Liberada al renunciar al estatus

10 Ene 2022

Por Hao Li, China

En agosto de 2019 asumí un puesto de líder en la iglesia. Recuerdo que una vez, nada más terminar de hablar en una reunión, una hermana me dijo: “Hermana Hao Li, tus enseñanzas de hoy han sido muy esclarecedoras. Al escucharlas, se resolvió mi problema”. Otra hermana intervino para mostrarse de acuerdo. Sus miradas de respeto y admiración me emocionaron, y no pude evitar presumir: “Debo ser mejor que los demás hermanos y hermanas. ¿Por qué me han elegido si no?”. Como abordaba eficazmente algunos problemas en las reuniones, a los demás les gustaba estar conmigo y me buscaban para hablar cuando tenían problemas o dificultades. Me creía una líder preparada. No podía evitar sentirme un poco orgullosa y me encantaba esa sensación de estima y admiración ajenas.

Un día que fui a una reunión de diáconos como siempre, la hermana Wu Zhiqing comentó que últimamente vivía inmersa en su carácter arrogante y siempre quería tener la última palabra entre aquellos que trabajaban con ella. Ella sabía que no estaba bien ser así, pero no podía renunciar a sí misma. Nos pidió que compartiéramos con ella en comunión para ayudarla. Justo cuando iba a empezar yo, la hermana Han Jingyi, diaconisa de evangelización, se puso a hablar y compartió algunas palabras relevantes de Dios y un poco de su experiencia. Reparé en que Zhiqing estaba atenta y asentía con la cabeza mientras sonreía. Cuando la vi, me incomodé enormemente y pensé: “Aquí soy la líder y yo debería lidiar con este problema. ¿Por qué me lo arrebatas? Estás haciendo que parezca que no sé manejarlo. Ni hablar, no voy a permitir que me quites el protagonismo; si no, todos pensarán que, como líder, ni siquiera puedo competir contra una diaconisa. He de cambiar inmediatamente de tema”. Así pues, en cuanto terminó de hablar Jingyi, sin atender a si el problema de Zhiqing se había abordado eficazmente, yo dije de inmediato: “Actualmente, la intención principal de Dios es difundir y dar testimonio del evangelio del reino, para permitir que más gente oiga su voz y vaya ante Él lo antes posible”. Mientras hablaba, estaba pendiente de Zhiqing, y no me quedé tranquila hasta que comprobé que me escuchaba atentamente. En cuanto terminé, Jingyi prosiguió con unas estrategias relativamente buenas para predicar el evangelio. Lo que decía era muy claro y noté que Zhiqing escuchaba atentamente y asentía con la cabeza. Me sentí muy molesta, como si fuera algo vergonzoso para mí. Pensé: “Yo soy la líder, y tú, una diaconisa. ¿Cómo se supone que he de hacer mi trabajo si te adelantas de esta forma? Si todos empiezan a admirarte, ¿quién me prestará atención?”. Ante esta idea, le quité la palabra a Jingyi con dureza y comencé a compartir en comunión. Fue un momento muy incómodo. Aquella tarde, Zhiqing comentó que faltaba gente para el trabajo de riego, y ella no sabía cómo resolverlo. Jingyi se puso a hablar de algunas formas prácticas de abordarlo, combinadas con su propia experiencia. Justo entonces vi que, de nuevo, Zhiqing asentía de vez en cuando, y sentí muchos celos. Pensé: “Soy la líder. ¿Crees que no sé cómo hablar con ella? Por lo que parece, te crees muy capaz, pero solo estás presumiendo sin reflexionar”. Me enfadé mucho con Jingyi y pensé que sería conveniente que indagara en su trabajo y la pusiera en su lugar, para que dejara de presumir sin reflexionar. Pensando en eso, le pregunté: “Jingyi, la labor evangelizadora de los grupos que diriges no es muy fructífera. ¿No te has volcado en ella?”. Ante esta pregunta, Jingyi pareció un poco incómoda y me respondió: “Hermana, soy capaz de admitirlo. Cuando regrese, haré un balance de por qué no tiene mucho éxito y haré introspección”. Rápidamente, proseguí: “Entonces, cuando regreses, tiene que analizar con urgencia el problema y solucionarlo. Como diaconisa de evangelización, debes adoptar un papel de liderazgo. Si no, ¿cómo se motivarán los hermanos y las hermanas para difundir el evangelio?”. En respuesta, Jingyi asintió con la cabeza algo rígida. Cuando inclinó la cabeza en silencio, sentí cierto remordimiento, pero también me envalentoné: “¿Y esos aires que te estabas dando hace un momento como si no pudiera competir contigo? En cuanto indago en tu labor, no pareces tan buena. Ahora no eres tan petulante, ¿verdad?”. Así pues, recuperé la presencia y volví a hablar con autoridad y a organizar otros trabajos. Entonces ya había anochecido y Zhiqing y yo teníamos otras tareas que analizar esa noche. En principio, quería que Jingyi se quedara a debatir las cosas con nosotras, pero luego me preocupó que volviera a robarme el protagonismo. ¿Eso no me haría parecer una inepta? Pensé que mejor la mandaba a casa. Al verla marcharse con una expresión de tristeza, sí me sentí algo culpable y me pregunté si se sentía limitada por mí. No obstante, en ese momento solo lo pensé fugazmente y no reflexioné más. Simplemente lo dejé pasar.

Días después, le comenté a la hermana Li Sixing, que trabajaba conmigo, mi comportamiento hacia Jingyi. Trató conmigo diciéndome: “Es el carácter de un anticristo. Cuando, como líder, excluyes y reprimes a alguien que te aventaja, es un problema de naturaleza muy grave. Contigo al frente, ¿no se agotarán los miembros con más talento de la iglesia?”. Estas palabras me destrozaron y fue muy incómodo. Entonces comprendí la gravedad del problema. Recordé mi relación con Jingyi. Había aprovechado sus carencias para excluirla para que no me tomara la delantera. ¿No la estaba reprimiendo? ¡Estaba haciendo el mal! Cuanto más pensaba en mi conducta, más miedo sentía, y enseguida me presenté ante Dios en oración: “¡Oh, Dios mío! Gracias al trato de Sixing hacia mí en el día de hoy, he comprendido que, al reprimir y excluir a Jingyi, revelé el carácter de un anticristo. Con un trabajo tan importante, si no corrijo este carácter, a saber cuánto mal haré. ¡Oh, Dios mío, quiero cambiar; te ruego que me guíes!”.

Después leí esto en las palabras de Dios: “Los anticristos se apropian de todo lo de la casa de Dios y los bienes de la iglesia, y los tratan como propiedad personal, todo lo cual les corresponde administrar, sin que nadie interfiera. Lo único en lo que piensan cuando hacen el trabajo de la iglesia es en sus propios intereses, su propio estatus y su propio orgullo. No permiten que nadie perjudique sus intereses, y mucho menos permiten que cualquiera con aptitud o que sea capaz de hablar de su testimonio vivencial amenace su estatus y prestigio. Y por eso, tratan de socavar y excluir como competidores a los que son capaces de ofrecer un testimonio vivencial y que pueden comunicar la verdad y proveer a los elegidos de Dios, y tratan desesperadamente de aislar por completo a esa gente de todos los demás, de arrastrar completamente sus nombres por el barro y hacerlos caer. Solo entonces los anticristos se sienten en paz. Si estas personas nunca son negativas, y son capaces de seguir cumpliendo con su deber, hablando de su testimonio, apoyando a los demás, entonces los anticristos echan mano de su último recurso, que consiste en buscarles faltas y condenarlas, o inculparlas e inventar motivos para hostigarlas y castigarlas, hasta que hacen que las expulsen de la iglesia. Solo entonces los anticristos se relajan completamente. Esto es lo más insidioso y desalmado de los anticristos. Lo que más miedo y ansiedad les causa son las personas que buscan la verdad y poseen un testimonio vivencial verdadero, porque las personas con tal testimonio son las que obtienen mayor aprobación y apoyo de los escogidos de Dios, en vez de los que parlotean sin sentido sobre las palabras y doctrinas. Los anticristos no poseen un testimonio vivencial verdadero, tampoco son capaces de practicar la verdad; en el mejor de los casos, son capaces de hacer algunas buenas acciones para ganarse el favor de la gente. Pero por muchas buenas acciones que hagan o por muchas cosas bonitas que digan, siguen sin poder compararse con los beneficios y las ventajas que un buen testimonio vivencial puede aportar a la gente. Nada puede sustituir los efectos de la provisión y el riego proporcionados a los escogidos de Dios por aquellos que son capaces de hablar de su testimonio vivencial. Por eso, cuando los anticristos ven a alguien hablando de su testimonio vivencial, su mirada se convierte en una daga. La rabia se enciende en su corazón, aumenta el odio, y se apresuran a callar al orador e impedirle que siga hablando. Si sigue hablando, la reputación de los anticristos quedará completamente arruinada, sus feos rostros quedarán completamente expuestos a la vista de todos, por eso los anticristos encuentran un pretexto para perturbar y reprimir a la persona que da su testimonio. Los anticristos se permiten solo a sí mismos engañar a la gente con las palabras y doctrinas; no permiten que los escogidos de Dios le glorifiquen ofreciendo su testimonio vivencial, lo que indica el tipo de personas a las que más odian y temen los anticristos. Cuando alguien se distingue con un pequeño trabajo, o cuando alguien es capaz de ofrecer un testimonio vivencial verdadero para beneficiar, edificar y apoyar a los escogidos de Dios, y se gana grandes elogios de todos, la envidia y el odio crecen en el corazón de los anticristos, y estos tratan de aislarlos y reprimirlos. En ninguna circunstancia permiten que tales personas emprendan ningún trabajo, para evitar que amenacen su estatus. Las personas con la realidad verdad sirven para acentuar y resaltar la pobreza, la miseria, la fealdad y la maldad de los anticristos cuando están frente a ellos, por lo que cuando un anticristo elige a un compañero o colaborador, nunca selecciona a gente con la realidad verdad, nunca selecciona a personas que puedan hablar de su testimonio vivencial, y nunca selecciona a personas honestas o capaces de practicar la verdad. Estas son las personas que los anticristos más envidian y odian, y son una piedra en el zapato para los anticristos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). En las palabras de Dios descubrí que el principal rasgo de carácter de un anticristo es considerar el poder como la propia vida y querer siempre el monopolio del deber, encargarse ellos. En cuanto alguien los aventaja, amenaza su estatus o poder, lo excluyen y lo frenan, incluso hasta el punto de dañar inescrupulosamente la obra de la iglesia. Al hacer introspección sobre mi posición como líder, no me había fijado en cuáles eran mis responsabilidades ni en cómo hacer un trabajo práctico, sino en el prestigio que el estatus me aportaba. A fin de proteger mi estatus, no había permitido que nadie fuera mejor que yo. La enseñanza de la verdad por parte de Jingyi resolvió el problema de Zhiqing. Eso demuestra que asumió una carga, lo que es positivo, pero no me alegré de que se hubiera corregido el estado de Zhiqing. Temía, en cambio, que Jingyi diera mejor imagen que yo, y me ponía nerviosa perder mi lugar en el corazón de los demás, que ya no me admiraran. Cambié de tema adrede para no darle una oportunidad de hablar a Jingyi. Al ver que los demás alababan sus enseñanzas, le puse las cosas difíciles a propósito preguntándole por su trabajo. Le hice quedar mal y no iba a dejarlo estar hasta que los demás no dejaran de admirarla. Para consolidar mi posición, había utilizado esa táctica tan malvada y despreciable para reprimir y excluir a alguien que era capaz de comunicar la verdad. ¡Tenía una naturaleza realmente malvada! ¿No había revelado el carácter de un anticristo? Me acordé de un anticristo expulsado de la iglesia pocos días antes. Constantemente reprimía y excluía a los hermanos y las hermanas que expresaban distintas opiniones o eran mejores que él, sin pensar en el trabajo de iglesia. Terminó expulsado por cometer toda clase de maldades. Con todo lo que yo le había hecho a Jingyi, ¿en qué me diferenciaba de ese anticristo? Estaba caminando por la senda del anticristo.

Luego leí esto en las palabras de Dios: “Hagas lo que hagas, ya sea importante o no, siempre debe haber alguien ahí para ayudarte, para señalarte el camino, para darte consejo o cooperar contigo para hacer cosas. Es la única manera de asegurarse de que las harás del modo más correcto, de que cometerás menos errores, y será menos probable que te desvíes; se trata de algo bueno. Servir a Dios, en particular, es un asunto importante ¡y no resolver tu carácter corrupto puede ponerte en peligro! Cuando la gente tiene un carácter satánico, se rebela y resiste contra Dios en cualquier lugar y momento. La gente que vive según el carácter satánico puede negar, resistirse a Dios y traicionarlo en cualquier momento. Los anticristos son muy estúpidos, no se dan cuenta de ello, piensan: ‘Ya he tenido bastantes problemas para hacerme con poder, ¿por qué iba a compartirlo con nadie? Dárselo a los demás significa que no tendré nada para mí, ¿verdad? ¿Cómo puedo demostrar mis talentos y habilidades sin poder?’. No saben que lo que Dios ha confiado a las personas no es poder o estatus, sino un deber. Los anticristos solo aceptan el poder y el estatus, dejan de lado su deber y no hacen ninguna labor práctica. Por el contrario, solo buscan la fama, el beneficio y el estatus, y lo único que quieren es hacerse con el poder, controlar al pueblo escogido de Dios y disfrutar de los beneficios del estatus. Hacer las cosas de esta manera es muy peligroso: ¡es resistirse a Dios! Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de cumplir con el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento. Hoy, como un líder u obrero, estás sirviendo a Dios, lo cual no es algo corriente. No estás haciendo cosas para una persona, y mucho menos trabajando para pagar las facturas y poner comida en la mesa; en cambio, estás cumpliendo con tu deber en la iglesia. Y dado, en particular, que este deber te fue confiado por Dios, ¿qué implica cumplirlo? Que eres responsable ante Dios de tu deber, tanto si lo haces bien como si no; en última instancia, hay que rendir cuentas a Dios, tiene que haber un resultado. Lo que has aceptado es una comisión de Dios, una responsabilidad sagrada, así que da igual lo importante o lo insignificante que esta responsabilidad sea, es un asunto serio. ¿Cómo de serio es? A pequeña escala, se trata de si puedes obtener la verdad en esta vida y de cómo te contempla Dios. A una escala mayor, está directamente relacionado con tu futuro y tu destino, con tu fin; si cometes maldades y te opones a Dios, serás condenado y castigado. Todo lo que haces cuando cumples con tu deber es registrado por Dios, y Dios tiene Sus propios principios y normas para calificar y evaluar; Dios determina tu fin basándose en todo lo que manifiestas cuando cumples con tu deber(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). De las palabras de Dios aprendí que ser un líder o un obrero es un trabajo importante que no se puede tomar a la ligera. No se puede ser arrogante ni obstinado. Requiere un corazón temeroso de Dios y una cooperación armoniosa con otros hermanos y hermanas. Hay que buscar más la verdad y escuchar las sugerencias de los demás a fin de no tomar la senda equivocada. Dios concede a cada cual unas cualidades distintas y cada persona tiene un entendimiento. Cada individuo tiene una experiencia limitada y solo ve las cosas desde una perspectiva. Obtener buenos resultados en el deber exige la cooperación de todos y que compensemos mutuamente nuestras carencias. Jingyi sugirió buenas estrategias de práctica que suplían perfectamente lo que mi enseñanza había pasado por alto. ¡Eso era bueno! Sin embargo, para mí, el estatus era más importante que nada, por lo que solamente quería presumir y que me admiraran, que me adoraran. Al ver que Jingyi enseñaba bien, que me robaba el protagonismo, simplemente la excluí y la reprimí. ¿Acaso no vivía de acuerdo con venenos satánicos como “yo soy el único soberano del universo” y “solo puede haber un macho alfa”? No me importaba si la reunión era productiva ni si se resolvían los estados de los hermanos y las hermanas. Ni siquiera pensaba si Jingyi se sentía limitada o herida. Había perseguido firmemente la satisfacción de mis propias ambiciones y deseos. ¡Qué despreciable era! Ejercía de líder de la iglesia, pero no llevaba a los hermanos y las hermanas ante Dios. No los ayudaba a obtener conocimiento de Él, sino que quería tenerlos controlados y cerca, hacer que me admiraran y orbitaran a mi alrededor. Eso era ir en contra de Dios, ¡estaba tomando la senda de un anticristo! Si no me arrepentía, seguro que ofendería el carácter de Dios y Él me descartaría.

Al recordar cómo había tratado a Jingyi, entendí lo maligno de mi carácter, lo desprovista de humanidad que estaba. Sentí asco y me desprecié a mí misma. Quería buscar lo antes posible una senda de práctica que corrigiera mi carácter satánico. Después miré un vídeo de una lectura de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Hay principios en los actos de Dios. Se acerca a la humanidad desde el aprecio, la consideración y el amor. Dios quiere lo mejor para la gente, ese es el origen y la intención primera detrás de todos Sus actos. Por su parte, Satanás alardea, impone cosas a las personas, hace que lo adoren y se dejen engañar por él, y las lleva a volverse degeneradas, de modo que se convierten poco a poco en demonios vivientes y se precipitan hacia la destrucción. Sin embargo, cuando crees en Dios, si entiendes y obtienes la verdad, entonces puedes escapar de la influencia de Satanás y alcanzar la salvación; no te enfrentarás al desenlace de terminar destruido. Satanás no soporta que a la gente le vaya bien, y le da igual que viva o muera; solo le importa él mismo, su propio beneficio y placer, y carece de amor, misericordia, tolerancia y perdón. Satanás no posee tales cualidades; estas cosas positivas solo las posee Dios. Él ha obrado de manera significativa en los seres humanos, pero ¿ha hablado alguna vez de ello? ¿Lo ha explicado en alguna ocasión? ¿Lo ha declarado alguna vez? No, no lo ha hecho. No importa hasta qué punto malinterprete la gente a Dios, Él no da explicaciones. […] Dios es humilde y está oculto, mientras que Satanás hace alarde de sí mismo. ¿Existe alguna diferencia? Lucirse en contraposición a ser humilde y estar oculto, ¿cuáles son las cosas positivas? (Ser humilde y estar oculto). ¿Podría describirse a Satanás como humilde? (No). ¿Por qué? A juzgar por su malvada esencia naturaleza, es una basura sin valor. Lo que no sería normal es que Satanás no hiciera alarde de sí mismo. ¿Cómo iba calificarse a Satanás como ‘humilde’? La ‘humildad’ es cosa de Dios. La identidad, la esencia y el carácter de Dios son elevados y honorables, pero Él nunca hace alarde. Dios es humilde y está oculto, para que nadie vea lo que ha hecho, pero mientras obra en la oscuridad, la humanidad no cesa de ser provista, alimentada y guiada, y todo ello es dispuesto por Dios. El hecho de que Él nunca declare ni mencione estas cosas, ¿acaso no es estar oculto y tener humildad? Dios es humilde precisamente porque es capaz de hacer tales cosas, pero no las menciona ni las declara, no discute con la gente sobre ellas. ¿Qué derecho tienes tú a hablar de humildad cuando eres incapaz de hacer tales cosas? No has hecho nada de eso, y sin embargo insistes en atribuirte el mérito. Eso es ser un desvergonzado(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son malvados, insidiosos y mentirosos (II)). Este pasaje de las palabras de Dios me mostró que Él es humilde y está oculto. Dios es el Creador que constantemente realiza Su obra, guía a la humanidad y nos provee todo cuanto necesitamos para sobrevivir, pero Él nunca presume. Simplemente expresa la verdad discretamente mientras obra para salvar a la humanidad. ¡Qué hermosa y buena es la esencia de Dios! Sin embargo, yo quería presumir allá donde iba. Una vez llegué a un puesto de líder, me situé en un pedestal del que me negaba a bajarme. Cuando mi hermana enseñaba buenas estrategias de práctica, yo no buscaba la verdad con una mente abierta. No me dejaba aventajar por nadie. ¡Qué arrogante! Era líder, pero no cultivaba ni recomendaba a quienes buscaban la verdad y, en cambio, los excluía y los reprimía. Solo pensaba en proteger mi estatus, hacer que los demás me admiraran y me tuvieran en alta estima. Realmente no conocía la vergüenza y era de una calaña despreciable. Me apresuré a presentarme a Dios en oración: “¡Oh, Dios mío! Mi carácter de anticristo es extremadamente serio. Deseo arrepentirme ante Ti para situarme en el lugar correcto y cumplir con el deber con sensatez”. Luego fui a reunirme con cada grupo para compartir con todos las estrategias de Jingyi para la difusión del evangelio. A continuación, revelé y analicé tanto la exposición de mi corrupción en mi pugna con ella por el estatus como mi carácter de anticristo. Poner en práctica esto me hizo sentir mucha calma y paz.

Posteriormente, cuando me encontraba en la situación de competir con los demás por estatus, practicaba conscientemente la verdad. Un día estaba reunida con algunos líderes de grupo, entre ellos la hermana Yang Guang, bastante extrovertida. Desde el principio parecía bastante entusiasta y respondía activamente las preguntas de los demás. Era el centro de atención todo el tiempo. En un momento dado, cuando estábamos hablando de cómo repartirnos las reuniones de nuevos creyentes, Yang Guang sugirió otra cosa en cuanto yo terminé de hablar. Aunque me pareció que tenía razón, al ver que todos los hermanos y las hermanas estaban de acuerdo y sus miradas se dirigían a ella, sentí que yo había quedado mal. Pensé: “Yang Guang se ha convertido en el centro de atención, y yo tengo un papel secundario. Soy la líder, pero ¿acaso no estoy de adorno?”. Tan pronto como se me ocurrió esto, me di cuenta de que de nuevo rivalizaba por el estatus, por ser la protagonista. Oré a Dios en silencio, para decirle que estaba dispuesta a apartarme y trabajar bien con Yang Guang, y que necesitaba que me guiara para transformar mi estado incorrecto. Recordé un pasaje de la palabra de Dios: “Has de olvidarte de los títulos de liderazgo, dejar de lado el sucio aire del estatus, tratarte a ti mismo como una persona corriente, ponerte al mismo nivel que los demás y tener una actitud responsable hacia tu deber. Si siempre tratas tu deber como un título oficial y un estatus, o como una especie de laurel, e imaginas que los demás están ahí para servir a tu posición, es un problema, y Dios te despreciará y se disgustará contigo. Si crees que eres igual a los demás, que solo tienes un poco más de comisión y responsabilidad de Dios, si puedes aprender a equipararte con ellos, e incluso puedes rebajarte a preguntar lo que piensan los demás, y si puedes escuchar con seriedad, atención y cuidado lo que dicen, entonces trabajarás en armonía con los demás(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Este pasaje de las palabras de Dios me ofreció una senda de práctica. La iglesia me había dado la oportunidad de servir como líder, no para darme estatus, sino para permitirme trabajar en armonía con todos a fin de cumplir correctamente con mi deber. No podía seguir preocupada por mi reputación y estatus ni pugnando con nadie por la reputación. La sugerencia de Yang Guang era correcta, así que debía aceptarla. Sería lo mejor para el trabajo de la iglesia. Una vez que hubo terminado, me manifesté de acuerdo y les dije a los demás hermanos y hermanas que actuaran con arreglo a su sugerencia. Ya no competía con ella por dentro. Todos compartieron sus opiniones abiertamente en esa reunión, que fue muy productiva. Estaba contentísima por ello y muy agradecida a Dios por guiarme. Me di cuenta de que es muy liberador cooperar bien con los demás sin estar dominada por las restricciones del estatus.

Gracias a esa experiencia vi cómo había excluido y reprimido a la gente para impulsar mi estatus. Vi que había vivido en función de un carácter satánico, capaz de hacer el mal y de oponerme a Dios en cualquier momento. ¡Es sumamente peligroso no buscar la verdad! Las palabras de Dios de exposición y la revelación de los hechos me permitieron ver claramente que iba por la senda equivocada y me permitieron cambiar un poco. También sentí de veras que, siempre y cuando busquemos la verdad con ganas y trabajemos para corregir nuestro carácter corrupto, Dios nos mostrará el camino. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!

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