacer un seguimiento del trabajo ni orientar al respecto ni pedir información sobre los problemas que surgen ni resolverlos ni percibir el progreso o la eficacia del trabajo” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Las palabras de Dios me ayudaron a comprender que uno no necesita entenderlo todo y ser capaz de todo para ser un líder de iglesia. Independientemente de los conocimientos técnicos, los líderes y obreros deben participar activamente en el trabajo, seguir su progreso, supervisar, identificar los problemas a tiempo y resolverlos. Esta es la actitud que deberían tener respecto a su deber y es lo que Dios exige a los líderes y obreros. Pensé en ciertos líderes y obreros de la iglesia que estaban a cargo de ciertas áreas del trabajo que necesitaban aptitudes técnicas… a pesar de tener ciertas carencias y limitaciones, llevaban una carga en su trabajo, eran capaces de supervisar y seguir el progreso puntualmente, ponían énfasis en guiar a los hermanos y hermanas al hacer sus deberes según el principio, y trabajarían junto a los hermanos y hermanas para complementar sus respectivas fortalezas y debilidades. Gradualmente, empezarían a aprender ciertas aptitudes técnicas, así como principios-verdad, y los resultados conseguidos en su deber mejoraron paulatinamente. Esto me hizo recordar la historia de Noé. Cuando Noé se dispuso a construir el arca, nunca antes había hecho una y ni siquiera sabía cómo sería un arca. Aun así, era puro de corazón, asumió una carga y era consciente de las intenciones de Dios. Cuando Dios le dijo que hiciese algo, actuó según sus mandatos. Al final, el arca se construyó poco a poco y Noé cumplió con éxito la comisión de Dios. ¿Y yo, cómo traté mi deber? Como líder de iglesia, no tuve en cuenta como ser consciente de las intenciones de Dios, cómo completar bien el trabajo de la iglesia ni cómo cumplir con mi deber, y en su lugar me aferré a mi posición de líder y busqué siempre maneras de mostrarme como alguien mejor y más capaz que el resto. Temía que, si participaba en el trabajo técnico, mis deficiencias y limitaciones se revelarían y los hermanos y hermanas me mirarían por encima del hombro. Utilicé siempre mi falta de conocimiento de los aspectos técnicos de producción de video como excusa para no participar. ¡Qué hipócrita y arrogante era! Fue solo entonces cuando comprendí que lo que uno asume como líder no es un título o un estatus, sino una responsabilidad y una carga. Tenía que enfrentar adecuadamente mis propias deficiencias y limitaciones y librarme de mi obsesión con el título y el estatus de la posición de líder. Tenía que preocuparme por las intenciones de Dios, responsabilizarme del trabajo de la iglesia, colaborar con mis hermanos y hermanas para complementar nuestras respectivas fortalezas y debilidades y llevar a buen puerto el trabajo de la iglesia. No estaba familiarizada con ciertos aspectos técnicos del trabajo, pero podía buscar la ayuda de hermanos y hermanas para buscar y discutir juntos. Podía pedirles más sugerencias e ideas y que todos trabajásemos juntos para buscar sendas de práctica y resolver los problemas. Trabajar así facilitaría que todos los aspectos del trabajo procediesen con normalidad. Si aun así no pudiésemos resolver los problemas tras buscar y discutir, podríamos pedir ayuda a los líderes superiores. Esto aseguraría que cualquier problema de nuestro trabajo se identificaría y resolvería a tiempo y que no causaría retrasos en el trabajo de la iglesia. Esto era lo que tenía que haber hecho, algo de lo que era perfectamente capaz. Debería tener una actitud responsable respecto al trabajo de la iglesia y darlo todo para alcanzar todo lo que pudiese. Solo así estaría cumpliendo bien con mi deber y con mi responsabilidad. Comprendí que había puesto mucho énfasis en la reputación y el estatus en el pasado. Había utilizado siempre mi falta de conocimientos técnicos como excusa y trabajé activamente para mantener mi estatus y reputación, lo que al final provocó retrasos en la producción de vídeo de la iglesia.
Más adelante, me encontré este pasaje de la palabra de Dios: “Para todos los que cumplen con un deber, da igual lo profundo o superficial que sea su entendimiento de la verdad, la manera más sencilla de practicar la entrada en la realidad-verdad es pensar en los intereses de la casa de Dios en todo, y renunciar a los propios deseos egoístas, a las intenciones, motivos, orgullo y estatus personales. Poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar; esto es lo menos que debéis hacer. Si una persona que lleva a cabo un deber ni siquiera puede hacer esto, entonces ¿cómo puede decir que está llevando a cabo su deber? Esto no es llevar a cabo el propio deber. Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta las intenciones de Dios y considerar la obra de la iglesia. Coloca estas cosas antes que nada; solo después de eso puedes pensar en la estabilidad de tu estatus o en cómo te consideran los demás. ¿No os parece que esto se vuelve un poco más fácil cuando lo dividís en dos pasos y hacéis algunas concesiones? Si practicáis de esta manera durante un tiempo, llegaréis a sentir que satisfacer a Dios no es algo tan difícil. Además, deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, intenciones y motivos. Debes mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y poner primero los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vil y miserable; es vivir justa y honorablemente en vez de ser despreciable, vil y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen por la que debe vivir. Poco a poco, disminuirá tu deseo de satisfacer tus propios intereses” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Considerando las palabras de Dios comprendí que debemos tener siempre intenciones rectas sin importar con qué deber cumplamos, dejar de lado los deseos personales y las aspiraciones de reputación y estatus, y aspirar a mantener el trabajo de la iglesia. No debemos preocuparnos por lo que piensen los demás de nosotros, sino que deberíamos aceptar el escrutinio de Dios y cumplir nuestras responsabilidades. Solo así podemos vivir de manera recta y honesta. Pensé que ser seleccionada como líder era simplemente una oportunidad de practicar y no significaba que estuviera completamente cualificada para el puesto. Seguía teniendo que buscar continuamente la verdad mientras cumplía con mi deber y trabajar junto a mis hermanos y hermanas para cumplirlo bien. Pero era demasiado rebelde, solo tenía en cuenta mi estatus y reputación y no conseguí hacer trabajo real, lo que provocó pérdidas al trabajo de la iglesia y condujo a mi reemplazo. Tras entender las intenciones de Dios, decidí actuar en mi deber según Sus palabras desde ese momento en adelante, para dejar de tener en cuenta mi reputación y estatus y cumplir bien con mi deber de satisfacer a Dios.
Al poco tiempo, la iglesia me asignó regar a los nuevos creyentes y, tras unos meses, me ascendieron a líder de grupo. Una vez más, no podía evitar preocuparme: “No llevo mucho regando a los nuevos creyentes, me falta experiencia y mi capacidad para regarlos no es mejor que la de los demás hermanos y hermanas. ¿Seré realmente capaz de servir efectivamente como líder de grupo? Si no hacía bien mi trabajo y no podía recomendar sendas reales de práctica a mis hermanos y hermanas, ¿pensarían que no estoy cualificada para servir como líder de grupo? ¿Pensaría mi líder que me falta aptitud y competencia?”. Me di cuenta de que una vez más deseaba mantener mi reputación y estatus. Pensé en las lecciones que había aprendido de mi fracaso anterior y me presenté rápidamente ante Dios en oración. Después de orar, vi este pasaje de las palabras de Dios: “Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y falsedades, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin limitaciones ni dolor y completamente en la luz” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Leer las palabras de Dios me ayudó a ganar claridad y me dio una senda de práctica. No debería disfrazar u ocultar mis deficiencias y carencias por la reputación y el estatus. En su lugar, debería tener una actitud correcta con mis deficiencias, practicar el ser una persona honesta, llevar a cabo tanto como entendiera, y cumplir con mi deber y con mi responsabilidad. Después, seguí el progreso del trabajo activamente y cuando me encontraba con problemas que se escapaban a mis conocimientos o que no podía gestionar sola, buscaba resolverlos junto a mis hermanos y hermanas. Cada vez que los hermanos y hermanas se reunían a hablar, yo aprendía diligentemente de ellos y absorbía sendas útiles de práctica que mencionaban. También a menudo me armaba con la verdad de las visiones. Tras practicar así durante un periodo de tiempo, acabé dominando ciertos principios gradualmente, mi rendimiento en el deber mejoró gradualmente y me sentí segura y en paz.
En mi reflexión sobre esta experiencia de ser reemplazada, las palabras de Dios me esclarecieron y me guiaron, ayudándome a comprender la verdad sobre mi ansia de reputación y estatus y las consecuencias de tales acciones. Sus palabras también me ayudaron a rectificar mis puntos de vista falaces. ¡Todo esto es el amor y la salvación de Dios!