Unas líderes convertidas en unas judas tras su detención

19 Jun 2024

Por An Xin, China

El 4 de julio de 2018, siguieron y detuvieron a Ding Jie, la líder que tenía por compañera. Cuando me enteré, sentí mucha ansiedad. Los métodos policiales de tortura eran muy crueles; ¿lo soportaría ella? Y yo me había relacionado con ella con frecuencia, así que ¿no estaría ya bajo vigilancia? Al pensarlo, sentía cierto temor. Días después, recibí una carta de mi pueblo. Decía que la policía había ido a casa a detenerme y que, además, les había dicho a los lugareños que me buscaran. Detuvieron a la hermana Li Qing, de mi aldea, y la policía seguía buscando a sus dos hijas. Esta noticia fue una bofetada. La policía estaba deteniendo a hermanos y hermanas en todos lados, y yo me había vuelto una persona sin hogar. Me sentí muy indignada al ver hasta qué punto se estaba movilizando la policía para detener a creyentes en Dios. Al mismo tiempo, me preocupaba que, si ya estaba bajo vigilancia policial, ya no estaría segura aquí. Si la policía me detenía, ¿no me torturaría? ¿Lo soportaría? Cuanto más lo pensaba, más me asustaba. Me pasé los siguientes días en un estado de pavor.

Poco después, supe que Ding Jie no soportó la tortura y traicionó a muchos hermanos y hermanas, así como a dos familias custodias de libros de las palabras de Dios. Entonces se habían trasladado los libros con antelación, pero la hermana de la familia custodia fue detenida y la policía se llevó 300 000 yuanes de ahorros de la casa de otra hermana. Ding Jie incluso guio a la policía para que detuviera a unos hermanos y hermanas. Detuvieron sucesivamente a más de diez líderes y diáconos. Allanaron los hogares de algunos hermanos y hermanas, y muchos otros se fueron de casa y se escondieron. No tardaron en detener a otra líder, Xia Yu. Como no soportó las amenazas, la intimidación y la tortura de la policía y temía ser condenada a ir a la cárcel, al final traicionó a los hermanos y hermanas y liquidó el dinero de la iglesia. Esta noticia me sorprendió, y no me atrevía a creer que fuera cierta. Antes de esto, esas líderes perseguían realmente la verdad; ¿cómo pudieron volverse unas traidoras? Hacía muchos años que Ding Jie y Xia Yu creían en Dios. Renunciaron a su familia, abandonaron su profesión y dedicaban todo su tiempo a cumplir con su deber. Sin importar cómo las persiguieran y obstaculizaran sus familias, siguieron creyendo en Dios, y eran capaces de soportar el sufrimiento y pagar un precio en el deber. ¿Cómo pudieron volverse de pronto unas judas? La verdad, no lo entendía. Eran líderes y sus enseñanzas a los hermanos y hermanas solían ser muy buenas. Deberían haber comprendido más verdades y tenido más estatura que los hermanos y hermanas, pero incluso algunos hermanos y hermanas normales se mantenían firmes en el testimonio. Como líderes, ¿cómo tenían aún menos estatura que unos hermanos y hermanas normales? ¿Cómo pudieron traicionar a Dios? Volví mis pensamientos hacia mí. A la hora de renunciar y entregarme, yo no había hecho más que ellas. Ellas habían renunciado a su empleo, a sus padres y a sus hijos, y habían optado por cumplir con sus deberes, pero yo, al cumplir con mi deber, a menudo todavía estaba limitada por los afectos. Ellas no pudieron ni siquiera permanecer firmes. Si a mí me detenían y la policía iba a encarcelarme, ¿podría mantenerme firme en el testimonio? Si traicionara a Dios como ellas porque mi carne no soportara el dolor y temiera ser encarcelada, ¿no tendría un desenlace y un destino malos? ¿No habrían sido en vano mis años de fe en Dios? No pude evitar preocuparme por mí misma. No entendía por qué la iglesia había sufrido semejante persecución y por qué habían detenido a tantos hermanos y hermanas. Habían caído todos los nobles guerreros que tenía en la cabeza. Esa temporada estuve muy abatida. Todos los días tenía cara de preocupación y suspiraba de desesperación. Cuando leía las palabras de Dios, no las interiorizaba, y no tenía energía cuando me reunía o cumplía con mi deber.

Una hermana me vio bastante abatida, y me advirtió: “No puedes seguir así de negativa. Tienes que aprender de los hermanos y hermanas firmes en el testimonio, leer más las palabras de Dios y aprender más lecciones”. Fue precisa la advertencia de esta hermana para reparar en lo débil que estaba. Mis hermanos y hermanas habían vivido la persecución policial y soportado muchísimo sufrimiento, pese a lo cual supieron confiar en Dios y aprender lecciones. ¿Por qué yo no sabía buscar la intención de Dios? Mientras buscaba, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Así pues, ¿cómo puede transitarse la última etapa de la senda? En tus días de experimentar la tribulación, debes soportar todas las dificultades, y tener la determinación de sufrir; solo así puedes afrontar bien este tramo de la senda. ¿Te parece que es tan fácil tomarla? Deberías saber qué función tendrías que cumplir; deberíais incrementar vuestro calibre y equiparos con la verdad adecuada. Esta no es la obra de uno o dos días; ¡y no es tan simple como piensas! Recorrer la última etapa de la senda depende de la clase de fe y de resolución que tengas realmente. Quizás no puedes ver obrar al Espíritu Santo en ti, o no eres capaz de descubrir la obra del Espíritu Santo en la iglesia; por ello, eres pesimista, estás decepcionado y lleno de desesperación por el camino que tienes por delante. Los grandes guerreros del pasado, en particular, han caído todos; ¿no supone todo esto un golpe para ti? ¿Cómo deberías considerar estas cosas? ¿Tienes fe o no? ¿Entiendes plenamente la obra de hoy o no? Estas cosas pueden determinar si eres o no capaz de recorrer con éxito la última etapa de la senda(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo debéis caminar la recta final del sendero). Tras leer las palabras de Dios, entendí que la persecución y la adversidad que sufríamos en el presente eran una lección que Dios nos dispuso a cada cual. No era fácil seguir el tramo final de esta senda, así que debíamos tener una fe tremenda y estar dotados de más verdades. Vi que habían sido detenidos muchos hermanos y hermanas, los nobles guerreros que tenía a mi lado habían caído y numerosos hermanos y hermanas habían huido muy lejos, por lo que me volví pesimista, me decepcioné y perdí la fe. ¿No estaba justo en medio de la astuta trama de Satanás? Haga lo que haga Dios, todo entraña Su consideración, pero yo no buscaba la intención de Dios y vivía inmersa en mis nociones y figuraciones, mirando lo ocurrido con negatividad. ¡Esto no estaba en consonancia con la intención de Dios! Oré a Dios: “Dios mío, no entiendo por qué está la iglesia ante unas circunstancias tan graves y por qué has permitido que suframos las detenciones y persecuciones frenéticas del Partido Comunista. Dios mío, guíame para que comprenda Tu voluntad y salga de este estado de incomprensión y abatimiento”.

Mientras buscaba, leí un pasaje de las palabras de Dios que me removió muy en profundidad. Dios Todopoderoso dice: “Todo lo que Dios hace es necesario, y posee un sentido extraordinario, porque todo lo que lleva a cabo en el hombre concierne a Su gestión y la salvación de la humanidad. Naturalmente, la obra que Dios realizó en Job no es distinta, aunque Job fuera perfecto y recto a los ojos de Dios. En otras palabras, independientemente de lo que Él hace o de los medios por los que lo hace, del coste o de Su objetivo, el propósito de Sus acciones no cambia. Su propósito consiste en introducir en el hombre las palabras, los requisitos y las intenciones de Dios para él; dicho de otro modo, esto es introducir en el ser humano todo lo que Él cree positivo según Sus pasos, permitiéndole comprender Su corazón y entender Su esencia, así como someterse a Su soberanía y Sus disposiciones, para que él pueda alcanzar el temor de Dios y apartarse del mal; todo esto es un aspecto del propósito de Dios en todo lo que Él hace. El otro aspecto es que, siendo Satanás el contraste y el objeto de servicio en la obra de Dios, el hombre queda a menudo en sus manos; este es el medio que Él usa para permitirles a las personas ver en las tentaciones y ataques de Satanás la maldad, la fealdad y lo despreciable de Satanás, provocando así que las personas lo aborrezcan y sean capaces de conocer y reconocer aquello que es negativo. Este proceso les permite liberarse gradualmente del control de Satanás, de sus acusaciones, perturbaciones y ataques hasta que, gracias a las palabras de Dios, su conocimiento de Él, su sumisión a Dios, así como su fe en Él y su temor de Dios, triunfen sobre los ataques y las acusaciones de Satanás. Solo entonces se habrán liberado por completo del poder de Satanás. La liberación de las personas significa que Satanás ha sido derrotado, que ellas han dejado de ser comida en su boca y que, en lugar de tragárselos, Satanás ha renunciado a ellos. Esto se debe a que esas personas son rectas, tienen fe, sumisión, y le temen a Dios, y porque rompen del todo con Satanás. Acarrean vergüenza sobre este, lo convierten en un cobarde, y lo derrotan por completo. Su convicción al seguir a Dios, su sumisión a Él y su temor de Él derrotan a Satanás, y hacen que este las abandone completamente. Sólo las personas como estas han sido verdaderamente ganadas por Dios, y este es Su objetivo supremo al salvar al hombre. Si desean ser salvados y totalmente ganados por Dios, entonces todos los que le siguen deben afrontar tentaciones y ataques, tanto grandes como pequeños, de Satanás. Los que emergen de estas tentaciones y ataques, y son capaces de derrotar por completo a Satanás son aquellos a los que Dios ha salvado(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II). Las palabras de Dios son muy claras. Dios permite que la iglesia sufra la persecución y la detención de muchos hermanos y hermanas. Por un lado, desenmascara a todo tipo de personas, y por otro, perfecciona a quienes realmente creen en Él. Aprovecha este ambiente para introducir Sus palabras en la gente y hacer que esta adquiera la verdad y entre en la realidad. La obra de Dios consiste en salvar a la gente de pecado y de la influencia de Satanás, con lo que acaba introduciéndola en Su reino. Satanás y los reyes diabólicos no están a gusto con esto, y detienen y persiguen frenéticamente al pueblo escogido de Dios, con quien compiten en todos los aspectos, y agotan todas las vías para entorpecer la obra de Dios. Acusan y atacan a toda persona que sigue a Dios, en un intento por que la gente niegue a Dios, lo traicione y sea castigada en el infierno con ellos. En medio de los diversos ataques y tentaciones de Satanás, quienes se salvan son los del pueblo escogido de Dios que confían en Él, se mantienen firmes en el testimonio y humillan a Satanás. Entretanto, quienes traicionan a Dios, transigen con Satanás y se rinden a él, pierden la salvación de Dios, que los desenmascara y descarta. Al comprender este aspecto de la verdad, mi corazón de pronto se iluminó y despejó. Sufrir la detención y persecución del poder político de Satanás era un proceso necesario para alcanzar la salvación. Era inútil que fuera cobarde, estuviera asustada y pensara en escapar de ese ambiente. Lo que debía hacer era dotarme de más verdades y mantenerme firme en mi testimonio de Dios.

Luego leí más palabras de Dios: “En la nación del gran dragón rojo, he llevado a cabo una etapa de una obra insondable para los seres humanos, haciendo que se mezan en el viento, después de lo cual muchos se alejan silenciosamente con el soplo del viento. En verdad, este es la ‘terreno’ que estoy a punto de limpiar; es lo que anhelo y también es Mi plan. Porque muchos malvados han entrado con sigilo mientras estoy obrando, pero no tengo ninguna prisa por ahuyentarlos. Más bien, los dispersaré cuando sea el momento adecuado. Sólo después de eso seré la fuente de vida, permitiendo que los que verdaderamente me aman reciban de Mí el fruto de la higuera y la fragancia del lirio. En la tierra del polvo, donde Satanás reside temporalmente, no queda oro puro, sólo arena, y así, frente a estas circunstancias, llevo a cabo tal etapa de la obra. Debes saber que lo que Yo obtengo es oro puro y refinado, no arena. ¿Cómo pueden los malvados permanecer en Mi casa? ¿Cómo puedo permitir que los zorros sean parásitos en Mi paraíso? Empleo todos los métodos concebibles para ahuyentarlos. Antes de que Mis intenciones sean reveladas, nadie sabe lo que voy a hacer. Aprovechando esta oportunidad, ahuyento a esos malvados y ellos se ven obligados a abandonar Mi presencia. Esto es lo que hago con los malvados, pero aún habrá un día en el que ellos harán el servicio por Mí(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los siete truenos retumban: profetiza que el evangelio del reino se extenderá por todo el universo). A partir de las palabras de Dios entendí lo siguiente: el gran dragón rojo es un objeto de servicio en la obra de Dios. Con las detenciones y la persecución del gran dragón rojo, Dios perfecciona a Su pueblo escogido, al tiempo que desenmascara a esas personas malvadas e incrédulos, clasificando a la gente por tipos. ¡Qué omnipotente y sabia la obra de Dios! Con las frenéticas persecuciones y detenciones del gran dragón rojo, perfecciona, desenmascara y descarta a la gente. El trigo, la cizaña, los verdaderos creyentes y los falsos creyentes… Él los desenmascara uno por uno en medio de este ambiente adverso. Quienes creen verdaderamente en Dios y aman la verdad, aunque soporten sufrimiento e incluso mueran, pese a ello seguirán a Dios hasta el final y se mantendrán firmes en su testimonio de Él. Quienes no creen verdaderamente en Dios y no tienen humanidad transigirán con Satanás y se rendirán a él en toda clase de circunstancias. Esas personas son precisamente la cizaña desenmascarada por Dios en Su obra de los últimos días, las descartadas. Me acordé de un joven hermano que estaba entre los detenidos. La policía le quemó el cuerpo con la punta de un cigarrillo y lo salpicó con tazas y tazas de agua hirviendo. Fue inconcebiblemente horrendo, pero, a lo largo de todo ese tormento, no traicionó a Dios. Se enfrentó al lavado de cerebro de la policía y los refutó con la verdad. Prefería ir a la cárcel a pronunciar una sola frase de negación o traición a Dios. También había una hermana, a la cual desnudaron y la policía le dio con una porra eléctrica en un cuarto oscuro; le habría resultado menos doloroso morir. Habría preferido morir a traicionar a Dios. Tras su detención, muchos hermanos y hermanas habrían muerto antes que traicionar a Dios. Dieron rotundo testimonio de Dios y humillaron a Satanás. Aunque los detuvieron, padecieron persecución y su carne soportó cierto sufrimiento, tras contemplar los actos de Dios, se perfeccionó su fe. Vieron que Dios ejercía Su sabiduría en función de la astuta trama de Satanás. El gran dragón rojo perseguía a los creyentes en Dios por todos los medios, en un vano intento por hacer que la gente lo traicionara y negara. Pero, con ese ambiente, Dios perfeccionó a un grupo de personas para que fueran vencedoras, buenos soldados del reino, mientras, asimismo, desenmascaraba y descartaba a esas personas incrédulas y malvadas que buscan saciar el hambre. Reflexioné que, antes de ser detenidas, Ding Jie y Xia Yu eran capaces de renunciar y entregarse, y que decían una y otra vez que uno ha de mantenerse firme en su testimonio de Dios. A simple vista parecían personas que creían sinceramente en Dios, pero en cuanto se enfrentaron a la detención y la tortura, protegieron su vida y traicionaron a Dios, vendieron a los hermanos y hermanas y hasta se volvieron lacayas del Partido Comunista. Eran precisamente la clase de personas malvadas que Dios desenmascaró. Antes, si alguien hubiera dicho que eran malvadas y que traicionarían a Dios, de ninguna manera me lo habría creído, pero, cuando quedaron al descubierto los hechos, vi clara su esencia-naturaleza. Aquello de lo que solían hablar eran todo palabras y doctrinas, todo teorías vacías. Pensé en mí misma otra vez. Tiempo atrás había tomado una decisión ante Dios: por muy adversas que fueran las circunstancias, siempre perseveraría en el deber y en satisfacerlo a Él, y creía tener una gran estatura. Sin embargo, ante el peligro y las tribulaciones, había vivido en un estado de terror y miedo y perdido la fe. Por fin me di cuenta de que mi estatura era insignificante.

Luego recordé cómo habían fallado Ding Jie y Xia Yu. Tenía que aprender una lección de su fallo. ¿Por qué me parecía tan sorprendente y difícil de aceptar que se volvieran unas judas y traicionaran a Dios? Al pensarlo a fondo, vi que tenía una idea equivocada en mi interior. Creía que, por ser líderes, haber renunciado a su familia y haber abandonado su profesión para cumplir con su deber, y porque sus enseñanzas solían ser muy buenas, debían de comprender la verdad y tener la realidad, que su estatura era mayor que la de los hermanos y hermanas y que no traicionarían tan fácilmente a Dios. Vi que los criterios por los que las juzgaba eran incorrectos. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando alguien es elegido líder por los hermanos y hermanas, o la casa de Dios lo promueve para que lleve a cabo determinado trabajo o deber, esto no significa que tenga un estatus o una identidad especiales, que las verdades que comprenda sean más profundas y más numerosas que las de otras personas, y ni mucho menos que esta persona sea capaz de someterse a Dios y no traicionarlo. Naturalmente, tampoco significa que conozca a Dios y que sea una persona temerosa de Él. De hecho, no ha logrado nada de esto; la promoción y el cultivo son solamente promoción y cultivo en el sentido más simple, y no es lo mismo que haber recibido un destino y aprobación por parte de Dios. Su promoción y cultivo simplemente significan que ha sido promovida y está a la espera de ser cultivada. El resultado final de este cultivo depende de si esta persona busca la verdad, y de si es capaz de elegir la senda de búsqueda de la verdad. Por lo tanto, cuando en la iglesia alguien es promovido y cultivado para que sea líder, solo se le promueve y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea un líder capacitado o competente, que ya sea capaz de asumir la labor de un líder y hacer un trabajo real; eso no es así(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). A partir de las palabras de Dios descubrí lo siguiente: cuando se elige a un líder, es una mera oportunidad de ejercitarse. En absoluto significa que comprenda la verdad y tenga la realidad. Es más, que pueda mantenerse firme al final lo determina su esencia-naturaleza y la senda que sigue. No tiene nada que ver con si es líder o no. Por muy elevado que sea el estatus de uno, por mucho que parezca renunciar y entregarse, y por muy entusiasta y capaz que sea de soportar el sufrimiento, si cuando le suceden cosas solo salvaguarda sus intereses personales, no lleva a Dios en el corazón y puede traicionarlo en cualquier momento o lugar, entonces no tiene la realidad-verdad. Antes creía que los líderes y obreros que sabían cómo enseñar a los demás demostraban comprender la intención y las exigencias de Dios, que su estatura era mayor que la de los hermanos y hermanas y que podían mantenerse firmes ante las pruebas. Todo esto eran nociones y figuraciones mías. Ahora entendía que el que alguien tenga o no tenga la realidad-verdad depende principalmente de si el conocimiento que enseña es lo que realmente vive. Por muy bonitas que sean las palabras que salen de su boca, si no es capaz de vivirlas, lo que enseña son meras doctrinas, no es práctico, y no comprende realmente la verdad. Tener estatus no equivale a tener la realidad-verdad, y ser líder y tener estatus no implica que alguien pueda conocer y someterse a Dios, y no digamos que ame a Dios y tenga humanidad. Al juzgar a una persona, no hay que fijarse en lo elevado o humilde de su estatus, sino en lo que vive en realidad. Si esta persona es capaz de someterse, de ser leal a Dios y de conocerlo realmente cuando le suceden cosas, y si es capaz de dar la vida y satisfacer a Dios en el momento crítico, esto significa que tiene la realidad-verdad. Ding Jie y Xia Yu parecían a simple vista capaces de renunciar y entregarse, pero, ante el peligro, no pensaron sino en sus intereses, no tuvieron en cuenta más que su seguridad, y no supieron ser leales a Dios y salvaguardar los intereses de Su casa. No eran personas que persiguieran realmente la verdad. Fueron capaces de renunciar y entregarse, de soportar el sufrimiento y de pagar un precio porque estaban controladas por su intención de recibir bendiciones. Querían obtener beneficios de Dios. Frente a circunstancias que afectaban sus intereses personales, abandonaron a Dios sin dudar lo más mínimo. No eran personas que creyeran realmente en Dios. No renunciaban y se entregaban sinceramente, sino que estaban haciendo una transacción con Dios. Había, asimismo, otro motivo por el que traicionaron a Dios: valoraban demasiado su carne, no querían soportar el sufrimiento de la cárcel y tenían miedo a la muerte. Por eso se volvieron unas judas. Al pensar en el motivo por el que fallaron, recordé que yo también era cobarde y también temía que si un día me detenían, no soportaba la tortura y traicionaba a Dios, ¿qué haría? Oré en silencio a Dios: “Dios mío, te pido que me guíes hacia las verdades de que debo dotarme para no traicionarte”.

Mientras buscaba leí este pasaje de las palabras de Dios: “Ocurre algo que requiere que soportes dificultades, momento en el cual debes entender cuáles son las intenciones de Dios y cómo debes ser considerado con ellas. No debes satisfacerte a ti mismo: primero ponte a un lado. Nada es más abyecto que la carne. Debes buscar satisfacer a Dios y cumplir con tu deber. Con tales pensamientos, Dios te traerá un esclarecimiento especial en relación al asunto, y tu corazón también encontrará alivio. Sea pequeño o grande, cuando te ocurre algo debes ponerte primero a un lado y considerar la carne como la más inferior de todas las cosas. Mientras más la satisfaces, más libertades se toma; si la satisfaces esta vez, la próxima pedirá más. Cuando esto tiene lugar, las personas llegan a amarla aún más. La carne siempre tiene deseos extravagantes, siempre pide que la satisfagas, y que la gratifiques en su interior, ya sea con lo que comes, con lo que vistes, perdiendo los estribos o complaciendo tu propia debilidad y pereza… Mientras más satisfaces la carne, mayores se vuelven sus deseos, y más disoluta se vuelve ella, hasta llegar al punto de albergar incluso las nociones más profundas, rebelarse contra Dios, exaltarse y dudar de Su obra. Mientras más satisfaces la carne, mayores son sus debilidades; sentirás continuamente que nadie se compadece de tus debilidades, creerás que Dios ha ido demasiado lejos y dirás: ‘¿Cómo podría Dios ser tan duro? ¿Por qué no les da un respiro a las personas?’. Cuando los seres humanos satisfacen la carne y la valoran demasiado, acaban por arruinarse(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). A partir de las palabras de Dios entendí que la carne es de Satanás. Satanás nos ha corrompido muy a fondo, y todos vivimos de acuerdo con el veneno satánico de “cada hombre por sí mismo, y sálvese quien pueda”. Viviendo así, uno solo repara en sí mismo y solo piensa primero en sus intereses en todo lo que hace. Para que su carne no sufra, puede hacer cosas que vulneren su conciencia y vayan en contra de su humanidad. Igual que cuando el Partido Comunista detenía a la gente y la sometía a todo tipo de torturas y a la cárcel, si siempre pensaba en que su carne soportara menos sufrimiento o en no recibir una paliza y no ir a la cárcel, era capaz de vender a sus hermanos y hermanas y de traicionar a Dios. Al final se satisfacían sus intereses carnales, pero su vida se había echado a perder, perdía para siempre la salvación de Dios y caía en el infierno con Satanás para ser castigados. Haciendo introspección, me di cuenta de que valoraba demasiado mi carne, siempre quería creer cómodamente en Dios y no quería que mi carne sufriera. Cuando el ambiente era cómodo, aún podía cumplir con mi deber, pero, ante las detenciones y la persecución, me volvía cobarde y me asustaba por miedo a que me detuvieran y torturaran y a ir a la cárcel. Vivía horrorizada todos los días. Satanás se servía de mi afecto a la carne y mi deseo de no sufrir para hacer que traicionara a Dios. Me acordé del Señor Jesús, que apareció y obró durante Su encarnación. Cuando supo que lo iban a crucificar, aunque estaba sufriendo y débil en ese momento, pese a ello fue capaz de someterse a la voluntad de Dios, de soportar toda clase de humillaciones, dolor, escarnio y calumnias, de ser azotado, de llevar una corona de espinas, de caminar paso a paso al lugar donde lo crucificarían y, en último término, de ser clavado en la cruz. La segunda vez que Dios se hizo carne, se encontró con todo tipo de acoso y persecución del Partido Comunista y, en semejante ambiente, no obstante, expresó la verdad y llevó a cabo la obra de salvación de la humanidad. Para salvar a la humanidad, Dios soportó todo este sufrimiento sin una palabra de queja. ¡Cuán grande es el amor de Dios a la humanidad! En cambio, yo creía en Dios para salvarme y, cuando sufría un poco, culpaba y malinterpretaba a Dios. ¡Realmente era demasiado egoísta, despreciable y carente de humanidad!

Después hallé una senda de práctica en las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Cuando te enfrentes a sufrimientos debes ser capaz de no considerar la carne ni quejarte contra Dios. Cuando Él se esconde de ti, debes ser capaz de tener la fe para seguirlo, de mantener tu amor anterior sin permitir que flaquee o desaparezca. Independientemente de lo que Dios haga, debes someterte a Su designio, y estar más dispuesto a maldecir tu propia carne que a quejarte contra Él. Cuando te enfrentas a pruebas, debes satisfacer a Dios, a pesar de cualquier reticencia a deshacerte de algo que amas o del llanto amargo. Sólo esto es amor y fe verdaderos. Independientemente de cuál sea tu estatura real, debes poseer primero la voluntad de sufrir dificultades, una fe verdadera y tener la voluntad de rebelarte contra la carne. Deberías estar dispuesto a soportar las dificultades personales y sufrir pérdidas en tus intereses personales con el fin de satisfacer las intenciones de Dios. Debes ser capaz de sentir arrepentimiento en tu corazón. En el pasado no fuiste capaz de satisfacer a Dios, y ahora, puedes arrepentirte. Ni una sola de estas cosas puede faltar y Dios te perfeccionará a través de ellas. Si careces de estas condiciones, no puedes ser perfeccionado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). Al meditar sobre las palabras de Dios, comprendí lo siguiente: lo que hace Dios en los últimos días es la obra de juicio y purificación del hombre. Aprovecha toda clase de ambientes mezquinos para probarnos y refinarnos, para que conozcamos nuestro carácter corrupto y nuestras intenciones incorrectas, de modo que al final podamos rebelarnos contra la carne, desprendernos de los vicios que albergamos, someternos a Dios haga lo que haga y estar dispuestos a soportar privaciones carnales y a decidir satisfacer a Dios; esas son las únicas personas a las que Él puede perfeccionar. Dios aprovecha toda clase de ambientes mezquinos para refinar la voluntad del hombre de soportar el sufrimiento y para perfeccionar la fe, el amor y la auténtica sumisión del hombre a Dios. La gente no puede adquirir esas realidades-verdad en ambientes cómodos. Igualmente, vivir esta vez el ambiente de detenciones y persecución del Partido Comunista me hizo ver claramente mi auténtica estatura. Vi que no tenía fe en Dios y también conocí un poco mi carácter corrupto, egoísta y despreciable. Comprendí que Dios aprovechaba las frenéticas detenciones y persecuciones del Partido Comunista para perfeccionar a un grupo de personas para que fueran vencedoras, y también para desenmascarar y descartar a personas incrédulas y malvadas. Vi que Dios ejercía Su sabiduría en función de la astuta trama de Satanás. Estas son verdades que no habría adquirido en un ambiente cómodo. Tuve más clara la naturaleza perversa de la resistencia del Partido Comunista a Dios. Surgió en mi interior un odio por el partido, y estaba aún más decidida a seguir a Dios. También quería cumplir correctamente mi deber para humillar a Satanás. Recordé la letra del cántico “El testimonio de la vida”: “Si un día me capturan y persiguen por dar testimonio de Dios, tal sufrimiento es por el bien de la justicia, lo sé en mi corazón. Si mi vida se apaga en un abrir y cerrar de ojos, aún sentiré orgullo de seguir a Cristo y dar testimonio de Él. Si no puedo ver el gran acontecimiento de la difusión del evangelio del reino, aún podré ofrecer los más hermosos deseos. Si no puedo ver el día en el que el reino llega, pero hoy puedo avergonzar a Satanás, entonces mi corazón se llenará de paz y alegría” (Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos). Cantando este cántico en voz baja, lloré de emoción, cosa que reforzó mi determinación de seguir a Dios hasta el final.

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